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Hegemonía y contra hegemonía




Enviado por Julio Gambina



    Monografía destacada

     

    I.
    Introducción

    II. Evolución
    histórica del Mercosur

    Los antecedentes inmediatos
    (1985-1990)

    Etapa fundacional
    (1991-1994)

    De zona de libre comercio a
    unión aduanera imperfecta (1995 –
    1998)

    Devaluación en
    Brasil y crisis (1999 – 2001)

    Crisis en Argentina y
    salida de la convertibilidad (2002-2003)

    III. Relaciones intra y extra
    Mercosur

    Relaciones
    intrarregionales

    Relaciones
    extrarregionales

    IV. Sectores más
    dinámicos

    Sector automotriz
    argentino

    Notas

     

    I.
    INTRODUCCIÓN

    La expansión internacional del capital y la
    articulación global de los procesos económicos
    constituyen elementos esenciales del desarrollo
    capitalista. Es más, la acumulación originaria del
    capital1 y por lo tanto del capitalismo,
    se vincula a fenómenos globales, donde la conquista de
    América
    ocupa un lugar privilegiado. El proceso
    subsiguiente de articulación económico del planeta
    tiene el sello del capitalismo. En ese marco es que puede
    pensarse el lugar de la Argentina o de cualquier país de
    la región a comienzos del Siglo XXI, más aún
    si se piensa el momento actual de constitución y disputa de hegemonía
    y contra hegemonía en el escenario mundial.

    Nuestro análisis se concentra en una mirada desde
    la Argentina, intentando no aislar los fenómenos locales
    de un proceso mayor que agrega complejidad a cualquier
    análisis que asuma la dimensión local. Resulta
    interesante afirmar, a partir del estudio de las estadísticas nacionales, que para Argentina
    la opción de inserción en el orden internacional en
    los años noventa del Siglo XX, más allá de
    las definiciones políticas
    o adhesiones ideológicas, se materializó en el
    MERCOSUR y más precisamente con Brasil y Chile.
    Con todos los límites y
    restricciones, deliberadas o no, que presentó el
    desarrollo del MERCOSUR, éste ha sido uno de los factores
    de dinamización de la economía local y
    regional. La multiplicación de las relaciones fronterizas
    reencauzan, dificultosamente, un camino interrumpido por el
    decurso histórico desde la conquista y
    colonización, hasta los procesos de ruptura del orden
    colonial.

    Eso nos lleva a pensar la mirada desde Argentina y su
    inserción en el orden mundial en perspectiva
    histórica. A grandes rasgos podemos identificar tres
    etapas. Una primera, que va desde la colonización hasta
    principios del
    siglo XIX, donde la Argentina se encontraba subordinada política, cultural y
    económicamente a la corona de España.
    Una segunda etapa donde la dominación se desplaza hacia
    Gran Bretaña. La tercera se procesa desde la crisis de 1930
    para consolidarse a la salida de la segunda guerra
    mundial, con la subordinación económica a
    Estados
    Unidos. De todas maneras conviene resaltar que los lazos con
    Europa, en el
    plano político y cultural, seguirían predominando,
    aún en los 90, donde la voluntad política de
    subordinación a Estados Unidos por parte de las clases
    dominantes y del gobierno se
    constituyó en privilegio de la política exterior.
    Será un fenómeno clave para entender las resistencias
    culturales imperantes en la Argentina y otros países de la
    región, en momentos que EEUU define su hegemonía
    global a comienzos del Siglo XXI.

    Desde la colonización española y
    portuguesa, el Cono Sur de América
    Latina y en rigor, el continente, fue considerado como una
    unidad de explotación para los países europeos
    dominantes. El acuerdo de limitación de las áreas
    de influencia entre ambos y la consolidación de otras
    colonias en la región, determinaron la primera
    división política y bifurcación de los
    caminos de desarrollo de cada uno de los pueblos asentados en un
    territorio originariamente común. El tema se vincula a los
    fuertes lazos desarrollados en los últimos años
    entre Brasil y Argentina, con la potencia que ello
    implica en el orden global en desarrollo actualmente, mirado
    desde la hegemonía y más aún, desde la
    contra hegemonía. Son muchos años de
    autonomización de dos países que pueden definir
    rumbos alternativos, en conjunto, para pensar en otro mundo
    posible.

    El Virreinato del Río de la Plata en 1776
    definirá el comienzo de una identidad
    centrada en el puerto de Buenos Aires y
    que más tarde confluirá en el surgimiento de lo que
    hoy es Argentina. Lima y Buenos Aires pasan a ser una referencia
    de la construcción del orden colonial español en
    su última etapa. No debe olvidarse la resistencia de
    los pueblos originarios en la conformación de una cultura
    diversa que ahora emerge en la gesta de independencia
    y emancipación. Proceso complejo en la Argentina actual
    derivado del genocidio y el fenómeno masivo de la inmigración desde mediados del Siglo XIX y
    hasta comienzos del XX, que define una hegemonía cultural
    de la población y el capitalismo
    local.

    La Revolución
    de mayo de 1810 y la gesta independentista procesada a
    posteriori en el Siglo XIX, mediado por las invasiones inglesas
    de 1806 y 1807, la ocupación de las Malvinas en
    1833 y el bloqueo anglo-francés de 1845, ponen fin a esta
    subordinación económica a la corona de
    España. El apoyo que la diplomacia británica, de
    manera explícita o implícita, prestó a los
    movimientos de independencia americanos, entre ellos al que se
    desarrolla en el Virreinato del Río de la Plata, tuvo el
    doble propósito de debilitar a su vieja enemiga,
    España, que veía así desmembrado su vasto
    imperio, y al mismo tiempo llegar
    a reemplazarla en los potencialmente importantes mercados de la
    región.

    Los lazos económicos van a primar sobre los
    políticos. El célebre préstamo Baring
    Brothers, negociado en 1824 por el gobierno de la provincia de
    Buenos Aires con la famosa casa inglesa y cuya pesada carga fue
    soportada por muchos años, y la activa
    participación de los comerciantes británicos en la
    plaza mercantil porteña luego de la Revolución
    de Mayo, fueron apenas señales
    aisladas de la constelación de intereses que se
    consolidarían en la década de 1880. Argentina,
    desde entonces tal como la conocemos hoy en su integración
    territorial y con la hegemonía de Buenos Aires sobre el
    conjunto del país, se incorpora a la división
    internacional del trabajo
    imperante como país exportador de productos
    agropecuarios e importador de manufacturas. De ese modo, las
    clases dominantes locales articulan su poder con la
    potencia imperialista dominante. Ese lugar en el capitalismo
    global condicionará el desarrollo dependiente del
    capitalismo local. Dentro de la expansión colonial y la
    conquista de nuevos mercados para su producción y capitales, la Argentina
    representará un papel significativo en satisfacer las
    necesidades alimenticias a bajo costo de la
    población británica, asunto esencial para el
    afianzamiento del carácter dominante del capital Inglés
    en su etapa de expansión imperialista, la que se expresa
    en Argentina mediante inversiones en
    la industria de
    la carne, el ferrocarril, la actividad financiera y la propiedad de
    la
    tierra.

    En el apogeo del modelo
    agroexportador, el comercio exterior
    argentino se orientaba decididamente hacia el Reino Unido, cuya
    participación en las importaciones
    argentinas representaba casi un tercio de su total, mientras que
    el mercado
    británico absorbía cerca de la mitad de nuestras
    exportaciones.
    Argentina exportaba carne y cereales y recibía a cambio,
    principalmente productos textiles, bienes de
    consumo
    duradero, carbón de piedra, material ferroviario, hierro y
    acero. Los
    capitales ingleses, a quienes pertenecía en esa
    época más del 60% del total de la inversión
    extranjera, contribuyeron al crecimiento del país,
    pero sobre bases precarias, dependientes, ya que impedían
    un desarrollo industrial autónomo, acentuando las
    diferencias regionales y ejerciendo un control directo
    sobre el conjunto del proceso productivo. Argentina
    construía a pleno una sociedad
    capitalista en la era imperialista, y por lo tanto
    subordinada.

    En la primera posguerra, sin embargo, las dificultades
    que venía experimentando la economía
    británica se profundizaron. El viejo aparato productivo
    inglés no se adaptó a los cambios
    tecnológicos que se produjeron en esa época y fue
    paulatinamente desplazado de los mercados mundiales por otros
    países. Las tradicionales potencias hegemónicas a
    escala global
    iban dejando espacio a la emergencia de nuevos países con
    pretensión hegemónica, tales como Alemania o
    EEUU. No será un dato menor la escisión Rusa del
    orden mundial hegemónico en 1917. Será la base que
    motorizará la respuesta del "New Deal" en EEUU para
    enfrentar la crisis del 30 y transformarse en hegemónico a
    escala global.

    En Argentina, Estados Unidos se convierte en el primer
    proveedor y financista, y los ingleses solo conservan su
    influencia por ser los principales compradores y por el volumen e
    importancia de sus inversiones pasadas, claro que también
    fuertemente condicionado por la influencia política y
    cultural. De este modo, se abre un nuevo período, que
    continuará hasta la crisis del 30, en el que predomina el
    denominado "comercio
    triangular", por el cuál la Argentina exporta, sobre todo,
    al mercado británico, mientras que sus importaciones
    proviene en su mayoría de Estados Unidos. La avalancha de
    capitales norteamericanos que se produce en la década de
    1920 y acompaña este proceso, presagia el fin de la
    "relación especial" con Gran Bretaña.

    Son marcadas las diferencias del desarrollo
    histórico entre Argentina y Brasil. Primero con
    relación a los vínculos coloniales con
    España y Portugal y luego por la forma de inserción
    en la economía
    mundial, el desarrollo de su población y las formas
    asumidas para el desarrollo capitalista en cada territorio. En
    1930, el general José Félix Uriburu encabezó
    un golpe de estado
    en Argentina y menos de un mes después, en Brasil una
    revolución con apoyo civil y militar bajo el liderazgo de
    Getúlio Vargas (Gobernador de Río Grande do Sul en
    ese entonces) llegaba al poder. Las consecuencias fueron
    ostensiblemente distintas. En Argentina, la devolución del
    poder a la oligarquía agroexportadora reforzó los
    vínculos de dependencia en relación con Gran
    Bretaña, mientras que en Brasil, al derribarse el poder de
    la oligarquía cafetalera se trató de aprovechar la
    rivalidad de Estados Unidos con Gran Bretaña para obtener
    de éste los recursos
    necesarios para un proyecto de
    industrialización.

