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Histología Vegetal



Partes: 1, 2, 3

    1. Las plantas
    2. Las plantas
      vasculares
    3. Histología general de
      las plantas
    4. Diferenciación
      de la raíz, tallo y hoja
    5. Organografía
      general de las plantas vasculares
    6. Los
      helechos
    7. Trabajo
      práctico en laboratorio
    8. Apéndice
    9. Bibliografía

    INTRODUCCIÓN

    El mundo de las plantas es un
    mundo fascinante, sobre todo para personas como nosotros, que
    recién empezamos el camino hacia el conocimiento
    del mundo de la biología; este amplio
    mundo, que si bien no será totalmente descifrado y
    expuesto en este trabajo, hemos
    tratado de la manera más concisa y práctica de
    describir una parte pequeña de este vasto mundo, como lo
    es el mundo de las plantas, lo cual nos ayudará al mejor
    entendimiento de este parte de las ciencias
    biológicas.

    En el primer capítulo hablaremos (a modo de un
    preámbulo al tema) sobre el mundo de las plantas en
    general, su división y sobre todo el enigma de su evolución, ya que para empezar a comprender
    este tema debemos empezar por conocer como y que son las plantas
    y como fueron ellas formándose para vivir en este
    mundo.

    En el segundo capítulo nos dedicamos a hablar
    solamente del mundo de las plantas vasculares, que es el tema en
    sí al que se debe el desarrollo del
    presente trabajo, su origen y extensión en el tiempo, su
    características específicas, su distribución en este planeta, las
    variaciones morfológicas que presentan, una
    diferenciación entre monocotiledóneas y
    dicotiledóneas, que son las plantas con las se ha
    trabajado en el laboratorio y
    por último la importancia económica que tiene el
    grupo de las
    plantas vasculares en nuestro mundo.

    En el tercer capítulo tratamos en tema de la
    histología general de los cormofitos, que
    es grupo el cual abarca tanto a helechos como
    mocotiledóneas y dicotiledóneas, este
    capítulo es complementado por los dos siguientes ( Cap. IV
    y Cap. V) en los que hablamos de la diferenciación entre
    raíz, tallo y hoja (sus crecimientos primarios,
    secundarios) y una breve descripción de las partes que encontramos
    en ellas; y en lo siguiente de la organografía general de
    este tipo de planta.

    Un capítulo aparte le damos a los helechos, para
    hablar de su morfología
    y su anatomía general, para de esta manera tener
    un mejor conocimiento sobre este grupo. Luego pasamos a describir
    el trabajo que
    se realizó en el laboratorio de botánica, gracias al apoyo desinteresado de
    la profesora Consuelo Rojas Idrogo, que nos asesoró en
    esta parte del presente trabajo.

    Al final daremos la información bibliográfica y el
    apéndice, en el que hemos incluido además de
    gráficos y tablas, las fotografías
    del trabajo práctico realizado.

    I.
    LAS PLANTAS

    1.1. Niveles Morfológicos de Organización de las Plantas

    Al examinar la diversidad de formas que se presentan en
    el reino vegetal, llama la atención la existencia de algunas
    aparentemente muy sencillas y otras muy complejas y, entre ambos
    extremos, una serie de grupos con
    caracteres intermedios. Según los restos hallados, las
    plantas de los periodos mas antiguos de la historia de la tierra eran
    de organización muy simple, en tiempos posteriores,
    aparecieron formas de organización cada vez más
    elevada. El número de tipos especializados de células y
    el de clases de tejidos formados
    por ellas ha aumentado considerablemente en el curso de la
    filogenia.

    Todos los pasos de un nivel de organización
    inferior a otro inmediatamente superior están ligados,
    como es fácil comprobar, a la adquisición de una
    nueva propiedad o
    capacidad importante, lo que tiene por consecuencia una
    modificación fundamental en la estructura y
    en el modo de vida.

    De todos modos, resulta claro que, salvo excepciones que
    se consideran, las formas de las plantas que poblaron la tierra eran
    más sencillas que las actuales. Se consideran que estas
    plantas antiguas eran organismos unicelulares o pluricelulares
    sin mayor diferenciación.

    En una planta vascular moderna puede haber, en cambio, varios
    decenas de tipos de células distintas ya que la
    organización a progresado, haciéndose
    más acabada la división del trabajo y produciendo
    la diversidad observada.

    Según la altura de su organización
    morfológica, se pueden distinguir tres grandes niveles de
    organización que, de todos modos, están unidos
    entre sí por formas intermedias: los protofitos, los
    talofitos y los cormofitos.

    Se consideran protofitos todos los vegetales
    unicelulares (flagelados, bacterias o
    esquizófitas, algunas algas unicelulares y ciertas algas
    azul verdosas o cianofíceas), así como los que
    están formados por agregados poco coherentes de
    células, aun no diferenciadas o apenas diferenciadas en el
    sentido de una división del trabajo, y que, por ello, son
    capaces de descomponerse fácilmente en individuos
    unicelulares (bacterias como las que forman la "madre" del
    vinagre, algunas cianofíceas muy comunes de los
    géneros Nostoc y Oscillatoria, algas verdes
    como las del género
    Spirogyra, etc.).

    Lo mismo que los protofitos, también la
    mayoría de los talofitos están adaptados por
    completo a la vida en el agua o, por
    lo menos, en una atmósfera
    completamente saturada de vapor de agua, ya que
    sus membranas carecen todavía de sustancias limitadoras de
    la evaporación, como cutina y suberina.

    El talo típico también suele carecer de
    elementos especiales de sostén; por ello "yace",
    más o menos aplicado al suelo (plantas
    yacentes), cuando sale de su elemento, el agua, para pasar a la
    tierra. Sólo un número relativamente pequeño
    de talofitos, como P. Ej. los hongos superiores
    y los líquenes, han logrado establecerse permanentemente
    en tierra.

    Los cormofitos, caracterizados por una serie de
    adaptaciones especificas a la vida terrestre, han alcanzado un
    grado más alto de diferenciación. Están
    capacitados, gracias a la estabilización de su economía
    hídrica, para vivir incluso rodeados por aire que presente
    un elevado déficit de saturación
    (organización homeohídrica). Anatómicamente
    se caracteriza por la formación de tejidos diferenciados
    en el aspecto morfológico, los cuales complementan la
    función
    del tejido fundamental o parénquima en distintas misiones
    especiales, P. Ej., la protección superficial, la toma de
    agua, la conducción y cohesión de la misma,
    así como el sostén.

    Como carácter diferencial externo más
    importante respecto a los talofitos, se puede citar la
    diferenciación del cuerpo vegetativo en raíz, tallo
    y hojas.

    Sólo pertenecen a los cormofitos los helechos y
    vegetales afines (pteridofitas) y los espermatofitos o
    fanerógamas. Las briofitas (gr.: brios: musgo), son un
    grupo con características intermedias entre las talofitas
    acuáticas y los vegetales terrestres superiores e incluye
    a los musgos y a las hepáticas. Los musgos que son las
    plantas más comunes del grupo, no están adaptados
    para soportar periodos largos de sequía y cuando esto
    ocurre se los encuentra en vida latente. Carecen de raíces
    (sólo poseen rizoides que los fijan al suelo) y pueden
    absorber el agua por toda la superficie del cuerpo. Tampoco
    tienen un sistema de
    conducción como el de las plantas superiores, de modo que
    no pueden alcanzar mayor talla y rara vez más que unos
    pocos centímetros.

    Estos caracteres indican que, en muchos aspectos no
    están adaptados a la vida terrestre y sus habitats quedan
    limitados a lugares siempre húmedos, donde pueden llevar a
    formar turberas como en Tierra del Fuego, las islas
    Malvinas, etc. , o en los bosques de regiones lluviosas y muy
    húmedas.

    Las espermatofitas o fanerógamas se dividen en
    dos grupos: las gimnospermas (gr.: gimnos: desnudo,
    descubierto), más primitiva y con óvulos y semillas
    descubiertos y las angiospermas (gr.: angios: vaso,
    recipiente) que poseen los óvulos encerrados en un ovario
    y, por consiguiente, con las semillas cubiertas por los carpelos
    desarrollados luego de la fecundación, a veces con protección
    adicionales (receptáculo, hipsófilos).

    1.2. Evolución de las Plantas

    Hace unos 440 millones de años nuestro planeta
    debe haber parecido un lugar inhóspito, porque si bien la
    vida prolifera en los océanos, aun no era abundante en la
    tierra. Los mares albergaban enormes cantidades de peces,
    moluscos y crustáceos, así como incontables algas
    microscópicas, y las aguas frente a las costas rocosas
    eran el hogar de las macroalgas. Quizá en ocasiones
    algún animal se aventuraba en tierra, pero nunca
    permanecía aquí mucho tiempo porque no había
    mucho que comer; ni una brizna de pasto, ni un fruto, ni
    semillas.

    Durante los siguientes 30 millones de años, un
    tiempo geológico que corresponde de manera aproximada al
    periodo silúrico de la era paleozoica, las plantas
    aparecieron en abundancia y colonizaron las tierras emergidas.
    Aunque las plantas actuales exhiben gran diversidad de
    tamaño, forma y habitat, se piensa que todas surgieron de
    un ancestro común, un alga verde antigua. Los
    biólogos deducen esta relación del hecho de que las
    algas verdes modernas comparten varios rasgos bioquímicos
    y metabólicos con las plantas actuales. Ambas contienen
    los mismos pigmentos fotosintéticos: clorofilas a y b y
    pigmentos accesorios, los carotenoides amarillos y anaranjados
    (xantófilas y carotenos respectivamente).

    Asimismo, ambas almacenan un exceso de carbohidratos
    en la formación del almidón, y poseen celulosa como
    principal componente de sus paredes celulares. Por último,
    algas verdes y plantas comparten determinados detalles de la
    división celular, como la formación de una capa
    celular durante la citocinesis.

    Datos ultraestructurales y moleculares recientes indican
    que es probable que las plantas desciendan de un grupo de algas
    verdes llamadas carofitas. Mediante comparaciones
    moleculares, en particular de secuencias de bases de ADN y RNA, se han
    obtenido sólidas pruebas de que
    las carofitas tienen una relación muy cercana con
    las plantas. Entre estos datos se incluyen
    comparaciones entre plantas y diversas algas verdes, incluyendo
    las cariofitas, de aspectos como secuencias de
    nucleótidos en DNA de cloroplastos, en DNA nuclear, y RNA
    ribosómico. En cada caso, la correlación más
    estrecha se da entre carofitas y plantas, lo cual indica que es
    probable que plantas y carofitas modernas compartan un
    ancestro común carofítico.

    La conquista de la Tierra debe haber sido una lucha
    larga y difícil en la cual abundaron los contratiempos.
    Las plantas que por fin triunfaron y se adaptaron verdaderamente
    a la vida terrestre pudieron sobrevivir merced a la
    aparición de partes especializadas: hojas que se extienden
    al aire para absorber la luz y lograr la
    fotosíntesis; raíces, que se
    ramifican en el suelo para proporcionar fijación y
    absorber el agua y sales minerales;
    tallos, que mantienen las hojas a la luz y las comunican a las
    raíces, unión en ambas direcciones para el paso de
    alimentos en
    el xilema y floema, y algunos medios de
    reproducción como flores, polen y semillas
    que permiten la unión de gametos masculinos y femeninos en
    ausencia de agua, con desarrollo del cigoto al abrigo de la
    desecación.

    Las plantas vasculares más antiguas conocidas se
    asignan al filum Rhyniophyta , el cual, conforme al
    registro
    paleontológico, surgió hace unos 420 millones de
    años y se extinguió hace alrededor de 380 millones
    de años. Rhynia sp. es un ejm. de planta vascular
    primitiva con parecido superficial a las psilofitas en que
    consistía en tallos erectos sin hojas los cuales se
    ramificaban de manera dicotómica a partir de un rizoma
    secundario. Rhynia carecía de raíces, aunque
    poseía rizoides absorbentes. En el extremo de sus ramas se
    formaban esporangios.

    Hoy en día las plantas son organismos
    multicelulares complejos que varían en tamaño desde
    la diminuta (casi microscópica) lenteja de agua hasta las
    impresionantes secoyas, que se encuentran entre los organismos
    más grandes que hayan vivido en el planeta.

    II. LAS PLANTAS VASCULARES

    2.1. Generalidades

    Hasta hace relativamente poco, las plantas vasculares se
    acostumbraban clasificar dentro de la división
    traqueofitos, a causa de la creencia de que los elementos
    conductores del xilema del floema atestiguan la existencia de una
    relación íntima. Pero en la última
    década se han reconocido entre algunos grupos de plantas
    vasculares otras diferencias morfológicas y
    anatómicas que indican que las relaciones son más
    remotas.

    Las investigaciones
    paleobotánicas ponen de manifiesto que muchos de los
    grupos modernos corresponden ya a líneas separadas desde
    los tiempos geológicos más antiguos en los que
    encontramos un registro claro de plantas vasculares.

    2.2. Origen y Extensión en el
    Tiempo

    Se han citado descubrimientos recientes de esporas
    fósiles como prueba de que ya en tiempos del
    Cámbrico existían plantas vasculares, hace unos 550
    millones de años , y se han citado varias veces hallazgos
    de esporas en el precámbrico de Rusia. Sin
    embargo, si tenemos en cuenta que las esporas de algunos
    briofitos son parecidas a las de ciertas plantas vasculares, no
    se ha demostrado de forma concluyente que estas esporas tan
    primitivas provengan exclusivamente de plantas vasculares, no
    obstante, tales hallazgos nos hablan de la presencia en tiempos
    muy antiguos de plantas ancestrales pertenecientes a las
    líneas evolutivas de los briofitos o de las plantas
    vasculares.

    El primer documento fósil de una estructura
    microscópica perteneciente a una planta superior es un
    fragmento de un eje cauloide , con apéndices
    foliáceos dispuestos sobre él en espiral. Este
    fósil, Aldanophyton, apareció en estratos
    del Cámbrico medio en Rusia. Aunque se parece al talo de
    un licopodio , no ha podido encontrarse en él
    ningún resto fósil de estructuras
    internas ni reproductoras, por lo que se desconocen sus exactas
    relaciones con grupos fósiles o actuales.

    En las rocas más
    antiguas del Devónico, las plantas vasculares estan
    documentadas por restos de tallos, raíces y estructuras
    reproductoras. Durante aquel periodo de tiempo, las líneas
    de evolución correspondiente a licopodios, artrofitos y
    psilofitos estaban ya definitivamente establecidas.

    A finales el Devónico ya habían aparecido
    los helechos y las gimnospermas, y existían ya los
    antecesores de los de todos los grupos actuales de plantas
    vasculares, con la excepción de los antofitos. (Los
    antofitos empiezan a aparecer en el registro fosil a principios del
    Cretácico, pero es posible que hayan tenido una
    evolución anterior más larga). Así, las
    plantas vasculares actuales son el resultado final de un periodo
    de evolución muy prolongado que se inicio a lo

    más tarden el Silúrico, para durar hasta
    la actualidad. Una antigüedad de 400 millones de
    años.

    De acuerdo con las dos teorías
    principales, las plantas vasculares habrían evolucionado a
    partir de:

    1. De las algas, muy probablemente de antecesores de los
      clorofitos y en particular de las ulotricales.
    2. De antecesores pertenecientes a los briofitos,
      probablemente a partir de Anthoceros o de plantas muy
      próximas

    Ambas teorías se basan sobre el supuesto de que,
    durante la evolución, la diferenciación del xilema
    y del floema tuvo lugar en las células de la región
    central del eje. La opinión aceptada de forma general es
    que tanto los briofitos como las plantas vasculares evolucionaros
    partiendo de precursores pertenecientes a las algas.

    2.3. Características Generales de las Plantas
    Vasculares

    Las únicas características exclusivas de
    las plantas vasculares son la presencia del xilema y de floema,
    pero otras características están generalizadas a
    casi la totalidad de las plantas vasculares: una cubierta externa
    cerea impermeable, la cutícula (también existe en
    algunos briofitos); la diferenciación en tallo verdadero,
    hojas y casi siempre raíces; una alternancia de
    generaciones bien delimitada; con el esporofito independiente y
    de estructura mas complicada que el gametofito; y una elevada
    relación de volumen a
    superficie de la planta.

    El cutícula, el tejido vascular y una elevada
    relación volumen/superficie favorecen la supervivencia
    fuera del agua, particularmente en habitats carentes de agua
    superficial libre. La aparición de la cutícula
    permite la conservación del agua en un medio aéreo,
    y en el mismo sentido actúa la elevada relación de
    volumen a superficie. La especialización de las
    células del xilema permite una conducción adecuada
    de agua desde el suelo a las partes aéreas de la planta,
    lo cual es especialmente indispensable en las matas perennes y en
    los árboles
    que se elevan a decenas de metros por encima del
    suelo.

    En general, el registro fósil respalda la
    hipótesis de que la evolución de las
    plantas vasculares primitivas se oriento desde plantas
    acuáticas herbáceas hasta formas terrestres
    leñosas.

    2.4. Variación de la morfológica y
    distribución

    Casi todas las plantas vasculares poseen raíces,
    tallos y hojas. Las únicas excepciones importantes
    corresponden a los psilofitos.

    Las plantas vasculares varían desde la diminuta
    Wolffia, cuyo tamaño va de 0.7 a 105 mm, hasta
    Sequoiadendron (un árbol de California) que alcanza
    más de 90 m de altura y más de 10 m de
    diámetro en la base. Las plantas vasculares comprenden
    representantes acuáticos, como Elodea, hierbas
    terrestres como las gramíneas y compuestas, arbustos
    leñosos y árboles predominantemente
    lignificados.

    Cuanto mayor es la abundancia de tejido secundario,
    más lignificada es la planta. La mayor parte de la
    resistencia
    mecánica de la planta es debida a las
    paredes lignificadas del xilema secundario, del
    esclerénquima y de la epidermis, todos ellos tejidos
    secundarios, especialmente bien desarrollados en los arbustos y
    en los árboles.

    Las plantas vasculares gozan de una distribución
    geográfica. Su máxima abundancia, tanto en especies
    como en individuos , corresponde a la zona intertropical, y
    disminuye progresivamente hacia latitudes mas altas. Las plantas
    vasculares viven en prácticamente todos los tipos de
    habitats, exceptuando los desiertos en condiciones extremas y las
    regiones cubiertas permanentemente de nieve y hielo. En su
    mayoría son fundamentalmente terrestres, aunque algunas
    viven en las aguas dulces y un número aun menor en medios
    salobres o marinos. Algunas especies presentan amplias
    tolerancias ecológicas, mientras que otras se ven
    limitadas a condiciones muy peculiares.

    2.5. Monocotiledóneas y
    Dicotiledóneas

    El filum Anthophyta se divide en dos clases,
    monocotiledóneas (clase
    Monocotyledones) y dicotiledóneas (clase
    Dicotyledones); aunque algunos botánicos prefieren
    clasificar las monocotiledóneas en la clase
    Liliopsida y las dicotiledóneas en la clase
    Magnoliopsida (el Congreso Botánico Internacional
    aun no estandariza los nombres de las clases, si bien el asunto
    esta el estudio en la actualidad).

    Entre las monocotiledóneas se incluyen las
    palmeras, pastos, orquídeas, lirios y cebolla, son
    dicotiledóneas robles, rosas, mostaza,
    cactos, arándanos y girasoles. Las dicotiledóneas
    son más diversas e incluyen muchas especies (al menos 170
    mil) que las monocotiledóneas (un mínimo de 65
    mil).

    Las monocotiledóneas son principalmente plantas
    herbáceas con hojas largas y estrechas, y venaciones
    paralelas entre si. Sus partes florales pueden presentarse en
    triadas o múltiplos de tres, P. Ej. tres pétalos,
    seis estambres y un pistilo compuesto consistente en tres
    carpelos funcionados. Las semillas de las monocotiledóneas
    tienen un solo cotiledón (hoja protectora embrionaria), y
    cuando son maduras suelen presentar endospermo (tejido
    nutricio).

    Las dicotiledóneas pueden ser herbáceas
    (como el tomate) o
    leñosas (como el nogal americano). Sus hojas son de forma
    variable, por lo general más anchas que las propias de las
    monocotiledóneas, y sus venaciones son reticulares
    (convergen en alguna medida). Son partes florales por lo
    común se presentan en múltiplos de cuatro o cinco.
    Sus semillas tienen dos cotiledones, y la semilla madura suele
    carecer de endospermo, pues este es absorbido por los dos
    cotiledones.

    2.6. Importancia Económica

    Las plantas vasculares desempeñan un papel
    extremadamente importante en nuestra economía, en especial
    como fuente de alimentos para el hombre y
    otros animales y para
    el suministro de materiales de
    construcción. Indirectamente, las plantas
    vasculares tiene importancia en la conservación del
    equilibrio
    natural. Entre otros Ej. de no tanta importancia cabe destacar:
    industrias
    textiles (algodón); farmacéuticas (atropina,
    digital y otras), y horticultura (jardinería, plantas
    ornamentales, flores, jardines botánicos).

    Las confieras suministran la mayor parte de la madera, pulpa
    celulósica, papel y materiales para industria
    naval; diversas especies están siendo extensamente
    cultivadas fuera de sus regiones de origen para lograr la
    producción de dichas materias. Las
    fanerógamas son las principales productoras de alimentos,
    productos
    farmacéuticos y plantas ornamentales, y forman sin duda el
    grupo de plantas más importante para el hombre en la
    actualidad y lo sido así a través de
    tiempo.

    III. HISTOLOGIA
    GENERAL DE LAS PLANTAS VASCULARES

    3.1. Características Generales

    Por tejido se entiende el conjunto de muchos
    protoplasmas revestidos de membrana e íntimamente unidos
    entre sí, originados por división de otros
    protoplasmas, según las tres direcciones del espacio.
    Cuanto más elevada es la organización de una
    planta, mayor es el número de clases de tejido que
    componen su cuerpo. Un criterio objetivo para
    la valoración de la altura de la organización de un
    ser viviente se obtiene, pues, de la complejidad de sus partes, o
    sea del número de clases de células y tejidos que
    intervienen.

    Los tejidos integrantes de las plantas superiores se
    forman por división sucesiva de las células, y en
    su origen, por la del cigoto, producido como consecuencia del
    proceso
    fecundante.

    En la última fase de la división
    cariocinética, la telofase, en la zona media del huso
    acromático se produce una condensación de
    materiales más intensa hacia la parte central, decreciente
    hacia la periferia, hasta alcanzar las membranas laterales
    preexistentes. De esta condensación de materiales proviene
    de la membrana divisoria que separa netamente los dos
    protoplasmas, y por esta razón es común a ambas
    células contiguas.

    3.2. Clasificación de los Tipos de
    Tejidos

    Una clasificación muy simple de los tejidos
    sería:

    1. Tejidos Simples: con un solo tipo celular, como P.
      Ej. el parénquima, colénquima y
      esclerénquima.
    2. Tejidos Compuestos: con varios tipos celulares, como
      P. Ej. el xilema, floema y epidermis.

    Si atendemos a su función, los tejidos se pueden
    clasificar en los siguientes tipos:

    1. Meristemos: constituidos por células
      proliferantes que causan el crecimiento y desarrollo de la
      planta.
    2. Parénquima: formados por células mas
      diferenciadas que realizan funciones
      fotosintéticas (parénquima asimilador) o de
      almacén de sustancias nutritivas, como de
      agua, almidón, etc. (parénquima de
      reserva).
    3. De sostén: tejidos de células
      especializadas, con paredes muy engrosadas para cumplir esa
      misión.
      Son el colénquima y esclerénquima. También
      contribuyen al sostén de la planta los vasos, sobre todo
      los leñosos.
    4. Vasculares o conductores: constituyen el sistema
      circulatorio de la planta. Son el leño o xilema y el
      líber o floema.
    5. Protectores: protegen de la pérdida de agua y
      de la acción de agentes externos, al igual que
      la piel en los
      animales. Son la epidermis y la peridermis.
    6. Secretores: hay tejidos secretores formando parte de
      la epidermis, como las glándulas y pelos, y otros
      internos, como las células que forman los conductos
      resiníferos o las que constituyen bolsas
      oleíferas.

    Desde el punto de vista ontogénico las clases de
    tejidos de los cormófitos pueden reunirse en dos grandes
    grupos: los tejidos embrionales o meristemas y los tejidos
    definitivos o adultos, ya diferenciados. De todos los tejidos el
    parénquima es el más primitivo. Se podría
    decir que en los vegetales inferiores, el único tejido es
    el parénquima poco diferenciado. Al complicarse las
    necesidades, el parénquima se va diferenciando en otros
    tejidos. Así, al pasar al medio terrestre, las plantas
    necesitan de un una superficie limitante con le medio externo y
    la capa más externa del parénquima se transforma en
    epidermis. Con le desarrollo en volumen de la planta, que debe
    sostenerse en le espacio aéreo, surgen tejidos de
    sostén que la mantienen. Del mismo modo, debe surgir un
    tejido conductor que transporte las
    sustancias. El mismo crecimiento, que en los vegetales inferiores
    ocurre en todo el vegetal, aquí queda limitado a unas
    células que forman los meristemos.

    3.3. Meristemos o Tejidos Embrionales

    3.3.1. Características
    Generales

    En los vegetales superiores, el organismo conserva
    determinadas zonas, denominadas meristemos, ocupadas por
    células que son capaces de hacer crecer al organismo, no
    sólo aumentando el volumen de sus órganos (tallo,
    raíz, hoja, flor) sino multiplicando el número de
    estos.

    De tal manera, que se puede decir que los vegetales,
    incluso los más evolucionados, no son más que una
    repetición de estructuras mas o menos simples (muchas
    ramas, cada una con muchas hojas y muchas flores), que son cada
    vez más numerosas conforme pasa el tiempo sin que ocurra
    un proceso de envejecimiento comparable al de los organismos
    animales.

    El que sólo algunas zonas del cuerpo de la planta
    estén especializadas en el crecimiento de esta no es algo
    característico de todos los vegetales, sino algo peculiar
    de los vegetales superiores. Es la consecuencia de la
    especialización celular que conduce a la aparición
    de los tejidos.

    Los meristemos pueden considerarse como tejidos
    embrionarios que persisten en la planta durante toda su vida y
    que son responsables de ese crecimiento permanente de la planta,
    gracias a la capacidad de división y
    diferenciación.

    Los restantes tejidos de la planta realizan otras
    funciones, aunque algunos son también capaces de dividirse
    (parénquima P. Ej.).

    3.3.2. Clasificación de los
    Meristemos

    Existen diversas clasificaciones de los meristemos
    atendiendo a diferentes criterios, como la localización de
    la planta, el momento de aparición, la continuidad con la
    línea meristemática y el sentido de crecimiento.
    Las dos clasificaciones más diferenciadas son las
    siguientes:

    1. Según su posición en la planta, los
      meristemos se dividen en: apicales, laterales e intercalares.
      Los primeros se sitúan en los extremos de las ramas
      del tallo y de las raíces. Los segundos forman un
      cilindro alrededor de las ramas y raíces: cilindro que
      o se sitúa en la parte más externa
      (felógeno) o a cierta profundidad, en el sistema
      vascular (cambium vascular).

    2. Según su Localización en la
      Planta
    3. Según en el Momento de su
      Aparición

    Según el tiempo de su formación o, al
    menos, de su manifestación, los meristemos pueden ser:
    primarios y secundarios. El criterio de esta clasificación
    suele ser discutido, existen cuatro posturas.

    Para algunos autores, los meristemos primarios
    serían aquellos que mantienen directamente su continuidad
    con las células meristemáticas iniciales, mientras
    que los meristemos secundarios serían aquellos que no
    mantienen esa continuidad y proceden de la
    desdiferenciación de células tipo
    parénquima.

    Otros autores consideran que el criterio para clasificar
    los meristemos en primarios y secundarios no ha de basarse en el
    origen de las células meristemáticas, sino en el
    momento de actuación del meristemo en una cierta planta o
    en uno de sus órganos. Los meristemos primarios
    estarían ya desde el primer momento ejerciendo sus efectos
    en ciertas partes de la planta; los secundarios
    manifestarían su efecto más tardíamente,
    prescindiendo de que estuvieran anteriormente presentes (de un
    modo latente) o que se hayan formado de nuevo.

    Otros autores relacionan esta clasificación de
    primarios y secundarios con la clasificación
    topográfica enunciada anteriormente: los meristemas
    apicales serían los primarios, y los laterales,
    secundarios, sin embargo esta superposición de ambas
    clasificaciones (según la localización y
    según el origen o momento de aparición)
    también es problemática puesto que los meristemos
    intercalares, que son primarios, no se encuentran en los brotes
    apicales sino en la base de los entrenudos.

    De ahí que la idea que mejor explica la
    clasificación de los meristemos en primarios y secundarios
    sea la basada en el sentido o dirección del crecimiento: con independencia
    de que aparezcan pronto o tarde, deriven directamente o no de las
    células meristemáticas, los meristemos primarios
    (apicales e intercalares) son los responsables en el crecimiento
    en longitud de la planta, mientras que los meristemos secundarios
    son los responsables del crecimiento en espesor. Todos los
    meristemos secundarios son laterales pero no todos los primarios
    son apicales.

    3.3.3. Clasificación General de los
    Meristemos

    En cualquier caso, la clasificación de los
    meristemos que generalmente se utiliza es la
    siguiente:

    1. Meristemos Primarios (Apicales o Intercalares):
      causan generalmente el crecimiento en longitud de los
      órganos de la planta durante su primera etapa de
      desarrollo. A su vez los meristemos pueden ser de dos
      tipos:
    • Meristemos Apicales: situados en los ápices de
      brotes caulinares y raíces (tanto en la rama principal
      del tallo o de la raíz principal como en las ramas y
      raíces laterales). El origen de estos meristemos se
      remonta a las primeras etapas del desarrollo
      embrionario cuando se establecen dos polos: apical y basal.
      En cada uno de estos polos que un grupo de meristemos apicales
      que, de acuerdo con la parte de la planta que desarrollan, se
      dividen en:
    • Meristemos apicales caulinares: por
      proliferación de estos meristemos se desarrolla el
      ápice caulinar, por el que irán creciendo el
      tallo y las hojas. También, durante la fase reproductiva
      del crecimiento, se forman los órganos reproductores a
      partir de meristemos apicales del brote.
    • Meristemos apicales radicales: dan lugar al
      ápice radical por el que ira creciendo la
      raíz.
    • Meristemos intercalares: los meristemos primarios
      pueden ser no sólo apicales sino también
      intercalares. Estos últimos son zonas de tejido
      primario, en crecimiento activo, que no se sitúan en los
      extremos de las ramas. También se observan en las vainas
      de las hojas de muchas plantas monocotiledóneas, sobre
      todo gramíneas. Gracias a la actividad de los meristemos
      intercalares, los nudos terminan quedando separados entre
      sí por regiones de crecimiento intercalar (los
      entrenudos). Al principio hay divisiones celulares en todo el
      entrenudo joven, pero después la actividad
      meristemática reside únicamente en la base del
      entrenudo.
    1. Meristemos secundarios o laterales: no se localizan
      en el extremo, sino en los laterales de las ramas del tallo y
      de las raíces, en aquellas plantas que después
      del crecimiento primario desarrollan un crecimiento secundario
      (en espesor). Hay dos meristemos laterales:
    • El cambium vascular y el cambium interfascicular: son
      los responsables del desarrollo en espesor de los tejidos
      internos de la planta, aumentando el volumen del sistema
      conductor.
    • El cambium suberoso o felógeno: formará
      la corteza protectora de la planta.

    3.4. Tejidos Definitivos o Adultos

    3.4.1. Parénquima

    3.4.1.1. Características
    Generales

    Las células procedentes de la división de
    las células meristemáticas pasan a diferenciarse en
    células propias de tejidos adultos. Estas células
    difieren de unos tejidos a otros, e incluso existen varios tipos
    celulares dentro de un mismo tejido. Sin embargo, en general,
    puede decirse que todas las células diferenciadas tienen
    algunos rasgos comunes que las distinguen de las
    meristemáticas. Las principales características
    son:

    • Alargamiento de las células.
    • Desespiralización de la cromatina, que se hace
      más laxa.
    • Reunión de pequeñas vacuolas en una
      gran vacuola que rechaza el núcleo y citoplasma a la
      periferia celular, donde forman una banda.
    • Desarrollo de la pared celular primaria y, en algunos
      tipos celulares, formación de la pared
      secundaria.
    • Aparición de espacios intercelulares amplios
      que se forman al crecer las células y desajustarse sus
      caras. Estos espacios pueden formarse de dos
      formas:
    • Lisígena: por lisis de células
      presentes. Tiene lugar en la formación de bolsas de
      secreción. También se observa en el
      parénquima de plantas acuáticas y de
      raíces monocotiledóneas.
    • Esquizógena: Por la separación de las
      células existentes debido al crecimiento celular y
      reabsorción de la lámina media. Tiene lugar, P.
      Ej. , en la formación de conductos
      resiníferos.

    Etimológicamente parénquima significa
    "tejido que está en medio", es decir, tejido de relleno,
    que ocupa los espacios entre los otros tejidos más
    diferenciados. Pero esta definición no expresa del todo su
    importancia. El parénquima no sólo constituye la
    parte más voluminosa de los órganos esenciales de
    las cormofitas; a los tejidos parenquimáticos quedan
    confiadas las principales funciones orgánicas: fotosíntesis, elaboración y almacenamiento de
    sustancias, secreción, excreción, etc.

    3.4.1.2. Origen del Parénquima

    Al ser el parénquima un tejido muy extendido en
    los organismos vegetales, y que aparece tanto en el desarrollo
    primario como en el secundario, puede presentarse distintos
    orígenes:

    • En el desarrollo primario de la planta se desarrolla
      por vías diferentes:
    • El parénquima de la corteza y médula se
      origina del denominado meristema fundamental.
    • El parénquima asociado al sistema vascular
      primario se forma a partir del procambium.
    • El desarrollo secundario se origina:
    • El parénquima formado junto con los
      componentes vasculares se origina del cambium.
    • El parénquima cortical y medular se
      origina:
    1. De divisiones en las mismas células
      parenquimáticas.
    2. Del cambium interfascicular (si este está
      presente).
    3. Del felógeno, que además de
      súber también origina un parénquima que se
      denomina felodermis.

    En general, al tratarse de células poco
    diferenciadas, las células parenquimáticas
    conservan su capacidad de dividirse, incluso cuando son maduras,
    sobre todo en la reparación de heridas y en respuesta a
    alteraciones del medio.

    3.4.1.3 Tipos De Parénquima

    a) Parénquima Asimilador o
    Clorofiliano

    Realiza la fijación del carbono
    mediante la fotosíntesis; por eso se localiza debajo de
    la epidermis, donde puede penetrar bien la luz. Sus
    células están provistas de abundantes cloroplastos,
    que varían en número y forma de unas especies a
    otras. En ciertos momentos pueden contener almidón. Esta
    muy desarrollado en las hojas, donde puede adquirir dos
    formas:

    • Parénquima en empalizada: constituido por
      células prismáticas (de unas 14 caras), alargadas
      y con espacios intercelulares relativamente pequeños,
      pero mayores que los existentes entre las células
      meristemáticas.
    • Parénquima lagunar: formado por células
      más redondeadas y con espacios intercelulares muy
      amplios, dejando grandes cámaras o lagunas. Estas
      células en conjunto, adquieren una forma lobulada. El
      origen de los espacios intercelulares puede ser
      esquizógeno o lisígeno.

    Existe también parénquima
    clorofílico en otros órganos no foliares de la
    planta, como en tallos verdes, o en órganos
    accidentalmente expuestos a la luz, como tubérculos que
    salen a la superficie.

    b) Parénquima De Reserva

    Esta función es ejercida por parénquimas
    muy diversos situados en órganos variados de la planta:
    cotiledones, médula del tallo, parénquima de
    tubérculos y rizomas. Las células tienen paredes
    sutiles y presentan pequeños espacios intercelulares,
    aunque puede ocurrir que también se acumulen sustancias en
    la pared celular primaria, como celulosa, engrosando entonces
    mucho (semillas del café,
    liliáceas, palmáceas).

    Los productos almacenados son muy diversos. El
    más frecuente y abundante es al almidón, que se
    encuentra en amiloplastos y se observa en la mayoría de
    las células parenquimáticas, incluyendo las del
    sistema vascular, del tallo, raíz, fruto y semillas,
    etc.

    En las hojas, el almidón es abundante en
    dicotiledóneas. Además de almidón, se pueden
    encontrar otras sustancias de reserva: proteínas
    (como los granos de aleurona), grasas,
    aceites, inulina y azúcares disueltos (abundantes en hojas
    de monocotiledóneas). Más raramente se encuentran
    células parenquimáticas que acumulan otras
    sustancias, como taninos, derivados del fenol y sustancias
    minerales cristalizadas.

    c) Parénquima Aerífero

    En plantas acuáticas o en las que crecen en
    lugares encharcados, quedan espacios enormes entre cordones
    celulares anastomosados formados por células
    parenquimáticas. De este modo se conduce el aire y los
    gases por
    tejidos interiores de la planta, cuyo problema es la falta de
    aireación. En ciertos casos las células adquieren
    la forma estrellada para hacer mayores los espacios
    aeríferos.

    d) Parénquima acuífero

    Algunas plantas de clima seco
    (plantas xerófitas), para almacenar agua, poseen
    células grandes de paredes sutiles sin cloroplasto, ricas
    en mucílago, que embeben agua. Generalmente estas
    células presentan una gran vacuola, con alto contenido de
    agua, rodeada por una estrecha banda de citoplasma.

    e) Otros Tipos De Parénquimas

    Existen células parenquimáticas que se
    consideran formando parte de otros tejidos, como el
    parénquima liberiano o el parénquima leñoso.
    Este parénquima vascular desempeña un importante
    papel en el intercambio de sustancias con los componentes
    vasculares del xilema y floema.

    Otras células parenquimáticas forman zonas
    con individualidad propia, como las células
    subepidérmicas, corticales, etc., que también
    pueden desempeñar funciones secundarias como asimiladores
    o reservantes.

    Un tipo de células parenquimáticas que
    merece una consideración especial son las células
    de transferencia, que se ocupan de la rápida trasferencia
    de abundante material a distancias cortas; P. Ej. en el
    embrión en desarrollo, dentro de una glándula,
    hacia adentro o hacia fuera de los tubos del floema y, más
    raramente, hacia los vasos del xilema. Células de este
    tipo son frecuentes en el punto de contacto con tubos cribosos de
    la vaina del haz de las venas pequeñas de las hojas y en
    tricomas glandulares.

    3.4.2. Tejidos Mecánicos o de
    Sostén

    3.4.2.1 Clasificación

    Muchos organismos inferiores que no experimentan
    transformaciones morfológicas en sus tejidos, como hongos
    y algas, deben su resistencia mecánica exclusivamente a la turgencia
    celular. En las plantas superiores, esta fase queda limitada a
    los albores de la vida de la plántula, porque
    inmediatamente después, las células de algunos
    tejidos engruesan y endurecen su pared celular comunicando una
    notable resistencia mecánica a todo el organismo. Los
    principales tejidos mecánicos son el colénquima y
    el esclerénquima. Ambos se agrupan con el término
    estereoma.

    3.4.2.2. Colénquima

    El término colénquima viene de
    colla (soldadura) y
    enchyma (sustancia). Es un tejido de sostén que se
    halla de preferencia en los órganos en vías de
    crecimiento (pecíolos jóvenes, tallos, hojas,
    frutos, etc.) o en órganos maduros de plantas
    herbáceas. En condiciones normales falta en la
    raíz.

    Partes: 1, 2, 3

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