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Globalización… ¿Qué significa? La dictadura del mercado




Enviado por Ricardo Lomoro



     

     

    "Hoy por primera vez en la historia, el capitalismo ha
    ganado sin atenuantes. Quizás la mayor cuestión del
    siglo", nos dice Michael Albert en su libro
    Capitalismo contra Capitalismo ( Editorial Paidos –
    1991).

    También Francis Fukuyama señala que "al
    llegar al final de la historia no quedan ya competidores
    ideológicos serios para la democracia
    liberal", en su libro El Fin de la Historia y el Último
    Hombre
    (Editorial Planeta – 1992); y luego reitera, "hoy en día ,
    casi todos los países desarrollados han adoptado o
    están tratando de adoptar, formas institucionales de tipo
    democrático-liberal. Muchos de estos países se han
    ido desplazando, en forma simultánea, hacia una economía de mercado y una
    integración a la división del
    trabajo
    capitalista y global", en su libro Confianza (Trust) (Editorial
    Atlántida – l996).

    Otros que vienen en nuestra ayuda para introducir el
    tema son Jean-Paul Fitoussi y Pierre Rosanvallon, que en su libro
    La Nueva Era de las Desigualdades (Editorial Manatial – 1997),
    dicen: "Vivimos ciertamente una mutación económica
    decisiva (la de la
    globalización) y vemos con claridad el agotamiento de
    cierto tipo de regulación económica. Pero al mismo
    tiempo
    sentimos que el problema es más amplio. Todos comprueban
    que, con el desarrollo de
    la globalización, surgen relaciones
    inéditas entre economía, política y sociedad.
    Vivimos a la vez el agotamiento de un modelo y el
    final de un antiguo marco de inteligibilidad del mundo. Nos
    encontramos por eso ante un gran punto de inflexión de la
    modernidad".

    Sobre el momento histórico Bruce Ackerman, en su
    libro El Futuro de la Revolución
    Liberal (Editorial Ariel – 1995), afirma: "De Varsovia a
    Moscú, de La Habana a Pekín, un espectro recorre el
    mundo como si acabara de surgir del sepulcro: el retorno del
    liberalismo
    democrático revolucionario. Esta reaparición en el
    escenario mundial ha sorprendido a los propios liberales. El
    pensamiento
    liberal moderno ha dado un giro antirrevolucionario. Sus
    partidarios no están preparados para asimilar el
    desafío del actual momento histórico
    (1992)".

    En cuanto a la profundidad del cambio
    Jean-Marie Guehenno, en su libro El Fin de la Democracia
    (Editorial Paidos – 1995), nos dice que: "El año 1989 no
    clausura una época iniciada en 1945 o en 1917. Clausura lo
    que se ha institucionalizado gracias a 1789. Pone fin a la era de
    los estados-nacionales".

    Cuando la Unión Soviética abandona el
    escenario de la historia, el capitalismo triunfante y rampante,
    se libera de las ataduras y miedos -estratégicos- y deja
    que la "creación de riqueza " tenga la
    prioridad.

    "Con todos sus competidores ahuyentados del campo de
    juego
    económico, ¿habrá perdido el capitalismo su
    capacidad para adaptarse a las nuevas circunstancias?", dice
    Lester Thurow en El Futuro del Capitalismo (Editorial Vergara –
    1996).

    "Liberados de la amenaza de la dictadura del
    proletariado, desde entonces se trabaja más duramente en
    la instalación de la dictadura del mercado mundial", dicen
    Hans-Peter Martin y Harald Schumann en su libro La Trampa de la
    Globalización (Editorial Taurus – 1998).

    Cumplido el "destape" de la ideología de la globalización,
    veamos -ahora- lo que dicen algunos estudiosos, sobre su
    alcance:

    "No existirán productos ni
    tecnologías nacionales, ni siquiera industrias
    nacionales. Ya no habrá economías nacionales, al
    menos como concebimos hoy la idea, lo único que
    persistirá dentro de las fronteras nacionales será
    la población que compone un país. Los
    bienes
    fundamentales de una nación
    serán la capacidad y destreza de sus ciudadanos. El dinero, la
    tecnología, la información y los bienes traspasan las
    fronteras con una rapidez y facilidad sin precedentes. El coste
    para el transporte de
    productos y comunicación de ideas es cada vez
    más bajo"…….."La nueva barrera de acceso a los
    mercados no es
    el volumen o el
    precio, sino
    la habilidad para encontrar la exacta correspondencia entre
    tecnología y los mercados específicos. Del alto
    volumen al alto valor."……"A medida que las
    compañías se integran en redes cada vez más
    descentralizadas, la capacidad de los gobiernos para ejercer
    control sobre las
    operaciones
    mundiales de las que están radicadas dentro de sus
    naciones disminuye considerablemente", nos dice Robert B. Reich
    en su libro El Trabajo de
    las Naciones (Editorial Vergara – 1993).

    "Los principales creadores y controladores de
    tecnología son compañías multinacionales
    cada vez más grandes y con mayor influencia global que
    responsabilidad global"……."Al competir con
    firmas rivales por sectores del mercado mundial, han desarrollado
    una estrategia
    mediante la cual dirigen la
    inversión y la producción de una parte a otra del planeta
    con la ayuda de una revolución financiera y de las
    comunicaciones, que ha creado un mercado global
    para bienes y servicios.
    Importantes en el mundo actual, dichas compañías lo
    serán mucho más en el futuro gracias al derrumbe de
    las barreras comerciales que había impuesto la
    guerra
    fría y la cada vez mayor integración de la
    economía global"……."Aunque la liberación
    financiera contribuyó a expandir el comercio
    mundial, también produjo otro efecto: la creciente
    separación de los flujos financieros del comercio de
    manufacturas y servicios. Cada vez más, las transacciones
    en moneda extranjera no tuvieron lugar porque una
    compañía estuviera pagando bienes extranjeros o
    invirtiendo en montaje en el exterior, sino porque los inversores
    estaban especulando con una moneda concreta u otros instrumentos
    financieros"……."La realidad hoy es que cualquier gobierno que
    perjudique la demanda de las
    finanzas
    internacionales de unos beneficios sin restricciones
    (aumentando impuestos
    personales, por ejemplo, o elevando los derechos sobre las
    transacciones financieras) encontrará que el capital se
    desvanece y la moneda se debilita"…….."Al fin y al cabo, la
    teoría
    del mundo sin fronteras alienta a los directivos a sopesar de
    manera constante la ventaja relativa a la producción en
    una parte del planeta en relación con las otras", dice al
    respecto Paul Kennedy en su libro Hacia el Siglo XXI (Editorial
    Plaza y Janes – 1993).

    "Por debajo de la nueva configuración de
    superficie económica de la tierra que
    ahora se está operando y de los más espectaculares
    terremotos y
    volcanes
    económicos que son tan visibles están los
    movimientos de las cinco "placas económicas". Cinco placas
    cuyas fuerzas son tan irreductibles como las de la geología:

    · fin del comunismo

    · un cambio tecnológico a una era
    dominada por las industrias basadas en la capacidad intelectual
    del hombre

    · una demografía nunca antes
    vista

    · una economía global

    · una era donde no existe un poder
    económico, político omilitar
    dominante

    Las economías nacionales desaparecen. Esto
    causa una desconexión notable entre las empresas
    comerciales con una visión mundial y los gobiernos
    nacionales que tienen que concentrarse en el bienestar de "sus"
    votantes" dice Lester C. Thurow en su libro El Futuro del
    Capitalismo (Editorial Vergara – 1996).

    "La nueva economía es una economía
    global. Lo nuevo es que la economía nacional ahora trabaja
    como unidad a nivel mundial. En este sentido no sólo
    estamos asistiendo a un proceso de
    internacionalización de la economía,

    sino…..interpenetración de la actividad
    económica y de las economías nacionales a nivel
    global" dice Robert Heilbroner en su libro Visiones del Futuro
    (Editorial Paidos – 1996).

     

    "Desregulación, liberación y privatización: estas tres "ciones" se
    convirtieron en los instrumentos estratégicos de la
    política
    económica europea y americana, que el programa
    neoliberal (Reagan/Friedman y Thatcher/Hayek) elevó a
    ideología decretada por el estado
    (años 1979-1980)" nos dicen Hans-Peter Martin y Harald
    Schumann (ob. cit.).

    "Una nueva civilización está emergiendo
    en nuestras vidas. Esta nueva civilización trae consigo
    nuevos tipos de familia; formas
    distintas de trabajar, amar, vivir; una nueva economía;
    nuevos conflictos
    políticos, y, más alla de todo esto, una conciencia
    así mismo diferente" nos dicen Alvin y Heidi Toffler en su
    libro La Creación de una Nueva Civilización
    (Editoral Plaza y Janes – 1995).

    "Las formas particulares que ha tomado el desarrollo
    de la internacionalización de las mercaderías, de
    los capitales y de los conocimientos, que se designan hoy con el
    nombre de "globalización". El papel crucial, para la
    competitividad
    de las empresas, de la innovación en todas sus formas, materiales e
    inmateriales. La modificación de las formas de competencia,
    donde elementos como la calidad de los
    productos y la capacidad para diferenciarlos ocupan un lugar cada
    vez más esencial. Estas tres tendencias concentran lo que
    probablemente tiene de fundamental la nueva situación
    industrial en la cual deben operar a partir de ahora las
    empresas" nos dicen Benjamin Coriat y Dominique Taddei en su
    libro Made in France (Alianza Editorial – 1995).

    "En los últimos 20 años se ha iniciado
    una nueva "era de la competencia", especialmente debido a la
    globalización de los procesos
    económicos. La competencia ya no explica el funcionamiento
    de una forma especial de mercado (un mercado competitivo)
    distinto del mercado oligopolístico y del
    monopolístico. Ser competitivo ("la competitividad") ha
    dejado de ser un medio para convertirse en un fin. La
    competitividad ha adquirido la categoría de credo
    universal, el rango de ideología, se proclama a los cuatro
    vientos que se está incubando una nueva economía
    global, cuyos principales protagonistas son empresas
    multinacionales con sede en America del Norte, Europa Occidental
    y Japón.
    Ya sea mediante la localización o el traslado de
    instalaciones productivas y de una competencia feroz, ya sea a
    través de sólidas alianzas para competir con
    mayores posibilidades de éxito a
    escala mundial,
    las redes mundiales de las empresas multinacionales están
    restructurando la configuración sectorial y territorial en
    todos los ámbitos de la economía, de la industria
    automovilística a las telecomunicaciones, de la indusria electrónica a la farmacéutica, de la
    textil a la del transporte aéreo civil. La nueva
    economía global es como un campo de batalla entre gigantes
    en donde no cabe la tregua ni la compasión para el
    vencido" nos dice El Grupo Lisboa
    en su libro Los Límites de
    la Competitividad (Editorial Sudamericana – 1996).

    "La estructura y
    la dinámica de la economía
    mundial cambiaron profundamente. Ya no hay un "centro
    económico" de la economía mundial, la fuerza
    laboral
    está cambiando rápidamente. Apenas ayer, los
    trabajadores industriales de las plantas de
    producción masiva eran el centro de la mano de obra. Hoy,
    su número se reduce aceleradamente, y aún
    más lo hace su importancia. Y en el centro de gravedad de
    la fuerza laboral de todos los países desarrollados se
    sitúan de manera creciente trabajadores con conocimientos,
    personas que no trabajan en modo alguno con sus manos (los
    trabajadores del conocimiento).
    Lo que subyace en todo esto es el paso al conocimiento como
    recurso clave de producción" nos dicen Peter Drucker e
    Isao Nakauchi en su libro Tiempo de Desafíos/Tiempo de
    Reinvidicaciones (Editorial Sudamericana – 1997).

