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El Imperio Global




Enviado por Adalberto C. AGOZINO



    1. La Nueva Roma
    2. El Gran Hermano
      Global
    3. Presencia
      Mundial
    4. El Dominio
      Invisible
    5. Seguridad
      Preventiva
    6. Resumiendo

    Palabras Clave: Estados Unidos,
    Echelon, bases, defensa. Imperialismo.

    1.- LA NUEVA ROMA:

    En el nuevo y azaroso sistema
    internacional de la post guerra
    fría, los Estados Unidos de Norteamérica han
    emergido como la única hiperpotencia con una
    concentración de poder, en lo
    militar y en lo económico, sin igual en la historia. En un mundo
    globalizado donde las actividades comerciales y financieras, las
    comunicaciones
    y el
    conocimiento y hasta el delito cobran
    dimensiones mundiales, el poder de los imperios también se
    hace global.

    En consecuencia, los Estados Unidos de
    Norteamérica se han transformado en el primer imperio
    global en la historia de la humanidad.

    Por tratarse de un fenómeno sociopolítico
    nuevo parece conveniente realizar una breve descripción de la naturaleza de
    este nuevo tipo de imperio. Comenzaremos por señalar que
    el poderío del Imperio Americano es incluso superior al
    que en su momento detentaron otros imperios, como el de los
    Hausburgo, en tiempos de Carlos V -siglo XVI-, o el Imperio
    Británico en la era victoriana -siglo XIX-.

    A la gran concentración de poder militar se suma
    otra circunstancia también sin precedentes en la historia.
    La capacidad de proyectarlo a cualquier punto del planeta. Con
    sólo el cinco por ciento de la población mundial, consume el 25 por ciento
    de producción mundial anual de petróleo, crea y consume el 30 por ciento
    del Producto Bruto
    Mundial.

    El norteamericano medio consume unos 3.600 kilos de
    petróleo,
    2.130 kilos de gas natural,
    2.336 kilos de carbón y 0,04 kilos de uranio por
    año. Para proporcionar una idea aproximada de cuanta
    energía circula en la sociedad
    norteamericana cada día, el geólogo Walter
    Youngquist calcula la cantida de "personas potencia"
    adicional que tiene a su disposición cada individuo.
    Supone para comenzar que una "persona potencia"
    (PP) = 0,25 caballos potencia = 186 vatios = 635 Btu (British
    Termal Unit = 0,252 kilocalorías).

    Según Youngquist tomando como referencia el
    consumo
    energético de los Estados Unidos en el año 2000 en
    términos del equivalente en personas potencia que se
    requeriría para proporcionar la misma cantidad de trabajo,
    harían falta casi tres veces más personas de las
    que existen actualmente en el mundo (es decir, 18.600 millones de
    personas). La dieta energética diaria del norteamericano
    medio es el equivalente a tener cincuenta y ocho esclavos
    energéticos trabajando sin cesar las veinticuatro horas
    del día.

    Pero no sólo de energía es un gran
    consumidor el
    norteamericano medio sus necesidades de agua
    también son muy elevadas. Mientras que un habitante del
    Tercer Mundo debe arreglarse con un promedio de veinte litros
    diarios y un italiano recibe doscientos trece litros por
    día, el norteamericano medio consume más de
    seiscientos litros al día.

    Los Estados Unidos efectúan más de la
    mitad de todos los gastos de defensa
    del mundo. El presupuesto del
    Pentágono –según cálculos de Paul
    Kennedy- supera los gastos de defensa del resto de los
    países juntos.

    Este presupuesto alcanza aproximadamente a los 410.300
    millones de dólares y significa una disponibilidad de
    1.099 millones de dólares por día para gastos de
    seguridad,
    investigación y desarrollo de
    nuevas
    tecnologías, entre las que se destaca el programa de
    defensa misilístico por 9.100 millones de dólares.
    Esto implica que las inversiones de
    defensa de la principal superpotencia superan a los gastos
    efectuados por el resto del mundo, algo que nunca había
    ocurrido antes.

    Estados Unidos domina también el mercado
    internacional de armas. Es
    líder
    mundial en exportaciones y
    en producción de material bélico. Más del
    cuarenta por ciento de las cien mayores empresas de
    defensa del mundo son norteamericanas. Cuatro de las cinco
    empresas principales del mundo –Lockheed, Martín,
    Boeing, Northrop Grumman y Raytheon- son de esa nacionalidad.
    Estados Unidos fue el primer proveedor de armas convencionales
    del mundo de 1996 a 2003, con envíos por valor de
    151.900 millones de dólares totales y una media anual de
    1.900 millones.

    Estados Unidos es también el mayor exportador de
    armas pequeñas, armas ligeras y munición del mundo.
    En 2001, sus exportaciones en este rubro fueron por un valor de
    741 millones de dólares. Los productos
    exportados fueron principalmente armas pequeñas y ligeras
    militares, munición para armas pequeñas, pistolas,
    revólveres y fusiles deportivos y de caza.

    Es cierto que en el Imperio Español
    del siglo XVI no se ponía el sol, pero la
    Casa de Austria nunca tuvo un efectivo control de sus
    posesiones en América
    o el Pacífico Sur. Finalmente, los españoles fueron
    incapaces de impedir la apropiación de sus territorios
    americanos por parte de los ingleses, franceses, holandeses o
    portugueses.

    Es cierto que la Gran Bretaña reino sobre las
    olas de los océanos en los siglo XVIII y XIX , pero como
    potencia marítima fue incapaz de defender con eficacia sus
    intereses cuando estos se situaban en el corazón de
    las masas continentales. Cuando potencias continentales
    –como Francia o
    Alemania
    desafiaron su hegemonía, los británicos debieron
    recurrir a la formación de alianzas militares para
    neutralizarlos. Precisamente, Gran Bretaña creó la
    estrategia del
    balance de poder para compensar sus falencias como potencia
    hegemónica.

    Los Estados Unidos por el contrario han desarrollado su
    poderío hasta un punto tal que pueden enfrentar a
    cualquier estado de
    la Tierra por
    sí sólo con la casi certeza de que se
    impondrán en la contienda.

    No sólo tienen la capacidad militar para
    controlar las masas continentales y los océanos.
    También es capaz de controlar los fondos marinos incluso
    situados por debajo de los hielos del Ártico.

    Sus satélites
    militares no sólo son capaces de controlar desde el
    espacio el desplazamiento de personas y vehículos en
    cualquier punto del mundo. También predicen el clima, estiman la
    producción agrícola de otros países y
    controlan las actividades nucleares de otros estados. Estos
    satélites estadounidenses son capaces incluso de abatir
    blancos en el espacio, tales como otros satélites o
    proyectiles balísticos.

    2. EL GRAN HERMANO
    GLOBAL

    Para controlar las comunicaciones mundiales los Estados
    Unidos se valen de la denominada Red Echelon
    -término en inglés
    que significa "escalón"- más conocida como
    "la gran oreja". Esta Red esta conformada por un
    entramado de antenas,
    estaciones de escucha, radares y satélites, apoyados por
    submarinos y aviones de inteligencia,
    unidos todos esos elementos a través de bases terrestres,
    y cuyo objetivo
    declarado es controlar las comunicaciones mundiales para luchar
    contra el terrorismo y
    el crimen
    organizado transnacional. Entre las comunicaciones vigiladas
    se encuentran correos electrónicos, faxes, comunicaciones
    por cable, satelitales, conversaciones telefónicas
    nacionales, etc.

    Los orígenes de la "Red Echelón" se
    remonta al final de la Segunda Guerra
    Mundial, cuando Estados Unidos y Gran Bretaña crearon
    un sistema conjunto de sigint denominado "UKUSA",
    término resultante de la unión de las siglas
    "UK" –United Kingdom- y USA –United
    States of America-. A este entramado se le fueron uniendo
    países como Canadá, Australia y Nueva Zelanda. En
    menor medida, también participaron Francia y Alemania
    aunque poco después se distanciaron del proyecto.

    El nacimiento en concreto de la
    "Red Echelon" como tal, se produjo recién en 1977,
    cuando satélites de inteligencia y estaciones de escucha
    fueron capaces de interceptar los satélites de
    comunicaciones de las redes satelitales
    "Inmarsat" –conjunto de estaciones costeras,
    estaciones móviles y nueve satélites destinados a
    la
    comunicación entre embarcaciones y otro tipo de
    vehículos- e "Intelsat" –red de
    satélites de comunicación telefónica mundial,
    compuesta actualmente por 25 satélites-.

    El sistema de inteligencia sobre las comunicaciones
    –sigint- se basa en la escucha de las comunicaciones por
    medio de "sniffers" y su posterior filtrado. Este proceso se
    centra en la identificación de palabras clave previamente
    fijadas en inmensos diccionarios.
    Estas palabras pueden pertenecer tanto a textos como a voces
    reales y ser pronunciadas y /o escritas en varios idiomas
    –inglés, castellano,
    francés, chino, japonés, etc.- El sistema
    informático posee por lo tanto potentes
    "olfateadores" y programas de
    reconocimiento de voz. Se estima que puede analizar 2.000
    millones de mensajes en una hora.

    Primeramente se definen las palabras clave, como por
    ejemplo bomba, Busch, atentado, droga, Osama
    Bin Laden, Fidel Castro,
    etc. Siempre definidas en varios idiomas. Se pasa entonces a
    analizar las comunicaciones mundiales. Se estima que el poder de
    captación alcanza al 90% de las mismas, si bien se cree
    que este porcentaje sólo afecta a las comunicaciones de
    internet.
    Considerando que casi todas las comunicaciones vía
    internet mundiales, independientemente de dónde se
    produzcan, pasan por nodos de comunicación de los Estados
    Unidos y por nueve puntos de control de la National Security
    Agency.

    En el momento en que se detecta una comunicación
    conteniendo o bien palabras clave o bien ciertas combinaciones de
    ellas (por ejemplo: "bomba", "gobierno",
    "atentado"
    , en el mismo mensaje), el sistema
    informático comienza a ser monitoreado y grabado. Esta
    comunicación es entonces clasificada y enviada a distintos
    centros de análisis. Dependiendo del origen y fecha de
    la comunicación es clasificada utilizando un número
    codificado. Se transcribe, descifra, traduce y guarda entonces
    como un informe
    más o menos extenso.

    Estos informes
    reciben un código
    dependiendo del grado de secreto otorgado al mismo:
    "Morai" equivale a secreto. Después le siguen los
    códigos "Spoke" –más secreto-.
    "Umbra" –alto secreto-, "Gamma"
    –comunicaciones rusas- o "Druid" –destinado a
    países no miembros de la red.

    Después se asigna otro código más
    relacionado con cada una de las agencias de seguridad dependiendo
    de a que organismo es reenviado el informe a través del
    sistema central de la red UKUSA, denominado
    "Platform".

    Si se evalúa que es una transmisión
    potencialmente peligrosa para los intereses de los estados que
    componen la Red Echelon los participantes de esa
    comunicación pasarán a constituir un posible blanco
    de inteligencia y sus comunicaciones y acciones son
    controladas a partir de entonces, en mayor o menor medida,
    dependiendo de distintas consideraciones que los responsables
    crean oportunas.

    Muchos gobiernos, organizaciones y
    personas sospechan que la Red Echelon proporciona también
    información económica que es
    aprovechada por las empresas estadounidenses para aventajar a sus
    eventuales rivales en las transacciones financieras.

    Esta capacidad convierte al gobierno de los Estados
    Unidos en una suerte de gran hermano orweliano que
    controla la vida y las opiniones de todo tipo de personas a lo
    largo del mundo. Tamaño poder sin duda habría hecho
    las delicias de los grandes tiranos del pasado, en especial
    Adolfo Hitler y
    José Stalin.

    3. PRESENCIA
    MUNDIAL

    Este gran poder de observación se potencia con un amplia
    despliegue de medios
    militares por todo el mundo. El personal militar
    norteamericano está presente en 135 estados de los casi
    190 que forman la ONU. Esto
    significa que las tropas norteamericanas se encuentran presentes
    en el 70% de los países del mundo. El número de
    miembros de las fuerzas armadas estadounidenses destacados en
    cada país donde no tiene lugar un conflicto
    militar va desde uno en Malawi hasta 74.796 en
    Alemania.

    Conforme el anuario del Departamento de Defensa "Base
    Structure Report",
    correspondiente al año 2003, que
    detalla el patrimonio
    inmobiliario de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, el
    Pentágono tiene en propiedad o
    alquiler 702 bases situadas en 130 países. Estas
    instalaciones albergan a 253.288 efectivos militares y un
    número similar de funcionarios civiles del Departamento de
    Defensa, contratistas de empresas de servicios
    militares –es decir, mercenarios- familiares y hasta 44.446
    extranjeros contratados en su mayoría ciudadanos de los
    países donde se asientan estas bases.

    No obstante, lo impresionante de estas cifras, las
    mismas parecen haber sido manipuladas para disminuir su impacto.
    Por ejemplo, el documento sólo dedica un punto a las diez
    instalaciones del Cuerpo de Infantería en la isla de
    Okinawa, Japón,
    incluyendo la base aérea de la Infantería de Marina
    de Futenma que ocupa 120.000 m2. Tampoco se consigna en el
    informe la red de unidades de inteligencia y otras instalaciones
    militares que los EE. UU. poseen en el Reino Unido, posiblemente
    porque técnicamente se los considera como pertenecientes a
    la Real Fuerza
    Aérea Británica. Existen otros muchos ejemplos de
    instalaciones militares que han sido omitidas del informe
    elaborado por el Departamento de Defensa. Esto permite suponer
    que el número real de instalaciones militares
    estadounidenses en el mundo se aproxima al millar.

    4. EL DOMINIO
    INVISIBLE

    Al abrumador poderío militar que revelan las
    cifras precedentes, a la capacidad de vigilar y controlar
    territorios y hasta la vida privada de quienes los habitan los
    Estados Unidos suman otro potencial. Tal como señala James
    Petras: "Los Estados Unidos todavía marchan al frente en
    el porcentaje de corporaciones multinacionales entre las 500
    más importantes, (casi el 50 por ciento) si se compara con
    Europa, Asia y el resto
    del mundo; en varios sectores importantes como la tecnología
    de la información, finanzas y la
    aeronáutica, Estados Unidos es la potencia
    dominante.

    Estados Unidos es líder mundial en materia de
    inversiones en el campo de la investigación y desarrollo y
    ocupa un lugar cimero en el crecimiento de la productividad".

    En la mayoría de las ocasiones el poderío
    americano, en el campo económico y científico
    tecnológico, se ejerce por medios sutiles, casi
    imperceptibles, pero no por ello menos eficientes. Por la
    naturaleza casi invisible en que este poder es ejercido parece
    importante señalar algunos ejemplos.

    En el ámbito económico, por caso, la
    opinión de Washington es tomada muy en
    consideración por los organismos financieros
    internacionales al momento de otorgar nuevos créditos o llevar a cabo cualquier tipo de
    negociaciones con un país.

    El gobierno americano influye también sobre el
    monto y el destino de las inversiones que realizan las empresas
    de esa nacionalidad.
    Recordemos que esas empresas y bancos suelen ser
    las mayores en cada rubro en el mundo. A comienzos de la
    década de 1990, por ejemplo, el presidente George Bus, alegando cuestiones de
    preservación de la naturaleza, convenció al
    gobierno de Japón de no financiar la construcción de una ruta, a través
    de la Amazonia, uniendo el Brasil al
    Perú, de gran importancia por unir la región al
    Océano Pacífico.

    El gobierno norteamericano también orienta la
    actividad de las grandes agencias internacionales de
    información. Las agencias noticiosas o bien son de
    capital
    norteamericano o su propiedad pertenece a países
    estrechamente aliados a Washington. En esta forma la Casa Blanca
    puede ejercer su influencia para dar mayor cobertura a los
    problemas que
    enfrenta un gobierno desafecto a los Estados Unidos o para que se
    disimulen la falta de democracia y
    hasta las flagrantes violaciones a los derechos humanos
    cometidos por un gobierno amigo.

    Es más, suele ser la prensa
    norteamericana y las organizaciones de derechos humanos con sede en
    ese país quienes realizan una suerte de "control de
    calidad" de la democracia, los derechos humanos y la corrupción
    en todo el mundo.

    Desde las cadenas televisivas y las empresas
    cinematográficas norteamericanas llegan a la psiquis de
    los espectadores de todo el mundo los sutiles –o no tan
    sutiles- mensajes propagandísticos de apoyo a las políticas
    norteamericanas. Hollywood siempre ha traducido la política exterior
    americana en una suerte de lucha del bien contra el
    mal.

    El héroe americano –desde John Wayne a
    Sylvester Stallone-, respondió a arquetipos bien
    definidos. Podía ser un audaz cowboy luchando por llevar
    el progreso al salvaje Oeste, Rambo luchando por la democracia en
    Vietnam o junto a sus aliados afganos, o el agente de la CIA Jack
    Ryan enfrenando a terroristas y narcotraficantes para salvar el
    estilo de vida
    americano, la democracia y porqué no al mundo
    entero.

    Pero más interesantes que los héroes de
    historieta que muestra la
    cinematografía americana son los villanos. Los malos
    cambian de acuerdo a las necesidades del momento. En tiempos de
    la Segunda Guerra
    Mundial fueron los nazis y los japoneses. Luego vinieron
    tenebrosos orientales: crueles coreanos y vietnamitas. El tiempos
    de la Guerra
    Fría eran los pérfidos espías
    soviéticos y centro europeos. Con el fin de la Guerra
    Fría los villanos pasaron a ser narcotraficantes y los
    estrafalarios dictadores latinoamericanos. Hoy están de
    moda como "malos"
    los fanáticos terroristas islámicos.

    Es indudable que los norteamericanos cumplieron un papel
    destacadísimo en el desarrollo del cine y
    la
    televisión. Convirtiendo a este arte en la
    expresión cultural más original del siglo XX.
    Paralelamente han sabido reconocer y aprovechar su versatilidad
    como instrumento político. A través del cine y la
    televisión
    el ideal de vida norteamericano, sus valores e
    instituciones
    se convirtieron en modelo a
    imitar por las sociedades de
    todo el mundo. Es lógico que una industria
    cultural capaz de provocar tal impacto sobre su auditorio
    despertara la tentación de realizar un aprovechamiento
    político de la misma.

    Sin embargo, el mayor poderío de los Estados
    Unidos se revela en el campo científico –
    tecnológico. El gobierno norteamericano decide que
    países pueden recibir que tipo de tecnología. En el
    mundo global un país privado de tecnología de punta
    jamás podrá aspirar a posiciones
    protagónicas. Recordemos la importancia vital que el
    "bloque tecnológico" tuvo en la declinación de la
    Unión Soviética y finalmente en su derrota durante
    la Guerra Fría.

    Además, como las patentes tecnológicas y
    los productos norteamericanos son componentes vitales como
    productos finales fabricados y vendidos por empresas de otra
    nacionalidad el poder de veto de Washington, a través del
    US International Traffic in Arms Regulations, se amplia
    considerablemente. Veamos un ejemplo: En 2005, el gobierno
    venezolano del presidente Hugo
    Chávez adquirió a la firma española de
    defensa EADS CASA diez aviones C-295.

    Pero, como los aparatos empleaban radares, sistemas
    ópticos y otros componentes que figuraban en la lista de
    elementos controlados por el gobierno estadounidense trató
    de trabar la transacción.

    EADS CASA compró esos elementos a empresas de los
    Estados Unidos bajo la condición de que todos los
    productos finales que contuvieran estos elementos no
    podían ser vendidos a terceros países sin el
    permiso previo de Washington.

    En otros casos, el control que el gobierno
    norteamericano tiene sobre la tecnología y las empresas
    que la producen le permite obtener ventajas considerables para
    asegurarse que esos productos no puedan ser empleados para
    perjudicar de alguna forma los intereses de seguridad o
    comerciales del país o incluso para que eventualmente no
    beneficien a potenciales rivales comerciales.

    Como ejemplo podemos citar los acuerdos establecidos
    entre el gobierno norteamericano y las empresas fabricantes de
    impresoras
    láser.
    Según ha denunciado la Electronic Frontier Foundation, las
    impresoras láser de marcas tan
    conocidas como Xerox, Canon, Tektronix, Ricoh, Lexmark, Kyocera,
    Lanier, Konica, Minolta, HP, Color LaserJet,
    Epson y Brother estapan unos códigos de
    identificación sobre todos los documentos que
    imprimen, y esos códigos pueden ser leídos por los
    organismos de inteligencia de los Estados Unidos.

    El acuerdo está basado en la necesidad de
    controlar la actividad de los falsificadores de moneda. Los
    códigos se imprimen en cada página y consisten en
    unos puntos microscópicos de color amarillo colocados en
    un orden determinado. Son visibles sólo por medio de un
    microscopio y
    con luz ultravioleta.
    En la copia queda estampada la fecha y la hora en que ha sido
    empleada la impresora,
    así como el número de serie de aparato.

    Las autoridades estadounidenses han afirmado
    reiteradamente que los datos son
    únicamente empleados en la lucha contra el crimen
    organizado pero no puede descartarse su empleo en
    otros campos vinculados con la seguridad nacional del
    país.

    Los mismo ocurre con otros equipos computarizados
    altamente sofisticados que emiten señales
    imperceptibles pero que pueden ser rastreados por los
    satélites de vigilancia norteamericanos permitiendo
    determinar su ubicación y el de las instalaciones que los
    contienen. Información de este tipo fue de gran utilidad durante
    la Operación Tormenta del Desierto y en la Guerra de
    Irak para
    determinar la ubicación y neutralización de los
    puestos de comando y control de iraquíes.

    Para ser justos debemos señalar que procedimientos
    similares son empleados por todos los países
    industrializados. Los proveedores de
    tecnología –en especial de tecnologías de uso
    militar- suelen obtener ventajas estratégicas de sus
    transacciones comerciales que utilizan conforme sus intereses en
    el campo de la seguridad y la política internacional se lo
    requieren. Francia, por ejemplo, suministro al Reino Unido los
    códigos secretos que permitían dejar sordos y
    ciegos a los misiles Exocet que la Argentina había
    adquirido para su defensa.

    La información fue entregada a requerimiento del
    gobierno británico, en 1982, durante el Conflicto de las
    Islas
    Malvinas, después de que uno de estos misiles
    disparado por un avión Super Etendard hundiera el buque
    inglés HMS Sheffield.

    Este ejemplo, revela como los estados proveedores de
    armas sofisticadas pueden inutilizarlas –y de hecho lo
    hacen- o entregar a sus aliados los medios para hacerlo conforme
    se los demanden defraudando la buena de fe de sus compradores y
    afectando a su seguridad.

    Por último, debe consignarse que el gran
    poderío que ejercen en forma manifiesta y encubierta los
    Estados Unidos se revela en su escaso acatamiento del a las
    principales convenciones internacionales. Estados Unidos se ha
    negado a suscribir tratados como la
    "Convención de las Naciones Unidas
    sobre el Derecho del Mar, aprobada el 10/12/1982, suscripta por
    149 estados y considerada internacionalmente como la "constitución del mar".

    También se opone a la "Convención Marco de
    las Naciones Unidas sobre el Cambio
    Climático", de 1992, al Tratado sobre Prohibición
    de Minas Terrestres, al Tratado para la Prohibición
    Completa de Ensayos
    Nucleares, ha bloqueado los esfuerzos internacionales para
    prohibir los ataques biológicos y a la
    militarización del espacio exterior, y se opone a la
    creación de la Corte Internacional Penal Permanente,
    etc.

    5. SEGURIDAD
    PREVENTIVA

    Al menos en teoría,
    el nuevo despliegue norteamericano, basado en la Doctrina de
    Seguridad Preventiva
    , se fundamenta en la necesidad de
    combatir el terrorismo internacional, la proliferación de
    armas de destrucción masiva, el narcotráfico, el crimen organizado y para
    asegurar el cumplimiento de las cláusulas de propiedad
    intelectual de la
    Organización Mundial de Comercio

    Por lo tanto, ha desaparecido toda posibilidad del
    balance estratégico que caracterizó el
    período anterior, sin haber sido reemplazado aún
    por otro mecanismo.

    El predominio estratégico de los Estados Unidos
    se hizo más evidente a partir de los cambios en la
    política de defensa y seguridad norteamericana tras los
    atentados del 11 de septiembre de 2001. A partir de ese momento,
    los Estados Unidos han redefinido sus intereses vitales haciendo
    depender su seguridad nacional de la seguridad y estabilidad del
    sistema internacional.

    En octubre de 2002, el documento denominado "The
    National Security of the United States of America"
    dado a
    conocer por la
    Administración Bush, acentuó la
    predisposición de los Estados Unidos para el empleo de su
    potencial militar en forma unilateral y aún de modo
    preventivo.

