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La representatividad y el gobierno de Hipólito Yrigoyen




Enviado por aeropagus2003



    1. Algunos
      problemas
    2. Orígenes
    3. Advenimiento y
      consolidación del yrigoyenismo
    4. Impasse, cambios de
      hábitos y segundo gobierno
    5. Conclusiones
    6. Bibliografía
      consultada

    Introducción

    El periodo 1915 – 1930 en Argentina se caracteriza
    por una crisis de
    representatividad como consecuencia de las contradicciones
    propias del capitalismo
    tardío en sus modos de manifestación política, cuyo
    desarrollo
    trajo aparejada una distinción social muy marcada,
    propiciada por la distribución desigual de los medios de
    subsistencia.

    En efecto, la conformación de un esquema
    productivo en torno a la
    dependencia económica unilateral, en el sentido de un
    intercambio que involucraba primordialmente sólo a Gran
    Bretaña, determinó un estado
    particular de relaciones sociales, lo que también
    derivó en la conformación de una cultura
    coherente, pero referida a Francia, en la
    medida en que se la definía como árbitro cultural
    de la modernidad
    tardía que asumió la clase social
    dominante del país.

    Partiendo del axioma que la representatividad es un
    fenómeno inherente al parlamentarismo occidental y que la
    misma depende de los grados de desarrollo que experimenta una
    sociedad, es
    factible postular que la crisis de representatividad del periodo
    aludido es una con-secuencia lógica
    de las contradicciones propias al modelo
    económico dependiente y de la
    organización social que del mismo deriva.

    Con atención a lo expresado, este trabajo se
    funda metodológicamente en el modelo
    hipotético-deductivo sustentado en el materialismo
    histórico. De acuerdo con esto, se analizarán
    las causas y el desarrollo del fenómeno en el marco de las
    condiciones en las cuales adquiere objetividad. En función de
    ello, se aplicará la técnica de indagación
    bibliográfica en documentos
    pertinentes, cuyos datos se
    analizarán dialécticamente. Este trabajo aspira a
    aportar un nuevo enfoque para el abordaje del objeto.

    Algunos
    problemas

    En primera instancia, resulta necesario definir algunos
    aspectos propios de este trabajo, a saber: capitalismo
    tardío
    y representatividad, categorías
    operativas que sirven para marcar estadios específicos en
    las relaciones productivas y sociales en las que se halla un
    sujeto dado.

    Efectivamente, capitalismo tardío define
    el estado
    concreto de un
    aparato productivo en un entorno, el capitalismo mundial, cuyo
    desarrollo implica fases desiguales y heterogéneas. Al
    hacer lugar a estas consideraciones, se tiene en cuenta que este
    modelo de producción no se impuso
    homogéneamente en el mundo, sino que su
    implantación fue el resultado de un proceso
    histórico que tuvo como sujeto activo principal a una
    clase social específica: la burguesía. Por lo
    mismo, esta clase social, y su consolidación como factor
    económico y políticamente hegemónico,
    comportó un desarrollo ligado a una paulatina
    transferencia y desarrollo de los medios de
    subsistencia.

    Si se aceptan estas postulaciones, la modernidad
    implicada en este proceso se desarrolló
    asimétricamente, razón por la cual todas las
    sociedades no
    accedieron al mismo tiempo a las
    prácticas implicadas en ella, lo que produjo obviamente
    desarrollos desiguales.

    Las Provincias Unidas del Río de la Plata, como
    configuración económica y social, derivaron de
    Virreinato y su conformación como estado-nación
    comenzó a producirse recién en 1853, al final de la
    guerra civil
    que comportó factores económicos y políticos
    contrapuestos. La cristalización de la dominación
    de uno de esos factores, los unitarios, implicó la
    institucionalización de un modelo económico
    específico y una organización política al efecto. De
    acuerdo con el año citado y los sucesivos hasta la
    constitución concreta del estado, la
    incorporación de la República Argentina al
    concierto mundial se produjo tardíamente respecto de los
    países europeos, dentro de cuyos límites
    venía consolidándose un modelo productivo que,
    posterior-mente, fue mundializado y dio como resultado una nueva
    configuración de la división del trabajo, pero a
    escala
    mundial.

    De esta asunción retrazada del capitalismo,
    surgieron: el desarrollo y consolidación de un sujeto
    identificado a partir de una acumulación histórica
    de los medios de producción: la oligarquía
    terrateniente, cuya prosapia se ubica en la praxis
    colonial del latifundio; y otro, conexo a este modo de
    producción, en la medida en que su crecimiento
    económico estuvo en función del comercio
    portuario, la burguesía.

    El retrazo en el desarrollo del capitalismo en Argentina
    fue consecuencia de la existen-cia de elementos residuales
    –coloniales– y tradicionales
    –dependientes–, cuya confrontación
    imposibilitó la cristalización de un modo
    particular de capitalismo vernáculo. La asimilación
    histórica del país a la división
    internacional de trabajo configuró la
    institucionalización del modelo tradicional de relaciones,
    basadas en relaciones asimétricas con Gran Bretaña,
    cuyo capitalismo ya tenía casi cien años de
    antigüedad.

    De acuerdo con el axioma citado, la
    representatividad constituye un fundamento objetivo de la
    conformación del contrato social.
    Por ello, comporta la existencia de sujetos ya definidos por su
    ubicación dentro de una distribución social fundada
    en su capacidad de apropiación de medios de
    producción. Esta composición preexiste al contrato y se
    configura como statu quo, es decir, un estado de cosas
    particularmente dado, donde los sujetos asumen las
    características que los definen con relación al
    resto de los implicados en un modo de
    producción.

    Estos sujetos colectivos constituyen clases o
    formaciones sociales dentro de las cuales se nuclear individuos,
    según grados de afinidad derivados por la asunción
    de una pertinencia a la clase o formación. Dentro de la
    organización que presupone el orden democrático, la
    representatividad implica un proceso de delegación de
    autoridad del
    conjunto a determinados sujetos, los cuales asumen la responsabilidad de investirse con los
    requerimientos y expectativas de quienes le confieren tal
    capacidad de representar. Así, un sujeto adquiere una
    representatividad que se expresa en grados relativos, en la
    medida en que puede darse en un espectro que va desde la total
    hasta la nula, o irrepresentatividad, respecto de cierto sujeto
    individual o colectivo.

    Según lo expresado, la representatividad comporta
    la existencia de un plural de sujetos dentro de un entorno dado,
    los cuales, en el caso de la práctica parlamentaria,
    poseen un composición interna igualmente plural, derivada
    de la intersección de una diversidad de intereses. Ello
    define la naturaleza
    dialéctica de las relaciones que se tejen dentro de cada
    espacio y, a su vez, dentro del entorno, en la medida en que
    éste se erige como lugar relacional en el que convergen
    sujetos representados, lo que impone una dinámica particular al conjunto de
    relaciones que se ponen en funcionamiento en el proceso de
    representar. En la medida en que tanto los contextos, como el
    entorno, se hallan sometidos a relaciones dialécticas, las
    vinculaciones sistémicas, que se fundan en la
    acumulación de renta, operan la dinámica de la
    movilidad social, lo que relativiza la representatividad,
    como lo prueban las diversas migraciones de sujetos que, habiendo
    sido representativos de una clase o formación social, su
    acumulación rentística determinó mutaciones
    en su ubicación dentro del esquema productivo y,
    consecuentemente, de identificación social.

    Uno de los aspectos que da cuenta de la contingencia en
    la que se encuentra la represen-tatividad se expresa en las
    colusiones o alianzas estratégicas de clase respecto de la
    hegemonía dentro de un orden dado, o la revolución
    del mismo. La experiencia histórica pone de relieve la
    transitoriedad de tales formaciones, con ejemplos tales como: La
    Revolución
    Francesa y la alianza entre jacobinos y sans cullotes;
    la Revolución Soviética y la colusión entre
    bolcheviques y mencheviques.

    Orígenes

    En 1880 existía un sistema
    político restringido, autoritario y orientado a
    maximizar los beneficios de un grupo de
    familias, cuyos negocios
    estaban relacionados con el rol de país exportador de
    materias primas, en el mercado
    mundial.

    Los reclamos por la modificación de este sistema
    político, fueron canalizados por la Unión
    Cívica, de la que sobresalieron Bartolomé Mitre y
    Leandro Alem. En al década de 1890 la Unión
    Cívica impulsó la denominada "Revolución del
    Parque" o "Revolución del 90", levantamiento armado contra
    el gobierno de
    Juárez Celman que tuvo, entre sus consecuencias políticas,
    la renuncia del Presidente de la Nación
    y su reemplazo por Carlos Pellegrini. El levantamiento del 90
    movilizó cambios en el sistema político, en la
    medida en que se abría a la participación de los
    sectores de la pequeña burguesía urbana.

    Con posterioridad, se produjo un pacto entre el sector
    de la Unión Cívica que respondían a Mitre y
    sectores oficialistas cercanos a Roca, sobreviniendo la fractura
    del partido y el advenimiento de la Unión Cívica
    Radical, calificativo de autoría de Leandro Alem. El 2 de
    Julio de 1891 la mayoría del Comité Nacional de la
    Unión Cívica lanzó un manifiesto anunciando
    la ruptura de la agrupación y el repudio al acuerdo
    Roca-Mitre. En 1902 se aplicaba, por primera vez, el "Estado de
    sitio", que conculcaba los derechos constitucionales e
    individuales. Ese mismo año se dictó,
    además, la denominada Ley N° 4.144
    (de Residencia). La misma permitiría a la oficialidad la
    deportación de todo extranjero indeseable a sus
    intereses.

    En 1904, se llevó a cabo elecciones bajo la nueva
    ley que preveía sufragios por circuito. En aquella
    oportunidad, resultó electo por el distrito La Boca
    Alfredo Palacio, primer diputado socialista argentino.

    Al año siguiente, la UCR retomó las
    armas, en su
    Manifiesto indicaba que "… ante la evidencia de una
    insólita regresión que, después de 25
    años de transgresiones a todas las instituciones
    morales, políticas y administrativas, amenaza retardar
    indefinidamente el restablecimiento de la vida nacional; ante la
    ineficacia comprobada de la labor cívica electoral, porque
    la lucha es la opinión contra gobiernos rebeldes alzados
    sobre las leyes y respetos
    públicos; y cuando no hay en la visión nacional
    ninguna esperanza de reacción espontánea, ni
    posibilidad de alcanzar normalmente, es sagrado deber de
    patriotismo ejercitar el supremo recurso de la protesta
    armada…" Ese año, la respuesta programática
    la dio el V Congreso de la FORA, a partir del cual la lucha
    obrera se radicalizó aún más. Solamente "…
    en 1906 hubo en Buenos Aires 39
    huelgas, en las que participaron 137.000 trabajadores. Las
    estadísticas señalaban que un
    promedio de 600 obreros estaban constantemente en conflicto con
    la burguesía."

    De lo expresado puede inferirse aspectos sustanciales:
    en primer lugar, el proceso de in-tegración de las masas
    de inmigrantes al esquema socio-productivo argentino por medio de
    diversas medidas, especialmente la aplicación de la Ley
    N° 1420, de enseñanza obligatoria, lo que
    permitió, mediante la transmisión de la
    lecto-escritura
    española, la comprensión de los derechos civiles,
    ignorados por gran parte de la población; en segundo lugar, y como
    consecuencia de ello, la aparición de formaciones sociales
    que se atribuyen representatividad de ciertos sectores de la
    sociedad, opuestos al dominante, y la asimilación de
    formas de lucha respecto a la composición de fuerzas
    sociales.

    En este sentido, resulta relevante el accionar de
    diversas asociaciones y gremios, desarrollados a partir de la
    importación de postulados por medio de la
    inmigración, muchos de cuyos integrantes
    portaban la tradición de lucha de los levantamientos
    populares europeos de 1848, y que se expresaron mediante las
    diversas huelgas desarrolladas a finales del siglo XIX. Sin
    embargo, aunque la actividad de estas formaciones contribuyen al
    proceso de emergencia de nuevos sujetos en la política
    argentina, se debe reconocer que resulta un fenómeno
    colateral y ajeno a la conformación de la UCR, porque,
    aunque si bien es cierto que compartían aversión
    por el sujeto dominante, el propio Manifiesto de
    constitución de la Unión Cívica
    establecía que ésta "…fue desde el principio la
    coalición de los hombres de bien, vinculados para
    destruir el sistema de gobierno imperante que ha producido tan
    graves perturbaciones en la República…",
    calificación impensada para los militantes anarquistas y
    sólo asequible a un determinado tipo de sujeto social con
    un ejercicio cívico relativo,
    que no era el caso del proletariado urbano y rural.

    Advenimiento y
    consolidación del yrigoyenismo

    En 1912, durante el gobierno de Roque Sáenz
    Peña se sancionó la ley de voto secreto y
    obligatorio, la cual abrió posibilidades electorales a la
    pequeña burguesía; También, en ese periodo
    fue electo diputado nacional Juan B. Justo. Mientras en Santa Fe
    se produjo la revuelta de los chacareros de la pampa gringa, que
    protestan los altos precios de los
    arrendamientos rurales y los altos intereses por los créditos que solicitan para producir. La
    protesta pasó a la historia como el "Grito de
    Alcorta", en referencia a la localidad santafecina epicentro de
    los acontecimientos y primera sede la recién fundada
    Federación Agraria Argentina.

    En el manifiesto sometido a la ciudadanía ante los comicios, el 30 de
    marzo de 1916, el radicalismo expresaba los fines de su acción
    política: "La UCR es la Nación misma bregando hace
    veintiséis años para libertarse de gobiernos
    inspiradores. Es la Nación misma y, por serlo, caben
    dentro de ella todos los que luchan por los elevados ideales que
    animan sus propósitos." La moral como
    principio conductor en la acción
    política.

    El 12 de octubre de 1916 asumió como presidente,
    y buscó a sus funcionarios entre la clase media, hasta
    entonces poco vinculada a las grandes corporaciones de capital
    internacional. Sustituidos los gobiernos oligárquicos de
    "régimen" en 1916, pareció abrirse una nueva e-tapa
    para los trabajadores; el nuevo gobierno, defensor de la democracia y
    el sufragio
    universal, sustentado políticamente en la pequeña
    burguesía y la clase media, promulgó algunas
    mejoras para los obreros industriales. En lo sustancial, sin
    embargo, las cosas no variaron. Durante su primera presidencia,
    Yrigoyen encontró hostilidad en el Senado con
    mayoría conservadora, que lo llevó a ordenar la
    intervención a las provincias por decreto, dentro de las
    cuales, diez recayeron sobre gobiernos radicales. De este modo,
    trabado sus movimientos por el ordenamiento legal subsistente del
    "Régimen", no pudo realizar sino parcialmente su obra de
    "reparación".

    "No fue, por cierto, un gobierno revolucionario. No
    modificó el régimen de tenencia de la tierra, ni
    atacó las bases económicas de la oligarquía,
    ni produjo cambios en la estructura
    económica o en la relación con los países
    centrales. Pero es obvio que ni el radicalismo estaba animado por
    una concepción revolucionaria ni el país necesitaba
    en ese momento un cambio total
    en el esquema que venía funcionando pasablemente bien
    desde 1880… En cambio, la presencia radical en el poder
    aparejó una mayor democratización de la sociedad
    argentina. Hijos de inmigrantes participaban en los cuerpos
    representativos o desempeñaban cargos importantes en la
    administración
    pública, acentuando el igualitarismo en la vida
    nacional. Una intensa vida política se desarrollaba a lo
    largo del país (…) Crecía la sensación de
    que existía en las alturas del poder una mayor
    preocupación por la suerte de la gente común. En
    algunas provincias de características especialmente
    feudales, el radicalismo operó en un sentido de apoyo
    decidido por los humildes, desatando la ira de las clases
    poseedoras…"

    Su gobierno se enmarca en las condiciones
    internacionales del desarrollo de la Primera Guerra
    Mundial, frente a la cual Argentina mantuvo su
    histórica postura neutralista, y Revolución
    Soviética de 1917. Las repercusiones de esta última
    se patentizan en el levantamiento de estudiantes universitarios
    en la Universidad de
    Córdoba, en 1918, cuyo Manifiesto, conocido como
    Reforma Universitaria, exigía: revisar los planes
    de estudio, renovar sus métodos,
    jerarquizarse culturalmente y enrolarse en las inquietudes
    progresistas del quehacer contemporáneo. Pero
    también repercute en las organizaciones
    sindicales proletarias, cuyas medidas de fuerza
    afectaron a la economía nacional:
    ferroviaria, portuaria, metalúrgica. Entre ellas, se
    destacó la iniciada en 1919 por demandas salariales y
    horarios de trabajo en los talleres metalúrgicos Vasena,
    la "Semana Trágica", que puso en peligro la estabilidad
    del gobierno. Otro hecho fue el llamado "drama
    patagónico", en Río Gallegos, donde los obreros de
    la lana se alzaron con similares reivindicaciones, en 1920.
    Intervinieron fuerzas del Ejército al mando del teniente
    coronel Varela, quien impuso la ley marcial sin haberlo dispuesto
    los poderes públicos. En tres meses sometió a los
    huelguistas.

    Estos hechos también pusieron de manifiesto la
    emergencia de grupos
    parapoliciales, como es el caso de la Liga Patriótica
    Argentina, financiados por la oligarquía terrateniente y
    la burguesía ligada al capital transnacional.

    Impasse, cambios
    de hábitos y segundo gobierno

    La conclusión del primer mandato se llevó
    a cabo en 1922 y lo sucedió Marcelo T. de Alvear. Al
    año siguiente, Leopoldo Lugones denostó la
    acción de los extranjeros, propició el control de la
    inmigración, la expulsión de los extranjeros
    indeseables y el fortalecimiento del Ejército, lo que puso
    en evidencia la emergencia de las primeras logias militares, que
    se constituyeron por separado y se fusionaron con el nombre de
    Logia General San Martín, en 1921, logrando el control del
    Círculo Militar y posteriormente, a través del
    mismo, impusieron al Presidente Alvear al entonces coronel
    Agustín P. Justo, como ministro de Guerra.

    Este gobierno se diferenció del anterior por la
    influencia europea respecto del concepto de
    gobierno y de partido. Dio más importancia a los
    ministros, mostrando figuras relevantes del "antipersonalismo",
    en lugar de los "ilustres desconocidos" que rodearon a Yrigoyen.
    Según Félix Luna, el gobierno "… de Alvear
    fue una presidencia suertuda, deslizada suavemente en años
    de gran prosperidad, sin sobresaltos ni dificultades. El periodo
    1922-1928 estuvo ubicado cómodamente entre dos crisis: la
    de posguerra, y la que afligió al mundo desde 1929…
    Durante su administración… no hubo grandes
    alteraciones económicas, ni en el país ni en el
    mundo. Moneda estable, ocupación plena, abundancia de
    vivienda, afluencia de capitales… No hubo grandes conflictos
    sociales y se pudieron solucionar algunos entredichos como el de
    los cañeros… Si hubiera que calificar su administración, el adjetivo que le
    cuadraría sería el de
    ‘correcta’."

    Desde 1926 el yrigoyenismo se lanzó a la
    reconquista del gobierno, centrando su campaña en la
    figura del lider y la promesa de prosperidad general. Contando
    con el apoyo de la sociedad contraria a los intereses
    norteamericanos de Standard Oil, proponía la
    nacionalización del petróleo, nueva fuente para impulsar la
    industria.
    Ante el crecimiento del yrigoyenismo, muchos conservadores
    apoyaron a la UCR antipersonalista (Frente Único).
    También los grandes diarios hicieron una campaña
    para desprestigiarlo. Apoyado por los sectores
    medios y obreros, y con 76 años y
    su salud
    comprometida, asumió por segunda vez la presidencia de la
    Nación, el 12 de Octubre de 1928. Luego del triunfo
    electoral, Hipólito
    Yrigoyen llegó al gobierno precedido no sólo de
    la simpatía popular, sino de una fama y un poder de
    convocatoria como ningún gobernante había
    poseído.

    Sin embargo, el radicalismo comenzó a girar cada
    vez más en torno a los sectores me-dios urbanos. El centro
    de la acción política recayó en los
    profesionales de la clase media y hombres salidos de los
    comités y el gabinete contuvo a varios provincianos en
    representación de todas las regiones argentinas, cosa que
    el espíritu portuario no perdonó. La lentitud de su
    primer gobierno se volvió desesperante en el segundo. El
    personalismo excesivo, que lo llevaba a resolver solo los
    problemas,
    paralizaba la
    administración. Se extendió así la idea
    de un gobierno integrado por ministros y legisladores genuflexos,
    incapaces de decirle la verdad al presidente.

    El creciente clima opositor
    dentro de un conglomerado de grupos democráticos y
    nacionalistas aportó al clima conspirativo. Mientras
    tanto, el ejercito era recorrido por una ola de
    ad-miración con respecto al ejercito alemán y su
    particular ideología, además del vicio de
    presionar al poder político. Entonces, parecía
    fácil adaptar la forma en que se desarrollaron los hechos
    en Europa a la
    Argentina ; la acción propagandística de los
    conspiradores apuntaba a demostrar que el clima de desorden
    creado por el gobierno era intencional y beneficiaba a los
    sectores maximalistas o revolucionarios. La complicidad,
    según ellos, estaba simbolizada en la falta de una mayor
    represión sobre los trabajadores y que fue suplantada por
    grupos paramilitares que se dedicaban a romper huelgas, apalear
    obreros y judíos,
    como fue el caso de La Liga Patriótica. A esto se
    agregaron todos los partidos políticos y hasta los
    sectores universitarios reformistas beneficiados anteriormente
    por la política radical. La prensa
    jugó un papel fundamental en el derrocamiento de Yrigoyen,
    posteriormente muchos de los medios que tan duramente castigaban
    al gobierno, fueron clausurados por el gobierno
    militar.

    A los 76 años, afrontó la crisis mundial
    de 1929, en la que la recesión económica
    norteamericana repercutió en los mercados europeos
    y sudamericanos, con el consecuente retorno de los capitales
    extranjeros a sus orígenes y el gran deterioro de la
    dependiente economía nacional. Las consecuencias de crack
    provocaron una profunda conmoción y acarrearon reajustes
    que intentaron contener el colapso y acomodar las nuevas
    relaciones económicas con el resto del mundo, aunque el
    excesivo personalismo del presidente, que ocasionaba la lentitud
    de su administración, pronto mostró los efectos de
    la dependencia económica del país a través
    de la exacerbación de las contradicciones sociales con la
    consecuente profundización de la distinción de los
    sujetos sociales.

    La incapacidad del gabinete de clase media puso en
    movimiento la
    colusión estratégica de la oligarquía, la
    gran burguesía portuaria y la logia General San
    Martín, ligada históricamente a la los sectores
    tradicionales de la economía
    argentina. Al desgaste político se sumaron los cambios
    ideológicos en la sociedad argentina. El miedo al comunismo
    instaurado en Rusia, la
    decepción de ciertos sectores con los partidos por la
    disminución de calidad de los
    elencos gobernantes y el ejemplo de los movimientos totalitarios
    europeos, especialmente el fascismo italiano
    y el falangismo español,
    dieron origen a corrientes totalitarias cobijadas bajo el
    rótulo de nacionalismo,
    con el denominado ‘revisionismo histórico’
    como mascarada cultural.

    El 6 de septiembre de 1930, un grupo de civiles armados
    y cadetes del Colegio Militar depusieron y encarcelaron al
    presidente, inaugurando el periodo de golpes militares que
    caracterizarían a la vida política del país
    en años sucesivos. Esta alianza prontamente mostró
    la relatividad de tales asociaciones, porque, una vez depuesto el
    gobierno, "…dos líneas se definieron
    rápidamente entre los vencedores: mientras los viejos
    sectores políticos rodearon a al general Agustín P.
    Justo, los reducidos pero muy activos grupos
    nacionalistas apoyaron al presidente José Félix
    Uriburu, que propugnaban una renovación profunda de los
    moldes institucionales del país, con la intención
    de convertirlo en una réplica del estado corporativo de
    inspiración mussoliniana…"

    En realidad, hubo "… dos intentos: el de
    Agustín Justo, que buscó una solución
    institucional, como en el 90, con la asunción del vice o
    un senador… ya que los personalismos llevaban a la
    anulación de las capacidades políticas. El otro
    intento fue el de Félix Uriburu, que pretendió algo
    más que derrocar a Yrigoyen. En realidad, quiso terminar
    con la democracia; y la audacia del aventurero logró
    derrocar a un gobierno que no atinó a ordenar la
    represión a los once mil soldados leales a la
    Constitución concentrados en el Arsenal de Guerra. El del
    treinta, más que un derrocamiento, fue una
    abdicación.

    Estas manifestaciones concretas pusieron en evidencia
    las maniobras de la burguesía mundial para conservar los
    fundamentos de su hegemonía, desarrollando formaciones
    sociales de nuevo tipo, que apuntaban a superar la crisis
    económica, frenar el desarrollo del comunismo y garantizar
    un orden dado. La condición dependiente de la
    economía argentina y la referencia cultural hacia Europa
    facilitaron la cristalización de formas conspirativas en
    el seno de las clases dominantes argentinas, a lo que
    contribuyó la orfandad del gobierno, como consecuencia de
    su rápido divorcio con
    el proletariado y la pequeña burguesía que
    habían apoyado entusiasta-mente su ascensión en
    1926.

    Conclusiones

    Los sucesivos gobiernos que se desarrollaron desde los
    primeros años del siglo XX hasta la caída del
    segundo gobierno de Hipólito Yrigoyen pusieron de relieve
    la dinámica que desplegó el modelo de
    producción capitalista a nivel mundial, como consecuencia
    de sus propias coyunturas. En efecto, como pudo comprobarse, el
    paulatino abandono de una economía basada en la exportación exclusivamente agrícola
    y la asunción de los procesos de
    industrialización subordinados a la producción de
    materias primas con arreglo al mercado internacional y
    principalmente al británico, trajo como consecuencia la
    necesidad de un aumento demográfico, lo que derivo en la
    llegada de sujetos con determinadas capacidades adquiridas en sus
    países de origen.

    La "diversificación" de la producción
    económica argentina trajo consigo el desarrollo de nuevos
    sujetos sociales que, con la cristalización de sus
    posiciones dentro del esquema productivo, asumieron un tipo
    particular de identificación, razón por la cual,
    articularon relaciones sociales determinadas por una
    ubicación específica dentro del tal esquema socio
    productivo. El desarrollo de formaciones sociales, como el caso
    de las asociaciones mutuales y los gremios, puso de manifiesto la
    presencia de este nuevo sujeto, el proletariado, y su devenir
    histórico definió líneas complejas de
    asociación interna y externa, de modo tal que, su
    emergencia fue el resultado de prácticas materiales y
    sociales concretas.

    La Argentina y su complejo de relaciones
    políticas otrora excluyente sufrió cambios
    inherentes a su propia condición dependiente, lo que
    favoreció el advenimiento de una heterogeneidad social
    exigente de un espacio donde expresarse políticamente. La
    divergencia con las políticas del régimen
    congregaron diversas expresiones sociales que se fueron
    articulando conforme cristalizaban nuevas formas de
    representatividad. De esta manera, la pequeña
    burguesía desarrolló una política de
    acercamiento al proletariado montada en reivindicaciones
    materiales, institucionalistas y moralistas, lo que le
    permitió acceder a la presidencia de la
    nación.

    Si bien es cierto que el primer gobierno de
    Hipólito Irigoyen respondió a necesidades
    proletarias reivindicadas por largo tiempo, consiguiendo el apoyo
    de esta clase social y redefiniendo su valor en
    cuanto sujeto político, también es cierto, que su
    segundo gobierno rápidamente migró hacia una
    identificación con los sectores de la pequeña y
    mediana burguesía, lo que derivó en el
    desmembramiento de la base social que lo ungiera como el primer
    presidente con un apoyo popular inusitado. Sin lugar a dudas,
    esto no es sólo consecuencia de la constitución
    social que el propio radicalismo comportó desde su origen,
    eminentemente pequeño burgués, sino también,
    y fundamentalmente, de las condiciones históricas en la
    que tuvo lugar su emergencia.

    Efectivamente, el proceso de emergencia y
    consolidación de la UCR se halla determinado por las
    condiciones históricas en la que las prácticas
    socioproductivas mundiales inciden en la constitución del
    campo de relaciones políticas nacionales, lo que se
    expresa en las convulsiones propiciadas por el advenimiento de
    nuevos sujetos surgidos de la reconfiguración del entorno
    argentino. Al mismo tiempo, la presencia del radicalismo como
    formación social representativa de cierto sector de la
    población pone en evidencia dos aspectos básicos:
    primero, la asunción definitiva por un sujeto de una
    ubicación dentro de relaciones productivas
    dinámicas, con lo cual se define respecto de los
    demás miembros del sistema; segundo, tal sunción se
    lleva a cabo dentro de un marco de relaciones sociales, cuya
    lógica define posiciones y necesidades de un sujeto, lo
    que le permite practicar diversos grados de asociación
    contingente como res-puesta dentro de un conjunto
    específico de prácticas sociales.

    Ambos aspectos sirven para explicar por qué el
    radicalismo tuvo grados diversos de representatividad dentro del
    periodo histórico estudiado, los cuales fueron
    consecuencia lógica de las necesidades de la clase social
    que hegemonizó la conducción del partido. El propio
    proceso de descrédito del segundo gobierno y la orfandad
    de su final dan cuenta de la consolidación de la
    pequeña burguesía como factor dominante dentro del
    partido y marcan la separación del mismo del proletariado
    urbano y rural, el cual habría de retornar a sus antiguas
    prácticas hasta el advenimiento de otra formación
    política que diera organicidad a su lucha.

    Bibliografía
    consultada:

    Luna Félix.Todo es Historia. 3 . Los grandes
    cambios.
    Taurus. Madrid,
    2002.

    Romero, José Luis.
    Breve Historia Contemporánea de la Argentina
    2°Ed.
    FCE. México
    2001.

    Luna, Félix. Revista
    Todo es Historia. N° 289. Buenos Aires,
    s/f.

    Varios. La gran historia de Latinoamérica.
    César Civita –comp.– Abril. Buenos Aires,
    1974.

    Páginas de internet

    http://www.monografias.com

    http://www.ucr.org.ar

    http://www.elanarcaweb.com.ar

    http://www.elhistoriador.com.ar

    http://comunidad.ciudad.com.ar

    http://www.mst.org.ar

    http://www.pais-global.com.ar

    http://www.oni.escuelas.edu.ar

    http://www.jrrn.com.ar

    http://www.cpacf.org.ar

     

    Eduardo Daniel

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