Monografias.com > Educación
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Reflexiones sobre universidades corporativas



    1. Reingeniería del
      aprendizaje
    2. Los objetivos del
      aprendizaje

    En el mundo de la formación en grandes
    empresas,
    empezó a sonar, en los 90, un nuevo buzzword: la
    "universidad
    corporativa". Recuerdo que por entonces, ya quizá en
    declive el de la dirección por objetivos,
    sonaban otros muchos postulados entre los profesionales de
    recursos
    humanos: la excelencia, el liderazgo, el
    trabajo en
    equipo, la gestión
    por competencias, la
    reingeniería de procesos, el
    benchmarking, la learning organization, la gestión del
    conocimiento, la orientación al cliente

    Todavía no sonaba el e-learning porque
    estábamos en la etapa off line, pero lo de la
    "universidad corporativa" parecía algo distinto, que
    contribuía al alineamiento y la sinergia de
    los esfuerzos dedicados, y también a dar solidez y
    significado a los grandes departamentos de
    formación.

    Empecé a leer sobre corporate universities
    mediados los años 90, y recuerdo que se hablaba, entre
    otras, de la de Motorola o la de Disney. Llegué a publicar
    una pequeña columna en marzo del 98 sobre esta tendencia,
    y recibí enseguida la llamada de una antigua amiga, que
    trabajaba en el área de formación de una gran
    empresa, en
    Madrid.

    Supongo que fue sólo un pretexto para saludarnos
    periódicamente, pero me dijo que mi columna había
    contribuido a aclararle un poco las ideas, en relación con
    el proyecto de
    universidad corporativa (UC) de su compañía; lo que
    sí puede creerse es que por entonces había alguna
    divergencia inicial, típica de los arranques de estos
    proyectos de
    cambio. Desde
    luego, yo no habría podido improvisar mucho más de
    doscientas palabras en 1998.

    Decía en uno de aquellos párrafos: "En
    organizaciones
    grandes, con diferentes y distantes centros de trabajo, el
    aseguramiento de la rentabilidad y
    eficiencia de
    los esfuerzos dedicados exige soluciones
    bien orquestadas.

    Algunas compañías han incorporado el
    modelo
    universitario: han puesto en marcha su propia universidad. El
    modelo apunta al reconocimiento de facultades o
    disciplinas acordes con la actividad productiva de la
    compañía y con su estilo de gestión o
    cultura
    empresarial, y establece carreras ajustadas a las necesidades
    presentes y futuras de los puestos de trabajo". Y
    añadía: "Estas corporate universities se
    dotan también de centros de selección
    y assessment, y en ocasiones desarrollan una actividad de
    investigación que permite ofrecer
    asesoría técnica y aun consultoría en management, al resto
    de departamentos de la
    empresa".

    Pero más tarde me fue pareciendo que la etiqueta
    se utilizaba tal vez con alguna generosidad; que, para
    hablar de universidad corporativa, podría bastar con tener
    un departamento de formación suficientemente importante,
    al que se incorporaran las nuevas
    tecnologías (TIC).

    Enseguida llegaron, en efecto, los campus virtuales y la
    etapa on line de la formación en grandes empresas,
    y las corporate unis pudieron ir adquiriendo una forma
    diferencial, de modo que parecieran algo más que hot
    air
    . Hoy se dan diferentes significados a este significante,
    como por cierto ocurre con el denominado e-learning; pero
    quizá la de universidad corporativa puede parecer, a
    veces, una mera etiqueta.

    Supongo que los grandes departamentos de
    formación (de las empresas que los tienen) podrían
    hacer lo mismo sin etiquetarse así, incluso aunque de
    verdad copiaran el modelo universitario para la
    orquestación de carreras profesionales, e incluso aunque
    pudieran dedicar esfuerzos a la investigación en materia de
    recursos humanos.
    Si la etiqueta se impone es que debe ser útil…;
    aunque habría que saber, en cada caso, qué hay
    exactamente detrás de ella.

