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La Industria de las Tecnologías de la Información entre 1989 y 1999




Enviado por César Lanza



    Parte I y Parte II*

     

     

    Parte I

    Hace no muchos años, un famoso laureado con el
    premio Nobel de Economía hizo un comentario que se
    convirtió en lugar común para los estudiosos de la
    influencia de las TI en la productividad. Robert Solow, que
    así se llamaba el escéptico economista señalaba
    que '…en esta época se ven ordenadores en todos
    lugares menos en las estadísticas de
    productividad'. Con ello quería poner de manifiesto que a
    pesar de la extensión masiva de la informática en oficinas y
    fábricas, la productividad real de la economía
    norteamericana, es decir el output per cápita, crecía
    de forma muy lenta.

    Hoy día las cosas han cambiado radicalmente. La
    economía crece en la mayoría de los países
    desarrollados y de qué forma: crecimiento, baja
    inflación y creación de empleo. La denominada Nueva
    Economía, producto de la conjunción
    de la revolución tecnológica
    en el campo de las TI, la proliferación de las redes de comunicaciones y la globalización de los
    mercados, empieza a ser un hecho
    incontrovertible en opinión de muchos expertos. Incluso
    Allan Greenspan, el director de la Reserva Federal y primer
    economista de los Estados Unidos, un personaje
    cauto y riguroso, reconocía recientemente que '…las
    innovaciones en la tecnología de la
    información han comenzado a alterar la manera en que se
    hacen los negocios y se crea valor económico, con una
    profundidad tal que era impensable hace tan sólo unos pocos
    años'. Se calcula que entre 1995 y 1998 en los EE.UU. el
    sector de las TI, con una contribución del 8% al producto
    interior bruto fue responsable de un 30% del crecimiento económico.
    Hacia el año 2006, según un reciente informe del Departamento de
    Comercio (1), aproximadamente
    la mitad de los trabajadores norteamericanos estarán
    empleados en sectores relacionados con las TI. El valor
    añadido de cada trabajador en este campo de actividad ha
    crecido interanualmente un promedio del 10,4% durante los
    años 90, una cifra muy superior a la de otros sectores de la
    economía.

    Este último decenio del siglo XX puede calificarse
    por tanto como la década prodigiosa, en la que las TI no
    sólo han crecido espectacularmente sino que además han
    sido capaces de iniciar una transformación profunda del
    modelo económico de los
    países desarrollados, yendo desde una sociedad predominantemente
    industrial hacia la denominada Era de la Información. Es
    interesante refrescar en nuestra memoria cómo fueron
    evolucionando los acontecimientos a lo largo de estos años.
    A finales de los 80 nos encontrábamos con una economía
    dominada en la esfera internacional por la fortaleza de las
    compañías industriales y de los conglomerados
    financieros del Japón. La
    concentración empresarial por medio de fusiones y adquisiciones se
    convierte en una práctica habitual en los EE.UU. y en
    Europa, en este último caso
    impulsada por las expectativas del mercado único previsto para
    1992.

    Los 90 empezaron con convulsiones financieras en los
    mercados asiáticos, provocando fuertes pérdidas en la
    bolsa de Tokio, mientras que en Europa crecían las
    expectativas sobre lo que empezaba a denominarse 'la década
    europea'. Como se recordará, no duró mucho el buen
    humor económico en el viejo continente, y así entre
    1993 y 1995 nos encontramos con una recesión considerable en
    los mercados europeos y el consiguiente desorden económico:
    desempleo, inestabilidad
    cambiaria, debilidad de las monedas europeas. El año 1997
    marca un hito en la historia aún incipiente de la nueva
    economía: por vez primera dos compañías
    pertenecientes al sector de las TI entran en el selecto ranking
    de las diez empresas mundiales más
    valoradas del mercado en términos de capitalización
    bursátil. Microsoft (#5, con un valor de
    mercado de 148,59 miles de millones de dólares) e Intel (#7,
    124,08 mM $). En 1999, cinco de las diez pertenecen a nuestro
    sector, tal como se indica en la tabla siguiente:

      

    Unos mejor que otros

    Parece como si efectivamente, la década que
    finaliza dentro de unos meses representase la edad de oro de las nuevas industrias de la era de la
    información. Pero también hay que preguntarse ¿han
    sido tan buenos los tiempos para todos? Para ello nada mejor que
    contemplar la simple y conclusiva realidad de los números, y
    comparar entre empresas y países. Dentro del mundo
    corporativo, elegiré tres indicadores para ver la
    evolución de una muestra de empresas
    paradigmáticas: ventas totales anuales (VA),
    beneficios (B) y valor de mercado (VM), todos ellos en moneda
    corriente. Compararé en estos términos cinco
    compañías, todas ellas inequívocamente asociadas a
    las tecnologías de la información, en dos momentos
    próximos respectivamente al inicio de la década (1992)
    y a su final (1998).

     

     

    Las cifras anteriores ponen en evidencia que la bonanza
    no es de igual signo y magnitud para todos.

    Otra pregunta curiosa es la que surge cuando se examina
    la lista de compañías difuntas en estos últimos
    años, sólo por mencionar algunos cadáveres
    ilustres: Cray Research, Digital Equipment, Novell, Tandem
    Computers… ¿Es que en el mercado de las TI la
    excelencia tecnológica no resulta suficiente para la
    supervivencia de las empresas?

     

    Y España, ¿qué
    tal?

    En España, el crecimiento del sector arroja luces y
    sombras, si se analizan los datos de SEDISI. Si bien el
    crecimiento del mercado interior neto pasó a crecer desde
    639 mil millones de pesetas en 1992 a 1.011 mMpta en 1998
    (crecimiento 98/92 del 58%) y las exportaciones de 117 a 228 mMpta
    (crecimiento 98/92 del 95%), con un aumento en la generación
    de valor añadido nacional a lo largo de ese período del
    70%.

    El empleo directo ha pasado de 52.826 a 68.759 personas
    (32%) y la retribución media por empleado habría subido
    según la patronal entre 1992 y 1998, un 11% !!!. Ver para
    creer.

     

    Parte II

    Costes y precios en Internet
    Una aproximación a la economía de la
    Red

    Costes y precios, veíamos en el
    número anterior, son dos variables de extraordinaria
    importancia en el desarrollo de los negocios de
    telecomunicaciones. Aparte de
    la relación que existe entre ambos, desde el punto de vista
    de la oferta los costes de las redes
    determinan a largo plazo la inversión económica
    de los operadores en sus infraestructuras (2) de
    telecomunicaciones, lo que a su vez también condiciona la
    calidad de los servicios. Este último
    elemento es fundamental, puesto que en un mercado fuertemente
    competitivo la influencia de los parámetros QoS en la
    captura y fidelización de los
    clientes puede llegar a ser al
    menos tan importante como el precio de los servicios u
    otras condiciones de la oferta. Los precios además tienen la
    importante misión de garantizar la
    recuperación de la inversión de los operadores y la
    rentabilidad económica
    del negocio, en último término.

    La problemática de costes y precios es
    relativamente compleja dadas las condiciones actuales de las
    telecomunicaciones en España. La situación se
    caracteriza por una cierta heterogeneidad de las
    características de las redes existentes y de su valor
    económico, por la presencia de asimetrías importantes
    entre los ciclos económicos de los operadores entrantes y
    los de los incumbentes así como también entre la
    regulación de sus actividades, y por una definición un
    tanto confusa y volátil de las estructuras del mercado donde
    no resulta fácil discernir hasta qué punto las empresas
    son tomadoras de precios o de cantidades. Tampoco se comprenden
    con claridad los mecanismos de competición
    oligopolística entre distintos operadores en una
    situación patológicamente distante del equilibrio, concepto tan utilizado por los
    economistas en sus modelos, pero muy poco
    presente en la realidad de este contexto.

    En esta segunda parte del artículo que
    iniciábamos en el número anterior del Magazine, se
    tratarán de presentar algunas cuestiones de interés que afectan al
    análisis económico
    de los costes de las redes y de los precios de los servicios de
    telecomunicaciones, por supuesto sin pretensiones de
    exhaustividad ni de alcanzar conclusiones irrefutables.
    También se hará una mención particular, por su
    interés estratégico, a la problemática de los
    costes y de los precios en Internet, que como todos sabemos lleva
    camino de constituirse en el sistema nervioso central de la
    Sociedad de la Información durante los próximos
    años.

