Monografias.com > Economía
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

La Acción del Gobierno




Enviado por Ricardo Lomoro



    Monografía destacada

    ¿Debe el estado
    intervenir en la economía?.
    ¿Puede influír en el desempeño de la
    economía?.

    ¿Sólo debe utilizar -como proponen los
    monetaristas- el freno o el acelerador a través de la
    oferta
    monetaria?. ¿O los gastos
    gubernamentales y la política
    fiscal -como sostienen los keynesianos- deben actuar para
    agregar o desagregar demanda?.

    Veamos para comenzar, como puede impactar la política
    gubernamental a la hora de plantear un modelo de
    ocupación y sus repercuciones
    históricas.

    De la lectura de
    diversos artículos periodísticos -recientes- surge
    el comentario sobre la escasez de
    empleados, calificados o no, para los miles de puestos que se
    ofrecen a diario en Estados Unidos.
    Destacaba la información, incluso, el reclutamiento
    de medio millón de trabajadores en Alemania para
    una empresa de
    software
    norteamericana (la cifra nos parece muy alta, pero respetamos el
    original).

    Ello contrastaba, en esa misma fecha, con la
    ocupación de la Bolsa de Comercio en
    París por parte de desempleados, reclamando puestos de
    trabajo.
    Existe por lo tanto en la actualidad una comparación que
    puede resultar aleccionadora para muchos países. Europa y Estados
    Unidos, juzgados por las implicancias de sus políticas
    de empleo, dan
    cuenta de distintas metodologías para encarar el problema
    dentro de sus territorios.

    Horst Siebert, "Labor market rigidities", y Stephen
    Nickeil, "Unemployment and labor market rigidities" en Journal of
    economic perspectives -1997, enumeraban detalles de sumo interés,
    destacando que en la historia
    reciente:

    "1 – El desempleo
    europeo ha sido menor al americano durante los años 70.
    Pero desde los años 80 fue siempre mayor.

    2 – La tasa de desempleo en Estados Unidos no ha
    aumentado de 1970 a la fecha. Se mantuvo estable alrededor del
    5-6%. Europa fue testigo de aumentos considerables.

    3 – El empleo creció en Estados Unidos un 58%
    en el período 1970-1996 (47 millones de puestos de
    trabajo), mientras que en Europa lo hizo en sólo 12% (18
    millones de puestos).

    4 – La relación empleo población cayó en Europa de 65 a
    60 por ciento, mientras en Estados Unidos se mantiene en
    alrededor del 75%

    Las razones que explican las diferencias se refieren a
    los arreglos institucionales que involucran incentivos y
    desincentivos en el mercado de
    trabajo.

    Del lado de la demanda, no sólo influyen el
    precio final
    de bienes y
    servicios y la
    productividad
    del trabajo, sino también las regulaciones que afectan el
    tiempo de
    trabajo, despidos, los impuestos al
    trabajo, etc.

    En el tramo de la oferta no sólo influye el
    salario
    mínimo, sino tambien el nivel y la duración del
    desempleo, pagos por seguridad
    social y beneficios por desempleo, entre otros.Las
    diferencias entre Europa y los Estados Unidos están dadas
    por patrones institucionales, pues los shocks tecnológicos
    sufridos han sido los mismos para ambas
    economías.

    Es importante destacar que al menos dos países de
    la OCDE tienen tasas de desempleo menores que Estados Unidos:
    Japón y
    Suiza exhiben con orgullo tasas del orden del 2,6 y 1,8
    respectivamente para 1996.

    La centralización de las negociaciones
    salariales causa menor diferenciación: los salarios
    más bajos son "levantados" en Europa por razones de
    supuesta equidad. Y
    esto lleva a que no pueda existir un ajuste necesario hacia un
    nuevo equilibrio con
    pleno empleo. Por ello, vemos que al no poder ajustar
    el precio, el mercado de trabajo ajusta por cantidades, generando
    desempleo. Europa, exceptuando al Reino Unido, muestra una baja
    dispersión salarial, en tanto que Estados Unidos exhibe
    una tendencia creciente a la diferenciación
    salarial.

    Las características institucionales del proceso de
    negociación salarial también
    difieren en ambas regiones. En Europa predomina la
    determinación de salarios en nivel nacional o por industria, en
    tanto que en Estados Unidos las condiciones de negociación
    son propias de una economía de mercado: se negocia por
    empresa,
    existe descentralización, bajo nivel de
    sindicalización y casi nula coordinación de cambios de salarios en
    nivel nacional, lo cual facilita adaptar las condiciones de
    trabajo a la realidad de cada empresa. Como medida de cuan
    flexibles son las normas
    institucionales en uno y otro continente, se observa que cuando
    el desempleo cobra importancia se necesita 1 año en
    Estados Unidos para generar la mitad del ajuste salarial
    necesario, en tanto que en Europa el período necesario es
    de 3 años y medio para Francia o 4
    años para Alemania.

    En Europa, los impuestos al trabajo que inciden tanto en
    la oferta como en la demenda han tenido un efecto negativo
    importante desde los años 70. Con altos impuestos al
    factor trabajo (altas cargas sociales sobre la nómina
    salarial), una empresa responde utilizando técnicas
    capital-intensivas, con lo cual se desplaza
    trabajo. Por el lado de los trabajadores cuando se establece una
    "cuña" entre los costos laborales
    reales y el salario efectivo se incentiva la búsqueda de
    trabajos en la economía informal.

    La legislación europea, que brinda supuesta
    "protección" laboral a los
    trabajadores, sólo mira los efectos inmediatos sobre la
    demanda laboral omitiendo una necesaria mirada prospectiva de
    largo plazo. En términos intertemporales, las reglas de
    protección inducen a una menor demanda laboral, pues las
    firmas, anticipándose a probables shocks adversos, ajustan
    "ex-ante" la demanda de trabajo.

    El auge del estado del
    bienestar en Europa en los años 70 implicó medidas
    como, por ejemplo, mayor facilidad en la obtención de
    beneficios laborales, extensión de programas de
    ayuda a desocupados; diferencias entre los salarios más
    bajos de la escala y los
    ingresos de
    los que no trabajan en el estado del bienestar que se hicieron
    más pequeñas; aumento del salario
    mínimo"

    Ya que estamos citando artículos
    periodísticos, veamos lo que dicen Bob Davis y David
    Wessel redactores de The Wall Street Journal (marzo 1998), en
    otro ejemplo -digamos inverso- sobre la "conveniente"
    intervención del gobierno en la
    economía:

    "Washington. El Departamento del Tesoro le indicó
    a las autoridades japonesas que necesitan con urgencia recortar
    los impuestos y aumentar el gasto
    público en 65.000 millones de dólares a 80.000
    milones de dólares.

    En Estados Unidos crece la preocupación frente al
    hecho de que Japón esté haciendo tan poco para
    estimular su moribunda economía. Y a diferencia de
    intentos anteriores para influír en la política
    comercial y fiscal de
    Japón , Estados Unidos ahora cuenta con un amplio respaldo
    de Europa y Asia………

    …….Según el Tesoro y el Fondo Monetario
    Internacional (FMI),
    Japón tiene en la actualidad una política de
    austeridad fiscal. Funcionarios de alto rango del Tesoro piensan
    que sólo para asumir una posición más
    austera, Japón tendría que recortar impuestos y
    aumentar el gasto público en una suma equivalente a un
    1,2% de su PIB, que
    asciende a 500 billones de yenes (3,92 billones de
    dólares).

    Como la economía japonesa está tan
    deprimida, Estados Unidos quiere que Japón haga más
    que eso.

    El Tesoro propone un paquete de estímulo de entre
    1,5 y un 2% del PIB(62.680 a 78.359 millones de dólares),
    que no incluyan trucos contables, gastos ya planeados o gastos
    que no fomentan el crecimiento, como compras de
    tierra……

    …….Robert Rubin, Secretario del Tesoro, y su
    Secretario Adjunto Laurence Summers, han aprovechado casi
    cualquier oportunidad para presionar a Japón
    públicamente. "Creemos que es muy importante que
    Japón genere un mayor crecimiento
    económico en base a la demanda doméstica; no
    sólo para Japón, sino para la recuperación
    de Asia".

    Diversos organismos multilaterales comienzan a compartir
    su opinión. A finales de enero, en una serie de juntas de
    la OMC sobre
    Japón, "los participantes recalcaron la importancia de que
    Japón estimule la demanda doméstica, en vez de
    depender de las exportaciones
    para su recuperación económica"".

    ¿Los monetaristas resucitan a Keynes?.
    ¿No era que Thatcher y Reagan habían "ganado" la
    batalla contra el intervencionismo estatal?

    Como se digiere la presión de
    Estados Unidos a Japón, para que reanime su
    economía, con la opinión de Peter Drucker, en su
    libro Tiempo
    de desafíos-Tiempo de reivindicaciones, cuando dice: "El
    gobierno, en especial, ha pasado a ser el centro de la tormenta
    en el mundo no comunista (1995), con la amenaza de trastornos
    económicos y monetarios súbitos e impredecibles. El
    legado de cuarenta años de fracaso del "estado de
    bienestar keynesiano", cuyas políticas dominaron el mundo
    occidental no comunista antes de 1985. Estas amenazas no
    están en modo alguno limitadas a los países en
    desarrollo".

    ¿Es bueno que el estado no intervenga en el
    mercado de trabajo, o en la política
    social; pero que si lo haga para mejorar los negocios de
    las multinacionales, para sostener las cajas de ahorro, los
    bancos, las
    cotizaciones de las bolsas, contratar obra pública, o
    subsidiar a las grandes empresas?

    ¿Europa tiene "sobrepeso" -competitivo- por
    exceso de estado del bienestar y Estados Unidos está
    "atlético" por que no practica el estado del
    bienestar?.

    Veamos que opinan algunos autores sobre la
    intervención del estado en la economía y sus
    perspectivas, ante la
    globalización:

    "Dejando aún de lado los puntos de vista
    más extremos, se acepta en general que el estado puede
    influír en el desempeño de la economía, ya
    de manera directa, como en el caso de la política fiscal,
    o mediante el control de la
    política
    monetaria. En este último caso, sin embargo, un
    considerable sector de la opinión sustraería el
    manejo de la política monetaria de la esfera gubernamental
    y haría más probable la consecución de
    dinero neutral
    encomendándolo a una autoridad
    monetaria independiente, por regla general el Banco Central,
    con un mandato para asegurar la estabilidad de precios", nos
    dice Eric Roll (ob. cit.).

    "El auténtico papel del gobierno en la ventaja
    competitiva nacional es el de influír en los cuatro
    determinantes(1-condiciones de los factores,2-condiciones de la
    demanda, 3-sectores afines y de apoyo, 4-estrategia,
    estructura y
    rivalidad de la empresa). Los
    condicionantes de los factores se ven afectados por las
    subvenciones, la política respecto a los mercados de
    capital, la política educativa y otra intervenciones por
    el estilo. El papel del gobierno al moldear las condiciones de la
    demanda local es más sutil. Los entes gubernamentales
    establecen normas o reglamentos locales concernientes al producto que
    delimitan las necesidades de los compradores o influyen sobre
    ellos. El gobierno también suele ser un comprador
    importante de muchos productos de
    una nación,
    entre los que cabe destacar productos para la defensa, equipo de
    telecomunicaciones, aviones para las líneas
    aéreas nacionales y muchos más. La forma en que se
    desempeñe este papel de comprador puede ayudar o
    perjudicar a la industria de la nación.
    El gobierno puede moldear las circunstancias de los sectores
    conexos y de apoyo de otras e incontables maneras, tales como el
    control de los medios
    publicitarios o el establecimiento de normativas para los
    servicios de apoyo. La política gubernamental influye
    también en la estrategia, estructura y rivalidad de la
    empresa, por medio de mecanismos tales como la regulación
    de los mercados de capitales, la política fiscal y la
    legislación antitrust.

    Es evidente que la influencia del gobierno en los
    determinantes fundamentales de la ventaja competitiva nacional
    puede ser positiva o negativa.

    Desde una posición extrema algunos ven al
    gobierno, en el mejor de los casos, como un participante pasivo
    en el proceso de competencia
    internacional. Su intervención más apropiada
    consistiría en sentarse y dejar que las fuerzas del
    mercado actuasen libremente. Mi teoría
    y los datos que hemos
    obtenido con nuestras investigaciones
    no apoyan esta idea. La política que siga el gobierno
    influye, tanto positiva como negativamente, en la ventaja
    nacional.

    El objetivo
    primordial de la política gubernamental en cuanto a la
    economía consiste en desplegar los recursos de un
    país (trabajo y capital) con unos altos y crecientes
    niveles de productividad.El objetivo del gobierno debe radicar en
    crear un entorno en el que las empresas puedan mejorar las
    ventajas competitivas de los sectores establecidos mediante la
    introducción de una tecnología y unos
    métodos
    avanzados y mediante la penetración en segmentos
    más avanzados.

    La política gubernamental también debe
    fomentar la capacidad de las empresas de un país para
    penetrar en sectores nuevos en los que se pueda conseguir una
    productividad mayor que en las posiciones cedidas en sectores y
    segmentos menos productivos.

    Si el primer requisito previo para una
    política sensata sobre industria es contar con las metas
    adecuadas, el segundo es disponer de un modelo idóneo de
    medidas que pueden apoyar el éxito
    competitivo.

    Actualmente (1989), los gobiernos de casi todas las
    naciones están tomando medidas para aumentar la competitividad. Algunas de las políticas
    más descollantes son las siguientes: devaluación, liberación, privatización, atenuación de la
    normas relativas a productos y medioambiente, promoción de la colaboración entre
    empresas de varios tipos, fomento de las fusiones, reforma
    fiscal, desarrollo regional, negociación de restricciones
    voluntarias o de acuerdos pactados de comercialización, esfuerzos para mejorar el
    conjunto del sistema
    educativo, ampliación de la inversión oficial en investigación, programas gubernamentales
    para financiar nuevas empresas y un papel mas dinámico en
    cuestiones de defensa y otras formas de aprovisionamiento
    oficial.

    Entre los papeles más importantes, y
    más tradicionales, de cuantos desempeña el gobierno
    está el de crear y mejorar los factores, ya se trate de
    recursos
    humanos cualificados, de conocimientos científicos
    básicos, de información económica o
    infraestructura. Los países consiguen ventajas no tanto de
    los factores de que disponen en el presente sino de la existencia
    de unos mecanismos institucionales únicos que los mejoren
    constantemente.(educación y
    formación, ciencia y
    tecnología, infraestructura, capital,
    información, subvenciones directas)

    El papel más adecuado para el gobierno es el
    de impulsor y retador….en el más general de los planos,
    uno de los papeles más esenciales del gobierno es el de
    indicador…….los mecanismos más influyentes de que
    dispone el gobierno para actuar sobre la ventaja competitiva
    nacional son de efectos retardados, como la creación de
    factores avanzados, el fomento de la rivalidad interior, la
    definición de la prioridades nacionales, y la influencia
    sobre el refinamiento de la demanda", nos dice Michael Porter
    (ob. cit.).

     

    "La idea de "un mercado libre" al margen de las
    leyes y
    decisiones políticas que el mismo genera es pura
    fantasía. La renuncia del gobierno a asumir sus
    responsabilidades en la creación del mercado puede tener
    costosas consecuencias.

    Ya no tiene sentido algo semejante a una
    compañía o una industria norteamericana. La
    economía norteamericana no es mas que una región de
    la economía
    mundial, si bien todavía es una región
    relativamente próspera.

    Mas allá de la rentabilidad o
    de la participación en el mercado de las
    compañías de una nación, el éxito
    económico de la misma (o más precisamente de la
    región de la economía mundial determinada por las
    fronteras políticas de esa nación) debe ser
    considerado de acuerdo con la calidad de
    vida de sus ciudadanos, y por la posibilidad de mantenerla y
    desarrollarla en el futuro", nos dice Robert B. Reich (ob.
    cit.).

    "Para los nacionalistas económicos de hoy, la
    globalización es preocupante porque socava
    la supuesta integridad del estado-nación en tanto unidad
    organizadora de los asuntos interiores y exteriores. La
    razón general de tal desasosiego es clara: como la
    emigración ilegal o el calentamiento
    global, la internacionalización de la industria y las
    finanzas
    erosiona la capacidad de un pueblo de controlar sus propios
    asuntos.

    ¿Quiénes, sino las
    compañías globales, son en la actualidad los
    principales "actores" en el mundo de los negocios?. ¿No
    está la tecnología creando ganadores y perdedores
    (en empleo y carreras) al margen de donde uno viva?. En una
    época de intercambio monetario ininterrumpido o, para el
    caso, de
    calentamiento global, ¿son realmente
    importantes los órganos nacionales tales como los Consejos
    de Ministros o los Ministerios de
    Comercio?. Y si todo esto es cierto, ¿como puede pensarse
    que los países, como tales, pueden organizarse mejor el
    siglo que viene?.

    Para la mayoría de los ciudadanos la idea de
    que no sólo las industrias o
    actividades concretas sino los propios estados-nación se
    estén volviendo anacrónicos es de lo más
    perturbadora", nos dice Paul Kennedy (ob. cit.).

    "En la era por venir la misión
    apropiada del gobierno en las sociedades
    capitalistas es representar el interés del futuro en el
    presente. Pero los gobiernos actuales están haciendo
    precisamente lo contrario. Están reduciendo las inversiones en
    el futuro para aumentar el consumo en el
    presente.

    ¿Como hacen la naciones-estado para poner en
    vigor sus normas y regulaciones cuando las empresas se pueden
    desplazar (a menudo en forma electrónica) hacia otro lugar sobre la
    superficie del globo donde dichas regulaciones no se aplican?",
    nos dice Lester Thurow en su libro El Futuro del Capitalismo
    -(1996)

    "¿Qué hacer entonces?. Un retorno a lo
    político: La capacidad de descifrar las inquietudes, de
    formalizar y hacer compartir un marco de interpretación de las mutaciones en curso,
    con sus consecuencias benéficas y sus efectos perversos;
    de proponer, por último, una trayectoria colectiva capaz
    de establecer los términos renovados de un contrato social
    duradero, vale decir productor de una certidumbre de si, apertura
    a los otros y porvenir común.

    La equidad puede definirse como una propiedad del
    o de los criterios de igualdad que
    se escogen.

    Un contrato social
    (entre sus cláusulas) debe definir los dominios en que la
    sociedad
    pretende promover la igualdad, lo que legitima al mismo tiempo
    las diferencias que consiente.

    Lo que hace insoportable las desigualdades, es que no
    parecen legitimadas por ningún principio de igualdad
    conocido; por añadidura, parecen contradecir los principios de
    igualdad vehiculizados en los discursos
    políticos: igualdad frente al impuesto, frente
    a las prestaciones
    sociales, frente a la
    administración, etc.

    Desde luego, la igualdad no es un estado sino un
    proyecto, un
    principio de organización que estructura el devenir de
    una sociedad.

    Lo que puede hacer intolerable las desigualdades
    existentes no es tal vez tanto su crecimiento como un
    debilitamiento del principio de igualdad que las legitima, o la
    impresión de que ese principio ya no está
    verdaderamente en vigor.

    El contrato social estaría vacío de
    sustancia si condujera a renunciar a modificar el determinismo de
    las condiciones iniciales y a organizar un mínimo de
    solidaridad, de
    la que ahora se advierte mejor que esta animada por el deseo de
    poner en acción cierta concepción de la
    igualdad.

    Toda idea de igualdad consiste en desdibujar o
    compensar el peso del pasado para hacer menos desiguales las
    condiciones del futuro.

    Nada permite pensar que la globalización es
    susceptible de perjudicar a los estados providencia europeos en
    sus estructuras
    actuales. La globalización no es responsable del
    crecimiento de los gastos de salud considerados como
    porcentaje del PIB. La globalización no nos impone tampoco
    financiar nuestro estado providencia mediante impuestos al
    trabajo, que en si mismos son generadores de desocupación. No es necesario que el estado
    providencia desaparezca para ser a la vez correctamente
    administrado y favorable a la competitividad.

    Los principios que gobiernan la solidaridad deben
    considerarse como intangibles, incorporados como lo están
    a las reglas fundadoras del contrato social. Es posible mejorar
    el funcionamiento del estado providencia. Pero no es posible
    ponerlo en cuestión. El desafío que lanza la
    globalización no se plantea en términos de
    supervivencia sino de capacidad de acompañar el cambio
    social", nos dicen Jean-Paul Fitoussi y Pierre Rosanvallon (ob.
    cit.).

    "Bajo las nuevas leyes propuestas, gran parte de la
    autoridad para proteger el medio
    ambiente, los alimentos, los
    puestos de trabajo, o las pequeñas empresas, se
    retirará de los gobiernos nacionales o locales, y de la
    comunidad,
    para pasar a mano de los Ministerios de Comercio, de las empresas
    multinacionales y de la OMC", nos dicen Tim Lang y Colin Hines
    (ob. cit.).

    "La mayoría de los políticos siguen sin
    tener claro hasta que punto están hoy bajo control de los
    mercados
    financieros e incluso son dominados por ellos (Tietmeyer
    2/96).

    La sequía de las finanzas
    públicas debido a la economía sin fronteras no
    sólo se produce por el lado de los ingresos. La nueva
    transnacional dirige al mismo tiempo hacia sus arcas un
    porcentaje creciente de los gastos públicos. La
    competición por los pagos más bajos va
    acompañada de la pugna por las subvenciones más
    generosas.

    La presión de la competencia internacional
    empuja a los gobiernos a ofrecer estímulos financieros que
    ya no son justificables aplicando criterios objetivos.

    Junto a la soberanía monetaria y fiscal se tambalea ya
    otro pilar del estado nacional: el monopolio
    público de la autoridad. Porque igual que los bancos y los
    consorcios, también las multinacionales del crimen se
    benefician de la eliminación de las barreras legales para
    la economía", nos dicen Hans-Peter Martin y Harald
    Schumann (ob. cit.).

    "Aunque en general se haya considerado al gobierno
    como una carga, ha habido, costosas y significativas excepciones
    a esta amplia condena. Se han excluído de la crítica, las pensiones profesionales, los
    servicios médicos de las categorías de ingresos
    superiores, el sostén de las rentas agraria, las
    garantías financieras para los depositantes de bancos y
    cajas de ahorro en quiebra. Son
    firmes pilares del bienestar y la seguridad de la
    mayoría satisfecha, nadie soñaría con
    atacarlos, ni siquiera marginalmente, en ninguna contienda
    electoral.

    Aunque pueda condenarse la intervención del
    estado en la era de la satisfacción, ha sido relativamente
    amplia cuando se trataba de proteger los intereses de los
    satisfechos y relativamente limitada cuando los problemas eran
    de los pobres.

    Tales son las excepciones que hace la mayoría
    satisfecha a su condena general del estado como cargo. El gasto
    social favorable a los afortunados, el rescate financiero, el
    gasto militar y, por supuesto, el pago de intereses, constituyen
    con mucho la parte más sustancial del presupuesto del
    estado (1989) y la que más ha experimentado con gran
    diferencia, en fechas recientes el mayor incremento. Lo que queda
    -gastos para ayuda social, viviendas baratas, servicios
    médicos para los sin ellos desvalidos, enseñanza pública, y las diversas
    necesidades de los grandes barrios pobres- es lo que hoy es
    considerado la carga del estado", nos dice John Kenneth Galbraith
    en su libro La Cultura de la
    Satisfacción (editorial Emecé –
    1992).

    "…….Debido a la erosión de
    los mercados nacionales, el estado ya es un instrumento demasiado
    débil para hacer frente a las fuerzas globalizadoras, al
    tiempo que las redes de las grandes
    multinacionales han venido aumentando significativamente su
    capacidad de influencia y de control. Esto crea un problema grave
    ya que muchos de los excesos del capitalismo competitivo
    están reapareciendo en el plano mundial, por
    ejemplo:

    en el marco de la desregulación y
    liberación de mercados, la movilidad financiera y de
    capitales industriales a nivel mundial esquiva el marco regulador
    basado en el estado nación;

    cada vez hay más sectores financieros e
    industriales tentados por las estructuras oligopolísticas.
    Se toleran alianzas y fusiones entre empresas, tanto a nivel
    regional como mundial, con el pretexto de que hay que potenciar
    la competitividad global de la nación o de la
    región;la legislación
    laboral y los programas sociales se van desdibujando e
    incluso desmantelando, aunque el desempleo masivo se convierta en
    uno de los mayores problemas
    sociales de los próximos 15-20 años; pero pesa
    más el argumento de que la competitividad de las empresas
    "locales" es el mejor camino para la recuperación del
    empleo;vuelve a crecer la indiferencia frente a los
    excluídos (mayor
    discriminación social y
    más tolerancia, sobre
    todo en las grandes ciudades, menos solidaridad entre regiones,
    etc.);

    en aras de la competitividad, cada vez se solicitan
    más aplazamientos e incluso exenciones sobre las normas
    para la protección medioambiental", nos dice el Grupo Lisboa
    (ob. cit.).

     

    "Existen cada vez menos economías "nacionales"
    en el sentido tradicional. De manera que independientemente
    incluso del nivel de estupidez de los políticos nacionales
    son cada vez menos capaces de intervenir en la evolución económica. Por una
    extraña coincidencia este proceso se afirmó durante
    el mismo período (la década de los años
    1980) durante el cual la locura neo-liberal de Thatcher y de
    Reagan se expandió entre los países ricos. De
    ahí resulta el estado caótico de la economía
    mundial, en el que todo tipo de "accidentes"
    catastróficos son posibles", nos dice C. Castoriadis (ob.
    cit.).

    "¿Que es una nación?. Una nación
    no tiene mas definición que la historia, es el lugar de
    una historia común, de comunes desgracias y de comunes
    alegrías. Es el lugar de un destino
    compartido….reúne a los hombres no por lo que son sino
    por la memoria de
    lo que han sido…..los lazos que unen a los ciudadanos de una
    nación son el producto de una combinación
    única de datos históricos, y nunca se reducen a una
    sola dimensión, social, religiosa, o
    racial.

    Entre el estado-providencia que pretende hacerlo todo
    -y lo hace mal- y unos ultra liberales persuadidos de que el
    estado no puede hacer nada bien, ¿no hay sitio para un
    camino intermedio, que redistribuya las responsabilidades a
    diferentes niveles, en función de
    la naturaleza de
    los problemas a tratar?.

    El estado-nación, en su pretensión de
    combinar en un marco único las dimensiones
    política, cultural, económica y militar del poder,
    es prisionero de una concepción espacial del poder,
    aún cuando intente redistribuír sus competencias
    según un principio federal. El espacio ha dejado de ser el
    criterio pertinente.

    Es demasiado pronto para decir si se impondrá
    entre los tres polos de la tríada, y particularmente entre
    Asia y los otros dos polos, una diferencia esencial,
    irreductible, capaz de resistirse al laminado de la
    difusión del poder. ¿Nos convertiremos, a nuestra
    vez, en "asiáticos", segun la lógica
    del mundo imperial que a ello nos empuja?. ¿O nos
    inclinaremos a resistir?.
    ¿Desaparecerá sin
    sobresaltos el modelo europeo, cuyo ideal impusimos al mundo
    entero bajo la forma de dos hermanos gemelos. el
    estado-nación y la democracia?.
    ¿Aceptaremos un modo de organización
    apolítica bien adaptado a los condicionantes del mundo
    moderno, pero profundamente ajeno a la memoria de lo que
    hemos sido?.

    Toda nuestra cultura se opone a semejante
    homogeneización…..acaso se constituyan varios imperios
    en lugar de uno sólo. En el mundo de las redes y de

    la difusión del poder, sus fronteras serán
    inevitablemente inciertas, pues la pertenencia política no
    sería sino una característica
    secundaria.

    Ya se ve a que callejón sin salida
    podría precipitarnos esta homogeneización inacabada
    del mundo: tres polos que se habrían hecho incontrolables
    e imposibles de controlar. El mediocre funcionar de G-7 desde
    hace unos años muestra bien, en el campo económico,
    los bloqueos a los que puede conducir un mundo unificado y, a la
    vez, privado de centro.

    No es extraño, pues, que las democracias
    nucleares de la era institucional en declive produzcan ciudadanos
    amorfos y desengañados. La disuación nuclear,
    desembocadura de la era institucional por la extremada
    concentración de poder que impone, es también,
    pues, el comienzo de la era imperial por la destrucción
    del cuerpo político que organiza. La exaltación de
    la nación-sujeto se hace a expensas de los
    ciudadanos-sujetos del orden institucional.

    A los que lamentan que la desaparición de los
    estados-naciones sea también la de las democracias, se les
    hará observar en efecto que aquella era fue la de una
    extremada y terrible concentración de la violencia.

    Disolver en el ácido de la conformidad la
    multitud de las pequeñas diferencias es un método que
    tiene sus límites, y
    se ven hoy toda clase de
    tensiones que, no sólo en los márgenes del mundo
    relacional, sino en su propio seno, seguirán creando
    desequilibrios, movimientos y conflictos.

    La violencia de la era de las redes, la violencia del
    tiempo de los imperios, tiene todas las oportunidades de ser
    más difusa, menos extremada, pero no más
    escasa.

    Las guerras
    futuras serán guerras sin frente. La guerra mundial no
    sucederá a la paz. Pero ya nunca habrá paz.", nos
    dice Jean-Paul Guehenno (ob. cit.).

    "El bienestar personal y la
    economía de mercado se combinan gracias a la
    intervención del estado democrático que asegura la
    integración de las exigencias de la
    economía y las demandas sociales.

    Hace tiempo que no podemos creer en el triunfo final
    de un estado de derecho
    capaz de manejar la dualidad propia de la modernidad y de
    mantener el equilibrio entre la industrialización del
    mundo y la libertad
    personal, entre el espacio público y la vida privada. La
    unión de la razón y la conciencia
    quedó desgarrada", nos dice Alain Touraine en su libro
    ¿Podremos Vivir Juntos? (Fondo de Cultura Económica
    – 1997).

    "En este mundo inestable y rápidamente
    cambiante, los poderes públicos tienen un triple papel
    esencial que desempeñar: acompañar, impulsar y
    anticipar las estrategias
    industriales.

    Business Week, 6 de abril de 1992. Política
    industrial: Estas dos palabras están entre las más
    controvertidas de la sociedad americana. Pero con el nombre que
    sea, es seguramente necesario un plan para
    estructurar el crecimiento para
    revertir dos
    décadas de caída de la productividad que se
    extingue. Ni el capital, ni los recursos, ni los conocimentos
    constituyen una novedad. Para crear este bien y transformarlo en
    nuevas
    tecnologías, se impone un actor clave: el
    gobierno.

    Finalmente, para evitar los extravíos pasados,
    y opuestos, de exceso de voluntarismo y de exceso de pasividad,
    basta fijar dos límites al nuevo papel de los poderes
    públicos: no intervenir jamás cuando el comportamiento
    espontáneo de los actores económicos lleva al mismo
    resultado colectivo ya que ahí aparecería una
    ventaja ilegítima; jamás intervenir tampoco, cuando
    existen operadores aptos para alcanzar los objetivos
    buscados.

    Políticas industriales
    eficaces:

    · en primer lugar hay que acompañar,
    inclusive estimular, la actividad de los agentes. lo que conlleva
    ventajas colectivas superiores a las que ellos mismos
    obtienen;

    · después hay que impulsar, ahí
    donde existe demanda, pero la oferta es insuficiente, y anticipar
    el desarrollo de las industrias del mañana ahí
    donde los mercados actuales no proporcionan indicadores
    suficientes a los decisores industriales", nos dicen Benjamin
    Coriat y Dominique Taddei (ob. cit.).

    "Otro factor que quizás contribuya a
    transformar las naciones en el nivel internacional es el ocaso
    del concepto de la
    nación-estado de fundamento racial", nos dice Taichi
    Sakaiya (ob. cit.).

    "No podemos aceptar que la competencia internacional
    y otras circunstancias económicas determinen un sendero
    necesario de reducción de los niveles de bienestar general
    que ya se habían alcanzado a niveles inferiores de
    desarrollo tecnológico y de conocimiento y
    conciencia social. Sólo nos faltan líderes
    atrevidos e imaginativos.

    El dilema llevado al extremo sería el
    siguiente: o inventamos la forma de mantener el estado de
    bienestar o contribuíremos a gestar la próxima
    revolución
    que aspire a derrumbar para siempre el sistema
    capitalista con los sufrimientos que estos intentos generan", nos
    dice Luis de Sebastian (ob. cit.)
    .

    "Segun Durkheim…….una sociedad en la que cada
    individuo
    persiga únicamente su propio interés, se
    desintegraría en breve tiempo. El interés es lo
    menos constante que existe en el mundo. Hoy me resulta
    útil unirme a usted; mañana, la misma razón
    hara de mi su enemigo.

    En la concepción de Durkheim, el estado debe
    desempeñar una función moral tanto
    como económica; y el alivio del "malaise" del mundo
    moderno debe buscarse en medidas que en general son más
    morales que económicas.

    Es un error básico creer que autoridad moral y
    libertad son opuestos que se excluyen entre si; el hombre debe
    sujetarse a la autoridad moral propuesta por la existencia de la
    sociedad, puesto que sólo por su condición de
    miembro de la sociedad obtiene toda la libertad de la que
    disfruta. Para Durkheim no hay contradicción en esto,
    porque "ser libre no es hacer lo que a uno le place; es ser
    dueño de si mismo…….."", nos dice Anthony Giddens en
    su libro El Capitalismo y la Moderna Teoría Social
    (Editorial Labor – 1994).

    "El estado-nación, en su definición
    geográfica tradicional, comienza a aparecer como un sobre
    vacío", nos dice Guy Sorman en su libro Hacia un Nuevo
    Futuro (Editorial Emecé – 1991)

    Ya tenemos bastante información y opiniones, para
    centrar el debate en la
    cuestión ¿Cuánto estado?, y tanto mejor, si
    se discute, el como del estado.

    Nuestra opinión -que abrimos a debate- es que se
    necesita que el estado promueva y si no queda otra alternativa
    provea -en tiempo y forma- las principales necesidades y
    aspiraciones del hombre:
    alimentación, vivienda, salud,
    educación, libertad, trabajo, seguridad, energía,
    transporte,
    democracia, identidad
    cultural, justicia,
    solidaridad, información, comunicación y arte.

    Mas allá de las funciones
    genuinas del estado: sostener las relaciones exteriores; defender
    la integridad del territorio; mantener el orden interior para
    garantizar la seguridad de personas y cosas; establecer el marco
    legal al que deben acomodarse las autoridades y los particulares
    que, libremente, buscan la realización de sus objetivos
    sin más límite que el respeto a la
    libertad de los demás, conforme a derecho; e impartir
    justicia para dirimir los conflictos entre los ciudadanos,
    así como entre ellos y las autoridades, todos iguales ante
    la ley;
    deberíamos añadir la función subsidiaria,
    consistente en proveer los bienes y servicios
    públicos que el mercado no provea y resulten
    necesarios.

    Manifestamos nuestra preferencia por un estado
    pequeño, moderno y eficiente. Sólo condicionado por
    la libertad, la primacía de la persona, la
    moralidad de
    las acciones, la
    confianza y la solidaridad.

    Los más importantes vectores en un
    orden social libre, como el que apoyamos,
    serían:

    · la libertad de elegir y la responsabilidad asociada a la misma

    · la primacía de la persona frente al
    estado

    · el fin jamás justifica los medios, ni
    siquiera en justicia social

    · la confianza de los tratos y contratos, el
    predominio de la ley y la libertad de intercambio

    · solidaridad genuina, a partir de la
    disposición y madurez -individual- para empezar a
    ayudarse por sí mismo

     

    Si el estado protege a la sociedad de la violencia y la
    invasión de otras sociedades; protege a los individuos de
    la injusticia y la opresión de otros miembros de la misma
    sociedad, y provee de bienes públicos, con
    moderación y sin interferir el libre juego de los
    intercambios voluntarios, ofreciendo la máxima libertad
    económica conveniente y la máxima libertad
    política alcanzable estaríamos en condiciones
    satisfactorias de democracia y prosperidad.

    En el siguiente capítulo discutiremos sobre el
    fin del estado-nación en el mercado global
    y de las posibilidades y conveniencia de reinventar el
    gobierno.

     

    Ricardo Lomoro

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter