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Situación actual en Bolivia: panorama político-económico




Enviado por asoliz2003



     

    Bolivia:
    falencias en manifiesto de la cruceñidad

    El manifiesto "Para Seguir Desencantando la Tierra",
    escrito por Alcides Parejas, Susana Seleme y Ruber Carbalho, al
    que se adhirieron alrededor de 80 intelectuales
    de Santa Cruz (Semanario "Uno", del 11 al 17-XI-05), tiene
    demasiados aciertos como para silenciar sus falencias, que
    debilitan sus conclusiones. Veamos algunas de ellas: Dice el
    manifiesto: "… Santa Cruz nunca recibió una sola moneda
    de plata potosina ni una sola libra de estaño en la
    República…"

    La plata potosina financió en gran medida, el
    funcionamiento administrativo de todo el Alto Perú, la
    Capitanía de Chile y de las Audiencias de Lima y Buenos Aires.
    José Luis Roca, en su "libro
    "Economía y
    Sociedad en el
    Orienta Boliviano (Siglos XVI-XX), enumera los decretos que entre
    1952 y 1955 impulsaron la carretera Cochabamba-Santa Cruz
    (Editorial "Oriente", Santa Cruz, 2001, página
    571).

    Es obvio que los concentrados de estaño no iban a
    Santa Cruz sino a las fundiciones inglesas, pero es evidente
    también que parte de las divisas generadas
    por la Corporación Minera de Bolivia (y por Potosí)
    permitieron concluir la trascendental obra. El ingenio azucarero
    de Guabirá se construyó con desembolsos
    estatales.

    El gobierno central
    pagó la expropiación de los terrenos para la
    construcción del ingenio y los programas de
    colonización. En julio de 1955, financió el
    asfaltado de la carretera Santa Cruz-Montero y la
    construcción del puente sobre el río Piraí.
    Roca destaca la visión de Alfonso Gumucio Reyes y la
    voluntad política para
    integrar al país. (Página 572). Enrique Mariaca
    puntualizó que el gobierno de Villarroel financió
    las primeras exploraciones de YPFB en Santa Cruz.

    Sin embargo, tales inversiones
    fueron tardías e insuficientes, Debieron iniciarse al
    fundarse la República. Por eso tiene razón el
    "manifiesto" al destacar la visión y el patriotismo de los
    cruceños que redactaron el premonitorio reclamo de 1868 y
    el memorando de 1904, que denunciaron la postergación
    injusta del oriente del país.

    Sin embargo, fue la mentalidad encomendera de las
    oligarquías la que estancó al país en su
    conjunto. ¿Acaso La Paz, por ejemplo, no tuvo razón
    al repudiar el retiro de las rieles del ferrocarril al Beni, el
    sabotaje a la instalación del ingenio azucarero de San
    Buena Ventura o el desmantelamiento de la red ferroviaria del
    Occidente, ordenada por Gonzalo Sánchez de Lozada (GSL)?
    El "manifiesto" sostiene que "los Estados que nacen desde arriba,
    desde la cúpula de una burocracia,
    cualquiera sea su tendencia, son artificiales".

    Lo anterior es falso. Mario Góngora, autor del
    libro clásico "Ensayo
    Histórico sobre la Noción de Estado en
    Chile en los Siglos XIX y XX", sostiene: "La nacionalidad
    chilena ha sido formada por un Estado que ha antecedido a ella, a
    semejanza, en esto, a la Argentina, y a diferencia de México y
    del Perú donde grandes culturas autóctonas
    prefiguraron los Virreinatos y las Repúblicas".

    El prologuista del libro, Ricardo Krebs, dice: "El Estado es
    la matriz de la
    nacionalidad;
    la nación
    (chilena) no existiría sin el Estado, que la ha
    configurado a lo largo de los siglos XIX y XX (Editorial
    "Universitaria, Santiago, 1990). El tema es diverso y no
    dogmático. Lo cierto es que en Bolivia, a diferencia del
    país vecino, no hubo una clase
    dirigente con objetivos
    nacionales, cuya visión estratégica se
    reducía al tamaño de sus fincas. Lo importante del
    "manifiesto" son también sus silencios. En efecto,
    ¿no merecía algún comentario el que las
    petroleras integren la Federación de Empresarios de Santa
    Cruz?

    El cruceñísimo Carlos Hugo Molina, al
    destacar que la próxima elección de prefectos
    podría facilitar acciones de
    fuerza contra
    los ocupantes ilegales de tierras, "independiente de cuanta
    sangre corra
    en el camino? (Semanario "Uno". 4-XI-05). En Bolivia se han
    juntado demasiadas miopías. La de los fundamentalistas
    indigenistas que alimentan a unos cuantos separatistas
    cruceños, seguidores de GSL, cuyas ideas nos son las del
    "manifiesto".

    La de quienes no entienden el papel del Estado en
    países sometidos como el nuestro. La de quienes creen que
    Bolivia podrá salvarse con autonomías, pero sin un
    proyecto
    nacional, elaborado democráticamente por todas sus
    regiones. De quienes piensan sólo en las autonomías
    de España
    y olvidan que potencias mundiales desgarraron a
    Yugoslavia.

     

    Bolivia:
    libros para la
    unidad nacional

    El titular periodístico es inequívoco:
    "Buscan firmas por la independencia
    de Santa Cruz" ("La Prensa",
    29-X-05). La consigna de dividir a Bolivia proviene de sectores
    del "Comité Pro Santa Cruz", aplicada por la Unión
    Juvenil Cruceñista (UCJ), conocida por golpear a
    indígenas que reclaman acceso a la tierra. Si
    sectores de ese Comité canalizan los planes de las
    petroleras, de centros de poder mundial
    y de la oligarquía chilena, ¿por qué los
    habitantes de Santa Cruz, respaldados por el cardenal Julio
    Terrazas, jefes militares y policiales, empresarios, trabajadores
    del campo y de las ciudades, profesores, estudiantes y amas de
    casa, no abren libros en defensa de la unidad
    nacional?

    Es verdad que la letal alianza de petroleras,
    usurpadores de tierras fiscales e importantes medios de
    comunicación busca la secesión de Santa Cruz.
    Pese a ello, no detendrá la avalancha de un pueblo
    orgulloso de ser boliviano. El nacer en algún lugar del
    planeta es una fatalidad.

    Sin embargo, el haber nacido y vivido en un país
    oprimido por los imperios, saqueado por las transnacionales y
    cercenado por oligarquías vecinas, con la complicidad de
    nuestros propios oligarcas, es un reto para no convertirnos en
    apátridas. Es cómodo pertenecer a potencias que
    explotan a países pobres. Es heroico, en cambio, en
    países como el nuestro, conservar la heredad que nos
    legaron nuestros mayores y que debemos dejar a nuestros
    hijos.

    Luchar en Bolivia por la integridad nacional no es lo
    mismo que defender el andino centrismo, la sede de gobierno, el
    número de escaños parlamentarios para las regiones
    o los privilegios de los burócratas que gobiernan desde La
    Paz.

    Esas deformaciones fueron estructurada por los oligarcas
    de la plata, los "barones" del estaño y por quienes
    condujeron a la revolución
    de 1952 a la claudicación y la derrota, y que dejaron en
    la miseria al conjunto del país. Ningún ciudadano
    humilde, de ninguna región del país, fue
    cómplice de ese fracaso ni acuñó la
    mentalidad centralista de la gran minería,
    digitada por el capital
    foráneo. Todo esto debe cambiar, pero no para despedazar a
    Bolivia ni empujarla a contiendas fratricidas. Santa Cruz tiene
    demasiada tradición patriótica para dejarse
    manipular por traficantes inescrupulosos.

    Lo señeros espíritus del federalista
    Andrés Ibáñez (nacido en Cochabamba), de
    Germán Busch, nuestro máximo héroe en la
    guerra del
    Chaco, de Enrique Finot, el canciller en la primera
    nacionalización del petróleo en América
    Latina, de Dionisio Foianini, el fundador de YPFB, y de
    Humberto Vásquez Machicado, el eximio historiador que
    condenó el Código
    "Davenport" del MNR guiarán esa epopeya
    unitaria.

    Cabe sumar el recuerdo de Ñuflo Chávez
    Ortiz, que tanto luchó contra el pongueaje, de Mario
    Gutiérrez, el sólido defensor de la causa
    marítima, de José Ortiz Mercado, el
    forjador de la mejor estrategia para
    el desarrollo
    nacional que se escribió en Bolivia o de Gladys Moreno,
    cuya melodiosa voz buscó siempre unir al
    país.

    Esos nombres tienen continuadores en el presente, como
    los de la parlamentaria Nora Soruco, de políticos como
    Roger Ortiz Mercado, Jerjes Justiniano, Tany Menacho y Carlos
    Hugo Molina, de escritores como Homero Carballo,
    de artistas como Piraí Vaca, de cineastas como Rodrigo
    Bellot o de periodistas como Fredy Morales.

    Por el contrario, candidatos presidenciales como Jorge
    Quiroga Ramírez
    deben explicar por qué propician a candidatos que atentan
    a la unidad nacional, como Roberto Ruiz Vas Werner en Tarija, en
    tanto Samuel Doria Medina, debe preguntar a su candidato
    vicepresidencial, Carlos Dabdou, si continúa planteando la
    "nación
    camba", disgregadora de Bolivia.

    La lucha por la unidad nacional exige diferenciarse de
    fundamentalismo indigenista, como el que propició Alvaro
    García Linera, candidato vicepresidencial del MAS, de Evo
    Morales, quien, felizmente, ha cambiado de discurso, y
    que servía, como anillo al dedo a los separatistas del
    oriente.

    Para abrir los libros en defensa de la unidad nacional
    nadie tiene que pedir permiso a nadie. Todo ciudadano que ama a
    su Patria debe hacerlo por iniciativa propia, con quienes
    comparten su patriotismo. Hoy, como nunca, adquiere validez, esta
    trascendental reflexión de José de San
    Martín: "Cuando la Patria está en peligro todo
    está permitido, menos el no defenderla".

     

    Bolivia: la
    agonía nacional

    Bolivia agoniza, pero no sólo por la voracidad de
    las petroleras, la maldad de los organismos financieros o la
    ambición de las oligarquías vecinas. Agoniza por su
    crisis
    espiritual, porque su "ajayu" (palabra aymara que significa
    alma)
    está casi desintegrada. Cuando miles de comerciantes
    exigen que continúe la venta de ropa
    usada de EEUU (prohibida en toda la región), lo que
    ocasiona el cierre de fabricas y talleres, se advierte que la
    crisis ha alcanzado a sectores populares.

    Cuando las FFAA observan impasibles la entrega a EEUU de
    28 mísiles defensivos (de corto y mediano alcance),
    donados por China Popular,
    para que sean desactivados y luego devueltos como chatarra, se
    comprueba que carecen de dignidad.

    Cuando el candidato presidencial del MNR, Michiaki
    Nagatani, es aplaudido por asegurar que seguirá pagando a
    los mayores de 65 años un bono solidario (BONOSOL), cuyo
    monto (250 dólares al año) es el mismo para un
    paupérrimo campesino o
    para el plutócrata Gonzalo Sánchez de Lozada (GSL),
    con lo que se dilapidan los recursos de la
    liquidación de las empresas
    estatales, se engaña al país al decirle qué
    saldrá de la miseria por el camino de la limosna.
    ¿Qué hubiera pasado si los europeos occidentales
    utilizaban los dineros del Plan Marshall
    para repartirlo entre sus ancianos?

    Cuando llega a la sede de gobierno el Presidente de la
    Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), José
    Céspedes, después de vociferar la consigna
    ¡Independencia!, ¡Independencia!, en una
    reunión pública de Santa Cruz, ("El Deber"
    18-06-05), sin que nadie critique su actitud, se
    demuestra que el fatalismo disgregador ha adormecido a
    columnistas y comunicadores sociales.

    Cuando los disgregadores de Bolivia hacen firmar libros
    a favor del separatismo sin que existan respuestas por la unidad
    nacional, se comprueba que la capacidad defensiva de los
    bolivianos es inexistente. Cuando muchos cooperativistas mineros
    se oponen a la reorganización de la Corporación
    Minera de Bolivia (COMIBOL), en alianza con las transnacionales,
    y sindicalistas de YPFB que impulsaron la liquidación de
    la estatal petrolera pretenden repetir sus tropelías,
    ahora que la empresa ha
    sido reflotada, sin que la sociedad los condene, debe aceptarse
    que el debilitamientos de la conciencia
    nacional ha llegado al movimiento
    obrero. COMIBOL y YPFB pueden ser reorganizadas sin las lacras de
    la corrupción
    que las corroyeron. Calles y caminos son cotidianamente
    bloqueados, con frecuente financiamiento
    de ONGs, por motivos nimios.

    No existe preocupación por el país en su
    conjunto. Muchos creen que los problemas
    serán resueltos con una Asamblea Constituyente, a
    realizarse después de las elecciones presidenciales del 18
    de diciembre. Están equivocados, porque en estas
    elecciones se elegirán prefectos departamentales, que
    antepondrán la región al país y
    obstaculizarán la reconstitución del Estado
    Nacional. Casi la mitad de la población deposita su esperanza en Evo
    Morales, el primer indígena, con visión nacional,
    que ocuparía la presidencia de la
    República.

    Me sumo a esa ilusión, pero siempre y cuando su
    acompañante a la vicepresidencia, Alvaro García
    Linera, abandone su prédica de "nación aymara", con
    derecho a territorio propio, a parlamentarios "originarios" y
    manejo autónomo de recursos
    naturales. Hasta ahora nadie ha trazado diferencias claras
    entre indígenas y mestizos o entre territorios de unos o
    de otros.

    Por el contrario, la base de la nación es indo
    mestiza. Pero en tanto el indigenismo a ultranza es sólo
    testimonial, detrás del separatismo regional están
    las transnacionales que pretenden controlar el gas de Tarija y
    Santa Cruz, para beneficio de sus filiales y socias asentadas en
    Chile, Argentina y Brasil.

    Existe poco espacio para la esperanza. Aunque el "ajayu"
    de Tupak Katari, de los protomártires de la independencia
    y de patriotas como Busch, Villarroel, Almaraz, Quiroga Santa
    Cruz y Ortiz Mercado puede aún lograr que el MAS forme
    parte de un Movimiento Nacional más amplio y unitario,
    desprovisto del fundamentalismos indigenistas y capaz de salvar a
    Bolivia.

     

    Por: Andrés Soliz Rada

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