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Transformando los conceptos gerenciales clásicos: El Neogerente



    1. Reinventemos el concepto de
      gerente
    2. Consideraciones finales: de la
      esencia al concepto
    3. El concepto

    En los tiempos que vivimos, se percibe con claridad un
    resurgimiento del enfoque filosófico en el tratamiento de
    conceptos que creíamos ampliamente conocidos y entendidos.
    Estamos volviendo a lo básico y esencial de las cosas para
    replantearnos conceptos, modelos y
    teorías
    de carácter cotidiano, y reconducir los
    esquemas mentales con los que abordamos situaciones
    comunes.

    Resulta así interesante lo mucho que le cuesta al
    ser humano no tanto el aplicar cambios –normalmente en la
    forma de llamar a las cosas- sino más bien el aplicarlos
    eficazmente a nuestras estructuras
    mentales.

    Es muy posible que la avalancha de avances en el campo
    científico, técnico y tecnológico, y la
    <<revolución
    de la información>> haya dejado al
    descubierto décadas –recientes- de cierto atraso en
    lo esencial de la naturaleza
    humana, la sociedad y la
    forma en que esta es protagonista indiscutible del proceso de
    desarrollo.

    Dentro de esta espiral de cambios globales, gerentes y
    organizaciones
    también han cambiado para adaptarse al entorno, pero
    pareciera que dicho cambio
    está en cierta forma encubierto por la necesidad de
    guardar las apariencias frente a los conceptos tradicionalistas
    de la gerencia. Para
    esa gerencia tradicionalista a la que me refiero, la carga
    humana, y por ende la innegable responsabilidad
    social de las organizaciones en este sentido, sigue siendo lo
    que podríamos llamar <<la dimensión
    desconocida de las organizaciones>>; esa variable que
    sabemos existe pero no logramos -¿o no queremos?- definir
    en la ecuación gerencial.

    Como consecuencia nos embarcamos en una continua
    búsqueda de formas innovadoras y revolucionarias de llamar
    a las cosas: los departamentos ahora son <<áreas
    funcionales>>, las corporaciones se dividen en
    <<unidades de negocio>>, los gerentes ahora son
    <<gestores>>, los jefes <<responsables de
    área>>, el personal es ahora
    <<miembro de un equipo>>, la calidad es
    <<excelencia en la gestión>>, y ya no solo importa la
    formación para aprender a hacer, sino la
    <<gestión y mantenimiento
    del conocimiento
    como activo que genera valor>>…

    En fin, en muy poco tiempo hemos
    reinventado la típica estructura
    organizacional que nos enseñaron en las universidades
    y escuelas de negocio. Hemos reinventado –al menos en parte
    importante de su esencia tradicional- la
    organización. Pero surgen las siguientes
    interrogantes: ¿sabemos las demandas de esta
    transformación sobre el concepto en
    sí de gerente que
    hasta ahora hemos manejado?, ¿Qué debemos
    añadir al perfil gerencial que día a día
    formamos y demandamos?

    Reinventemos el
    concepto de gerente

    Es evidente que la base conceptual de algo rige lo que
    ese algo es y sobre todo la forma en la que será
    estudiado. Es por ello que, más allá de un nombre,
    un concepto forma las bases de las ideas y por ende del
    conocimiento. Un concepto nos crea un esquema mental que, lo
    queramos o no, condiciona la naturaleza de
    nuestro pensamiento.

    Es por ello que es tan importante el estudio
    teórico por el que pasamos a nivel universitario. Sin
    embargo, todo concepto nace y depende de su contraste en la
    práctica, es por tanto innegable que un concepto por
    naturaleza debe ser dinámico y cambiante en sus formas; de
    la misma manera que nuestras ideas son dinámicas y se
    transforman con el contraste práctico del
    conocimiento.

    ¿Un concepto es en sí mismo la verdad?,
    personalmente creo que la verdad es más bien un
    <<seductor>> proceso de búsqueda.

    Para reforzar esta idea, tomo el ejemplo del
    filósofo pragmático Hans Vaihinger, quién
    aseguró que la verdad es <el error más
    adecuado>>. A esto yo concluyo que un fin más
    apropiado es la búsqueda continua y no el empeño
    por establecer verdades fugaces; lo cual debería ser un
    pilar fundamental de la estrategia
    gerencial moderna.

