- 1. Una historia y un contexto. El
origen del fenómeno de la inmigración: las
desigualdades económicas y políticas norte /
sur. - 2. La situación actual y las
transformaciones en la construcción social de las
explicaciones de la realidad. - 3. En la búsqueda de
alternativas globales y locales. - Notas
1. Una historia y un
contexto. El origen del fenómeno de la
inmigración: las desigualdades
económicas y políticas
Norte / Sur.
Como es sabido, para entender el presente en una
perspectiva más amplia es necesario conocer el pasado que
lo ha construido. Los desplazamientos de población, aunque obedecen a un rosario de
causas diversas y generalmente interrelacionadas (pobreza, presión
demográfica, conflictos
políticos y étnicos, destrucción
medioambiental, etc.), en su gran mayoría tienen una
motivación
directa o indirecta en la economía, en el
diferencial de renta entre países y
continentes.
Casi todas las teorías
que intentan explicar las desigualdades entre el norte y el sur,
el centro y la periferia… (la teoría
del imperialismo,
la del sistema-mundo, la
de la dependencia…) están de acuerdo en que el
desequilibrio de riqueza tiene sus orígenes en el
colonialismo (Giddens, 1994: 576) (1). No hay un consenso
generalizado sobre que los países ricos lo sean como
consecuencia de la explotación (para muchos autores, los
recursos de los
que se apropiaron fueron secundarios en comparación con
los procesos de
crecimiento industrial generados dentro de ellos) pero sí
en que los países pobres lo son por esa
circunstancia.
Europa ha sido
tradicionalmente emigrante y, a la vez, colonizadora. Algunos
autores señalan que, en realidad, los inmigrantes son
personas muy educadas que nos devuelven las visitas que los
europeos les hicimos durante 500 años, bajo el mito de las
tres Ces que invocó el rey Leopoldo II de Bélgica y
que hizo suya la Conferencia de
Berlín de 1885: "civilización,
cristianización y comercio" (2).
Pero Europa cambió la práctica habitual de los
primeros imperios, que esclavizaban a los indígenas y
expoliaban las riquezas de los países conquistados pero no
destruían las estructuras
sociales y económicas existentes sino que se apoyaban en
éstas. Múltiples ejemplos históricos nos
hablan de convivencia pacífica incluso entre comunidades
social y legalmente diferentes pero entre las que se daba una
significativa interacción comercial e intelectual
(Walzer, 1998: 32) (3).
Por el contrario, Europa, urgida por las nuevas demandas
que supuso el surgimiento de la industrialización
(materias primas para las fábricas, alimentos para la
población asentada en zonas urbano-industriales),
cambió los modos de
producción, sustituyó los cultivos de
subsistencia por cultivos comerciales (azúcar,
café,
algodón, té, cacao, caucho…),
reemplazó los sistemas
comunales de propiedad por
propiedades privadas, destruyó los sistemas tradicionales
de poder y
autoridad y
los sustituyó por gobernadores y administradores de la
metrópoli…
Antes de la 1ª Guerra Mundial
los poderes coloniales europeos controlaban directa o
indirectamente casi el 85% del planeta. Este colonialismo fue
especialmente etnocéntrico (Harrison, 1984; Calhoun, Light
y Keller: 2000, 490) (4). Los conquistadores de la
antigüedad se habían mezclado con los habitantes
locales y habían adoptado muchas de sus costumbres, pero
los europeos, convencidos de que su religión, lengua y
costumbres eran innatamente superiores a las de los no europeos,
les adoctrinaron y les hicieron interiorizar como vergonzantes su
cultura y su
procedencia étnica.
La revolución
comunista en Rusia
obligó a profundas transformaciones del sistema
capitalista y de las formas coloniales de dominio. Aunque
más tarde quedó claro que no suponía en
absoluto una sociedad
más justa y equitativa, significó en sus inicios la
materialización de la capacidad potencial de impugnar un
orden social que mantenía a la gran mayoría de la
población en situación de subordinación
(prácticamente a todos los niveles, pero sobre todo
laboralmente, es decir, en la que ya era la actividad más
central de la existencia humana). Tanto en el seno de la
metrópoli como en las colonias suponía un peligroso
ejemplo de lo que podría seguir ocurriendo en el resto de
países de no mediar el "algo debe cambiar para que todo
siga igual" de Giovanni Tomasi de Lampedusa. El capitalismo se
ve pues obligado, ante la existencia de una alternativa real y
aparentemente más justa e igualitarista, a reformarse para
ofrecer una cara más amable y hacerse perdonar sus pecados
más visibles, es decir, para
humanizarse.
El fin de la 2ª Guerra Mundial
consagra la mayor transformación del sistema capitalista
en su existencia. Esta período se denomina habitualmente
como etapa keynesiano-fordista: (a nivel político,
Estado de
Bienestar; a nivel productivo, fordismo).
El Estado toma
como prioridad mejorar las condiciones de vida y laborales de sus
ciudadanos, estableciendo unos mecanismos obligatorios de
solidaridad. A
nivel productivo, esta etapa se caracteriza por una
situación de casi pleno empleo,
grandes concentraciones de trabajadores y homogeneidad de
condiciones laborales que suponen intereses comunes y favorecen
la unidad de acción
en las reivindicaciones.
La intervención normativa del estado keynesiano,
desarrollando las políticas sociales de bienestar,
así como el poder negociador de los sindicatos,
supusieron una mejora notable de la situación laboral y vital
de amplias capas de la población que ya no sólo
veían asegurada su supervivencia, salud, educación, subsidios
de enfermedad, de paro y de
vejez, etc.
sino que también podían acceder al consumo de
bienes
anteriormente reservados a otras clases
sociales (sociedad de consumo de masas), permitiéndose
así la reproducción del sistema sin abocarlo a una
crisis de
sub-consumo. Se configura así una situación de
estabilidad de las relaciones industriales y de confianza en el
futuro que minimiza los riesgos y que
permiten calcular y obtener unas consecuencias de las propias
inversiones e
iniciativas.
Pero el Estado del Bienestar no estuvo exento de
críticas como las de los Nuevos movimientos sociales de
los 60: La pobreza no se
erradicó (y la pobreza no es un asunto individual)
persistiendo variadas formas de reproducir la desigualdad. Los
ciudadanos son inducidos a integrarse a través del
consumo. La norma de trabajo
asalariado estable se reservaba a los trabajadores blancos
varones, consagrando una sociedad patriarcal y autoritaria en la
que persistían papeles diferenciados y desiguales (los dos
géneros, los grupos
étnicos…). Deterioro progresivo e irreversible del
medio
ambiente, con crecientes costes para la salud. Despilfarro y
esquilmo de los bienes comunes de toda la humanidad: agua, bosques,
materias primas… Predominio de puestos de trabajo sin
cualificación real, repetitivos, monótonos,
carentes de interés,
que no permiten ni la autorrealización ni el crecimiento
profesional…
La situación en los países no
desarrollados era, como es sabido, muy diferente. Las antiguas
colonias consiguieron la independencia
política después de luchar por ella, si bien no
la económica debido a la desigual posición de
partida con la que se vieron colocadas en el sistema mundial.
Recibieron la ayuda norteamericana o la soviética en
función
de su aproximación a un área u otra (5). EE.UU.
adoptó nuevas formas de influencia: intervino militarmente
y se infiltró económicamente, con explotaciones sin
presencia extensiva; estableció protectorados pero nunca
tuvo colonias formalmente.
Algunas compañías a las que las potencias
colonizadoras habían concedido el monopolio
sobre la producción de ciertas mercancías o
cosechas en un área determinada habían llegado a
desarrollar tales dimensiones que alcanzaron un enorme control y poder
sobre las regiones en las que se asentaban. Así, muchos
sectores de la producción de cosechas para la importación son controlados hoy por un
número muy pequeño de grandes corporaciones. Con
frecuencia, los precios que se
pagan por las cosechas se deciden, no en función de la
ley de la
oferta y la
demanda, sino
como resultado de los movimientos financieros y bursátiles
de estas transnacionales. En los años 70, los flujos de
mercancías dirigían los tipos de cambio y la
flotación de las monedas tenía un papel
válido. Desde los 90 son los flujos de capital los
que orientan los tipos de cambio.
Países que habían sido autosuficientes
años atrás se transformaron en sucursales de los
estados occidentales: suministradores de productos
agrarios y materias primas e importadores de mercancías
manufacturadas. Destruidas las economías de subsistencia
(6), dependiendo en muchos casos de explotaciones para
producción cárnica en los países
desarrollados (7), la mayoría de países africanos
son importadores netos de alimentos. Además, la
proporción de su PNB que pueden dedicar a esta necesidad
está bajando. Las hambrunas se han dado frecuentemente a
lo largo de la historia como resultado de desastres
naturales o climáticos, pero siempre eran consideradas
como circunstanciales y afectaban a áreas determinadas. En
la actualidad, la grave escasez de
alimentos se ha generalizado entre los pobres del mundo en lugar
de confinarse a tiempos y espacios particulares.
Guerras (8), desórdenes políticos,
corrupción y regímenes opresivos,
recursos saqueados, ineficiencia en la utilización de la
ayuda al desarrollo,
crecimiento demográfico elevado (9), desacostumbrados
períodos de sequía… hacen tremendamente
difícil un crecimiento
económico sostenido. Así, se fragua una gran
emigración humana desde el Este hacia el Oeste y desde el
Sur hacia el Norte.
Se institucionaliza así la llamada "ley de
hierro de la
economía" (crecimiento del PIB inferior
al crecimiento demográfico) (10) a la que hay que
añadir la importancia progresiva de la deuda externa
(11). Y se configura asimismo una espiral de pobreza muy
difícil de romper (aunque a veces se consigue, como
demuestra el caso de los Países de Reciente
Industrialización). En palabras de un superviviente de una
patera: "Nadie podrá poner fronteras a nuestra
hambre".
2. LA SITUACIÓN
ACTUAL Y LAS TRANSFORMACIONES EN LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE
LAS EXPLICACIONES DE LA REALIDAD.
Las características actuales de los
desplazamientos de población en el mundo hacen necesario
afrontarlos en una dimensión mundial o, al menos,
continental, siendo cada vez más difícil dar una
respuesta desde una escala nacional.
Las migraciones no tienen lugar entre estados-nación,
sino dentro de un sistema global donde intervienen una
multiplicidad de actores que interactúan entre sí.
Asimismo, todo apunta a que no cabe el abordar la cuestión
como algo coyuntural, sino que es necesario entenderlo como una
característica que, por su intensidad y continuidad,
será parte de la dinámica estructural del proceso de
globalización.
Las fuertes restricciones que los países ricos
imponen a los desplazamientos de la población
(jamás en la historia de la humanidad habían sido
tan intensas) frente a la total libertad de
movimientos para las mercancías, el capital, los servicios, la
información, las ideas… suponen una
-quizás la principal- contradicción del sistema
mundial que la
globalización está articulando progresivamente.
En definitiva, la globalización de la economía no
viene acompañada de la globalización del bienestar
y la seguridad de la
que disfrutan los países ricos, dejando fuera del
desarrollo a miles de millones de personas (12). Sin que sea
posible prever como se resolverá dicha
contradicción, lo que sí parece claro, es que las
políticas migratorias y las de cooperación al
desarrollo que se están aplicando no la resolverán
a corto plazo.
La internacionalización de la economía
deteriora la eficacia del
Estado del Bienestar para controlar la economía nacional.
La libertad de movimientos del capital y de los productos
propiciada por los acuerdos de la Ronda Uruguay, 1986
(y posteriormente la
Organización Mundial del Comercio, OMC, 1995)
así como el abaratamiento de los transportes y las
innovaciones tecnológicas van a derivar en la llamada
especialización flexible que implica, entre otros
factores, desconcentrar la producción: es más
barato producir componentes del producto, a la
manera "fordista", en fábricas instaladas en países
de mano de obra muy barata (donde los sindicatos o no existen o
apenas tienen fuerza) y
ensamblar finalmente todos los componentes (incluso lejos del
destino final) que producir en la vieja Europa "donde la empresa
está obligada a pagar altos salarios y se ve
atenazada por múltiples regulaciones e imposiciones del
Estado que le restan eficacia": así se ha construido por
el neoliberalismo
el discurso
explicativo de la crisis, al margen de cualquier razonamiento
ético o de responsabilidad
social de la empresa con la
comunidad
gracias a la cual se ha desarrollado.
Multitud de producciones se han trasladado (o han pasado
a imitarse a un coste muy inferior) a países
asiáticos (y más recientemente a los de Europa del
Este) dada la facilidad de desarrollar estas producciones en
serie ("personalización en masa") al ser rápido el
adiestramiento de
los trabajadores en procesos de trabajos repetitivos y simples
(extrema división del trabajo).
Según Sabel (1986:275-323) (13),
únicamente aquellas producciones en las que el coste del
transporte o
el acceso a las materias primas les permitan un margen de
rentabilidad
incuestionable han podido mantenerse a salvo del "dumping social"
que supone la competencia de
esos países en los que la mano de obra no disfruta de
prácticamente ninguna de las ventajas del Estado del
Bienestar.
Estos procesos de deslocalización y
desindustrialización en Europa suponen una interminable
sucesión de despidos en masa en el viejo continente.
Así, en vez de globalizarse las ventajas del Estado del
Bienestar, se pone en marcha un proceso que, si bien permite la
fijación en su territorio de la población de los
PRI, va a suponer una progresiva desregulación de las
condiciones de trabajo y, como consecuencia de "la libertad del
zorro en el gallinero", una marcha atrás en la que
aparecía como imparable ascensión hacia una
sociedad más justa e igualitaria, vieja
aspiración-mito.
La modificación de las relaciones de fuerza no se
produce sólo entre trabajadores y capital, sino entre
quienes poseen el capital financiero y las empresas. La
globalización financiera se desarrolla con un incremento
espectacular de los flujos y transacciones financieras, con
predominio de movimientos altamente especulativos y
búsqueda de plusvalías a muy corto plazo y con el
máximo rendimiento, produciéndose una cierta
autonomía de la economía productiva al
obtenerse mayores rendimientos de la especulación
financiera que de los rendimientos empresariales (algunos autores
han definido esta situación como "la economía
devorada por las finanzas"). La
competencia a nivel internacional se hace insoportable incluso
para grandes empresas que pocos años atrás
parecían gozar de un futuro asegurado.
La progresiva concentración de capital unida a la
descentralización productiva permite que
las grandes corporaciones puedan "negociar" con los diferentes
gobiernos tanto una política
fiscal favorable como la desregulación del mercado de
trabajo (su flexibilización, con la excusa de no frenar la
competitividad
de las empresas en ese mercado internacional de altísimo
riesgo). Como
se ha señalado a menudo "si hay algo peor que ser barrido
por las super-transnacionales es ser ignorado por
éstas".
Así, la globalización supone, como han
señalado M. Castells y otros, la extensión del
capitalismo por todo el planeta así como una nueva
división internacional del trabajo. Y, en las condiciones
actuales, ello supone: 1) La pérdida de autonomía,
de poder de decisión de los diferentes gobiernos del
Estado del Bienestar y, por tanto, la pérdida de poder de
la sociedad civil
(14); 2) La concentración del poder económico y
político (megafusiones o simples acuerdos secretos entre
competidores); 3) El desplazamiento de multitud de producciones
al Pacífico; y 4) el incremento del control de los
movimientos migratorios.
El Estado del Bienestar entra en una crisis fiscal cada
vez más profunda como consecuencia de la creciente merma
de sus ingresos (15) y
el progresivo incremento de sus gastos (16). La
construcción social de las causas de la
crisis hecha por los neoliberales se publicita con gran
énfasis y define asimismo las soluciones
posibles. La contención del gasto
público se erige en objetivo
prioritario. Y, sin embargo, como afirma Vicente Navarro
(1997:72-73): "Excepto por su control de la inflación, la
mayoría de los otros indicadores
económicos y sociales (tales como tasas de crecimiento
económico, tasas de desempleo, tasas
de inversión y productividad,
crecimiento de las desigualdades sociales y nivel de pobreza) han
sido negativos, y sobre todo si se les compara con las
décadas de los años sesenta y setenta, cuando las
políticas keynesianas eran dominantes" (17) Pero se impone
la explicación neoliberal y el Estado del Bienestar
"adelgaza" privatizándose servicios
públicos, reduciendo la cobertura de los servicios
sociales, desregulando las condiciones de trabajo…
Así, los sectores más desfavorecidos de la
población receptora de inmigrantes percibe en éstos
a unos competidores indeseados en pos de unos recursos cada vez
más escasos. Y ello aunque esté meridianamente
claro que, debido a su edad, los inmigrantes regularizados
estén contribuyendo más que drenando los recursos
del Estado del Bienestar.
Se privatizan los centros de poder: medios de
comunicación, ciencia,
dinero… Se
difunden e interiorizan los valores
del individualismo, el mérito y el ascenso así como
del fracaso de cualquier salida colectiva, haciendo
creíble la máxima de que "si no triunfas es porque
o no vales lo suficiente o no te esfuerzas lo
imprescindible".
El discurso sobre los fallos del mercado (crisis de los
años 30) y los costes sociales del crecimiento
económico (polución y deterioro del medio ambiente,
desertificación, posible agotamiento de recursos
naturales…) se ve sustituido por el discurso de los efectos
perniciosos de la intervención del Estado. A la cultura
solidaria, igualitarista y a la propuesta utópica,
lúdica y altruista le sucede una cultura individualista,
de defensa, de repliegue y resignación, la apología
del presente, el hedonismo y la propuesta del "sálvese
quien pueda"; al discurso sobre la equidad, la
igualdad y la
justicia le
sustituye el del crecimiento económico, la libertad de
mercado y la eficiencia. Al de
la prolongación de los derechos de la ciudadanía, en la búsqueda de la
ciudadanía total, la merma de proyectos
colectivos, el discurso de los derechos de la propiedad y la
relegitimación del cálculo
económico como regulador de la acción
social.
En resumen, a los nuevos movimientos sociales de los
años del boom económico, con una
visión contracultural y totalizante y que insistían
en las necesidades post-materiales,
les suceden desideologización, despolitización
(18), anomía, movilizaciones fragmentadas y dispersas y
repliegues individualistas del yo (Alonso, 1991:71-98)
(19).
Se revaloriza la figura del empresario
como creador de riqueza y empleo sustituyendo al discurso de que
es el trabajo el
que crea valor (20).
Parece olvidarse que, aunque muchos procesos productivos
estén prácticamente automatizados y ofrezcan unos
índices de productividad infinitamente superiores a los
que permiten el esfuerzo humano, la base de esa tecnología
está en el trabajo y el
conocimiento humanos. El conocimiento y
la creatividad
sin apenas capital ahora puede comprar componentes de capacidad
global (consultoría de gestión, asesoría legal…),
producir riqueza y obtener éxito;
el capital sin conocimiento tiene muchos más límites.
Así pues, triunfa la explicación
neoliberal de la crisis, sobre todo a partir de la caída
del muro de
Berlín, convirtiéndose en lo que algunos
autores han denominado el "pensamiento
único", por la falta de respuesta demostrada por los
defensores del Estado del Bienestar. El rearme ideológico
del liberalismo y
la rehabilitación política del
beneficio y el mercado son incontestables.
Por tanto, no es de extrañar que el discurso
sobre la inmigración se ciña expresamente a las
necesidades del mercado de trabajo de los países
receptores: se trata de definir a través de las
políticas de cupos qué número (ni más
ni menos) de inmigrantes convienen, siempre y
únicamente según la lógica
del beneficio (fundamentalmente en el mercado de trabajo, ya que
el tema demográfico de reducción de las
tasas de dependencia tiene un lugar muy secundario en el
discurso, y también con visos de conveniencia).
Otro gran tema es, por supuesto, el de la cohesión social,
la convivencia, la multiculturalidad, la identidad, el
orden público y la seguridad (enunciado, a grandes rasgos,
según la colocación de quien enuncia el
problema en una parte u otra del continuum del
espectro político, sobre todo a partir de los sucesos del
11-S).
Es bastante minoritaria la preocupación por la
exclusión de este colectivo del disfrute de los derechos
de ciudadanía. O, simplemente, parece que no existe en el
imaginario colectivo el artículo 13 de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos
adoptada y proclamada en 1948 por la Asamblea General de la
ONU: "Toda
persona tiene
derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el
territorio de un Estado". O el artículo 1: "Todos los
seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y
derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben
comportarse fraternalmente los unos con los otros". No
sólo es en el imaginario colectivo, claro: se empieza por
toda la legislación restrictiva que se viene produciendo
en Europa en las últimas décadas. Aunque ello lo
recordamos con la conciencia de la contradicción que
supone aceptar a la vez que tampoco es factible abrir por
completo las fronteras.
Resumiendo la evolución del sistema económico y
del mercado de trabajo europeo, existe bastante consenso en
afirmar que se ha producido una profunda transformación
tanto en el sistema económico (crisis,
globalización, intensificación de la competencia
internacional, deslocalización de empresas,
desindustrialización en Europa…) como en el mercado de
trabajo: desempleo masivo, de larga duración y persistente
(1 millón de empleos perdidos y no recuperados), introducción de múltiples formas de
contratación (flexibilidad), desregulación,
fragmentación del mercado de trabajo: el "central" (con
contrato
estable, posibilidades de promoción y cualificación) y el
"periférico" (fijo discontinuo, temporal, inestable,
precario, carente de una línea constructora de un
itinerario profesional, incapaz de aportar identidad),
heterogeneidad de intereses, descentralización de la
negociación colectiva, elevada
rotación laboral…
Es en este mercado de trabajo donde entran a competir
los inmigrantes que, si bien entran fundamentalmente en la
economía informal (21) y, además, en tareas
abandonadas por la población receptora, suponen
indudablemente un tirón a la baja en los salarios a
percibir por ésta. Problema añadido a una
complicada situación de partida pero que, finalmente, se
convierte en argumento para la xenofobia.
Siendo el desempleo, la precariedad y la economía
sumergida características estructurales del mercado de
trabajo de los países sureños europeos, no es de
extrañar que sean asimismo, el destino natural de
la inmigración. Los inmigrantes no crean ni la
economía informal ni los conflictos pero han de instalarse
en ella y agudizan éstos evidenciando y magnificando
aquello que permanece semi-oculto en la sociedad de
acogida.
3. EN LA BÚSQUEDA DE
ALTERNATIVAS GLOBALES Y LOCALES.
En la línea de Saskia Sassen, catedrática
de Sociología de la Universidad de
Chicago, la globalización es algo que hay que aprender a
construir y gobernar. La lista de autores que reclaman una
rectificación de la senda tomada por la
globalización sería interminable, incluso desde
dentro de las propias instituciones
mundiales: James Wolfenshon, Presidente del Banco Mundial:
"Si no actuamos ya, en los próximos años las
desigualdades serán gigantescas y se convertirán en
una bomba de relojería que estallará en la cara de
nuestros hijos". Joseph
Stiglitz, Premio Nobel de Economía en 2001: "Creo que
la globalización –la supresión de las
barreras al libre comercio y
la mayor integración de las economías
nacionales- puede ser una fuerza benéfica y su potencial
es el enriquecimiento de todos, particularmente los pobres; pero
también creo que para que esto suceda es necesario
replantearse profundamente el modo en el que la
globalización ha sido gestionada". Michel Camdessus, ex
Director General del Fondo Monetario
Internacional: "No hay que considerar el mercado como una
divinidad a la que hay que adorar. Se ha visto que el mercado
solo, sin regulación pública eficiente, no funciona
bien y puede crear situaciones sociales y de poder destructoras
para la democracia y
para el mismo mercado" (22).
Al igual que se han producido avances en la justicia
global en el campo de los derechos humanos, impensables hace
apenas una década, también crece el clamor respecto
a varias cuestiones ya enunciadas. En primer lugar, desmintiendo
el axioma de que la liberalización de mercados
traería más prosperidad para todos, el escandaloso
empobrecimiento de los países olvidados (78
países del Sur han visto reducida su renta per
cápita en casi el 15% en el último decenio)
(23). Cuanto más aumenta la desigualdad, más se
deslegitima el sistema. En segundo lugar, el esquilmo autorizado
de los bienes comunes de la humanidad (¿el mundo es una
mercancía?). En tercer lugar, el peligro de
desintegración social que conlleva el hecho de que las
grandes corporaciones y el capital bursátil hayan
expropiado legalmente los derechos de ciudadanía a la
sociedad civil (24). Sociedad civil que, por otra parte, dispone
de una red de
comunicación que puede llegar a acumular
todo el conocimiento del planeta: es decir, a pesar de todo,
también tiene poder.
Difícilmente se puede soslayar el hecho
incontestable de que el crecimiento económico producido,
lejos de traducirse en una mejora generalizada del bienestar de
las poblaciones, ha supuesto un ahondamiento en las diferencias
no sólo entre países ricos y pobres sino entre las
capas más y menos favorecidas de las sociedades
postindustriales.
Late una pregunta respecto a si en la población
de los países desarrollados se ha generalizado una cierta
anestesia/resignación en relación a los datos que, de vez
en cuando, se asoman a los medios de
comunicación al estilo de "Según el Informe Mundial
sobre Desarrollo
Humano de 1997, la relación de renta entre el 20% de
los más ricos del mundo y el 20% de los más pobres,
que era de 30 a 1 en 1960, ha saltado de 84 a 1. El año
pasado, el patrimonio de
los diez multimillonarios mayores representaba más de 1,5
veces la renta nacional de los 50 países menos avanzados.
En México,
por ejemplo, los bienes del señor más acomodado
equivalen a los que suman sus 17 millones de ciudadanos
más pobres. Podría erradicarse la pobreza del mundo
de aquí al año 2000 con gastar unos 80.000 millones
de dólares. Es decir, menos del patrimonio acumulado de
las siete personas más ricas del planeta" (25). Y
etcétera, etcétera.
La desintegración del bloque soviético y
la caída del muro de Berlín en el 91 significan la
aparición de fuertes flujos
migratorios de la antigua Europa del Este hacia la del Norte
y el Oeste (y, más recientemente, también a la del
Sur). Flujos que entran dentro de la categoría de
asilo/refugio y en la de reagrupamiento familiar, mientras la
más reciente recepción de inmigrantes en el Sur de
Europa se incluye en el apartado económico.
Cada vez en el mundo actual es más difícil
delimitar o diferenciar a los refugiados políticos de los
inmigrantes económicos, ya que las razones
económicas y políticas están cada vez
más interrelacionadas. A los refugiados definidos de
acuerdo con la Convención de Ginebra se le suma "un
colectivo de grandes dimensiones formado por todos los refugiados
de hecho, que huyen de la violencia en
sus diferentes manifestaciones, racial, política,
religiosa o económica y sea cual sea su causa originaria,
una catástrofe natural, una invasión territorial,
una guerra civil o una política
económica que condena a la miseria a un sector
importante de la población" (26).
Y es que los desequilibrios económicos suelen ir
asociados a diferencias en el nivel de conflicto
social y político de los países. Y éstos
cada vez están más próximos, no sólo
por el desarrollo y abaratamiento de los medios de
comunicación y transporte, sino por la difusión de
las diferencias y modos de vida gracias a la
mundialización progresiva de los medios de
comunicación.
Este mundo interconectado a la velocidad de
la luz ofrece a
través de éstos su aspecto más
"masificable", más agradable de visualizar, reflejando una
falsa imagen de lo que,
para los habitantes del mundo no desarrollado, puede parecer un
nuevo "El Dorado" en el que rara vez se escuchan las voces de sus
sectores marginados y excluidos. Y además, el atractivo de
los estilos de vida urbanos y occidentales actúa en
el sentido de desprestigiar las propias raíces, la
organización y autoridad
tradicionales.
Los grandes conglomerados de la
comunicación no están interesados en denunciar
los males de la globalización debido a su
interrelación con otras empresas financieras y
económicas que obtienen sus beneficios precisamente
gracias a ésta. Así, se consolida una visión
del mundo no sólo mayoritaria sino con visos de
irreversibilidad y, por tanto, inútil de combatir. Con
todo, la homogeneización cultural del mundo tiene sus
límites justamente en la posible exacerbación de
las diferencias que persisten.
Los flujos migratorios seguirán
produciéndose o se incrementarán si se mantienen
los factores de expulsión en los países de origen
(pobreza, deterioro medioambiental, presión
demográfica, etc.) y los factores de atracción en
los países de destino de los flujos migratorios
(bienestar, crecimiento económico, baja natalidad,
etc.).
Así, no sólo se puede hablar de una
relación causa a efecto entre la pobreza y la
emigración ya que la emigración desde regiones muy
pobres no es frecuente. La emigración es un asunto de
familia en el
que todos apuestan y colaboran en el pago del viaje. No
sólo han de contar con algún capital
económico, sino también con un cierto capital
cultural que les permita conocer las oportunidades que existen en
otros lugares del mundo, así como con unas ciertas
redes sociales (o
capital social) para poder orientarse en el lugar de destino
(Castles, 2000:21) (27).
En todo caso, más allá de concepciones
alarmistas o exclusivamente economicistas (seres humanos
reducidos a recursos: ¿nos interesan en el balance
coste/beneficio o nos van a costar dinero?) los flujos
migratorios son, como señala Pedro Andrades
(2000:10)
"un fenómeno social global que se ha producido
siempre, que irá en aumento por la mejora de las
comunicaciones y el proceso de
internacionalización de la economía, y que no hay
que asumir con resignación, porque las migraciones
constituyen un importante factor de desarrollo
económico, social y humano, tanto en los
países que los reciben como en los países de
origen. Los movimientos migratorios, además de la
expresión del derecho básico de libre
tránsito, constituyen un elemento de riqueza y un
fenómeno indisociable de la sociedad multicultural,
compleja, que caracteriza al siglo XXI" (28).
El fenómeno tiene una naturaleza
extraordinariamente compleja, no sólo por la diversidad de
aristas que presenta y, por tanto, los campos o áreas
donde se plantean las cuestiones y los problemas,
sino porque la inmigración económica se caracteriza
por su carácter dual, por las contradicciones que
se generan entre sus ventajas u oportunidades y los problemas que
acarrea, tanto para los países inmigrantes como para los
emigrantes.
Para los primeros, supone principalmente mano de obra
barata y abundante que permita mantener la competitividad y el
beneficio, pero también el rejuvenecimiento de la
pirámide poblacional con los muchos efectos beneficiosos
de orden económico, social y cultural. Para estos
países se trata de encontrar el equilibrio
entre estos beneficios y los costes adicionales que esta
población supone para el mantenimiento
del Estado de Bienestar (aunque las cuentas tienen un
saldo positivo para éste ya que cotizan más de lo
que gastan) y el coste de superar los problemas de
asimilación, en especial los conflictos de naturaleza
xenófoba y racista, y en general, de asumir el
mestizaje.
Para los países emigrantes, la salida de
población supone en general un alivio demográfico
en términos de un empleo siempre escaso, una fuente de
ingresos y capitalización en forma de divisas y un
empuje a los procesos de modernización social. Pero el
precio a
pagar, aparte de los sufrimientos y muertes, es la pérdida
de capital
humano, de buena parte de los recursos más
dinámicos y creativos para el desarrollo de estos
países. Unos recursos en gran medida cualificados y
formados como se pone en evidencia en diversos estudios
(29).
Según datos de la ONU, la OCDE y de la oficina de
EUROSTAT, para mantener los sistemas de protección social
y jubilación de los países ricos y reducir las
tasas de dependencia a niveles aceptables, sería necesaria
la llegada de un contingente de inmigrantes que sería
posible definir como masivo y difícil de aceptar, ya que
ninguna sociedad puede encajar un cambio de tanta importancia en
tan poco tiempo, por
razones de identidad: ninguna política de
inmigración puede tener éxito si los pueblos se
oponen a ella (30).
Cierto es que la vida a la velocidad de la luz
(según expresión de Rifkin) no favorece
precisamente la estabilidad de las identidades (que, por otro
lado, también está siempre un proceso) ni siquiera
una definición sólida de la
personalidad. La sociedad del pacto social del Estado de
Bienestar había favorecido la integración y la
estabilización de identidades, pero la actual sociedad
(¿del riesgo?) fragmenta las identidades
sociales.
En la línea de Chomsky, Jarauta y otros autores,
pensamos que la globalización potencia, como
reacción al desenraizamiento que produce, las identidades
locales, las identidades híbridas (construidas con
elementos diferentes) y las identidades nómadas, de
perfiles variantes (el "cambia o muere" del mundo de los negocios
trasplantado al propio ser). Y hacer identidades es crear
fronteras. Así, como algunos autores han señalado,
la sociedad interconectada a la velocidad de la luz, puede estar
creando continuamente nuevas fronteras.
Con todo, no se debe confundir la cultura
epidérmica, lo que la gente consume, la indumentaria que
se viste, las películas que se ven…, la aparente
homogeneización cultural del mundo con la cultura profunda
de las formas de pensar. El bombardeo de informaciones
desarticuladas destinadas a impactar nuestros sentidos y emociones no
favorece la reflexión sino la exacerbación de los
fanatismos. Los nuevos medios de comunicación contribuyen
a la uniformización a la vez que a la
tribalización, a la pertenencia a clanes
localistas. Y ya hace décadas que se viene advirtiendo de
que la pérdida de raíces, la desaparición de
lenguas, costumbres, culturas… en definitiva, la
homogeneización cultural puede producir (y ha producido
ya) reacciones que exacerben y radicalicen las diferencias que
permanecen.
Las políticas que gestionan el fenómeno
migratorio aquí y ahora deben ir desde la acogida de los
inmigrantes, sean regulares o irregulares, hasta su
integración social. Y además, debe compatibilizarse
la gestión de los flujos migratorios con una
política migratoria cuyo eje sea el estatuto de
ciudadanía universal, o sea, la progresiva
desaparición de la distancia en desarrollo
económico y social de los distintos países del
mundo, es decir una política de co-desarrollo cuyo eje
esencial sean los flujos migratorios.
Este escenario parece exigir el que las políticas
migratorias, las de desarrollo y las de cooperación
internacional con los países menos desarrollados pasen de
ser simples políticas de extranjería o compromisos siempre
incumplidos con el 0,7%, a ser progresivamente parte de las
políticas estructurales de los países y bloques del
mundo desarrollado. Sería, pues, necesario actuar por
parte de los países receptores sobre las causas
fundamentales de los movimientos migratorios. En este sentido, la
Conferencia Mundial de Población de la ONU (El Cairo,
1994) en su Programa de
Acción menciona entre otras, las siguientes acciones a
tomar por los países receptores: fomentar la democracia en
los países receptores, evitar el deterioro medioambiental,
disuadir los conflictos internacionales e internos, asegurar los
derechos de las minorías étnicas, religiosas o
lingüísticas, etc.
También sería preciso llegar a nuevos
planteamientos, como los de Sami Naïr por ejemplo, que aboga
por la regularización de cupos de inmigrantes temporales
ligados a contratos con los
países receptores, que además pondrían en
marcha políticas de retiro a favor de la vuelta a los
países de origen, así como de instrumentos
financieros para que el ahorro de los
inmigrantes se reinvierta en estos países. Así, la
ayuda al desarrollo debería tener a la política de
los flujos migratorios como eje, con el objetivo de fijar a las
poblaciones en sus países de origen. Para ello, ha de
reorientarse la deuda y los ahorros hacia la cobertura de las
necesidades más acuciantes: el empleo, la sanidad,
la
educación y la vivienda y comenzar a diseñar y
conveniar políticas de co-desarrollo con los países
de origen que permitan a medio plazo reequilibrar las causas que
originan la inmigración.
Siguiendo en la línea de las aportaciones de Sami
Naïr (31), hay que plantear la sustitución del
FMI por otro
organismo en el que, en lugar de estar representados los 8
países más ricos se encuentren los 16 más
grandes, estableciendo un sistema rotatorio según el cual
puedan tener representación todos los gobiernos mundiales.
Asimismo, se propone la reorientación del Banco Mundial de
forma que sus políticas puedan ser sometidas a control
democrático y debatidas a través de negociaciones
transparentes. Y es necesaria la regulación del mercado
mundial, con las siguientes orientaciones:
- Excluir del ámbito mercantil unos sectores
inalienables de interés humano (sanidad,
educación, agua, cultura, recursos no renovables…) que
se encuentran amenazados. - Reglamentar los mercados
financieros, estableciendo unos sistemas de seguimiento de
todas las operaciones
financieras, para detectar quien hace qué,
cómo y por qué. Es decir, vigilar las estrategias de
inversión a escala mundial. - Controlar los movimientos de capitales, creando un
impuesto
mundial sobre las inmoderadas fluctuaciones de capitales;
combatir los paraísos fiscales y rechazar el principio
del secreto bancario. - Establecer ya un impuesto sobre las transacciones
financieras, inspirado en la tasa Tobin. - Hacer realidad la solidaridad con los países
del sur: Poner fin a los planes de ajuste estructural que
deslegitiman a los estados, devalúan la soberanía nacional y someten a las
sociedades. Cancelación de la deuda.
La máxima ecologista "piensa globalmente,
actúa localmente" se muestra
particularmente útil cuando se considera el éxito
de determinadas actuaciones que no suelen contar con
difusión generalizada en los medios e comunicación;
como mucho, apariciones esporádicas en algún
periódico: las experiencias con
microcréditos, la radionovela de una emisora etíope
que logra difundir eficazmente las formas de prevenir la
enfermedad del sida (32), la
formación de trabajadores y artesanos, las construcciones
de pequeñas presas hidráulicas, pozos artesianos,
escuelas…
En
se pueden consultar más de 300 propuestas formuladas
en el Foro de Porto
Alegre cara a rectificar la orientación tomada en un mundo
gobernado por las grandes transnacionales. Además de
algunas de las que se acaban de indicar, podemos señalar:
elaboración de un plan para
defender la agricultura
tradicional, multiplicación de telecentros para permitir
el acceso a Internet de los excluidos,
promoción de las áreas macrorregionales
–sobre todo en América
Latina- frente a la dolarización y el área de
librecambio de las Américas, creación de un portal
para informar a los consumidores sobre las firmas que no respetan
las normas
éticas y sociales, etc. (33)
Gema González Ferrera
1. Giddens, A.: Sociología. Alianza Universidad.
Madrid,
1994.
2. García Fajardo, J.C.: "Los inmigrantes quieren
ser globalizados" en La Insignia de 20.12.2002.
3. Walzer. M.: Tratado sobre la tolerancia.
Paidós. Barcelona, 1998
4. Calhoun, C., Light, D. y Keller, S.:
Sociología. McGraw Hill. Madrid, 2000.
5. En este sentido, cabe resaltar que la caída
del muro de Berlín ha supuesto una desaceleración
en la ayuda al desarrollo por parte de los países del
Primer Mundo.
6. "La agricultura industrial promueve el uso de
monocultivos por su necesidad de mantener un control centralizado
sobre la producción y la distribución de alimentos" en Shiva, V.
Cosecha robada. El secuestro del
suministro mundial de alimentos, cit. en El País, 8
.8. 2003.
7. "Cientos de millones de personas en todo el mundo
pasan hambre todos los días porque gran parte de la tierra
arable se utiliza para cultivar cereales para piensos para
animales, en
vez de cultivar cereales alimentarios para las personas" en
Rifkin, J.: "Ante una auténtica crisis alimentaria
global", en El País, 10.6.2002. Para producir un kilo de
carne, el ganado debe ingerir 4,8 k. de cereales, lo que supone
un enorme despilfarro de recursos en un mundo en el que mueren de
hambre miles de personas cada día mientras millones de
personas mueren anualmente en los países ricos por
enfermedades
relacionadas con el desarrollo (cáncer, diabetes,
enfermedades coronarias e infartos, provocadas por un exceso de
grasas
animales). "Una granja de 4 Ha. puede alimentar a: 60 personas si
se cultiva soja, 24 personas
con trigo, 10 personas con maíz, o 2
personas si se dedica a carne" en Motavalli, J.: "La
opción vegetariana" Revista
Integral nº 269, mayo 2002, pág. 36.
Valentí Fuster, Presidente de la
Federación Mundial del Corazón,
en declaraciones al diario El País de 22.7.2002 vaticina
una trágica epidemia cardiovascular en los siguientes
términos: "Es una epidemia adquirida, una enfermedad de
las sociedades de consumo, que se genera por la obesidad, por
la diabetes, por la hipertensión arterial, por el tabaquismo, etc.
Y todos esos factores están aumentando
globalmente".
8. "Pocas son naciones (un pueblo con una historia y una
cultura comunes). Esto resulta especialmente evidente en
África. Las fronteras de los actuales países
africanos fueron trazadas por potencias coloniales sin apenas
prestar atención a la distribución de los
pueblos y los recursos. Algunos países se ven desgarrados
por guerras
civiles porque enemigos tradicionales fueron reunidos en un mismo
país." Calhoun, Light y Keller, op. cit. Pág.
490.
9. En una semana en la India se
produce el mismo aumento de población que en el continente
europeo en un año: 250.000 personas.
10. El futuro del capitalismo. Thurow, L., Ariel,
Barcelona, 1996.
11. "Sólo para pagar los intereses de la deuda,
el Sur transfiere al Norte 200.000 millones de dólares
anuales" en Beck, U.: "La paradoja de la globalización" en
El País 5.12.2002.
12. Como se ha señalado con frecuencia, una
característica de la globalización es su
carácter escasamente global: deja fuera alrededor del 80%
de la población mundial.
3, Sabel, Ch.: Política y sociedad, Mº
Trabajo y S.S., Madrid, 1986.
4. Los agentes económicos adoptan decisiones
políticas sin una legitimación democrática.
15. La bajada de las cotizaciones que produce el
incremento del paro.
6. Más subsidios de paro y más
jubilaciones durante más tiempo debido al incremento de la
esperanza de vida.
17. Navarro, V. Neoliberalismo y Estado de Bienestar,
Ariel, Barcelona, 1996.
A la que no es ajena la conversión de los
partidos
políticos en "máquinas
de ganar votos" que han de centrarse para llegar al poder,
perdiendo, por tanto, alguna de sus señas de identidad
tradicionales.
Alonso, L.E.: "Los nuevos movimientos sociales" en
Vidal-Beneyto J. (Ed.) España a
debate. II La
sociedad. (coord.: Miguel Beltrán), Tecnos, Madrid
1991.
18. Como afirma Miguel Hernández en su poesía
"Aceituneros" cuando pregunta quién levantó los
olivos y contesta que no los levantó la nada, ni el dinero, ni
el señor sino la tierra
callada, el trabajo y el sudor. Aunque su contexto era el de una
España rural que no le permitía conocer las
posibilidades de crecimiento económico y desarrollo
personal que también ofrecería en el futuro la
inversión en ciencia, investigación, tecnología… (es
decir, el capital).
19. La economía informal crece no sólo en
los países que tradicionalmente sostienen altos niveles de
ésta, debido al tránsito de estado productor a
estado gestor y administrador
(venta de empresas
estatales, eliminación de medidas del estado de
bienestar…)
20. Entrevista
publicada en El País de 23.4.2000.
21. Y para nada han servido las políticas de
ajuste promovidas por las instituciones internacionales (Fondo
Monetario Internacional, Banco Mundial, Organización
Mundial del Comercio…) encargadas de supervisar y dirigir la
financiación internacional, las políticas
macroeconómicas del mundo o establecer las leyes del
comercio mundial. Hay autores (Naïr, por ej.) que
señalan, por el contrario, la responsabilidad de estas instituciones en el
agravamiento de las desigualdades: "A partir de las
políticas de ajuste estructural, el PIB per
cápita de los diez países más ricos del
planeta se duplicó en sólo diez años
(1985-95), mientras en los diez países más pobres
descendió un 30%. La distancia en el per
cápita entre el país más rico y el
más pobre creció en esos años de 70 a 430
veces" Ugarteche, O. "Deuda externa: cinco tesis
básicas" en Envío nº 210, 1999, pág.
42.
22. La encuesta que
Kofi Annan presentó en la Asamblea del Milenio de Naciones Unidas
advierte que 2/3 de los ciudadanos del mundo, incluidas las
democracias occidentales, no creen que sus gobernantes les
representen.
23. Verdú, V.: "Dios" en El País,
14.2.1998.
24. Fambuena, A. y Moya, C.: Movimientos migratorios
hoy. NAU Llibres. Valencia, 1997.
25. Castles, S.: "Migración
internacional a comienzos del siglo XXI: tendencias y problemas
mundiales" en Revista Internacional de Ciencias
Sociales, 165, septiembre 2000.
26. Guía de recursos para la inmigración.
Movimiento por
la paz, el desarrollo y la libertad-Andalucía. Sevilla.
2000.
27. Entre ellos, "Inmigrantes en el Estrecho" realizado
por el Servicio de
Estudios y Planificación de la Excma.
Diputación Provincial de Cádiz. 2001
28. Walzer, M. Op.cit., pág 99: "En las
sociedades de inmigrantes (y ahora también en los Estados
nacionales con fuertes presiones inmigratorias), las personas han
comenzado a experimentar lo que se puede entender como una vida
sin fronteras claras y sin identidades propias y seguras. Por
así decirlo, la diferencia se difunde de manera que se
encuentra por doquier y en todo momento. Los individuos se libran
de sus estrechos vínculos y se mezclan libremente con los
miembros de la mayoría, pero no asimilan necesariamente
una identidad común. La presión que ejercen los
grupos sobre sus miembros es más floja que nunca pero de
ninguna manera se ha roto por completo… … Ahora la tolerancia
comienza en casa; con frecuencia tenemos que hacer la paz
étnica, cultural o religiosa con nuestra pareja, con
nuestra familia política y con nuestros hijos (incluso con
nuestro propio yo integrado o dividido).
Este tipo de tolerancia resulta particularmente
problemático en la primera generación de familias
mixtas y de individuos divididos, porque todos recuerdan, e
incluso añoran, unas comunidades más coherentes y
una conciencia más unificada. El fundamentalismo
representa la forma ideológica de ese intenso
deseo".
29. Naïr, S.: "Después de Porto Alegre" en
El País, 12.2.2002.
30. Programa realizado por el Centro de Programas de
Comunicación de Salud
Pública de la Universidad John Hopkins de Baltimore
(EEUU): www.jhuccp.org.
31. Vidal-Beneyto, J.: "Otro mundo es posible" en El
País, 28.2.2001