Monografias.com > Religión
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

La gran mentira de la creación bíblica




Enviado por ruanowilly



Partes: 1, 2, 3

    1. Fraude desde el
      inicio
    2. Ecología sin sentido
      común
    3. Asustando a los
      creyentes
    4. Controversia
      divina
    5. La bestia y el
      Anticristo
    6. Hagamos al
      hombre
    7. Bendiciones y
      maldiciones
    8. Sacro
      sexología
    9. Un Dios mas
      voluble que el aire
    10. Resumen
      fatal
    11. Primer
      punto
    12. Segundo
      punto
    13. Tercer
      punto
    14. Cuarto
      punto
    15. Quinto
      punto

    FRAUDE DESDE EL
    INICIO

    Para comprender mejor nuestro trabajo
    suplicamos al lector, si no es mucha la molestia, que lea en la
    Biblia todo el primer capítulo del
    Génesis.

    Desde allí se nos relata la creación de
    los cielos y de la tierra e,
    inmediatamente, nos encontramos con el primer mandato o la
    primera orden que el dios bíblico emite. Hay que tener
    esto muy presente pues no existe nada que nos indique que
    había algo en los alrededores del planeta Tierra; ni
    siquiera existían el Sol y la
    Luna.

    Lo único que nos dice la Palabra de Dios es
    que:

    En el principio creó Dios los cielos y la
    tierra.

    Realmente la Biblia, tal y como ha llegado hasta
    nosotros, es una copia muy mal traducida ya que en el original
    hebreo se lee en el comienzo de la narración lo
    siguiente:

    En el principio los Elohím crearon los cielos
    y la tierra.

    ¿Por qué Elohím y no Dios?
    ¿Cuántos eran? ¿Qué significado tiene
    este vocablo?.

    Bueno habrá que empezar en orden.

    Elohím quiere decir, lisa y llanamente, los
    fuertes y los poderosos. Por lo tanto la traducción correcta y la que debería
    de aparecer en nuestras Biblias no es más que lo
    siguiente:

    En el principio los fuertes y poderosos crearon los
    cielos y la tierra.

    ¡Y no Dios como a algún avispado se le
    ocurrió poner en su lugar!.

    Lo que sí llama poderosamente la atención, de la traducción de la
    palabra Elohím, es que es un término que
    está refiriéndose a un conjunto de seres poderosos
    y fuertes; es decir su connotación es en plural. Nadie
    sabe cuántos son los fuertes y poderosos seres que se
    tomaron la molestia de crear los cielos y la tierra. Lo
    único claro es que tal vocablo se sirve describir a varios
    de ellos.

    Y al decir varios no queremos dejar constancia solamente
    a dos o a tres. No. Se pretende dejar constancia que fueron
    muchos, es más habrá que decir mejor que ser
    refieren a muchísimos, tantos, que el inspirado relator
    bíblico no nos da su número exacto ni se
    atrevió a encerrar en un número la cantidad de
    seres que intervinieron en la creación del universo.

    Por supuesto que bajo esta nueva premisa, la de los
    Elohím, habrá que tomar en cuenta que para llevarse
    a cabo la creación de los cielos y del planeta Tierra se
    necesitó un ejército completo de seres o entidades,
    tan fuertes y tan poderosos, que todos ellos juntos fueron
    llamados mucho tiempo
    después Dios ¡sin serlo!, no lo olvidemos por favor,
    sin serlo.

    No podemos dejar de sonreír –con mucha
    comprensión por supuesto- al oír la respuesta tan
    fácil y tremendamente retorcida que nos dan los ilustres
    estudiosos de la Biblia y sus grandes apologistas; así
    como ver la fácil aceptación que se da entre las
    mansas ovejas que forman hoy en día los grupos
    cristianos.

    Dicen los exegetas: La pluralidad con que en el
    inicio de la Santa Biblia se refieren a Dios, no es ni más
    ni menos que, aunque Dios es uno, hay varias personas en la
    divinidad que están ocupadas en la gran obra creadora,
    siendo ellos: El Padre, El Hijo y El Espíritu
    Santo.

    ¿Qué les parece?…
    ¡Increíble!.

    Pero más increíble ha sido el hecho que se
    les ha creído.

    Por siglos las ovejas del rebaño cristiano se lo
    han creído y por siglos estas ovejas, así mismo,
    han estado
    totalmente dominadas por sus pastores; tal y como lo vemos en la
    vida real que los animalitos son llevados de aquí para
    allá por el pastor. No en balde se les ha llamado a los
    cristianos ovejas y a sus líderes pastores.

    Se los ha representado exactamente como lo que son:
    ciegos, sordos y mudos, al mando del que mira, oye, habla y
    dirige.

    Es increíble, ya lo dijimos, y también
    digno de Ripley, que se nos asegure que Elohím es la forma
    de hacernos comprender que se trata de la Santísima
    Trinidad.

    Si no lo hemos olvidado, es bueno recordarlo en este
    momento que, cuando fue colocado tal vocablo de Elohím en
    los escritos sagrados de los israelitas, hace unos seis mil
    años de eso, lo fue porque ese concepto plural
    formaba parte de su divinidad; y tengamos presente que si de la
    Santísima Trinidad se hubiese tratado la cosa, hubiese,
    así mismo, quedado plasmado en los libros
    sagrados que componen la Tora los vocablos que se refirieran
    claramente al Hijo, al Padre o al Espíritu
    Santo. Y, como eso no es así, pues no encontramos en
    ningún libro sagrado
    tales vocablos, no es posible creerles a los nada lentos exegetas
    que, con sus mentiras, trataron de esconder la verdad.

    Elohím no es la representación de la
    Santísima Trinidad. Si dudamos nos queda una cosa correcta
    que hacer al respecto. Vayamos con cualquier rabino judío
    y preguntémosle si los fuertes y los poderosos
    Elohím son parte de un concepto trino para saber que
    ellos, los judíos,
    nunca, pero nunca, ni cerca tuvieron por su concepto divino
    encerrado en Elohím a un grupo de tres
    dioses o tres personas.

    La Biblia, cuando habla y se refiere a los fuertes y
    poderosos, no está queriendo que comprendamos que son las
    tres entidades en una, como lo pueden ser los componentes de la
    Trinidad Cristiana.

    La Biblia es muy clara en este aspecto y si allí
    encontramos la palabra Elohím, es porque sencillamente
    Elohím se quiso dejar expresado. En todo caso si la
    Palabra de Dios hubiese querido referirse al hecho de una
    Trinidad Divina, como la del Cristianismo,
    hubiese sido perfectamente clara y hubiese nombrado a la trinidad
    tal cual es o por sus nombres y apelativos individuales porque
    estos, los nombres padre, hijo y espíritu santo, existen
    en el hebreo y no son precisamente Elohím.

    Hablar de la Santísima Trinidad, para los
    cristianos, es referirse al dogma quizá más
    importante que dentro de esa religión pueda
    existir. Pero, por eso mismo, por la gran importancia y
    relevancia que se le da, pudiésemos creer en algún
    momento que fue instituida por el propio Jesús.

    Pero aquí, en esta opción, debemos dejar
    bien claro lo que sucedió.

    Para empezar no fue Jesucristo el que dejó
    instituido el demente dogma de la Trinidad, fueron los
    fanáticos seguidores del Maestro los que empezaron a armar
    el tremendo lío que comprende la creencia en un Dios
    dividido en tres.

    Por tener bases poco creíbles y muy endebles la
    Trinidad, surgieron grupos antagónicos que
    pretendían se regresara a la creencia de la que se
    hacía gala en las Sagradas Escrituras, en la que se
    hablaba de un supuesto Dios Unico cuando se llegaba al concepto y
    al vocablo comprendido adentro de la palabra Yahvé que,
    más individualizado que Elohím, que representa la
    divinidad pluralizada, es un personaje y no varios.

    Además ya vimos, cuando hablábamos del
    Dios de la Biblia y de DIOS, que la Trinidad no fue más
    que un invento de los hombres y que fue en el año 325 d.C.
    en que quedó instituido el Sagrado Dogma de la Trinidad
    por medio del grupo de obispos de la cristiandad. Y que, luego de
    una pelea a puño limpio, se logró el concepto
    aberrante de implantar en el mundo cristiano esa chifladura de la
    Santísima Trinidad.

    Si fue en el año 325 después de Cristo, o
    sea ya en nuestra era, cuando se implantó el concepto de
    la Trinidad y la Biblia, o por lo menos el libro del
    Génesis fue escrito miles de años antes de ese
    concilio, entonces el que escribió el relato de la
    creación, al referirse y nombrar específicamente a
    los Elohím, lo hizo sin que se quisiera comprender que se
    trataba de las tres personas en que se dividió al dios
    cristiano casi seis mil años después de eso, es
    decir en el 325 d.C.

    Continuando con el tema, y aquí debemos de ser
    sumamente cuidadosos, pues hay partes en el inicio de la Biblia
    en donde para referirse a la divinidad unas veces se le denomina
    con el vocablo Yahvé, en otras Elohím y en otras El
    o Yo Soy el que Soy; cuando no, simplemente Dios.

    Es curioso, muy curioso y asombroso, que el propio
    Moisés, el supuesto autor de los primeros cinco libros de
    la Biblia, o que dicen que fue el responsable, ya no
    continúe, de repente, refiriéndose más a la
    divinidad como Elohím y, por el contrario, no sabe ni como
    se llama el ser al cual se le debe la creación.

    Y eso que es Moisés quien supuestamente es el que
    nos está relatando el principio u origen de esos
    acontecimientos.

    La sabia, santa y divina Palabra de Dios como que no lo
    es tanto. O por lo menos, después de lo que copiaremos y
    comentaremos, como que no aguanta un lógico y
    mínimo juzgamiento de sentido común.

    Si ya, desde que estamos en el vientre de nuestra madre,
    hemos aprendido que en el principio Dios creo los cielos y la
    tierra
    y que este Dios bíblico es nada menos que el
    Unico y Verdadero Dios de todo el Universo
    ¿cómo quedará este personaje ahora que
    sabemos que no es único, que no es verdadero y ni siquiera
    representa ahora lo que la tradición judaica
    representaba?.

    La Divina Palabra empieza desde el Génesis 1:1
    con los siguientes vocablos en hebreo.

    Bereshit bara Elohím.

    Lo que significa que en el principio los muchos
    fuertes y poderosos seres crearon.

    ¡Y no Dios! como tan burdamente han obligado a que
    pensemos que así dice la Biblia; pero fueron tan
    perversos, además de estúpidos, los santos varones
    que tergiversaron los escritos bíblicos, que no repararon
    en el más garrafal de los errores cometido por ellos
    mismos cuando, tonteándose de lo lindo, se les pasó
    por alto traducir Elohím, tal y como habían venido
    haciéndolo, de poner el vocablo Dios en su lugar, y vemos
    así –muertos de la risa- que desde Exodo 20:3 la
    sentencia divina, dictada nada menos que directamente por Dios
    Padre, dice en nuestras Biblias de uso común y corriente
    lo que los ahoga en su propio excremento

    No tendréis dioses ajenos delante de
    mí, dice Dios Padre.

    Ahora bien, mis queridos lectores, la palabra dioses que
    aparece en todas las Biblias en esta cita, proviene del
    término hebreo Elohím.

    ¿Por qué aquí si pusieron la
    verdadera traducción de dioses, como efectivamente
    significa el pluralizado vocablo hebreo, y en aquella cita
    bíblica del Génesis 1:1 la misma palabra
    Elohím adentro de bereshit bara Elohím, la
    tradujeron e impusieron por Dios?.

    ¿Nos quisieron, acaso, meter gato por liebre?…
    pues no hay de otra más que pensar que así fue y
    efectivamente nos quisieron tontear.

    Exodo 20:23, por igual, tradujeron Elohím tal y
    como deberían de haberlo traducido en donde estaba el
    término en hebreo, y nos dicen, ya muy bien
    descifrado.

    No hagáis conmigo dioses de
    plata.

    Exodo 32:1 ss. nos deja expresado.

    Haznos dioses que vayan delante de
    nosotros.

    Deuteronomio 20:18 también pone su granito de
    arena.

    Que ellos han hecho para sus dioses.

    Total que la pregunta obligada es ¿si tan
    claramente en estos, como en otros muchos pasajes
    bíblicos, está muy bien interpretada la palabra
    Elohím por dioses, por qué no lo hicieron en
    Bereshit bara Elohím o lo que es lo mismo En el
    principio los Elohím crearon los cielos y la tierra

    que entonces debería de estar plenamente establecido,
    así como en otros pasajes y versículos
    bíblicos, la verdadera y única acepción de
    tal vocablo y decir, sin tanto escondrijo, que en el principio
    fueron los muchos dioses los que crearon los cielos y la
    tierra.

    ¿No le parece?…

    Retomando el inicio del Génesis, en el primer
    versículo se nos dice otra cosa alejada de la realidad. El
    traductor consideró que no era importante ya el uso tan
    sin sentido de una palabra que, como Elohím, se
    refería a una inconcebible pluralidad en la divinidad y
    piadosamente, para evitar preguntas comprometedoras sobre la
    identidad de
    Dios Padre, de un plumazo la borró.

    Así que, acomodemos nuestros comentarios a la
    frase que ya hoy es común y corriente y que elimina
    Elohím y coloca a Dios en su lugar.

    Entonces eso significa que, inmediatamente y para dar
    inicio a la creación de todo cuanto existe en el Universo,
    "Dios" hace los cielos y la tierra; es decir que Dios Padre
    Todopoderoso y Eterno de la nada hizo todas las cosas.

    En el segundo versículo leemos:

    Y la tierra estaba desordenada y
    vacía.

    ¡Un momento!.

    ¿Cómo algo en desorden y confuso puede
    cumplir con la propiedad de
    estar vacío a la vez?. El desorden es una
    manifestación visible de algo que no está guardando
    una determinada posición. Tener o que exista el desorden
    se entiende como aquella comparación entre dos o
    más cosas que existen sin guardar entre ellas un orden
    preestablecido.

    Lo que sí es claro es que para que el desorden se
    de y que exista la confusión debe, imperativamente, que
    haber algo. Y si hay algo, entonces, por lógica,
    ¡el vacío no existe ni puede darse!.

    Si la Palabra del Dios de la Biblia nos dice que la
    tierra estaba vacía tenemos que aceptar que se niega la
    existencia de la propia tierra como planeta; es decir es una
    afirmación que asegura, con todo el énfasis
    posible, que la Tierra nunca fue creada, a pesar que usted, yo y
    miles de terrícolas la vemos y vivimos sobre
    ella.

    Siempre, en ese versículo 2, se nos dice, en otra
    muy interesante frase.

    Y el Espíritu de los Elohím se
    movía sobre la superficie de las aguas.

    ¡Cuáles aguas!, ¿de dónde
    salen estas aguas si la Biblia nos asegura que lo que
    había era un enorme vacío cuando eso?.

    Hasta ese preciso y conciso momento solamente se nos
    dice que se habían creado los cielos y la tierra, pero que
    ésta estaba vacía; y si eso es cierto, no hay de
    otra más que entender que no había nada de nada, ni
    siquiera, por supuesto agua.

    En el versículo 3 leemos.

    Y dijo Elohím (o mejor dicho, ya que
    sabemos la verdadera connotación de Elohím, dijeron
    los muchos fuertes y poderosos seres): ¡Hágase la
    luz! y la luz
    se hizo.

    ¿Qué tipo de luz?, ¿luz química,
    eléctrica o la provocada u originada por cualquier otra
    manera, efecto o fenómeno?. Lo que sí es definitivo
    es que no se trataba de la luz solar, porque todavía, para
    ese momento preciso, el Sol no existía pues no
    había sido creado o fabricado.

    Ahora bien leamos de corrido los versículos 3, 4
    y 5 del Génesis para comprender mejor lo que nos trataron
    de falsear.

    Y dijeron los Elohím: ¡Hágase la
    luz! y la luz se hizo. Y vieron los Elohím que la luz era
    buena; y separaron los Elohím la luz de las tinieblas. Y
    llamaron los Elohím a la luz Día y a las tinieblas
    llamaron Noche. Y fue la tarde y la mañana de un
    día.

    Está clarísimo que el Sol no tiene nada
    que ver en la luz que recién acaba de hacerse o producirse
    ella misma de manera espontánea. Más sin embargo
    los muchos dioses, o Elohím, nombran pomposamente, luego
    de separar la luz de las tinieblas, día y noche a las
    manifestaciones anteriores. Es definido por los Elohím ese
    instante como día, con una luz cuya claridad o iluminación tuvo que haber sido
    completamente artificial porque no podemos concluir sobre la base
    de la información bíblica que tenemos
    qué o cómo era esa luz.

    Aunque tampoco se nos dice lo que sucede con el
    día iluminado cuando por fin, al cuarto día de
    estar creando y haciendo, los Elohím ordenan que haya
    lumbreras en el cielo para separar el día de la
    noche
    .

    Sin encontrar la forma de entrarle, y así
    entender lo que realmente sucedió con la luz que ella
    misma se hace, pareciera que el Sol fue hecho por el procedimiento muy
    usado en los laboratorios de la prueba-error; pero eso no podemos
    ni pensarlo que lo pudiera haber hecho el Dios Todopoderoso y
    Eterno de la Biblia.

    La situación es que nuevamente quedamos sin
    comprender el principio de la tan famosa creación
    bíblica. La información que ha llegado hasta
    nosotros, de la Biblia, no hace más que contradecirse una
    y otra vez. Y, sin que hayamos leído más que los
    primeros cinco versículos, ya podemos afirmar que si algo
    se contradice tan claramente como ya lo hemos demostrado, esto
    hace que se invalide lo que se nos narra desde esa
    parte.

    Por lo tanto, eso de hacernos creer que los relatos
    bíblicos son la Palabra de Dios, está muy lejos de
    ser cierto.

    Sólo para resumir podemos preguntarnos, y
    pongámosle mucha atención a esto,
    ¿qué se hizo la luz que ya alumbraba a la Tierra
    cuando, estando vacía, se nos asegura que había y
    tenía agua?.

    Necesitamos más que una mente humana para
    comprender estas frases y todos estos acertijos; pero si fueron
    escritos para que nadie los pudiera entender, ni nosotros
    acá en el futuro, ¿para qué fueron escritas
    entonces?. Si alguien hace algo sabiendo que no va a ser
    comprendido, caramba, ¿para qué perder el tiempo y
    agotar sus energías tratando de explicarlo?; pero si
    aún y así, sabiendo de antemano que de todos modos
    nadie va a comprenderlo, y lo escribe, no hay más que este
    es un necio, anarquista y un gran bobo.

    ¿No lo cree?…

    ECOLOGÍA SIN
    SENTIDO COMÚN

    En el Tercer Día de la Creación
    bíblica leemos en los versículos 11 y 12, del
    Génesis.

    Después dijeron los Elohím: Produzca la
    tierra hierba verde, hierba que de semilla, árbol de fruto
    que de fruto según su género,
    que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue
    así. Produjo pues la tierra hierba verde, hierba que da
    semilla según su naturaleza; y
    árbol que da fruto, cuya semilla está en él,
    según su género. Y vieron los Elohím que era
    bueno.

    ¿Por qué dicen los Elohím que la
    tierra produzca y no interviene ninguno de ellos directamente en
    la creación de la vegetación? ¿Por qué la
    tierra produce ella misma a la vegetación mucho antes de
    que el Sol exista tan siquiera? ¿No es indispensable la
    luz solar para el proceso de la
    fotosíntesis pues?.

    ¿Cuánto dura un día en la
    Creación bíblica?. Hay libros y comentarios, tanto
    para afirmar que la duración de esos días son los
    mismos de 24 horas que conocemos, como para asegurarnos que no,
    que la alusión a uno de esos especiales días, se
    refieren a un período de miles de años en el curso
    de los cuales poco a poco se suceden los acontecimientos que
    conllevaron a formar todo cuanto hoy conocemos y que es parte de
    nuestro planeta Tierra.

    ¿No se llama a ese proceso de sucesión de
    eventos
    evolución?.

