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Una aproximación al movimiento y su uso en el ámbito educativo y de la educación física




    Monografía destacada

    1. Resumen
    2. Educación física:
      objeto, alcance y limitaciones.
    3. Discusión
    4. Bibliografía

    Resumen:

    El objetivo de
    este trabajo es
    acercanos al movimiento y su uso educativo. El campo de actividad
    es muy extenso, difícil de concretar y está sujeto
    a múltiples concepciones teóricas. Las aportaciones
    de corrientes filosóficas y psicológicas, ponen de
    manifiesto el valor del
    movimiento, la importancia que tiene en la formación de
    las personas, y la repercusión que ha tenido en la
    práctica educativa y de la educación
    física, en cada momento.

    Que el movimiento adquiera su verdadero valor educativo,
    exige que el educador tome conciencia de sus
    diversas dimensiones y obtenga de las mismas el máximo
    partido.

    Palabras clave: contenido de la educación, desarrollo de
    la
    personalidad, movimiento, actividades escolares.

    Abstract:

    The main target of this work is bring us over to the
    movement and its educational use. The field of activity is very
    extensive, difficult to make concrete and is subject to multiple
    theoretical conceptions. Philosophical and psychological currents
    contributions demonstrate the movement value, the importance in
    persons´s formation, and the consequences that has had in
    the educational practice and of the physical education, in every
    moment.

    The educator must be awared of his differents dimensions
    and obtains the maximum result of them in order to the movement
    adquired its real value.

    Key words: content of education, personality
    development, motion, school activities.

    1.
    INTRODUCCIÓN:

    La primera experiencia del ser humano y la primera forma
    de conocimiento
    es el cuerpo. (Laín Entralgo, 1989). En este sentido,
    consideramos que nuestra primera realidad es "mi cuerpo"
    (Merleau-Ponty, 1945). Pero para poder
    interactuar y relacionarse con el medio, con el entorno
    más inmediato, el ser humano necesita el movimiento
    (Gruppe, 1976), de manera que cuerpo y movimiento representan dos
    realidades, y éste último va a ser el medio para
    conocer el mundo que nos rodea, en el sentido apuntado por el
    profesor
    Cagigal (1979).

    El cuerpo recoge la totalidad del sujeto que piensa, que
    se expresa, que se relaciona, que se mueve, y que actúa
    como un ser integral. En este contexto es en el que se inscribe
    nuestra labor de educadores, el ámbito de la
    Educación Física (Lora,
    1991)..

    La importancia del movimiento en nuestra labor es
    grande, máxime en los estadios más elementales de
    la formación del ser humano, y prueba de ello es que el
    empleo del
    movimiento es lo que caracteriza a la educación
    física como tal rama de actividad dentro del conjunto de
    actividades que es la educación, en general.

    Aún siendo indispensable el
    conocimiento de la motricidad humana y su constante evolución a lo largo de todas las edades
    del hombre, tarea
    en la que los esfuezos realizados han sido muy importantes (por
    ejemplo, Rigal; 1987), este cúmulo de conocimientos
    adquiere un carácter instrumental, proporcionando
    más posibilidades a la hora de diseñar estrategias mejor
    fundadas para el aprendizaje
    eficaz de los alumnos (Vázquez; 2001).

    El movimiento es un elemento clave dentro de la
    educación psicomotriz, que emplearemos como apoyo de los
    aprendizajes escolares, y más desde que la tradicional
    separación del dualismo cartesiano entre mente y cuerpo va
    quedando desterrada de los planteamientos educativos. El
    significado educativo del movimiento es consciente y racional, y
    además posee un componente afectivo y
    simbólico.

    En la interpretación psicocinética de la
    Educación Física, el movimiento humano es utilizado
    como un método
    general de educación. Le Bouch (1976) piensa que el
    desarrollo psicomotor del niño es la base central de su
    personalidad,
    representado en su "esquema corporal", a partir del cual nos
    debemos plantear como objetivos de
    nuestra acción
    educativa: cómo mejorar el conocimiento y
    aceptación de uno mismo, cómo mejorar el ajuste de
    su conducta,
    cómo lograr una auténtica autonomía de la
    persona y
    cómo lograr que el alumno acceda a otras responsabilidades
    en el marco de la vida social.

    El planteamiento inicial de las relaciones entre el
    cuerpo y el movimiento, y su papel en el terreno de la
    educación física, en nuestro caso concreto, y de
    la educación en general, es lo que trataremos de analizar
    a continuación.

    2. EDUCACIÓN
    FÍSICA: OBJETO, ALCANCE Y LIMITACIONES.

    La educación física, y por
    extensión la educación en general, es un proceso de
    intervención del hombre sobre el hombre, que
    se caracteriza por la transmisión de la cultura y la
    socialización de las personas, como
    miembros de un colectivo.

    Un campo de actividad tan amplio, reclama la
    participación de múltiples disciplinas asociadas
    (Serrano, 1997), y de múltiples saberes y conocimientos
    que inciden en la labor de educar si acaso aunque solo sea
    tangencialmente.

    Aunque en la realidad educativa actual parezca un hecho
    asimilado e incontestado, casi trivial, el carácter
    funcional y nuclear del ejercicio físico en favor de la
    educación intelectual, ha sido un largo proceso, no exento
    de controversias, y relativamente reciente en términos
    históricos.

    En el caso de nuestro país, el reconocimiento de
    la educación física como agente formativo de primer
    orden, tiene uno de sus hitos fundamentales en la LOGSE (Ruiz,
    1997), es, pues, relativamente reciente.

    La integración de la enseñanza de la educación
    física en la Universidad, y el
    surgimiento de la figura del "Especialista en Educación
    Física", sitúa esta actividad en las máximas
    cotas de la formación, el estudio y la percepción
    social de la contribución educativa de la educación
    física y la actividad físico-deportiva.

    2.1. Necesidad de diferentes
    aportaciones:

    En general la educación física, y
    así es percibida por los alumnos que inician sus estudios
    de formación en esta área, tanto de diplomatura
    como de licenciatura (Castejón, 1997), se ha planteado con
    un criterio utilitarista. En etapas históricas anteriores,
    se ha planificado como un medio más en la
    orientación o facilitación del individuo a
    actividades que tienen lugar en el ambiente de
    alguna institución –escuela o
    ejército-, y se ha hecho de acuerdo con normas que
    fomentan el desarrollo de habilidades buscadas y/o la
    adaptación –del alumno, del futuro combatiente-
    (Sheldon,1982). Un caso típico lo encontramos en los
    torneos medievales, un juego de
    guerra entre
    dos equipos de caballeros, y que hasta adquirir el
    carácter de "juegos
    estilizados, decorativos y reglados por un ideal de conducta
    cortesana, eran una manifestación de proeza física
    y de habilidad en el manejo de las armas", y que tal
    y como señala Alvarez del Palacio (1999) no perdieron su
    naturaleza
    hasta bien avanzado el Renacimiento,
    dada la existencia de abundantes conflictos
    bélicos que propiciaban que el ideal de desarrollo
    físico no fuese más que la actualización de
    la vieja concepción del caballero armando, pese a la gran
    resistencia y
    oposición de importantes sectores humanistas.

    Las actividades implicadas, desde los tiempos primitivos
    hasta la actualidad, se realizaban por razones de supervivencia,
    religiosas, de salud, militares o
    educativas, pero un conocimiento de la base científica,
    del porqué de la educación física y el
    énfasis en unas actividades determinadas, obliga a que se
    tengan presentes diferentes dimensiones o aspectos, lo que le
    confiere un carácter multidisciplinar (Contreras,
    1998).

    La razón y oportunidad de este enfoque radica en
    que la actividad física vista desde la óptica
    de diferentes disciplinas, permite considerar el mismo problema
    desde un punto de vista peculiar, tratando a continuación
    de conciliar sus diferentes hallazgos, en un intento de conseguir
    algún tipo de perspectiva de disciplina
    cruzado, como indica el profesor Arnold (1992).

    Contempladas las actividades implicadas en el deporte, en el juego, la danza o
    cualesquiera otros ejercicios, desde una óptica
    filosófica se adquiere una visión más
    completa y organizada que permite comprender al individuo y la
    relación con sus actividades, al tener presentes
    dimensiones tales como la persona, sus razones, sus intenciones,
    motivos, deseos, emociones y/o
    creencias. Incluso, cabría una breve consideración
    de la contribución de la ética,
    dado el peso de los valores
    morales existentes en el deporte implícitos en la
    existencia de reglas, la competición, la
    cooperación, el afán de ganar, la presencia e
    incidencia de drogas que
    inciden en el rendimiento, el profesionalismo, el amateurismo, la
    "deportividad" entendida en grandes rótulos, en
    mayúsculas (Acuña, 2004).

    La perspectiva biológica permite comprender la
    estructura y
    función
    del ser humano en diferentes etapas de su vida, incidiendo
    especialmente en el movimiento del individuo y sus capacidades
    para una actividad y un ambiente determinado.

    La dimensión sociológica permite describir
    las diferencias culturales producidas por los valores,
    instituciones
    y relaciones sociales existentes, tanto entre comunidades de
    diferentes áreas geográficas, como entre grupos de una
    misma sociedad o
    comunidad en
    particular.

    La dimensión psicológica permite analizar
    el comportamiento
    humano (Escartin, 2000) y entender porqué los
    individuos actúan tal y cómo lo hacen, al tiempo que
    facilita la puesta en práctica de métodos y
    procedimientos
    que producen u originan el movimiento (Oña; 1999), y su
    pretendido valor educativo, aspecto este último sobre el
    que existe una abundante tradición.

    No se puede olvidar la contribución necesaria de
    la estética, cuyo estudios se caracteriza por
    implicar términos tales como la belleza , el estilo o
    gracia, que evocan una relación muy directa tanto a las
    bellas artes,
    como a algunas actividades motrices.

    Estas cualidades estéticas materializadas en
    conceptos tales como la forma, el estilo, el equilibrio, la
    armonía, la gracia, la simetría, el ritmo, la
    línea y/o la economía del
    esfuerzo, que en determinadas disciplinas deportivas o
    actividades, llegan a ser un fin en sí mismas, o las
    caracterizan como facetas fundamentales o constitutivas, pero que
    siempre están presentes en un ideal u óptimo que se
    persigue con la acción educativa.

    2.2. La actividad física reglamentada:
    antecedentes.

    Previamente, el uso de la educación física
    y su valor como medio de educación integral, con idea de
    transcendencia política y voluntad
    de cambio social
    ya apareció en ROUSSEAU.
    Consideraba el pensador francés que la educación
    física debía estar integrada en la educación
    general, puesto que prepara y completa la formación
    intelectual.

    Es un elemento indispensable en la educación
    moral y
    facilita el retorno a la naturaleza. Para ello, debería
    atender a la educación de los sentidos, la
    higiene, los
    juegos y deportes al
    aire libre. El
    ejercicio y la práctica de tales actividades
    ayudaría a desarrollar valores como
    la resistencia y supervivencia, y al fomento de los trabajos
    manuales y
    artesanos. Se debía llevar a cabo en el seno de la
    escuela
    pública, por ser el lugar en el que se da forma al
    alma nacional,
    y especialmente si desarrolla temperamentos robustos y sanos,
    como complemento ideal de su educación con una finalidad u
    objeto moral, que sería el desarrollo de la inteligencia,
    por ser ésta la cualidad esencial o radicalmente
    humana.

    El carácter funcional del ejercicio
    físico, en cuanto favorecedor de la educación
    intelectual, intuido por Rousseau, tuvo sus continuadores en
    importantes pedagogos como Basedow y Pestalozzi en el siglo
    XVIII, y educadores pioneros de la educación física
    del siglo XIX, como Salzmann, Guts-Muths o Nachtegall (en el caso
    de la gimnasia militar)
    (Goellner, 1997), figuras precursoras de los dos grandes
    métodos gimnásticos contemporáneos: el
    alemán, fundado por Friedrich Ludwing JAHN; y el sueco,
    originado por Pehr Henrik LING. Estos métodos acabaron
    extendiéndose a todos los continentes, inicialmente a
    través de las misiones militares, y ya a comienzos de este
    siglo insertados en los currículums escolares, aunque de
    manera burda y superficial.

    Desde el punto de vista educativo, otro método de
    formación del individuo mediante el empleo del movimiento
    en el que nos solemos fijar es: el deporte. La propuesta
    educativa que hizo THOMAS ARNOLD, entre 1827 y 1842 en Gran
    Bretaña, desde su puesto de dirección en el Rugby College, tenía
    la pretensión de reformar las costumbres de los
    estudiantes mediante el fomento de la afición a juegos
    reglamentados que permitiesen desarrollar la iniciativa, la
    responsabilidad, bajo la observancia de la
    máxima lealtad en sus acciones o
    fair play (Langlade y Langlade; 1983). La acción
    catártica del ejercicio físico y la
    confrontación reglamentada se completaban con la
    posibilidad de introducir pautas concretas de comportamiento
    y una jerarquía de valores morales, religiosos y sociales,
    que contemplados desde la moral y
    ética cristiana, fueron definidos inicialmente como
    altruismo (Wagner, 1969, Schlossberg; 2005 ).

    2.2.1 El Principio del movimiento:

    Tal y como hemos visto, a la práctica de la
    actividad física, ya desde la
    Ilustración, se le reconoce un valor educativo en la
    forja y adopción
    de virtudes tales como la disciplina, la responsabilidad, el
    desarrollo de la resistencia a la fatiga, de la sensibilidad,
    etc.; es decir, factores que ayudan en el proceso de
    adquisición de otras cualidades de orden más
    elevado: la inteligencia, la adopción de valores morales,
    religiosos, sociales.

    Es obvio el carácter instrumental que se le
    asigna a esta parte más física, lo que en alguna
    medida abunda en la postura del dualismo cartesiano, en cuanto
    subyace a esta animación del cuerpo, de la parte
    física, un elemento que le comunica e insufla tal
    capacidad: el alma.

    Esta ha sido una visión muy arraigada
    históricamente en la educación, y a la que resulta
    difícil sustraernos, incluso a veces por tradición,
    cultura o ideología. El alma aparece como el origen
    del movimiento, que a su vez en el cuerpo constituye más
    una pasión que una acción: puede comunicar este
    movimiento, pero no producirlo.

    En esta visión dualista, para la que el cuerpo es
    un instrumento del alma, recoge una tradición con
    aportaciones de grandes pensadores en la historia de la
    educación, y nos fijaremos en tres hitos: Platón,
    Locke y Rousseau (Cecchini, 1997).

    Para Platón el
    fin primordial de la educación es la virtud, y el hombre a
    través de la educación trata de buscar la verdad en
    las cuestiones morales, gracias a un innato amor a la
    sabiduría. Establece que la mejor educación es la
    que se viene desarrollando desde tiempo inmemorial, dividida en
    gimnasia y música, la primera
    centrada en el desarrollo del cuerpo (y que a diferencia de la
    medicina
    más centrada en el cuerpo enfermo, aquella en el sano), y
    la segunda en la formación del alma.

    Locke, por su parte, atribuye al acto educativo una gran
    importancia, al considerarla como el factor esencial del progreso
    humano, y en este sentido indica en sus Pensamientos que
    los hombres son lo que son en un gran porcentaje, según la
    educación que hayan recibido. La formación ha de
    ser adecuada a cada persona, atendiendo a las dos dimensiones del
    hombre, para lo cual se hace eco del aforismo del poeta latino
    JUVENAL señalando que un espíritu sano en un cuerpo
    sano es una descripción breve pero completa de la
    felicidad en este mundo.

    Pese a que tanto Platón como Locke dan prioridad
    a la educación del alma, no por ello desdeñan la
    educación corporal.

    En Rousseau esta separación cuerpo-alma no es tan
    clara. Estima que conocer la naturaleza y desentrañar el
    lugar que la acción física en el medio exterior
    puede ejercen en el desenvolvimiento de las capacidades humanas
    es la misión de
    la educación física. No deja de atender a las
    necesidades de índole biológica y moral, sino que
    además juega un papel fundamental en el desarrollo
    intelectual del niño, empleando funciones
    diferentes dependiendo del nivel de desarrollo del
    educando.

    En los tres autores aparece la misma explicación
    del movimiento. El alma es el principio del movimiento, y el
    cuerpo el instrumento. El movimiento es el alma que anima el
    cuerpo, y parece posible educar el alma por intermedio de la
    animación o el movimiento, al menos aquella parte del alma
    relacionada con la voluntad, la valentía, el
    carácter, entre otras.

    El ejemplo traído a colación de estos tres
    pensadores, que parten de una visión dualista del ser
    humano, en tres momentos muy diferenciados de la historia del pensamiento
    como son Grecia, el
    empirísmo inglés
    y la Ilustración, nos ha permitido ilustrar,
    aunque sólo sea superficialmente, el valor educativo
    otorgado al ejercicio físico, y el valor del movimiento en
    la acción educativa, y cómo la educación
    física interviene con y en la educación moral, y
    cómo aquella, incluso en su faceta más mecanizada y
    repetitiva, ausente de implicaciones de carácter
    cognitivo, obliga al ejecutante a una disciplina, un orden;
    cómo puede ser un medio para educar el coraje, la virtud o
    el temperamento, o cuales quiera cualidades
    espirituales.

    Ejercitarse en una disciplina, en un deporte, exige
    compromiso por parte del practicante, y un modo determinado de
    actuar y manifestarse, cómo se traduce una
    expresión observable, en un modo de conducirse, y de
    ahí su valor educativo (Castejón, 1997).

    2.2.2. El materialismo:

    La debilidad de la filosofía dualista radica en
    que, en ocasiones, parece sugerir que la actividad física
    está referida o volcada con el cuerpo, y no con la persona
    en su totalidad; y como consecuencia, nuestra materia queda
    devaluada y relegada frente a otras asignaturas "más
    académicas", que forman aquella parte "superior" y
    "más noble" del hombre, con el consiguiente impacto
    negativo en el papel formativo de la educación
    física. Frente a esta visión del ser humano se ha
    contrapuesto el materialismo, de gran influencia, aunque con
    menor grado de penetración y elaboración en nuestra
    cultura occidental.

    En la recuperación de la tradición
    materialista, heredera del atomismo de Demócrito y
    Epicuro, tuvo gran influencia el marxismo. Los
    dos filósofos griegos supusieron el retorno a
    la sensación como fuente de conocimiento, una vuelta al
    cuerpo, ya que todo es cuerpo y está constituido por
    materia, por átomos. Marx, a partir de
    la tradición monista que subraya la unidad orgánica
    del hombre, elabora un humanismo
    materialista. Define al hombre como "homo faber", y considera que
    la actividad material es la que determina la conciencia de los
    hombres, de manera que las ideas, las representaciones
    simbólicas y religiosas dependen de las relaciones
    materiales que
    existan entre las personas.

    El modo de producción de los bienes
    materiales que necesita una sociedad para subsistir, condiciona
    el proceso social, político y espiritual de los seres
    humanos que la conforman; es decir, la estructura
    económica condiciona la supraestructura ideológica
    de ese grupo.

    La diferenciación entre los hombres y los
    animales
    comenzó cuando los primeros iniciaron la producción
    de sus propios medios de
    subsistencia, y en esa acción productiva es en la que
    radica la esencia del hombre. La función de
    producción diferencia el movimiento humano del resto de
    los movimientos que comparte con otros animales, dado que le
    confiere una intencionalidad en cuanto a los fines. La
    evolución del ejercicio físico se da paralelamente
    con la que verifican los modos de
    producción, a lo largo de los distintos momentos
    históricos.

    En cada momento histórico, los ejercicios
    físicos fueron un medio básico para mejorar la
    capacidad productiva del hombre (Betancor et als, 1995).
    Así en la industria, a
    comienzos de este siglo, se inició de manera
    sistemática la investigación del movimiento. La exigencia
    motriz de los procesos
    laborales de la era mecanizada, diferentes de los requeridos en
    época anterior a la revolución
    industrial, demandó sucesivos intentos para adaptar
    los movimientos del trabajador en su puesto laboral a las
    nuevas necesidades. Un precursor de la gestión
    empresarial científica, el norteamericano Taylor, no
    pasó por alto el importante valor del movimiento humano,
    viendo cómo al estudiar este aspecto se podía
    aumentar la eficacia de los
    trabajadores a la hora de manejar una máquina, y
    cómo se podía instruir a los operarios en las
    diferentes secuencias necesarias para manipular una
    máquina y, de esta manera, optimizar tiempos y movimientos
    (Laban, 1993).

    2.3. Interrelación de las funciones motrices y
    las funciones cognitivas.

    En el ámbito educativo, con frecuencia absorbidos
    por una práctica rutinaria y la urgencia de la tarea
    diaria, no se ha reflexionado o se ha infravalorado la
    importancia de los estilos de aprendizaje y las
    funciones cognitivas en el proceso de aprendizaje de las
    habilidades motrices (García Ruso; 1997). Los intentos por
    identificar e incorporar la jerarquía de las estructuras
    cognitivas implicadas en diferentes situaciones de aprendizaje ha
    tenido un eco favorable desde épocas relativamente
    recientes, especialmente a partir de los años 60 y 70
    (Seefeldt, 1988), tal y como veremos a continuación,
    fijándonos en los modelos de
    mayor aceptación, de Hebb y Bruner.

    La hipótesis de Hebb (1949) trata de
    cómo las experiencias afectan al aprendizaje.
    Hipotetizó que los movimientos, las conductas, si se
    repiten de manera eficiente se incorporan a las conexiones
    neuronales que tienen lugar en el sistema nervioso
    central (filosofía que subyace en los programas
    motores y
    la memoria
    motora).

    El control de
    movimientos similares es transferido a partir de una serie de
    estímulos a los procesos nerviosos centrales, el cual
    libera al sujeto perceptor de la necesidad de concentrarse en un
    sin número de estímulos. Como resultado, la
    atención puede ser focalizada en los
    elementos importantes de las tareas más
    complejas.

    Experiencias adicionales añadidas al conjunto de
    conexiones neuronales y fases de conexiones sucesivas,
    incrementan la probabilidad de
    transferir idénticos componentes de una a otra tarea.
    Mientras tanto, el extenso repertorio motor adquirido
    disminuye la probabilidad de respuestas inapropiadas.

    El modelo de Hebb
    sugiere que esta experiencia, extendida a una gran variedad de
    tareas, ayuda en: a) la selección
    del estímulo apropiado, b) efectuar discriminaciones
    ajustadas a la respuesta más adecuada, c) atender a la
    tarea durante largos períodos de tiempo, d) conseguir una
    habilidad para depender cada vez más de la transferencia
    de conexiones ya aprendidas, e) adquirir habilidad para retener
    más de entre el repertorio aprendido por
    integración y experiencia previa, y f) eliminar las
    respuestas y conductas inadecuadas dentro de un repertorio de
    conductas disponibles.

    El concurrente e inseparable desarrollo de los procesos
    cognitivos y motores en las etapas más tempranas ha sido
    enfatizado por Bruner (1969). Observó que la habilidad
    para resolver problemas que
    requieran una respuesta motora es un proceso que se inicia podo
    después del nacimiento.

    Los movimientos iniciales del niño no son
    respuestas al azar, pero representan soluciones a
    hipótesis a un
    único problema en la etapa del desarrollo temprano. Fuera
    de estos movimientos, el niño desarrolla una
    jerarquía de funciones que le proporcionan la base del
    futuro aprendizaje. La habilidad para realizar complejas operaciones
    motoras y la transferencia mecanismos (diferenciación,
    modulación, sustitución,
    integración secuencial, colocación e
    interiorización de la acción) a muchas tareas
    motoras durante los primeros dos años de vida, superan a
    la importancia de una abundante estimulación en la primera
    infancia, pese
    al gran valor de ésta última. Todo ello nos ilustra
    sobre la necesidad de un estudio concurrente del desarrollo
    cognitivo y motor durante los períodos de la infancia y
    adolescencia.

    El acceso a la locomoción incrementa la
    oportunidad de estimulación sensorial disponible por el
    sujeto, con ello crece el repertorio motor, que abre paso a
    nuevas experiencias sensoriales que contribuye a la variedad y
    frecuencia de las respuestas motoras. El creciente repertorio de
    patrones motores proporciona más posibilidades de actuar,
    y a su vez una proporción creciente de respuestas exitosas
    contribuye a la búsqueda de una estimulación
    adicional deseable.

    Este ciclo de auto-sustentación tiene lugar con
    la provisión de estímulos apropiados que contiene
    el entorno y ante los que el niño tiene la oportunidad de
    formular respuestas motoras (y entre otras: las habilidades
    deportivas básicas, en el sentido propuesto por ejemplo
    por Castejón, 2003). Una abundante experiencia que culmina
    en respuestas motoras apropiadas en edad temprana, es la
    vía más eficiente para establecer la aptitud
    necesaria para el aprendizaje consiguiente, buena parte del cual
    tendrá lugar en un entorno privilegiado, que es la
    escuela.

    2.4. Movimiento y ámbito escolar:
    evolución de la actividad física.

    La evolución de la actividad física en el
    ámbito educativo, ya en tiempos recientes, ha ido
    cambiando conforme variaba el interés en
    el mecanismo de desarrollo de las tareas motrices y el enfoque
    didáctico global (Delgado, 1994).

    De acuerdo con el primero de los aspectos, el mecanismo
    de desarrollo de las tareas motrices, la educación
    física tuvo un carácter de preparación
    militar, inicialmente, basada en el orden y la disciplina. Se
    pretendía el desarrollo de la ejecución de la tarea
    motriz, pero con una preocupación por la
    preparación militar, con ejercicios analíticos y en
    un contexto de formación de los valores castrenses
    (López Serra, 1998). Se parte del supuesto de la
    existencia de complejas relaciones entre las experiencias
    individuales con la educación física en la edad
    escolar y los consecuentes niveles de actividad en la edad adulta
    y la salud.

    Esta supuesta relación se establece alrededor de
    la consideración del alumno, del escolar, como una
    audiencia cautiva y potencialmente receptiva para la
    adopción de estilos de vida activos (Pringle,
    2000).

    Sus antecedentes están en los controvertidos
    batallones escolares, de gran importancia en el último
    tercio del siglo pasado. La clase modelo
    se dividía en tres partes con ejercicios de orden y
    locomoción, por una parte; destreza y velocidad, por
    otra; y de fuerza, en
    último lugar.

    En ocasiones, a través de la educación
    física se primó el cuidado del cuerpo y la higiene
    como un medio preventivo de la salud física y el bienestar
    (Musitu et als., 2000). La clase presenta una
    secuenciación de actividades típica, comenzando por
    ejercicios de locomoción , carreras y suaves ejercicios de
    piernas, seguidas de extensión de tronco, brazos y
    hombros, extensiones a través de suspensiones, ejercicios
    de equilibrio, ejercicios de marcha y carrera, extensiones del
    tronco a través de ejercicios fuertes y difíciles,
    abdominales, ejercicios para los oblicuos del abdomen,
    suspensión y extensión de tronco, descanso de los
    ejercicios circulatorios y respiratorios, saltos libres y calma
    (Agosti, 1974).

    El carácter gimnástico, otro de los
    modelos, proponía tareas que tendían a reproducir
    modelos establecidos y con un enfoque preferente dedicado a la
    ejecución motriz (Chinchilla y otros; 1997). Se centraba
    en los ejercicios gimnásticos y en el mecanismo de
    ejecución en sus factores cualitativos. La clase tipo se
    dividía en tres partes: locomoción y ejercicios
    libres, ejercicios en aparatos y juegos. De carácter
    formalista, fue recogiendo a través del tiempo
    modificaciones derivadas de
    ejercicios libres, destrezas y juegos regionales.

    La tendencia anterior fue sustituida por un nuevo
    enfoque más centrado en los aspectos cuantitativos,
    coincidiendo con una corriente sociológica de culto al
    cuerpo, que todavía se mantiene en la actualidad
    (Vázquez; 1996). El esquema de clase se basa en:
    ejercicios de calentamiento, ejercicios de fuerza y
    elongación y ejercicios de velocidad. La habilidad motriz
    cede su lugar a los objetivos físicos.

    Aunque coincidiendo cronológicamente, un enfoque
    diferente, centrado en los aspectos perceptivos del movimiento y
    de las tareas motrices como medio terapéutico, es el de
    carácter psicomotricista. Este modelo aportó una
    nueva óptica no tan centrada en el mecanismo de
    ejecución, y sí en el mecanismo perceptivo de las
    tareas motrices, hasta llegar al momento actual con un modelo
    integrador que hace hincapié en todos los mecanismo de las
    tareas motrices: percepción, decisión y
    ejecución, valorando la intervención cognoscitiva
    en las tareas motrices.

    De acuerdo con el segundo de los aspectos, el enfoque
    didáctico global, la evolución osciló entre
    los dos polos de un continuo definido entre la importancia
    atribuida al producto
    (resultados alcanzados), por una parte, y el proceso (los
    aspectos vivenciales y experienciales), por otra; y la
    importancia que en cada momento dado se le atribuyese a cada uno
    de ellos en detrimento del otro, con situaciones intermedias
    según se primasen más el producto que el proceso,
    se tratase de compatibilizar e igualar ambos, o fuese prioritario
    el proceso sobre el producto. El equilibrio entre el resultado y
    la metodología se alternó,
    también teniendo en cuenta la edad de los alumnos,
    propiciando lo lúdico y vivencial en unos casos, o
    fomentando el alcance de metas determinadas y resultados
    netos.

    2.5. Valor educativo del movimiento:

    Nuestros hábiles motrices son o han de ser
    individuos capaces de adaptarse eficientemente a situaciones que
    demandarán de ellos movimiento y dinamismo, al menos en
    tres áreas fundamentales: juegos educativos o
    instructivos, gimnasia educativa y danza educativa. Y en cada una
    de estas áreas de actividad, el concepto de
    movimiento tiene diferentes connotaciones y significados
    variados.

    Un intento para tratar de ofrecer una definición
    concreta y operativa, mensurable de qué es, qué
    constituye, qué define el movimiento, nos enfrenta con un
    terreno plagado de tentativas erráticas y erizado de
    dificultades metodológicas (Allison, 2000), algunas de las
    cuales señalaremos a continuación.

    En una actividad deportiva cualquiera, es posible
    distinguir entre unos patrones técnicamente sólidos
    de movimiento, con una secuenciación de ejercicios
    implicados, a nivel de cada sujeto que participa (que suponen la
    puesta en práctica de las leyes de la
    anatomía,
    la fisiología y la biomecánica, y
    frecuentemente el seguimiento estricto de un modelo de
    ejecución); y diferentes acciones de movimiento exigidas
    para alcanzar una meta, si se observa el juego en su conjunto
    (tal y como lo aborda el paradigma
    biomotriz, (Vázquez; 2001)). En ambas situaciones,
    ejecución individual y/o colectiva, el movimiento conlleva
    una habilidad aprendida tendente a alcanzar determinados
    resultados con la máxima certeza, y un mínimo de
    pérdida de tiempo y energía.

    Al analizar la ejecución de practicantes de una
    especialidad deportiva, en los que prima la búsqueda de la
    máxima eficacia, se aprecia que exhiben una serie de
    patrones que definen el desempeño eficaz de su capacidad a
    través de una ejecución pausada, una
    elección apropiada entre diferentes opciones posibles, una
    percepción adecuada del entorno, adaptabilidad, facilidad
    del movimiento, un nivel demostrable de automaticidad (Abernethy
    et als., 1996).

    Algo parecido sucede si recurrimos a los aspectos
    previos a una ejecución magistral. Las dimensiones que
    definen el aprendizaje motor antecedente a un proceder diestro,
    pueden plasmarse en: un conocimiento de cómo actuar con
    destreza, una decisión o intención de actuar, la
    habilidad para elegir apropiadamente qué hacer, y por
    último la propia realización y modificación
    de la opción elegida.

    En términos de movimiento, en la evolución
    desde el debutante hasta llegar al consumado practicante, es
    necesario que establezca, primero, los patrones básicos de
    coordinación, y a posteriori, cómo
    aplicar aquellos en relación a los parámetros de
    movimiento que definen una situación particular de
    movimiento (Newell, 1985); y su aprendizaje continuará
    hasta desarrollar su habilidad hasta tal grado que pueda ser
    identificado como experto, mediante una práctica
    intensiva, el desarrollo de un buen conocimiento de la estructura
    de la actividad y un uso ventajoso de su visión de la
    misma.

    Si quisiéramos establecer una lista de
    ítems implicados en una medida del movimiento valorados a
    la hora de determinar la habilidad en una actividad
    física, seguramente aparecerían conceptos tales
    como: balance, composición, resistencia cardio-vascular,
    conocimiento, motivación
    y efecto o funcionamiento neurológico.

    El esquema de una actuación hábil que
    proporcionan los biomecánicos trae a colación la
    adecuación y/o equilibrio de los parámetros
    cinemáticos y cinéticos (Hall, 1995). Y así,
    mientras que los primeros se refieren al patrón de
    secuenciación de los movimientos de las partes del cuerpo;
    los segundos, los cinéticos, se refieren a las fuerzas que
    producen el movimiento. El sujeto hábil y diestro tiene un
    sentido cinético bien desarrollado, que le permite tener
    un buen control de las posturas de su cuerpo en el espacio, y
    estar al tanto de sus movimientos, siendo consciente de los
    mismos.

    Una ejecución hábil implica el
    solapamiento de tres aspectos interrelacionados: una habilidad
    promedio superior a la media, compromiso con la tarea y creatividad.
    En el caso de la habilidad superior a la media, ésta se
    manifiesta de manera estática,
    caso del individuo que nace con un talento especial y así
    se expresa consistentemente, o de manera dinámica, cuando las demostraciones
    fluctúan según diferentes contextos. La habilidad
    promedio superior, tiene un efecto de umbral, que sitúa a
    quien la posee en una situación de superioridad, tanto a
    nivel de habilidad general como en el aspecto especifico o
    concreto del que se trata (sea juego, gimnasia o
    danza).

    El segundo aspecto, el compromiso con la tarea, se
    manifiesta en diferentes dimensiones: cuando se afronta de manera
    enérgica o se ataca un problema en un área dada; y
    también, la práctica definida por la
    dedicación, orientada a la tarea, determinada,
    industriosa, deudora del quehacer, autoconfiada, rasgos que , por
    otra parte, no resultan fáciles de identificar.

    La creatividad implica aspectos o dimensiones tales
    como: la ingenuidad, frescura/innovación, iniciativa, riesgo,
    imaginación y pensamiento divergente.

    2.6. Finalidad educativa del
    movimiento:

    Nos hacemos eco de la taxonomía
    de Jewet (1974), que puede servir como elemento de
    reflexión en la labor educativa. Estructura al ser humano
    y su movimiento en torno a tres
    dimensiones existenciales: como dueño de sí mismo,
    en el espacio y en el mundo.

    En el primer caso, el movimiento permite satisfacer el
    potencial humano de desarrollo, con una doble finalidad: eficiencia
    fisiológica y equilibrio psíquico. La primera, se
    concreta en términos de: a) eficiencia
    cardiorrespiratoria, b) eficiencia mecánica y c) eficiencia
    neuromuscular.

    Por su parte, el equilibrio psíquico le
    proporciona: a) gusto por el movimiento, b) conocimiento propio,
    c) catarsis, d)
    reto.

    En cuanto a la segunda dimensión, al situarse en
    el espacio (Gallantini, 1999), el movimiento permite al individuo
    controlar el ambiente físico y adaptarse, con lo cual
    consigue la orientación espacial, una vivencia
    bidireccional y retroalimentadora entre el propio cuerpo y el
    entorno, pues le permite experimentar y percibir: a) la
    consciencia de su movimiento y posición, b) la
    situación , referencia ineludible para desplazarse y
    proyectarse en el espacio; c) la relación, con objetos y
    personas; d) el manejo de objetos, a los que da impulso y de los
    que puede absorber su fuerza; e) el manejo de pesos, dado que
    puede soportar, resistir y transportar masas; f) la
    proyección de objetos, que puede propulsar y dirigir; g)
    la recepción de objetos, que puede interceptar, atenuando
    su inercia o reduciéndola totalmente.

    Respecto a la tercera dimensión, el mundo social,
    el hombre se mueve buscando relacionarse con los demás a
    través de: la
    comunicación, la integración social y la
    implicación cultural.

    Pero además de unas finalidades genéricas,
    Betancor et als. (1995) indican que el movimiento tiene unas
    funciones educativas que podríamos concretar en funciones:
    de conocimiento, anatómico-funcionales,
    estético-expresivas, comunicativas, higiénicas,
    agonísticas, catártico-hedonísticas y de
    compensación.

    El movimiento es un fenómeno con carácter
    multidimensional, con un énfasis diferente según la
    actividad física en la que nos fijemos (sean: el juego
    educativo-instructivo, la gimnasia educativa o la danza
    educativa), modulada según la finalidad que nos
    propongamos en cada momento, en la actividad que
    diseñemos.

    Sirva como ejemplo un modelo de categorías de
    movimientos, que tomamos de la antropología (Hanna, 1979), y que a nuestro
    entender pueden resultar válidas, si acaso para
    concienciar sobre la necesidad de sistematizar nuestra
    acción educativa: se considera la liberación de
    energía en el tiempo y el espacio a través de una
    respuesta muscular a un estímulo como la esencia del
    movimiento, que se plasma en un resultado visual y
    cinestésico, en la resulta fundamental la estructura (o
    interrelación de las partes) y estilo (o modo y calidad en la que
    contribuyen los diferentes elementos), y que puede ser analizado
    en cada una de sus partes.

    3.
    DISCUSION

    La intención de este trabajo es acercarnos al
    movimiento y a su uso educativo. La tarea es demasiado amplia
    para abordarlo en tan escueto espacio. Lógicamente, al
    resumir tanto las diversas teorías, hipótesis y visiones, puede
    dar lugar a imprecisiones que quedan como ocasión para
    abrir nuevas aportaciones que contribuyan a enriquecer este
    documento.

    Dada su carácter introductorio y de no
    exhaustividad sobre el tema, sobre el que existe una prolija
    documentación entre la cual no siempre es
    siempre fácil seguir la línea de
    investigación que nos hemos propuesto. Lejos de ser una
    recopilación de marcos teóricos, movimientos en la
    educación física, interrelaciones entre funciones
    cognitivas y motrices, estilos de aprendizajes, perspectivas
    comportamentales y neurofisiológicas, variables y
    procesos fundamentales de los principales modelos de aprendizaje
    sean estos cibernéticos o programas motores generales o
    esquemas generales de movimiento, constructos cinemáticos
    y cinéticos, solo hemos reflexionado como plantearse el
    uso educativo del movimiento en la tarea docente.

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    Autor:

    María del Pilar Martínez
    Seijas:

    Catedrática de Escuela Universitaria de la
    Facultad de Ciencias
    de la Educación de la Universidad de La Coruña.
    Doctora en Educación Física, por la Universidad de
    La Coruña.
    Licenciada en Psicología y
    Licenciada en Pedagogía,
    por la Universidad de Santiago.
    Licenciada en Educación Física, por el INEF de
    Madrid.
     

    Jesús Santiago Barreiro García:
    Psicólogo del Cuerpo Militar de Sanidad.
    Doctor en Psicología, Licenciado en Psicología
    Licenciado en Pedagogía, por la Universidad de
    Santiago

    (España)

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