    "Un aspecto llamativo de la economía sin
    fronteras, aunque se pase por alto con mucha frecuencia, es que
    las personas casi siempre tienen mejor acceso a productos baratos
    y de gran calidad cuando no son "del país""……."El
    hecho fundamental de la vinculación a los flujos mundiales
    de información es uno de los hechos centrales y
    definitivos, o tal vez, el hecho central y distintivo de nuestro
    momento histórico" nos dice Kenichi-Ohmae en su libro El
    Fin del Estado-Nación
    (Editorial Andres Bello – 1997).

    Los cambios motivados por la tecnología en
    robótica, informática y biotecnología; la
    internacionalización de las finanzas; la
    expansión de las comunicaciones; y la emergencia
    multinacional de las corporaciones son las fuerzas o vectores
    principales que impulsaron la globalización económica.

    Estas fuerzas orientaron el pasaje de la sociedad
    industrial a la sociedad de la información; el poderoso
    avance de las telecomunicaciones; la desmasificación de la
    producción en serie; la disminución de la escala de
    operaciones; el desmantelamiento de las organizaciones
    burocráticas; la creciente especialización del
    trabajo; la intangibilidad del valor de las empresas; el
    conocimento como recurso crucial de la economía; la
    integración de sistemas; la
    aceleración del ritmo de las operaciones y transacciones;
    la mundialización de las finanzas y del capital; la
    globalización de los mercados y estrategias
    empresarias; la homogeneización de las formas de vida y de
    los modelos de
    consumo; el
    cambio en los costes o disponibilidad de los insumos; y la
    implantación de la competitividad como principal regla de
    juego.

    ¿Cuándo comenzó el proceso de
    liberación de las corrientes de intercambio?

    El Grupo Lisboa, señala los ultimos cincuenta
    años, como período dominante; Ravi Batra, indica el
    año 1973, como el punto clave de inflexión para los
    Estados
    Unidos.

    ¿Por qué algo que tiene entre un cuarto y
    medio siglo de evolución recién en los
    últimos 15 años se exacerbó y en los
    últimos 10 años se volvió tan
    extremo?

    La victoria del capitalismo se logra en tres frentes,
    opina Michael Albert, y en un intervalo histórico
    reducido. Los gobiernos de Margaret Thatcher en Gran
    Bretaña y Ronald Reagan en Estados Unidos; la
    confrontación "galáctica" con el comunismo; y la
    guerra contra
    Irak sirven
    para "liquidar" tres importantes "limitantes" al libre mercado y
    alcance global del capitalismo. La lucha contra el
    intervencionismo estatal, la muerte del
    comunismo soviético por descomposición interna y la
    lección terminal dada a los dictadores -mesiánicos-
    de los pueblos subdesarrollados, dejo las "manos libres" al
    capitalismo y a la globalización competitiva.

    El mundo como mercado, un stock de tecnología
    disponible y un capital ansioso de maximizar las ganancias,
    fueron el objetivo y los
    recursos
    necesarios y suficientes para iniciar el asalto
    global.

    Al internacionalizarse los mercados, empieza una batalla
    de "todos contra todos"

    Al desaparecer las fronteras ( barreras) comerciales, la
    competitividad alcanza a todos los factores. Y comienzan a
    registrarse algunos efectos (deseados? o no deseados?) en la
    ocupación, en los salarios, en el
    medio
    ambiente, en los sectores industriales, en el estado del
    bienestar, que van derivando en definitivos problemas
    económicos, ecológicos y éticos, de gran
    magnitud, con alta peligrosidad, y, no solamente -aún-
    irresueltos, sino en franca progresión

    Era de esperar, que un "comercio sin normas", llevara
    a una "competencia despiadada y sin final", que conduce a una
    pérdida constante de puestos de trabajo, a una
    concentración creciente de empresas multinacionales, a una
    pérdida de poder de los gobiernos nacionales y a un
    aumento de la desigualdad.

    En muchos casos, la competencia no sólo significa
    la pérdida de puestos de trabajo sino también la
    pérdida de fuentes de
    trabajo. En su caso la tecnificación sustituye a la mano
    de obra y en el otro elimina -directamente- por cierre, la
    posibilidad de todo tipo de ocupación.

    En las próximas páginas vamos a
    reproducir, por su importancia e interés,
    la opinión de algunos destacados estudiosos en la materia que
    nos ocupa, luego se darán datos
    cuantitativos que los mismos autores aportan en sus
    trabajos.

    "Existe una bipolarización entre dos grandes
    tipos de capitalismo de importancia comparable y entre los cuales
    el futuro no está decidido. El modelo anglosajón y
    el modelo germano-nipón.

    Cuanto más creador es el capitalismo de
    riqueza a corto plazo, mayor es el riesgo de
    convertirse en destructor de valores
    sociales a largo plazo, si no está lo bastante acotado por
    los poderes públicos, y si no tiene la competencia de
    otros valores sociales que no sean monetarios.

    La frontera que
    separa a un país en situación de progreso de un
    país en decadencia está representada, en gran
    medida, por la preferencia por la construcción del futuro por un lado, el
    goce del presente por el otro" nos dice Michael Albert (ob.
    cit.).

    "El verdadero desafío económico que
    afrontan los Estados Unidos para los próximos
    años-lo mismo que todas las demás naciones- es
    incrementar el valor potencial que sus ciudadanos pueden agregar
    a la economía global, al promover sus habilidades y
    capacidades, y perfeccionar los recursos para compatibilizar esas
    habilidades y capacidades con los requerimientos del mercado
    mundial.

    Las compañías líderes de Estados
    Unidos ya no planean ni establecen la producción de
    grandes volúmenes de bienes y servicios; ya no participan
    ni invierten en una amplia serie de fábricas, máquinas,
    laboratorios, depósitos y otros activos
    tangibles; ya no emplean grandes dotaciones de operarios, ni
    gerentes de mediano nivel; ya no sirven de acceso a la clase media
    americana. Son cada vez más una fachada, detrás de
    la cual se mueve una multitud de unidades y subunidades
    descentralizadas que se alían permanentemente con otros
    grupos
    similarmente descentralizados en todo el mundo.

    Lo que se intercambia entre las naciones es con menos
    frecue
    ncia el producto
    terminado que la especialización para resolver los
    problemas (investigación, diseño
    del producto, fabricación) para identificarlos (marketing,
    publicidad,
    encuestas al
    consumidor) y
    para coordinar los servicios y componentes de rutina, todo lo
    cual se combina para crear valor.

    El nivel de vida de la población de un
    país depende cada vez más de lo que pueda aportar a
    la economía mundial en términos del valor de sus
    conocimientos y habilidades. Y depende cada vez menos de lo que
    posean en términos de la productividad de
    las compañías en las cuales tienen los mayores
    intereses.

    Ya no tiene sentido algo semejante a una
    compañía o una industria norteamericana. La
    economía norteamericana no es más que una
    región mundial
    , si bien todavía es una
    región relativamente próspera", nos dice Robert B.
    Reich (ob. cit.)..

    "Hoy nos enfrentamos, con mayor fuerza que nunca, a
    estos problemas interrelacionados: superpoblación,
    presión
    sobre la tierra,
    emigración e inestabilidad social, por un lado, y poder de
    la tecnología para incrementar la productividad y
    sustituír las ocupaciones tradicionales, por el
    otro.

    Aunque son pocos los dirigentes políticos -en
    caso de que haya alguno- que parecen dispuestos a enfrentarse a
    este hecho, la mayor prueba a la que se verá sometida la
    sociedad humana en el siglo XXI consistirá en el modo de
    utilizar "el poder de la tecnología" para satisfacer las
    demandas planteadas por "el poder de la población"; esto
    es, como encontrar soluciones
    globales eficaces con el fin de librar a las tres cuartas partes
    más pobres de la humanidad de la creciente trampa
    malthusiana de la malnutrición, la hambruna, el
    agotamiento de los recursos, la agitación social, la
    emigración forzosa y los conflictos armados; consecuencias
    que, aunque menos directamente, también pondrán en
    peligro a los países ricos.

    El crecimiento proyectado en la población
    mundial no puede sostenerse con nuestros actuales niveles y
    pautas de consumo
    .

    Existe la preocupación de que la estructura de
    edad y las prioridades del gasto de un país con elevado
    "índice de dependencia de los mayores" constituyan un
    impedimento para los incrementos de la producción global,
    en especial en comparación con sociedades con
    una mayor proporción de personas que trabajan y con
    mayores recursos invertidos en la manufactura y
    la industria.

    La economía mundial está
    volviéndose más integrada y más rica en
    conjunto, si bien la creación y el disfrute de esta
    riqueza es muy desigual.

    Semejante visión de un orden mundial
    próspero y armónico, basado en el laissez-faire, un
    mercado en funcionamiento las 24 Hs. del día y la
    omnipresente televisión
    parece asombrosamente ingenua a la luz de los
    problemas demográficos, medioambientales y regionales del
    planeta.

    Aún cuando el dinero sea la
    cosa más puramente racional que existe, ello no implica
    que sea inmune a la inestabilidad, los pánicos y la
    huída financiera.

    Por su naturaleza
    misma, al mercado racional no le interesa la justicia
    social.

    No obstante, las consecuencias a largo plazo son
    perturbadoras y amenazan con exacerbar el dilema global. Si la
    revolución biotecnológica puede convertir en
    obsoletas ciertas formas de agricultura,
    la revolución robótica podría eliminar
    muchas clases de puestos de trabajo en la producción
    industrial y el montaje en cadena. En ambos casos, las
    compañías multinacionales son las beneficiarias del
    valor reducido de la tierra y el trabajo.

    La revolución finanaciera internacional
    plantea sus propios retos a la supuesta soberanía del estado-nación. El
    mundo sin fronteras implica una cierta cesión del control
    de un país sobre su propia moneda y política
    fiscal. Esta cesión puede reportar prosperidad, pero
    si el sistema
    internacional es inestable, no hay autoridad que
    controle los potenciales flujos masivos de moneda.

    ¿Como espera alguien salir indemne?.
    Aún cuando la economía global esté creando
    tres bloques comerciales inmensamente poderosos y privilegiados,
    Europa, Estados Unidos y Japón, ¿pueden estos
    bloques -al margen de lo bien que se "preparen"
    internacionalmente para el futuro- aislarse de las turbulencias
    causadas por el cambio mundial?, ¿pueden existir como
    islas de prosperidad en un mar de descontentos?", nos dice Paul
    Kennedy (ob. cit.).

    "En la actualidad (1994), por primera vez, el trabajo
    humano está siendo paulatina y sistemáticamente
    eliminado del proceso de producción. Las máquinas
    inteligentes están sustituyendo, poco a poco, a los seres
    humanos en todo tipo de tareas, forzando a millones de
    trabajadores de producción y administración a formar parte del mundo de
    los desempleados, o peor aún, a vivir en la
    miseria.

    ¿Qué es lo que ocurriría si,
    realmente, no existieran más empleos?

    La idea de una sociedad no basada en el trabajo
    resulta tan extraña respecto a cualquier idea que podamos
    tener sobre la forma de organizar a muchas personas en un todo
    armónico, que nos vemos enfrentados con la perspectiva de
    tener que replantearnos las bases mismas del contrato social
    comunmente aceptadas.

    La tercera revolución
    industrial fuerza una crisis
    económica de ámbito mundial de proporciones
    monumentales; debido a que millones de personas pierden sus
    puestos de trabajo a causa de las innovaciones
    tecnológicas, mientras que el
    poder adquisitivo se
    desploma. Al igual que ocurrió en la década de los
    años 20, nos hallamos peligrosamente cerca de una gran
    depresión, mientras que ninguno de los
    actuales líderes mundiales quiere reconocer que existe la
    posibilidad de que la economía global se está
    acercando, de forma inexorable, hacia un mercado laboral
    decreciente, con unas consecuencias para la civilización
    extremadamente peligrosas y preocupantes.

    Cada vez más los trabajadores americanos son
    forzados a aceptar trabajos marginales para poder
    sobrevivir.

    Mientras que la primera ola de automatización tuvo impacto sobre los
    trabajadores de "cuello azul", la nueva revolución
    protagonizada por los procesos de reingeniería empieza a afectar a los
    escalones medios de la
    comunidad
    empresarial, amenazando la estabilidad económica y la
    seguridad del
    grupo políticamente más importante de la sociedad
    americana: la clase media. Por primera vez desde la gran
    depresión, son desplazados hacia los escalones

    inferiores de la escala social, víctima de las nuevas
    formas de
    racionalización de la producción,
    de las tendencias a una mayor automatización y de la
    competencia global del mercado.

    Los apartados de la gran aldea global
    tecnológica, tan sólo son capaces de hallar formas
    de sobrevivir tomando por la fuerza aquello que se les niega por
    las fuerzas del mercado. No sorprende que la industria de la
    seguridad sea una de las de mayor crecimiento de la
    economía americana", nos dice Jeremy Rifkin en su libro El
    Fin del Trabajo (Editorial Paidos – 1996).

     

    "El mercado y sólo el mercado
    manda.

    ……..Al parecer algo está haciendo temblar
    los cimientos del capitalismo…

    Las verdades eternas del capitalismo -el crecimiento,
    el pleno empleo, la
    estabilidad financiera, el aumento de los salarios reales, el
    dejar operar a los mercados- parece haberse esfumado, así
    como los enemigos del capitalismo.

    Con todos sus competidores ahuyentados del campo de
    juego económico, ¿habrá perdido el
    capitalismo su capacidad para adaptarse a las nuevas
    circunstancias?.

    Ha dejado de ser alternativa viable…….no se ha
    derrumbado como el comunismo, pero en esencia se ha
    debilitado.
    El capitalismo nunca prevee con ocho o diez
    años de anticipación y por lo general sólo
    planea a tres o cuatro años. El problema es simple. El
    capitalismo necesita desesperadamente lo que su propia lógica
    interna dice que no tiene que
    hacer.

    La ideología de la inclusión se
    está agotando, para ser reemplazada por un revival
    capitalista de "la supervivencia del más
    apto".

    Los perdedores, aquellos que han quedado
    excluídos, y no pueden lograr que el sistema funcione, se
    refugian en el fundamento religioso, donde un mundo de
    certidumbre reemplaza a otro de incertidumbre.

    Cuando la tecnología y la ideología no
    se combinan armoniosamente, el magma económico
    fluctúa.

    En el futuro la
    motivación para la cooperación y el esfuerzo no
    van a ser los salarios por encima del valor del mercado sino el
    "miedo", el miedo a ser despedido en una economía de
    salarios reales declinantes.

    Las economías más avanzadas
    están produciendo lo que Marx
    reconocería como un "lumpen proletariat": aquellos cuya
    productividad potencial es tan baja que no son requeridos por la
    economía privada en ninguna escala salarial que pueda
    permitirles mantenerse en nada parecido al nivel de vida
    normal.

    Desde el punto de vista político el lumpen
    proletario no cuenta. Ellos no causan revoluciones, son inocuos.
    En los Estados Unidos el pobre ni siquiera vota.

    Lo que importa son las expectativas de la clase
    media. La clase media está alarmada y tiene motivos para
    ello. Expectativas desactualizadas. Menos hogares propios.
    Desigualdad creciente. Caída del salario real.
    Nivel de vida decreciente (a lo largo de sus vidas y las de sus
    hijos).

    El rico se costeará los guardias de seguridad
    privados gracias a sus más altos ingresos mientras
    la clase media tendrá que vérselas con la inseguridad
    callejera, los malos colegios, la no recolección de
    residuos y el deterioro del transporte
    público.

    Como indican los datos sobre la caída
    salarial, los trabajadores no capacitados del primer mundo
    están en vías de quedar marginados.

    La era de la regulación económica ha
    quedado atrás y la era de la regulación
    económica mundial no ha llegado. Al menos durante un
    tiempo el capitalismo se va a manejar con mucho menos
    regulación gubernamental.

    En un mundo multipolar sin un punto focal
    económico dominante, ¿quién maneja el
    sistema?, ¿quién es el prestamista de último
    recurso para detener el pánico
    financiero y los flujos de capital si se derrumba el sistema?,
    ¿quién provee los mercados abiertos,
    fácilmente accesibles a aquellos que desean
    desarrollarse?.

    En un período de equilibrio
    interrumpido no hay líderes, ya que nadie comprende las
    amenazas o las oportunidades del mercado. Todo está en
    fluctuación sin posiciones constantes desde las cuales
    obtener influencia política. Sin embargo, si no hay
    alguien que administre el sistema comercial mundial y ejerza
    presión sobre aquellos que abusan del mismo, es evidente
    que el sistema gradualmente se atrofiará y, a la larga, se
    derrumbará.

    En la economía global moderna hay una ley inflexible de
    los salarios: las únicas diferencias salariales que pueden
    subsistir en el largo plazo son las justificadas por las
    habilidades que generan más alta
    productividad.

    La erupción más explosiva del
    volcán ha sido provocada por la demografía y
    estriba en el paulatino envejecimiento de la población
    mundial. Se ha creado una nueva clase de población. Por
    primera vez en la historia de la humanidad, nuestras sociedades
    tendrán un grupo muy numeroso de personas mayores
    económicamente inactivas, votantes opulentos que requieren
    servicios sociales costosos, como asistencia médica, y
    dependen del gobierno para gran parte de su ingreso. Ellos
    están debilitando el estado de bienestar social,
    destruyendo las finanzas del gobierno, y amenazando las inversiones
    que todas las sociedades necesitan hacer para alcanzar un futuro
    de éxito. Los ancianos son votantes unilaterales
    (jubilación+medicina).

    Los grandes mercados globales,
    electrónicamente conectados, no cambian las probabilidades
    de generar burbujas financieras, sino que las hacen
    potencialmente más grandes y vinculan a los mercados
    nacionales a una red, de modo que los
    mercados son más propensos a ir juntos a la quiebra.

    Al capitalismo no le interesa la eficiencia
    abstracta (inculcar valores de honestidad de
    modo que el sistema se maneje a un costo más
    bajo). Se trata de dejar a cada uno que actúe según
    su máxima conveniencia ejerciendo sus propias preferencias
    personales. Pretender ser un criminal es tan legítimo como
    pretender ser un sacerdote.

    Los individuos capitalistas promueven las
    únicas cosas que les resultan provechosas: el consumo y el
    ocio.

    La ventaja del capitalismo es su capacidad para
    satisfacer las diferentes preferencias individuales. La mayor
    desventaja del capitalismo es su miopía. Tiene
    intrínsecamente un horizonte a corto plazo.

    En el capitalismo no hay ningún análisis de futuro", nos dice Lester C.
    Thurow
    en su libro El Futuro del Capitalismo (Editorial
    Vergara – 1996).

    "Es cierto que el ideal de una sociedad abierta al
    exterior y fundada sobre la libre asociación de individuos
    soberanos se afirma de manera excluyente. Pero el triunfo es al
    mismo tiempo el principal peligro que acecha a una sociedad
    semejante, porque parece amenazar la existencia del hecho
    nacional, erosionar el vínculo social y disolver la
    comunidad cívica. El sentimiento de inseguridad e
    incertidumbre es así, sin duda, el fruto de la
    globalización económica y de la
    individualización sociológica, nacidas del
    cumplimiento mismo del programa moderno.

    Toda la dificultad está allí. El
    triunfo del individualismo aporta consigo un formidable potencial
    de progreso y, al mismo tiempo, de padecimientos. El mercado
    mundial impulsa el crecimiento y destruye puestos de trabajo;
    permite financiar la economía pero limita los
    márgenes de maniobra presupuestarios; multiplica las
    riquezas pero aumenta las desigualdades hasta lo intolerable. Del
    mismo modo, el movimiento de
    la democracia libera a los individuos pero atomiza el cuerpo
    social y deshace las solidaridades. Salvo que se niegue la
    vivencia cotidiana de los individuos y su angustia ante el
    porvenir, no es posible entonces contentarse con saludar esta
    consumación de la sociedad individualista como si
    realizara los fines últimos de la humanidad. La
    apología del mercado y la
    defensa de los derechos
    del hombre no basta para construír una
    representación de la sociedad que permita que ésta
    se reconcilie consigo misma y rechace las
    amenazas.

    La crisis que atravezamos es entonces,
    indisolublemente económica y antropológica. Es a la
    vez, crisis de civilización y crisis del individuo.
    Fallan simultáneamente las instituciones
    que hacen funcionar el vínculo social y la solidaridad (la
    crisis del estado providencia), las formas de la relación
    entre la economía y la sociedad (la crisis del trabajo) y
    los modos de constitución de las identidades
    individuales y colectivas (la crisis del sujeto).

    La sociedad debe comprenderse a partir del
    eslabón más débil. No tiene ningún
    sentido, por lo tanto, decir que "todo va bien a excepción
    del desempleo".
    Puesto que es justamente esta "excepción" la que
    constituye el problema. Del mismo modo, no importan tanto los
    promedios de ingresos como su dispersión y distribución. Los indicadores
    estadísticos captan poco y mal los fenómenos de
    precariedad, el sentimiento creciente de inseguridad, las formas
    múltiples de fragilización del vínculo
    social.

    Si un país continúa
    enriqueciéndose globalmente mientras crece la fractura
    social, es sin duda porque hemos entrado en una nueva era de las
    desigualdades, aceptada por algunos con mayor o menor
    cinismo.

    La inseguridad es hoy la palabra clave. Resulta de
    ello, en lo más profundo de las empresas, una
    extraordinaria angustia. Los indicadores económicos no
    pueden dar cuenta del medio al mañana. El desarrollo de
    una desocupación masiva es el vector evidente y
    primordial de la sensación de inseguridad y vulnerabilidad
    que tetaniza a la sociedad. La crisis es, en última
    instancia, de orden estructural y compete también a una
    dimensión de orden antropológico. Es a la vez
    crisis de civilización y crisis del
    individuo.

    Es central la cuestión de la identidad:
    ¿como ser alguien en "una sociedad de trabajadores sin
    trabajo"?. Se tiene la sensación de que toda una
    fracción de la generación que tiene entre 20 y 30
    años vive con la idea que se la sacrifica por anticipado
    en el altar del empleo.

    A medida que flaquea el apoyo de las instituciones de
    encuadramiento y las normas sociales de conducta, brota
    una angustia tan difusa como apremiante. Incapaces de analizar
    claramente sus mecanismos, polarizamos nuestras actitudes
    sobre las formas más elementales de la tranquilidad: la
    del retorno del gendarme y la de la respuesta "pararreligiosa",
    con el desarrollo del fenómeno de las sectas. Los
    tranquilizantes y las drogas
    permiten resolver la gran contradicción moderna: ser uno
    mismo y estar a la vez liberado de si mismo.

    La globalización de la economía
    multiplica las incertidumbres. Se corre el riesgo de que de
    origen a una sociedad aún más
    desigualitaria.

    ¿Pone en peligro la globalización, un
    modelo de sociedad?

    La Globalización organizaría y
    pondría en escena la importancia de lo político. No
    sería posible una política nacional independiente
    en un mundo donde los países son económicamente
    interdependientes.

    Bajo este vocablo, "globalización" se
    encuentra hoy un fenómeno complejo de dimensiones
    múltiples, que mezclan el de
    sarrollo de los
    países antaño pobres, la desregulación de
    los mercados y la disminución de la tasa de crecimiento.
    Habríamos pasado, sin transición, de un modelo
    económico dirigista (en el caso Francia) a
    otro puramente liberal, el de antes del
    keynesianismo.

    Vale la pena decirlo en seguida: nadie sabe lo que
    nos depara esta evolución, tanto más por el hecho
    de que entramos en esta fase de la globalización sin el
    auxilio de ninguna institución internacional de
    regulación", nos dicen Jean Paul Fitoussi y Pierre
    Rosanvallon (ob. cit.).

    "Ante todo está la ganancia, en función de
    la cual se instituye lo demás. Sólo después
    se distribuyen las sobras de las dichosas "creaciones de
    riqueza", sin las
    cuales, se nos dice, no habría
    nada, ni siquiera esas migajas que por otra parte se van
    reduciendo: no hay otra reserva de trabajo ni de
    recursos.

    Así pues, tenemos un mercado libre para
    obtener ganancias; planes sociales encargados de expulsar de su
    trabajo, al menor costo posible, a hombres y mujeres que a partir
    de entonces quedan privados de medios de subsistencia e incluso
    de un techo; un estado providencial que actúa como si
    reparara las injusticias flagrantes, a menudo inhumanas. Y a
    ellos se suman esos beneficiarios que se sienten humillados por
    hallarse en tal estado (y lo están), cuando no se
    considerará "beneficiario", de la cuna a la tumba, a un
    heredero.

    Y en ese mundo (que se instala bajo el signo de la
    cibernética, la automatización, y
    las tecnologías revolucionarias y que desde ahora ejerce
    el poder), los trabajadores, pobres diablos, aún creen
    poder colocar "su mercado de trabajo".Es para llorar de risa.En
    otra época debían aprender a conservarse en sus
    puestos. Ahora deberán aprender a no tener puesto alguno,
    y ese es el mensaje que se les envía, por el momento de
    manera muy discreta. No obstante, ese es el camino que se
    está siguiendo.

    Estamos ante una elección. A partir de ahora
    tenemos la facultad de decidir -¡a la carta!- si
    preferimos la desocupación a la pobreza o
    ésta a aquélla.

    Pero nadie tenga la menor duda: ¡tendremos las
    dos cosas!

    Las grandes empresas y las organizaciones mundiales,
    los excesos (asistencia social) de otras épocas, culpables
    de todos los males (mucho más en Europa): salario
    mínimo, vacaciones pagas, asignaciones familiares,
    seguro social,
    subsidios para la educación, locuras
    culturales, para citar sólo algunos ejemplos de
    tamaño desbarajuste; son fondos robados a los objetivos de
    la economía de mercado. Para mantener gente que no pide
    tanto. La búsqueda de trabajo es suficiente
    ocupación para toda una vida. No hallarlo le agrega un
    poco de sabor.

    A la gran mayoría le queda una última
    función importante que cumplir: la de consumidores.
    Consumir es nuestro último recurso, nuestra última
    utilidad.
    Aún servimos para esa función de clientes
    necesarios para el "crecimiento" puesto por las nubes, tan
    deseado, proclamado como el fin de todos los males, esperado con
    tanta ansiedad.

    Por primera vez, la masa humana ha dejado de ser
    necesaria desde el punto de vista material -y menos aún
    desde el punto de vista económico- para esa pequeña
    minoría que detenta el poder y para la cual la existencia
    de las vidas humanas que evolucionan por fuera de su
    círculo íntimo sólo tiene un interés
    utilitario, como se advierte cada día más
    claramente", nos dice Viviane Forrester en su libro El Horror
    Económico ( Fondo de Cultura
    Económica – 1997).

    "La idea del comercio libre se ha convertido en un
    mito. De
    hecho, la idea hoy se acepta como un dogma económico en
    todo el mundo……….En líneas generales, los
    economistas proclaman la liberación, pero hacen caso omiso
    de los costos que ello
    representa en materia de despidos, rebajas salariales y deterioro
    del medio ambiente.

    Para las naciones bien pobladas y dotadas de
    abundantes recursos
    naturales, el proteccionismo es muy superior al comercio
    libre", nos dice Ravi Batra en su libro El Mito del Libre Comercio
    (Editorial Vergara – 1993).

    "Es preciso oponerse con razones claras al punto
    virtualmente incontestado de que el libre comercio es bueno, crea
    riqueza y ayuda a los países menos
    adelantados.

    La visión del libre comercio distorsiona la
    capacidad potencial para conseguir que el mundo sea un lugar
    mejor, donde reine la cooperación y no la competencia
    ruinosa.

    El libre comercio promete más de lo que puede
    dar y, como todos los yonquis a los que le falta la droga, su
    única solución es repetir la dosis.

    Los defensores del libre comercio dicen que su
    preocupación primaria es incrementar el tamaño de
    la tarta económica del mundo y que una vez logrado esto,
    habrá sin duda más a repartir entre todos y que
    algo les "caerá" a los más pobres.

    Ni el libre comercio. Ni el viejo proteccionismo nos
    capacitarán para superar los temibles desafíos con
    que se va a enfrentar el mundo en el siglo XXI..

    Se ha pasado de la división mercantil del
    trabajo a la división industrial del trabajo, luego a la
    división imperial del trabajo y actualmente a la
    división multinacional del trabajo.

    En su inmensa mayoría, las cada vez más
    abundantes multinacionales se escapan del control estatal de los
    países donde operan, y ya no suelen tener su sede en sus
    comunidades nacionales.

    Las empresas tienen una movilidad cada día
    mayor y no dudan en trasladarse a los lugares donde los recursos
    son abundantes y donde las leyes laborales y
    la protección del medio ambiente son menos rigurosas;
    mejorando la competitividad, pero empeorando por lo general las
    condiciones.

    Hay que romper el ciclo de más comercio
    internacional que constituye una amenaza para el medio
    ambiente, la justicia social y el empleo sostenible", nos dicen
    Tim Lang y Colin Hines en su libro El Nuevo Proteccionismo (
    Ariel 1996).

    "El autor cita a Singer y Wildavsky que dicen: "La
    clave para entender el orden del mundo real es separar el mundo
    en dos partes. Una parte la constituyen las zonas de paz, riqueza
    y democracia. La otra parte es la de disturbios, guerra y
    desarrollo. Podemos decir cosas útiles sobre las zonas de
    paz; y cosas útiles sobre las zonas de disturbios, pero si
    tratamos de considerar al mundo como un todo, lo que
    conseguiremos son falsedades o trivialidades".

    La visión de hoy está señalada
    por un nuevo grado de pesimismo.

    El ubicuo esfuerzo para acumular capital introduce
    una presión económica que se disemina por todo el
    sistema.

    La resignación resume la visión que el
    pasado lejano tenía sobre el futuro; la esperanza, la que
    tuvo ayer; la aprensión es el talante dominante del
    hoy.

    El historiador y crítico social Leo Marx
    comenta que sólo hay un pequeño paso desde la
    "destrucción de la fuerza moral" al
    término "alienación" de Karl Marx y su
    advertencia en 1844 de que "la devaluación del mundo humano aumenta en
    relación directa con el aumento de valor del mundo de las
    cosas".

    En concreto, la
    internacionalización actualmente intensifica las
    ansiedades surgidas por las pobres actuaciones económicas
    tanto en Europa como en Estados Unidos. Se plantea la pregunta de
    cómo se hará cargo el mercado del cada vez mayor
    número de norteamericanos, mexicanos o ciudadanos de
    cualquier país que se encuentran en paro a causa
    de la gran penetración del mercado en sus
    fronteras.

    Uno de los problemas del capitalismo es que las
    desigualdades de beneficios y propiedad
    pueden exhibir diferencias que consideraríamos
    intolerables si se aplicaran a los derechos políticos como
    el voto o a los derechos civiles como la igualdad ante
    la ley. De ahí que mientras que el espíritu
    político occidental siga desplegando su disgusto por la
    desigualdad política y cívica, no es irrazonable
    esperar que la tolerancia a la
    extrema desigualdad económica caerá tarde o
    temprano. Hasta que este espíritu igualitario se revele
    por si mismo ….sigue constituyendo otra causa de nuestro
    malestar subyacente" nos dice Robert Heilbroner (ob.
    cit,).

     

    "El liberalismo no es lo mismo que el capitalismo,
    cualquiera que sea su definición. El primer compromiso de
    un liberal es con una cultura política particular, con un
    proceso de autogobierno en el que los cuidadanos constituyen una
    sociedad que les permite realizar sus ideales personales bajo
    condiciones de libertad e
    igualdad. La propiedad privada y los mercados competitivos, si
    son regulados adecuadamente, sirven como un elemento de este
    ideal liberal más amplio.

    Se requerirán generaciones de esfuerzo
    movilizado -muchos más nuevos comienzos- antes de que
    cualquier sociedad occidental empiece a aproximarse al ideal
    liberal de igualdad sin dominación.

    El reto es trabajar a favor de la justicia social en
    la distribución de oportunidades para la riqueza y el
    desarrollo individual.

    Merece la pena señalar que el liberalismo
    moderno no santifica los derechos de propiedad sobre todos los
    demás. En oposición a los ideales del laissez-faire
    del siglo XIX persigue un fin superior: permitir que todos los
    ciudadanos desarrollen su propia personalidad
    bajo condiciones de igual libertad. Aunque la propiedad privada y
    la libertad para contratar son aspectos fundamentales de este
    ideal,
    tambien lo son una educación liberal y
    la genuina igualdad de oportunidades. Los propietarios no tienen
    derecho a reclamar un tratamiento especial mientras existan
    injusticias más grandes a las que se otorgue una menor
    prioridad", nos dice Bruce Ackerman (ob. cit.).

    "En el Hotel Fairmont de
    San Francisco se efectuó una reunión de notables de
    los negocios,
    universidades y gobernantes del mundo (500 de primera
    línea) en septiembre de 1995; se pone en marcha una
    mesa redonda
    sobre "tecnología y trabajo en la economía global".
    Los pragmáticos de Fairmont reducen el futuro a un par de
    números y un concepto: "20 a
    80" y "tittytainment".

    En el próximo siglo, el 20% de la
    población activa bastará para mantener en marcha la
    economía mundial. No se necesitará más
    fuerza de trabajo.

    En Fairmont se esboza un nuevo orden social:
    países ricos sin una clase media digna de
    mención……….y nadie le contradice.

    Mas bien hace carrera la expresión
    tittytainment, que pone sobre la mesa el veterano Zbigniew
    Brzezinski; tittytainment, es una combinación de
    entertainment y tits (pechos en argot americano) al decirlo
    Brzezinski piensa menos en el sexo que en la
    leche que
    brota del pecho de una madre lactante. El buen humor de la
    frustrada población del mundo podría mantenerse con
    una mezcla de entretenimiento aturdidor y alimentación
    suficiente.

    ¿Cómo la quinta parte podría
    ocupar al resto superfluo?. Los participantes en el debate esperan
    que la integración y el sentido para su vida provenga del
    amplio campo de los servicios voluntarios a la sociedad, la ayuda
    a los vecinos, la práctica de deportes o la participación
    en asociaciones de todo tipo. "Se podrían revalorizar
    estas actividades mediante una modesta remuneración y
    fomentar la autoestima de
    millones de ciudadanos"

    La dirección en la que apunta el
    conocimiento acumulado de los directivos y la ciencia
    llevan directamente a la era premoderna.

    El estado del bienestar "se ha convertido en una
    amenaza para el futuro", un plus de desigualdad
    social es inevitable, opinan algunos periódicos
    especializados
    ….adaptación hacia
    abajo.

    "El continente ha estado viviendo por encima de sus
    posibilidades: una nueva ola de ahorros golpea Europa" otros
    titulares.

    Lo que hacen los reformadores que operan bajo el
    signo de la globalización es mas bien denunciar el
    contrato
    social no escrito de la república (Alemania), que
    mantiene la desigualdad social dentro de unos límites
    mediante la redistribución hacia abajo.

    En un movimiento global de pinza, la nueva
    internacional del capital desquicia estados enteros y su actual
    ordenamiento social. En todo el mundo desciende el porcentaje con
    que los propietarios de capital y patrimonio
    contribuyen a la financiación de los gastos del
    estado. Por otra parte los que dirigen las corrientes

    globales de capital bajan continuamente el nivel salarial de
    sus empleados contribuyentes.

    Ninguna nación puede oponerse sola a esta
    presión.

    Las cotizaciones en bolsa y los beneficios de los
    consorcios ascienden en porcentajes de dos dígitos
    mientras los salarios y jornales descienden. Al mismo tiempo el
    paro crece en paralelo a los déficit de los presupuestos
    públicos.

    Caminando hacia atrás en el futuro algunos
    empresarios de máximo nivel dicen: "el viento de la
    competencia se ha convertido en una tempestad, y el verdadero
    huracán aún está por venir"

    Pretenden hacer creer que todo esto es por así
    decirlo un proceso natural, resultado de un incesante progreso
    técnico y económico. Esto es absurdo. La
    interdependencia económica global no es en modo alguno un
    acontecimiento natural, sino que fue producido concientemente por
    una política orientada a unos
    fines.

    Desde la eliminación del mercado de divisas hasta la
    constante expansión del acuerdo de comercio mundial del
    GATT, los
    políticos gobernantes de los países
    industrializados de occidente han producido
    sistemáticamente ese estado de cosas que ya no pueden
    controlar.

    Pero el turbocapitalismo, cuya victoria en todo el
    mundo parece ahora imparable, destruye los fundamentos de su
    existencia: un espacio capaz de funcionar y una estabilidad
    democrática. El ritmo del cambio y la
    redistribución del poder y el bienestar erosionan las
    viejas unidades sociales con mayor rapidez de lo que las nuevas
    pueden desarrollarla. Los hasta ahora países del bienestar
    consumen la sustancia social de su cohesión más de
    prisa aún que la ecológica.

    Para la mayoría de los perdedores (tanto sea
    en Estados Unidos, Europa, Japón, China o la
    India) tiene
    que sonar como una burla el lema de la cumbre del G-7 en Lyon a
    finales de Junio de 1996: "hacer de la globalización un
    éxito en beneficio de todos".

    La globalización se convierte en una trampa
    para la democracia.

    Sólo ingenuos teóricos o
    políticos cortos de vista creerán que se puede,
    como está ocurriendo actualmente en Europa, privar
    año tras año a millones de personas de trabajo y
    seguridad
    social sin pagar en algún momento el precio
    político por ello.

    Al contrario que en la lógica empresarial, en
    las sociedades democráticas no hay surplus people,
    ciudadanos superfluos.

    Los perdedores tienen un voto, y lo
    utilizarán. No hay razón para estar tranquilos: el
    terremoto social seguirá al
    político.

    Los excluídos responden por su parte con la
    exclusión (xenofobia,
    separatismo, aislamiento).

    No es la pobreza, sino el
    miedo a ella, el que pone en peligro a la
    democracia.

    Los periódicos especializados constatan (1995)
    que "la capacidad de los bancos emisores
    para hacer bajar por si solos los tipos de interés
    había desaparecido. También describieron la
    importancia de los bancos emisores frente a las subidas y bajadas
    del billonario mercado de divisas, cuyo volumen diario de
    negocios es casi el doble que todas las reservas de los bancos
    centrales juntos.

    De Estados Unidos a Australia, desde Gran
    Bretaña hasta Japón el bienestar de masas
    desaparece con rapidez de las naciones líderes de la
    economía mundial.

    El miedo al futuro y la inseguridad se extienden, el
    tejido social se resquebraja. Pero la mayoría de los
    responsables niega su responsabilidad.

    La competencia en una economía global brutal
    crea un mercado de trabajo global. Ningún empleo
    está seguro.

    Las consecuencias de la creciente libertad de
    comercio (apoyadas por la acción
    del GATT y la OMC) son
    abrumadoras.

    Con la total liberación del tráfico
    internacional de capital y divisas, el ataque más radical
    a la constitución económica de las democracias se
    abrió paso sin resistencia digna
    de mención.

    Cuanto mejor se puede disponer sin fronteras de
    producción y capital, tanto más poderosas e
    ingobernables se vuelven esas organizaciones, en parte
    gigantescas, que hoy atemorizan y privan de poder a los gobiernos
    y a sus electores por igual: los consorcios transnacionales (TNC
    son sus siglas en inglés).

    El Secretario General de la OMC, Renato Ruggiero,
    planea incluso la definitiva eliminación de todos los
    aranceles……..en todo el mundo", nos dicen
    Hans-Peter Martin y Harald Schumann (ob. cit.).

    "En una economía global un trabajador puede
    ofrecer dos cosas: habilidades o la voluntad de trabajar por
    salarios bajos.

    La competencia cabeza a cabeza nunca es un juego de
    tu ganas-yo gano; en el mejor de los casos es un juego de tu
    ganas-yo pierdo, y todos pueden verlo potencialmente como un
    juego de tu pierdes-yo pierdo.

    Para ser eficaz, una economía mundial abierta,
    multipolar e integrada exige la coordinación fiscal y
    monetaria entre los principales países: Alemania,
    Japón, y Estados Unidos", nos dice Lester Thurow en su
    libro La Guerra del Siglo XXI (Editorial Vergara –
    1992).

    "Ventajas efímeras. Las mismas fuerzas que han
    hecho que las ventajas en los factores sean menos decisivas,
    también han hecho que sean extraordinariamente
    efímeras con harta frecuencia. La ventaja competitiva que
    se basa en los costes de los factores es vulnerable a unos costes
    todavía más bajos de los mismos en

    algún otro lugar, o en la intervención de unos
    gobiernos que deseen subvencionarlos. El país que hoy en
    día ofrece el más bajo coste de mano de obra se
    verá rapidamente desplazado por el que lo ofrezca
    mañana. La fuente más barata para el
    aprovisionamiento de un recurso natural puede cambiar de la noche
    a la mañana en el caso de que una nueva tecnología
    permita la explotación de ese recurso en lugares que hasta
    entonces se hubieran considerado imposibles o
    antieconómicos", nos dice Michael E. Porter en su libro La
    Ventaja Competitiva de las Naciones (Editorial Vergara –
    1991).

    "El comercio internacional nos ha entrelazado en una
    dependencia y compromiso mutuos. Estamos interconectados en una
    red que nos
    atrapa" nos dicen Charles Hampden-Turner y Alfons Tronpenaars en
    su libro Las Siete Culturas del Capitalismo (Editorial Vergara –
    1995).

     

    "Durante las últimas generaciones, el
    pensamiento económico estuvo dominado por los economistas
    neoliberales del libre mercado y se asocia a nombres como Milton
    Friedman, Gary Becker, y George Stigler. Podemos considerar que
    la economía neoliberal está en lo cierto, digamos
    en un ochenta por ciento.

    Los denominados neomercantilistas (que abordan el
    otro veinte por ciento, según Fukuyama, que trata de la
    vida social, las costumbres, la moral, los
    hábitos de la sociedad en que transcurre la vida
    económica y que la condiciona) que han discutido con los
    economistas del libre mercado durante la última
    década. Quienes proponían la segunda perspectiva
    -incluyendo personas como Chalmers Johnson, James Follows, Clyde
    Prestowite, John Zysman, Karl Van Wolferen, Alice Amsden y Laura
    Tyson- han argumentado que las economías dinámicas
    y de rápido crecimiento de Asia oriental han
    tenido éxito por no seguir las normas de la
    economía neoliberal, sino por violarlas.

    Los países asiáticos que se han
    desarrollado con tanta rapidez, según los
    neomercantilistas, no habrían logrado sus sorprendentes
    altas tasas de crecimiento gracias al funcionamiento sin trabas
    de los mercados libres, sino debido a la intervención de
    los gobiernos de cada uno de esos países, que se ocuparon
    de promover el desarrollo a través de políticas
    industriales.

    El debate generado por los neomercantilistas ha
    girado en torno a dos
    temas: si en realidad fueron las políticas industriales
    las responsables de las altas tasas de crecimiento de Asia y si
    los gobiernos son capaces de dirigir el desarrollo
    económico mejor que los mercados.

    La economía neoliberal es una empresa
    intelectual mucho más seria y sostenida que el
    neomercantilismo. Una cantidad de pruebas
    empíricas confirman que los mercados son, en efecto,
    eficientes asignadores de recursos y que dar rienda suelta al
    egoísmo promueve el crecimiento.

    El problema de la economía neoliberal es que
    ha olvidado ciertos fundamentos clave en los cuales se basa la
    economía clásica. Adam Smith, el
    maestro de los economistas clásicos, creía que el
    ser humano era impulsado por el deseo egoísta de "mejorar
    su condición", pero nunca hubiera adherido a la
    noción de que la actividad económica podría
    ser reducida a la maximización utilitaria racional. El ser
    humano actúa con fines no utilitarios en forma racional y
    con orientación grupal con suficiente frecuencia como para
    afirmar que el modelo neoclásico nos presenta una imagen incompleta
    de la naturaleza
    humana", nos dice Francis Fukuyama en su libro Confianza
    (Trust) Editorial Atlantida – 1996).

    "La constante más inmediata es que las
    personas y comunidades favorecidas por su posición
    económica, social y política, atribuyen virtudes
    sociales y permanencia política a aquello de lo que
    disfrutan. Esa atribución se reivindica incluso ante la
    abrumadora evidencia en sentido contrario. Las creencias de los
    privilegiados se ponen al servicio de la
    causa de la satisfacción continua y se acomodan de modo
    similar las ideas económicas y políticas del
    momento.

    Lo que es nuevo en los países capitalistas -y
    se trata de un punto vital- es que la satisfacción
    imperante y la creencia resultante son ahora cuestión de
    muchos, no sólo de unos pocos. Operan bajo la convincente
    cobertura de la democracia, aunque no una democracia de todos los
    ciudadanos, sino de aquellos que, en defensa de sus privilegios
    sociales y económicos, acuden a las urnas. El resultado es
    un gobierno que se ajusta no a la realidad o a la necesidad
    común sino a las creencias de los satisfechos, que
    constituyen hoy la mayoría de los que
    votan.

    En el pasado, los afortunados económica y
    socialmente eran, como sabemos, una pequeña
    minoría, un pequeño grupúsculo que dominaba
    y gobernaba. Hoy representan una mayoría aunque, como se
    ha dicho, una mayoría no de todos los ciudadanos sino de
    los que realmente votan.

    Les llamaremos la mayoría satisfecha, la
    mayoría electoral satisfecha, en una visión
    más amplia, la cultura de la
    satisfacción…….gobiernan bajo el cómodo abrigo
    de la democracia, una democracia en la que no participan los
    menos afortunados(incluye a los directores de empresas, a sus
    mandos medios y superiores, a hombres y mujeres de negocios
    independientes, a profesionales, agricultores (subvencionados) y
    pensionistas)……….es su propio interés, naturalmente,
    el impulso dominante de la mayoría satisfecha, lo que en
    realidad la controla.

    En el centro de las ciudades de Estados Unidos y
    Europa existe una amenaza constante de conflicto,
    delito y desorden
    social de la subclase. El tráfico de drogas, los
    tironeos indiscriminados y otros delitos,
    así como la desorientación y desintegración
    de las familias son ya elementos de la existencia
    cotidiana.

    Esto se debe, en una parte sustancial, a que una
    economía que se expande con menos vigor y una industria
    que se traslada a emplazamiento económicos más
    favorables ha privado a la subclase de los empleos lndustriales
    relativamente estables y tranquilos que había antes en las
    grandes ciudades. Pero también, y sobre todo, a que se ha
    paralizado la normal movilidad social de ascenso que fue durante
    mucho tiempo el disolvente del descontento. La subclase se ha
    convertido en un fenómeno sempiterno ya no generacional.
    La razón es que lo que era un paso que iniciaba el ascenso
    en la vida económica se ha convertido ahora (1989) en un
    callejón sin salida.

    Aunque considerando la vida sórdida a la que
    está abocada la subclase moderna, sobre todo si se la
    compara con la mayoría satisfecha, es asombroso en
    realidad que el descontento y sus manifestaciones más
    violentas y agresivas no sean mayores de lo que
    son.

    Para la economía de la satisfacción es
    básico el compromiso general con el laissez-faire. Nada
    que suceda en el corto plazo es contrario al bienestar a largo
    plazo. La intervención del estado, con su mano que
    controla o sostiene, no es precisa y, salvo cuando un banco o una gran
    empresa
    necesita que la salven o hace falta reforzar la defensa
    común, nunca es beneficiosa. El instrumento
    específico que garantiza la benignidad, concretamente
    citado y proclamado, es el mercado.

    En realidad hace ya mucho tiempo que los economistas
    han admitido que el mercado no produce resultados socialmente
    aptos. Hay monopolio y
    hay numerosas imperfecciones menores de la competencia. Lo mismo
    es algo aceptado la distribución del poder notoriamente
    desigual entre empleador y empleado y una distribución
    intrínseca y enormemente desigual de la
    renta.

    Lo que no se acepta y, en realidad, no se reconoce,
    es la fuerte tendencia del sistema económico a volverse
    perjudicialmente no contra los consumidores, los trabajadores o
    el público en general, sino hacia adentro, contra si
    mismo.

    La tendencia autodestructiva del capitalismo moderno
    empieza en la gran empresa. La anomalía está en que
    la dirección es la que tiene el poder y la
    dirección, a pesar de ese poder, ha de supeditar, se
    teoriza, su propio interés al de los accionistas, que
    individualmente carecen de poder.

    Para servir a la satisfacción había, y
    hay, tres exigencias básicas. Una, defender una
    limitación general a la intervención del estado en
    la economía; la segunda, es encontrar satisfacción
    social para la posesión ilimitadas y desinhibidas de
    riqueza.; el tercer elemento que hace falta es justificar un
    sentimiento menor de responsabilidad pública hacia los
    pobres", nos dice John Kenneth Galbraith en su libro La Cultura
    de la Satifacción (Emecé Editores –
    1992).

    "Actualmente (1992) y en el futuro, los conflictos
    sociales y políticos no serán entre el capital y el
    trabajo, sino entre los bien situados y los relativa o

    específicamente pobres. Es posible que dichos
    conflictos no sean pacíficos. La participación política es un
    disolvente de las tensiones, y, cuando no se dispone de dicha
    participación, la única alternativa es la violencia",
    nos dice John Kenneth Galbraith en su libro Un Viaje por la
    Economía de Nuestro Tiempo (Editorial Ariel –
    1994)

    "En todos los países industrializados existe
    un firme compromiso con la economía de consumo -con los
    bienes y servicios de consumo- como fuente primordial de la
    satisfacción y el placer de los seres humanos y como la
    medida más visible de las consecuciones sociales. En la
    economía moderna es un hecho algo extravagante que la
    producción sea ahora más necesaria por el empleo
    que proporciona que por los bienes y servicios que
    abastece.

    En una sociedad buena todos los individuos deben
    tener libertad personal,
    bienestar mínimo,igualdad racial y étnica, y la
    oportunidad de acceder a una vida satisfactoria. Debe reconocerse
    que nada niega tan absolutamente las libertades de los individuos
    como la total falta de dinero, ni las perjudica tanto como su
    suma escasez", nos
    dice John Kenneth Galbraith en su libro Una Sociedad Mejor
    (Grijalbo – 1996).

    "De los "cotos de caza nacionales" que son a menudo
    el origen de las rentas de localización y de "altos grados
    de monopolios" en beneficio de las firmas instaladas, lo que les
    permitiría beneficiarse con márgenes
    estructuralmente más elevados que el
    promedio.

    En el plano financiero hemos asistido a un formidable
    crecimiento de la internacionalización……..que ha
    llevado a hablar de una verdadera "financierización" de la
    economía. La "mergermanía" aparece entonces como la
    aplicación a la industria -pero con un propósito
    totalmente diferente- esta explosión de los mercados
    financieros, con riesgos reales
    de formación de una "economía de casino", centrada
    en el corto plazo y la especulación, en detrimento de la
    industria y el corto plazo.

    El espacio mundial se integra y se complejiza a la
    vez. La vieja noción de división del trabajo
    norte/sur (productos manufacturados contra materias primas) ya no
    permite captar la naturaleza y la realidad del dinamismo y de los
    intercambios mundiales contemporáneos.

    La globalización no ha estado
    acompañada por la construcción de un mercado
    mundial único y transparente.

    Las formas actuales de la mundialización se
    caracterizan por una confrontación jamás alcanzada,
    en este nivel, entre modelos organizacionales, culturas de
    empresas y estrategias de comportamiento, que tienen desde entonces un
    origen y una base de mayor velocidad",
    nos dicen Benjamin Coriat y Dominique Taddei (ob.
    cit.).

    "El mercado no puede calibrar el futuro porque es
    corto de vista por naturaleza. No sólo en razón de
    que su mirada se extiende hacia horizontes necesariamente cortos,
    sino porque carece de aptitudes y de la lógica requeridas
    para incorporar problemas distintos a los de su propia naturaleza
    y para moderar sus excesos. Esto es función de las
    sociedades y de los estados, en una relación que no puede
    ser estática,
    sino necesariamente dinámica y debe proveer
    readecuaciones, a veces tan profundas que les quepa su
    definición como un "nuevo contrato social", tanto a nivel
    nacional como global.

    ¿Puede la competencia gobernar el planeta?.
    ¿Es la competencia el mejor instrumento para enfrentarse a
    escala mundial a los cada vez más graves problemas
    medioambientales, demográficos, económicos y
    sociales?.

    Además de los problemas medioambientales, la
    globalización se asocia cada día más -y no
    sólo en la mente de las gentes- con la explosión
    demográfica, el paro masivo, los movimientos migratorios,
    el aumento del crimen
    organizado (especialmente el tráfico de drogas), la
    inseguridad ligado a la proliferación de las armas nucleares y
    los conflictos étnicos y religiosos, así como con
    las nuevas enfermedades (como el sida) o con la
    reaparición de ciertas epidemias tradicionales otrora
    vencidas (malaria, etc.). Por encima de todo la
    globalización aumenta el temor a un posible conflicto
    mundial entre el decreciente número de "los poseedores",
    "los ricos" o "los dominadores", y la creciente masa de los
    "desposeídos", "los miserables" y "los
    marginados".

    Resulta chocante la divergencia entre el fuerte
    proceso de globalización económica en el plano de
    las finanzas y la empresa y el
    carácter explosivo de la mayoría de
    problemas
    sociales, económicos, medioambientales y
    políticos que conocen los países y regiones del
    mundo.

    Lo que podríamos llamar "economía de
    Madonna" es un proceso que unifica (esencialmente a través
    de la homogeneización) el consumo de "bienes" de
    información y comunicación según la misma
    lógica (de mercado) y el mismo sistema (infraestructuras y
    redes globales de publicidad masiva), tal como en su día
    hizo el mundo de Coca Cola o
    el universo de
    Levis Jeans.

    La liberación de las corrientes de intercambio
    se han convertido en la ideología y terapia dominante de
    los ultimos 50 años; y el GATT ha sido la
    institución pensada para su promoción y salvaguarda en el campo
    internacional.

    La nueva ruptura no se plantea entre una sociedad
    capitalista y una sociedad poscapitalista, ni entre el
    capitalismo "bueno" de la economía social de mercado y el
    "malo" de la jungla o de casino, sino entre un capitalismo
    nacional en declive y un capitalismo mundial en
    auge.

    Este fenómeno anuncia el advenimiento de un
    cambio histórico: poco a poco, empezamos a salir de la era
    de la riqueza de las naciones para entrar en la era de la riqueza
    del mundo.

    El mantenimiento
    del estado del bienestar se ha equiparado a la pérdida de
    competitividad económica. Se considera que la justicia
    social y la competitividad son incompatibles.

    El objetivo de una mayor competitividad le ha ganado
    la partida al objetivo del pleno empleo. La búsqueda de
    una mayor competitividad ha sido una de las razones principales
    en favor de la sistemática reducción del empleo en
    todas las economías desarrolladas", nos dice el Grupo
    Lisboa (ob. cit.).

    "La aplicación de las diversas variantes del
    capitalismo "salvaje", ha conducido a una situación
    dramática. En el escenario internacional, así como
    también en el interior de cada país, desarrollado o
    en vías de desarrollo, se puede constatar la existencia de
    una tendencia a la dualización de la sociedad que se
    agudiza constantemente.

    El dinero informático se comporta de modo tan
    distinto del dinero convencional que los economistas aún
    no atinan a identificarlo (Kurtzman 1993).

    La nueva forma de dinero que está empujando el
    dinero histórico hacia las orillas del sistema
    financiero (y económico) globalmente es una
    "megarred". Abarca, alrededor del mundo acciones,
    bonos,
    futuros, tasas de
    interés, opciones, etc..

    Naturalmente, este sistema monetario que surge es
    mucho más volátil que el antiguo.

    En vez del patrón oro, impera
    hoy el "patrón megabyte" (Kurtzman)", nos dicen Naum
    Minsburg – Hector Valle y otros en su libro El Impacto de la
    Globalización (Ediciones Letra Buena –
    1994).

    "Queremos continuar la verificación de los
    errores del neoliberalismo
    con la constatación de su principal fracaso: el desempleo.
    Hoy por hoy el desempleo es una consecuencia de la
    preocupación excesiva por lo estrictamente financiero, con
    menoscabo de la economía real.

    No podemos aceptar que la competencia internacional y
    otras circunstancias económicas determinen un sendero
    necesario de reducción de los niveles de bienestar general
    que ya se habían alcanzado a niveles inferiores de
    desarrollo tecnológico y de conocimiento y conciencia
    social.Sólo nos faltan líderes atrevidos e
    imaginativos.

    El dilema llevado al extremo sería el
    siguiente: o inventamos la forma de mantener el estado del
    bienestar o contribuiremos a gestar la próxima
    revolución que aspire a derrumbar para siempre el sistema
    capitalista con los sufrimientos que estos intentos generan", nos
    dice Luis de Sebastian en su libro Neoliberalismo Global (
    Editorial Trotta – 1997 ).

    "¿Cuánto tiempo podrá mantenerse
    el sistema ante el aumento continuo del número de
    desocupados y ante el estancamiento del nivel de vida de los
    que
    trabajan?. Los bolsones de pobreza y de miseria
    relativa (y a veces absoluta) en los países industriales,
    cuyo peso hasta aquí estaba atenuado por la
    expansión general y por las anticipaciones que la
    acompañaban (el "tercio sumergido" de Roosevelt
    había sido transformado sucesivamente en "cuarto" y luego
    en "quinto"), se transforman en bolsones permanentes y crecientes
    poblados por gente sin recursos y sin esperanza. Los elementos
    que, en la dislocación de los valores y
    de las motivaciones, lograban consolidar, relativamente bien, la
    sociedad (las previsiones de alza del nivel de vida y las no
    pocas posibilidades de "promoción"/ascenso de escala de
    calificaciones y de ingresos) se hallan en vías de
    extinción. Por último, en economías
    capitalistas, sin crecimiento, el desempleo no puede mas que
    seguir, año a año, aumentando en algunos sectores
    de la población activa (corresponde al crecimiento natural
    de la población, aumentado por los efectos de las
    inversiones labour-saving).

    ¿Cuál es el "ejemplo" que esas
    sociedades de capitalismo liberal dan al resto del
    mundo?

    Primero, el de la riqueza y el poder
    tecnológico y militar. Pero al mismo tiempo, esas
    sociedades presentan al resto del mundo una imagen que causa
    rechazo, la de las sociedades en las cuales reina un vacío
    total de significaciones. El único valor es el dinero, la
    notoriedad en los medios de
    comunicación o el poder, en el sentido más
    vulgar e irrisorio del término. En ellas las comunidades
    son destruídas, la solidaridad se reduce a disposiciones
    administrativas. Frente a semejante vacío, las
    significaciones religiosas se mantienen e incluso ganan
    poder.

    Creo que vivimos la fase más conformista de la
    historia moderna. Se afirma: cada individuo es "libre", pero, de
    hecho, todos reciben pasivamente el único sentido que la
    institución y el campo sociales les proponen y les
    imponen: el teleconsumo, hecho de consumo, de televisión, de consumo simulado vía
    televisión", nos dice C. Castoriadis en su libro El Avance
    de la Insignificancia (Eudeba – 1997)

    "La estructura organizativa y las estrategias
    empresarias están de mudanza continua. La
    información comienza a afectar a una y otras, a tal punto
    que la
    organización empresarial tradicional empieza a quedar
    obsoleta. Pero también el concepto tradicional de
    "emprendedor" -la compañía para la que trabaja la
    gente- se está deshilachando. Cada vez más personas
    tienen empleos temporarios. La tercerización (out
    sourcing) se generaliza.

    Lo que subyace en todo esto es el paso al
    conocimiento como recurso clave de
    producción.

    Hay sin embargo un gran problema: la
    deslocalización de la mano de obra. Las personas que
    obtienen los nuevos empleos no son las mismas que perdieron los
    viejos. Los nuevos empleos no están en las
    fábricas, empresas, e industrias,
    donde estaban los
    antiguos. De tal modo, la transición amenaza la seguridad
    del empleo", nos dicen Peter Drucker e Isao Nakauchi (ob.
    cit.).

    "Estamos en una etapa de capitalismo sin
    capitalistas. Existen grandes inversores institucionales
    especialmente los fondos de pensiones y los fondos de inversión.

    No nos enfrentamos a un nuevo orden mundial (1993)
    sino a un nuevo desorden mundial.

    El dinero no tiene patria. Tampoco la
    información.", nos dice Peter Drucker en su libro La
    Sociedad Poscapitalista (Editorial Sudamericana –
    1993).

    " Con referencia a la sociedad del conocimiento (el
    autor se pregunta y se contesta): son trabajos importantes. Pero
    tanto cerebro y nada de
    fuerza muscular no pueden ser buenos para el país.
    ¿Todos intelectuales?. La historia no es alentadora;
    nunca ha nacido una nación así ", nos dice Shintaro
    Ishihara en su libro El Japón Que Sabe Decir No (Editorial
    Sudamericana – 1992).

    "¿Son los estados-nación verdaderamente
    los actores más importantes de la economía mundial
    actual?. En un mundo en el que las fronteras económicas se
    desvanecen de manera progresiva, ¿son sus fronteras
    arbitrarias, históricamente accidentales, genuinamente
    significativas en términos económicos?. Si la
    respuesta es no, ¿que tipo de fronteras tendrían
    sentido?

    A medida que la mecánica de los mercados verdaderamente
    mundiales de capital reduce casi a la nada su capacidad para
    controlar los tipos de cambio o para proteger su divisa, los
    estados-nación han pasado a ser vulnerables a la disciplina
    impuesta por las elecciones tomadas en otros lugares por personas
    e instituciones sobre las que no tienen control
    práctico.

    En una economía sin fronteras, cualquier
    régimen estadístico que tenga el
    estado-nación como unidad principal de análisis
    está obligatoriamente desfasado. Las estadísticas oficiales (comercio
    exterior) son una falacia descarada y manifiesta. No son un
    reflejo exacto de nada. Las cifras que todo el mundo conoce y que
    todo el mundo utiliza son, simplemente, inexactas.", nos dice
    Kenichi-Ohmae (ob. cit.).

    "Si buscamos el momento histórico que
    más se asemeje al nuestro, inevitablemente
    señalaremos esa hora oscura en que la civilización
    materialista y el espíritu científico y racional
    del mundo antiguo sufrió un descalabro que allanó
    el camino de la civilización medieval.

    Si los gustos y la ética de
    nuestra generación y la siguiente difieren de los que
    fueron propios de la sociedad industrial, la sociedad que surja
    como consecuencia de nuestras nociones de progreso quizás
    posea ideologías y paradigmas
    divergentes respecto de su predecesora y no sería
    extraño que estas
    sociedades, disponiendo de menos
    bienes materiales de consumo, se distancien del espíritu
    racional del pasado. La gente de la edad media,
    como resultado de lo que se consideraba grandes adelantos,
    creó una sociedad mejor con menos consumo material y un
    espíritu racional.

    Si se quisiera sintetizar en una sola frase aquello
    que define a la edad media, diría "falta de bienes, exceso
    de tiempo", nos dice Taichi Sakaiya en su libro

    Historia del Futuro – La Sociedad del Conocimento
    (Editorial Andrés
    Bello – 1994).

    "¿Cuál puede ser el nuevo orden
    mundial?. 1ª hipótesis, que sea un orden policial;
    2ª hipótesis, que
    haya un surgimiento de nuevos profetismos capaces de trastornar
    ese orden; 3ª hipótesis, que llamaré la
    hipótesis liberal y militante, es que el corte del mundo y
    de las sociedades industriales en dos es inevitable en la medida
    en que no haya existido una verdadera reflexión sobre el
    problema de la pobreza", nos dice Guy Sorman en su libro Hacia un
    Nuevo Mundo (Emecé 1991).

    "A medida que el capital y la tecnología
    fluyan hacia las naciones de salarios bajos, sus salarios
    subirán con su competividad. Como resultado no
    tendrán grandes superavits comerciales con las naciones
    avanzadas, tendrán déficits, como contrapartida a
    la entrada de capitales.

    Es difícil no concluír que este cambio
    en la demanda (nivel medio de la fuerza de trabajo) impulsado por
    la tecnología, ha sido una razón clave para el
    crecimiento de la desigualdad de los ingresos dentro de los
    Estados Unidos, así como el aumento del desempleo en
    Europa. Podría haber ocurrido que el aumento de la demanda
    de trabajadores cualificados fuese no tanto el resultado de una
    mayor demanda dentro de cada actividad industrial, sino de un
    cambio en la composición del conjunto de actividades hacia
    aquellos sectores que emplean una mayor proporción de
    trabajadores cualificados sobre los no cualificados. Un cambio de
    esas características podría, por ejemplo, ser el
    resultado de un mayor comercio con países del tercer mundo
    en el que el trabajo es abundante. Pero de hecho la evidencia
    abrumadora es que la demanda de trabajadores no cualificados ha
    caído no porque haya cambiado el que producimos, sino el
    como producimos", nos dice Paul Krugman en su libro El
    Internacionalismo Moderno (Editorial Crítica
    – 1997).

    Veamos ahora algunos datos significativos:

    "Se estima que el 92% de la exportaciones y
    el 77% de las importaciones de
    los Estados Unidos ocurrieron dentro de las corporaciones
    mundiales ", (Robert B. Reich, ob. cit.).

    "Los flujos diarios en moneda extranjera representan
    alrededor de un billón de dólares (antes de 1992) y
    superan con creces las sumas empleadas en la compra internacional
    de bienes y servicios o las inversiones en fábricas de
    ultramar. En realidad a fines de la década de 1980,
    más del 90% de este intercambio de monedas extranjeras no
    tenía relación con el comercio o la
    inversión de capital", (Paul Kennedy, ob.
    cit.).

    "Como consecuencia de los adelantos en la
    automatización se pronostica que en los próximos 30
    años tan sólo un 2% de la actual fuerza laboral
    "será necesaria para producir todos los bienes necesarios
    para satisfacer la demanda total.

    El número de americanos que viven con unos
    ingresos medios ha pasado de un 71% de la población en1969
    a menos de un 63% a principios de la
    década de los años 90. La familia
    media americana sufrió una pérdida de ingresos de
    alrededor del 2% entre 1989 y 1990. Este declive se hizo
    más dramático entre aquellas personas con estudios
    universitarios. Entre 1987 y 1991 los salarios reales (de los
    trabajadores universitarios) descendieron en un
    3,1%.

    Más del 35% de graduados en fechas recientes
    se han visto en la obligación de aceptar empleos que no
    requieren diploma universitario, frente al 15% de hace 5
    años.

    El mercado laboral para graduados universitarios es,
    en la actualidad (1994) el más pobre desde el final de la
    guerra
    mundial.

    Aunque muchos de los profesionales que configuran las
    nuevas elites de analistas teóricos trabajan en las
    mayores ciudades del mundo, tienen muy poco o ningún
    arraigo con el lugar.Estos nuevos grupos emergentes de
    trabajadores internacionales de alta tecnología, cuyos
    salarios para el año 2000 representaran algo más
    del 60% de los ingresos de los habitantes de los Estados Unidos,
    pueden apartarse de las responsabilidades cívicas en el
    futuro, si prefieren no compartir sus ganancias y sus ingresos
    con la totalidad del país" (Jeremy Rifkin,ob.
    cit.).

    "En la década de los sesenta la
    economía creció a un ritmo del 5% anual(una vez
    corregido por inflación). En los años setenta, el
    crecimiento disminuyó hasta un 3,6% anual. En los
    años ochenta hubo una desaceleración más
    hasta un 2,8% anual y en la primera mitad de la década de
    los noventa el mundo ha estado experimentando un ritmo de
    crecimiento de apenas un 2% anual.

    En dos décadas el capitalismo perdió un
    60% de su impulso.

    Si un trabajador despedido tiene quince o más
    años de antigüedad, vive en una región de
    lento crecimiento y se ve obligado a cambiar de industria, por lo
    general pierde más del 50% de su salario anterior.
    Aquéllos que están por encima de los 55 años
    de edad simplemente son desalojados de la fuerza
    laboral.

    Los precios de los
    recursos naturales -una vez corregidos por inflación- han
    caído casi un 60% desde mediados de los años
    setenta a mediados de los ochenta. Y se presume otra caída
    del 60% para los próximos 25 años.

    En promedio, las industrias de servicios pagan
    salarios un tercio menos que la industria
    manufacturera.

    De 1964 a 1992 la producción del primer mundo
    subió el 9%, pero las exportaciones treparon un 12% y los
    préstamos internacionales subieron un 23%.

    En una jornada normal(1992) los mercados mundiales de
    capital mueven 1,3 billones de dólares y todas las
    exportaciones representan solamente 3 billones anuales" (Lester
    C. Thurow, ob. cit.).

    "La vieja noción del pleno empleo aparece cada
    vez más anticuada.A principios de 1990, la C.E.E. tenia 16
    millones de personas sin empleo, el 10% de lo que "debería
    ser" la masa laboral. Hasta el año 2000 se
    necesitarán 10 millones de nuevos empleos para bajar al 7%
    la tasa de paro. Otros 25 millones de nuevos puestos harán
    falta hasta el año 2010, sólo para absorber el 15%
    de crecimiento de la masa laboral de la C.E.. ¿de
    dónde saldrán estas colocaciones?.

    Al mismo tiempo que se incrementa el paro, se
    advierte un descenso de la presión para el aumento del
    sueldo por parte de los trabajadores con empleo en Estados
    Unidos. Por ejemplo, en 1978 y 1988 se crearon 7,5 millones de
    nuevos puestos para varones pero, en 1988, 18,4 millones de
    trabajadores varones ocupaban puestos con salario inferior a los
    niveles de l978. Sin embargo, aumentó el numero de
    colocaciones para mujeres y su sueldo medio pasó del 43%
    de los varones al 54% en l988.

    Pero los salarios reales descendieron a lo largo de
    la década para las dos terceras partes de los trabajadores
    norteamericanos de ambos sexos, una proporción realmente
    impresionante.

    Entre 1973 y 1990, los sueldos reales por hora para
    trabajadores no supervisores, que son aproximadamente las dos
    terceras partes de la masa laboral de los Estados Unidos, bajaron
    un12% y los sueldos reales por semana bajaron un18%. El resultado
    ha sido un vertiginoso aumento de la desigualdad en Estados
    Unidos" (Tim Lang y Colin Hines, ob. cit.)

    "En el próximo siglo, el 20% de la
    población activa bastará para mantener en marcha la
    economía mundial. No se necesitará más
    fuerza de trabajo.

    En el año 1996, en la OCDE buscaban trabajo
    inútilmente más de 40 millones de
    personas.

    Desde hace 4 décadas el intercambio mundial de
    bienes y servicios crece más a prisa que la
    producción.

    Desde l985, el crecimiento del volumen comercial
    supera incluso en el doble al aumento de la productividad
    económica.

    En 1995, una quinta parte de los bienes y servicios
    que se recogían estadísticamente en el mundo se
    negociaban por encima de las fronteras.

    Según la última ronda de rebajas de
    aranceles del GATT (Dic./93) que incluyó muchos servicios,
    se crearían 6 millones de puestos de trabajo, 2% menos de
    déficit presupuestario y 4,5% más de crecimiento
    económico. Similares promesas acompañaron la
    fundación del NAFTA y de la
    OMC.. De hecho ocurrió todo lo contrario: las cifras de
    parados se elevaron, así como los déficit
    presupuestarios, el crecimiento en cambio mas bien se
    ralentizó", (Hans-Peter Martin y Harald Schumann, ob.
    cit.).

    "De acuerdo con los datos aportados por la OIT en
    marzo de l994 existen en el mundo unos 820 millones de personas
    entre desocupados y subocupados; que representan el 30% de la
    fuerza laboral mundial. El organismo ha indicado también
    que ésta es la peor crisis mundial de empleo, desde la
    depresión de l930, además cada año 38
    millones de personas adicionales ingresan a la fuerza laboral
    existente, sin encontrar los puestos de trabajo necesarios para
    dicha masa creciente de trabajadores.

    En los países centrales pertenecientes a la
    C.E. crece el empobrecimiento relativo de su población.
    Existen en la actualidad (1993) unos 50 millones de personas en
    situación calificada técnicamente de pobreza. En
    los Estados Unidos subsisten otros 35 millones de
    pobres.

    23 países industrializados cuya
    población era en 1990 de 773 millones de personas tienen
    un PBI equivalente al 73,2% del producto mundial, mientras que
    130 países en desarrollo tienen un PBI equivalente al
    17,9% del total mundial, y en 23 países ex-socialistas su
    PBI, representa el 8,9% del total. La población de estos
    153 países era superior a los 4400 millones de
    personas.

    En los 24 países de la OCDE existe en la
    actualidad (1993) una masa del orden de 36 millones de
    desocupados, casi l0 millones más que en
    1990.

    Los países miembros de la C.E. se están
    convirtiendo en auténticas "fábricas de parados",
    ya que en dichos países se ha pasado en las ultimas tres
    décadas de 3 a 17 millones de desocupados

    En el seno del G-7 la desocupación llega a 23
    millones de personas.

    En verdad la "muerte de
    dinero" ha partido el mundo en dos categorías
    económicas de poder, amplitud y fundamentos desiguales. La
    más pequeña puede llamarse "real" y por ahí
    circulan billetes, monedas, bienes, comercio, servicios
    tangibles, tecnología, etc.. En la economía real
    figuran fábricas, trabajadores, médicos,
    arquitectos, docentes,
    obras públicas, comercios….. en fin la vida cotidiana.
    Lo dramático es que esa sea la parte más expuesta
    de la
    economía, marginada por los inversionistas, y
    su contracción está vulnerando el tejido social -a
    través del desempleo estructural-, la calidad de
    vida y los servicios básicos de las grandes
    ciudades.

    La otra economía puede llamarse "financiera".
    Hacia fines de 1993 ya era unas 35 veces más voluminosa en
    números que la real. No es una economía de
    producción ni de comercio, sino de especulación
    pura que, en rigor, comercia sólo con instrumentos y
    productos financieros. Se centra mayormente en papeles de renta
    variable (acciones, obligaciones)
    o fija (bonos, títulos de deuda). En verdad se ha
    convertido en la más reciente y enorme forma de deuda y,
    como tal, protagoniza esta economía
    financiera.

    Venga como viniere el futuro, el presente está
    en manos de un neodinero que se ha vuelto mera imagen, capaz de
    aparecer, simultáneamente, en millones de pantallas
    alrededor del mundo. Pero en realidad no está en
    ningún lado, no precisa tesoros donde guardarse, se crea y
    se esfuma en una dimensión intangible, donde millones de
    inversores, operadores, banqueros, gerentes financieros, agentes
    bursátiles, analistas y funcionarios manipulan cifras por
    la megarred electrónica global.

    Cada tres días el volumen del neodinero que
    pasa por el lóbulo de la red neural que es New York
    equivale a la producción total, en un año, de todas
    las empresas norteamericanas y su fuerza laboral.. Cada quincena,
    el volumen de la especulación electrónica que
    circula por Manhatan iguala el producto total del
    mundo.

    Ya el mercado electrónico global procesa una
    masa de 180 billones de dólares anuales, capaz de comprar
    3 veces cuanto hay en la tierra o de generar supernovas que se
    traguen el mundo real en un paroxismo inflacionario
    todavía imposible de describir"( Naum Minsburg – Hector
    Valle y otros, ob. cit.)

    "La industria tiene una productividad laboral mucho
    más alta que la de los otros sectores (agricultura o
    servicios), por lo cual sus salarios suelen ser un 150% a un 200%
    más elevados. La industria y no el comercio, es la
    principal fuente de prosperidad" (Ravi Batra, ob.
    cit.)

    Antes de concluír este capítulo,
    quisiéramos volver a lo que a nuestro juicio, actuó
    como catalizador de todo este proceso. El final del comunismo, su
    quiebra, su involución, fue lo que facilitó que el
    polvo se transformara en lodo.

    En las empresas, en los países, y en las regiones
    económicas el "miedo" al comunismo hacía de freno,
    demoraba, atenuaba o suspendía -en muchos casos- la
    acción descarnada del capitalismo. La tolerancia de
    formas de
    gobierno social-demócratas, socialistas, laboristas o
    demócratas-cristianos, en regiones sensibles al avance
    comunista se consideraban "pragmáticas" para evitar males
    mayores. El estado del bienestar fue el bálsamo para
    detener o disminuír la peligrosidad de los disconformes,
    de los necesitados, de los postergados, de los perdedores.
    Hacía falta mucha "red de seguridad" para evitar fugas,
    desvíos o aún peor derivaciones. El mayor ejemplo
    del caso lo tenemos en Italia, donde por
    50 años Estados Unidos apadrinó (nunca mejor dicho)
    la connivencia de la mafia y la democracia cristiana, para evitar
    la llegada democrática de un gobierno
    comunista.

    Y así se hizo en cantidad y calidad suficiente,
    mientras fue necesario. Cuando el estado de necesidad
    desapareció la "abuelita se transformó en el lobo"
    y conocimos la "verdad verdadera".

    Al ganar "por abandono". el capitalismo queda
    "sólo en el ring", con todo su espíritu (doctrina)
    y cuerpo (tecnología), para pelear en el futuro
    únicamente con su sombra.

     

    Con el monopolio de la razón, sin competidores
    ideológicos, y con las fuerzas íntegras el
    capitalismo -puro y duro- se lanza a la conquista del mundo
    (globalización), imponiendo la supervivencia del
    más fuerte (competitividad), y no aceptando ningún
    tipo de límites o barreras condicionantes (libre
    comercio).

    A partir de ese momento la única ley vigente es
    la del mercado. El único símbolo reconocido es el
    dinero. La única divisa válida es "el que gana se
    lleva todo". El hombre
    sólo interesa como consumidor y los países como
    mercado. La especulación sustituye a la producción.
    Y la única intervención del gobierno tolerada es
    para "socializar" las pérdidas de los
    poderosos.

    Todo lo dicho y reproducido anteriormente, sirve de
    marco para ver, en los próximos capítulos, quienes
    ganan, quienes pierden, y quienes pueden competir en los mercados
    globalizados.

     

    Ricardo Lomoro

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