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Infección sobreagregada en ventana pleural, por Pseudomonas aeruginosa



Partes: 1, 2

    1. Resumen
    2. Generalidades
    3. Consideraciones
      fisiológicas
    4. Fisiopatología de la
      pleura
    5. Derrame
      pleural
    6. Derrames Pleurales
      Infecciosos Bacterianos y Empiemas
    7. Derrame Pleural
      Tuberculoso
    8. Neumotórax
    9. Alteraciones
      fisiopatológicas producidas por el
      neumotórax
    10. Tratamiento del
      neumotórax
    11. Infección de
      heridas
    12. Riesgo de sobreinfección
      asociado con el uso de antibióticos
    13. Multirresistencia a
      antimicrobianos
    14. Historia
      clínica
    15. Discusiones
      y Conclusiones
    16. Bibliografía

    RESUMEN:

    Hombre de 45 años de edad, fumador, que ingresa
    al Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias y
    del Ambiente
    (INERAM), con una ventana pleural, región del
    pulmón izquierdo, infección sobreagregada con
    secreción amarillenta y múltiples miasis
    pleuropulmonar. Refiere varios ingresos al
    Hospital de Clínicas, con diagnóstico en el 2003 de tuberculosis y
    tratamiento farmacológico antituberculoso, se le practica
    en el 2004 una pleurostomía por derrame pleural, con
    neumotórax como diagnóstico de ingreso.

    Durante la hospitalización en el INERAM,
    manifiesta su deterioro físico, con disnea a moderados
    esfuerzos y sensación febril, tos expectorativa y
    pérdida de peso; aislándose Pseudomonas
    aeruginosa
    como responsable de la sobreinfección,
    adquiriendo una sensibilidad disminuida a los antimicrobianos
    administrados.

    INTRODUCCIÓN

    La infección es el resultado de las interacciones
    dinámicas que ocurren entre un huésped, un
    patógeno potencial y el entorno. Se produce cuando los
    microorganismos consiguen superar con éxito
    las estrategias de
    defensa del huésped y sus resultados son un conjunto de
    cambios nocivos para el mismo.

    La infección de heridas quirúrgicas, por
    gérmenes oportunistas, ya sean provenientes de la comunidad o
    nosocomiales, es un tema candente, debido a la gran
    morbimortalidad asociada a ella, diferentes trabajos
    científicos hablan de la elevada prevalencia y la gravedad
    de las consecuencias tanto clínicas como
    epidemiológicas.

    Una proporción importante de heridas
    quirúrgicas que sufren sobreinfección, está
    constituida por las patologías pleurales, dado que es un
    problema clínico frecuente en el curso del fallo
    respiratorio agudo y a menudo aparece en la evolución de los enfermos ingresados en las
    unidades de cuidados intensivos y urgencias.

    Una clasificación general de la patología
    pleural, está marcada por los derrames pleurales,
    neumotórax, hemotórax, quilotórax y tumores
    pleurales.

    Se ha sugerido que el tabaco
    podría ser un factor predisponente para el desarrollo del
    neumotórax espontáneo, se describe también
    una elevada asociación con la tuberculosis. El
    neumotórax en el área de urgencias debe ser drenado
    en el momento de su diagnóstico, para reducir al
    mínimo la gran mayoría de derrames pleurales,
    evitando reacciones inflamatorias rápidas de la pleura,
    que dificulten la normal expansión y equilibrio de
    las presiones torácicas y con ello el buen funcionamiento
    pulmonar.

    Casi siempre se trata de reexpandir el pulmón con
    una pleurostomía mínima aunque a veces se requiere
    una pleurostomía abierta (ventana pleural). Pudiendo el
    paciente evolucionar de dos maneras, hacia la resolución o
    hacia el neumotórax persistente.

    De ocurrir infecciones en dicha ventana pleural, los
    gérmenes frecuentemente asociados son Pseudomonas
    aeruginosa, Staphylococcus aureus
    , especies de
    Streptococcus y anaerobios; con una amenaza creciente de
    microorganismos resistentes, principalmente por el uso no
    racional de los antibióticos, este hecho conlleva una
    necesidad imperante de mejorar los sistemas de
    diagnóstico y la utilización correcta de los
    algoritmos
    terapéuticos.

    El caso clínico aquí expuesto, constituye
    un claro ejemplo de la dificultad de combatir la infección
    sobreagregada en una herida quirúrgica, lo cual
    obstaculiza una evolución favorable en la
    terapéutica empleada, acarreando una disminución en
    la calidad de
    vida del paciente y un elevado coste en el
    tratamiento.

    Para una mejor comprensión del caso, es
    indispensable conocer la patología de base, y al carecer
    de la historia
    clínica previa al ingreso del paciente al INERAM "Prof.
    Dr. Juan Max Boettner", es menester hacer una exposición
    bibliográfica detallada, con la cual estableceremos la
    cronología de acontecimientos que instauraron las
    condiciones apropiadas para que se desarrolle una
    sobreinfección en la herida quirúrgica.

    El análisis de los antecedentes
    patológicos personales del enfermo, reviste una doble
    importancia, por un lado conocer las enfermedades, responsables o
    no que pueden dar lugar a un neumotórax, y por otro lado,
    determinar la presencia de aquellas patologías que solas o
    asociadas, repercuten en el riesgo
    quirúrgico, la elección del tratamiento, la
    evolución del caso y en el pronóstico.

    Generalidades

    Anatomía1,2:

    La pleura está formada por una capa de células
    mesoteliales que asienta sobre una membrana basal compuesta
    básicamente por colágeno, elastina, capilares
    sanguíneos y linfáticos. En condiciones de
    normalidad esta capa submesotelial de tejido conectivo ayuda a
    distribuir las fuerzas mecánicas sobre toda la superficie
    del pulmón y contribuye al conjunto de propiedades
    elásticas del mismo. Es una membrana muy fina que recubre
    al pulmón con sus cisuras, al mediastino, al diafragma y a
    la pared costal.

    Entre ambas hojas pleurales existe un espacio virtual
    que se denomina espacio pleural que está formado por la
    pleura parietal, la que cubre la cara interna de la pared
    torácica, diafragma y mediastino y a nivel de los hilios
    pulmonares se transforma en pleura visceral, recubriendo
    completamente al pulmón, produciéndose de esta
    manera el espacio pleural entre ambas hojas, el cual contiene una
    pequeña cantidad de líquido, en sujetos normales
    aproximadamente 5 a 15cc de líquido pleural (LP) que
    está en un equilibrio dinámico. Este líquido
    lubrifica y facilita el acoplamiento del pulmón y la pared
    torácica.

    Dentro de la pleura están los vasos
    sanguíneos, principalmente capilares y lagunas
    linfáticas El espesor del tejido conectivo limita el
    intercambio de líquido y partículas entre el
    espacio pleural y los vasos sanguíneos y
    linfáticos

    La célula
    mesotelial además de actuar como una célula de
    revestimiento tiene una función
    metabólica muy importante. Es una célula multi
    potencial, está recubierta por microvellosidades que
    intervienen en la absorción de líquido y de
    sustancias del líquido pleural. La activación de
    la
    célula mesotelial puede iniciar toda la cascada de los
    procesos
    implicados en la inflamación, así como provocar
    cambios en la permeabilidad de la membrana pleural. El mesotelio
    es capaz de segregar componentes del tejido conectivo,
    contribuyendo así a la formación de la matriz
    conjuntiva en el pulmón subyacente. También puede
    segregar agentes quimiotácticos como el de los
    neutrófilos y favorecer la llegada a la pleura de
    monocitos que pueden transformarse en
    macrófagos.

    Consideraciones
    fisiológicas
    1,2:

    La pleura tiene como función armonizar las
    fuerzas elásticas y no elásticas torácicas y
    pulmonares, con el fin de que los movimientos de
    retracción y expansión del pulmón se
    realicen en condiciones de gasto energético mínimo.
    Estas condiciones existen cuando las dos hojas pleurales
    están adosadas una a la otra e independientes, de forma
    que toda modificación volumétrica del fuelle
    toracodiafragmático se acompaña de una
    modificación igual del volumen
    pulmonar.

    Debido a la disposición anatómica,
    principalmente del diafragma y a la forma de las costillas,
    durante la inspiración, gatillada por la
    contracción diafragmática, hacen que este
    músculo descienda y a su vez las costillas adoptan una
    posición horizontal Estos dos hechos permiten que aumenten
    los diámetros internos del tórax,
    produciéndose una presión
    negativa en los espacios pleurales. De esta forma entra aire, que
    distiende el tejido elástico del pulmón, el cual al
    final de la inspiración comienza a contraerse
    produciéndose de esta manera la espiración. Esta
    presión negativa debe mantenerse cada vez que se altere el
    espacio pleural, ya sea por ocupación por líquidos
    o aire o bien cuando producto de
    una cirugía se altera la hermeticidad anatómica de
    esta zona.

    Fisiopatología de la
    pleura
    1:

    El LP entra y sale del espacio pleural como consecuencia
    de las presiones hidrostáticas y oncóticas de tal
    manera que todo lo que se forma se reabsorbe. Cuando la cantidad
    de líquido que se forma es mayor que la cantidad de
    líquido que puede ser retirada por los linfáticos
    se origina el derrame pleural (DP). De esta manera, el DP puede
    deberse a un incremento en la formación de LP, a una
    disminución del aclaramiento del líquido pleural
    por los linfáticos, o a la combinación de ambos
    factores. El DP siempre se ha dividido en trasudados y exudados.
    Un DP tipo trasudado se produce cuando hay alteraciones en los
    factores sistémicos que intervienen en el movimiento del
    LP, como son la presión capilar pulmonar, la
    presión capilar sistémica o la presión
    oncótica del plasma. Por contra, los DP tipo exudado
    suceden cuando las superficies pleurales están alteradas
    por una enfermedad de tal manera que producen acumulo del
    LP.

    Derrame
    pleural1

    El DP se define, como la acumulación
    patológica de líquido en el espacio pleural; es el
    resultado de un desequilibrio entre la formación y la
    reabsorción de líquido a este nivel. La
    mayoría de las veces se produce por enfermedad pleural o
    pulmonar, pero es una manifestación frecuente de
    enfermedades sistémicas.

    Técnicas de
    diagnóstico en el derrame pleural

    1,2,3

    1) Clínica y
    exploración física

    Suele manifestarse como dolor pleurítico, tos no
    productiva y disnea. Normalmente el dolor coincide con el
    área pleural afectada La tos no productiva podría
    estar relacionada con la inflamación pleural o con la
    compresión de los bronquios por el DP, que
    irritaría las paredes bronquiales y estimularía el
    reflejo de la tos. La disnea es debida a que el DP se comporta
    como un proceso
    ocupante de espacio, produciendo una reducción de los
    volúmenes pulmonares y a veces del gasto cardíaco
    (cuando el DP es muy grande).

    2) Técnicas
    de imagen

    Son fundamentales a la hora del diagnóstico,
    principalmente la radiografía de tórax y en
    ocasiones es necesario recurrir a la ecografía para
    localizar un DP. La tomografía axial computadorizada (TAC)
    es útil para diferenciar las lesiones parenquimatosas de
    las pleurales.

    3) Toracocentesis

    En esta técnica se accede al espacio pleural
    obteniendo LP que se procesará para estudio
    bioquímico, citológico, microbiológico y
    determinación del pH, debe
    obtenerse y transportarse en condiciones anaerobias para el
    procesamiento microbiológico y determinación de pH.
    Llega al diagnóstico de aproximadamente 75% de todos los
    DP.

    4) Biopsia pleural

    4.1) Biopsia pleural ciega.  Permite
    obtener una muestra de pleura
    mediante una aguja especial que se introduce a través de
    la pared torácica está indicada en todo DP de
    etiología no filiada que cumpla criterios de
    exudado.

    4.2) Toracoscopia. Cuando no se llega al
    diagnóstico del DP se hará toracoscopia, bien por
    la técnica clásica o por videotoracoscópia
    permitiendo la visualización directa de la pleura y la
    toma dirigida de biopsias pleurales.

    4.3) Toracotomía o
    Pleurostomía.
    La toracotomía abierta
    permite la visualización directa así como la toma
    de biopsias dirigidas a las zonas patológicas. A pesar de
    la toracotomía hay una serie de derrames pleurales que
    quedan sin diagnóstico

    La ventana torácica pone en comunicación  la cavidad pleural con
    el exterior a través de una solución de continuidad
    creada por el cirujano torácico en las paredes del
    tórax. Está formalmente indicada en el empiema
    postneumonectomía, en algunos casos de empiema BK(por
    Mycobacterium tuberculosis), en espacios pleurales
    residuales crónicamente supurados con pulmón
    encarcelado no reexpansible mediante decorticación (por el
    riesgo del paciente o las condiciones del pulmón). Puede
    realizarse con anestesia local o general; en caso de haber
    pulmón subyacente es mandatario que el mismo esté
    lo suficientemente sinequiado a la pleura parietal en otros
    sectores, fuera del de la ventana, para evitar su colapso. Una
    vez curado el empiema su cierre puede ser  espontáneo
    (sobretodo cuando hay pulmón subyacente) o
    quirúrgico (con o sin procedimientos de
    relleno).

    Indicaciones de pleurostomía:

    Neumotórax:

    Espontáneo (Primario o Secundario)
    Hipertensivo

    Traumático (Abierto o Cerrado)

    Iatrogénico (Punción Venosa
    Central, Toracocentesis, Biopsia pulmonar
    percutánea, Ventilación Mecánica)

    Hemotórax

     

    Derrames

    Pleurales:

    Exudados

    Transudados

    Quilotórax

     

    Post Cirugía:

    Toracotomías

    Esternotomías

    Por las condiciones fisiológicas antes
    mencionadas, cada vez que se instala una pleurostomía, con
    el fin de impedir que entre aire a la cavidad pleural, se debe
    conectar el extremo distal a un sistema de
    válvula unidireccional, el cual facilita la
    eliminación desde el espacio pleural, pero a su vez impide
    la entrada de aire en él. El Sello de Agua es el
    sistema más simple que existe.

    Derrames Pleurales Infecciosos
    Bacterianos y Empiemas
    1,4

    Se considera que aproximadamente el 40% de pacientes con
    neumonía bacteriana tendrán DP que
    en su mayor parte evolucionará de forma favorable, sin
    embargo un porcentaje no determinado tiende hacia el
    encapsulamiento y puede evolucionar hacia un empiema. Se
    considera empiema a los líquidos pleurales de aspecto
    purulento, con tinción de Gram positiva o con cultivo
    positivo. Se conocen como Derrames Pleurales
    Paraneumónicos no Complicados los que evolucionan de forma
    favorable hacia la resolución con tratamiento
    médico, tienen pH mayor de 7.30 y glucopleura superior a
    60 mg/dl. Los Derrames Pleurales Complicados tienen pH inferior a
    7.10 y/o glucopleura inferior a 40 mg/dl casi siempre tienen
    evolución tórpida precisando de drenaje para su
    curación.

    La American Thoracic Society propuso en 1962 estadificar
    los empiemas en tres estadios evolutivos: 1)  fase
    exudativa, 2) fase fibrinopurulenta, 3) fase de organización fibrosa.

    Fase de pleuritis seca: el proceso inflamatorio del
    parénquima pulmonar se extiende a la pleura visceral, y
    causa una reacción pleural local. Esto provoca roce
    pleural y el característico dolor torácico
    pleurítico, originado por la inervación sensitiva
    de la pleura parietal adyacente. Un número significativo
    de pacientes con neumonía reportan dolor torácico
    pleurítico sin que desarrollen derrame pleural, lo que
    quizás obedezca a que la afectación pleural se
    limita a esta fase en esos pacientes.

    Estadio exudativo: Tras la aspiración de
    microorganismos en los alvéolos subpleurales, hay una
    migración de polimorfonucleares (PMN) que
    se acumulan en el endotelio adyacente a la neumonía. Los
    PMN activados, dan lugar a la liberación de metabolitos
    del oxígeno
    y productos de
    degradación de los fosfolípidos que dañan el
    endotelio de los vasos pulmonares, subpleurales y pleurales con
    aumento de la permeabilidad capilar. El agua
    pulmonar extravascular resultante, aumenta el gradiente de
    presión pleura-intersticio pulmonar y deriva el
    líquido desde el intersticio al espacio pleural. Este
    líquido que aparece en las primeras 48-72 h es
    estéril, tiene características de exudado con PMN,
    un pH superior a 7.30 y una glucosa mayor
    de 60 mg/dl.

    Estadio fibrinopurulento o de invasión
    bacteriana:
    Si la neumonía permanece sin tratar varios
    días, hay lesión endotelial con aumento localizado
    de la permeabilidad, edema y formación de un gran volumen
    de LP, las bacterias
    invaden el espacio pleural; el hallazgo de una tinción de
    Gram positiva y un cultivo positivo identifica la invasión
    bacteriana. El LP en este estadio se caracteriza por un
    número aumentado de PMN una caída en el pH y
    glucopleura y una elevación de la LDH. Debido a la
    fagocitosis de los PMN y al metabolismo
    bacteriano hay un aumento de la glicolisis, la relación
    entre la glucosa plasmática y en LP desciende a menos de
    0.5. Los productos finales del metabolismo de la glucosa
    (CO2 y ácido láctico) se acumulan en el
    espacio pleural, el pH disminuye generalmente por debajo de 7.10.
    La LDH aumenta por encima de 1000 a causa de la lisis celular.
    También durante este estadio el líquido se hace
    más coagulable por la llegada de grandes concentraciones
    de proteínas
    plasmáticas al espacio pleural, junto a una pérdida
    de actividad fibrinolítica por la lesión
    inflamatoria en el espacio pleural. Todo este proceso da lugar al
    depósito de una densa película de fibrina en ambas
    superficies pleurales, los fibroblastos activos se
    desplazan al espacio pleural y comienzan a secretar
    glicosaminoglicanos y colágeno en el LP. La fibrina y el
    colágeno tabican el espacio pleural formando puentes entre
    las superficies pleurales y limitando la expansión
    pulmonar. El volumen de LP puede aumentar posteriormente debido
    al bloqueo por fibrina y colágeno de los estomas de la
    pleura parietal y por la hinchazón del mesotelio. En las
    diferentes tabicaciones o loculaciones del espacio pleural, el
    recuento celular y las características bioquímicas
    del LP pueden ser diferentes; esto es debido a que la fibrina de
    los puentes no deja atravesar las células grandes, como
    los PMN, pero sí permite difundir el CO2, los
    gérmenes y la glucosa. Esta fase puede producirse
    rápidamente, en algunas horas, en pacientes que no
    están recibiendo antibióticos o el tratamiento no
    es efectivo.

    Estadio de organización/empiema: Si no se
    instaura un tratamiento adecuado, en las siguientes semanas, se
    va formando una cavidad única o con múltiples
    loculaciones constituidas por la migración de fibroblastos
    y su crecimiento continuo en el líquido matriz
    fibrino-pleural. Este proceso da lugar a la formación de
    una cáscara pleural rígida que impide el drenaje
    del LP así como la expansión pulmonar. El empiema
    no tratado raramente se resuelve de forma espontánea.
    Puede drenar a través de la pared torácica (empiema
    necesitatis) o hacia el pulmón (fístula
    broncopleural).

    La etiología más frecuente de los DP son
    las Infecciones broncopulmonares (50-73% del total). La
    mayoría de los casos son postneumónicos, debido a
    la extensión directa del germen desde el pulmón a
    la pleura. Cuando existe un mecanismo de aspiración, los
    gérmenes implicados suelen ser anaerobios. En otras
    ocasiones la vía de llegada de la infección al
    pulmón es a través de la sangre en forma
    de embolismos pulmonares; en estos casos la fuente
    embolígena suelen ser flebitis (asociado a una alta
    incidencia de infección por HIV). Otras veces, la
    infección pleural asienta sobre una fístula
    broncopleural preexistente. La segunda causa en frecuencia es la
    cirugía torácica (12-25%), esta complicación
    es más habitual tras neumectomías que tras
    resecciones de menor extensión. La manipulación
    esofágica también es otra causa de empiema. En
    todos estos procesos puede haber asociado un mecanismo de
    aspiración. Del 2-12% de los empiemas son de origen
    yatrogéno; habitualmente asociados a toracocentesis y
    colocación de tubos de drenaje pleural cerrado. En un
    5-10% de casos no se puede determinar el origen y se consideran
    idiopáticos.

    Fiebre, infiltrados pulmonares y derrame pleural no
    siempre son manifestaciones de neumonía, por lo que el
    diagnóstico diferencial más importante y que debe
    ser siempre considerado, es el infarto
    pulmonar. El embolismo pulmonar es un trastorno común y
    las efusiones paraembólicas ocurren en el 25 al 50 % de
    los casos. Otros trastornos a tener en cuenta incluyen la
    tuberculosis, lupus eritematoso y otras afecciones autoinmunes,
    pancreatitis
    aguda y otras enfermedades del tracto gastrointestinal,
    así como enfermedades pleuropulmonares inducidas por
    medicamentos

    Actualmente son frecuentes las infecciones
    polimicrobianas (43-72% de los casos) con participación de
    gérmenes Gram-negativos y anaerobios aunque siguen
    existiendo las infecciones por Streptococcus pneumoniae y
    Staphylococcus aureus que han descendido hasta un 10-35% y
    11-29% respectivamente. El aislamiento de anaerobios ha
    aumentado, alcanzando valores del
    19% a 39%. Entre los gérmenes anaerobios, los aislados con
    mayor frecuencia son bacilos Gram-negativos, seguidos de cocos
    gram-positivo.

    El empiema es más frecuente en adultos de
    sexo masculino
    y sin diferencias en la infancia hasta
    los 10 años, con mayor incidencia entre 45 y 65
    años. Se asocian enfermedades debilitantes o
    predisponentes en el 63 -82% de los casos. Los más
    frecuentes son: alcoholismo,
    malnutrición, carcinoma, diabetes, EPOC,
    cirrosis hepática, drogadicción por vía parenteral e
    inmunodepresión. Si existe participación de
    gérmenes anaerobios, la infección suele cursar de
    forma subaguda, con una duración media de los
    síntomas de unos 10 a 14 días antes del
    diagnóstico. Aproximadamente la mitad tienen un
    líquido pútrido. Las infecciones anaerobias del
    pulmón pueden causar necrosis de los tejidos,
    provocando neumonía necrotizante, absceso, o
    fístula bronco-pleural. Los pacientes con estas
    infecciones suelen tener caries dentales, enfermedad periodontal,
    alcoholismo o epilepsia (que predisponen a la aspiración),
    neoplasia pulmonar, infección abdominal y embolia
    séptica pélvica.

    Debe hacerse toracocentesis diagnóstica ante todo
    DP que acompañe a una neumonía, puesto que el
    manejo dependerá de las características del mismo y
    ante todo paciente febril con DP. Si el líquido tiene un
    pH superior a 7.20 y la glucopleura es mayor de 40 mg/dl, no
    precisa drenaje y la evolución será favorable hacia
    la resolución. Si el líquido es purulento, el
    diagnóstico de empiema ya está establecido; si el
    olor de dicho líquido es fétido, la presencia de
    anaerobios es bastante probable (75% de los líquidos con
    fetidez tenían anaerobios). El recuento celular muestra
    polimorfonucleares, sin embargo puede haber disparidad celular en
    las diferentes cámaras pleurales como se ha explicado
    anteriormente. Si el líquido tiene un pH inferior a 7.10
    y/o glucopleura inferior a 40 mg/dl suelen tener una
    evolución tórpida, desembocando en empiemas y
    precisan drenaje para su curación. En otras
    etiologías como TBC, artritis reumatoide o enfermedad
    maligna estos valores de pH y glucosa en LP no tienen la misma
    significación y no implican la misma actitud
    terapéutica. En ocasiones, se presentan situaciones menos
    claras, en las que el pH oscila entre 7.09 y 7.20 con LDH
    elevada, y glucopleura >40 mg/dl. En estos casos, el tratarlos
    o no como derrame complicado depende fundamentalmente del
    valor del pH.
    Si este es cercano a 7.09, se debería tratar de inmediato
    como derrame complicado. Si por contra, el pH está
    más próximo a 7.20, se puede realizar una nueva
    determinación pasadas 24 horas. Si la tinción de
    Gram o el cultivo del líquido son positivos para uno o
    varios gérmenes, la actitud terapéutica es similar
    a la del empiema aunque el líquido no sea claramente
    purulento. Se deben realizar cultivos para aerobios, anaerobios,
    micobacterias y hongos, con los
    medios
    adecuados a cada uno de ellos.

    Derrame Pleural Tuberculoso

    El DP tuberculoso tiene una base inmunológica y
    se produce tras la ruptura de un foco subpleural tuberculoso. Una
    vez en el espacio pleural los antígenos bacilares interactúan con
    los linfocitos T sensibilizados y se produce una
    liberación de linfokinas que alteran la permeabilidad de
    los vasos pleurales y afectan la actividad fagocitaria de los
    monocitos y fibroblastos pleurales. Otra vía de
    infección tuberculosa de la pleura puede ser como
    resultado de una diseminación hematógena o por
    extensión directa de la enfermedad. Las manifestaciones
    clínicas oscilan entre un cuadro agudo que simula
    neumonía bacteriana a un cuadro subagudo que se manifiesta
    con la sintomatología derivada del DP.

    Este derrame suele ser pequeño o moderado (aunque
    se han descrito hasta un 4% de derrames masivos). Si hay
    alteraciones parenquimatosas suelen ser en el mismo lado que el
    derrame. El Mantoux (test
    cutáneo con derivado purificado proteico, PPD) puede ser
    negativo hasta en un 30% de los pacientes al inicio y la
    mayoría sufren conversión a las 6-8 semanas. El LP
    es un exudado serofibrinoso con un predominio celular
    mononuclear, aunque en los estadios iniciales puede ser PMN y es
    característica la ausencia de células mesoteliales.
    En un 20% de los casos pueden tener glucosa menor de 0.60 g/dl y
    pH inferior a 7.30, los valores
    inferiores descritos antiguamente posiblemente correspondieran a
    enfermedad avanzada, retraso en el diagnóstico o empiema
    acompañante. La determinación de adenosindesaminasa
    (ADA) en LP tiene un alto valor diagnóstico (entre
    93-100%) cuando se considera un valor superior a 45 U/l; los
    falsos positivos son debidos a empiemas, leucemias y
    linfomas.

    Otros parámetros como el interferón-gamma
    y la lisozima no han sustituido al ADA como método
    diagnóstico. La baciloscopia en LP es positiva en menos
    del 10% de los casos y el cultivo del LP en un 25-70% de los
    casos. La biopsia pleural con demostración de granulomas
    (en el 50-80% de los casos) da el diagnóstico; otras
    enfermedades que pueden producir granulomas en pleura son:
    infección fúngica, sarcoidosis y artritis
    reumatoide. El cultivo de la biopsia es positivo para M.
    tuberculosis
    en el 55-80% de los casos. Combinando estudios
    del LP y tejido pleural se puede llegar al diagnóstico en
    un 90-95% de pacientes.

    El tratamiento es la pauta de 6 meses de la tuberculosis
    pulmonar (6 meses con Rifampicina e Hidracida diarios y los dos
    primeros con Pirazinamida asociada). Si no se trata, el riesgo de
    desarrollar una TBC pulmonar o extrapulmonar en los siguientes 5
    años, es hasta del 70%. A pesar del tratamiento correcto,
    la fiebre puede
    persistir varias semanas y el derrame resolverse en 6 semanas. En
    caso de intensa sintomatología general pueden asociarse
    corticoides sistémicos, aunque esto no suele ser
    necesario.

    Neumotórax5,6

    Se define al neumotórax como la presencia de aire
    en la cavidad pleural el que proviene producto de una
    lesión en el parénquima pulmonar, lo que conlleva
    un colapso de este parénquima en mayor o menor grado
    según sea la cuantía del neumotórax. Los
    neumotórax pueden ser clasificados según su causa y
    forma de presentación.

    Ellos pueden ser catalogados como Espontáneos(NE)
    (primarios o secundarios), Traumáticos (abiertos o
    cerrados) o Iatrogénicos. Los espontáneos primarios
    (NEP) se ven en aquellos pacientes sin antecedentes pulmonares, y
    una vez que se reexpande el pulmón, éste no
    presenta ninguna anormalidad en la Radiografía de
    tórax. Los espontáneos secundarios (NES) son
    aquellos en los cuales el neumotórax se debe como
    complicación de una enfermedad preexistente a nivel de
    parénquima pulmonar, ej. Enfisema pulmonar, presencia de
    bullas, infecciones, etc. Los traumáticos (NT) pueden
    verse en relación a traumatismo cerrado o abierto y en
    estos últimos se distinguen los por arma blanca y los por
    arma de fuego. Los iatrogénicos (NI) a su vez se
    relacionan frecuentemente a la instalación de vías
    venosas centrales o a toracocentesis ya sea con fines
    diagnósticos o terapéuticos.

    Como la presión alveolar es siempre mayor que la
    presión pleural debido a la resistencia
    elástica del pulmón, existe un gradiente de
    presión en la cavidad pleural (vacío pleural de
    Danders) que resulta abolido por la entrada de aire al
    instaurarse el neumotórax, de esta manera queda impedida
    la expansión pulmonar, lo que sumado al paso de aire desde
    el alvéolo al espacio pleural conduce al colapso pulmonar;
    la fuga aérea no se detiene hasta que se alcanza el
    equilibrio de las presiones en la cámara del
    neumotórax o se sella la brecha pleural que dio origen al
    evento.

    Asociación:
    Neumotórax-Tabaquismo
    6

    Se ha sugerido que el tabaco podría ser un factor
    de riesgo para el desarrollo del NE, posiblemente, a
    través de un mecanismo obstructivo por acumulo de
    exudados, engrosamiento de la pared bronquial y quizás,
    por alteraciones en el intersticio pulmonar, potenciando la
    formación de bullas y aumentando el riesgo de rotura de
    ellas.

    La hipótesis de las proteasas/ antiproteasas
    explica el efecto nocivo del fumar, tanto por el aumento de la
    elastasa disponible como por la menor actividad antielastasa: La
    destrucción de las paredes alveolares se debe a un
    desequilibrio entre la acción
    de las proteasas (elastasa, etc.) y las antiproteasas (a1AT,
    inhibidor de la leucoproteasa secretora, a1macroglobulina
    sérica); la principal actividad antielastasa está
    ligada a la a1AT mientras la principal actividad de elastasa
    celular la poseen los PMN (también los MM, los mastocitos
    y las bacterias). La elastasa de los PMN puede digerir el
    pulmón y esta digestión puede ser inhibida por
    a1AT. Los PMN secuestrados en el pulmón, llegan a los
    alvéolos y cualquier estímulo que aumente los PMN y
    MM o la liberación de sus gránulos, aumenta la
    actividad elastolítica (los RTLO2 liberados por los PMN
    inhiben la actividad de la a1AT); al disminuir las
    concentraciones de a1AT se dispara la destrucción del
    tejido elástico y esto va seguido de rotura de
    alvéolos. Por tanto se considera que las bullas
    subpleurales y los blebs son el resultado de una fuerte
    acción destructiva de las proteasas que acontece en
    presencia de una escasa actividad antiproteasa.

    • Los fumadores tienen más PMN y MM en sus
      alvéolos; la mayor cantidad de PMN puede deberse a la
      liberación de IL-8 por los MM; la nicotina es
      también quimiotáctica para los PMN; el humo
      activa la vía del complemento.
    • Fumar estimula la liberación de elastasa por
      los PMN.
    • Fumar aumenta la actividad elastolítica de las
      proteasas de los MM. La elastasa de estos no es inhibida por la
      a1AT, que de hecho, puede ser digerida por aquella.
    • Los agentes oxidantes del humo, como los RTLO2,
      inhiben la a1AT.

    Por otra parte a las zonas superiores con menor
    perfusión llega menos a1AT.

    Alteraciones
    fisiopatológicas producidas por el
    neumotórax
    6

    Los cambios fisiopatológicos que produce el
    neumotórax dependen de la cantidad de aire que irrumpe en
    la cavidad pleural y del estado de la
    función cardiopulmonar del paciente. El aire pleural
    acumulado produce colapso del pulmón, y compresión
    de este al tornarse positiva la presión intrapleural,
    comprometiendo el intercambio gaseoso; esta situación
    puede ser muy grave en un paciente neumópata, aun sin gran
    colapso pulmonar.

    El neumotórax provoca pérdida de la
    fuerza de
    retroceso elástico; reduce el volumen ventilatorio, la
    capacidad de difusión y la adaptabilidad pulmonar; reduce
    proporcionalmente tanto el volumen residual, como las capacidades
    vital, pulmonar total y residual funcional. En el
    neumotórax existe hipoventilación pulmonar debido a
    disminución de la adaptabilidad del pulmón y de la
    caja torácica; el flujo pulmonar disminuye » 50% por
    espasmo vascular reflejo y si la hipoxia resultante es intensa
    hay aumento de la permeabilidad capilar con edema del intersticio
    pulmonar; todo lo cual reduce el intercambio gaseoso por bloqueo
    alvéolo–capilar.

    El colapso pulmonar viene pues a agravar el deterioro de
    la función respiratoria que en los NES ya había
    provocado la enfermedad subyacente.

    Tratamiento del
    neumotórax
    1,6,10,11

    El tratamiento de urgencia de los NES es similar al del
    NEP, exceptuando que no se justifica el tratamiento
    médico, dada la escasa reserva funcional respiratoria que
    habitualmente tienen. Casi siempre se trata de reexpandir el
    pulmón con una pleurostomía mínima, que con
    frecuencia es necesario mantener por un periodo más
    prolongado. También se utilizan los drenajes de
    pequeño calibre y los catéteres, pero se dejan
    conectados a un "sello de agua". Se ha demostrado que debido a la
    pobre vascularización pulmonar, estos pacientes necesitan
    el drenaje pleural por más tiempo y que
    tienen una mayor incidencia de empiema e infecciones
    nosocomiales. Si el espacio pleural se drena adecuadamente y el
    pulmón se mantiene expandido, usualmente se detiene la
    fuga de aire.

    En algunos pacientes la fuga persiste hasta quince
    días o más, teniendo a veces que orientar la
    cirugía, cuando el riesgo quirúrgico lo permite. La
    mayoría de los neumólogos y cirujanos se inclinan
    por este método, no importa cual sea el calibre

    En caso de neumotórax abierto ("tórax
    soplante") hay que cerrar la brecha torácica con un
    vendaje impermeable cuadrangular que se fija por tres de sus
    lados, para que funcione como una válvula unidireccional,
    antes de realizar la pleurostomía y después de
    esta, llevar a cabo la reparación quirúrgica de la
    brecha. La incisión, ligeramente oblicua, de 8 a 10 cm, se
    realiza a 2 cm por encima de la costilla a resecar; el colgajo
    inferior debe ser el más amplio, dado que será el
    piso del ostoma, fijando luego la piel a la
    pleura parietal a puntos separados. El tamaño de la
    ventana depende de la existencia o no de parénquima en
    condiciones de reexpander, siendo las mayores en los empiemas
    postneumonectomía.

    Una vez realizada la pleurostomía el paciente
    puede evolucionar de dos maneras: hacia la resolución, con
    reexpansión pulmonar completa o hacia el neumotórax
    persistente por fuga de aire mantenida o falta de
    reexpansión. Se constituye una bolsa empiemática
    mal comunicada al exterior, sea por la fístula
    pleuropulmonar o por mala ubicación del drenaje o por una
    fístula broncopleurocutánea inagotable.

    En la actualidad, la toracostomía puede
    realizarse con "criterio temporario" cuando:
    a) se espera, una vez que se controle el empiema bacteriano o
    tuberculoso, el pulmón reexpanda; b) en los que se observa
    el relleno franco de la cavidad; o c) cuando controlada la
    infección como en las cavidades postneumonectomías,
    se procede al cierre quirúrgico secundario de la misma,
    siguiendo el criterio de Claget.

    El Tratamiento antibiótico por vía
    sistémica es fundamental para el control de la
    infección. El antibiótico a utilizar
    dependerá de las circunstancias clínicas del
    paciente, de los gérmenes aislados en el cultivo,
    así como de su antibiograma. Es aconsejable asociar una
    droga que
    actúe contra los anaerobios, como la Clindamicina, a una
    Cefalosporina de 2ª o 3ª generación que cubra
    gérmenes Gram-positivos y Gram-negativos. El drenaje del
    pus o del líquido infectado existente en la cavidad
    pleural es tan importante como el tratamiento antibiótico
    correcto

    La posibilidad de infección de la herida
    operatoria es de un 8.7-85.7%, según diferentes
    investigadores.

    Infección de
    heridas
    7

    La infección es el resultado final de una
    compleja interacción entre huésped,
    microorganismos, entorno de la herida e intervenciones
    terapéuticas, elementos que se verán complicados
    por la cooperación o interacción bacteriana y la
    virulencia de los gérmenes. Es necesario percibir los
    leves cambios clínicos de la respuesta inflamatoria para
    identificar los signos
    precoces de la infección.

    En condiciones normales, el huésped humano y los
    microorganismos mantienen una relación equilibrada, de
    hecho, la flora normal puede resultar ventajosa en lo que se
    refiere a protección frente a la invasión por
    especies más agresivas.

    Los pacientes con mayor riesgo de desarrollar
    infecciones de las heridas son aquellos cuyas respuestas
    inmunitarias distan de ser óptimas. Algunos hábitos
    y formas de vida deterioran igualmente la inmunocompetencia, como
    sucede sobre todo con el estrés, el
    alcoholismo y la
    drogadicción, el tabaquismo y la
    falta de ejercicio o de sueño.

    La capacidad de un microorganismo
    para producir enfermedad depende de su patogenia y ésta, a
    su vez, depende del éxito con que consigue encontrar un
    huésped sensible, obtener acceso a un tejido diana
    adecuado y superar los mecanismos de defensa del
    huésped.

    Resultados de las interacciones
    huésped-patógeno
    7

    No todas las heridas ofrecen las mismas condiciones y,
    por tanto, las diferentes heridas permiten el crecimiento de
    distintas comunidades de microorganismos. La adquisición
    de especies bacterianas por una herida puede tener tres
    resultados claramente definidos:

     

     

    Contaminación

    Todas las heridas pueden adquirir
    microorganismos. Si la especie bacteriana no dispone de
    las condiciones físicas y de nutrición adecuadas, o si no es
    capaz de superar con éxito las defensas del
    huésped, no se multiplicará ni
    sobrevivirá; por tanto, su presencia será
    sólo transitoria y no habrá retraso de la
    cicatrización.

    Colonización

    Las especies microbianas logran crecer y
    multiplicarse, pero no producen daños al
    huésped ni desencadenan una
    infección.

    Infección

    El crecimiento, la multiplicación y la
    invasión microbianos de los tejidos del
    huésped provocan lesiones celulares y reacciones
    inmunitarias manifiestas en el huésped. La
    cicatrización de la herida se interrumpe. Los
    factores locales pueden incrementar el riesgo de
    infección.

    La colonización se define como la presencia de un
    microorganismo en un huésped durante un periodo
    indefinido, con un espectro de daño
    que varía desde ninguna a significativa, dependiendo del
    microorganismo. La imposibilidad de erradicar al germen
    produciría su persistencia, y la lesión progresiva
    del huésped podría dar lugar a enfermedad o a
    la
    muerte.

    La identificación precoz de la infección
    de una herida permite aplicar la intervención
    antimicrobiana adecuada; puesto que la infección
    interrumpe siempre el proceso de cicatrización normal,
    requiere un diagnóstico y tratamiento eficaces.

    Riesgo de
    sobreinfección asociado con el uso de
    antibióticos
    8

    La sobreinfección es una de las causas más
    importantes de fracaso terapéutico y consiste en el
    desarrollo de una nueva infección en la misma
    localización, causada por un microorganismo diferente al
    que originó la infección inicial, y que aparece
    mientras el paciente está recibiendo un determinado
    antibiótico. También se considera
    sobreinfección a aquella que ocurre en los días
    posteriores a la retirada del tratamiento, y la que tiene lugar
    en un sitio diferente al inicial. Supone un acontecimiento
    adverso en la evolución del paciente, ya que ocasiona una
    elevada mortalidad, una peor respuesta al tratamiento y un
    alargamiento de la estancia hospitalaria, con el consiguiente
    aumento de los costes.

    Sobreinfección por Pseudomonas
    aeruginosa
    8,11

    Ocurre principalmente en pacientes tratados con
    imipenem (2,6%) y cefotaxima (1,7%). Siendo nula, en esta
    investigación, la sobreinfección
    cuando se utilizó como tratamiento
    piperacilina/tazobactam.

    En los pacientes en que persiste algún grado de
    infección en cavidades residuales crónicas, debe
    tenerse presente la repercusión general a través
    del tiempo como pueden ser la enfermedad amiloide, un reumatismo
    crónico, o una osteoartropatía hipertrofiante
    néumica.

    Multirresistencia a
    antimicrobianos
    9,11

    Se puede definir la multirresistencia como la
    resistencia in vitro a todos los agentes en dos de las
    siguientes clases de antibióticos,
    ß-lactámicos (incluyendo carbapenems),
    aminoglucósidos y quinolonas; especificando el
    método utilizado para determinar la sensibilidad in vitro,
    generalmente medida y estandarizada por el método de
    difusión con la técnica de Kirby-Bauer.

    Según Kubisz (1995) las pruebas de
    susceptibilidad concluyen que hay una alta resistencia a los
    antibióticos en bacterias como Pseudomonas
    aeruginosa
    , Serratia spp y Acinetobacter
    baumanii
    .

    La caquexia infecciosa crónica, en una ventana
    pleural, implica infección no controlada pudiendo
    persistir en las bronquiectasias cicatrizales vecinas invadidas
    por flora nosocomial polirresistente.

    Partes: 1, 2

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