Opciones para el bloqueo de la adhesión fimbrial de Escherichia coli
- Etiopatogenia de las Infecciones
de los Tractos Urinario y Gastrointestinal - Opciones terapéuticas
ante las infecciones de los tractos urinario y
gastrointestinal - Empleo de concentraciones
subletales de antibióticos - Métodos
inmunológicos: vacunas e
inmunosueros - Efecto de extractos vegetales
sobre la interacción
fimbria-receptor - Bibliografía
Las infecciones gastrointestinales constituyen un
problema mundial. Anualmente se producen 1647 millones de casos
de diarrea. En
niños
menores de un año el saldo asciende a 32 millones de
muertes. La enfermedad diarreica aguda (EDA) provoca el 80% de
los casos. E. coli enterotoxigénico (ECET) es el
agente que con mayor frecuencia se asocia a esta
etiología. Sólo, o acompañado de rotavirus,
se ha aislado del 80 % de los pacientes de EDA – 650
millones de afectados y 500 mil muertos cada año-. Otros
autores reportan aislamientos de ECET en el 20-60% de los
pacientes que presentan esta enfermedad -tanto en niños
como en adultos- en Africa, Asia e
Iberoamérica (Agüero et al., 1985; Blanco y
Blanco, 1993; Black, 1993; Valdespino et al., 1994;
Barreto, 1997; Felder et al, 2001). Pese a que las
diarreas
agudas debidas a ECET se asocian a condiciones
higiénico-sanitarias deficientes, propias de los
países del tercer mundo, en los últimos años
se han presentado brotes en países industrializados como
Japón
(Nishikawa et al., 1998; Mitsuda et al., 1998) y
Estados Unidos
(Roels et al.,1998; Felder et al, 2001).
En Estados Unidos, Canadá y Reino Unido, entre
otros, el serotipo el O 157: H7, de esta especie, ha causado en
los últimos tiempos un cuadro enterohemorrágico en
humanos que puede ser fatal, sobre todo en niños y
ancianos, cuando transita a síndrome
urémico hemolítico (SUH). En esos países
constituye la principal causa de diarrea sanguinolenta (15-41%) y
el segundo o tercer patógeno, después de
Salmonella y Campylobacter (Will 1995 a,b; Blanco
et al., 1995; Barreto y Benítez, 2000). A esta
variedad, que incluye un número amplio de serotipos, se le
ha denominado E coli enterohemorrágica (ECHE) y es
causa de zoonosis, por
cuanto en la mayoría de los estudios desarrollados, entre
otras causas, se ha asociado al consumo de
alimentos de
origen bovino con deficiente cocción. (Blanco y Blanco,
1993) y de otras especies (Instituto Panamericano de
Protección de Alimentos y Zoonosis-INPPAZ , 1996; Takeda,
1997; Barreto et al., 1998, 1999, 2000a). ECEH, al igual
que ECET, necesita adherirse para colonizar, en este caso el
intestino grueso; sólo así es que puede provocar
los cuadros clínicos mencionados (Barreto, 1997; Barreto
et al., 1998, 1999, 2000ª; Barreto y Benítez,
2000; Goosney et al., 2001; De Vinney et al.,
2001).
ECET constituye un problema semejante en la salud animal. Por
sólo mencionar un ejemplo, las pérdidas debidas a
esta entidad en cerdos neonatos y jóvenes, sobrepasa el
millón de pesos anualmente en el país (Wong et
al., 1995, 1996) y un serio problema en países
desarrollados (Anne Bertin, 1998; Wieler et al.,
2001).
Las Infecciones del Tracto Urinario (ITU) también
constituyen un problema de salud a escala mundial.
Anualmente en Estados Unidos entre seis y siete millones de
personas son atendidos debido a esta enfermedad y más de
100 000 son hospitalizados por pielonefritis aguda (Johnson,
1991). Las ITU constituyen la forma más común de
las etiologías extraintestinales ocasionadas por E.
coli que, a su vez, es la principal causa de la
enfermedad.
A más de 100 años de su descubrimiento
E coli figura entre los organismos vivos más
estudiado y utilizado por el hombre.
Pese a tan prolongada experiencia, inexplicablemente se mantiene
entre los que con mayor impacto afectan su salud y la de un
amplio rango de especies animales de
indiscutible valor
económico (Barreto, 1997; Barreto et al., 1998;
Barreto y Campal, 2002)
Etiopatogenia de las
Infecciones de los Tractos Urinario y
Gastrointestinal
E. coli constituye la forma bacteriana bacilar,
gramnegativa, anaerobia facultativa predominante en la flora
intestinal del hombre y los
animales. Sin embargo, de acuerdo a la teoría
de la patogenicidad, existen determinadas particularidades que
posibilitan el que ciertas cepas de esta especie, en otro
ecosistema,
venzan los mecanismos de defensa que son necesarios para
controlarlas, y minimicen la competencia de la
microflora normal (Orskov y Orskov, 1985, 1992; Gyles, 1992) como
es el caso de las etiologías analizadas en esta
revisión.
El proceso de
infección en las ITU se ha demostrado que tiene lugar a
partir de un prerrequisito esencial que es la adhesión
bacteriana a receptores específicos del uroepitelio
(Orskov y Orskov, 1992; Blanco et al., 1992; Blanco y
Blanco, 1993). Si este paso se interrumpe, con ello se
interrumpen los sucesivos en los que se produce la
colonización, con las consecuencias que caracterizan a
cada cuadro etiológico particular. En las ITU, producidas
por E. coli, es conocido que las bacterias se
adhieren típicamente a células
periuretrales y uroepiteliales.
Estas cepas presentan apéndices de
adhesión, denominados fimbrias, entre las que se encuentra
el tipo P (E. coli P+). En el 70% de las
pielonefritis agudas se aíslan cepas P+,
mientras que en las bacteriurias asintomáticas sólo
se presentan en un 28% (Brauner et al., 1985, 1987;
Johnson, 1991).
En el caso de las cepas asociadas a EDA ocurre algo
similar que posibilita, pese al peristaltismo intestinal,
colonizar el intestino delgado (Barreto et al., 1993a).
Brinton (1959) fue indiscutiblemente quien inauguró este
campo. Él y sus seguidores demostraron que al igual que
existía una relación antígeno–especie (Orskov y Orskov,
1992) algo similar ocurría entre los hospederos y el tipo
de fimbria expresada por ECET. Así, los factores
fibrilares presentes en las cepas patógenas al humano se
designaron abreviadamente con la sigla CFA (Colonization Factor
Antigen) y ya son varios los descritos (I-IV) aunque prevalecen
los tipos CFA/I y CFA/II (Evans et al., 1975, 1978; Blanco
y Blanco, 1993; Blanco et al., 1995; Barreto, 1997) sin
que ello obedezca necesariamente a un comportamiento
internacional (Barreto et al., 2000d; 2001).
En el caso de los animales se analizarán
sólo dos especies: bovino y porcino. En el primer caso,
los mayores aislamientos de ECET portan fimbrias F5
(también denominadas K99) y F41. Cepas con estas
características también se han reportado en ovejas
diarreicas (Wray, 1984; Blanco y Blanco, 1993). Otros factores
fibrilares de colonización reportados en cepas de E.
coli de origen bovino son ATT25 (actualmente F17), CS31A y
F165, entre otras (Blanco y Blanco, 1993).
En cerdos los cuadros de EDA más comunes tienen
lugar durante la primera semana de vida y luego, en los que
suceden al destete. La fimbria más común en ambos
casos es F4 (inicialmente designada como K88) que tiene varios
subtipos (Guinee y Jansen, 1979; Blanco y Blanco, 1993). Fimbrias
de los tipos F5, F6 (conocida como 987P) y F41 se han reportado
en diarreas de neonatos, en tanto que el tipo F42 se aisló
de cerdos con diarreas postdestete.
Otros factores fibrilares presentes en ECET de cerdos
diarreicos son PCF141 y CS1541 (Wray, 1984, Barreto y Karadjov,
1985; Barreto, 1986, 1988; Djonne y Liven, 1988; Pernas et
al., 1989; Navarro et al., 1989; Barreto et
al.,1991; Bertah Velázquez et al., 1991; Blanco
y Blanco, 1993; Wong et al., 1995, 1996; Anne Bertin,
1998; Wieler et al, 2001).
Las fimbrias o pelos (pilis), aunque no son un factor de
virulencia exclusivo de E. coli, indiscutiblemente ha sido
en esta especie en la que más se han investigado (Brinton,
1959; Blanco y Blanco, 1993) fundamentalmente en los tipos
enterotoxigénicos y uropatógenos.
Según diversos autores, debido a esta preferencia
y afinidad específica por los receptores celulares de los
tejidos del
hospedero susceptible, es que las infecciones intestinales y
extraintestinales ocasionadas por E. coli constituyen un
serio problema en el ámbito mundial (Wray, 1984; Blanco y
Blanco, 1993; Johnson, 1991; Barreto et al., 1993ª;
Barreto, 1997).
Opciones
terapéuticas ante las infecciones de los tractos urinario
y gastrointestinal
Durante años la principal opción
terapéutica frente a estas etiologías ha sido la
antibioterapia (Mediavilla et al., 1997). El uso excesivo
de la antibioterapia ha demostrado que no sólo afecta al
patógeno, también puede influir negativamente en la
microflora normal del organismo. Esta alteración, en
muchos casos, crea condiciones para el establecimiento y
proliferación del propio patógeno o de otros
microorganismos oportunistas.
Además, se presenta el fenómeno de la
resistencia
microbiana, acerca del cual Mediavilla et al. (1997)
plantean: "Si se tiene en cuenta que el problema de la
resistencia es el resultado de la capacidad innata de las
bacterias de adaptarse al medio, esto no debería
extrañarnos y además permite predecir que, por muy
ingeniosos que seamos diseñando nuevos antimicrobianos,
existen pocas posibilidades de evitar la aparición de
gérmenes resistentes." Luego agregan: "Se
están investigando nuevas alternativas a los
antibióticos para la terapia antiinfecciosa, pero es
más que probable que las bacterias acaben ganando
también esta batalla. Por lo tanto, es más
razonable actuar sobre el otro lado del problema, es decir,
reducir la presión
selectiva tan brutal que nosotros introducimos con el uso masivo
de los antibióticos".
Un motivo para la diseminación de los genes de
resistencia radica en su localización frecuente en
plásmidos, los cuales tienen la capacidad de transferirse
de una cepa bacteriana a otra mediante el proceso de
conjugación, mecanismo que incluso puede ocurrir entre
bacterias de diferentes géneros (Carter, 1989; Mediavilla
et al., 1997; Barreto et al., 2000b).
Por todo lo expuesto, interferir el proceso de
adhesión fimbrial pudiera considerarse como una
posibilidad tentadora en la terapéutica de las ITU y las
EDA, ya que se podrían tratar desde otra perspectiva en la
que, no necesariamente, se precisa eliminar el microorganismo
mediante los mecanismos clásicos (bactericidas o
bacteriostáticos); tan sólo basta anular esta
ventaja adaptativa. Al respecto se han ensayado diversas
variantes:
- Uso de concentraciones subletales de
antibióticos (Padilla et al., 1988, 1991; Barreto
et al., 1994) - Métodos inmunológicos (Wray, 1984;
Kaper y Levine, 1988; Johnson, 1991; Levine et al.,
1993; Idania Wong et al., 1995, 1996; Felder et
al., 2001) - Empleo de extractos de plantas
medicinales (Barreto et al., 1993 a,b; 1995a; 1997;
2002; Barreto y Campal, 2001)
Empleo de
concentraciones subletales de antibióticos
La capacidad adhesiva de E. coli fimbriadas al
uroepitelio, a enterocitos y a determinados hematíes, se
ve influenciada negativamente por su previa exposición
a concentraciones subinhibitorias de agentes antimicrobianos como
ampicillina, gentamicina, sulfonamidas, trimetropina y
tetraciclina; mientras que el ácido nalidíxico, es
capaz de incrementar dicha adhesión ( Sandberg et
al., 1979; Sandvorg-Eden et al., 1979; Vosbeck et
al., 1979; 1982; Vainasen et al., 1982; Hales y Aymes,
1985; Stenqvist et al., 1987; Johnson, 1991; Barreto et
al., 1994).
El equipo de Padilla et al. (1988) reportó
la posibilidad de utilizar la gentamicina en concentraciones
subletales para inhibir la expresión de la fimbria P en
E. coli uropatógena. Posteriormente fueron
estudiadas las quinolonas frente a Pseudomonas aeruginosa,
que no pertenece a Enterobacteriaceae pero también
posee factores fimbriales de adhesión (Novile et
al., 1992). Barreto et al. (1994) utilizaron
concentraciones subletales de gentamicina, cloranfenicol,
kanamicina y estreptomicina para inhibir la expresión de
K88ab, utilizando la cepa de referencia E. coli G7. El
efecto inhibitorio constatado fue del 95%, 85%, 80% y 75%,
respectivamente. Más adelante se pudo comprobar que, en
sentido general, todos aquellos antibióticos bloqueadores
de la síntesis
proteica, al administrarlos en concentraciones subletales,
inhibían la expresión fimbrial, tanto en el caso de
P, como de los tipos K 88 y K99 (Padilla et al., 1991;
Barreto et al., 1994) sin que en ello existiera la menor
influencia del medio de cultivo (Barreto et al.,
1995ª,b).
La utilización de antibióticos en
concentraciones subletales, además de inhibir la
expresión fimbrial, posee otras ventajas entre las que se
encuentra el reducir los efectos adversos presentes en las
dosificaciones convencionales (ototóxicos,
nefrotóxicos, etc.). Sin embargo, esta variante presenta
una gran limitante: la posibilidad de generar
antibiorresistencia, limitante que ha vetado su aplicación
in vivo. Su aceptación o no, la define la
relación beneficio/riesgo, aspecto
que ha acompañado a la aplicación in vivo de
los antimicrobianos hasta la fecha. Si se tiene en cuenta lo
planteado por Perfect (1996) ésta, realmente no es la
mejor opción a seguir, máxime si la posibilidad de
inducir antibiorresistencia es aún mayor que la generada
por estos fármacos cuando se aplican en las dosis normales
(Barreto et al., 2000).
Métodos
inmunológicos: vacunas e
inmunosueros.
Tanto en ECET como en las cepas productoras de ITU,
independientemente de las diferencias de genotipo existentes, el
proceso de infección tiene lugar a partir de ese paso
imprescindible que es la adhesión bacteriana a receptores
específicos de la mucosa intestinal o del uroepitelio
(Orskov y Orskov, 1992; Blanco y Blanco, 1993; Barreto et
al., 1993a; 2000b,c; 2001; Barreto y Campal, 2001).
Esta adhesión, en el caso de las cepas uropatógenas
portadoras de fimbria P, tiene lugar entre regiones terminales de
estas adhesinas (subunidades PapG y PapF) y los receptores de
carbohidratos
a -D-Gal-(1-4)-b -D-Gal (llamados receptores Gal-Gal) que
están ubicados en las células del uroepitelio
(Johnson, 1991). Los receptores de CFA/I, la fimbria más
generalizada en ECET aislados de humanos, son glicoconjugados que
contienen ácido siálico, como es el caso del
gangliósido GM2 (Wenneräs et al., 1990). Sin
embargo, las sialoglicoproteínas también pueden
enlazar la fimbria CFA/I (Neeser et al., 1988). Pieroni
et al. (1988) aislaron una sialoglicoproteína de 26
kDa a partir de extractos de membrana de eritrocitos humanos que
se une a bacterias portadoras de CFA/I y no a variantes
CFA/I-.
La adición de CFA/I purificada reduce el enlace
de las proteínas
a bacterias CFA/I+ (Oro et
al., 1990; Mol y Oudega, 1996). Los receptores para K88 no
están perfectamente definidos y existen resultados
contradictorios en los que se alude a glicoproteínas, en
unos, y a glicolípidos, en otros. Lo cierto es que el
disacárido Gal a (1-3)Gal
constituye una parte significativa de este receptor (Mol y
Oudega, 1996) y que biopreparados elaborados a partir de corteza
de Eucalyptus sp., y otros extractos de plantas, que se
discutirán más adelante, pueden alterar esta
adhesión (Barreto et al., 1993a,c; 1995a; 1997;
2001a,b; Guerra et
al., 1995; Prieto et al., 1995; Barreto y Campal,
2001).
En eritrocitos y células uroepiteliales de
primates (Maccaca mulata, M. fascicularis) se han
encontrado receptores para fimbrias P (Svenson et al.,
1984). En una experiencia en la que se administró, a
través de la uretra, E. coli P+ con
suspensiones ricas en residuos Gal-Gal, se redujo la uretritis,
respecto al grupo que
recibió sólo la bacteria.
Los resultados de esta experiencia sentaron las bases
para estudios en los que, utilizando estos receptores junto a
seroalbúminas bovinas, para incrementar su poder
antigénico, fueron sintetizados anticuerpos monoclonales
(AcM) anti-receptores. Posteriormente, los mismos fueron
inoculados en una especie heteróloga (M.
fascicularis) para obtener anticuerpos antiidiotípicos
que, mediante su arquitectura
espacial, mimetizaran a los receptores Gal-Gal. Este estudio
demostró que competían con los verdaderos
receptores Gal-Gal al inocular E. coli P+ en
los monos del grupo experimental, que no sufrieron daños
renales (Kaack et al., 1993).
Esta línea enfoca el fenómeno de la
adhesión fimbrial al nivel molecular, lo cual es una
opción casi exclusiva de centros de investigación de alto desarrollo
tecnológico. En este sentido, otra variante más
halagüeña ha sido la elaboración de vacunas
contra E. coli P+ para tratar las
ITU.
Este camino, muy investigado en los ´90, ha
encontrado como inconvenientes la diversidad antigénica de
esta familia de
fimbrias y el hecho de que en las vías altas y bajas de
este tracto participen muy diversos atributos de adhesión,
algunos no fibrilares. En las pielonefritis la fimbria P
constituye el principal factor de colonización (Johnson,
1991; Johnson y Berggren, 1994).
Su presencia se ha determinado en la mayoría de
los estudios clínicos, y mediante el cultivo de los
microorganismos aislados en medios
agarizados; también se ha establecido mediante
aglutinación del receptor e inmunofluorescencia. Sin
embargo, en las cistitis y bacteriurias su presentación es
baja (Johnson, 1991; Johnson y Berggren, 1994).
La organización genética
general de las fimbrias P de diferentes cepas es
prácticamente idéntica (Johnson, 1991) y aunque son
heterogéneas respecto al tamaño de las subunidades
y a sus características antigénicas (Pere et
al., 1988) la principal subunidad fimbrial, Pap A, es
antigénicamente dominante.
Esta subunidad posee, en las diferentes serovariantes,
un alto grado de homología aminoacídica en los
extremos amino y carboxilo terminales, que la convierten en la
opción más adecuada para una posible vacuna.
Lamentablemente, Pap A no está relacionada con la
adhesión (Johnson, 1991; Johnson y Berggren, 1994; Barreto
y Campal, 2001).
En lo referente a ECET, su prevención mediante el
desarrollo de preparados vacunales se ha limitado a la esfera
veterinaria.
Las vacunas elaboradas han sido muy diversas y comprenden desde
biopreparados que contienen cepas atenuadas, extractos
semipurificados de antígenos pertenecientes a cepas
circulantes en una región dada, hasta las obtenidas
mediante tecnología del
ADN
recombinante (Jayappa et al., 1984; Kaper y Levine, 1988;
Levine et al., 1993; Wong et al., 1995, 1996;
Wieler et al., 2001).
Estas últimas, entre las que se encuentran las
que utilizan subunidades fimbriales, poseen toda una serie de
ventajas con respecto a las convencionales, como son: la carencia
de otros componentes celulares que no contribuyen a una respuesta
protectora, así como de otras, como las endotoxinas, que
inducen shock, alteraciones en la permeabilidad
vascular y aborto en las
hembras gestantes (Kaper y Levine, 1988; Levine et al.,
1993; Wong et al., 1995). Una de estas vacunas, VACOLI,
mediante su administración a cerdas gestantes, ha
contribuido a una protección del 93 % en crías y a
un 98 % en la etapa postdestete (Wong et al., 1995,
1996).
A pesar de los éxitos obtenidos en este sentido,
los estudios sobre ECET de interés
veterinario también han puesto de manifiesto que los
anticuerpos desarrollados, luego de la vacunación de
hembras gestantes y dirigidos contra fimbrias específicas,
pueden prevenir la adhesión bacteriana y las diarreas en
los recién nacidos, siempre que las cepas circulantes
presenten dichas adhesinas.
No obstante, la amplia diversidad de fimbrias a expresar
por ECET, de una parte, y la presión selectiva ejercida
por estas vacunaciones, han conllevado al predominio de ECET con
fenotipos fimbriales no contemplados en los biopreparados
vacunales (Basulto, 2001; comunicación personal).
Otro elemento de interés, fruto de las investigaciones
desarrolladas, es que la amplia diversidad de fimbrias
contempladas en la serie de vacunas desarrolladas, no se
encuentran expresadas con igual frecuencia en las ECET de
diferentes áreas endémicas. Así, las ECET
987P+ se presentan con mayor frecuencia en Estados
Unidos que en Europa (Moon y
Bunn, 1993). En Cuba este
comportamiento no ha sido estable (Barreto y Karadjov, 1985;
Barreto, 1986, 1988; Bertah Velázquez et al.,
1991).
En las ECET que afectan a humanos la diversidad de estas
adhesinas fimbriales tal vez sea superior a la presente en las
aisladas de animales.
Los numerosos estudios epidemiológicos realizados
han demostrado que la frecuencia de su expresión, en
muchos casos, está influenciada por las diferentes
áreas geográficas (Binztein et al., 1991).
En Tailandia y Bangladesh, dos de las áreas más
afectadas por EDA en el planeta, prevalecen ECET
CFA/I+, en tanto que cepas del tipo CFA/IV+
se aíslan como excepción. En México no
hay diferencias en cuanto a su presentación (Svennerholm
et al.,1989; Svenerholm, 1991). En Camagüey, Cuba, no
son frecuentes cepas con fenotipos CFA/I y/o CFA/II (Barreto,
1997; Barreto et al., 1999; 2000a,d; 2001; Barreto y
Campal, 2001).
Estas situaciones, y tal vez el hecho de que las EDA, en
lo que al humano concierne, se consideran un problema del
denominado Tercer Mundo, han limitado el desarrollo de vacunas
que indiscutiblemente contribuirían a reducir la alta
mortalidad anual en estos países (Barreto, 1997; Barreto
et al.,1998; Barreto y Benítez, 2000).
Con respecto al campo veterinario, pese al gran
número de vacunas recombinantes obtenidas para la
prevención contra ECET fimbriadas, en algunos
países desarrollados, a partir de los ´90, ha habido
una tendencia a no utilizarlas y, en su lugar, aplicar la
denominada "exposición intencional" (Otto, 1991; Mason,
1995).
Los inmunosueros, polivalentes y monovalentes,
también han sido utilizados para el control de
diarreas provocadas por ECET en animales, fundamentalmente en
terneros. Pese a ello, su uso no ha tenido la aceptación y
difusión de las vacunas (Trainin et al., 1981;
Sherman et al., 1993).
Efecto de extractos
vegetales sobre la interacción fimbria-receptor
(novedad y aporte científico del trabajo)
La utilización de plantas medicinales, algunas de las
mismas con un aval de siglos en su uso tradicional, responde a
una tendencia actual en los países desarrollados. La
identificación de principios
activos presentes
en las mismas posibilita el desarrollo de nuevas formas
farmacéuticas más efectivas a las utilizadas en la
terapia actual y permite el establecimiento de mecanismos de
acción
que justifican su acción terapéutica en las
etiologías infecciosas (Abreu y Barreto, 1999).
En Europa y Norteamérica es muy común la
utilización de Vaccinium mirtillus y V.
macrocarpon Ait por su actividad sobre el Sistema Urinario.
De esta última especie existen referencias sobre su
acción en la interacción fimbrial de E. coli
en ITU, tanto in vitro como in vivo (Sobota, 1984;
Soloway, 1988; Schimidt y Sobota, 1988; Zafriri et al.,,
1989; Fox, 1989; Avorn et al., 1994; Walkers et
al., 1997; Ahuja et al., 1998; Mediherb, 1999; Foo
et al., 2000a, b).
En Cuba los primeros reportes sobre el uso de extractos de
plantas, con relación al fenómeno de la
adhesión fimbrial, están relacionados a estudios
efectuados al Eucabev, producto
antidiarreico elaborado a partir de corteza de
Eucalyptus.
El mismo se enfrentó a las cepas de referencia G7 (08
K87, K88ab) y B44 (09 K30, K99) (Barreto et al.,
1993a,b;1995a) luego de que decocciones del producto se
utilizaran con éxito
en el tratamiento de las diarreas agudas en diferentes especies
animales y el humano (Bertha Velázquez et al.,
1991) y que, en estudios microbiológicos, se comprobara
que a las concentraciones utilizadas, carecía de
acción bactericida o bacteriostática sobre ECET
(Barreto et al., 1993c). El modelo
experimental utilizado era muy sencillo, consistía en
someter a las cepas fimbriadas a tres pases sucesivos, dos por
medio de cultivo líquido y uno final en el mismo medio,
pero agarizado.
El tipo de medio empleado, la temperatura de
incubación y los tiempos entre cada pase estaban en
dependencia de las condiciones óptimas para la
expresión fenotípica de cada fimbria en particular.
La presencia, o ausencia, de las mismas se confirmaba a partir
del crecimiento en el medio agarizado, mediante la
utilización de inmunosueros antifimbriales, o suspensiones
de hematíes con receptores específicos para las
mismas.
En los grupos
experimentales, a los medios de cultivo se les sustituía
un volumen de
agua destilada
por otro equivalente del extracto estéril a evaluar.
La inhibición de los factores K88ab y K99 (83,3% y
100%) luego del enfrentamiento a los extractos de
Eucalyptus fue significativa (P<0,05). En el primer
caso, la ausencia de fimbrias en las réplicas efectuadas
fue el resultado de una combinación de modificaciones
(46,15%) con variaciones genotípicas (53,8%).
En los ensayos con la
cepa B44 la inhibición genotípica de K99 (85%)
prevaleció (Barreto et al., 1993a). En este
ensayo, al
igual que en otro posterior (Barreto et al., 1995a)
existía un punto débil, la aparición de
variantes autoaglutinantes luego de los pases por los medios con
algunos extractos. Los fenómenos de autoaglutinaciones se
produjeron fundamentalmente en las réplicas efectuadas a
la cepa G7. Este elemento enmascarador, dada la carencia de un
microscopio
electrónico, sembró la duda al respecto de si la
fimbria K88ab se perdía o no. En ambos trabajos se
utilizaron inmunosueros polivalentes anti-K88. Dada la mayor
estabilidad de esta fimbria (Barreto et al. 1993a) era muy
probable que persistiera luego de los tratamientos frente a E.
saligna y E. citriodora. Algo si había quedado
claro, el bloqueo de la expresión fimbrial estaba
relacionado con la especie de Eucalyptus y la
concentración de los extractos elaborados.
Ante la imposibilidad de aplicar técnicas
de microscopía electrónica se diseñó un
nuevo modelo en el que la presencia de K88ab se evaluó en
paralelo con dos indicadores:
un inmunosuero monoclonal 11/70 anti-K88ab (Ana Campal et
al, 1992) y una suspensión de hematíes A en
solución salina buferada (1:4) a pH 7,2 (Blanco
y Blanco, 1993). El primero detectaba la subunidad predominante
de la fimbria K88; mediante hemoaglutinación
manosa-resistente (HAMR) se establecía la porción
adhesiva de dicha fimbria. Con este sencillo esquema se pudo
comprobar que en todas las variantes autoaglutinantes
investigadas se había perdido la fimbria.
Esto es, se lograba el bloqueo de la expresión fimbrial
de K88ab luego del enfrentamiento de G7 a medios con
concentraciones subletales de E. saligna y E.
citriodora (Barreto y Campal, 2001). Todos los extractos que
afectaban la expresión de K88ab tenían un efecto
similar sobre CFA/I, la fimbria más frecuente en ECET
asociadas a EDA en humanos.
Este trabajo
estableció, además, que la acción sobre la
viabilidad bacteriana dependía de la especie de
Eucalyptus, la concentración de los extractos y la
especie o variedad bacteriana analizada. La tabla 1 resume los
principales efectos de estas dos especies de Eucalyptus
sobre E. coli G7.
A Achirantes aspera se le atribuyen las más
diversas propiedades terapéuticas. Se ha reportado el uso
de decocciones de esta planta para dolores abdominales y,
asociado al bicarbonato de sodio, para el tratamiento de enfermedades
gastrointestinales. Sus hojas se utilizan en diversas partes del
planeta para combatir las diarreas.
Los extractos acuosos de las partes aéreas reducen
significativamente la hipersecreción inducida por la
toxina colérica en el intestino de ratones. El jugo de la
planta entera se ha utilizado en casos de disentería
(Roig, 1974; Sing y Anwar-Ali, 1989; Samuelson et al.,
1991). A los extractos de hojas secas y semillas, realizados con
hexano, se les ha atribuido una débil acción
bactericida (Ikram y Haq, 1988) en tanto que a los extractos
clorofórmicos de semilla se les confiere un efecto
bactericida sobre E. coli (Samuelson et
al.,1991).
Se ha reportado que las tinturas (menstruo al 70%) de hojas,
tallos, semillas y de toda la planta, poseen efecto bactericida
frente a cepas de E. coli enterotoxigénicas
(K88ab+) y uropatógenas (P+). Sin
embargo, en ese mismo estudio ninguna decocción
presentó acción antibacteriana ante dichas cepas
(Guerra et al., 1995). La población, de forma tradicional, utiliza
esta planta para el tratamiento de las EDA e ITU en forma de
infusiones, decocciones y extractos acuosos. En el trabajo de
Guerra et al. (1995) muy sencillo, y sin el rigor de los
desarrollados con Eucalyptus, se pudo constatar un efecto
inhibidor de la expresión fimbrial con las decocciones de
hojas.
Estos resultados fueron confirmados posteriormente en una
experiencia similar (Barreto et al., 1997).
Tabla 1: Acción inhibitoria de los extractos de
Eucalyptus (mg/mL) sobre E. coli G7 (Barreto y
Campal, 2001)
Acción | |||||
Forma de | Especie | K88 | Crecimiento | ||
+ | – | + | – | ||
Decocción | E. saligna | 10.5-17.5 | 21 | 70-140 | 35 |
Infusión | E. saligna | 8.75-17.5 | 21 | 35-140 | 17.5 |
Extracto acuoso | E. saligna | N.D | 21-70* | 140 | N.D |
Decocción | E. citriodora | 35-70 | N.D | N.D | 70-140 |
Infusión | E. citriodora | N.D | N.D | N.D | N.D |
Extracto acuoso | E. citriodora | 35 | N.D | N.D | 70 |
Leyenda
N.D. = No determinado + = poseen ación
inhibitoria – = no poseen acción inhibitoria
* = Datos reportados
por Barreto et al. (1995)
Entre las plantas más utilizadas por la
población para el tratamiento de las afecciones renales
figuran: Lepidium virginicum L, Xanthium
occidentale Bertol y A. aspera (Roig, 1974; Sing y
Anwar-Ali, 1989; Fitomed II, 1993; Abreu y Barreto,
1999).
Estudios preliminares con cepas de E. coli
P+ demostraron que las decocciones de estas plantas
carecían por completo de efectos bactericidas o
bacteriostáticos aunque, de forma variable, afectaban la
expresión fimbrial (Mileydis Estévez et al.,
1994; Guerra et al., 1995; Mayté Prieto et al.,
1995; Barreto et al., 1997).
Estos ensayos, aunque interesantes por sus resultados,
no contaron con la presencia de cepas de referencia y la
expresión o ausencia de fimbrias P se estableció
mediante HAMR (Blanco y Blanco, 1993). Los receptores Gal-Gal a
nivel de eritrocitos, al igual que los presentes en el
uroepitelio, reconocen las subunidades PapG y PapF, que
sólo se adhieren a ellos cuando PapE también se ha
expresado. PapA, la subunidad hegemónica, no se relaciona
con la adhesión (Jonson, 1991). En estos ensayos es
posible que se hayan producido alteraciones en la arquitectura
fimbrial no apreciables por las limitaciones del sistema
utilizado.
Teniendo en cuenta estas premisas, se procedió a
una nueva experiencia (Barreto et al., 2000c) en la que se
incorporó un inmunosuero anti-PapA. El mismo se
utilizó en paralelo al ensayo de HAMR (Blanco y Blanco,
1993). Con el auxilio de la cepa de referencia E. coli
ATCC25922 (P+) se efectuó un tamizaje para
evaluar el bloqueo de la adhesión fimbrial a decocciones y
tinturas elaboradas a partir de A. aspera, Lepidium
virginicum L., Ageratum conyzoides L., Zingiber
officinale Rosc., Curcuma longa L y Costus
speciosus Smith. Sólo en el caso de C. longa no
se inhibió la expresión fimbrial en ninguna de las
variantes ensayadas. En una experiencia anterior se había
demostrado otra forma de bloquear la adhesión y fue
cuando, en lugar de enfrentar la cepa bacteriana a extractos de
plantas, los mismos se aplicaron a las células portadoras
de los receptores para fimbrias (Barreto et al., 1993c).
Aunque en esa ocasión se trataba de receptores para K99,
algo similar podía ocurrir con Gal-Gal. La
realización de esta variante puso de manifiesto que varios
de los extractos investigados, incluyendo la decocción de
C. longa, bloqueaban dichos receptores y por ende,
impedían la adhesión de E. coli
P+. Los resultados de estas dos experiencias se
resumen en la tabla 2.
Un equipo de investigadores norteamericanos ha reportado
la inhibición irreversible de la fimbria P luego de
efectuar dos pases sucesivos a la cepa JR1 en agar CFA con jugo
del fruto de V. macrocarpon al 25% (Ahuja et al.,
1998).
Microfotografías realizadas demuestran la
pérdida total de la fimbria P en las preparaciones
elaboradas. Los autores concluyen que estos resultados
podían deberse a un desprendimiento de las fimbrias o a
una inhibición en su expresión. Los resultados
obtenidos con la cepa E. colí ATCC25922 (Barreto
et al., 2000c) apoyan la segunda interpretación, máxime si se tiene
en cuenta, además, los resultados obtenidos al enfrentar a
E. coli G7 con extractos diversos de Eucalyptus sp.
(Barreto y Campal, 2001). Como ya se ha expuesto, en experiencias
anteriores se demostró que este bloqueo, en algunos casos,
obedecía a la persistencia del inhibidor en el medio, en
otras, sin embargo, se perdía la capacidad de expresar las
fimbrias aún cuando se realizaran subcultivos en medios
libres del inhibidor.
Estos resultados estaban determinados por la especie de
planta utilizada y la clase de
fimbria en cuestión (Barreto et al., 1993a,
1995ª,b, 1997; Barreto y Campal, 2001).
Tabla 2: Efecto de los extractos sobre la
expresión fimbrial y sus receptores
EXTRACTOS | EFECTO EN FIMBRIAS | EFECTO EN RECEPTORES |
A. aspera (etanol al | – | – |
A. aspera (etanol al | – | – |
A. aspera | – | + |
L. virginicum (etanol al | + | + |
L. virginicum (etanol al | – | – |
L. virginicum | – | – |
A. conizoides (etanol al | – | – |
A. conizoides (etanol al | – | – |
A. conizoides | – | – |
Z. officinale (etanol al | – | – |
Z. officinale (etanol al | – | + |
Z. officinale | – | – |
C. longa (etanol al | + | + |
C. longa (etanol al | + | + |
C. longa | + | – |
C. speciosus (etanol al | + | + |
C. speciosus (etanol al | – | + |
C. speciosus (decocción) | + | – |
Leyenda: + = adhesión positiva (fimbrias y
receptores no alterados) – = no adhesión (no
expresión fimbrial o receptores alterados)
Estos efectos bloqueadores de la adhesión pueden
estar relacionados con diferentes efectos por parte de los
extractos. Podrían estar asociados a metabolitos presentes
en estas plantas que actúen como represores de los genes
relacionados con las subunidades estructurales fimbriales o con
los codificadores de las enzimas y
proteínas asociadas a su transporte y
fijación en la superficie celular. Pueden intervenir
mecanismos similares a los descritos para determinados
antibacterianos ensayados a concentraciones subletales (Padilla
et al., 1991; Barreto et al., 1994).
Los genes pap no se encuentran aislados.
En muchas cepas de E. coli uropatógenas se han
visto asociados a otros genes codificadores de factores de
virulencia como es el caso de las hemolisinas y otros tipos de
adhesinas (Oto et al., 1990). A esta asociación de
genes se les conoce con el término de "islas de
patogenicidad" (Lee, 1996) que tienden a sufrir deleciones
espontáneas, tanto in vitro como in vivo (Hacker et
al., 1990).
Estas deleciones pueden afectar algunos genes
codificadores de PapD, por ejemplo, que al nivel de los espacios
periplasmáticos tiene la función de
estabilizar las subunidades estructurales fimbriales durante su
translocación hacia la membrana externa. Podría
influir en PapC, que participa en el transporte de estas
subunidades y su ensamblaje (Johnson, 1991).
Ahuja et al. (1998) centran su atención en el efecto de V.
macrocarpon sobre la expresión fimbrial de P. Tanto en
este trabajo, como en los posteriores en los que atribuyen este
efecto a flavonoides presentes en la planta, obvian una parte
importante del fenómeno de adhesión fimbrial: el
papel de los receptores celulares, sí contemplados en
nuestras experiencias. En este sentido, otros mecanismos que
pudieran considerarse implicarían a metabolitos primarios
o secundarios del vegetal sobre esta parte del complejo de
adhesión.
Podría producirse una interferencia mediante su
unión a los receptores, o a sitios próximos, de
forma tal que imposibiliten estéricamente la
interacción con los elementos de adhesión fimbrial.
También es posible la existencia de análogos a los
receptores celulares que compitan por la correspondiente fimbria.
Desde esta óptica
se puede plantear la existencia de toda una gama de variantes
aún por demostrar y que justifican el por qué estas
plantas interfieren la adhesión fimbrial de ECET y E.
coli P+. Lamentablemente, para su demostración, se
requiere de un nivel de equipamiento y de técnicas de
punta a las que no tenemos un acceso inmediato. Lo expuesto hasta
aquí, y que sometemos al criterio del tribunal
especializados que se designe, constituye lo propuesto para una
etapa de trabajo de más de diez años plenos de
dificultades.
Cada resultado está avalado por técnicas
sencillas pero, al mismo tiempo,
precisas y reconocidas internacionalmente, que ponen de
manifiesto una vía de acción terapéutica en
plantas utilizadas para el tratamiento de las EDA e ITU. Toda la
experiencia acumulada ha posibilitado definir los elementos
claves para una variante de tamizaje a plantas que evalúe
su efecto sobre la adhesividad fimbrial bacteriana (Barreto et
al, 2002). Estos efectos, unidos a otras propiedades
comprobadas, como es el efecto diurético de L.
virginicum (Fitomed II, 1993) explican el por qué
estas plantas ejercen una acción terapéutica, sobre
todo cuando se utilizan por períodos
prolongados.
La interferencia de la interacción
fimbria-receptor de los extractos vegetales no deberá
provocar resistencia ya que los microorganismos no se ven
expuestos a una presión de selección
capaz de desarrollar este fenómeno. Se trata de competencias por
un receptor, en algunos casos, de interferencias en la
expresión fimbrial y/o de alteraciones de los receptores
en otros. La experiencia popular pone de manifiesto que estos
tratamientos, sobre todo en el caso de los pacientes
crónicos, requieren del consumo de dichos extractos por
períodos prolongados, incluso de por vida.
A diferencia de los antibacterianos convencionales, que
ejercen su efecto sobre el patógeno a eliminar, y
además sobre el resto de los componentes de la flora no
patógena sensible, la variante analizada actúa
sobre los factores de virulencia del patógeno, por lo que
no debe causar alteraciones en la biota normal. La persistencia
en esta opción garantiza que los receptores
específicos para patógenos estén bloqueados.
Los tratamientos prolongados con antibacterianos convencionales,
sin embargo, propician las condiciones para el surgimiento de
nuevas patologías en los pacientes tratados, como es
el caso de la Candidiasis o la Disbacteriosis del
colon.
Como se aprecia, muchos pueden ser los factores que
afectan la interacción necesaria para que tenga lugar la
adhesión de E coli uropatógena o
enterotoxigénica y se desarrollen estados
patológicos que puedan afectar tanto a animales como al
hombre.
En las plantas estudiadas hasta el momento se han
detectado flavonoides, quinonas y taninos, su papel en la
inhibición fimbrial aún está por demostrar,
así como está por demostrar también el
posible rol de análogos estructurales que, por simple
competencia, interfieran en esta unión. El camino hasta
estas soluciones
está hipotéticamente trazado (Barreto et al,
2002). Cómo y con qué llegar depende de
técnicas fitoquímicas y métodos
propios de Biología Molecuar.
Todo ello está comprendido en los planes de Doctorado en
Ciencias (ya
aprobados y en marcha) de dos de los coautores de este trabajo y
constituyen la penúltima etapa de esta
investigación.
No obstante, aunque se trata de resultados in
vitro, los mismos constituyen las primeras respuestas al por
qué toda una gama de plantas – no sólo V.
macrocarpon – empleadas tradicionalmente, y que carecen de
una acción bactericida o bacteriostática
pronunciada, tienen efectos terapéuticos en el tratamiento
de las ITU y EDA.
Según los naturistas el hombre es un
frugívoro que, al tratar de comportarse como
carnívoro, ha dañado su salud y limitado su
esperanza natural de vida.
Esta aseveración, al margen de los efectos
tóxicos de las dietas criticadas, muy bien puede estar
relacionada con la presencia en nuestro organismo de toda una
serie de receptores para los patógenos más diversos
que, si se consumieran frutas, vegetales, etc., quedarían
bloqueados como ha ocurrido en los resultados resumidos
anteriormente. Esto, por supuesto, es sólo una hipótesis más y su
demostración, un gran reto que vale la pena
aceptar.
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Autor:
Dr.C. Guillermo Barreto Argilagos*;
Lic. Ana Campal Espinosa**;
M.C. Orlado Abreu Guirado*
*Universidad de Camagûey, Cuba
**Centro de Ingeniería Genética y
Biotecnología de Camagüey