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Religión



    1. Cómo veo a
      Dios

    INTRODUCCIÓN:

    Yo creo en DIOS. Esa es una afirmación que
    solemos decir y escuchar con frecuencia.

    Pero hay algo que nos diferencia a todos en cuanto a esa
    declaración. Se trata de: la forma en que creemos en
    DIOS.

    Favorecer un intercambio respetuoso de conocimientos y
    vivencias, es saludable y nos mostrará que verdaderamente
    "somos hermanos" si decidimos serlo.

    No esperemos un milagro de DIOS.
    Hagámoslo.

    El milagro que DIOS espera es el trabajo de
    todos a favor de una Tierra digna
    de nuestros niños y
    de nosotros mismos.

    CÓMO VEO
    A DIOS

    …todos tendrán la libertad de
    profesar y mantener

    sus opiniones en cuestiones de religión.

    Thomas Jefferson

    Toda persona tiene
    derecho a la libertad de pensamiento,

    de conciencia y de
    religión; este derecho incluye la libertad

    de cambiar de religión o de
    creencia, así como la libertad

    de manifestar su religión o su
    creencia, individual y colectivamente,

    tanto en público como en
    privado, por la enseñanza,

    la práctica, el culto y la
    observancia.

    Todo individuo
    tiene derecho a la libertad de opinión y de
    expresión;

    este derecho incluye el de no ser
    molestado a causa de sus opiniones,

    el de investigar y recibir
    informaciones y opiniones, y el de difundirlas,

    sin limitación de fronteras, por
    cualquier medio de expresión.

    Artículos 18 y 19 de la
    Declaración Universal de los Derechos
    Humanos

    Yo creo en DIOS.

    Esa es una afirmación que solemos decir y
    escuchar con frecuencia.

    Pero hay algo que nos diferencia a todos en cuanto a esa
    declaración.

    Se trata de: la forma en que creemos en DIOS.

    La mayoría de nosotros coincidiremos sobre que,
    independientemente de nuestras religiones, en definitiva,
    todos adoramos al mismo DIOS.

    Sin embargo, curiosamente, estamos unidos por DIOS pero
    separados por la diversidad de credos.

    Yo no profeso ningún dogma desde hace varios
    años.

    Fui estudioso de muchas religiones y
    hablé con distintos miembros de cada comunidad para
    conocer con detenimiento su sentir.

    Prácticamente, todos las ramas del cristianismo
    me son conocidas.

    En particular me crié dentro de una familia
    católica. Sin embargo nunca fui estrictamente
    católico.

    Por algún motivo sucedió, ya adulto, que
    necesité corroborar si la afirmación sobre el
    carácter mesiánico atribuido a
    Jesús estaba avalada por las profecías
    bíblicas.

    Lo corriente es que las personas profesen la creencia de
    sus padres. Por lo tanto, esa investigación implicó aprender a
    desprenderme del hábito de tomar como cierto algo no
    investigado personalmente.

    Conforme los resultados de mi análisis, Jesús no es el
    mesías.

    Fruto de ello fue mi ensayo
    titulado "Así dice Yavé –Lo que la Biblia
    dice sobre el Mesías
    ".

    Quien lo lea se enterará sobre las razones que me
    llevaron a desestimar que Jesús sea el enviado profetizado
    en la Biblia y esperado por los judíos.

    Siendo esto así, el cristianismo resultó
    ser para mí un dogma no apoyado por la fuente
    bíblica.

    Más tarde, profundizando mi estudio, me
    encontré con que la propia Biblia es un texto escrito
    por hombres, fruto de la recopilación de varios documentos
    anteriores, con muy interesantes antecedentes sumerios y
    egipcios.

    La mano del hombre se
    había posado en lugares que yo imaginaba exclusividad de
    DIOS.

    Cualquier persona con corazón
    sincero y ganas de permitirse una investigación sin
    pasiones y sin miedo a la verdad puede encontrar material sobre
    este tema.

    Para mi caso, hallarme frente a este nuevo panorama
    implicó que mi estructura de
    creencias se desmoronara.

    Pero, atención: No estoy diciendo que a partir de
    ese momento ya no sabía en que creer. No.

    Seguí creyendo en DIOS.

    Siempre creí en DIOS.

    DIOS nunca estuvo en juego.

    Entonces, ¿Qué fue lo que sustenté,
    religiosamente hablando, de allí en más?

    De eso se trata este breve trabajo.

    Hablaré sobre: Cómo creo en
    DIOS.

    Es indudable que muchos lectores estarán carentes
    de todo interés
    sobre mi punto de vista.

    Si fuera un famoso actor, político o
    científico, la exposición
    que sigue valdría la pena para muchos.

    Como soy un don nadie, me pregunté: ¿A
    quién podría importarle?

    Y tengo mi respuesta: Estoy seguro que hay
    varias personas que pueden sentir como yo y, quien sabe, andamos
    solitos por el planeta cuando pudiéramos sentirnos
    acompañados.

    La unión de quienes piensan o sienten igual o
    parecido, no es algo para descuidar.

    Quizá este escrito pudiera también servir
    para apreciar cuantas cosas tenemos en común los seres
    humanos respecto a nuestros sentimientos para con DIOS,
    más allá de nuestra religión y aun sin ella
    en el sentido estrictamente formal de la expresión
    (doctrina, ritos, textos, etc.).

    Como fuera, me permito aprovecharme de la posibilidad de
    exponer en Internet mi punto de vista
    sobre DIOS, esperanzado en que habrá muchos que disfruten
    de ella.

    Si, con toda justicia, cada
    fe de este planeta tiene su espacio para exponer su creencia, no
    veo razón alguna para que yo me prive de hacer lo
    mismo.

    Como dije, nunca dejé de creer en
    DIOS.

    Mientras fui cristiano consideré a Jesús
    como algo distinto de DIOS (una idea similar al arrianismo). Para
    mí era el enviado de DIOS, el hijo de DIOS pero no DIOS
    mismo.

    Al analizar las profecías mesiánicas
    encontré que no se cumplían en Jesús y por
    lo tanto sólo dejé de considerarlo como
    tal.

    Pero el CREADOR, el HACEDOR de todas las cosas, DIOS,
    siguió firme en mi corazón.

    Desde luego, entendí que si investigando las
    profecías mesiánicas me había encontrado con
    esta nueva revelación, mi trabajo no debía concluir
    allí.

    Entonces me puse a indagar sobre el llamado Antiguo
    Testamento y comprendí que tampoco se trataba de una obra
    divina.

    Estaba frente a un libro
    considerado sagrado por mucha gente pero nunca examinado con
    detenimiento o, más precisamente, con espíritu
    crítico por la gran mayoría.

    Si uno lee sin temor, por ejemplo las notas al pie de la
    Biblia de estudio de las Sociedades
    Bíblicas Unidas (impresa en EEUU 1996) encuentra
    referencias a los "antecedentes no judíos" de
    algunos textos del Antiguo Testamento.

    Sin embargo este hecho no llama a la reflexión a
    la mayoría de los creyentes.

    Pero si nos interesamos en saber más sobre esos
    antecedentes de la Biblia encontraremos a estudiosos muy serios
    hablándonos con autoridad
    sobre ellos, tales como Samuel Noah Kramer, Jean Bottero, Aldo
    Ottolenghi o, el más conocido, Isaac
    Asimov.

    Así me enteré que el Poema de la
    Creación de los sumerios (Enuma Elish)
    también habla de la hechura del hombre con polvo de
    la tierra
    (nada extraño para pueblos que tenían piel morena y
    trabajaban con esmero la alfarería); que antes de la de
    Noé existió otra historia del diluvio y su
    héroe se llamó Atrahasis, de la ciudad de Acad; que
    entre los Salmos bíblicos hay uno, el Número 104 o
    103 según la versión que se tenga, que guarda una
    gran similitud con el Himno a Atón atribuido al
    faraón egipcio Amenofis IV (Akhenatón); o que
    algunos fragmentos del libro Proverbios son una adaptación
    del Libro de la Sabiduría del escriba egipcio
    Amenenope.

    Seguramente, habrá más cosas por enterarse
    sobre antecedentes que influyeron en la composición de la
    Biblia o fueron incorporados conciente o inconscientemente en
    ella.

    La circuncisión se encuentra ya en el antiguo
    Egipto, hace
    más de 4300 años, y llegó a ser
    condición necesaria para que los sacerdotes pudieran
    oficiar determinados ritos.

    También parece ser que un elemento muy utilizado
    y valorado en Egipto, pueblo que esclavizó a los
    judíos, fue la levadura, por lo que presumo que la
    prohibición de su uso en la Pascua nace como un claro acto
    de repudio hacia los dominadores.

    Volviendo a la circuncisión, es probable haya
    cobrado mayor auge entre los judíos durante su cautiverio
    en Babilonia, y esto no resulta extraño si se lo
    interpreta como un mecanismo de diferenciación y de
    repudio frente a los incircuncisos babilonios, ayudándolos
    además a unificarlos como pueblo.

    El conocimiento
    relativamente masivo que desde principios del
    siglo XX se tiene sobre estos antecedentes históricos
    gracias al hallazgo de viejos manuscritos (Qumram, Tell
    el-Amarna, Poema de Gilgamesh, etc.) permite comprender
    más sobre la construcción del pasado que formó el
    libro más difundido de todos, la Biblia.

    En particular, no me resulta traumático tener
    conocimiento de estas cosas. Es más, estoy agradecido a
    DIOS por permitirme investigar con serenidad y confianza en
    ÉL, en busca de información fidedigna.

    Sé, por propia experiencia vinculada a mis
    comienzos en esta tarea de "revisión de mi fe", que
    un cierto temor nos invade.

    Uno se dice a sí mismo: ¿Será
    esto así?
    Y si lo es: ¿Cómo no me di
    cuenta antes?

    Lo que pasa es que, por regla general, son pocas las
    personas interesadas en plantearse si lo que creen en materia
    religiosa está asentado sobre una base sustentable
    más allá de la fe
    .

    Por favor, entiéndase que esto no atañe
    sólo a los fieles que fundamentan su doctrina sobre la
    Biblia. Hablo de un hecho natural que es común a cualquier
    comunidad religiosa.

    Y no sólo común a todas ellas sino
    también razonable y saludable (en cuanto no implique
    racismo o
    discriminación) porque cada cual tiene el
    derecho de vivir conforme su religión (cristiana,
    islámica, judía, budista, hinduista, etc.) y de ser
    feliz con ella.

    Del mismo modo, también debe prevalecer el
    respeto a
    aquellos que decidieron examinarla y encontraron su lugar en otra
    fe, espacio filosófico, sentimiento personal o el
    propio ateismo.

    Generalmente, como he dicho, heredamos la
    religión de nuestros padres y transitamos por ella sin
    cuestionamientos de importancia.

    Quizá sólo nos revelamos cuando nos
    afrenta una injusticia inexplicable: una guerra,
    la pobreza, la
    enfermedad. Pero lo hacemos para reprochar a DIOS, sin darnos
    cuenta que cualquier cambio de
    situación depende, casi exclusivamente, de nuestra
    actitud
    individual y colectiva frente a la vida.

    ¡Cuántas cosas podríamos cambiar y
    no cambiamos!

    Otro componente que juega un papel importante en nuestra
    conciencia a la hora de la exploración sobre nuestras
    certezas religiosas es el temor de que no se trate de una actitud
    autónoma del individuo sino de una influencia espiritual
    maligna.

    La Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo
    Testamentos, insiste en reiteradas ocasiones sobre este influjo
    malicioso para desviarnos de la fe (de esa fe) e invita a
    los creyentes a apartarse de los que desertan.

    Teniendo esto presente, se entiende con facilidad el
    duro camino que deben transitar las personas que deciden analizar
    más profundamente su construcción
    religiosa.

    Uno necesita ser aprobado por los otros y una forma de
    asegurarse ese beneplácito es tener gustos y creencias
    afines a las de los demás.

    De tal modo que se juntan dos fuertes medios de
    presión: la creencia que algo sobrenatural
    nos está confundiendo para abandonar la fe y la
    reprobación de nuestros pares.

    Pero algunos llegamos al punto en el cual preferimos
    transitar por un camino elegido libremente, sabiendo que estamos
    en nuestro derecho de que así sea, más allá
    de las penas o ataques de soledad que en ocasiones nos pueden
    zarandear.

    Siendo el caso que seguimos creyendo en DIOS, ÉL
    es una fortaleza suficiente para sustentarnos.

    Definir como veo a DIOS no es tarea
    fácil.

    Cuando uno tiene una fe tradicional, generalmente posee
    un libro considerado sagrado del cual puede tomar
    múltiples pasajes para decirle a los otros:
    ¿Ves? Así es DIOS-.

    Puede acudir a su dirigente eclesiástico o a su
    comunidad y pedir que ellos le expongan cómo es
    DIOS.

    Los que no tenemos ese libro, ni ese pastor, ni esa
    comunidad, debemos elaborar con nuestras propias manos el
    edificio de la fe.

    Para mi fortuna, la habilidad para escribir me
    permitió expresar a otros cómo veo a
    DIOS.

    Lo hago en el poema "Digo DIOS"

    DIGO DIOS

    Cuando yo digo DIOS

    estoy diciendo Todo

    y a la vez estoy diciendo Nada;

    digo Universo
    Infinito y Big
    Bang,

    y Agujero Negro tragando una
    galaxia;

    digo Luz y
    Sombra,

    Vida y Muerte;

    el Resplandor más fuerte,

    la Oscuridad más cerrada;

    digo el Desierto más grande que
    imagines

    y a un mismo tiempo

    la mayor fuente de Agua.

    Digo todo lo que Existe y lo que No,

    y por si no fuera clara mi palabra

    digo CREADOR, pero no digo nunca

    deificación de una cosa
    creada.

    Este poema me ha permitido exponer dentro de la mayor
    concisión posible los conceptos básicos que
    constituyen mi idea sobre DIOS.

    Hago uso de opuestos (todo-nada, luz-sombra,
    vida-muerte) para poner de manifiesto mi concepción de
    DIOS como unidad que todo lo abarca, sin excepciones.

    Cierta vez, leyendo el libro de Isaías
    encontré un fragmento que de algún modo
    también refleja esta condición: "Yo creo la luz
    y la oscuridad, produzco el bienestar y la desgracia
    "
    (45:7).

    Para mí DIOS es, a un mismo tiempo, el
    Todo y también la Nada, el Universo y el
    Anti-Universo, la vida y lo estéril.

    En definitiva: Todo es DIOS, lo imaginable y aquello que
    no pensamos ni intuimos. Todo.

    Y aunque resulte paradójico este Todo absoluto al
    que me refiero es a la vez la Nada absoluta.

    DIOS es maravillosamente aterrador desde una
    contemplación con ojos humanos.

    La inmensidad de DIOS sólo puede ser apenas
    percibida, por eso recurrir a los opuestos es una metodología útil a la hora de pintar
    su infinita magnitud.

    Finalmente, los últimos versos dan cuenta de que
    queda excluida de mi ideario sobre DIOS cualquier
    pretensión de divinizar o transformar en sujeto de culto a
    una persona o una cosa.

    Por supuesto, lo dicho es la resumida
    presentación de mi idea sobre el CREADOR.

    Es mucho lo que uno puede decir sobre ÉL pero
    nunca será suficiente y es difícil que,
    después de tanto como se ha escrito a lo largo de los
    siglos, pueda agregarse algo nuevo.

    En particular quiero recomendar la lectura del
    debate radial
    llevado a cabo en 1948 en el Tercer Programa de la
    BBC entre Bertrand Russell y el padre F. C. Copleston, sobre el
    tema "La existencia de Dios".

    Se trata de un maravillo ejemplo de mutuo respeto por
    las ideas.

    Pasando al tema de mi forma de comunicación con DIOS, no dista mucho de la
    frecuente.

    Todas las mañanas rezo en agradecimiento por el
    despertar y para renovar mi compromiso de amor a
    ÉL.

    Durante el día, son reiteradas las oportunidades
    en las que oro, pero de
    ningún modo lo hago de manera formal.

    Procuro expresarme libremente.

    Entiendo que DIOS sabe de antemano todo lo que deseo o
    pienso y por lo tanto considero la oración como una
    herramienta que muestra mi
    necesidad de ÉL. Es un privilegio que gozo no una
    obligación.

    Es mi pequeñez la que me lleva a orar, a
    conectarme con el CREADOR para sentirme cercano a su presencia y
    a su amor.

    Dios no me necesita; yo a ÉL
    sí.

    La considero de suma importancia ya que nos recuerda
    nuestro lazo con el que nos creó.

    Nuevamente, como escritor quise exponer en la forma de
    lo que yo llamo un poema-oración (a la manera de los
    Salmos) mi alabanza al CREADOR.

    Entendí que, dado que DIOS conoce todas nuestras
    necesidades, sería bueno no pedirle sino celebrarlo de tal
    modo que me sirva a mí mismo como recordatorio de su
    grandeza.

    El poema-oración es el que sigue:

    MI DIOS ES…

    Mi DIOS es mi fuerza,

    la razón por la que soy,

    la certeza de mi eternidad,

    la causa de mi paciencia,

    el motor principal
    de mis acciones,

    el director sobre mis trabajos,

    la canción que me reanima,

    el imbatible que me sustenta,

    el gestor de mis victorias,

    mi consejero desinteresado,

    el que exige mi fidelidad,

    el que me dicta,

    el que me responde,

    el que recibirá toda la
    gloria,

    el que me ayuda a recordar mi
    pequeñez,

    el que evita que me fascine en lo
    humano,

    el que me enseña a estimar por igual al rey
    o al mendigo,

    mi motivo de orgullo,

    mi único Modelo,

    mi único Líder,

    mi único Gobernante,

    mi único Dueño,

    mi Amo absoluto.

    Como aclaración, quiero decir que cuando digo
    "Mi DIOS…", ese "mi" no implica una pertenencia
    exclusiva.

    Desde luego que DIOS no es mío.

    Pero evalué que del mismo modo que cuando
    hablamos de aquellos seres que amamos decimos: "mi"
    esposa, "mis" hijos, etc., debía citar a DIOS de
    igual forma.

    Puede apreciarse también que hay distintos
    atributos del CREADOR que amplían la exposición
    precedente sobre cómo lo veo.

    Para finalizar quisiera esbozar mi deseo sobre que se
    promueva con fuerza la "comunión" de todos los credos de
    la Tierra.

    Está siendo una actividad frecuente ver
    celebraciones conjuntas por ejemplo para recordar a los muertos
    por el terrorismo.

    Eso es un acontecimiento excelente y una muestra de
    crecimiento espiritual sin precedentes.

    Debemos procurar transformarlo en algo cotidiano que
    permita compartir los sentimientos de fe entre todos los que
    amamos a DIOS más allá del dogma elegido, e
    inclusive entre los ateos por supuesto.

    Favorecer un intercambio respetuoso de conocimientos y
    vivencias, es saludable y nos mostrará que verdaderamente
    "somos hermanos" si decidimos serlo.

    La Tierra es una y nosotros deberíamos trabajar
    por ella, todos juntos, como un solo hombre.

    Unámonos, respetémonos,
    comprendámonos y favorezcamos una tarea a favor del bien
    común de todo el planeta, para desterrar todo
    mal.

    No esperemos un milagro de DIOS.
    Hagámoslo.

    El milagro que DIOS espera es el trabajo de todos a
    favor de una Tierra digna de nuestros niños y de nosotros
    mismos.

    Que así sea.

     

     

    Daniel Adrián Madeiro

    Copyright © Daniel Adrián
    Madeiro.

    Todos los derechos reservados para el autor.

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