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Unidad de la Vanguardia Histórica y la Escuela Nueva



    1. Resumen
    2. Vanguardia Histórica y
      Escuela Nueva. Sus conexiones con la Educación por el
      arte
    3. La vanguardia en la
      plástica cubana y sus vías de proyección:
      libertad y sensibilidad
    4. La Escuela Nueva, la
      educación estética y la Educación por el
      arte o la sensibilidad en la Escuela Nueva desde la
      Educación por el Arte
    5. El arte y la sensibilidad en la
      formación del hombre nuevo
    6. A manera de
      conclusiones
    7. Bibliografía

    RESUMEN

    El constante dinamismo de los movimientos de la
    Vanguardia Histórica y la Escuela Nueva
    impone la necesidad de que se efectúen diferentes análisis de sus procesos sobre
    la base de las experiencias descritas a lo largo de la historia.

    Abordar las diferentes etapas del desarrollo de
    estos movimientos constituye hoy un punto necesario para
    relacionarlos con la Educación por el arte en el
    orden social desde sus orígenes.

    Este trabajo tiene
    como propósito caracterizar los principales elementos de
    la Vanguardia
    Histórica y la Escuela Nueva, destacando sus relaciones
    con la Educación por el arte como
    problema social

    Palabras claves: Vanguardia Histórica,
    Escuela Nueva, Educación por el arte, problema
    social.

    INTRODUCCIÓN

    Desde una perspectiva del estudio de las principales
    características de la Vanguardia Histórica, la
    Escuela Nueva y sus relaciones con la Educación por el
    arte, constituye hoy un interés el
    análisis del problema de dichos movimientos como parte
    objetiva de investigación en la propia Educación
    por el arte. A manera de declaración de términos a
    continuación se explican cuáles fueron esas
    características que sirven de base para posteriormente
    penetrar en sus relaciones.

    La Vanguardia Histórica.

    Para comprender la Vanguardia Histórica en su
    sustancia, es necesario distinguir sus momentos, aspectos e
    impulsos más auténticos. Por una parte, el
    significado de las vanguardias es mucho más profundo y
    estimulante que una simple variación de estilo, y por otro
    lado, es significativo el conjunto de razones históricas y
    humanas que constituyeron los movimientos de las
    vanguardias.

    En un análisis del arte, en particular del arte
    moderno, (Mario de Micheli, 1967) sostiene que éste no
    nació de una evolución del arte del siglo XIX, sino, por
    el contrario, nació de una ruptura de los valores
    de este siglo, ruptura en tanto no simplista en el orden
    estético, es decir, no se trató de una
    simple ruptura estética. Lo que provocó esa
    ruptura sólo puede hallarse en una serie de razones
    históricas e ideológicas. El mismo planteo lleva
    implícita otras cuestiones: la unidad espiritual y
    cultural del siglo XIX, -unidad quebrada-, y la polémica,
    la protesta, la rebelión estallada en el interior de esa
    unidad, de donde surgió el arte nuevo.

    En este período F. De Sanctis enriquece el
    pensamiento
    estético
    , viendo en el contenido una realidad viva y
    determinante, con una serie de formulaciones ulteriores,
    según las cuales el arte no puede ser más que una
    representación objetiva de la realidad, una
    expresión no deformada de ella. En los artistas de aquel
    entonces los mitos de lo
    salvaje y de lo primitivo forman parte de una búsqueda
    afanosa para renovarse a sí mismos, para
    renovar su propia felicidad, su propia naturaleza de
    hombres, fuera de los convencionalismos, de las concepciones (de
    Micheli, 1967).

    Esta es la situación que da origen a gran parte
    de la Vanguardia Histórica europea, al abandonar el
    terreno de su propia clase, y al no
    encontrar otro en el cual transplantar sus raíces, los
    artistas de la vanguardia se transforman en
    desarraigados.

    La Escuela Nueva.

    Con el término Escuela Nueva se define un
    movimiento
    complejo que se inició hacia 1875 y que desbordó el
    límite impuesto por las
    fronteras geográficas, permitiendo el fortalecimiento de
    una conciencia
    educativa global, la internacionalización de los problemas
    pedagógicos, y pretendió aplicar sus logros en los
    sistemas
    educativos nacionales.

    Este movimiento presentó una diversidad de
    instituciones,
    ideas e innovaciones prácticas verdaderamente
    enriquecedora, aunque sin perder de vista el logro de lo que fue
    su fin único y universal: la transformación radical
    de la realidad escolar.

    Desde un punto de vista académico, podemos situar
    en 1939 o 1955 el fin de la Escuela Nueva como movimiento
    organizado (1939 para las corrientes europeas, 1955 para estados Unidos),
    pues la Segunda Guerra
    Mundial obligó a la desaparición de muchas
    experiencias. Sin embargo, muchos historiadores actuales
    coinciden en destacar que el espíritu de la Escuela Nueva
    nunca desapareció por completo, y volvió a
    manifestarse en realizaciones de 1960 a 1970, tan diversas como
    la educación comprensiva anglosajona o las escuelas libres
    y alternativas (Röhrs y Lenhart, 1995).

    La influencia de algunos autores del movimiento es bien
    patente en pedagogos posteriores, como Paulo Freire y
    Henry A. Giroux,
    representantes de la actual pedagogía crítica, cuyo concepto de
    democracia en
    la escuela es, a pesar de sus matizaciones, claramente heredero
    de las ideas desarrolladas en el primer tercio del siglo XX por
    el filósofo y pedagogo norteamericano John Dewey
    (1859-1952), quien aborda en Democracia y Educación (1916)
    el concepto de educación a partir del análisis de
    todas las perspectivas posibles del proceso
    educativo o de formación, que llevan al hombre al
    desarrollo de su personalidad.
    En su concepción plantea una educación como
    necesidad vital de la naturaleza
    humana, una educación como función
    social, una educación como dirección, una educación como
    proceso continuo de crecimiento, y una educación como
    reconstrucción continua y progresiva de la experiencia
    (Dewey, 1916), y destaca la creación de "un ambiente
    más amplio y mejor equilibrado que aquel por el cual el
    joven sería probablemente influido si se le abandonara a
    sí mismo"(ídem, 33).

    Desde el punto de vista del contexto
    histórico
    en que surge la Escuela Nueva, esta no puede
    verse como un acontecimiento surgido esporádica y
    espontáneamente, sino como el resultado y la
    manifestación final de una tradición europea de
    reforma pedagógica, iniciada desde el siglo XVI,
    generalmente de origen protestante, con un fuerte componente
    antropológico
    , y que concebía la
    educación como una interacción entre naturaleza y
    entorno.

    Cuatro pedagogos muy preocupados por el desarrollo
    infantil-Comenio, Rousseau,
    Pestalozzi y Froebel-se convirtieron en la referencia
    histórica común de todos los representantes del
    movimiento (María del Mar del Pozo). Por otra parte, a lo
    largo del siglo XIX fueron apareciendo instituciones
    modélicas en diversos países que se
    percibían como la vanguardia de la reforma escolar
    general, que se exhibieron y ofrecieron como logros de los
    sistemas educativos nacionales con motivo de las Exposiciones
    Internacionales iniciadas en torno a 1850.
    Junto a ellas, surgieron iniciativas de carácter privado, como la famosa escuela de
    Yasnaia-Poliana, fundada por el literato Tolstoi en su finca para
    los hijos e hijas de sus campesinos, cuyos principios de
    libertad
    , respeto a la
    individualidad del alumno y al desenvolvimiento natural de sus
    facultades y condena del intervencionismo adulto, la convierten
    en la precursora más clara y conocida de la Escuela
    Nueva.

    El contexto económico-social en el que
    surge este movimiento es la situación emergente a finales
    del siglo XIX, con los problemas asociados a la
    industrialización y a la urbanización, a la
    modernización social y cultural de las ciudades, que se
    convertirían en centros impulsores de las reformas,
    al
    desarrollo de nuevas clases
    sociales como la burguesía liberal, de alto nivel
    económico y ciertas preocupaciones intelectuales,
    a la expansión de los sistemas escolares nacionales,
    controlados por el estado y
    cada vez más complejos.

    Pero no podría entenderse su origen y
    rápida expansión sin tener en cuenta los factores
    que estuvieron presentes en el inconsciente colectivo. En primer
    lugar, el optimismo pedagógico imperante, que
    llevó al acontecimiento absoluto de que la sociedad
    podía mejorar a través de la educación. El
    poder
    concedido a la escuela, presente en ese aforismo ya
    célebre, que responsabilizaba al maestro del triunfo o del
    fracaso en todas las guerras del
    último tercio del siglo XIX, fue trasladándose a
    otros ámbitos hasta acabar atribuyéndole a la
    educación un papel estelar en la transformación
    social, siempre y cuando se encontrase y adoptase un modelo global
    de modernización pedagógica.

    En segundo término, y como consecuencia de este
    estado de
    ánimo, se manifestó un intensivo y amplio
    interés de la opinión
    pública en cuestiones educativas,
    de manera que
    comenzó a verse la educación, no como responsabilidad y obligación del Estado,
    sino como tema en el que todos los ciudadanos conscientes
    debían sentirse implicados.

    Por eso, muchas de las escuelas nuevas creadas a finales
    del siglo XIX y en las primeras décadas del XX se
    mantuvieron al margen del sistema escolar
    nacional y no fueron fundadas por profesionales de la
    educación, sino por personas simplemente interesadas,
    aunque sin formación pedagógica, desde literatos
    –como Rabindranath Tagore- hasta filósofos famosos-como Bertrand Russell-,
    desde médicos hasta militares retirados.

    En el origen de la Escuela Nueva influyó
    también poderosamente el contexto
    científico
    , esto es, la expansión de las
    ciencias
    humanas y sociales y el desarrollo de nuevas teorías
    antropológicas
    derivadas del
    evolucionismo
    darwinista. Tampoco se puede olvidar la
    inspiración de las filosofías del sujeto que
    emergieron a finales del siglo XIX, apoyadas por los movimientos
    de vanguardia de las artes, y, entre ellas, la
    filosofía vitalista de Bergson, con su concepto de
    élan vital
    o evolución creadora
    , que proporcionó un
    sustrato teórico para sustituir el realismo
    educativo mecanicista por la creación infantil personal. El
    paidocentrismo heredado de Rousseau, esto es, la
    preocupación por colocar al niño en el centro del
    proceso educativo, hizo despertar un gran interés en el
    estudio de la naturaleza del niño y en su desarrollo
    autónomo e independiente de los ideales de los
    adultos.

    El axioma de que la Pedagogía debe reposar sobre
    el estudio del niño (Claparède, 1927) ayudó
    al origen y consolidación de las "ciencias para el estudio
    del niño"-llamadas Paidología, Psicología del
    niño o Pedagogía Experimental-, cuya
    historia inicial fue paralela a la Escuela Nueva, e, incluso, la
    mayoría de estos primeros psicólogos
    -Claparède y Piaget– por
    ejemplo, participaron en la fundamentación
    psicológica, el diseño
    y propagación de los ideales pedagógicos del
    movimiento, al que dieron rango científico desde el
    Instituto J.J. Rousseau de Ginebra.

    Todas estas influencias, a menudo opuestas y
    contradictorias, están en el origen de la Escuela Nueva y
    posibilitaron el establecimiento de una amplia dialéctica
    que llevó a síntesis
    más o menos aceptadas generalmente.

    La Educación por el arte.

    La educación por el arte, es el tipo de
    educación que tiene como objeto el cultivo de la
    conciencia del
    valor intrínseco. En planteos de
    Herbert Read (1955), uno de los principales teóricos de
    esta educación, en giros sobre el problema de la
    relatividad en las relaciones
    humanas, insiste sobre el origen físico de las
    variaciones temperamentales, e igualmente sobre la validez de los
    modos de expresión peculiares a estas variaciones. Con
    ello ha introducido en la educación una pluralidad de
    valores que desafían toda codificación y normalización. Al hacerlo, sólo ha
    representado la variedad esencial de nuestra naturaleza
    humana.

    Con apoyo en las teorías de Read, desde nuestro
    punto de vista, en el dominio
    fenoménico en el cual vivimos y tenemos nuestro ser, solo
    podemos percibir los valores
    del dominio trascendental, y la percepción
    es el lazo esencial entre ambos. Solo podemos aumentar
    gradualmente la magnitud y la exactitud de la conciencia de estos
    valores adiestrando o educando la facultad de la
    percepción.

    En particular, nos permiten analizar la relación
    de la moral
    individual con la moral
    colectiva, y la posibilidad de una jerarquía de valores. Read
    excluye deliberadamente tales problemas, no porque no les
    preocupen, sino porque ha limitado la finalidad de la
    educación al desarrollo de la individualidad del individuo,
    desarrollo que implica necesariamente su integración social.

    Tomando en consideración algunos de los elementos
    anteriores, ubicados fundamentalmente en las experiencias de
    algunas figuras, este trabajo tiene como objetivo
    caracterizar los principales elementos que tipifican la
    Vanguardia Histórica y la Escuela Nueva destacando sus
    relaciones con la Educación por el Arte como problema
    social.

    DESARROLLO

    VANGUARDIA
    HISTÓRICA Y ESCUELA NUEVA. SUS CONEXIONES CON LA
    EDUCACIÓN POR EL ARTE.

    El lugar del valor y de la
    expresión en el mundo del arte

    El arte, subsiste permanente e indestructible,
    acumulativo, pero siempre libre, siempre activo y expansivo en
    sus fronteras inmediatas. Esta expresión espontánea
    es inherente a la vida: que tanto colectiva como individualmente,
    vive una pauta inmanente pero evolutiva.

    Se deduce que si algún tipo ha de ser considerado
    como el tipo ideal, es el artístico. Mas hemos visto que
    no existe un tipo "artístico": todos los tipos
    tienen su actitud artística, es decir,
    estética, sus momentos de desarrollo
    espontáneo de actividad creadora. Todo hombre es una
    suerte especial de artista y en su actividad creadora hace algo
    más que expresarse a sí mismo: está
    manifestando la forma que en su desenvolvimiento debería
    tomar nuestra vida común.

    Existen, por supuesto, muchos grados de sentimiento y
    muchas maneras de expresar esos sentimientos, y estamos obligados
    a buscar algún criterio de valor que nos
    permitan distinguir entre ellos. De nada servirá decir que
    la manera más fuerte o más directa es
    necesariamente la mejor: eso asignaría elevado valor a un
    grito meramente animal de placer o de dolor, y conduciría
    a lo que llamamos sentimentalidad en el arte. Evidentemente si
    deseamos distinguir entre un arte de la expresión y la
    expresión misma, todo dependerá de la
    elaboración o el refinamiento de estas respuestas
    elementales.

    Una definición de arte involucra dos
    principios
    fundamentales, un principio de forma, derivado del mundo
    orgánico, y aspecto objetivo universal de todas las obras
    de arte; y un principio de creación, peculiar a la
    mente humana, que la impulsa a crear y apreciar la
    creación de símbolos, fantasías, mitos que toman
    una existencia objetiva universalmente válida solo en
    virtud del principio de la forma.

    La forma es una función de la
    percepción; la creación es una función de la
    imaginación.
    Estas dos actividades agotan en su
    juego
    dialéctico, todos los aspectos psíquicos de la
    experiencia estética. Pero el arte posee otros
    aspectos biológicos y sociales, que tienen importancia
    fundamental en todas las esferas de la vida. La vida misma en sus
    fuentes
    más secretas y esenciales es estética. Tal es el principio formativo
    discernible en la evolución del universo mismo.
    Parecería que cuanto más puede revelar el
    físico en la naturaleza de la estructura
    física del
    mundo, tanto más se apoya en armonías
    numéricas estéticamente satisfactorias.

    No menos que el físico, el filósofo de
    la estética
    se halla fundamentalmente dispuesto a
    aceptar una concepción del universo, según la cual,
    el abismo entre los dominios estético y
    extraestético de la experiencia, no menos que entre
    el científico y extracientífico, es el
    abismo existente entre lo métrico y lo no métrico,
    antes que el que se da entre lo concreto y lo
    trascendental
    . (Ídem, 1955).

    La Vanguardia Histórica. Diversidad
    ideológica y sensibilidad.

    El siglo XX es un período de grandes
    transformaciones en todos los aspectos del quehacer humano. En
    esta etapa el protagonismo del arte en la vida crece, como crece
    la preocupación por éste, haciéndose cada
    vez más plural.

    La gran aventura artística que abrió de
    par en par este siglo, fue, en su esencia, un fenómeno que
    ya venía gestándose en Europa como
    consecuencia de la ruptura en la unidad espiritual y cultural del
    siglo XIX, es decir, al quebrarse esa unidad brotó de su
    seno la polémica, la protesta, y la rebelión que
    dieron paso al arte nuevo (de Micheli, 1967: 1). Su signo, por
    tanto, fue el de la ruptura: con el modo de ver y de
    pensar la realidad; con los patrones de vida procedentes del
    siglo anterior; con los modelos
    artísticos y literarios mantenidos hasta entonces por la
    tradición; con la ideología imperante y, por
    extensión, con la sociedad.

