Monografias.com > Historia
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

El Paladión en la historia dominicana




    1. El Paladión entre la
      ocupación militar y la dictadura de
      Trujillo.
    2. Agrupaciones
      culturales
    3. Surgimiento de el
      Paladión
    4. Las publicaciones de el
      Paladión
    5. El Paladión se
      define
    6. El Paladión y el
      socialismo
    7. Los más radicales del
      Paladión
    8. El Paladión llega a su
      fin

    Las breves paginas que a continuación ustedes
    van  a leer a ustedes, están motivadas en el interés de
    rescatar una parte de la historia de la juventud dominicana. La
    juventud, al igual que las mujeres, los mulatos y los negros, es
    un sector excluido de los libros de
    historia dominicana olvidando que Juan Pablo Duarte, Francisco
    del Rosario Sánchez y Ramón
    Matías Mella, como lideres juveniles, tenían 25, 21
    y 22 años respectivamente al momento de fundar La
    Trinitaria, y Luperón tenia 24 años cuando se
    integró a la lucha restauradora, en 1863.

    También Santiago Guzmán Espaillat era un
    joven de 28 años cuando enfrentó la
    Convención Dominico-americana de 1907. Pero en nuestra
    historia sólo aparecen destacados los viejos caudillos,
    los oligarcas y las acciones de la
    rancia burguesía, o no se explica que fue sobre la
    juventud que recayó la consolidación de la nación
    dominicana.

    El Paladión, la
    organización de la que vamos a hablar esta noche,
    surgió y se desarrolló entre 1916 y 1931. Quince
    años de prolongadas actividades culturales, políticas
    y literarias, le dan méritos suficientes para que, como
    movimiento
    juvenil organizado, lo rescatemos del olvido.

    El Paladión
    entre la ocupación militar y la dictadura de
    Trujillo.

    Los conflictos
    económicos y políticos desencadenados por los
    lideres caudillistas (1900-1916), la presión y
    el interés de los capitalistas norteamericanos para que
    éstos terminaran y se les permitiera desarrollar sus
    industrias y
    comercios en un marco de paz y estabilidad que garantizara la
    reproducción de sus inversiones, y
    los intereses geopolíticos de los Estados Unidos,
    en el marco de la gran guerra mundial,
    llevaron a esta potencia a la
    ocupación militar del territorio dominicano.

    Con la declaración formal de la
    intervención militar del 29 de noviembre de 1916, quedaba
    completada la ocupación total de la isla de Santo Domingo,
    ya que desde 1915 habían desembarcado en la
    República de Haití.

    Con la presencia norteamericana, que se prolongó
    por ocho años, la economía y la
    política, así como el Estado
    dominicano pasaron a ser esferas controladas y dependientes de
    los Estados Unidos.

    El gobierno militar
    extranjero tomó un conjunto de medidas: reorganizó
    el Estado,
    aniquiló las bases del caudillismo,
    "legisló" a favor de la expansión de los ingenios
    azucareros extranjeros, incentivó la construcción de obras públicas, y se
    convirtió en arbitro de los conflictos políticos de
    los dominicanos, en beneficio casi siempre de sus propios
    intereses; para lograr esto, el gobierno militar tuvo que
    realizar reformas que abarcaron la totalidad de la sociedad,
    implantando una férrea dictadura militar
    que incluyó, para evitar la crítica
    y la desobediencia popular, el control de la
    prensa, el
    desarme de la población, y la organización de un ejército bajo su
    absoluto control; produjo el encarcelamiento de muchos de los
    críticos de sus medidas y persiguió a los que
    atentaron contra su dominio.

    Si bien es cierto que durante la ocupación
    militar, en principio se dio una tímida resistencia
    contra la presencia extranjera, que se fue apagando con la
    circulación monetaria producto de
    los buenos precios
    alcanzados en las exportaciones y
    de la "danza de los
    millones", también es cierto que en la medida que
    desaparecían las causas que provocaban ese relativo
    bienestar y después de 1920, con la aparición de la
    crisis
    económica, el movimiento de protesta se activó
    encabezado por los más radicales del nacionalismo
    agrupados en la Unión Nacional Dominicana, y organizaciones
    como El Paladión.

    Francisco Prats-Ramírez, segundo líder
    de El Paladión, hace un llamado a la lucha por la desocupación en noviembre de 1920 y explica
    la inactividad anterior a esa fecha:

    "Hace 4 años que la República
    Dominicana está bajo un Gobierno Militar impuesto por
    los Estados Unidos de América. El ideal de independencia no ha abandonado un momento el
    corazón
    de los dominicanos; el deseo de reconquistar su libertad
    política siempre ha sido una idea fija en el cerebro del
    pueblo que nunca ha desoído los reclamos hechos por la
    necesidad de la Soberanía. Circunstancias dolorosas del
    momento, habían impedido trabajar por nuestra
    restauración como ella merece; no permitían que
    nuestra energía se centuplicara para hacer de cada
    ciudadano un gigante en la lucha por el supremo ideal. El
    momento ha llegado".

    Fueron importantes en las luchas por la
    desocupación, las actividades desarrolladas en "La Semana
    Patriótica", la campaña de denuncia internacional
    de la Comisión Nacionalista, las innumerables conferencias
    de los intelectuales
    nacionalistas en todo el país, y el Congreso de la Prensa,
    el foro de denuncia
    más importante desarrollado desde finales de 1920 hasta
    enero de 1921. La desocupación se estaba
    acercando.

    La desocupación militar comenzó a verse
    como posible al llegar a su fin la primera guerra
    mundial; el fin del conflicto
    provocó la caída de los precios en el mercado
    internacional y la profundización de la crisis en Santo
    Domingo, acrecentándose la resistencia del pueblo
    dominicano, dirigido y orientado por los sectores nacionalistas
    que se habían agrupados en la Unión Nacional
    Dominicana y las Juntas Nacionalistas, junto a sectores
    intelectuales de la burguesía y la clase media
    que habían constituido, durante el período,
    organizaciones culturales, literarias y políticas, como lo
    fueron El Paladión, Plus-Ultra, los Postumistas, la
    Asociación independientes de Jóvenes dominicanos y
    la Asociación de estudiantes de la Escuela
    Normal.

    AGRUPACIONES
    CULTURALES

    Las principales agrupaciones culturales, literarias y
    nacionalistas del período surgieron durante la
    ocupación militar americana. La finalidad de estas
    asociaciones juveniles era casi siempre, la de organizar y
    celebrar actividades culturales y literarias; sin embargo, casi
    todas terminaron destacándose en las luchas por la
    soberanía y la desocupación.

    De esas agrupaciones, la más importante fue El
    Paladión, surgida en 1917 como una agrupación
    artística y cultural, dirigida por Carlos Sánchez y
    Sánchez, Cristian Lugo, y Francisco Prats Ramírez.
    En el campo de la literatura la de mayor
    trascendencia lo fue el Movimiento Postumista, dirigido por
    Domingo Moreno Jimenes, Andrés Avelino y Rafael Zorrilla.
    El postumismo surgió formalmente en 1921.

    Otra organización cultural importante fue, hasta
    1931, la Asociación Literaria Plus-Ultra. Surgida el
    20 de
    noviembre de 1921, dirigida por Manuel Arturo Peña
    Batlle. Participaron en ella: Alcides García, Jesús
    María Troncoso, Manuel A. Amiama, Ángel Rafael
    Lamarche, Rafael Américo Henríquez, Juan Isidro
    Jimenes-Grulllón, Arturo Despradel, Carlos Larrazabal
    Blanco y José Enrique Aybar. Algunos de los miembros de
    Plus-Ultra pasaron al Paladión a partir del momento en que
    sus integrantes, encabezados por Peña Batlle, se
    integraron al Partido Nacionalista de Américo Lugo. Los
    que se fueron a El Paladión fueron Jesús
    María Troncoso y Manuel A. Amiama.

    En Santiago, donde hubo un sólido movimiento
    nacionalista encabezado por Estrella Ureña y Ercilia
    Pepín, apareció la Asociación de
    Jóvenes Dominicanos, que tuvo entre sus fines "defender
    los derechos e
    ideales del pueblo dominicano como Nación
    libre, independiente y soberana. Mientras que el Comité de
    Damas fue organizado en Nueva York, el 26 de noviembre de 1919,
    integrado por mujeres de la región del Cibao que
    vivían en esa ciudad, las que, motivadas por las damas de
    Puerto Plata decidieron no "quedarse rezagadas en esta hora de
    angustia y de dolor par la Patria" En la prospera ciudad del
    Atlántico ya se había constituido "La Junta de
    Damas" Y un grupo de la
    ciudad capital
    formó, el 15 de marzo de 1920, la Junta Patriótica
    de Damas, "con el propósito de recaudar fondos para ayudar
    la Comisión Nacionalista que actuó en el extranjero
    denunciando la ocupación militar americana.

    Otra organización importantísima en las
    luchas contra el gobierno militar americano, fue la Junta
    Nacionalista. Fueron constituidas Juntas Nacionalistas locales en
    las principales ciudades del país. La organización
    política no partidarista más importante en la lucha
    por la desocupación militar americana, fue la Unión
    Nacional Dominicana, constituida en Santo Domingo el 8 de febrero
    de 1920 y en 1921 apareció la Gran Liga Nacional
    Dominicana, con iguales propósitos.

    Ya en plena dictadura de Trujillo, surgió en 1931
    Acción
    Cultural, como fusión de
    las agrupaciones Plus-Ultra, El Paladión y Atenea.
    Acción Cultural, estuvo dirigida provisionalmente, en las
    primeras semanas, por integrantes de El Paladión, pero
    luego celebraron elecciones siendo seleccionado como presidente
    el Lic. Manuel A. Peña Batlle. En 1931 apareció
    también la Acción Feminista Dominicana, con el
    propósito de luchar por los intereses de la
    mujer.

    El 23 de enero de 1932 fue constituido el Ateneo
    Dominicano, dirigido por Juan Tomas Mejía y Pedro
    Henríquez Ureña; mientras la juventud se aglutinaba
    en Acción Cultural, los viejos y más conservadores
    intelectuales se agruparon en el Ateneo y se integraron casi de
    inmediato a la dictadura.

    II

    SURGIMIENTO DE EL
    PALADION

    En el surgimiento de la agrupación El
    Paladión tenemos que destacar que, desde 1912, algunos de
    sus integrantes ya habían constituidos la "Sociedad
    recreativa 8 de Febrero", instalada en febrero del mismo
    año y en la que aparecen como directivos: Ricardo Ricart,
    presidente; Horacio Read, vicepresidente; Máximo Coiscou,
    secretario; Miguel A. Pereyra, secretario; Aníbal Guerra,
    tesorero; Cristián Lugo, Máximo Gómez,
    Francisco Prats Ramírez, Miguel Ángel Pérez
    M., y Publio S. Mejía, miembros.

    De ese grupo, Cristián Lugo, Francisco
    Prats-Ramírez y Horacio Read, fueron pilares, junto a
    Carlos Sánchez y Sánchez, del grupo que
    constituyó El Paladión. De acuerdo a Max
    Henríquez Ureña el nombre de Paladión fue
    sugerido por Vigil Díaz "como recordación de la
    estatua de Palas de cuya conservación dependía,
    según la vieja leyenda, la suerte de Troya".

    Max Henríquez Ureña, contemporáneo
    de los integrantes del grupo, lo consideró, el "primer
    movimiento cultural de importancia en el nuevo siglo", con el
    propósito de cultivar las letras, las artes y las ciencias".
    Establece en su texto de
    literatura, que El Paladión ya existía antes de
    1916, aunque comete el error de decir que surgió
    formalmente en 1918; realmente

    El Paladión se constituyó el 24 de
    noviembre de 1917, y entre sus primeros fundadores se
    encontraban: Carlos Sánchez y Sánchez, Francisco
    Prats Ramírez, Cristián Lugo Lovatón, Rafael
    Paino Pichardo, Horacio Read, Manuel Emilio Sánchez y
    Sánchez, Guillermo González, Julio A. Cuello,
    Marcos Gómez, Luis Beltrán, Silvestre Avelino Aybar
    y Castellanos. Un segundo grupo ingresó tiempo
    después: Virgilio Díaz Ordóñez (Ligio
    Vizardi), Armando Oscar Pacheco, Manuel A. Amiama y Jesús
    María Troncoso Sánchez.

    El Paladión surgió en el período de
    la primera ocupación norteamericana de la República
    Dominicana. Se había perdido la soberanía; las
    manos del censor extranjero prohibieron el derecho y la libertad
    de pensamiento,
    de imprenta y de
    prensa; el Ejecutivo, un Capitán de la Marina de los
    Estados Unidos, que se apropió del derecho de decidir la
    vida y la libertad de los dominicanos, impuso la pena de muerte y la
    persecución por la simple disidencia a su opresivo
    régimen.

    Un sector de los dominicanos históricamente
    cómplice del poder
    extranjero se acomodó a la nueva situación y desde
    1916 comenzó a disfrutar de las migajas del poder
    foráneo, pero otros no. La respuesta a la dictadura
    militar, que llevó a Américo Lugo, a Fabio Fiallo y
    Francisco Prats-Ramírez a la cárcel, para
    sólo citar tres ejemplos, fue la organización de
    agrupaciones políticas y culturales nacionalista que
    integraron a los sectores anti-intervencionistas: la Unión
    Nacional Dominicana, La Junta Nacionalista, el Movimiento
    Postumista, Plus-Ultra, y El Paladión, fueron algunas de
    ellas.

