La región del noroeste argentino comprende las
hoy provincias de Jujuy, Salta, Catamarca, La Rioja, San Juan,
parte de Tucumán y de Santiago del Estero; dentro de
Jujuy, surcado por el Río Grande (hoy seco) y ocupando un
valle de 100 Km. de largo se encuentra la Quebrada de Humahuaca.
A pesar de la falta de prospecciones sistemáticas para el
estudio de la Quebrada de Humahuaca, así como para la
mayor parte del noroeste argentino (NOA), la utilización
de estudios arqueológicos en la quebrada troncal, y
especialmente en los valles laterales de la misma, pueden ser
empleados para dar cuenta de la expansión inca en el NOA:
la primer parte de este trabajo se
ocupará de explicar cómo se dio dicha
expansión.
Por otro lado, y siguiendo el artículo de Axel
Nielsen, el cambio social
en el NOA no puede ser explicado en términos sólo
demográficos, esto es, como respuesta a la presión
ejercida sobre la
administración de los recursos por la
presión otorgada por el crecimiento demográfico, ya
que de esta forma la causa principal se referiría en
última instancia a un proceso
externo indeterminable, por lo que es necesario tener en cuenta
otros factores que den causa al fenómeno del cambio
social. Es la hipótesis de este autor la existencia de un
conflicto
endémico como causante de la variabilidad social, lo que
permitiría entender los cambios políticos,
económicos y sociales producidos en la región, y
observables en el registro
arqueológico; este proceso será explicado en la
segunda parte de este trabajo.
John Rowe, basándose en el cronista Cabello de
Balboa, dio cuenta de la expansión inca, y
estableció que el NOA fue incorporado al imperio inca,
formando parte del Collasuyu, por Topa Inka Yupanqui, quien
asumió como líder
militar en 1453 dC. La incongruencia de estas fecha con las
determinadas por los fechados radiocarbónicos efectuados
en sitios inkas de Catamarca y Salta, que ubicarían las
fechas de anexión entre los años 1300 y 1400 dC,
determinan la necesidad de hacer conjugar las fechas
etnohistóricas junto con las arqueológicas (que
utilizan estudios basados en el carbono14).
Debido que al comenzar el reinado de un nuevo inca, la
panaca real se apropiaba muchas veces de los éxitos
militares de la panaca anterior, la historia que dejaban no
está relacionada con el tipo de historia lineal
occidental, sino con una cosmovisión del mundo basada en
la reescritura constante de la historia.
Así, la historia se convertía en una
historia mítica, donde de acuerdo al relato de cronistas
usados por Rowe, Pachakuti Inka Yupanqui debería haber
vivido 120 años para haber logrado todos los sucesos que
se le atribuyen. No se trata de desechar estos datos, sino de
saber utilizarlos: sirven para tener una idea de la
cosmovisión de la historia y del tiempo que
tenían los incas, mas no
para realizar una sucesión histórica a la manera
occidental (incluso Balboa habría calculado el tiempo de
reinado de algunos reyes en 25 años para lograr hacer
concordar los datos que tenía, inventando o suponiendo
otros); por lo tanto, para fechar es mejor utilizar datos
arqueológicos.
Sabido es que a medida que el imperio inca se alejaba de
su centro iba descendiendo la fastuosidad de sus construcciones,
disminuía el nivel de incaización: a 100 Km.
alrededor del Cuzco se encuentran la mayoría de palacios
reales, pertenecientes a las panacas de elite; pero a medida que
nos acercamos a los confines del imperio se dificulta el
reconocimiento de sitios incas puros. Sin embargo, es posible
hallar en los lugares arqueológicamente estudiados rasgos
típicos de la arquitectura
incaica: utilización de piedra canteada, ángulos
rectos en construcciones de base rectangular, nichos
trapezoidales. La función de
estos lugares, y la ubicación que tienen también
sirven para demostrar la filiación incaica de los
mismos:
"…En el noroeste se hallaron importantes instalaciones
inkas, incluidos centros administrativos, pequeños tampu
[tambos], fortalezas, almacenes, y
zonas de producción agrícola…" (Williams;
2000: 63)
Para anexar territorios, los incas edificaron postas de
enlace asociados al camino principal, sitios de almacenaje,
sitios de función administrativa-ritual con instalaciones
de almacenaje, santuarios de altura, fortalezas y guarniciones
(todo según Nielsen, 1999: 324); todas estas eran formas
de legitimar el poder del Inca
en estos territorios. No solamente crearon lugares incas nuevos,
sino que también utilizaron antiguos
resignificándolos, creando una nueva espacialidad,
rompiendo antiguas legitimaciones y creando nuevas.
En sociedades
donde la coptación fue más pacífica, donde
lograban la vinculación con el imperio mediante
casamientos de hijas de la elite con parientes del Inca o
negociando, fue común la imposición inca sobre
antiguos lugares, intentando mantener las costumbres,
incorporando la antigua elite al Tawantinsuyu. Por el contrario,
en lugares con poblaciones más aguerridas (por ejemplo en
los valles Calchaquíes) donde la resistencia era
mayor, el imperio no podía resignificar antiguos lugares,
por lo que recurría a destruirlos, emplazando en otros
lugares (antes inhabitados) sus propios centros, para de esta
manera desestructurar totalmente a la población, siendo esta construcciones que
no coinciden con antiguos centros de poder pre-incaico una forma
de dominación basada en el cambio de antiguas normas y
costumbres (también la utilización de nuevos
espacios puede ser vista como un intento del Cuzco por no
presionar sobre los recursos de las poblaciones
autóctonas).
De aquí la existencia de emplazamientos
totalmente incas, y de otros que denotan su filiación
anterior con otras culturas. Los pukaras, así como los
centros religiosos de altura, fueron resignificados por los
incas, al tiempo que se construyeron nuevos. Alrededor del camino
del inca, que recorre la región de norte a sur, se
ubicaron todos estos nuevos sitios incas, forma de mostrar la
ligazón de esta región con el Cuzco. Las
transformaciones ocurridas en la espacialidad, son muestra absoluta
del dominio inca de
la región.
Continuando, el registro arqueológico
también muestra la filiación inca del lugar al
recurrir al análisis de las cerámicas. La poca
presencia de artefactos de cerámica realizados en el Cuzco no es
indicio de la no presencia inca, sino todo lo contrario: estas se
encuentran en lugares estatales incas, porque su
utilización estaba limitada a personas pertenecientes al
estado inca.
El aprovisionamiento de cerámicas se encontraba localmente
restringido, es difícil hallar cerámicas
provenientes del cuzco, pero si se hallan cerámicas
locales hechas con manufacturas y arcillas locales, pero,lo que
es importante, con formas y diseños incas. Así, se
puede dar cuenta también de la presencia inca en la
región atendiendo a la utilización de
cerámicas de tipo inca.
Por otra parte, y con respecto al cambio social, este
fue explicado por las teoría
neo-evolucionistas como determinado por una causa externa: el
crecimiento demográfico como factor determinante.
Así, a mayor población, mayor producción,
mayor nivel de organización, necesidad de
organización política. La
perspectiva coercitiva también pone énfasis en el
cambio demográfico: a mayor presión
demográfica, mayor competencia por
los recursos, diferenciación social. Así el cambio
social sería determinado por la necesidad de gestionar
eficientemente los recursos. Una perspectiva voluntarista propone
que el pueblo elige un jefe para administrar los recursos, debido
al cambio demográfico. Todas estas explicaciones proponen
el cambio demográfico como un dato natural, innecesario de
ser explicado.
Nielsen por su parte busca encontrar otra
explicación a este tema, y basándose en el registro
arqueológico sobre los usos del espacio, y en las
relocalizaciones del mismo inferidas por este registro, propone
el cambio social como producto de un
conflicto endémico existente en todas las sociedades. Los
estudios realizados por él clasificaron la historia de la
región del NOA en una cronometría de cuatro fases
(basada en las dataciones otorgados por el registro
arqueológico), siendo éste un intento por superar
la periodización que divide el tiempo en períodos
temprano, medio, tardío e inca, períodos que son un
recurso analítico destinado a resaltar cambios relevantes
desde la teoría, y que poco tienen que ver con la historia
particular de cada lugar.
Las fases son: -Vizcarra (700-900), -Calete-Muyuna
(900-1280); -Sarahuaico (1280-1350); -Pukara (1350-1430); e
–Inka (1430-1535). En la primer fase observan asentamientos
muy dispersos (semi-conglomerados) en zonas bajas de poca
visibilidad (escondidos, lo que supone problemas para
la arqueología, de aquí la existencia de pocos
asentamientos estudiados de esta fase) en contacto con agua, por lo
que hay una correspondencia entre la zona residencial y la zona
productiva.
En la segunda fase, se observan cambios en los
asentamientos, con conglomerados más complejos con
diferenciación entre las zonas productivas y las
habitacionales, ahora ubicadas en lugares de mayor altura (con
mayor visibilidad); esta fase supone una "revolución
habitacional".
En la tercer fase se observa una retracción de
los asentamientos, donde la manera de poblamiento es similar a la
de la primer fase. En la fase Pukara nuevamente hay
conglomerados, sobre la quebrada (altos, con visibilidad), con
separación total entre zonas productivas y zonas
habitacionales. Finalmente, en la fase Inca permanecen los
lugares de asentamiento previos y surgen otros nuevos, así
como hay ocupación de territorios hacia el oriente (zona
de yungas, abandonadas antes en la fase Pukara e importantes para
el intercambio vertical propuesto por el estado
inca).
Estos cambios en la ocupación, determinan cambios
en las tendencias productivas: en Vizcarra el control de
recursos es cercano, en Calete-Muyuna con la separación
entre zonas productivas y zonas habitacionales hay mayor
producción, en Sarahuaico hay una retracción en la
producción, en Pukara hay una mayor intensificación
económica producto del abandono de tierras favorables de
la yunga y de la separación entre zonas habitacionales y
productivas, en la fase Inka continúan estas tendencias y
hay un aumento de la producción por la
incorporación de territorios al norte y al este, y por el
uso de mitayos.
El aumento en la producción, la existencia de dos
zonas separadas (una productiva y otra habitacional), demuestran
la necesidad de la existencia de algún tipo de autoridad que
se ocupe de articular estas dos zonas y la mayor
producción; la existencia de éste tipo de elites y
la alianza entre distintas elites de diversos asentamientos
también puede ser demostrada arqueológicamente por
la presencia de un marco-simbólico esotérico
común.
Los cambios en los tipos de localización, no
concuerdan con una explicación demográfica del
cambio social, ya que el abandono de tierras productivas (en los
momentos Sarahuaico y Pukara) sería ilógico ante un
aumento demográfico. En cambio, si pueden ser explicados
como producto de un conflicto endémico (cuyas causas
podrían ser varias, desde avances de grupos vecinos
antagónicos producto de cambios climáticos que
determinaron una baja en la productividad,
hasta al avance de grupos provenientes del Cuzco mismo, u otras
no halladas todavía) que llevaría al abandono de
tierras productivas bajas, y la ocupación de tierras altas
más defensivas, debido a conflictos con
grupos ajenos a la quebrada, logrando así un repliegue
defensivo.
Esta circunscripción social llevaría una
tendencia al cerramiento de las poblaciones, que impediría
la fisión con otros grupos, para resistir a autoridades
ajenas. En ese agrupamiento está la base donde un grupo puede
proponerse como jerárquico, tanto para administrar
recursos como para ocuparse de la defensa del grupo. En esta
explicación, el factor demográfico queda exento, ya
que al ser un dato natural no es explicado en otros estudios,
reduciendo así el valor
teórico de esos trabajos.
En su lugar, es introducido un nuevo concepto
(conflicto endémico), donde si bien las causas para este
caso particular no son explicitadas, es interesante hacer notar
que sí existen y que pueden ser halladas o inferidas en
este caso o en otros, pero que la explicación causal ya no
depende de hechos naturales dados, sino que puede ser
empíricamente demostrada.
Terminando, en estos sitios donde no tenemos datos
suficientes para dar cuenta tanto de la presencia de un imperio,
como de los cambios sociales ocurridos, queda demostrado
cómo recurriendo al registro arqueológico se pueden
obtener estudios suficientes como para comprender estos procesos; que
aunque la historia pretenda pasar desapercibida borrando todo
tipo de datos o informaciones que nos podrían contar de su
acontecer, aunque no queden registros
escritos confiables en los que basarnos para comprender nuestro
pasado, éste siempre deja una huella en el
camino.
Bibliografía:
Nielsen, Axel. 1999. Demografía y cambio
social en la Quebrada de Humahuaca (Jujuy, Argentina), 700-1535
dC. Relaciones de la Sociedad
Argentina de Antropología, Tomo XXI. Buenos Aires, pp.
307-385.
Williams, Verónica. 2000. El Imperio Inka en
la provincia de Catamarca. Intersecciones en
Antropología. Año 1, N° 1, pp.
55-78.
Pedro B. Quiroux