    Bajo este enfoque, hemos aprendido -sobre todo en la
    última década- que la gerencia actual puede ser
    descrita como periodos largos y continuos de cambio que raramente
    y de forma muy esporádica se ven interrumpidos por
    periodos de estabilidad (S. Robbins 1998). Tras este análisis construyo la primera
    reflexión sobre la cual se sustenta el concepto de
    neogerente:

    Adaptación continua y convivencia con el
    cambio. Las realidades son fugaces. El entorno natural del
    neogerente es la incertidumbre y la enfrenta día a
    día sin temor a decidir.

    Pero para no pecar de excesivamente pragmático, y
    dar un toque de racionalidad al concepto que tratamos de crear,
    recordemos lo que según el racionalismo
    corresponde a conocimiento verdadero. Bajo dicho enfoque,
    el
    conocimiento sólo puede llamarse así cuando es
    lógicamente necesario y universalmente válido (J.
    Hessen 1970).

    Bajo esta premisa es fácil identificar -si
    hablamos de conocimiento gerencial en la actualidad- lo
    difícil pero necesario que es el establecer ideas y
    axiomas absolutos de gestión. Bajo las condiciones
    actuales y muy posiblemente ante las futuras, se puede evidenciar
    la necesidad que tienen los gerentes de contar con conocimiento
    lógico de las cosas, pero lo difícil que
    gerencialmente resulta el establecer lo que es universalmente
    válido. Tenemos así la segunda reflexión en
    la construcción del concepto de
    neogerente:

    Más y mejor conocimiento lógico
    -pero cambiante- de las cosas en un mundo donde lo válido
    ya no lo es tanto. El neogerente reinventa y adapta sus modelos
    mentales para garantizar la eficacia de su
    gestión.

    La racionalidad habla, como ya indiqué
    anteriormente, de aquello que es universalmente válido. El
    ejemplo que mejor ilustra este concepto es el conocimiento
    matemático. Todos sabemos que dos mas dos es igual a
    cuatro; y es así en cualquier país en el que nos
    encontremos.

    En este sentido, los programas de
    estudios universitarios incluyen una gran cantidad de materias
    muy bien estructuradas y absolutamente necesarias que apuntan a
    dar una base sólida a los gerentes a la hora tomar
    decisiones. El objetivo es
    conseguir en el profesional un grado de certidumbre lo más
    alto posible y darle criterios de aplicación universal.
    Estudiamos así cálculo,
    contabilidad,
    finanzas,
    estadística, etc.

    Luego también estudiamos esas materias
    humanísticas – a las que muchos llaman <<de
    relleno>> – donde básicamente se hablaba de
    las implicaciones del trabajador dada su condición de ser
    humano: las formas de motivarlo, la necesidad de velar por su
    bienestar y las pautas de comportamiento
    comunes de las personas en el trabajo.
    Normalmente para ello se aprenden teorías enunciadas
    décadas atrás en base a estudios realizados a un
    grupo de
    individuos <<X>> en un momento <<Y>> y
    bajo unas condiciones <<Z>>. De todo esto nacen
    interrogantes que podríamos catalogar como de sentido
    común: ¿son todos los individuos iguales?,
    ¿las condiciones son constantes en el tiempo? La respuesta
    en ambos casos es, lógicamente, no.

    Ahora bien, partiendo de nuestra amplísima
    formación técnica y racional por excelencia, nos
    preguntamos lo que en el fondo realmente importa:
    ¿Cómo puedo determinar de forma objetiva y
    universalmente probable el comportamiento de un individuo en
    un momento y bajo unas condiciones determinadas?

    Y yendo más allá: ¿Cuál es
    la forma óptima de gestionar a los individuos? Los que nos
    dedicamos al mundo de la gerencia y pasamos ya sea por
    universidades o escuelas de negocios
    aprendimos –al menos en teoría
    algo sobre esto. Soy de la opinión que es muy
    poco.

    Sin duda lo más difícil que existe es
    trabajar con gente, es inclusive más difícil que
    trabajar para gente; además es casi en todos los casos
    inevitable. Personalmente, desde antes de culminar mi carrera
    universitaria y con mucha más razón tras mi
    experiencia laboral, he sido
    un curioso de este tema; un curioso de lo humano.

    Como la mayoría de los gerentes actuales, hace ya
    mucho que dejé de comprar libros de
    finanzas, y ahora me he rodeado de libros de filosofía,
    lecciones sobre el arte
    japonés de la guerra,
    técnicas de liderazgo,
    trabajo en
    equipo, Programación Neuro Lingüística, gestión del cambio
    etc.

    Es curioso como en algunos casos inclusive lo que
    parecía tan obvio hoy lo aprendemos a través de
    historias sencillas, fabulas llenas de
    metáforas y en la mayoría de los casos con
    explicaciones ingeniosamente ilustrativas. Estamos aprendiendo de
    estos temas como lo hacen los niños:
    con interés,
    curiosidad e ingenuidad. Los seres humanos ejercemos procesos
    complejos y curiosos de aprendizaje, pero
    personalmente me resulta especialmente trascendente e interesante
    la forma en que estamos enfocando actualmente el aprendizaje de
    nuestra propia naturaleza social.

    Los que nos dedicamos a la consultoría y formación gerencial
    por momentos nos sentimos psicólogos, sociólogos y
    antropólogos y hacemos un ejercicio importante de creatividad y
    abstracción para explicar a gerentes de dilatada
    trayectoria cómo tratar problemas
    cotidianos de socialización a nivel
    empresarial.

    Este creciente y generalizado interés por la
    parte humana de todo y por ende de la gerencia, no es casualidad,
    por el contrario, es puro sentido común y además
    reflejo de los retos y problemas reales del gerente moderno. La
    visión humanística y social de la realidad es a la
    gerencia lo que la física es a la
    ingeniería.

    De esto obtenemos la tercera premisa hacia el concepto
    de neogerente:

    No nos volvamos insensibles en el mundo de lo
    sensible, un músculo lleva consigo un cerebro: el
    neogerente es un estudioso de lo humano.

    Hoy en día se hace cada vez más
    difícil para un líder
    el definir -o más bien poner en juego– las
    norma éticas que han de regir las relaciones que se crean
    entre miembros de una organización (miembros de una sociedad).
    ¿Qué es ético y qué no lo es?, esta
    es sin duda una pregunta tan necesaria como difícil de
    responder si esa respuesta la basamos en el verdadero fin de la
    ética.
    Este fin no es otro que el bienestar común del
    espíritu de quienes conviven en sociedad. La ética
    consiste, como bien sostiene Tom Morris en su obra <<Si
    Aristóteles Dirigiera General
    Motors>>, <<personas espiritualmente sanas en unas
    relaciones sociales armónicas>>.

    El concepto de ética normalmente lo remitimos a
    reglas, leyes, estatutos,
    buenas prácticas establecidas, normas, etc.
    Estos elementos juegan un papel importante en la creación
    de códigos éticos, sin embargo, la esencia de la
    ética es el ánimo por el vivir dentro de normas que
    ayuden al ser humano a hacerlo sin lesionar a quienes con el
    viven y, como sostiene Morris, a hacerlo
    armónicamente.

    Si vemos la ética como una serie de leyes que
    penalizan estamos perdiendo la esencia del ser humano en
    sociedad. La ética de la organización moderna ya no
    es un dictado de leyes que se publican en un cartel o que se
    introducen formal o informalmente dentro de los estatutos
    organizacionales, por el contrario, la ética se construye
    sin dividir comportamientos o actitudes.

    Esto significa que el gerente moderno estructura la
    ética
    empresarial partiendo del ser humano como trabajador, miembro
    de una familia y miembro
    de una comunidad; por
    tanto lo ve y entiende en todos sus posibles roles.

    Pero volvamos a la filosofía ésta vez de
    la mano de Platón
    y veamos el reto que para el neogerente constituye el desarrollo
    de una organización ética. Platón
    sostenía que el alma humana
    estaba constituida por tres elementos distinguibles en cuanto a
    su fin último. Hablaba de un elemento racional que busca
    sabiduría y conocimiento; otro elemento activo más
    centrado en la superación que busca conquistas y
    distinción; y otro elemento que busca la
    gratificación.

    Para éste gran filósofo, si se impone una
    sociedad justa y ética –esto es donde las relaciones
    humanas permiten el verdadero desenvolvimiento positivo del
    alma del ser humano en sus tres elementos- se conseguirá
    el verdadero bienestar social. Si estas reflexiones las llevamos
    al entorno social que estamos estudiando –la empresa
    moderna- podemos afirmar que para que un miembro de la
    organización pueda emprender la búsqueda del saber,
    pueda conquistar sus anhelos más humanos y naturales y se
    sienta gratificado por la sociedad en la que se desarrolla, debe
    convivir con normas éticas que coadyuven de cierta forma
    su desarrollo. Normas éticas que lo vean como ser humano y
    velen por que se le respete como tal.

    Concluyo así que la norma ética más
    importante en la empresa moderna
    es aquella que no controla sino que encausa y anima al empleado
    como humano (como compañero, padre, amigo, esposo, etc.).
    Veremos que las normas éticas más poderosas en
    éste sentido son las que se dan con el ejemplo: el habito
    de siempre comunicar ante lo bueno y lo malo, el habito de
    siempre escuchar, las actuaciones responsables de la empresa en
    la comunidad, el promover la formación continuada del
    capital
    humano, el tratar los valores
    individuales y del colectivo como elementos fundamentales en las
    estrategias
    empresariales, la política de la verdad
    de cara a la comunidad y de cara al miembro de la
    organización, la gestión responsable del capital
    humano…

    Estos códigos éticos, entre muchos otros,
    demandan que los gerentes reinventen de cierta forma sus
    estrategias de cara al recurso humano y reconsideren su responsabilidad dentro de la sociedad. La sociedad
    por su parte, estando en un constante e imparable proceso de
    desarrollo, no hará más que exigir de las empresas mayor
    responsabilidad social para el logro de sus metas.

    Llegamos así a la cuarta reflexión en el
    camino de la construcción del neogerente:

    La mejor política es la del ejemplo y la
    mejor regla es aquella que no impone sino que entusiasma. El
    neogerente conoce la esencia humana y crea el ambiente
    propicio para alcanzar y mantener el bienestar de los miembros de
    la sociedad.

    Uno de los factores que tradicionalmente ha demandado
    mayor atención dentro de las estrategias
    gerenciales es la
    comunicación. La razón de esta especial
    atención la encontramos en la propia naturaleza del ser
    humano: el ser humano es un ser comunicativo en esencia. Nos
    comunicamos de forma continua y a través de una amplia
    gama de formas, canales, medios,
    herramientas,
    etc.

    Pero también nos comunicamos a través de
    actitudes, gestos y posturas que igualmente trasmiten un mensaje.
    En todo caso nuestros mensajes llegan y causan un efecto sobre la
    audiencia, y sobre ellos podremos tener un mayor o menor control. La
    comunicación es por consiguiente un
    elemento primordial y complejo.

    Italo Pizzolante Negrón, en su libro
    <<El poder de la
    Comunicación Estratégica>>, sostiene de forma
    muy acertada la necesidad de comunicar oportunamente,
    señalando que si no lo hacemos alguien lo hará por
    nosotros. A esta apreciación podemos añadir que,
    además de que alguien comunicará por nosotros, lo
    hará con una carga emocional distinta, con un conocimiento
    diferente de la situación, con un publico que muy
    posiblemente no será el más adecuado, con un
    conocimiento real del tema a comunicar que no necesariamente
    será el requerido para comunicarlo con eficacia, y
    finalmente con objetivos
    probablemente no alineados con los objetivos originales del
    mensaje.

    Todas estas son variables con
    alto impacto sobre los procesos comunicativos; variables que si
    no controlamos pueden causar un daño
    importante a la estructura comunicativa de la
    organización.

    Estas reflexiones nos llevan a una clara
    conclusión: la base de toda estrategia gerencial es la
    comunicación. No se comunica una vez, se comunica
    siempre.

    Esto quiere decir que la comunicación debe ser
    identificada como proceso formal y como proceso
    estratégico. Se debe comunicar la intención, el
    rumbo, los escollos del camino, <<la llegada al
    puerto>> y lo aprendido en el <<viaje>>. Para
    esto se debe tener en cuenta que, como Pizzolante sostiene, se
    comunica con lo que se hace y con lo que no se hace. Insisto: no
    hay algo que sea más cotidiano que comunicar.

    La estructura de una organización debe entonces
    ser el espacio comunicativo por excelencia, ya que es a
    través de esta que desarrollamos el capital más
    importante de una empresa, es
    decir, el capital
    intelectual. Esto se logra en parte a través del uso
    provechoso de espacios formales (reuniones de dirección, comités de calidad,
    reuniones anuales, juntas de accionistas), pero debe extenderse
    también a todos los <<ritos compartidos>>
    establecidos. Construir el <<ágora>> de la
    organización moderna es tanto como construir la
    organización misma.

    La organización moderna ha de construirse en base
    a una estructura eficiente de flujo de comunicación,
    atendiendo más al protagonismo del ser humano en el flujo
    y no sólo a la eficiencia de los
    canales que se establezcan (un ejemplo común: un e-mail
    transmite información a un costo
    bajísimo y de forma instantánea, por tanto podemos
    afirmar que es eficiente. Pero un e-mail por si sólo es
    incapaz de comunicar el 100% del contexto, contenido,
    intención y carga emocional de un mensaje; y esto ocurre
    independientemente de que se tenga una capacidad de redacción y sintaxis mayor o menor, por
    tanto, su eficacia en muchos casos se pone en duda).

    El reto es que los gerentes logren identificar
    eficazmente las fuentes de
    información dentro de la organización, creen
    canales eficientes y eficaces entre estas fuentes que
    eviten su aislamiento, formen a su gente en una cultura
    comunicativa donde se comunique siempre y se deje discurrir
    libremente la información pero con una visión
    común.

    Todo perfil de puesto debe por tanto incluir como
    función
    el procesado de información y la comunicación. Lo
    profesionales modernos debemos formarnos para enfrentar una
    autentica avalancha de información y una creciente y
    desbordante demanda de
    comunicación.

    La gerencia por su parte deberá entonces -desde
    el punto de vista comunicativo- potenciar la generación de
    ideas en base a la comunicación eficaz y no coaccionar
    mediante el uso y abuso de la información (recordemos que
    informar no es comunicar).

    Para gestionar verdaderamente el conocimiento, un buen
    gerente sabrá intervenir dando valor al proceso de
    síntesis que se dará tras la natural
    interacción de las tesis y
    antítesis que se generan en los procesos
    comunicativos (la continua y natural contraposición de
    ideas entre los miembros de una sociedad que da paso al verdadero
    conocimiento).

    Nueva reflexión hacia la construcción de
    nuestro concepto de neogerente:

    El neogerente vive en una continua búsqueda
    de lo auténticamente real, para ello fomenta y propicia la
    comunicación. Para ir de los problemas particulares hasta
    el bien común de su organización se vale de su
    actitud
    comunicativa y de los excelentes comunicadores que lo
    rodean.

    Un aspecto que distingue a un buen líder, y por
    tanto a un buen gerente, es su capacidad de mantener a sus
    colaboradores <<inspirados>> y fomentar su trabajo en
    equipo en torno a las metas
    de la organización. Una de las formas de mantener la
    inspiración necesaria en los miembros de una
    organización es sin duda darles el suficiente y adecuado
    campo de actuación como para que se sientan comprometidos
    e involucrados con los objetivos de organización. Muchos
    autores llaman a esta práctica <<empowerment>>, lo que en español
    podríamos definir como <<dar
    poder>>.

    El empowerment consiste en dar autoridad y
    control a los empleados para que tomen decisiones por si mismos
    en la ejecución de sus tareas diarias. ¿Significa
    esto delegar? No, el dar poder a un empleado no es sólo
    delegar en el la autoridad de hacer, sino más bien el
    saber capacitarlo para poder hacer: formarlo para el
    logro.

    Recordemos que la autoridad se puede delegar, pero nunca
    la responsabilidad. Por consiguiente un gerente debe asegurarse
    que su gente está suficientemente capacitada para ejercer
    autoridad y para actuar de acuerdo a las expectativas de la
    organización.

    Pero no sólo se trata de capacitar,
    también se trata de saber <<dibujarle un horizonte
    claro>> a los colaboradores. Cuando una persona sabe que
    hay otra que espera mucho de ella, intenta no defraudarla, porque
    nadie espera tanto de otro si no lo considera valioso (M. Puig
    2004). El gerente moderno debe entonces hacer un esfuerzo en
    enfatizar aquellos aspectos que unen los objetivos personales,
    colectivos y organizacionales, y no incidir en aquellos que los
    separan. No se puede dar poder a alguien que no ve con nitidez su
    contribución y efecto sobre el trabajo de los demás
    miembros de su equipo.

    Finalmente todo gerente debe tener clara la necesidad de
    potenciar el trabajo en equipo. Además de dar poder a los
    empleados, se debe garantizar que estos unifiquen esfuerzos y
    consigan la tan citada como necesaria <<sinergia>>, es decir, lograr que la suma de
    las capacidades y el trabajo de los miembros de un equipo se
    refleje en un resultado que aprovecha al máximo las
    cualidades de cada uno de ellos. En equipos de
    trabajo verdaderamente sinérgicos, el todo es siempre
    mayor a la suma de sus partes.

    El hecho de que las organizaciones modernas tiendan a
    achatarse, tras la consecuente desaparición de estructuras
    piramidales y rígidas para dar paso a estructuras
    horizontales, pone a mucha gente –y por tanto a muchas
    actitudes, capacidades, conocimientos, personalidades, etc..-
    trabajando a un mismo nivel y en torno a muchos objetivos a la
    vez. Bajo este panorama el gerente debe ser sobre todo
    líder y miembro de un equipo – utilizando un
    americanismo: debe ser todo un <<team player>>.
    Inspirar y convencer a un equipo es todo un reto, ya lo dijo
    Maquiavelo en
    su libro <<El
    Príncipe>>: <<La naturaleza de los pueblos
    es muy poco constante: resulta fácil convencerles de una
    cosa, pero es difícil mantenerlos convencidos>>. En
    un entorno tan cambiante, exigente, multicultural y competitivo,
    donde es necesario aunar esfuerzos ¿No es esto todo un
    reto gerencial?

    Construimos la última reflexión en la
    búsqueda del concepto de neogerente:

    El neogerente se preocupa por que la visión de
    la organización y de los miembros de su equipo se unan en
    torno a los objetivos trazados. Ve por los suyos, los inspira,
    los acompaña, los escucha, les da poder y los
    capacita.

    Consideraciones
    finales: de la esencia al concepto.

    En los párrafos anteriores he tratado de
    reflexionar sobre la esencia del gerente moderno; de lo que
    ilustrativamente he llamado neogerente. Mi intención ha
    sido provocar al lector y poner al descubierto sólo un
    parte de los conceptos gerenciales que a mi juicio necesitan
    contrastarse continuamente, revalidarse y desarrollarse con el
    conocimiento de aquellos que los practican día a
    día, es decir, por los gerentes que están siendo
    protagonistas del cambio.

    Apelo en estas líneas a la necesidad de
    garantizar la constante adaptación de nuestras
    prácticas gerenciales, el estudio serio y formal de las
    metodologías de gestión, el fomentar un
    añadido a la formación humanística que
    recibe el profesional de la gerencia, y sobre todo la necesidad
    de <<airear>> los conceptos gerenciales,
    reconducirlos cuando sea requerido y rebatirlos –inclusive
    este mismo que torpemente construyo- sin ningún
    tabú o prejuicio.

    Consecuente con mis consideraciones iniciales sobre la
    naturaleza de un concepto, y tratando de superar el reto que
    implica ir de la esencia a lo conceptual, me dispongo finalmente
    a construir un concepto propio de neogerente partiendo de los
    siguientes pilares básicos que emanan de las seis
    reflexiones esenciales hechas a lo largo del presente
    trabajo:

    1. Cambio e incertidumbre como realidad
      diaria
    2. Mas y mejor conocimiento lógico y
      dinámico de las realidades
    3. Lo humano como elemento primordial
    4. Búsqueda del bienestar común en un
      ambiente socialmente responsable
    5. Comunicación como estrategia primaria de
      acción
    6. Capacitación, inspiración y trabajo
      en equipo

    El
    concepto:

    Neogerente:

    <<Es aquel individuo que se encarga de
    planificar, organizar, dirigir y desarrollar la totalidad de
    implicaciones técnicas, humanas y sociales derivadas de los
    equipos de trabajo, con el objeto de garantizar la continua y
    eficaz adaptación de los mismos a las exigencias de los
    procesos que conllevan al logro de los objetivos individuales y
    colectivos de los miembros de una
    organización>>

    Este sencillo pero representativo concepto, ha sido
    desarrollado con la firme esperanza de que sea rebatido y, como
    dije antes, continuamente <<aireado>>. Cómo
    base para la discusión, persigue despertar los sentidos del
    gerente hacia las exigencias humanas de las
    organizaciones.

    Los que han tenido la oportunidad de estudiar la
    teoría gerencial, podrán identificar algunos de los
    matices de Fayol
    presentes al inicio del concepto (planificar, organizar,
    dirigir), y notarán que se ha omitido el
    <<control>>.

    En realidad, como he tratado de justificar en mis
    reflexiones iniciales, el control en la neogerencia tiene mucho
    de autocontrol, y al sostener en el concepto la importancia del
    desarrollo de las implicaciones humanas, trato de dejar claro que
    hay que inspirar y motivar más que controlar.

    Al final la inspiración, la
    motivación, el sentido de pertenencia y la capacitación al logro, deben –como
    situación ideal- coadyuvar el autocontrol. Este es un
    objetivo primordial del neogerente.

    Trato de sugerir también, que se debe dar paso al
    concepto de equipo más que al de organización. La
    organización, a mi juicio, será cada vez menos
    tangible y más tendiente a desaparecer como base
    estratégica empresarial. El equipo de trabajo viene en
    este caso a satisfacer las necesidades de adaptación de
    las empresas ante los retos, es una fuente inmejorable de
    capacitación del recurso humano y una herramienta
    competitiva eficiente y eficaz. Esta necesidad de gerenciar
    equipos requiere más y mejor conocimiento desde la
    perspectiva de las implicaciones humanas.

    Por último, el tomar en cuenta la base humana de
    una organización y los procesos técnicos y sociales
    implicados, se considerada la única forma de alcanzar el
    bienestar común de los miembros de una empresa creando por
    añadidura un entorno socialmente responsable. La sociedad
    no hará más que exigir mayor responsabilidad en
    este sentido a las empresas. Esto es un hecho
    innegable.

    Queda ahora, como reflexión final para los
    gerentes, el compromiso de no dejar a la gerencia moderna
    sucumbir a los prejuicios y miedos que -tal como siempre dice mi
    amigo Manuel Díaz-Estébanez (compañero
    consultor)- por <<deformación profesional>>
    hemos adquirido.

    El reto de practicar una gerencia humanamente sana,
    justa y socialmente responsable está en nuestras manos y
    es garantía de éxito.
    ¡Atrévase a probarla!

    Bibliografía:

    Carlzon Jan. El momento de la verdad.
    Ediciones Díaz de Santos, S. A. Madrid
    1991.

    Hessen J. Teoría del Conocimiento.
    Espasa Calpe, S. A. Madrid 1970.

    Morris Tom. Si Aristóteles Dirigiera
    General Motors.
    Editorial Planeta, S. A. Barcelona
    2005.

    Pizzolante Negrón Italo. El poder de la
    comunicación estratégica.
    Editorial Pontificia
    Universidad
    Javeriana. Bogota 2004.

    Puig Alonso. Madera de líder.
    Ediciones Urano, S. A. Barcelona 2004.

    Robbins Stephen. Comportamiento
    Organizacional.
    Prentice Hall Hispanoamericana. México
    1999.

    Sádaba Javier. La filosofía
    contada con sencillez.
    MAEVA Ediciones. Madrid
    2002.

    Strathern Paul. The essential Plato.
    Virgin Books Ltd. London 2002.

     

     

    Lic. Hugo Rafael Pérez Bonetti ©
    2005

    Consultor Gerencial

    Licenciado en Ciencias
    Administrativas y Gerenciales. Especialidad Procedimientos y
    Métodos

    Master en Calidad Total

    Candidato a Doctor en Sociedad de la Información
    y Gestión del Conocimiento

    Especialista en Comportamiento
    Organizacional

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