Las posturas espirituales de la literatura romántica
son variadas, sin embargo a diferencia de las religiones, y en particular
el Cristianismo,
la creencia la fundan en la unión mística de todo,
y de uno con el todo.
En Las penas del joven Werther esa unión
radica en la naturaleza. La
naturaleza tanto como oratorio y lugar de retiro de Werther, como
oración y meditación en sí. Esta función
espiritual e introspectiva de la naturaleza como espacio
físico y lo que representa en sus paisajes se destaca por
ser un reflejo franco del protagonista.
Asimismo tiene la función espiritual de ser tanto
objeto de veneración así como fuente de
inspiración para Werther y por último la
naturaleza, junto con Lotte, lo mantiene vivo.
A lo largo de la novela
epistolar la naturaleza refleja el estado de
ánimo de Werther. Los sentimientos de Werther se proyectan
gráficamente mediante el paisaje en el plano natural.
Actúa como termómetro, ya sea de su euforia apasionada
como de su vía crucis emocional, y proyector externo del
interior de Werther.
La naturaleza tiene un papel de espejo fiel, leal al que
siempre se puede recurrir, pero no necesariamente responde
condescendientemente sino más bien honestamente, y esta
honestidad
significa para Werther un arma de doble filo ya que vigoriza el
estado en el
cual se encuentra. La lectura en
este sentido es simple ya que la circunstancia de Werther es
mejor vista a través del paisaje natural
descrito.
"¿Acaso mis otras relaciones no estaban elegidas
por el destino justamente para asustar un corazón
como el mío?" (p. 6) se preguntaba Werther en su primera
carta a su
amigo Wilhelm. La retórica que utiliza Werther denota la
sensibilidad en demasía de corazón que acarrea del
pasado.
Asimismo Werther confiesa, "Quiero, querido amigo, te lo
prometo, quiero mejorarme… y el pasado será pasado
para mí", (p. 6) un anhelo desesperado por dejar de rumiar
sus angustias.
En su búsqueda por dar un nuevo inicio a su vida
se encuentra en Wahlheim en "la estación de la juventud [que]
calienta con toda su abundancia [su] corazón tantas veces
preso de escalofríos." (p. 7) Este nuevo inicio en Werther
es análogo a la primavera, no en vano pues la misma aflora
la vida en el plano natural.
En sus tantos recorridos por las cercanías de
Wahlheim a Werther le llama la atención un "jardín sencillo…
ya que al entrar se siente [uno] que el plan no fue
trazado por un científico jardinero sino por un
corazón sensible que quería disfrutar aquí
de sí mismo." (p. 7)
Dicho jardinero por lo tanto planificó un
jardín a imagen y
semejanza de quien lo aprovechara, en este caso
Werther.
Una piedra angular del imaginario romántico es la
idea del hombre en
armonía con la naturaleza, como Werther bien se
sitúa a lo largo de su novela incluso en
sus momentos más críticos. Este espacio de
encuentro consigo mismo es marco de sus entrañables tardes
con Lotte, y donde él se cultiva con los clásicos
que lee.
Aparte de la función escenográfica que
presenta la naturaleza, la misma es una sinfonía que toca
según las escrituras que son el estado inmediato de
Werther. Ya sean los colores del
paisaje, o la furia de la tormenta cada descripción guarda una relación
implícita con el estado actual o transitivo del
personaje.
La correlación entre las representaciones de la
naturaleza y la intimidad de Werther introduce la idea de
unión dual complementaria entre ambos, al igual que su
esencia cíclica. Es decir, la naturaleza está
dotada de dicotomías tales como día y noche,
primavera/verano y otoño/invierno etc..
Si bien la naturaleza encarna las situaciones por las
cuales Werther atraviesa, los cambios cíclicos de
ésta expresan algo más allá que el mero
estado inmediato del protagonista y su relación con la
naturaleza. El ejemplo más global de esta relación
es el paso de las estaciones.
La dicotomía inherente entre la primavera y el
invierno está acompañada por una dicotomía
paralela de euforia y agonía para Werther.
Esta relación advertible, por ser cíclica,
no ampara a Werther del sufrimiento inevitable que traería
consigo el invierno con su muerte, pues
Werther mismo es un ser natural y por ende no es ajeno a lo
cíclico de ésta.
Werther pertenece a la burguesía, que al ser una
clase
intermedia le proporcionaba acceso a las clases inmediatamente
superior e inferior.
El desengranaje de Werther en el plano social es un
arquetipo de esta dualidad mencionada, pues para Werther su
condición social es un factor de inestabilidad. Lo mismo
ocurre en el plano laboral en el que
se encuentra.
Este desengranaje señala el lado caótico
dentro del orden social tanto como laboral. Dicho caos compone en
la naturaleza una dualidad junto a lo cíclico que la
caracteriza, que en las vivencias de Werther es mejor apreciado
en sus repetidas relaciones amorosas.
Al referirse al suicidio en
particular Werther en su pregunta: "¿Acaso el mal que
consume las fuerzas [de uno] no consume también el coraje
para librarse de ella?" (p. 46),
Werther propone una visión innovadora del mal
como un actor parasitario, como un perro que no destraba la
mandíbula para dejar ir su cola, que no obstante
posibilita seguir viviendo pues despoja a uno del coraje para
sacarse la vida.
El mal está más asociado como causa de
aflicción y muerte que con la vida misma, sin embargo
Goethe sitúa a Werther en una especie de muerte en vida
que irónicamente pende del mal padecido. O sea, la
dicotomía del nacimiento y la muerte deja
de estar vinculado por la vida intermedia, lugar que hasta
entonces en la novela corresponde al mal padecido por
Werther.
De la naturaleza venimos y al morir a ella nos
reintegramos. Asimilar dicha afirmación implica que
permanecemos en el mismo lugar a lo largo de nuestra existencia
pues durante la misma también nos ubicamos dentro de la
naturaleza.
En Las penas del joven Werther, el protagonista
tenía bien en claro su organicidad con la naturaleza, lo
que le proporcionaba cierto alivio a sabiendas de que nunca
abandonaría su entidad predilecta, la
naturaleza.
La naturaleza funciona como sustento para las ideas
de Werther, fuente de sabiduría. Werther califica al
suicidio como una parte íntegra de la naturaleza
humana pues lo compara con una salida válida a un
sufrimiento: "y me parece tan ridículo decir que un hombre
que se suicida es cobarde como absurdo sería dar el mismo
nombre al que muere de una fiebre
maligna."(51)
En esta frase Werther explaya a Albert su teoría
de que el suicidio es un síntoma patológico
natural. "La naturaleza no encuentra ningún medio para
salir del laberinto de fuerzas contrarias, y entonces es preciso
morir." (p. 52)
Es una muerte natural no obstante porque la muerte no es
cuando la carne deja de vivir sino cuando la naturaleza ya no da
remedio a nuestro pesar, de cualquier índole, que la
alternativa a nuestro alcance es el suicidio (los elefantes
cometen suicidio mediante el ayuno, cuando están muy solos
y/o en cautiverio, sin padecer de una patología
propiamente dicha, por lo tanto no es una exclusividad de los
humanos en el espectro de la naturaleza).
"Convendrás conmigo en que llamamos enfermedad
mortal a la que ataca a la naturaleza de tal modo, que sus
fuerzas destruidas en parte, paralizadas, se incapacitan para
reponerse y restablecer por una evolución favorable el curso ordinario de
la vida… Pues bien querido amigo: apliquemos esto al
espíritu." (p. 51)
Werther simboliza al anteriormente mencionado jardinero
guiado por el corazón, mientras que la postura de Albert
corresponde a la del científico jardinero sólo apto
para chabacanerías.
El sentido de organicidad de Werther para con la
naturaleza en lo largo y ancho de su espectro incluye al suicidio
como una alternativa no solo viable, sino que también
natural, pues el suicidio está antecedido por una
enfermedad del espíritu.
Esto responde más bien a no el cómo
de la muerte, sino al por qué, sin embargo para
Werther el cómo no es extraño al por
qué en este caso, es decir uno está
orgánicamente ligado con el otro porque si bien el rol de
uno mismo en el suicidio es activo, el que lo perpetra
está precipitado al mismo por fuerza mayor.
Werther argumentaría que personajes históricos como
Van Gogh, o ficticios como Romeo y Julieta
perecieron por mal de espíritu.
Werther es un hombre de leyes, y
consecuentemente reconoce que:
"Mucho puede cacarearse en favor de las reglas; casi
lo mismo que en alabanza de la sociedad civil.
Un hombre formado según las reglas, jamás
producirá nada absurdo y absolutamente malo, así
como el que obre con sujeción a las leyes y a la
urbanidad nunca puede ser un vecino insoportable ni un gran
malvado." (p.14)
Sin embargo luego confiesa "sólo ella
[naturaleza] es infinitamente rica y sólo ella forma al
gran artista." A una persona que se
guiase sólo por las reglas, él mismo (Werther) le
"recomendaría a cada príncipe colocarlo en su
administración.
Sólo que su amor ha
desaparecido y si se trata de un artista, su arte." (p. 14)
Werther admite que es por esto que el genio se libera tan rara
vez en la humanidad. Este ideal romántico rousseauniano
del hombre natural responde a una fe profunda en el alma pura del
hombre, desafortunadamente corrompida por el hombre y en
detrimento y perjuicio de su especie. En otras palabras Werther
se dota de un cheque en
blanco, para perseguir sus pasiones y liberar su genio, que como
respaldo cuenta con nada menos que con un infinito capital de
sabiduría, la naturaleza.
En su afán de respaldar lo que para él son
actos de valentía para perseguir su genio Werther confiesa
al prometido tosco de Lotte:
"Más de una vez he estado ebrio, más de
una vez me han puesto mis pasiones al borde de la locura, y no
lo siento, porque he aprendido que siempre se ha dado el nombre
de beodo o insensato a todos los hombres extraordinarios que
han hecho algo grande." (p. 49)
Claramente el apasionado Werther se compara con los
ilustres de la humanidad en tanto que Albert en su calidad de
rudimentario representa la conciencia de la
ley en cada
uno de sus artículos e incisos. Werther con licencia
natural se nos presenta como un jinete arreando su tropa fuera
del corral hacia donde le dicte su instinto no necesariamente al
margen de la ley, sino que donde las reglas no tienen
jurisdicción, donde tiene lugar la búsqueda del
genio.
Desde la primera carta que compone a esta novela
epistolar Werther recalca el refugio que la naturaleza significa
para él declarando que "la ciudad propiamente dicha es
desagradable, pero en sus cercanías brilla la naturaleza
con todo su esplendor." (p. 28)
Esta belleza lo acompaña a través de sus
tormentos así como a través de su júbilo.
Solazar la naturaleza en su omnipresencia junto a la figura
idealizada de Lotte funciona como ancla temporal para no
suicidarse.
Es su último santuario, es su tesoro más
preciado. Tiene un lugar como la esperanza pues es lo
último de lo que se le puede despojar.
Pero así como la esperanza, la salvaguardia que
significa la naturaleza se perpetúa en Werther pues al
morir, pasa a ser parte más íntegra de la misma ya
que entra en otra fase de su ciclo.
GUIDO MICHELAGNOLI