    Comparado con otros períodos anteriores, se
    aprecia que el de las vanguardias tuvo su eclosión y
    desarrollo en un espacio de tiempo
    bastante breve: apenas tres décadas, de las que brotaron
    siete importantes movimientos que estremecieron y revolucionaron
    el mundo de la literatura y el arte,
    obligándolo a aceptar nuevos códigos expresivos y
    de conducta
    desconocidos hasta entonces. Véase cronológicamente
    (Pérez Olivares, 2002).

    De los impresionistas nace, en 1905, el fauvismo.
    En esa misma fecha comienzan a tener lugar en Alemania, las
    primeras manifestaciones de arte expresionista, primero
    con el grupo "Jinete
    azul", lidereado por Kandinsky. El abstraccionismo
    verá la luz en 1910,
    aunque se dice que algunas obras no figurativas de Picabia se
    remontan a 1907. El futurismo, por su parte,
    surgirá en 1909, y lo hará a través del
    "Manifiesto del futurismo", redactado por Marinetti. En él
    se glorifica el gesto libertario y se canta a las grandes
    muchedumbres "agitadas por el trabajo, el
    placer o la sublevación". Se canta también a la
    guerra,
    "única higiene del
    mundo".

    Cuatro años más tarde (y uno antes del
    estallido bélico de 1914) se abrirá paso al
    cubismo. Este movimiento, siendo esencialmente
    pictóricos, tuvo a Guillaume Apollinaire- poeta de origen
    polaco- como su verdadero y principal ideólogo.

    En plena guerra, y como consecuencia directa de sus
    efectos surge, en Zurich, el más inclasificable de los
    movimientos artísticos contemporáneos: el
    dadá, capitaneado por otro poeta, el rumano Tristan
    Tzara. Por último, y en plena posguerra, abrirá los
    ojos el movimiento que más habría de perdurar en
    la memoria de
    los poetas y los artistas de vigésima centuria: el
    surrealismo.

    A diferencia de todas estas manifestaciones, nacidas de
    un proceso orgánico en el desarrollo del arte
    contemporáneo, las que tuvieron lugar en
    Iberoamérica resultaron algo tardías y dieron la
    imagen de ser
    –con otros nombres- un acto de mímesis a
    través del cual un grupo de escritores y artistas de esta
    zona del mundo entraba en sintonía con los principales
    centros difusores de la cultura.

    Las razones del desfase cronológico pueden
    explicarse atendiendo a las realidades específicas de cada
    país o región del mundo.

    Con esta diversidad existente en cuanto a posiciones
    ideológicas, los artistas como seres sensibles
    construyen mundos que tienen que ver con su esencia porque
    avizoran futuros que no existen, mundos que están por
    configurarse. El arte que inician está hecho de
    espontaneidad y de potencia.

    Suceden candentes revoluciones que excitan los corazones
    y es la época de los "locos". Los futuristas por eso
    declaran: "…creéis que estamos locos. Pero somos los
    primitivos de una nueva sensibilidad completamente
    transformada" (de Micheli 1967: 431).

    Desde una perspectiva de la
    sensibilidad, esta situación
    primitiva relacionada con el sensible, presente en los
    primeros movimientos de la Vanguardia Histórica, tiene
    cierta consonancia con las doctrinas de la Escuela Nueva, pues en
    ambos movimientos se contienen elementos que se dan desde una
    educación estética a una educación por el
    arte.

    Precisamente, desde la perspectiva de la
    sensibilidad
    se presentan a continuación las
    coordenadas históricas y sociales vinculadas con la
    Vanguardia Histórica y la Escuela Nueva en su
    relación con la Educación por el arte.

    La Vanguardia Histórica construye ideas que
    están latentes en una educación por el arte. El
    surrealismo
    testimonia por ejemplo que el "El hombre,
    este soñador definitivo, cada día más
    descontento de su destino, recorre con pena los objetos
    que ha sido llevado a usar y que le ha procurado su indiferencia,
    o su esfuerzo… (ídem: 391).

    En los surrealistas se resalta el poder de la
    imaginación, que según ellos, reducirla a la
    esclavitud
    "…aunque esté en juego lo que vulgarmente se llama
    dicha, significa abstraerse a todo lo que hay en lo íntimo
    de nosotros de justicia
    suprema. Sólo la imaginación me da cuenta de lo que
    puede ser, y es suficiente para levantar un poco la terrible
    interdicción."(ídem: 393).

    A esa imaginación que no admitía límites no
    se le permitió manifestarse más que según
    las leyes de una
    unidad arbitraria; pero ella es incapaz de mantenerse por mucho
    tiempo en este papel inferior. En este orden los surrealistas
    sostienen que "…los locos deben su cautiverio a un
    pequeño número de actos legalmente reprensibles y
    que, sin estos actos su libertad (lo
    que se ve de su libertad) no estaría en
    discusión."(Ídem: 393).

    Con ello se puede admitir que, en cierta medida, los
    "locos" (como citan los surrealistas) son víctimas de su
    propia imaginación, en el sentido de que ésta los
    lleva a no respetar ciertas reglas. En efecto, las alucinaciones,
    las ilusiones, son fuente de dicha apreciable. Y en este sentido
    aclaran que "No es el temor a la locura lo que obligará a
    dejar a media asta la bandera de la
    imaginación"(ídem: 393). "La manía
    incurable que consiste en comparar lo desconocido con lo
    desconocido, con lo que se puede clasificar, adormece los
    cerebros. El deseo de análisis es más fuerte que
    los sentimientos" (ídem: 397).

    Estas expresiones entran en conexión con el
    propio progreso del saber humano, que a su vez penetra en las
    leyes del mundo al inicio del siglo XX en el florecer de una
    cultura nueva y de una nueva civilización, mientras
    las masas populares alcanzaban, de manera excepcional, y por
    primera vez en la historia, la posesión de las riquezas
    naturales, y el pueblo surgía de una visión
    estrecha; y por último, la guerra y la revolución
    (corrientes de una era futura), lo que induce a considerar las
    nuevas formas de una vida que ya actuaba y
    latía.

    El éxtasis de la libertad (no objetiva)
    impulsó a las vanguardias hacia el "desierto"donde no
    existía otra realidad fuera de la sensibilidad; y
    así la sensibilidad se convirtió en
    el único contenido de la vida. La libertad resultó
    ser un "… alarido de colores
    encrespados, encuentro de todos los contrarios y de todas las
    contradicciones, de todos los motivos grotescos, de todas las
    incoherencias: la Vida."(De Micheli, 1967: 344).

    En la Vanguardia Histórica del siglo XX aparecen
    ejemplos de ansiedades que giran en torno a la libertad y
    a la sensibilidad, observadas en los diferentes
    movimientos. En un análisis de esta "tradición"
    teórica de las vanguardias, se evidencia una continuidad
    en sus valoraciones al considerar que "La sustancia y el
    significado de cualquier creación artística nunca
    son reconocidos como la sustancia de trabajo figurativo en
    general; esto sucede porque el origen de cualquier
    creación de formas consiste, donde quiera, solamente en la
    sensibilidad."(Ídem: 436).

    Y sostienen además que "… el arte pudiera
    llegar a constituir el tercer ángulo visual de la
    vida…"(Read: 439). Este tercer filo aparece por una necesidad
    de querer contribuir a la revolución necesaria de todas
    las expresiones del arte que muestran un valor ante la
    fácil acusación de locura con la cual se azotaba a
    los innovadores, de modo que el hombre pueda cumplir con el
    único deber efectivo para el cual ha nacido, "…la
    creación artística".

    En torno a esta creación artística, los
    expresionistas sostienen ansiedades de conquistar la libertad de
    acción
    y de vida frente a las fuerzas viejas, tan difíciles de
    erradicar, acogiendo a todos aquellos que reproducen en aquel
    entonces, directa y sinceramente, su impulso creativo. Por ende,
    queda claro el valor que acatan las artes figurativas y los
    artistas; por un lado, el pintor transforma en obra de arte la
    concepción sensible de su experiencia, y contiene
    además en el acontecimiento sensible, la
    sublimación instintiva de la forma, traducida
    impulsivamente sobre el plano.

    Estos enfoques resuenan y se conciben con un orden
    distinto que se experimentan al escuchar los ruidos de la
    naturaleza, de modo que permita "actualizar nuestras
    percepciones del mundo bajo la forma de espacio y
    tiempo"(ídem: 451). En este debate
    relacionado con la interpretación de la naturaleza, realizan
    planteos tales como la necesidad de la virginidad, lo que
    supone que el ojo se libere del velo con el cual lo han cubierto
    el atavismo y la cultura.

    La nueva conciencia de entonces hizo considerar al
    hombre y a su sensibilidad como el centro de la
    vida universal. En ese hombre soñador es puntual su
    infancia. La
    ausencia en ella de toda constricción le deja la
    perspectiva de muchas vidas vividas a la vez.

    Aparecen además inquietudes imaginarias. Es
    preciso puntualizar que es a esa imaginación -que no
    admitía límites- a la que no se le permitía
    manifestarse más que según las leyes de una
    utilidad
    arbitraria.

    No obstante, cuando el mundo artístico se
    dividía entre sentimientos y razón, algunos
    pintores inquietaban a sus contemporáneos con obras muy
    personales, que sentarían pauta en el siglo XX.

    Algo que cohesiona este dato encuentra
    explicación en las palabras de estos: "…Para que una
    obra de arte sea auténticamente inmortal, es menester que
    se salga completamente de los límites de lo humano; el
    buen sentido y la lógica
    deben estar ausentes de ella. De este modo se aproximará
    al sueño y a la mentalidad infantil."(Jubrías,
    1983: 85).

    La imaginación y la libertad son exaltaciones que
    mantienen vivo, indefinidamente, el fanatismo humano de este
    período. Objeta la libertad como una única
    aspiración legítima. En medio de los tantos
    ingratos que se plantearon a inicios del siglo XX, se reconoce
    haber dejado la más grande libertad de
    espíritu
    , y reducir la imaginación a la
    esclavitud, aunque estuviese en juego lo que vulgarmente se
    llamaría sonrisa. Ello significa substraerse a todo lo que
    hay en lo íntimo del hombre de justicia. Sólo la
    imaginación da cuenta de lo que puede ser, y es suficiente
    para levantar un poco la terrible interdicción.

    Estas tendencias se relacionan con el surgimiento de
    todas las ciencias, y con ello el interés de las
    vanguardias de demoler lo viejo, y de revolucionar lo nuevo y al
    ser
    humano (Iglesias, 1997; 1979 y Sosa, 1979). Es la mezcla
    de la revolución sensible con lo
    político social
    (Iglesias, 1979).

    Al concentrarnos en estas expresiones vinculadas con el
    mundo infantil, se detecta que tienen un campo de abono, una
    posibilidad de mundo nuevo, el mundo de lo imaginario, que es el
    mundo con una justificación más universal, es el
    mundo en el que los imaginarios de los artistas son base para la
    creación (Cabrera, 1998 b).

    Tómese en cuenta que la educación
    vivía en un mundo que no permitía el acceso al
    mundo de los locos y de los primitivos. Lo infantil quedaba solo,
    aislado, visto como un escollo para llegar al adulto, y como modo
    empequeñecido de ser adulto. El adulto siempre en
    carencia, la infancia como carencia y no como valor.

    La
    vanguardia en la plástica cubana y sus vías de
    proyección: libertad y sensibilidad.

    En los años de 1925-1933 como parte de un proceso
    mayor en la cultura cubana aparecieron en las artes
    plásticas cubanas claras evidencias de
    los rumbos que conducirían al surgimiento del "arte
    nuevo"-tal como se llamó entonces-(Marinillo,
    1925:298-304). Bajo ese mismo nombre en 1927, la Revista de
    Avance patrocinó una exposición
    colectiva en la que se reunían obras de artistas-llamados
    entonces por la crítica "independientes o modernos"-
    animados por el ansia de renovación de la
    plástica. Esa innovación adoptó también una
    orientación social de diverso carácter
    según la individualidad de cada creador.

    La revista se pronunció desde su primer
    número hacia el cambio:
    ¡Queremos movimiento, cambio, avance!. Abarcaba todas las
    preocupaciones ideológicas-diversísimas- que en
    lo cultural implicaba.

    La nueva pintura de la
    vanguardia se abrió camino y creció en un ambiente
    de polémicas, de viajes de
    estudio a Europa o México y
    de agudización de la crisis
    política
    nacional.

    El carácter ilusorio de ese crecimiento acelerado
    se comprobaría con rapidez y, durante la década de
    los veinte, comenzarían a aparecer los rasgos de una
    crisis económica que afectó considerablemente a la
    sociedad cubana. Los años que siguieron, los de la
    "década crítica", llamada así por Juan
    Marinello a los años que mediaron entre 1925 y 1935, por
    la difícil situación que atravesó el
    país (Marinello, 1977) que dieron lugar a un amplio
    movimiento de masas al que se integraron activamente los artistas
    e intelectuales.

    Tales artistas supieron conjugar la aportación
    formal de las vanguardias con la búsqueda de una
    expresión nacional de la afirmación de los
    valores culturales cubanos. Sus obras tienen el
    significativo valor de ser la expresión testimonial
    de una doble inquietud: estética y social, al no
    quedar los presupuestos
    conceptuales del movimiento expuestos en plataforma ni manifiesto
    programático alguno.

    En agosto de 1933, los pintores solicitan al gobierno la
    creación de escuelas de pintura al aire libre,
    escuelas que estaban ampliamente inspiradas en los modelos
    mexicanos creados tras la Revolución de 1910, conocidos
    bien en Cuba.

    Existía, además, la experiencia
    instalada por el artista español
    Gabriel García Maroto
    , (García Maroto, 1945)
    quien había conocido las escuelas mexicanas en una
    exposición que se presentó en España y
    entusiasmado por la idea viajó a México para
    observarla personalmente; poco después, llevó a la
    práctica el mismo experimento en Cuba. No puede
    extrañar la repercusión que tuvieron las Escuelas
    al Aire Libre de México entre los artistas cubanos de
    vanguardia, en primer lugar, por la divulgación y el
    prestigio que tenía en Cuba la plástica mexicana y,
    en segundo lugar, porque la semilla caía sobre un tema
    abonado: la experiencia mexicana venía a coincidir con el
    interés, que ya se ha mencionado, por encontrar
    nuevas vías de expresión de lo nacional y nuevas
    formas de enseñanza de las artes
    pláticas
    .

    Según Yolanda Wood (1990:50-68) en un documento
    de solicitud al gobierno elaborado por los artistas, en noviembre
    de 1933, se plasmaron los fundamentos teóricos y
    pedagógicos de la nueva institución
    , que
    trataba de excitar "la vocación por la pintura" y de la
    promoción de un arte nacional que tendiera
    a darle relieve de
    cultura artística a Cuba (Wood,
    1990).

    Así, no es casual que en el documento citado
    reaparezca nuevamente el problema de la enseñanza de las
    artes plásticas y la necesidad de su
    transformación.

    Las manifestaciones artísticas contribuyeron a la
    transformación del panorama pictórico y sentaron
    las bases de la modernidad en la
    plástica cubana. Entonces a partir de un lenguaje
    esencialmente figurativo, reinterpretaron críticamente las
    aportaciones formales de la pintura finisecular y las
    vanguardias europeas
    . El conjunto de obras realizadas entre
    1923 y 1939 evidencia la inserción de lo europeo en un
    tronco propio, y resalta, sobre todo, en el aspecto
    idiotemático, la representación de la
    realidad nacional cubana todavía por medio de una mirada
    fenoménica y contingente.

    En la acción transformadora del grupo no
    dominó un "ismo" en particular, aunque se sienten
    coexistiendo diversas tendencias en yuxtaposición. Ello
    limita e impide caracterizar a los primeros pintores cubanos
    modernos dentro de una tendencia con nombre y apellidos
    (Pogolotti, 1979).

    La propia génesis y desarrollo de la
    vanguardia
    artística cubana podría
    estudiarse por medio de los saltos de madurez marcados en su
    evolución por algunas muestras colectivas, que se fueron
    incrementando paulatinamente merced al empuje constante del grupo
    renovador.

    El arte y la cultura, en general, se consideraron
    ámbitos propicios para crear una imagen pública
    favorable. De ahí que, entre 1934 y 1940, se llevara a
    cabo la creación o transformación de instituciones
    y organismos encargados de estimular las más diversas
    actividades culturales. Uno de esos proyectos fue el
    Estudio Libre para pintores y escultores, fundado a
    finales de 1937 (Wood, 1990: 51-54).

    A la fundación del Estudio Libre se integraron
    otros proyectos, entre ellos los salones de Pintura y Escultura.
    El Segundo Salón-1938-se caracterizó por la
    ausencia de los académicos; en él se puso de
    manifiesto la diversidad de escuelas y tendencias de la nueva
    plástica cubana.

    Al triunfo del Segundo Salón habían
    contribuido dos hechos importantes de 1937: el Primer
    Salón de Arte Moderno y el Estudio Libre para pintores y
    escultores.

    En el primero quedaron reunidos diez años de
    intensa labor artística; en el segundo se evidenció
    el interés de los creadores por una transformación
    del carácter y los objetivos y
    métodos de
    la enseñanza de las artes plásticas, como parte del
    proceso innovador en que estaban empeñados.

    La creación del Estudio Libre respondía a
    las perspectivas e intereses de artistas que, habiendo estudiado
    en diversos centros culturales de Europa y América, y entrando en contacto con
    novedosos sistemas pedagógicos, consideraban
    insostenible el academicismo.

    El Estudio Libre respondía a una necesidad
    profunda que se manifestaba en propugnar la libertad
    creativa
    , inspirándose en los principios de las
    Escuelas de Arte Libre establecidas en México
    en la
    década del veinte, surgidas como parte del programa de
    renovación cultural, que eran en esencia un
    reflejo de las transformaciones estéticas y

    sociales operadas en México-luego establecidas como
    Escuelas de Acción Plástica Popular en Caimito,
    Caibarién, Remedios y Cienfuegos (García Maroto,
    1945:40; Wood, 1990:55). Desde el punto de vista
    estético, las escuelas tendían a eliminar el
    convencionalismo académico propugnando un acercamiento de
    los discípulos a la naturaleza para que sintieran y
    fusionaran, ahondándoles su atención donde había belleza
    emotiva
    . Se partía de un principio de
    creación intuitiva, liberada de toda
    reglamentación. El profesor era
    sobre todo un orientador; en cuanto a la temática,
    predominaba un marcado nacionalismo
    favorecido por el contacto directo del artista y sus
    discípulos con el medio
    ambiente.

    El Estudio Libre fue precisamente el lugar "donde un
    innovador permite entrar a los jóvenes no para que
    aprendan a pintar, sino para que aprendan a sentir
    (ídem: 64)
    .Se trataba de encauzar la afición
    artística y despertar la sensibilidad hacia "lo
    nuestro", tal como se manifestaba en los elementos del paisaje y
    en el ambiente social. Al liberarse de los estrechos
    cánones académicos, el alumno estaría en
    condiciones de acometer una empresa de
    más alto vuelo: "una obra capaz de dar perfiles propios al
    arte cubano"(ídem: 64).

    Esta búsqueda de un arte nacional permeó,
    en el orden temático, todas las obras salidas del Estudio,
    donde, si bien no se imponían temas, se insinuaban por
    medio de las orientaciones y las observaciones del guía.
    Si se analiza en toda su diversidad temática, por
    ejemplo, el conjunto de dibujos
    producidos en el Estudio, se advertirá el indudable
    predominio de temas criollos: tipos tradicionales, ritmo de la
    vida urbana, escenas cotidianas, acontecer social. Algo semejante
    ocurrió en el plano formal: predominio de la
    planimetría, de los colores vivos, del tratamiento
    primitivista.

    Las Escuelas de Arte Libre, fundadas en México,
    habían tenido una gran difusión en Cuba, al igual
    que la plástica mexicana de los años veinte. Los
    resultados artísticos de aquel grupo renovador fueron un
    incentivo más para los intentos transformadores
    de los artistas cubanos que por esos mismos años buscaban
    romper con la tradición imperante y transitar por nuevos
    caminos en sus propósitos artísticos y en lo que a
    la enseñanza de las artes plásticas se
    refería.

    A estos factores se añadía el hecho de que
    a principios de la década del treinta, el artista
    español Gabriel García Maroto había
    realizado en Cuba sin intervención de artistas cubanos una
    experiencia similar a la mexicana directamente inspirada en ella,
    asunto ya mencionado (García Maroto, 1945).

    Resumiendo esta parte, puede notarse que es
    representativa la situación de cómo en algunos
    creadores la paulatina separación de la línea
    académica se dio como un proceso de búsqueda y
    estudio de nuevas posibilidades plásticas (Wood,
    1990:69-88). Wifredo Lam, Amelia Peláez, Domingo Ravenet,
    Carlos Enríquez., Romero Arciaga, figuraban al lado de
    Enrique Caravia, María Capdevila, y Valderrama, entre
    otros, participan en varios salones (ídem: 73), a los que
    "concurrieron obras concebidas y realizadas dentro de los
    cánones de San Alejandro…"-Academia cubana- (Rigol,
    1989).

    Algunos de estos artistas luego en su labor
    pedagógica también entran en un proceso de
    búsqueda y estudio de nuevas maneras. Tanto las escuela
    como las exposiciones se comportaban durante la década del
    30 como enfáticas de mayores libertades en el
    ámbito de las confrontaciones artístico-culturales
    de la época, y en la apertura a nuevas experiencias dentro
    del campo de la enseñanza de las artes plásticas
    por los principios renovadores que introdujeron y aplicaron
    algunas instituciones, entre ellas el Estudio Libre de La Habana
    (1937-1987), por ejemplo; apúntese los vinculados con el
    concepto de libertad, declarado desde el propio inicio de
    estas escuelas, evidenciado en el carácter
    antiacadémico y antitradicional, que enfrentaba las formas
    predominantes de la enseñaza de la pintura y la escultura
    en Cuba. Otro de los principios era el de exitar la
    observación visual y la sensibilidad ante su
    entorno
    (Wood, 1990: 100).

    La proyección pública de la vanguardia
    cubana tuvo para los modernos el carácter de un proceso
    vinculado al propio desarrollo, crecimiento y calidad de la
    nueva pintura, manifestándose en una verdadera
    contradicción entre lo viejo y lo nuevo, por
    acumulación primero y por cambos cualitativos
    después. La historia de la génesis de la vanguardia
    en Cuba, pudiera estudiarse tomando como punto de partida algunos
    de esos elementos y momentos o hitos significativos que, como
    saltos cualitativos de su desarrollo, fueron marcados por alguna
    muestra
    colectiva, y por su evolución; evolución que
    marca desde la
    exposición de 1927 un período importante, donde
    agrupados los pintores en torno a la Revista de Avance, se inicia
    todo un renacer de la crítica
    literaria y artística y la revalorización de lo
    cubano, americano y progresista. (Guevara, 1980).

    La Escuela Nueva, la
    Educación estética y la Educación por el
    arte o la sensibilidad en la Escuela Nueva desde la
    Educación por el arte.

    Desde la época de Platón,
    y durante la época helenística igualmente, las
    teorías
    pedagógicas, lo mismo que la práctica de la
    educación, se ocupaban muy poco de la educación
    estética
    . La época medieval otorgaba
    también interés a las funciones del
    arte, especialmente a las de la música y el teatro.

    En el plano de las artes plásticas era el sistema
    artesano el que vigilaba también el carácter
    estético del trabajo manual. La
    educación artística, que en la Edad Media
    había tenido carácter necesario y
    espontáneo, se fue transformando en una
    especialización profesional, reservada a un grupo
    más restringido de personas, particularmente calificadas.
    Se prefería hablar de la enseñanza
    artística
    que de la educación
    estética
    . El arte se consideraba como un resultado de
    especialización y también como un
    objeto.

    En el dominio de la enseñanza general, pedagogos
    más sensibles a la totalidad del proceso educativo
    trataban de introducir en sus escuelas el trabajo
    artístico, pero eran casos excepcionales. En principio, la
    enseñanza se fundaba en bases intelectuales,
    teóricas, y esta situación se prolonga hasta
    mediados del siglo XIX.

    Hasta esta época no se observa un interés
    creciente por la educación estética como
    problema pedagógico importante. Estas tendencias las
    encontramos tanto en los esfuerzos de diversos pedagogos como en
    el marco más general del movimiento de la Escuela Nueva,
    cuya aportación al movimiento de la educación
    estética
    es notable. La Escuela Nueva marca una
    época por su preocupación social, tendencia a
    organizar la educación estética para
    todos.

    La Escuela Nueva apreciaba la educación
    estética
    no solo desde el punto de vista
    pedagógico y teórico, sino que trató de
    darle formas concretas, prácticas. Se puso en
    consecuencia, una concepción de escuela activa, que
    exigía una participación real y espontánea
    de los niños.
    La Escuela Nueva subrayaba el valor educativo del
    arte
    y proponía introducirlas en los programas
    escolares.

    Los principios estéticos de la Escuela Nueva
    suscitaron el interés de varios teóricos analizando
    la influencia bergsoniana (Wojnar, 1966:108) insistiendo en el
    papel de la expresión activa; creyendo que el
    individuo no está realmente formado hasta que llega a
    expresar las fuerzas vitales que le vienen de su interior y hasta
    que consigue la libertad. Asimismo se insiste en la
    intuición con influencia de la educación
    estética
    ("práctica en materia de
    intuición").

    El arte, opina Wheeler, ayuda a comprender mejor el
    hombre y la vida, así como a aquella "eterna aventura
    humana" a la que no se llega más que a través de la
    intuición.

    En lo concerniente a la parte práctica sobre la
    creación artística, esta solo ha sido objeto de
    experiencias
    particulares (ídem: 110-119), así
    aparece la pedagogía mística en la
    Europa Central, cuyo creador, Rudolf Steiner propone una
    pedagogía basada en la idea del ritmo y con fundamentos
    espirituales. Steiner es partidario de una teoría
    mística del "equilibrio
    interior del hombre
    ". Obviamente, esta pedagogía
    está penetrada de un espíritu místico, lo
    cual lo hace difícilmente realizable fuera de su propio
    medio.

    Otra experiencia es la realizada con apoyo en la
    pedagogía del ritmo. Esta, con el principio
    del ritmo se convierte en el punto de partida de la
    concepción pedagógica de Emile Jaques-Dalcroze,
    quien plantea que "Una educación por el ritmo y para el
    ritmo no puede sino facilitar las manifestaciones de una vida
    armoniosa y vibrante (ídem:112).Esta es una idea
    análoga de Steiner, pero desprovista de todo misticismo y
    del sentimiento religioso propio de la "Euritmia".

    Y por último, la pedagogía del
    dibujo
    libre
    , matizada en la escuela de Viena, apoyada en la
    idea de la libre expresión del niño y en la que se
    experimentó la necesidad de satisfacer la necesidad de
    satisfacer las fuerzas interiores que se manifestaban en
    él, y aun, si esta necesidad es suscitada en apariencia
    por el objeto, no depende , con todo de éste. El objeto
    provoca esta manifestación por razones misteriosas, libera
    esta fuerza
    interior, pero ésta es independiente de él
    (ídem: 114).

    Otras muchas experiencias aparecen en esta época
    que se sitúa entre las dos guerras cuando la teoría
    psicológica de Luquet (inspirado por sus predecesores
    Cizek, Kerschensteiner, Lombardo Radice, Rouma, Sully)
    conoció su mayor éxito,
    teoría que proponía establecer las fases sucesivas
    del dibujo infantil. Llaman la atención además,
    experiencias que parten de la idea de la penetración del
    arte en la vida cotidiana de toda la sociedad y del
    reconocimiento del arte como factor importante en la
    formación intelectual. Este aspecto del arte constituye,
    entre otros, el objeto de uno de los precursores de la
    estética francesa, Paul Souriau, partidario también
    de la educación estética al servicio de
    fines sociales. A esta forma (ídem: 117) sustenta
    que se le puede dar el nombre de educación por el medio
    artístico.

    Y por último, vale mencionar un movimiento
    análogo que adoptaba formas particulares en
    Bélgica, Italia, Holanda y
    Suiza, (Amor, 1933 y
    Ballesteros, 1930), el que presentaba un aspecto totalmente
    práctico, pero sus raíces parecen ligadas a las
    bases teóricas aportadas por el gusto de la época,
    bases que constituían ya los gérmenes de una
    educación
    por el arte, adoptando en el plano
    nacional y el internacional, la forma de un
    movimiento.

    Experiencias basadas en reformas como la Gentile en
    Italia (Amor, 1933:11) en las que aparece el dibujo como lenguaje
    del niño, unidas a la pedagogía del dibujo libre en
    la escuela de Viena y las de las escuelas artísticas de
    Francia y
    Alemania, así lo expresan, (Wojnar, 1966).

    En la misma época, la educación
    estética
    fue objeto de investigación científica. Aparecen
    estudios que versan sobre el desarrollo del sentimiento
    estético
    en los niños, partiendo del punto de
    vista de la estética experimental,
    proponiéndose preparar un estudio científico del
    placer experimentado por los niños puestos en contacto con
    reproducciones de obras de arte bajo la teoría de
    Fechner
    . Con esta se pensaba que existen dos umbrales de la
    sensibilidad estética, uno con carácter
    individual y el otro con carácter colectivo.

    En las preocupaciones pedagógicas de la Escuela
    Nueva se trataba sobre todo el despliegue de la
    personalidad a través de su expresión, y
    se tomaba menos en consideración el aspecto
    estético
    de este proceso. Puede hablarse más
    bien de educación por el arte que de
    educación estética.

    Las experiencias y las concepciones citadas,
    perseguían tanto la formación de toda la
    personalidad como la educación de la sensibilidad
    estética
    , ligada más particularmente a la
    formación artística, y con ello se llega a la
    cuestión de la cultura estética, de su marco
    y extensión, con lo cual las actividades artísticas
    no parecían más que una parte de la
    educación por el arte.

    La primera concepción propia de la Escuela Nueva
    planteaba el problema de la educación por el arte
    en su sentido un poco limitado; son los continuadores y
    realizadores los que, al ocuparse de las formas concretas del
    arte, han señalado el problema de la cultura
    estética
    . En esta época las dos concepciones,
    la de educación por el arte y la de educación
    estética,
    intervienen, en igual medida, sin llegar
    todavía a una síntesis teórica. Es a partir
    de esta época cuando esta síntesis empieza a
    precisarse, tomando como punto de partida la idea de la
    formación de la personalidad.

    El arte y la
    sensibilidad en la formación del hombre
    nuevo.

    A partir del décimo congreso de la FEA
    (Federación Internacional para la Educación
    Artística), celebrado en 1958, las funciones del arte
    reciben nuevas dimensiones válidas para la actitud
    humana. Se destaca por sobre todo, una concepción
    interesante debida a las investigaciones
    de (Lowenfeld, 1961), quien establece relaciones entre la
    educación artística y la formación de las
    facultades creadoras en el hombre. Lo que importa en primer
    lugar, piensa Lowenfeld, es el desenvolvimiento de la
    sensibilidad
    , de las cualidades espirituales y culturales y,
    ante todo, de las facultades creadoras. Lowenfeld sostiene que
    las facultades creadoras formadas gracias a la
    educación artística pueden transferirse a
    otros dominios de actividad que requieren un esfuerzo creador; y
    enumera las facultades que siguen: (ídem:
    127-128).

    1.La facultad sensitiva, el ennoblecimiento de
    nuestras experiencias vividas en el mundo de los
    sentidos.

    2.La facultad de permanecer en un estado de
    receptividad; por ejemplo, la facultad de asociar ideas diversas
    a un mismo objeto.

    3.La movilidad, o facultad de adaptarse
    rápidamente a situaciones nuevas.

    4.La originalidad de la expresión
    individual
    .

    5.La facultad de transformación y
    redeterminación, que permite servirse del pensamiento para
    transformar y conferir una determinación nueva a los
    materiales,
    enderezada a nuevos empleos.

    6. La facultad de abstracción, identificada con
    la sensibilidad a los detalles de la vida cotidiana, con
    la capacidad de penetrar al fondo de toda
    experiencia
    .

    7. La facultad de síntesis: ayuda a reunir varios
    objetos o partes diversas de un mismo objeto, a fin de darles un
    nuevo significado.

    8.La facultad de la
    organización coherente, que transforma datos dispares en
    un conjunto armonioso, basado en la integración del
    pensamiento, de la sensibilidad y de la
    percepción.

    Estas ideas poseen un valor de experiencias
    innovadoras
    , abriendo vastas perspectivas a la
    educación por el arte, en el dominio de la
    formación del hombre en la época moderna. Ya en ese
    período se recurría cada vez menos a la
    enseñanza del dibujo, se prefería hablar de
    enseñanza artística, comprendiendo no solo las
    diferentes clases de arte, sino también la creatividad y
    la contemplación. De esta idea proviene la de la
    educación por el arte como medio de la
    formación general del hombre.

    En otro sentido, la constitución de otra organización internacional, la INSEA-
    International Society for Education through Art- ocupada
    igualmente del problema de la educación artística,
    (creada en 1954 en París), en ocasión de un curso
    organizado por la UNESCO en Bristol, la idea de la
    educación por el arte asumió su nuevo
    aspecto, eminentemente contemporáneo.

    Ya en el II Congreso Internacional de la INSEA,
    celebrado en La Haya en 1957, se consagra a la
    educación por el arte y la
    adolescencia
    . Fue en este congreso donde se ahondó la
    idea de la educación por el arte en la sociedad
    contemporánea
    en un sentido más limitado y en
    uno más amplio.

    La educación por el arte se
    concibió primero en función del desarrollo
    técnico, y así debería identificarse con la
    educación artística, llamada industrial, basada en
    la formación de las facultades creadoras, sobre todo de
    carácter plástico.
    Esta forma de educación ayuda al hombre a producir objetos
    de una alta calidad estética, como síntesis de las
    actividades manuales y de la
    intuición estética, hace al hombre capaz de
    apreciar la belleza de los productos.

    Y en un segundo lugar, la educación por el
    arte
    corresponde más particularmente a la
    formación general: desea ayudar al hombre a participar en
    el patrimonio
    cultural de toda la Humanidad. De este modo, la
    educación por el arte se identifica con el
    despliegue de la totalidad de la personalidad humana.

    Se insiste además en recocer en la
    educación por el arte el medio que permite
    restablecer los valores humanos, de modo que "En el mundo
    en que vivimos, el cultivo de las sensibilidades es la
    tarea fundamental y máxima de la educación, de modo
    que, al perseguir este fin, trasladamos la educación
    artística
    de un lugar secundario al lugar central en
    las escuelas… (Wojnar, 1966:132)

    Desde el propio comienzo de las actividades de la FEA
    encontramos ya en germen los problemas que habrán de
    preocupar a los especialistas en esta época. Sin embargo,
    no debe olvidarse que la experiencia
    pedagógica constituye la primera
    preocupación de la FEA. Este movimiento ha descubierto los
    problemas encontrándolos en la experiencia
    misma.

    En cambio, el aspecto teórico, filosófico
    y sociológico, lo percibimos en la INSEA, particularmente,
    en el pensamiento filosófico y estético de
    Herbert Read, y en las experiencias innovadoras de
    Lowenfeld. Se prefiere hablar de la educación por
    el
    arte, y no de la educación
    estética
    , convertida en el entonces en una
    noción subordinada. Nos hallamos ante un fenómeno
    importante, el de la confrontación de los problemas que
    han sido planteados por la estética moderna y que
    desembocan en la de experiencia de la educación por el
    arte
    , convertida en un problema que pone el arte como base
    del equilibrio interior, el arte como medio de
    satisfacción de las necesidades creadoras, como fuente del
    conocimiento,
    todos enumerados como problemas dinámicos.

    La teoría de la educación por el
    arte
    de Read (Read, 1955) se funda en su propia doctrina
    estética, que sitúa el arte entre los diversos
    sistemas de expresión del hombre. La función
    real del arte, cree que está en expresar los sentimientos;
    y cree además que la decadencia de la sensibilidad
    es el pecado principal de nuestra época. Es en el arte
    donde ve la posibilidad de equilibrio, e insiste en la
    formación de los elementos sensibles y
    emocionales en el hombre.

    Algunos de los fines de la educación por el
    arte
    precisados por Read son:

    1. la ampliación de las formas del pensamiento,
      valorando la imaginación y el lenguaje
      visual;
    2. la ampliación de los medios de
      comunicación al despliegue del lenguaje de los
      sentimientos
      ;
    3. la formación moral mediante los
      métodos creadores.

    Las funciones de la educación por el arte
    y la diversidad de los métodos de la
    educación por el arte, son justificadas por Read
    mediante el cultivo de las fuerzas imaginativas, y refiere
    además a la toma en consideración de los
    diversos tipos psicológicos individuales. Al evocar
    diversas tipologías, coincide con Jung, que distingue dos
    tipos principales. Read reconoce el tipo visual, que
    corresponde al tipo extravertido de Jung, y el tipo
    "haptic", que corresponde al tipo
    introvertido
    de aquel (Read, 1955:111-112).

    En tanto, las líneas generales de la
    pedagogía estética de Read mantienen
    preocupación por el equilibrio psíquico del
    hombre. Mantienen también plena importancia sus
    observaciones relativas a la importancia del lenguaje visual en
    el hombre moderno, y en la necesidad de cultivar el lenguaje
    no discursivo de los
    sentimientos; y subraya
    también el principio de la libertad en la
    educación.

    En tanto, Lowenfeld, parece menos sensible al equilibrio
    en su sentido filosófico y, prefiere hablar, en cambio, de
    la necesidad del cultivo por igual en los sujetos de las
    facultades de pensar, sentir y percibir.

    Está convencido de establecer un
    equilibrio entre el intelecto y las
    emociones.

    La condición del equilibrio para Lowenfeld
    está en la identificación de los niños con
    la obra y con su experiencia creadora, ya que la
    individualidad estable se caracteriza por la facilidad para
    identificarse con su propio mundo de experiencias. Insiste
    además en que hay que formar en el niño un
    equilibrio entre las experiencias visuales y las no
    visuales; hay que hacerlo sensible a las dimensiones y a
    las proporciones.

    El objeto principal de todos los estudios y de todas las
    experiencias de Lowenfeld es el resultado del desarrollo general
    paralelo a la expansión creadora del hombre. En el curso
    de toda su experiencia, este ha observado una correlación
    entre el desarrollo general del sujeto y la expansión de
    sus facultades creadoras. Y es la educación por el arte,
    opina, (Lowenfeld, 1961) la que contribuye de manera activa a
    estos procesos. En esta forma, las funciones de la
    educación por el arte se dibujan de una manera muy precisa
    y justificada por la experiencia. Su interés por el
    desenvolvimiento del individuo va acompañado del
    interés por la vida social de este individuo, por sus

    contactos con los demás. La función del arte
    se convierte, al propio tiempo, en función
    terapéutica, reeducativa.

    En el aspecto social de la educación por el
    arte
    Lowenfeld (ídem, 1961) menciona al lado de la
    cuestión de la adaptación a la realidad, el aspecto
    relacionado con hacer a los individuos más sensibles a las
    necesidades de los demás (Wojnar, 1966). Y por
    último, en este proceso de socialización del
    hombre por medio de la educación del arte, insiste en la
    formación de los espíritus creadores,
    ampliándose esta creación y extendiéndose
    del dominio a otro domino de la actividad humana. Aparte de las
    cuestiones generales que subrayan las ventajas de la
    educación por el arte para la formación individual
    y social del hombre este investigador se ocupa de los problemas
    propios de cada etapa del desarrollo del hombre.

    Lowenfeld ha dividido el proceso del desarrollo
    humano en nueve etapas (Lowenfeld, 1961 y Wojnar, 1966) que
    corresponden a las diversas formas de la actividad creadora
    plástica, que ejerce su influencia sobre la
    formación creadora, emocional, intelectual y social del
    niño y del adolescente. Al examinar la expresión
    creadora hace énfasis en los dos aspectos de la
    creatividad: el individual y el social. Tratando de analizar
    cuál es, en cada etapa, la actitud del joven creador hacia
    mismo. Esta creatividad está muy relacionada con el
    productor, que es decir, el creador.

    Con relación a este punto (Acha, 1992:15) refiere
    que "…el productor actúa con sus sentidos,
    sensibilidad y razón, y sus orientaciones vienen ya
    condicionadas por la sociedad en que él nació y
    creció, por el sistema al cual pertenecen sus actividades
    profesionales (pintura, escultura, grabado o arquitectura) y
    por el individuo que es él; en la producción misma influyen las condiciones
    sociales, sistémicas o -artísticas- e individuales
    del momento.

    Este es un período que en cuanto a
    formación de experiencias, Thomas Munro sostiene
    reflexiones sobre estética contemporánea que lo
    conducen a la concepción de la educación por el
    arte.
    Entre los fines de la educación
    estética
    precisados por Munro encuentran el desarrollo
    de las tendencias estéticas y artísticas en el
    hombre, a fin de formarse una personalidad bien
    equilibrada, desarrollar en él los sentimientos de
    los valores, -tanto por lo que se refiere al arte como en toda su
    experiencia humana-.

    En la nueva pedagogía, la educación por el
    arte parece estar mezclada con la educación
    estética, lo que implica, por un lado, la tendencia de
    ayudar al desarrollo del niño a través de su
    creatividad- que se considera, por un lado, como uno de los
    criterios de este desarrollo-, y por otro, como la tendencia a
    formar el gusto artístico.

    El punto de vista psicológico constituye la base
    y el punto de partida. El pedagogo, que es al mismo tiempo
    psicólogo, se interesa menos por las obras, en cuanto
    resultado del trabajo creador, que por el proceso mismo de esta
    creación, merced a la cual se manifiesta la personalidad
    del niño.

