Conceptualización y clasificaciones de los modelos de democracia digital
- A) Diseño de
la estructura atendiendo a los modelos de trafico de
información - B) Los 4 modelos.
Bellamy, Hoff, Horrocks y Tops - C) La
clasificación de Subirats - D)
Clasificación de los modelos politológicos en
función del uso que pretendan de las
TIC
ABSTRACT
El presente texto pretende
recorrer y discutir algunas de las conceptualizaciones que se han
propuesto para comprender el complejo fenómeno de la
Democracia Digital. Tras una breve introducción en la que se contextualiza la
temática y se señala la importancia de un
léxico común para señalar y definir las
prácticas que se desarrollan en este ámbito, se
plantea una definición para Democracia Digital. En el
resto del texto se presentan y discuten algunas de las propuestas
de clasificación más significativas sobre los
procesos
democráticos en el espacio de flujos que conforma la
Internet.
Lejos de la política diaria, el
advenimiento de sistemas
telemáticos de participación y gestión
ciudadana, la Democracia Digital, se ha presentado en abstracto
como la solución a la actual crisis de
legitimidad, confianza y participación en las estructuras de
las democracias institucionales (representativas y
parlamentarias) que afectan al conjunto de las democracias
institucionales.
Teledemocracia, ciberdemocracia, e-administración, e-democracia, e-gobierno,
gobierno electrónico, gobierno digital, democracia
electrónica, democracia digital… son una
serie de términos que, cada vez con más frecuencia,
forman parte de las noticias,
figuran en los programas
electorales, en las declaraciones de los políticos, en los
planes integrales que
intentan acometer el desarrollo de
"la sociedad de la
información". Sin embargo, existe gran
diferencia entre los significados que se atribuyen a estos
significantes. Una indefinición de términos que
afecta directamente a los planes de desarrollo de las sociedades de
la información pues fácilmente una iniciativa o
actuación pública puede autodenominarse "avance de
la democracia digital" sin que existan parámetros
estándar que la "homologuen" como tal. Tratándose
de actuaciones públicas entraña un riesgo
añadido puesto que tampoco se tienen estándares
validados para evaluar los resultados de las iniciativas que se
acometen.
Bajo el frenesí que marca "el
discurso del
progreso" florecen multitud de iniciativas políticas
de experimentación en democracia digital ante las cuales
resulta difícil construir discursos
críticos, incluso por parte de miembros de la
oposición política. Nadie quiere ser tildado de
oponerse al "progreso" y ser señalado como el responsable
de "perder el tren del progreso" aunque eso conlleve no
preguntarse quien realmente conduce ese tren, ni con que
intenciones, ni siquiera con que gastos a costa
del erario público.
Muy frecuentemente nos encontramos con que las
experiencias son "homologadas" por la autoevaluación ya
sea de la institución promotora, la empresa que
provee el sistema o ambas.
También obtienen el "visto bueno" a través de la
cobertura mediática que obtienen, frecuentemente poco
rigurosa y generalmente centrada en la presentación y no
tanto en el desarrollo (1). Muy infrecuentemente la
homologación llega como consecuencia de una investigación de equipos independientes
(técnicos y sociales) que manejando elementos
teóricos definidos, puedan establecer comparaciones con
otras experiencias y evaluar los grados de éxito o
fracaso de las pruebas.
De hecho puede resultar llamativo que algo tan sensible
para un Estado de Derecho
como los procesos de experimentación de futuribles
sistemas de votación estén tan poco sometidos al
control de las
instituciones
públicas a través del escrutinio de equipos
plurales de expertos reconocidos por su competencia en el
área (tareas inscritas tradicionalmente en el
ámbito universitario). Más bien, estas pruebas son
organizadas y promovidas por empresas en busca
del incipiente negocio del voto telemático y su
realización se encuentra asentada en prácticas de
mercadotecnía donde cobra gran importancia aparecer
favorablemente en prensa y
minusvalorar, cuando no ocultar, los errores o deficiencias del
sistema, en caso de se produzcan (esta afirmación,
así como la variedad de detalles que la matizan se basan
rigurosamente en la experiencia acumulada por los trabajos de
campo realizados en los últimos años en diversas
experiencias entre las que destacan, El Hoyo de Pinares 16 de
marzo 2003, Autonómicas Catalanas noviembre 2003,
Votación del 14 de marzo 2004 en Jun, Elecciones a rector
de la UPV el 24 de marzo 2004, Experiencia de participación ciudadana
MadridParticipa).
En este contexto cabe preguntarse ¿desde que
saberes, discursos y posiciones políticas se analizan y
connotan las experiencias de "democracia Digital"?
Paradójicamente las definiciones en si de
democracia digital (y sus sinónimos) no despiertan grandes
discrepancias a pesar que como definiciones que son, limitan y
dan forma a lo definido. Según el equipo del program on
Information Resources Policy de la Universidad de
Harvard, la democracia digital "se define como el intercambio de
ideas y opiniones propio del proceso
democrático realizado por medio de Internet" (. Es cierto
que la propia estructura de
Internet ha posibilitado una serie de prácticas
democráticas horizontales que suponen una innovación frente a los sistemas
democráticos convencionales, posibilitando cauces para la
participación ciudadana. Pero no es menos cierto, que esta
definición, aunque práctica, no incluye
necesariamente todos los ámbitos informáticos y
telemáticos (intranets) que los estudios de campo
señalan también como experiencias de democracia
digital. Existen diversas formas de utilizar redes telemáticas en
los procesos democráticos, y parece razonable intentar
encontrar una definición que cubra al conjunto de
posibilidades. No solo no todas las formulas se apoyan en
Internet, sino que algunas propuestas combinan elementos
presenciales con elementos informáticos. Así, a lo
largo del presente texto se entenderá por democracia
digital, las diversas realidades y prácticas organizativas
en la gestión de los recursos
(virtuales o geográficos) que le son comunes a la población (ya sea en ámbitos
institucionales o no), siempre que el uso de herramientas
informáticas o telemáticas esté presente en
alguna medida o forma a lo largo del proceso.
Democracia digital. La
democracia a debate.
La democracia digital como espacio de estudios y
pruebas, redefine las propuestas de sistemas democráticos:
¿que sistemas podrían ser considerados como
democracia?, ¿qué posibilidades de
participación, interacción y equilibrio/control de poderes habilitan las
Nuevas
Tecnologías de la Información y la
Comunicación? La imaginación juega un papel
destacado, rescatando diversas propuestas hasta ahora
utópicas. Muchos estudiosos toman como referente
democrático la Grecia
clásica, planteando profundas reflexiones sobre el papel
que desempeña actualmente el modelo de
democracia representativa. Analizando las razones esgrimidas en
su defensa por los teóricos liberales clásicos
(dimensiones del territorio, tamaño de la
población, y falta de conocimiento
cualificado para tomar decisiones responsablemente) cabe
preguntarse: si mediante las TIC el
problema para replantear el modelo de democracia ateniense no
reside ni en las dimensiones del territorio y número de
personas convocadas para emitir voto, ni la imposibilidad de
participar en procesos de deliberación que les permitieran
estar adecuadamente informados para poder
construir su propia opinión, ¿bajo que pretextos se
califica como desarrollo último de la democracia un
sistema de representación parlamentaria y equilibrios de
poderes como el actual? El planteamiento del
problema en estos términos habría hecho las
delicias de teóricos de procesos de democracia directa
como Rousseau.
Desde esta perspectiva neoRusseauniana se podría "recusar"
a los actuales sistemas de democracia representativa
tachándolos de simples apaños temporales, ahora
anacrónicos, en el camino hacía una democracia
capaz de operar y funcionar sobre vastos territorios con elevado
número de habitantes. Sin embargo la respuesta a la
anterior pregunta se complica en la medida que las propuestas
para organizar procesos de democracia a través de redes,
están sustentadas en última instancia en opiniones
políticas. Son las propuestas y modelos que mejor encajan
con las interpretaciones sobre como debe de organizarse el ser
humano en sociedad. Estamos en definitiva ante una
reinvención de parte del contrato social y
de las normas que rigen
y regulan el vivir en sociedad.
