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Cambio y Desarrollo Organizacional – Expertos Notables




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    Cambio y
    Desarrollo
    Organizacional – Expertos Notables

    Editado en: "Expertos notables en Desarrollo
    Organizacional" – Autor: Eric Gaynor Butterfield – RODP
    (Ed. por The Organization Development Institute International,
    Latinamerica – 2005).

     

    Chester I.
    Barnard

    Resulta a veces
    sorprendente que el muy buen aporte de Chester Barnard no haya
    llegado con la intensidad deseada a los directivos de
    corporaciones, a los empresarios individuales, y muchas veces
    tampoco a las mejores Universidades en las distintas culturas
    latinoamericanas.

    En momentos en que
    todavía estaban vigente muchos de los conceptos y
    prácticas de la Administración
    Científica liderados por Frederick Taylor
    ("Scientific management"; Harper & Row – 1947), Chester
    Barnard se adelantó a los pensamientos de Henri Fayol
    ("General and industrial management"; Pitman – 1949) y
    también a los del notable sociólogo alemán
    Max Weber
    ("The theory of social and economic organization"; Free Press –
    1947).

     

    Incluso podemos
    decir que el trabajo de
    Barnard se adelantó a la discusión respecto de cual
    es el tipo de liderazgo
    más eficiente, donde algunos autores privilegiaban el
    enfoque de tipo autoritario mientras otros sugerían que el
    más efectivo era el participativo, y que muchos
    años más tarde fue dilucidado gracias a los aportes
    de académicos e investigadores de Ohio State University
    (Eric Gaynor Butterfield: "Congreso de Desarrollo
    Organizacional"; Argentina – 1999).

     

    Muchas de las
    sugerencias de Chester Barnard son de inmensa aplicabilidad para
    los directivos, ejecutivos y gerentes del mundo organizativo y
    corporativo y también son de utilidad para los
    empresarios, en ambos casos dentro de las culturas
    latinoamericanas. Y no debemos dejar de destacar los beneficios
    adicionales que pueden recibir los consultores y asesores de
    empresas,
    tanto internos como externos, como así también los
    agentes de cambio y
    facilitadores, puesto que en el trabajo de
    Barnard se respira el cambio como algo que está presente
    en todo sistema vivo. Por
    lo tanto, podemos sugerir que un público muy vasto dentro
    del mundo organizacional, corporativo y empresarial puede extraer
    beneficios concretos de este autor a través de su fuerte
    inspiración y creación que dejó plasmado en
    su clásico libro "The
    functions of the executive" (Harvard University Press –
    1938).

    El trabajo de
    Chester Barnard ("The functions of the executive"; Harvard
    University Press – 1938) es muy poco citado a pesar de la
    enorme importancia del mismo ya que ha servido por un lado para
    ir un paso más allá de los conceptos y
    prácticas de la
    administración científica y también de
    los principios de
    administración de Henri Farol ("General and
    Industrial Management"; Pitman – 1949). Otra
    contribución importante es su diferencial posicionamiento
    del movimiento de
    las relaciones
    humanas y algunas ideas y aportes que luego fueron tomadas
    por James March y Herbert Simon para su monumental trabajo
    titulado "Organizaciones".
    Y cualquier consultor que se precie de la importancia de la
    "persuasión" en los procesos de
    liderazgo dentro de las organizaciones, no puede dejar de tener
    en cuenta las importantes contribuciones de este excelente autor
    (Eric Gaynor Butterfield – Congreso de Desarrollo
    Organizacional, Argentina – 1999).

    A partir del
    trabajo de Chester I. Barnard (ya citado – 1938) los
    directivos y consultores de empresas tienen la posibilidad de
    tener en cuenta que el comportamiento
    individual de cada uno de los participantes organizacionales es
    único e irrepetible. Las personas no son más una
    constante sino más una variable, y que tiene fuerte
    incidencia en los resultados y la performance organizacional.
    Existe una gran variabilidad en el comportamiento de los
    distintos miembros organizacionales, y ningún directivo,
    ejecutivo, gerente o
    empresario
    eficaz puede pasar por alto este hecho.

    Barnard ha
    mostrado fuerte interés en
    aspectos macro como los derivados del enfoque sociológico
    que ha integrado en forma muy efectiva y particular por su
    actividad del día a día en calidad de
    practitioner interesado en cambio y desarrollo organizacional
    durante sus años como Presidente de la New Jersey Bell
    Telephone Company. Realizó trabajos de dirección con una organización gubernamental lo que le
    permitió estudiar las diferencias entre una
    organización de tipo "estable" y una que es ad-hoc. Y al
    hacerlo centra su atención estudiando como pueden
    desarrollarse de una mejor manera las actividades
    organizacionales como resultado de las relaciones tanto sociales
    como personales de los distintos participantes
    organizacionales.

    Para Barnard
    resulta claro que:

    1. todas las personas tienen
      restricciones basadas en la situación que confrontan
      y también por las propias restricciones de carácter biológico

    2. asimismo los participantes
      organizacionales tienen un poder
      limitado en un proceso
      de decisión – elección

    3. las actividades
      organizacionales son efectivas solamente en la medida que los
      procesos y tareas de interacción son efectivos
    4. es importante que las
      personas satisfagan – en cierta medida – sus
      necesidades individuales

    y todo esto debe
    hacerse dentro de un marco donde se alcancen los objetivos
    organizacionales. Para esto es de suma importancia contar con un
    "propósito común" lo que a su vez requiere una
    "persistente coordinación en el tiempo".

    Al describir las
    funciones de
    un ejecutivo para un eficaz funcionamiento organizacional,
    Barnard señala que los ejecutivos hacen "contribuciones"
    duales: a la unidad de trabajo y a la unidad ejecutiva, agregando
    que solamente dando cumplimiento a ambas en forma
    simultánea la
    organización va a operar integralmente. Es bueno que
    el lector relacione estos conceptos de Chester Barnard con la
    organización matricial adjudicada a Robert R. Blake &
    Jane S. Mouton ("Group Dynamics – key to decision making";
    Houston, Gulf Publishing Co. – 1961 / "The managerial
    grid"; Houston, Gulf Publishing Co. – 1964 / "The
    managerial grid III"; Gulf Publishing Co. – 1985) a fines
    de la década del 50 del siglo pasado, y también en
    alguna medida con el esquema "dual" de Frederick Taylor
    ("Scientific management"; Harper & Row – 1947). Otro
    aspecto interesante a tener en cuenta es la concepción de
    Barnard cuando sugiere que "no todo el trabajo de un ejecutivo es
    realmente trabajo ejecutivo", puntualizando que el trabajo del
    ejecutivo sí tiene que ver con una especialización
    (sugiriendo que no es nada fácil y que no está al
    alcance de cualquiera) que el denomina "la de mantener la
    organización en funcionamiento" (casi unos 30 años
    más tarde Daniel Katz & Robert L. Khan "Social
    Psychology of the organizations" – 1968) hacen
    mención puntual a esta actividad básica que
    requieren las organizaciones.

    Esta función
    del ejecutivo de mantener la organización en
    funcionamiento implica:

    1. Esforzarse por mantener la
      comunicación organizacional. En
      ésta función el ejecutivo debe tener competencias que le permitan definir los
      roles organizacionales necesarios dentro de su esfera de
      acción que se debe combinar con el
      esquema de reclutar un "contribuyente" apropiado. Le
      pedimos a los lectores que revisen el material entregado en
      las Jornadas de Desarrollo Organizacional realizadas
      durante el año 2002 en la Argentina, y en especial
      la separata titulada: "Dilema organizacional: el que vino
      no convino … y el que convino no vino." El ejecutivo debe
      saber apreciar la existencia de la
      comunicación informal – algo que en
      aquél entonces fue toda una revolución – que era
      considerada como disfuncional para las empresas. El talento
      de Chester Barnard, y ya a título de genio, sugiere
      que en su función el ejecutivo debe tener una
      visión "no tradicional" al tener en cuenta la
      organización formal e informal; para Chester la
      organización formal al emitir nuevas órdenes
      lo que en realidad está haciendo – o mejor
      dicho debe hacer – es convalidar el hecho de que se
      haya logrado un acuerdo anterior (informal). Por lo tanto
      si el ejecutivo tiene interés en averiguar el origen
      de lo que sucede en la
      empresa, debe más bien concentrarse en los
      aspectos informales mucho más que en los
      formales.

    2. Asegurar los servicios
      esenciales. ¿Qué quiere decir Barnard al
      mencionar "asegurar los servicios esenciales"? Ya hemos visto
      que al centro del modelo de
      Barnard está la necesidad de coordinación sin
      la cual las empresas no pueden ser efectivas. Por ello
      aquí lo que busca Barnard es "traer a los
      participantes organizacionales dentro de una relación
      de cooperación con la organización" y al mismo
      tiempo evocar o inducir los servicios de dichas personas. Y
      esto no es tarea fácil de ninguna manera ya que tiene
      que ver entre otras cosas con: desarrollo, mantenimiento y corrección de sistemas
      de incentivos,
      educación y entrenamiento, desarrollo de una cultura y
      moral
      organizacional.
    3. Formulación del
      "propósito" y de los objetivos. Esto no podía
      estar fuera del modelo de Chester Barnard de ninguna manera.
      Y para ponerlo en pocas palabras Barnard sugiere que
      está relacionado con asignar responsabilidad – es decir, delegando
      autoridad
      objetiva. Distingue claramente que la responsabilidad por las
      decisiones a largo plazo descansa en el ejecutivo y en
      especial de los que están en la cúspide de la
      pirámide, pero que las responsabilidades por las
      acciones y
      actividades descansa en la base de la organización.
      Esto último hace indispensable que entre sus funciones
      el ejecutivo incluya la de adoctrinar a aquellos en los
      escalones inferiores respecto del objetivo
      global organizacional si es que queremos ver a la entidad
      como un todo.

     

    Quizás
    Chester Barnard, además de sus contribuciones arriba
    mencionadas, debe ser también reconocido por su capacidad
    de moverse a través de distintas unidades de análisis, lo que no es común. Su
    trabajo integrado a nivel de individuo,
    grupos y
    organización representan una prueba sólida de
    cómo integrar las prácticas ejecutivas con los
    mejores conceptos.

    La base para toda
    acción cooperativa
    descansa en un propósito común o propósito
    cooperativo que a nivel de "creencias" debe estar en la cabeza de
    los participantes organizacionales como objetivo organizacional,
    y la enorme necesidad de inculcar en los empleados esta creencia
    y práctica de un propósito común es una
    función gerencial de primordial importancia. Son mucha las
    organizaciones que se han extinguido habiendo alcanzado sus
    objetivos pero que han fracasado por alcanzar su
    "propósito común", y además advierte que la
    organización para lograr supervivencia y continuidad en el
    tiempo va a tener que desarrollar a través de los mismos
    distintos tipos de propósitos. Y estos distintos
    propósitos en el tiempo, la elección del momento,
    como así también la manipulación de variables
    relacionadas con la adopción
    de nuevos y distintos propósitos son funciones de un
    ejecutivo eficiente y eficaz.

    El
    propósito organizacional según Chester Barnard
    solamente tiene sentido cuando produce una acción
    cooperativa que es aceptada por los participantes
    organizacionales, teniendo por lo tanto un componente cooperativo
    y además un aspecto subjetivo. Este último no tiene
    que ver con lo que el propósito significa para la persona, sino
    más bien con lo que la persona piensa que significa para
    la organización en su conjunto.

    Chester Barnard
    nos sugiere que las acciones no son alcanzadas debidamente bajo
    el esquema de organización mecanicista mostrando la
    importancia de la comunicación. La comunicación es un
    mecanismo eficaz para "linkear" un propósito
    organizacional común con aquellos que están
    deseosos de cooperar con el mismo, lo que es logrado a
    través de dos distintos métodos:
    lenguaje tanto
    oral como escrito y por lo que Barnard denomina el "sentimiento
    observacional". Podemos decir que el sentimiento observacional es
    la habilidad de percibir – por supuesto sin palabras
    – no solamente la situación que se confronta sino
    también la intención propuesta. Esto no es algo que
    el individuo trae consigo sino que más bien tiene que ver
    con experiencia y entrenamientos especiales – que dentro de
    cierta continuidad en acciones coordinadas – permite a los
    distintos participantes organizacionales desarrollar reacciones y
    concepciones "tipo" para distintos tipos de situaciones. En
    cierta medida se puede sugerir que Chester Barnard fue un pionero
    en identificar lo que muchos años más tarde fue
    definido por Daniel Goleman ("La inteligencia
    emocional"; Bantam Books – 1995) como "inteligencia
    emocional".

    Teniendo en cuenta
    que la cooperación es la columna vertebral sobre la cual
    se puede desarrollar la eficiencia
    organizacional, y que ésta puede ser alcanzada a
    través de diversas "formas comunicacionales" que tienen a
    su vez sus propios límites,
    hay que tener muy en cuenta que el tamaño organizacional
    – y la correspondiente complejidad comunicacional –
    pueden determinar el crecimiento de la entidad. Las distintas
    unidades o sectores crecen al crecer el número de
    participantes organizacionales, y como consecuencia de su
    relación entre los distintos grupos, y la necesidad de
    mecanismos de intermediación, nuevos grupos emergen
    quienes agregan nuevas complejidades organizacionales que agregan
    restricciones a la eficiencia.

     

    El autor se anima
    a emitir algunos principios con el propósito de asegurar
    el éxito y
    la efectividad organizacional, que se disparan por diferenciarse
    largamente de los principios que prevalecían en aquella
    época, lo que lo muestra como un
    real innovador:

    1. Todas las
    personas en la empresa debe
    saber cuáles son los canales de
    comunicación;

    2. Todos deben de
    tener acceso a un canal de comunicación formal;

    3. las
    líneas o trazados comunicacionales deben de ser lo
    más cortas y directas que sea posible.

    La
    obtención de cumplimiento en las organizaciones
    está íntimamente vinculada con el concepto a que
    hace referencia el autor y que define bajo el nombre de "zona de
    indiferencia". Las órdenes e instrucciones emitidas deben
    de ser percibidas por el personal en
    términos neutros sin que exista un cuestionamiento
    consciente respecto de la autoridad de quien emanan. Esta zona de
    indiferencia puede ser expandida – por los superiores
    – pero Barnard hace notar que los incentivos materiales por
    sí solos, aunque son necesarios, son insuficientes y para
    ello hay que apelar a aspectos tales como status, prestigio, y el
    tipo de poder personal.

    Barnard
    tenía muy en claro que la autoridad caminaba por un camino
    muy distinto de la concepción perteneciente a la escuela de
    administración científica. Para
    ésta última, prácticamente no existía
    ni se esperaba cuestionamiento alguno respecto del cumplimiento
    de las tareas a realizar por los subordinados. Todas las personas
    "tenían que hacer su trabajo; quién no lo
    hacía bien, no representaba un real problema para la
    dirección de la empresa a largo plazo, sino que el
    problema era propio para la persona involucrada: podía
    perder su fuente de trabajo inmediatamente". Barnard sabía
    muy bien que muchas personas podían no hacer las cosas que
    se le indicaban y que además podían también
    comenzar a hacer cosas que resultarían en contra de los
    intereses de la organización. Más aún, estas
    cosas que estaban en contra de la empresa, también
    podían ir en contra de su propia carrera laboral, pero
    igualmente muchos participantes organizacionales podrían
    desarrollar estos comportamientos en contra de sus propios
    intereses personales. Como directivo máximo de una empresa
    líder
    en el mundo, Chester Barnard tenía muy en claro la
    ineficiencia que resultaba del concepto de autoridad que emanaba
    de la escuela de administración científica. Las
    instrucciones de los superiores no siempre son obedecidas, son
    desobedecidas en momentos críticos, y esto tiene incluso
    un efecto de contagio (negativo) que ninguna organización
    orientada hacia alta performance, puede llegar a
    ignorar.

    El genio de
    Barnard le permite observar que los subordinados también
    "deciden", y por lo tanto los superiores tienen que tenerlo en
    cuenta y deben trabajar bajo este hecho, lo que algunos
    años más tarde es tomado por James March y herbert
    Simon ("Organizations"; Wiley & Sons – 1958) al
    referirse a las "premisas de decisión". El participante
    organizacional procesa información y decide; y en la
    decisión que adopta puede llegar a obedecer, o no. Y
    aquí existen – según Barnard – dos
    aspectos claves: las ventajas provenientes de obedecer, o las
    desventajas en que puede incurrir como resultado de desobedecer.
    Este concepto no estaba en la cabeza de los pensadores dentro de
    la escuela de administración científica; ellos de
    ninguna manera podían aceptar que la autoridad no depende
    tanto del superior sino más bien del subordinado en la
    medida que este tiene la discreción de aceptarla, o
    no.

    Consiguientemente
    podemos decir que la decisión que adopta el subordinado en
    cuanto a cumplir con la autoridad proveniente del superior, ha de
    ocurrir cuando tiene ventajas por aceptar y también hay
    desventajas por no aceptar. Mientras que la decisión del
    subordinado de no aceptar y cumplir con las instrucciones del
    superior, han de estar presente cuando hay desventajas por el
    hecho de aceptar y existen ventajas por la circunstancia de no
    aceptar.

    Ahora bien
    ¿Cuándo es que el subordinado realmente acepta una
    instrucción y la lleva a la acción? Parece ser una
    pregunta simple, pero todo ejecutivo debe tenerla bien en cuenta.
    Se requiere del cumplimiento de distintas condiciones, y,
    según Chester Barnard, todas las condiciones deben
    cumplirse (de allí que no resulta sencillo conseguir
    cumplimiento de los participantes organizacionales). Las
    condiciones son:

    1. Cuando el
    subordinado debe estar en condiciones de entender la orden (es
    importante el grado de comprensión que tiene el
    subordinado respecto de la instrucción
    recibida);

    2. Cuando el
    subordinado no considera que la instrucción recibida es
    incompatible con los objetivos de la organización (el
    hecho de que cumpla una orden en contra de la
    organización, coloca – conceptualmente -a este punto
    por encima de teorías
    organizacionales muy posteriores como es la teoría
    de Max Weber: "The
    theory of social and economic organization"; Free Press –
    1947);

    3. Cuando el
    subordinado no considera que la instrucción recibida del
    superior pueda resultar conflictiva o incompatible respecto de
    sus propios objetivos personales;

    4. Cuando el
    subordinado cuenta las condiciones mentales y físicas
    necesarias que le permitan cumplir con la
    instrucción.

    Los directivos,
    ejecutivos y gerentes no deben de olvidar que las empresas
    están conformadas por personas que tienen necesidades
    humanas y motivaciones individuales. También deben saber
    que – independientemente del tamaño de la
    organización – incluso en las empresas de gran
    tamaño han de existir pequeños grupos
    "menos-formales" cuyos objetivos deben de ser compatibles con los
    de la organización en su conjunto. El concepto de
    autoridad basado históricamente dentro del marco de la
    escuela de administración científica, se derivaba
    de la posición. El sólo hecho de contar con la
    posición daba lugar a la autoridad. Barnard reformula este
    concepto y lo acerca a la distinción que más de 50
    años más tarde hacen otros expertos que comienzan a
    señalar las diferencias entre el gerente y el
    líder; para Barnard la autoridad solamente existe en la
    medida que las personas estén dispuestas a
    aceptarlo.

     

    Los miembros
    organizacionales no actúan de manera aislada sino como
    resultado de las interacciones con otros miembros, y se presenta
    un fenómeno de mutua influencia, lo que da lugar a
    relaciones de tipo social. Cada una de las personas sigue
    sosteniendo sus particularidades junto con sus limitaciones y
    como resultado de sus limitaciones es necesario que los
    participantes organizacionales cooperen entre sí. En la
    medida que esta cooperación se expande, aparecen las
    organizaciones y empresas. Esto lo lleva a concluir que las
    organizaciones son sistemas cooperativos que tienen existencia en
    la medida que se presenten las siguientes condiciones:

    1. Existe
    interacción entre dos o más participantes
    organizacionales;

    2. Existe el deseo
    y también la voluntad y disposición de dichas
    personas, hacia cooperar;

    3. Existe un
    objetivo común, que está representando por la
    performance o eficacia
    organizacional.

    Chester Barnard es
    consciente de que los objetivos de las personas (directivos y
    ejecutivos que están más cerca de la cúspide
    de la pirámide) pueden estar distanciados de los objetivos
    de aquellos que se encuentran más cerca de la base de la
    pirámide. Por lo tanto una de las principales tareas de
    los responsables al nivel más alto, radica en que los
    individuos sean eficaces en el logro de los objetivos
    organizacionales y al mismo tiempo eficiente en el logro de sus
    objetivos personales.

    Barnard
    está entre las primeras personas que estudia el
    fenómeno resultante de la interacción entre la
    organización formal e informal, y lo más destacable
    es que ve como "necesaria" el hecho que exista la
    organización informal al sugerir que las organizaciones
    formales desde el mismo momento de su creación –
    para operar eficientemente – requieren la
    organización informal. Cuando las personas se relacionan
    entre sí sobre la base "personal" más que por un
    "propósito común", el carácter repetitivo
    hace que las interacciones sean sistemáticas y
    organizadas, dando lugar a la organización informal. Y va
    un paso más allá de los pensadores en su
    época; sugiere que aunque (la organización
    informal) parezca que actúa en contra de los objetivos de
    la organización formal, en realidad cumple cuna
    función vital e importante, haciendo notar un aspecto que
    no era usualmente tenido en cuenta, incluso en estos tiempos: la
    necesidad que tienen todas las personas de actuar en libertad para
    ejercitar su propia elección. Tanto Taylor como Fayol
    estarían deslumbrados por éstas sugerencias de
    Chester Barnard al aceptar éste que las decisiones
    adoptadas por los objetivos impersonales resultantes de la
    organización formal no hacen más que ir en contra
    de las personalidades individuales de los distintos miembros, al
    impedirles "su propia elección".

    Posiblemente otro
    de los aportes más significativos de Chester I. Barnard
    tiene que ver con que se ha desprendido de la escuela de
    administración científica que ha prevalecido en
    aquella época, sugiriendo que las empresas son "redes comunicacionales",
    algo que más de 60 años más tarde destacan
    otros practitioners y estudiosos de otras áreas de
    ciencias del
    comportamiento como ser coaching y
    coaching ontológico. A partir de Barnard se genera la
    posibilidad de visualizar a las más bien rígidas
    estructuras
    organizacionales como redes de información y de
    comunicación, privilegiando las formas de obtención
    de información, procesamiento y archivo de los
    mismos, como así también la calidad del diálogo.

    El autor tiene un
    mensaje muy claro para aquellos directivos, ejecutivos y gerentes
    que están genuinamente interesados en la performance de su
    empresa; una de las áreas principales de ellos, y que
    deben de realizar diariamente, es la de desarrollar mecanismos y
    sistemas que ayuden a motivar a su personal hacia los logros y
    objetivos de la organización. Es necesario que los
    distintos individuos – con sus diferentes necesidades y
    motivaciones – trabajen hacia una causa o propósito
    común y esto no debe de conseguirse a través de la
    autoridad formal. En este sentido ningún director o
    ejecutivo al tope de la empresa, puede dejar el manejo de
    los valores de
    la organización en manos de terceros; ellos mismos deben
    hacerse cargo de ello por ser indelegable, y en la medida en que
    deseen eliminar o mitigar futuras consecuencias
    disfuncionales.

     

    Finalmente, si
    tenemos en cuenta que dos autores de un trabajo monumental como
    es el tratado de "Organizations" (James March & herbert
    Simon; Wiley & Sons – 1958) han tomado conceptos
    fundamentales de Barnard, bajo la situación donde se hace
    referencia al concepto de zona de indiferencia y su
    relación en cuanto al balance entre "inducements &
    contributions", a lo que además se debe sumar el hecho de
    concebir al hombre como un
    ser "relativamente racional", podemos decir sin temor a
    equivocarnos que las contribuciones de Barnard son de un calibre
    innovador y pionero pocas veces igualado.

     

    Muchas gracias por
    compartir.

     

    Eric Gaynor
    Butterfield
    – Presidente

    The Organization
    Development Institute International, Latinamerica

    (also Board member
    of The Organization Development Institute –
    Worldwide)

    www.theodinstitute.org

     

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