    La doctrina de la "seguridad preventiva" marca una
    transformación fundamental en los preceptos de seguridad
    que han orientado la política exterior de los Estados
    Unidos a lo largo del siglo XX.

    A partir de esta nueva doctrina, los Estados Unidos
    abandonan la tradición de actuar en los grandes conflictos
    bélicos como líderes de coaliciones
    multinacionales. Ésta fue la forma en que los americanos
    se involucraron en la Primera y Segunda Guerra Mundial y,
    en menor medida, en los conflictos de Corea (1950 – 1953) y
    Vietnam (1965 – 1975) y en la más reciente
    "Guerra del Golfo" (1991).

    Norteamérica ha alcanzado tal estructura
    estratégica que sus planificadores militares se consideran
    en capacidad de enfrentar en forma simultánea hasta cinco
    conflictos de similar envergadura que la "Operación
    Tormenta del Desierto"
    .

    Otro importante cambio en la política de defensa
    y seguridad es el anuncio de que "Estados Unidos
    actuará contra las amenazas emergentes antes de que ellas
    estén completamente formadas" y que "en el nuevo mundo que
    hemos entrado el único camino para la paz y la seguridad
    es el camino de acción"
    –a diferencia del camino
    anterior basado en la disuasión-.

    El aspecto medular de la nueva política
    estadounidense radica en la acción preventiva de destruir
    las amenazas "antes de que alcancen nuestras fronteras".
    Estados Unidos no dudará en actuar sólo si lo
    considera necesario en el ejercicio de su autodefensa. Así
    abandona también la tradición de actuar sólo
    después de ser atacado.

    En 1898, la voladura del acorazado "Maine"
    –y la muerte de
    400 marinos norteamericanos- fondeado en la bahía de La
    Habana brindó el pretexto para la intervención
    norteamericana en la Guerra de Cuba.

    En abril de 1917, el presidente Wilson no se dejó
    tentar por la provocación que significaba la
    declaración alemana de "guerra submarina a
    ultranza"
    y el imprudente "telegrama Zimmermann" para
    introducir a los Estados Unidos en la Primera Guerra
    Mundial. El presidente aguardó al "incidente
    manifiesto"
    provocado por los submarinos alemanes al hundir
    cuatro buques norteamericanos, con la consiguiente perdida de
    vida de sus tripulantes, antes de declarar la guerra a las
    potencias centrales.

    En la misma forma procedió el presidente Franklin
    D. Roosevelt. Hasta 1941, los Estados Unidos y las Indias
    Orientales Holandesas –actualmente Indonesia- eran los
    principales proveedores de petróleo que tenía
    Japón. Cuando el gobierno japonés invadió el
    dur de Indochina en julio de 1941, Gran Bretaña, las
    Indias Holandesas y Estados Unidos decretaron inmediatamente un
    embargo sobre las exportaciones de petróleo a la Isla. Con
    las reservas de petróleo próximas a agotarse,
    Japón tomó la decisión de lanzar un ataque
    sorpresa sobre la base naval norteamericana de Pearl Harbour, en
    diciembre de ese año. Así el presidente
    norteamericano encontró la justificación perfecta
    para movilizar a la opinión
    pública de su país a intervenir en la Segunda
    Guerra Mundial.

    Harry Truman, en 1950, esperó a que las tropas de
    Pyong Yang cruzaran el paralelo 38 para lanzar a las tropas
    norteamericanas a "contener" el avance comunista en Corea.
    Incluso en Vietnam, el presidente Johnson dudó en
    involucrar directamente a las fuerzas norteamericanas hasta el
    incidente de la Bahía de Tonkin en agosto de 1964.
    Más recientemente, el presidente George Bush
    decidió atacar a Irak sólo después de que
    Saddam Hussein invadió al emirato de Kuwait en 1990.
    Incluso la lucha abierta contra el terrorismo y la
    invasión de Afganistán para destruir las bases de
    Al Qaeda, son una respuesta a los atentados del 11 de septiembre
    de 2001.

    Al proceder en esta forma los gobiernos estadounidenses
    han despertado muchas críticas y aún sospechas.
    Aquellos partidarios de interpretar a la historia como producto
    de oscuras maquinaciones y perversas conspiraciones. Por ejemplo,
    sostienen que estos hechos constituyen una evidencia de la
    actividad conspirativa de los grandes capitales
    norteamericanos.

    Para los partidarios de la "teoría conspirativa
    de la historia" los verdaderos dueños del poder
    económico y político en los Estados Unidos apelan a
    estos procedimientos para involucrar al pueblo norteamericano en
    conflictos bélicos que sirven principalmente a sus
    intereses particulares y corporativos.

    Por lo tanto, no dudan en afirmar, como lo hace Michael
    Moore en Fahrenheit 09/11, que los atentados al World Trade
    Center y al Pentágono constituyeron la
    justificación perfecta para que la Administración Bush desatara una
    campaña militar en Medio Oriente, bajo la
    argumentación de la "guerra contra el terrorismo". La
    presencia militar estadounidense en el mundo árabe le
    permite controlar el sesenta y dos por ciento de las reservas
    petroleras del mundo.

    No obstante, la "doctrina de la retaliación"
    parece ser algo del pasado. La capacidad militar y de influencia
    de los Estados Unidos se han incrementado tan desmesuradamente
    que ha "desbalanceado" al sistema internacional. Washington cada
    día depende menos de justificaciones morales o del
    conjunto internacional para involucrarse en conflictos
    bélicos. Su seguridad ha dejado de depender de la
    conformación de grandes coaliciones interestatales para
    alcanzar sus objetivos.

    En la era global los Estados Unidos tienen mayor poder y
    mayor autonomía. En consecuencia, la Casa Blanca puede
    encarar en forma unilateral la resolución de los
    conflictos por los medios que estime como más
    eficaces.

    Esta combinación de "unilateralismo" y
    "acción preventiva" no puede dejar de despertar en
    los pueblos del tercer mundo el temor de un resurgir de la
    política "del big stick" cuando el presidente Thedy
    Roosevelt defendía los intereses norteamericanos enviando
    cañoneras y "marines" para sancionar a cualquier
    gobierno que pretendía defender sus economías del
    atropello imperial. Ayer -como hoy-, "la política de
    las cañoneras"
    se llevaba a cabo sin ninguna
    consideración por el derecho
    internacional y los derechos humanos de las poblaciones que
    recibían en forma directa los efectos de la violencia
    imperialista. Así lo confirma Natalio R. Botana cuando
    afirma: "la guerra preventiva es entonces un instrumento
    propio de superpotencias solitarias o de dirigentes que no han
    abandonado el designio de actuar en el mundo con reflejos
    imperiales".

    La política de la acción preventiva ha
    recibido fuertes críticas incluso en los Estados Unidos.
    El ex candidato presidencial demócrata y ex vicepresidente
    de los Estados Unidos, Al Gore, señaló que esta
    doctrina es contraria al artículo 51 de la carta de las
    Naciones Unidas y alertó sobre el efecto de
    demostración e imitación que puede producir esta
    doctrina.

    "Si otras naciones –dijo Gore- hacen valer el
    mismo derecho, entonces las reglas del derecho rápidamente
    serán reemplazadas por el reinado del miedo. Cualquier
    nación
    que perciba circunstancias que pueden eventualmente llevar a una
    amenaza inminente podría justificar bajo esta
    aproximación una acción militar contra la nación". En consecuencia, la
    aplicación de la misma doctrina por otras naciones para
    resolver sus conflictos, como por ejemplo India con
    relación a Pakistán o China con
    relación a Taiwán podría conducir
    directamente a la destrucción del sistema
    internacional.

    Se observa ahora una situación de poder general
    difuso, el cual es ejercido en forma hegemónica por los
    Estados Unidos pero al cual resisten, en forma más o menos
    ostensible, múltiples actores regionales actuando en
    diversos campos y operando con múltiples
    atributos.

    Esta situación ha introducido un fuerte
    ingrediente de incertidumbre en la evolución de los asuntos mundiales, debido
    al cual es difícil anticipar estratégicamente tanto
    los acontecimientos como sus consecuencias, generando así
    condiciones contextuales más riesgosas y menos
    previsibles.

    Es cierto también que, al menos hasta el momento,
    los Estados Unidos han empleado su inmenso poder militar con gran
    prudencia. Aunque difícilmente esta apreciación sea
    compartida por los vietnamitas, afganos o iraquíes, lo
    cierto es que los líderes estadounidenses ha intentado
    reducir las ocasiones en que impone sus intereses nacionales a
    otros pueblos por medios militares.

    En este sentido es bueno recordar las palabras de un
    líder conservador inglés, reflexionando hace medio
    siglo sobre el monopolio
    nuclear en manos de los Estados Unidos. Decía en ese
    entonces Winston Churchill: "Nadie, en ningún país,
    ha perdido el sueño debido a que ese conocimiento
    –el de la bomba atómica- y el método y
    las materias primas para aplicarlo estuvieran actualmente en
    manos americanas".

    "No creo que hubiéramos dormido tranquilos, si la
    situación hubiera sido al revés y algún
    estado comunista o neocomunista hubiese monopolizado estos
    aterrorizantes instrumentos".

    Es difícil creer o afirmar que el mundo es un
    lugar mejor o más pacífico porque los Estados
    Unidos han alcanzado un abrumador poderío
    militar.

    Pero lo que si resulta indudable es que el mundo
    sería un ámbito mucho más inseguro,
    inestable e injusto si este apabullante poderío militar
    estuviera en manos de gobiernos totalitarios que se guiaran por
    el mesianismo racista, religiosos o ideológico o por el
    oportunismo propio de la demagogia populista.

    De allí el temor que en muchos despiertan las
    declaraciones de los líderes norteamericanos cuando
    asimilan a los conflictos de intereses que mantienen con otros
    gobierno como una contienda entre el bien y el mal.
    Este tipo de comparaciones terminan pro conducir a una suerte de
    demonización del adversario. Si un gobierno o un dirigente
    es la encarnación de el mal sobre la tierra
    cualquier tipo de medida que se adopte contra él
    estará justificada. Por otra parte con el mal no se
    discute, negocia o acuerda. El mal sólo puede ser
    erradicado de la faz de la tierra.

    En el pasado cada vez que una nación acumulaba un
    poderío considerablemente superior al de otras naciones
    inmediatamente lo utilizaba para construir un vasto imperio
    colonial. Esta no ha ocurrido con los Estados Unidos

    Si bien la hegemonía norteamericana en los
    ámbitos políticos, económicos,
    científicos tecnológicos y culturales son
    evidentes. Por más que algunos señalen que, en el
    caso norteamericano, la antigua dominación militar y la
    apropiación territorial han sido reemplazados por
    influencias y presiones políticas, comerciales o
    financieras. Lo cierto es que por muy humillantes y molestas que
    puedan resultar las imposiciones de Washington en estos campos
    son siempre preferibles a la dominación
    militar.

    Podríamos decir, con mucha prudencia, que
    proporcionalmente a su poderío el Imperio Americano ha
    sido menos dominante y avasallante que otros imperios que ha
    conocido la humanidad. Pero una constante histórica
    señala que los imperios tarde o temprano terminan por
    imponer su poderío y su cultura
    atropellando los derechos, la libertad y la
    cultura de los pueblos más débiles.

    Precisamente, el desafío que la aparición
    del Imperio Americano plantea al sistema internacional no
    consiste en que este se encuentre inspirado por peligrosas
    ideologías o creencias religiosas o raciales. La
    irrupción del Imperio Americano entraña riesgos no
    tanto por su naturaleza política sino por sus dimensiones.
    Al tratarse del primer imperio global de la historia, su sola
    presencia y la amplitud de sus intereses no pueden dejar de
    afectar de alguna manera a la totalidad de los actores
    estatales.

    Por marginal que sea la posición
    geohistórica de un Estado no podrá escapar a la
    influencia de los Estados Unidos. Seguramente tendrá
    algún recurso estratégico de interés
    para la economía norteamericana, o revestirá
    algún interés estratégico, turístico,
    ecológico, cultural o humanitario. Casi con certeza
    habrá ciudadanos estadounidenses interesados en conocer a
    ese país o nacionales de ese Estado deseosos de visitar o
    radicarse en el territorio estadounidense. Siempre habrá
    algún tema factible de generar algún tipo de
    disenso: alguna patente perteneciente a empresas americanas, la
    actividad de algún grupo
    considerado peligroso por Washington o su gobierno
    aplicará en el marco interno políticas que a
    criterio de Estados Unidos impliquen violaciones a los derechos
    humanos o estará interesado en adquirir algún tipo
    de armamento que el gobierno americano considere potencialmente
    peligroso para su interpretación de la paz mundial,
    etc.

    Aún cuando los Estados Unidos tengan el firme
    propósito de no intervenir en los asuntos internos de
    otros países, la
    globalización y la proyección de sus intereses
    en el mundo lo obligan a hacerlo.

    6.
    Resumiendo

    En una era de globalización la potencia rectora del
    momento se constituye –aún contra su voluntad- en un
    Imperio Global. Este es el rol que le ha tocado en suerte
    desempeñar a los Estados Unidos en la actual coyuntura
    histórica.

    El Imperio Global no puede evitar tener intereses
    también globales, especialmente en el ámbito de la
    seguridad. Los intereses del Imperio Global son tan amplios que
    suelen entrar en colisión con los intereses de
    múltiples actores nacionales, regionales u
    organizacionales generando tensiones que afectan al sistema
    internacional en su totalidad.

    Estas tensiones no se originan por la
    implementación de una política determinada o por la
    naturaleza ideológica del Imperio Global sino
    especialmente por sus dimensiones. Un Estado cuyos intereses
    abarquen la casi totalidad del planeta siempre despertará
    la oposición y hasta la hostilidad de otros actores
    internacionales sean estos tanto gubernamentales como no
    gubernamentales. Muchas de estas tensiones no podrán ser
    resueltas por vía de las negociaciones y el consenso. Por
    lo tanto terminarán involucrando el empleo de alguna forma
    de presión,
    disuasión o incluso del instrumento militar.

    No obstante, no parece posible que, al menos durante las
    próximas dos décadas, ningún Estado o
    coalición de Estados sea capaz de desafiar con éxito
    el predominio norteamericano, tanto en el campo militar,
    económico o científico –
    tecnológico.

    En consecuencia el principal desafío que la
    existencia de un Imperio Global plantea al sistema internacional
    es la existencia de un actor cuyos intereses afectarán
    –en mayor o menor medida- a todos los otros actores del
    sistema.

     

    Por

    ADALBERTO C. AGOZINO.

    Doctor en Ciencia
    Política. Profesor
    titular de la Cátedra de Seguridad en el Curso de Estado
    Mayor de la Escuela Superior
    de Gendarmería Nacional de Argentina. Director del Curso
    de Postgrado en Investigación del Crimen Organizado en el
    Instituto Universitario de la Policía Federal Argentina.
    Su último libro
    publicado es "Megatendencias en Seguridad Internacional". Ed.
    Abaco. Bs. As. 2005.

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