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La esquizofrenia es
una de las enfermedades mentales
más serias que ocasionan una gran perturbación en
las relaciones sociales, familiares y labores de las personas que
la sufren, que se inicia generalmente en la adolescencia,
que tiene tendencia a evolucionar hacia la cronicidad y para la
cual, no existe un tratamiento curativo en la actualidad,
lográndose únicamente una remisión de los
síntomas con el uso de antipsicóticos.
Si tomamos en cuenta que aproximadamente el % de la
población general la sufre, en xxx deben
existir 0.000 esquizofrénicos, lo que constituye un
problema de salud
pública importante. La mayor parte de los
esquizofrénicos no logran alcanzar un nivel profesional
elevado ni tampoco llegan a tener experiencia laboral debido a
que cambian frecuentemente de trabajo,
porque renuncian o porque los despiden debido a un bajo
rendimiento.
Esto hace que, con frecuencia, que dependan
económicamente de sus familiares y que cuando sus padres
fallecen, pasan a depender de las instituciones
del estado.
Es difícil encontrar en los libros de
historia de la
psiquiatría los inicios de la esquizofrenia como una
enfermedad diferente de las otras en las épocas remotas,
ya que la nomenclatura y
descripción empleadas, solo nos permiten
encontrar síntomas que en la actualidad podrían
corresponder a esta enfermedad. Sin embargo, ha sido objeto de
estudio por numerosos médicos, psicólogos, filósofos, sacerdotes y artistas a
través del tiempo.
Ya en el año de 1400 A.C. en el Ayur-Veda de la
antigua india se
describe una condición que podría corresponder a la
actual esquizofrenia y para la que recomendaba
"meditación" y "técnicas
de encantamiento" para su tratamiento.
Durante la Edad Antigua y hasta el siglo XIX, no ocurre
nada sobresaliente en el campo de la
esquizofrenología.
En el año de 1856, Morel que fue un
contemporáneo de Krepelin, introduce el término
demencia precoz, para catalogar a un adolescente que era
brillante activo y que luego se volvió aislado,
apático y callado.
En el año 1868, se introduce el término
catatonia para designar un cuadro clínico en el que
predomina la tensión motora (muscular) y que posee dos
fases: una estuporosa o inhibida (estupor catatónico) y
otra excitada (agitación catatónica). Es este mismo
año que Sander introduce el término paranoia para
catalogar a un grupo de
personas en las que sobresalen sentimientos de ser perjudicados,
maltratados, perseguidos o humillados.
En 1870, Hecker introduce el término hebefrenia
para describir un cuadro de inicio en la adolescencia, en donde
hay una perturbación mental y que erremisiblemente conduce
al deterioro del individuo.
En 1896, Krepelin utiliza nuevamente el término
demencia precoz y hace una descripción de esta
condición mental cuya descripción aún tiene
vigencia en la actualidad. Pone de manifiesto su inicio temprano,
su evolución hacia el deterioro y su
oposición a la psicosis
maniaco-depresiva en donde éste no existe: Identifica tres
subgrupos: paranoide, catatónica y
hebefrénica.
En 1911, Bleuler introduce el término
esquizofrenia para sustituir al de demencia precoz ya que
éste se consideró inexacto porque no siempre
conduce al deterioro y el mismo Krepelin aceptaba que un 13% se
recuperaban. Esquizofrenia significa mente dividida (mente
escindida), poniendo un énfasis mayor en la
fragmentación de la
personalidad que en la evolución. Para Bleuder la
esquizofrenia era la enfermedad de cuatro Aes: autismo,
ambivalencia, asociaciones laxas y efecto
incongruente.
En 1933, Kasanin introduce el término
esquizoafectivo para designar un grupo de esquizofrenias en las
que además del trastorno formal de pensamiento,
presentan alteraciones afectivas importantes tanto en el sentido
de la manía como en el de la depresión.
En 1939, Langfeldt hace distinción entre proceso
esquizofrénico que significa para él inicio
temprano, una gran desorganización mental y un curso
irremisible hacia el deterioro y la reacción
esquizofrénica que consiste en un cuadro menos severo, con
una personalidad
premórbida más adecuada, mejor ajuste social y
laboral y capaz de remitir parcial o totalmente sin conducir a un
deterioro progresivo.
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