    Lo que más les preocupaba entonces a las clases
    dominantes de Argentina, que ligadas a intereses rurales en tanto
    terratenientes ligados a la inserción agro exportadora, y
    que dependían de sus mercados compradores, es que no
    podían colocar sus productos en el mercado estadounidense.
    Es que el gobierno de EEUU, forzado por su "lobby" rural,
    imponía restricciones a la entrada de productos
    argentinos. De esta manera, alentados por los ingleses, los
    ganaderos locales impulsarían la campaña "comprar a
    quien nos compra", la cuál culminará luego en 1933,
    con el Pacto Roca-Runciman, por medio del cuál, a cambio
    de conservar exportaciones de carnes se privilegiaron nuevamente
    los intereses británicos. Fue el último acto,
    tardío, de la subordinación argentina respecto a
    Gran Bretaña. La realidad económica local
    anticipaba la emergencia de una nueva
    hegemonía.

    Con la llegada del peronismo al
    gobierno en 1946, y aún antes, en los gobiernos militares
    se producen modificaciones en la hegemonía del capitalismo
    local. La clase
    dominante ya no se expresaba en el capital británico y la
    oligarquía agroexportadora. Juan Domingo Perón era
    la expresión de un liderazgo que trataba de organizar un
    sistema
    político semejante al que Vargas había
    articulado en Brasil, estructurando como base de poder una
    alianza de la burguesía industrial local, los trabajadores
    y los militares, en torno a un
    proyecto de industrialización y con pretensión de
    "desarrollo nacional". El clima de
    "época" internacional y el tardío involucramiento
    de Argentina con los aliados en la Segunda Guerra define
    una fuerte contradicción en la sociedad capitalista
    Argentina, con fuerte predomino de las inversiones de EEUU y el
    peso económico de los capitales de ese origen y la fuerte
    concepción antinorteamericana en vastísimos
    sectores sociales, principalmente entre los trabajadores y
    militares. Es un tema clave para entender la continuidad del
    vínculo ideológico y cultural con Europa, pese al
    dominio
    económico del capital originario de EEUU.

    En las décadas siguientes, la
    subordinación económica de la Argentina respecto a
    Estados Unidos irá en aumento, sin embargo, en el
    ámbito político y cultural, la Argentina
    continuaría más cercana a Europa. La
    relación con América Latina remitía al
    vínculo histórico de la lucha por la independencia
    de España y era prácticamente nula la referencia
    cultural y de identidad al pasado precolonial. Argentina se
    insertaba en el mundo capitalista bajo dominio económico
    de EEUU y con fuerte influencia de Europa. Se trataba de una
    cultura capitalista dependiente de los patrones culturales
    productivos imperantes en los principales países
    capitalistas desarrollados.

    Con la crisis capitalista que se extendió desde
    fines de los sesenta por todo el mundo, las adversas condiciones
    en la esfera productiva de los países centrales
    alimentaron la proliferación de capitales financieros,
    alimentando un explosivo endeudamiento en el Cono sur en la
    década del setenta. A principios de los ochenta, la nueva
    política
    monetaria de los Estados Unidos provocó una
    reversión de flujos de dinero que
    precipitó el colapso de las economías de la
    región. Los proyectos
    neoliberales lograron imponerse de manera generalizada en el
    mundo. La crisis era el resultado del poder de los trabajadores
    que dificultaban a escala global el proceso de
    valorización y reproducción del capital.

    En Latinoamérica, las dictaduras militares
    instauradas en 1973 en Chile y 1976 en Argentina,
    significarían la irrupción del neoliberalismo, con origen de aplicación en
    la región. Luego se instalaría en el capitalismo
    desarrollado, primero en Inglaterra, 1979
    y en Estados Unidos, 1980. Desde mediados de la década del
    ochenta en el resto de Europa, el modelo neoliberal se
    iría imponiendo. La ruptura de la bipolaridad
    extendería esa hegemonía hacia Europa del este. La
    crisis asiática a fines del 90 definiría casi en
    simultáneo la hegemonía y crisis global de las
    políticas neo liberales. La violencia
    financiada por EEUU apuntalaba el desarrollo capitalista global
    con sus ensayos
    militares de cuño monetarista2 en el cono sur.
    Fue el comienzo de una etapa de tres décadas (1973/2003)
    que se proyecta hoy en la violencia ejercida en Medio Oriente
    para afirmar la hegemonía de EEUU en el orden capitalista
    mundial.

    Argentina seguía con la contradicción de
    potenciar lazos económicos con EEUU y culturales con
    Europa, aunque un dato no menor lo expresaban los fuertes
    vínculos de comercio con la URSS, desoyendo las demandas
    de boicot económico impulsadas por EEUU a comienzo de los
    80. El fenómeno Malvinas en 1982 potenció la
    desconfianza de Argentina con EEUU y debilitó las
    relaciones con Europa, especialmente con el Reino Unido. EEUU
    incumplió los tratados
    regionales y Argentina descubrió la solidaridad de
    América Latina. Empezaba una nueva etapa de las relaciones
    políticas, diplomáticas y culturales en la
    región. Es un proceso que converge con el fin de las
    dictaduras del Cono Sur, ya en la década de los 80 y que
    depara nuevos alineamientos de la región en el orden
    global con hegemonía neoliberal.

    Ya en 1985 los entendimientos entre Argentina y Brasil
    alcanzaban una dimensión cooperativa
    sin precedentes, influyendo gradualmente en las decisiones
    internacionales, intentando una intervención
    política regional y global, alternativizando instrumentos
    tradicionales como la OEA.
    Argentina, luego de las luchas por la independencia,
    volvía a mirar hacia Latinoamérica, pero lejos de
    una motivación
    emancipadora o de lucha independentista. Es que el fracaso de la
    aventura bélica en Malvinas se traduciría en el fin
    de la dictadura militar
    y la vuelta al régimen constitucional en la Argentina. El
    retorno al régimen electoral de gobierno no era producto de la
    iniciativa y ofensiva de la resistencia popular y se
    expresó claramente en los límites de los sucesivos
    gobiernos que afirmaron las políticas hegemónicas
    motorizando el consenso social.

    Pero curiosamente, el giro hacia América Latina
    afirmaría nuevos lazos en el entramado complejo de la
    búsqueda de un lugar de la Argentina en el mundo, donde
    las tendencias de la política hegemónica hacia la
    apertura de la economía, principalmente de los capitales,
    transitaría en paralelo con el fenómeno estructural
    de latinoamericanización de la cultura argentina, que
    entre otras manifestaciones se expresaba en los señalados
    acuerdos entre Brasil y Argentina en 1985 y más tarde con
    el nacimiento del MERCOSUR en 1991, pese a la existencia de un
    gobierno que proclamaría las relaciones carnales de la
    Argentina con EEUU y el propio hecho de que el MERCOSUR fuera un
    espacio privilegiado para los negocios de
    los capitales más concentrados actuantes en los
    países signatarios del acuerdo regional.

    La caída del Muro de
    Berlín en 1989 y la desintegración de la
    Unión Soviética en 1991 pondrían fin a la
    guerra
    fría y al mundo bipolar. El modelo neoliberal
    tendría así el camino abierto para el logro de su
    hegemonía. Con el Consenso de Washington,
    Latinoamérica tendría su "segunda vuelta" en esos
    años noventa. En estos años se consolidaría
    la subordinación política de la Argentina en
    relación a Estados Unidos, pero tal como venimos
    sosteniendo, en paralelo se construían vínculos que
    hacen pensar en la potencialidad de orientar a la Argentina en la
    construcción de otro orden global, en tanto parte de un
    proyecto contrahegemónico. Fenómeno posible a
    partir de la crisis de fines de 2001 y la convergencia con nuevos
    fenómenos de inserción de la izquierda en el
    gobierno de Brasil y la potencialidad en ese sentido del Uruguay.

     

    II. EVOLUCIÓN
    HISTÓRICA DEL MERCOSUR

    América Latina había intentado procesos de
    integración con antelación. Sin hablar del proceso
    de lucha por la independencia, es destacable el intento de la
    ALALC (1960) y de la ALADI (1980).
    Fueron procesos propios de una época del desarrollo
    capitalista, donde el modelo de acumulación de capitales
    privilegiaba el desarrollo del capitalismo fronteras adentro, con
    industrialización sustitutiva y fuerte intervención
    directa del Estado
    nacional en el proceso de producción y distribución de bienes y servicios. El
    carácter cerrado de las economías, entre otros
    factores, no favoreció un proceso de expansión del
    fenómeno integrador, el que se manifestaría ahora
    con fuerza en las
    nuevas condiciones surgidas en los años 90. El aliento a
    la apertura de la economía de los países de la
    región instalará la necesidad integradora desde una
    concepción mercantil, de aliento principal a la iniciativa
    privada y bajo el predominio de políticas de Estado con
    hegemonía de la corriente principal, monetarista y
    neoliberal.

    Será muy clara la orientación al mercado
    del acuerdo celebrado en Asunción (Paraguay), que
    desde el nombre mismo define el objeto a constituir como un
    "mercado", con el acento puesto en la libre circulación de
    producción y factores para mejorar la escala de negocios
    involucrada en la zona, que en principio privilegiaba la
    reducción arancelaria para potenciarse a futuro en la
    convergencia de políticas macroeconómicas. Es el
    periodo de desorden mundial y hegemonía capitalista en
    disputa, donde los dos países mayores del acuerdo buscan
    su propio orden interno de cara al alineamiento internacional. Es
    notario el proceso de adecuación política sufrido
    en ambos países y que los llevará, más
    allá del común compromiso por constituir un espacio
    común en el MERCOSUR, a desarrollar políticas
    específicas, muchas veces contradictorias y competitivas
    con el propósito de integración. Estaba claro que
    el propósito de "mercado" le daba nuevo contenido a la
    categoría que define la integración. Pese a las
    desavenencias de las autoridades de los socios principales, el
    MERCOSUR se abrió paso con expansión de relaciones
    comerciales aunque fomentando relaciones asimétricas
    favoreciendo alternativamente a uno o al otro. Se trataba de un
    proceso derivado de la ausencia de una voluntad común por
    establecer una convergencia de políticas
    macroeconómicas.

    El intento de reducción de aranceles
    evolucionó en la conformación de una unión
    aduanera imperfecta, estableciendo dificultosamente un arancel
    externo común. Es la etapa de mayor desarrollo del
    MERCOSUR, con fuerte expansión del comercio intrarregional
    y que evitó mayores problemas a
    aquellos que resultaban de la crisis del tequila (devaluación de la moneda de México) y
    su efecto recesivo en las economías de Brasil y Argentina.
    El fenómeno del desempleo,
    disparado con la recesión, pudo contenerse limitadamente
    por la expansión del comercio regional alentado por la
    fase expansiva del MERCOSUR. Esta etapa reconoce datos de
    expansión de la iniciativa en el plano económico y
    también político, pese a la manifiesta voluntad pro
    EEUU del gobierno de Argentina y más precisamente de su
    Ministro de Economía, Domingo Cavallo, más
    interesado en alentar los acercamientos y negociaciones con EEUU
    y la propuesta de ALCA que en fomentar los avances de
    integración regional. Es también un periodo de
    fuertes controversias motorizados por intereses que se
    veían afectados en pérdida de privilegios o
    derechos
    previamente instalados.

    La primera crisis importante del MERCOSUR devino con la
    devaluación de la moneda en Brasil. El carácter
    inconsulto con sus socios comerciales en la región se
    justificó con otras iniciativas en distintos planos
    asumidas por el par mayoritario. Las históricas
    contradicciones y la falta de un proyecto común para la
    región, seguido de una cerrazón ideológica
    en la Argentina por sostener sin límite ni tiempo el
    régimen convertible activaron la medida brasileña.
    Sin embargo y visto desde la Argentina, ninguna de las
    premoniciones negativas se hicieron realidad. Parecía que
    la asociación iniciada iba más allá de las
    voluntades gubernamentales y así, Brasil y Argentina
    profundizaban una relación comercial no buscada por
    importantes sectores sociales dominantes de la Argentina. Era en
    ese sentido muy importante la agresividad de Cavallo,
    especialmente en su retorno al Ministerio de Economía
    durante la
    administración De la Rúa.

    El otro momento de crisis fue la salida de la
    convertibilidad en Argentina a finales del 2001. Es el punto
    más bajo en la relación construida durante la
    década de instalación del MERCOSUR. Sin embargo, la
    menor voluntad de las clases dominantes en la región para
    acelerar un proceso de integración regional había
    sido puesta en discusión por los sectores populares de
    Brasil y Argentina. En Brasil se acercaba la posibilidad de un
    gobierno con inclusión de la izquierda liderada por un
    trabajador y en Argentina, una pueblada había hecho
    renunciar al gobierno y se abandonaba caóticamente el
    régimen convertible. Se abría así un espacio
    para la expectativa, que a fines de 2002 presentaba el triunfo
    electoral del frente hegemonizado por el PT y la
    movilización popular en Argentina como datos alentadores
    para recrear una posibilidad de integración regional,
    incluso más allá de los objetivos de
    "mercado" asociados al MERCOSUR.

    Se recreaba una posibilidad de convergencia
    económica y política en la región, que
    llegó a manifestarse como posibilidad de pensar en una
    moneda común. Se generalizó una expectativa de
    corrimiento desde las negociaciones por el ALCA a un acuerdo
    intrarregional para negociar desde allí el acuerdo
    continental. Se sumó a dichas expectativas el acercamiento
    de Venezuela a la
    región potenciando una recuperación de al
    dimensión integradora del conjunto de la región,
    más allá del Cono Sur. Eran expectativas que
    aún no tienen respuesta definitiva.

     

    LOS ANTECEDENTES INMEDIATOS
    (1985-1990)

    Los antecedentes inmediatos del MERCOSUR están
    dado por la hegemonía en el proceso de acumulación
    capitalista de cuño neoliberal. La Declaración de
    Iguazú firmada por los Presidentes Sarney y
    Alfonsín el 30 de noviembre de 1985, fue el marco inicial
    de un nuevo período en las relaciones bilaterales de los
    dos países de la región. Luego, el 20 de julio de
    1986, la firma del Acta de Integración
    Argentina—Brasileña estableció las bases del
    Programa de
    Integración y Cooperación Económica (PICE),
    el cual tenía como objetivo
    promover la formación de un espacio económico
    común por medio de la apertura gradual y selectiva de
    sectores productivos específicos.

    La integración Argentina-Brasil en el área
    económica-comercial devino de un contexto internacional de
    creciente apertura y desregulación, en un momento signado
    por la crisis. Hay que recordar, que el decenio de 1980 fue
    considerado una "década perdida" para América
    Latina y el Caribe por la CEPAL. En el discurso de
    los gobiernos se levantaba el proceso de acercamiento como una
    forma de enfrentar la crisis en desarrollo. Incluso en el
    período de las presidencias de Sarney y Alfonsín
    fue lanzada la meta de un
    Mercado Común en el Cono sur. El Tratado de
    Integración, Cooperación y Desarrollo
    Argentina-Brasil, del 29 de noviembre de 1988 preveía, en
    el artículo 3º, la liberalización completa del
    comercio de bienes y servicios en un plazo máximo de diez
    años, y, en los artículos 4º y 5º,
    trataba las restantes cuestiones de la agenda para un Mercado
    Común. El artículo 1º mencionaba el objetivo
    de la formación de un "espacio económico
    común", mientras que el artículo 5º,
    más explícito, se refería a la meta de un
    "mercado común". Por lo tanto el Tratado de 1988
    representaba, una evolución importante en relación a
    la metodología anterior, del PICE, que
    promovía la integración a través de acuerdos
    sectoriales (como los de trigo o de bienes de capital, por
    ejemplo) a pesar que la perspectiva de avances graduales
    continuaban presentes en su redacción.

    Entre 1989 y 1991, el mundo experimentaba una serie de
    acontecimientos drásticos (la caída del Muro de
    Berlín, la reunificación de las dos Alemanias, el
    estallido interno de la Unión Soviética, el
    término del Pacto de Varsovia y la guerra en la antigua
    Yugoslavia), que pondrían fin a la guerra fría y al
    mundo bipolar, emergiendo los Estados Unidos como potencia
    hegemónica. En este contexto, el 6 de julio de 1990, el
    Acta de Buenos Aires, firmada por los Presidentes Carlos Menem y Fernando
    Collor, anticiparía para el 31 de Diciembre de 1994 el
    plazo para la conformación del Mercado Común entre
    los dos países. El Acuerdo de Complementación
    Económica nº 14 (ACE-14), firmado el 20 de diciembre
    de 1990, por el que se instituía un programa de
    liberalización automática y lineal del comercio de
    bienes hasta el 31/12/94, retomaba en su introducción el "objetivo de establecer el
    31 de diciembre de 1994 un Mercado Común". Podría
    decirse, usando términos del GATT/OMC, que la
    liberalización inicial promovida por el PICE, de
    carácter gradualista, se hacía por medio de "listas
    positivas", o sea, la liberalización comercial se aplicaba
    solo a aquellos sectores para los cuáles hubiese una
    decisión específica al respecto. Con el Tratado de
    Integración, el Acta de Buenos Aires y el ACE-14, se
    pasó a una integración comercial de "listas
    negativas", o sea, quedarían fuera de la apertura
    comercial recíproca solamente los sectores expresamente
    excluidos.

    Tal como hemos señalado, el 7 de junio de 1990,
    el entonces presidente norteamericano George Bush lanzó su
    llamada "Iniciativa para las Américas". La misma
    descansaba en tres pilares básicos: estimular el flujo
    comercial, incrementar la inversión extranjera y reducir el
    endeudamiento externo, en el marco de la liberación total
    de las economías latinoamericanas y caribeñas. El
    propósito apuntaba a incorporar a América Latina y
    el Caribe a la nueva estrategia de
    dominación global pretendida por EEUU a la salida de la
    bipolaridad. Se retomaba así una fuerte iniciativa
    política hacia la región en el sentido
    estratégico que en otra época había
    significado la "Alianza para el progreso". Si entonces el
    objetivo era contra el proceso socialista que anticipaba Cuba, ahora se
    presentaba como contracara ante la debacle del socialismo en el
    Este de Europa. La disputa por la hegemonía estaba
    lanzada.

    Los capitales europeos y estadounidenses se lanzaron en
    toda la década siguiente a competir por las privatizaciones de empresas
    públicas y la propia venta de las
    empresas privadas de la región. La competencia se
    extendería también en iniciativas políticas,
    ya que a la iniciativa para las Américas le siguió
    la convocatoria del Rey de España a las Cumbres de
    Presidentes Iberoamericanos desde 1991, obviamente con la
    exclusión de EEUU y Canadá. Puede destacarse
    también, que en 1990 fue convocada en San Pablo un
    Foro de Partidos y Organizaciones de
    Izquierda, rebautizado Foro de San Pablo y que tuviera como
    principal impulsor al actual Presidente del Brasil y entre otras
    cuestiones resaltaban la necesidad de discutir el orden global y
    pensar nuevamente la perspectiva socialista. La ruptura del orden
    global hacia necesaria una nueva agenda de discusión y
    cada quién ocupó su lugar. La idea de una
    asociación regional para conformar un mercado común
    empezaba a manifestarse como posible.

    En este contexto, de fuerte iniciativa económica
    y política de los capitales y gobiernos de los
    países capitalistas desarrollados, se abrió paso un
    proceso de articulación económico regional. En
    efecto, Paraguay y Uruguay fueron, en agosto de 1990, invitados a
    participar del proceso de integración que venían
    protagonizando Argentina y Brasil. Desde aquel momento estaba
    presente la percepción
    de que, en bloque, los países del Cono Sur podrían
    entablar negociaciones económicas con otras regiones en
    una posición más favorable. Era el pensamiento
    impulsado por los capitales más concentrados en la
    región y que buscaban una escala más adecuada para
    los negocios, en momentos en que la crisis de los mercados
    internos se hacia presente con deterioro de la capacidad de
    consumo de la mayoría de las poblaciones fronteras
    adentro. Se hacía necesario ensanchar la escala de
    mercado. Como resultado, se firmó en Asunción
    (Paraguay) el 26 de marzo de 1991 el Tratado para la
    Constitución de un Mercado Común entre Argentina,
    Brasil, Paraguay y Uruguay.

     

    ETAPA FUNDACIONAL
    (1991-1994)

    En el denominado "período de transición",
    conforme la definición del Tratado de Asunción,
    fueron construidas las bases del MERCOSUR. Aún cuando no
    haya suscitado en ningún momento resistencias lo
    suficientemente fuertes como para desarticularlo, el MERCOSUR fue
    recibido inicialmente con muchas reservas, escepticismo o
    desinterés, dado el bajo grado de interdependencia
    económica en la zona. Además, vale mencionar la
    instalación propagandística del "there is not
    alternative" sustentado oportunamente por Margaret Tatcher en los
    80 y que ahora ante el colapso del mundo bipolar y la fuerte
    hegemonía capitalista, parecía imponerse sin
    resistencia. No se recibía la noticia del MERCOSUR con
    expectativas, pero todo indicaba que se seguía un curso de
    articulación global desde bases regionales.

    La propia evolución del comercio intra-zona
    crearía, en un primer momento, sobretodo en Brasil, una
    coalición empresarial a favor del MERCOSUR.

    Las divergencias macroeconómicas entre Argentina
    y Brasil provocarían elevados desequilibrios en la
    balanza
    comercial bilateral. Mientras que la economía
    argentina crecía en 1992 y 1993, luego de procesos
    hiperinflacionarios en 1989 y 1990, Brasil comenzaba en 1993 a
    recuperarse de la estanflación de 1987-1992. Asimismo, las
    políticas cambiarias divergían radicalmente. Los
    elevados superávits a favor de Brasil daban origen a
    sucesivas dificultades en el proceso de
    integración.

    El período inicial de implementación del
    MERCOSUR coincidió con el lanzamiento del "Plan de
    Convertibilidad" desde abril de 1991. La Argentina ataba su
    moneda al dólar, con un valor
    paritario, en un sistema de caja
    de conversión.

    A pesar de los residuos de inflación registrados
    en 1991 y 1992, se mantuvo inalterada la paridad cambiaria. Al
    mismo tiempo, la economía argentina iniciaba un
    período de expansión, impulsado por un importante
    flujo de capitales externos atraídos por las
    privatizaciones, las compras de
    empresas privadas y el financiamiento
    del sector
    público. Tal conjunción de factores –
    tipo de cambio
    fijo y crecimiento
    económico – provocaría, naturalmente
    dificultades en la balanza comercial. Las importaciones
    argentinas se expandían fuertemente a partir de 1991,
    mientras que las exportaciones permanecieron, en un principio,
    inalteradas. Entre otros efectos, ello explicaría a
    posteriori el fuerte crecimiento del desempleo de origen
    industrial.

    La balanza comercial se encontraba en el centro de todos
    los debates sobre la conducción de la política
    económica nacional. De esta manera, es natural que los
    desequilibrios comerciales con Brasil pasaran a ser una
    cuestión tan visible en la agenda del MERCOSUR. Sin
    embargo es menos comprensible que las preocupaciones argentinas,
    al menos en términos de debate
    público, se concentrasen en el comercio con Brasil,
    mientras que el déficit con Estados Unidos alcanzaba
    proporciones mas elevadas.3

    La insatisfacción de Argentina en relación
    a los déficits comerciales con Brasil se ponía en
    evidencia en actitudes
    como: medidas de defensa comercial contra productos
    brasileños, demandas de coordinación macroeconómica. Era
    evidente que la ventaja cambiaria a favor de los exportadores
    brasileros devenía, en primer lugar, de la política
    de apreciación real del peso, y no de las
    desvalorizaciones competitivas del cruzeiro, las cuáles
    eran esencialmente nominales, buscando compensar las tasas de
    inflación interna. Existían declaraciones agresivas
    en relación a los factores que explicarían las
    ventajas de naturaleza
    competitiva de Brasil en aquel momento, y el propio Ministro
    Cavallo afirmaba: "Qué es lo que Brasil exporta hoy?
    Saldos y sobras no vendidos en el mercado interno. Con el
    empobrecimiento de la población, cae el consumo y el
    excedente es vendido a cualquier precio. Este
    tipo de aumento de las exportaciones empobrece al país y
    para que existan ese tipo de exportaciones son necesarios
    salarios
    bajísimos y una política interna de
    hambre".

    Debe señalarse que crecía la
    opinión entre las clases dominantes, y Cavallo
    respondía a esa franja, que la vinculación
    comercial a privilegiar era con EEUU y no con Brasil y
    América Latina. Puede recordarse que la privatización de la petrolera estatal YPF
    se realizó en 1993 y todas las opiniones indicaban que se
    hacía a medida de los inversores estadounidenses, para
    compensar la presencia europea en las primeras privatizaciones.
    Sin embargo, Brasil no reaccionó ante tales
    manifestaciones, presumiblemente dado que la balanza comercial
    bilateral continuaba favorable a ese país y dada una
    visión estratégica de la importancia
    histórica de la construcción del
    MERCOSUR.

    Durante el "período de transición",
    Argentina emitió sucesivas señales ambiguas en
    relación a una eventual preferencia a la
    integración continental. El bloque liberal-conservador,
    hegemónico en la conducción de la política
    económica doméstica, criticó permanentemente
    el proyecto del MERCOSUR, defendiendo un proyecto de
    inserción internacional próximo al modelo chileno,
    que combina apertura multilateral y preferencia de las relaciones
    con Estados Unidos.

    Además de factores endógenos del mismo
    proceso sub-regional, diferentes circunstancias en el escenario
    hemisférico contribuyeron para consolidar la opción
    por el MERCOSUR: Estados Unidos en ningún momento tuvo un
    gesto concreto en
    dirección a la negociación de un acuerdo de libre comercio
    con la Argentina, ya sea bilateralmente o través del
    NAFTA. Sin embargo, tal como dijimos, la voluntad de acercarse a
    Estados Unidos existía en la clase dominante. Si Estados
    Unidos hubiese dado señales concretas en torno a la
    admisión de la Argentina en el NAFTA o un acuerdo
    bilateral, posiblemente la Unión Aduanera del MERCOSUR no
    habría sido constituida. Por otro lado, la visión
    de la integración sub-regional (MERCOSUR) y regional (zona
    de libre comercio con la Comunidad
    Andina de Naciones) eran impulsadas como etapas dentro de un
    esquema de integración hemisférica más
    amplio, y no como alternativas excluyentes o
    confrontadas.

    Existían, en el inicio del proceso, dudas sobre
    las metas que deberían ser alcanzadas hasta fines de 1994.
    El Tratado de Asunción permite algunas ambigüedades,
    por un lado la "ambición política" de construir un
    Mercado Común en menos de cuatro años; y por el
    otro, la "conciencia
    pragmática" de que esa meta debería ser buscada en
    forma gradual, sin imposiciones de plazos
    rígidos.

    En la segunda Reunión del CMC4,
    realizada en Argentina en junio de 1992, se adoptó el
    Cronograma de Las Leñas, el cuál constituye el
    primer esbozo de las tareas para la conformación del
    Mercado Común. La meta fijada para el 31 de diciembre de
    1994 era la constitución de la Unión
    Aduanera.

    Fue en la quinta Reunión del CMC (Colonia,
    Uruguay, 17 de enero de 1994) que se superaron las
    ambigüedades sobre las metas de integración en el
    "período de integración". Se aprobó un
    documento5 en que se explicitaba que el Mercado
    Común sería una meta a buscar luego del
    "período de transición", en este sentido, el
    documento sentencia: "Se afirma el propósito de
    formalizar, el 01/01/1995 una Unión Aduanera como etapa
    esencial en la construcción del Mercado
    Común".

    Hasta julio de 1994, el MERCOSUR todavía era una
    incógnita. El cronograma de desgravaciones arancelarias
    avanzaba conforme a lo previsto por el Tratado de
    Asunción, pero las negociaciones sobre la Unión
    Aduanera permanecían indefinidas. Se desbloquearon las
    negociaciones sobre los temas más sensibles, como el
    Arancel Externo Común, la definición sobre el
    Régimen de Origen, la situación de las Zonas
    Francas y el cuadro institucional luego del "período de
    transición". En los temas en los que las posiciones
    permanecían irreconciliables, como por ejemplo los
    sectores automotriz y azucarero, se acordó prorrogar el
    plazo de las negociaciones.

    El punto de inflexión fue la sexta Reunión
    del CMC (Buenos Aires, 4-5/08/1994), en la cual se le dio forma
    concreta al entendimiento alcanzado en la quinta reunión
    del CMC, de que el MERCOSUR debía cerrar el
    "período de transición" con la constitución
    de la Unión Aduanera.

    El primero de julio de 1994, Fernando Henrique Cardoso,
    Ministro de Hacienda de Brasil, puso en marcha el Plan Real. De
    este modo, con la valorización de la moneda brasilera, se
    llegaba a una convergencia con el Plan de Convertibilidad
    instrumentado en la Argentina, pudiéndose aspirar a la
    convergencia macroeconómica entre ambos países,
    asimismo, se creaba una perspectiva de solución al
    problema de los altos déficits comerciales argentinos, lo
    cuál contribuiría de forma significativa al cambio
    de rumbo en las negociaciones.

    La séptima Reunión del CMC (Ouro Preto,
    16-17/12/94) daría forma final a los últimos
    entendimientos para la entrada en funcionamiento de la
    Unión Aduanera el 1/1/1995. Aunque "incompleta", fue su
    entrada en funcionamiento el principal momento de
    afirmación del MERCOSUR luego de la firma del Tratado de
    Asunción. En esta reunión se firmó el
    Protocolo de Ouro
    Preto, el cual le daría personería jurídica
    al MERCOSUR. Sin embargo, ese año se materializó en
    Miami, EEUU, la propuesta de Clinton sobre las Cumbres de
    Presidentes de las Américas, que convocados por la OEA
    reuniera a 34 países con la excepción de Cuba para
    comenzar las negociaciones por el ALCA.

     

    DE ZONA DE LIBRE COMERCIO A
    UNIÓN ADUANERA IMPERFECTA (1995 –
    1998)

    La Unión Aduanera que entró en
    funcionamiento el 1 de enero de 1995 tenía algunas
    grietas. Aún permanecían en la agenda, a la espera
    de un acuerdo, varios puntos relevantes para la libre
    circulación de bienes intra-zona y para la
    definición de una política comercial común
    extra-zona. Por otro lado, además de la agenda interna,
    las negociaciones externas (principalmente con Chile y Bolivia)
    pasaron a absorber gran parte de la atención de los países del
    MERCOSUR.

    En cuanto a la política comercial común,
    numerosas excepciones caracterizaban al Arancel Externo
    Común. Los sectores automotriz y azucarero quedaron
    temporariamente excluidos tanto de la libre circulación
    intra-zona como de las normas de una
    política comercial común extra-zona. Era una
    expresión clara de la capacidad de lobby de algunos
    sectores dominantes que bregaban por la protección de su
    producción en el marco de una adhesión
    "ideológica" a las concepciones aperturistas o de libre
    cambio.

    El inicio de la entrada en vigencia de la Unión
    Aduanera coincidió con los esfuerzos prioritarios de
    Argentina y Brasil para controlar los efectos de la crisis
    cambiaria mexicana de diciembre de 1994. En este contexto, las
    medidas de política económica consideraban al
    proceso de integración regional un aspecto secundario
    dentro de las políticas de estabilización. El tema
    prioritario estaba determinado por la recesión que se
    extendió en ambos países entre 1995 y
    1996.

    La necesidad de medidas específicas de defensa de
    de los planes de estabilización (tanto en Argentina como
    en Brasil) provocaría, en 1995, frecuentes divergencias
    comerciales en el MERCOSUR en torno a cuestiones como el
    régimen automotriz brasileño, adecuaciones del AEC
    para atender a intereses específicos de los planes de
    estabilización, la decisión brasileña de
    exigir el pago en efectivo para las importaciones textiles, de
    arroz y choclo, entre otras.

    El 15 de diciembre de 1995 se suscribía en
    Madrid el "El
    Acuerdo Marco Interregional de Cooperación entre el
    MERCOSUR y la Comunidad
    Europea", el cuál entró en vigencia el 1º de
    julio de 1999. Luego, el 24 de noviembre de 1999, se celebraba en
    Bruselas el primer encuentro del Consejo de Cooperación
    MERCOSUR–UE.

    Sin embargo, los primeros países con lo que el
    MERCOSUR suscribió acuerdos fueron Chile y Bolivia
    respectivamente. De esta manera estos países pasaron a ser
    "Estados Asociados", formando parte de lo que denomina "MERCOSUR
    Ampliado". En el caso de Chile, en la Cumbre de Presidentes de
    San Luis, Argentina (junio de 1996), se firmó el Acuerdo
    de Complementación Económica MERCOSUR–Chile.
    Mientras que en la Cumbre de Presidentes de Fortaleza, Brasil
    (diciembre de 1996), se firmaba el Acuerdo de
    Complementación Económica MERCOSUR–Bolivia.
    En ambos acuerdos se prevén instrumentos para el
    establecimiento de una Zona de Libre Comercio.

    El nuevo escenario luego de la estabilización de
    la economía brasileña y de la valorización
    del real, llevó a una reversión, a favor de
    Argentina, de la evolución de los saldos de la balanza
    comercial bilateral. Argentina acumuló un saldo comercial
    positivo de 3.160 millones de dólares en el período
    1995-1996, en contraste con el déficit de 2.720 millones
    de dólares en el período 1992-1994. A estas cifras
    debe contraponerse el déficit comercial de la Argentina
    con Estados Unidos de 12.200 millones de dólares en el
    período 1992-1996. En este sentido, queda claro que a
    pesar que la voluntad política de las clases dominantes se
    orientaban hacia Estados Unidos, los negocios se realizaban con
    Brasil. Esa expansión de las exportaciones argentinas al
    mercado brasileño compensó los efectos recesivos de
    la crisis. Este puede haber sido el elemento más decisivo
    en el cambio de percepción argentina con respecto al
    MERCOSUR. Los saldos comerciales con Brasil fueron cruciales para
    superar las dificultades que significó, para los sectores
    dominantes, la crisis mexicana con su denominado "efecto
    tequila".

    La intensificación de las presiones para la
    aceleración en la formación del ALCA daría
    más fuerza a los argumentos dentro de los sectores
    subordinados sobre la necesidad de profundización del
    MERCOSUR, de modo de asegurar su identidad y permanencia en el
    contexto de una eventual integración hemisférica.
    En ese marco se demandaba la inclusión de cláusulas
    sociales y formas de expresión de la sociedad civil en
    la toma de
    decisiones, evitando el carácter unilateral expresado
    por los gobiernos en la definición de políticas del
    MERCOSUR.

    La tercera Reunión de Ministros Responsables del
    Comercio del Hemisferio (realizada en Belo Horizonte, el
    16/05/1997), significó una fuerte defensa del MERCOSUR. En
    la Declaración Final, en su parágrafo "5b" se
    afirma formalmente que el ALCA convivirá con los acuerdos
    bilaterales y sub-regionales del continente, "en la medida que
    los derechos y obligaciones
    asumidas al amparo de estos
    acuerdos no se encuentren cubiertos por los derechos y
    obligaciones del ALCA, o los abarquen". Por ser una Unión
    Aduanera, y pretender conformar un Mercado Común, el
    MERCOSUR supone, por definición, mayor profundidad de
    integración en relación al ALCA.

    Sin embargo, el debate sobre la aceleración en la
    profundización no dejó de lado las tareas en la
    consolidación de la Unión Aduanera. En este
    sentido, en la XII Reunión del CMC (Asunción, junio
    de 1997), el Ministro de Economía de Argentina, Roque
    Fernández, proponía la adopción,
    por parte del MERCOSUR, de una política común de
    inversiones.

    En la XIII Reunión del CMC (Montevideo,
    14-15/12/1997) fue aprobado el Protocolo de Montevideo sobre el
    Comercio de Servicios del MERCOSUR, el cual definiría la
    meta de libre comercio de servicios a ser alcanzada en un plazo
    de diez años. Asimismo, esta reunión
    constituyó la primera de su tipo luego de la crisis
    asiática, la cual provocaría fuertes restricciones
    en las posibilidades de financiamiento externo de los
    déficits en cuenta corriente de los países de la
    región. En este contexto, se aprobó, en
    carácter transitorio, un aumento lineal de tres puntos
    porcentuales en el AEC.

    Sin embargo, las divergencias comerciales entre los dos
    mayores socios continuaban existiendo. El 1º de abril de
    1997, una medida provisoria adoptada por Brasil, con el
    propósito de disciplinar el uso del financiamiento de
    corto plazo para importaciones provocó serias divergencias
    en el MERCOSUR. Luego en septiembre del mismo año, una
    nueva batalla comercial por el azúcar
    ocupaba la agenda del MERCOSUR. Las desavenencias se
    profundizarían entre los principales socios del MERCOSUR,
    y es que las agendas políticas locales e incluso del papel
    de cada país en la escena global eran diferentes. Se
    iniciaba así otra dura etapa en el desarrollo de la
    integración regional.

    Pese a ello, hasta 1998, el comercio intra-zona
    venía creciendo en forma continua. En el período
    1991-1996, el crecimiento medio anual había sido de 27,3%,
    en 1997 sería de 19,9%, en 1998, por primera vez, el
    intercambio intra-MERCOSUR presentó una pequeña
    caída de cerca del 0,5%.

    Por otro lado, se repetía la situación de
    la "crisis del tequila", pero en mayores proporciones. Los
    países de la región se vieron fuertemente afectados
    por la falta de liquidez en los mercados
    financieros internacionales, debiendo colocar las
    negociaciones regionales en un segundo plano.

    El 16 de abril de 1998, los cinco países andinos
    que conforman la CAN (Comunidad Económica Andina) y los
    cuatro del MERCOSUR suscribieron el Acuerdo marco para la
    creación de la Zona de Libre Comercio entre ambos bloques.
    Las negociaciones debían desarrollarse en dos etapas:
    primero, a través de un Acuerdo de Preferencias
    Arancelarias Fijas y después se completaría el
    proceso con el acuerdo de libre comercio propiamente dicho.
    Luego, se suscribieron los Acuerdos de Complementación
    Económica CAN-Brasil y CAN-Argentina, con lo que las
    negociaciones entre la Comunidad Andina y el MERCOSUR ingresaron
    a una segunda fase, teniendo como objetivo la firma de un Acuerdo
    de Libre Comercio.

    Siguiendo con la agenda externa, el 18 de abril de 1998
    se firmaba un Acuerdo de Cooperación en materia de
    Comercio e Inversión entre el MERCOSUR y el MCCA (Mercado
    Común Centroamericano, el cuál esta formado por
    Costa Rica, El
    Salvador, Guatemala,
    Honduras y Nicaragua).

    Unos meses más tarde, el 13 de enero de 1999,
    Brasil devaluaría su moneda. Agregándose, de esta
    manera, una nueva dificultad a la situación del MERCOSUR.
    Recién luego de tres años, con la salida argentina
    del Plan de Convertibilidad, se generarían las condiciones
    para la convergencia en la política económica de
    los dos principales socios del MERCOSUR. También debemos
    destacar que en 1998 se realizó en Santiago de Chile la
    Segunda Cumbre de Presidentes de América que ratificaba la
    construcción del ALCA. En la Argentina se hacía
    sentir desde el propio gobierno el privilegio a un acuerdo
    multilateral vinculado a EEUU. Si no avanzaba más esta
    situación se debía a los límites del
    presidente de EEUU para obtener el acuerdo parlamentario por la
    vía rápida en torno a negociaciones comerciales
    bilaterales.

     

    DEVALUACIÓN EN BRASIL
    Y CRISIS (1999 – 2001)

    La devaluación del Real, generó en los
    demás socios del bloque un diagnóstico de una invasión de
    productos brasileños en los mercados de la región.
    De esta manera, no fueron pocos los sectores que comenzaron a
    exigir la adopción de medidas de salvaguarda al comercio
    intrazona. En este sentido, Argentina aplicó tanto a las
    importaciones como a las exportaciones el llamado "Factor de
    convergencia"6, introduciendo el Euro como moneda de
    referencia junto al dólar para el intercambio externo. Por
    otro lado, se amenazó con a reglamentación de la
    Resolución 911 de la ALADI, norma que le permitía a
    la Argentina dictar salvaguardias contra los productos de
    cualquier país, incluyendo los socios del bloque. No
    obstante, luego de una serie de reuniones se dio marcha
    atrás, lográndose destrabar la negociación
    del régimen automotor de transición, de importancia
    vital para la Argentina, que exportó en 1998, u$s 2.600
    millones en autos hacia
    Brasil.

    Sin embargo, la tan temida invasión de productos
    brasileros no se materializó. Al contrario, la Argentina
    continuó teniendo un superávit comercial con
    Brasil, tanto en 1999 como en el 2000 y 2001. De todos modos, si
    bien las exportaciones argentinas a Brasil no sufrieron un
    derrumbe catastrófico, disminuyeron luego de la
    devaluación de la moneda brasileña, pasando de u$s
    7.949 millones en 1998 a u$s 5.689 millones en 1999. Sin embargo,
    posiblemente se deba muy poco a la corrección cambiaria
    por parte de Brasil, sino más bien a la propia
    evolución del nivel de actividad del mayor socio de la
    región. En este sentido, la devaluación de la
    moneda brasilera, lejos de una devaluación "ofensiva", es
    posible caracterizarla como "defensiva", procurando equilibrar
    las cuentas fiscales
    y evitar dolarizar su deuda interna.

    En lo que a agenda externa se refiere, el día 28
    de junio de 1999, los Presidentes del MERCOSUR y de la UE
    llegaron a un entendimiento sobre el lanzamiento de las
    negociaciones para una Asociación Interregional entre
    ambas regiones. De esta manera, en abril de 2000 se ponía
    en funcionamiento el Comité de Negociaciones Birregionales
    (CNB) entre el MERCOSUR y la Unión
    Europea, órgano creado por ambas partes para llevar
    adelante las negociaciones comerciales previstas en el Acuerdo
    Marco Interregional de Asociación.

    Por otro lado, el 24 de septiembre de 2001, en Estados
    Unidos, se llevaba a cabo la reunión del denominado "4+1",
    de la que participaron Estados Unidos y los cuatro países
    del MERCOSUR. Mas adelante, en este mismo sentido, se realizaba
    los días 6 y 7 de diciembre en Montevideo, la
    "Reunión de Coordinadores del 4+1".

    El año 2001 terminaría convulsionado en
    Argentina. Los días 19 y 20 de diciembre el pueblo
    salió masiva y espontáneamente a las calles en todo
    el país para exigir la renuncia del Ministro Cavallo y el
    Presidente De la Rúa, quienes luego de dos jornadas de
    brutal represión, se vieron obligados a abandonar sus
    cargos. Hay que consignar que ese año 2001 se
    reunió la tercera cumbre por el ALCA ratificando como
    fecha de inicio a enero de 2005 y fijaría la
    próxima cita en Buenos Aires para abril de 2003, que como
    consecuencia de la crisis Argentina se postergó sin fecha
    ni sede hasta mediados de 2003.

     

    CRISIS EN ARGENTINA Y SALIDA
    DE LA CONVERTIBILIDAD (2002-2003)

    Luego de una serie de asunciones y renuncias (con 5
    presidentes en menos de una semana), asumiría la
    presidencia el senador Eduardo Duhalde.

    La primera medida del nuevo presidente, el 6 de enero de
    2002, fue el abandono de la paridad del peso con el dólar,
    devaluando la moneda argentina un 29% (el nuevo tipo de cambio
    establecía $ 1,4 por dólar). Luego, el 3 de febrero
    se resolvería dejar flotar el tipo de cambio,
    ubicándose el 15 de marzo en $2,40 por dólar,
    llegando de esta manera a cerca de un 60% la devaluación
    del peso. La moneda de EEUU llegaría a cotizarse en $3,90
    por dólar en junio de 2002 para luego estabilizarse por
    unos seis meses en torno de %3,60 y luego iniciar un camino
    descendente hasta llegar a $2,80 a comienzos de mayo. Se generaba
    así otro momento de convergencia entre las cotizaciones de
    la divisa en Argentina y Brasil. Era el momento para volver a
    conversar sobre la posibilidad de una política cambiaria
    común (una banda en torno de los 3 pesos o reales por
    dólar) e incluso una moneda regional.

    A pesar de la fuerte devaluación del peso,
    durante el año 2002 se produjo una fuerte caída de
    las exportaciones argentinas al mercado brasilero. Mientras que
    en el 2001 las exportaciones al Brasil llegaron a los u$s 6.205
    millones, en el 2002 alcanzaron los u$s 4.741 millones. Sin
    embargo, el efecto de la recesión en Argentina produjo un
    descenso de las importaciones brasileñas aún
    más importante, por lo que el saldo comercial del 2002
    mostró una mejoría respecto al 2001.

    En cuanto a la caída de las colocaciones de
    productos argentinos en el MERCOSUR, en parte se explica por la
    retracción económica brasilera y por la depreciación del real. Los principales
    motivos se encuentran fronteras adentro, en la caótica
    situación de la economía argentina y en los
    estragos que ha hecho la crisis en el balance de intercambio del
    sector automotor. La caída de las exportaciones del sector
    automotriz argentino se explica en parte por la aplicación
    del régimen de intercambio de este sector dentro del
    bloque. Según este régimen, si las ventas de
    vehículos y partes de uno de los países miembros
    superan en más de 10% sus compras, comienzan a regir
    multas que elevan considerablemente el arancel. La
    recesión argentina hizo caer brutalmente las importaciones
    de automotores brasileños, por lo que el arancel que
    enfrentan las exportaciones argentinas del sector se ha elevado
    notoriamente.

    En el plano de las negociaciones externas del MERCOSUR
    se llevaron a cabo una serie de reuniones.

    El día 26 de abril de 2002, en Buenos Aires, se
    llevaría a cabo la "Reunión de Coordinadores del
    Concejo de Comercio e Inversiones del 4+1" (MERCOSUR y
    EEUU).

    Los días 17 y 18 de mayo, en Madrid, se
    realizaría la Segunda Cumbre de Presidentes y Jefes de
    Estado del MERCOSUR y la Unión Europea.

    En el mes de Julio, con ocasión de la II
    Reunión de Presidentes de América del Sur, los
    ministros de Relaciones Exteriores y de Comercio de la CAN y del
    MERCOSUR coincidieron en la necesidad de acelerar el proceso para
    la suscripción del acuerdo entre ambos bloques. De esta
    manera, el 6 de diciembre del 2002, por medio de un Acuerdo de
    Complementación suscrito en Brasilia, ambas partes fijaron
    el 31 de diciembre del 2003 como la fecha máxima para
    concluir las negociaciones del área de libre
    comercio.

    El 27 de octubre de 2002, en segunda vuelta electoral y
    luego de tres intentos (1989, 1994 y 1999), Luiz Ignacio Lula da
    Silva, fue electo presidente de Brasil con el 61,2 % de los votos
    (52,8 millones de electores), convirtiéndose en el
    presidente electo con el mayor número de votos en la
    historia de
    Brasil. Lula asumió el gobierno de Brasil el 1 de enero de
    2003 con un ambicioso plan de reconstrucción del MERCOSUR,
    que despertó expectativa cuando más negativas
    aparecían las condiciones del bloque. La recesión
    económica y la crisis financiera afectan de forma sin
    precedentes a los países que componen el MERCOSUR, todos
    nuevamente con reaparición de la inflación. La
    llegada a la presidencia de Lula despertó en Argentina
    expectativas de una recuperación económica y
    social, impulsada por la locomotora brasilera.

    Lula prometió promover el crecimiento de su
    país y una asociación estratégica con el
    MERCOSUR y el resto de América del Sur más
    allá de lo comercial, con políticas comunes para el
    desarrollo industrial, agrícola, social y cultural,
    según el modelo de la Unión Europea (UE). Es en
    este sentido que algunos asesores de Lula sugirieron la
    creación de la "moneda verde", la que recibió
    criticas desde Argentina, un ajuste contable que
    dispensaría el pago en dólares en el intercambio de
    productos agrícolas y alimenticios dentro del MERCOSUR.
    Las críticas desde el lado argentino no se hicieron
    esperar: "Armar una moneda sólo para productos
    agrícolas, hoy no sería necesario, porque tenemos
    un sistema de compensación entre los bancos centrales
    de ambos países", expresó el canciller argentino,
    Carlos Ruckauf, mientras que el titular de la Cámara de
    Exportadores de la Argentina, Enrique Mantilla, sostuvo
    "Podría ser una variante del control de cambios que ya se
    está aplicando".

    La promoción de las exportaciones constituye
    hoy en la Argentina el discurso dominante para enfrentar la
    caída del nivel de actividad por casi 5 años
    (1998/2003). La situación al interior del bloque hace
    pensar que se refieren a una expansión del comercio
    extra-zona, ya que parecería haberse agotado la
    expansión del comercio intrazona. En este sentido,
    debieran estudiarse las cadenas productivas, identificar
    complementariedades y promover políticas industriales que
    permitan al conjunto y a los cuatro países en particular
    ganar competitividad
    internacional. Desde la Argentina no parece recorrerse ese
    camino, especialmente en momentos de renovación
    presidencial a mayo de 2003.

    La realización de las elecciones en Argentina no
    parece haber resuelto la crisis integral y por ello, en este
    contexto, las expectativas despertadas por la llegada de Lula a
    la presidencia de Brasil, contrastan con el escepticismo
    generalizado respecto a la posibilidad de un cambio real en el
    rumbo de la política y economía argentina en el
    corto plazo.

     

    III. RELACIONES INTRA Y EXTRA
    MERCOSUR

    RELACIONES
    INTRARREGIONALES

    Al analizar el comercio argentino intrarregional, la
    relación comercial con Brasil es la que marca la
    tendencia. (ver Cuadro 1)

    En el período 1990-1994, la balanza comercial con
    el MERCOSUR fue deficitaria para la Argentina en 1.171 millones
    de dólares; después se pasó a un
    superávit de 7.762 millones de dólares en el lapso
    1995-1998; y en 1999, después de la devaluación
    brasileña, el superávit fue de 772 millones de
    dólares (en 1998 había sido de 1.482 millones de
    dólares). Se trató de una rebaja considerable, pero
    se continuó con un saldo favorable. Por último, el
    período 2000-2002 registró un superávit de
    5.441 para la Argentina.

    Fuente: Elaboración propia en base
    a datos del INDEC

    Dentro del marco del aumento del comercio exterior
    durante la década del noventa, la creación del
    MERCOSUR dio lugar a una expansión aún más
    importante del comercio intrarregional. Las mayores ventas al
    MERCOSUR explican el 53% del crecimiento de las exportaciones
    argentinas, un tercio de las exportaciones de Brasil, así
    como la casi totalidad del aumento del valor exportado por
    Uruguay y Paraguay. Un hecho a tener en cuenta es que dicho
    incremento en el comercio intrarregional no ha ocurrido en
    detrimento del comercio con el resto del mundo.

    Para evaluar las consecuencias del MERCOSUR es
    fundamental saber si ha generado un comercio especializado en
    exportaciones primarias e importaciones manufactureras.
    Está claro que esa es la característica principal
    del comercio argentino tomado como un todo: en 1998,
    presentó un excedente de 12.900 millones de dólares
    para los productores primarios y un déficit de 18.600
    millones para las manufacturas. Pero esto no es atribuible al
    funcionamiento del MERCOSUR, con el que la Argentina presentaba
    ese año un déficit manufacturero de 1.580 millones
    de dólares, es decir, un 8,4% de su déficit
    manufacturero total. Brasil, por su parte, también
    mostraba una situación similar si se toma su comercio
    total, pero la situación se invierte si se toma su
    comercio con el MERCOSUR, donde presenta un déficit en
    productos primarios y un excedente en manufacturas.

    El MERCOSUR pasó a ser un destino importante para
    las exportaciones de manufacturas de sus países miembros.
    En 1998 concentró entre el 55 y 58% de esas exportaciones
    realizadas por Argentina, Uruguay y Paraguay (siendo en 1991
    alrededor del 25% en el caso argentino y 35% para Uruguay y
    Paraguay), en el caso brasilero el MERCOSUR pasó de
    absorber un 10% de sus exportaciones manufactureras en 1991 a un
    25% en 1998.

    Entre los bienes que Argentina exporta a Brasil,
    sobresalen los incluidos en tres sectores: material de transporte
    (sobre todo automotores), combustibles y cereales. Por otro lado,
    desde lo que importa Argentina desde Brasil, sobresalen: material
    de transporte, máquinas,
    aparatos y material eléctrico, productos de industrias
    químicas y metales
    comunes.

    La liberalización del comercio tropezó con
    algunos problemas sectoriales. En el régimen automotriz,
    Argentina y Brasil llegaron a un acuerdo, con vigencia hasta
    fines de 20057, que establece las pautas para la
    fabricación y comercio de vehículos. En cuanto al
    sector azucarero, la aplicación de un arancel del 20% al
    azúcar brasileña, ratificado recientemente por el
    Congreso argentino, desató en el Congreso brasileño
    dos proyectos de ley con
    represalias contra los productos argentinos. La primera de esas
    iniciativas propone que se les aplique un arancel del 20% a todos
    los productos argentinos con azúcar que ingresen en
    Brasil. El segundo proyecto elimina el arancel para el trigo
    importado desde países fuera del MERCOSUR, que hoy es del
    10%. Al llevar a 0% ese arancel, el trigo argentino
    tendría que competir de igual a igual contra el trigo
    canadiense y norteamericano.

    Fuente: CEPAL(a) Promedio
    anual.

    Por otro lado, el MERCOSUR constituyó un
    importante instrumento para el aumento de las inversiones
    extranjeras directas (IED) en la región.

     En los
    cinco años que corresponden al período 1996-2000,
    las inversiones brasileras en Argentina alcanzaron los 5.500
    millones de dólares, mientras que las inversiones
    argentinas en Brasil rondaron los 1.900 millones de
    dólares, en el mismo período. En el año
    2001, de los 23 mil millones de dólares de IED en Brasil,
    57 millones son de origen argentino. Por otro lado, en el
    año 2002, las inversiones Brasileñas en Argentina
    alcanzaron los 9 mil millones DÓLARES O PESOS. VERIFICAR,
    PARECE MUY ALTO

    Pese al incremento en las inversiones brasileñas
    de los últimos meses, Estados Unidos sigue encabezando la
    lista de los países que más inversiones tienen en
    Argentina, con 31.068 millones de dólares, seguido de
    España con 26.254 y Francia con
    11.052 millones, luego está Brasil, quien con las
    recientes adquisiciones, superó los 9.000 millones de
    dólares, cuando hasta 2001 tenía 2.585 millones de
    dólares. FUENTE

    Las inversiones recíprocas entre Argentina y
    Brasil son insignificantes al compararlas con las realizadas por
    las empresas transnacionales desde los países centrales.
    Asimismo, desde el lado del comercio, las empresas
    transnacionales, sobre todo de la cadena automotriz representan
    casi la mitad de las exportaciones intrarregionales.

    Si analizamos la evolución comercial, en la
    última década, de la Argentina con los
    países que constituyen el denominado "MERCOSUR
    ampliado"8, la situación es
    prácticamente la misma, sin embargo, los saldos positivos
    registrados desde 1994 hasta el presente son aún mayores
    que el caso del MERCOSUR.(cuadro 2).

    Fuente: Elaboración propia en base
    al INDEC

    Para entender los resultados del cuadro 2, debemos
    analizar la evolución comercial bilateral de la Argentina
    con Chile y Bolivia durante la década del noventa (cuadro
    3). En el caso de Chile, los saldos positivos, existentes desde
    1994, se deben a un sostenido incremento de las exportaciones
    argentinas al país trasandino, ya que las importaciones
    argentinas desde Chile se mantuvieron prácticamente
    constantes. Al analizar la evolución de la relación
    comercial Argentina-Bolivia la situación no es muy
    distinta las exportaciones crecen (notablemente entre 1996 y
    1997, descendiendo luego hasta alcanzar en 2001 el nivel de 1996)
    mientras que las importaciones argentinas desde este país
    se mantienen constantes y descienden notablemente desde 1998 en
    adelante. Sin embargo, los niveles comerciados con Bolivia son
    bastante insignificantes en relación al resto de los
    países de la región.

     

    Fuente: Elaboración propia en base
    a datos del INDEC

    En este sentido, un aspecto interesante para el
    análisis resulta la evolución, durante los noventa,
    de la composición de las exportaciones e importaciones de
    la Argentina. Del cuadro 4 se desprenden algunas observaciones:
    en primer lugar, el lugar que ocupa Brasil como principal mercado
    para las exportaciones argentinas y aún más como
    principal origen de las importaciones argentinas; en segundo
    lugar, existe un papel creciente de Chile como mercado para los
    bienes argentinos; por último, como señalamos
    anteriormente, es muy marginal (y parecería que tiende a
    serlo aún más) la participación de Bolivia
    en las relaciones comerciales regionales de la
    Argentina.

     

    Fuente: Elaboración propia en base
    a datos del INDEC

     

    RELACIONES
    EXTRARREGIONALES

    Vamos a analizar la evolución del comercio
    extrarregional desde dos ángulos distintos. En primer
    término nos centraremos en la evolución comercial
    de la Argentina con las distintas regiones del mundo, para luego,
    en segunda instancia ocuparnos de las relaciones comerciales del
    MERCOSUR con el mundo.

    La economía argentina durante la década
    del noventa se caracterizó por una marcada apertura
    comercial, en el marco de las reformas recomendadas por el
    Consenso de Washington y aplicadas con devoción por los
    gobiernos argentinos.

    En primer lugar, resulta conveniente analizar la
    evolución en composición de las exportaciones e
    importaciones argentinas (cuadro 5). De este análisis se
    desprende algunos aspectos interesantes: desde el lado de las
    exportaciones, los principales mercados para los productos
    argentinos fueron Europa, Latinoamérica y Asia, quedando el
    NAFTA relegado a un cuarto lugar, antes de África y
    Oceanía;
    al analizar las importaciones, el lugar que ocupa Europa, seguido
    por el NAFTA es muy importante, seguido por Asia (que incrementa
    su papel a fines de la década), siendo África y
    Oceanía muy marginales en el total de las importaciones
    argentinas. El color de
    oceanía no aparece.

     

    Fuente: Elaboración propia en base
    a datos del INDEC

    En segundo lugar vamos a analizar el comercio bilateral
    con las cuatro zonas de mayor participación porcentual en
    el comercio exterior argentino; Unión Europea, NAFTA,
    Resto de América9 y Asia.

    Como describe el cuadro 6, la evolución de la
    relación comercial de la Argentina con la UE y el NAFTA
    mostró un comportamiento
    semejante. Hasta el año 1998 se presentaron crecientes
    déficits comerciales con ambas zonas, desde ese año
    los déficits comenzaron a declinar, debido a una marcada
    disminución de las importaciones argentinas provenientes
    desde ambas zonas. Desde el lado de las exportaciones, las mismas
    permanecieron constantes o incluso crecieron levemente en el caso
    de las que tuvieron como destino el NAFTA.

    Fuente: Elaboración propia en base
    a datos del INDEC

    En el cuadro 7 podemos observar la evolución del
    comercio de la Argentina con el Resto de América vemos
    como existe un superávit que se mantiene constante (con un
    leve descenso entre los años 1998 y 1999) y luego desde el
    año 1999 se da un notable incremento del mismo, el
    cuál viene dado tanto como por un marcado incremento en
    las exportaciones argentinas como por un leve descenso de las
    importaciones desde la zona.

    Sin embargo, al analizar la relación comercial
    con el continente asiático, no se ven claros patrones que
    lo expliquen. Lo notable es el casi constante equilibrio en
    la balanza comercial con esta región del planeta (leves
    superávits hasta el año 1997, luego leves
    déficits hasta 2000).

    Fuente: Elaboración propia en base
    a datos del INDEC

    Por su parte, la relación comercial con
    África durante los noventa presentó un saldo
    netamente favorable para la Argentina, mientras que con
    Oceanía existieron déficits hasta 1999, luego un
    superávit hasta 2001, cuando se equilibró la
    balanza. Sin embargo, los volúmenes comercializados con
    esta región son muy marginales para tenerlos en cuenta
    (cuadro 8).

    Fuente: Elaboración propia en base
    a datos del INDEC

    Luego de analizar las relaciones interregionales desde
    la Argentina, pasamos a realizar el análisis desde el
    MERCOSUR en su conjunto.

    En primer término debemos analizar la
    composición de las importaciones y exportaciones. En el
    cuadro 9 podemos ver la evolución de la composición
    de las exportaciones intrarregionales y extrarregionales durante
    la década. Desde el lado de las exportaciones, el
    porcentaje de las intrarregionales se mantuvo constante, e
    incluso creció levemente, hasta el año 1998 donde
    las extrarregionales comenzaron a ganar terreno. En las
    importaciones, por su parte, prácticamente existió
    una constante en la participación intra y
    extra-regional.

    Fuente: Elaboración propia en base
    a datos del INDEC

    En segundo término, analizamos la
    composición de las exportaciones e importaciones
    según destino y origen respectivamente (cuadro
    10)

    En estos gráficos se ve claramente como las
    exportaciones hacia los países del MERCOSUR declinaron
    frente el resto del mundo, principalmente. Por su parte, desde el
    lado de las importaciones, la Unión Europea
    conservó su lugar como principal exportador hacia el
    MERCOSUR.

    Fuente: Elaboración propia en base
    a datos de:
    SECEX, Secretaría Administrativa del Mercosur y Banco Central del
    Uruguay

    Ahora pasemos a analizar la relación comercial
    bilateral del MERCOSUR con las regiones más
    importantes.

    La relación comercial con la Unión Europea
    en los años noventa fue mayormente deficitaria para la
    región, sin embargo, desde el año 2001 dicha
    situación parecería revertirse. El caso de Estados
    Unidos es bastante similar, pero los déficits que
    presentó el MERCOSUR con Norteamérica fueron
    superiores a los contraídos con la UE. En ambos casos la
    situación mejora debido a una marcada caída de las
    importaciones, claramente debido a la devaluación
    brasileña y la profunda crisis que vive la región
    (cuadro 11).

    F

    uente: Elaboración propia en base
    a datos de:
    SECEX, Secretaría Administrativa del Mercosur y Banco
    Central del Uruguay

    Ahora pasemos al análisis de la evolución
    en el intercambio comercial del MERCOSUR con la ALADI (excluido
    el MERCOSUR) y el Resto del Mundo (cuadro 12)

    En el caso de la ALADI, durante la década del
    noventa, el MERCOSUR mostró un superávit con estos
    países que se mantuvo constante hasta el año 2000,
    donde se incrementó sustancialmente, tanto debido a una
    fuerte suba de las exportaciones hacia dichos países, como
    a la marcada disminución en las importaciones que
    registró el MERCOSUR desde todas las regiones
    analizadas.

    El comercio del MERCOSUR con lo que denominamos "Resto
    del Mundo" muestra un
    equilibrio en los años previos a 1993, luego un fuerte
    superávit entre 1994 y 1996, desde entonces se mantiene un
    equilibrio prácticamente hasta el año 2001, cuando
    se registra un elevado superávit como resultado del
    aumento de las exportaciones y el descenso general en las
    importaciones de la región.

    Fuente: Elaboración propia en base
    a datos de:
    SECEX, Secretaría Administrativa del Mercosur y Banco
    Central del Uruguay

    Con la devaluación argentina de 2002 es de
    esperar un incremento en las exportaciones de la región.
    Sin embargo, esto no es automático, en el corto plazo es
    de esperar un marcado descenso de las importaciones y luego si,
    en un mediano plazo las exportaciones deberían
    incrementarse, esta es la denominada curva "J".

     

    IV. SECTORES MÁS
    DINÁMICOS

    El MERCOSUR, tal como esta planteado, significó
    la construcción de un Área de Libre Comercio, en
    primer lugar, y luego en 1994, una Unión Aduanera.
    Más allá de la voluntad política de los
    gobiernos de la Argentina y de las mayores o menores expectativas
    generadas por el MERCOSUR, es una realidad la expansión de
    los negocios en el área comprendida por el MERCOSUR y tal
    como sigue del análisis de las operaciones
    comerciales dentro del bloque surgen sectores beneficiados. Entre
    ellos se destacan sectores fuertemente monopolizados y con
    destacada presencia del capital externo.

