Monografias.com > Educación
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Enseñar con textos e imágenes



    Teaching Through Texts and
    Illustrations.
    One of Comenius' Contributions to Education

     

     

    Resumen

    El presente artículo aborda algunas de las
    tradiciones que dan origen al primer libro ilustrado con fines
    didácticos. Se trata del Orbis sensualium pictus o
    El mundo sensible en imágenes, del pensador moravo
    Juan Amós Comenio (Uhersky Brod, 1592 – Amsterdam,
    1670). Los debates, que a partir de los educadores renacentistas
    cada vez son más extendidos e incisivos, en torno a las deficiencias y
    limitaciones de la escuela, en el caso de esta obra
    en particular, se refieren a las aberraciones de la enseñanza del latín
    que su autor trata de subsanar mediante una enseñanza
    placentera, apoyada en la lengua materna para introducir
    el latín haciéndolo comprensible a los estudiantes y
    propicia a la adquisición de contenidos enciclopédicos
    en el más amplio sentido del término. La obra integra,
    para cada tema, imágenes y textos en latín y lengua vernácula que
    constituyen verdaderos cuadros del siglo XVII.

    Palabras claves: Historia, didáctica,
    iconografía.

     

    Introducción

    Contrariamente a lo que pudiera pensarse, la
    práctica de ilustrar los libros con fines meramente
    didácticos data de los principios de la modernidad, () que es cuando se
    establecen diversas prácticas y discursos sobre la escuela que
    hoy nos resultan familiares. En este texto, me interesa abordar
    algunas de las tradiciones que convergen en la obra El mundo
    en imágenes
    , del pensador moravo Juan Amós Comenio
    (Úhersky Brod, 1592–Amsterdam, 1670), pues es la que
    inaugura este género de
    publicaciones.

    Esta obra fue escrita en la región habitada por los
    germanos, los bohemios y los moravos, en las atmósferas europeas de los siglos XVI y
    XVII marcadas por la crisis que acompaña el
    principio de la modernidad: asistimos al resquebrajamiento del
    orden feudal y eclesiástico, por un lado, y al
    establecimiento de un nuevo orden social que se manifiesta en la
    emergencia del Estado moderno y en el
    despliegue de la economía capitalista. El centro del
    escenario lo ocupan las guerras de religión, las pugnas entre el proyecto de los católicos y
    los disidentes en la voz de contrarreformadores y reformadores.
    Todo esto permea el tejido social y cultural, atravesando
    diversas esferas de la vida de hombres y sociedades que transitan de
    una cosmovisión profundamente teocéntrica –en la
    cual la explicación primera y última de todo lo que
    existe, el sentido de la vida de los hombres en el cosmos, remite
    a la voluntad divina, a las verdades reveladas– a una
    visión que paulatinamente se seculariza y ensaya otras
    formas de explicación y de argumentación sobre el universo y sobre la razón
    de la existencia del hombre en la Tierra, entre las que se
    disuelve su sentido de trascendencia.

    El mundo en imágenes, obra escasamente
    conocida en los países de lengua española, gozó de
    merecida fama en otras muchas regiones del mundo: a un año
    escaso de haberse publicado en Nuremberg, en versión
    latino–alemán, se tradujo al inglés; a partir de
    ahí las traducciones –inclusive al japonés y al
    ruso– y las ediciones se multiplicaron hasta registrarse
    doscientas. Autores como Goethe lo recuerdan con agrado,
    evocándolo como uno de los libros en los que aprendieran a
    leer. ¡Bien valieron la pena los veinticinco años
    (1631–1658) que el autor invirtió en su producción!

    Es importante mencionar que en nuestro país, en
    años recientes, hacia 1992, como parte del programa de investigación "Viejos
    pensadores, nuevas ideas, nuevos pensadores, viejas ideas: los
    clásicos en educación", con sede en la UNAM, por
    primera vez se tradujo esta obra del latín al español y se publicó en
    una coedición de CONACYT y Miguel Angel Porrúa. De ese
    año también data la traducción de la
    Pampedia, realizada por Federico Gómez Rodríguez
    de Castro, que publicó la UNED en Madrid. Con ello se
    enriqueció el acervo de obras comenianas disponibles en
    nuestro medio, en el que solamente se había tenido acceso a
    la Didáctica Magna, a partir de mediados de los
    setenta, si bien el jurista español Saturnino López la
    tradujera y editara a través de la editorial madrileña
    Reus desde 1922. Alrededor del Orbis pictus se tejen diversas
    anécdotas: siendo como era, un libro con imágenes para
    la enseñanza del latín, algunas de sus ediciones
    locales integraron muy pocas ilustraciones y en ocasiones
    ninguna. La tarea de encontrar un buen grabador fue
    titánica. Paulo Kreutzberger resolvió muy bien el
    problema haciendo los grabados en madera; a partir de la
    publicación original de la obra, éstos son los que se
    conservan en las ediciones que toman como referencia la difundida
    por la Academia de las Ciencias Checoslovaca (1970),
    como es el caso de la nuestra.

    Muchas de las obras de Comenio, a horcajadas de los
    siglos XVII y XVIII, fueron ignoradas o directamente vetadas por
    los enciclopedistas precursores del movimiento ilustrado
    –Pierre Bayle entre ellos– obsesionados por sancionar
    todo lo que no estuviera dentro de los límites del "paradigma de la razón",
    en el que, por supuesto, Juan Amós no encajaba debido al
    legado platónico presente en su pensamiento, sus creencias
    milenaristas y a su relación amistosa con los profetas de la
    región. Sin embargo, El mundo en imágenes nunca
    dejó de publicarse, aun cuando se omitieran algunos de sus
    capítulos, como los referidos a su concepción religiosa
    o bien a conocimientos que ya no concordaban con el avance de
    la ciencia, como veremos
    más adelante.

    Ahora bien, con el propósito de analizar esta obra
    como producto cultural, asumo referentes teóricos que
    proceden del ámbito de la sociología de la cultura, particularmente de
    Pierre Bourdieu, abordándola no como cualquier texto en
    abstracto, sino como un libro que nos habla de las circunstancias
    en que se produjo. Esto es, quién es el autor, cuáles
    son sus compromisos intelectuales, para qué
    población escribe,
    cuáles son las tensiones presentes en la sociedad, cuáles las
    atmósferas culturales de ese momento histórico en esa
    región en particular. Así, desde mi punto de vista son
    tres, principalmente, las tradiciones que convergen en el
    Orbis pictus:

    a. Las que se refieren a la enseñanza del
    latín;

    b. Las que se refieren a la organización del
    conocimiento en la
    época;

    c. Las que se refieren al empleo de la imagen como apoyo para la
    enseñanza.

    Las polémicas en torno a la educación El mundo en imágenes
    da respuesta a algunas de las críticas que los educadores
    venían planteando desde el Renacimiento en torno a la
    escuela, cuyo preocupación nodal era la renovación de
    esta institución, atravesada por el ya inaceptable
    formalismo escolástico, de acuerdo con las nuevas exigencias
    que planteaba el signo de los tiempos. Las críticas a los
    procesos formativos eran
    constantes y se expresaban a través de diversos medios: desde la referencia de
    los pensadores más reconocidos a las propias experiencias
    sufridas, hasta la sátira, las artes escénicas y la
    plástica, que ponen el dedo en la llaga en las deficiencias
    de la vida escolar. Blanco de las críticas es la
    extensión de los años formativos en comparación
    con los exiguos resultados obtenidos, la inutilidad de los
    contenidos y de los métodos de enseñanza,
    la violencia y arbitrariedad de
    los caminos recorridos, (2) el desorden en las
    escuelas, la falta de locales apropiados, las carencias de todo
    tipo de aquellos que se dedicaban a la enseñanza.

    Si bien la concepción de la escuela como
    institución de enseñanza es muy temprana, ya que en los
    primeros siglos del medioevo se establecen, anexas a las
    catedrales y a los monasterios, con la intención de formar
    el ethos cristiano de los monjes y de los niños de diversas
    condiciones sociales, es a partir del siglo XV cuando una
    pléyade de pensadores asume la vida escolar como objeto de
    reflexión planteando referencias, experiencias y
    perspectivas que la reconstruyeran de fondo. Rabelais, Erasmo,
    Vives, Montaigne, Locke, Loyola, Ratke, Descartes, Bacon y muchos
    más abundan en este tipo de críticas e imaginan nuevas
    formas de escolarización. Sus escritos constituyen valiosos
    testimonios respecto al establecimiento del campo de las teorías pedagógicas,
    precisamente en el umbral de la modernidad.

    Ahora bien, entre las muchas deficiencias que presentaba
    la escuela estaba precisamente la manera en que se
    enseñaba el latín
    : de manera rutinaria y
    repetitiva, tomando como modelo a los clásicos y
    ejercitándose en el dominio formal de ciertos
    elementos que apelaban a la perfección literaria y
    estilística; valiosos, sí, pero ajenos a la realidad
    cotidiana de los alumnos. Se cometía la aberración de
    enseñar latín desde el propio latín y a partir de
    los aspectos más abstractos y poco comprensibles. La
    exigencia de reorientar estas enseñanzas, de acuerdo con las
    nuevas necesidades que planteaba la vida social, motivó
    esfuerzos importantes de pedagogos tales como Vives, Ratke y
    otros para revisar lo que se hacía con el latín;
    precisamente aquí se inscribe una vertiente importante del
    programa educativo comeniano.

    Una de las novedades que introduce el Orbis
    Pictus
    , es la de aprender el latín a partir, no del
    propio latín, sino de la lengua vernácula. Esta
    propuesta se nutre de dos importantes movimientos: uno, más
    amplio, relacionado con la legitimación de las
    lenguas locales europeas frente al latín culto; el otro
    relacionado con la herencia cultural checa y,
    más específicamente, con las tradiciones husitas
    –su autor simpatiza con este movimiento y se forma en
    él–. Ambos concretan el movimiento antecedente en la
    región Bohemia; es decir, el husismo (3) constituye el movimiento
    local que, conservando su propia especificidad, se articula con
    movimientos generalizados en Europa en torno a las lenguas
    locales.

    La reforma husita de los siglos XIV y XV, que de hecho
    es la primera reforma religiosa europea, nace vinculada a
    movimientos que buscan fortalecer el nacionalismo, ya que a partir
    de una relación históricamente vivida como
    problemática y desventajosa por parte de los pueblos que
    dependían de la Corona checa frente a los alemanes, asume el
    checo como lengua oficial, con un sentido patriótico de
    preservación y consolidación de lo nacional; en estas
    condiciones, la lengua checa deviene símbolo de la unidad
    nacional. La traducción de la Biblia al checo, empleando
    giros lingüísticos populares con el propósito de
    hacerla accesible a amplios sectores no latinizados, no se hizo
    esperar (siglo XIV).

    El movimiento husita se manifiesta aquí como
    expresión local de otros movimientos europeos que tienen
    como matriz común la paulatina
    legitimación en el empleo de las lenguas regionales
    –como expresión de lo particular– frente al
    latín culto: las lenguas locales transitan de la oralidad a
    su legitimación, en la escritura, como lenguas
    literarias con la participación de hombres de letras de la
    talla de Dante, Petrarca, Cervantes, Shakespeare, etcétera y con
    las versiones locales de la Biblia. Este uso de las lenguas
    locales se hace extensivo a otras esferas del conocimiento, como
    el caso de la nueva ciencia que, particularmente
    en Inglaterra, es impulsada a
    través de los artesanos y los mercaderes.

    Por otra parte, la expansión de la imprenta impulsa el desarrollo de los estudios
    lingüísticos, que se traducen en la producción de
    libros referidos al refinamiento que logra la escritura, así
    como a la enseñanza de las lenguas; baste considerar la
    explosión de diccionarios y de estudios
    gramaticales que tratan de normar el empleo de la palabra
    escrita, pues el poder de la escritura ahora
    fijaba la palabra en un tiempo y en un espacio
    determinados, susceptible de todo tipos de análisis y refinamientos.
    (4) A
    pesar de todo, el aprendizaje del latín no
    se podía eludir, seguía siendo la práctica
    privilegiada para la escritura; se utilizaba en los espacios
    públicos, en los círculos intelectuales, en la esfera
    propia de lo masculino. La lengua vernácula, no por
    casualidad llamada materna, estaba más próxima a la
    cultura oral, fácilmente era asimilada al mundo de lo
    femenino.

    El autor de El mundo en imágenes sugiere
    algunos ámbitos de aplicación de las
    lenguas:

    Son necesarias: la propia, respecto a la vida
    doméstica; las lenguas vecinas, en cuanto a la comunicación con los
    países limítrofes como la polaca, la húngara y la
    alemana, por un lado, y por otro, la valaca y la turca. Y con el
    fin de leer los libros sabiamente escritos: la latina, para la
    erudición general; la griega y la arábiga, respecto a
    los filósofos y médicos,
    y la griega y la hebrea, en lo tocante a la Teología
    (Comenio, 1988. p.122).

    Asimismo, plantea algunas de las normas que han de regular la
    enseñanza de las lenguas:

    Toda lengua debe aprenderse más con el uso que por
    medio de reglas; […] los primeros ejercicios de la nueva lengua
    han de hacerse sobre materia conocida; […] cada
    lengua debe aprenderse por separado: en primer lugar, desde
    luego, la lengua corriente, luego aquellas que se emplean con
    frecuencia en lugar de la usual, como son las de los países
    circundantes (estimo que deben anteponerse las lenguas que sean
    vulgares a las doctas ) […] (Idem. pp.
    122–127).

    El aprendizaje del latín, por
    lo demás, habría de gozar de la placidez y amabilidad
    que ahora se requería de la escuela en general.

    Más allá de estas preocupaciones, otra de las
    críticas más mordaces que realizan los educadores de
    esos siglos, se dirige al empleo inadecuado de la memoria,
    su reducción a las repeticiones mecánicas carentes de
    significado que constituían la práctica que se
    había apoderado de las escuelas medievales, cuyo
    síntoma más evidente es la concepción de la
    lectio. Esto planteaba la exigencia de propiciar nuevas
    formas de articulación entre el saber y la memoria.

    Aristóteles es muy claro al respecto: ubica la
    memoria antes del
    saber, como fase inicial dada por el reconocimiento del pasado, y
    después de la expresión del saber, como
    rememoración de la experiencia que se había aprendido y
    depositado en la memoria, pero siempre con el carácter de función subordinada a la
    estructuración y apropiación del conocimiento; es
    decir, no como función autónoma, con valor por sí
    misma.

    De tal modo, una de las búsquedas de los educadores
    de la época se dirige a idear subsidios para la memoria, que
    agilicen los procesos de enseñanza: figuras dibujadas,
    símbolos algebraicos,
    cifras y caracteres, lenguajes de diversos tipos, son algunas de
    las propuestas que, al referirse al desarrollo de la memoria
    artificial
    –eficaz apoyo para la memoria dada por la
    naturaleza a cada ser
    humano–, se inscriben en el programa renovador de la
    escuela, con el propósito de almacenar debidamente la
    información pertinente y no
    saturarla innecesariamente. "La imaginación y la memoria,
    repletas de cosas sensibles, no captan ni retienen con igual
    facilidad todas las cosas. Deben, pues, ser ayudadas" (Comenio,
    1992. p. 253).

    Particularmente novedosa, resulta la propuesta de
    emplear las imágenes con fines didácticos, que
    es el caso de este libro.

    Al respecto, el autor recoge las tradiciones del arte
    de la memoria
    , (5) en las que se
    había formado, y traslada algunos de los principios de la
    pedagogía cristiana (6) al ámbito de la
    escuela; asimismo, expresa la influencia que sobre él
    ejercieron algunos utopistas de los siglos anteriores. Me refiero
    a Campanella y a Andreä y su propósito de exponer
    el conocimiento a la vista de
    todos:

    Campanella recorre las siete murallas concéntricas
    de la ciudad del sol y nos muestra sus paredes interiores y
    exteriores, pintadas con figuras, como si se tratase de un
    libro:

    La Sabiduría hizo adornar las paredes interiores y
    exteriores, inferiores y superiores, con excelentes pinturas que
    en admirable orden representan todas las ciencias […]. Hay
    Maestros dedicados a explicar las pinturas, los cuales
    acostumbran a los niños a aprender todas las ciencias sin
    esfuerzo y como jugando […] (Campanella, 1984. pp. 147 y
    150).

    Andreä, a su vez, divide la ciudad–fortaleza
    de artesanos en cuatro zonas, y asigna a cada una de ellas un
    grupo de edificios en los que
    se realizan actividades específicas:

    Existe un edificio especial dedicado a la disección
    y a la anatomía, y por todas
    partes hay cuadros que ayudan a enseñar y a estudiar. En el
    laboratorio de historia
    natural, las paredes están pintadas con ilustraciones de los
    fenómenos allí estudiados, con representaciones de
    animales, peces, piedras preciosas, etc.
    (Andreä, 1619. p. 157).

    Comenio se apropia de estas enseñanzas y las aplica
    a la escuela:

    También reportará gran utilidad que el contenido de los
    libros se reproduzca en las paredes de la clase, ya los textos (con
    enérgica concisión), ya dibujos de imágenes o
    emblemas que continuamente impresionen los sentidos, la memoria y el
    entendimiento de los discípulos. Los antiguos nos refieren
    que en las paredes del templo de Esculapio se hallaron escritos
    los preceptos de toda la medicina que transcribió
    Hipócrates al visitarlo (Comenio, 1988. p. 103).

    El fundamento para apelar a los sentidos a través
    de la imagen también lo aporta Aristóteles a partir del
    debate en torno al problema de
    la sensación, la imaginación y el pensamiento
    (7); de la
    relación entre alma sensitiva e intelectiva:
    "Nihil est in intellectu quod non prior fuerit in sensu"
    ("No existe nada en el intelecto que no haya estado previamente
    en los sentidos"). La doctrina aristotélica ubica el
    último fundamento del conocimiento en los sentidos y,
    particularmente, en las sensaciones. Muchos de los fundamentos
    del Orbis pictus se sustentan aquí:

    […] debe ser regla de oro para los que enseñan
    que todo se presente a cuantos sentidos sea posible. Es decir, lo
    visible a la vista, lo sonoro al oído, lo oloroso al olfato,
    al gusto lo sabroso y al tacto lo tangible; y si alguna cosa
    pudiera ser percibida por diversos sentidos, ofrézcase a
    todos ellos […]. Puesto que los sentidos son los
    fidelísimos proveedores de la memoria, la
    dicha demostración sensual dará por resultado la
    perpetuidad del conocimiento; esto es, que lo que cada cual sepa,
    lo sepa con constancia (Comenio, 1988. p. 110).

    Finalmente, el gusto por las imágenes que trasluce
    la obra remite a la sensibilidad y a la imaginación
    características del hombre barroco, solamente que con
    una particularidad: están filtradas por los ojos del
    pensador procedente de la región de los reformadores. Se
    trata de representaciones más cercanas "a la razón que
    describe la realidad", y en esa misma medida, más lejanas "a
    la emotividad que tiñe con la fuerza de las diversas
    tonalidades". Tal vez este tratamiento de las imágenes
    más racional manifiesta, en parte, aquella forma de
    iconoclastia interior, cercana a la mentalidad de la Iglesia Reformada,
    particularmente, a la austeridad del calvinismo; (8) no obstante, algunas de
    las figuras que nos presenta Comenio tienen la huella
    barroca
    patente en la afición a la expresión de lo
    espiritual en formas sensibles que, además de ser motivo de
    deleite, incidan en la persistencia visual de los contenidos e
    influyan en el comportamiento moral, como es el caso de la
    representación emblemática de las virtudes.

     

    Estructura del
    libro

    El mundo en imágenes se organiza en ciento
    cincuenta y dos capítulos que dan cuenta de la organización del
    conocimiento y de la percepción de la realidad de
    los hombres del siglo XVII, de una manera total. Se trata de
    verdaderos cuadros de época.

    Su autor, desde el mismo subtítulo de la obra,
    promete: "Imágenes y nombres de todas las cosas
    fundamentales en el mundo y de las actividades en la vida";
    más adelante, en el "Prefacio", señala: "es un
    breviario de todo el mundo y de la lengua toda" y nuevamente se
    refiere al libro llamándolo "nuestra pequeña
    enciclopedia de las cosas sensibles". En efecto, el contenido que
    se aborda es enciclopédico –no olvidemos que Comenio
    es discípulo de uno de los enciclopedistas más
    reconocidos de Herborn, J. F. Alsted, quien comparte la
    perspectiva totalizadora de dar cuenta de todos los saberes que
    existen en el cosmos, por lo demás, una de las
    preocupaciones que siempre ha acompañado al ser
    humano–.

    Resulta interesante destacar, respecto a los contenidos
    que plantea esta obra, y ésta sería la cualidad de su
    orientación enciclopédica en comparación con otras
    búsquedas y propuestas totalizadoras de distintos pensadores
    hechas en tiempos y espacios también diversos, que sus
    fundamentos también proceden del movimiento pedagógico
    conocido como realismo, (9) cuya intención es
    poner en contacto al alumno con la realidad que lo circunda, con
    las cosas mismas, no sólo con las "palabras" y con lo que
    otros escribieran sobre ella. Es decir, subyace la intención
    de prepararlo para la vida terrenal y no sólo para la
    promesa de salvación que planteara el cristianismo. El mismo Comenio
    argumenta en esta dirección, pues
    después de dilucidar sobre el fin ultraterrenal de la vida
    humana, asume la necesidad de prepararlo de la mejor manera para
    ésta (Comenio, 1988. p. 1 y ss).

    Con el Orbis sensualium pictus en la mano,
    recorremos la totalidad del universo: a partir de
    Dios–Creador se bosqueja un camino descendente que aborda
    los cuatro elementos clásicos –fuego, aire, agua, tierra– para
    introducirnos en los tres reinos de la naturaleza y llegar
    al hombre. Se trata del hombre frente a la naturaleza y a la
    divinidad que integra a ambos por igual, armónicamente.
    Fruto del trabajo humano son los oficios
    y avances tecnológicos que
    lo conducen a construir sus espacios vitales y a mejorar sus
    condiciones de vida.

    Se recrea también el mundo de la escuela y el de
    las artes liberales, así como la vida del hombre donde
    está presente su condición moral y social; la vida en
    las ciudades y, finalmente, las religiones conocidas en esos
    siglos.

    Puede decirse que las ilustraciones que se insertan en
    esta obra manifiestan una gran experiencia en la docencia y un conocimiento muy
    amplio –como era propio de las sociedades de aquellos
    años– en diversos campos: obedecen a un programa
    claramente elaborado en relación con la enseñanza del
    latín en lengua vernácula, a la manera de una lengua
    viva que retoma contenidos de la realidad circundante; se
    organizan a partir de cuadros temáticos que actúan como
    núcleos generadores; el texto aparece en tantas
    columnas cuantas sean las lenguas de referencia –por
    ejemplo, latín, checo y alemán– y algunas de las
    palabras se relacionan a través de un número con
    algún objeto particular de la imagen en su conjunto. La
    intervención del maestro, se dirige a orientar al alumno
    para que logre unir el signo visual con el auditivo.

     

    Análisis de
    algunas imágenes del Orbis pictus

    Para ilustrar el contenido de este libro, he
    seleccionado algunos capítulos y procedo a analizar su
    contenido.

    Dignificación de la imagen del
    maestro.

    El capítulo que abre la obra, es la
    "Invitación"; en ella, el maestro se dirige al alumno para
    acompañarlo a recorrer el camino de la sabiduría y,
    asumiendo el reclamo bíblico según el cual el hombre nombra, le dice: "Te
    conduciré por todas las cosas, te las mostraré todas y
    les pondré un nombre para ti […] nos iremos por el mundo y
    lo observaremos todo" (Comenio, 1993. p. 79).

    El maestro deviene así, la figura de autoridad moral y, como modelo
    que media entre Dios y el alumno, un rayo de luz, procedente del sol
    cósmico, lo atraviesa y desciende hacia el alumno en forma
    de saber y de comportamiento virtuoso que hace aflorar lo mejor
    de él mismo.

    La analogía sol–maestro nos hace
    pensar que la dignificación del oficio de maestro pasa por
    su filiación solar, su iluminación interior, su
    perfeccionamiento espiritual, condiciones propicias para que
    realice su destino mesiánico: salvar a la humanidad mediante
    los dones de la cultura y de la civilización.

    Figura 1. Maestro y niño

    Esta imagen resulta particularmente significativa para
    aquellos años, si tomamos en cuenta los siglos de deterioro
    que acompañaron a quienquiera que se dedicara a la
    enseñanza: en la Grecia clásica, la
    enseñanza de primeras letras se consideraba un oficio
    humilde, no propio para los hombres libres; el pedagogo,
    por ejemplo, cuya condición era la de esclavo, tenía
    como única tarea conducir a los niños a la escuela y, a
    veces, la de repasarles las lecciones. En Roma, ser
    grammatistés, o maestro del abecedario, se
    consideraba una auténtica desgracia personal; se llegaba a decir: "O
    ha muerto, o enseña el abecedario". Más próximos a
    nuestra región, la situación no fue diferente: desde la
    Colonia queda marcado el oficio de enseñante de primeras
    letras por su origen social; se decía que: "Ser preceptor
    era una profesión que no exigía pureza de sangre. Era una profesión
    abierta a todas las razas: españoles, mulatos, mestizos,
    negros e indias" (Staples, 1981. p.119).

    El inicio de la modernidad, al plantear nuevas
    exigencias en relación con la preparación escolar,
    incide de entrada en el establecimiento de otras
    prácticas:

    […] como son raros, siendo tan múltiples los
    hombres como los asuntos humanos, aquellos que o sepan, o puedan,
    o estén sin ocupaciones para entregarse a la enseñanza
    de los suyos, ha tiempo que con avisado propósito se
    estableció que personas escogidas, notables por el
    conocimiento de las cosas y por la ponderación de
    costumbres, se encargasen de educar al mismo tiempo a los hijos
    de otras muchas. Y estos formadores de la juventud se llamaron
    preceptores, maestros, profesores; y los lugares destinados a
    estas comunes enseñanzas: escuelas, estudios literarios,
    auditorios, colegios, gimnasios, academias, etc. (Comenio, 1988.
    p. 27).

    Es decir, la dignificación de la imagen social del
    maestro se construye también a partir de un amplio
    programa de profesionalización de
    su trabajo, que lo dota de la formación requerida y
    contribuye a darle solidez a través del estudio y la
    preparación de sus actividades: a la improvisación que
    prevalecía al respecto, ahora se antepone la
    dedicación a tareas de esta naturaleza. A él
    corresponde el dominio de la situación educativa con una
    actitud atenta, vigilante,
    afectuosa y amable, ejemplar.

    Todo ello dará como resultado la
    identificación con el oficio de maestro, y por el oficio de
    maestro, una nueva percepción social de la imagen del
    maestro y de la manera en que concibe su trabajo.

     

    a. La novedad del
    alfabeto onomatopéyico

    Los siglos XVI y XVII, sensibilizados frente a la amplia
    proyección de la cultura escrita, son prolíficos en la
    invención de alfabetos y proveen una vasta
    clasificación para ellos. Así, encontramos alfabetos
    cósmicos
    , en cuyo libro de la naturaleza, Dios
    imprimió caracteres; alfabetos filosóficos,
    lexicográficos en función de diversos campos del saber;
    alfabetos mnemotécnicos, propios de los ars
    reminiscendi; alfabetos del pensamiento, simbólicos,
    pictóricos, vivientes
    , denominaciones utilizadas
    indistintamente para referirse a los alfabetos de
    letras.

    A a áá
    La corneja (cuervo)
    grazna
    Cornix cornicatur
    The crow cryeth

     

    B b bééé
    El cordero bala
    Agnus balat
    The lamb blaieth

     

    C c cí cí
    La cigarra rechina
    Cicada stridet
    The grasshopper
    chirpeth

     

    Dd du du
    La abubilla llama
    Upapa dicit
    The whooppoo saith

     

    Ee ééé
    El infante balbucea
    Infants ejulat
    The infant cryeth

    Figura 2. Alfabeto
    onomatopéyico

    El mundo en imágenes introduce una novedad
    para aprender a leer: un alfabeto de letras que el autor
    llama en unas ocasiones "alfabeto simbólico" y en otras,
    "alfabeto vivo". Este recurso dispone la pronunciación de
    las letras en torno a onomatopeyas animales, "en donde cada letra
    va relacionada con la voz de un animal, y esa voz es imitada por
    la letra"(Comenio, 1993. p.73). Éstos se plantean como
    alternativa a los silabarios en uso, para fijar las letras en la
    memoria.

    La práctica de estos alfabetos había sido
    precedida por otras manifestaciones similares, como la del
    Congestorium artificiose memoriae (1520), de Romberch,
    ampliamente difundido entre profesores, mercaderes, juristas,
    filósofos, teólogos y otros hombres de letras; que
    plantea los alfabetos visuales como un medio para
    fortalecer la memoria, y los hace consistir en representaciones
    de las letras del alfabeto, ya sea referidas a la
    enumeración de dibujos de animales ordenados
    alfabéticamente de acuerdo con la letra con que inicia su
    nombre, o bien en otra modalidad: objetos cuya figura remita a la
    de la letra que se ilustra, por ejemplo, unas tijeras abiertas
    para representar la X.

    El antecedente más inmediato al que presenta el
    Orbis pictus, sin embargo, lo constituye el alfabeto
    viviente de De Codicillus, capítulo II del Ordo
    studiorum
    , 1576 (Capkosa, 1970).

     

    b. Valoración
    de los saberes artesanales

    El autor de El mundo en imágenes, acorde con
    la producción de los saberes de la época, expresa su
    conocimiento sobre el mundo artesanal a través de los
    numerosos capítulos que dedica a los diversos oficios de la
    época, muestra de ello es el capítulo LXII, "El
    zapatero" (Comenio, 1993. p. 148).

     

    Figura 3. Artesano

    Comenio, desde su propia óptica, coincide con
    muchos de los protagonistas del umbral de la modernidad que
    asumen como tarea superar la prolongada escisión que
    había acompañado a la Edad Media entre las artes
    liberales y las artes mecánicas, entre los saberes
    intelectuales propiamente dichos y los saberes técnicos. De
    este modo, los siglos XVI y XVII resultaron propicios al
    acercamiento entre hombres de ciencia y artesanos cuyo encuentro,
    a la vez, asume como bandera la protesta contra el abuso de
    libros, de lecciones y de la autoridad de los antiguos griegos y
    latinos; renueva las formas de conocimiento.

    La observación y
    reconocimiento de la actividad de los artesanos para transformar
    su material de trabajo hace, además, que Juan Amós vea
    las escuelas como "talleres de hombres", proponiendo ese modelo
    formativo:

    Los artesanos no entretienen con teorías a los que
    aprenden su arte, sino que los dedican al
    trabajo para que fabricando aprendan a fabricar; esculpiendo, a
    esculpir; pintando, a pintar; saltando, a saltar; etc. Luego
    también en las escuelas deben aprender a escribir,
    escribiendo; a hablar, hablando; a cantar, cantando; a razonar,
    razonando, etc. (Comenio, 1988. p.97).

     

    c. Persistencia
    en la concepción geocéntrica

    Si bien, durante su formación en la Universidad de Heidelberg,
    Comenio había tenido acceso a la obra prohibida de
    Copérnico, De revolutionibus orbium celestium, no
    logró integrar las nuevas teorías ni a su pensamiento
    ni a su obra, a pesar de resultarle atractivas; prueba de ello es
    el capítulo III, "El cielo" (Comenio, 1993. p.85), en donde
    muestra aún a la tierra como centro del sol y de los
    demás planetas. Asimismo, en otras
    de sus obras aborda el tema sin superar la solución
    geocéntrica; (10) esta visión,
    transmitida en los libros destinados a la enseñanza,
    fomentó el desconocimiento del heliocentrismo en la zona de
    influencia de los reformadores disidentes.

    Figura 4. Geocentrismo

    Sin embargo, el heliocentrismo constituía un
    peligro para el mundo cristiano en general; católicos y
    disidentes lo rechazaron por igual y lo condenaron a través
    de sus respectivas instancias, en tanto que las explicaciones de
    Ptolomeo se mantuvieron alrededor de quince siglos: resultaban
    compatibles con los dogmas referentes a la perfección del
    hombre, centro de la creación; a la vez, la tierra
    constituía el centro del universo.

     

    d. Plantas y animales

    Comenio aborda una detallada clasificación de los
    minerales, las plantas y los
    animales del capítulo X al XXXIV, en los que, además,
    se compromete con su cuidadosa ilustración (Comenio,
    1993. p.92–116). Entre las fuentes que emplea para esta
    información es posible que haya recurrido a los 37
    volúmenes de la Naturalis Historia, de Plinio
    (23–79 d.C.), a la Ornithologia, de Aldrovandi
    (1525–1606); a la Animalia Historia, Libro II De
    quadrupedibus oviparis
    y Libro V De serpentibus, de C.
    Gesner (1516–1565) –apodado el Plinio
    alemán–; así como a De herbas
    medicaminibus
    , del pseudo Apuleyo (Cervenka, J.
    "Comentarios", en Comenio, 1993. p. 28).

    Figura 5. Animales

    Conrad Gesner (1551–1621), en los cinco
    volúmenes de su Animalia Historia aborda la totalidad
    de las aportaciones sobre las características de los
    animales (su forma de vida, su alimentación, etc.), procedentes de
    autores antiguos y modernos que, además, enriqueció con
    sus propias observaciones. Ulises Aldrovandi (1551–1621)
    escribió más de once volúmenes, de los cuales
    logró publicar tres referidos a los pájaros y a los
    insectos. Curiosamente, a pesar que ambos no compartían la
    creencia en monstruos y animales fantásticos, como ésta
    era parte de la información que circulaba en el medio,
    también la incluyeron en sus obras.

    En buena medida, el trabajo de los naturalistas
    de los siglos XVI y XVII consistió en recuperar lo que al
    respecto habían hecho los griegos, con el propósito de
    reanudar este tipo de estudios. Su principal fuente griega fue
    Plinio, cuya enciclopedia de historia natural aborda la totalidad
    de conocimientos y creencias de la época; menciona desde la
    creación del universo, la tierra, el hombre, animales,
    plantas, metales, oficios, hasta llegar a
    las artes liberales. Suele mezclar lo real y lo fantástico,
    como en el caso del unicornio, que también Comenio
    incluye en el capítulo XXVIII "Ganado Montés"
    (Cervenka, J. "Comentarios" en Comenio, 1993. p. 110).

     

    e. El cuerpo humano

    En el tratamiento del hombre como ser vivo, en los
    capítulos XXXIX "Carne y vísceras", (Comenio, 1993. p.
    121) y XL "Canales y huesos" (Comenio, 1993. p. 123),
    Comenio nos hace partícipes de sus conocimientos
    anatómicos y fisiológicos, logrados en sus años de
    estudio en Herborn, al estar en contacto con las obras de Vesalio
    (1514–1564).

    Figura 6. Músculos y
    vísceras

    El impacto de De humani corporis fabrica (1543),
    del belga Andrea Vesalio, en los círculos de estudiosos
    europeos, había sido muy fuerte; en él concentró
    sus vivencias infantiles –pues vivió en Bruselas
    "cerca de las murallas de la ciudad, sitio en el cual, desde
    niño, vio con frecuencia los cuerpos de los criminales
    torturados y ejecutados que permanecían colgados hasta que
    las aves de rapiña dejaban
    los huesos desnudos" (Garzón y Rincón, 1999. p.
    85)– así como su rica experiencia como médico y
    como cirujano. El mayor acierto de esta obra fueron las
    láminas que introdujo para la explicación de la
    anatomía.

    La obra de Vesalio es a la medicina lo que el Orbis
    pictus
    es a la educación y, sin duda, ambas participan
    de las tradiciones en torno a la ilustración de los
    libros con fines didácticos.

     

    f. El estudio como
    práctica derivada de la cultura escrita

    Con la difusión de la imprenta y el acceso de
    poblaciones más amplias a los libros, se establecen otras
    prácticas culturales relacionadas con la cultura
    escrita.

    Disponer de libros para apropiarse de los saberes se
    traduce en autonomía personal, pues el que se desenvuelve en
    estos menesteres por sí mismo puede acceder a diversos
    cuerpos de saber para incursionar en la búsqueda de la
    verdad –móvil de la época–, sin depender ya
    de la lectio, escuchada directamente de boca del maestro.
    Los procesos de transmisión se desplazan del oído a la
    vista, de la palabra a la lectura de textos, que el
    discípulo habrá de recorrer en ambientes propicios al
    estudio, silenciosos e íntimos, con la posibilidad que
    entonces se abre de atribuir otros significados a los textos como
    parte de su proceso de interpretación. El
    capítulo XCVIII "El estudio" resulta, por demás,
    significativo en su misma concepción a través de los
    ojos de Comenio:

    Figura 7. Estudio

    El estudio es el lugar donde el estudioso, separado de
    los demás, se sienta en soledad entregado a su afición;
    lee libros, que abre frente a sí en un atril, y de ellos va
    tomando en su libreta lo mejor o en ellos hace anotaciones, sea
    subrayando o al margen con un asterisco […] (Comenio, 1993. p.
    185).

    La independencia que genera el
    hecho de disponer de libros diversos con relativa facilidad y
    estar en condiciones de estudiarlos por sí mismos,
    posibilita otras formas de encarar el aprendizaje: "[…]
    ¿No tenemos, por ventura, otra cosa que hacer en esta vida
    más que seguir de aquí para allá a los demás
    y averiguar en qué discrepan, coinciden o desbarran? […]
    ¿Por qué hemos de utilizar los ojos ajenos mejor que
    los nuestros propios?" (Comenio, 1988. p. 86).

    La cultura escrita, en ese entonces, modificaría
    tanto la forma de ver el mundo y de desplazarse en él, como
    ahora lo hace la nueva cultura cibernética.

     

    Reflexiones
    finales en torno a la cultura de las imágenes

    El breve recorrido a través de las tradiciones y
    legados, que subyacen en el
    empleo de las imágenes con fines didácticos, muestra
    que estas prácticas subsidiarias de la vida diaria de
    nuestras escuelas desde el umbral de la modernidad, no son
    casuales ni gratuitas ni coyunturales; son prácticas
    culturales que se construyen a lo largo del tiempo y que tienen
    muchas implicaciones.

    Recurrir a la oralidad, la escritura, la cultura
    audiovisual o bien la cultura electrónica, que prevalece
    en nuestro tiempo, no es inocente; cada una de estas culturas,
    con su cuota de logros y pérdidas, tiene un profundo
    significado en la manera en que las personas aprehenden la
    realidad y la interpretan; se perciben a sí mismas y a los
    otros; recuperan la información, la ordenan, la conservan,
    la difunden. La práctica constante y cotidiana de estos
    procesos, a su vez, contribuye a formar determinadas estructuras de pensamiento,
    competencias y mentalidades,
    una forma de ver el mundo y el lugar del ser humano en él,
    de comunicarse con los otros; asimismo, desarrolla los soportes
    materiales y las
    tecnologías oportunas.

    En fin, si bien las imágenes se introducen de
    manera formal con fines didácticos en el umbral de la
    modernidad, cuando Occidente asume como tarea el establecimiento
    de un nuevo orden social, y en medio de esta empresa, se bosquejan los
    procesos de escolarización que nos resultan próximos,
    las ilustraciones de los libros de texto y de estudio en general
    que hoy nos parecen "naturales" son, diríamos parafraseando
    a Gramsci, "hijas de su tiempo". Esto nos lleva a hacer un alto
    en el camino para indagar los sentidos con los hemos ido dotando
    a las sociedades de otros tiempos y otras latitudes.

     

    Referencias

    Fuentes
    Primarias:

    Andreä, J. V. (1619). Reipublicae
    Christianopolitanae Descriptio
    [Microfilmina]. Praga:
    Biblioteca Nacional de Praha,
    Sección incunables.

    Bruno, G. (1987). Mundo, magia, memoria. Selección de textos. En I.
    Gómez de Liaño (Ed. y Trad.). Madrid: Taurus.
    Colección Ensayistas, 104.

    Campanella, T. (1984). La ciudad del sol. En
    Utopías del Renacimiento. México: Fondo de Cultura
    Económica. Colección Popular, 121. (Trabajo original
    publicado en 1623).

    Comenio, J. A. (1905). The Laberynt of the world and
    the paradise of the heart
    (Count Lutzow, Ed. y Trad.).
    Londres: J. M. Dent

    Comenii, J. A. (1978). Opera Omnia (Vol. 12).
    Pragae: Academia scientiarum Bohemoslovacae.

    Comenio, J. A. (1988). Didáctica Magna.
    México: Porrúa. Colección Sepan Cuántos, 167.
    (Trabajo original publicado en 1657).

    Comenio, J. A. (1993). El mundo sensible en
    imágenes
    . (A. Hernández, Trad.). México:
    CONACYT–Miguel Angel Porrúa. (Trabajo original
    publicado en 1658).

    Comenius, J. A. (1992). Pampedia. Madrid:
    Universidad Nacional de Educación a Distancia.
    Colección AA, 57. (Trabajo original publicado en
    1966).

    Copérnico, N. (1982). Sobre las revoluciones de
    los orbes celestes.
    (C. Mínguez y M. Testal, Trads.).
    Madrid: Editora Nacional. Colección Clásicos para una
    Biblioteca Contemporánea. (Trabajo original publicado en
    1543).

     

    Fuentes de contenido y apoyo
    teórico y metodológico:

    Aguirre, M. E. (Coord.). (1993). Juan Amós
    Comenio: obra, andanzas, atmósferas
    (libro y cassette).
    México: CESU–UNAM.

    Aguirre, M. E. (1997). Calidoscopios comenianos,
    I.
    (Vol. I). México: CESU–UNAM y Plaza y
    Valdés.

    Aguirre, M. E. (2001). Calidoscopios comenianos,
    II.
    En pos de una hermenéutica de la
    cultura (Vol. II). México: CESU–UNAM y Plaza y
    Valdés.

    Ariès, P. (1987). El niño y la vida
    familiar en el Antiguo Régimen
    . Madrid: Taurus.
    Colección Ensayistas, 284. Bourdieu, P. (1990).
    Sociología y cultura. México:
    CONACULTA–Grijalbo.

    Braudel, F. (1970). La historia y las ciencias sociales. Madrid:
    Alianza Editorial. Brehier, E. (1988). Historia de la filosofía.
    Desde la antigüedad hasta el siglo XVII (Vol. 1). Madrid:
    Tecnos.

    Capková, D. (1970). J. A. Comenius's Orbis
    Pictus
    in its conception as a textbook for the universal
    education of children. Paedagogica Historica, International
    Journal of the History of Education, 10
    (1),
    5–23.

    Chesneaux, J. (1990). ¿Hacemos tabla rasa del
    pasado? A propósito de la historia y de los
    historiadores
    . México: Siglo XXI.

    Davis, J. C. (1985). Utopía y la sociedad ideal.
    Estudio de la literatura utópica inglesa,

    1516–1700. México: Fondo de Cultura
    Económica.

    Debus, A. G. (1985). El hombre y la naturaleza en el
    Renacimiento
    . México: Fondo de Cultura Económica.
    Colección Breviarios, 384. Durkheim, E. (1992). Historia de la educación y
    de las doctrinas pedagógicas. Madrid: La Piqueta.

    Floss, P. (1985). Komensky und der Kopernikanismus.
    Acta Comeniana, 6 (30), 25–36.

    Gargani, A. et al. (1983). Crisis de la razón.
    Nuevos modelos en la relación
    entre saber y actividad humana.
    México: Siglo
    XXI.

    Garin, E. (1987). La educación en Europa
    1400–1600.
    Barcelona: Grijalbo. Colección Crítica.

    Garin, E. (1984). La revolución cultural del
    Renacimiento
    . Barcelona: Grijalbo. Colección Estudios y
    Ensayos, 80.

    Garzón y Rincón, A. (1999). Los paradigmas de la medicina y su
    reestructuración en los espacios universitarios.

    Tesis de maestría en
    Docencia en Ciencias de la Salud. México: Facultad de Medicina
    Humana, Universidad Autónoma de Chiapas
    (Inédita).

    Giddens, A. (1993). Consecuencias de la
    modernidad.
    Madrid: Alianza.

    Maravall, J. A. (1984). La cultura del barroco. Análisis de una
    estructura histórica.

    Barcelona: Ariel. Olson, D. R. y Torrance, N. (Comps.). (1995).
    Cultura escrita y oralidad. Barcelona: Gedisa. Colección
    Lea, 6.

    Rossi, P. et al. (1990). La memoria del sapere. Forme
    di conservazione e strutture organizzative dall'antichità a
    oggi.
    Roma–Bari: Laterza. Colección Biblioteca
    Universale Laterza, 316.

    Santoni, A. (1996). Historia social de la
    educación. De la consolidación de la educación
    moderna a la educación de nuestros días.
    (Vol. 2).
    México: Instituto Michoacano de Ciencias de la Educación.
    Colección Cuadernos del IMCED, 13.

    Staples, A. (1981). Panorama educativo al comienzo de la
    vida independiente. En Arce, F. et al. Ensayos sobre historia
    de la educación en México
    (pp. 1301–144).
    México: El Colegio de México.

     

    Para citar este
    artículo, le recomendamos el siguiente formato:

    Aguirre, Ma. E. (2001). Enseñar con textos e
    imágenes. Una de las aportaciones de Juan Amós Comenio.
    Revista Electrónica de Investigación Educativa,
    3
    (1). Consultado el día de mes de año en: http://redie.uabc.mx/vol3no1/contenido–lora.html

     

    Notas

    1
    Si bien la modernidad constituye una noción
    polisémica, en ella subyacen las distintas manifestaciones
    del programa civilizador de Occidente, que participa de una
    concepción lineal del progreso en la historia, del
    desplazamiento de la cosmovisión teocéntrica por una
    perspectiva secularizada del mundo orientada por el predominio de
    la razón, del dominio del hombre sobre la naturaleza, del
    desarrollo creciente del capitalismo, de la constante
    especialización del conocimiento y de la vida social, del
    establecimiento del Estado moderno y de nuevas instituciones, etcétera.
    Estas transformaciones inciden profundamente la hivida cotidiana
    de la sociedad. Giddens señala que "la noción de
    modernidad se refiere a los modos de vida u organización
    social que surgieron en Europa desde alrededor del siglo XVII en
    adelante y cuya influencia, posteriormente, los han convertido en
    más o menos mundiales" (Giddens, 1993. p. 15).

    2.
    En su alegoría juvenil, El laberinto del mundo,
    Comenio señala esta situación: "[…] veo que la
    reformación les costaba mucho a los pobrísimos. No del
    bolsillo, sino del cuero, digo, que tenían
    que ofrecer. Y también seguramente sobre éstos
    llegó a caer el puño, la vara apuntadora, la verga, en
    la cara, en la cabeza, en la espalda, bajo las asentaderas, hasta
    que destilaban sangre y casi siempre estaban llenos de
    cardenales, arañazos, contusiones, callosidades" (Comenio,
    J. A., 1905. p. 59).

    3.
    Juan Hus (1369–1415) fue profesor de la Universidad de
    Praga, vinculado como predicador con amplios sectores de la
    población y comprometido con la renovación de la
    Iglesia Cristiana. Debido a sus convicciones cae en una celada y
    muere quemado en la hoguera. A partir de él, se desencadenan
    diversos movimientos disidentes que convergen en la Reforma de la
    Iglesia checa.

    4.
    Walter Ong, al analizar el
    tránsito de la oralidad a la palabra, delimita los rasgos de
    estas prácticas culturales.

    5.
    Los artificios para apoyar las funciones de la memoria datan de
    los antiguos griegos y se recrean a lo largo de los siglos. Nacen
    vinculados con la cultura oral y adquieren orientaciones con la
    cultura escrita, pero siempre está presente la
    preocupación de buscar antídotos contra el
    olvido.

    6.
    Me refiero a la práctica que se desarrolla del siglo
    XIII en adelante, para enseñar las verdades de la fe,
    así como para influir en los comportamientos religiosos y
    morales, echando mano de las imágenes plasmadas a
    través de la pintura y de la
    escultura.

    7.
    Aristóteles rebate la concepción platónica de las
    ideas innatas, afirmando que se configuran a partir de los
    datos que aprehenden los
    sentidos, de ahí que el mundo se conciba a partir de la
    información que aporten las sensaciones. La máxima
    aristotélica, que enuncia en De anima, es retomada
    por los escolásticos y también por los
    empiristas.

    8.
    Petrus Ramus decide que en la memoria no hay espacio para
    los lugares ni para las imágenes; a la voz de "¡Abajo
    la imaginación!", "¡Viva la dialéctica!",
    "¡Viva el método analítico!""
    (Giordano Bruno, 1987. p. 286). Ramus encabeza un movimiento que
    replantea las ars memoriae en relación con el
    problema del método, donde el orden se deposita en la
    racionalidad aséptica de las secuencias y no en la carga
    afectiva de los clásicos loci e images, donde la
    dialéctica acude al apoyo de la memoria. Se trata de la
    concatenación racional que permite recordar lo que se
    aprendió. No debemos olvidar que Ramus simpatizó con
    los movimientos iconoclastas que se difundieron entre los
    territorios reformados de Francia, Inglaterra y los
    Países Bajos; él mismo los defendió en algunas de
    sus obras teológicas, recurriendo a los argumentos del
    Antiguo Testamento contra la idolatría. Era consecuente
    latodos sus actos: proscribía las imágenes del culto
    católico, pero también las imágenes del
    clásico arte de la memoria.

    9.
    Al respecto, coinciden diversos historiadores de la
    educación, tales como: F. Larroyo, A. Santoni Rugiu, E.
    Garin, A. Ponce, entre otros.

    10.
    En la Didáctica magna, en el capítulo XXIX "Idea
    de la escuela común" –puericia– IX, Comenio
    afirma: "Aprenderán lo principal de la Cosmografía, la
    redondez del Cielo, el globo de la tierra pendiente en el medio"
    (Comenio, 1988. p. 169). En el Cosmographiae compendium,
    capítulo I "Astronomiae", escribe: 1 Centrum coeli
    est terra
    (Comenio, 1978. p. 47).

     

    María
    Esther Aguirre Lora

    Centro de Estudios sobre la Universidad – Universidad
    Nacional Autónoma de México

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter