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Teoría del Discurso




Enviado por abderrahman149




    Monografía destacada

    1. Heterogeneidad composicional
      del discurso
    2. Tipos de
      discurso
    3. La
      narración
    4. La
      descripción
    5. La
      deliberación
    6. Tipología y modelo de
      organización del discurso
    7. Bibliografia

    Heterogeneidad
    composicional del discurso

    La crítica
    literaria (Genette 1972), la tradición
    filosófica (Ricoeur 1986), la lingüística textual (Benveniste 1966,
    Weinrich 1973),la semántica formal (Lascarides y Asher
    1993),la etnometodología (Sacks 1992, Gülich y
    Quasthoff 1986), la sociolingüística (Labov 1978),
    son son subcategorías de las ciencias de la
    lengua que
    examinaron muy a fondo, y desde perspectivas distintas, entidades
    nocionales y conceptos relacionados con el discurso como la
    narración, la descripción, la explicación, la
    información, la argumentación, la
    deliberación
    , etc.

    Si estas categorías dieron lugar a propuestas
    teóricas distintas, e incluso divergentes, la constancia y
    la transversalidad de tal cuestionamiento responde a una realidad
    empírica innegable: tanto a nivel oral como al escrito,
    las producciones discursivas no corresponden a la
    manifestación de un ùnico tipo de discurso, pero se
    articulan en una pluralidad de segmentos, que están
    incluidos en distintos tipos, y que se combinan según
    diferentes modalidades.

    Por lo tanto, dar a conocer las modalidades de tal
    combinación equivale a estudiar la complejidad de la
    organización del discurso según una
    opinión particular, la de su heterogeneidad
    composicional.

    Evidentemente, el análisis tradicional del discurso
    (Maingueneau 1990, Adam 1992, Bronckart 1997, Roulet, Filliettaz
    y Grobet 2001) aportó mucho acerca de esta
    problemática. Además de múltiples propuestas
    relativas a la clasificación de los tipos de discurso, sus
    contribuciones teóricas y metodológicas entorno a
    la heterogeneidad composicional son de gràn interés y
    muy copiosas.

    Al combinar un estudio centrado en la estructura
    interna de los textos con un cuestionamiento de orden
    circunstancial, los analistas del discurso destacan por ejemplo
    la complejidad de los sistemas de
    información implicados en la cuestión de la
    heterogeneidad composicional, y contribuyen así a
    distinguir mejor el concepto de tipo
    de discurso.

    Más concretamente, ponen de manifiesto que si las
    clases de textos estàn relacionadas con las condiciones de
    producción del discurso y a los aspectos
    que caracterizan un conjunto potencialmente ilimitado de
    actividades lingüísticas certificadas en una
    colectividad en un tiempo dado
    (p.ej.: la fábula, la autobiografía, la novela, el
    cuento, etc),
    los tipos de discurso designan un número terminado,
    estable, recurrente y claramente identificable de modalidades que
    implican la existencia de textos que contribuyen a la organización de las "infraestructuras"
    (p.ej.: narración, descripción,
    deliberación, etc.).

    De esta evocación somera de algunas de las
    contribuciones al análisis de las producciones
    lingüísticas, se retendrá que el concepto de
    tipo de discurso ocupa un lugar destacado en los trabajos
    consagrados a la descripción de las estructuras
    discursivass. Porque constituye una condición necesaria
    para el estudio de la heterogeneidad composicional del discurso;
    aparece como un paso obligatorio en la descripción de la
    organización del discurso y merece, por lo tanto, una
    atención especial.

    Esta es la razón por la cual los apartados
    siguientes se dedicarán a la presentación de una
    tipología discursiva, así como a algunas
    observaciones generales relativas al lugar de tal instrumento de
    análisis en un modelo de la
    organización del discurso .

    Tipos de
    discurso

    Contrariamente a la clasificación genérica
    ( fábula, noticia, cuento, novela, etc),
    cuya caracterización obedece a una multitud de criterios
    heterogéneos y desemboca en un infinito de
    categorías en perpetua evolución, los tipos de discurso
    (narración, descripción,etc.) se distribuyen en un
    número limitado de modalidades, que hacen posible un
    planteamiento tipológico.

    Sin embargo, esta tipología plantea a las
    teorías
    lingüísticas importantes dificultades, que
    justifican, sin duda, la multiplicidad de las tentativas de las
    que ha sido objeto el discurso, y esto desde hace varias
    décadas.

    Desde el punto de vista empírico, por ejemplo, la
    constitución de una tipología se
    enfrenta necesariamente a la notable diversidad de las
    producciones lingüísticas certificadas. En efecto,
    los tipos divagadores presentan, según del cotexto en el
    cual aparecen, propiedades extremadamente variables, y
    pueden manifestarse bajo formas semióticas
    múltiples (Filliettaz y Grobet 1999). Se plantea entonces
    la cuestión cómo, a partir de la infinita
    diversidad de las realidades empíricas, se llega a extraer
    los principios
    estables y recurrentes que son la base de las infraestructuras
    textuales.

    Pero esta cuestión remite a un problema
    teórico más general, y que se refiere a la naturaleza de
    información que debe solicitar el lingüista con el
    fin de constituir una tipología validera.

    Como lo deja ver la evolución de la investigación en este ámbito, varios
    criterios definitorios son posibles. En la época de
    Benveniste (1966) y de Weinrich (1973), por ejemplo, se
    pretendió fundar los tipos de discurso sobre
    categorías lexico semánticas, y más
    concretamente sobre configuraciones aspecto temporales (Roulet
    1991).

    Pero tales enfoques se encontraron rápidamente
    enfrentados a importantes límites.
    Ampliamente dependientes de las lenguas particulares, y sobre
    todo muy influidos por las clases de actividades
    lingüísticas, los criterios lexico semánticos
    constituyen buenos indicadores
    estadísticos, pero resultan a veces demasiado
    restrictivos, a veces demasiado generales para fundar una
    tipología valida empíricamente (ver Filliettaz y
    Grobet 1999, Grobet y Filliettaz 2000).

    Es seguramente lo que explica los esfuerzos para definir
    los tipos de discurso a partir de entidades
    preliguísticas. Fayol (1985),
    por ejemplo, presentó una tentativa interesante de
    describir los relatos por medio de una estructura cognoscitiva
    estereotipada basada en esquemas o escrituras cuyo alcance excede
    ampliamente el marco específico de las actividades
    lingüísticas particulares.

    Del mismo modo Adán (1992) avanzó una
    definición explícita de un número terminado
    de "prototipos secuenciales", distintos desde el punto de vista
    de su "superestructura".

    Por último, Bronckart (1997) elaboró una
    tipología basada en cuatro "arquetipos
    psicológicos", derivados de un número limitado de
    operaciones
    mentales referentes a los datos mundanos
    así como sobre las instancias actanciales.

    Aunque se trata de tentativas tipológicas
    sensiblemente diferentes y con algunos aspectos incompatibles,
    son tipologías que comparten sin embargo una serie de
    propiedades comunes que es de gran utilidad aclarar
    aquí.

    Se basan en primer lugar en categorías
    cognoscitivas que movilizan información de carácter de referencia, es decir,
    información que se refiere a los informes que
    el discurso mantiene con el mundo que representa. Todas ellas
    admiten, de una forma u otra, que los oradores disponen de
    recursos
    psicológicos caracterizados a partir de los cuales
    interpretan y producen secuencias discursivas
    particulares.

    Sin embargo, aunque ofrecen la ventaja de situar la
    reflexión tipológica a un nivel, a la vez,
    trans-semiótica y no determinado contextualmente,
    estos enfoques sólo determinan parcialmente las
    especificidades de los distintos tipos de discurso.

    Como lo mostró bien Roulet (1989), los conceptos
    de "superestructura" (Adán 1992) o de "esquema" (Fayol
    1985) se refieren tanto a unidades como a acontecimientos y
    aspectos no lingüísticos, y caracterizan un método de
    análisis independiente de toda forma de
    textualización. Ahora bien, definir tipos de discurso
    consiste no solamente en aclarar unas operaciones
    psicológicas generales en las cuales se basan las
    categorías discursivas, sini también poner de
    relieve los
    principios que afianzan éstas en unidades
    específicamente divagadoras.

    En definitiva, todo indica pues que el concepto de tipo
    de discurso no se va relacionado con una sola entidad
    teórica elemental ya que hay, en este sentido, toda una
    pluralidad de sistemas de
    información que intervienen en su definición. Es al
    menos lo que recientemente pretendieron establecer los trabajos
    ginebrinos (Roulet, Filliettaz y Grobet), cuyo enfoque modular
    adopta una tipología que presenta la ventaja de confirmar
    la importancia de las categorías cognoscitivas sin por
    ello minimizar el papel que estructura las configuraciones
    textuales.

    Esta tipología que presentamos, someramente, a
    continuación, se articula en torno a tres
    tipos de discurso que son la narración , la
    descripción y la deliberación.

    La
    narración

    De entre el conjunto de las categorías implicadas
    en la descripción de las infraestructuras textuales, el
    concepto de narración constituye indiscutiblemente el que
    fue objeto del mayor número de investigaciones.

    Por su parte, el modelo modular ginebrino propone
    definir el discurso narrativo como un segmento textual
    monológico que tiene por propiedad
    designar una pluralidad de acontecimientos divididos del mundo
    ordinario en el cual se sienta el pleito de la
    comunicación. Más específicamente, este
    tipo de discurso se basa en los principios subyacentes a la
    construcción de unidades discursivas
    monológicas que son las intervenciones (Roulet, Filliettaz
    y Grobet). Pero se basa igualmente sobre dos principios de
    referencia , a saber a) el de la disyunción de los mundos
    y b) el de "cadena efectiva culminativa" o de "historia".

    Uno de los méritos de los trabajos de Bronckart
    (1997) es haber estudiado de manera profunda las múltiples
    modalidades de puesta en relación entre el mundo ordinario
    y el mundo discursivo. En este sentido, todo indica que la
    narración se caracteriza por la disyunción que
    opera entre estos dos niveles de referencia.

    Convencionalmente, y desde el punto de vista espacial y
    temporal, el discurso narrativo lleva, en efecto, a la
    creación de un mundo discursivo que se descubre en
    disyunción con del mundo ordinario en el cual se sienta la
    acción
    lingüística.

    Este principio de disyunción de los dos mundos,
    en cuestion, no debe asimilarse al concepto de "ficción",
    y no se refiere específicamente a la recapitulación
    de ùltimos hechos. Pero no hay que olvidar que en un
    discurso narrativo se puede representar un mundo cuyos datos
    temporales son posteriores a las del mundo ordinario, y, como lo
    deja patentemente establecido la frecuencia de las narraciones en
    la vida diaria, puede porocederse permanentemente a la
    evocación de acontecimientos referencialmente disyuntivos,
    sin asignar un carácter ficticio a estos
    últimos.

    Hay que reconocer que algunas configuraciones
    semióticas, como, por ejemplo, las "actas" (aplazamientos)
    o las "menciones" (Gülich y Quasthoff 1986), optan por la
    existencia de una disyunción de dos universos de
    referencia, pero sin por ello constituir verdaderas
    narraciones.

    Esta es la razón por la cual, a pesar de las
    reservas que tal tentativa pudo suscitar (Bronckart 1997), es
    importante especificar las condiciones de referencia de
    aparición de la narración, precisando la naturaleza
    del proceso
    designado por este tipo de discurso. En efecto, pocos son los
    trabajos referentes al discurso narrativo que no mencionan los
    conceptos de progresión temporal, de transformación
    de Estados, anudamiento y desenlace o también de
    organización efectiva causalmente pedida (Fayol 1985,
    Adán 1992 y 1994).

    Aunque centradas en aspectos variados de la
    organización de las narraciones, estas propiedades
    convergen hacia la hipótesis según la cual las
    distintas formas de expresión de narratividad se organizan
    minimalmente en torno a una historia y que, más
    específicamente, designan un conjunto de Estados y
    acontecimientos que se articulan en una cadena culminativa. Esta
    es la razón por la que se puede considerar en definitiva
    que los juicios empíricos de los oradores relativos a la
    narración se basan, al menos en parte, en una
    representación específica, los de una historia
    caracterizada:

    Figura 1: Representación praxeológica de
    una historia

    La representación praxeológica aquí
    presentada remite claramente a unq información de
    carácter referencial. El transcusrso que propone traduce
    la idea de una transformación temporal y causalmente
    pedida, que se encuentra explícitamente mencionada en
    varios autores, y, en particular, en Adán (1992), en forma
    de un "esquema quinario". En cuanto a la evocación de una
    COMPLICACIÓN, de una REACTION y de una RESOLUCIÓN,
    traduce la necesaria "puesta en intriga" de los acontecimientos
    disyuntivos que son objeto de la
    recapitulación.

    De hechom es de considerar que si las expresiones
    narrativas mencionan cadenas efectivas, éstas no se
    sientan en una simple organización cronológica
    lineal, pero se articulan en un efecto de culminación
    vinculada a la aparición de un doble movimiento de
    anudamiento y desenlace.

    A veces dada por demasiados vinculantes, esta propiedad
    constituye sin embargo una condición recurrente en un gran
    número de modelos del
    relato: ya presente en Propp, a través de los episodios de
    provocación, reacción y
    sanción, Adán comenta detenidamente este
    efecto de culminación (1994: 104). Se encuentran incluso
    rastros en el modelo laboviense, en la medida en que las etapas
    narrativas que distingue presuponen minimalmente una
    tensión entre acontecimientos desencadenantes y
    acontecimientos concluyentes (Labov 1978: 306). Entendida
    literalmente, tal condición supone una reducción
    de
    la infinita diversidad de los discursos
    narrativos posibles.

    Sin embargo, si el concepto de historia funciona como un
    principio definitorio teóricamente válido, es
    porque presenta una forma de flexibilidad indispensable para la
    definición de los tipos de discurso. Esta flexibilidad se
    manifiesta en primer lugar en el carácter que caracteriza
    tal representación, que no debe confundirse ni con
    "escrituras" que planean, ni con "normas" de
    carácter determinista, sino que puede dar lugar,
    según las situaciones, a frecuencias
    múltiples.

    Esta maleabilidad se manifiesta también a
    través de los principios de "recursividad" que garantizan
    la representación praxeológica de la historia una
    gran diversidad de realizaciones efectivas.Tal como queda
    indicado por las flechas, éstas se refieren, por una
    parte, a la potencial multiplicación lineal de los
    episodios de REACTION, y por otra parte, a la derivación
    posible de cada uno de los episodios de la intriga, en forma de
    historias insertadas.

    La
    descripción

    Contrariamente a la narración, cuyo estatuto
    tipológico pocas veces se cuestiona, el discurso
    descriptivo dio lugar a incesantes controversias y fue objeto de
    tratamientos variados en los autores y teóricos que se
    ocuparon del estudio del tema.

    Segùn los trabajos francófonos (Hamon
    1993, Adán y Petitjean 1989, Adán 1992 y 1993),
    esta controversia se debe ,por una parte, a la aparente falta de
    construcción que presenta este tipo de discurso, y por
    otra parte, a su estatuto a menudo supeditado a nivel
    textual.

    Sea como sea, la descripción segùn
    Adán se basa en un "procedimiento de
    jerarquización muy estricto", regulado por un
    número limitado de operaciones que son (a) la
    sujeción, (b) la aspectualización, (c) la puesta en
    relación y (d) la tematización :

    a. Porque toda descripción se refiere a una
    entidad de referencia determinada, se afianza minimalmente en un
    "tema-título". Esta operación de
    sujeción es esencial, puesto que garantiza al
    discurso descriptivo su coherencia, y funde hasta cierto punto su
    "horizonte de espera". Además de la evocación
    catafórica del tema-título, varias modalidades de
    sujeción pueden considerarse. Se puede por ejemplo revelar
    retrospectivamente la entidad que fue objeto de la
    descripción, y así proceder a una
    asignación. Y se pueden también en cualquier
    momento reformular el tema-título o cualquier otro
    elemento de la descripción, modificándolo
    sensiblemente.

    b. Lo característico del discurso descriptivo
    consiste en mencionar las partes o las propiedades de las
    entidades de referencia. La operación de
    aspectualización es pues la base de la extensión
    descriptiva. Equivale a presentar sucesivamente las
    características que se reconocen en el tema- título
    o a cualquier otro elemento de una descripción.

    c. Además puede suceder que el tema-título
    esté situado en el espacio y en el tiempo. A veces
    también es asimilado, en comparación o en
    metáfora, a otras entidades de referencia. El conjunto de
    estas operaciones está incluido en el procedimiento de
    puesta en relación.

    d. Finalmente, la operación de
    tematización garantiza al discurso descriptivo una
    extensión potencialmente infinita. En efecto, como lo
    precisa Adán (1993), "cualquier elemento puede
    encontrarse, a su vez, al inicio de un nuevo procedimiento de
    aspectualización y/o de puesta en situación". La
    articulación de las operaciones constitutivas de la
    descripción da una idea clara de los principios en que se
    basa la organización de este tipo de discurso, y que
    implican la base de su jerarquización:

    Figura 2: Las operaciones descriptivas según
    Adán (1993: 115)

      Aunque muy someramnete presentada aquí,
    esta definición ofrece la ventaja de relacionar un
    número limitado de operaciones semióticas con los
    principios que son la base de las secuencias descriptivas, que
    sean elementales o complejas.

    Además, estas categorías afianzan en un
    conjunto homogéneo de información de referencia los
    principios definitorios de este tipo de discurso. En efecto, la
    "superestructura" anteriormente mencionada va relacionada con un
    conjunto caracterizado de operaciones cognoscitivas elementales:
    el tema-título remite a una entidad conceptual cuyas
    características son objeto de derivaciones particulares,
    especificadas por la naturaleza de las operaciones
    descriptivas.

    Se puede pues considerar que a diferencia de las
    narraciones, basadas en representaciones praxeológicas de
    historias, los discursos descriptivos se refieren a
    categorías conceptuales, y designan las propiedades de los
    lugares, de los seres o de cualquier otra unidad de referencia
    que puede ser objeto de una derivación
    conceptual.

    Se consigue así una definición de la
    descripción que supone este tipo de discurso como un
    segmento textual monológico que designa, a través
    de las operaciones específicas que son la sujeción,
    la aspectualización, la puesta en relación y la
    tematización, las distintas características de una
    entidad conceptual.

    La
    deliberación

    A pesar de nombres variables ( discurso teórico,
    explicativo, argumentativo, informativo, etc), el discurso
    deliberativo se encuentra mencionado de manera recurrente en los
    distintos modelos tipológicos existentes.

    Parece necesario por lo tanto concederlo un fuerte
    estatuto tipológico. Sin embargo, mientras que es posible
    entender configuraciones de referencia relativas a las
    narraciones y a las descripciones, parece en cambio
    difícil relacionar la diversidad de los discursos
    deliberativos con un conjunto determinado de
    principios.

    En efecto, contrariamente a los tipos arriba estudiados,
    el discurso deliberativo no parece generar "esperas particulares"
    relativas a un contenido de referencia. Además, las
    propiedades lingüísticas a veces contabilizadas para
    entender las especificidades resultan realmente demasiado
    generales, y se aplican también a otras categorías
    tipológicas.

    No obstante, lejos cuestionar la validez de una
    tipología basada parcialmente en información de
    referencia, estas particularidades ponen de relieve la gran
    neutralidad de las configuraciones deliberativas. Esta es la
    razón por la que es necesario definir este tipo como una
    clase de
    "grado cero" de un modelo tipológico, correspondiendo al
    conjunto de las producciones discursivas que escapan a la vez a
    las propiedades de la narración y a las de la
    descripción.

    Esta hipótesis de un
    discurso deliberativo "por defecto" parece satisfactorio en la
    medida en que contribuye a la asimilación de ciertos
    elementos a la vez empíricos y teóricos. En primer
    lugar, el establecimiento de un tipo neutro, definido de manera
    negativa, puede explicar por qué, al menos en contexto
    conversacional, la gran mayoría de las producciones
    verbales están incluidas precisamente en el este tipo
    discursivo. Es solamente cuando el contenido de referencia se
    organiza de manera específica que entidades textuales
    toman localmente la forma de un discurso señalado como la
    narración o la descripción.

    Por otra parte, desde un punto de vista más
    teórico, la definición por defecto ofrece la
    ventaja de dar cuenta debido a que el conjunto de las
    categorías tipológicas no presentan el mismo grado
    de apariencia. Adoptar la hipótesis de un "grado cero"
    vuelve de nuevo así a admitir que el discurso deliberativo
    constituye una entidad muy poco destacada, y que está por
    consiguiente preferible describir la neutralidad más que
    de intentar desesperadamente traerla a un prototipo
    ilusorio.

    Tipología
    y modelo de organización del discurso

    La tipología discursiva anteriormente mencionada
    sólo constituye un ejemplo de clasificación entre
    las múltiples posibilidades que se elaboraron durante
    últimos años. En la medida en que sólo se
    destacan tres categorías, esta tipología puede sin
    embargo darse por mínima desde el punto de vista de varios
    aspectos.

    Contrariamente al enfoque que propone Adán
    (1992), la clasificación anteriormente mencionada no
    implica una distinción elemental entre la
    explicación y la argumentación, y no concede un
    fuerte estatuto tipológico a varias clases que
    frecuentemente vemos mencionadas en los tratados de otros
    autores.

    Por ejemplo, el "discurso poético" no se ve como
    un tipo de discurso particular, puesto que éste destaca o
    por actividades lingüísticas que se manifiestan en
    múltiples subtipos ( el soneto, el blasón, la
    fábula, el poema en prosa, etc.), o de una función
    general del uso de la lengua – la función poética o
    autotélica descrita por Jakobson (1963) – que se encuentra
    potencialmente expresada en el conjunto de las producciones
    discursivas y que, por lo tanto, no remite a una infraestructura
    textual específica.

    En cuanto al "discurso procesal", que se manifiesta
    principalmente en las producciones verbales de carácter
    preceptivo ( ingresos de
    cocina, métodos de
    empleo,
    procedimientos, explicaciones, etc.), se
    vinculó claramente con un subtipo de descripción
    bien estudiado por Adán (1992): la descripción de
    acciones.

    En la medida en que su configuración de
    referencia se vinculó con operaciones de
    aspectualización de un tema-título por partes
    temporalmente pedidas, es necesario admitir que el discurso
    procesal supone un proceso descriptivo. Por último, a
    diferencia de un gran número de autores (Adán 1992,
    Bronckart 1997), la tipología propuesta por el modelo
    modular ginebrino no aplica el "discurso dialógico" o
    "interactivo" a un tipo entre otros.

    El reglamento de las conversaciones remite en efecto a
    principios fundamentales que están incluidos en la
    dimensión elemental de la organización del discurso
    – la dimensión jerárquica – y no de la
    problemática de la heterogeneidad composicional. En cuanto
    a los diálogos representados, muy frecuentes tanto orales
    como escritos, su estudio es susceptible de mostrarlos como
    consubstancialmente vinculados con los discursos narrativos,
    descriptivos o deliberativos que los soportan.

    A pesar de su reducido número de
    categorías, la tipología arriba definida ofrece una
    serie de ventajas, tanto metodológicas, empíricas
    como teóricas. A nivel metodológico, la
    clasificación se basa en un conjunto estable de principios
    recurrentes, y no, como es el caso a veces, según
    criterios definitorios que varían de una categoría
    a otra.

    De manera recurrente, es una información
    referencial y textual que permite definir el conjunto de las tres
    entidades que son la narración, la descripción y la
    deliberación. Además, el enfoque cognoscitivo
    privilegiado aquí hace posible la consideración de
    un extenso conjunto de realidades empíricas y permite
    superar satisfactoriamente el problema de la variedad de las
    producciones discursivas.

    En efecto, los tipos de discurso constituyen una
    información diagramática abstracta que especifica
    los contornos de entidades interiorizadas por los oradores.
    Dichas entidades pueden aplicarse según modalidades
    variables a la realidad de los discursos producidos, yendo de la
    realización "prototípica" a formas de
    manifestaciones más inesperadas.

    Por último, debido a que reconoce plenamente la
    complejidad inherente al concepto de tipo de discurso, en
    particular, distinguiendo la información referencial y
    textual que la componen, la tipología presentada
    aquí permite aclarar desde un punto de vista
    teórico lo que los tipos discursivos comparten con otras
    formas de expresión no lingüísticas (una
    configuración de referencia específica), y lo que
    le es propio (una configuración textual monologica de
    intervención).

    En resumidas cuentas, si la
    definición de los tipos discursivos aparece como una
    condición necesaria para el estudio de la heterogeneidad
    composicional del discurso, es importante recordar que no
    constituye más que una etapa.

    En efecto, describir la posibilidad para producciones
    verbales de combinar una multitud de fragmentos que dependen de
    configuraciones de referencia variables no se aplica a la
    definición de tipos abstractos: implica determinar
    cómo estos tipos de discurso se manifiestan en secuencias
    efectivas, cómo estas secuencias se hacen a nivel
    léxico-sintáctico por efectos argumentativos,
    narrativos o autotélicos, cómo se imbrican
    finalmente a nivel textual y, cómo responden a las
    propiedades de las situaciones de interacción en las cuales se enuncian
    (véase Filliettaz 1999 y Roulet, Filliettaz y Grobet
    2001).

    En definitiva, la problemática de los tipos de
    discurso deja ver el carácter complejo de las realidades
    discursivas y la necesidad para los analistas de establecer
    respuestas metodológicamente adaptadas a tal
    complejidad.

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    Profesor

    Laaouina Abderrahman ,

    Facultad de Letras Y Ciencias Humanas Universidad
    Mohammed V,

    Departamento de Estudios Hispànicos,

    Rabat , Marruecos.

     

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