    Independiente de esto, creemos que a los dioses de la
    Biblia sí le hicieron falta, en ese preciso momento, un
    buen asesor en materia
    agrícola y un buen consejero en planificación, con los cuales pudo haber
    programado los días de la Creación en otro orden.
    Y, entonces, el día programado para que surgiera el Sol y
    las demás lumbreras, fuera antes del día en que la
    Tierra produjera ella misma a la vegetación.

    Cualquier persona sabe que
    las plantas, árboles
    y en fin la vegetación en general, necesitan de la luz
    solar para existir; pero al revés, el Todopoderosos y Todo
    sabiduría Dios bíblico, o dioses bíblicos
    como ya lo sabemos ahora que son y fueron muchos y no uno solo,
    hicieron primero a la vegetación.

    ¿A qué se debe esta pausa mental o
    pequeño olvido en Dios Padre? ¿Será que como
    ya había luz, artificial y todo, pero luz al fin y al cabo
    desde el primer día, esta fue la que sirvió de
    fuente de vida para las plantas?; pero ¿qué se hizo
    dicha luz artificial una vez que surgió con todo su
    esplendor el Sol?.

    Otra cosa harto curiosa es que en un solo día, y
    no importa si de veinticuatro horas o de mil años, se
    procedió a que el suelo seco y
    desnudo de la tierra, tal y como nos lo deja descrito la Biblia
    que era, se cubriera de hierbas, plantas y
    árboles.

    Lo que llama la atención es que Dios Padre no
    procede a llamar a la existencia de la vegetación tal y
    como lo hace cuando se nos narra la manera en que surge la luz.
    Recordemos que los Elohím allí dicen
    ¡hágase la luz! y la luz se hizo. El acontecimiento
    fue instantáneo y en cosa de microsegundos surge la
    iluminación.

    Con la vegetación ya fue diferente. La orden
    divina, si es que podemos catalogarla como una orden, ya no es
    tan urgente; es más parsimoniosa y no es el Padre Eterno o
    los Elohím quienes directamente se toman la molestia de
    crear o hacer a la vegetación.

    ¿Cuánto tiempo se lleva la madre
    naturaleza para producir hierba, una planta o un árbol?
    ¡No precisamente 24 horas!.

    Un árbol, mis estimados y estimadas, puede tardar
    varios años en producirse ¿y entonces?. ¿Por
    qué la tierra no produce con la misma celeridad y rapidez
    ya hoy en día?.

    ¡Qué ingrato Dios Padre! pues así,
    al estilo de la creación bíblica, rápido
    como inmediatamente se acabarían, de una buena vez, el
    hambre y las miserias que existen en todo el Planeta creado en y
    por las manos de los muchos dioses bíblicos denominados
    Elohím.

    Lo curioso y colorido de este Tercer Día no
    termina sólo así.

    ¿Y la lluvia tan necesaria para la producción de la vegetación?
    ¿Con qué agua se regaron las semillas, los
    vástagos y las plantas? ¿Qué clase de agua
    existía para entonces?.

    Y la respuesta nos la da la propia narración
    bíblica. Y muy claramente, por cierto. Desde el
    Génesis 1:9 y 10 nos dicen.

    Dijeron los Elohím: Júntense las aguas
    que están debajo de los cielos en un lugar y
    descúbrase lo seco. Y fue así. Y llamaron los
    Elohím a lo seco Tierra y a la reunión de las aguas
    llamó mares. Y vieron los Elohím que era
    bueno.

    Nosotros, con todo el derecho del mundo, nos preguntamos
    ¿qué fue lo que vio Dios Padre tan bueno?.
    ¿Será buena el agua del
    mar para regar las plantas? ¡No!, el agua de mar mata a la
    vegetación. La salinidad que contienen las aguas de los
    mares es nociva para las plantas y por lo tanto no puede ni debe
    aplicarse el agua del mar para regar a la
    vegetación.

    ¿Por qué no se nos hace participar de tan
    excelente técnica agrícola?. En menos de 24 horas,
    sin Sol ni rocío, con agua salada del mar, sin
    fertilizantes, sin plaguicidas y lo mejor sin proceso alguno de
    trabajo y mano de obra, podríamos estar produciendo todo
    lo que requeriríamos de y en hierbas, plantas y
    árboles.

    Imagínese usted que en vez que nos esté
    mandando Dios Padre pruebas y
    tentaciones estúpidas para conocer nuestros corazones, nos
    diera el secretito de la producción agrícola
    instantánea y en esas condiciones ¡No se
    estarían muriendo de hambre los millones de seres humanos
    que lo hacen al año en el mundo!.

    Cifra en la que se incluye a millones de niños.
    Si así fuera, pues, que Dios Nuestro Señor, el Dios
    de la Santa Biblia y que nos impuso Jesús como el Padre
    Nuestro, nos diera la participación del secretito y de sus
    beneficios, por Dios Santo que no existirían los
    ateos.

    En Génesis 1:14-19, que abarca todo el Cuarto
    Día de la creación bíblica, se nos
    dice.

    Dijeron los Elohím: Haya lumbreras en la
    expansión de los cielos para separar el día de la
    noche; y sean por señales
    y para las estaciones, para días y
    años.

    Vamos a tener que hacer una obligada interrupción
    a este versículo, pero no podemos dejar pasar por alto
    esta otra contradicción.

    En los versículos 3, 4 y 5 hemos
    leído:

    Y dijeron los Elohím: ¡Hágase la
    luz!, y la luz se hizo. Y vieron los Elohím que la luz era
    buena; y separaron los Elohím la luz de las tinieblas. Y
    llamaron los Elohím a la luz Día y a las tinieblas
    llamaron Noche. Y fue la tarde y la mañana de un
    día.

    Estos tres versículos nos están
    describiendo acciones que
    tuvieron lugar desde el Primer Día. ¿Por qué
    si desde el inicio, con luz artificial, Dios Nuestro Señor
    llama a la luz Día y Noche a las tinieblas; en el Cuarto
    Día el Padre Nuestro repite otra vez la separación
    del día y de la noche?.

    Además es ilógico todo el tema de la
    iluminación tal y como nos es planteado. Durante el Primer
    Día surge la luz. ¡Si hay Luz por qué quedan
    tinieblas. Y veámoslo:

    En el principio la tierra estaba desordenada y
    vacía, y las tinieblas estaban sobre la superficie del
    abismo. Y dijeron los Elohím: ¡Hágase la
    luz!; y la luz se hizo.

    ¡Si la luz se hizo, las tinieblas, todas ellas,
    tuvieron que esfumarse y desaparecer por completo!. No olvidemos
    que se le llaman tinieblas a la falta de luz. Si la luz surge,
    como surgió haciéndose ella misma, es totalmente
    imposible que quedaran tinieblas.

    Más sin embargo en el colmo de la necedad, la
    Biblia nos trata de engatusar diciéndonos en el
    versículo 4.

    Y separó Elohím la luz de las
    tinieblas.

    ¡Cómo pueden existir simultáneamente
    la luz y las tinieblas!, eso es imposible. Si la luz se hizo las
    tinieblas debieron de haber desaparecido inmediata y
    totalmente.

    Unicamente hay tinieblas cuando no hay luz; tal el caso
    clásico del día y de la noche. Durante el
    día las tinieblas desaparecen por la causa de la luz
    solar. Y, en la noche, que ya no hay luz del Sol, es cuando
    surgen o aparecen las tinieblas.

    Claro que todo eso es debido al movimiento de
    rotación de nuestro planeta y a que existe en el
    firmamento el Sol.

    Pero si durante el Primer Día de la
    Creación, que no había Sol ni movimiento de
    rotación de nuestro planeta y, además, la tierra
    estaba en tinieblas cuando surge la luz; en ese preciso instante
    en que alguien enciende el interruptor de aquella tan
    extraña luz e iluminación bíblica, todas las
    tinieblas debieron de desaparecer completamente.

    A menos que esa maravillosa luz divina, que brotó
    en el principio de todo cuando es, lo hubiera hecho solamente en
    un reducidísimo espacio; tal y como cuando un foco o
    bombillo, o una lámpara de la calle, colgada de un poste,
    no tienen la suficiente intensidad o claridad como para alumbrar
    toda la calle obscura. Pero entonces ¡por qué decir
    con ese lujo de prepotencia hágase la luz!.

    Cualquiera entiende que dicha luz que se hizo
    tendría que haber sido algo monumental y espectacularmente
    brillante y reluciente para todo el planeta Tierra, por lo
    menos.

    ¡El Padre Eterno, ese ser poderosísimo,
    hizo la luz!, pero lo que parece que hizo fue apenas encender un
    fósforo y quizá hasta nos quedamos cortos con la
    comparación de ello.

    Muy bien. Ahora sigamos en nuestra tarea de
    escudriñar minuciosamente el Génesis y leamos los
    versículos 15 al 19:

    Y sean por lumbreras en la expansión de los
    cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así. E
    hicieron los Elohím las dos grandes lumbreras; la lumbrera
    mayor para que señorease en el día, y la lumbrera
    menor para que enseñorease en la noche; hizo
    también las estrellas. Y las pusieron los Elohím en
    la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra;
    y para señorear en el día y en la noche y para
    separar la luz de las tinieblas. Y vieron los Elohím que
    era bueno. Y fue la tarde y la mañana del Día
    Cuarto.

    Así, de esa manera, es completada la acción
    del Cuarto Día; encontrándonos nuevamente con la
    prepotente afirmación de Y vieron los Elohím que
    era bueno.
    ¿Qué fue más bueno?
    ¿La acción de los muchos dioses bíblicos
    durante el Primer Día cuando separaron también la
    luz de las tinieblas o esta acción que repiten de nuevo en
    este Cuarto Día?.

    Realmente ¿cuándo quedan instituidos como
    tales el día y la noche? ¿durante el Primer
    Día o en este Cuarto Día? ¿Por qué
    esa repetición inconsistente Y vieron los Elohím
    que era bueno
    ? ¿Qué hubiese pasado si Dios
    Padre o los Elohím hubieran visto que algo de eso no era
    bueno? ¿Lo hubiesen detectado o se les hubiera pasado por
    alto? ¿No que todas y cada una de las acciones del Dios
    Todopoderoso y Eterno de la Santa Biblia deben implicar que son
    buenas? ¡Para qué machacarlas! ¿Será
    que el inspirado autor de todo esto ni siquiera él mismo
    lo creía y lo machaba nada más para
    convencerse?.

    ASUSTANDO A
    LOS CREYENTES

    Para ponerle un poco de sal y pimienta a este relato,
    antes, debemos definir muy bien dos palabritas; ambas parecieran
    querer decir y significar lo mismo pero no es así. Veamos
    cuál es el significado y qué es lo que entendemos
    cuando usamos las palabras crear y
    hacer.

    Crear significa la producción de algo que no
    existía ni por sus partes que lo componen. Y hacer es la
    producción de algo pero con elementos, sustancias y partes
    que ya existen y que podemos obtener del medio que nos
    rodea.

    Para crear algo no se necesita de elementos ya
    existentes pues de la nada, prácticamente, es la
    única manera que se puede crear. Y traemos esto a
    colación para dejar muy en claro la grave
    tergiversación de la forma, y del fondo, de la
    Creación bíblica, tal y como nos la describen desde
    el primer capítulo del libro de los Orígenes o
    Génesis.

    La palabra que se usa al comienzo de este libro es
    "bara", no lo olvidemos que dice al inicio de la Santa Biblia
    bereshit bara Elohím, cuya traducción del
    hebreo al español es
    crear, y que significa, como ya lo sabemos, producir algo
    completamente nuevo, que no existía en sus partes, y por
    lo tanto que no tiene ningún precedente.

    Nos encontramos con la palabra bara en el primer
    capítulo del Génesis solamente tres veces y en los
    versículos 1, 21 y 27. Y es usada para relatar la
    producción pero a partir de la nada, tanto del cielo y de
    la tierra, como para describirnos cómo surgen los grandes
    monstruos marinos y también, y por último, para que
    sepamos cómo surge el hombre, al
    igual que el varón y la hembra por primera vez en todo el
    Universo.

    El libro del Génesis, para referirse a la
    producción de todo lo demás, durante los otros
    días de la Creación bíblica, se sirve y
    utiliza la palabra "asa"; cuya traducción, también
    del hebreo al español es hacer y cuyo significado, para
    una mejor comprensión, es la producción de
    cualquier cosa pero a partir de elementos ya existentes y por lo
    tanto anteriores a lo que se está haciendo o
    produciendo.

    El versículo 1 nos dice claramente que en el
    principio los Elohím crearon los cielos y la tierra, y
    hemos de entender que de la nada Dios Padre se sacó y
    produjo ese algo que denomina cielos y tierra.

    En el versículo 3 también, en forma muy
    clara, nos dicen que los Elohím dijeron hágase la
    luz y la luz se hizo. Es decir que la luz surge o se produce a
    sí misma pero con elementos ya existentes. Y, ¿con
    qué contamos para ese preciso momento? pues tenemos a la
    tierra, desordenada o vacía –nunca ambas
    proposiciones-, también tenemos a las tinieblas, o sea que
    no había luz, contamos así mismo con los
    Espíritus de los Elohím en movimiento y con agua
    del mar.

    Y, con estos elementos, es que la luz se hizo a
    sí misma.

    Por lo tanto, y por lo que parece, que el producto
    final, llamado luz, se debió a que por medio de una
    hidroeléctrica se logró generar esa famosa luz que
    surgió desde el Primer Día.

    ¡Cuánto relajo y cuánto lío
    para la luz! ¿Por qué sencillamente Dios Padre no
    creó a la luz? ¿Por qué de manera tan
    irresponsable y tan complicada nos dejan el misterio cuando
    leemos que y la luz se hizo?. No sabemos si fue creada o
    si fue hecha o producida por otro de esos muchos dioses que
    pululaban en esa época por el mundo. La verdad es que
    solamente se la menciona sin mayor explicación.

    Ahora bien, tenemos el primer enfrentamiento con el agua
    cuando leemos en el versículo 1 que y los
    espíritus de los Elohím se movían sobre la
    superficie de las aguas.
    Y esto es muy
    extraño.

    Que no nos digan la manera en que el agua surge a la
    existencia nos hace entrar en muchas sospechas pues, a no dudarlo
    el agua formó parte importante adentro del pueblo elegido.
    A Dios Padre mismo le sirvió para el Diluvio Universal y
    así, usando el agua como catalizador, el Dios de la Biblia
    pudo, en todo el amor que le
    caracteriza, eliminar a todo ser viviente de la superficie del
    planeta y también le sirvió para purificar la
    tierra exterminando a los impíos.

    También es muy extraña la
    contradicción que encontramos, siempre con el tema del
    agua, ya que el versículo 6 nos dice: Luego dijeron los
    Elohím: Haya expansión en medio de las aguas, y
    separe las aguas de las aguas.

    Aquí, la expresión de haya
    expansión en medio de las aguas, quiere decir que se
    formen o que se desarrolle la superficie de las aguas. Para ese
    momento no había todavía superficie en las aguas.
    Esto es controversial puesto que desde el versículo 2 ya
    nos dijeron que los Espíritus de los Elohím se
    movían sobre la superficie de las aguas.

    ¡Cuál superficie de las aguas! Si fue hasta
    el Segundo Día en que Dios Padre, en su infinita
    sabiduría, dispone la formación de esa superficie.
    La mentira dura hasta que la verdad no aparece.

    Total que nos quedamos igual, no sabemos nada, y tampoco
    podemos deducir cuál es el origen de las aguas; pero
    podemos, eso sí, apostar doble contar sencillo que no es
    de origen bíblico y mucho menos debido a la
    intervención de Dios Nuestro Señor.

    Regresando con el hilo de lo que estábamos
    tratando, nos quedamos definiendo los términos crear y
    hacer. Y en esto nos encontramos otra palabra muy parecida a
    estas dos en el versículo 11 y se nos hace ver desde
    ahí.

    Dijeron los Elohím produzca la tierra la
    vegetación.

    El vocablo producir es diferente a las otras dos. No es
    crear y tampoco es hacer. Esta es una acción desde la que
    una misma fuente u origen provoca, ella misma, la
    generación de otros elementos vivos. La tierra sirviendo
    de madre o de incubadora permite que las semillas, esquejes,
    vástagos, brotes o acodos, se desarrollen; brotando
    así cada diferente plantita, ya sea hierba o
    árbol.

    Y eso hace que surja otra duda al respecto. ¿De
    dónde salieron las miles de millones de semillas o
    vástagos que sirvieron para que la tierra produjera toda
    la vegetación del planeta?.

    Dios Padre es muy claro en el
    versículo12.

    Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da
    semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto
    según su género, que su semilla esté en
    él, sobre la tierra. Y fue así.

    Si efectivamente fue así, ¿por qué
    no se nos da una minuciosa descripción de la forma como ocurrió
    esa primera producción de toda la flora de la tierra?
    ¿por qué tampoco se nos cuenta, con lujo de
    detalles, cómo fue que Dios Padre, o los muchos seres
    fuertes y poderosos o Elohím, lograron que la luz se
    hiciera, la manera en que surge el agua y de qué forma es
    que se originaron los planetas?
    ¿Quién sembró las diferentes semillas?
    ¿De dónde sacó la tierra las semillas y los
    esquejes para poder
    producir?.

    Y hacemos la pregunta de dónde sacó la
    tierra las semillas porque en ninguna parte se nos dan los
    concisos y precisos detalles de lo acontecido con la
    producción que la tierra efectuó a la orden
    divina.

    La Santa Biblia nos debería de decir, por lo
    menos, que luego que los muchísimos Elohím crearan,
    hicieran o fabricaran de tal o cual manera las diferentes
    semillas, de las miles de variedades que existen, Dios Padre
    procedió a sembrarlas una por una teniendo en cuenta
    altura, superficie y humedad de los terrenos. Y, cuando por fin
    estuvieran todas esas miles de millones de semillas plantadas y
    bien sembradas, regadas y muy bien cuidadas, entonces, y
    sólo entonces, deberían de haber dado la orden los
    Elohím a la tierra que produjera.

    Pretender, sin hacer antes todo el proceso ya
    mencionado, las cosas como son planteadas en la Biblia, es
    risible que se de semejante orden de produzca la tierra la
    vegetación.

    ¿Por qué tan simple el proceso de hacer la
    vegetación del Planeta? ¿No de esta misma
    vegetación dependemos no sólo los seres humanos
    sino que los animales
    también? ¿Por qué la falta de detalles en
    esta tan importante actividad que nos permite tener alimentos para
    poder vivir?.

    Y, sólo a manera de repaso y ejemplo, leamos
    desde el Levítico 1:1-9 lo siguiente.

    Llamó Yahvé a Moisés, y
    habló con él, desde el tabernáculo de
    reunión, diciéndole: Habla a los hijos de Israel y diles:
    Cuando alguno de entre vosotros ofrezca ofrenda a Yahvé,
    de ganado vacuno u ovejuno haréis vuestra ofrenda. Si su
    ofrenda es holocausto
    vacuno, macho sin defecto lo ofrecerá; de su voluntad lo
    ofrecerá a la puerta del tabernáculo de
    reunión delante de Yahvé. Y pondrá su mano
    sobre la cabeza del holocausto, y será aceptado para
    expiación suya. Entonces degollará el becerro en
    presencia de Yahvé; y los sacerdotes hijos de Aarón
    ofrecerán la sangre, y la
    rociarán alrededor sobre el altar, el cual está a
    la puerta del tabernáculo de reunión. Y
    desollará el holocausto, y lo dividirá en sus
    piezas. Y los hijos del sacerdote Aarón pondrán
    fuego sobre el altar, y compondrán la leña sobre el
    fuego. Luego los sacerdotes hijos de Aarón
    acomodarán las piezas, la cabeza y la gordura de los
    intestinos, sobre la leña que está sobre el fuego
    que habrá encima del altar, y lavará con agua los
    intestinos y las piernas, y el sacerdote hará arder todo
    sobre el altar; holocausto es, ofrenda encendida en olor grato
    para Yahvé.

    ¿Por qué razón aquí
    sí está minuciosamente detallado, por parte de Dios
    Padre, que nos describe cómo es la forma correcta de
    hacerle el correspondiente sacrificio animal? ¿Por
    qué tan descriptivo y tan pormenorizado aquí el
    Dios de la Biblia para que le quemen los excrementos de animal
    que son olor grato para Yahvé? ¡Por
    qué!.

    Y, ¿por qué no es ni la mitad de
    descriptivo ni detallado este mismo Dios bíblico para
    hacernos saber cómo hizo la luz, el agua y cómo fue
    que la tierra produjo a toda la vegetación del Planeta?
    ¿Qué es más importante, la luz, el agua y la
    vegetación? O ¡La mierda encendida de animales en
    olor grato para Dios Nuestro Señor!.

    Podemos leer todo el libro del Levítico y
    encontrar en sus nauseabundas páginas larguísimas,
    así como aburridísimas, órdenes dictadas por
    el Padre todo amor de
    cómo tienen que hacerse las cosas relacionadas con
    ofrendas,
    sacrificios y holocaustos de animales, con la vestimenta ritual
    de los sacerdotes y con los diferentes ritos que se deben hacer
    frente al altar.

    ¡Y es tan parco con lo más importante!
    ¡Qué gran contradicción e ironía!.
    ¿Por qué tan detallista, minuciosamente detallista,
    con los rituales? ¿Por qué tan sospechosamente
    corta y escasa la información de lo vital para la vida
    misma como lo es la luz, el agua y la
    vegetación?.

    Pero continuemos con los sucesos del Cuarto Día.
    Aquí se hacen el Sol, la Luna y las estrellas; pero ojo
    con esto. ¿De dónde salen los materiales
    para hacerlos?. Y hay una pregunta obligada a hacerse ¿de
    qué tamaño tuvo que haber sido la tierra creada por
    Dios Padre de la nada?, porque solamente de la tierra,
    recién creada, se pudieron haber obtenido y sacado todos
    los materiales que se necesitaron para la elaboración de
    las lumbreras y de todas las estrellas.

    Recordemos que la sabia Biblia describe la acción
    de todo esto usando el vocablo asa (hacer) y no bara (crear). El
    versículo 16 nos permite estar al tanto de lo
    sucedido:

    Hicieron los Elohím las dos grandes lumbreras;
    la lumbrera mayor para que señorease en el día, y
    la lumbrera menor para que señorease de noche; hicieron
    también las estrellas.

    Durante este Cuarto Día, Dios Nuestro
    Señor, o sea los miles de Elohím que lo conforman,
    hace, no crea, al Sol, la Luna y las estrellas; en pocas palabras
    se concluyó todo el Universo ya que en el Primer
    Día sólo crea a la tierra y al cielo.

    Cielo es todo aquello que no es tierra, es decir el
    espacio sideral.

    Cuando el Dios de la Biblia hace a las lumbreras y a las
    estrellas es porque ya han transcurrido tres días en las
    acciones de la creación. ¿Con qué cuentan
    los Elohím para hacer a todos los planetas y a toda la
    inmensidad de estrellas que componen el Universo?, pues cuentan
    con nuestro planeta Tierra, con luz, con agua y con la
    vegetación.

    Ahora bien, esta tierra creada desde el principio tuvo
    que haber sido lo suficientemente grande, inmensa, casi infinita
    en tamaño, para que eso les permitiera a los dioses
    fuertes y poderosos de la Biblia tomar todo el material y con
    ello hacer a los demás planetas y estrellas del
    Universo.

    ¿Por qué, entonces, la Tierra es
    muchísimo más pequeña que Júpiter, el
    Sol o Neptuno?. O bien ¿por qué siendo nuestro
    planeta el que sirvió de materia prima
    para hacer al Universo es tan pequeño en
    comparación con la inmensa mayoría de los otros
    planetas y estrellas?. ¿Por qué Dios Padre no le
    dio la importancia en tamaño que bien se merecía la
    Tierra? ¿Por qué hacer la divinidad bíblica
    esa cantidad casi infinita de planetas y estrellas? ¿Y por
    qué solamente a la Tierra le da plantas, animales y seres
    humanos? ¡Por qué sólo a la Tierra!
    ¿Qué tan especial es nuestro planeta para recibir
    tanta deferencia divina?.

    El Universo está constituido por Galaxias,
    creyéndose que hay unas 100 mil millones de ellas en la
    inmensidad del espacio sideral; además que cada una de
    estas Galaxias está formada por estrellas cuyos
    componentes están unidos en forma
    gravitacional.

    La Vía Láctea, en donde se encuentra
    nuestro Sistema Solar y
    otros miles de miles de Sistemas
    Planetarios, ocupa un lugar insignificante en el Universo;
    entonces, la Tierra, nuestro amado planeta, ¿cuán
    insignificante será en todo el concierto universal?.
    Sólo con comparar el diámetro medio del Sol y el de
    la Tierra podemos hacernos la idea de lo ridículamente
    pequeño que es nuestro planeta.

    El Sol tiene un diámetro ecuatorial de 1.4
    millones de kilómetros y nuestra Tierra apenas 12,756
    kilómetros.

    Nuestro planeta, el que Dios en su infinita
    sabiduría escogió para el inicio de la vida en todo
    el Universo, es apenas una décima del uno por ciento
    (0.1%) del Sol.

    ¡Increíble!…

    Pero bueno a los hechos hay que referirnos. Luego que el
    Dios de la Biblia o los Elohím tomaran de la Tierra todo
    el material necesario para hacer las cien millones de Galaxias
    que componen al Universo apenas le sobraron 12,756
    kilómetros de diámetro al planeta Tierra.
    ¡Vaya que nos dejó algo! ¡Gracias a
    Dios!.

    Para qué hacer cien mil millones de
    Galaxias.

    ¿Para qué hizo Dios Padre la cantidad,
    casi infinita, de planetas, estrellas, púlsares,
    cuásares y demás?. Y nos atrevemos a formularle
    estas sacrílegas interrogantes al Dios creador de todo el
    Universo, con el derecho que nos da no sólo que Dios Padre
    nos haya creado y hecho a su imagen y
    semejanza, sino porque somos inteligentes. Y, esta capacidad de
    aprendizaje
    con que contamos, más nuestro sentido común, nos
    hacen ver lo ridículo que es conocer los miles de detalles
    para los sacrificios exigidos por el terrible diosesito
    bíblico y para lo más importante, como lo es el
    Universo, no hay ningún mísero detalle o la
    más mínima información.

    ¡Qué desperdicio!.

    Está muy bien eso de hacer miles de millones de
    planetas y estrellas ¡qué grande y perfecta obra!,
    ahora bien, ¿por qué el Dios de la Biblia
    desperdició tanta energía y tanto material para
    hacer esa gran cantidad de Galaxias vacías de vida?.
    ¡Cómo necesitamos esa energía y ese material
    gastado para evitar, ahora mismo, el hambre, la violencia y el
    pecado que están acabando con la vida de los seres
    humanos!.

    ¿Qué pasaría si se confirmara la
    existencia de vida en otros planetas? ¡Qué
    papelón para Dios Padre y sobre todo para la Biblia que
    asegura que sólo aquí, en la Tierra, hay
    vida!.

    CONTROVERSIA
    DIVINA

    Ahora veamos los versículos del 20 al 23 que nos
    relatan los hechos ocurridos durante el Quinto
    Día.

    Dijeron los Elohím: Produzcan las aguas seres
    vivientes, y aves que
    vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los
    cielos. Y crearon los Elohím los grandes monstruos
    marinos. Y todo ser viviente que se mueve, que las aguas
    produjeron según su especie, y toda ave alada según
    su especie. Y vieron los Elohím que era bueno. Y
    Elohím los bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos,
    y llenad las aguas de los mares, y multiplíquense las aves
    en la tierra. Y fue la tarde y la mañana del Día
    Quinto.

    Muy bien. Vamos por partes.

    Este Quinto Día, o lo que se nos cuenta de
    él, es controversial por excelencia. Necesitamos
    más que un lápiz y un papel para desembrollar esta
    locura; diríamos más bien que con un buen
    bisturí y con un par de pinzas pudiéramos ir
    rompiendo tela por tela de este mazacote bíblico y
    así poder comprender, o tratar de poner en claro, lo que
    aquí se nos narra.

    Tomemos, para empezar, el versículo 20 completo,
    el cual dice:

    Dijeron los Elohím: Produzcan las aguas seres
    vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta
    expansión de los cielos.

    Nuevamente nos encontramos con que la divinidad
    bíblica no hace las cosas en forma directa. Pide ayuda y
    la colaboración de alguien, o de algo separado, y fuera de
    él, que por lo mismo no es Dios. Aquí le pide a las
    aguas que produzcan.

    Ahora bien habrá que reflexionar pues, antes
    debemos de contestarnos, ¿cómo son estas aguas a
    las que Dios Nuestro Señor dice que produzcan seres
    vivientes y aves?.

    No hay que olvidar que la Biblia se refiere al agua del
    mar y esta agua salada es la madre o el útero que sirve de
    incubadora para todo ser viviente. ¿Qué es un ser
    viviente?, pues es un ente o individuo
    vegetal, animal o humano que es indivisible; que nace, crece, se
    reproduce y finalmente muere.

    ¿Qué les parece lo que nos dice este
    versículo? ¿Por qué esa separación
    entre seres vivientes y aves que vuelan? ¿No son seres
    vivientes las aves?.

    Las aves son animales vertebrados, ovíparos, de
    respiración pulmonar y de sangre caliente,
    pico corneo, cuerpo cubierto de plumas, con dos pies y con dos
    alas; y se conocen una veinte mil especies.

    ¿Qué tan importantes son las aves que
    vuelan para ser nombradas específicamente por Dios Padre
    de esa manera tan especial en este versículo?
    ¿Qué sucede con aquellas muchas aves que no vuelan?
    ¿Por qué se le olvidó al Dios Bíblico
    tan siquiera nombrarlas?.

    Si la divinidad de la Biblia le dice a los mares que
    produzcan seres vivientes, y ya vimos lo que es un ser viviente,
    eso significa que los mares incubaron plantas, animales y por
    supuesto que seres humanos.

    Todos los seres vivientes que conocemos fueron hechos y
    producidos por la inmensa madre que viene a ser el agua del mar.
    Quizá eso explique el motivo que encontramos a un
    Caín que se va con su esposa (¿?) y que fundan una
    ciudad con cientos de seres humanos que, se supone, para cuando
    el nacimiento de los hijos de Adán y Eva, no
    existían más personas en toda la faz de la tierra
    que ellos cuatro. Ahora, pues, podemos entender que las miles de
    personas que poblaban las afueras del Jardín del
    Edén fueron parte de aquellos seres vivientes que Dios
    Padre, por medio de los mares, hizo que se produjeran. Porque
    ¿de dónde sale, para empezar, la esposa de
    Caín, y todos aquellos que les ayudaron a construir toda
    una ciudad?.

    Lo que se nos dificulta entender de este
    versículo 20 es la parte que nos dice: Y las aves que
    vuelan sobre la tierra, en al abierta expansión de los
    cielos.

    Tomemos cualquier ave que vuela y analicemos lo
    siguiente: Cualquier ave que vuela lo debe hacer sobre la tierra
    o sea en el espacio. Eso es obvio y se hace innecesaria la
    aclaración. La Palabra del Dios bíblico nos dice:
    Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelan sobre
    la tierra.

    ¿Quiere decir esto que el origen de las
    más de 20 mil especies de aves que se conocen está
    en el mar? ¿En dónde podremos encontrar el origen
    de todas las aves que no vuelan?. Definitivamente no en el
    mar.

    El avestruz, a pesar de ser un ave, no vuela y forma
    parte del grupo de las aves corredoras. ¿En donde, pues,
    está el origen de estas aves?.

    ¿Por qué en vez de esta sosa
    repetición de aves que vuelan sobre la superficie de la
    tierra, Dios Padre no nos describe detalladamente a qué
    seres vivientes se refiere cuando le pide a las aguas del mar que
    los produzca?.

    Que no se piense que es a los peces la
    referencia de seres vivientes. No. Es totalmente alejado de estos
    otros seres el dicho de Dios Nuestro Señor. En todo caso
    pudo muy bien haberlo dicho así de claro y nombrarlos por
    su respectivo apelativo de peces tal y como lo hace en el
    versículo 26 que desde ahí leemos muy claramente:
    y señoree en los peces del mar.

    Además en esta frase es bueno que pensemos en lo
    obvio: ¿Olvido divino de nombrar el Dios de la Biblia a
    los peces de lagos, ríos y lagunas que sólo lo hace
    con los del mar? ¿por qué?…

    Sin haber otra referencia en este versículo
    acerca del término tan amplio de seres vivientes, debemos
    de asumir que Dios Padre se está refiriendo a todos los
    seres vivientes en general; y en esta amplia gama de individuos
    entran todos los integrantes de los reinos vegetal y
    animal en donde incluimos, por supuesto, a los seres
    humanos.

    Al preguntarnos el motivo de tan general
    disposición divina, en donde no hay ninguna
    indicación que nos aclare la clase de seres vivientes que
    fueron producidos por los mares, no podemos olvidarnos que
    durante el Tercer Día, allí sí Dios Padre
    especifica muy bien lo que se quiere y requiere de la madre
    tierra.

    Nos dice el versículo 11: Dijeron los
    Elohím: Produzca la tierra hierba verde, hierba que de
    semilla; árbol de fruto que de fruto según su
    género, que su semilla esté en él, sobre la
    tierra. Y fue así.

    ¿Verdad que es muy raro que Dios Padre no nos
    haya especificado lo de los seres vivientes?. Por lo tanto es
    concluyente que la divinidad, que conforman los Elohím, en
    la Biblia, se está refiriendo a todos, pero a todos los
    seres vivientes que conocemos y no exclusivamente a los
    peces.

    Ahora veamos el versículo 21 que nos
    dice.

    Y crearon los Elohím los grandes monstruos
    marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas
    produjeron según su especie. Y vieron los Elohím
    que era bueno.

    No vayamos a pensar, ni por un momento, que este
    versículo nos está diciendo que Dios Padre
    creó a todo ser viviente que se mueve. No. Así
    parece pero no es así. Si releemos despacio el
    versículo nos damos cuenta de lo que se quiso dejar
    señalado. Hay una referencia a los grandes monstruos
    marinos que son los únicos que fueron creados por la serie
    de dioses que enmarcan a los Elohím en la
    Biblia.

    O sea que ese versículo ratifica lo que el
    versículo anterior ya nos había contado. Dios Padre
    creó únicamente a los grandes monstruos marinos y
    siendo muy general la frase no sabemos a que atenernos con
    respecto a su significado; a menos que sea parte del relato
    mítico de los grandes monstruos o grandes bestias que son
    enemigos del hombre, que
    siempre han ocupado un lugar muy especial en el pensamiento
    religioso que los líderes espirituales han impuesto a todos
    sus feligreses.

    Que no nos quede la menor duda que de esto se
    trata.

    Los grandes monstruos marinos que los Elohím
    crean no son más que los prototipos de la bestia por
    excelencia, el dragón, la serpiente huidiza, Rahab o
    Leviatán.

    En Isaías 27:1 asombrados de lo que se nos dice
    leemos.

    En aquel día Yahvé castigará con
    su espada dura, grande y fuerte al Leviatán serpiente
    veloz, y al Leviatán serpiente tortuosa; y matará
    al dragón que está en el mar.

    ¿Quién hizo tales monstruos? ¡Dios
    Nuestro Señor, es decir los propios Elohím los
    crearon y nadie más!.

    Recordemos que el versículo 21 así lo deja
    estipulado: Y crearon los Elohím los grandes monstruos
    marinos.

    Leviatán en árabe quiere decir el
    animal enroscado
    y, como dato adicional, el Leviatán
    es el enemigo de la Iglesia y fue
    creado por Dios Padre en una ironía digna de mejor causa
    pues, no hay que olvidarnos, que el Dios de la Biblia es tenido
    en las iglesias cristianas –y venerado además-, como
    el Ser Supremo. ¡Que no se nos olvide eso!.

    En Job 7:2 hay un reclamo muy fuerte para con el Dios de
    la Biblia y nos dice.

    ¿Soy yo el mar, o un monstruo marino, para que
    me pongas guarda?.

    Es tal la pena que está pasando Job que hasta se
    atreve a decir en 7:5 que.

    Mi carne está cubierta de gusanos, y de
    costras terrosas. Mi piel, hendida
    y abominable.

    Job reconoce estar tan mal por tanto sufrimiento que
    Dios Padre le manda, que aún y así dice.

    ¿Por qué me pones por blanco tuyo,
    hasta convertirme en una carga para ti?.

    ¿Sádico el Dios de amor que adoramos en
    las iglesias cristianas?…

    ¿Usted qué cree?.

    El Apocalipsis 12:3 nos habla de lo mismo.

    También apareció otra señal en
    el cielo; he aquí un gran dragón de fuego o rojo,
    con siete cabezas y diez cuernos.

    Igual cosa sucede desde el libro de Ezequiel 29:3 que
    nos dejan advertido.

    Así dice el Señor Yahvé: He
    aquí que yo estoy en contra de ti, Faraón, rey de
    Egipto, el
    gran dragón que yace en medio de sus ríos, el cual
    dijo: Mío es el Nilo, pues yo lo hice para
    mí.

    El dragón de los mares que el Padre Nuestro crea
    es una especie de monstruo fabuloso que hierve el agua con el
    fuego de sus narices, tal y como nos dice Ezequiel 32:3 en la
    Palabra de Dios.

    Cuando eras como el dragón en los mares; pues
    hacías hervir las aguas con tus narices y enturbiabas las
    aguas con tus pies y hollabas sus riveras.

    Desde Daniel 7:3 se nos habla de la divina
    creación.

    Y cuatro bestias grandes diferentes la una de la
    otra, salieron del mar.

    LA BESTIA Y EL
    ANTICRISTO

    En el Génesis el gran adversario solapado del
    Padre Eterno, y de los seres humanos, todavía no es
    llamado por su verdadero nombre; pero encontramos en otros textos
    bíblicos que, detrás de la serpiente, se oculta el
    dragón que no es otro que nuestro viejo conocido de
    Satán o el Diablo.

    Veámoslo en el Apocalipsis 12:9 lo que nos dicen
    al respecto.

    Y fue lanzado fuera el gran dragón, la
    serpiente antigua, que se llama Diablo o Satanás, el cual
    engaña al mundo entero.

    Hay otra cita en Apocalipsis 20:2 que nos ilustra
    mejor.

    Y prendió el dragón, la serpiente
    antigua que es el Diablo y Satanás y lo ató por mil
    años.

    No hay que dejar de explicar que el vocablo Diablo
    proviene del griego y que debe de entenderse por acusador o
    calumniador que es su verdadera acepción. Al igual que la
    palabra Satanás viene o se deriva del hebreo y significa
    el adversario.

    Cuando leemos que Dios creó a los grandes
    monstruos marinos
    estamos leyendo el verdadero origen del
    Diablo, de Satanás o Satán, como usted lo prefiera;
    por lo menos eso es lo que pensaron los grandes profetas y
    visionarios de la Biblia como Job, Isaías, Ezequiel,
    Daniel y Juan.

    ¿Qué le parece?.

    Pero lo digno de tomar en cuenta es el final de este
    versículo, pues de la manera más primorosa nos
    dice: Y vio Dios Padre que era bueno.

    Entonces, mis queridos lectores, ¿será
    bueno Satanás, el Diablo o Lucifer? ¡No es el Diablo
    la viva encarnación del Mal! ¿Cómo puede
    decirnos Dios Nuestro Señor que es bueno en gran manera lo
    que recién acaba de crear si son los grandes monstruos
    marinos que, grandes personalidades del mundo bíblico,
    como Job, Isaías, Daniel, Ezequiel y Juan, juran que son
    los dragones de fuego, Leviatán, la serpiente veloz, el
    Diablo y Satanás?.

    Aparte que desde algunos salmos también los
    catalogan como engendros del Mal a estas criaturitas creadas
    directa y personalmente por nuestro Dios Todo Sabiduría y
    Eterno.

    Continuando, tenemos que desde el versículo 22
    leemos.

    Y Dios Padre (los Elohím) los
    bendijo
    (a los grandes monstruos marinos) diciendo:
    Fructificad y multiplicaos, y llenad las aguas en los
    mares.

    ¡Qué más podemos comentar!. Ya
    está dicho todo con estas bendiciones hacia los dragones
    de fuego, a Leviatán, al Diablo y a
    Satanás.

    ¡Gloria a Dios Padre hermano! pues el Mal siempre,
    desde el origen del
    Universo, ha estado bendito y bendecido por el Dios
    bíblico!.

    Ahora, trasladémonos directamente hasta el Sexto
    Día de la creación bíblica y podemos ver que
    es un día lleno de interés,
    ya que está claramente dividido en dos partes. En la
    primera de ellas los Elohím ejecutan la acción de
    hacer y en la segunda, muy resueltamente, los muchos Dioses de la
    Biblia crean.

    Es el versículo 24 el que inicia la actividad que
    tiene lugar ese día y nos dice así.

    Dijeron los Elohím: Produzca la tierra seres
    vivientes según su especie, bestias y serpientes y
    animales de la tierra según su especie. Y fue
    así.

    De nuevo vemos que Dios Padre (los muchos Elohím
    que se encierran en tal cristianizado término) solicita el
    concurso de un agente externo a su divinidad y poder y, en ese
    instante, le corresponde a la madre tierra ser la encargada de
    una nueva emisión de seres vivientes. Así se incuba
    la vida en seres vivientes. Y será de mucha utilidad que
    veamos uno por uno de los designados a ser producidos por esta
    amorosa madre.

    Aunque antes es bueno que hagamos un pequeño
    comentario, pero no por pequeño de poca importancia. No.
    Estamos ante el hecho consumado de otra acción indirecta
    de los Dioses de la Biblia. Esta vez, como con los vegetales y
    como con los seres vivientes que los mares producen, y
    además, no lo olvidemos, como las aves que vuelan, Dios
    Padre repite la acción de producir y no la de crear o
    hacer.

    Este versículo nos está diciendo que la
    tierra fue la que incubó a seres vivientes según su
    especie. Y esto no quiere decir otra cosa más que la Madre
    Tierra produjo a toda una colección de seres según
    su propia especie y por supuesto a toda la variedad que tiene
    cada especie. O sea que los seres vivientes según su
    especie, que la Biblia nos dice en esta parte, son los vegetales
    y todas sus variedades, los animales y todas sus divisiones, y
    los seres humanos y todas sus razas.

    ¿Cuáles de los seres vivientes que hoy
    conocemos y con quienes interactuamos y hasta nos alimentamos de
    ellos provienen del mar y cuáles de la tierra?.

    Todos los seres vivientes, tanto los producidos por el
    mar, como los provenientes del regazo de la tierra, fueron
    fabricados con elementos que existían en esos momentos.
    ¿Verdad? pues esa es la condicionante para algo que no es
    creado sino producido o fabricado.

    Ahora bien, entender, o tratar de hacerlo, o peor
    aún explicar por qué la divinidad bíblica
    hace unas veces, crea en otras y pone a agentes externos a los
    Elohím a que produzcan, no es cosa de personas
    cuerdas.

    ¿No hubiese sido mucho más fácil
    –digo yo pues- que el Dios de la Biblia, Todopoderoso y
    Eterno como dicen que es, hubiese ordenado en un solo instante la
    creación de todo cuanto existe? ¿Por qué esa
    enfermiza tarea que se impone Dios Padre de ir creando, haciendo
    o permitiendo que otro produzca? ¿Para qué usar la
    tan rimbombante palabra de Todopoderoso entonces?.

    Un ser Todopoderoso no hace a todo lo que existe en seis
    días.

    Una entidad Omnipotente, en menos de lo que canta un
    gallo, instantáneamente, crearía a todo el Universo
    sin tantas pantomimas y cuentos. Pero
    este Diosesito bíblico, o serie de Elohím, tiene
    necesidad de tomarse seis días para la ejecución de
    las tareas de crear y se ve forzado a tomarse un día de
    descanso además de todo.

    ¿Se debilitó el Padre Eterno, por el gran
    esfuerzo creativo, que se vio obligado a un descanso? ¿Y
    por qué precisa de agentes externos para ejecutar la obra
    de la creación?.

    No estimados amigos y amigas, el Dios de la Biblia ni es
    Todopoderoso ni es DIOS. Y no pudo haber intervenido en la Magna
    Creación del Universo o en su Producción, porque
    este lúgubre personaje bíblico es un
    farsante.

    Retomando el hilo del versículo 24, nos quedamos
    que veríamos a uno por uno de los seres que la Tierra
    produjo.

    Empecemos pues.

    ¿Qué es una bestia?. Nosotros, y cualquier
    ser humano normal lo hace por igual, entendemos que el
    término bestia sirve para designar a cualquier animal
    cuadrúpedo. Pero ¿qué define la Santa Biblia
    cuando nombra en sus narraciones este término? Y, ya que
    este versículo es claro cuando se refiere a los animales
    de la tierra, dentro de dichos seres debe de incluirse, por
    supuesto, a cualquier animal de cuatro patas; es decir que el
    término que usa la Palabra del Dios bíblico, no es
    el mismo que hoy nosotros usamos para designar a cualquier animal
    cuadrúpedo.

    Ya vimos que cuando el Génesis menciona en el
    versículo 21 la creación de los grandes monstruos
    marinos se refiere a la creación de dragones, de
    Leviatán, de Satanás y del Diablo; y que los
    monstruos marinos son el prototipo de la bestia por excelencia. O
    sea que el modelo o el
    primer tipo de bestia lo constituyen los dragones,
    Leviatán, el Diablo y Satanás hasta llegar a la
    figura más ilustrativa de lo que puede ser y representar
    el término bíblico que designa a la bestia y que
    corresponde, sin ninguna duda, al Anticristo que, literalmente
    quiere decir en contra de Cristo.

    Es decir todas aquellas fuerzas adversas.

    Y aquí el simbolismo religioso del Antiguo
    Testamento está lleno de alusiones de los varios combates
    entre el Dios creador y las fuerzas del Mal provocadoras del caos
    en donde las bestias monstruosas personifican el poder indomable
    del Mar tal y como leemos desde el Salmo 74:13 y 14 que nos
    dicen.

    Dividiste el mar con tu poder; quebraste cabezas de
    monstruos marinos. Magullaste las cabezas de
    Leviatán.

    Que también encontramos en el Salmo 89:10 y 11
    cosa parecida.

    Tu dominas la soberbia del mar, cuando se embravecen
    sus olas, tú las contienes. Tu quebraste a Rahab, como a
    un herido enemigo.

    En Daniel 7:3 y 7 hay una clara alusión a todo
    esto.

    Y cuatro bestias grandes, diferentes la una de la
    otra, salieron del mar. He aquí una cuarta bestia,
    espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual
    tenía unos dientes grandes de hierro; y
    devoraba y desmenuzaba, y lo sobrante lo pisoteaba con sus patas,
    y era muy diferente de todas las bestias que vi antes de ella, y
    tenía diez cuernos.

    ¿Podremos decir que esta espantosa bestia que
    desde aquí nos describieron es cualquier animal de cuatro
    patas? ¡No!, ¡claro que no!. Esta bestia no se ajusta
    a lo que nosotros, hoy por hoy, conocemos como bestias. A esta
    clase de seres monstruosos es a los que se refiere el
    versículo 24 del Génesis, estas son las bestias que
    la tierra produjo.

    En el capítulo 13 del Apocalipsis nos encontramos
    con las dos bestias. Son dos monstruosidades. Una es el poder
    político que blasfema contra Dios Padre, se hace adorar y
    persigue a los verdaderos creyentes. La segunda bestia es una
    realidad religiosa, remeda al cordero (Cristo), opera prodigios
    engañosos y seduce a los hombres para que adoren a la
    primera bestia. Así funciona aquí la obra de
    Satán, el dragón antiguo que ha transmitido sus
    poderes a la primera bestia.

    En el Apocalipsis de Daniel, que fue escrito durante la
    persecución sangrienta que desencadenó el emperador
    Antíoco, la potencia enemiga,
    representada por los rasgos de bestias monstruosas, tiene como
    misión
    hacer la guerra a los
    santos
    . Detrás del combate político podemos
    hallar el combate espiritual entre Satán y sus aliadas
    bestias en contra de Dios Padre.

    Es indudable la gran influencia de la mitología mesopotámica en los
    relatos bíblicos con respecto a bestias marinas. Nos hemos
    hallado que bajo la figura literaria que usa la Biblia, cuando se
    refiere a bestias, está una con el nombre de Tiamat. Este
    dragón representa a los poderes caóticos y
    devastadores a los que Marduk, el dios del orden, debían
    reducir a la impotencia para poder organizar el Cosmos. La
    mitología de Ugarit oponía, así mismo, a
    Yam, el dios-mar, en la lucha por la soberanía del mundo divino.

    Leemos desde el Apocalipsis 20:10 que.

    Y el Diablo que los engañaba, fue lanzado al
    lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso
    profeta.

    Para cerrar el comentario, de lo que se quiso significar
    en el libro del Génesis cuando se nombra a las bestias o a
    la bestia, leamos en el Apocalipsis 13:17 y 18 lo
    siguiente.

    Y que nadie pueda comprar ni vender, sino que el que
    tenga la marca o el nombre
    de la bestia, o el número de su nombre. Aquí se
    requiere sabiduría. El que tiene entendimiento, calcule el
    número de la bestia, pues es número de hombre. Y su
    número es seiscientos sesenta y seis.

    No podía faltar la numerología, pues es un
    instrumento y procedimiento muy usado y apreciado entre las
    tribus de Israel. Su empleo
    simbólico es parte integral de la misma educación y cultura,
    según el cual una cifra dada designa a un hombre o a un
    objeto; porque el valor
    numérico de las letras que constituyen su nombre,
    corresponde al número en cuestión.

    En lo que nos interesa, que es el número de la
    bestia que San Juan dice que es el 666, la base del
    cómputo y del cálculo se
    presta a cierta confusión.

    San Irineo pensaba ya en el nombre de la bestia
    atribuyéndoselo a LATEINOS, pues los números que
    corresponden a sus letras suman 666. Con este término se
    designa al Imperio Romano
    como el fiel reflejo de la bestia.
    30+1+300+5+10+50+70+200=666.

    Sin embargo en la actualidad hay una tendencia a tomar a
    la bestia como a NERON CESAR, según su nombre en hebreo
    NRWN QSR. 50+200+6+50+100+60+200=666.

    Las bestias a las que hace referencia el
    versículo 24 del Génesis, no son cualquier animal
    de cuatro patas. No. Son monstruos, Leviatanes y Diablos, todos
    ellos enemigos del ser humano, que ocupan un lugar muy importante
    en el pensamiento, tradición y en la interpretación religiosa; pero que,
    además, proporcionan las representaciones figurativas que
    se encuentran a lo largo y ancho de la Biblia, desde el
    Génesis hasta el Apocalipsis.

    Eso sí, estas bestias no tienen nada que ver con
    los maravillosos animales cuadrúpedos, pero sí
    mucho con una variada fauna maligna y
    caótica para el ser humano en general en una
    conexión muy estrecha con la presencia y los poderes de
    los demonios, alzándose así, frente al hombre, e
    incluso, frente a Jesucristo.

    Muchos estudiosos han tratado de representar el acto de
    la Creación de Dios Padre como un combate victorioso
    contra el monstruo principal, la encarnación del desorden,
    y lo designan como Leviatán. Esta guerra, que la
    sitúan fuera del tiempo y del espacio, es la que da
    sentido a todos y a cada uno de los enfrentamientos entre
    Yahvé y sus enemigos o adversarios.

    Así pues, cuando la Biblia nos dice que Dios
    Padre le pide a la Tierra que produzca bestias, se refiere a las
    bestias que hemos estudiado y analizado, quienes representan los
    azotes de la divinidad bíblica; o sea, son las calamidades
    que nos envuelven a los seres humanos.

    Satán se esconde entre estas bestias, quien se
    hace adorar por los hombres, y estos, cegados por su poder, se
    postran ante toda clase de reptiles, bestias y animales
    repugnantes que supuestamente lo representan.

    Así nos lo hace saber Ezequiel 8:10 cuando nos
    dice.

    Entré, pues, y miré; y he aquí,
    toda forma abominable de reptiles y bestias, y todos los
    ídolos de la casa de Israel, que estaban pintados en la
    pared por todo alrededor.

    Pero también nos encontramos con que la bestia,
    figura poética para describir a las calamidades, se
    encarna de forma indiscutible en los grandes imperios paganos que
    tratan de dominar al mundo haciéndole la guerra a Israel
    con una manifiesta arrogancia sacrílega.

    De esta manera, y luego de la explicación, ya
    podemos comprender a la bestia en cuestión, la que tiene
    el poder del dragón y que es príncipe de este
    mundo; tal y como nos lo relata San Juan desde el Apocalipsis
    13:4 donde leemos.

    Y adoraron al dragón que había dado
    autoridad a la
    bestia, y adoraron a la bestia, diciéndole
    ¿Quién como la bestia, y quién puede luchar
    contra ella?.

    Las bestias que Dios Padre pide a la Tierra producir,
    durante el Sexto Día, no son una referencia a los animales
    cuadrúpedos; son, y representan, la serie de calamidades,
    así como a los dragones, a Satanás, Leviatán
    y al Maligno en persona.

    Dijimos anteriormente, casi al principio de este
    versículo 24 que estamos comentando, que veríamos
    cada uno de los diferentes sujetos que los Elohím le piden
    a la Tierra que produzca; y estos, en su orden, son los seres
    vivientes según su especie, tales como bestias, serpientes
    y animales de la tierra.

    Ya comentamos acerca de los seres vivientes según
    su especie y de las bestias, nos quedan las serpientes y los
    animales de la tierra según su especie.
    ¿Corresponderá a la totalidad de los animales que
    existen esta referencia?. ¿Por qué se nos dice que
    la Tierra produce bestias y serpientes
    también?.

    Se supone que si el término bestia sirve para
    designar a los animales cuadrúpedos y el de serpiente para
    hablar de un común y corriente reptil, no existe
    razón, ni aún divina, menos bíblica, para
    haber sido tan especialmente nombrados en dicho versículo,
    en donde inclusive estos dos apelativos están antes que el
    de los animales de la tierra según su especie; pero
    adentro de este término se encuentran todos los animales,
    incluyendo a los cuadrúpedos y a los animales que se
    arrastran, por lo tanto y en virtud del lugar tan preponderante
    que la divinidad bíblica asigna a las bestias y a las
    serpientes, debemos de aceptar que se tratan de otros seres y no
    de lo que fácilmente pudiéramos
    entender.

    ¿Qué tan especial e importante es la
    serpiente? ¿Será más importante que la
    bestia?.

    El término que la Biblia, desde el
    Génesis, usa como serpiente, no es para referirse al
    común y corriente animal que repta y que se arrastra por
    no poseer pies. No. Definitivamente se trata de algo que
    está más allá de una simple
    culebra.

    ¿Servirá esta figura literaria para
    esconder al temible Satanás?… Ya lo veremos.

    Con el nombre de Satanás, que viene del hebreo
    Satán y que significa el adversario, o con el
    término Diablo, que proviene del griego diábolos y
    que quiere decir el calumniador, tenemos los dos apelativos que
    tienen más uso y con los cuales la Palabra del Dios de la
    Biblia se sirve para designar a una entidad cuya influencia y
    mala acción se hace manifiesta entre la actividad de los
    seres humanos.

    Cuando leemos la Biblia, inmediatamente, nos damos
    cuenta de la existencia y actividad agitada de un oscuro y
    misterioso personaje que protagoniza un papel estelar desde el
    origen bíblico de la humanidad, hasta el final de los
    tiempos, que nos describen los versículos del Apocalipsis
    como punto culminante del Génesis.

    En el libro de los Orígenes o Génesis 3:1
    nos es presentado tan ilustre personaje.

    Pero la serpiente era astuta, más que todos
    los animales del campo que Yahvé Elohím
    había hecho.

    La criatura llamada serpiente posee una habilidad, y
    está dotada de un talento que, inclusive, supera en todo a
    la primera pareja; a pesar que el primer hombre y la primera
    mujer fueron
    creados a imagen y semejanza de los Elohím. Desde que se
    corre el telón aparece en escena, como figura
    especialmente hecha, la serpiente y asume el rol para el cual fue
    producida y orientada. Se presenta como un adversario y enemigo
    de la propia naturaleza del ser humano que, constituye, por lo
    tanto, la fuerza de la
    que se vale Dios Padre para tentar los sentimientos y las
    inclinaciones del hombre.

    En el libro de la Sabiduría 2:24
    leemos.

    Más por envidia del diablo, entro la muerte en
    el mundo, y la experimentarán los que le
    pertenecen.

    Haciendo, con esto, gala de la envidia que siente por la
    felicidad del ser humano, la serpiente logra cumplir su
    misión usando su poderoso armamento como lo es la astucia
    y la mentira. Ya nos lo dice el propio Génesis, y
    recién lo hemos leído, que la serpiente fue el
    animal más astuto de los que el Dios de la Biblia hizo. Y,
    aunque recibe su castigo de parte de la divinidad, más
    bien parece un premio por haber cumplido tan bien la
    misión encomendada. Y eso es lo que nos narra el
    Génesis 3:14 cuando nos deja dicho.

    Y Yahvé Elohím dijo a la serpiente: Por
    cuanto eso hiciste, maldita serás entre todas las bestias
    y entre todos los animales del campo.

    Si en verdad Dios Padre hubiese querido darle su
    merecido castigo a la astuta serpiente, sencillamente la hubiera
    destruido y borrado del mapa a tan especial reptil. En cambio,
    ratifica con la maldición, el fin por el cual el Padre
    Eterno decide que exista la serpiente como tal. Es más, la
    hace mucho más especial entre todas las
    bestias.

    Es San Juan, el discípulo bien amado, quien nos
    aclara todo el significado críptico de la tan especial
    serpiente. Y nos dice en el Apocalipsis 12:9 lo
    siguiente.

    Y fue lanzada fuera el gran dragón, la
    serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual
    engaña al mundo entero.

    ¿Satisfechos?.

    Esta muy particular serpiente que, siendo tan astuta,
    mucho más que cualquier otro animal, que es seductora,
    homicida y mentirosa desde que el Padre Nuestro hace que surja de
    la tierra, tiene un nombre, que no es con el que se disfraza, o
    es disfrazada, en la Biblia. No es el de serpiente o culebra. Su
    verdadero nombre es Satanás o el Diablo.

    Veamos una comparación bíblica entre dos
    versículos muy alejados por el tiempo, pero que llaman la
    atención por referirse al concepto bíblico de
    serpiente. En Números 21:9 leemos.

    Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la
    puso sobre un asta; y cuando alguna serpiente mordía a
    alguno, miraba a la serpiente de bronce, y
    vivía.

    Ahora leamos desde Juan 3:14 algo particular.

    Y cómo Moisés levantó la
    serpiente en el desierto, así también tiene que ser
    levantado el Hijo del Hombre.

    ¿Quién es el Hijo del Hombre?. Pues no es
    otro que Jesús.

    ¿Por qué San Juan compara, advierte y
    decreta para Jesús una relación con la serpiente?
    ¿No recién acabamos de leer lo que el propio San
    Juan nos deja dicho acerca de la serpiente a la cual llama Diablo
    y Satanás?.

    A Jesús nos lo pone como ejemplo de ser elevado
    como la nueva serpiente y la serpiente es sinónimo de
    Satanás. ¡Qué disparate más
    grande!.

    Tampoco sabemos lo que Mateo nos quiere decir en 10:16
    con lo que leemos.

    He aquí que yo os envío a ovejas en
    medio de lobos, sed, pues, prudentes como las serpientes, y
    sencillos como la paloma.

    La cacareada prudencia de la serpiente no es más
    que la conocida astucia y la sencillez de la paloma, que llega
    hasta convertirse en candidez, nos dan una pareja y una polaridad
    igual a las que ya conocimos.

    Astucia-candidez son dos polos opuestos entre sí
    y por lo tanto son lo mismo.

    Bueno, ahora ya hemos analizado lo especial y pintoresco
    que la serpiente bíblica nos tenía reservado.
    Definitivamente este personaje no es un reptil común y
    corriente. La serpiente es la encargada de cumplir una
    misión divina la cual fue cumplida a toda
    satisfacción.

    ¿Seguirá ejerciendo su trabajo entre
    nosotros tal serpiente astuta?.

     

    Partes: 1, 2, 3

    Página siguiente 

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter