- El Paladión entre la
ocupación militar y la dictadura de
Trujillo. - Agrupaciones
culturales - Surgimiento de el
Paladión - Las publicaciones de el
Paladión - El Paladión se
define - El Paladión y el
socialismo - Los más radicales del
Paladión - El Paladión llega a su
fin
Las breves paginas que a continuación ustedes
van a leer a ustedes, están motivadas en el interés de
rescatar una parte de la historia de la juventud dominicana. La
juventud, al igual que las mujeres, los mulatos y los negros, es
un sector excluido de los libros de
historia dominicana olvidando que Juan Pablo Duarte, Francisco
del Rosario Sánchez y Ramón
Matías Mella, como lideres juveniles, tenían 25, 21
y 22 años respectivamente al momento de fundar La
Trinitaria, y Luperón tenia 24 años cuando se
integró a la lucha restauradora, en 1863.
También Santiago Guzmán Espaillat era un
joven de 28 años cuando enfrentó la
Convención Dominico-americana de 1907. Pero en nuestra
historia sólo aparecen destacados los viejos caudillos,
los oligarcas y las acciones de la
rancia burguesía, o no se explica que fue sobre la
juventud que recayó la consolidación de la nación
dominicana.
El Paladión, la
organización de la que vamos a hablar esta noche,
surgió y se desarrolló entre 1916 y 1931. Quince
años de prolongadas actividades culturales, políticas
y literarias, le dan méritos suficientes para que, como
movimiento
juvenil organizado, lo rescatemos del olvido.
El Paladión
entre la ocupación militar y la dictadura de
Trujillo.
Los conflictos
económicos y políticos desencadenados por los
lideres caudillistas (1900-1916), la presión y
el interés de los capitalistas norteamericanos para que
éstos terminaran y se les permitiera desarrollar sus
industrias y
comercios en un marco de paz y estabilidad que garantizara la
reproducción de sus inversiones, y
los intereses geopolíticos de los Estados Unidos,
en el marco de la gran guerra mundial,
llevaron a esta potencia a la
ocupación militar del territorio dominicano.
Con la declaración formal de la
intervención militar del 29 de noviembre de 1916, quedaba
completada la ocupación total de la isla de Santo Domingo,
ya que desde 1915 habían desembarcado en la
República de Haití.
Con la presencia norteamericana, que se prolongó
por ocho años, la economía y la
política, así como el Estado
dominicano pasaron a ser esferas controladas y dependientes de
los Estados Unidos.
El gobierno militar
extranjero tomó un conjunto de medidas: reorganizó
el Estado,
aniquiló las bases del caudillismo,
"legisló" a favor de la expansión de los ingenios
azucareros extranjeros, incentivó la construcción de obras públicas, y se
convirtió en arbitro de los conflictos políticos de
los dominicanos, en beneficio casi siempre de sus propios
intereses; para lograr esto, el gobierno militar tuvo que
realizar reformas que abarcaron la totalidad de la sociedad,
implantando una férrea dictadura militar
que incluyó, para evitar la crítica
y la desobediencia popular, el control de la
prensa, el
desarme de la población, y la organización de un ejército bajo su
absoluto control; produjo el encarcelamiento de muchos de los
críticos de sus medidas y persiguió a los que
atentaron contra su dominio.
Si bien es cierto que durante la ocupación
militar, en principio se dio una tímida resistencia
contra la presencia extranjera, que se fue apagando con la
circulación monetaria producto de
los buenos precios
alcanzados en las exportaciones y
de la "danza de los
millones", también es cierto que en la medida que
desaparecían las causas que provocaban ese relativo
bienestar y después de 1920, con la aparición de la
crisis
económica, el movimiento de protesta se activó
encabezado por los más radicales del nacionalismo
agrupados en la Unión Nacional Dominicana, y organizaciones
como El Paladión.
Francisco Prats-Ramírez, segundo líder
de El Paladión, hace un llamado a la lucha por la desocupación en noviembre de 1920 y explica
la inactividad anterior a esa fecha:
"Hace 4 años que la República
Dominicana está bajo un Gobierno Militar impuesto por
los Estados Unidos de América. El ideal de independencia no ha abandonado un momento el
corazón
de los dominicanos; el deseo de reconquistar su libertad
política siempre ha sido una idea fija en el cerebro del
pueblo que nunca ha desoído los reclamos hechos por la
necesidad de la Soberanía. Circunstancias dolorosas del
momento, habían impedido trabajar por nuestra
restauración como ella merece; no permitían que
nuestra energía se centuplicara para hacer de cada
ciudadano un gigante en la lucha por el supremo ideal. El
momento ha llegado".
Fueron importantes en las luchas por la
desocupación, las actividades desarrolladas en "La Semana
Patriótica", la campaña de denuncia internacional
de la Comisión Nacionalista, las innumerables conferencias
de los intelectuales
nacionalistas en todo el país, y el Congreso de la Prensa,
el foro de denuncia
más importante desarrollado desde finales de 1920 hasta
enero de 1921. La desocupación se estaba
acercando.
La desocupación militar comenzó a verse
como posible al llegar a su fin la primera guerra
mundial; el fin del conflicto
provocó la caída de los precios en el mercado
internacional y la profundización de la crisis en Santo
Domingo, acrecentándose la resistencia del pueblo
dominicano, dirigido y orientado por los sectores nacionalistas
que se habían agrupados en la Unión Nacional
Dominicana y las Juntas Nacionalistas, junto a sectores
intelectuales de la burguesía y la clase media
que habían constituido, durante el período,
organizaciones culturales, literarias y políticas, como lo
fueron El Paladión, Plus-Ultra, los Postumistas, la
Asociación independientes de Jóvenes dominicanos y
la Asociación de estudiantes de la Escuela
Normal.
Las principales agrupaciones culturales, literarias y
nacionalistas del período surgieron durante la
ocupación militar americana. La finalidad de estas
asociaciones juveniles era casi siempre, la de organizar y
celebrar actividades culturales y literarias; sin embargo, casi
todas terminaron destacándose en las luchas por la
soberanía y la desocupación.
De esas agrupaciones, la más importante fue El
Paladión, surgida en 1917 como una agrupación
artística y cultural, dirigida por Carlos Sánchez y
Sánchez, Cristian Lugo, y Francisco Prats Ramírez.
En el campo de la literatura la de mayor
trascendencia lo fue el Movimiento Postumista, dirigido por
Domingo Moreno Jimenes, Andrés Avelino y Rafael Zorrilla.
El postumismo surgió formalmente en 1921.
Otra organización cultural importante fue, hasta
1931, la Asociación Literaria Plus-Ultra. Surgida el
20 de
noviembre de 1921, dirigida por Manuel Arturo Peña
Batlle. Participaron en ella: Alcides García, Jesús
María Troncoso, Manuel A. Amiama, Ángel Rafael
Lamarche, Rafael Américo Henríquez, Juan Isidro
Jimenes-Grulllón, Arturo Despradel, Carlos Larrazabal
Blanco y José Enrique Aybar. Algunos de los miembros de
Plus-Ultra pasaron al Paladión a partir del momento en que
sus integrantes, encabezados por Peña Batlle, se
integraron al Partido Nacionalista de Américo Lugo. Los
que se fueron a El Paladión fueron Jesús
María Troncoso y Manuel A. Amiama.
En Santiago, donde hubo un sólido movimiento
nacionalista encabezado por Estrella Ureña y Ercilia
Pepín, apareció la Asociación de
Jóvenes Dominicanos, que tuvo entre sus fines "defender
los derechos e
ideales del pueblo dominicano como Nación
libre, independiente y soberana. Mientras que el Comité de
Damas fue organizado en Nueva York, el 26 de noviembre de 1919,
integrado por mujeres de la región del Cibao que
vivían en esa ciudad, las que, motivadas por las damas de
Puerto Plata decidieron no "quedarse rezagadas en esta hora de
angustia y de dolor par la Patria" En la prospera ciudad del
Atlántico ya se había constituido "La Junta de
Damas" Y un grupo de la
ciudad capital
formó, el 15 de marzo de 1920, la Junta Patriótica
de Damas, "con el propósito de recaudar fondos para ayudar
la Comisión Nacionalista que actuó en el extranjero
denunciando la ocupación militar americana.
Otra organización importantísima en las
luchas contra el gobierno militar americano, fue la Junta
Nacionalista. Fueron constituidas Juntas Nacionalistas locales en
las principales ciudades del país. La organización
política no partidarista más importante en la lucha
por la desocupación militar americana, fue la Unión
Nacional Dominicana, constituida en Santo Domingo el 8 de febrero
de 1920 y en 1921 apareció la Gran Liga Nacional
Dominicana, con iguales propósitos.
Ya en plena dictadura de Trujillo, surgió en 1931
Acción
Cultural, como fusión de
las agrupaciones Plus-Ultra, El Paladión y Atenea.
Acción Cultural, estuvo dirigida provisionalmente, en las
primeras semanas, por integrantes de El Paladión, pero
luego celebraron elecciones siendo seleccionado como presidente
el Lic. Manuel A. Peña Batlle. En 1931 apareció
también la Acción Feminista Dominicana, con el
propósito de luchar por los intereses de la
mujer.
El 23 de enero de 1932 fue constituido el Ateneo
Dominicano, dirigido por Juan Tomas Mejía y Pedro
Henríquez Ureña; mientras la juventud se aglutinaba
en Acción Cultural, los viejos y más conservadores
intelectuales se agruparon en el Ateneo y se integraron casi de
inmediato a la dictadura.
II
En el surgimiento de la agrupación El
Paladión tenemos que destacar que, desde 1912, algunos de
sus integrantes ya habían constituidos la "Sociedad
recreativa 8 de Febrero", instalada en febrero del mismo
año y en la que aparecen como directivos: Ricardo Ricart,
presidente; Horacio Read, vicepresidente; Máximo Coiscou,
secretario; Miguel A. Pereyra, secretario; Aníbal Guerra,
tesorero; Cristián Lugo, Máximo Gómez,
Francisco Prats Ramírez, Miguel Ángel Pérez
M., y Publio S. Mejía, miembros.
De ese grupo, Cristián Lugo, Francisco
Prats-Ramírez y Horacio Read, fueron pilares, junto a
Carlos Sánchez y Sánchez, del grupo que
constituyó El Paladión. De acuerdo a Max
Henríquez Ureña el nombre de Paladión fue
sugerido por Vigil Díaz "como recordación de la
estatua de Palas de cuya conservación dependía,
según la vieja leyenda, la suerte de Troya".
Max Henríquez Ureña, contemporáneo
de los integrantes del grupo, lo consideró, el "primer
movimiento cultural de importancia en el nuevo siglo", con el
propósito de cultivar las letras, las artes y las ciencias".
Establece en su texto de
literatura, que El Paladión ya existía antes de
1916, aunque comete el error de decir que surgió
formalmente en 1918; realmente
El Paladión se constituyó el 24 de
noviembre de 1917, y entre sus primeros fundadores se
encontraban: Carlos Sánchez y Sánchez, Francisco
Prats Ramírez, Cristián Lugo Lovatón, Rafael
Paino Pichardo, Horacio Read, Manuel Emilio Sánchez y
Sánchez, Guillermo González, Julio A. Cuello,
Marcos Gómez, Luis Beltrán, Silvestre Avelino Aybar
y Castellanos. Un segundo grupo ingresó tiempo
después: Virgilio Díaz Ordóñez (Ligio
Vizardi), Armando Oscar Pacheco, Manuel A. Amiama y Jesús
María Troncoso Sánchez.
El Paladión surgió en el período de
la primera ocupación norteamericana de la República
Dominicana. Se había perdido la soberanía; las
manos del censor extranjero prohibieron el derecho y la libertad
de pensamiento,
de imprenta y de
prensa; el Ejecutivo, un Capitán de la Marina de los
Estados Unidos, que se apropió del derecho de decidir la
vida y la libertad de los dominicanos, impuso la pena de muerte y la
persecución por la simple disidencia a su opresivo
régimen.
Un sector de los dominicanos históricamente
cómplice del poder
extranjero se acomodó a la nueva situación y desde
1916 comenzó a disfrutar de las migajas del poder
foráneo, pero otros no. La respuesta a la dictadura
militar, que llevó a Américo Lugo, a Fabio Fiallo y
Francisco Prats-Ramírez a la cárcel, para
sólo citar tres ejemplos, fue la organización de
agrupaciones políticas y culturales nacionalista que
integraron a los sectores anti-intervencionistas: la Unión
Nacional Dominicana, La Junta Nacionalista, el Movimiento
Postumista, Plus-Ultra, y El Paladión, fueron algunas de
ellas.
El Paladión fue la más importante
organización juvenil, cultural y revolucionaria de la
intelectualidad dominicana, entre 1916 y 1931; sus integrantes,
al igual que los del Postumismo, y Plus-Ultra, procedían
de la Escuela Normal hostosiana y estaban influenciados por el
pensamiento del puertorriqueño Eugenio María de
Hostos, del uruguayo José Enrique Rodó, el
argentino José Ingeniero, el peruano Víctor
Raúl Haya de la Torre, y el mexicano José
Vasconcelos; pero también Marx y Lenin se
iban dejando sentir en sectores juveniles de República
Dominicana y El Paladión no estaba al margen de esta
influencia.
Liderada siempre por Carlos Sánchez y
Sánchez, y con Francisco Prats-Ramírez como mentor
político, durante el gobierno de Horacio Vásquez
ingresaron a El Paladión jóvenes de la Capital y de
otras ciudades del país, entre ellos el
puertorriqueño Indalecio Rodríguez, Juan Francisco
Sánchez y Sánchez, el escritor español
Juan José Llovet, y el poeta postumista Rafael
Andrés Brenes.
Ellos, los jóvenes y nuevos intelectuales de
República Dominicana que se definieron como
generación durante la primera ocupación
norteamericana, fueron también impactados por la
influencia de la revolución
rusa y el advenimiento del socialismo. Esa
influencia tan desigual sobre los integrantes del grupo, apuntaba
hacia la lucha por la soberanía y contra la presencia de
la potencia extranjera que ocupaba la República
Dominicana, provocando la integración de El Paladión a las
luchas por la desocupación del territorio
dominicano.
El Paladión, que se mantuvo como una
organización que reclamaba las reformas políticas y
administrativas, así como educativa y cultural, celebraba
actividades culturales, luchaba armada de principios,
promovía debates y polémicas del "lado de la
verdad", sustentaba ideales de renovación y
engrandecimiento de la patria. Sus integrantes "intervinieron en
la vida intelectual, -dicen ellos-, sin reverenciar ideas, sin
esconder verdades". Sus actividades eran permanentes y
variadas:
"hemos escrito libros y folletos, hemos hecho obras
de propaganda
cultural y democrática, hemos realizado actos de
altruismo. Como jóvenes, sabemos vivir la alegría
de la vida; como hombres, no hemos querido dejar de aprovechar
el tiempo. Los años de la dolorosa ocupación
militar, templaron nuestro espíritu juvenil y moral,
intelectual y materialmente contribuimos a toda campaña
que persiguiera la liberación de la República,
sin reservas mentales, sin poner límites
teóricos a la acción necesaria".
Los principios éticos, culturales e
ideológicos que normaban a El Paladión, estaban
sintetizados en sus luchas por la patria, el hombre, los
poetas y artistas, el obrero y sus necesidades, y la
renovación de la República Dominicana. La
influencia de Rodó era evidente en todos sus
escritos:
"Creemos en la Patria. Creemos en el hombre;
creemos en los hombres que trabajan y sufren. Creemos en la
posibilidad de la fraternidad humana. Creemos en todos los que
creen el Ideal. Creemos en los poetas y artistas que no tienen
torres de marfil. Creemos en la eficiencia de
la Idea, desconfiando de las vaporosas palabras
teóricas. Creemos en el sudor del obrero y en sus
necesidades. Creemos en la posible renovación dominicana
y esperamos, optimistas, los fuertes renovadores. Creemos en
los sistemas
ideológicos y en los mecanismos políticos que van
hacia la luz del futuro;
no en los que retroceden hacia las sombras del pasado. Creemos
en el talento, en la cultura; en
la bondad y repudiamos la inferioridad mental, la inconsciencia
científica y las maniobras de los hábiles, que
tantos males traen a las naciones y a la humanidad. Creemos en
los hombres que luchan, no en los débiles que halagan.
Creemos en todo lo que creen los Compañeros
Internacionales de las nuevas generaciones que tienen ideales y
luchan porque la humanidad viva días mejores. Creemos en
el PALADION".
El Paladión, que al parecer se inició
informalmente antes de la ocupación norteamericana como
una pequeña agrupación cultural y literaria,
formada principalmente por intelectuales, evolucionó
durante la ocupación militar hacia la lucha
política-nacionalista, y al producirse la
desocupación en 1924, entró en una etapa de madurez
en la que algunos de sus integrantes intentaron dotarla de un
andamiaje teórico, ideológico y político,
pero apartado de las estructuras de
los partidos
políticos, tomando en cuenta la cuestión del
Estado y las reformas de sus instituciones.
III
LAS
PUBLICACIONES DE EL PALADIÓN
El Paladión se constituyó formalmente en
agrupación en noviembre de 1917, pero antes de la
ocupación americana ya varios de sus integrantes se
venían reuniendo y desarrollaban algunas actividades
culturales y literarias, utilizando para esos fines, a las
más importantes publicaciones de la época. Desde
los primeros años la agrupación ocupó
espacios importantes de revistas y periódicos, lo que
combinó con la publicación de una serie de
opúsculos bajo el nombre de "Publicaciones
Paladión".
Desde la muerte de
Ulises Heureaux en 1899 y hasta 1916, aparecieron grupos juveniles,
principalmente literarios, que se compactaban en torno a revistas
literarias; estas agrupaciones aparecían y
desaparecían con la misma rapidez con la que se
instauraban gobiernos y se sucedían interminables
"revoluciones" caudillistas que desembocaron trágicamente
en la ocupación militar extranjera de 1916.
Las sociedades
literarias y culturales publicaban revistas que se presentaban
como tendencias vanguardistas, influenciadas casi siempre por el
modernismo. En
una de esas revistas, La Cuna de América (1903),
aparecieron los primeros escritos de los integrantes de los
grupos Paladión y Movimiento Postumista; pero fue con el
apoyo de la revista Blanco
y Negro, que había aparecido en 1906, donde
definitivamente comenzó a popularizarse y a conocerse la
agrupación que dirigía Carlos Sánchez y
Sánchez.
En Blanco y Negro la sociedad político-cultural
El Paladión ocupó por muchos tiempos una
sección que le sirvió de vocero, y donde
apareció la producción literaria de la
agrupación. La sección llevaba el nombre de "Tardes
del Paladión", y en ella se recreaban las tertulias que
todas las tardes, a partir de las cinco, organizaban sus
integrantes. El local de la agrupación estaba ubicado en
la calle Duarte esquina Padre Billini.
Además de Blanco y Negro, El Paladión
tomó también como centro de operaciones, a la
revista La Opinión, la más importante entre 1923 y
1927, cuando se transformó en periódicos diarios.
La sección abierta en esta revista fue "Página del
"Paladión". La Opinión anunció en 1924, el
espacio dedicado a esa sociedad, de la siguiente
forma:
"PAGINA DEL PALADION". Con satisfacción
anunciamos a nuestros lectores que desde nuestro próximo
número los jóvenes intelectuales que constituyen
el grupo conocido por "El Paladión", redactarán
en LA OPINION una página semanal, de la que estamos
seguros que
sabrán hacer una de las más buscadas y
leídas de nuestra revista. Carlos Sánchez y
Sánchez, Francisco Prats-Ramírez, Paino Pichardo,
Cristián Lugo, Julio A. Cuello, Jesús
María Troncoso, etc. etc., serán pues desde el
sábado que viene, asiduos colaboradores de La
Opinión."
Mientras que la agrupación aclaró en su
primera colaboración a esa revista, el propósito
que perseguía:
"Un periódico dentro de otro
periódico: he aquí lo que serán entre las
amables y hospitalarias páginas de La Opinión,
estas dos paginitas paladiónicas bajo cuyo dintel los
muchachos del "Paladión", sin altivez intempestiva, pero
también sin el acostumbrado servilismo, saludamos al
público: ¡Saludos, respetable público! Y
gracias a vosotros, camaradas de La Opinión, que con
ejemplar generosidad y noble confianza, nos abandonáis
una hoja de vuestra revista, para que con ella hagamos esta
pajarita de papel que cada semana colocaremos bajo la
granujienta nariz y las gafas pedantes de Don Archibaldo
Mediocre y Pluscuamperfecto, muy señor nuestro y amigo
de nuestra consideración más
distinguida".
En 1927, cuando esta revista dejó de salir
semanalmente, para hacerlo como diario, su dirección se comprometió
públicamente con ser abanderada de los ideales que
perseguía la agrupación; aprovechando el mensaje de
solidaridad hecho
llegar por Francisco Prats-Ramírez al pueblo de Nicaragua,
que estaba en ese preciso momento siendo ocupado militarmente por
tropas norteamericanas; el
periódico La Opinión tomó partido a
favor de la "renovación":
"La Opinión, que en los cortos días
de su vida está ya acreditada como el portavoz de
más amplias y viriles resonancias de los ideales de
renovación que llenan el alma de
nuestra juventud, celebra de todo corazón que haya sido
la de un joven la primera voz dominicana que ha llevado a los
patriotas nicaragüense el testimonio de cómo se
siente en este país la inmerecida desgracia de
Nicaragua." (La Opinión, 24 de enero
1927).
A parte de las revistas Blanco y Negro, La
Opinión, Letras, y La Cuna de América, los escritos
de los integrantes de El Paladión, también salieron
regularmente en la revista El Día Estético, el
periódico El Mundo, la revista Cromos, y el Listín
Diario. La producción literaria de los integrantes de la
agrupación rara vez aparece reseñados en alguna
antología o "memorias" de
intelectuales que vivieron aquellos años de luchas
antiimperialistas; llama la atención el largo silencio que llevó
al olvido la viril presencia de esta
agrupación.
A partir de la desocupación americana El
Paladión comenzó a definirse como una
organización que buscaba orientación hacia ideas de
mejoramiento que tendieran a modificar la sociedad dominicana,
transformándose, en pocos años, de una
organización literaria y nacionalista a una literaria pero
antiimperialista y revolucionaria, como veremos más
adelante:
"EL PALADION no ha tenido, ni tiene, áridos
estatutos, ni insustanciales Reglamentos.- En su seno
encuentran fraternal acogida todas las ideas y movimientos que
tienden al mejoramiento social; toda manifestación de
verdad, de belleza o de bondad, tendrá ecos y aplausos
en nuestra agrupación. Jóvenes como somos, amamos
los altos ideales y siempre seremos entusiastas, luchadores y
sinceros.-
Convencidos del bello porvenir y de la fuerza
espiritual de nuestra raza, profesamos el credo
hispanoamericanista y nos consideramos conciudadanos de todos
los que han nacido bajo el inmenso cielo que cubre la tierra
nuestra, desde México a la Tierra de
Fuego. Aristócratas en el pensamiento creador, somos
radicalmente democráticos en la acción social y
las meras teorías de las ciencias experimentales
que han borrado literarias utopías para fijar indelebles
verdades económicas, tienen nuestras más vivas
simpatías.- En un mismo abrazo estrechamos a
Príncipes del Verso y de la Ciencia y
a humildes trabajadores que luchan por conquistarse un puesto
en la vida."
Como parte de esa definición fue que
surgió el interés de dotar la organización
de una base teórica-ideológica que descansara en la
"renovación" de la sociedad, a través de un
conjunto de actividades políticas, culturales, educativas,
conferencias, y de solidaridad con otras organizaciones similares
de América
Latina.
Esta definición, cuyo principal mentor lo era
Francisco Prats Ramírez, desató un interesante
debate sobre
lo que se entendía por Renovación, y en el que
quedaba claro que todos los integrantes de la agrupación o
no entendían de qué se trataba o tenían
algunas dudas sobre los planteamientos renovadores", aunque esto,
aparentemente, no llevó a la desintegración de la
organización.
De lo que se trataba, decía El Paladión,
era reorganizar la sociedad destruyendo los viejos moldes que la
habían normado hasta ese momento, pero alejados de los
partidos y sus intereses:
"Frente a la decadencia, no son palabras y
sonoridades de tribuna las que se necesitan: es sangre nueva,
auténtico vigor, demolición de las ruinas
tambaleantes y erección de torres de granito por los
brazos y las mentes jóvenes y sanas. Sobre bases
carcomidas, es fantástico un plan de
construcción. Para construir bienes, lo
primero es demoler los males. Nuestra historia es una serie de
interminable de vaporosas "buenas intenciones" a cuya
realización se oponen e interponen ruinas y
mediocridades. Lo que necesitamos es que se inicie la era de
hacer política, alejándonos de la interminable
época de hacer nombres y partidarios. Hacer
política, fue y todavía es, una frase
despreciativa; honrémosla, dándole el verdadero
valor que
debe tener en la democracia.
Escoger el material social y político para hacer una
política
social: esa es la aspiración; ese es el ideal,
resplandor en las sombras y optimismo en los que todavía
creemos en la posible perfectibilidad el mecanismo
político-administrativo del Estado
dominicano."
La definición de la agrupación y lo que
ellos entendían por Renovación, fue explicada en la
Revista La Opinión, con las siguientes
palabras:
"Arte nuevo;
Ciencia
nueva, Política nueva…"Renovación"
será la palabra simbólica del Siglo, porque la
labor de sus generaciones será renovar totalmente
doctrinas, creencias y sistemas caducos y centenarios. Y la
juventud, fuerte de músculos, floreciente de amor y de
entusiasmo, iluminada por las nuevas verdades de la Ciencia, ha
sido, es y será, el principal factor en las nuevas
cruzadas del espíritu. EL PALADION hace años que
ha abierto sus brazos a las nuevas ideas de renovación;
por ellas lucha y para ellas existe como agrupación,
procurando que la nueva luz sea claridad en nuestro medio,
necesitado de auténticas reformas, desde sus expresiones
literarias y artísticas, hasta las finalidades
trascendentales de su mecanismo político-social.
"Renovarse es vivir". EL PALADION vive y quiere que vivan el
pueblo y el Estado dominicano"
En un momento en que se hablaba de
"regeneración", "revolución" y de "evolución", la palabra "renovación"
despertó el debate sobre los planteamientos de El
Paladión. J. Gassó y Gassó, desde La Vega,
llegó a poner en duda los nuevos propósitos
perseguidos por El Paladión, preguntándose, en
1925:
"Los que proclaman la Renovación,
¿pretenden llenos de amor patriótico a las
costumbres patriarcales y a las tradiciones que son el alma de
la vida nacional, ir hacia atrás, renovarse en un
sentido retrógrado hacia el ayer luminoso, lleno de
sentimientos de fraternidad, de vida sencilla, de maneras de
ser ingénitas de la raza, o por el contrario, se intenta
seguir adelante en esta carrera vertiginosa de desquiciamiento
moral y social, copiando estas extravagancias exóticas,
evolucionando hacia una libertad mal entendida, puesto que
resulta mas bien libertinaje?. Sea en un sentido, sea en otro,
una explicación se impone.
Si la juventud, como parece es la llamada a dirigir
esta moderna campaña, ella debe antes que llenar los
ámbitos con una palabra, decir lo que ella significa.
Porque resulta de poca energía convincente decir que
vamos a renovar sin definir la aspiración máxima
de esta tendencia. (…).
Mas antes que todo es preciso definir esta
Renovación. Para ello es de toda necesidad hacer un
estudio detenido de la historia, de la tradición, de las
costumbres y de las peculiaridades de la República y de
nuestra raza. Y de acuerdo con los resultados obtenidos,
identificarlos con las necesidades que aquellos estudios nos
reflejen, entonces es preciso declarar la necesidad de
Renovación y la manera de hacer esta
Renovación".
Rafael Andrés Brenes, que participaba en las
Tardes del Paladión como observador y que luego se
integró a la agrupación, también
tenía sus dudas y llegó a plantear que la
renovación era una pelota de goma, una palabra
vacía, con musicalidad nada más, y que no se
ajustaba al momento que se estaba viviendo, como queda planteado
a continuación:
"Ahora vuelvo, bajo la égida de estas tres
palabras que ningún hecho real nombran, a repetir que la
renovación en los actuales momentos, y en lo más
absoluto de su significado, no es más que una pelota de
goma.
Esta afirmación tiene que ser demostrada;
ella solo se demuestra a si misma. Lo único que nos ha
dejado ésta palabra, es la musicalidad más o
menos grata a nuestra sensibilidad auditiva. Pero es bueno una
aclaración. Varios amigos míos, muy admirados en
su labor intelectual, algunos compañeros en la
agrupación "Paladión" han estado constantemente
en un esfuerzo digno y alto, repitiendo estas palabras,
queriendo infundir sus virtudes en los ánimos y las
masas y dejando llevarse de su entusiasmo hasta formarse la
ideal concepción de que se renueva efectivamente. Es
indudable que la renovación ha de venir; porque todo
continúa en su comienzo. El fin de las cosas
mismas.
Pero para esto es necesario llegar al fin, es
necesario seguir el curso evolutivo; es necesario crecer
más tarde en ella misma. (…). Y todavía no
ha llegado la hora de la renovación, porque no se puede
renovar fuera de la naturaleza".
La respuesta de Francisco Prats Ramírez, a todos
los que pedían o exigían una aclaración de
lo que se entendía por "renovación (él era
el que más entendía la definición que se
buscaba), fue redactar un conjunto de escritos con el que
viajó por toda la República explicando la
Renovación, a través de conferencias; las que
también las llevó a otros países de
América Latina. Las conferencias de Prats Ramírez
fueron publicadas en noviembre de 1931 bajo el título de
"El Espíritu de la Renovación". En este libro
publicado cuando ya Trujillo había comenzaba a definir su
dictadura, no aparece una sola mención al régimen,
por lo que se entiende que la publicación era una
respuesta-propuesta al momento que se estaba viviendo.
En estas conferencias Prats-Ramírez hace
planteamientos que van desde la lucha por la paz, la justicia
social, la evolución y la revolución, así
como sus críticas a los partidos políticos y a lo
que él llama "falsa democracia", la política, la
cultura, y el papel de la universidad en la
Renovación.
Sobre la relación y diferencia entre los
conceptos Revolucionar y Renovar, Francisco Prats-Ramírez
plantea lo siguiente:
"La palabra Renovación sintetiza la sublime
intranquilidad de la época, con sus justicimos anhelos
de evolución social; Renovación: ese es el
estandarte que levantan al infinito las manos jóvenes
que quieren modelar un mundo mejor. Revolucionar,
señores, es la misión
de todos los que sientan con el Siglo. Nosotros entendemos por
revolución, no las demoníacas luchas de sangre y
destrucción en que la incultura de un jefe con prestigio
entre las masas analfabetas es casi siempre un obstáculo
para la progresiva marcha de la democracia, sino la
sustitución de ideales carcomidos y de esperanzas
(…).
La Democracia Prats Ramírez la entiende como una
farsa, pues para él ésta no existe en los
países donde la gran mayoría de la población
es analfabeta:
Esta "no vivirá en la realidad mientras
exista alarmante porcentaje de analfabetos que hace una
vergüenza de nuestros censos y estadísticas. La democracia está
en relación directa con la conciencia
que cada ciudadano tenga de sí mismo y la luz de la
conciencia no ha salido nunca de ojos que no sepan caminar,
seguros, por el infantil laberinto del
abecedario".
Prats Ramírez entiende que la juventud renovadora
es obrerista, y plantea el apoyo de la intelectualidad a los
trabajadores y de paso realiza una importante crítica
contra el radicalismo capitalista que trata de demostrar que en
nuestro medio no hay problemas
sociales de índole obrera:
"La juventud renovadora es obrerista y estudia los
problemas y
necesidades del proletariado y luchará por una
legislación social que proteja a los proletarios
dominicanos de los accidentes
del trabajo
(…).
Obreros no son solo los que pican piedra bajo el
hiriente sol nuestro; obreros son y necesitan una efectiva
protección, todos los que trabajan dependiendo de un
patrón que paga semanal o mensualmente, pero que en nada
se preocupa de las "maquinarias vivientes" que tiene a su
servicio.
El obrerismo es una fuerza del Siglo y a los
hombres que trabajan quiere dar la Renovación sus
entusiasmos y su cultura". (…). El alma de los
explotadores es una gran fábrica de grandes turbinas, de
ruedas con engranajes complicados que en su continuo movimiento
producen moneda de oro,
exigiendo en sus dominios que el trabajador incline la frente
hasta besar el polvo de una esclavitud
física y
moral, para que cada gota de sudor sea utilizada en la
ambiciosa capitalización. (…).
En la República Dominicana (…), hay y
habrá problemas sociales (…) y se llega a la
conclusión de que es imprescindible la
organización de las clases proletarias, a fin de
conseguir fuerzas con las cuales defender sus vidas de la
garras de los poderosos.."
Por último, en El Espíritu de la
Renovación, su autor toca el tema de nuestros campesinos y
de la tierra, viéndolo como un problema que guarda
estrecha relación con la presencia de los capitalistas
extranjeros. Prats-Ramírez entiende que el problema del
despojo de la tierra es trascendental, pues en con la
pérdida de la propiedad se
pierde la soberanía:
"La soberanía de la tierra en un país
pequeño tiene que residir en la nacionalidad
de los dueños de la propiedad privada de la tierra".
(..) Por defensa social del pequeño terrateniente,
generalmente ignorante, por defensa de la soberanía
nacional, se impone una legislación previsora en el
sentido económico y digna en el concepto
patriótico. (…). Por su ideología económico-social, por su
decidida aceptación de las teorías
libre-deterministas, la Renovación se preocupa
profundamente con nuestro problema de la tierra. La tierra
se nos va! (…), Convirtiéndose en dominio
absoluto de los capitalistas norte-americanos.."
El tema del socialismo se hizo público en El
Paladión, a partir de la presencia en las tertulias que de
tarde en tarde celebraban en el local de la organización
(en la calle Duarte casi esquina Padre Billini), del ruso
Arón Kohaz. Cuando Kohaz visitó en abril de 1925 el
local de la agrupación participó como centro de la
tertulia y fue abordado por los concurrentes sobre tópicos
relativos a la revolución
rusa y la lucha de clases. Su participación fue
recogida por Manuel A. Amiama y reseñada en la revista
Blanco y Negro, en la sección "Tardes del
Paladión", con suficientes detalles:
"En este punto, la discusión se hace
violenta, ensordecedora, desordenada, pues mientras unos, como
Llovet, aseguran que no hay en nuestro país los
problemas sociales que específicamente se derivan del
capitalismo,
los demás creemos que sí existen esos problemas,
aunque en la forma que lo creen ciertos elementos que
erróneamente se llaman obreros y confunden el sindicato
defensivo con el gremio corporativo. Lo que sucede es que los
problemas sociales nuestros no han llegado al estado de crisis
y que, por consiguiente, podemos irlos resolviendo por medios
evolutivos y no revolutivos.
El ruso confirma nuestras apreciaciones y dice,
más o menos:-En los campos y en los ingenios hay
problemas económicos típicos que no están
resueltos. Los obreros no pueden ser felices en las condiciones
en que están. Saben que hay medios de lucha, o no lo
saben. Pero el problema social existe. El ruso nos pregunta
nuestra opinión sobre la intervención militar y
le contestamos: -Sin considerar si material y
políticamente la intervención le convino o
no le convino a nuestro país, repudiamos todo hecho de
fuerza que no se justifique por un ideal excepcionalmente
superior. Nosotros, los jóvenes del Paladión
profesamos los hermosos principios del internacionalismo, pero
a base del respeto de
las nacionalidades, porque estas representan hechos
históricos consumados que solo una evolución
lenta, que necesita acaso siglos, puede borrar. Rechazamos el
chauvinismo, aunque lo disculpemos cuando él es el
resultado legítimo de una reacción contra las
violencias de la fuerza.
En un artículo sobre la paz del ruso Kohaz, y
publicado en la sección que el Paladión
tenía en la revista Blanco y Negro, este
concluye:
"¿Habrá paz mientras perdure
semejante estado de cosa? Podemos decir con toda la boca:
¡no! Mientras unos vivan en la miseria y otros en la
opulencia, mientras unos tengan todas las posibilidades de
hacerse hombres conscientes, y otros permanezcan en la completa
ignorancia; en una palabra, mientras la humanidad permanezca
dividida en clases, la paz será un
sueño".
Entre algunos de los miembros de El Paladión y
Arón Kohaz se desarrolló una interesante amistad, pues
éste iba cada cierto tiempo a las tertulias, y en Blanco y
Negro aparece una información en la que Manuel A. Amiama
participa acompañado del ruso en actividades
artísticas. En esa revista, en un artículo de
Amiama titulado "Ecos Teatrales: el ordeón ruso en el
Teatro Colon",
éste relata:
"Una tarde, el amigo Kohaz y yo fuimos a visitar a
los artistas en sus habitaciones del hotel Colón, y
allí fuimos recibidos con cortesía extremada que
es característica de los rusos. El amigo Kohaz, que es
ruso, pero que habla el español a perfección,
sirvió de interprete en la cordial entrevista.."
Aparte de la influencia de Kohaz con sus ideas
socialistas, también Juan José Llovet, un
intelectual español que llegó a la República
Dominicana temporalmente y se quedó viviendo aquí
hasta su muerte, aunque no escribía sobre temas que lo
relacionaran con las ideas socialistas, si llegó a
plantear en 1926, en un intercambio de carta con un tal
"M.G.P", su simpatía con ideas revolucionarias. Llovet,
refiriéndose a las luchas socialistas y republicanas
desarrolladas por los jóvenes españoles, le dice a
M. G. P.:
"Por que yo, mi querido amigo, no puedo resignarme
a creer, como usted parece que se resigna, que todo aquel
conmovedor hervidero de nobilísima inquietudes se haya
aquietado y adormecido para siempre en la chata plenitud en que
ha venido a empantanarse la vida político europea
(…). No, no y no, mí querido amigo…! Yo
sigo siendo el mismo hombre, rabioso a ratos, y, a ratos,
crédulo y entusiasta, de aquellos años
inolvidables. Yo, a pesar de todo, todavía no he
renunciado a la esperanza (…) Yo espero que cualquiera
de estos días, agitando un "Listín" como una
bandera y a riesgo de que
me tomen por loco, podré salir a la calle gritando:
¡Resurrección…!
¡Resurrección..! Pero por resurrección,
amigo mío, no de lo que era entonces, sino de lo que
soñábamos que fuera; resurrección; al
menos de aquellas hermosas inquietudes que no es posible que
hayan perdido allá su eficacia hasta
el extremo de que no queden ni unos cuantos centenares de
hombres capaces de dejarse matar por ellas.."
Hasta dónde penetraron las ideas socialistas en
el grupo El Paladión,* es difícil explicarlo, pero
sabemos que ya para aquellos días varios dominicanos
escribían en revistas y periódicos sobre estas
ideas, además de que aparecían en ellos cada cierto
tiempo, artículos de extranjeros reproducidos en las
referidas publicaciones.
Manuel A. Amiama hizo publicar una nota titulada
"Siluetas y Perspectivas: Francisco Prats-Ramírez. En ella
se deja claro que la teoría
socialista no era desconocida en el grupo. Sobre
Prats-Ramírez, su influencia en El Paladión y el
marxismo,
dice:
"Y fue ese mismo afán demoledor y ese
embrionario anhelo de ver batir sobre el ambiente
social dominicano los vientos benéficos de radicales
renovaciones, lo que lo encaminó más al estudio
de la moderna ciencia política y de la moderna sociología. Las obras de Marx, Engels,
Kautski, Jaurés, Georges, Fiore y Lenine (Lenin, A.P.R),
comenzaron a abarrotar su ya populosa biblioteca,
y hoy se puede decir que entre los que integran la juventud
intelectual dominicana, Francisco Prats-Ramírez es el
más enterado en ese capítulo de la
ideología y uno de los más entusiastas y sinceros
propagadores de las ideas renovadoras".
(…).
En el seno del "Paladión", y fuera de
él, Prats-Ramírez lleva a cabo así una
misión no despreciable. Toda magna obra renovadora
comprende, en efecto, dos etapas: la etapa en que, por un
proceso de
rotación de ideas, se forma y se condensa el pensamiento
renovador y la etapa de la acción, en que ese
pensamiento encarna en el músculo del pueblo, para
hacerse revolución, o en el cerebro del estadista para
triunfar por la vía de la
evolución".
LOS MÁS
RADICALES DEL PALADIÓN
El Paladión, como una agrupación cultural,
literaria y política tenía en su seno un conjunto
de intelectuales que no poseían homogeneidad en sus
planteamientos ideológicos-políticos, aunque
aceptaban, en conjunto, el liderazgo
filosófico y ético de Carlos Sánchez y
Sánchez, y los planteamientos
político-ideológicos de Prats Ramírez. Todos
coincidían en el nacionalismo y el antiimperialismo, pero
no todos creían en las teorías sociales que estaban
en debates.
En la producción intelectual de los integrantes
del grupo, dos son los más radicales defensores del
interés social que se habían propuestos en
relación con la Renovación: Francisco
Prats-Ramírez y Julio A. Cuello
En diciembre de 1924 Prats Ramírez hizo publicar
en La Opinión, un escrito donde se percibe su humanismo,
apego a las causas de los desposeídos y sentimiento
solidario con las agrupaciones y lideres latinoamericanos que
luchaban por causas socialmente justas:
"¿Por qué tener sentido del dolor que
tan claramente escudriña las lágrimas del mundo?
¿Por qué todas las heridas son mías y
todas las hambres son mis hambres? ¿Por qué
vibrar con las más lejanas rebeldías y con los
lamentos más cercanos? Hermano: tu dolor es el
mío, la esclavitud y la pobreza que
te agobian son los desvelos que ensombrecen mis pupilas.
Corazón de millares de corazones, todos los ritmos de la
angustia estremecen mi ser… ¿Por qué tener
este sentido del dolor, que tan claramente escudriña las
lágrimas del mundo?… Eres fuerte y puedes aspirar a
coger estrellas para engarzarlas en la diadema de tu amada.
Eres fuerte y podrías realizar tus deseos de destruir
montañas con el titánico impulso de tu brazo.
Eres fuerte y lograrías tú solo bajar a las
entrañas de la tierra y robar su oro para aumentar el
tuyo. Eres fuerte y si destruyes el mismo rayo
envidiaría tu fuerza…Pero debías sentir
las tristezas del huérfano, las lágrimas del
pobre, la nostalgia del caído, el dolor de la flor que
se marchita, los lamentos desalmados del bosque y la inquietud
creadora del artista…"
Julio A. Cuello, por su parte, se atreve a plantear su
antiimperialismo de forma radical. Para rechazar que se le
incluyera en una directiva de un "Comité de Propaganda
Nacional e Hispanoamericana", llegó a plantear, en carta
pública a Félix M. Nolasco, que él solo
participaría en esa organización si sus actividades
son dirigidas contra Estados Unidos:
"La primera actividad –esta es mi
opinión invariable- del Comité, debe ser la
organización de una propaganda seria contra la
política imperialista de los Estados Unidos de
Norte América, porque este es el problema que hoy
preocupa y atañe más intima y próximamente
al presente y futuro de nuestras jóvenes
Repúblicas Latinoamericanas; problema de cuya
solución depende la estabilidad de nuestra libertad e
independencia territorial y económica.
Cualquiera otra actividad tendrá que ser
secundaria y nadie como Ud. decano en la tarea del periodismo
diario nacional, está más convenientemente
preparado para abordarla con éxito. Mi concurso, pues, cuando nuestros
primeros pasos sean dirigidos en tal sentido, será tan
decisivo y enérgico como sea necesario; pero si el
interés y la conveniencia de todos o algunos, no se
aviene a esta labor de eminente patriotismo; si es preciso
descartar de nuestro programa esta
actividad esencial, ahora puede usted considerarme desligado,
como Vocal y Miembro, del "Comité de Propaganda Nacional
e Hispanoamericana", porque considero que entonces
resultaría esa labor anodina o inútil, a la cual
no puede conformarse mi temperamento.
Y al tratar el caso de la invasión norteamericana
a Nicaragua, ratifica su actitud y su
solidaridad con la lucha de ese pueblo contra la presencia
extranjera:
"El caso no es para lirismos ni protestas
pusilánimes. Es preciso hablar viril y alto, tal vez no
para contrarrestar ahora un designio que se está
realizando impunemente contra el derecho de nuestros pueblos,
pero sí para forjar en la gran conciencia de nuestras
masas, la pureza de un sentimiento adverso al imperialismo
y sus aliados de las clases gobernantes de
América."
Julio A. Cuello, al iniciarse la dictadura de Trujillo
fue mantenido bajo vigilancia, y por lo menos en uno de los
interrogatorios a implicados en planes para eliminar a Trujillo,
en 1935, los oficiales interrogadores y uno de los prisioneros se
refirieron a él.
De 1930 a 1931 hubo un momento de expectativo silencio
en una parte de la intelectualidad dominicana, mientras que otra
se integró casi de inmediato al proyecto
trujillista; en medio de lo que significó el golpe de Estado
contra Horacio Vásquez, la agresiva represión
contra los integrantes de la nueva Alianza Nacional-Progresista
que intentó oponerse por el voto a los planes del jefe del
ejército, y el impacto inmediato del Ciclón de San
Zenón, del 3 de septiembre de 1930, la parálisis de
los grupos culturales y literarios estaba más que
justificada.
La salida institucional de las agrupaciones Atenea, El
Paladión y Plus-Ultra fue la fusión en una sola
organización: Acción Cultural, que tenía
entre sus objetivos
celebrar conferencias, propiciar la traída de
intelectuales extranjeros, publicar obras literarias, abrir una
biblioteca y constituir núcleos por áreas del
conocimiento.
La primera reunión para formar la
agrupación se celebró en una oficina del
quinto piso del edificio Baquero, en la calle El Conde, el
domingo 10 de julio de 1931 en la mañana; pero su
fundación aconteció el 28 del mismo mes con la
elección de una directiva provisional constituida por
Julio González Herrera como presidente, Manuel A.
Peña Batlle vicepresidente, Cristián Lugo,
secretario, Horacio Read, tesorero; Joaquín Balaguer,
Gilberto Sánchez Lutrino, Manuel A. Amiama, y Pedro R.
Batista como vocales.
La constitución definitiva aconteció el
domingo en la mañana del 30 de agosto de 1931, en la
Universidad de Santo Domingo, quedando electo como presidente
Manuel A. Peña Batlle. En las elecciones para elegir la
directiva participaron 70 intelectuales, entre los que estaban
Martínez Conde y Julio González, autores
intelectuales de la iniciativa, mientras que Peña Batlle
había sido hasta ese momento el presidente de la
agrupación Plus-Ultra.
Julio González quedó como vicepresidente,
y en su discurso
quedó claro que El Paladión, a partir de ese
momento, quedaba fusionado con Plus-Ultra y el grupo Atenea.
También se integró a la nueva institución la
"Juventud Universitaria", y Horacio Read, otro del
Paladión, fue electo el tesorero.
Quedaron como "socios directivos" de núcleos:
Jesús María Troncoso, Viriato A. Fiallo, Colombino
Henríquez, Juan José Llovet, Luis E. Mena, Enrique
de Marchena hijo, Manuel A. Amiama, Ramón Lugo
Lovatón, José E. Aybar, Arturo Pellerano Alfau,
Gilberto Sánchez Lutrino, Ulises Domínguez,
Indalecio Rodríguez, y Julio A. Cuello, entre
otros.
Sólo no aparecen en la fundación de
Acción Cultura, los siguientes miembros de El
Paladión: Carlos Sánchez y Sánchez, Rafael
Andrés Brenes, y Francisco Prats-Ramírez; este
último se había aislado del grupo y hacía
esfuerzo para publicar su obra "El Espíritu de la
Renovación", la que apareció definitivamente en
noviembre de 1931.
En diciembre el postumista Rafael Andrés Brenes
escribió en Bahoruco número 72 sobre el libro de
Prats-Ramírez, dejando de paso consignado el aislamiento y
la situación económica del intelectual
renovador:
"Dejamos de ver a un amigo; pasan los días;
a lo mejor pensamos que este amigo se ha muerto! Cuando apunta
en nuestras mentes este pensamiento, nos alarmamos primero, nos
reconvenimos luego, y como quien espera una noticia
desconsoladora, nos lanzamos a preguntar, sólo por un
deber de conciencia, y a cualquiera que encontremos a nuestro
paso, por la suerte de nuestro camarada. (…). Y es
porque así pensamos, por lo que, con palmas de
júbilo, recibimos este último libro de nuestro
camarada. Un par de meses muerto para sus amigos, entre
las cuatro láminas de cal de su estudio; sale del
misterio sagrado de la madre una hermosa niña, trae un
pliego cerrado para la juventud dominicana, las palabras que
tienen del éxito y del fracaso; (…). El
pensamiento másculo de un hombre, gritando desde un
abismo de miserias!. El valor de ofrecer a la patria una
mujer y a la
cultura una esperanza. Cuando se tiene hambre, cuando se es
olvidado! Y decir: este es mi pan y afirmar que no se ha
muerto! Estar caído y germinar bajo la sonrisa
plácida del cielo. (…). En untar de ideas nos
lanza este nuevo libro de nuestro amigo; él, yo
lo se, se proponía solo un fin económico; y su
libro resulta un éxito cultural y civilizador, que
afirma el éxito editorial perseguido".
Existen indicios de que entre los años de 1936 y
1937 algunas de las agrupaciones culturales y literarias que
habían cesado sus actividades, dieron muestra de
reaparecer, después de la desaparición de
Acción Cultural. En el caso de El Paladión, uno de
sus integrantes, Juan Francisco Sánchez, publicó en
1936 el opúsculo "Ideas y Comentarios", con el distintivo
con que el Paladión acostumbraba a identificar sus
publicaciones, y en el caso de Plus-Ultra, en 1937 estuvo
circulando la revista La Cueva, la que se identificaba como
órgano de esa sociedad cultural.
Por:
Alejandro Paulino Ramos