    El Paladión fue la más importante
    organización juvenil, cultural y revolucionaria de la
    intelectualidad dominicana, entre 1916 y 1931; sus integrantes,
    al igual que los del Postumismo, y Plus-Ultra, procedían
    de la Escuela Normal hostosiana y estaban influenciados por el
    pensamiento del puertorriqueño Eugenio María de
    Hostos, del uruguayo José Enrique Rodó, el
    argentino José Ingeniero, el peruano Víctor
    Raúl Haya de la Torre, y el mexicano José
    Vasconcelos; pero también Marx y Lenin se
    iban dejando sentir en sectores juveniles de República
    Dominicana y El Paladión no estaba al margen de esta
    influencia.

    Liderada siempre por Carlos Sánchez y
    Sánchez, y con Francisco Prats-Ramírez como mentor
    político, durante el gobierno de Horacio Vásquez
    ingresaron a El Paladión jóvenes de la Capital y de
    otras ciudades del país, entre ellos el
    puertorriqueño Indalecio Rodríguez, Juan Francisco
    Sánchez y Sánchez, el escritor español
    Juan José Llovet, y el poeta postumista Rafael
    Andrés Brenes.

    Ellos, los jóvenes y nuevos intelectuales de
    República Dominicana que se definieron como
    generación durante la primera ocupación
    norteamericana, fueron también impactados por la
    influencia de la revolución
    rusa y el advenimiento del socialismo. Esa
    influencia tan desigual sobre los integrantes del grupo, apuntaba
    hacia la lucha por la soberanía y contra la presencia de
    la potencia extranjera que ocupaba la República
    Dominicana, provocando la integración de El Paladión a las
    luchas por la desocupación del territorio
    dominicano.

    El Paladión, que se mantuvo como una
    organización que reclamaba las reformas políticas y
    administrativas, así como educativa y cultural, celebraba
    actividades culturales, luchaba armada de principios,
    promovía debates y polémicas del "lado de la
    verdad", sustentaba ideales de renovación y
    engrandecimiento de la patria. Sus integrantes "intervinieron en
    la vida intelectual, -dicen ellos-, sin reverenciar ideas, sin
    esconder verdades". Sus actividades eran permanentes y
    variadas:

    "hemos escrito libros y folletos, hemos hecho obras
    de propaganda
    cultural y democrática, hemos realizado actos de
    altruismo. Como jóvenes, sabemos vivir la alegría
    de la vida; como hombres, no hemos querido dejar de aprovechar
    el tiempo. Los años de la dolorosa ocupación
    militar, templaron nuestro espíritu juvenil y moral,
    intelectual y materialmente contribuimos a toda campaña
    que persiguiera la liberación de la República,
    sin reservas mentales, sin poner límites
    teóricos a la acción necesaria".

    Los principios éticos, culturales e
    ideológicos que normaban a El Paladión, estaban
    sintetizados en sus luchas por la patria, el hombre, los
    poetas y artistas, el obrero y sus necesidades, y la
    renovación de la República Dominicana. La
    influencia de Rodó era evidente en todos sus
    escritos:

    "Creemos en la Patria. Creemos en el hombre;
    creemos en los hombres que trabajan y sufren. Creemos en la
    posibilidad de la fraternidad humana. Creemos en todos los que
    creen el Ideal. Creemos en los poetas y artistas que no tienen
    torres de marfil. Creemos en la eficiencia de
    la Idea, desconfiando de las vaporosas palabras
    teóricas. Creemos en el sudor del obrero y en sus
    necesidades. Creemos en la posible renovación dominicana
    y esperamos, optimistas, los fuertes renovadores. Creemos en
    los sistemas
    ideológicos y en los mecanismos políticos que van
    hacia la luz del futuro;
    no en los que retroceden hacia las sombras del pasado. Creemos
    en el talento, en la cultura; en
    la bondad y repudiamos la inferioridad mental, la inconsciencia
    científica y las maniobras de los hábiles, que
    tantos males traen a las naciones y a la humanidad. Creemos en
    los hombres que luchan, no en los débiles que halagan.
    Creemos en todo lo que creen los Compañeros
    Internacionales de las nuevas generaciones que tienen ideales y
    luchan porque la humanidad viva días mejores. Creemos en
    el PALADION".

    El Paladión, que al parecer se inició
    informalmente antes de la ocupación norteamericana como
    una pequeña agrupación cultural y literaria,
    formada principalmente por intelectuales, evolucionó
    durante la ocupación militar hacia la lucha
    política-nacionalista, y al producirse la
    desocupación en 1924, entró en una etapa de madurez
    en la que algunos de sus integrantes intentaron dotarla de un
    andamiaje teórico, ideológico y político,
    pero apartado de las estructuras de
    los partidos
    políticos, tomando en cuenta la cuestión del
    Estado y las reformas de sus instituciones.

    III

    LAS
    PUBLICACIONES DE EL PALADIÓN

    El Paladión se constituyó formalmente en
    agrupación en noviembre de 1917, pero antes de la
    ocupación americana ya varios de sus integrantes se
    venían reuniendo y desarrollaban algunas actividades
    culturales y literarias, utilizando para esos fines, a las
    más importantes publicaciones de la época. Desde
    los primeros años la agrupación ocupó
    espacios importantes de revistas y periódicos, lo que
    combinó con la publicación de una serie de
    opúsculos bajo el nombre de "Publicaciones
    Paladión".

    Desde la muerte de
    Ulises Heureaux en 1899 y hasta 1916, aparecieron grupos juveniles,
    principalmente literarios, que se compactaban en torno a revistas
    literarias; estas agrupaciones aparecían y
    desaparecían con la misma rapidez con la que se
    instauraban gobiernos y se sucedían interminables
    "revoluciones" caudillistas que desembocaron trágicamente
    en la ocupación militar extranjera de 1916.

    Las sociedades
    literarias y culturales publicaban revistas que se presentaban
    como tendencias vanguardistas, influenciadas casi siempre por el
    modernismo. En
    una de esas revistas, La Cuna de América (1903),
    aparecieron los primeros escritos de los integrantes de los
    grupos Paladión y Movimiento Postumista; pero fue con el
    apoyo de la revista Blanco
    y Negro, que había aparecido en 1906, donde
    definitivamente comenzó a popularizarse y a conocerse la
    agrupación que dirigía Carlos Sánchez y
    Sánchez.

    En Blanco y Negro la sociedad político-cultural
    El Paladión ocupó por muchos tiempos una
    sección que le sirvió de vocero, y donde
    apareció la producción literaria de la
    agrupación. La sección llevaba el nombre de "Tardes
    del Paladión", y en ella se recreaban las tertulias que
    todas las tardes, a partir de las cinco, organizaban sus
    integrantes. El local de la agrupación estaba ubicado en
    la calle Duarte esquina Padre Billini.

    Además de Blanco y Negro, El Paladión
    tomó también como centro de operaciones, a la
    revista La Opinión, la más importante entre 1923 y
    1927, cuando se transformó en periódicos diarios.
    La sección abierta en esta revista fue "Página del
    "Paladión". La Opinión anunció en 1924, el
    espacio dedicado a esa sociedad, de la siguiente
    forma:

    "PAGINA DEL PALADION". Con satisfacción
    anunciamos a nuestros lectores que desde nuestro próximo
    número los jóvenes intelectuales que constituyen
    el grupo conocido por "El Paladión", redactarán
    en LA OPINION una página semanal, de la que estamos
    seguros que
    sabrán hacer una de las más buscadas y
    leídas de nuestra revista. Carlos Sánchez y
    Sánchez, Francisco Prats-Ramírez, Paino Pichardo,
    Cristián Lugo, Julio A. Cuello, Jesús
    María Troncoso, etc. etc., serán pues desde el
    sábado que viene, asiduos colaboradores de La
    Opinión."

    Mientras que la agrupación aclaró en su
    primera colaboración a esa revista, el propósito
    que perseguía:

    "Un periódico dentro de otro
    periódico: he aquí lo que serán entre las
    amables y hospitalarias páginas de La Opinión,
    estas dos paginitas paladiónicas bajo cuyo dintel los
    muchachos del "Paladión", sin altivez intempestiva, pero
    también sin el acostumbrado servilismo, saludamos al
    público: ¡Saludos, respetable público! Y
    gracias a vosotros, camaradas de La Opinión, que con
    ejemplar generosidad y noble confianza, nos abandonáis
    una hoja de vuestra revista, para que con ella hagamos esta
    pajarita de papel que cada semana colocaremos bajo la
    granujienta nariz y las gafas pedantes de Don Archibaldo
    Mediocre y Pluscuamperfecto, muy señor nuestro y amigo
    de nuestra consideración más
    distinguida".

    En 1927, cuando esta revista dejó de salir
    semanalmente, para hacerlo como diario, su dirección se comprometió
    públicamente con ser abanderada de los ideales que
    perseguía la agrupación; aprovechando el mensaje de
    solidaridad hecho
    llegar por Francisco Prats-Ramírez al pueblo de Nicaragua,
    que estaba en ese preciso momento siendo ocupado militarmente por
    tropas norteamericanas; el
    periódico La Opinión tomó partido a
    favor de la "renovación":

    "La Opinión, que en los cortos días
    de su vida está ya acreditada como el portavoz de
    más amplias y viriles resonancias de los ideales de
    renovación que llenan el alma de
    nuestra juventud, celebra de todo corazón que haya sido
    la de un joven la primera voz dominicana que ha llevado a los
    patriotas nicaragüense el testimonio de cómo se
    siente en este país la inmerecida desgracia de
    Nicaragua." (La Opinión, 24 de enero
    1927).

    A parte de las revistas Blanco y Negro, La
    Opinión, Letras, y La Cuna de América, los escritos
    de los integrantes de El Paladión, también salieron
    regularmente en la revista El Día Estético, el
    periódico El Mundo, la revista Cromos, y el Listín
    Diario. La producción literaria de los integrantes de la
    agrupación rara vez aparece reseñados en alguna
    antología o "memorias" de
    intelectuales que vivieron aquellos años de luchas
    antiimperialistas; llama la atención el largo silencio que llevó
    al olvido la viril presencia de esta
    agrupación.

    EL PALADIÓN
    SE DEFINE

    A partir de la desocupación americana El
    Paladión comenzó a definirse como una
    organización que buscaba orientación hacia ideas de
    mejoramiento que tendieran a modificar la sociedad dominicana,
    transformándose, en pocos años, de una
    organización literaria y nacionalista a una literaria pero
    antiimperialista y revolucionaria, como veremos más
    adelante:

    "EL PALADION no ha tenido, ni tiene, áridos
    estatutos, ni insustanciales Reglamentos.- En su seno
    encuentran fraternal acogida todas las ideas y movimientos que
    tienden al mejoramiento social; toda manifestación de
    verdad, de belleza o de bondad, tendrá ecos y aplausos
    en nuestra agrupación. Jóvenes como somos, amamos
    los altos ideales y siempre seremos entusiastas, luchadores y
    sinceros.-

    Convencidos del bello porvenir y de la fuerza
    espiritual de nuestra raza, profesamos el credo
    hispanoamericanista y nos consideramos conciudadanos de todos
    los que han nacido bajo el inmenso cielo que cubre la tierra
    nuestra, desde México a la Tierra de
    Fuego. Aristócratas en el pensamiento creador, somos
    radicalmente democráticos en la acción social y
    las meras teorías de las ciencias experimentales
    que han borrado literarias utopías para fijar indelebles
    verdades económicas, tienen nuestras más vivas
    simpatías.- En un mismo abrazo estrechamos a
    Príncipes del Verso y de la Ciencia y
    a humildes trabajadores que luchan por conquistarse un puesto
    en la vida."

    Como parte de esa definición fue que
    surgió el interés de dotar la organización
    de una base teórica-ideológica que descansara en la
    "renovación" de la sociedad, a través de un
    conjunto de actividades políticas, culturales, educativas,
    conferencias, y de solidaridad con otras organizaciones similares
    de América
    Latina.

    Esta definición, cuyo principal mentor lo era
    Francisco Prats Ramírez, desató un interesante
    debate sobre
    lo que se entendía por Renovación, y en el que
    quedaba claro que todos los integrantes de la agrupación o
    no entendían de qué se trataba o tenían
    algunas dudas sobre los planteamientos renovadores", aunque esto,
    aparentemente, no llevó a la desintegración de la
    organización.

    De lo que se trataba, decía El Paladión,
    era reorganizar la sociedad destruyendo los viejos moldes que la
    habían normado hasta ese momento, pero alejados de los
    partidos y sus intereses:

    "Frente a la decadencia, no son palabras y
    sonoridades de tribuna las que se necesitan: es sangre nueva,
    auténtico vigor, demolición de las ruinas
    tambaleantes y erección de torres de granito por los
    brazos y las mentes jóvenes y sanas. Sobre bases
    carcomidas, es fantástico un plan de
    construcción. Para construir bienes, lo
    primero es demoler los males. Nuestra historia es una serie de
    interminable de vaporosas "buenas intenciones" a cuya
    realización se oponen e interponen ruinas y
    mediocridades. Lo que necesitamos es que se inicie la era de
    hacer política, alejándonos de la interminable
    época de hacer nombres y partidarios. Hacer
    política, fue y todavía es, una frase
    despreciativa; honrémosla, dándole el verdadero
    valor que
    debe tener en la democracia.
    Escoger el material social y político para hacer una
    política
    social: esa es la aspiración; ese es el ideal,
    resplandor en las sombras y optimismo en los que todavía
    creemos en la posible perfectibilidad el mecanismo
    político-administrativo del Estado
    dominicano."

    La definición de la agrupación y lo que
    ellos entendían por Renovación, fue explicada en la
    Revista La Opinión, con las siguientes
    palabras:

    "Arte nuevo;
    Ciencia
    nueva, Política nueva…"Renovación"
    será la palabra simbólica del Siglo, porque la
    labor de sus generaciones será renovar totalmente
    doctrinas, creencias y sistemas caducos y centenarios. Y la
    juventud, fuerte de músculos, floreciente de amor y de
    entusiasmo, iluminada por las nuevas verdades de la Ciencia, ha
    sido, es y será, el principal factor en las nuevas
    cruzadas del espíritu. EL PALADION hace años que
    ha abierto sus brazos a las nuevas ideas de renovación;
    por ellas lucha y para ellas existe como agrupación,
    procurando que la nueva luz sea claridad en nuestro medio,
    necesitado de auténticas reformas, desde sus expresiones
    literarias y artísticas, hasta las finalidades
    trascendentales de su mecanismo político-social.
    "Renovarse es vivir". EL PALADION vive y quiere que vivan el
    pueblo y el Estado dominicano"

    En un momento en que se hablaba de
    "regeneración", "revolución" y de "evolución", la palabra "renovación"
    despertó el debate sobre los planteamientos de El
    Paladión. J. Gassó y Gassó, desde La Vega,
    llegó a poner en duda los nuevos propósitos
    perseguidos por El Paladión, preguntándose, en
    1925:

    "Los que proclaman la Renovación,
    ¿pretenden llenos de amor patriótico a las
    costumbres patriarcales y a las tradiciones que son el alma de
    la vida nacional, ir hacia atrás, renovarse en un
    sentido retrógrado hacia el ayer luminoso, lleno de
    sentimientos de fraternidad, de vida sencilla, de maneras de
    ser ingénitas de la raza, o por el contrario, se intenta
    seguir adelante en esta carrera vertiginosa de desquiciamiento
    moral y social, copiando estas extravagancias exóticas,
    evolucionando hacia una libertad mal entendida, puesto que
    resulta mas bien libertinaje?. Sea en un sentido, sea en otro,
    una explicación se impone.

    Si la juventud, como parece es la llamada a dirigir
    esta moderna campaña, ella debe antes que llenar los
    ámbitos con una palabra, decir lo que ella significa.
    Porque resulta de poca energía convincente decir que
    vamos a renovar sin definir la aspiración máxima
    de esta tendencia. (…).

    Mas antes que todo es preciso definir esta
    Renovación. Para ello es de toda necesidad hacer un
    estudio detenido de la historia, de la tradición, de las
    costumbres y de las peculiaridades de la República y de
    nuestra raza. Y de acuerdo con los resultados obtenidos,
    identificarlos con las necesidades que aquellos estudios nos
    reflejen, entonces es preciso declarar la necesidad de
    Renovación y la manera de hacer esta
    Renovación".

    Rafael Andrés Brenes, que participaba en las
    Tardes del Paladión como observador y que luego se
    integró a la agrupación, también
    tenía sus dudas y llegó a plantear que la
    renovación era una pelota de goma, una palabra
    vacía, con musicalidad nada más, y que no se
    ajustaba al momento que se estaba viviendo, como queda planteado
    a continuación:

    "Ahora vuelvo, bajo la égida de estas tres
    palabras que ningún hecho real nombran, a repetir que la
    renovación en los actuales momentos, y en lo más
    absoluto de su significado, no es más que una pelota de
    goma.

    Esta afirmación tiene que ser demostrada;
    ella solo se demuestra a si misma. Lo único que nos ha
    dejado ésta palabra, es la musicalidad más o
    menos grata a nuestra sensibilidad auditiva. Pero es bueno una
    aclaración. Varios amigos míos, muy admirados en
    su labor intelectual, algunos compañeros en la
    agrupación "Paladión" han estado constantemente
    en un esfuerzo digno y alto, repitiendo estas palabras,
    queriendo infundir sus virtudes en los ánimos y las
    masas y dejando llevarse de su entusiasmo hasta formarse la
    ideal concepción de que se renueva efectivamente. Es
    indudable que la renovación ha de venir; porque todo
    continúa en su comienzo. El fin de las cosas
    mismas.

    Pero para esto es necesario llegar al fin, es
    necesario seguir el curso evolutivo; es necesario crecer
    más tarde en ella misma. (…). Y todavía no
    ha llegado la hora de la renovación, porque no se puede
    renovar fuera de la naturaleza".

    La respuesta de Francisco Prats Ramírez, a todos
    los que pedían o exigían una aclaración de
    lo que se entendía por "renovación (él era
    el que más entendía la definición que se
    buscaba), fue redactar un conjunto de escritos con el que
    viajó por toda la República explicando la
    Renovación, a través de conferencias; las que
    también las llevó a otros países de
    América Latina. Las conferencias de Prats Ramírez
    fueron publicadas en noviembre de 1931 bajo el título de
    "El Espíritu de la Renovación". En este libro
    publicado cuando ya Trujillo había comenzaba a definir su
    dictadura, no aparece una sola mención al régimen,
    por lo que se entiende que la publicación era una
    respuesta-propuesta al momento que se estaba viviendo.

    En estas conferencias Prats-Ramírez hace
    planteamientos que van desde la lucha por la paz, la justicia
    social, la evolución y la revolución, así
    como sus críticas a los partidos políticos y a lo
    que él llama "falsa democracia", la política, la
    cultura, y el papel de la universidad en la
    Renovación.

    Sobre la relación y diferencia entre los
    conceptos Revolucionar y Renovar, Francisco Prats-Ramírez
    plantea lo siguiente:

    "La palabra Renovación sintetiza la sublime
    intranquilidad de la época, con sus justicimos anhelos
    de evolución social; Renovación: ese es el
    estandarte que levantan al infinito las manos jóvenes
    que quieren modelar un mundo mejor. Revolucionar,
    señores, es la misión
    de todos los que sientan con el Siglo. Nosotros entendemos por
    revolución, no las demoníacas luchas de sangre y
    destrucción en que la incultura de un jefe con prestigio
    entre las masas analfabetas es casi siempre un obstáculo
    para la progresiva marcha de la democracia, sino la
    sustitución de ideales carcomidos y de esperanzas
    (…).

    La Democracia Prats Ramírez la entiende como una
    farsa, pues para él ésta no existe en los
    países donde la gran mayoría de la población
    es analfabeta:

    Esta "no vivirá en la realidad mientras
    exista alarmante porcentaje de analfabetos que hace una
    vergüenza de nuestros censos y estadísticas. La democracia está
    en relación directa con la conciencia
    que cada ciudadano tenga de sí mismo y la luz de la
    conciencia no ha salido nunca de ojos que no sepan caminar,
    seguros, por el infantil laberinto del
    abecedario".

    Prats Ramírez entiende que la juventud renovadora
    es obrerista, y plantea el apoyo de la intelectualidad a los
    trabajadores y de paso realiza una importante crítica
    contra el radicalismo capitalista que trata de demostrar que en
    nuestro medio no hay problemas
    sociales de índole obrera:

    "La juventud renovadora es obrerista y estudia los
    problemas y
    necesidades del proletariado y luchará por una
    legislación social que
    proteja a los proletarios
    dominicanos de los accidentes
    del trabajo
    (…).

    Obreros no son solo los que pican piedra bajo el
    hiriente sol nuestro; obreros son y necesitan una efectiva
    protección, todos los que trabajan dependiendo de un
    patrón que paga semanal o mensualmente, pero que en nada
    se preocupa de las "maquinarias vivientes" que tiene a su
    servicio.

    El obrerismo es una fuerza del Siglo y a los
    hombres que trabajan quiere dar la Renovación sus
    entusiasmos y su cultura". (…). El alma de los
    explotadores es una gran fábrica de grandes turbinas, de
    ruedas con engranajes complicados que en su continuo movimiento
    producen moneda de oro,
    exigiendo en sus dominios que el trabajador incline la frente
    hasta besar el polvo de una esclavitud
    física y
    moral, para que cada gota de sudor sea utilizada en la
    ambiciosa capitalización. (…).

    En la República Dominicana (…), hay y
    habrá problemas sociales (…) y se llega a la
    conclusión de que es imprescindible la
    organización de las clases proletarias, a fin de
    conseguir fuerzas con las cuales defender sus vidas de la
    garras de los poderosos.."

    Por último, en El Espíritu de la
    Renovación, su autor toca el tema de nuestros campesinos y
    de la tierra, viéndolo como un problema que guarda
    estrecha relación con la presencia de los capitalistas
    extranjeros. Prats-Ramírez entiende que el problema del
    despojo de la tierra es trascendental, pues en con la
    pérdida de la propiedad se
    pierde la soberanía:

    "La soberanía de la tierra en un país
    pequeño tiene que residir en la nacionalidad
    de los dueños de la propiedad privada de la tierra".
    (..) Por defensa social del pequeño terrateniente,
    generalmente ignorante, por defensa de la soberanía
    nacional, se impone una legislación previsora en el
    sentido económico y digna en el concepto
    patriótico. (…). Por su ideología económico-social, por su
    decidida aceptación de las teorías

    libre-deterministas, la Renovación se preocupa
    profundamente con nuestro problema de la tierra. La tierra
    se nos va! (…), Convirtiéndose en dominio
    absoluto de los capitalistas norte-americanos.."

    EL
    PALADIÓN Y EL SOCIALISMO

    El tema del socialismo se hizo público en El
    Paladión, a partir de la presencia en las tertulias que de
    tarde en tarde celebraban en el local de la organización
    (en la calle Duarte casi esquina Padre Billini), del ruso
    Arón Kohaz. Cuando Kohaz visitó en abril de 1925 el
    local de la agrupación participó como centro de la
    tertulia y fue abordado por los concurrentes sobre tópicos
    relativos a la revolución
    rusa y la lucha de clases. Su participación fue
    recogida por Manuel A. Amiama y reseñada en la revista
    Blanco y Negro, en la sección "Tardes del
    Paladión", con suficientes detalles:

    "En este punto, la discusión se hace
    violenta, ensordecedora, desordenada, pues mientras unos, como
    Llovet, aseguran que no hay en nuestro país los
    problemas sociales que específicamente se derivan del
    capitalismo,
    los demás creemos que sí existen esos problemas,
    aunque en la forma que lo creen ciertos elementos que
    erróneamente se llaman obreros y confunden el sindicato
    defensivo con el gremio corporativo. Lo que sucede es que los
    problemas sociales nuestros no han llegado al estado de crisis
    y que, por consiguiente, podemos irlos resolviendo por medios
    evolutivos y no revolutivos.

    El ruso confirma nuestras apreciaciones y dice,
    más o menos:-En los campos y en los ingenios hay
    problemas económicos típicos que no están
    resueltos. Los obreros no pueden ser felices en las condiciones
    en que están. Saben que hay medios de lucha, o no lo
    saben. Pero el problema social existe. El ruso nos pregunta
    nuestra opinión sobre la intervención militar y
    le contestamos: -Sin considerar si material y
    políticamente la intervención
    le convino o
    no le convino a nuestro país, repudiamos todo hecho de
    fuerza que no se justifique por un ideal excepcionalmente
    superior. Nosotros, los jóvenes del Paladión
    profesamos los hermosos principios del internacionalismo, pero
    a base del respeto de
    las nacionalidades, porque estas representan hechos
    históricos consumados que solo una evolución
    lenta, que necesita acaso siglos, puede borrar. Rechazamos el
    chauvinismo, aunque lo disculpemos cuando él es el
    resultado legítimo de una reacción contra las
    violencias de la fuerza.

    En un artículo sobre la paz del ruso Kohaz, y
    publicado en la sección que el Paladión
    tenía en la revista Blanco y Negro, este
    concluye:

    "¿Habrá paz mientras perdure
    semejante estado de cosa? Podemos decir con toda la boca:
    ¡no! Mientras unos vivan en la miseria y otros en la
    opulencia, mientras unos tengan todas las posibilidades de
    hacerse hombres conscientes, y otros permanezcan en la completa
    ignorancia; en una palabra, mientras la humanidad permanezca
    dividida en clases, la paz será un
    sueño".

    Entre algunos de los miembros de El Paladión y
    Arón Kohaz se desarrolló una interesante amistad, pues
    éste iba cada cierto tiempo a las tertulias, y en Blanco y
    Negro aparece una información en la que Manuel A. Amiama
    participa acompañado del ruso en actividades
    artísticas. En esa revista, en un artículo de
    Amiama titulado "Ecos Teatrales: el ordeón ruso en el
    Teatro Colon",
    éste relata:

    "Una tarde, el amigo Kohaz y yo fuimos a visitar a
    los artistas en sus habitaciones del hotel Colón, y
    allí fuimos recibidos con cortesía extremada que
    es característica de los rusos. El amigo Kohaz, que es
    ruso, pero que habla el español a perfección,
    sirvió de interprete en la cordial entrevista.."