     

    Costes y precios de las
    telecomunicaciones

    Una primera cuestión sobre los costes de las
    empresas en el sector de las telecomunicaciones es su
    diferenciación según su naturaleza, pudiendo
    ampliamente distinguirse entre los costes de inversión,
    asociados a la construcción y
    operación de redes para su explotación económica a
    través de la oferta de servicios, y los costes de innovación cuyo destino
    se dirige a la creación de propiedad intelectual y/o
    industrial, en forma de patentes, marcas, procesos o tecnología en general. En el mundo de
    los operadores, los costes de inversión son sin duda los de
    mayor importancia, mientras que en el mundo de las empresas
    industriales (fabricantes de equipos y de sistemas físicos y
    lógicos) los costes de innovación tienen en muchas
    ocasiones un carácter prioritario
    (3)

    Centrándonos en los costes de inversión, es
    decir los costes directamente asociados a las redes de
    comunicaciones, a su vez pueden distinguirse tres tipos
    diferenciables en términos de riesgo económico. Se trata
    de costes de reposición, costes de crecimiento y costes de
    modernización. Estos últimos son los que tienen
    más interés desde el punto de vista de este
    artículo, y comprenden tanto los costes de renovación
    tecnológica de las redes (por ejemplo la sustitución de
    voz sobre circuitos por voz sobre IP), como el
    despliegue de nuevas infraestructuras. Los costes de
    modernización y las inversiones de los operadores
    entrantes llevan implícito un riesgo económico
    significativo, debido en gran medida a su calificación como
    costes hundidos (4).

    En la época de los monopolios regulados, la
    recuperación de las inversiones a través de los precios
    tan sólo tenía un riesgo, que era el riesgo
    regulatorio. No obstante en Europa no se produjeron
    circunstancias que alterasen significativamente las expectativas
    de los operadores, y en España en concreto la intervención
    regulatoria nunca puso en riesgo real la recuperación de las
    inversiones en planta de Telefónica. Sin embargo, en el
    mercado liberalizado, el riesgo económico más
    importante es el riesgo competitivo, es decir la posibilidad
    siempre cierta de que un operador no sea capaz de recuperar de
    forma natural sus inversiones en red, debido a la presión de sus competidores
    y a la inestabilidad de su posición en el mercado. La libre
    competencia crea incertidumbre en
    las empresas, y conviene recordar que en el caso extremo de un
    mercado en competencia perfecta los
    precios tienden a largo plazo a equilibrarse con los costes
    marginales y ello dificulta seriamente la rentabilidad de las
    inversiones. En el oligopolio (5), la estructura quizás
    más adecuada para analizar este mercado, cuando no existe
    colusión, los precios y demás variables de la oferta
    (especialmente la capacidad de transmisión de las redes, la
    variedad y la calidad de los servicios) se sitúan en un
    nivel intermedio entre los modelos extremos del monopolio y de la competencia
    perfecta, ambos indeseables o imposibles en las condiciones
    actuales del mercado.

     

    Contabilización de
    costes y externalidades de las redes

    La estructura de costes que se suele utilizar por los
    operadores incluye – de forma simplificada – partidas como los
    costes de construcción y tendido de la fibra, los costes de
    los lasers y de la electrónica necesaria para
    encenderla, los costes de transmisión y conmutación,
    los (altos) costes necesarios para adquirir la base de clientes
    (marketing, ventas, etc), los
    costes de activación y desactivación del servicio, los costes de
    operación, mantenimiento y
    monitorización de la red, los costes de terminación de
    clientes y los costes administrativos generales.

    La problemática del análisis económico de
    los costes en las redes de comunicaciones va más allá
    de conocer cuanto se gasta un operador para tender un km de
    fibra, instalar un mux WDM o un conmutador ATM, ganar o perder un cliente. No se trata sólo de
    saber lo que cuesta desplegar y operar las redes, bien sean de
    tránsito o de acceso, sino sobre todo de situar esos costes
    de forma correcta dentro del modelo de negocio, garantizando la
    competitividad de la oferta
    propia y la rentabilidad de la empresa. Por ejemplo, una
    cuestión que se complica ahora, dada la naturaleza
    multiservicio y la estructura en capas de las redes actuales, es
    la contabilización y el reparto de los costes de red
    así como su repercusión sobre los precios (tarifas) de
    los servicios. La distribución de los costes
    ha sido siempre uno de los elementos determinantes para definir
    la estructura y la cuantía de las tarifas de las
    telecomunicaciones, independientemente de que por razones
    regulatorias en la práctica se haya procedido a subsidiar de
    forma cruzada unos servicios en detrimento de otros y a
    discriminar entre consumidores de distintos tipos.

    Está claro que las premisas que justificaban el
    modelo de Ramsey (6) han perdido su validez por razón del
    proceso liberalizador y de la
    nueva estructura del mercado, pero hay además otras
    ciurcunstancias a tener en cuenta. Se trata de la variedad de
    posibilidades de integrar o contrariamente de individualizar
    servicios que hacen un uso compartido de los recursos de red. Si hay una
    característica que define de manera más inequívoca
    a las redes modernas es la del statistical sharing, mecanismo que
    ajusta la provisión de recursos (fundamentalmente la anchura
    de banda y todos los equipos asociados) a las condiciones de la
    demanda. Si a lo anterior
    unimos la interconexión entre redes de distintos operadores
    y otras prácticas consagradas en el mercado actual,
    comprenderemos fácilmente la complejidad que puede alcanzar
    el modelo de asignación de costes y su correcto traslado a
    la formación de los precios.

    Otro de los temas de interés que surgen al analizar
    esta problemática, radica en que no todos los costes de las
    redes son soportados directamente por los operadores de
    telecomunicaciones. Las redes crean efectos económicos
    externos (externalidades) que pueden ser positivos pero
    también negativos. Este último caso se da cuando las
    redes están sometidas a problemas de congestión,
    es decir de desajustes entre la capacidad disponible (oferta) y
    la demanda que proviene del mercado. En ese caso, o si la
    saturación de la red degrada apreciablemente los
    parámetros de calidad del servicio, se genera un coste
    externo, habitualmente soportado por el usuario sin que tenga una
    contrapartida en el precio que éste paga. Por esa
    razón, algunos de los argumentos que se exhiben en las
    recientes campañas publicitarias no son del todo ciertos
    (p.e. …si los costes son los mismos a cualquier hora del
    día, ¿por qué los precios son
    diferentes?)

    Los precios en la época del monopolio regulado
    tenían una fundamentación – al menos teórica – en
    los costes, aunque luego la asimetría informacional entre
    regulador y operador siempre jugaba a favor de éste. En el
    mercado actual, cada vez más diferente del anterior en
    términos regulatorios, estructurales y tecnológicos, la
    relación aunque existente es mucho más compleja. Los
    modelos analíticos que se están formulando hasta la
    fecha, basados sobre todo en la moderna teoría de juegos (7),
    distan de dar una respuesta satisfactoria a este problema.
    Asignación de recursos, costes y precios forman todavía
    un triunvirato de difícil armonización en un mercado
    tan competitivo e inestable, dada la naturaleza dinámica y
    estocástica de la demanda y la dimensión de las
    incertidumbres que se plantean en este sector.

     

    Costes y precios en
    Internet

    Hace más de 20 años, Leonard Kleinrock, un
    profesor del departamento de
    ingeniería eléctrica
    de UCLA y pionero del estudio de la teoría de colas y su
    aplicación a las redes de paquetes, escribía un
    artículo (8) sobre futuras cuestiones de interés en el
    campo de las comunicaciones de ordenadores. A pesar de que el
    artículo era eminentemente técnico, sin embargo
    identificaba uno de los problemas centrales que afectan al
    desarrollo de Internet. Kleinrock se preguntaba "¿Cómo
    se plantea un esquema equitativo de cargos y de
    contabilización en un sistema constituído por una
    mezcla de redes heterogéneas?" A finales de los años
    90, una comunidad cada vez más
    amplia de ingenieros, economistas y expertos en regulación
    todavía está investigando sobre modelos costes/precios
    que sean prácticos (es decir implementables en la realidad
    de las empresas y del mercado) y que superen la
    sobresimplificación metodológica que en aras del
    pragmatismo impera en la
    actualidad.

    Internet por su propia génesis es una especie de
    nube informe de recursos y de servicios que carece de un control centralizado y tampoco
    posee un proceso explícito de planificación. Su
    crecimiento se debe a la suma de las acciones de miles de agentes
    que no están sujetos a ninguna autoridad central, salvo en
    algunas cuestiones muy específicas (IETF, IANA, ICANN). Los
    dos conceptos fundamentales detrás de Internet son los de
    interoperabilidad y compartición de recursos (statistical
    sharing). Cuando los recursos a compartir (routers, conmutadores,
    servidores o recursos de
    información) se sobrecargan, aparecen los indeseables
    fenómenos de congestión que todos de una u otra forma
    estamos acostumbrados a sufrir en forma de retrasos y
    latencias.

    Hasta ahora las formas de enfrentarse a este problema
    pasan bien por aceptar el racionamiento en horas punta y acceder
    a la red en otros momentos – lo cual no siempre es posible – o
    aumentar progresivamente la capacidad de las redes. Sin embargo
    hay quienes opinan (9), que al igual que en las vías
    físicas de comunicación (especialmente
    las carreteras), puede suceder que el aumento de la oferta se vea
    superado por el crecimiento de la demanda. El el mundo Internet
    esto es una amenaza con visos de realidad dado que el número
    de dispositivos que pueden conectarse a la red – no personas –
    carece de límite acotado y la capacidad de los equipos
    informáticos – y en el futuro de los infodomésticos –
    para generar y mover información puede llegar a ser inmensa.
    Tampoco los avances en los nuevos protocolos IPv6 y RSVP
    podrán por si sólos resolver satisfactoriamente este
    problema.

    Algunos investigadores del campo de la economía
    piensan que la estructura de precios de Internet es clalamente
    subóptima y que no proporciona los incentivos de mercado como para
    que la oferta (operadores e ISP) y la demanda asuman un comportamiento que haga viable
    a medio plazo la transformación de la red en un espacio
    económico sostenible. Varias estructuras de precios
    están siendo analizadas (10), aparte de la conocida tarifa
    plana. Se trata en particular de precios basados en la capacidad
    (anchura de banda mínima garantizada o descuentos por
    incumplimiento), o en la calidad del servicio (idem
    parámetros QoS), o sensibles al uso. Todos estos modelos
    alternativos presentan dificultades técnicas y algunas dudas
    sobre su viabilidad comercial, pero lo que parece claro es que la
    necesidad de establecer un marco más refinado que el actual
    para tratar los problemas económicos derivados del
    desarrollo de Internet va siendo cada día más
    evidente.

     

    Notas

    * Publicado en Lo que cuentan de TI. Revista de Prensa.
    Magazine de Información Independiente sobre Nueva
    Economía y Mercados de las Tecnologías de la
    Información

    1. The Emerging digital Economy II. Report of
    Departament of Commerce.

    2. La discusión sobre si las redes de
    comunicaciones son infraestructuras o son instalaciones (en
    inglés facilities)
    no deja de tener importancia desde el punto de vista de sus
    análisis económico. Véase el artículo de
    Robert Crandall (1997) "Are Telecommunications Facilities
    ‘Infraestructure’? If they are, so what?" Regional
    Science and Urban Economys.

    3. Shane Greentein & Pablo Spiller (1996).
    "Estimating the effects of expenditures on digital
    infraestructure", Consortium for Research on Telecommunicatios
    Policy.

    4. Habría que excluir de este concepto las
    inversiones que realizan los agentes oportunistas, cuya entrada
    en el mercado es puramente temporal y tiene como objetivo generar
    plusvalías mediante la posterior venta de sus activos –o de la propia
    empresa– a terceros, en
    lo que se denomina entry for buyout.

    5. Una excelente explicación de los mecanismos de
    formación de las condiciones de la oferta (precios,
    cantidades, etc,) en el oligopolio se puede encontrar en el
    libro Teoría de los
    precios y aplicaciones
    de Peter Pashigian (McGraw
    Hill).

    6. Véase "Telecommunications Pricing" de Mitchell y
    Vogelsang.

    7. Véase el artículo "Sharing Multicast Cost"
    de Herzog, Shenker y Estrin-SIGCOM 95, que presenta una
    interesante aproximación a los nuevos modelos de
    asignación de costes y recursos de red.

    8. "Research Areas in Computer Communicatios" L.
    Kleinrock. Computer Comm. Rev.

    9. Lee Mcknight &Joseph Bailey (MIT) "When
    Constituencies Collide in Cyberespace".

     

    César Lanza*


    * Tecnova Ingenieros Consultores

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