Conviene pues revisar algunas propuestas de
clasificación sobre democracia digital, planteadas desde
la consideración de variables muy
diferentes. A la hora de clasificar se pueden utilizar multitud
de parámetros distintos. Se puede plantear una
clasificación a partir de los análisis de la realidad técnica y
sus posibilidades; desde los modelos de democracia construidos a
partir del quehacer politológico; desde las
políticas concretas que se quieran desarrollar y su
relación con las TICs, desde los objetivos a
cumplir en un proyecto de
desarrollo
social que implique el uso de la telemática, ect… Los siguientes intentos
de clasificación pueden entenderse como complementarios y
proporcionan distintos puntos de vista, permitiendo una evaluación
global más completa.
A) Diseño
de la estructura atendiendo a los modelos de trafico de
información.
Una propuesta muy original en sus planteamientos y
útil por la visión de conjunto que aporta, la
encontramos en Jan vanDijk (2000:46). Partiendo desde
teorizaciones propias de la disciplina de
la comunicación realiza una
clasificación teniendo en cuenta la presencia de los
llamados "modelos de tráfico de información" (MTI),
que se refieren a las formas que adoptan las comunicaciones
en el ámbito político entre las unidades locales, o
ciudadanos y el centro, detentador del poder
ejecutivo y legislativo. Podemos distinguir cuatro modelos
básicos:
A) Alocución (allocution): Quizás
la forma más común de comunicación política. Tiene como
característica que la comunicación se establece
en una sola dirección. Se le denomina
alocución a la distribución simultanea de
información a una audiencia de unidades locales
receptoras, desde un centro emisor que tiene la capacidad de
decidir y selecciona la información que se distribuye,
así como los tiempos y la velocidad de
esa distribución. En la democracia tradicional este
modelo es ejercido por los diversos centros de gobierno a
través de los medios de
comunicación de masas. En el mundo de la
telemática, este modelo se sigue utilizando para hacer
públicos anuncios sobre políticas, pero encuentra
un espacio propio en la comunicación a ciudadanos que
utilizan herramientas telemáticas. Es importante hacer
constar que las características de las redes
telemáticas diluyen las diferenciación entre
Alocución y el siguiente modelo de tráfico
de Información, la Consulta.
B) Consulta (consultation): En cierta forma, es
el proceso inverso puesto que son las unidades locales las que
realizan la selección de la información a la
que quieren tener acceso, si bien el centro continua siendo la
fuente de la información y base de
datos de la cual elegir, y por tanto mantiene la capacidad
de determinar que información es distribuida. En las
formas convencionales la consulta se realizaba a través
de las visitas a las hemerotecas, buscando las publicaciones de
informes, el
BOE, ect… Las aplicaciones de TICs han modificado
radicalmente este modelo, encontrando las administraciones
públicas numerosas y novedosas formas de realizarla.
Encontramos varios ejemplos como podrían ser la
publicación de CDROMS, la utilización de servicios
telefónicos automatizados, el acceso a bases de datos
públicas o la cada vez más frecuente
utilización de programas como la Web World Wide
parar hacer accesibles la información a través de
páginas
web.
C) Registro
(registration): Es la recolección de
información por parte del centro, que determina tanto
qué asuntos tienen importancia, como la forma o el
intervalo de tiempo
establecidos para recoger la información requerida. Sin
embargo son las unidades locales las que envían esta
información al centro, puesto que en este proceso son
ellas las productoras de datos, las
fuentes de
información. Bajo este modelo encontramos varias
funciones
clásicas de las administraciones gubernamentales, siendo
parte de su historia el censo de
bienes y
propiedades así como el de habitantes. La actual
recaudación de impuestos,
así como las votaciones también encajan dentro
del modelo de comunicación de registro. En el
ciberespacio este modelo lo encontramos en varias de las
aplicaciones en que se basa el funcionamiento de la e-administración así como en las
propuestas de voto
electrónico o de voto telemático aplicadas ya
sea en votaciones a representantes o en votaciones más
cercanas a perspectivas de democracia directa como
podría ser la participación en un
referéndum.
D) Conversación (conversation): Es el
intercambio de información entre dos o más
unidades locales a través de un medio compartido, sin
pasar necesariamente por un centro. Tienen capacidad para
determinar tanto qué asuntos son los que tienen
importancia, como el tiempo, la forma o la velocidad de la
comunicación establecida entre ellas para el intercambio
de la información. Dentro de la democracia convencional
este modelo se manifiesta en algunas reuniones presenciales de
los políticos con el público, en mesas redondas,
en debates políticos, así como en la extensa gama
de interacciones orales que se establezcan entre los
ciudadanos, los políticos y los cargos
públicos.
Usando los modelos de tráfico de
información en las Comunicaciones Mediante Computadora
(CMC), seríamos capaces de diseñar un primer
esquema con las tres grandes perspectivas, de tipos ideales que
planean sobre el futuro de la democracia digital (Van Dijk,
2000:49). Obviamente este esquema recoge y auna las
características más significativas construyendo
tres tendencias sobre como se organiza el tráfico de
información y cuyos planteamientos pueden considerarse
actualmente en "lucha" por establecer y organizar la actividad en
Internet. Obviamente la realidad se conforma a través de
las múltiples interacciones entre los discursos y usos de
cada una de las tres tendencias. En el presente texto
aprovecharemos esas interacciones como excusa que nos
permitirá introducir una serie de aspectos fundamentales a
considerar en las relaciones entre participación ciudadana
y redes telemáticas.
En la figura 1, mostrada abajo, se representan tres
modelos de democracia digital conforme a la estructura del flujo
de información, teniendo en cuenta los MTI formulados
anteriormente. Se establecen unas líneas entre las
unidades locales y el centro, que reflejan en que sentido se
producen las demandas y los suministros de información.
Los tres paradigmas se
construyen a partir de las diferencias en estos flujos que
ejemplifican qué modelos de tráfico de
información predominan.
A1) El primero, el "modelo de Internet",
se construye desde la horizontalidad en la comunicación.
Como en la propia Internet los centros no tienen capacidad de
control sobre las comunicaciones, los usuarios determinan los
contenidos y las reglas, y en consecuencia predomina el modelo de
conversación junto con la consulta. Las
líneas de suministro y demanda de
información son de igual intensidad entre el centro y las
unidades locales, así como entre las propias unidades. En
este modelo los usuarios cuentan con todo tipo de opciones para
encontrar la fuente de información que les parezca
más adecuada, así como elegir los espacios de
debate que más les interesen. Este modelo supone una
referencia para muchos de los proyectos que
pretenden involucrar al conjunto de la ciudadanía en los procesos de
discusión y toma de
decisiones de la sociedad "que incluso gustarían de
construir una alternativa total a la política
institucional de hoy en día[…]".(vanDijk
2000:49).
Fuente: vanDijk, 2000:49
Este modelo lo podemos encontrar en muchas de las formas
de comunicación que se desarrollan en el marco de Internet
como por ejemplo en el, relativamente nuevo, fenómeno de
expansión de las weblogs,
así como en la
organización de la mayoría de los chats y foros
de todo tipo. Para muchos autores este modelo refleja la organización inicial de las comunicaciones
en la red de redes,
compuesta por una serie de científicos inscritos en la
realidad política del momento (70s y 80s) y que connotaron
a la red como un espacio de libertad donde
las reglas las fija la comunidad (Barlow
1996). Una red en que
los valores
imperantes eran el reflejo de los que tenía la cultura
hacker
(2), una forma de intelectualidad que parte de los mismos
origenes de la red, de como se constituyó la Internet.
Unas formas que han calado en los hábitos de la red a
pesar de los cambios que provocaron la llegada másiva de
nuevos internautas en el primer lustro de los 90 (Castells 1996).
Pero ese cambio en los
usuarios y en consecuencia las nuevas características que
harían de Internet algo más parecido a las
sociedades del mundo real es puesto en duda crecientemente por
interesantes análisis entre los que destaca por su
antigüedad "Vender vino sin botellas. La economía de la mente
en la Red Global (3)" (JP.Barlow 1994). Para muchos
usuarios y teóricos de la red, el funcionamiento "libre" y
horizontal de la red, es la forma "natural" de
organización de la comunicación telemática,
y en consecuencia cuando plantean posibilidades para el futuro de
la democracia a través de sistemas telemáticos,
esta modelización aparece como la única con
sentido. Tras estos postulados nos encontramos con posiciones
políticas divergentes según las
diferenciación clásica entre izquierda y derecha.
Conviven sectores de la extrema izquierda que priorizan la
horizontalidad en las relaciones sociales (teoría
de la Autonomía, más recientemente la amalgama del
movimiento
contra la
globalización capitalista, de los autodenominados
Antagonistas) con sectores liberales que defienden la independencia
del individuo de
cualquier tipo de autoridad
reguladora, ya sea el estado o
las grandes multinacionales. Un lugar común para una parte
importante de los defensores del modelo internet,
más allá de la etiqueta política, se centra
en el convencimiento de que son las propias
características de las redes telemáticas, la
"naturaleza" de
su funcionamiento, la que determinará el desarrollo futuro
de este modelo: la red se compone de nodos independientes que
necesitan cooperar, compartir para poder funcionar. Si un nodo no
coopera puede aprovecharse sin problemas de
las ventajas de la red, pero si la mayoría de los nodos
imita esa conducta la red
se bloquea. En las redes telemáticas en cuanto que redes,
este fenómeno también se produce, siendo la
cooperación (desde muy distintas motivaciones) la base del
funcionamiento de La Red. P.e: la eficiencia
técnica en la calidad de los
programas se consigue compartiendo los desarrollos en programación y contando con las
críticas, sugerencias y demandas de los usuarios. Esta es
una importante temática a considerar, en los debates en la
definición de libertad y democracia en el mundo virtual.
Sin entrar a discutirlos, conviene reconocer la importancia de la
producción intelectual del movimiento
contra patentes (autodenominado por la libertad de conocimiento),
del movimiento por la redefinición de la propiedad
intelectual y del más conocido movimiento de Software
Libre.
A2) El segundo modelo, llamado "modelo de
mercado o
marketing", se corresponde con los procesos de
recuperación (4) de Internet por parte del
sistema capitalista. En el último lustro del siglo XX,
como señala vanDijk, cobraron fuerza una
serie de procesos y que dibujan un marco de comunicaciones en la
red.
– El uso del ordenador creció cuantitativamente,
en número de usuarios y en nuevos sectores sociales,
alcanzando a cada vez más ámbitos, ya fueran
laborales o de ocio. Merced a su expansión en los
países desarrollados, la red se convierte en un excelente
vehículo para las prácticas de mercado
típicas de las sociedades de consumo de
finales del siglo XX, más allá del inicial uso en
transacciones de capitales ligados a bancos y mercados
bursátiles (Kubicek 1997).
Desde entonces y hasta nuestros días se plantea
la necesidad de regular de algún modo el tráfico de
información, de establecer algunas nuevas pautas en la
estructura, que acaben con algunas indefiniciones que la red
genera en torno a las
identidades de usuarios, origen de correos, veracidad de las
informaciones que circulan, ect… Algunas de estas
prácticas afectan principalmente a gobiernos o
corporaciones que pierden poder en la horizontalidad del
ciberespacio de Internet. Otras afectan al conjunto de los
usuarios: imitando el modelo de promociones comerciales a
través del correo postal de EEUU, nace y se extiende hasta
nuestros días el spam, o correo
electrónico enviado masivamente, que pocas veces
responde a una solicitud previa y que supone un verdadero
problema para muchos usuarios de correo electrónico. Ambos
ámbitos de consideraciones se entremezclan en un debate
acerca el tipo de regulación que sería conveniente
y que instituciones deberían ejercerla, siendo muy extenso
el abanico de opciones: estados, empresas, organismos
internacionales… ninguna. (McLaughlin 2003, Almeida 2004,
www.kriptopolis.com).
Complementariamente a lo anterior se observan
múltiples iniciativas (no siempre legales) de gobiernos y
multinacionales para acabar con la anarquía y descentralización que estructura la Red.
Desde iniciativas ya históricas como el Clipper
Chip de EEUU, la prohibición o limitación del
uso de criptografía, o más recientemente en
el Estado
Español
leyes como la
LSSIce o el DNI (Documento Nacional de Identificación)
electrónico muestran un intento de controlar social y
políticamente un espacio sobre cuyas prácticas
virtuales parecen tener menos control que sobre la "vida real".
Un documento que tan solo se centra en las maniobras
gubernamentales y aún así resulta muy esclarecedor
sobre estas prácticas y sus posibles motivaciones lo
encontramos en "Cripto como los informáticos libertarios
vencieron al gobierno y salvaguardaron la intimidad" de Steven
Levy (2001) editor de Wired. Tras los ataques venganza del
11 de Septiembre, siguiendo al "consenso" social en torno al
paradigma
"menos derechos por
más seguridad"
impulsado por los sectores de extrema derecha de la
administración de G. W. Bush, estas iniciativas
cobraron notoriedad política y legitimidad pública
reforzando la argumentación (y las políticas
concretas) de quienes pretenden recortar ciberderechos a cambio
de una supuesta mejoría de la seguridad (J.D.Carracedo
2002).
En este marco histórico la tendencia del "modelo
de marketing"
pretende configurar la Internet de forma similar al resto de
tecnologías de comunicación de masas, siguiendo las
directrices básicas del modelo de difusión
(broadcasting model) que es el modelo clásico de
comunicación que podemos encontrar en la radio, los
periódicos o la
televisión: en él existe un emisor productor
del contenido, y varios receptores casi sin capacidad de
decisión sobre la información recibida. En el caso
de la Internet se añaden ciertas capacidades de
interactividad. Una interactividad que sin embargo, lejos de
plantearse horizontalmente según el modelo de
Internet, se estructura limitándola conforme a este
modelo de difusión, planteando una utilización
mercantilista y aislacionista del individuo, como desarrollan y
ejemplifican numerosos autores entre ellos Webster y Robins
(1998)
El modelo de marketing es una
proyección telemática de los esquemas de
difusión clásicos de los medios de
comunicación utilizados por las autoridades
institucionales o por las empresas que son las que controlan y
deciden la información que será distribuida. En el
ciberespacio el modelo de marketing o mercado se ajusta
por ejemplo a las televisiones interactivas, o las "utilidades"
que se pueden conseguir a través de los modernos
teléfonos móviles. En la anterior figura 1 se puede
observar que el mayor tráfico de información es el
suministro al usuario, y la interactividad es simplemente la
respuesta del usuario, la elección del producto
elegido. En consecuencia se utiliza principalmente la
alocución dentro de los modelos de tráfico
de información, si bien existe en el diseño de la
estructura un pequeño canal para recibir la
información con la respuesta de los usuarios. Este canal
no solo permite al usuario elegir entre las opciones ofertadas,
sino que irá conformando su perfil como consumidor, a
través de procesos de clasificación que
permitirán una selección cada vez más
efectiva de los productos que
ofertar a cada usuario (Gandy 1996). Este esquema de
organización del flujo de información goza
actualmente de gran expansión, ya que suele predominar en
las páginas web comerciales, que constituyen una parte
importante de los sitios de la red. Como plantea vanDijk
(2000:50) "en el aspecto económico [este modelo]
significaría que los llamados servicios interactivos de
información, entretenimiento y transacciones copan la
mayor parte del tráfico de las autopistas de la
información […]. En el aspecto político este
modelo significaría la predominancia de campañas de
información por parte de gobiernos, administraciones
públicas, partidos
políticos, y principalmente, de todo tipo de grupos de
presión ya fueran empresariales o ciudadanos. En
periodo electoral, casi continuamente, los anuncios o
campañas políticas high-tech, todavía
seguirían definiendo la cara pública de la
política a través de técnicas
de mercado político sobre electorado altamente
selectivas".
A3) Por último dentro de las
clasificaciones del ciberespacio en función de
los tráficos de flujo de información cabe
señalar el "modelo infocrático" que
centra sus esfuerzos en la máxima eficiencia en el manejo
de datos modernizando los sistemas de burocracias. Unos sistemas
que se extienden por toda la sociedad modernizando las
burocracias de las administraciones públicas, las
empresas, los partidos políticos, ect… En un mundo
hiperconectado donde cada vez más actividades dejan huella
digital, la recogida, clasificación, evaluación y
selección de esa información permite una mejor
gestión de los recursos así como una planificación más adecuada de las
políticas a realizar. Como apunta Lyon (2002); en aras de
la eficiencia, las info-burocracias intercambian o compiten por
la información sin que el sujeto privado pueda opinar o
incluso tenga conocimiento de la existencia de estas bases de
datos. El desarrollo del capitalismo
racional-burocrático establece como intrínseco en
su funcionamiento prácticas de vigilancia
informáticas (datavigilancia) que conforman lo que Lyon
denomina las sociedades de la vigilancia. Estas tendencias pueden
condicionar o incluso limitar el desarrollo de algunos
ciberderechos afectando a las propuestas de democracia digital
(Carracedo et al, 2003)
En el "modelo infocrático" como se aprecia en el
figura 1 la relación entre el centro y las unidades
locales están guiadas por fuertes suministros de
información desde las unidades locales al centro siendo
registro el principal modelo de tráfico de
información. Este modelo encaja con las directrices que
actualmente predominan en la administración
pública que se ven reforzadas por la aplicación
de las TICs: censos de personas y bienes, recogida de impuestos o
la administración de servicios sociales.
Desde la perspectiva política, el modelo
infocrático responde a los discursos que identifican la
actual crisis de la democracia con la incapacidad de acción
de los gestores y los problemas de eficiencia. Según este
esquema una vez que se ha dado por terminada la historia y solo
queda el modelo económico del capitalismo, no se trata
tanto de que opciones políticas gobiernen sino del nivel y
profesionalidad que tengan los políticos como gestores.
Como respuesta al creciente enajenamiento de los ciudadanos de
sus instituciones, resaltan la necesidad de implementar procedimientos
que faciliten una adecuada gestión del sistema. Desde esta
perspectiva se entiende a la ciudadanía como un mercado
que "consume" los servicios, en el cual las TIC juegan un papel
fundamental para proveer a los gobiernos con información
contrastada que les indiquen las demandas ciudadanas que han de
satisfacer. Una parte importante del actual diseño de
planes para digitalizar la gestión de las administraciones
públicas se basa por tanto en utilizar las TICs para
almacenar, clasificar y evaluar la mayor cantidad posible de
información sobre los ciudadanos a los que se
gobierna.
Cabe señalar que la sistematización de
estas prácticas de recogida de información facilita
la institución de lo que Mark Poster denominó el
SuperPanóptico, que no sería sino la
extensión telemática del modelo de disciplinamiento
social que identificó Foucault (1976),
y cuya desarrollo material alcanza crecientemente a la
mayoría de las facetas de la infoesfera (JDCarracedo,
2002a). Sin reiterar en exceso, conviene aquí recordar
como el corpus teórico de la vigilancia le atribuye
también a esta una serie de características
positivas en cuanto que al incrementar de forma espectacular las
fuentes de
información, los inputs que se manejan sobre la realidad,
permiten dinamizar las gestiones y aumentar su eficacia. En
sobre estas últimas cualidades sobre las cuales se basa,
al menos públicamente, la apuesta por este modelo de
organización de las comunicaciones. Conviene resaltar que
en cuanto que complementarios en la apuesta política que
subyace en su actual implementación, tanto el modelo de
marketing como el infocrático corren parejo en lo relativo
a su despliegue en la infraestructura tecnológica y en el
tipo de hábitos de uso de los computadores (educación) que se
fomentan para la gran mayoría de usuarios.
También bajo este modelo infocrático, asi
como desde otra concepción sobre la ciudadanía
más comunitaria y/o socialdemócratas (según
la clasificación de Horrocks et al, 2000 que desarrollamos
a continuación), hay que situar aplicaciones
diseñadas para permitir al usuario, no solo ampliar la
transparencia y comprensión de los mecanismos y razones
que rigen la gestión de la administración, sino que
incluso facilitarían y permitirían que la
opinión de los usuarios fuera tenida en cuenta. Si la
ciudadanía no es simplemente "gobernada" sino que se
entiende que efectivamente es la depositaria de la soberanía, se han de promover mecanismos
que permitieran a la esta ejercer más efectivamente esa
cualidad. Por ejemplo las votaciones telemáticas en cuanto
a tráfico de información siguen la pauta de
registro (que el el MTI que sirve de base a la
definición del modelo infocrático). En este modelo
infocrático también habría pues lugar para
sistemas de votación telemáticos que indicaran o
incluso determinaran las estrategias o
decisiones tomadas en el ámbito de los servicios que
presta la administración. Sin embargo, estas votaciones
(su frecuencia, su carácter vinculante o no, el como se decida
la pregunta) se pueden proponer dentro de modelos de democracia
que tienen distintos objetivos y diferentes pretensiones en
cuanto al uso y potencialidades de las TICs.
B) Los 4 modelos. Bellamy,
Hoff, Horrocks y Tops.
Otra modelización sobre posibilidades de
democracia digital construida desde esquemas clásicos de
la politología, es presentada por estos tres autores,
siendo utilizada, complementada y ampliada por las investigaciones
de otros autores a lo largo del libro
"Democratic governance and new technology". Este detalle pasa
generalmente desapercibido en las citas y menciones a este
artículo perdiendo la enriquecedora perspectiva colectiva
que incorpora este libro. En el esquema que presentan estos
autores, ellos identifican cuatro modelos de democracia,
utilizando el término modelo según la connota Held
como "la edificación de un conjunto de constructos
teóricos para señalar los elementos principales de
las formulaciones democráticas y la estructura de
relaciones que subyace" (Horrocks et al. 2000:5).
Estos cuatro modelos, son el fruto del estudio de los
diversos análisis politológicos sobre las crisis de
los sistemas de representación y los cambios que han
provocado en los procedimientos
administrativos. Según los autores, los cuatro modelos
se sitúan "en competencia por la hegemonía dentro
de los actuales procesos de reestructuración y
redefinición de la democracia occidental. Cada uno de
estos modelos parecen combinar -de forma más o menos
explicita- ideas sobre los usos de las TIC y algunas concepciones
sobre la ciudadanía que representan ciertos valores
políticos, así como ciertas ideas sobre el
engranaje político/la gobernanza democrática que a
su vez representan normas procedimentales democráticas
concretas" (ibid). Todo lo anterior connota y estructura las
visiones globales del hecho político que defiende cada uno
de los modelos, que según estos autores provocan notables
diferencias en lo denominan Innovaciones Mediadas
Tecnológicamente en las Prácticas Políticas
(por su siglas en ingles TMIPP). Los cuatro modelos propuestos
son: la democracia de consumidores, la demo-elitista o
neo-corporativista, la neo-republicana y la cyberdemocracia.
Sobre estos modelos trabajan a lo largo del libro estableciendo
una serie de elementos de clasificación que los
diferencian: la visión de la ciudadanía, valor
democrático dominante, el principal nexo político,
la forma central de participación política, los
principales intermediarios políticos, forma
característica de procedimiento,
las principales aplicaciones de TIC puestas en juego, los
asuntos políticos que acaparan la atención y las ambiguedades principales del
sistema democrático.
Siguiendo fielmente las explicaciones contenidas en el
articulo "modelando la democracia electrónica" de
Christine Bellamy, pasemos a explicar como son constituidos estos
cuatro modelos:
- La democracia de consumidores.
Según esta autora este modelo comparte con el
demo-elitista una aceptación acrítica de varios de
los rasgos de las democracias constitucionales, incluyendo el
papel de las instituciones parlamentarias, las elecciones y los
partidos políticos. Además, esto se compatibiliza
con el claro entendimiento de que para la mayoría de los
electores los asuntos de el estado moderno ocupan en su escala de
prioridades un nivel bastante inferior a asuntos que
atañen directamente a la familia, el
hogar y el trabajo.
Ambos modelos otorgan gran importancia estratégica a la
expansión de la burocracia
estatal, si bien para el modelo de democracia consumerista la
principal prioridad es proporcionar mas información a los
individuos, más posibilidades de elección y con
ello más poder en su relación con la burocracia.
También a diferencia del modelo demo-elitista, esta
apuesta por la burocracia tiene como objetivo
puentear las viejas estructuras parlamentarias, para recentrar el
nexo político en una relación directa entre los
individuos y los servicios prestados por la
administración. Se pasa de un nexo político a un
nexo de consumo; de un nexo formado alrededor de los procesos
electorales y parlamentarios a un nexo basado principalmente en
el consumo de servicios
públicos. Este aumento de la capacidad de control de
los individuos sobre la administración,
ideológicamente no responde tanto a los movimientos
civiles democratizadores de los setenta y ochenta, sino a los
planteamientos de la Nueva Derecha (New Right) de los noventa que
promueve la introducción de los mecanismos y la lógica
de mercado en la gestión de los servicios públicos.
Como muy acertadamente señala Bellamy es la
transición del homo publicus al homo
economicus.
Como heredera del "utilitarismo" mantiene una
concepción de la democracia liberal en la cual los
intereses de los individuos tan solo serán defendidos por
ellos mismos en la medida que tengan capacidades para hacerlo, y
por tanto se asegura que todos los ciudadanos tengan los mismo
derechos políticos. Dentro del sistema administrativo
moderno esto implica una gran capacidad de demandar
información sobre la gestión de servicios
públicos. Este modelo establece como forma
característica de procedimiento el enfasis en un adecuado
flujo de información para los consumidores, que les
permita desarrollar las capacidades de elección entre los
distintos servicios públicos, determinando cuales
funcionan y satisfacen al consumidor y cuales no. Según
este modelo esto constituye una poderosa herramienta para
defenderse de las imposiciones de la burocracia clásica, y
convierte al ciudadano en "poderosos clientes del
gobierno".
En este contexto, llama la atención cuan
lógica resulta la necesidad del gobierno de implantar
sistemas de recuperación de información sobre las
opciones de los consumidores (datavigilancia), para estar
también en disposición de establecer sus propias
evaluaciones sobre los servicios, en función de los
perfiles que tengan los consumidores.
- La democracia demo-elitista.
Al igual que el modelo de consumidores, evalúa
negativamente el papel de la opinión
pública como generador de agendas políticas
efectivas, otorgandole un papel más de control y legitimación de la acción de
gobierno que de dirección política. Según
este modelo la sociedad civil ya
no funciona como una esfera de asociaciones espontáneas,
no reguladas, claramente separadas del estado, sino que
actualmente se organiza como una extensiva red en la que el
estado ocupa una posición privilegiada, siendo la red
más fuerte. Como modelo de democracia digital, el
demo-elitismo se preocupa de reforzar y abrir flujos de
comunicación vertical, en detrimento de los horizontales:
entre los votantes y sus representantes, entre las instituciones
representativas y el gobierno; entre el gobierno y las elites
externas…
Este modelo, que tiene su origen en el pensamiento
socialdemócrata, considera que la legitimación
popular en el estado de bienestar moderno depende crecientemente
en los resultados de las políticas aplicadas y menos en el
consenso social sobre las normas de procedimiento, como sostiene
la tradición liberal. Para conseguir políticas
efectivas que optimicen las capacidades y devengan en mejoras del
conjunto de la sociedad, en este modelo se apuesta fuertemente
por las reuniones de expertos, que representando a distintos
grupos de
interés, acierten en diseñar
políticas que efectivamente consigan legitimación
popular.
Así el modelo demoelitista, a diferencia de la
democracia de consumidores, tiene una visión de la
ciudadanía pluralista: entiende que se compone de
individuos que se agrupan en torno a intereses diversos, formando
asociaciones cuyos objetivos son el reflejo de la variedad de
preferencias en cuanto a estilos de vida y valores sociales.
Estas extensas redes de asociaciones y grupos de interés
liderados por elites de electores activos son el
medio para facilitar la renovación de los acuerdos de
cooperación social y la adaptación de nuevas
políticas, de forma que la legitimación social se
mantenga. En este contexto el uso de las nuevas
tecnologías tiene el potencial para hacer crecer y
vertebrar internamente estas redes ciudadanas, haciendo que las
reclamaciones de sus representantes y expertos no solo
estén mejor elaboradas sino que puedan conseguir el mayor
respaldo social posible.
Paralelamente las TIC son conceptualizadas como
herramientas que han de revitalizar la calidad democrática
de la política electoral, reforzando a su vez la
legitimidad del sistema de democracia representativa: colgar en
Internet las votaciones de cada diputado, sus propuestas
políticas, incluso innovaciones para ofrecer al electorado
oportunidades de participación, desde conversaciones
interactivas con representantes, a la organización de
foros ciudadanos que puedan servir de referencia a los
representantes a la hora de determinar sus políticas. El
uso de las TIC también alienta originales propuestas: para
reducir los índices de abstención, el gobierno
británico (Ministerio de Transporte)
propuso la posibilidad de montar puestos de votación en
"nuevos" lugares (supermercados, estaciones de tren).
De forma un tanto pesimista Bellamy no deja de advertir
sobre los mecanismos que pueden degenerar este modelo en una
forma de gobierno oligarca, con elites autoperpetuadas situadas
cada vez más al margen del control de los electores que se
suponen representan.
- La democracia neo-republicana.
De origen social-democrata y republicano, este modelo de
democracia electrónica comparte con él anterior, la
apuesta por un asociacionismo plural y rico. Sin embargo, su
punto de partida no es tanto una legitimación del
gobierno, la apertura de las elites o el funcionamiento de las
políticas públicas, sino una preocupación
por la calidad de la participación fundamentalmente a
nivel micro y local. Así se concibe a una
ciudadanía activa en constituir una sociedad justa e
igualitaría constituyendo las bases de tres importantes
bases de pensamiento político. El primero es considerar
que la racionalidad el contrato social
no es solo un conjunto de reglas para evitar el caos, como
defendería la tradición liberal, sino que los
individuos comparten entre si una serie de valores con que tienen
un origen común, cultural.
La segunda es la idea de ciudadanía como una
virtud cívica, según las concepciones que dominaban
el pensamiento político en Atenas. partiendo de los
planteamientos de Aristóteles sobre una vida virtuosa en la
cual el ciudadano tiene la posibilidad de desarrollar sus
capacidades, siendo una fundamental la de conciliar sus deseos e
intereses con los de los otros ciudadanos. Así la
más alta virtud consistía en participar en los
procesos de toma de decisiones de la Polis, siendo denominado
"idiota" aquel que se desentendía de estos deberes. Los
"recientes" conceptos de democracia participativa o democracia
activa, tendrían su origen en estas concepciones sobre la
ciudadanía.
La tercera idea sobre la que se asienta el modelo
neo-republicano, se asienta, según Bellamy, en el
"Marxismo
humanista" y en la izquierda radical. Estas ideas se asientan
sobre el convencimiento de que el re-establecimiento de una
sociedad civil autónoma sería profundamente
subversiva para el estado moderno, retando su extensiva
dominación sobre las formas económicas, culturales
y políticas.
Como modelo de democracia en la sociedad de la
información apuesta por una traslación
telemática de las principales características de la
democracia ateniense, básicamente los procesos de
deliberación previos a la toma de una decisión. A
través de las TIC es posible la creación un espacio
público de encuentro social virtual, un ágora
virtual donde el debate permanente forme ciudadanos conscientes y
responsables (educados, en términos de Rousseau). Todo
este proyecto se basa en la convicción de que las nuevas
tecnologías de la comunicación son radicalmente
diferentes a las que había hasta ahora, es decir durante
"la primera edad de los medios de
comunicación" (5).
El modelo neo-republicano puede ser dividido en dos, en
función de las aspiraciones de quienes lo adoptan. Por un
lado hemos de considerar como parte del discurso neo-republicano
ha calado en parte de los nuevos movimientos sociales. Para estos
movimientos de oposición las TIC representan la
posibilidad real de extender socialmente la "contracultura": las
TIC sirven para hacer circular sus planteamientos
políticos, así como organizar y dar difusión
a las acciones de
protesta.
En un espectro político diferente, el discurso
neorepublicano también se ha incorporado fuertemente al
nuevo comunitarismo de los movimientos de redes cívicas,
con propuestas de asambleas plenarias locales a través de
redes. La mayoría de la experiencias que siguen este
patrón cabe situarlas al nivel local, reinventando la
democracia con experiencias diversas.
Por último conviene resaltar que este modelo esta
sujeto a territorios definidos geográficamente muy ligados
a las realidades de las instituciones locales.
- La ciberdemocracia.
Este modelo aún está perfilándose
si bien existen una serie de rasgos que a juicio de Bellamy lo
hacen distinguible de forma suficiente para constituir un modelo.
Al contrario del modelo anterior, las prácticas del modelo
de ciberdemocracia no están ligadas a territorios
geográficamente definidos, por lo que todos los
ámbitos de intermediación son virtuales. La
ausencia de territorialidad geográfica resulta una de las
cuestiones más problemáticas en los análisis
de este modelo. Las redes de ciudadanos se organizan
temáticamente, en función de sus inquietudes e
intereses. La identidad,
objeto y sujeto de análisis de la postmodernidad, surge como concepto
fundamental en el estudio de las dinámicas sociales en
redes telemáticas. La red de comunicaciones y las reglas
de las comunidades en Internet, a través de las cuales las
identidades son formadas y reconocidas, nos aportan a su vez
elementos de análisis para sopesar su significación
política. Una primera consecuencia implica replantear el
axioma de que la democracia se articula a través del
conjunto establecido y conocido de normas de procedimiento.
también es importante en como afecta al significado de
información y comunicación. Los otros tres modelos
previos se acercan a las tecnologías de la
comunicación y la información en la medida que
constituyen recursos materiales. El
modelo de ciberdemocracia dirige su atención al contenido,
a los signos y
significados intrínsecos en los formatos y estructuras de
las comunicación digitales. Este modelo problematiza la
información y sus comunicaciones como políticas y
por tanto como un importante fenómeno. Por ejemplo,
según nuestra consideración, parte del movimiento
contra la globalización capitalista encuentra en la
naturaleza de la red un entorno favorable: las TICs facilitan la
expansión de sus planteamientos de procedimiento
político, como son las formas de organización
horizontales, descentralizadas y cooperativas.
Fuente: Hoff, Horrocks, Tops et al,
2000:184
Hasta aquí una somera explicación de unos
modelos que fueron formulados desde la politología. El
gráfico anterior es fruto de los trabajos de campo
desarrollados a lo largo del libro y pretende mostrar las
diferencias entre los distintos modelos destacando donde ponen
los énfasis cada modelo.
Como plantean los autores en el libro estos modelos,
intentan clasificar tendencias en competencia, pero resultan
limitados intentando abarcar una realidad difusa y dinámica en la cual resulta difícil
distinguir claramente los modelos propuestos con la realidades
del conjunto de estados modernos. En los dos primeros modelos
porque "elementos básicos del modelo de democracia de
consumo también se ponen en escena y aparentemente
están interrelacionados con los del modelo demo-elitista"
(Horrocks y otros, 2000:185). Esta dificultad se acentúa
con los modelos neo-republicano y ciberdemocrático por
causas distintas. Del último modelo encontramos numerosos
ejemplos en el funcionamiento interno de comunidades o
asociaciones online, pero raramente están relacionados con
la gestión de recursos asentados en un territorio
geográfico, es decir, conforme a la organización
actual del sistema
político.
Cabe destacar el acierto el establecer un termino (las
Innovaciones Mediadas Tecnológicamente en las Practicas
Políticas (TMIPP)) para connotar políticamente la
inicial ambigüedad de toda tecnología hasta que
se le da un uso concreto. Sin
embargo falta una descripción más detallada de cuales
son estas TMIPP, y como son utilizadas por cada modelo.
Está claro que dependiendo de los modelos, se
potenciará unas sobre otras o incluso la
utilización de una misma tecnología podrá
ser dispar, cobrando distinta relevancia
política.
También faltaría mayores matices en alguno
de los modelos, pues pueden representar opciones políticas
muy diferentes. Por ejemplo en el ámbito del modelo de
ciberdemocracia podemos observar corrientes políticas
opuestas que lo hacen suyo: el que fue candidato a la presidencia
Norteamericana en 1996, el multimillonario Ross Pertot, apostaba
por una democracia plebiscitaría basada en Internet. No
resulta difícil comparar y localizar substanciales
diferencias entre estas propuestas de democracia y las que
guían y organizan a la comunidad que produce software
libre, cuyo énfasis está más en el
intercambio de información y la
deliberación.
C) La clasificación de
Subirats.
El anterior esquema de investigación en cuanto
que modeliza, encuentra problemas de consonancía con la
realidad. Esto en parte es subsanado por Joan Subirat en su
articulo "los dilemas de una relación inevitable" en el
cual basándose en la literatura que sustenta los
modelos de Bellamy, los articula de forma más cercana a la
realidad, huyendo de modelos que necesitan necesariamente una
caracterización. Otra novedad aportada por su articulo,
tras un ilustrativa introducción donde aborda los
problemas de legitimidad y crisis a los que se enfrentan las
democracias actuales, consiste en una clasificación cuyo
acierto reside en que construye un "mapa" que permite identificar
espacialmente la diferencia entre las distintas apuestas
teóricas. Para ello utiliza elementos propios de la
disciplina de la politología e introduce división
entre: las políticas que se ejecutan (en ingles, Policy);
y la política referida a las estructuras que sustentan el
estado moderno y que por tanto articulan las relaciones entre la
ciudadanía y el estado (en ingles, Polity). De forma
más difusa, el segundo criterio de distinción, "lo
tendríamos si consideramos sólo procesos de mejora
y de innovación dentro del actual marco constitucional y
político característico de las actuales democracias
parlamentarias europeas, o bien si estamos dispuestos, en un
marco democrático, a explotar vías alternativas de
tomar decisiones y pensar y gestionar políticas, que
incorporen más directamente a la ciudadanía y que
asuman el pluralismo inherente a una concepción abierta de
las responsabilidades colectivas y de los espacios
públicos".
El esquema queda como sigue:
La describir las 4 categorías Subirats se centra
en los discursos y prácticas que sustentan cada una de
ellas. Las dos primeras categorías se establecen de forma
muy similar a los modelos propuestos por Bellamy (democracia de
consumo y el democracia demo-elitista) siendo muy acertada la
separación introducida por la distinción
policy-polity. A la tercera categoría la define
como "la urdimbre cívica" bajo la que se situarían
la pluralidad de asociaciones, comunidades, colectivos e
individuos que en cuanto a ciudadanía activa construye a
la vez que reclama su participación en el ágora
pública, encontrando en el espacio de flujos de Internet
unas posibilidades que utiliza intensiva y extensivamente, desde
labores de difusión a tareas de autoorganización. A
nuestro juicio esta categoría no solo incorpora elementos
del modelo Neo-republicano, sino que también podría
abarcar algunas de las prácticas deliberativas y de
autogestión, des-territorializadas geográficamente
propias del modelo Ciberdemocrático. Un buen ejemplo de
urdimbre cívica lo encontramos de nuevo en los
movimientos alterglobalización (más
comúnmente conocidos como contra la globalización
capitalista) el cual en cuanto que compuesto por ciudadanos
activos pretenden la modificación de una seríe de
prácticas políticas, utilizando la red como difusor
de sus convocatorias y acciones, pero también como espacio
de debate, deliberación y toma de decisiones, con
metodologías divergentes de las normas procedimentales
clásicas de la democracia constitucional.
La cuarta categoría está situada en el
grado más alto de innovación democrática y
en el ámbito de la polity, y en el texto se nos
plantea acertadamente bajo una pregunta "la democracia directa,
¿una nueva alternativa?". El texto comienza rescatando las
discusiones teóricas en torno a la instauración de
los sistemas de democracia representativa, cuestionados hoy por
las capacidades de las TIC, y resumidas básicamente en
dos: tamaño de la "demos" (de la asamblea de ciudadanos) y
cuestionamiento de las competencias
intelectuales
del conjunto de la población sobre los temas a discutir,
dada la complejidad de los mismos.
A partir de ahí el texto reflexiona sobre la
problemática politológica que se despliega en torno
a la implementación de fórmulas de democracia
directa en sustitución de los sistemas de democracia
representativa. Así pues esta formulación se
plantea de forma totalmente distinta al modelo de ciberdemocracia
al situar el estudio de las prácticas de Democracia
Directa desde la óptica
de la gestión del estado y sus instituciones y no tanto
desde la perspectiva que generan el estudio del funcionamiento de
las comunidades en los espacios virtuales.
La formulación gráfica propuesta por
Subirats tiene la ventaja de situar espacialmente
categorías en función de variables, de forma que
permite una visualización inmediata de las diferencias. La
desventaja consiste precisamente en este método
gráfico, que siempre nos obliga a centrarnos en unas
características concretas de cada modelo, perdiendo una
visión más general. El problema surge a posteriori:
una vez interiorizado el esquema resulta difícil
deconstruirlo recordando y poniendo de juego de nuevo los matices
ignorados.
El anterior comentario cobra significado claro cuando
prestamos atención a la cuarta categoría, "procesos
de democracia directa" que a nuestro juicio resulta demasiado
ambigua, pues como se ha ejemplificado anteriormente podemos
encuadrar en este espacio propuestas muy diferenciadas tanto en
su tendencias políticas como en sus bases
politológicas. En el siguiente clasificación
encontramos una formula que solventa en parte este
problema.
D) Clasificación de
los modelos politológicos en función del uso que
pretendan de las TIC.
Contemporaneamente al trabajo de
Horrocks et al (año 2000), el autor holandés
vanDijk utilizó los modelos ideales o tipo
de democracia descritos por David Held en
su libro Models of Democracy (1987) que distingue nueve tipos:
classical, protective, developmental, autonomy, legalist,
competitive, pluralist, participatory, and plebiscitary. En
la tarea de situar estos modelos en el ámbito de las
nuevas tecnologías y analizar de sus usos y consecuencias,
Jan van Dijk descarta las tres primeras tipologías, por
considerar que no tienen posible proyección digital.
Modifica la cuarta y la llama libertarian (para recoger
las transformaciones que se han introducido en este modelo por la
práctica de Internet). Y finalmente mantiene las otras
cinco, analizando que perspectivas se despliegan en ellas a
raíz de la introducción de las TIC. Todo esto lo
hace con una doble perspectiva analítica; Primero intenta
dilucidar que objetivos se perseguirían en cada modelo
mediante la utilización de las TIC (si el objetivo
principal sería la reflexión y formación de
opinión (opinion formation) o la toma de decisiones
(decision making). El segundo parámetro es el medio
principal por el cual se organiza y expresa naturalmente ese
sistema democrático (democracia representativa o
democracia directa). Por cuestiones de espacio, en este texto
para el Congreso VotoBit, omitimos gran parte de las
explicaciones de los modelos legalista y competitivo.
Según van Dijk la descripción de las
tipologías sería como sigue:
Legalista y Competitivo. Son modelos que niegan
totalmente los procesos de democracia directa. Se enfatiza el
principio de que la mayoría determina y decida. Siempre
salvaguardando el ejercicio de los derechos ciudadanos
básicos, cuya garantía es tarea principal del
sistema. En ambos la existencia de partidos es fundamental. Las
instituciones políticas y administrativas han de ser
buenos gestores y lo más pequeñas posibles.
Según los defensores de este modelo, las TIC
proporcionan ayuda para resolver el principal problema de este
modelo: la escasez de
información y contacto con la ciudadanía, por
culpa de la creciente complejidad del sistema y la
obstrucción de una burocracia anquilosada. Las TIC
ayudan a comunicarse mejor con la ciudadanía y por tanto
ayudan a la toma de decisiones más acertadas. En el caso
de la competitiva gana peso la relevancia de los líderes
políticos y se potencia su
popularidad. Las TIC ayudarían en la elección de
candidatos así como en proporcionar información
sobre las campañas. También darían
información sobre la posterior gestión que
realizan los electos. Se potencia los procesos de
registro (ventanilla electrónica) que necesita la
administración para consolidar un gobierno fuerte y
estable. Otras formas de registro y
conversación como encuestas
electrónicas, conferencias interactivas o sesiones
electrónicas del ayuntamiento, son usadas en la medida
que refuerzan la popularidad del líder.
Plebiscitaria. El uso de canales de
comunicación directa entre los lideres políticos
y la ciudadanía puede transformar la actual percepción de la política y la
democracia. De hecho el propio modelo de democracia
plebiscitaria, sufre modificaciones conceptuales por la
implementación de las TIC. Los canales son usados para
amplificar la voz del pueblo. En este modelo lo óptimo
sería que se tomaran las menos decisiones posibles por
parte de los representantes políticos. Se basa,
crecientemente, en nociones de democracia directa. El modelo a
imitar es el ágora ateniense, el foro romano y algunos casos de
ciudades del principio del renacimiento en
el norte de Italia (si bien
relegando en importancia los procesos de deliberación
colectiva. Para sus defensores la actual primacía del
gobierno y sus instituciones en crisis no debe de ser salvado a
toda costa. Debe sustituirle un sistema que exprese el sentir
de los ciudadanos (para algunos también la voluntad de
los consumidores y desde ahí se ponen los ejemplos). En
cuanto al uso de las TIC, el acento se pone en la posibilidad
de que toda la ciudadanía ejerza al máximo el
derecho al voto. Ejercicio que mediante las TIC podría
ser continuo. Sus contrarios advierten sobre la
individualización y atomización de la
ciudadanía, así como la tendencia a la
simplificación de los asuntos que son discutidos y
votados. A veces se plantea el añadir paneles de debate,
así como plenos de ayuntamiento electrónicos y
teleconferencias. También es concebible la consulta
masiva y rápida de los sistemas públicos, si bien
se desconfía de sistemas en los que la
información provenga mayoritariamente de instituciones
políticas.
Pluralista. En los dos modelos legalista y
plebiscitario no se contempla ningún agente que medie
entre las instituciones políticas y los ciudadanos. En
el modelo pluralista se da gran importancia a las agrupaciones
y organizaciones
ciudadanas como intermediarios e indicadores
de los deseos del pueblo (para algunos más bien
consumidores). Según esta visión el sistema
habría de basarse en la competencia y negociación de representantes de diversos
intereses y presiones, ya sea de partidos políticos,
grupos religiosos o étnicos. Así el sistema
político se complementa con varios centros de poder y
administración. Es una concepción de redes frente
a una centralista. En el sistema pluralista, la democracia
significa la voluntad de la mayoría pero siempre como
coalición de minorías. Hay dos
características de las TIC atractivas para este modelo.
La multiplicidad de canales y de media independientes
entre si (individuos o agencias, en cuanto que no pertenecen al
ámbito y prácticas de los mass media), potencia
la pluralidad de información en los canales de
discusión política. Con las TIC, toda
organización tiene un espacio para expresarse. En
segundo lugar, el ámbito de las comunicaciones
interactivas encaja perfectamente dentro de la
concepción horizontal de las redes políticas,
frente al actual modelo de las redes de difusión
(broadcasting). Otras aplicaciones favorecidas serian las
consultas individuales de información, y sobre todo, los
instrumentos que sirvan a un modelo pluralista de democracia,
tales como, sistemas de conversación entre
organizaciones, asociaciones y ciudadanos individuales: correo
electrónico, listas de discusión,
teleconferencia, sistemas de toma de decisiones para asuntos
importantes, etc…
Participatoria. En la concepción de Held
recogida por vanDijk este modelo está muy cercano al
modelo pluralista en varios aspectos. Como en el pluralista se
combinan elementos de democracia representativa y directa. La
principal diferencia es el traslado a la propia
ciudadanía del papel de la organización. Como
resultado se potencian algo más los sistemas de
democracia directa, si bien en forma distinta al modelo
plebiscitario. Está diferencia se expresa claramente en
el uso que se pretende hacer de las TIC. No se trata tanto de
contar los votos individuales a favor o en contra de una
posición, tanto como de potenciar un "desarrollo" de la
ciudadanía, a través de la discusión
colectiva y la
educación. El objetivo principal es conseguir que se
sea ciudadanos educados para ser miembros activos de la
comunidad. La voluntad popular no es tanto la suma de
voluntades individuales sino una especie de voluntad
representante del sentir general del pueblo como colectivo.
Este sentir general ha de ser construido en reuniones y
asambleas públicas. Se pone como uno de las
últimas interpretaciones de este sistema, el de consejos
o Soviets iniciales tras la Revolución
Rusa.
Libertaria. Este es un modelo creado por van
Dijk, basándose en el modelo de Autonomy Democracy de
Held, que estaba mucho mas orientado a las tradiciones
políticas de la izquierda. El modelo de van Dijk
está más influenciado por las posturas
libertarias (libertarian). En ingles este termino se
asocia a dos visiones. Por una parte con el liberalismo
inicial, tanto social como económico
(situación de equilibrio y contrapesos tanto entre
patronos y obreros, como entre vendedor y comprador rechazando
las concentraciones de capital por
ser dañinas para el libre mercado). Por otra tiene
ciertas resonancias izquierdistas en cuanto a su énfasis
en los derechos sociales e individuales. Tanto es así,
que la palabra "liberal" en ingles también se utiliza
para designar a progresistas (ecologistas, feministas, solidaridad con
el tercer mundo, etc…) e izquierda más
tradicional (sindical y de partido). Su traducción en español es compleja,
ya que libertario hace referencia a las teorizaciones
anarquistas y ácratas. El diccionario
Collins lo traduce por "liberal, abundante, generoso,
tolerante".
En cualquier caso, van Dijk sitúa este modelo
señalando la afinidad de planteamientos entre los pioneros
de Internet y los de los movimientos occidentales de las
décadas 69 y 70. Aquí abarca desde las posiciones
clásicas anarquistas, a las socialistas y toda clase de
"libertarianism". Todas estas posturas han creado una
ideología que algunos han llamado
"Californian ideology" que toma de la izquierda tradicional una
fuerte defensa de las cuestiones sociales, pero tiende a
prescindir de la centralidad del estado principalmente en la
gestión del mercado (se rechaza la centralidad estatalista
de la izquierda clásica y la ideología intolerante
de la derecha). Señala como sus defensores al conjunto de
intelectuales que se mueven en torno a la publicación
Wired. Defienden la creación de una "Nueva Nación
Digital" en la que el papel de las TIC es vital. Primero en
cuanto medios plurales, bien informados, sin perjuicios de
difusión de la información, poniendo como modelo la
Internet. Segundo se apuesta por todo tipo de sistemas de
teleconversación (correo electrónico, listas,
grupos de noticias, de discusión, chats, etc…) Se
plantean sistemas de encuestas o referéndum
electrónicos que decidan o al menos influencien la toma de
decisión de las instituciones políticas. El modelo
Libertarian encierra una concepción de la democracia al
mismo tiempo procedimental (el modo) y de contenidos, estando
mucho más cerca de la democracia directa que de la
representativa.
Todo esto se visualiza en el gráfico siguiente,
en el cual se sitúan las diversas perspectivas
anteriormente descritas, en base a dos parámetros. Por un
lado en el eje X, se establecen dos extremos Democracia
Representativa, y Democracia Directa. En el eje Y, los objetivos
que se pretenden cubrir con el uso de las Nuevas
Tecnologías, es decir si el objetivo es el acceso a
información y procesos de deliberación, que en
consecuencia fomenten la capacidad critica en la formación
de opiniones o si el objetivo perseguido es facilitar la toma de
decisiones (p.e. votar).
Al situar los modelos de Held en esta perspectiva
clarificamos considerablemente las diferentes perspectivas
políticas que incorporan en algún nivel
prácticas de democracia directa.
Retomando la discusión que iniciamos al final del
anterior esquema, nos encontrábamos en un punto en el que
la promesa de procesos de democracia directa quedaba sin connotar
políticamente. Este mismo problema se presentaba en el
modelo anterior propuesto por Horrocks, Bellamy, Hoff, Tops et
al, en el cual se manejaba el concepto de las TMIPP pero no se
entraba en definir las características de las mismas en
cada modelo. De hecho, el esquema de Bellamy omite entrar a
valorar las potencialidades de democracia directa de cada modelo
propuesto, y efectivamente, aunque pueda sorprender, todos los
modelos presentan tendencias que sugieren la puesta en
práctica de procesos considerados hasta ahora de
democracia directa en la medida que crezca el peso de las nuevas
tecnologías de la comunicación y la
información en nuestra vida cotidiana.
Con la irrupción de las TICs la democracia
directa deja de ser patrimonio de
la izquierda asamblearia, o del liberalismo radical. La
presencialidad necesaria para asistir a una asamblea ataba la
concepción de asamblea, de ágora con unas
prácticas de democracia directa. Las
características propias del espacio de flujos, rompen ese
vinculo y permiten establecer otro tipo de relaciones directas
entre personas, limitando las características de una
reunión presencial. En estas existen muchas formas
subjetivas de participación, la gente expresa su
conformidad o disconformidad mediante gestos, sonidos,
movimientos, risas, etc… Siempre existe la posibilidad de que
se rompa el consenso de las normas de procedimiento (tomando la
palabra fuera de turno, interrumpiendo al otro, gritando..).
Permite además que un individuo anime al resto a apoyar
sus postulados, a modificarlos en función del sentir de la
asamblea e incluso a romper con la reunión en los
términos en que está establecida. Todos estos
factores hacen que los modelos de democracia directa presenciales
sean poco apetecibles para unas elites instaladas en la comodidad
de los sistemas representativos. Sin embargo en el espacio de
flujo se puede encorsetar este tipo de procesos, determinando que
opciones de participación permiten los programas
informáticos. Más aún, en este tipo de
procesos la participación está atomizada,
fracturada en su dimensión grupal: radicalmente opuesto a
los procesos asamblearios presenciales, las TIC interpelan al
individuo tan solo sobre aquellas opciones que permita el
programa, con
limitada capacidad del ciudadano participante de expresar su
desacuerdo con el planteamiento del proceso y menos aún de
organizar una posición disidente.
Como planteábamos al principio la
problemática sobre la democracia digital estriba en que
reabre el debate sobre las formas de organización
democrática. La importancia de su estudio radica en que
han de permitir identificar las funciones y
características a desarrollar. Las propiedades y
potencialidades de las TICs permiten fantasear sobre multitud de
modelos en función de los planteamientos políticos
de cada colectividad o individuos. Contemplamos con cierto
pesimismo como la actual implementación de las TIC,
profundizan en la construcción de lo que D. Lyon (2002)
denominaba la sociedad de la vigilancia. Es evidente que en la
mayoría de las democracias no existe un ejercicio de
control democrático sobre las innovaciones
tecnológicas, lo cual no es impedimento para el desarrollo
de ciertas tecnologías que buscan dinamizar los procesos
de participación ciudadana. La plétora de
posibilidades que se abre, a nuestro juicio tiende a potenciar
procesos de democracia directa, recuperados ( y reclamados ahora
desde posicionamientos políticos que anteriormente
rechazaban dichos procesos en cuanto a las implicaciones que
generan los procesos presenciales. Las TIC permiten reinventar
procesos de democracia directa, limitados por la mediación
de las máquinas
tal y como describimos anteriormente. Esta línea queda
pendiente de ser desarrollada en próximos
trabajos.
También queda fuera de este texto por falta de
espacio un estudio en detalle de la democracia digital desde la
perspectiva de la interactividad, continuación de los
trabajos realizados anteriormente (JD. Carracedo, 2002). Unos
análisis necesarios para determinar el tipo de protocolos
telemáticos que deben de ser diseñados para
responder a diferentes grados de desarrollo digital. Se
identifica la presencia de 4 niveles de interactividad; que
partiendo de la prestación de servicios a través de
redes y según se ponen en funcionamiento mayores niveles
de interactividad, terminan presentando modelos de democracia
participativa producto de la incorporación de procesos de
deliberación y participación en la toma de
decisiones. Muy útil en esta cuestión resulta
distinguir entre calidad de la interactividad (niveles que se
consiguen) y cantidad: algunos modelos autodenominados
"interactivos" presentan gran actividad en intercambios de
información con niveles de interactividad muy pobres. Por
ejemplo, rellenar la matricula universitaria online es sin duda
una comunicación que incorpora interactividad, pero
también es asimétrica, sin posibilidad alguna de
intercambio en los roles de unidad local y centro que controla
los tiempos y distribución de la información. A
nuestro juicio la interactividad surge como una de las variables
que aparece como determinante en las clasificaciones que se
quieran desarrollar entorno a las TMIPP (sin entrar a distinguir
en su calidad o cantidad).
Por último otra dimensión del debate,
apenas tratada en este texto, y que nos remite a la parte
técnica de las redes. La propia configuración de
las redes, su naturaleza, han de ser objeto de reflexión,
de forma conjunta con las teorizaciones politológicas
clásicas. Surgen con fuerza esquemas explicativos sobre la
participación en redes que ponen el acento en la
configuración como red del ciberespacio, en sus
componentes técnicos y de programación (el debate
software
libre/software propietario), en el diseño de su arquitectura
telemática prestando atención a que funciones
habilitan, y cuales bloquean.
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Routledge
[1] – Parte de la investigación de la
tesis ha
consistido en el seguimiento y estudio de distintas pruebas de
votación y participación, incluyendo las
experiencias realizadas dentro del marco del proyecto Votescript.
Sin ánimo de ofender a nadie cabe resaltar que la
formación general de la prensa que cubre estos temas no es
especializada y por tanto está muy limitada. Las
más de las veces se limitan a reproducir los contenidos
distribuidos por la organización de la experiencia,
contrastándolo si acaso con alguna voz crítica
(política o académica caso de que exista), pero las
capacidades de discriminación y crítica
(técnica o sociológica) de la información
distribuida son generalmente escasas.
[2] – Cultura crítica y relativamente
comprometida a nivel intelectual. Socialmente y en cierta forma
se sitúa como outsiders (pelo largo, informalidad en el
vestir, etc..). Prototipo en el que encajan aún hoy
eminencias mundiales como pueden ser Stallman, Maddog o el
descubridor de las PKI Diffie.
[3] – Una traducción al castellano online
en:
http://sindominio.net/biblioweb/telematica/barlow.html
[4] – recuperación, en el sentido que se
apunta en los textos de la internacional
situacionista.
[5] – Aquí está utilizando la
terminología introducida por M. Poster cuando argumenta
que las TIC dan paso a la "second media age" (la segunda edad de
lo medios de comunicación).
Jose David Carracedo Verde
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