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Algunas Reflexiones sobre la Poética de Relación de Édouard Glissant



    Monografía destacada

    RESUMEN

    Este artículo muestra la
    importancia del combate emprendido por el martiniqueño
    Edouard Glissant contra la intolerancia. Hoy por hoy se habla
    mucho de multiculturalismo y de plurilingüismo, sin embargo,
    la realidad nos confirma que existen pocas repercusiones en el
    ámbito de la paz. Según E. Glissant, sólo la
    Poética de la Relación puede llevar a los pueblos a
    renunciar a la espiritualidad, a la mentalidad y al imaginario
    estimulados por una concepción identitaria de la
    raíz única. En toda su obra (ensayos,
    novelas,
    poemas,
    entrevistas y
    discursos
    pronunciados como miembro de la UNESCO), se percibe la
    intención de hacernos reflexionar sobre los males de
    nuestro mundo a partir de la experiencia inédita del
    Caribe. Incansable, Glissant canta todas las categorías de
    La Relación: El mundo como Relación, en lugar del
    mundo como imposición y soledad, la identidad
    rizoma destruyendo el principio de filiación sobre el cual
    se apoya la legitimación del poder, y una
    praxis, es
    decir, la relativización promulgada por el pensamiento de
    la traza punto fundamental de su pensamiento para darnos como
    ofrenda la creolización del mundo.

    Palabras clave: Relación, identidad
    rizoma, creolización.

     

    ABSTRACT

    This article shows the importance of Edouard
    Glissant’s fight against intolerance. Now’s days,
    multiculturalism and plurilinguism are increasingly talked about,
    but unfortunately today‘s world shows few repercussions in
    the field of peace. According to Glissant only the Poetic of the
    Relation can bear peoples towards a renunciation of their
    spirituality, mentality and imaginary stimulated by a conception
    of the unique root. In all his work (essays, novels, poems
    speeches given as a member of UNESCO) it is clear his intention
    to make us reflect on the evils of our world from the unedited
    Caribbean experience. Tireless Glissant states all the categories
    of the Relation: The world as a Relation in place of the world as
    un imposition and solitude; the rhizome identity destroying the
    principle of filiations on which power legitimating and praxis
    are supported, that is to say, the promulgated relativity by the
    trace though, in order tom finally give us as un offering the
    creolization of the world.

    Key words: Relation, rhizome identity,
    creolization.

     

    RÉSUMÉ

    L’objectif de cet article est de montrer
    l’importance du combat mené par le martiniquais E.
    Glissant contre l’intolérance. De nos jours on parle
    beaucoup de multiculturalisme et de plurilinguisme, mais
    malheureusement l’actualité nous confirme
    qu’il existe peu de répercussions en ce qui concerne
    la paix. Seule, selon lui, la poétique de la Relation peut
    faire renoncer les peuples à la spiritualité,
    à la mentalité et à l’imaginaire
    stimulées par une conception identitaire de la racine
    unique. Dans toute son oeuvre (romans, poèmes, essais,
    entretiens et discours prononcés en tant que membre de la
    UNESCO) se dégage une intention, celle de nous faire
    réfléchir sur les maux de notre monde à
    partir de l’expérience inédite des
    Caraïbes. Inlassable, Glissant chante toutes les
    catégories de la Relation : le monde comme Relation
    à la place du monde comme imposition et solitude;
    l’identité – rhizome détruisant ainsi le
    principe de filiation sur lequel s’appuie la
    légitimation du pouvoir, une praxis,
    c’est-à-dire la relativisation promulguée par
    la pensée de la trace point fondamental dans la
    démarche glissantienne pour nous donner enfin comme
    offrande la créolisation du monde.

    Mots clés: Relation, identité
    – rhizome, créolisation.

    Hay que ser absolutamente errante, múltiple,
    afuera y

    adentro. Nómada… Si se es demasiado
    familiar con un

    sitio, si se está demasiado enraizado en un
    lugar, no se

    puede escribir con la verdad sobre ese sitio. Se
    mistifica

    Maryse Condé

     

    Édouard Glissant ha dedicado vida y obra a
    plasmar una obsesión: La resistencia a
    todo tipo de dogmatismo. Frente a las manifestaciones actuales de
    las culturas atávicas, como la imposición de
    la
    globalización, el auge del neoliberalismo
    económico, facilitado por el mito del Uno,
    y, peor aún, el terrorismo
    ligado a una especie de inmersión peligrosa dentro de la
    religiosidad, Glissant reflexiona sobre los males de nuestro
    mundo a partir de la experiencia inédita del Caribe y
    despliega toda una "maquinaria de guerra", es
    decir, repeticiones, en el sentido Deleuziano, para hacer
    renunciar a los pueblos a la mentalidad y al imaginario
    estimulados por una concepción identitaria de la
    raíz única.

    Frente al hormigón del pensamiento del Uno, el
    escritor martiniqueño impone incansablemente la
    visión de un mundo que sobrepasa lo barroco, yendo
    más allá de la polifonía (con el
    multilingüísmo) y resultando más imprevisible
    que esas iglesias de América
    del Sur donde los ángeles son indios, la virgen negra,
    las catedrales… vegetaciones de piedra
    (1997:
    116)

     

    La Pretensión del Uno

    La idea del Uno, según el poeta, es un
    engaño. El Uno se esfuerza por esconder lo múltiple
    del ser o peor aún es una exaltación mística
    que aniquila los siendo. Desgraciadamente, los
    fundamentalismos están a la orden del día: mientras
    que Oriente excluye por la fuerza al
    Otro; de manera más perniciosa, Occidente, a través
    del estímulo de la ciencia,
    difunde el deseo de mismidad. Además, de ser una variante
    de la concepción hegeliana del mundo, que omite al otro,
    situándolo a las puertas de la historia
    universal, lo integra a un sistema de
    producción. La intole- rancia tiene el
    mismo rostro que la avidez de beneficios. Los descubridores no
    vienen a descubrir nuevas culturas, sino a apropiarse, invertir y
    explotar las tierras ajenas. Los conquistadores son descubridores
    mercantes. Todo un dispositivo fue establecido: bancos,
    navegación de ultramar, trata de esclavos, minas,
    monocultivos, mercadeo
    internacional.

    En el "descubrimiento", entonces, sólo el mundo
    europeo descubre los otros mundos. El choque de los mundos
    entrados en relación establece el mundo como "Uno". En
    L’intention poétique Glissant precisa: si
    examino a Occidente, veo que decididamente no ha cesado de
    concebir al mundo inicialmente como soledad y, enseguida, como
    imposición
    (1969: 328) El actual proceso de
    globalización se entiende como
    imposición de Occidente. Es un sistema de mundo construido
    a partir del mercado
    transnacional y mundial que provoca una reestructuración
    de las ciencias
    sociales, buscando así nuevas estrategias para
    legitimizar su hegemonía económica, política y lingüística. Walter Mignolo en
    Pensar en los Instersticios (1999) resalta que la misión
    civilizadora ha sido la justificación ideológica de
    la expansión económica. Así, Europa ha
    marginado el resto del mundo, haciendo que ella sea el
    único lugar de la enunciación, mientras que las
    otras civilizaciones sean el lugar enunciado; la
    globalización ha restituido el espacio y el lugar.
    Asistimos a la multiplicación de las historias locales,
    pero, se interroga Walter Mignolo, si se considera la
    posición ambigua de la antropología frente al imperialismo
    económico, es totalmente legítimo dudar de las
    buenas intenciones post-coloniales. ¿No estarán
    ellas presentes dentro del contexto académico con el fin
    de poder modernizar y una vez más optimizar los
    beneficios? El problema es complejo.

    En lugar de cimentar su pensamiento a partir de la
    localización del lugar de enunciación, Glissant va
    a buscar el lugar común, es decir, el de la
    Relación. Constata que la erradicación, la
    deposesión, el sistema jerárquico de la
    plantación, no impidieron a los pueblos antillanos crear
    otra realidad imprevisible y múltiple, es por eso que,
    según él, se debe cantar el punto de
    "intersección". Lo que pasó en el Caribe no fue
    solamente un encuentro, un choque, un mestizaje cultural, sino
    también una dimensión inédita que permite
    estar allí y en otra parte, enraizado y abierto, perdido
    en la montaña y libre sobre el mar, en acuerdo y en
    exilio.

     

    Identidad Rizoma

    Según Glissant, existen dos formas de cultura: las
    culturas atávicas y las culturas compuestas. Las primeras
    sintieron la necesidad de apoyarse en el Mito de la
    Creación del Mundo, pero, explica él: hay en el
    mito una violencia
    escondida que se adhiere a la túnica de la
    filiación y que recusa en absoluto la existencia del Otro
    como elemento de la Relación
    (1990: 62). La
    "filiación", tiempo
    notariado, genealógico, que hace del más humilde de
    los mortales descendiente la primera criatura divina, es
    realmente un modo que permite asegurar su
    hegemonía.

    Las culturas compuestas no han tenido la oportunidad de
    crear una Génesis, puesto que son culturas nacidas de la
    historia
    (historia que ha sido obliterada). Glissant usa una palabra de su
    invención, digénesis, para hacer referencia a la
    gestación de esas culturas que tuvieron por vientre el
    barco negrero y que han descubierto el mundo en la sangre y el
    terror.

    Pero el mundo es complejo y, si miramos el mapa
    político, notaremos cuánto difiere del mapa de las
    identidades culturales. Esta asimetría es evidente en el
    origen de numerosos conflictos. Si
    los países como los de Europa del este y del África
    han roto ciertos dogmatismos y han tenido éxito
    saliendo de la colonización, no podemos decir lo mismo de
    su proceso de descolonización; al contrario, podemos
    constatar un resurgimiento de la identidad de raíz
    única. ¿Por qué? Porque el miedo reina:
    excolonizadores, excolonizados, opresores actuales, oprimidos
    actuales, todos tenemos miedo del hecho de que intercambiando con
    el otro y cambiando nosotros mismos, nos veamos amenazados de
    diluirnos, de desaparecer. Para asegurar su expansión, las
    culturas atávicas se han aprovechado de una especie de
    estupor de sacralidad, del concepto de una
    identidad basada sobre la exclusividad y la exclusión.
    Basta ver el caso palestino para comprender la amplitud del
    problema. Según Glissant:

    Los libros
    fundadores enseñan que la dimensión de lo
    sagrado

    no es otra cosa que la profundización del
    misterio de

    la raíz. El judaísmo, la cristiandad, el
    Islam,
    parten de la

    misma creencia en una verdad revelada. Tres
    religiones

    monoteístas aparecidas alrededor del
    Mediterráneo y que

    han engendrado todas ellas absolutos de espiritualidad
    y

    colmos de exclusión, elevaciones de suprema
    intensidad y,

    asimismo, fundamentalismos, paso a paso
    exacerbados

    (1997: 157)

     

    Frente a esta armazón del pensamiento
    único, de la raíz única, los pensamientos de
    sistema quedan impotentes, porque terminan dentro de otras formas
    de absoluto. Sólo un cambio dentro
    de nuestras poéticas, es decir, nuestros imaginarios, nos
    llevará, según Glissant, a pensar el mundo dentro
    del respeto a la
    diferencia y a la diversidad. Ante imaginario que desde
    antaño ha consistido en desear y conquistar, teniendo como
    consecuencia el aumento del territorio —lo que Glissant
    llama "el nomadismo de la flecha" — el poeta propone un
    imaginario de la puesta en relación de los unos con los
    otros, donde toda jerarquía ha sido abolida, imaginario
    que él describe como "un pensamiento archipiélago",
    a la imagen del
    Caribe, destinado a la puesta en contacto de todas las formas de
    cultura, del encuentro, de la interferencia, del choque, de
    armonías y desarmonías entre culturas dentro del
    Tod – mundo
    (1997: 194). A partir del concepto de
    Relación, Edouard Glissant va a crear toda una red al servicio de un
    vasto proyecto de
    descolonización, empezando por sustituir el concepto de
    identidad – raíz – única por el
    de identidad Rizoma. Aquí podemos apreciar la
    enorme influencia que ha ejercido la filosofía de Deleuze
    y Guattari en la obra de Édouard
    Glissant. En un complejo estudio titulado Mille
    Plateaux
    (1976), Deleuze y Guattari se oponen a la
    fórmula de Lacan "buscar la raíz"; si el
    psicoanalista concibe el Ser dentro del lenguaje
    dominado por la existencia de un amo significante, ellos piensan
    que lo que permanece en la profundidad de los cuerpos y del
    inconsciente son disposiciones del deseo que no cesan de provocar
    líneas de escape. Imaginemos por ejemplo una fuga de Bach.
    A partir de la partitura, existe una multitud de trasformaciones
    posibles, la melodía de base puede así desaparecer
    y nuevos acordes nos inundan y proliferan ‘como la mala
    hierba" (las improvisaciones de Jimmy Hendrix son otro ejemplo).
    No se trata de competencias,
    más bien de resultados animados por el deseo. Cuando
    Deleuze y Guatarri escribieron el Anti-Edipo a dúo,
    dispusieron "las mesetas", toda una multiplicidad conectable, que
    se comunican unas con otras a causa de micro fisuras (de
    Lézarde, diría E. Glissant). Estas micro fisuras
    toman la imagen de un rizoma que ellos simbolizan con la
    fórmula a n-1 (imaginemos, por ejemplo, mi mano
    activando una marioneta, mi voluntad no es suficiente para
    manipularla, es el sistema nervioso
    y músculo esquelético los que se ponen en
    marcha).

    El pensamiento occidental sigue la lógica
    del árbol, del calco y de la reproducción. Este hecho lleva a las
    culturas compuestas a una gran contradicción. Tomemos el
    caso de los antillanos, quienes buscan, según Glissant, en
    un allá, es decir, en la metrópoli o en
    África, su raíz. En el primer caso, los antillanos
    optan por la asimilación; en el segundo caso practican no
    un retorno sino, más bien, un desvío. El nombre de
    Fanon, que aún resuena en las antiguas colonias francesas
    del norte de África, en Martinica, su tierra natal,
    no genera ninguna conmemoración, esto se debe a que
    él trasportó su lucha contra la colonización
    a un allá que no es el suyo. Resultó lo mismo con
    el jamaiquino Marcus Garvey, pero, en este caso, el movimiento no
    resistió a la tentación de hacerse
    atávico.
    Calibán busca entonces destruir a Próspero: la
    reivindicación identitaria reposa dentro de peligrosas
    derivas.

    Desafortunadamente, la historia contemporánea nos
    ofrece numerosos ejemplos. Si estudiamos de cerca su novela
    poética La Lézarde nos damos cuenta que si
    la novela se
    construye a partir del dúo montaña–mar, a
    partir de la relación entre dos hombres, uno solitario
    pero solidario, el otro popular, vemos que esto es justamente
    porque el narrador busca extirpar la raíz, ( el centro, la
    metrópoli)

    El lugar, escribe él, la cuba, la
    caldera y la ebullición! Si el

    mar que es una sola risa, un solo día dentro de
    nuestros

    días, un nacimiento, un grito inicialmente
    anudado, oscuro,

    y que pronto se aclara y siembra. He oído
    esta palabra y

    ella se clavó en mí: Era una
    raíz. Conocí a Mathieu y a

    Thaël y a todos sus amigos: ellos fueron mis
    hermanos, ellos

    fueron mis tutores en el ascenso al mundo y la
    verdad.

    Conocí a Valérie, y he aquí, hay
    en mí esta raíz, que intento

    arrancar, pero su sujeción es más
    fuerte, y mis fuerzas me

    traicionan. Cuando yo tome mis manos sobre el
    cuerpo

    rugoso, cuando yo haya tirado con el peso
    irresistible, cuando

    el recuerdo sea tranquilo y fuerte, vago en palabras
    y

    rico de sabores, entonces el lugar para mí
    habrá aparecido.

    (1958: 216)

     

    El lugar es las Antillas, una realidad múltiple y
    compleja. Es concibiendo entonces la antillanidad, hasta ahora
    descuidada, que E. Glissant va a redescubrir y hacer compartir el
    verdadero valor de este
    inédito laboratorio.
    Utópico, tal vez, él enriquece su visión en
    la Poétique de la Relation (1990):

    No abdicamos a nuestras identidades cuando nos
    debemos

    al Otro, cuando realizamos nuestro ser como
    participante

    de un rizoma centelleante, frágil y amenazado
    más

    vivaz y obstinado, que no es una concentración
    totalitaria

    donde todo se confunde en el todo, sino un sistema no
    sistemático

    de relación donde adivinamos lo imprevisible
    del

    mundo.

     

    El Lugar Relacional

    En el "andar" glissantiano la necesidad del yo
    identitario se inscribe dentro de un contexto revolucionario que
    integra relaciones particulares con el espacio. En efecto,
    éste deja de ser percibido como territorio, es decir, como
    un espacio conquistado y defendido, como espacio de
    exclusión. En la obra Texaco de su paisano Patrick
    Chamoiseau aparece un lugar donde el suelo es libre
    debajo de las construcciones, donde el territorio da lugar a
    la tierra.
    Inspirados por los mitos
    amerindios, estos autores substituyen el sentimiento de
    pertenencia por la noción de Relación.
    Édouard Glissant en la Poétique de la
    Relation
    justifica esta posición :

    Se debate por
    ejemplo, a propósito de las Antillas la
    legitimidad

    de la « posesión » de la tierra.
    Según las leyes

    misteriosas de la raíz, los únicos
    poseedores del archipiélago

    serían los Caribes o sus antecesores, que
    fueron exterminados.

    La fuerza constringente de lo sagrado lleva
    siempre

    a buscar quiénes eran los primeros ocupantes de
    un

    territorio (los más cercanos a la
    creación original). Está

    búsqueda vana fue anulada ya con la masacre de
    los indígenas,

    la cual desenraizó lo sagrado. A partir de lo
    cual la

    tierra antillana no podía hacerse territorio…
    Sí, la tierra

    martiniquesa no pertenece, en absoluto enraizada, ni a
    los

    hindúes, ni a los mulatos. Pero lo que es una
    consecuencia

    de la expansión Europea (el exterminio de los
    indígenas

    precolombinos, la importación de nuevas poblaciones),
    es

    el hecho mismo que funda una nueva relación con
    la tierra:

    no el absoluto sacralizado de una posesión
    ontológica, sino

    la complicidad relacional. Aquellos que sufrieron la
    coacción

    de la tierra, que quizás desconfiaron, o que
    quizás

    intentaron huir de ella para olvidad su esclavitud,
    comenzaron

    también a crear nuevos lazos con ella, donde la
    intolerancia

    sagrada de la raíz con su exclusión
    sectaria no tenía

    más lugar. (1990: 48)

     

    La búsqueda del lugar, lo vemos de golpe, se
    inscribe en Édouard Glissant dentro de un vasto proyecto
    de escritura que
    excede largamente el registro de las
    reivindicaciones de países dominados. Él propone
    tejer entre el hombre y la
    tierra relaciones privilegiadas e imprescriptibles, sobre un
    esquema que no funcione con la legítima posesión
    del territorio sino sobre una puesta en Relación del
    hombre y de la
    tierra. Contrariamente a lo que pasa en los mitos fundadores,
    esos mitos de la creación del mundo donde el territorio ha
    sido dado a un pueblo elegido por sus dioses y es transmitido en
    posesión legítima a los descendientes, hay en la
    historia de las Antillas una ruptura de la filiación. En
    consecuencia, de acuerdo a estos mitos, el pueblo antillano es
    ilegítimo, su génesis es el barco negrero. No se
    trata de una génesis sino de una digénesis, es
    decir, de un nacimiento a partir del cual uno puede divergir. Por
    lo tanto Glissant ve una urgencia en la invención de su
    propio modelo de
    lugar.

    Evidentemente, éste no es occidental, no
    corresponde al territorio del estadonación.
    Según él, el modelo es el del lugar
    digénico, el del lugar relacional, el del lugar en
    expansión espiritual y no en expansión de conquista
    y de territorio. Glissant lo ilustra en Le Tout Monde
    (1993) demostrando que es el pensamiento de la errancia el que
    introduce a lo diverso: entonces, el lugar es como el rizoma,
    está compuesto de entradas y sentidos
    múltiples:

    Mathieu planeaba en un vértigo que mezclaba los
    espacios

    de los dos sitios, Gênes Venazza y la bruma de
    dos épocas,

    el fin de esa que ellos habían llamado la
    edad media y
    de

    esa que llamaron los tiempos modernos, pero eso era
    porque

    él portaba en sí mismo otro tiempo, que
    él erraba los

    tiempos… dilataba en sí otros espacios, y
    perdido en el

    espacio del momento presente. (1993: 32)

     

    Así, el pensamiento de la errancia desbloquea
    nuestros imaginarios… ¿Cuál es este viaje
    que encierra su fin en sí mismo? …Ni el ser, ni la
    errancia tienen término y el cambio es su estado
    permanente
    . (1997: 145 – 146).

     

    Relación y el derecho a la
    Opacidad

    Édouard Glissant reclama para todos "el derecho a
    la opacidad". No se trata de sembrar el hermetismo o el
    oscurantismo, sino encontrar la vía a tomar para lograr un
    verdadero respeto de la alteridad. En este sentido, la
    Poética de la Relación se une con la cautivante
    obra de Octavio Paz
    La llama doble cuando escribe: No somos trasparentes ni
    para nuestros semejantes ni para nosotros mismos
    y encadena
    el amor es una
    quiniela extravagante sobre la libertad. No
    la mía, la del otro
    (Glissant, 2002: 58). El objetivo de
    Glissant es el de llevarnos a pensar y a vivir de otra forma esos
    contactos que desafortunadamente no son siempre armoniosos, que
    pueden recaer en la violencia, el miedo hacia el Otro. Los
    antillanos han conocido o son los descendientes de aquellos que
    conocieron esta violencia y ellos saben que a través de
    estos choques pueden surgir nuevos discursos.

    En efecto, ellos descienden a la vez de África,
    de Europa, de la India y de
    Asia. Su
    identidad y su cultura debe pensarse bajo modalidades
    dialógicas y paradójicas que desembocan en un
    mestizaje, el cual se comprende no como una síntesis
    sino como una especie de diferenciación abierta. Es por
    esto que los escritores antillanos como Glissant nos invitan a
    abordar la realidad compleja de las sociedades
    humanas de hoy a partir de la experiencia del Caribe, porque en
    esta área se ha intentado superar el racismo, la
    asimilación y todas las otras figuras de la
    negación de la alteridad.

    A propósito de la manera como puede darse la
    Relación con la alteridad Glissant escribe lo
    siguiente:

    Si examinamos el proceso de la
    «comprensión» de los seres

    y de las ideas en la perspectiva del pensamiento
    occidental,

    encontramos a su principio la exigencia de la
    transparencia.

    Para poder «comprenderte» y, por lo tanto,
    aceptarte,

    debo llevar tu espesor a ese barómetro ideal
    que da

    motivo para comparar y quizás juzgar. Debo
    reducir. Aceptar

    las diferencias es desde luego trastocar la
    jerarquía del

    barómetro. "Entiendo" tu diferencia es decir
    que la relacio-

    no, sin jerarquía con mi norma. Admito tu
    existencia, dentro

    de mi sistema. Te creo una nueva vez pero
    quizás tengamos

    que terminar con la idea misma del barómetro.
    Conmutar

    toda reducción, no solamente consentir el
    derecho a

    la diferencia, sino mas allá, al derecho a la
    opacidad, que

    no es el encierro dentro de una singularidad
    irreducible.

    Las opacidades pueden coexistir, confluir, tramando
    tejidos

    de forma tal que la verdadera comprensión
    portará

    sobre la textura de esta trama y no sobre la naturaleza
    de

    los componentes. (1990: 204)

     

    Así, pues, Édouard Glissant intenta
    incitar a través de los imaginarios, una cultura de la
    "Relación". Incansable, despliega todos los argumentos
    posibles para hacernos comprender que no se trata de tolerar al
    Otro a condición de que se nos parezca o que acepte vivir
    y pensar como nosotros, sino que de hecho podamos vivir con el
    Otro y respetar "su opacidad".

     

    La Creolización

    La palabra creolización viene por supuesto de eso
    que llamamos el creol, esa realidad compuesta de elementos
    lingüísticos heterogéneos que nació en
    el universo
    cerrado de la plantación. Cuando Glissant escribe en la
    Poética de la Relación : Je vous
    présente la créolisation comme une offrande
    , no
    se trata simplemente de crear una lengua plena
    de sutilezas para engañar al opresor, sino, más
    bien, de proclamar un modo de enmarañamiento, la
    desmedida de la medida del barroco
    .

    En el Traité du tout Monde,
    explica: Yo llamo creolización al encuentro, la
    interferencia, el choque, las armonías y las
    desarmonías entre las culturas, en la totalidad realizada
    del mundo –tierra.
    Sus características
    serían:

    · La velocidad
    fulminante de las interacciones

    · La "conciencia
    de la conciencia" que nosotros tenemos.

    · La íntervaloración que proviene
    y que hace necesario que cada uno reevalúe para
    sí mismo los componentes puestos en contacto (la
    creolización no supone una jerarquía de los
    valores).

    · La impredectibilidad de las resultantes (la
    creolización no se limita a un mestizaje donde las
    síntesis podrían preverse).

    Finalmente, debemos decir que en vez de incitarnos a
    cultivar nuestro jardín a la manera de un Voltaire,
    Glissant nos invita a desbrozar y descifrar el mundo en tanto que
    multi-Relación. De la división pasamos al tejido,
    pero también a la difracción, a una apertura a la
    imagen del Caribe.

    Cúcuta, 2004

     

    REFERENCIAS

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    Bodeaux : Société des
    Bibliophiles de Guyenne.

     

    Patricia Mazeau de Fonseca

    En Revista
    Virtual Contexto, Volumen 9 – No.
    11 – Año 2005.

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