    Desde el punto de vista de la economía argentina,
    una Unión Aduanera con Brasil significó un trato
    preferencial para los productos argentinos en el importante
    mercado brasileño. De este modo, para detectar los
    sectores más dinámicos, o bien, los que más
    aprovecharon esta situación, vamos a analizar la
    composición de las exportaciones argentinas a Brasil
    durante la última década.

    Entre los tres sectores seleccionados se explican
    aproximadamente la mitad de las exportaciones argentinas a Brasil
    durante los años noventa, con un piso del 48% en el
    año 1999 y un techo del 54,8% en el año
    1993.

    A lo largo de la década, el sector que hemos
    denominado "Automotriz" ha ido ganando terreno en su
    participación porcentual respecto de los otros dos
    sectores más importantes. Si hilamos más fino,
    dentro de este sector las exportaciones que más han
    crecido son las referidas a los coches de turismo con cilindrada entre
    15500 cm3 y 3000 cm3.

    Dentro del sector "Agro", y en la economía en su
    conjunto, el trigo ha sido a lo largo de toda la
    década el producto que más valor a exportado, con
    un techo de 23,4% de las exportaciones a Brasil en 1992, y un
    piso del 7,5% de las mismas en el año 1997.

    Al analizar el sector "Petróleo", el aceite crudo de petróleo ha sido el producto más
    importante dentro del sector (e incluso algunos años,
    dentro del total exportado a Brasil). Un dato curioso es como
    este producto pasó del 2% en 1992 al 13,4% en
    1993.

    En el siguiente gráfico podemos observar la misma
    información del cuadro de arriba de una
    forma más clara.

    Con el gráfico queda más claro como el
    sector "vehículos" ha ido ganando terreno en desmedro de
    los otros dos sectores (sobretodo del sector "Agro" en un
    principio). Este sector presentó su mayor dinamismo entre
    los años 1996 y 1998. Es probable que la
    devaluación de la moneda brasilera haya jugado un
    importante papel en la caída registrada en 1999 (donde
    pasó de un 30,4 a un 14,1% de las exportaciones argentinas
    a Brasil).

    Un hecho a tener en cuenta en el análisis de las
    exportaciones del sector "Automotriz" lo constituye el
    Régimen Automotor Común. El mismo
    entró en vigencia el 1º de agosto de 2000 y es
    válido hasta el 31 de diciembre de 2005. Este acuerdo
    fijó en un 60% el contenido regional mínimo (de
    partes y piezas) para que el producto este excento de aranceles
    en el comercio bilateral. Por otra parte se fijaron diferentes
    niveles para el AEC10 según el tipo de
    producto. Se creó el Comité Automotor, el
    cuál es responsable del seguimiento del acuerdo y de
    evaluaciones periódicas. Antes de la finalización
    del acuerdo deberá realizar una evaluación
    global del acuerdo para plantear posibles ajustes para la
    transición hacia el libre comercio del sector en la
    región.

    En la práctica, lo que ha venido ocurriendo desde
    la devaluación del Real es una transferencia de la
    producción de vehículos y autopartes desde
    Argentina a Brasil. A modo de ilustración, FIAT transfirió toda la
    producción de su modelo Palio a Brasil, dejando en
    Argentina solo la producción del modelo Siena. En las
    autopartes la situación no fue distinta, en el año
    2000 16 empresas cerraron sus puertas para abrirlas en Brasil.
    Luego de la devaluación del Peso en 2002, la
    situación podría revertirse.

     

    SECTOR AUTOMOTRIZ
    ARGENTINO

    A partir de los primeros años de la década
    de los noventa el sector automotriz argentino comenzó a
    experimentar un fuerte proceso de reestructuración y
    transformación, que está aún en pleno
    desarrollo y que llevó a una actividad que se encontraba
    en 1991 en franca decadencia y próxima a la
    extinción, a distinguirse actualmente por su dinámica y creciente
    internacionalización.

    El sector automotriz argentino está integrado por
    terminales fabricantes de automóviles y
    compañías autopartistas. En la década del
    noventa, con la puesta en marcha del MERCOSUR este sector
    recobró un nuevo impulso. En la actualidad la capacidad
    instalada de producción es cercana a las 800.000 unidades
    lo que representaría el 1% de la producción
    mundial.

    Un conjunto de compañías internacionales
    fabricantes de vehículos han localizado proyectos en la
    Argentina destinados a la explotación del mercado
    regional, articulados con inversiones de las mismas empresas en
    Brasil y que tienden a conformar una estrategia según la
    cual la producción en los centros regionales incorporados
    a dicha estrategia está orientada por el concepto de que
    tanto el vehículo como las partes y piezas son
    intercambiables entre los distintos centros integrantes de las
    redes globales y
    regionales.

    El MERCOSUR ha pasado a ser uno de estos centros de
    interés
    estratégico y a ser considerado por las
    compañías automotrices europeas y norteamericanas
    que operan mayoritariamente en la región como una de las
    áreas llamadas a cumplir un papel de importancia en la
    competencia por ocupar posiciones en el mercado
    mundial.

    El proceso de apertura comercial regulado por los
    regímenes automotrices en Argentina y desde 1995 en
    Brasil, basados en el comercio compensado, establecieron las
    condiciones necesarias para el desarrollo de una plataforma de
    producción regional, limitando el grado de competencia en
    el mercado doméstico y otorgando a las empresas con
    radicación mecanismos de financiamiento para su despliegue
    industrial.

    Las mayores exigencias de escala y calidad en la
    producción de partes de una industria terminal que, como
    parte de su transformación tiende a concentrarse en el
    montaje de subconjuntos, implicó una reducción no
    paulatina del número de proveedores
    por planta a un grupo
    seleccionado de no más de 130 empresas, instaladas o
    asociadas a un proveedor de Brasil, de manera tal de poder contar
    con el respaldo económico que requieren los
    aprovisionamientos de largo plazo.

    La importancia del sector autopartista está
    sumamente relacionada con la de las terminales ya que el 70% del
    valor de un vehículo lo representan sus
    componentes.

    En la última década un importante
    número de firmas transnacionales ingresaron en el mercado
    argentino a través de la adquisición o de joint
    ventures con firmas locales. Actualmente existen en Argentina
    alrededor de 390 compañías fabricantes de
    autopartes.

    En el siguiente gráfico se puede observar la
    evolución favorable que tuvieron las ventas externas de
    autopartes en el período que va desde 1991 hasta 2001, la
    variación punta contra punta (1991 – 2001) alcanza
    al 374% superando el crecimiento que tuvieron las exportaciones
    totales del país que para ese período alcanzan al
    122%.

    Los valores
    más bajos se observan durante el ’91 y ’92 al
    tiempo que el máximo valor se registra en el 2001. De las
    10 variaciones anuales consideradas, en solo una de ellas se ve
    un descenso lo que evidencia un crecimiento sostenido a lo largo
    del período considerado. La incidencia de las ventas
    externas sobre el total de ventas del sector de autopartes,
    durante el 2001 alcanzó al 35% siendo así superior
    al del promedio de la economía argentina (15%).

    A partir del siguiente gráfico se puede apreciar
    que el sector autopartista tiene una creciente
    participación en el comercio exterior argentino. Si se
    considera la incidencia de todo el complejo automotriz la misma
    alcanza al 9% en el 2001. Durante los últimos años
    se observa dentro del complejo un incremento de la
    participación de las autopartes en detrimento de los
    vehículos automotores ya que mientras en el ’97
    representaban el 60% de las exportaciones del complejo en el 2001
    cae al 46%.

     

    Un análisis en cuanto a los destinos de exportación de los componentes automotrices
    permite observar que durante el período considerado
    (1991-2001), un conjunto de diez países –los que
    aparecen en el Gráfico 3- representan el 91% de las
    exportaciones. Sobresale por si mismo Brasil que concentra el 56%
    de las compras del período.

     

    Por Julio C. Gambina* y Agustín
    Crivelli**

     

    Notas

    * Profesor de
    Economía
    Política de la Facultad de Derecho de la Universidad
    Nacional de Rosario. Presidente de la Fundación de
    Investigaciones Sociales y políticas, FISYP
    (adherida a CLACSO). Director del Centro de Estudios de la
    Federación Judicial Argentina, CEFJA (adherido a la CTA).
    Director del Instituto de la Cooperación,
    IDELCOOP.

    ** Licenciado en Economía. Investigador de la
    FISYP. Becario del Departamento de Política y Economía
    Internacional del Centro Cultural de la
    Cooperación.

    1. Carlos Marx, El
    Capital, Tomo I, Sección VII, Capítulo
    XXIV.

    2. Es notoria la influencia de la Escuela de
    Chicago (EEUU), tanto en Chile como en Argentina. El predicamento
    de las concepciones monetaristas estaba liderado por Milton
    Friedman, luego galardonado como Premio Nobel de Economía
    en 1976 y que le puso su hegemonía a la corriente
    principal del pensamiento económico hasta la
    actualidad.

    3. En 1992 y en 1993, Argentina tuvo déficits
    comerciales con Estados Unidos por US$ 1.850 millones y US$ 2.540
    millones, respectivamente. De acuerdo con datos brasileros, los
    déficits de la Argentina en el comercio bilateral fueron
    de US$ 1.300 millones en 1992 y de US$ 940 millones en
    1993.

    4. En el Tratado de Asunción, complementado por
    el Protocolo de Ouro Preto, el Consejo del Mercado Común
    es el órgano superior del Mercado Común. Esta
    constituido por los Cancilleres y Ministros de Economía de
    los Estados Partes, reuniéndose por lo menos una vez por
    semestre con la participación de los
    Presidentes.

    5. "Consolidación de la Unión Aduanera y
    transición hacia el Mercado Común. Agenda y
    Cronograma de Tareas" .

    6. El "Factor de Convergencia" se calculaba en función de
    una equivalencia de un dólar estadounidense menos el
    promedio simple de un dólar y un euro a su
    cotización en dólares en el mercado interbancario
    de Londres.

    7. El 23 de marzo de 2000 se acordó un
    régimen automotriz que establece que el 60% de las piezas
    de cada vehículo debe ser regional y dentro de él,
    la mitad debe ser nacional. Los aranceles para la importación, desde afuera del MERCOSUR, son
    35% para autos y utilitarios y 16,5% para partes y
    repuestos.

    8. Es decir, el MERCOSUR más Chile y
    Bolivia.

    9. Resto de América se refiere a América
    menos los países miembros del NAFTA y el
    MERCOSUR.

    10. Arancel Externo Común.

     

    Julio Gambina

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