    He leído que estas UC vienen a intentar cubrir la
    distancia entre el mundo académico y el empresarial, ya
    que los universitarios no llegan suficientemente formados a las
    empresas… También he leído en Internet lo que
    supuestamente distingue a un área de formación de
    corte tradicional, de una moderna UC…

    La verdad es que no me ha parecido encontrar nada que no
    correspondiera a un área de formación de nuestros
    días (aunque no se hubiera acogido a la etiqueta), pero
    también he visto que se otorgan grandes reconocimientos y
    premios a las mejores universidades corporativas, de modo que
    debe haberlas ejemplares.

    Es cierto —o me lo parece— que algo nuevo
    había que hacer en las empresas para asegurar el alto
    rendimiento de sus personas. En teoría,
    una gran empresa se dotaría de una universidad corporativa
    para mejorar los humanos recursos (inteligencias "profesionales")
    de sus recursos humanos (trabajadores y directivos), con el mejor
    aprovechamiento de la inversión, de modo que la
    organización avanzara hacia la excelencia y la
    prosperidad; pero de alguna de las UC de que tengo alguna
    información, diría yo que superan en
    imagen y
    prestigio social a las propias compañías a que
    sirven. Por ejemplo, de una de ellas se habla (bien) a menudo al
    hacerlo también del e-learning, pero la empresa ha
    visto esfumarse en nuestro país su brillantez pasada, y ha
    sufrido un desplome brutal de sus acciones.

    En otro caso, la UC recibe premios y reconocimientos
    —sin duda constituye una referencia—, pero la empresa
    tiene dañada su imagen ante la ciudadanía. Y en otro caso distinto de los
    anteriores, la empresa parece dudar entre hablar expresamente de
    universidad corporativa y evitar hacerlo (optando por hablar de
    instituto de aprendizaje…), pero también
    parece lucir sus esfuerzos de formación.

    Todos estaríamos de acuerdo en que podemos ser
    más eficaces, y aun más felices, individual y
    colectivamente, en las empresas, y en que algo podría
    hacer la formación al respecto. Pero, además de
    pensar en reingenierías de los grandes departamentos de
    formación, quizá habría ciertamente que
    pensar en reingenierías del aprendizaje
    continuo.

    Esto es complejo, pero si uno ha aprendido a aprender
    (importante metaaprendizaje éste), quizá
    sólo necesita ya una buena biblioteca (que
    ya las había en las grandes empresas en los años 70
    y 80, si no antes) y estar conectado a
    Internet…

    Todo esto depende de muchas cosas y es ciertamente mucho
    más complejo, pero he visto que se habla del
    "independent lifelong learning" para cuando los
    universitarios lleguen al mundo laboral; lo que
    yo añadiría es que, más allá de
    conocimientos, tendríamos que ser conscientes de
    qué otras competencias hemos de cultivar y
    desarrollar.

    En una consultora en que trabajé, tuve un jefe
    que decía ser quien más sabía sobre
    gestión por competencias, e incluso se propuso escribir un
    artículo titulado "Todo lo que usted siempre quiso
    saber sobre gestión por competencias
    " (o algo
    así).

    Desde luego, sabía mucho sobre las herramientas y
    la metodología de soporte del sistema, y yo
    mismo aprendí de él; pero creo que, si los
    continentes no se llenan de contenidos realmente útiles y
    valiosos —si no se hace una descripción útil de las competencias
    necesarias y un diseño
    eficaz de las soluciones para su desarrollo—, entonces, ¿para
    qué sirven los continentes?

    Ahí es donde me parece que podemos estar
    fallando: en los contenidos; en lo que hemos de aprender. Y algo
    así podría estar pasando con las universidades
    corporativas: si —más allá de los premios y
    reconocimientos que reciben sus responsables— no
    contribuyeran a la excelencia y prosperidad de sus empresas, a
    través del desarrollo profesional de sus personas,
    ¿a qué estarían contribuyendo?

    Bien por las UC que funcionen bien, aprovechando
    seguramente a tope las TIC, aunque parezca sospechoso el
    empeño por lucir llamativas etiquetas… Si una
    universidad corporativa contribuye de manera determinante a
    mejorar los perfiles competenciales de las personas, merece, sin
    duda, ser distinguida de aquellas otras que no contribuyan tanto;
    pero probablemente la mera atribución de la prestigiosa
    etiqueta no hace milagros en este sentido (aunque pueda hacer
    otros milagros).

    Reingeniería
    del aprendizaje

    Esa reingeniería del aprendizaje permanente de
    que hablábamos, pasaría sin duda por la
    proactividad del individuo, por
    su autoconocimiento, por el competency movement y por el
    e-learning…, por lo menos.

    Pero, si un individuo no fuera consciente de las
    debilidades de su perfil profesional y no deseara mejorarlo, ya
    podríamos tener un bonito edificio en un atractivo lugar,
    con muchos acres de terreno, que difícilmente
    aprendería el individuo; ya podríamos igualmente
    tener una buena plataforma de e-learning, que no
    sería bien aprovechada…

    Y si, sospechando quizá que no iba a ser muy
    utilizada, llenáramos la plataforma de contenidos
    mediocres, aunque estableciendo un sistema de extrínseca
    motivación
    mediante créditos o puntos, entonces lo que
    podríamos generar es algún rechazo al método por
    parte de los usuarios. Conclusión: si una UC tiene
    recursos (materiales)
    para ello, tal vez debería empezar por predicar el
    mantra del autoconocimiento y el del lifelong
    learning
    (aprendizaje a lo largo, y ancho, de la
    vida).

    Sin duda, el e-learning resulta especialmente
    idóneo (como método), tanto por la asunción
    de protagonismo del alumno, como por la sintonía con la
    idea del aprendizaje permanente y del trabajador del conocimiento:
    podría hablarse de lifelong e-learners. Pero
    estamos hablando de organización y metodología del
    aprendizaje con ayuda de las TIC; falta hablar de objetivos a
    alcanzar con el mismo.

    Hablaremos también entonces de objetivos
    perseguidos; pero antes, si echamos por un momento la vista dos o
    tres décadas atrás, parece que, en algunos casos,
    la formación se distribuía entre los empleados y
    directivos como una especie de beneficio a repartir…: "hay
    tanto de presupuesto,
    somos tantos, a tanto tocamos…".

    Aún hoy, cuando veo algún programa
    máster para "Directores de Formación", sospecho a
    veces que se preparan "administradores de presupuestos",
    y no tanto "consultores de formación"…
    Permítanme esta atrevida reflexión, para provocar
    la suya.

    Puede que alguna vez se hayan preguntado como yo: "Pero,
    ¿de qué depende que una empresa del
    saber —una empresa que utiliza la información y
    el
    conocimiento como materia prima
    esencial o única— vaya bien y prospere?".

    Yo me digo que muy frecuentemente depende de las
    decisiones que tome la Dirección; que si la cosa va bien,
    todos contentos y la formación se orquesta, en general,
    por precisa, y también como premio a directivos y
    trabajadores…

    Pero creo que si la cosa va mal, corren riesgo los
    presupuestos de formación.

    Ahora recuerdo —porque me pareció
    llamativo— que, el año pasado, en el
    Expomanagement´2004 de Madrid, ante un auditorio de
    ejecutivos y directivos, Tom Peters dijo: "Todos hablamos de la
    importancia de las personas, pero el 98% miente…".

    Lo recuerdo ahora porque si la Alta Dirección no
    creyera en la importancia de las personas, tampoco creería
    en la formación. Desde luego, yo me quedé pensando
    en que el guru de la excelencia empresarial
    —quizá el más brillante como conferenciante,
    aunque hubo bastantes y muy buenos— exageraba
    deliberadamente; pero aquí, como en todo, el lector
    tendrá su propia opinión.

    Quizá no tan digresivo este párrafo, después de todo:
    ¿qué pasa entonces con la formación en las
    empresas? ¿Cómo la ve la Alta
    Dirección?

    Al respecto, les reproduzco una declaración a
    Expansión y Empleo (julio de 2004) del primer
    ejecutivo de una consultora española, José Ignacio
    Díez, de FYCSA, sobre la formación en las empresas:
    "Los departamentos de formación no están bien
    posicionados, no tienen poder interno.
    Por encima de ellos no hay interés en
    el asunto, están preocupados por las ventas y la
    cuenta de resultados. Además, tampoco los consejeros
    delegados ni los siguientes niveles tienen tiempo para
    dar ejemplo asistiendo a actividades formativas".

    En el reportaje, éste y otros dirigentes de
    consultoras de formación señalaban que las empresas
    compran cursos y servicios
    formativos por precio, y no
    por calidad. No
    tenemos que estar plenamente de acuerdo con estos proveedores,
    pero algo nos deben estar diciendo.

    En realidad y salvo ayudas o bonificaciones, la
    formación parece ser cosa de los buenos tiempos y
    reducirse en vacas flacas; de modo que su relación con la
    prosperidad de la empresa puede formularse de dos
    maneras.

    Por una parte, se dice que personas bien formadas
    contribuyen a la prosperidad, y a eso parecen adherirse las
    universidades corporativas, los departamentos de
    formación, los proveedores de e-learning, las
    consultoras de formación, otros agentes del sector y los
    propios individuos.

    Pero, por otra parte y en la práctica,
    quizá es la prosperidad la que contribuye a la
    formación de las personas, porque hay más
    formación en los buenos tiempos; dicho de otro modo, en
    malos tiempos los empresarios recortan el presupuesto porque les
    parece prioritario el ahorro de
    costes. ¿Lo perciben ustedes así?

    En la medida en que la universidad corporativa
    funcionara al margen de la marcha coyuntural de la
    compañía, con presupuesto garantizado, eso
    podría constituir un sólido avance frente al modelo
    tradicional. Pero si no fuera así, habríamos de
    creer que las UC son un lujo de los buenos tiempos, y
    quizá una carga en los malos.

    ¿Es vital, o no es vital, la formación en
    la empresa? Yo creo que lo que es vital es el aprendizaje,
    tanto para la empresa como para el individuo; porque si sabes
    mucho no pueden desprenderse de ti, y si, a pesar de ello, lo
    hacen, entonces te vas con tus conocimientos y tu desarrollo
    profesional.

    Los objetivos del
    aprendizaje

    Les había invitado a hablar de esto —de los
    objetivos del aprendizaje—, pero si ya les ha parecido
    demasiado, pueden dejarlo aquí, que no se lo tomaré
    en consideración. Pueden ser partidarios de las UC o
    escépticos al respecto, pero el auténtico debate, la
    actualidad en el siglo XXI, estaría quizá en el
    aprendizaje permanente, proactivamente conducido por el
    individuo, aunque reciba para ello medios, apoyo
    y tutela. Pero,
    ¿qué debemos aprender?

    La pregunta puede formularse inicialmente de otro modo:
    ¿qué perfil nos exigen los nuevos tiempos, para el
    ejercicio profesional?

    Si usted llegó alto y tiene resuelto el futuro,
    puede sucumbir a la creencia de que ya sabe suficiente; incluso
    así, podría aprender por la satisfacción de
    hacerlo, o para lucir su saber, o en beneficio colectivo. Pero
    casi todos hemos de aprender para prolongar nuestro valor en el
    mercado de
    trabajo, a pesar del paso del tiempo.

    A este respecto, recordemos ahora concretamente en
    qué consiste un trabajador ideal, en la economía del
    conocimiento. Más o menos, el perfil del nuevo trabajador
    del conocimiento que nos dibuja Peter Drucker:

    1. Ha alcanzado ya un visible grado de desarrollo
      personal y profesional.
    2. Maneja con soltura las TIC.
    3. Tiene suficientes destrezas informacionales
      (búsqueda, interpretación, evaluación, etc).
    4. Sabe qué sobra y falta en su perfil
      profesional.
    5. Es proactivo en el aprendizaje, y al respecto utiliza
      los medios a su alcance.
    6. Goza de cierto grado de autonomía en su
      trabajo.
    7. Practica también el aprendizaje en equipo, en
      entornos físicos y virtuales.
    8. Ofrece el mejor rendimiento de su perfil
      competencial.
    9. Persigue la mejora y la innovación.
    10. Subordina sus intereses particulares a los
      colectivos.

    Si no les convence esta lista —una atrevida
    improvisación del trabajador "10"—,
    modifíquenla y, sobre todo, prolónguenla; pero no
    pierdan la oportunidad de examinarse continuamente frente al
    perfil deseable.

    En la medida en que una universidad corporativa, o un
    departamento de formación, o un programa abierto de
    formación continua, satisfaga alguna de sus necesidades,
    aproveche sus oportunidades; pero no deje que nadie protagonice
    su desarrollo profesional: hágalo usted mismo. Busque
    apoyo, consejo, tutela; pero tenga usted sus metas (coincidentes
    o compatibles con las de su empresa) y
    persígalas.

    Ahora volvamos sobre el punto 4.

    Debemos, desde luego, seguir el avance del conocimiento
    en nuestro campo, e incluso contribuir a dicho avance si la
    organización contempla actividades de I+D.

    En realidad, todos deberíamos constituir un
    pequeño e íntimo centro de I+D, intentando hacer
    cada día mejor las cosas, y contribuyendo a la
    colectividad cuando descubramos que algún cambio realmente
    funciona. Pero si el conocimiento nos procura capacidad de actuar
    —fundamento éste de la denominada gestión del
    conocimiento—, no olvidemos que para actuar bien, con
    elevado rendimiento, para ser un star performer,
    necesitamos algo más que saber más.

    Necesitamos habilidades técnicas y
    funcionales, inteligencia
    cognitiva y emocional, fortalezas personales, dominio de
    nosotros mismos… Pero no sólo hemos de tener lo bueno y
    positivo, también hemos de neutralizar lo malo y
    negativo.

    Al final, en ocasiones las cosas salen mal sin que haya
    habido déficit de inteligencia ni de formación;
    puede haber presencia perniciosa de trastornos y perversiones
    profesionales que no hemos neutralizado, quizá porque no
    somos conscientes de ellas.

    Fíjense por ejemplo, en un individuo narcisista:
    un auténtico peligro, especialmente si se trata de un
    ejecutivo. Fíjense ahora en alguien codicioso o sediento
    de poder: otro grave peligro en las organizaciones.
    Fíjense ahora en un jefe con presunción de
    infalibilidad. Recuerden ahora esas reuniones en que
    íbamos a tomar decisiones por consenso y al final las
    tomamos por cansancio… ¿Atienden a estas cosas las
    universidades corporativas, a las que atribuimos más
    recursos que a un departamento de formación tradicional?
    ¿Atienden las universidades corporativas a la terra
    incognita
    (especie de hiato) entre el perfil competencial y
    el alto rendimiento? ¿Se trata siempre de universidades
    corporativas, o a veces de grandes academias?

    ¿Atienden al aprendizaje colectivo, más
    allá de los individuales? ¿Atienden a la
    inteligencia de la organización, según el modelo de
    Chun Wei Choo, o de Senge, o de Nonaka, o de otros?
    ¿Tienen su propio modelo? ¿Están estas
    inquietudes, u otras más importantes, presentes en la
    génesis de las universidades corporativas?
    ¿Qué objetivos de eficacia
    (Kirkpatrick) se plantean las UC? ¿Eligen, en su caso,
    proveedores de formación atendiendo a la calidad, y no
    tanto al precio?

    Confiemos en que todas estas respuestas vayan resultando
    satisfactorias en todos los casos, y saludemos todas las
    iniciativas tendentes a la mejora de la productividad y
    la competitividad
    de las organizaciones.

     

    José Enebral Fernández

    Alta Capacidad

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter