Monografias.com > Religión
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

No te dejes vencer por el mal



    A nuestro querido clero diocesano y religioso,
    A los religiosos, religiosas y miembros de Institutos
    Seculares,
    A nuestros colaboradores seglares en el apostolado,
    A nuestros hermanos y hermanas en la fe en Jesucristo,
    A los gobernantes y políticos de nuestro país,
    A los hombres y mujeres de buena voluntad.

    Queridos hermanos,Queridas hermanas en el
    Señor:

    1. Con la mirada puesta en el país que
      anhelamos, les saludamos en el nombre del
      Señor.

    2. En el marco de las celebraciones de la Virgen de la
      Paz, Patrona de El Salvador, es oportuno invitar a exaltar
      los
      valores para reflexionar sobre la responsabilidad de cada salvadoreña y
      cada salvadoreño en la construcción de una sociedad
      fraterna, pacífica, justa y solidaria en la que reine
      verdaderamente la paz.

      Es el mismo Cristo que, durante su vida
      pública, nos contó las parábolas del
      Reino, comparándolo con la semilla que cae en tierra y
      con la semilla de mostaza; o con la levadura, el tesoro
      escondido y la perla preciosa; el Reino en el que, durante el
      tiempo de
      nuestra peregrinación, el trigo está mezclado
      con la cizaña; el Reino que se parece a la red que recoge toda
      clase de
      peces,
      buenos y malos (cf. Mt 13).

    3. Nuestra palabra se inspira en Jesucristo, cuya
      imagen
      transfigurada contempla cada año el pueblo
      católico salvadoreño.
    4. Cristo hizo presente el Reino con obras y palabras.
      Movido por su inmensa misericordia, multiplicó el pan
      para saciar el hambre de la multitud que le seguía,
      ávida de su palabra y necesitada del pan de esta tierra.
      Jesús responde a esa necesidad humana tomando en sus
      manos cinco panes y dos peces, después de ordenar a sus
      discípulos: Denles ustedes de comer (Lc 9,
      13).
    5. El Papa Juan Pablo II, de grata memoria,
      comenta así esta página en la
      exhortación postsinodal sobre el obispo como testigo
      del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo:
      Una actitud
      análoga podría surgir en nuestro ánimo,
      como desalentado ante la magnitud de los problemas
      que interpelan a las Iglesias y a nosotros, los obispos,
      personalmente. En este caso hay que recurrir a esa nueva
      fantasía de la caridad que ha de promover no tanto y
      sólo la eficacia de
      la ayuda prestada sino la capacidad de hacerse cercano a
      quien está necesitado, de modo que los pobres se
      sientan en cada comunidad
      como en su propia casa (Pastores Gregis, 73).

      En las fiestas titulares de la República
      hemos palpado una vez más la fe profunda de nuestro
      pueblo. Hemos visto también el sufrimiento que agobia
      a las grandes mayorías.

      Conocemos la lista de estas preocupaciones: la pobreza,
      el alto costo de
      la vida, el desempleo, la
      falta de oportunidades, la inseguridad y tantas necesidades
      básicas no satisfechas que impiden a cientos de miles
      de compatriotas lograr el desarrollo
      integral al que tienen derecho por su condición de
      personas humanas y de hijos e hijas de Dios.

      Los recientes desastres
      naturales han hecho aún más pesada la cruz
      para miles de familias y han dejado al descubierto la
      vulnerabilidad del país en los aspectos
      ecológico, económico y social. A los miles de
      damnificados les expresamos nuestra solidaridad.

    6. Por eso, a la luz del
      Señor transfigurado, miramos con ojos y corazón de pastores los problemas
      de la Patria como parte de nuestra misión
      evangelizadora. Como Jesús, contemplamos las
      multitudes del único país del mundo que lleva
      su santo nombre.

      Al hambre de Dios respondemos con la
      evangelización y la celebración de los
      sacramentos. Y al hambre de pan tratamos de responder como
      nuestro Divino Salvador, quien tuvo entrañas de
      misericordia ante toda miseria humana
      (Plegaria
      Eucarística, Vb).

      Por una parte tratamos de iluminar las conciencias
      con la luz del Evangelio y de la doctrina social de la
      Iglesia;
      y, por otra, llevamos adelante una obra de promoción humana y desarrollo integral
      a través de las distintas expresiones de la pastoral
      social.

    7. En ese panorama tan desolador fijaremos la atención en un tema que preocupa
      sobremanera a la comunidad salvadoreña: la
      incontenible violencia.
      Queremos responder a tan dramática realidad como lo
      haría Jesús.

      En el Año de la Eucaristía, que fue
      convocado por el Papa Juan Pablo II para volver a suscitar en
      el pueblo cristiano la fe, la maravilla y el amor
      por este gran sacramento que constituye el auténtico
      tesoro de la Iglesia
      (Benedicto XVI, alocución del
      04.09.95), nos hemos detenido para contemplar con asombro y
      gratitud el misterio de Jesucristo realmente presente en el
      Santísimo Sacramento del altar.

      Y le hemos pedido una y otra vez, como los
      discípulos de Emaús: Quédate con
      nosotros, Señor
      (Lc 24, 27).

    8. Jesús respondió a la primera
      tentación de Satanás diciendo: No sólo
      de pan vive el hombre,
      sino de toda palabra que sale de la boca de Dios
      (Mt 4, 4).
      Estamos convencidos de que la evangelización es el
      primer servicio, el
      más necesario, que nos corresponde ofrecer.
    9. El Santo Padre acaba de recordarnos el lazo estrecho
      que une la Eucaristía con la caridad: Caridad no
      significa ante todo el acto o el sentimiento benéfico,
      sino el don espiritual, el amor de
      Dios que el Espíritu Santo infunde en el
      corazón humano y que lleva a entregarse a su vez al
      mismo Dios y al prójimo… Nuestra respuesta a su
      amor tiene que ser entonces concreta, y tiene que expresarse
      en una auténtica conversión al amor, en el
      perdón, en la recíproca acogida y en la
      atención a las necesidades de
      todos.
      (Alocución, 25.09.05).1. La violencia nos ahoga

      Y aunque no llegue a matar físicamente, no
      podemos pasar por alto la violencia que invade los hogares
      sobre todo a través de algunos programas de
      televisión.

    10. Cada día, al abrir el
      periódico, al escuchar la radio o al
      mirar las noticias en
      el televisor nos golpea con toda su crudeza la realidad de
      nuestro país, marcada por tantos hechos violentos.Todos
      lo sabemos: la violencia está cada vez más
      presente, en primer lugar, en el seno mismo del hogar; ya sea
      la violencia que sufre la mujer de
      parte del esposo o de su compañero de vida, o la que
      padecen niños
      y niñas a pesar de su tierna edad: hay violencia
      física,
      violencia psicológica y, en forma creciente, incluso
      violencia sexual.
    11. Tenemos también la violencia producida por la
      delincuencia
      común que acecha en todas partes: en casa y fuera de
      casa; en el campo y la ciudad, en fincas o terrenos
      baldíos, en paradas de buses y al interior de los
      medios de
      transporte
      público, en negocios y
      oficinas. Es una violencia asesina que arrebata sin piedad la
      vida de personas de toda edad o condición: niñas
      y niños, mujeres, jóvenes y personas mayores,
      humildes trabajadores y profesionales. Nadie está a
      salvo de este flagelo social.
    12. A la violencia doméstica y a la delincuencia
      común se añade la pavorosa violencia de las
      pandillas juveniles o maras, del narcotráfico y del crimen
      organizado. De estas formas de violencia, la que aparece en
      primer plano en los medios de
      comunicación es la de los jóvenes
      pandilleros, dejando la impresión de que ellos son los
      principales responsables de las muertes violentas que ocurren
      cada día en nuestro país.
    13. Se asesina para robar; se asesina por venganza; se
      asesina por encargo; se asesina bajo el efecto del alcohol o
      las drogas;
      se asesina casi siempre con armas de fuego
      que circulan prácticamente sin control; se
      asesina a sangre
      fría; se asesina con lujo de barbarie y en completa
      impunidad; y
      hay quienes afirman que se asesina incluso como método
      de limpieza social.
    14. Sí, la violencia se ha vuelto omnipresente. El
      país que lleva el nombre de Cristo, nuestro Salvador,
      navega en un mar de violencia. La nación confiada al patrocinio de Nuestra
      Señora de la Paz, ha llegado a un nivel de violencia
      homicida que va en aumento.
    15. Según datos del
      Fondo de las Naciones
      Unidas para el Desarrollo (PNUD), El Salvador es uno de
      los países más violentos de América Latina: el año pasado
      hubo más de dos mil setecientos homicidios, casi todos cometidos con armas de
      fuego; y este año, de enero a julio, se cuentan
      más de dos mil. Actualmente se calcula que hay un
      promedio de doce homicidios por día.

      La empresa
      privada asegura que se ve obligada a asignar casi el diez por
      ciento de su presupuesto al pago de agentes y sistemas
      de seguridad.
      Tenemos más agentes de seguridad privada que
      policías.

    16. De acuerdo a la misma fuente, en el año 2003, la
      violencia costó al país más de mil
      setecientos millones de dólares, cantidad que equivale
      al 11.5% del producto
      interno bruto (PIB).
      Circulan en El Salvador casi medio millón de armas de
      fuego, de las cuales sólo una tercera parte
      está matriculada y debidamente inscrita.

      La desesperación lleva a no pocos ciudadanos
      a la convicción de que la única solución
      es la represión indiscriminada, el endurecimiento de
      las leyes
      relativas a los menores delincuentes, la construcción
      de más cárceles o la contratación de
      servicios
      de seguridad privada; y es fuerte la tentación de
      querer hacerse justicia
      por su propia mano, al margen de la ley. Por todo
      ello tenemos que empeñarnos con todas nuestras fuerzas
      para construir, con paciencia y perseverancia, una sociedad
      sin violencia.2. ¿Tenemos que
      resignarnos ante la violencia?

    17. Afortunadamente, aún contamos con zonas que
      son verdaderos oasis de paz, pero la atmósfera dominante es de ansiedad,
      preocupación y angustia. Para gran parte de la población salvadoreña, la
      situación se ha vuelto insoportable.
    18. Pero quizá lo más grave es que nos hemos
      acostumbrado a considerar la violencia como algo inevitable
      con lo que estamos condenados a convivir.

      Con familias incompletas o desintegradas que, por lo
      mismo, no pueden cumplir cabalmente su insustituible
      misión, el futuro se vuelve cada vez más
      incierto. ¿No estamos caminando quizá hacia una
      disolución de la sociedad? Vale para nosotros la frase
      memorable que pronunció el Siervo de Dios Juan Pablo
      II en Cuba:
      Cuida la familia para que mantengas sano tu
      corazón
      . Sí, la familia
      es el corazón de la patria.

    19. ¿Qué hacer ante una situación
      tan grave? Muchos compatriotas ponen su confianza en las armas;
      otros abandonan su actual residencia y buscan seguridad en otra
      parte; y crece el número de quienes se ven obligados a
      buscar nuevos horizontes fuera del país, dejando muchas
      veces a su familia en
      situación precaria y corriendo graves riesgos en
      el camino. Esta migración forzada a menudo causa estragos
      en la institución familiar.
    20. La juventud
      también está inquieta porque la violencia
      arrebata sobre todo vidas jóvenes. Además, debido
      a la pobreza y la
      falta de oportunidades –que son otra forma de violencia-,
      numerosos jóvenes ven truncados sus sueños de
      terminar los estudios o de conseguir un empleo
      digno; su frustración se manifiesta, en no pocos casos,
      en el fenómeno de la
      drogadicción y la violencia juvenil. Quizá lo
      más preocupante es que muchos jóvenes
      –muchachos y muchachas- han perdido el sentido de la vida
      y deambulan por calles y plazas sin esperanza.
    21. Como hombres de fe, estamos convencidos de que esta
      dramática realidad puede ser transformada si todos y
      cada uno asumimos, con lucidez y valentía, nuestras
      responsabilidades: las autoridades, las Iglesias, la familia,
      la escuela, los
      dirigentes políticos, la sociedad civil,
      los medios de comunicación
      social, etc.
    22. ¿Qué se ha hecho hasta ahora? Hemos visto
      algunos esfuerzos en los niveles legislativo, ejecutivo y
      judicial. La valoración de los mismos es diversa.
      También se han dado algunas iniciativas en sectores de
      la sociedad civil y en el seno de diversas denominaciones
      religiosas.

      Solicitamos a nuestras autoridades gubernamentales
      una política que concretice los programas
      de prevención, rehabilitación e
      inserción social con una suficiente inversión económica y otros
      recursos
      que aseguren la solución del problema de la violencia
      que sufre el país.

    23. Ante el clamor ciudadano, el Gobierno
      ha puesto en marcha distintas iniciativas para poner remedio
      a esta plaga. Sin embargo, los resultados no son los que se
      esperaban. Incluso las estadísticas oficiales indican que el
      número de homicidios va en aumento. Las acciones
      contra las pandillas juveniles o maras han estado en
      el centro de la estrategia
      de las autoridades de seguridad pública, pero da la
      impresión de que las acciones violentas han generado
      más violencia.

      Al mismo tiempo pedimos que se hagan con sentido
      patriótico, dejando de lado intereses personales o de
      grupo. En
      un asunto tan delicado, debe prevalecer la búsqueda
      sincera del bienestar de la nación. Ha llegado el momento de dar un
      paso audaz y decidido hacia una visión integral del
      problema: urge ponerse de acuerdo sobre el diagnóstico, su interpretación y las posibles
      soluciones para hacer frente con lucidez y
      determinación a esta epidemia social. Solamente con el
      concurso de todos podremos vencer este terrible flagelo a fin
      de alcanzar lo que tanto deseamos: una sociedad sin
      violencia.

    24. En el seno de la sociedad civil constatamos que desde
      hace algún tiempo se están realizando investigaciones, mesas de diálogo, seminarios y toda clase de
      foros para analizar, desde distintos ángulos, el
      complejo fenómeno de la violencia. De esta manera se
      pretende encontrar las mejores soluciones
      e impulsar iniciativas que hagan frente a tan grave problema.
      Vemos con simpatía estos esfuerzos y los
      alentamos.

      3. "No te dejes vencer por el
      mal…"

    25. Como pastores de la Iglesia estamos dispuestos a asumir
      nuestras responsabilidades y a ofrecer toda la
      colaboración que se requiera, según nuestras
      posibilidades. Ante todo, les invitamos a elevar juntos una
      ferviente plegaria al Dios de la paz para que acoja
      benignamente el clamor del pueblo que lleva su nombre. Al
      mismo tiempo, deseamos proponer algunas orientaciones
      inspiradas en la palabra de Dios y la doctrina social de la
      Iglesia.

      Lo proclamamos en voz alta porque nos estamos
      acostumbrando a ver como normal e inevitable que se viole sin
      compasión el primero de los derechos
      humanos, el derecho a la vida. ¿Cómo
      podemos mirar con indiferencia o resignación que se
      atropelle de esta manera la dignidad
      de la persona
      humana, creada a imagen de Dios? Debemos tener la firme
      convicción de que la violencia no es algo fatal: es
      posible vencer al mal con el bien.

    26. Nuestra primera palabra viene de la
      revelación, a través de San Pablo, cuando exhorta
      a la comunidad cristiana de Roma: No te dejes vencer por el
      mal; antes bien, vence al mal
      con el bien (Rom 12,
      21).
    27. Este es el tema que el llorado pontífice Juan
      Pablo II escogió para la Jornada Mundial de la Paz del
      presente año. En el Mensaje que escribió para
      explicar dicho tema, el Santo Padre afirma que la paz se
      construye con esfuerzo:La paz es el resultado de una dura
      batalla, que se gana cuando el bien derrota al mal… La
      paz es un bien que se promueve con el bien: es un bien para las
      personas, las familias, las naciones de la tierra y
      para toda la humanidad; pero es un bien que se ha de custodiar
      y fomentar mediante iniciativas y obras buenas
      (Mensaje para
      la Jornada Mundial de la Paz 2005, n. 1).
    28. Afirma también que debemos llamar al mal por
      su nombre:El mal no es una fuerza
      anónima que actúa en el mundo por mecanismos
      deterministas e impersonales. El mal pasa por la libertad
      humana…. El mal tiene siempre un rostro y un nombre: el
      rostro y el nombre de los hombres y mujeres que libremente lo
      eligen (ibid., 2).
    29. Con realismo, el
      Vicario de Jesucristo reconoce que en el mundo de hoy el mal
      parece llevar la delantera:Al contemplar la situación
      actual del mundo no se puede ignorar la impresionante
      proliferación de múltiples manifestaciones
      sociales y políticas del mal: desde el desorden
      social a la anarquía, desde la injusticia a la violencia
      y a la supresión del otro (ibid., 3).
    30. Sin embargo, con lenguaje
      profético, responde:Para conseguir la paz es preciso
      afirmar con lúcida convicción que la violencia es
      un mal inaceptable y que nunca soluciona los problemas. La
      violencia es una mentira, porque va contra la verdad de nuestra
      fe, la verdad de nuestra humanidad
      (ibid., 4).
    31. Al mismo tiempo, señala el camino a
      seguir:Por tanto, es importante promover una gran obra
      educativa de las conciencias, que forme a todos en el bien,
      especialmente a las nuevas generaciones, abriéndoles al
      horizonte del humanismo
      integral y solidario que la Iglesia indica y desea
      (ibid.).
    32. A la luz de esta inspiradora propuesta podemos
      descubrir algunas de las mayores debilidades de las medidas
      tomadas hasta ahora. El humanismo integral y solidario nos
      ofrece un enfoque diferente del que ha predominado hasta hoy en
      el combate a la violencia. Escuchemos de nuevo al Siervo de
      Dios Juan Pablo II:Para promover la paz, venciendo el mal
      con el bien, hay que tener muy en cuenta el bien común y
      sus consecuencias sociales y políticas. En efecto,
      cuando se promueve el bien común en todas sus
      dimensiones, se promueve la paz… En cierta manera, todos
      están implicados en el trabajo por
      el bien común, en la búsqueda constante del bien
      ajeno como si fuere el propio (ibid., 5).
    33. Es evidente que el Estado no
      puede renunciar a sus obligaciones, puesto que es el principal
      responsable del bien común de la
      población:Dicha responsabilidad compete
      particularmente a la autoridad
      política, a cada una en su nivel, porque está
      llamada a crear el conjunto de condiciones sociales que
      consientan y favorezcan en los hombres y mujeres el desarrollo
      integral de sus personas… El bien común exige,
      por tanto, respeto y
      promoción de la persona y de sus derechos fundamentales
      (ibid.).
    34. Una de las reflexiones más sugestivas del
      Santo Padre se refiere al concepto de
      ciudadanía mundial:Basta que un
      niño sea concebido para que sea titular de derechos,
      merezca atención y cuidados, y que alguien deba proveer
      a ello (ibid., 6).
    35. ¿Qué implica esta búsqueda del
      bien común? El Papa señala uno de los objetivos de
      desarrollo que se plantean en las Metas del Milenio, el
      desafío de la pobreza, tema que acaba de ser debatido en
      la asamblea general de las Naciones Unidas. En el año
      dos mil, los gobernantes del mundo se comprometieron a reducir
      a la mitad el número de pobres antes de 2015. El Papa
      está de acuerdo:La Iglesia apoya y anima este
      compromiso e invita a los creyentes en Cristo a manifestar, de
      modo concreto y
      en todos los ámbitos, un amor preferencial por los
      pobres (ibid., 8).
    36. Hemos recorrido algunos pasajes claves del Mensaje del
      Santo Padre para invitar a toda la comunidad
      salvadoreña a superar el pesimismo y el derrotismo. El
      humanismo integral y solidario que propone la Iglesia,
      aplicado al tema que nos ocupa, abre un horizonte de
      esperanza y señala algunos de los caminos que debemos
      recorrer. La dignidad humana, el respeto a la vida, la
      solidaridad, la subsidiaridad, la búsqueda del bien
      común sobre todo de las familias más pobres y
      la
      educación de las conciencias, son algunos de los
      criterios que debemos asumir con valentía y
      generosidad para poder
      vencer al mal con el bien (Rom 12, 21).4.
      "…Vence al mal con el bien"

      Convencerse de que las armas de fuego son un factor
      decisivo en el alto índice de homicidios que
      padecemos. La legislación permisiva y la venta
      libre de estos instrumentos de muerte
      deben ser objeto de profundo examen.Poner remedio a la
      crisis
      profunda que afecta a muchos centros penales del país.
      No bastan las medidas coyunturales; urge realizar reformas
      estructurales que tengan en cuenta todos los factores de la
      problemática a fin de que dejen de ser escuelas del
      crimen y se conviertan en lo que deben ser: centros de
      rehabilitación.Corregir las graves deficiencias del
      sistema
      judicial para que éste recupere su credibilidad ante
      la población. Los funcionarios encargados de
      administrar justicia deben caracterizarse tanto por su
      competencia profesional como por su idoneidad,
      independencia judicial e imparcialidad.Que las
      organizaciones de la sociedad civil se
      involucren en el combate de este flagelo, superando la
      actitud cómoda de
      echar la culpa al Gobierno; cada uno de los sectores de la
      comunidad salvadoreña debe asumir sus
      responsabilidades.Que los partidos
      políticos asuman una actitud seria y constructiva,
      contribuyendo a la elaboración de una política
      de Estado que permita hacer frente a la violencia de forma
      integral y sistemática.Que el Gobierno garantice el
      cumplimiento de los derechos fundamentales de los ciudadanos.
      No es aceptable que se pretenda controlar la violencia
      pasando por alto ciertos derechos de los ciudadanos que son
      inherentes a una verdadera democracia.Comprometernos todos en la
      construcción de una sociedad sin violencia, teniendo
      presente la historia de
      El Salvador para llegar hasta las raíces profundas de
      este mal que frena el desarrollo del país porque
      atropella la dignidad humana.

    37. Aplicando estas orientaciones al drama de inseguridad
      en que vive la mayoría del pueblo salvadoreño,
      podríamos afirmar, en forma sintética, que
      vencer al mal con el bien
      significa, entre otras
      cosas:Tomar conciencia
      de que la violencia es una enfermedad de la sociedad que, en
      el caso salvadoreño, se ha convertido en una verdadera
      epidemia.Analizar el grave y complejo fenómeno de las
      pandillas juveniles o maras con objetividad. Este grave
      problema es el resultado de muchos factores. Debe adoptarse
      un enfoque que de prioridad a la prevención, a la
      rehabilitación e inserción social como ya lo
      hemos solicitado.

      Las exigencias éticas de los medios de
      comunicación son el servicio a la persona mediante la
      edificación de una comunidad humana basada en la
      solidaridad, en la justicia y en el amor y la difusión
      de la verdad sobre la vida humana y su realización
      final en Dios. -Los cristianos tenemos también una
      gran responsabilidad puesto que anunciamos a Jesucristo,
      nuestra Paz, y su mensaje de amor y solidaridad al que
      debemos responder los creyentes con una actitud de profunda
      conversión. Tenemos también en nuestras manos
      la formación de las conciencias para que, desde un
      corazón reconciliado con el Padre, con los hermanos y
      con la creación, los seguidores de Jesucristo
      construyamos un cielo nuevo y una tierra nueva donde
      habite la justicia
      (2 Pe 3, 13). – Hacemos un fraterno y
      apremiante llamado a los miembros de las pandillas juveniles
      o maras, y a todos los que han creido y optado por una
      solución violenta de sus problemas, a deponer dicha
      actitud en beneficio de la paz social esforzándose en
      su propia superación personal con
      la ayuda de la sociedad.

      5. Para vivir en paz, pongamos en el centro a
      la persona humana

    38. Para vencer al mal con el bien es indispensable el
      aporte de la familia, de la escuela, de los medios de
      comunicación social, de los cristianos y de los
      mismos involucrados directamente en acciones violentas.-La
      familia es el corazón de la Patria y por eso debe
      recibir todo el apoyo del Estado a fin de que pueda cumplir su
      insustituible misión de ser la principal escuela de
      valores
      humanos, cívicos y espirituales. ¿Cómo
      puede construirse una sociedad en paz cuando tantas familias
      viven en condiciones infrahumanas o sufren el drama de la
      violencia, de la desintegración y de la ausencia de uno
      o de ambos padres?-La escuela tiene como tarea la
      formación de los futuros ciudadanos, lo cual implica la
      creación y vivencia de los valores que
      hacen posible una pacífica convivencia.
      ¿Cómo puede construirse una sociedad en paz
      cuando tantos niños y niñas no tienen acceso a
      una educación de calidad y
      cuando tantos jóvenes carecen de oportunidades para
      abrirse camino en la vida?-Los medios de comunicación están llamados a
      convertirse en poderosos instrumentos de solidaridad: La
      solidaridad aparece como una consecuencia de una información verdadera y justa, y de la
      libre circulación de las ideas, que favorecen el
      conocimiento y el respeto del prójimo
      (Catecismo
      de la Iglesia Católica, 2495).
    39. En octubre del año pasado se publicó el
      Compendio de Doctrina Social de la Iglesia. Allí se
      desarrolla ampliamente la propuesta del humanismo integral y
      solidario del que habló Su Santidad Juan Pablo II en el
      Mensaje para la Jornada de la Paz de este año. El
      humanismo integral y solidario consiste en promover a todos
      los hombres y a todo el hombre
      (Populorum Progressio, 14).
      Deseamos acentuar en nuestro Mensaje con una reflexión
      general al respecto como una contribución al
      auténtico desarrollo
      humano que dé como resultado una sociedad en paz en
      El Salvador.
    40. Nos dirigimos a todos los compatriotas, incluso a
      quienes no comparten nuestra fe para dialogar sobre un tema que
      nos afecta a todos y para hacer un vehemente llamado a
      comprometernos en un esfuerzo común, a fin de ir
      construyendo juntos, con paciencia y perseverancia, una
      sociedad sin violencia. Con la ayuda del Señor y nuestro
      esfuerzo podemos construir una nueva forma de convivencia como
      nación, donde las familias puedan partir en paz el pan
      de cada día, donde los niños sonrían
      felices y jueguen tranquilos, donde los jóvenes puedan
      mirar sin angustia el futuro, donde reinen la justicia, la
      fraternidad y la paz; en una palabra, donde sea una hermosa
      realidad el desarrollo integral de cada habitante, incluso el
      más humilde, de esta bendita tierra.
    41. En el centro de la reflexión de la Iglesia
      está la persona humana, el hombre
      todo entero, cuerpo y alma,
      corazón y conciencia, inteligencia
      y voluntad, como enseña el Concilio Vaticano II

      (Gaudium et Spes, 3). De esta forma, la Iglesia que peregrina
      en El Salvador desea sólo una cosa: continuar, bajo
      la guía del Espíritu Santo, la obra misma de
      Cristo, quien vino al mundo para dar testimonio de la verdad,
      para salvar y no para juzgar, para servir y no para ser
      servido
      (ibid.).
    42. Desde esta perspectiva, nos preocupa profundamente la
      situación de violencia que nos rodea por doquier porque
      afecta al hombre, es decir, al único ser de la
      creación que Dios ha amado por sí mismo. Hemos
      aprendido de la Revelación que Dios ha dirigido su
      palabra a lo largo de la historia; más aún,
      él mismo ha entrado en ella para dialogar con la
      humanidad y para revelarle su plan de
      salvación, de justicia y de fraternidad. En su hijo
      Jesucristo Dios nos ha liberado del pecado y nos ha indicado el
      camino que debemos recorrer y la meta hacia
      la cual nos debemos dirigir.
    43. La Iglesia camina junto a la humanidad por los
      senderos de la historia. Vive en el mundo y, sin ser del mundo
      (cf. Jn 17, 14-16), está llamada a servirlo siguiendo su
      propia e íntima vocación. Por eso deseamos
      acercarnos a la familia salvadoreña con una actitud de
      solidaridad, de respeto y de amor. Y en ese diálogo
      fraterno, poner a disposición del género
      humano el poder salvador que la Iglesia, conducida por el
      Espíritu
      Santo, ha recibido de su Fundado
      r (GS, 3). Porque, como
      enseña el Vaticano II, es la persona del hombre la
      que hay que salvar
      . Es la sociedad humana la que hay que
      renovar (ibid.).
    44. De esta visión de fe brota la propuesta de la
      Iglesia: un humanismo integral y solidario que pueda animar un
      nuevo orden social, económico y político, fundado
      sobre la dignidad y la libertad de toda persona humana; un
      nuevo orden que se realiza en la paz, la justicia y la
      solidaridad. Este humanismo será posible si cada hombre
      y mujer y los
      diversos grupos humanos
      saben cultivar en sí mismos las virtudes morales y
      sociales y difundirlas en la sociedad, de forma que se
      conviertan en hombres nuevos y en creadores de una nueva
      humanidad con el auxilio necesario de la gracia divina (GS,
      30).
    45. ¿Qué debemos hacer para dejar
      atrás tanto dolor y lágrimas, construyendo
      juntos este humanismo integral y solidario? Estas son algunas
      de las tareas prioritarias:Tener en cuenta el contexto que
      domina el mundo en este inicio de milenio: la
      globalización. Si queremos comprender a fondo el
      fenómeno de la violencia no podemos prescindir del
      contexto socioeconómico en que vivimos en este mundo
      cada vez más globalizado. El Papa Juan Pablo II
      afirmó que la globalización, en sí misma, no
      es buena ni mala, sino que depende del uso que el hombre hace
      de ella
      (cf. Discurso a
      la Pontificia Academia de las Ciencias
      Sociales, 27.04.01). Pero él mismo subrayó
      que tal como se va configurando, es necesario humanizarla,
      globalizando la solidaridad.

      Cuando, como es el caso en nuestro país, se
      dan situaciones de trato injusto, de trabajo mal pagado y
      sobre todo de desempleo creciente, estamos ante otra forma de
      violencia. Según la doctrina social de la Iglesia,
      el trabajo
      humano no es simplemente un medio para obtener un salario
      sino que procede directamente de personas creadas a imagen
      de Dios y llamadas a prolongar, unidas y para mutuo
      beneficio, la obra de la creación dominando la
      tierra
      (Catecismo de la Iglesia Católica, 2427).
      Urge valorar el trabajo humano como actividad libre y
      creativa del hombre.

    46. Para humanizar la globalización hay que tener
      presente la pobreza inmerecida en que viven tantos
      salvadoreños y salvadoreñas: esta dolorosa
      realidad es una forma de violencia porque contradice el plan
      de Dios; él quiere para cada uno de sus hijos y de sus
      hijas, una vida digna, un auténtico desarrollo humano.
      Por tanto, para construir una sociedad sin violencia, hay que
      dar prioridad a la cuestión del trabajo humano.

      Es urgente fortalecer el alma salvadoreña,
      tan profundamente marcada por la fe cristiana y por el amor a
      la familia. Si tenemos plena conciencia de nuestra identidad,
      seremos un pueblo fuerte, capaz de construir un futuro de
      convivencia pacífica basado en los valores humanos,
      cívicos y religiosos que constituyen el núcleo
      más profundo de nuestra nacionalidad.

    47. Pero la globalización no sólo tiene
      consecuencias en el campo económico, sino que afecta
      también el mundo de la cultura y de
      los valores (cf. Ecclesia in America, 20). La riqueza de
      nuestra cultura y de los valores que la caracterizan,
      está sufriendo el embate de otra escala de
      valores que va destruyendo nuestra identidad.
      Basta examinar los contenidos de programas que llegan a
      nuestros hogares a través de algunos medios de
      comunicación social para darse cuenta de
      ello.
    48. También la política, al igual que la
      economía
      y la cultura, tienen un papel importante que jugar en la
      construcción de una sociedad sin violencia. Para ello
      debe ser capaz de dirigir los procesos en
      curso a la luz de parámetros no sólo
      económicos, sino también morales. El objetivo de
      fondo será guiar estos procesos asegurando el respeto de
      la dignidad del hombre y el desarrollo completo de su personalidad, en el horizonte del bien
      común. El desarrollo
      económico, en efecto, sólo puede ser duradero
      si se realiza en un marco claro y definido de normas y en un
      amplio proyecto de
      crecimiento moral,
      vico y
      cultural de toda la comunidad salvadoreña.
    1. "La paz sea con ustedes"
    1. Hemos entrado al tercer milenio con la pesadilla del
      terrorismo
      y de la guerra. La
      violencia y el crimen se han globalizado. El mundo se ha
      vuelto cada vez más inhumano e inseguro. La violencia
      homicida arrebata cada día vidas preciosas de
      salvadoreñas y salvadoreños; porque toda vida
      es preciosa y sagrada, incluso la de los peores criminales.
      ¿Cómo escapar de este callejón que
      aparentemente no tiene salida? Señalamos a
      continuación algunos caminos.

      Son palabras sabias que deben guiar las
      políticas del Gobierno después de la firma del
      Tratado de Libre
      Comercio con los Estados
      Unidos. Citamos nuevamente a Juan Pablo II: El
      desafío consiste en asegurar una globalización
      en la solidaridad, una globalización sin dejar a nadie
      al margen
      (Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz
      1998, 3).

    2. Es preciso globalizar la solidaridad, dijo
      Juan Pablo II durante el jubileo de los trabajadores.
      Según el recordado Pontífice, los desequilibrios
      económicos y sociales existentes en el mundo del trabajo
      se han de afrontar restableciendo la justa jerarquía de
      valores y colocando en primer lugar la dignidad de la persona
      que trabaja: Las nuevas realidades, que se manifiestan con
      fuerza en el proceso
      productivo, como la globalización de las finanzas, de
      la economía, del comercio y
      del trabajo, jamás deben violar la dignidad y la
      centralidad de la persona humana, ni la libertad y la
      democracia de los pueblos
      (Discurso 1 de mayo
      2000).
    3. Una solidaridad adecuada a la era de la
      globalización exige asimismo la defensa de los derechos
      humanos. Somos testigos del incremento de una preocupante
      divergencia entre una serie de nuevos ‘derechos’
      promovidos en las sociedades
      tecnológicamente avanzadas y derechos humanos
      fundamentales que todavía no son respetados en
      situaciones de subdesarrollo: pienso, por ejemplo, en el
      derecho a la alimentación, al
      agua
      potable, a la vivienda, a la autodeterminación y a
      la independencia
      (Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada
      Mundial de la Paz 2003, 5). Aplicada a nuestra realidad podemos
      decir que el combate a la violencia implica el esfuerzo
      generoso de ofrecer una vida digna a todos los
      salvadoreños.
    4. Nuestra palabra conclusiva se dirige a todos los que
      creen en las palabras de Jesús, nuestro Divino Salvador:
      No tengan miedo, yo he vencido al mundo (Jn 16, 33).
      Acabamos de concluir el año dedicado a la
      Eucaristía, en el que hemos contemplado asombrados y
      agradecidos cómo el Señor cumplió su
      promesa: Yo estaré con ustedes todos los días
      hasta el fin del mundo
      (Mt 28, 20).

    Ante el terrible drama de la violencia, los cristianos
    confesamos con humilde confianza, que sólo Dios da al
    hombre y a los pueblos la posibilidad de superar el mal para
    alcanzar el bien. Lo comprobamos en los duros años de la
    guerra cuando parecía que la paz era imposible. Lo
    comprobaremos de nuevo si realmente creemos en su palabra y si
    hacemos lo que nos corresponde. El resultado será una
    sociedad sin violencia. Retomando el Mensaje para la Jornada de
    la Paz, nos unimos a la voz del Siervo de Dios Juan Pablo II
    cuando afirma: Si es cierto que existe y actúa en el
    mundo el ‘misterio de la impiedad’ (2 Tes 2, 7), no
    se debe olvidar que el hombre redimido tiene energías
    suficientes para afrontarlo. Creado a imagen de Dios y redimido
    por Cristo que ‘se ha unido, en cierto modo, con todo
    hombre’
    (GS, 22), éste puede cooperar
    activamente a que triunfe el bien
    (n. 11).Pero en esta
    lucha contra el mal de la violencia sólo tendremos los
    resultados esperados si combatimos con las armas del amor:
    Cuando el amor vence al mal, reina el amor y donde reina el
    amor reina la paz
    (Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada
    de la Paz 2005, 12).

    Este es el desafío que debemos aceptar los
    cristianos, mostrando con nuestra vida que el amor es la
    única fuerza capaz de transformar la situación
    presente en una realidad donde reinen el bien y la paz.
    Jesús Eucaristía es la fuente de toda
    comunión: comunión con Cristo y comunión
    entre nosotros. Gracias a la vida nueva que él nos ha
    dado, podemos reconocernos como hermanos, por encima de
    cualquier diferencia… En una palabra, por la
    participación en el mismo Pan y en el mismo
    Cáliz, podemos sentirnos ‘familia de Dios’ y
    al mismo tiempo contribuir de manera concreta y eficaz a la
    edificación de un mundo fundado en los valores de la
    justicia, la libertad y la paz
    (ibid.).

    Que el Señor nos conceda experimentar, por
    intercesión de la Reina de la Paz, Patrona de El Salvador,
    la paz llena de esperanza que los discípulos de
    Emaús, con el corazón encendido, recibieron del
    Señor resucitado. Su saludo pascual, en el día en
    que resucitó de entre los muertos, resuena una vez
    más en nuestros corazones: La paz sea con ustedes.Con
    nuestra bendición

    Prof. Oscar Lobo Oconitrillo

    San Salvador, 21 de noviembre de 2005.

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter