II. Evolución
histórica del Mercosur
Los antecedentes inmediatos
(1985-1990)
De zona de libre comercio a
unión aduanera imperfecta (1995 –
1998)
Devaluación en
Brasil y crisis (1999 – 2001)
Crisis en Argentina y
salida de la convertibilidad (2002-2003)
III. Relaciones intra y extra
Mercosur
La expansión internacional del capital y la
articulación global de los procesos económicos
constituyen elementos esenciales del desarrollo
capitalista. Es más, la acumulación originaria del
capital1 y por lo tanto del capitalismo,
se vincula a fenómenos globales, donde la conquista de
América
ocupa un lugar privilegiado. El proceso
subsiguiente de articulación económico del planeta
tiene el sello del capitalismo. En ese marco es que puede
pensarse el lugar de la Argentina o de cualquier país de
la región a comienzos del Siglo XXI, más aún
si se piensa el momento actual de constitución y disputa de hegemonía
y contra hegemonía en el escenario mundial.
Nuestro análisis se concentra en una mirada desde
la Argentina, intentando no aislar los fenómenos locales
de un proceso mayor que agrega complejidad a cualquier
análisis que asuma la dimensión local. Resulta
interesante afirmar, a partir del estudio de las estadísticas nacionales, que para Argentina
la opción de inserción en el orden internacional en
los años noventa del Siglo XX, más allá de
las definiciones políticas
o adhesiones ideológicas, se materializó en el
MERCOSUR y más precisamente con Brasil y Chile.
Con todos los límites y
restricciones, deliberadas o no, que presentó el
desarrollo del MERCOSUR, éste ha sido uno de los factores
de dinamización de la economía local y
regional. La multiplicación de las relaciones fronterizas
reencauzan, dificultosamente, un camino interrumpido por el
decurso histórico desde la conquista y
colonización, hasta los procesos de ruptura del orden
colonial.
Eso nos lleva a pensar la mirada desde Argentina y su
inserción en el orden mundial en perspectiva
histórica. A grandes rasgos podemos identificar tres
etapas. Una primera, que va desde la colonización hasta
principios del
siglo XIX, donde la Argentina se encontraba subordinada política, cultural y
económicamente a la corona de España.
Una segunda etapa donde la dominación se desplaza hacia
Gran Bretaña. La tercera se procesa desde la crisis de 1930
para consolidarse a la salida de la segunda guerra
mundial, con la subordinación económica a
Estados
Unidos. De todas maneras conviene resaltar que los lazos con
Europa, en el
plano político y cultural, seguirían predominando,
aún en los 90, donde la voluntad política de
subordinación a Estados Unidos por parte de las clases
dominantes y del gobierno se
constituyó en privilegio de la política exterior.
Será un fenómeno clave para entender las resistencias
culturales imperantes en la Argentina y otros países de la
región, en momentos que EEUU define su hegemonía
global a comienzos del Siglo XXI.
Desde la colonización española y
portuguesa, el Cono Sur de América
Latina y en rigor, el continente, fue considerado como una
unidad de explotación para los países europeos
dominantes. El acuerdo de limitación de las áreas
de influencia entre ambos y la consolidación de otras
colonias en la región, determinaron la primera
división política y bifurcación de los
caminos de desarrollo de cada uno de los pueblos asentados en un
territorio originariamente común. El tema se vincula a los
fuertes lazos desarrollados en los últimos años
entre Brasil y Argentina, con la potencia que ello
implica en el orden global en desarrollo actualmente, mirado
desde la hegemonía y más aún, desde la
contra hegemonía. Son muchos años de
autonomización de dos países que pueden definir
rumbos alternativos, en conjunto, para pensar en otro mundo
posible.
El Virreinato del Río de la Plata en 1776
definirá el comienzo de una identidad
centrada en el puerto de Buenos Aires y
que más tarde confluirá en el surgimiento de lo que
hoy es Argentina. Lima y Buenos Aires pasan a ser una referencia
de la construcción del orden colonial español en
su última etapa. No debe olvidarse la resistencia de
los pueblos originarios en la conformación de una cultura
diversa que ahora emerge en la gesta de independencia
y emancipación. Proceso complejo en la Argentina actual
derivado del genocidio y el fenómeno masivo de la inmigración desde mediados del Siglo XIX y
hasta comienzos del XX, que define una hegemonía cultural
de la población y el capitalismo
local.
La Revolución
de mayo de 1810 y la gesta independentista procesada a
posteriori en el Siglo XIX, mediado por las invasiones inglesas
de 1806 y 1807, la ocupación de las Malvinas en
1833 y el bloqueo anglo-francés de 1845, ponen fin a esta
subordinación económica a la corona de
España. El apoyo que la diplomacia británica, de
manera explícita o implícita, prestó a los
movimientos de independencia americanos, entre ellos al que se
desarrolla en el Virreinato del Río de la Plata, tuvo el
doble propósito de debilitar a su vieja enemiga,
España, que veía así desmembrado su vasto
imperio, y al mismo tiempo llegar
a reemplazarla en los potencialmente importantes mercados de la
región.
Los lazos económicos van a primar sobre los
políticos. El célebre préstamo Baring
Brothers, negociado en 1824 por el gobierno de la provincia de
Buenos Aires con la famosa casa inglesa y cuya pesada carga fue
soportada por muchos años, y la activa
participación de los comerciantes británicos en la
plaza mercantil porteña luego de la Revolución
de Mayo, fueron apenas señales
aisladas de la constelación de intereses que se
consolidarían en la década de 1880. Argentina,
desde entonces tal como la conocemos hoy en su integración
territorial y con la hegemonía de Buenos Aires sobre el
conjunto del país, se incorpora a la división
internacional del trabajo
imperante como país exportador de productos
agropecuarios e importador de manufacturas. De ese modo, las
clases dominantes locales articulan su poder con la
potencia imperialista dominante. Ese lugar en el capitalismo
global condicionará el desarrollo dependiente del
capitalismo local. Dentro de la expansión colonial y la
conquista de nuevos mercados para su producción y capitales, la Argentina
representará un papel significativo en satisfacer las
necesidades alimenticias a bajo costo de la
población británica, asunto esencial para el
afianzamiento del carácter dominante del capital Inglés
en su etapa de expansión imperialista, la que se expresa
en Argentina mediante inversiones en
la industria de
la carne, el ferrocarril, la actividad financiera y la propiedad de
la
tierra.
En el apogeo del modelo
agroexportador, el comercio exterior
argentino se orientaba decididamente hacia el Reino Unido, cuya
participación en las importaciones
argentinas representaba casi un tercio de su total, mientras que
el mercado
británico absorbía cerca de la mitad de nuestras
exportaciones.
Argentina exportaba carne y cereales y recibía a cambio,
principalmente productos textiles, bienes de
consumo
duradero, carbón de piedra, material ferroviario, hierro y
acero. Los
capitales ingleses, a quienes pertenecía en esa
época más del 60% del total de la inversión
extranjera, contribuyeron al crecimiento del país,
pero sobre bases precarias, dependientes, ya que impedían
un desarrollo industrial autónomo, acentuando las
diferencias regionales y ejerciendo un control directo
sobre el conjunto del proceso productivo. Argentina
construía a pleno una sociedad
capitalista en la era imperialista, y por lo tanto
subordinada.
En la primera posguerra, sin embargo, las dificultades
que venía experimentando la economía
británica se profundizaron. El viejo aparato productivo
inglés no se adaptó a los cambios
tecnológicos que se produjeron en esa época y fue
paulatinamente desplazado de los mercados mundiales por otros
países. Las tradicionales potencias hegemónicas a
escala global
iban dejando espacio a la emergencia de nuevos países con
pretensión hegemónica, tales como Alemania o
EEUU. No será un dato menor la escisión Rusa del
orden mundial hegemónico en 1917. Será la base que
motorizará la respuesta del "New Deal" en EEUU para
enfrentar la crisis del 30 y transformarse en hegemónico a
escala global.
En Argentina, Estados Unidos se convierte en el primer
proveedor y financista, y los ingleses solo conservan su
influencia por ser los principales compradores y por el volumen e
importancia de sus inversiones pasadas, claro que también
fuertemente condicionado por la influencia política y
cultural. De este modo, se abre un nuevo período, que
continuará hasta la crisis del 30, en el que predomina el
denominado "comercio
triangular", por el cuál la Argentina exporta, sobre todo,
al mercado británico, mientras que sus importaciones
proviene en su mayoría de Estados Unidos. La avalancha de
capitales norteamericanos que se produce en la década de
1920 y acompaña este proceso, presagia el fin de la
"relación especial" con Gran Bretaña.
Son marcadas las diferencias del desarrollo
histórico entre Argentina y Brasil. Primero con
relación a los vínculos coloniales con
España y Portugal y luego por la forma de inserción
en la economía
mundial, el desarrollo de su población y las formas
asumidas para el desarrollo capitalista en cada territorio. En
1930, el general José Félix Uriburu encabezó
un golpe de estado
en Argentina y menos de un mes después, en Brasil una
revolución con apoyo civil y militar bajo el liderazgo de
Getúlio Vargas (Gobernador de Río Grande do Sul en
ese entonces) llegaba al poder. Las consecuencias fueron
ostensiblemente distintas. En Argentina, la devolución del
poder a la oligarquía agroexportadora reforzó los
vínculos de dependencia en relación con Gran
Bretaña, mientras que en Brasil, al derribarse el poder de
la oligarquía cafetalera se trató de aprovechar la
rivalidad de Estados Unidos con Gran Bretaña para obtener
de éste los recursos
necesarios para un proyecto de
industrialización.
Lo que más les preocupaba entonces a las clases
dominantes de Argentina, que ligadas a intereses rurales en tanto
terratenientes ligados a la inserción agro exportadora, y
que dependían de sus mercados compradores, es que no
podían colocar sus productos en el mercado estadounidense.
Es que el gobierno de EEUU, forzado por su "lobby" rural,
imponía restricciones a la entrada de productos
argentinos. De esta manera, alentados por los ingleses, los
ganaderos locales impulsarían la campaña "comprar a
quien nos compra", la cuál culminará luego en 1933,
con el Pacto Roca-Runciman, por medio del cuál, a cambio
de conservar exportaciones de carnes se privilegiaron nuevamente
los intereses británicos. Fue el último acto,
tardío, de la subordinación argentina respecto a
Gran Bretaña. La realidad económica local
anticipaba la emergencia de una nueva
hegemonía.
Con la llegada del peronismo al
gobierno en 1946, y aún antes, en los gobiernos militares
se producen modificaciones en la hegemonía del capitalismo
local. La clase
dominante ya no se expresaba en el capital británico y la
oligarquía agroexportadora. Juan Domingo Perón era
la expresión de un liderazgo que trataba de organizar un
sistema
político semejante al que Vargas había
articulado en Brasil, estructurando como base de poder una
alianza de la burguesía industrial local, los trabajadores
y los militares, en torno a un
proyecto de industrialización y con pretensión de
"desarrollo nacional". El clima de
"época" internacional y el tardío involucramiento
de Argentina con los aliados en la Segunda Guerra define
una fuerte contradicción en la sociedad capitalista
Argentina, con fuerte predomino de las inversiones de EEUU y el
peso económico de los capitales de ese origen y la fuerte
concepción antinorteamericana en vastísimos
sectores sociales, principalmente entre los trabajadores y
militares. Es un tema clave para entender la continuidad del
vínculo ideológico y cultural con Europa, pese al
dominio
económico del capital originario de EEUU.
En las décadas siguientes, la
subordinación económica de la Argentina respecto a
Estados Unidos irá en aumento, sin embargo, en el
ámbito político y cultural, la Argentina
continuaría más cercana a Europa. La
relación con América Latina remitía al
vínculo histórico de la lucha por la independencia
de España y era prácticamente nula la referencia
cultural y de identidad al pasado precolonial. Argentina se
insertaba en el mundo capitalista bajo dominio económico
de EEUU y con fuerte influencia de Europa. Se trataba de una
cultura capitalista dependiente de los patrones culturales
productivos imperantes en los principales países
capitalistas desarrollados.
Con la crisis capitalista que se extendió desde
fines de los sesenta por todo el mundo, las adversas condiciones
en la esfera productiva de los países centrales
alimentaron la proliferación de capitales financieros,
alimentando un explosivo endeudamiento en el Cono sur en la
década del setenta. A principios de los ochenta, la nueva
política
monetaria de los Estados Unidos provocó una
reversión de flujos de dinero que
precipitó el colapso de las economías de la
región. Los proyectos
neoliberales lograron imponerse de manera generalizada en el
mundo. La crisis era el resultado del poder de los trabajadores
que dificultaban a escala global el proceso de
valorización y reproducción del capital.
En Latinoamérica, las dictaduras militares
instauradas en 1973 en Chile y 1976 en Argentina,
significarían la irrupción del neoliberalismo, con origen de aplicación en
la región. Luego se instalaría en el capitalismo
desarrollado, primero en Inglaterra, 1979
y en Estados Unidos, 1980. Desde mediados de la década del
ochenta en el resto de Europa, el modelo neoliberal se
iría imponiendo. La ruptura de la bipolaridad
extendería esa hegemonía hacia Europa del este. La
crisis asiática a fines del 90 definiría casi en
simultáneo la hegemonía y crisis global de las
políticas neo liberales. La violencia
financiada por EEUU apuntalaba el desarrollo capitalista global
con sus ensayos
militares de cuño monetarista2 en el cono sur.
Fue el comienzo de una etapa de tres décadas (1973/2003)
que se proyecta hoy en la violencia ejercida en Medio Oriente
para afirmar la hegemonía de EEUU en el orden capitalista
mundial.
Argentina seguía con la contradicción de
potenciar lazos económicos con EEUU y culturales con
Europa, aunque un dato no menor lo expresaban los fuertes
vínculos de comercio con la URSS, desoyendo las demandas
de boicot económico impulsadas por EEUU a comienzo de los
80. El fenómeno Malvinas en 1982 potenció la
desconfianza de Argentina con EEUU y debilitó las
relaciones con Europa, especialmente con el Reino Unido. EEUU
incumplió los tratados
regionales y Argentina descubrió la solidaridad de
América Latina. Empezaba una nueva etapa de las relaciones
políticas, diplomáticas y culturales en la
región. Es un proceso que converge con el fin de las
dictaduras del Cono Sur, ya en la década de los 80 y que
depara nuevos alineamientos de la región en el orden
global con hegemonía neoliberal.
Ya en 1985 los entendimientos entre Argentina y Brasil
alcanzaban una dimensión cooperativa
sin precedentes, influyendo gradualmente en las decisiones
internacionales, intentando una intervención
política regional y global, alternativizando instrumentos
tradicionales como la OEA.
Argentina, luego de las luchas por la independencia,
volvía a mirar hacia Latinoamérica, pero lejos de
una motivación
emancipadora o de lucha independentista. Es que el fracaso de la
aventura bélica en Malvinas se traduciría en el fin
de la dictadura militar
y la vuelta al régimen constitucional en la Argentina. El
retorno al régimen electoral de gobierno no era producto de la
iniciativa y ofensiva de la resistencia popular y se
expresó claramente en los límites de los sucesivos
gobiernos que afirmaron las políticas hegemónicas
motorizando el consenso social.
Pero curiosamente, el giro hacia América Latina
afirmaría nuevos lazos en el entramado complejo de la
búsqueda de un lugar de la Argentina en el mundo, donde
las tendencias de la política hegemónica hacia la
apertura de la economía, principalmente de los capitales,
transitaría en paralelo con el fenómeno estructural
de latinoamericanización de la cultura argentina, que
entre otras manifestaciones se expresaba en los señalados
acuerdos entre Brasil y Argentina en 1985 y más tarde con
el nacimiento del MERCOSUR en 1991, pese a la existencia de un
gobierno que proclamaría las relaciones carnales de la
Argentina con EEUU y el propio hecho de que el MERCOSUR fuera un
espacio privilegiado para los negocios de
los capitales más concentrados actuantes en los
países signatarios del acuerdo regional.
La caída del Muro de
Berlín en 1989 y la desintegración de la
Unión Soviética en 1991 pondrían fin a la
guerra
fría y al mundo bipolar. El modelo neoliberal
tendría así el camino abierto para el logro de su
hegemonía. Con el Consenso de Washington,
Latinoamérica tendría su "segunda vuelta" en esos
años noventa. En estos años se consolidaría
la subordinación política de la Argentina en
relación a Estados Unidos, pero tal como venimos
sosteniendo, en paralelo se construían vínculos que
hacen pensar en la potencialidad de orientar a la Argentina en la
construcción de otro orden global, en tanto parte de un
proyecto contrahegemónico. Fenómeno posible a
partir de la crisis de fines de 2001 y la convergencia con nuevos
fenómenos de inserción de la izquierda en el
gobierno de Brasil y la potencialidad en ese sentido del Uruguay.
II. EVOLUCIÓN
HISTÓRICA DEL MERCOSUR
América Latina había intentado procesos de
integración con antelación. Sin hablar del proceso
de lucha por la independencia, es destacable el intento de la
ALALC (1960) y de la ALADI (1980).
Fueron procesos propios de una época del desarrollo
capitalista, donde el modelo de acumulación de capitales
privilegiaba el desarrollo del capitalismo fronteras adentro, con
industrialización sustitutiva y fuerte intervención
directa del Estado
nacional en el proceso de producción y distribución de bienes y servicios. El
carácter cerrado de las economías, entre otros
factores, no favoreció un proceso de expansión del
fenómeno integrador, el que se manifestaría ahora
con fuerza en las
nuevas condiciones surgidas en los años 90. El aliento a
la apertura de la economía de los países de la
región instalará la necesidad integradora desde una
concepción mercantil, de aliento principal a la iniciativa
privada y bajo el predominio de políticas de Estado con
hegemonía de la corriente principal, monetarista y
neoliberal.
Será muy clara la orientación al mercado
del acuerdo celebrado en Asunción (Paraguay), que
desde el nombre mismo define el objeto a constituir como un
"mercado", con el acento puesto en la libre circulación de
producción y factores para mejorar la escala de negocios
involucrada en la zona, que en principio privilegiaba la
reducción arancelaria para potenciarse a futuro en la
convergencia de políticas macroeconómicas. Es el
periodo de desorden mundial y hegemonía capitalista en
disputa, donde los dos países mayores del acuerdo buscan
su propio orden interno de cara al alineamiento internacional. Es
notario el proceso de adecuación política sufrido
en ambos países y que los llevará, más
allá del común compromiso por constituir un espacio
común en el MERCOSUR, a desarrollar políticas
específicas, muchas veces contradictorias y competitivas
con el propósito de integración. Estaba claro que
el propósito de "mercado" le daba nuevo contenido a la
categoría que define la integración. Pese a las
desavenencias de las autoridades de los socios principales, el
MERCOSUR se abrió paso con expansión de relaciones
comerciales aunque fomentando relaciones asimétricas
favoreciendo alternativamente a uno o al otro. Se trataba de un
proceso derivado de la ausencia de una voluntad común por
establecer una convergencia de políticas
macroeconómicas.
El intento de reducción de aranceles
evolucionó en la conformación de una unión
aduanera imperfecta, estableciendo dificultosamente un arancel
externo común. Es la etapa de mayor desarrollo del
MERCOSUR, con fuerte expansión del comercio intrarregional
y que evitó mayores problemas a
aquellos que resultaban de la crisis del tequila (devaluación de la moneda de México) y
su efecto recesivo en las economías de Brasil y Argentina.
El fenómeno del desempleo,
disparado con la recesión, pudo contenerse limitadamente
por la expansión del comercio regional alentado por la
fase expansiva del MERCOSUR. Esta etapa reconoce datos de
expansión de la iniciativa en el plano económico y
también político, pese a la manifiesta voluntad pro
EEUU del gobierno de Argentina y más precisamente de su
Ministro de Economía, Domingo Cavallo, más
interesado en alentar los acercamientos y negociaciones con EEUU
y la propuesta de ALCA que en fomentar los avances de
integración regional. Es también un periodo de
fuertes controversias motorizados por intereses que se
veían afectados en pérdida de privilegios o
derechos
previamente instalados.
La primera crisis importante del MERCOSUR devino con la
devaluación de la moneda en Brasil. El carácter
inconsulto con sus socios comerciales en la región se
justificó con otras iniciativas en distintos planos
asumidas por el par mayoritario. Las históricas
contradicciones y la falta de un proyecto común para la
región, seguido de una cerrazón ideológica
en la Argentina por sostener sin límite ni tiempo el
régimen convertible activaron la medida brasileña.
Sin embargo y visto desde la Argentina, ninguna de las
premoniciones negativas se hicieron realidad. Parecía que
la asociación iniciada iba más allá de las
voluntades gubernamentales y así, Brasil y Argentina
profundizaban una relación comercial no buscada por
importantes sectores sociales dominantes de la Argentina. Era en
ese sentido muy importante la agresividad de Cavallo,
especialmente en su retorno al Ministerio de Economía
durante la
administración De la Rúa.
El otro momento de crisis fue la salida de la
convertibilidad en Argentina a finales del 2001. Es el punto
más bajo en la relación construida durante la
década de instalación del MERCOSUR. Sin embargo, la
menor voluntad de las clases dominantes en la región para
acelerar un proceso de integración regional había
sido puesta en discusión por los sectores populares de
Brasil y Argentina. En Brasil se acercaba la posibilidad de un
gobierno con inclusión de la izquierda liderada por un
trabajador y en Argentina, una pueblada había hecho
renunciar al gobierno y se abandonaba caóticamente el
régimen convertible. Se abría así un espacio
para la expectativa, que a fines de 2002 presentaba el triunfo
electoral del frente hegemonizado por el PT y la
movilización popular en Argentina como datos alentadores
para recrear una posibilidad de integración regional,
incluso más allá de los objetivos de
"mercado" asociados al MERCOSUR.
Se recreaba una posibilidad de convergencia
económica y política en la región, que
llegó a manifestarse como posibilidad de pensar en una
moneda común. Se generalizó una expectativa de
corrimiento desde las negociaciones por el ALCA a un acuerdo
intrarregional para negociar desde allí el acuerdo
continental. Se sumó a dichas expectativas el acercamiento
de Venezuela a la
región potenciando una recuperación de al
dimensión integradora del conjunto de la región,
más allá del Cono Sur. Eran expectativas que
aún no tienen respuesta definitiva.
LOS ANTECEDENTES INMEDIATOS
(1985-1990)
Los antecedentes inmediatos del MERCOSUR están
dado por la hegemonía en el proceso de acumulación
capitalista de cuño neoliberal. La Declaración de
Iguazú firmada por los Presidentes Sarney y
Alfonsín el 30 de noviembre de 1985, fue el marco inicial
de un nuevo período en las relaciones bilaterales de los
dos países de la región. Luego, el 20 de julio de
1986, la firma del Acta de Integración
Argentina—Brasileña estableció las bases del
Programa de
Integración y Cooperación Económica (PICE),
el cual tenía como objetivo
promover la formación de un espacio económico
común por medio de la apertura gradual y selectiva de
sectores productivos específicos.
La integración Argentina-Brasil en el área
económica-comercial devino de un contexto internacional de
creciente apertura y desregulación, en un momento signado
por la crisis. Hay que recordar, que el decenio de 1980 fue
considerado una "década perdida" para América
Latina y el Caribe por la CEPAL. En el discurso de
los gobiernos se levantaba el proceso de acercamiento como una
forma de enfrentar la crisis en desarrollo. Incluso en el
período de las presidencias de Sarney y Alfonsín
fue lanzada la meta de un
Mercado Común en el Cono sur. El Tratado de
Integración, Cooperación y Desarrollo
Argentina-Brasil, del 29 de noviembre de 1988 preveía, en
el artículo 3º, la liberalización completa del
comercio de bienes y servicios en un plazo máximo de diez
años, y, en los artículos 4º y 5º,
trataba las restantes cuestiones de la agenda para un Mercado
Común. El artículo 1º mencionaba el objetivo
de la formación de un "espacio económico
común", mientras que el artículo 5º,
más explícito, se refería a la meta de un
"mercado común". Por lo tanto el Tratado de 1988
representaba, una evolución importante en relación a
la metodología anterior, del PICE, que
promovía la integración a través de acuerdos
sectoriales (como los de trigo o de bienes de capital, por
ejemplo) a pesar que la perspectiva de avances graduales
continuaban presentes en su redacción.
Entre 1989 y 1991, el mundo experimentaba una serie de
acontecimientos drásticos (la caída del Muro de
Berlín, la reunificación de las dos Alemanias, el
estallido interno de la Unión Soviética, el
término del Pacto de Varsovia y la guerra en la antigua
Yugoslavia), que pondrían fin a la guerra fría y al
mundo bipolar, emergiendo los Estados Unidos como potencia
hegemónica. En este contexto, el 6 de julio de 1990, el
Acta de Buenos Aires, firmada por los Presidentes Carlos Menem y Fernando
Collor, anticiparía para el 31 de Diciembre de 1994 el
plazo para la conformación del Mercado Común entre
los dos países. El Acuerdo de Complementación
Económica nº 14 (ACE-14), firmado el 20 de diciembre
de 1990, por el que se instituía un programa de
liberalización automática y lineal del comercio de
bienes hasta el 31/12/94, retomaba en su introducción el "objetivo de establecer el
31 de diciembre de 1994 un Mercado Común". Podría
decirse, usando términos del GATT/OMC, que la
liberalización inicial promovida por el PICE, de
carácter gradualista, se hacía por medio de "listas
positivas", o sea, la liberalización comercial se aplicaba
solo a aquellos sectores para los cuáles hubiese una
decisión específica al respecto. Con el Tratado de
Integración, el Acta de Buenos Aires y el ACE-14, se
pasó a una integración comercial de "listas
negativas", o sea, quedarían fuera de la apertura
comercial recíproca solamente los sectores expresamente
excluidos.
Tal como hemos señalado, el 7 de junio de 1990,
el entonces presidente norteamericano George Bush lanzó su
llamada "Iniciativa para las Américas". La misma
descansaba en tres pilares básicos: estimular el flujo
comercial, incrementar la inversión extranjera y reducir el
endeudamiento externo, en el marco de la liberación total
de las economías latinoamericanas y caribeñas. El
propósito apuntaba a incorporar a América Latina y
el Caribe a la nueva estrategia de
dominación global pretendida por EEUU a la salida de la
bipolaridad. Se retomaba así una fuerte iniciativa
política hacia la región en el sentido
estratégico que en otra época había
significado la "Alianza para el progreso". Si entonces el
objetivo era contra el proceso socialista que anticipaba Cuba, ahora se
presentaba como contracara ante la debacle del socialismo en el
Este de Europa. La disputa por la hegemonía estaba
lanzada.
Los capitales europeos y estadounidenses se lanzaron en
toda la década siguiente a competir por las privatizaciones de empresas
públicas y la propia venta de las
empresas privadas de la región. La competencia se
extendería también en iniciativas políticas,
ya que a la iniciativa para las Américas le siguió
la convocatoria del Rey de España a las Cumbres de
Presidentes Iberoamericanos desde 1991, obviamente con la
exclusión de EEUU y Canadá. Puede destacarse
también, que en 1990 fue convocada en San Pablo un
Foro de Partidos y Organizaciones de
Izquierda, rebautizado Foro de San Pablo y que tuviera como
principal impulsor al actual Presidente del Brasil y entre otras
cuestiones resaltaban la necesidad de discutir el orden global y
pensar nuevamente la perspectiva socialista. La ruptura del orden
global hacia necesaria una nueva agenda de discusión y
cada quién ocupó su lugar. La idea de una
asociación regional para conformar un mercado común
empezaba a manifestarse como posible.
En este contexto, de fuerte iniciativa económica
y política de los capitales y gobiernos de los
países capitalistas desarrollados, se abrió paso un
proceso de articulación económico regional. En
efecto, Paraguay y Uruguay fueron, en agosto de 1990, invitados a
participar del proceso de integración que venían
protagonizando Argentina y Brasil. Desde aquel momento estaba
presente la percepción
de que, en bloque, los países del Cono Sur podrían
entablar negociaciones económicas con otras regiones en
una posición más favorable. Era el pensamiento
impulsado por los capitales más concentrados en la
región y que buscaban una escala más adecuada para
los negocios, en momentos en que la crisis de los mercados
internos se hacia presente con deterioro de la capacidad de
consumo de la mayoría de las poblaciones fronteras
adentro. Se hacía necesario ensanchar la escala de
mercado. Como resultado, se firmó en Asunción
(Paraguay) el 26 de marzo de 1991 el Tratado para la
Constitución de un Mercado Común entre Argentina,
Brasil, Paraguay y Uruguay.
En el denominado "período de transición",
conforme la definición del Tratado de Asunción,
fueron construidas las bases del MERCOSUR. Aún cuando no
haya suscitado en ningún momento resistencias lo
suficientemente fuertes como para desarticularlo, el MERCOSUR fue
recibido inicialmente con muchas reservas, escepticismo o
desinterés, dado el bajo grado de interdependencia
económica en la zona. Además, vale mencionar la
instalación propagandística del "there is not
alternative" sustentado oportunamente por Margaret Tatcher en los
80 y que ahora ante el colapso del mundo bipolar y la fuerte
hegemonía capitalista, parecía imponerse sin
resistencia. No se recibía la noticia del MERCOSUR con
expectativas, pero todo indicaba que se seguía un curso de
articulación global desde bases regionales.
La propia evolución del comercio intra-zona
crearía, en un primer momento, sobretodo en Brasil, una
coalición empresarial a favor del MERCOSUR.
Las divergencias macroeconómicas entre Argentina
y Brasil provocarían elevados desequilibrios en la
balanza
comercial bilateral. Mientras que la economía
argentina crecía en 1992 y 1993, luego de procesos
hiperinflacionarios en 1989 y 1990, Brasil comenzaba en 1993 a
recuperarse de la estanflación de 1987-1992. Asimismo, las
políticas cambiarias divergían radicalmente. Los
elevados superávits a favor de Brasil daban origen a
sucesivas dificultades en el proceso de
integración.
El período inicial de implementación del
MERCOSUR coincidió con el lanzamiento del "Plan de
Convertibilidad" desde abril de 1991. La Argentina ataba su
moneda al dólar, con un valor
paritario, en un sistema de caja
de conversión.
A pesar de los residuos de inflación registrados
en 1991 y 1992, se mantuvo inalterada la paridad cambiaria. Al
mismo tiempo, la economía argentina iniciaba un
período de expansión, impulsado por un importante
flujo de capitales externos atraídos por las
privatizaciones, las compras de
empresas privadas y el financiamiento
del sector
público. Tal conjunción de factores –
tipo de cambio
fijo y crecimiento
económico – provocaría, naturalmente
dificultades en la balanza comercial. Las importaciones
argentinas se expandían fuertemente a partir de 1991,
mientras que las exportaciones permanecieron, en un principio,
inalteradas. Entre otros efectos, ello explicaría a
posteriori el fuerte crecimiento del desempleo de origen
industrial.
La balanza comercial se encontraba en el centro de todos
los debates sobre la conducción de la política
económica nacional. De esta manera, es natural que los
desequilibrios comerciales con Brasil pasaran a ser una
cuestión tan visible en la agenda del MERCOSUR. Sin
embargo es menos comprensible que las preocupaciones argentinas,
al menos en términos de debate
público, se concentrasen en el comercio con Brasil,
mientras que el déficit con Estados Unidos alcanzaba
proporciones mas elevadas.3
La insatisfacción de Argentina en relación
a los déficits comerciales con Brasil se ponía en
evidencia en actitudes
como: medidas de defensa comercial contra productos
brasileños, demandas de coordinación macroeconómica. Era
evidente que la ventaja cambiaria a favor de los exportadores
brasileros devenía, en primer lugar, de la política
de apreciación real del peso, y no de las
desvalorizaciones competitivas del cruzeiro, las cuáles
eran esencialmente nominales, buscando compensar las tasas de
inflación interna. Existían declaraciones agresivas
en relación a los factores que explicarían las
ventajas de naturaleza
competitiva de Brasil en aquel momento, y el propio Ministro
Cavallo afirmaba: "Qué es lo que Brasil exporta hoy?
Saldos y sobras no vendidos en el mercado interno. Con el
empobrecimiento de la población, cae el consumo y el
excedente es vendido a cualquier precio. Este
tipo de aumento de las exportaciones empobrece al país y
para que existan ese tipo de exportaciones son necesarios
salarios
bajísimos y una política interna de
hambre".
Debe señalarse que crecía la
opinión entre las clases dominantes, y Cavallo
respondía a esa franja, que la vinculación
comercial a privilegiar era con EEUU y no con Brasil y
América Latina. Puede recordarse que la privatización de la petrolera estatal YPF
se realizó en 1993 y todas las opiniones indicaban que se
hacía a medida de los inversores estadounidenses, para
compensar la presencia europea en las primeras privatizaciones.
Sin embargo, Brasil no reaccionó ante tales
manifestaciones, presumiblemente dado que la balanza comercial
bilateral continuaba favorable a ese país y dada una
visión estratégica de la importancia
histórica de la construcción del
MERCOSUR.
Durante el "período de transición",
Argentina emitió sucesivas señales ambiguas en
relación a una eventual preferencia a la
integración continental. El bloque liberal-conservador,
hegemónico en la conducción de la política
económica doméstica, criticó permanentemente
el proyecto del MERCOSUR, defendiendo un proyecto de
inserción internacional próximo al modelo chileno,
que combina apertura multilateral y preferencia de las relaciones
con Estados Unidos.
Además de factores endógenos del mismo
proceso sub-regional, diferentes circunstancias en el escenario
hemisférico contribuyeron para consolidar la opción
por el MERCOSUR: Estados Unidos en ningún momento tuvo un
gesto concreto en
dirección a la negociación de un acuerdo de libre comercio
con la Argentina, ya sea bilateralmente o través del
NAFTA. Sin embargo, tal como dijimos, la voluntad de acercarse a
Estados Unidos existía en la clase dominante. Si Estados
Unidos hubiese dado señales concretas en torno a la
admisión de la Argentina en el NAFTA o un acuerdo
bilateral, posiblemente la Unión Aduanera del MERCOSUR no
habría sido constituida. Por otro lado, la visión
de la integración sub-regional (MERCOSUR) y regional (zona
de libre comercio con la Comunidad
Andina de Naciones) eran impulsadas como etapas dentro de un
esquema de integración hemisférica más
amplio, y no como alternativas excluyentes o
confrontadas.
Existían, en el inicio del proceso, dudas sobre
las metas que deberían ser alcanzadas hasta fines de 1994.
El Tratado de Asunción permite algunas ambigüedades,
por un lado la "ambición política" de construir un
Mercado Común en menos de cuatro años; y por el
otro, la "conciencia
pragmática" de que esa meta debería ser buscada en
forma gradual, sin imposiciones de plazos
rígidos.
En la segunda Reunión del CMC4,
realizada en Argentina en junio de 1992, se adoptó el
Cronograma de Las Leñas, el cuál constituye el
primer esbozo de las tareas para la conformación del
Mercado Común. La meta fijada para el 31 de diciembre de
1994 era la constitución de la Unión
Aduanera.
Fue en la quinta Reunión del CMC (Colonia,
Uruguay, 17 de enero de 1994) que se superaron las
ambigüedades sobre las metas de integración en el
"período de integración". Se aprobó un
documento5 en que se explicitaba que el Mercado
Común sería una meta a buscar luego del
"período de transición", en este sentido, el
documento sentencia: "Se afirma el propósito de
formalizar, el 01/01/1995 una Unión Aduanera como etapa
esencial en la construcción del Mercado
Común".
Hasta julio de 1994, el MERCOSUR todavía era una
incógnita. El cronograma de desgravaciones arancelarias
avanzaba conforme a lo previsto por el Tratado de
Asunción, pero las negociaciones sobre la Unión
Aduanera permanecían indefinidas. Se desbloquearon las
negociaciones sobre los temas más sensibles, como el
Arancel Externo Común, la definición sobre el
Régimen de Origen, la situación de las Zonas
Francas y el cuadro institucional luego del "período de
transición". En los temas en los que las posiciones
permanecían irreconciliables, como por ejemplo los
sectores automotriz y azucarero, se acordó prorrogar el
plazo de las negociaciones.
El punto de inflexión fue la sexta Reunión
del CMC (Buenos Aires, 4-5/08/1994), en la cual se le dio forma
concreta al entendimiento alcanzado en la quinta reunión
del CMC, de que el MERCOSUR debía cerrar el
"período de transición" con la constitución
de la Unión Aduanera.
El primero de julio de 1994, Fernando Henrique Cardoso,
Ministro de Hacienda de Brasil, puso en marcha el Plan Real. De
este modo, con la valorización de la moneda brasilera, se
llegaba a una convergencia con el Plan de Convertibilidad
instrumentado en la Argentina, pudiéndose aspirar a la
convergencia macroeconómica entre ambos países,
asimismo, se creaba una perspectiva de solución al
problema de los altos déficits comerciales argentinos, lo
cuál contribuiría de forma significativa al cambio
de rumbo en las negociaciones.
La séptima Reunión del CMC (Ouro Preto,
16-17/12/94) daría forma final a los últimos
entendimientos para la entrada en funcionamiento de la
Unión Aduanera el 1/1/1995. Aunque "incompleta", fue su
entrada en funcionamiento el principal momento de
afirmación del MERCOSUR luego de la firma del Tratado de
Asunción. En esta reunión se firmó el
Protocolo de Ouro
Preto, el cual le daría personería jurídica
al MERCOSUR. Sin embargo, ese año se materializó en
Miami, EEUU, la propuesta de Clinton sobre las Cumbres de
Presidentes de las Américas, que convocados por la OEA
reuniera a 34 países con la excepción de Cuba para
comenzar las negociaciones por el ALCA.
DE ZONA DE LIBRE COMERCIO A
UNIÓN ADUANERA IMPERFECTA (1995 –
1998)
La Unión Aduanera que entró en
funcionamiento el 1 de enero de 1995 tenía algunas
grietas. Aún permanecían en la agenda, a la espera
de un acuerdo, varios puntos relevantes para la libre
circulación de bienes intra-zona y para la
definición de una política comercial común
extra-zona. Por otro lado, además de la agenda interna,
las negociaciones externas (principalmente con Chile y Bolivia)
pasaron a absorber gran parte de la atención de los países del
MERCOSUR.
En cuanto a la política comercial común,
numerosas excepciones caracterizaban al Arancel Externo
Común. Los sectores automotriz y azucarero quedaron
temporariamente excluidos tanto de la libre circulación
intra-zona como de las normas de una
política comercial común extra-zona. Era una
expresión clara de la capacidad de lobby de algunos
sectores dominantes que bregaban por la protección de su
producción en el marco de una adhesión
"ideológica" a las concepciones aperturistas o de libre
cambio.
El inicio de la entrada en vigencia de la Unión
Aduanera coincidió con los esfuerzos prioritarios de
Argentina y Brasil para controlar los efectos de la crisis
cambiaria mexicana de diciembre de 1994. En este contexto, las
medidas de política económica consideraban al
proceso de integración regional un aspecto secundario
dentro de las políticas de estabilización. El tema
prioritario estaba determinado por la recesión que se
extendió en ambos países entre 1995 y
1996.
La necesidad de medidas específicas de defensa de
de los planes de estabilización (tanto en Argentina como
en Brasil) provocaría, en 1995, frecuentes divergencias
comerciales en el MERCOSUR en torno a cuestiones como el
régimen automotriz brasileño, adecuaciones del AEC
para atender a intereses específicos de los planes de
estabilización, la decisión brasileña de
exigir el pago en efectivo para las importaciones textiles, de
arroz y choclo, entre otras.
El 15 de diciembre de 1995 se suscribía en
Madrid el "El
Acuerdo Marco Interregional de Cooperación entre el
MERCOSUR y la Comunidad
Europea", el cuál entró en vigencia el 1º de
julio de 1999. Luego, el 24 de noviembre de 1999, se celebraba en
Bruselas el primer encuentro del Consejo de Cooperación
MERCOSUR–UE.
Sin embargo, los primeros países con lo que el
MERCOSUR suscribió acuerdos fueron Chile y Bolivia
respectivamente. De esta manera estos países pasaron a ser
"Estados Asociados", formando parte de lo que denomina "MERCOSUR
Ampliado". En el caso de Chile, en la Cumbre de Presidentes de
San Luis, Argentina (junio de 1996), se firmó el Acuerdo
de Complementación Económica MERCOSUR–Chile.
Mientras que en la Cumbre de Presidentes de Fortaleza, Brasil
(diciembre de 1996), se firmaba el Acuerdo de
Complementación Económica MERCOSUR–Bolivia.
En ambos acuerdos se prevén instrumentos para el
establecimiento de una Zona de Libre Comercio.
El nuevo escenario luego de la estabilización de
la economía brasileña y de la valorización
del real, llevó a una reversión, a favor de
Argentina, de la evolución de los saldos de la balanza
comercial bilateral. Argentina acumuló un saldo comercial
positivo de 3.160 millones de dólares en el período
1995-1996, en contraste con el déficit de 2.720 millones
de dólares en el período 1992-1994. A estas cifras
debe contraponerse el déficit comercial de la Argentina
con Estados Unidos de 12.200 millones de dólares en el
período 1992-1996. En este sentido, queda claro que a
pesar que la voluntad política de las clases dominantes se
orientaban hacia Estados Unidos, los negocios se realizaban con
Brasil. Esa expansión de las exportaciones argentinas al
mercado brasileño compensó los efectos recesivos de
la crisis. Este puede haber sido el elemento más decisivo
en el cambio de percepción argentina con respecto al
MERCOSUR. Los saldos comerciales con Brasil fueron cruciales para
superar las dificultades que significó, para los sectores
dominantes, la crisis mexicana con su denominado "efecto
tequila".
La intensificación de las presiones para la
aceleración en la formación del ALCA daría
más fuerza a los argumentos dentro de los sectores
subordinados sobre la necesidad de profundización del
MERCOSUR, de modo de asegurar su identidad y permanencia en el
contexto de una eventual integración hemisférica.
En ese marco se demandaba la inclusión de cláusulas
sociales y formas de expresión de la sociedad civil en
la toma de
decisiones, evitando el carácter unilateral expresado
por los gobiernos en la definición de políticas del
MERCOSUR.
La tercera Reunión de Ministros Responsables del
Comercio del Hemisferio (realizada en Belo Horizonte, el
16/05/1997), significó una fuerte defensa del MERCOSUR. En
la Declaración Final, en su parágrafo "5b" se
afirma formalmente que el ALCA convivirá con los acuerdos
bilaterales y sub-regionales del continente, "en la medida que
los derechos y obligaciones
asumidas al amparo de estos
acuerdos no se encuentren cubiertos por los derechos y
obligaciones del ALCA, o los abarquen". Por ser una Unión
Aduanera, y pretender conformar un Mercado Común, el
MERCOSUR supone, por definición, mayor profundidad de
integración en relación al ALCA.
Sin embargo, el debate sobre la aceleración en la
profundización no dejó de lado las tareas en la
consolidación de la Unión Aduanera. En este
sentido, en la XII Reunión del CMC (Asunción, junio
de 1997), el Ministro de Economía de Argentina, Roque
Fernández, proponía la adopción,
por parte del MERCOSUR, de una política común de
inversiones.
En la XIII Reunión del CMC (Montevideo,
14-15/12/1997) fue aprobado el Protocolo de Montevideo sobre el
Comercio de Servicios del MERCOSUR, el cual definiría la
meta de libre comercio de servicios a ser alcanzada en un plazo
de diez años. Asimismo, esta reunión
constituyó la primera de su tipo luego de la crisis
asiática, la cual provocaría fuertes restricciones
en las posibilidades de financiamiento externo de los
déficits en cuenta corriente de los países de la
región. En este contexto, se aprobó, en
carácter transitorio, un aumento lineal de tres puntos
porcentuales en el AEC.
Sin embargo, las divergencias comerciales entre los dos
mayores socios continuaban existiendo. El 1º de abril de
1997, una medida provisoria adoptada por Brasil, con el
propósito de disciplinar el uso del financiamiento de
corto plazo para importaciones provocó serias divergencias
en el MERCOSUR. Luego en septiembre del mismo año, una
nueva batalla comercial por el azúcar
ocupaba la agenda del MERCOSUR. Las desavenencias se
profundizarían entre los principales socios del MERCOSUR,
y es que las agendas políticas locales e incluso del papel
de cada país en la escena global eran diferentes. Se
iniciaba así otra dura etapa en el desarrollo de la
integración regional.
Pese a ello, hasta 1998, el comercio intra-zona
venía creciendo en forma continua. En el período
1991-1996, el crecimiento medio anual había sido de 27,3%,
en 1997 sería de 19,9%, en 1998, por primera vez, el
intercambio intra-MERCOSUR presentó una pequeña
caída de cerca del 0,5%.
Por otro lado, se repetía la situación de
la "crisis del tequila", pero en mayores proporciones. Los
países de la región se vieron fuertemente afectados
por la falta de liquidez en los mercados
financieros internacionales, debiendo colocar las
negociaciones regionales en un segundo plano.
El 16 de abril de 1998, los cinco países andinos
que conforman la CAN (Comunidad Económica Andina) y los
cuatro del MERCOSUR suscribieron el Acuerdo marco para la
creación de la Zona de Libre Comercio entre ambos bloques.
Las negociaciones debían desarrollarse en dos etapas:
primero, a través de un Acuerdo de Preferencias
Arancelarias Fijas y después se completaría el
proceso con el acuerdo de libre comercio propiamente dicho.
Luego, se suscribieron los Acuerdos de Complementación
Económica CAN-Brasil y CAN-Argentina, con lo que las
negociaciones entre la Comunidad Andina y el MERCOSUR ingresaron
a una segunda fase, teniendo como objetivo la firma de un Acuerdo
de Libre Comercio.
Siguiendo con la agenda externa, el 18 de abril de 1998
se firmaba un Acuerdo de Cooperación en materia de
Comercio e Inversión entre el MERCOSUR y el MCCA (Mercado
Común Centroamericano, el cuál esta formado por
Costa Rica, El
Salvador, Guatemala,
Honduras y Nicaragua).
Unos meses más tarde, el 13 de enero de 1999,
Brasil devaluaría su moneda. Agregándose, de esta
manera, una nueva dificultad a la situación del MERCOSUR.
Recién luego de tres años, con la salida argentina
del Plan de Convertibilidad, se generarían las condiciones
para la convergencia en la política económica de
los dos principales socios del MERCOSUR. También debemos
destacar que en 1998 se realizó en Santiago de Chile la
Segunda Cumbre de Presidentes de América que ratificaba la
construcción del ALCA. En la Argentina se hacía
sentir desde el propio gobierno el privilegio a un acuerdo
multilateral vinculado a EEUU. Si no avanzaba más esta
situación se debía a los límites del
presidente de EEUU para obtener el acuerdo parlamentario por la
vía rápida en torno a negociaciones comerciales
bilaterales.
DEVALUACIÓN EN BRASIL
Y CRISIS (1999 – 2001)
La devaluación del Real, generó en los
demás socios del bloque un diagnóstico de una invasión de
productos brasileños en los mercados de la región.
De esta manera, no fueron pocos los sectores que comenzaron a
exigir la adopción de medidas de salvaguarda al comercio
intrazona. En este sentido, Argentina aplicó tanto a las
importaciones como a las exportaciones el llamado "Factor de
convergencia"6, introduciendo el Euro como moneda de
referencia junto al dólar para el intercambio externo. Por
otro lado, se amenazó con a reglamentación de la
Resolución 911 de la ALADI, norma que le permitía a
la Argentina dictar salvaguardias contra los productos de
cualquier país, incluyendo los socios del bloque. No
obstante, luego de una serie de reuniones se dio marcha
atrás, lográndose destrabar la negociación
del régimen automotor de transición, de importancia
vital para la Argentina, que exportó en 1998, u$s 2.600
millones en autos hacia
Brasil.
Sin embargo, la tan temida invasión de productos
brasileros no se materializó. Al contrario, la Argentina
continuó teniendo un superávit comercial con
Brasil, tanto en 1999 como en el 2000 y 2001. De todos modos, si
bien las exportaciones argentinas a Brasil no sufrieron un
derrumbe catastrófico, disminuyeron luego de la
devaluación de la moneda brasileña, pasando de u$s
7.949 millones en 1998 a u$s 5.689 millones en 1999. Sin embargo,
posiblemente se deba muy poco a la corrección cambiaria
por parte de Brasil, sino más bien a la propia
evolución del nivel de actividad del mayor socio de la
región. En este sentido, la devaluación de la
moneda brasilera, lejos de una devaluación "ofensiva", es
posible caracterizarla como "defensiva", procurando equilibrar
las cuentas fiscales
y evitar dolarizar su deuda interna.
En lo que a agenda externa se refiere, el día 28
de junio de 1999, los Presidentes del MERCOSUR y de la UE
llegaron a un entendimiento sobre el lanzamiento de las
negociaciones para una Asociación Interregional entre
ambas regiones. De esta manera, en abril de 2000 se ponía
en funcionamiento el Comité de Negociaciones Birregionales
(CNB) entre el MERCOSUR y la Unión
Europea, órgano creado por ambas partes para llevar
adelante las negociaciones comerciales previstas en el Acuerdo
Marco Interregional de Asociación.
Por otro lado, el 24 de septiembre de 2001, en Estados
Unidos, se llevaba a cabo la reunión del denominado "4+1",
de la que participaron Estados Unidos y los cuatro países
del MERCOSUR. Mas adelante, en este mismo sentido, se realizaba
los días 6 y 7 de diciembre en Montevideo, la
"Reunión de Coordinadores del 4+1".
El año 2001 terminaría convulsionado en
Argentina. Los días 19 y 20 de diciembre el pueblo
salió masiva y espontáneamente a las calles en todo
el país para exigir la renuncia del Ministro Cavallo y el
Presidente De la Rúa, quienes luego de dos jornadas de
brutal represión, se vieron obligados a abandonar sus
cargos. Hay que consignar que ese año 2001 se
reunió la tercera cumbre por el ALCA ratificando como
fecha de inicio a enero de 2005 y fijaría la
próxima cita en Buenos Aires para abril de 2003, que como
consecuencia de la crisis Argentina se postergó sin fecha
ni sede hasta mediados de 2003.
CRISIS EN ARGENTINA Y SALIDA
DE LA CONVERTIBILIDAD (2002-2003)
Luego de una serie de asunciones y renuncias (con 5
presidentes en menos de una semana), asumiría la
presidencia el senador Eduardo Duhalde.
La primera medida del nuevo presidente, el 6 de enero de
2002, fue el abandono de la paridad del peso con el dólar,
devaluando la moneda argentina un 29% (el nuevo tipo de cambio
establecía $ 1,4 por dólar). Luego, el 3 de febrero
se resolvería dejar flotar el tipo de cambio,
ubicándose el 15 de marzo en $2,40 por dólar,
llegando de esta manera a cerca de un 60% la devaluación
del peso. La moneda de EEUU llegaría a cotizarse en $3,90
por dólar en junio de 2002 para luego estabilizarse por
unos seis meses en torno de %3,60 y luego iniciar un camino
descendente hasta llegar a $2,80 a comienzos de mayo. Se generaba
así otro momento de convergencia entre las cotizaciones de
la divisa en Argentina y Brasil. Era el momento para volver a
conversar sobre la posibilidad de una política cambiaria
común (una banda en torno de los 3 pesos o reales por
dólar) e incluso una moneda regional.
A pesar de la fuerte devaluación del peso,
durante el año 2002 se produjo una fuerte caída de
las exportaciones argentinas al mercado brasilero. Mientras que
en el 2001 las exportaciones al Brasil llegaron a los u$s 6.205
millones, en el 2002 alcanzaron los u$s 4.741 millones. Sin
embargo, el efecto de la recesión en Argentina produjo un
descenso de las importaciones brasileñas aún
más importante, por lo que el saldo comercial del 2002
mostró una mejoría respecto al 2001.
En cuanto a la caída de las colocaciones de
productos argentinos en el MERCOSUR, en parte se explica por la
retracción económica brasilera y por la depreciación del real. Los principales
motivos se encuentran fronteras adentro, en la caótica
situación de la economía argentina y en los
estragos que ha hecho la crisis en el balance de intercambio del
sector automotor. La caída de las exportaciones del sector
automotriz argentino se explica en parte por la aplicación
del régimen de intercambio de este sector dentro del
bloque. Según este régimen, si las ventas de
vehículos y partes de uno de los países miembros
superan en más de 10% sus compras, comienzan a regir
multas que elevan considerablemente el arancel. La
recesión argentina hizo caer brutalmente las importaciones
de automotores brasileños, por lo que el arancel que
enfrentan las exportaciones argentinas del sector se ha elevado
notoriamente.
En el plano de las negociaciones externas del MERCOSUR
se llevaron a cabo una serie de reuniones.
El día 26 de abril de 2002, en Buenos Aires, se
llevaría a cabo la "Reunión de Coordinadores del
Concejo de Comercio e Inversiones del 4+1" (MERCOSUR y
EEUU).
Los días 17 y 18 de mayo, en Madrid, se
realizaría la Segunda Cumbre de Presidentes y Jefes de
Estado del MERCOSUR y la Unión Europea.
En el mes de Julio, con ocasión de la II
Reunión de Presidentes de América del Sur, los
ministros de Relaciones Exteriores y de Comercio de la CAN y del
MERCOSUR coincidieron en la necesidad de acelerar el proceso para
la suscripción del acuerdo entre ambos bloques. De esta
manera, el 6 de diciembre del 2002, por medio de un Acuerdo de
Complementación suscrito en Brasilia, ambas partes fijaron
el 31 de diciembre del 2003 como la fecha máxima para
concluir las negociaciones del área de libre
comercio.
El 27 de octubre de 2002, en segunda vuelta electoral y
luego de tres intentos (1989, 1994 y 1999), Luiz Ignacio Lula da
Silva, fue electo presidente de Brasil con el 61,2 % de los votos
(52,8 millones de electores), convirtiéndose en el
presidente electo con el mayor número de votos en la
historia de
Brasil. Lula asumió el gobierno de Brasil el 1 de enero de
2003 con un ambicioso plan de reconstrucción del MERCOSUR,
que despertó expectativa cuando más negativas
aparecían las condiciones del bloque. La recesión
económica y la crisis financiera afectan de forma sin
precedentes a los países que componen el MERCOSUR, todos
nuevamente con reaparición de la inflación. La
llegada a la presidencia de Lula despertó en Argentina
expectativas de una recuperación económica y
social, impulsada por la locomotora brasilera.
Lula prometió promover el crecimiento de su
país y una asociación estratégica con el
MERCOSUR y el resto de América del Sur más
allá de lo comercial, con políticas comunes para el
desarrollo industrial, agrícola, social y cultural,
según el modelo de la Unión Europea (UE). Es en
este sentido que algunos asesores de Lula sugirieron la
creación de la "moneda verde", la que recibió
criticas desde Argentina, un ajuste contable que
dispensaría el pago en dólares en el intercambio de
productos agrícolas y alimenticios dentro del MERCOSUR.
Las críticas desde el lado argentino no se hicieron
esperar: "Armar una moneda sólo para productos
agrícolas, hoy no sería necesario, porque tenemos
un sistema de compensación entre los bancos centrales
de ambos países", expresó el canciller argentino,
Carlos Ruckauf, mientras que el titular de la Cámara de
Exportadores de la Argentina, Enrique Mantilla, sostuvo
"Podría ser una variante del control de cambios que ya se
está aplicando".
La promoción de las exportaciones constituye
hoy en la Argentina el discurso dominante para enfrentar la
caída del nivel de actividad por casi 5 años
(1998/2003). La situación al interior del bloque hace
pensar que se refieren a una expansión del comercio
extra-zona, ya que parecería haberse agotado la
expansión del comercio intrazona. En este sentido,
debieran estudiarse las cadenas productivas, identificar
complementariedades y promover políticas industriales que
permitan al conjunto y a los cuatro países en particular
ganar competitividad
internacional. Desde la Argentina no parece recorrerse ese
camino, especialmente en momentos de renovación
presidencial a mayo de 2003.
La realización de las elecciones en Argentina no
parece haber resuelto la crisis integral y por ello, en este
contexto, las expectativas despertadas por la llegada de Lula a
la presidencia de Brasil, contrastan con el escepticismo
generalizado respecto a la posibilidad de un cambio real en el
rumbo de la política y economía argentina en el
corto plazo.
III. RELACIONES INTRA Y EXTRA
MERCOSUR
Al analizar el comercio argentino intrarregional, la
relación comercial con Brasil es la que marca la
tendencia. (ver Cuadro 1)
En el período 1990-1994, la balanza comercial con
el MERCOSUR fue deficitaria para la Argentina en 1.171 millones
de dólares; después se pasó a un
superávit de 7.762 millones de dólares en el lapso
1995-1998; y en 1999, después de la devaluación
brasileña, el superávit fue de 772 millones de
dólares (en 1998 había sido de 1.482 millones de
dólares). Se trató de una rebaja considerable, pero
se continuó con un saldo favorable. Por último, el
período 2000-2002 registró un superávit de
5.441 para la Argentina.
Fuente: Elaboración propia en base
a datos del INDEC
Dentro del marco del aumento del comercio exterior
durante la década del noventa, la creación del
MERCOSUR dio lugar a una expansión aún más
importante del comercio intrarregional. Las mayores ventas al
MERCOSUR explican el 53% del crecimiento de las exportaciones
argentinas, un tercio de las exportaciones de Brasil, así
como la casi totalidad del aumento del valor exportado por
Uruguay y Paraguay. Un hecho a tener en cuenta es que dicho
incremento en el comercio intrarregional no ha ocurrido en
detrimento del comercio con el resto del mundo.
Para evaluar las consecuencias del MERCOSUR es
fundamental saber si ha generado un comercio especializado en
exportaciones primarias e importaciones manufactureras.
Está claro que esa es la característica principal
del comercio argentino tomado como un todo: en 1998,
presentó un excedente de 12.900 millones de dólares
para los productores primarios y un déficit de 18.600
millones para las manufacturas. Pero esto no es atribuible al
funcionamiento del MERCOSUR, con el que la Argentina presentaba
ese año un déficit manufacturero de 1.580 millones
de dólares, es decir, un 8,4% de su déficit
manufacturero total. Brasil, por su parte, también
mostraba una situación similar si se toma su comercio
total, pero la situación se invierte si se toma su
comercio con el MERCOSUR, donde presenta un déficit en
productos primarios y un excedente en manufacturas.
El MERCOSUR pasó a ser un destino importante para
las exportaciones de manufacturas de sus países miembros.
En 1998 concentró entre el 55 y 58% de esas exportaciones
realizadas por Argentina, Uruguay y Paraguay (siendo en 1991
alrededor del 25% en el caso argentino y 35% para Uruguay y
Paraguay), en el caso brasilero el MERCOSUR pasó de
absorber un 10% de sus exportaciones manufactureras en 1991 a un
25% en 1998.
Entre los bienes que Argentina exporta a Brasil,
sobresalen los incluidos en tres sectores: material de transporte
(sobre todo automotores), combustibles y cereales. Por otro lado,
desde lo que importa Argentina desde Brasil, sobresalen: material
de transporte, máquinas,
aparatos y material eléctrico, productos de industrias
químicas y metales
comunes.
La liberalización del comercio tropezó con
algunos problemas sectoriales. En el régimen automotriz,
Argentina y Brasil llegaron a un acuerdo, con vigencia hasta
fines de 20057, que establece las pautas para la
fabricación y comercio de vehículos. En cuanto al
sector azucarero, la aplicación de un arancel del 20% al
azúcar brasileña, ratificado recientemente por el
Congreso argentino, desató en el Congreso brasileño
dos proyectos de ley con
represalias contra los productos argentinos. La primera de esas
iniciativas propone que se les aplique un arancel del 20% a todos
los productos argentinos con azúcar que ingresen en
Brasil. El segundo proyecto elimina el arancel para el trigo
importado desde países fuera del MERCOSUR, que hoy es del
10%. Al llevar a 0% ese arancel, el trigo argentino
tendría que competir de igual a igual contra el trigo
canadiense y norteamericano.
Fuente: CEPAL(a) Promedio
anual.
Por otro lado, el MERCOSUR constituyó un
importante instrumento para el aumento de las inversiones
extranjeras directas (IED) en la región.
En los
cinco años que corresponden al período 1996-2000,
las inversiones brasileras en Argentina alcanzaron los 5.500
millones de dólares, mientras que las inversiones
argentinas en Brasil rondaron los 1.900 millones de
dólares, en el mismo período. En el año
2001, de los 23 mil millones de dólares de IED en Brasil,
57 millones son de origen argentino. Por otro lado, en el
año 2002, las inversiones Brasileñas en Argentina
alcanzaron los 9 mil millones DÓLARES O PESOS. VERIFICAR,
PARECE MUY ALTO
Pese al incremento en las inversiones brasileñas
de los últimos meses, Estados Unidos sigue encabezando la
lista de los países que más inversiones tienen en
Argentina, con 31.068 millones de dólares, seguido de
España con 26.254 y Francia con
11.052 millones, luego está Brasil, quien con las
recientes adquisiciones, superó los 9.000 millones de
dólares, cuando hasta 2001 tenía 2.585 millones de
dólares. FUENTE
Las inversiones recíprocas entre Argentina y
Brasil son insignificantes al compararlas con las realizadas por
las empresas transnacionales desde los países centrales.
Asimismo, desde el lado del comercio, las empresas
transnacionales, sobre todo de la cadena automotriz representan
casi la mitad de las exportaciones intrarregionales.
Si analizamos la evolución comercial, en la
última década, de la Argentina con los
países que constituyen el denominado "MERCOSUR
ampliado"8, la situación es
prácticamente la misma, sin embargo, los saldos positivos
registrados desde 1994 hasta el presente son aún mayores
que el caso del MERCOSUR.(cuadro 2).
Fuente: Elaboración propia en base
al INDEC
Para entender los resultados del cuadro 2, debemos
analizar la evolución comercial bilateral de la Argentina
con Chile y Bolivia durante la década del noventa (cuadro
3). En el caso de Chile, los saldos positivos, existentes desde
1994, se deben a un sostenido incremento de las exportaciones
argentinas al país trasandino, ya que las importaciones
argentinas desde Chile se mantuvieron prácticamente
constantes. Al analizar la evolución de la relación
comercial Argentina-Bolivia la situación no es muy
distinta las exportaciones crecen (notablemente entre 1996 y
1997, descendiendo luego hasta alcanzar en 2001 el nivel de 1996)
mientras que las importaciones argentinas desde este país
se mantienen constantes y descienden notablemente desde 1998 en
adelante. Sin embargo, los niveles comerciados con Bolivia son
bastante insignificantes en relación al resto de los
países de la región.
Fuente: Elaboración propia en base
a datos del INDEC
En este sentido, un aspecto interesante para el
análisis resulta la evolución, durante los noventa,
de la composición de las exportaciones e importaciones de
la Argentina. Del cuadro 4 se desprenden algunas observaciones:
en primer lugar, el lugar que ocupa Brasil como principal mercado
para las exportaciones argentinas y aún más como
principal origen de las importaciones argentinas; en segundo
lugar, existe un papel creciente de Chile como mercado para los
bienes argentinos; por último, como señalamos
anteriormente, es muy marginal (y parecería que tiende a
serlo aún más) la participación de Bolivia
en las relaciones comerciales regionales de la
Argentina.
Fuente: Elaboración propia en base
a datos del INDEC
Vamos a analizar la evolución del comercio
extrarregional desde dos ángulos distintos. En primer
término nos centraremos en la evolución comercial
de la Argentina con las distintas regiones del mundo, para luego,
en segunda instancia ocuparnos de las relaciones comerciales del
MERCOSUR con el mundo.
La economía argentina durante la década
del noventa se caracterizó por una marcada apertura
comercial, en el marco de las reformas recomendadas por el
Consenso de Washington y aplicadas con devoción por los
gobiernos argentinos.
En primer lugar, resulta conveniente analizar la
evolución en composición de las exportaciones e
importaciones argentinas (cuadro 5). De este análisis se
desprende algunos aspectos interesantes: desde el lado de las
exportaciones, los principales mercados para los productos
argentinos fueron Europa, Latinoamérica y Asia, quedando el
NAFTA relegado a un cuarto lugar, antes de África y
Oceanía;
al analizar las importaciones, el lugar que ocupa Europa, seguido
por el NAFTA es muy importante, seguido por Asia (que incrementa
su papel a fines de la década), siendo África y
Oceanía muy marginales en el total de las importaciones
argentinas. El color de
oceanía no aparece.
Fuente: Elaboración propia en base
a datos del INDEC
En segundo lugar vamos a analizar el comercio bilateral
con las cuatro zonas de mayor participación porcentual en
el comercio exterior argentino; Unión Europea, NAFTA,
Resto de América9 y Asia.
Como describe el cuadro 6, la evolución de la
relación comercial de la Argentina con la UE y el NAFTA
mostró un comportamiento
semejante. Hasta el año 1998 se presentaron crecientes
déficits comerciales con ambas zonas, desde ese año
los déficits comenzaron a declinar, debido a una marcada
disminución de las importaciones argentinas provenientes
desde ambas zonas. Desde el lado de las exportaciones, las mismas
permanecieron constantes o incluso crecieron levemente en el caso
de las que tuvieron como destino el NAFTA.
Fuente: Elaboración propia en base
a datos del INDEC
En el cuadro 7 podemos observar la evolución del
comercio de la Argentina con el Resto de América vemos
como existe un superávit que se mantiene constante (con un
leve descenso entre los años 1998 y 1999) y luego desde el
año 1999 se da un notable incremento del mismo, el
cuál viene dado tanto como por un marcado incremento en
las exportaciones argentinas como por un leve descenso de las
importaciones desde la zona.
Sin embargo, al analizar la relación comercial
con el continente asiático, no se ven claros patrones que
lo expliquen. Lo notable es el casi constante equilibrio en
la balanza comercial con esta región del planeta (leves
superávits hasta el año 1997, luego leves
déficits hasta 2000).
Fuente: Elaboración propia en base
a datos del INDEC
Por su parte, la relación comercial con
África durante los noventa presentó un saldo
netamente favorable para la Argentina, mientras que con
Oceanía existieron déficits hasta 1999, luego un
superávit hasta 2001, cuando se equilibró la
balanza. Sin embargo, los volúmenes comercializados con
esta región son muy marginales para tenerlos en cuenta
(cuadro 8).
Fuente: Elaboración propia en base
a datos del INDEC
Luego de analizar las relaciones interregionales desde
la Argentina, pasamos a realizar el análisis desde el
MERCOSUR en su conjunto.
En primer término debemos analizar la
composición de las importaciones y exportaciones. En el
cuadro 9 podemos ver la evolución de la composición
de las exportaciones intrarregionales y extrarregionales durante
la década. Desde el lado de las exportaciones, el
porcentaje de las intrarregionales se mantuvo constante, e
incluso creció levemente, hasta el año 1998 donde
las extrarregionales comenzaron a ganar terreno. En las
importaciones, por su parte, prácticamente existió
una constante en la participación intra y
extra-regional.
Fuente: Elaboración propia en base
a datos del INDEC
En segundo término, analizamos la
composición de las exportaciones e importaciones
según destino y origen respectivamente (cuadro
10)
En estos gráficos se ve claramente como las
exportaciones hacia los países del MERCOSUR declinaron
frente el resto del mundo, principalmente. Por su parte, desde el
lado de las importaciones, la Unión Europea
conservó su lugar como principal exportador hacia el
MERCOSUR.
Fuente: Elaboración propia en base
a datos de:
SECEX, Secretaría Administrativa del Mercosur y Banco Central del
Uruguay
Ahora pasemos a analizar la relación comercial
bilateral del MERCOSUR con las regiones más
importantes.
La relación comercial con la Unión Europea
en los años noventa fue mayormente deficitaria para la
región, sin embargo, desde el año 2001 dicha
situación parecería revertirse. El caso de Estados
Unidos es bastante similar, pero los déficits que
presentó el MERCOSUR con Norteamérica fueron
superiores a los contraídos con la UE. En ambos casos la
situación mejora debido a una marcada caída de las
importaciones, claramente debido a la devaluación
brasileña y la profunda crisis que vive la región
(cuadro 11).
F
uente: Elaboración propia en base
a datos de:
SECEX, Secretaría Administrativa del Mercosur y Banco
Central del Uruguay
Ahora pasemos al análisis de la evolución
en el intercambio comercial del MERCOSUR con la ALADI (excluido
el MERCOSUR) y el Resto del Mundo (cuadro 12)
En el caso de la ALADI, durante la década del
noventa, el MERCOSUR mostró un superávit con estos
países que se mantuvo constante hasta el año 2000,
donde se incrementó sustancialmente, tanto debido a una
fuerte suba de las exportaciones hacia dichos países, como
a la marcada disminución en las importaciones que
registró el MERCOSUR desde todas las regiones
analizadas.
El comercio del MERCOSUR con lo que denominamos "Resto
del Mundo" muestra un
equilibrio en los años previos a 1993, luego un fuerte
superávit entre 1994 y 1996, desde entonces se mantiene un
equilibrio prácticamente hasta el año 2001, cuando
se registra un elevado superávit como resultado del
aumento de las exportaciones y el descenso general en las
importaciones de la región.
Fuente: Elaboración propia en base
a datos de:
SECEX, Secretaría Administrativa del Mercosur y Banco
Central del Uruguay
Con la devaluación argentina de 2002 es de
esperar un incremento en las exportaciones de la región.
Sin embargo, esto no es automático, en el corto plazo es
de esperar un marcado descenso de las importaciones y luego si,
en un mediano plazo las exportaciones deberían
incrementarse, esta es la denominada curva "J".
El MERCOSUR, tal como esta planteado, significó
la construcción de un Área de Libre Comercio, en
primer lugar, y luego en 1994, una Unión Aduanera.
Más allá de la voluntad política de los
gobiernos de la Argentina y de las mayores o menores expectativas
generadas por el MERCOSUR, es una realidad la expansión de
los negocios en el área comprendida por el MERCOSUR y tal
como sigue del análisis de las operaciones
comerciales dentro del bloque surgen sectores beneficiados. Entre
ellos se destacan sectores fuertemente monopolizados y con
destacada presencia del capital externo.
Desde el punto de vista de la economía argentina,
una Unión Aduanera con Brasil significó un trato
preferencial para los productos argentinos en el importante
mercado brasileño. De este modo, para detectar los
sectores más dinámicos, o bien, los que más
aprovecharon esta situación, vamos a analizar la
composición de las exportaciones argentinas a Brasil
durante la última década.
Entre los tres sectores seleccionados se explican
aproximadamente la mitad de las exportaciones argentinas a Brasil
durante los años noventa, con un piso del 48% en el
año 1999 y un techo del 54,8% en el año
1993.
A lo largo de la década, el sector que hemos
denominado "Automotriz" ha ido ganando terreno en su
participación porcentual respecto de los otros dos
sectores más importantes. Si hilamos más fino,
dentro de este sector las exportaciones que más han
crecido son las referidas a los coches de turismo con cilindrada entre
15500 cm3 y 3000 cm3.
Dentro del sector "Agro", y en la economía en su
conjunto, el trigo ha sido a lo largo de toda la
década el producto que más valor a exportado, con
un techo de 23,4% de las exportaciones a Brasil en 1992, y un
piso del 7,5% de las mismas en el año 1997.
Al analizar el sector "Petróleo", el aceite crudo de petróleo ha sido el producto más
importante dentro del sector (e incluso algunos años,
dentro del total exportado a Brasil). Un dato curioso es como
este producto pasó del 2% en 1992 al 13,4% en
1993.
En el siguiente gráfico podemos observar la misma
información del cuadro de arriba de una
forma más clara.
Con el gráfico queda más claro como el
sector "vehículos" ha ido ganando terreno en desmedro de
los otros dos sectores (sobretodo del sector "Agro" en un
principio). Este sector presentó su mayor dinamismo entre
los años 1996 y 1998. Es probable que la
devaluación de la moneda brasilera haya jugado un
importante papel en la caída registrada en 1999 (donde
pasó de un 30,4 a un 14,1% de las exportaciones argentinas
a Brasil).
Un hecho a tener en cuenta en el análisis de las
exportaciones del sector "Automotriz" lo constituye el
Régimen Automotor Común. El mismo
entró en vigencia el 1º de agosto de 2000 y es
válido hasta el 31 de diciembre de 2005. Este acuerdo
fijó en un 60% el contenido regional mínimo (de
partes y piezas) para que el producto este excento de aranceles
en el comercio bilateral. Por otra parte se fijaron diferentes
niveles para el AEC10 según el tipo de
producto. Se creó el Comité Automotor, el
cuál es responsable del seguimiento del acuerdo y de
evaluaciones periódicas. Antes de la finalización
del acuerdo deberá realizar una evaluación
global del acuerdo para plantear posibles ajustes para la
transición hacia el libre comercio del sector en la
región.
En la práctica, lo que ha venido ocurriendo desde
la devaluación del Real es una transferencia de la
producción de vehículos y autopartes desde
Argentina a Brasil. A modo de ilustración, FIAT transfirió toda la
producción de su modelo Palio a Brasil, dejando en
Argentina solo la producción del modelo Siena. En las
autopartes la situación no fue distinta, en el año
2000 16 empresas cerraron sus puertas para abrirlas en Brasil.
Luego de la devaluación del Peso en 2002, la
situación podría revertirse.
A partir de los primeros años de la década
de los noventa el sector automotriz argentino comenzó a
experimentar un fuerte proceso de reestructuración y
transformación, que está aún en pleno
desarrollo y que llevó a una actividad que se encontraba
en 1991 en franca decadencia y próxima a la
extinción, a distinguirse actualmente por su dinámica y creciente
internacionalización.
El sector automotriz argentino está integrado por
terminales fabricantes de automóviles y
compañías autopartistas. En la década del
noventa, con la puesta en marcha del MERCOSUR este sector
recobró un nuevo impulso. En la actualidad la capacidad
instalada de producción es cercana a las 800.000 unidades
lo que representaría el 1% de la producción
mundial.
Un conjunto de compañías internacionales
fabricantes de vehículos han localizado proyectos en la
Argentina destinados a la explotación del mercado
regional, articulados con inversiones de las mismas empresas en
Brasil y que tienden a conformar una estrategia según la
cual la producción en los centros regionales incorporados
a dicha estrategia está orientada por el concepto de que
tanto el vehículo como las partes y piezas son
intercambiables entre los distintos centros integrantes de las
redes globales y
regionales.
El MERCOSUR ha pasado a ser uno de estos centros de
interés
estratégico y a ser considerado por las
compañías automotrices europeas y norteamericanas
que operan mayoritariamente en la región como una de las
áreas llamadas a cumplir un papel de importancia en la
competencia por ocupar posiciones en el mercado
mundial.
El proceso de apertura comercial regulado por los
regímenes automotrices en Argentina y desde 1995 en
Brasil, basados en el comercio compensado, establecieron las
condiciones necesarias para el desarrollo de una plataforma de
producción regional, limitando el grado de competencia en
el mercado doméstico y otorgando a las empresas con
radicación mecanismos de financiamiento para su despliegue
industrial.
Las mayores exigencias de escala y calidad en la
producción de partes de una industria terminal que, como
parte de su transformación tiende a concentrarse en el
montaje de subconjuntos, implicó una reducción no
paulatina del número de proveedores
por planta a un grupo
seleccionado de no más de 130 empresas, instaladas o
asociadas a un proveedor de Brasil, de manera tal de poder contar
con el respaldo económico que requieren los
aprovisionamientos de largo plazo.
La importancia del sector autopartista está
sumamente relacionada con la de las terminales ya que el 70% del
valor de un vehículo lo representan sus
componentes.
En la última década un importante
número de firmas transnacionales ingresaron en el mercado
argentino a través de la adquisición o de joint
ventures con firmas locales. Actualmente existen en Argentina
alrededor de 390 compañías fabricantes de
autopartes.
En el siguiente gráfico se puede observar la
evolución favorable que tuvieron las ventas externas de
autopartes en el período que va desde 1991 hasta 2001, la
variación punta contra punta (1991 – 2001) alcanza
al 374% superando el crecimiento que tuvieron las exportaciones
totales del país que para ese período alcanzan al
122%.
Los valores
más bajos se observan durante el ’91 y ’92 al
tiempo que el máximo valor se registra en el 2001. De las
10 variaciones anuales consideradas, en solo una de ellas se ve
un descenso lo que evidencia un crecimiento sostenido a lo largo
del período considerado. La incidencia de las ventas
externas sobre el total de ventas del sector de autopartes,
durante el 2001 alcanzó al 35% siendo así superior
al del promedio de la economía argentina (15%).
A partir del siguiente gráfico se puede apreciar
que el sector autopartista tiene una creciente
participación en el comercio exterior argentino. Si se
considera la incidencia de todo el complejo automotriz la misma
alcanza al 9% en el 2001. Durante los últimos años
se observa dentro del complejo un incremento de la
participación de las autopartes en detrimento de los
vehículos automotores ya que mientras en el ’97
representaban el 60% de las exportaciones del complejo en el 2001
cae al 46%.
Un análisis en cuanto a los destinos de exportación de los componentes automotrices
permite observar que durante el período considerado
(1991-2001), un conjunto de diez países –los que
aparecen en el Gráfico 3- representan el 91% de las
exportaciones. Sobresale por si mismo Brasil que concentra el 56%
de las compras del período.
Por Julio C. Gambina* y Agustín
Crivelli**
* Profesor de
Economía
Política de la Facultad de Derecho de la Universidad
Nacional de Rosario. Presidente de la Fundación de
Investigaciones Sociales y políticas, FISYP
(adherida a CLACSO). Director del Centro de Estudios de la
Federación Judicial Argentina, CEFJA (adherido a la CTA).
Director del Instituto de la Cooperación,
IDELCOOP.
** Licenciado en Economía. Investigador de la
FISYP. Becario del Departamento de Política y Economía
Internacional del Centro Cultural de la
Cooperación.
1. Carlos Marx, El
Capital, Tomo I, Sección VII, Capítulo
XXIV.
2. Es notoria la influencia de la Escuela de
Chicago (EEUU), tanto en Chile como en Argentina. El predicamento
de las concepciones monetaristas estaba liderado por Milton
Friedman, luego galardonado como Premio Nobel de Economía
en 1976 y que le puso su hegemonía a la corriente
principal del pensamiento económico hasta la
actualidad.
3. En 1992 y en 1993, Argentina tuvo déficits
comerciales con Estados Unidos por US$ 1.850 millones y US$ 2.540
millones, respectivamente. De acuerdo con datos brasileros, los
déficits de la Argentina en el comercio bilateral fueron
de US$ 1.300 millones en 1992 y de US$ 940 millones en
1993.
4. En el Tratado de Asunción, complementado por
el Protocolo de Ouro Preto, el Consejo del Mercado Común
es el órgano superior del Mercado Común. Esta
constituido por los Cancilleres y Ministros de Economía de
los Estados Partes, reuniéndose por lo menos una vez por
semestre con la participación de los
Presidentes.
5. "Consolidación de la Unión Aduanera y
transición hacia el Mercado Común. Agenda y
Cronograma de Tareas" .
6. El "Factor de Convergencia" se calculaba en función de
una equivalencia de un dólar estadounidense menos el
promedio simple de un dólar y un euro a su
cotización en dólares en el mercado interbancario
de Londres.
7. El 23 de marzo de 2000 se acordó un
régimen automotriz que establece que el 60% de las piezas
de cada vehículo debe ser regional y dentro de él,
la mitad debe ser nacional. Los aranceles para la importación, desde afuera del MERCOSUR, son
35% para autos y utilitarios y 16,5% para partes y
repuestos.
8. Es decir, el MERCOSUR más Chile y
Bolivia.
9. Resto de América se refiere a América
menos los países miembros del NAFTA y el
MERCOSUR.
10. Arancel Externo Común.
Julio Gambina