    El niño, y ante todo el niño
    pequeño se expresa y crea a la vez. Su trabajo creador es
    la síntesis de estas dos funciones. Por eso Debesse
    prefiere hablar de la creatividad y no de la
    creación del niño, y por eso también este
    pedagogo insiste tanto en el valor funcional de la
    expresión. Es ante todo la expresión libre la que
    revela la personalidad. (Sosa, 1979).

    A MANERA DE
    CONCLUSIONES

    En el trabajo se han analizado las condiciones
    históricas y sociales en que surgen los movimientos de la
    Vanguardia Histórica, la Escuela Nueva y su
    relación con la Educación por el Arte. La
    Vanguardia Histórica parte de una búsqueda afanosa
    para renovarse a sí mismos, para renovar su
    propia felicidad, cambiar la vida y sobre todo parte de una
    unidad histórica, política y cultural de las
    fuerzas burguesas populares en los años que giran en torno
    a 1848.

    En línea general, el inicio de la crisis de la
    Vanguardia Histórica
    puede hacerse coincidir con la
    liquidación de los revolucionarios europeos, hacia la
    mitad del siglo XIX cuyos síntomas serán más
    evidentes después de 1871, tras los trágicos
    acontecimientos de la comuna de París. Precisamente por la
    derrota de la comuna, las contradicciones ya existentes en el
    cuerpo de la sociedad nacida de las revoluciones
    burguesas, adquirieron en toda Europa una máxima violencia,
    acelerando el desarrollo de la crisis en proceso.

    Por su parte se destaca de la Escuela Nueva el
    contexto económico-social en el que surge este
    movimiento asociado con la situación emergente a finales
    del siglo XIX, especialmente vinculado con los problemas
    asociados a la industrialización y a la
    urbanización, a la modernización social y
    cultural de las ciudades, que se convertirían en centros
    impulsores de las reformas,
    al desarrollo de nuevas
    clases
    sociales. Se destacan otros factores que
    estuvieron presentes en el inconsciente colectivo como fue el
    optimismo pedagógico imperante, que llevó al
    acontecimiento absoluto de que la sociedad podía
    mejorar a través de la educación
    .

    El poder concedido a la escuela, presente en ese
    aforismo ya célebre, que responsabilizaba al maestro del
    triunfo o del fracaso en todas las guerras del último
    tercio del siglo XIX, fue trasladándose a otros
    ámbitos hasta acabar atribuyéndole a la
    educación un papel estelar en la transformación
    social.

    Se subraya en el origen de la Escuela Nueva la
    influencia del contexto científico, con
    énfasis en la expansión de las ciencias humanas
    y sociales y el desarrollo de nuevas teorías
    antropológicas derivadas del evolucionismo darwinista,
    así como
    las filosofías del sujeto que
    emergieron a finales del siglo XIX, filosofías que se
    apoyaron en la Vanguardia Histórica. Entre ellas, la
    filosofía vitalista de Bergson, y el
    paidocentrismo heredado de Rousseau, y de otras ciencias
    dedicadas al estudio del niño llamadas
    Paidología, Psicología del niño
    o
    Pedagogía Experimental, tomando
    participación entre los primeros psicólogos
    Claparède y Piaget.

    En el caso de Cuba en los años de 1925-1933
    aparece una renovación en las artes plásticas cuya
    innovación adoptó una orientación
    social
    de diverso carácter según la
    individualidad de cada creador. Estos artistas conjugaron la
    aportación formal de la Vanguardia Histórica
    con la búsqueda de una expresión nacional de la
    afirmación de los valores culturales cubanos,
    adquiriendo sus obras un significativo valor de ser la
    expresión testimonial de una doble inquietud:
    estética y social.

    El Estudio Libre cubano constituyó un reflejo
    de las transformaciones estéticas y
    sociales
    operadas en México-luego establecidas como Escuelas de
    Acción Plástica Popular en Caimito,
    Caibarién, Remedios y Cienfuegos.

    Significativo resulta cómo en el siglo XIX no se
    observa un interés creciente por la educación
    estética
    como problema pedagógico importante.
    Estas tendencias las encontramos tanto en los esfuerzos de
    diversos pedagogos como en el marco más general del
    movimiento de la Escuela Nueva, cuya aportación al
    movimiento de la educación estética es
    notable. La Escuela Nueva marca una época por su
    preocupación social
    , tendencia a organizar la
    educación estética para todos.

    Aparecen otras experiencias en esta época que se
    sitúan entre las dos guerras insertadas bajo la
    teoría de Luquer. Experiencias que parten de la idea de
    la penetración del arte en la vida cotidiana de toda la
    sociedad y del reconocimiento del arte como factor

    importante en la formación intelectual. La
    educación estética se pone al
    servicio de fines sociales.

    La primera concepción propia de la Escuela Nueva
    planteaba el problema de la educación por el arte
    en su sentido un poco limitado; son los continuadores y
    realizadores los que, al ocuparse de las formas concretas del
    arte, han señalado el problema de la cultura
    estética
    . En esta época las dos concepciones,
    la de educación por el arte y la de educación
    estética,
    intervienen, en igual medida, sin llegar
    todavía a una síntesis teórica. Es a partir
    de esta época cuando esta síntesis empieza a
    precisarse, tomando como punto de partida la idea de la
    formación de la personalidad.

    La educación por el arte se
    concibió primero en función del desarrollo
    técnico, y así debería identificarse con la
    educación artística y luego se correspondió
    con la formación general. De este modo, la
    educación por el arte se identificó con el
    despliegue de la totalidad de la personalidad humana. Se
    insistió además en recocer en la
    educación por el arte el medio que permite
    restablecer los valores humanos.

    Se destacan dos personalidades que han trabajado la
    educación por el arte de diferente forma. La teoría
    de la educación por el arte de Read se funda en su
    propia doctrina estética, que sitúa el arte entre
    los diversos sistemas de expresión del
    hombre.

    La función real del arte, cree que está en
    expresar los sentimientos; y cree además que la decadencia
    de la sensibilidad es el pecado principal de nuestra
    época. Es en el arte donde ve la posibilidad de
    equilibrio, e insiste en la formación de los
    elementos sensibles y emocionales en el
    hombre.

    Por su parte, el objeto principal de todos los estudios
    y de todas las experiencias de Lowenfeld es el resultado del
    desarrollo general paralelo a la expansión creadora del
    hombre. En el curso de toda su experiencia, este ha observado una
    correlación entre el desarrollo general del sujeto y la
    expansión de sus facultades creadoras. Y es la
    educación por el arte, opina, la que contribuye de manera
    activa a estos procesos.

    En esta forma, las funciones de la educación por
    el arte se dibujan de una manera muy precisa y justificada por la
    experiencia. Su interés por el desenvolvimiento del
    individuo va acompañado del interés por la vida
    social de este individuo, por sus
    contactos con los
    demás
    . La función del arte se convierte
    así, al propio tiempo, en función de la vida
    social.

    Como se puede apreciar en el aspecto social de la
    educación por el arte
    los propios teóricos
    hacen mención a la cuestión de la adaptación
    a la realidad, y al elemento relacionado con hacer a los
    individuos más sensibles a las necesidades de los
    demás.

    Por último, es importante precisar que este
    proceso de socialización del hombre por medio de la
    educación del arte, insiste en la formación de los
    espíritus creadores, ampliándose esta
    creación y extendiéndose de un dominio a otro
    domino de la actividad humana. Se nota además de los
    asuntos que subrayan las ventajas de la educación por el
    arte para la formación individual y social del
    hombre, la preocupación de este por los problemas propios
    de cada etapa del desarrollo.

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    Datos del autor:

    Hugo Freddy Torres Maya

    Estudios realizados:

    2002-2003: Estudios curriculares en Doctorado
    Diversidad, Currículo y Educación. Universidad
    de Girona. España.

    1998-2003: Maestría en Educación por el
    Arte. Universidad de las Artes. La Habana.

    2001-2002: Diplomado en Cultura Científico
    Tecnológica. Universidad de Cienfuegos.

    1999-2000: Diplomado en Didáctica de la Educación
    Artística, Universidad Pedagógica de
    Cienfuegos.

    1989-1955: Licenciatura en Educación,
    Especialidad Educación. Primaria. Universidad de
    Cienfuegos.

    1982-1986: Maestro Primario. Escuela Pedagógica
    de Cienfuegos.

    Master en Educación por el Arte y
    Animación Sociocultural

    Profesor asistente investigador.

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