    Aparte de la influencia de Kohaz con sus ideas
    socialistas, también Juan José Llovet, un
    intelectual español que llegó a la República
    Dominicana temporalmente y se quedó viviendo aquí
    hasta su muerte, aunque no escribía sobre temas que lo
    relacionaran con las ideas socialistas, si llegó a
    plantear en 1926, en un intercambio de carta con un tal
    "M.G.P", su simpatía con ideas revolucionarias. Llovet,
    refiriéndose a las luchas socialistas y republicanas
    desarrolladas por los jóvenes españoles, le dice a
    M. G. P.:

    "Por que yo, mi querido amigo, no puedo resignarme
    a creer, como usted parece que se resigna, que todo aquel
    conmovedor hervidero de nobilísima inquietudes se haya
    aquietado y adormecido para siempre en la chata plenitud en que
    ha venido a empantanarse la vida político europea
    (…). No, no y no, mí querido amigo…! Yo
    sigo siendo el mismo hombre, rabioso a ratos, y, a ratos,
    crédulo y entusiasta, de aquellos años
    inolvidables. Yo, a pesar de todo, todavía no he
    renunciado a la esperanza (…) Yo espero que cualquiera
    de estos días, agitando un "Listín" como una
    bandera y a riesgo de que
    me tomen por loco, podré salir a la calle gritando:
    ¡Resurrección…!
    ¡Resurrección..! Pero por resurrección,
    amigo mío, no de lo que era entonces, sino de lo que
    soñábamos que fuera; resurrección; al
    menos de aquellas hermosas inquietudes que no es posible que
    hayan perdido allá su eficacia hasta
    el extremo de que no queden ni unos cuantos centenares de
    hombres capaces de dejarse matar por ellas.."

    Hasta dónde penetraron las ideas socialistas en
    el grupo El Paladión,* es difícil explicarlo, pero
    sabemos que ya para aquellos días varios dominicanos
    escribían en revistas y periódicos sobre estas
    ideas, además de que aparecían en ellos cada cierto
    tiempo, artículos de extranjeros reproducidos en las
    referidas publicaciones.

    Manuel A. Amiama hizo publicar una nota titulada
    "Siluetas y Perspectivas: Francisco Prats-Ramírez. En ella
    se deja claro que la teoría
    socialista no era desconocida en el grupo. Sobre
    Prats-Ramírez, su influencia en El Paladión y el
    marxismo,
    dice:

    "Y fue ese mismo afán demoledor y ese
    embrionario anhelo de ver batir sobre el ambiente
    social dominicano los vientos benéficos de radicales
    renovaciones, lo que lo encaminó más al estudio
    de la moderna ciencia política y de la moderna sociología. Las obras de Marx, Engels,
    Kautski, Jaurés, Georges, Fiore y Lenine (Lenin, A.P.R),
    comenzaron a abarrotar su ya populosa biblioteca,
    y hoy se puede decir que entre los que integran la juventud
    intelectual dominicana, Francisco Prats-Ramírez es el
    más enterado en ese capítulo de la
    ideología y uno de los más entusiastas y sinceros
    propagadores de las ideas renovadoras".
    (…).

    En el seno del "Paladión", y fuera de
    él, Prats-Ramírez lleva a cabo así una
    misión no despreciable. Toda magna obra renovadora
    comprende, en efecto, dos etapas: la etapa en que, por un
    proceso de
    rotación de ideas, se forma y se condensa el pensamiento
    renovador y la etapa de la acción, en que ese
    pensamiento encarna en el músculo del pueblo, para
    hacerse revolución, o en el cerebro del estadista para
    triunfar por la vía de la
    evolución".

    LOS MÁS
    RADICALES DEL PALADIÓN

    El Paladión, como una agrupación cultural,
    literaria y política tenía en su seno un conjunto
    de intelectuales que no poseían homogeneidad en sus
    planteamientos ideológicos-políticos, aunque
    aceptaban, en conjunto, el liderazgo
    filosófico y ético de Carlos Sánchez y
    Sánchez, y los planteamientos
    político-ideológicos de Prats Ramírez. Todos
    coincidían en el nacionalismo y el antiimperialismo, pero
    no todos creían en las teorías sociales que estaban
    en debates.

    En la producción intelectual de los integrantes
    del grupo, dos son los más radicales defensores del
    interés social que se habían propuestos en
    relación con la Renovación: Francisco
    Prats-Ramírez y Julio A. Cuello

    En diciembre de 1924 Prats Ramírez hizo publicar
    en La Opinión, un escrito donde se percibe su humanismo,
    apego a las causas de los desposeídos y sentimiento
    solidario con las agrupaciones y lideres latinoamericanos que
    luchaban por causas socialmente justas:

    "¿Por qué tener sentido del dolor que
    tan claramente escudriña las lágrimas del mundo?
    ¿Por qué todas las heridas son mías y
    todas las hambres son mis hambres? ¿Por qué
    vibrar con las más lejanas rebeldías y con los
    lamentos más cercanos? Hermano: tu dolor es el
    mío, la esclavitud y la pobreza que
    te agobian son los desvelos que ensombrecen mis pupilas.
    Corazón de millares de corazones, todos los ritmos de la
    angustia estremecen mi ser… ¿Por qué tener
    este sentido del dolor, que tan claramente escudriña las
    lágrimas del mundo?… Eres fuerte y puedes aspirar a
    coger estrellas para engarzarlas en la diadema de tu amada.
    Eres fuerte y podrías realizar tus deseos de destruir
    montañas con el titánico impulso de tu brazo.
    Eres fuerte y lograrías tú solo bajar a las
    entrañas de la tierra y robar su oro para aumentar el
    tuyo. Eres fuerte y si destruyes el mismo rayo
    envidiaría tu fuerza…Pero debías sentir
    las tristezas del huérfano, las lágrimas del
    pobre, la nostalgia del caído, el dolor de la flor que
    se marchita, los lamentos desalmados del bosque y la inquietud
    creadora del artista…"

    Julio A. Cuello, por su parte, se atreve a plantear su
    antiimperialismo de forma radical. Para rechazar que se le
    incluyera en una directiva de un "Comité de Propaganda
    Nacional e Hispanoamericana", llegó a plantear, en carta
    pública a Félix M. Nolasco, que él solo
    participaría en esa organización si sus actividades
    son dirigidas contra Estados Unidos:

    "La primera actividad –esta es mi
    opinión invariable- del Comité, debe ser la
    organización de una propaganda seria contra la
    política
    imperialista de los Estados Unidos de
    Norte América, porque este es el problema que hoy
    preocupa y atañe más intima y próximamente
    al presente y futuro de nuestras jóvenes
    Repúblicas Latinoamericanas; problema de cuya
    solución depende la estabilidad de nuestra libertad e
    independencia territorial y económica.

    Cualquiera otra actividad tendrá que ser
    secundaria y nadie como Ud. decano en la tarea del periodismo
    diario nacional, está más convenientemente
    preparado para abordarla con éxito. Mi concurso, pues, cuando nuestros
    primeros pasos sean dirigidos en tal sentido, será tan
    decisivo y enérgico como sea necesario; pero si el
    interés y la conveniencia de todos o algunos, no se
    aviene a esta labor de eminente patriotismo; si es preciso
    descartar de nuestro programa esta
    actividad esencial, ahora puede usted considerarme desligado,
    como Vocal y Miembro, del "Comité de Propaganda Nacional
    e Hispanoamericana", porque considero que entonces
    resultaría esa labor anodina o inútil, a la cual
    no puede conformarse mi temperamento.

    Y al tratar el caso de la invasión norteamericana
    a Nicaragua, ratifica su actitud y su
    solidaridad con la lucha de ese pueblo contra la presencia
    extranjera:

    "El caso no es para lirismos ni protestas
    pusilánimes. Es preciso hablar viril y alto, tal vez no
    para contrarrestar ahora un designio que se está
    realizando impunemente contra el derecho de nuestros pueblos,
    pero sí para forjar en la gran conciencia de nuestras
    masas, la pureza de un sentimiento adverso al imperialismo
    y sus aliados de las clases gobernantes de
    América."

    Julio A. Cuello, al iniciarse la dictadura de Trujillo
    fue mantenido bajo vigilancia, y por lo menos en uno de los
    interrogatorios a implicados en planes para eliminar a Trujillo,
    en 1935, los oficiales interrogadores y uno de los prisioneros se
    refirieron a él.

    EL PALADIÓN LLEGA A
    SU FIN

    De 1930 a 1931 hubo un momento de expectativo silencio
    en una parte de la intelectualidad dominicana, mientras que otra
    se integró casi de inmediato al proyecto
    trujillista; en medio de lo que significó el golpe de Estado
    contra Horacio Vásquez, la agresiva represión
    contra los integrantes de la nueva Alianza Nacional-Progresista
    que intentó oponerse por el voto a los planes del jefe del
    ejército, y el impacto inmediato del Ciclón de San
    Zenón, del 3 de septiembre de 1930, la parálisis de
    los grupos culturales y literarios estaba más que
    justificada.

    La salida institucional de las agrupaciones Atenea, El
    Paladión y Plus-Ultra fue la fusión en una sola
    organización: Acción Cultural, que tenía
    entre sus objetivos
    celebrar conferencias, propiciar la traída de
    intelectuales extranjeros, publicar obras literarias, abrir una
    biblioteca y constituir núcleos por áreas del
    conocimiento.

    La primera reunión para formar la
    agrupación se celebró en una oficina del
    quinto piso del edificio Baquero, en la calle El Conde, el
    domingo 10 de julio de 1931 en la mañana; pero su
    fundación aconteció el 28 del mismo mes con la
    elección de una directiva provisional constituida por
    Julio González Herrera como presidente, Manuel A.
    Peña Batlle vicepresidente, Cristián Lugo,
    secretario, Horacio Read, tesorero; Joaquín Balaguer,
    Gilberto Sánchez Lutrino, Manuel A. Amiama, y Pedro R.
    Batista como vocales.

    La constitución definitiva aconteció el
    domingo en la mañana del 30 de agosto de 1931, en la
    Universidad de Santo Domingo, quedando electo como presidente
    Manuel A. Peña Batlle. En las elecciones para elegir la
    directiva participaron 70 intelectuales, entre los que estaban
    Martínez Conde y Julio González, autores
    intelectuales de la iniciativa, mientras que Peña Batlle
    había sido hasta ese momento el presidente de la
    agrupación Plus-Ultra.

    Julio González quedó como vicepresidente,
    y en su discurso
    quedó claro que El Paladión, a partir de ese
    momento, quedaba fusionado con Plus-Ultra y el grupo Atenea.
    También se integró a la nueva institución la
    "Juventud Universitaria", y Horacio Read, otro del
    Paladión, fue electo el tesorero.

    Quedaron como "socios directivos" de núcleos:
    Jesús María Troncoso, Viriato A. Fiallo, Colombino
    Henríquez, Juan José Llovet, Luis E. Mena, Enrique
    de Marchena hijo, Manuel A. Amiama, Ramón Lugo
    Lovatón, José E. Aybar, Arturo Pellerano Alfau,
    Gilberto Sánchez Lutrino, Ulises Domínguez,
    Indalecio Rodríguez, y Julio A. Cuello, entre
    otros.

    Sólo no aparecen en la fundación de
    Acción Cultura, los siguientes miembros de El
    Paladión: Carlos Sánchez y Sánchez, Rafael
    Andrés Brenes, y Francisco Prats-Ramírez; este
    último se había aislado del grupo y hacía
    esfuerzo para publicar su obra "El Espíritu de la
    Renovación", la que apareció definitivamente en
    noviembre de 1931.

    En diciembre el postumista Rafael Andrés Brenes
    escribió en Bahoruco número 72 sobre el libro de
    Prats-Ramírez, dejando de paso consignado el aislamiento y
    la situación económica del intelectual
    renovador:

    "Dejamos de ver a un amigo; pasan los días;
    a lo mejor pensamos que este amigo se ha muerto! Cuando apunta
    en nuestras mentes este pensamiento, nos alarmamos primero, nos
    reconvenimos luego, y como quien espera una noticia
    desconsoladora, nos lanzamos a preguntar, sólo por un
    deber de conciencia, y a cualquiera que encontremos a nuestro
    paso, por la suerte de nuestro camarada. (…). Y es
    porque así pensamos, por lo que, con palmas de
    júbilo, recibimos este último libro de nuestro
    camarada. Un par de meses muerto para sus amigos, entre

    las cuatro láminas de cal de su estudio; sale del
    misterio sagrado de la madre una hermosa niña, trae un
    pliego cerrado para la juventud dominicana, las palabras que
    tienen del éxito y del fracaso; (…). El
    pensamiento másculo de un hombre, gritando desde un
    abismo de miserias!. El valor de ofrecer a la patria una
    mujer y a la
    cultura una esperanza. Cuando se tiene hambre, cuando se es
    olvidado! Y decir: este es mi pan y afirmar que no se ha
    muerto! Estar caído y germinar bajo la sonrisa
    plácida del cielo. (…). En untar de ideas nos
    lanza este
    nuevo libro de nuestro amigo; él, yo
    lo se, se proponía solo un fin económico; y su
    libro resulta un éxito cultural y civilizador, que
    afirma el éxito editorial perseguido".

    Existen indicios de que entre los años de 1936 y
    1937 algunas de las agrupaciones culturales y literarias que
    habían cesado sus actividades, dieron muestra de
    reaparecer, después de la desaparición de
    Acción Cultural. En el caso de El Paladión, uno de
    sus integrantes, Juan Francisco Sánchez, publicó en
    1936 el opúsculo "Ideas y Comentarios", con el distintivo
    con que el Paladión acostumbraba a identificar sus
    publicaciones, y en el caso de Plus-Ultra, en 1937 estuvo
    circulando la revista La Cueva, la que se identificaba como
    órgano de esa sociedad cultural.

     

    Por:

    Alejandro Paulino Ramos

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter