El género y la tercera edad:dos puntos paralelos necesariamente coincidentes en el tratamiento penitenciario
"Amemos no solo nuestra semejanza
Sino también nuestra variedad.
En nuestra diferencia está nuestra fuerza.
No seamos solo para nosotros mismos
Sino también para ese Otro
Que es nuestro más profundo Yo". (1)
Leonard Peltier; (Preso # 89637-132 de los Estados
Unidos).
- 1.1. Dos mitades forman una unidad:
el equilibrio de la conciencia de género en el proceso
de creación de normas
penitenciarias. - 1.2. El adulto mayor como grupo
más vulnerable.
1.3. Conciencia de género y vulnerabilidad del adulto
mayor: dos pilares para una humanización de la
cárcel.
Notas
Incorporar en un análisis penitenciario el género
como constructo social nos permite desarrollar conocimientos
concretos sobre la situación de las mujeres con respecto a
los hombres, y viceversa, en la política de tratamiento
penitenciario; con un sentido filosófico contribuye a
visualizar las relaciones que se entablan a partir de esta
política, así como la diferenciación a
través de la individualización. Por esta vía
teórica, es posible afirmar que las diferencias
biológicas son el signo básico de la causa de la
diferenciación de los roles femeninos y masculinos,
construidos socialmente en la medida en que mujeres y hombres se
han configurado de acuerdo con las características
masculinas y femeninas establecidas y aceptadas por el sistema, y no
solamente creados para determinada sociedad.
Durante los últimos cuarenta años, desde
la psicología
social, lo mismo que desde otras áreas de los estudios
psicológicos –psicología cultural,
de la salud, de
la
educación y sus estrechas interrelaciones con cambios
políticos y sociales–, se ha ido organizando la
discusión en torno a sus
relaciones con el género, esto es, se ha optado por
introducir argumentos teóricos y metodológicos
generadores de discrepancias respecto a las
características femeninas o masculinas asociadas a la
genética o
la genitalidad, a los roles sociales que mujeres y hombres
desempeñan y a rasgos calificados de masculinos o
femeninos tales como agresividad o ternura.
Se añade a lo anterior que las investigaciones
sobre el género han expuesto cómo la
representación social del adulto mayor se pronuncia como
perdida, y ha sido relegada desde la óptica
del desarrollo por
estar envejecida. La necesidad de orientar y potenciar a
éstos no es una realidad a priori, de moda o
improvisada. Ella se fundamenta en la naturaleza
histórica y social de la psique humana, en su carácter mediatizado y en la
condición de que en la propia esencia humana y sus
manifestaciones está la demanda de
ayuda, colaboración y comunicación. Sin importar la edad,
el hombre
necesita dar y recibir amor,
comprender y ser comprendido, oír y ser oído. La
relativa autonomía que adquiere la
personalidad adulta mayor no debe engañarnos en cuanto
a la vigencia de las necesidades gregarias de vínculo,
potenciación o intercambio humano que permiten el
desarrollo y una elevación de la calidad de
vida del hombre. Hay
que conocer al hombre en todas las etapas del desarrollo, desde
todos los puntos de vista y en todas sus dimensiones, para
poder
contribuir a hacer su existencia mejor, más
digna.
Basado en la experiencia que nos han aportado nuestros
referentes teóricos histórico-culturales, la
literatura
científica nacional e internacional en Psicología
del Desarrollo, Geriatría (2) y Gerontología; (3) y
la lectura de
varios trabajos monográficos estudiantiles sobre la vida y
la tercera edad, me permito aproximarme a la
representación de la personalidad
del adulto mayor, como a la hora de la sabiduría que
pienso que es, que merece su estudio, su independencia
relativa de las otras edades, por ello solo pretendo ahora una
primera aproximación desde nuestros referentes, que nos
ayude a profundizar, comprender y estimular la investigación de esta importante edad del
desarrollo.
Es por ello que resulta interesante que se valore la
posición que asume el adulto mayor ante el sistema
penitenciario, toda vez que es una etapa de la vida del ser
humano donde se produce una disminución de las capacidades
de factores intrínsecos –atribuidos a la propia
persona– y
extrínsecos, es decir, externos al sujeto o ambientales, y
que por su deterioro es justificable una política
encaminada a un trato diferente dentro del régimen
penitenciario en consonancia con los postulados que sostenemos de
un trato humano reductor de la vulnerabilidad.
No olvidemos que la prisión es una
institución que cumple una función
social, y que por ello debe ser pensada y ejecutada de la manera
más optima para dar cumplimiento a sus objetivos
finales.
Hasta donde he podido conocer, no existen antecedentes
investigativos con éste punto de vista en el campo
criminológico, así que, a falta de otro
mérito, siempre quedaría el de acometer una tarea
semejante por primera vez, ya resulte al final exitoso o fallido
el intento.
Ha sido satisfactorio investigar un tema que hasta el
momento carecía de éste enfoque de interpretación del problema carcelario, y
donde se busca un entendimiento social del contenido en
cuestión, así como la implementación de
estrategias
penitenciarias en la experiencia cubana como parte del
perfeccionamiento del sistema penitenciario del
país.
1.1. DOS MITADES FORMAN
UNA UNIDAD: EL EQUILIBRIO DE
LA CONCIENCIA DE
GÉNERO EN EL PROCESO DE
CREACIÓN DE NORMAS
PENITENCIARIAS.
Conocido ya en la historia y la literatura,
una vez más gracias a la pluma de Celia Amoros, (4) la
posmodernidad
es diagnóstico en que se plasma aún a
tientas y trata de articularse, como lo afirma Wellmer, la
conciencia de una nueva época, la nuestra; y ante la muerte de
una retícula de categorías y conceptos se potencia un nuevo
proyecto de
modernidad
ilustrado en la emancipación del sujeto racional, en su
protagonismo, lo que lo hace estar inmerso en los avatares de su
sujeción y su liberación, toda vez que somos
tripulantes de un gran buque, cuya bitácora tiene como
principal apunte la supervivencia de la especie humana. Ante
tales concepciones, –cabe preguntarse ante todo, como lo
hace la teórica feminista francesa Francoise Collin
parafraseando el título de Hemingway: ¿Por
quién suenan las campanas?.
Indudablemente hoy las campanas suenan, repiquetean y
anuncian el advenimiento y trascendental llegada del
Género.
Género es la categoría que nos posibilita
designar el orden sociocultural configurado sobre la base de la
sexualidad, la
cual a su vez está definida históricamente por el
orden genético. Es una construcción simbólica que integra
los atributos asignados a las personas a partir de su sexo. La
construcción diferencial de los seres humanos en tipos
femeninos y masculinos. El género es una categoría
relacional que busca explicar una construcción de un tipo
de diferencia entre los seres humanos, siendo la constitución de diferencias de
género un proceso histórico social. La diferencia
sexual no es meramente un hecho anatómico, pues la
construcción e interpretación de la diferencia
anatómica es ella misma un proceso histórico
social. (5) La identidad
sexual es un aspecto de la identidad de género. La
sexualidad misma es una diferencia construida
culturalmente.
Lo masculino y lo femenino no son hechos naturales o
biológicos, sino construcciones culturales; es uno de lo
modos esenciales en que la realidad social se organiza, se
constituye simbólicamente y se vive. (6)
El género forma parte de la realidad subjetiva
social e individual. En este sentido es una dimensión
esencial que condiciona la subjetividad y el comportamiento
humano, lo cual se expresa en auto conceptos, modos de
vestir, hablar y comportarse; condiciona las expectativas, los
deseos, normas, valores, la
forma de enjuiciar y valorar e influye en cuestiones
básicas de la vida cotidiana como las relaciones de
pareja, amistosas, familiares, laborales, entre otras.
Asimismo, es importante destacar que el condicionamiento
psicológico de género no actúa de modo
aislado, sino que se entreteje con otras variables como
la edad, la raza, el nivel socioeconómico, las
oportunidades sociales, la composición sexual de los
grupos, el
carácter publico y privado de las actuaciones. El
género implica: actividades y creaciones de los sujetos,
el hacer en el mundo, la intelectualidad y la afectividad,
el lenguaje,
concepciones, el imaginario, las fantasías, los deseos, la
identidad, auto percepción
corporal y subjetiva, el sentido de sí mismo, de unicidad,
los bienes
materiales y
simbólicos, los recursos vitales,
el poder, el sujeto, la capacidad para vivir, la posición
social, jerarquía, status, relación con otros,
oportunidades, el sentido de la vida y los limites
propios.
La sexualidad (experiencias humanas atribuidas al sexo)
condensadas en el género constituye la subjetividad de las
personas y las adscribe a grupos biopsico-culturales
genéricos y a situaciones de vida predeterminadas que
condicionan posibilidades y potencialidades. La
organización social genérica es el resultado de
establecer el sexo como marca para
asignar a cada quien actividades, relaciones y poderes
específicos. Desde aquí se definen grupos
genéricos, mujeres y hombres, relaciones sociales en torno
al sexo por edades, las instituciones
privadas y públicas, las culturas con sus símbolos, representaciones,
fantasías, concepciones del mundo, la manera de pensar,
los lenguajes corporales, verbales, escritos, la gestualidad, la
palabra, la voz, la escritura, el
arte, las
creaciones efímeras o perdurables, la eticidad, el sentido
de la vida, identidades personales y grupales. (7)
Puesto que el concepto de
género se ha construido críticamente sobre el rol
sexual, los roles sexual son asimétricos y
jerárquicos. Varones y mujeres realizan diferentes tareas
y ocupan posiciones diferentes en la sociedad.
Así, el diformismo sexual se resignifica
socialmente y se expresa en un orden de género binario:
masculino-femenino, dos modos de vida, dos tipos de sujetos, dos
modos de ser y de existir, atributos eróticos,
económicos, sociales, culturales, psicológicos,
políticos diferentes.
Según M. Lagarde el género se reproduce y
expresa a través de cuatro factores:
- Simbólico: Como construcción
simbólica del sexo biológico. - Normativo: Normas y prescripciones que la sociedad
establece para definir el papel que le corresponde a cada
sujeto en tanto perteneciente a un genero
determinado. - Político –Social -Institucional:
Potencia o reprime los comportamientos según lo
normativo para hacer cumplir el rol. - Identidad Subjetiva: Identidad asignada por la
sociedad, auto identidad desarrollada por el individuo, y
la identidad adoptada que resulta de las integración de las
anteriores.
El concepto de género aparece como un
término que ayudará a resolver algunas de las
problemáticas que emergieron en el desarrollo de los
estudios de la mujer.
Indudablemente una ventaja de usar género para designar
las relaciones sociales entre los sexos es la que plantea Scott:
"mostrar que no hay mundo de los hombres, que la información sobre las mujeres es,
necesariamente, información sobre los hombres. Así,
usar esta concepción de género lleva a rechazar la
idea de las esferas separadas". (8)
La disciplina que
primero utilizó este vocablo de esta manera fue la
Psicología, en su vertiente médica. Aunque ya los
estudios de Money en 1955 hablan de género con esta
intención. El que establece ampliamente la diferencia
entre sexo y género es Robert Stoller, en "Sex and Gender"
publicado en 1968. Las preguntas que ellos se formularon se
vincularon al hecho de que habiendo las mismas disfunciones
(hermafroditismo) en los sujetos, estos definían su
identidad de manera diferente. De ese modo descubren que la
asunción de las identidades de mujer y hombre,
en los casos estudiados, dependían de las formas en que
los individuos habían sido socializados y de la identidad
asignada de los padres. Proponiendo una distinción
conceptual y sosteniendo que hay una diferencia entre sexo y
género. El primero apunta a los rasgos fisiológicos
y biológicos de ser macho o hembra, y el segundo a la
construcción social de las diferencias sexuales (lo
femenino y lo masculino). El sexo se hereda y el género se
adquiere a través del aprendizaje
cultural. Esta distinción abre una brecha e inaugura un
nuevo camino para las reflexiones respecto a la
constitución de las identidades de hombres y
mujeres.
Este concepto de género será
también recuperado por las otras ciencias
sociales, las cuales comenzaran a reelaborarlo y a dotarlo de
nuevos contenidos. (9) Desde la antropología, en la década del
’70, Gayle Rubin dirá que las relaciones entre sexo
y género, conforman un "sistema que varía de
sociedad en sociedad", estableciendo que el lugar de la
opresión de las mujeres y de las minorías sexuales
está en lo que ella denomina sistema sexo/género.
Según su planteo, cada sociedad poseería un sistema
sexo/género particular, es decir, un conjunto de arreglos
para los cuales una sociedad transforma la sexualidad
biológica en productos de
la actividad humana. Así, cada grupo humano
tiene un conjunto de normas que moldean la materia cruda
del sexo y de la procreación. La analogía que
utiliza para explicar esto es que el hambre es hambre en todas
partes, pero cada cultura
determina cual es la comida adecuada para satisfacerla; de igual
modo, el sexo es sexo en todas partes; pero lo que se acepta como
conducta sexual
varia de cultura en cultura.
Agregando que la comprensión del concepto de
género se ha vuelto imprescindible, no solo porque se
propone explorar uno de los problemas
intelectuales
y humanos más integrantes -¿Cuál es la
verdadera diferencia entre los cuerpos sexuados y los seres
socialmente construidos?-, sino también porque está
en el centro de los debates políticos más
trascendentales: el del papel de las mujeres en la sociedad.
(10)
Este término permite no solo conocer los cambios
en las relaciones entre hombres y mujeres sino que abre la
posibilidad de las transformaciones de esas relaciones. Por
ultimo, un análisis de género, dadas las
múltiples variables que comporta, abre una clara senda
para emprender lecturas interdisciplinarias. (11)
La categoría de género resulta de utilidad para el
análisis y comprensión de la condición
femenina y masculina y la situación vital de las mujeres y
de los hombres, toda vez que en todos lo sujetos se produce una
construcción de su subjetividad atendiendo a la
significación social de su cuerpo sexuado, con la carga de
deberes y prohibiciones para vivir.
Rubin, reseña que el género es el sexo
socialmente construido. Siendo el conjunto de disposiciones por
el que una sociedad transforma la sociedad biológica en
productos de la actividad humana y en el que se satisfacen esas
necesidades humanas transformadas. (12)
Criterio que ha sido respaldado por algunas plataformas
de movimientos de mujeres, donde se ha planteado que el
género no se refiere al sexo biológico, sino a la
construcción social y cultural del femenino y del
masculino y a la relación entre los dos.
Al respecto Antonieta Guadalupe Hidalgo Ramírez,
en ocasión de valorar la Perspectiva de Género en
la obra de Sor Juana Inés de la Cruz, esbozó que
debemos decir que género es una categoría
socioculturalmente construida, que clasifica a cada sexo y que
asigna a cada uno de ellos conductas o normas de comportamiento
dentro de un orden jerárquico, donde lo masculino es
concebido como superior a lo femenino. (13)
Es por ello que coincidimos en que el género no
es sinónimo de sexo aunque muchas personas utilicen ambas
palabras indistintamente. Menos aun es el género
sinónimo de mujer. Es imprescindible que se entienda que
los hombres también responden a un género de manera
que, cuando se dice que hay que incorporar al género una
determinada actividad o estudio no se está hablando de
incorporar a la mujer, aunque el resultado de incorporar la
visión de género sea viabilizar a la mujer al hacer
visibles las relaciones de poder entre los sexos. Incorporar la
visión o perspectiva de género en las actividades
humanas y los análisis que se hagan de las mismas no es
tan sencillo como "agregar" a las mujeres. (14)
Es por ello que insistimos que el género se
refiere a los aspectos sociológicamente atribuidos a las
características fisiológicas que diferencian a los
hombres de las mujeres. El género designa nuestra forma de
pensar y de sentir, ligada a los conceptos socialmente definidos
de masculinidad y feminidad. En otras palabras, a juicio de
Albertine Tshibilondi, (15) hace referencia a la posición
de los hombres y las mujeres en lo que respecta a los
vínculos que se establecen entre unos y otros, los cuales
se basan en relaciones de poder. El término género
sirve para describir características sociales, mientras
que la palabra "sexo" hace referencia a características
biológicas. El individuo viene al mundo con un sexo,
mientras que el género le es inculcado a través del
proceso de socialización. El sexo no cambia. El
género y los roles masculinos y femeninos sí
varían de una cultura a otra.
En efecto, el género concierne, de conjunto, al
hombre y a la mujer. Se trata de un nuevo acercamiento que se
concentra en la especificidad de los roles, responsabilidades,
expectativas y oportunidades respectivas de las mujeres y de los
hombres en los esfuerzos por alcanzar el desarrollo. El acento
recae sobre los diferentes actores que lo promueven, tanto
hombres como mujeres. Este acercamiento alienta un tipo de
desarrollo más equitativo, el cual no privilegiaría
únicamente la productividad,
que pondría fin a las relaciones desiguales, especialmente
entre el hombre y la mujer, y tomaría en cuenta las
necesidades esenciales de unos y otras.
En un principio en Centroamérica existió
alguna resistencia a
utilizar el concepto de género. Esto se debe en parte a la
confusión que plantea el termino en español,
debido a que en éste idioma el termino solo se usa no
sólo para clasificar el tipo o especie a la que pertenecen
seres o cosas, sino también para designar la manera, modo
o la forma de ser algo. Así tenemos, "género
humano" y "género animal", "género femenino" y
"género masculino", y "género literario" o
"género musical" y hablamos de "género de vida" o
de "género de conversación". Ahora bien quienes
introducen la nueva acepción de género en las
ciencias
sociales y posteriormente en los estudios sobre las mujeres, son
anglo-parlantes para quienes "género" tiene un significado
más preciso. En inglés
su acepción generalizada es la de género
sexual.
Con "gender" se denominan las dos formas: femenina y
masculina, en que biológicamente se configuran las
personas, la mayoría de los animales y muchas
plantas.
(16)
Por eso, cuando los o las angloparlantes oyen "gender"
inmediatamente saben que se está hablando del
género sexual, mientras que para nosotros hispanohablantes
entendemos "clase" o
"tipo" y eso nos confunde, porque es justo admitir que suena muy
raro oír que hay que hacer análisis con
perspectivas de "tipo" o "especie".
Otra confusión –a juicio de Facio-, (17) es
la que se crea con el término "género" cuando se
usa "genérico" para hacer referencia a algo que "es
perteneciente al género o de género", porque
resulta que genérico también quiere decir
"común a muchas especies, que no tiene marca de
fábrica, neutro". Es en esta segunda acepción que
se usa siempre en el derecho, cuando se dice que una ley es
genérica. Una "ley genérica" es aquella que ni
tiene preferencia ni va dirigida a ningún grupo en
especial, sino que va dirigida a todos y a todas en forma
neutral. Pero resulta que algunos(as) usan el término
"genérico" para hacer referencia a una situación
que no es contraria pero sí diferente, por ejemplo, "hacer
un análisis genérico", la "jerarquía
genérica", la "situación genérica" de los
sexos, cuando están haciendo referencia a análisis
con perspectiva de género, a la jerarquización por
género o de género, o la situación que se
relaciona con el género de los sexos.
Más allá de disquisiciones teóricas
en torno al tema, en realidad, el género en el sentido de
"gender" o género sexual, hace referencia a la
dicotomía sexual que es impuesta socialmente a
través de roles y estereotipos, que hacen aparecer a los
sexos como diametralmente opuestos. Es así que a partir de
una exagerada importancia que se da a las diferencias
biológicas reales, se construyen roles para cada sexo.
Peor aún, las características con que se define a
uno y otro sexo gozan de distinto valor y
legitiman la subordinación del sexo femenino,
subordinación que no es dada por la naturaleza. Es decir,
mientras que el concepto de "sexo" podría afirmarse que es
fisiológico, el de "género" es una
construcción social, tal y como hemos venido sosteniendo.
Esta distinción es muy importante ya que nos permite
entender que no hay nada de natural en los roles y
características sexuales y que por lo tanto pueden ser
transformados.
Las diferencias existentes entre hombres y mujeres son
las que se derivan de sus identidades de género, que no
son para nada naturales sino que han sido construidas a
través de la historia. (18)
Aunque últimamente muchas personas hablan de
trabajar con perspectivas de género y hasta existe un
mandato de las Naciones Unidas
para que todas sus agencias incorporen esta visión en sus
respectivos quehaceres, no es un término que se comprenda
fácilmente, ni que sea aceptado sin resistencia, debido
precisamente a que estamos habituados a la visión
androcéntrica que nos dificulta ver más allá
de ella. Es decir, como estamos formados (as) creyendo que la
visión de mundo androcéntrica es la única
visión, esto de ver el mundo desde otra perspectiva no es
tarea fácil.
Sin embargo –coincidimos con Facio- (19) que el
que sea difícil no lo hace imposible y una vez que
realmente se logra mirar a través del lente del
género, nunca más se quiere ver el monótono
mundo del monosexismo.
¿A quién favorece una visión de
género más equitativa?.
En primer lugar al género humano, lo hace
más feliz y más libre.
En segundo lugar, favorece lo social dado que la
formación de las nuevas generaciones estaría
más comprometida con procesos
más justos, con una concepción de colectividad no
excluyente y por lo tanto favorecedor de la unidad de lo
diferente. Recordemos, en aras de ejemplificar, que en el devenir
de la historia el sujeto más excluido, ha sido la mujer
convirtiéndose su discriminación en la más extendida
en el espacio, persistente en el tiempo (desde
la simple y brutal violencia,
hasta los más sutiles comportamientos falsamente
protectores) y las más primaria, porque siempre se
añade a todas las demás. (20)
La pasión por la igualdad de
los sexos, primero con un sentido equiparador estricto y
más tarde añadiendo también la
reivindicación de la diferencia, es un signo de nuestro
tiempo. Lo que conduce hacia el imparable y progresivo fin, que
involucra al Derecho, de la conquista de la subjetividad de las
mujeres.
Utilizando las categorías de C. Amoros, las
mujeres han abandonado "el espacio de las idénticas" para
incorporarse al "espacio de los iguales", típica
ubicación de los varones. (21) Abandonando -a juicio de
Gloria Comesaña-, el otro lado del espejo y demostrando
que son también "primer sexo" como el masculino.
(22)
El estereotipo de la inferioridad natural (cuando no el
de la especial malignidad) de la mujer, la idea del infirmitas
sexus (según la expresión del Digesto),
están arraigadas como pocos en nuestra cultura. Un
perjuicio tan hermético que le ha llevado a ser inmune
durante décadas a la progresiva extensión del
principio democrático. El avance histórico de este
principio no le ha acompañado en semejante medida la
consideración de la mujer como un ser de igual valor
cívico que el
hombre. Sorprende por ejemplo, que no sólo
regímenes autoritarios y patriarcales como el franquista
relegaran de hecho a las mujeres a una posición social
subordinada (situando se existencia siempre en función de
otros: de los padres, del marido, de los hijos; y siempre en el
centro del hogar doméstico), sino que también otros
países de homogénea tradición
democrática, como por ejemplo Francia (23) o
Estados Unidos, (24) coincidieron sustancialmente en la discriminación.
1.1. A. Igualdad en la
diferencia.
La forma en que se ha abordado la igualdad de los
sexos ante la ley, parte de que la igualdad de los sexos es una
equivalencia en todo lo no relacionado con la reproducción de la especie y una diferencia
de la mujer con respecto al hombre en todo lo relacionado con esa
única función.
Pero resulta que el sexo, que es lo que distingue a las
mujeres de los hombres y a los hombres de las mujeres, es
precisamente eso, la distinción, porque los sexos se
definen como tales precisamente por su diferencia mutua y no por
la diferencia de la mujer con respecto al hombre. Es así
que la teoría
jurídica ha creado una verdadera imposibilidad de igualdad
entre hombres y mujeres; ha hecho que el concepto de igualdad
jurídica presuponga semejanza o desigualdad y como el
concepto de sexo presupone diferencia mutua, la igualdad sexual
es imposible.
Los valores que fundamentan esta concepción de
igualdad, según reflexiones de Facio, garantizan entonces
que sólo los varones pueden ser tratados como
seres humanos plenos porque fue éste que se tomó
como paradigma de
lo humano. Esta concepción de la igualdad ante la ley
responde a un patrón masculino porque el referente siempre
es el sexo masculino. Bajo este patrón las leyes se
consideran neutrales, genéricas, iguales para ambos sexos,
cuando el ser femenino corresponde al ser masculino y cuando el
ser femenino no corresponde con el ser masculino, se dictan leyes
"especiales" . Pero en ambos casos el referente es el sexo
masculino. Es el varón el que sirve de modelo para
las leyes, sean estas "neutrales" o de "protección
especial".
En este sentido el loable recordar el existencialismo sartreano de Simone de Beauvoir:
"el problema de la mujer es que siendo sujeto, existencia y
libertad, lo
mismo que lo es el hombre, ella debe actuar y elegirse en un
mundo construido exclusivamente por los hombres que le imponen
reconocerse como Alteridad Absoluta, como existencia degradada en
inmanencia, como conciencia-objeto sometida a la
conciencia-sujeto masculina". (25)
Es por ello que somos del criterio que ninguno de los
sexos debería ser el parámetro o paradigma de lo
humano porque ambos, mujeres y hombres, somos igualmente
humanos.
La perspectiva de género no suprime las
diferencias entre hombres y mujeres. Sin embargo, ya no
constituyen desigualdades, sino oportunidades. En ningún
caso pueden dar lugar a la superioridad o la inferioridad de un
sexo frente a otro. El género humano no existe fuera de la
dualidad masculina y femenina. Se trata de un rasgo diferenciador
universal, se nace hembra o varón.
Se trata de una interpelación y de una
invitación a cada ser humano a asumir no solo su humanidad
en su singularidad, sino también a considerar al otro en
su especificidad. Se trata, además, de derribar los
mitos y las
concepciones, tanto intelectuales como culturales, construidas a
partir de la diferencia sexual. Esta última está
siempre y necesariamente inscrita en una cultura. El sentido que
la diferencia sexual adopta, también depende de las
relaciones efectivas entre hombres y mujeres. Ser igual no
significa ser idéntico. La noción de igualdad es
una noción ética, una
exigencia moral que nace
del hecho de la existencia de las diferencias. De hecho, es la
diferencia lo que fundamenta la noción misma de igualdad,
como nos dice Tshibilondi. (26)
Como hemos sostenido la perspectiva de género no
suprime las diferencias entre hombres y mujeres, y se ha
formulado su conceptualización en la teoría para
justificar fenómenos de la conducta de las personas que
asociadas al sexo de los individuos no son explicables en base a
la naturaleza genética ni morfológica del sexo de
los individuos. El género representa un tópico
importante dentro de la división social de los seres
humanos en la medida en que asigna a cada persona la pertenencia
a determinado grupo, sea femenino o masculino, pertenencia de la
que se derivan consecuencias sociales, económicas y
políticas.
Ahora bien la existencia de diferencias individuales,
basadas en el concepto de "variables o características que
permiten la clasificación de los individuos en grupos que
son de naturaleza biológica o socio-cultural" (27),
condicionan que el sexo surja como el atributo más
importante y determinante de los procesos psicológicos y
cognitivos ya que el sexo es una base primaria para la
categorización cognitiva de los seres humanos de tal modo
que la "diferenciación por sexo" implica que existe una
diferencia temprana en los proceso
psicológicos.
Esta explicación de las diferencias individuales
nos permite visualizar como dentro de las distintas sociedades,
las mujeres y los hombres son tratados de forma distinta
(frecuentemente desigual) y tienen funciones o
papeles también distintos. La diferenciación que,
en principio, se ha atribuido a sus peculiares
características biológicas, se ha extendido a sus
capacidades medidas por la división sexual y
socioeconómica del trabajo en las
sociedades modernas, con sus roles y sus estereotipos.
Los estereotipos sexuales, entendidos como sobre
generalizaciones acerca de la gente, con las cuales una persona
se inscribe en una categoría social determinada, han
servido para rotular la vida y obra de las mujeres "como
substrato de las actividades prácticas en los cariados
aspectos de la vida social, desde los problemas más
simples de la vida diaria hasta los que se refieren a educación,
elección vocacional, trabajo social,
conducta de trabajo, prevención del crimen y tratamiento a
la delincuente.
Las diferencias individuales así organizadas y
explicadas constituyen posturas descriptivas sesgadas. Esta
argumentación diferencial es discutible –tal y como
nos comenta Munevar–, teniendo como consideración
que los cambios sociales hacen de difícil credibilidad que
tales explicaciones se deban exclusivamente a las diferencias de
sexo, y sólo a algunas capacidades psicológicas,
ignorando la multiplicidad y convergencia de otros factores como
las presiones sociales y familiares inherentes a los roles y
estereotipos que se dicen apropiados para individuos o grupos.
(28)
Consecuentemente compartimos el punto de vista del
fortalecimiento de nuestra conciencia de género. (29)
Asumir esta postura nos conlleva a ser contestatarios de los valores
deificados que se espera rijan la conducta humana,
que no toman en cuenta las motivaciones femeninas, puesto que se
deducen al parámetro universal que se constituyó
por lo masculino: la filosofía del hombre blanco
occidental. (30)
Lo anterior lo sustentamos en el vocablo igualdad que es
tan polisémico (al comprometer necesariamente una
visión subyacente de la filosofía del Estado y el
Derecho), complejo (por la propia estructura del
juicio de igualdad) y fluido. Por ello el análisis que se
efectúa aquí –aunque imprescindible- es tan
sólo instrumental respecto de los fines de este
estudio.
El concepto de igualdad que forma parte del acervo
cultural del pensamiento
occidental procede de Platón
y, sobre todo, de Aristóteles: "parece que la justicia
consiste en igualdad, y así es, pero no para todos, sino
para los iguales; y la desigualdad parece ser justa, y lo es, en
efecto, pero no para todos, sino para los desiguales". Esta idea
de distribución se presenta con un "aura de
verdad revelada" y debe su éxito
en la confrontación con la experiencia histórica a
que constituye un enunciado vacío de contenido o, para ser
más precisos, a que posee un contenido mínimo (la
coherencia entre el criterio con arreglo al cual se mide la
igualdad –o la desigualdad- y la finalidad de la norma que
diferencia), que es además formal (para determinar dicha
coherencia, esto es, la razonabilidad de la diferencia, hay que
acudir a criterios materiales externos al juicio de la igualdad).
Cada época histórica ha creído hallar en su
particular concepción de igualdad la igualdad. El devenir
histórico ha dado lugar, por supuesto, a concepciones no
sólo diferentes, sino aún contradictorias que, sin
embargo, no pueden quebrantar el concepto permanente.
Algunos plantean que el reconocimiento expreso del
principio de igualdad, es debido al cristianismo.
Su fórmula está presente en el sermón de la
montaña y su exégesis más completa en las
palabras del Apóstol San Pablo: "Todos los que
habéis sido bautizados por Cristo, estáis
revestidos de Cristo; no hay judío, ni griego; no hay
siervo, ni libre; no hay macho ni hembra; porque vosotros sois
uno en Jesús". "No hay diferencia en Cristo, ni de
nación,
ni de condición ni de sexo". (31) A pesar de que esta
igualdad cristiana, sólo podía serlo
espiritualmente; es innegable el aporte teórico que
significó.
El desarrollo y triunfo de la Revolución
Francesa fue la victoria de un sistema social, revolucionario
que enarbolaba tres ideales fundamentales: Libertad, Fraternidad
e Igualdad. Éste último, sobre todo,
contenía una gran fuerza revolucionaria. Ya eran conocidas
las doctrinas de que los hombres nacen iguales y como seres
racionales poseen iguales derechos ante las leyes de
la naturaleza, esta afirmación se transforma en ideal
político al comprobarse que los hombres, iguales por
naturaleza, se enfrentan por desigualdades en el orden
político y social.
A lo largo de toda la Revolución
Francesa el principio de la igualdad fue tema muy observado. El 2
de Julio de 1789 se proclama: "la naturaleza ha hecho a todos los
hombres libres e iguales; las distinciones necesarias al orden
social, no tienen otro fundamento que la general utilidad";
declaración combatida por permitir que fuera interpretada
a antojo por los gobernantes. La Asamblea Constituyente la
modificó así: "Los hombres nacen libres e iguales
en derechos; las diferencias sociales no pueden estar fundadas
más sobre la utilidad común". (32)
Según la concepción liberal
individualista, la igualdad se entiende como la igualdad en la
aplicación de la ley; más tarde, con la crisis del
Estado Liberal de Derecho, se amplia su contenido a la igualdad
en el contenido de la norma, y también se vislumbra ya su
significado de igualdad real, sustancial, de hecho o de
oportunidades; y finalmente, tras la Segunda Guerra
Mundial, y la implantación de los Estados Sociales y
democráticos de Derecho, se incorpora al principio de
igualdad la prohibición de discriminación por
ciertas causas, entre ellas el sexo.
La concepción de la igualdad que traen las
Revoluciones liberal –burguesas se fundamenta en dos
puntos:
- La igual capacidad jurídica de todos los
ciudadanos, con la abolición de todos los privilegios de
nacimiento, y; - Generalidad de la ley. (33)
Con la crisis del Estado liberal de Derecho se produce
la ruptura de la identificación entre igualdad y ley, y se
va a ampliar el juicio de igualdad de la aplicación a la
misma creación de la norma, esto es, a la razonabilidad de
su contenido. Convirtiéndose la igualdad en su finalidad y
no en su punto de partida; conjuntamente amparado en criterios de
razonabilidad y conciencia jurídica. Es por ello que es
dable afirmar que la doctrina se adentra en la igualdad material,
es decir, igualdad dentro de la ley o en la ley.
El concepto de igualdad no sólo juega en
relación con los derechos fundamentales; sino ante todo
respecto del ordenamiento jurídico en su entera estructura
objetiva, expresando un canon general de coherencia. Ello es
así porque ni en la naturaleza ni en la sociedad existe lo
"igual", sino precisamente lo "diverso". El falso, dice
Vauvernargues (34), que la igualdad sea una ley de la naturaleza,
la naturaleza no tiene nada hecho igual. Por tanto, la igualdad
no es una realidad objetiva o empírica anterior al
Derecho, que éste sólo tenga que percibir, sino que
toda constatación jurídica de la igualdad implica
siempre un juicio de valor, un proceso de abstracción que
depende de la elección de las propiedades o rasgos
considerados como relevantes entre los que se compara. El
concepto de igualdad es incompleto y remite siempre a un punto de
vista desde el que se realizan las comparaciones; por este medio,
su función es la configurar un campo de
argumentación con ciertas exigencias. La igualdad tiene,
según N. Luhmann, (35) un sentido procesal: distribuir
desigualmente la carga de las argumentaciones de las decisiones
jurídicas. El objetivo
central del principio de igualdad es garantizar una medida
completa de dignidad
humana para todos. (36)
Es por ello que debemos plantear que la igualdad es un
principio que debemos tener como norte en nuestras aspiraciones
del enfoque de género en la legislación
penitenciaria, pero más que igualdad se impone acudir a un
principio que se articula íntegramente a los fines de la
investigación, en virtud de su marcado significado.
Estamos haciendo referencia a la equidad, como
virtud que nos hace dar a cada cual lo que nos
pertenece.
Constituye una respuesta consciente que se da a una
necesidad o situación, de acuerdo a las
características o circunstancias propias o
específicas de la persona a quien va dirigida la acción,
sin discriminación alguna. Es un acto de justicia social y
económica basado en una noción ética,
política y práctica que supera a una acción
redistributiva. En este sentido, son inherentes a la equidad el
aumento de las capacidades, las habilidades, la
redefinición de los derechos de las personas, y el
respeto a las
diferencias y a la cultura.
Se impone entonces precisar cual es la sustancial
diferencia entre equidad e igualdad en un análisis con
enfoque de género. Igualdad es dar las mismas
condiciones, trato y oportunidades a mujeres y hombres. La
equidad es dar las mismas condiciones, trato y oportunidades a
mujeres y hombres, pero ajustados a las especiales
características o situaciones de los diferentes
grupos.
A partir de lo anterior se ha planteado que la estrategia en un
análisis de éste tipo es la igualdad, pero la
táctica debe ser la equidad. ¿Por qué se
sostienen tales criterios?: en primer lugar porque sería
el procedimiento que
se emplearía hábilmente para lograr conseguir el
fin perseguido, y en segundo lugar los objetivos estarían
enmarcados en los siguientes aspectos: estar basadas las
categorías igualdad y equidad como valores y principios que
impliquen la igualdad ante la ley y en la ley; en segundo lugar
deben conjugarse con la función promocional del Estado
encaminada a la planeación
real de la igualdad legal y precisamente por ello, además
de promover y crear las condiciones económicas, sociales y
culturales (condicionalidad material), que pueden haber afectado
la igualdad, puede realizar tratos diferenciadores, encaminados a
favorecer a aquellas personas que por determinadas
características, se encuentran en condiciones de
desigualdad; y en tercer lugar, han de ser considerados como unos
auténticos Derechos con las siguientes
implicaciones:
- Constituyen el pórtico del núcleo
troncal de la parte dogmática de la
Constitución. - Derechos relacionales, no son derechos
autónomos. Su violación implica la
vulneración de otros derechos. - Obligación constitucional impuesta al Estado
que se conecta con la interdicción de la
arbitrariedad. - Derechos especialmente protegidos.
- Concepción tridimensional de los mismos: como
valor, principio y derecho subjetivo.
No queremos dejar de ofrecer al lector una corriente de
pensamiento, en torno al tema de la conciencia de género
en un análisis legal; que si bien no sostenemos, por
encontrarse en desarrollo, no deja de ser interesante y plausible
con los fines de alcanzar una conciencia de género en el
desarrollo de las sociedades. Estamos hablando del
mainstreaming (37) de la actuación y de la
paridad.
En ambos casos, se trata de propuestas que pueden
definirse y aplicarse en la lógica
de la igualdad de oportunidades y la acción positiva, o
que pueden comenzar a abordar las necesidades de reformas
estructurales del sistema de género. Las primeras
definiciones de ésta estrategia se hicieron en las
conferencias Mundiales de Naciones Unidas: la tercera, en 1985,
en Nairobi, y la cuarta, en 1990, en Beijing. La Unión
Europea la incorporó en su Tercer Programa de
Acción Comunitaria (1991-1995) y la consolidó en el
Cuarto Programa de Acción Comunitaria (1996-2000).
(38)
En su primera versión, el mainstreaming, propuso
ampliar el campo de actuación institucional del Estado en
materia de políticas de igualdad de oportunidades. Se
exigía que no solo las instancias cuya finalidad
específica fuera la implementación de estas
políticas se sintieran responsables de ellas, sino que
el Estado en
su conjunto debía promoverlas. Concebida así, la
estrategia es importante porque aumenta la capacidad de impulsar
las políticas contra la discriminación en la medida
en que exige más compromiso político y aumenta los
recursos y las instituciones actuantes. Sin embargo, el
mainstreaming también se ha definido como la
aplicación de la dimensión de género a la
actuación pública. En este caso, se convierte en
una herramienta para ir más allá en la
implementación de políticas que la mera
transversalidad institucional. En su aplicación, se parte
del principio de que todas las relaciones entre hombres y mujeres
y su participación social están condicionados por
el sistema de género antes descrito, de modo que hay
decisiones políticas aparentemente no sexistas, pero que
pueden tener un diferente impacto sobre las mujeres y en los
hombres, aun cuando esta consecuencia ni estuviera prevista ni se
deseara. Esto hace necesario, por tanto, que cada
actuación pública deba ser analizada en
términos del impacto diferencial que tendrá en el
colectivo femenino y en el masculino. La aplicación de la
dimensión de género a las políticas
públicas tiene como objetivo evitar consecuencias
negativas no intencionales y mejorar la calidad y
eficacia de
todas las políticas. (39)
Los expertos terminan proponiendo la siguiente
definición:
"El mainstreaming de género es la organización (la reorganización), la
mejora, el desarrollo y la evaluación
de los procesos políticos, de modo que incorpore un
perspectiva de igualdad de género en todas las
políticas, en todos los niveles y en todas las etapas, por
los actores normalmente involucrados en la adopción
de medidas políticas." (40)
La implementación del mainstreaming exige
entonces que las dimensiones de igualdad y de género se
tengan en cuenta en todas las acciones y
actividades, desde la fase de planificación, y se estudien sus efectos en
las situaciones respectivas de unas y otros cuando se apliquen,
supervisen y evalúen. En la aplicación que hace la
Unión Europea, se señala que el mainstreaming
sostiene la necesidad de realizar dos tipos de intervenciones,
aplicables a todos los departamentos de una institución
pública. La primera se refiere a intervenciones activas
ex ante en que es preciso integrar el factor de la
igualdad y hacer los ajustes de las políticas a
través del análisis y la incorporación de la
perspectiva de género. La segunda corresponde a
intervenciones reactivas ex post, con acciones
específicas destinadas a mejorar la situación del
sexo desfavorecido. De esta manera, el mainstreaming se convierte
en una forma de intervención que no solo es transversal en
el sentido de incorporar a toda la institución, sino en la
idea de cruzar las relaciones de género con la
definición de cualquier situación que requiera una
intervención pública. (41)
Si bien el mainstreaming constituye una política
de mayor alcance que las estrategias más tradicionales de
igualdad de género, no necesariamente es contradictoria o
sustitutiva de estas. En ello están de acuerdo las
organizaciones
internacionales y las propuestas de la Unión Europea,
así como los estudiosos del tema. (42)
Los expertos del Consejo de Europa sostienen:
"el mainstreaming de género se construye sobre el
conocimiento y sobre las lecciones aprendidas de experiencias
anteriores con políticas de igualdad. Se reconoce cada vez
más, que las políticas de igualdad
específicas son insuficientes para construir una sociedad
que verdaderamente respete la igualdad de género. El
mainstreaming de género es el próximo paso
lógico a dar. Sin embargo, no puede funcionar de forma
óptima sin la política de igualdad "tradicional",
porque esta política constituye el medio para el mismo.
Además, el mainstreaming de género no puede ser tan
directo y específico como la política de igualdad
de género. El mainstreaming y la política
específica de igualdad no son solamente estrategias duales
y complementarias, sino que forman una estrategia "doble".
(43)
Otra de las líneas de pensamiento que avalan
nuestra postura se sustenta en la perspectiva de género,
que supone una resignificación de lo que hasta hoy se ha
estado entendiendo por hombre –mujer, masculino
–femenino.
La perspectiva de género, que toma cuerpo en
tanto en los movimientos y organizaciones feministas como en las
políticas públicas, y más recientemente en
la academia, va presentando una visión crítica, alternativa, científica y
explicativa de lo que acontece en el orden de géneros,
creado desde el feminismo y
como expresión de la cultura feminista. (44)
Las características específicas que
definen a hombres y mujeres, así como sus diferencias y
semejanzas, se analizan desde esta perspectiva (el sentido de sus
vidas, expectativas, oportunidades, las relaciones entre
géneros, los conflictos
públicos y privados que afrontan, entre otros). La
perspectiva de género incluye el análisis de las
relaciones intergenéricas o intra genéricas,
privadas o públicas, grupales, colectivas, íntimas,
políticas, y posibilita un análisis no solo de la
sociedad, su organización e instituciones que se encargan
de ejercer el consenso y la coerción social en este
sentido sino también de los sujetos de
género.
Es una nueva manera de interrogar a la realidad que nos
coloca frente a una lógica dialéctica que
posibilita entender los fenómenos de género como
multideterminados. (45)
Las transformaciones creadas a la luz de la
perspectiva de género, a pesar de los obstáculos
que afrontan, poseen avances sociales en términos
económicos, educativos, de salud, políticos, y
jurídicos, allí donde se han puesto en
práctica.
Hombres y mujeres estamos inmersos en la perspectiva de
género, que resulta parte sustantiva del avance
democrático y de desarrollo social
y personal. La
perspectiva de género implica una mirada ética del
desarrollo y la democracia
para enfrentar la inequidad, la desigualdad y la opresión
de género. Es una toma de posición crítica y
una proposición de alternativas para el cambio.
Debemos terminar planteando que algo significativo de
estos tiempos es que si bien los estudios de género, nos
han demostrado el conocimiento
de las relaciones entre el hombre y la mujer, así como las
posibilidades de transformación de las relaciones entre
estos sexos, en virtud de dar a cada cual lo que le pertenece;
también nos han señalado como la
representación social de la vejez se
expresa como perdida, y que este grupo social resulta vulnerable
en dualidad de condición: desde el punto de vista
fisiológico, y desde el punto de vista social.
1.2. EL ADULTO MAYOR COMO
GRUPO MÁS VULNERABLE.
"La vejez es un tema conflictivo, no sólo
para el que la vive en sí mismo, sino también
aquellos que sin ser viejos aún diariamente la enfrentan
desde sus roles de profesionales de médico,
psicológico, asistente social, enfermero, o como hijo,
como colega, como socio, como vecino, o como un simple
participante anónimo de las multitudes que circundan por
nuestras grandes ciudades" (46) – así nos ilustra uno de
los autores de mayor aporte al trabajo en esta edad en Latinoamérica, el destacado psicogeriatra
argentino Leopoldo Salvarezza.
Se ha llegado a considerar que los elementos
conformadores de identidad de esta edad, es decir, que propician
su mismidad o subjetividad como miembro de la tercera edad, son
tomados generalmente de los perjuicios negativos que la cultura,
ha reservado para la vejez. "Soy viejo porque ya me queda menos,
soy inútil, incapaz, retirado, final". (47)
Es necesario comprender a la edad como tal, y no
propiciar su negación.
¿Por qué sostenemos tales
planteamientos?.
El envejecimiento ha sido considerado al menos desde
cuatro puntos de vista: cronológico,
psico-biológico, psico-afectivo y social.
- La edad cronológica.
La manera más simple de definir la vejez, y
consiste en contar los años transcurridos desde el
nacimiento. De forma general, las estadísticas sobre los ancianos fijan su
comienzo, arbitrariamente en los 65 años. (48)
Existe una relación contradictoria entre la edad
cronológica y la serie constituida por los acontecimientos
de la vida. Sin embargo, los umbrales arbitrarios establecidos
conforme a la edad resultan a menudo engañosos, porque son
frecuentes las diferencias individuales y los cambios sociales
suelen ser graduales, produciéndose rara vez el mismo
día del cumpleaños. Tanto el número de
cumpleaños, parecen entrar en la concepción de la
edad numerosas variables como la salud y los factores sociales y
económicos. Puesto que se envejece de modo diferente desde
el punto de vista físico, económico y social, la
edad cronológica sirve, todo lo más, para marcar la
edad objetiva. (49)
- La edad física y
biológica.
Otros criterios que pueden servir para definir el
envejecimiento son los cambios físicos y
biológicos. Pero, a menos que se produzca un traumatismo
excepcional, el envejecimiento físico se desarrolla
gradualmente, de forma que resulta a menudo arbitrario precisar
el momento en que una persona es físicamente
vieja.
El envejecimiento físico modifica la imagen que
tenemos de nosotros mismos, pero hace también otra cosa:
Señala a los demás que conviene cambiar de
comportamiento hacia nosotros.
La palabra envejecimiento evoca habitualmente cambios
físicos, desagradables: pérdida de fuerza,
disminución de la coordinación, y del dominio del
cuerpo, alteración de la salud. (50)
- La edad psicológica y
emotiva.
Sabemos que la madurez posee algo característico.
Por ejemplo, una persona es considerada psicológicamente
madura cuando puede asumir sus responsabilidades en la sociedad.
¿Pero cuáles son los aspectos psicológicos
asociados al envejecimiento?. ¿Se siente uno interiormente
distinto a los 70 años de lo que se sentía a los
40?
Los cambios psicológicos pueden dividirse en dos
grupos:
- Los cognitivos, es decir los que afectan a la manera
de pensar así como a las capacidades, y; - Los que conciernen a la afectividad y a la
personalidad. (51)
Estas modificaciones no sobrevienen solas. La
personalidad y las funciones cognitivas se ven afectados por
acontecimientos como la jubilación, la muerte del
cónyuge, que se hallan ligados a experiencias complejas en
el seno del medio social. Ahora se cree que la manera de
reaccionar ante las experiencias sociales determina ciertos
aspectos importantes del envejecimiento. (52)
Decía L.S.Vygotski (53) que la edad
(psicológica) es una categoría objetiva y no
convencional, es decir no elegida ficticia ni voluntariamente,
sino que el inicio de una edad se determina por la
reorganización del propio proceso de desarrollo, por su
esencia interna lo cual puede no coincidir con su
manifestación externa.
- La edad social.
La edad social designa los papeles que se puede, se
debería, se pretende, se desea o han de
desempeñarse en la sociedad. Determinados papeles sociales
pueden entrar en conflicto con
los jalones arbitrarios de la edad cronológica. Así
cabe una persona de edad desee continuar desempeñando el
papel se sostén de la familia,
incluso después de su jubilación. El conflicto
entre las edades social, psicológica y cronológica
constituye una forma de disonancia.
En general, las edades constituyen formaciones globales
y dinámicas, son las estructuras
que determinan el papel y el peso específico de cada
línea parcial de desarrollo. Son los períodos del
desarrollo en que tiene lugar los cambios y aparecen las nuevas
estructuras.
El envejecimiento es, en ciertos aspectos, un proceso
evolutivo gradual. Por otro lado, el envejecimiento puede ser
considerado como una serie de estadios (54) que se organizan en
torno a ciertas características de orden físico,
psicológico, social y material. Las crisis o
acontecimientos destacados pueden modificar radicalmente la vida
y precipitar el paso de un estadio a otro.
No menos llamativo deja de ser la concepción
holística del envejecimiento de Luis M. Gutiérrez
Robledo, (55) cuando esboza que es el conjunto de procesos que
contribuyen a incrementar progresivamente la tasa de mortalidad
específica para la edad. Se reconoce además que el
envejecimiento no tiene una causalidad única y que no es
ninguna enfermedad, ni un error evolutivo.
Una visión más practicable del
envejecimiento la ofrece Kevin Kinsella, (56) el cual refiere que
el envejecimiento de la población se refiere al aumento cada vez
mayor de la proporción de personas de edad dentro de la
estructura de la población general. Este proceso se
determina principalmente por las tasas de fecundidad (nacimiento)
y en segundo lugar por las tasas de mortalidad
(defunción), de modo que las poblaciones con fecundidad
elevada tienden a tener proporciones bajas de personas mayores y
viceversa.
Evolución
Gradual
Fuerza
Física
20 40 60 80
Edad (Años).
Esquema # 1: "Modelo Hipotético
del Envejecimiento". (57)
Es por ello que se hace necesario en este acápite
presentar las diferentes teorías
del envejecimiento, con el fin de describir los cambios
físicos que lo caracterizan, así como sus efectos
sobre la vida cotidiana.
- Las teorías del envejecimiento
físico.
Fueron cuatro las teorías sobre las "causas del
envejecimiento" presentadas y comparadas en el Congreso de la
American Association for the Advancement of Science celebrado en
1974. Tales causas serían:
- El disfuncionamiento del sistema
inmunológico. - Unos mecanismos de envejecimiento inherentes a las
células. - Las alteraciones del sistema endocrino.
- Unos desencadenantes genéticos.
- La teoría del desgaste.
- La teoría de los desechos.
Lejos de ser exhaustiva, esta lista engloba, sin
embargo, los principales modelos
actuales de envejecimiento físico.
- La teoría del debilitamiento del sistema
inmunológico. (58)
Según esta primera teoría, nuestro
sistema inmunológico destruye ciertas partes sanas de
nuestro cuerpo: "El sistema de defensa del cuerpo parece
volverse contra sí mismo y atacar algunas de sus partes,
como si fueran invasores extranjeros.
Puesto que es probable que con el tiempo aparezca en
cierto material imperfecto y que sea tratado como una amenaza,
aumenta en consecuencia el peligro para los tejidos
normales.
Con el tiempo el sistema inmunológico se vuelve
además menos eficaz en su lucha contra la enfermedad; las
personas de edad, en las que disminuyen los mecanismos corporales
de defensa, pueden, pues, sucumbir más fácilmente a
las enfermedades. Por
añadidura, cabe que el sistema de defensa ya no sepa
distinguir entre ambas partes sanas del organismo y los
invasores, y que se enfrente a las partes sanas como si fueran
aquellos. Aunque este debilitamiento del sistema
inmunológico puede explicar ciertas enfermedades fatales y
algunas formas de degeneración, no cabe admitir que lo
justifique todo. Esta teoría aporta pues sólo una
respuesta parcial al proceso de envejecimiento.
- La teoría del envejecimiento celular.
(59)
La mayor parte de las teorías celulares se
interesan por la pérdida de información que sufren
las células del cuerpo en el nivel de la molécula
de ADN (Ácido
desoxirribonucleico). Estas teorías pretenden que el
envejecimiento es resultado de la muerte de un creciente
número de células del cuerpo. Como el ADN es
responsable de ciertos procesos del metabolismo y
de la reproducción de células, toda pérdida
de información o toda codificación deficiente de las
células determinadas por un defecto de la molécula
de ADN pueden provocar la muerte de las
células.
Los programas de
funcionamiento del ADN no son las únicas causas de la
muerte celular. La acumulación de desechos en las
células y la reducción de la tasa de
oxidación celular provocan igualmente una pérdida
de función y la muerte celular.
Cuanto más se acumulan éstos en la célula,
más se acentúa el proceso de degradación.
Por lo demás, tales cambios celulares son
fácilmente apreciados a medida que se envejece. Sin
embargo, no es seguro que estas
modificaciones sean las causas determinantes del envejecimiento:
podría suceder que sólo fueran el resultado
de otros procesos físicos asociados con
él.
- Las teorías de las modificaciones del
sistema endocrino. (60)
Una de las transformaciones más evidentes y mejor
documentadas que modifican el organismo que envejece consiste en
el debilitamiento de los ovarios los cuales, tras la menopausia,
dejan de producir estrógeno. Numerosos investigadores
consideran esta transformación y las demás
modificaciones del sistema endocrino como una de las principales
causas que contribuyen al envejecimiento. Según esta
teoría, el envejecimiento podría ser resultado de
una modificación de la producción o de la liberación de los
cuerpos químicos en el organismo.
Una vez más, resulta difícil precisar si
las modificaciones endocrinas son la causa o el efecto del
envejecimiento.
- La teoría genética.
(61)
El lector habrá comprendido, sin duda, que todas
estas teorías, son interdependientes. La teoría
genética se basa en el hecho bien demostrado de que los
animales procedentes de ciertos troncos genéticos viven
más que otros. Se sabe también que, en los seres
humanos, la edad a la que fallecieron los padres y los abuelos,
sin considerar las muertes accidentales, constituyen un
índice de esperanza de vida de los descendientes. Por
estas razones, los teóricos de la genética creen
que para comprender el envejecimiento es preciso entender el
"código
genético" que determina nuestra longevidad. Pero en los
seres humanos resulta difícil, si no imposible, distinguir
entre los factores genéticos y el estilo de vida
o incluso los factores como el régimen o el entorno. En
efecto, los padres y los hijos no sólo tienen genes
semejantes sino que también presentan una misma tendencia
a nutrirse de la misma manera, a vivir en ambientes comparables y
a adoptar los mismos hábitos sanitarios.
- La teoría del desgaste.
(62)
Frecuentemente asociada al nombre de Hans Selye, esta
teoría señala que las partes del cuerpo acaban
sencillamente por gastarse. Sin embargo, la actividad y los
ejercicios físicos pueden influir en la salud y en la
longevidad puesto que ejerce un efecto sobre la duración
de las partes del cuerpo. Selye ha hablado de actividades
negativas y positivas, pero el carácter positivo o
negativo de una determinada actividad podría depender de
la forma en que es percibida más que su propia
naturaleza.
- La teoría de los desechos.
(63)
La vida supone la producción de desechos y su
eliminación por unos procesos normales. Algunos
teóricos creen que la vejez viene acompañada de una
disminución de la capacidad de eliminación, seguida
de una acumulación de desechos que perjudican no
sólo la actividad celular normal, sino el mismo proceso de
purificación. Según esta teoría, el
funcionamiento normal quedaría debilitado por la
acumulación de subproductos inútiles emanados de
nuestras propias funciones corporales.
Al envejecer, comprobamos y sentimos que en nosotros y
en quienes nos rodean se producen ciertos cambios, aunque nadie
envejezca exactamente de la misma manera y sean considerables las
variaciones de un sujeto a otro. Envejecer no es lo mismo que
enfermarse, en el camino hacia el envejecimiento se van
produciendo cambios en los órganos y sistemas que
tienen repercusión directa en la valoración
semiológica y fisiopatológica, la actitud
diagnóstica y las decisiones terapéuticas (64). Al
respecto podemos enunciar:
- Pérdida total de determinadas funciones
reproductoras de la mujer. - Cambios funcionales secundarios a estructurales
–función renal por pérdida de
nefronas. - Cambios funcionales por alteración estructural
demostrable. - Cambios secundarios por fracaso de los sistemas de
control. - Respuestas por exceso –secreción de ADH
(hormona cerebral). - Cambios en circunstancias no basales
(presbicia).
Especialistas (65) han demostrado que el envejecimiento
produce alteraciones en diferentes sistemas del organismo, y que
mencionaremos someramente a los fines de nuestra
investigación:
- Sistema Nervioso:
- Disminución del número de
células nerviosas, mayor en algunas áreas como el
hipocampo. - Disminución del peso y tamaño del
cerebro. - Aumento de tamaño de los
ventrículos. - Reducción de las células nerviosas y el
flujo sanguíneo cerebral.
- Órganos de los
sentidos. - Visión.
- La presbiopía es característica, y
está dada por pérdida en la elasticidad
del cristalino, cambios en el nervio óptico, corteza
visual y mácula. - Pupilas pequeñas por cambios involuntarios en
el músculo del esfínter pupilar.
- Audición.
- Hipoacusia en el 50 % causada por
otosclerosis. - Se deterioran los sonidos de alta frecuencia,
fundamentalmente por degeneración coclear.
- Sistema Cardiovascular.
- En la mayoría de los ancianos sanos la
función cardiovascular global en reposo, es adecuada
para satisfacer las necesidades del organismo en cuanto a
presión y flujo. - La frecuencia cardiaca en reposo se mantiene
inalterada. - La capacidad de trabajo físico disminuye al
avanzar la edad, pero no está claro si puede
atribuirse a una reducción de la reserva
cardiaca. - Algunos individuos presentan dilatación
cardiaca.
- Sistema Respiratorio.
- Apariencia mayor de los pulmones, por
pérdida de la elasticidad y mayor rapidez. - Reducción de la capacidad de
inspiración máxima. - Mayor rigidez en los músculos
torácicos. - Debilitamiento en los músculos
respiratorios.
- Sistema Músculo esquelético y
locomotor.
- Aumento en la extensión de las articulaciones.
- Flaccidez muscular y disminución del peso
muscular. - Se pueden presentar temblores
musculares. - Los tendones se encogen y endurecen, y provocan la
disminución de la elasticidad en las
articulaciones. - Limitación de los movimientos.
Lamentablemente una de las funciones que con mayor
frecuencia se deteriora en los ancianos, tanto por el
envejecimiento como por el efecto de las enfermedades sobre
el sistema
nervioso es la
memoria, o sea, la capacidad para retener y hacer uso
posterior de una experiencia, condición necesaria
para desarrollar una vida independiente y
productiva.Estas enfermedades no solo producen un alto nivel
de morbilidad y mortalidad en este segmento poblacional,
sino que además provocan un altísimo nivel de
discapacidad y sobrecarga social y familiar.
Entre ellas, el síndrome demencial es la causa
más común de trastornos cognitivos en el
anciano.Definido clínicamente como un deterioro
progresivo de la actividad cognitiva o intelectual, a
partir de un nivel intelectual anterior normal, es
observable por trastornos de la memoria
y por al menos una alteración de la actividad
nerviosa superior, como por ejemplo: trastornos en el
lenguaje, la orientación, en la
praxia, en el juicio y en la capacidad de aprender. Estos
trastornos deben ser lo suficientemente importantes para
producir un deterioro de la actividad social, laboral
y de atenderse a si mismo. (66)La prevalencia de demencia se incrementa con la
edad y las tasas se duplican cada 5,1 años desde los
65 a 95 años.La mayoría de las personas al envejecer se
quejan de una mayor frecuencia de olvidos cotidianos, pero
estos llamados "olvidos cotidianos" no interfieren en la
vida diaria de las personas. Este trastorno de la memoria
relacionado con la edad es muy frecuente y no se considera
patológico. No obstante, la perdida de memoria casi
siempre es el primer síntoma de una demencia
comenzante. Para que estos "olvidos" se consideren un
síntoma, deben interferir en la vida de
relación de las personas.El termino demencia, del latín "fuera de
mente", fue introducido por Pirel en 1706, quien lo
definió como "una debilidad peculiar del raciocinio
y de los actos voluntarios". (67)A más de 280 años, de la introducción de la primera
definición, no se ha logrado todavía un
concepto universalmente aceptado, lo cual se ha agudizado
en los últimos decenios y aunque hay opiniones
múltiples, se ha llegado a coincidir en algunos
puntos: - La masa y el mineral óseo se
reducen. - La demencia es un síndrome, es decir, un
conjunto de síntomas y signos que
deben inducir al medico a investigar las causas; - Es de carácter crónico y
habitualmente progresiva; - Es adquirida;
- Produce incapacidad y llegado a un grado,
desadaptación social; - Puede ser reversible. (68)
Además de los trastornos psicomotrices
anteriormente explicados podemos ver los siguientes:
1. Apraxias: Imposibilidad de resolver normalmente una
actividad gestual, fuera de un ataque de demencia, en una persona
cuyos aparatos de ejecución de la acción
están intactos. No hay déficit intelectual
importante, ni parálisis, ni problemas de
coordinación, pero los movimientos no alcanzan su
objetivo.
Existen diversos tipos de apraxia dependiendo de la
función sensitivo-motora que se encuentra alterada. Por
ejemplo: La apraxia que causa alteración en el gesto se
conoce con el nombre de apraxia ideo motriz y está
localizada la lesión en el lóbulo parietal;
mientras que la apraxia que altera el dibujo se
conoce como apraxia de construcción y también
está ubicada en el lóbulo parietal.
2. Afasias: Corresponden a un problema de la palabra
(yendo hasta una pérdida) o una incomprensión del
lenguaje. Las principales afasias son las de Broca
(expresión del lenguaje oral) y se localiza la
lesión en el lóbulo frontal izquierdo mientras que
la de Wernicke (comprensión del lenguaje oral) se ubica en
el lóbulo temporal izquierdo.
3. Agnosias: Incapacidad para identificar un objeto de
un modo sensorial, cuando no existe ningún déficit
sensorial, ningún deterioro global de las funciones
superiores y ningún problema de la conciencia o de la
atención. Son alteraciones del
reconocimiento en un sujeto no demente.
Entre los diferentes tipos de agnosias
están:
· Agnosia verbal: Incapacidad para reconocer
sonidos verbales y su lesión está en el
lóbulo temporal izquierdo.
· Agnosia auditiva: Incapacidad de reconocer
ruido. Su
lesión está en el lóbulo temporal
derecho.
· Agnosia visual: Incapacidad para reconocer
objetos y su lesión está centrada en el
lóbulo occipital bilateral (ambos lados).
· Agnosia digital: Incapacidad para reconocer los
dedos y su lesión está en el lóbulo parietal
izquierdo.
Una concepción que resulta de utilidad mostrar en
esta investigación, fundamentalmente en este
epígrafe, son los aspectos sociales del envejecimiento,
todo lo cual nos permitirá un enfoque sociológico
del fenómeno, sin negar que envejecer es un
fenómeno natural, inherente a la finitud biológica
del organismo humano. Cabe subrayar, en primer lugar, que son las
características de la sociedad las que condicionan tanto
el promedio de años de sus habitantes, como su calidad de
vida durante los años de la vejez. Así lo sugiere
el profesor
Thomae, para quien la vejez es un destino social, puesto que son
las características de la sociedad las que condicionan la
cantidad y calidad de vida.
La concepción del envejecimiento como un proceso
social admite, a su vez, diversos enfoques. Entre ellos se
destaca el abordaje sociológico, cuya unidad de
análisis es la sociedad y cuya atención se centra
en el estudio de las características de la sociedad y en
la forma en que éstas configuran similares oportunidades y
condiciones de vida para la categoría de los adultos
mayores. Otro enfoque de índole más
psicológica, cuya unidad de análisis son los
individuos que envejecen, hace hincapié en la manera en
que estos enfrentan su proceso de envejecimiento. Una
combinación de los dos anteriores es el enfoque
psicosocial, que se interesa por la forma en que los individuos
entendidos como miembros de una categoría social, encaran
su envejecimiento dentro de un contexto social que los
condiciona. (69)
De acuerdo con ella, el envejecimiento es un proceso
individual de adaptación a condiciones cambiantes
provenientes del propio organismo, del medio social o de ambos,
cuyo carácter dependerá de cómo se encaren y
resuelvan los problemas.
Se considera que el adulto mayor tiene un buen nivel de
bienestar cuando es capaz de enfrentar los cambios que ocurren en
su organismo y en su medio social con un grado de
adaptación adecuado, -vale decir, de aceptación y
de respuesta- y de satisfacción personal.
Envejecer no es solo una condición social, sino
también un proceso individual. La persona que envejece
debe enfrentar condiciones cambiantes, tanto de su propio
organismo como del medio social en que vive. Cada individuo es
artífice de su destino personal, puesto que elabora una
forma peculiar de pensar, sentir y actuar su vejez dentro del
marco definido por su sociedad.(70)
Es por ello que sostenemos que la vejez es más un
proceso que un estado. El envejecimiento, como
modificación de la condición de la existencia, es
un proceso normal de la vida, que se caracteriza por
modificaciones involutivas de orden anatómico,
fisiológico, neurológico y
psíquico.
Queremos resaltar la audacia de espíritu
verdaderamente notable, con que Thomae señala las bases de
una teoría de la personalidad del sujeto adulto mayor.
Tras comprobar que se sabe todavía muy poco sobre la
psicología y la teoría de la personalidad del
anciano y fiel a la posición de la escuela de
psicología cognitiva, que trata de explicar la forma en
que el individuo percibe el mundo que le rodea, estima que la
conciencia es uno de los factores esenciales en la
determinación del comportamiento y propone los siguientes
postulados:
Postulado I: La evolución del comportamiento se halla
ligada a la percepción del cambio objetivo;
Postulado II: Todo cambio en la situación del
individuo es percibido y evaluado a la luz de las preocupaciones
y de las expectativas del sujeto;
Postulado III: La adaptación al envejecimiento se
halla en función del equilibrio entre las estructuras
cognitiva y motivacional del sujeto. (71)
La concepción de Thomae aparece resumida en
la siguiente figura:
TRANSFORMACION OBJETIVA.
EQUILIBRIO.
PERCEPCION MOTIVACION
DE LA (INTERESES Y
TRANSFORMACION. EXIGENCIAS).
COMPORTAMIENTO OBSERVABLE.
- Modelo cognitivo de la personalidad adulta mayor,
según Thomae, 1976.
Todo acontecimiento puede figurar entre los cambios que
sobreviven en el ambiente y que
son considerados como cambios objetivos, desde el hecho de asumir
el papel de abuelos, hasta el hecho de jubilarse. La
motivación del sujeto, sus preocupaciones y sus
expectativas del momento determinan su percepción y el
cambio percibido, más que el cambio objetivo, es lo que
explicará el comportamiento, manifiesto o
implícito, que adoptará el sujeto. (72)
Siguiendo el anterior modelo debemos proyectar el trabajo que
se desarrollará con el adulto mayor; toda vez que debemos
ser capaces de motivar una conducta dirigida a mitigar los
efectos de el inmovilismo físico, cerebral, afectivo y
social, combatiéndolo con actividades de formación,
participación y compromiso con su propia persona, o sea
que mira hacia adelante y no sólo hacia
atrás.
Coincidentemente Julia Tavares de Álvarez ha
sostenido que los ancianos deben convertirse en protagonistas en
el escenario de la historia y no limitarse a un papel pasivo como
parte del paisaje; (73) a lo que debemos agregar que se debe
tener en cuenta su condición de personas vulnerables en
virtud de la disminución progresiva de su reserva
funcional como ser humano.
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