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Surgimiento del Estado en el Antiguo Egipto. Un proceso de la Antigüedad. Un debate actual




Enviado por Pedro Quiroux



     

     

    "¿Por qué la gente cede, o se ve obligada a
    ceder, tanta autonomía individual y local para volverse
    parte de –y subordinada a– formas de gobierno
    despóticas, a veces absolutamente crueles?".

    Robert Cohen, en R. Cohen y E. Service (eds.),
    Origins of the State, Philadelphia, Institute for the
    Study of Human Issues, 1978, p.1:

    El surgimiento del Estado es uno de los temas más
    controversiales que existen dentro del ámbito
    académico, suscitando distintas posturas a lo largo de la
    historiografía; analizarlo desde la consideración de la
    formación del poder que da lugar a su
    surgimiento, diferenciándolo de etapas previas, será el
    objetivo de éste trabajo, pretendiendo así
    comprender la pregunta disparadora: ¿cómo es que las
    personas depositan su autonomía en un ámbito superior?.
    Para responder a estas cuestiones se analizarán distintos
    autores, observando cuáles son las diferencias teóricas
    y metodológicas, así como el desarrollo de este proceso en
    Egipto, contrastándolo con fuentes, llegando finalmente a
    obtener un panorama más acabado sobre este tema.

    Antes de comenzar, y a modo de precaución inicial,
    es pertinente mencionar que en el tratamiento de éste tipo
    de temáticas, y más específicamente referidas a
    períodos antiguos como el analizado aquí, las fuentes
    no son suficientes ni lineales, y es muy difícil que surjan
    nuevas, por lo que se vuelven centrales los planteamientos
    teóricos: la capacidad de los científicos sociales de
    poder teorizar sobre estos temas tiene un alto valor, resignificándose
    constantemente con la aparición de nuevas fuentes y datos. Asimismo, la
    heterogeneidad de modelos explicativos es
    proporcional a la de casos a explicar, por lo que ningún
    modelo debe ser menospreciado,
    sino comprendido como tal: un modelo útil como otros, que
    puede servir para comprender la especificidad de cada ejemplo.
    Con esta afirmación se pretende aclarar cómo ninguna de
    las hipótesis sobre el
    surgimiento del Estado cuenta con más validez o certeza que
    otras (aunque maneje lógicas criticables), sino que es en el
    contraste con el campo a analizar cuando obtienen pertinencia o
    no.

    Los estudios sobre surgimiento del Estado han sido
    realizados desde el siglo diecinueve desde un enfoque
    evolucionista, en el que primaba una mirada de las sociedades secuenciada en un
    progreso lineal y predeterminado en línea ascendente:
    así, todas las sociedades deberían de pasar por ciertos
    estadíos previos, hasta llegar finalmente a constituirse en
    Estados. Este tipo de mirada, se encuentra caracterizada por un
    claro etnocentrismo, que determina una naturalidad en la vida
    social, colocando cualquier tipo de desarrollo social dentro de un
    continuum que tiene como centrales las formas de organización occidentales;
    de esta manera, pierden todas las sociedades su especificidad,
    ingresando en una homologación social universal. La frase
    citada en la consigna, si bien tiene ciertos elementos que
    denotan este tipo de mirada evolucionista (tildar de
    despóticas o tiránicas a las formas de
    gobierno es un supuesto
    etnocentrista), contiene asimismo una cuestión fundamental
    para comprender la formación del estado: interpretarlo en
    términos de consenso o coerción. Ceder o
    verse obligado a ceder, son formas de referirse a la
    posible voluntad existente en las personas para constituir una
    forma de organización social en la cual depositar sus
    voluntades, otorgándole autoridad sobre si mismos.
    Asimismo, esta frase permite realizar otra diferenciación
    central para el análisis del surgimiento
    del Estado: contemplar si estas personas que ceden lo hacen ante
    su propia comunidad, o lo hacen respecto de
    otra comunidad exterior. Teniendo en cuenta estos elementos, se
    pasará ahora a analizar las hipótesis de Maurice Godelier y de
    Marcelo Campagno respecto al surgimiento del Estado.

    Godelier realiza un estudio sobre la formación del
    Estado desde una mirada endógena respecto de la sociedad (aunque menciona la
    posibilidad de formación del Estado por un proceso
    exógeno), analizando las condiciones en que se da la
    diferenciación interna de una sociedad en un grupo dominante y uno
    dominado, y la legitimación de la misma.
    Así advierte que la legitimación se produce a
    través de dos elementos centrales: la violencia y el consentimiento,
    siendo el segundo central (1); asimismo estos son vistos como
    relaciones móviles que se construyen constantemente, no
    existiendo el uno sin el otro. El consentimiento no es un
    elemento espontáneo, sino que deviene de un elemento
    cultural (la existencia de representaciones compartidas); de esta
    forma, la dominación es aceptada porque se les es presentada
    a los dominados como un servicio, entre los que
    distingue servicios imaginarios
    (religiosos, simbólicos) y reales (trabajos, tributos): la dominación
    es presentada como un intercambio de servicios.

    Respecto a esto, la formación de jerarquías
    aparece porque los servicios de los dominadores son invisibles,
    controlando la reproducción del universo, trascendiendo a la
    sociedad (aunque Godelier remarca la necesidad de que no todos
    los servicios sean invisibles): la ideología religiosa se
    instituye en ideología compartida (tanto a priori como a
    posteriori), la importancia de este elemento es central para la
    formación de relaciones sociales de dominación. No
    obstante el autor remarca que hace falta más elementos que
    la religión, hacen falta
    condiciones históricas particulares: sedentarización,
    domesticación de plantas y animales, siendo necesario un
    control ritual del medio ambiente (para que
    el hombre y la naturaleza se reproduzcan);
    así se dará una división entre quienes controlan
    simbólicamente la reproducción de la naturaleza y
    quienes no, lo que se ve en un principio como favorable para toda
    la comunidad. Así, la aparición de jerarquías
    sociales que llevaría al surgimiento del Estado es
    presentada como codeterminada tanto por la violencia de los
    dominadores (necesaria como voluntad, violencia física y psicológica para imponer
    esa formación de relaciones jerárquicas), como por el
    consentimiento, la adhesión de la voluntad de los dominados;
    la ideología toma aquí un rol central en la
    formación de este consenso.

    En relación a éste último punto, se puede
    citar el planteo de Kemp: éste autor analiza una variable
    psicológica que implica el paso al Estado, en el que el
    desarrollo de lazos identitarios con el lugar de asentamiento
    sería central para comprender la transformación y
    estratificación social de la sociedad (Kemp, 1992: 43-44); a
    continuación, el autor otorga un papel fundamental al factor
    ideológico en la aceleración y consolidación de
    este proceso (2). Por su parte, Frankfort también apunta a
    mostrar la importancia de éste elemento, analizando
    cómo la vida secular estaba íntimamente relacionada con
    el cosmos, siendo el rey el encargado de mantener esa integración armónica:
    al diferenciar las concepciones de Mesopotamia y Egipto
    (diferencias que atribuye a condicionamientos ecológicos)
    observará cómo en Egipto el faraón era considerado
    un dios dentro de un orden estático pre-establecido,
    identificación que servía para legitimar su autoridad.
    Consecuentemente, esta vinculación puede ser contrastada en
    las fuentes, en "Los textos de las pirámides", se
    observa cómo una vez muerto el faraón es llamado Osiris
    (antes era Orus) (3), vinculado parentalmente a la Eneada de
    dioses (véase importancia de legitimación con dioses, e
    importancia del parentesco como legitimador), en el mismo sentido
    puede ser interpretada la fuente "El rey Kheops y los
    magos"
    , donde el faraón es legitimado por ser hijo de Ra
    (dios de la ciudad de Heliópolis, en ese momento en auge);
    asimismo, en muchas fuentes gráficas (por ejemplo
    "La paleta de Narmer") el faraón aparece de un
    tamaño mucho mayor al de los otros hombres, siendo
    equiparado así a los dioses, en el mismo sentido suele
    aparecer venciendo a un grupo grande de enemigos, quienes no
    pueden siquiera hacerlo preocupar (el faraón es un dios).
    Estas son formas de legitimar ideológicamente a la
    preserncia estatal, de manera que la gente se encontraría
    cediendo por propia voluntad (respondiendo a la pregunta
    disparadora), al ingresar voluntariamente a estas formas
    estatales.

    Por su parte, Marcelo Campagno propone analizar el
    surgimiento del Estado desde una mirada exógena de la
    sociedad, estudiándolo también en términos de
    consenso y coerción, pero dándole mayor énfasis a
    la violencia. Comienza observando cómo en las sociedades de
    jefatura (4) es posible reconocer una diferenciación social,
    a través del análisis de los enterramientos (5)
    (observando diferencias materiales en los ajuares
    funerarios, así como diferentes tamaños de tumbas);
    asimismo en los enterramientos encuentra pautas de la importancia
    del parentesco, al que le otorgará un lugar de máxima
    importancia en la estructuración de la sociedad.
    Coincidiendo con Clastres, Campagno resalta que el parentesco es
    un límite a la institucionalización del poder (por las
    pautas de reciprocidad que supone) (6), por lo que en las
    sociedades parentales es necesario hablar de prestigio; de
    esta manera, el parentesco se convierte en una limitación al
    surgimiento del Estado, que Campagno homologa con el monopolio de la coerción,
    esto es, del poder (7).

    De acuerdo con esto, sugiere la necesidad de tomar un
    enfoque regional para analizar el surgimiento de prácticas
    estatales: entre dos comunidades no hay parentesco, por lo que
    estas prácticas surgirán en los intersticios entre
    estas dos comunidades: para ver cómo surgen estas, Campagno
    observa que entre dos comunidades hay consenso (al comerciar) y
    violencia (al guerrear, lo que según Clastres refuerza la
    identidad de la comunidad),
    por lo que el conflicto es inminente debido
    al potencial de hostilidad entre dos grupos de no-parientes en
    competencia por bienes de prestigio. El
    conflicto típico entre sociedades no estatales no tiene
    pretensión de conquista (lo que permite la recuperación
    de los vencidos, resultando en un tipo de guerras constantes), pero en
    un momento (no determinado, sino eventual) esta guerra toma el carácter de conquista,
    dándose la posibilidad de entablar lasos permanentes por
    fuera del parentesco, lo que implica la capacidad del grupo
    dominante de imponer la coerción. La aparición del
    Estado sería en el intersticio entre dos comunidades
    primero, encontrándose el jefe y la elite de la sociedad
    triunfadora en una doble posición, por un lado como reyes de
    la sociedad dominada (con la capacidad de ejercer poder y exigir
    tributos, tomando formas estatales), y por otro como parientes de
    su sociedad (debiendo mantener en esta las relaciones de
    reciprocidad, que impiden el surgimiento del poder); asimismo
    estos jefe-elite se separarían territorialmente de su
    comunidad, lo que implicaría un relajamiento de las
    prácticas parentales, dando lugar a la consolidación
    del Estado. Es necesario remarcar que la aparición del
    estado es así contingente, no se deduce ni se presupone,
    sino que se produce por condiciones específicas: sociedad de
    jefatura, intercambio de bienes de prestigio, guerras, son
    elementos que pueden permitir la aparición de Estado, pero
    que no lo implican obligatoriamente: el estado no es una fatalidad,
    el resultado de esas condiciones específicas podía ser
    una endémica situación caracterizada por sociedades de
    jefatura en conflicto; se observa así cómo en este
    enfoque la coerción es fundamental, la gente se ve obligada
    a ceder en tanto es dominada por la fuerza.

    Continuando con este enfoque, puede ser trasladado al
    análisis de fuentes: es posible considerar las disputas por
    los bienes de prestigio en los conflictos de la fase Nagada
    II (8) en el Alto Egipto como conflictos entre sociedades de
    jefaturas: registros arqueológicos
    muestran objetos extranjeros (bienes de prestigio) tales como
    mazas, vasos de basalto, cuencos de otras regiones; también
    muestran armas, murallas. Asimismo, los
    atributos de los jefes que se observan en la iconografía de
    las fuentes (lámina XXI del dossier, figuras 8.1, 8.4) tales
    como plumas, mazas, son bienes de prestigio, por lo que la
    estatura, la indumentaria, el tipo de gestos u de objetos que
    portan pueden ser símbolos de que allí
    están representados los jefes; por otra parte, la existencia
    en esta fuente de personajes de menor tamaño y enganchados
    por el cuello puede ser tomada como prisioneros de estos
    conflictos.

    Otra fuente que puede suponer conflicto para la misma
    época es la lámina XI de la tumba de Hieracómpolis
    : se ven dos personajes luchando (y uno que muere), dominio de 3 personas (simboliza
    plural en Egipto, sería el dominio de otra sociedad, el
    monopolio de la coerción), un personaje levantando una maza
    (otro elemento que marca el monopolio de la
    coerción), dominio de animales (esta fuente apareció en
    una tumba, por lo que el personaje enterrado puede ser uno de los
    reyes iniciales, y aquí se está mostrando su fortaleza
    al dominar dos animales). Por otra parte, es posible interpretar
    la integración del Alto y el Bajo Egipto en el comienzo de
    la Dinastía I (hacia el 3000 a.c.), momento en que se
    construye Menfis, en los términos de coerción
    planteados, interpretando así a Menfis como el emplazamiento
    en el que el jefe-rey se sitúa para alejarse de su comunidad
    y romper con los lazos que la ataban a esta, pasando a consolidar
    el dominio del Estado. En la"La paleta de Narmer", fuente
    de éste período, se observan varios elementos
    significativos: el rey Narmer es asociado a figuras animales,
    para representarlo como todopoderoso, levanta una maza como todos
    los reyes, verifica que todos los enemigos hayan muerto y ejecuta
    prisioneros: son todas estas muestras del monopolio de la
    violencia que obtuvo; asimismo aparecen funcionarios (la
    élite). La paleta estaría así dando la imagen que el Estado transmite de
    sí con un rey dotado del monopolio de la coerción: es
    en éste modelo factible ver cómo la gente se ve
    obligada a ceder, debido a que el Estado se les ha impuesto coercitivamente a
    través de dinámicas exógenas a la
    comunidad.

    En conclusión, consenso y coerción son dos
    elementos claves para ver la formación del Estado. Así,
    se han analizado con centralidad dos autores que ponen el
    énfasis en distintas cuestiones, contrastándolos con
    las fuentes, y ha sido demostrado cómo los dos modelos son
    aplicables (9). En consecuencia, y volviendo a lo planteado en la
    introducción, queda
    enfatizado cómo ninguna construcción teórica
    debe ser rechazada, sino al contrario, ver la forma de buscar
    interpretaciones que utilicen a varios de estos modelos con el
    objetivo de lograr comprender cada caso en su especificidad, no
    atándose a un modelo predeterminado. Sólo de esa manera
    se logrará obtener una disciplina histórica
    más acertada, menos dogmática.

     

    Bibliografía

    • Bard, K., "Hacia una interpretación de la
      ideología en la evolución de la
      sociedad compleja" Publicación de la
      cátedra.
    • Campagno, M., "Parentesco, intercambios, conflictos.
      Consideraciones sobre el surgimiento del Estado en Egipto". en
      Daneri Rodrigo A. (ed.), Relaciones de intercambio entre
      Egipto y el Mediterráneo Oriental (IV-I milenio
      a.C,)
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    • Campagno, M., Surgimiento del Estado en Egipto:
      cambios y continuidades en lo ideológico.
      Sin
      Datos."Pesquisas en la sociedad pre-estatal"
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      África. Origen de la civilización y la monarquía
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      University of Arizona Press, 1995. Traducción de Juan
      Manuel Tebes.

     

    Fuentes

    • Dossier de fuentes del
      protodinástico.
    • El rey Kheops y los magos: Kinastía IV, V Reino
      Antiguo
    • Paleta de Narmer: Dinastía I (hacia el 3000
      a.c.)
    • Textos de las pirámides: Dinastía V, VI
      (2700-2200 a.C.) Reino Antiguo .

     

    Notas

    1. "… todo poder de dominación se compone de dos
      elementos indisolublemente unidos que le confieren su fuerza y
      su eficacia: la violencia y el
      consentimiento. Y creemos que de estos dos componentes del
      poder , la fuerza más decisiva no es la violencia de los
      dominadores, sino el consentimiento de los dominados…"
      (Godelier, 1988: p. 467)
    2. "…son dos los factores que determinan hasta
      dónde y con cuánta rapidez cada comunidad recorre
      este camino [de formación del Estado]. El primero,
      ajeno a las personas, son los recursos naturales (…). El
      segundo reside en la mente humana; el poder creativo de la
      imaginación para forjar una ideología peculiar que, a
      través de una diversidad de símbolos y rituales,
      infunde un amplio respeto. Los egipcios pronto
      mostraron dotes excepcionales para ello…" (Kemp, 1992: p.
      47)
    3. Estas identificaciones, y cambios de nombres, son
      explicadas por Cervelló como marcas de
      Poliocularidad, teniendo los reyes egipcios varios
      nombres a lo largo de su vida, padres (dioses), ser hombres,
      dioses, palacio, todo en uno, haciendo referencia todo esto a
      la existencia de relaciones en distintos niveles discursivos
      (así, cuanto más padres y madres tenga un rey,
      más poderoso será)
    4. Concepto que toma de Service, quien en un
      análisis evolucionista los coloca como un
      ‘escalón’ intermedio de paso obligatorio entre
      las bandas y el Estado, aunque Campagno le quita el matiz
      evolucionista y lo usa para demostrar cómo la distancia
      entre la comunidad parental y el Estado no es tan abrupto como
      lo sería sin elementos intermediarios.
    5. Campagno toma esta idea de Bard: "…El simbolismo
      de los entierros no sólo refleja las creencias
      predinásticas en torno a la muerte, las cuales
      proveían un sentido de cohesión social: sugiero que
      esos enterramientos también se volvieron simbólicos
      de los medios de control
      económico y social…"
      (Bard, s/d: 2); asimismo
      también coincide con Bard en que los muertos siguen
      formando parte de la comunidad, resaltando la importancia del
      parentesco, aunque no comparte su mirada endógena del
      surgimiento del Estado a través del control de la riqueza
      agrícola excedentaria y un creciente ‘intercambio
      económico’ (Bard, s/d:10)
    6. "…En relación con el ámbito de la
      gestión
      ‘política’ de las comunidades no-estatales, la
      posición dominante del parentesco implica la presencia de
      un limite que –si bien no se opone a toda forma de
      liderazgo – impide la
      estructuración de una diferenciación social fuerte en
      el interior de la cada comunidad…"
      (Campagno, s/d: p.
      17)
    7. "…La sociedad primitiva es totalidad una en cuanto
      el principio de su unidad no le es exterior: no permite que
      ninguna figura de lo Uno se separe del cuerpo social para
      representarla, para encarnarla como unidad. Por esto el
      criterio de indivisión es fundamentalmente político:
      si el jefe salvaje carece de poder es porque la sociedad no
      acepta que el poder se separe de su ser, que se establezca una
      división entre el que manda y los que obedecen…"
      (Clastres, 1977: 202, resaltado en el original).
    8. La época predinástica en el Valle del Nilo
      es dividida en cuatro fases: Badariense del 4500 al 4000 a.C.,
      Nagada I del 4000 al 3500 a.C., Nagada II del 3500 al 3200
      a.C., y Nagada III del 3200 al 3000 a.C.
    9. Redman da cuenta de las diferentes hipótesis de
      pasaje de la comunidad a la sociedad urbana entre las que
      analiza la hipótesis hidráulica de Wittfogel, la
      hipótesis de Childe (retomada por Liverani) de
      especialización artesanal e irrigación, la
      hipótesis de Lamberg-Karlousky del intercambio a larga
      distancia (todas estas dando primacía a los factores
      endógenos que permitirían la diferenciación
      social y posterior surgimiento del estado), analizando
      finalmente las hipótesis de Carneiro, Diakonoff, Smith y
      Young y de Mc Guire Gibson sobre la importancia de la presión y los conflictos
      poblacionales (también estas dan primacía a los
      factores endógenos). La mayoría de esta adolece de
      caer en un enfoque evolucionista, que no es analizado por
      ausencia de espacio.

     

    Pedro B. Quiroux

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