Monografias.com > Estudio Social
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Investigación acción participativa: Propuesta para un ejercicio activo de la ciudadanía




Enviado por Colectivo Ioé



Monografía destacada

    Colectivo Ioé**

     

     

    Presentación

    Los programas de
    política
    social y servicios
    sociales tratan de salir al paso de aquellas carencias y problemas que
    se presentan como más urgentes: personas que no tienen
    cubiertas las necesidades básicas (comida, techo o
    abrigo), niños y
    ancianos desprotegidos, familias sin recursos
    económicos, sectores con problemas de exclusión
    (jóvenes, mujeres, etc.), minorías discriminadas,
    etc. Estas problemáticas se imponen en la práctica
    como evidentes y ante ellas se adoptan respuestas que pretenden
    paliarlas o solventarlas. A partir de aquí, todo se
    plantea en términos de necesidades y recursos de acuerdo a
    la siguiente argumentación: "las necesidades son muchas y
    los recursos escasos; dejemos ya de hablar y
    actuemos".

    Este planteamiento ?que pone el acento en la
    acción y elude la reflexión? tiene, en nuestra
    opinión, tres puntos ciegos: 1) pensar que las
    orientaciones generales de los programas que se realizan son
    obvias e incuestionables, cuando las complejas
    problemáticas de la sociedad
    admiten múltiples formas de intervención; 2)
    adoptar el esquema asistentes/asistidos, con el peligro de
    convertir a estos últimos en permanentes destinatarios
    pasivos de los programas; y 3) poner como finalidad de la
    acción "la" integración social de los marginados, sin
    tener en cuenta que hay muchas formas de integración y que
    sería conveniente optar conscientemente entre ellas.
    Explayaremos estas limitaciones en el apartado Unir la
    reflexión a la acción en los programas de política social y dar
    cabida en ellos a los propios "necesitados", como principales
    protagonistas, puede ser un camino para superar estos puntos
    ciegos. Como se ha demostrado en la práctica, tal actitud se
    convierte en motor de un
    proceso
    transformador capaz de movilizar los recursos y la capacidad de
    pensar y actuar ?sin recortes previos? de las personas afectadas
    por las diversas formas de exclusión. La Investigación Acción Participativa
    (IAP), aplicada al trabajo social y
    al desarrollo
    comunitario, responde a este "replanteamiento" de la
    política social. La IAP no es una técnica que se
    pueda incorporar en el programa, sino un
    enfoque o estrategia
    general de intervención que se puede plasmar en muchas
    prácticas concretas que dependerán de la creatividad de
    los protagonistas y de las circunstancias presentes en cada caso.
    En el presente capítulo, tras señalar las
    líneas básicas de la IAP, tal como nosotros la
    entendemos (apdo. 2), aludiremos a su introducción y principales tendencias en
    España
    (3) y saldremos al paso de diversas cuestiones prácticas
    que plantea su aplicación (4?7).

     

    1. Cómo se abordan
    habitualmente las necesidades sociales

    Toda la moderna política social y más
    concretamente el área de servicios sociales encuentra su
    legitimación convencional en la siguiente
    formulación: ante la evidencia de que en nuestras sociedades
    existen grupos y capas
    sociales cuyas necesidades no son adecuadamente cubiertas por la
    propia dinámica social (de mercado), se
    requiere una aportación de recursos por parte de instituciones
    específicas (estatales o privadas1). La
    función
    de los profesionales y de los voluntarios del trabajo social
    sería evidente por sí misma: ante unos problemas
    concretos (que están ahí) se organizan unas
    respuestas. Sin embargo, la necesidad social no es un hecho
    empírico que se impone por sí mismo (no
    "está ahí" simplemente), ya que siempre implica, al
    menos, dos elementos: un juicio de valor
    sobre lo que se considera deseable o necesario y una
    interpretación sobre la génesis social de
    dicha necesidad. Además, tanto los juicios de valor como
    las interpretaciones sobre el origen de las necesidades no se
    formulan arbitrariamente por cada individuo,
    sino que suelen estar condicionados por intereses y estrategias de
    grupo o
    clase social.
    Esto cobra especial relevancia cuando el modelo social
    que regula las necesidades se caracteriza por la desigualdad
    social. En efecto, como vimos en el capítulo anterior,
    el desarrollo de
    las sociedades capitalistas produce y reproduce las desigualdades
    en los más diversos ámbitos de la vida social
    (entre capital y
    fuerza de
    trabajo; entre grupos vinculados a la industria, los
    servicios o la agricultura;
    grandes o pequeñas empresas;
    distintas regiones geográficas; medio rural y urbano;
    minorías organizadas y masas sociales fragmentadas, etc.),
    lo que origina intereses y necesidades divergentes, que no son
    homogéneos ni agregables sin conflicto.

    De acuerdo con estas reflexiones, no se podría
    hablar con propiedad de
    necesidades sociales partiendo de esquemas formales y
    ahistóricos2, ya que siempre se trata de
    fenómenos históricos, que ocurren en el seno de
    formaciones sociales concretas que es preciso caracterizar en
    cada momento. Sin embargo, la práctica más usual en
    los programas de política social es partir de algunas
    tipologías de necesidad social3 y diversas
    metodologías de investigación4 que son
    admitidas como supuestos básicos de las intervenciones
    institucionales. En general se acepta un recorte institucional
    previo de la problemática a abordar (tipo de población, tipo de problemas
    sociales etc.) sin analizar las consecuencias que esta
    limitación del campo tiene sobre la información a obtener. Este lapsus es tanto
    más importante cuanto que la principal demanda de
    estudios de necesidades proviene de instituciones estatales, que
    obviamente parten de una concreta definición
    (político?ideológica) que potencia ciertos
    enfoques y dificulta otros. Además, estos métodos
    intentan, a continuación, medir con criterios puramente
    técnicos la extensión de las situaciones antes
    delimitadas. De este modo se acepta la definición de las
    necesidades a partir de las normas
    institucionales y de criterios profesionales, sin cuestionar la
    pertinencia de ambos recortes.

    Pero la operación de recortar, parcelar y
    estratificar la realidad social desde la perspectiva de estos
    determinados agentes e intereses impide captar la complejidad y
    la génesis social de las necesidades.

    Los instrumentos técnicos que se utilizan en
    estos casos tampoco son inocentes. En especial, el recurso
    abusivo a la técnica de la encuesta para
    captar las necesidades subjetivamente experimentadas, se dirige a
    los individuos como entidades autónomas, separados de su
    contexto social, y supone que sus respuestas a un cuestionario
    expresan sus necesidades, ignorando los fenómenos de
    alienación social y la generación de necesidades
    sociales desde arriba5. En nuestra opinión,
    esta forma de abordar la cuestión no permite captar a los
    sujetos sociales con necesidades dentro de un proceso
    social en el que se producen y reproducen, y se limita a ofrecer
    recuentos y clasificaciones de necesidades abstractas
    (definidas desde fuera del contexto), de las que el individuo no
    es más que un portavoz manipulado. En otra parte hemos
    definido como elitista y tecnocrática esta forma de
    definir y abordar las necesidades sociales6. Entre los
    responsables políticos de la acción social, los
    mediadores (profesionales y voluntarios) y los ususarios se
    establece una relación asimétrica en la que se
    asignan habitualmente los siguientes papeles: los responsables
    diseñan los servicios (función directiva),
    los profesionales y voluntarios los aplican (función
    instrumental) y los usuarios los consumen, desde una
    posición dependiente (función clientelar).
    Podemos representar gráficamente estas funciones
    mediante una pirámide donde las relaciones (flechas) van
    de arriba abajo.

     

    La población que sufre problemas aborda "sus"
    necesidades cediendo dos formas de protagonismo: el
    diagnóstico de las mismas, que es apropiado por los
    responsables políticos de las instituciones, y la
    gestión, que queda en manos de técnicos y
    funcionarios intermedios, profesionales y/o voluntarios. De este
    modo, los usuarios son generalmente excluídos de los
    sistemas de
    decisión y gestión
    de la política social, lo que se corresponde con su
    posición social marginal ya que suelen estar dispersos,
    individualizados y poco organizados. Según algunos
    autores, esta institucionalización de las relaciones
    sociales entre los agentes de la política social tiene
    efectos de apropiación, desplazamiento y
    exclusión
    : "las instituciones buscan apropiarse del
    público, del territorio y de los síntomas que ellas
    están llamadas a gestionar. Exclusión de todas
    aquellas propuestas que no se plantean como subsidiarias de su
    intervención. Concurrencia con aquellos que buscan
    intervenir en lo que las instituciones consideran un
    ámbito de su propiedad; incluso si una institución
    no aborda correctamente un problema que considera de su competencia,
    tampoco aceptará que otros traten de solucionarlo. Esta
    forma de funcionar la política social no busca encontrar
    soluciones a
    los problemas planteados sino que aplica un modelo
    operatorio"7.

    La marginación de los destinatarios (su
    apartamiento de los niveles de decisión y gestión),
    lejos de ser una cuestión casual, es un síntoma o
    expresión en el área de la política social
    de una sociedad de masas donde los papeles dirigentes son objeto
    permanente de lucha entre minorías activas que tratan de
    acaparar cada una de ellas el mayor espacio posible de influencia
    sobre las mayorías pasivas8. Esta lógica
    de dominación, que ocurre evidentemente a nivel
    económico, sucede también a nivel político e
    ideológico, como se ha visto en el apartado anterior.
    Simultáneamente se ha reforzado el papel mediador y
    políticamente neutro/neutralizado de los técnicos y
    profesionales, en cuyas manos se deja la gestión cotidiana
    de los problemas y desequilibrios que provoca el sistema social.
    Pero este abordaje debe ceñirse a los límites
    marcados por su función técnica, sin cuestionar las
    contradicciones sociales de fondo (plano que corresponde definir,
    en todo caso, a los responsables políticos).

    Así, focalizando la atención sobre ciertos sectores
    sociales, y no sobre el sistema social, se oculta el
    carácter "políticamente
    determinado"(9) de muchas necesidades,
    presentándolas como demandas de los propios afectados; por
    otra parte se excluyen del campo de las necesidades problemas y
    conflictos
    difícilmente regulables por las instituciones en
    cuestión o incluso que se presentan como deslegitimadores
    de su función. Además, se procede siempre a una
    jerarquización de las necesidades, que sólo
    puede realizarse desde una instancia de poder, y a su
    segmentación (en primarias y secundarias,
    por ejemplo), lo que acaba justificando la dependencia del
    necesitado y la legitimidad de la intervención
    institucional(10).

    Un enfoque alternativo para establecer y abordar las
    necesidades en el campo de la política social
    podría perseguir dos objetivos:
    intervenir en la génesis social de los problemas, no
    sólo en sus efectos; y recurrir a metodologías que
    permitan replantear la relación entre los agentes
    implicados, desvelando los intereses en juego y
    facilitando el protagonismo de los colectivos excluidos. Esto
    último implica que las personas e instituciones que
    participan en el programa deberían estar abiertas al
    autoanálisis y a la evaluación
    de sus intereses y expectativas (análisis de la
    demanda
    ). En especial, conviene evitar que las instituciones
    introduzcan sus criterios y valoraciones como marco incuestionado
    del trabajo; así mismo, los profesionales y voluntarios
    deberían dejar de ampararse en una supuesta neutralidad de
    la técnica y estar dispuestos a no dejar de lado una
    consideración expresa de sus eventuales intereses
    corporativos. Por último, habría que procurar que
    la población?objeto pasara a constituirse en sujeto
    principal del proceso, adoptando las otras instancias
    (instituciones, profesionales, voluntarios) un papel subsidiario
    o de apoyo.

    Para aplicar estos criterios no existen "recetas"
    metodológicas milagrosas. Sin embargo, hay aportaciones
    que merecen ser tomadas en cuenta, como algunos desarrollos de la
    llamada Investigación Acción Participativa (IAP).
    En general, se trata de un enfoque de intervención social
    que persigue recoger las perspectivas e intereses de los sectores
    implicados en un proceso de acción social, otorgando el
    principal protagonismo a los colectivos afectados. La
    intención es potenciar los recursos disponibles en estos
    sectores, tanto a nivel del conocimiento
    (difusión y aplicación de técnicas
    de autodiagnóstico e investigación colectiva) como
    de la acción (promoción de iniciativas y
    autoorganización).

     

    2. Líneas
    básicas de la investigación acción
    participativa (IAP)

    Algunos autores han intentado delimitar las principales
    características de la IAP11. Sin embargo, como
    veremos, existen diferentes orientaciones estratégicas en
    esta forma de intervención social, que dan lugar a puntos
    de vista bastante diversos. Por ello, resulta inevitable escoger
    aquellas líneas que, desde nuestro punto de vista, nos
    parecen más importantes, para lo que también hemos
    contado con algunas experiencias de campo en que hemos
    participado12. Evidentemente las cinco líneas
    básicas que vamos a destacar representan en conjunto un
    cuadro ideal de intervención que luego se aplica en la
    práctica hasta donde es posible.

    1ª) Pasar de la relación sujeto/objeto
    (gestores/clientes) a la
    relación sujeto sujeto. Los protagonistas principales ?y
    necesarios? de todo el proceso son las personas afectadas por los
    problemas que se quieren abordar. En cuanto a los voluntarios
    externos, los profesionales y los políticos, asumen un
    papel subsidiario y, en última instancia, uno de sus
    principales objetivos consiste en volverse
    innecesarios13. En función de este criterio,
    los profesionales han de procurar adaptarse al ritmo y al
    lenguaje de
    los destinatarios, dejando de lado su jerga profesional y
    adoptando una actitud de escucha y diálogo
    permanente. Hay que explorar y potenciar los recursos ? materiales y
    humanos? propios de la colectividad y tanto el calendario como
    las formas de organización y evaluación de las
    actuaciones deben adoptar un carácter abierto, en
    función de cuáles sean las demandas y expectativas
    de la población afectada14.

    2ª) Partir de las demandas o necesidades sentidas
    por los afectados, como condición necesaria para que sean
    ellos los principales protagonistas del proceso. Tales demandas
    pueden aparecer espontáneamente en un momento dado y
    servir de punto de enganche para un proceso de IAP, o pueden
    surgir tras una primera etapa de reflexión en la que las
    personas afectadas hacen un diagnóstico de su situación y
    definen, a partir de él, sus demandas e intereses. Todas
    las personas son "seres en situación"15 que
    sólo pueden comprenderse y actuar sobre la base de
    cuál sea su percepción
    "in situ" de las circunstancias en que viven. Probablemente esto
    supone para los profesionales y líderes de los programas
    una exigencia de autocontrol a fin de acomodar sus planteamientos
    y expectativas, por otra parte legítimos, al nivel de
    comprensión de las personas implicadas en el programa.
    Precisamente la desconexión entre los intereses de los
    "activistas" y de los "afectados" suele conducir a programas
    "clientelares" que refuerzan la dependencia de los
    "atendidos".

    3ª) Unir la reflexión y la
    acción
    , o la teoría
    y la praxis,
    evitando tanto el verbalismo (teorizar sin llevar a la
    práctica) como el activismo (actuar sin reflexionar sobre
    lo que se está haciendo). Esta actitud debe estar presente
    en todas las fases de la IAP, pero de una forma más
    intensa en los momentos de programación y evaluación que, a la
    larga, tienden a constituir "un proceso en espiral de planificación, acción, observación y
    reflexión"16. La reflexión tiene un
    componente doble: por una parte, el autodiagnóstico
    colectivo a partir de la experiencia de los propios afectados
    (disposición a "analizar" y a "ser analizados"); por otra,
    el estudio sistematizado de aquellos asuntos en los que se quiere
    profundizar, lo que suele requerir técnicas de
    investigación más o menos prolijas y donde la
    aportación de los profesionales es más útil
    (a fin de asegurar que las técnicas se apliquen
    correctamente y se desplieguen todas sus
    virtualidades).

    4ª) Comprender la realidad social como una
    totalidad, concreta y compleja a la vez
    . Esto supone no
    limitar el análisis o las posibilidades de
    acción en ningún sentido y abrirse a la interdisciplinariedad del conocimiento,
    aprovechando los aportes de los diversos enfoques
    (antropológico, sociológico, psicológico,
    histórico, etc.), que se entienden como complementarios.
    Algunos autores entienden esta forma de abordar la acción
    social como un esfuerzo por conjugar los niveles micro y macro de
    la sociedad que estarían mutuamente
    implicados17. Una articulación de lo micro y de
    lo macro supondría no sólo "actuar localmente y
    pensar globalmente" sino desarrollar formas de
    intervención en los dos planos ?evitando que se produzca
    la cooptación de lo micro por lo macro? y generar
    también una complementariedad horizontal entre los
    diversos microespacios a fin de reforzar la convergencia de los
    sectores de la sociedad afectados por problemas
    semejantes.

    5ª) Plantear el proceso de IAP como una
    vía de movilización y emancipación de los
    grupos
    sociales en situación de dependencia
    . Esto implica
    una actitud comprometida políticamente por parte de los
    participantes (incluidos los profesionales, que tienen que
    superar la supuesta neutralidad del saber técnico). Aunque
    esta línea de la IAP admite muchos matices y ha sido
    olvidada en la práctica frecuentemente18, la
    mayoría de los autores especializados en el tema considera
    que se trata de una característica central en el contexto
    de una sociedad marcada por la desigualdad y la dependencia de
    las clases populares. Para Freire si el
    conocimiento no implica "transformar la realidad" no es
    verdadero conocimiento19. Fals Borda y
    Rodríguez Brandao definen el "poder popular" que se pone
    en marcha en la IAP como "la capacidad de los grupos de base,
    explotados por sistemas socioeconómicos, de actuar
    políticamente tanto como de articular y sistematizar
    conocimientos, de tal manera que puedan asumir un papel
    protagonista en el avance de la sociedad y en la defensa de sus
    propios intereses de clase y de grupo"20.

     

    3. Introducción de la
    IAP en España. Diversas orientaciones

    Junto al paradigma
    dominante de abordaje de las necesidades sociales (descrito en
    2.1), es posible reconocer también en España
    diversos desarrollos de investigación con un enfoque
    participativo. Desde fines del siglo XIX se puede rastrear una
    tradición de investigación colectiva,
    promovida por las corrientes socialista y anarquista, que fue
    bastante aplicada en el campo de la educación21
    y cuya influencia ha sido reconocida como uno de los factores
    impulsores de la investigación?acción en América
    Latina22. Sin embargo, estas corrientes fueron
    abortadas a medida que se imponía en la sociedad
    española un modelo de educación estatal
    centralizado, evolución que se consumó en las
    décadas de la dictadura
    franquista.

    Más recientemente coincidiendo con los
    años de transición a la democracia
    surgieron algunas experiencias participativas protagonizadas por
    los movimientos sociales entonces pujantes y con capacidad de
    arrastre popular (vecinales, sindicales, políticos, etc.),
    si bien sobrados de espontaneismo y buena voluntad y faltos de
    los planteamientos e instrumentos técnicos adecuados.
    Estos movimientos dieron lugar a programas de acción
    social, desarrollo comunitario y análisis institucional en
    los que a veces participó la propia administración. A partir de entonces
    encontramos experiencias de IAP en las áreas de la educación de
    adultos, la animación sociocultural, la promoción
    de la salud y
    evaluación de programas sociales. Se trata de experiencias
    minoritarias, poco relacionadas entre sí y con
    orientaciones y encuadres institucionales muy variados, como se
    desprende del siguiente cuadro aproximativo: Desde 1980
    España forma parte del Grupo Europeo de
    Investigación Participante, enrolado a su vez en el
    Consejo Internacional de Educación de Adultos, con sede en
    Toronto. En 1985 España organizó el quinto Seminario
    Internacional de Investigación Participativa (Barcelona),
    donde se expusieron diversas experiencias concretas aplicadas en
    España y otros países
    europeos23.

    A comienzos de los años 80 se retoma,
    después de 40 años, la experiencia de las
    Universidades Populares que se extienden por más de un
    centenar de poblaciones, casi siempre con apoyo de la
    administración local. En algunos casos se desarrollan
    cursos que tienen por objeto el análisis participado de la
    propia realidad local.

    En torno a la
    revista
    internacional de educación de adultos "Aulas de Cultura"
    (Salamanca) se han desarrollado diversas experiencias de
    educación rural con un planteamiento participativo
    (Santibáñez de Béjar, Renedo, etc.). Por su
    parte, las Escuelas Campesinas surgidas en Barco de Ávila
    en 1978 y posteriormente extendidas por varias provincias
    persiguen un "desarrollo integral" basado en la
    autogestión de los afectados.

    En varios centros universitarios se han producido
    aportaciones teóricas y prácticas significativas,
    siendo especialmente importante su papel como difusores de
    información y formación entre el profesorado, los
    trabajadores sociales y el
    voluntariado24.También algunas editoriales se
    han especializado en esta dirección (Narcea, Ed. Popular, Ed. Hacer,
    Laertes) así como diversos centros privados de
    educación de adultos (CLAVES, CODEDAH y CASM en Madrid, SEPT,
    APIP y SERGI?GRAMC en Cataluña, etc.).

    Otras aportaciones específicas se pueden
    reconocer recientemente en las áreas de la salud y de la
    evaluación social. En el primer ámbito citado
    existen propuestas de interés
    que ligan la educación para la salud con la
    participación comunitaria25 o con la
    evaluación cualitativa de programas de salud26;
    así mismo se propone la evaluación de servicios y
    programas sociales contando con los propios
    actores27.

    Por último, en el contexto de los movimientos
    antiglobalización han surgido fecundas experiencias de
    participación social y política, a veces de
    carácter local, como los "presupuestos
    participativos" de Porto Alegre o de Cabezas de San
    Juan28, y en otros casos de mayor amplitud como las
    Consultas Zapatistas o la propuesta de una Consulta Social en
    Europa
    coincidiendo con las elecciones europeas de junio de
    200429.

    Todas estas iniciativas tienen en común el
    interés metodológico por favorecer la
    participación de los afectados
    en los procesos de
    investigación?acción. Sin embargo, parten de
    estrategias y planteamientos teóricos diversos y,
    en general, su nivel de instrumentación técnica está
    poco desarrollado. Las diferencias en el plano estratégico
    (el para qué y el para quiénes de la acción
    emprendida) dependen de la demanda: quiénes son los
    sujetos reales de los procesos puestos en marcha y qué
    fines o efectos sociales persiguen a través de
    ellos.

    Estas diferencias a nivel estratégico se traducen
    ?o disfrazan? recurriendo a aquellas tradiciones teóricas,
    elaboradas fuera de España, que avalan el enfoque
    particular de cada promotor. Podemos distinguir dos tradiciones
    principales: la pragmática?operativa y la
    críticaimplicativa.

    Entre ambos polos se pueden situar todas las escuelas
    que toman como punto de referencia la IAP.

    En un polo se sitúa la tradición
    pragmática?operativa
    , iniciada con Dewey en el
    campo de la educación y por Lewin en el área de la
    psicosociología, a quienes se considera iniciadores de la
    investigación?acción en Estados Unidos.
    Históricamente estas corrientes surgieron en el contexto
    de la gran depresión
    (1929), al descubrirse que las "relaciones
    humanas" y la "participación democrática en la
    escuela y en la
    sociedad" eran métodos más adecuados ?que el
    taylorismo y el control
    rígido de la población? para garantizar la productividad de
    las empresas y la integración social de los
    individuos30. En este caso la participación
    no es más que un método
    para la resolución de problemas grupales o
    institucionales
    que se define como un "proceso continuo de
    planificación, acción, evaluación y vuelta a
    empezar", pero ceñido a prácticas sociales
    concretas, sin un análisis de sus relaciones con el
    conjunto del sistema social y, por tanto, sin alternativas
    globales. Con este enfoque la investigación?acción
    se aplicó exitosamente a la gestión de empresas
    comerciales e incluso fue utilizada para la preparación de
    operaciones
    militares durante la segunda guerra
    mundial.

    Como señala Thirion, "el pragmatismo no
    crítico de Dewey y Lewin se dejó absorber por el
    modelo operativo: la preocupación por la eficacia
    ganó sobre el debate
    democrático"31. En el mismo sentido cabe
    interpretar la política de desarrollo de las comunidades
    indígenas propiciado por Gran Bretaña en sus
    colonias en los años 40 y 5032 o los proyectos de
    Acción? Investigación promovidos por la Unión
    Europea en el marco de los Programas de Lucha contra la
    Pobreza33.

    En el polo contrario encontramos una tradición
    crítica?implicativa
    que propugna la
    investigación?acción a partir de un rechazo global
    del "status quo" existente en la sociedad (desigualdades,
    procesos de exclusión, elitismo político y
    económico, etc.) y como una vía, entre otras, de
    liberación social. Este enfoque se asocia a la ideología tradicional de la izquierda, si
    bien como práctica concreta de "investigación
    participante" ha surgido posteriormente, a partir de las
    insuficiencias y contradicciones del planteamiento
    pragmático34 y en contextos de crisis o
    quiebra social.
    En América
    Latina la etapa más pujante tuvo lugar entre mediados
    de los años 60 y 198035 y en Europa mayo del 68
    desencadenó diversas escuelas de intervención
    social directa o indirectamente relacionadas con la IAP:
    análisis institucional de René Lourau y
    Georges Lapassade, Crítica Institucional y Creatividad
    Colectiva
    de Michel Seguier, sociopsicoanálisis
    de Gérard Mendel,
    sociolog permanente de Alain Touraine,
    etc.36.

    A partir de fines de los años setenta se produce
    en España una lenta introducción de estas
    tendencias y, aunque su influencia es marginal y sus aplicaciones
    escasas, el concepto de
    "investigación participante" ?con la polisemia ya
    descrita? tiene cada vez mayor audiencia37 y existen
    algunas aportaciones teóricas de interés, entre las
    que destaca la de Jesús Ibáñez,
    catedrático de Tecnicas de
    Investigación Social en la Facultad de Ciencias
    Políticas y Sociología de la Universidad
    Complutense y principal representante de la llamada escuela
    cualitativa madrileña. En varias de sus obras38
    apunta la posibilidad de establecer una ruptura
    metodológica
    en relación a las técnicas
    cuantitativas y cualitativas a través de la "perspectiva
    dialéctica", que ejemplifica en el socioanálisis y
    la IAP. El cuadro adjunto esquematiza las tres perspectivas de la
    investigación social (distributiva,
    estructural y dialéctica) y distingue en cada una de ellas
    el nivel epistemológico o estratégico (para
    qué
    y para quién se interviene), el
    metodológico (en qué plano se sitúa
    el alcance de la intervención) y el tecnológico
    (cómo se desarrolla con concreto).

     

     

    Si aplicamos este cuadro al área de la
    política social, podemos extraer tres escenarios posibles
    de intervención, que se corresponden con las tres
    perspectivas de investigación social:

    1) Perspectiva distributiva. La
    intervención se plantea desde una relación
    asimétrica y jerarquizada entre los asistentes
    (políticos, profesionales y voluntarios) y los asistidos
    (sectores marginados). La población carencial no tiene
    autonomía y debe acoplarse a los dictados y prescripciones
    de quienes están dotados de autoridad para
    decidir sobre las "necesidades" que deben plantearse y sobre las
    formas legítimas de satisfacerlas (técnica de
    encuesta, que incluye tanto las preguntas como las
    respuestas válidas).

    Esta forma de intervención sería la
    característica del "capitalismo de
    producción", en expresión de J.
    Ibáñez, cuando la actuación sobre los
    marginados se parecía a la "doma" de caballos salvajes que
    había que domesticar o civilizar de manera
    autoritaria39.

    2) Perspectiva estructural. En este caso la
    relación entre asistentes y asistidos adopta una
    simetría táctica pero dentro de una
    asimetría estratégica. Es decir, se buscan
    fórmulas de aproximación, diálogo y
    participación de los sectores marginados pero siempre que
    sea dentro de un orden y unos límites diseñados
    desde arriba (el grupo de discusión "abre para
    cerrar": permite expresarse libremente a los participantes en un
    marco artificial, que luego no tiene continuidad en la vida real,
    mientras el discurso
    recogido es analizado por el investigador y aprovechado por el
    cliente que ha
    financiado la intervención). Esta sería la forma de
    intervención típica del "capitalismo de consumo" donde
    la actuación sobre los marginados se parecería a
    una "danza" en la
    que los usuarios se mueven continuamente al son de los reclamos y
    discursos
    llegados del exterior. En lugar de la represión aparecen
    nuevas formas de regulación más sutiles que
    incluyen una revalorización de las alternativas
    comunitarias frente a las medidas de internamiento, la
    desprofesionalización mediante la ayuda mutua y el
    voluntariado social, la introducción de tratamientos
    psicosociales como alternativa al castigo,
    etc.40.

    3) Perspectiva dialéctica. Plantea una
    relación simétrica entre los diversos agentes
    sociales liberando el decir y el hacer de los sectores
    habitualmente excluidos. La asamblea y sus múltiples
    manifestaciones, entre ellas la IAP, proporciona a los
    participantes en el proceso una vía de reflexión y
    acciòn que les puede permitir una toma en
    consideración autónoma de la génesis de sus
    necesidades, así como construir aquellas formas de vida e
    inserción social que consideren más acordes con sus
    intereses. Siguiendo con las metáforas, la perspectiva
    dialéctica permitiría la emergencia de un sujeto
    en proceso
    capaz de "salir del laberinto del discurso
    (establecido) al articular en un campo de conocimiento las
    dimensiones micro y macro de lo social"41.

    Jesús Ibáñez mantuvo esta
    línea de análisis durante más de veinte
    años ?hasta el momento de su prematura muerte? si
    bien desarrolló poco las implicaciones y eventuales
    aplicaciones de la perspectiva dialéctica42.
    Villasante, tomando como base las tres perspectivas de nuestro
    Esquema , añade una cuarta ("práxica") que plantea
    una asimetría táctica (por ejemplo, siendo los
    técnicos los principales ejecutores del proceso, a partir
    de una demanda negociada con los destinatarios) con vistas a
    lograr una simetría estratégica43. En
    nuestra opinión, más que una cuarta perspectiva, lo
    que se propone es una mezcla de los niveles planteados por
    IBÁÑEZ.

     

    4. El sujeto de la IAP como
    "sujeto en proceso"

    En los próximos apartados vamos a detenernos en
    cuatro momentos o dimensiones centrales de la IAP, que
    frecuentemente plantean problemas de aplicación: la
    articulación del sujeto colectivo, la definición
    del objeto, los procedimientos o
    técnicas adecuadas de trabajo y la evaluación. A
    primera vista estos asuntos se pueden entender como etapas
    sucesivas de una intervención, pero ello es en parte
    engañoso: aunque el sujeto y el objeto de un
    proceso de IAP se constituyen principalmente en las primeras
    etapas, se mantienen después en continua evolución,
    dando lugar a nuevas articulaciones;
    del mismo modo, los procedimientos prácticos de la
    IAP son instrumentos de los que se echa mano en cualquier momento
    y la evaluación no se corresponde con las etapas
    avanzadas del programa sino que debe estar presente en todo el
    recorrido44.

    El primer paso que se plantea en la IAP es delimitar
    quiénes son las personas e instituciones que van a tomar
    parte activa en los procesos de reflexión y en la toma de
    decisiones. El criterio es claro: el sujeto principal deben
    ser las personas afectadas por los problemas a abordar pero sin
    que éstas queden desgajadas o aisladas de las redes económicas,
    políticas y culturales que están en el origen de
    sus problemas (y sobre las que es preciso intervenir). Se quiere
    evitar el sesgo profesionalista, que limita la
    competencia a los "técnicos", pero también el
    sesgo basista, que hace de "la base" el único
    criterio de validación y tiende a demonizar las
    aportaciones técnicas y las necesarias mediaciones
    organizativas.

    La propuesta de iniciar un proceso de IAP puede provenir
    de cualquiera de los agentes implicados, ya sea de la
    población carencial, de los profesionales y voluntarios de
    la política social o de cualquier otra entidad. La
    dificultad estriba en extender la demanda hasta llegar a
    constituir un sujeto colectivo lo más amplio y
    representativo posible, donde los afectados por los problemas
    tengan el mayor protagonismo.
    Más que de un sujeto
    perfectamente definido desde el principio, se trata de un
    sujeto en proceso que se transforma y refuerza a medida
    que avanza la IAP o, al menos, ése es uno de sus objetivos
    estratégicos.

    En sus primeras fases de desarrollo este "sujeto en
    proceso" tiene como eje principal a un Grupo Promotor o
    coordinador (GP) quien, mediante asambleas periódicas de
    carácter abierto, se encarga de animar, diseñar y
    evaluar las tareas que se realizan. El GP está integrado
    principalmente por personas del colectivo afectado y
    también pueden formar parte de él profesionales y
    voluntarios deseosos de participar a ese nivel de máxima
    implicación. En torno al GP se debe aglutinar la
    mayoría posible de la población afectada, que puede
    presentar diversos grados de participación, incluyendo la
    indiferencia, la pasividad y hasta la oposición activa al
    proyecto;
    además, están las instituciones públicas y
    privadas del contexto social donde se inscribe la IAP, así
    como los técnicos y demás personas de quienes se
    puede requerir una colaboración específica. Si
    recordamos la forma piramidal y jerarquizada que suele adoptar la
    relación entre los agentes en los programas habituales de
    política social45, la composición del
    grupo promotor podría parecerse a una esfera escorada
    hacia la base de la pirámide, con la superficie porosa
    para asegurar la transparencia hacia el exterior, y donde todos
    los participantes gozan de un estatuto de igualdad (ver
    Gráfico 2).

     

     

    La extensión de la demanda en las primeras fases
    de la IAP incluye dos pasos diferenciados:

    1) determinar quiénes son las personas,
    colectivos e instituciones implicadas en el asunto a las que se
    quiere incorporar; y

    2) efectuar los contactos oportunos para implicarlos en
    el proceso. Lo primero se puede hacer a partir de la experiencia
    de los participantes46 o abriendo una fase de
    sucesivos contactos ?unos te llevan a otros?47, pero a
    veces se exige un estudio previo más sistematizado de las
    redes sociales que atraviesan una determinada problemática
    social48. En principio, el criterio es ofrecer a todos
    los afectados la posibilidad de participar, sin excluir a nadie,
    si bien con frecuencia aparecen intereses enfrentados, relaciones
    deterioradas o problemas de acceso a algunos colectivos, etc. que
    inducen a los promotores a no contar con ellos.

    En cuanto a la forma de hacer la invitación,
    caben muchas fórmulas. La más habitual, que se
    aplicó en los tres programas antes citados, es visitar
    personalmente a los representantes del colectivo que se quiere
    invitar a fin de explicarles la idea, solicitar sugerencias y
    ofrecerles la posibilidad de varias formas de cooperación
    (por ejemplo, formar parte del GP, constituirse en "grupo de
    apoyo", aportar trabajadores voluntarios o recursos
    económicos, asesorar en temas específicos, etc.).
    El contenido de la propuesta se puede apoyar, como ocurrió
    en los proyectos de Los Geranios y +60, mediante un documento
    escrito donde se recogen brevemente las ideas básicas del
    proyecto, incluyendo una invitación expresa a debatir su
    contenido en asambleas y mesas de trabajo con todas las personas
    interesadas.

    Los dos pasos descritos para extender la demanda
    conviene hacerlos tomándose todo el tiempo
    necesario pues son decisivos para que el proceso de IAP sea
    realmente participativo e implique a los interesados. En este
    sentido, es muy importante que los colectivos invitados no se
    encuentren con un proyecto "acabado" sino con una idea
    básica que entre todos tienen que elaborar, o
    quizás replantear o incluso echar atrás, a partir
    de su propia experiencia. En lugar de líderes
    "visionarios" con una percepción muy clara de lo que
    quieren y con gran capacidad de arrastre, lo que se precisa en
    esta primera fase es un núcleo de personas dispuestas a
    escuchar y compatibilizar en un proyecto común las
    necesidades más sentidas por la población afectada
    (incluyéndose ellos mismos).

    Entre los diversos agentes ?y a veces también al
    interior de cada uno de ellos? se producen interferencias que dan
    lugar a tensiones e inevitables conflictos cuyo ámbito de
    resolución en un proceso de IAP es la disposición
    al análisis y al autoanálisis por parte de todos,
    hasta llegar a pactos razonables (lo que no siempre se produce,
    evidentemente).

    Destacamos a continuación algunas de las
    tensiones más frecuentes, a la vez que sugerimos formas de
    resolución que estimamos coherentes con el enfoque de la
    IAP:

    ? Entre el GP y el colectivo mayoritario de
    afectados
    se suelen producir procesos de elitización
    (por parte del GP) y de mutua estigmatización por parte de
    ambos (la mayoría acusa al GP de perseguir intereses
    personales y el GP acusa a la mayoría de adoptar actitudes
    cómodas y egoístas). Para evitar estos peligros, el
    GP debe procurar la mayor transparencia informativa hacia el
    colectivo afectado y potenciar todos los cauces posibles de
    participación e implicación. Así mismo, el
    GP debe analizar los acontecimientos que se producen en estas
    relaciones ya que pueden ser reveladores de diferentes
    planteamientos, expectativas y formas de comunicación que es preciso tener en cuenta
    como un componente central de la IAP.

    ? Entre el GP y los técnicos y colaboradores
    externos
    se produce a veces el solapamiento del GP cuando los
    técnicos y colaboradores externos toman continuamente la
    iniciativa y/o tienden a resaltar que ellos poseen un saber
    superior.

    Esta actitud prepotente se suele imponer sin mayores
    dificultades en los grupos iniciales poco consolidados,
    impidiendo su afianzamiento como sujeto autónomo. El GP
    debe ser siempre consciente de su posición central en un
    proceso de IAP, estando dispuesto a aprovechar los recursos
    humanos procedentes del exterior pero sin dejarse invadir o
    manejar por ellos. A su vez, los profesionales y voluntarios
    llegados de fuera deben respetar y alentar el protagonismo de la
    población afectada, apoyando sus iniciativas, pero sin
    adelantarse a ellas, y aportando sus ideas y críticas,
    pero sin pretender imponerse.

    ? Entre el GP y las instituciones de gestión
    de lo social
    se plantean problemas semejantes a los que
    acabamos de describir. El criterio de la IAP es aprovechar los
    recursos materiales y humanos de las redes institucionales
    ?públicas y privadas? pero velando siempre para que ello
    no limite o anule ?mediante fórmulas de cooptación?
    la independencia
    y el protagonismo central del colectivo afectado.

    ? Al interior del GP son también
    frecuentes las diferencias derivadas de la
    diversa posición social de los participantes y de las
    motivaciones que les inducen a participar en la IAP. Por ejemplo,
    junto a los afectados puede haber técnicos y voluntarios
    venidos de fuera que forman parte del GP y reproducen los
    problemas planteados más arriba. Así mismo, entre
    los afectados caben diversas motivaciones y expectativas,
    así como planteamientos contrapuestos en torno a
    cómo estructurar y contrapesar las ? inevitables?
    relaciones de liderazgo
    dentro del grupo. La fórmula para abordar exitosamente
    todo esto es el autoanálisis permanente y abierto entre
    los participantes, dando una importancia central al
    diagnóstico colectivo y consensuado de las necesidades y
    de la forma de abordarlas. El GP no puede quedar excluido del
    campo de estudio sino que, desde el principio, debe asumir el
    compromiso de analizar los conflictos que se producen como un
    elemento más, y no secundario, del proceso de
    investigación puesto en marcha.

     

    5. Los fines y objetivos de
    la IAP

    El primer paso para que el "sujeto en proceso" delimite
    su identidad se
    produce al intentar definir colectivamente la problemática
    que se quiere abordar y decidir entre todos los primeros
    objetivos de acción que se van poner en marcha. Esto se
    puede producir de muy diversas maneras, la más sencilla es
    iniciar un proceso de debates abiertos y de contrastación
    con informantes cualificados a partir de una primera propuesta
    ?verbal o escrita? planteada por el grupo promotor de la idea.
    Este trabajo se puede desarrollar en dos etapas, una primera
    centrada en definir la necesidad sentida por la población
    así como los motivos por los que se quiere iniciar el
    proceso, y otra para determinar cómo se puede desarrollar
    en concreto la IAP o, al menos, cuáles son las primeras
    acciones que
    se van a emprender. Al término de este proceso, como se
    hizo en el Proyecto +60, conviene convocar una asamblea general,
    lo más 18 amplia y participada posible, a fin de expresar
    simbólicamente el carácter abierto, colectivo e
    independiente del proyecto que se quiere emprender.

    Existen fórmulas más complejas que la
    anterior que pueden ser de especial interés para facilitar
    la participación en profundidad de algunos colectivos con
    mayor motivación
    o que ya están organizados y les es más
    fácil entrar en un proceso sistemático de
    reflexión. Exponemos a continuación algunos de
    ellos:

    ? Diagnóstico participativo de
    necesidades
    : con el apoyo de un animador experimentado, un
    colectivo amplio de personas (el número ideal es en torno
    a 50, trabajando en asamblea y en grupos de diez) reflexiona
    intensivamente sobre cómo satisfacen sus propias
    necesidades y sobre cómo las podrían satisfacer (el
    método proporciona un cuadro con casillas correspondientes
    a nueve necesidades humanas fundamentales). El propósito
    es llevar a los participantes a un análisis en profundidad
    sobre cómo organizan su vida con vistas a encontrar
    vías de solución para los problemas detectados
    más importantes (estas vías se pueden convertir en
    objetivos consensuados de la IAP, a desarrollar en etapas
    posteriores). Esta técnica, aplicada con éxito
    en diversos países y grupos sociales, se basa en un
    enfoque del concepto de necesidad que destaca tanto el aspecto de
    carencia como sus potencialidades
    transformadoras49.

    ? Tabla de invención: apoyado
    también en un animador experto, un grupo de personas trata
    de organizar sus opiniones y juicios en torno a un tema o temas
    en los que están interesados; para ello, se parte de una
    tabla de doble entrada donde se hace referencia a los principales
    agentes implicados en el tema en cuestión y a las
    condiciones del entorno. A partir de una reflexión
    sistemática de cada cruce de la tabla, lo que se persigue
    es consensuar el núcleo generador y los principales
    objetivos de un proceso de IAP. La "tabla de invención"
    era utilizada por algunos oradores griegos para organizar sus
    pensamientos cuando hablaban en público sin recurrir a
    anotaciones. Se trata también de una técnica
    bastante utilizada, sobre todo en el campo de la
    educación(50).

    ? Conocimiento del medio: reflexión
    grupal, también apoyada en animadores expertos, que
    persigue reconstruir las condiciones del entorno de un colectivo
    profundizando en tres niveles: económico,
    socio?político y cultural; se trata de rellenar un esquema
    con casillas vacías a partir de las experiencias y
    aportaciones de los miembros de la comunidad y con
    el fin de obtener un cuadro global organizado y compartido por
    todos. Esta técnica es muy flexible para adaptarse a
    diferentes tipos de agrupación y ha sido probada en muchas
    partes del mundo51.

    En las tres fórmulas descritas se requiere la
    presencia de "animadores" que tengan experiencia en este tipo de
    procesos de reflexión colectiva. Aunque no son siempre
    necesarios, la práctica indica que en las primeras etapas
    de un proceso de IAP el impulso de la animación es
    bastante útil (no necesariamente de un animador
    individual, puede ser un rol compartido). La tarea de
    animación requiere entrenamiento
    para plantear en su momento las preguntas adecuadas (no hay que
    tener todas las respuestas y por ello no se necesita un experto
    en el sentido académico) y para desbloquear los atascos
    habituales de los grupos. El animador trata de crear un clima propicio
    para que los participantes participen activamente y aprendan a
    trabajar los conflictos que inevitablemente suelen surgir. Entre
    otras cosas, procuran introducir dinámicas
    de grupo que divierten al grupo, ensanchan el campo de su
    imaginación y favorecen una reflexión cada vez
    más ampliada de los asuntos que se quieren abordar, hasta
    obtener un conocimiento compartido de los contextos que
    condicionan la vida cotidiana y explican los problemas que se
    padecen. Es aconsejable que, cualquiera que sea el que desarrolle
    el papel de animador, se clarifique bien desde el principio. No
    se precisa ni un tutor omnipresente ni un árbitro
    desimplicado del programa.

     

    6. Técnicas y
    procedimientos para impulsar la IAP

    El procedimiento
    más propio de la IAP es la asamblea donde todos los
    implicados pueden aportar como iguales su respectiva experiencia.
    La asamblea implica autogestión frente a las diversas
    formas de poder, tutela o
    liderazgo que mantienen a la mayoría del grupo en
    posición de dependencia y pasividad. De hecho el modelo
    organizativo de cualquier proceso de IAP suele ser la asamblea,
    ya sea porque esa es la forma de funcionamiento habitual del
    colectivo en cuestión52 o porque se establece
    como meta ideal a conseguir en el futuro después de un
    itinerario de formación y emancipación. Esta
    situación es la más frecuente en los procesos de
    IAP que tienen lugar en el contexto español
    debido a que las relaciones sociales suelen estar mediadas por
    dispositivos de delegación institucional
    (dirigentes con atributos de poder sobre las mayorías),
    excelencia profesional (técnicos que se atribuyen
    el "saber hacer" en relación a los demás) o
    liderazgo informal, que tienen por efecto inhibir la
    responsabilidad de las personas particulares en la
    resolución colectiva de los problemas que les afectan. Por
    otra parte, hay que procurar formas de participación que
    sean efectivas para los fines que se persiguen y, en ese sentido,
    evitar los peligros de la asamblea, que se puede convertir en un
    mero rito, es manipulable, se presta a la improvisación,
    etc. (Si se repiten muchas sin efectividad, pueden tener un
    efecto desmovilizador). En todo caso, quienes inician un proceso
    de IAP suelen ser conscientes de que deben buscar la
    máxima participación del colectivo implicado y que,
    para eso, la asamblea es el sistema al que hay que tender, pero
    sin renunciar a otras fórmulas complementarias de
    gestión y participación53.

    Un proceso de IAP aplicado a la política social
    no sólo pretende solucionar problemas particulares sino
    dejar un poso de capacitación y autoorganización en
    el colectivo que lo lleva a cabo. En este sentido, todas las
    acciones que se desarrollan contando con los implicados (con
    ellos y desde ellos, no sólo para ellos) tienen un efecto
    emancipador y de toma de conciencia a
    más largo plazo. Pero, además, como subraya el
    equipo CLAVES, es posible introducir herramientas
    de autoformación grupal: "tiempos y espacios para
    que los miembros de un colectivo compartan sus ideas,
    conocimientos y experiencias; piensen juntos; busquen y analicen
    informaciones sobre las cuestiones que les interesen;
    evalúen sus prácticas para aprender de los aciertos
    y errores, etc."54. El principio en que se basa esta
    forma de aprendizaje es
    que todos sabemos algo (tenemos ideas, conocimientos previos,
    experiencias) y a partir de eso podemos aprender cosas nuevas.
    para ello, se estimula la reflexión colectiva haciendo
    referencias a la realidad cotidiana de los participantes en el
    grupo y aprendiendo unos de otros55.

    Para abordar sus objetivos de investigación, la
    IAP utiliza de prestado todas aquellas herramientas y
    procedimientos de recogida y análisis de
    información que estén a su alcance, si bien en su
    aplicación trata de imprimirles su peculiar
    filosofía de participación y transparencia.
    Así, un criterio básico de los procesos de
    investigación que se pongan en marcha es aprovechar los
    recursos existentes en la propia comunidad, delegando sólo
    en técnicos externos aquellas tareas que el colectivo
    afectado no sea capaz de hacer por sí mismo (y en tanto
    sea capaz de ello56). Otro criterio es difundir
    ampliamente los resultados de los trabajos de
    investigación, de manera que retroalimenten la capacidad
    de análisis de la mayoría, no sólo de los
    grupos ya concienciados57.

    Con los criterios anteriores un proceso de IAP puede
    aprovechar fuentes de
    información secundaria o utilizar aquellas
    técnicas cualitativas y cuantitativas que mejor se adapten
    a sus intereses. En este aspecto es importante conocer y saber
    para qué sirven las diversas prácticas de
    investigación, no utilizándolas indiscriminadamente
    (por ejemplo, hay quien cree que las encuestas
    valen para todo58. A continuación, vamos a
    referirnos brevemente a algunos procedimientos concretos de
    investigación, distinguiendo aquellos que se pueden
    realizar y los que normalmente exigen la participación de
    profesionales preparados:

    1. Búsqueda y recogida de
    documentación
    : lo más habitual es que en
    cualquier asunto que se quiera abordar en un proceso de IAP
    existan fuentes de
    información (estadística, documental,
    bibliográfica, etc.) que puedan ser útiles para
    contextualizar el tema o bien por que recogen experiencias
    anteriores de las que se aprender59.

    2. Visitas a informantes cualificados: con el
    fin de que aporten sus conocimientos sobre los asuntos que se
    quieren abordar. Esto también es fácil de llevar
    a cabo por personas sin especial
    preparación60.

    3. Estudio de redes: persigue explorar
    cuáles son las principales redes y nudos de
    relación social que atraviesan o influyen en el
    colectivo afectado. Este estudio debe incluir tanto las
    instituciones formales como los espacios de relación y
    el liderazgo informal. El momento más oportuno para ello
    es la fase inicial de la IAP a fin de implicar a todos los
    interesados pero también es muy útil para situar
    la información obtenida y devolverla
    adecuadamente61.

    4. Observación participante: sirve para
    conocer y profundizar en torno a las costumbres, los sistemas
    de valores y
    los comportamientos de un grupo humano diferente del propio y
    sobre el que no se dispone de información fiable. La
    aplicación consiste en compartir las actividades y
    ocupaciones del colectivo que se quiere investigar, tomando
    nota de lo que se observa y sacando después grupalmente
    las conclusiones oportunas. Esta técnica ha sido muy
    utilizada por los antropólogos pero su aplicación
    flexible puede ser muy útil para personas sin especial
    preparación que hayan tomado como objetivo de
    la IAP conocer mejor desde dentro colectivos distintos del
    suyo62.

    5. Historias de vida: son entrevistas
    orientadas a conocer la historia o biografía de aquellas personas que sean
    representativas o típicas de los sectores que interesa
    investigar. La clave de una buena aplicación es que el
    entrevistado ofrezca sus puntos de vista sin dirigirle
    excesivamente con pregunta. Cuando la
    entrevista se limita a un aspecto particular de la
    biografía, se llama "entrevista
    focalizada". En ambos casos conviene grabar la entrevista en
    magnetofón y luego transcribirla para analizarla
    mejor63.

    6. Análisis de contenido: se orienta a
    analizar los materiales escritos o audiovisuales producidos por
    un colectivo que se quiere estudiar. Son materiales frecuentes
    las cartas, las
    autobiografías, los medios de
    comunicación, las canciones y los cuentos,
    etc. Las formas de análisis varían mucho, siendo
    su objetivo sacar conclusiones mediante la
    identificación sistemática de las
    características específicas de los textos o
    documentos64.

    7. Grupos de discusión: sirven para
    explorar y estructurar las opiniones, actitudes y orientaciones
    ideológicas de un sector de población. Se trata
    de una técnica elaborada en España que ha tenido
    una notable difusión y efectividad. Para aplicarla, se
    reúne a un grupo de 6 a 10 personas representativas de
    un colectivo y se les invita a expresarse libremente, como en
    una tertulia, sobre el tema general que nos interesa
    investigar. La reunión se graba, se transcribe y se
    analiza después sistemáticamente (análisis
    del texto: lo
    que dicen; y del contexto: por qué lo dicen). Se trata
    de una técnica que requiere especial preparación,
    sobre todo en la fase del
    análisis65.

    8. Grupos focalizados: técnica utilizada
    en los países anglosajones, semejante en su forma de
    aplicación a los grupos de discusión pero con un
    análisis posterior más simple ya que tiene otra
    concepción del lenguaje (se queda en lo manifiesto) y de
    la psicología (no se tienen en cuenta
    contenidos reprimidos). Tras realizar la reunión, se
    escucha la grabación, si es preciso varias veces, a fin
    de extraer conclusiones sobre cómo se sitúa el
    grupo ante los temas que interesan en la
    investigación66.

    9. Grupos nominales: este procedimiento
    persigue llegar a establecer, de forma participativa, acuerdos
    o consensos entre personas que saben de algún asunto.
    Tras reunir a estas personas se les invita a debatir
    abiertamente la cuestión y después cada una
    establece por escrito los aspectos o prioridades que considera
    más relevantes; en una segunda fase, se parte de la
    lista de cuestiones escogidas y se abre un nuevo debate tras el
    que se vota el orden de prioridades definitivo. Cuando esta
    técnica sólo se aplica a nivel individual, por
    ejemplo mediante cartas sucesivas, hasta establecer un consenso
    de prioridades, se llama "técnica Delphi"67.

    10. Grupos triangulares: sirven para conocer
    los puntos de vista y las expectativas de aquellas personas que
    representan nuevas tendencias o formas de liderazgo en un
    colectivo. Se aplica a aquellos personajes que se muestran mas
    significativos o novedosos (tres o cuatro) del sector social
    que se quiere estudiar. El análisis es similar al de los
    grupos de discusión68.

    11. Encuesta estadística: en sus
    diversas modalidades es sin duda la técnica más
    utilizada en la investigación social y también,
    probablemente, en los procesos de IAP, por lo que le vamos a
    prestar mayor atención. En principio, la encuesta
    convencional69 es un procedimiento contrario a un
    planteamiento participativo: el entrevistado sólo puede
    responder sobre aquello que se le pregunta y debe acomodar sus
    respuestas y alternativas preestablecidas, siendo inútil
    que trate de explicar su punto de vista (si lo hace, no se le
    tendrá en cuenta); por supuesto, el entrevistador no
    informa al entrevistado sobre quién es el cliente de la
    encuesta o cuáles son los fines que éste
    persigue. Sin embargo, en los movimientos sociales de
    base
    la encuesta suele utilizarse como instrumento no
    sólo de recogida de información sino de
    participación y movilización de los colectivos a
    los que se dirige. Para ello se intenta desbordar el marco de
    las encuestas convencionales en diversos sentidos: no
    sólo se hacen preguntas (con frecuencia de respuesta
    libre, para que el entrevistado se puede explayar) sino que se
    informa a éste y, eventualmente, se le invita a
    participar en otros actos (actividades de la asociación,
    asambleas para informar de los resultados de la encuesta,
    etc.); el entrevistador sabe muy bien el fin que se persigue y
    se lo explica al entrevistado, lo que permite entablar un
    diálogo abierto con él. Para la IPA la
    técnica de encuesta, utilizada en un proceso de IAP,
    puede ser útil para algunos objetivos, pero
    inútil y hasta perjudicial para otros, por lo que
    conviene hacer las siguientes precisiones:

    a) El nivel de la realidad social que cubre la
    encuesta
    se limita a recoger datos
    característicos de las personas a las que se aplica (como
    la edad, sexo,
    profesión, etc.), a sondear comportamientos (si hace tal
    cosa, a quién vota, etc.), y a captar su opinión y
    actitud en torno a los temas fijados en el cuestionario. Por
    tanto, mediante la encuesta se accede a un nivel de la realidad
    social (el delimitado por la posición de los individuos,
    tomados uno a uno), pero "la" realidad social que se quiere
    abordar normalmente es más amplia: por ejemplo, en el caso
    de la pobreza,
    ésta no se puede explicar sólo a partir de los
    individuos pobres sino que hay que tener en cuenta su contexto
    familiar y laboral, la
    política
    económica y de prestaciones
    sociales, la opinión
    pública en torno a la pobreza, etc., y
    estas cosas hay que trabajarlas por otros métodos:
    historia y cultura de origen; economía laboral,
    ideologías sociales, etc. Si la investigación se
    limita a una encuesta, cabe el peligro de reducir la
    problemática del pobre a factores subjetivos (es que
    piensa así, tiene estas limitaciones, no aprovecha las
    ayudas, etc.).

    b) El diseño
    del cuestionario:
    es un momento decisivo porque delimita los
    temas que se van a tratar (y por tanto los que se dejan fuera)
    así como la forma en que tales temas van a ser tratados
    (preguntas cerradas, abiertas, royectivas, etc.). Se dice, en
    este sentido, que la encuesta es una técnica cerrada, no
    descubre nada sino que se limita a cuantificar la distribución de los asuntos que previamente
    se han introducido en el cuestionario. Para acertar en la
    elección y forma de presentación de los temas hay
    que conocer con antelación las coordenadas básicas
    del colectivo y/o problemática que se quiere abordar, lo
    que implica normalmente un estudio exploratorio previo,
    normalmente a través de bibliografía, entrevistas
    con informantes cualificados y, sobre todo, mediante
    técnicas cualitativas
    . Las encuestas que se aplican
    desde movimientos y programas de base se diseñan
    frecuentemente a partir de las opiniones y conocimiento del tema
    de los propios animadores, con lo que se puede acertar pero
    también pueden colarse tópicos y prejuicios que no
    se corresponden con la problemática sentida por el
    colectivo a encuestar o bien olvidarse de aspectos que se
    hubieran tenido en cuenta en el caso de haber realizado una fase
    previa de exploración.

    c) La aplicación del cuestionario:
    normalmente se exige a los entrevistadores que se muestren
    "neutrales", sin introducir sus puntos de vista ni extenderse en
    conversaciones al margen del cuestionario; de este modo, se
    persigue que el entrevistado no se sienta condicionado por la
    presencia del entrevistador. En las encuestas aplicadas desde una
    perspectiva de IAP, sin embargo, se pretende informar e implicar
    al entrevistado, lo que tiene el peligro de que éste se
    vea condicionado en sus respuestas, perdiendo objetividad. Para
    salir al paso de este problema, convendrá dividir la
    aplicación del cuestionario en dos partes: una primera en
    que el entrevistador se mostrará neutral, recogiendo
    fielmente las características y opiniones de los
    entrevistados, y otra segunda en que podrá introducir
    informaciones, puntos de vista y cualquier forma de
    conversación que favorezca la
    comunicación e implicación del
    entrevistado.

    d) Fiabilidad de los resultados: en el uso
    convencional de la técnica de encuesta es fundamental
    asegurar la fiabilidad de los resultados, es decir, lograr un
    alto nivel de confianza en que la muestra de
    personas encuestadas (que suele ser una parte pequeña de
    la población a investigar) sea representativa del
    conjunto. Para ello se utilizan técnicas de muestreo, que se
    basan en el cálculo de
    probabilidades a través del azar: hay más
    garantía de acertar si los entrevistados se escogen
    aleatoriamente, bien sea a partir de las listas censales o de los
    portales de las casas, etc. En el caso de las encuestas aplicadas
    como investigación?acción, puede seguirse
    algún criterio de muestreo, o bien se puede preferir
    encuestar sólo a determinadas personas (por ejemplo las
    que acuden a la sede de la asociación o programa, etc.);
    esto último puede ser más fácil y hasta lo
    más conveniente para otros fines, pero no asegura la
    representatividad de la muestra.

     

    7. Evaluación
    permanente y participativa

    La evaluación de programas sociales se ha ido
    introduciendo en España desde mediados de los años
    ochenta, acercando las aportaciones que autores y escuelas
    externas venían elaborando desde los años
    sesenta70. En general, la evaluación trata de
    emitir juicios sobre la adecuación y eficacia del
    programa en relación a los fines que se proponen
    y,
    para ello, recoge y analiza la información disponible en
    torno al diseño, el desarrollo y los resultados del mismo.
    Actualmente los mecanismos de evaluación se suelen
    introducir a lo largo del programa a fin de que sirvan para
    mejorar las cosas sobre la marcha, no sólo como
    verificación a posteriori. Cuando todos o la
    mayoría de los miembros del programa intervienen en la
    evaluación, no sólo los líderes o
    técnicos externos, obtenemos el tipo de evaluación
    propio de la IAP71. No sólo se trata de valorar
    las cosas que se hacen sino el papel desempeñado por las
    personas y colectivos implicados ya que, como vimos, la
    predisposición a "analizar" y a "ser analizados"
    constituye un criterio consustancial a la IAP.

    Con frecuencia la evaluación tiene lugar
    espontáneamente como parte de la reflexión
    colectiva que acompaña a las sucesivas etapas de la IAP.
    Por ejemplo, en las reuniones periódicas de la asamblea o
    del GP no sólo se coordinan las tareas sino que se
    evalúa lo ya hecho, se discuten propuestas y se toman las
    decisiones oportunas. Sin embargo, otras veces esto no basta y
    conviene sistematizar la evaluación e incluso,
    eventualmente, contar con profesionales externos que colaboren en
    esa tarea72.

    Teniendo en cuenta las líneas básicas de
    la IAP, podemos esquematizar algunos temas de evaluación
    que, en nuestra opinión, son más importantes (ver
    Cuadro 2).

     

     

    Notas

    * Conferencia.
    Encuentro de la Consejería de Juventud.
    Córdoba, junio de 2003.

    1. Ver, por ejemplo LAS HERAS, P. y CORTAJERENA, E.,
    Introducción al bienestar social, Siglo XXI,
    Madrid, 1985, págs. 28?31; y CASADO, D.,
    Introducción a los servicios sociales, Ed. Popular,
    Madrid, 1995, págs. 55?70.

    2. El referente teórico por excelencia de este
    tipo de enfoque lo suministra MASLOW, A.,
    Motivación y personalidad, Sagitario, Barcelona,
    1975.

    3. Ver, por ejemplo, BRADSHAW, J., "Una tipología
    de la necesitat social", en Instruments de Prospecció
    de Serveis Sociales
    , Nº 1, Generalitat de Catalunya,
    Barcelona, 1983.

    4. Varias posibilidades se ofrecen en THAYER, R., "Com
    mesurar les necessitats en els Serveis Socials", en
    Instruments de Prospecció de Serveis Sociales
    Nº 2, Generalitat de Catalunya, Barcelona, 1983. Otra
    propuesta en el artículo de ALONSO TORRENS, J., "La
    investigación sociológica en la
    planificación de los Servicios Sociales", en
    Documentación Social Nº 64, 1986, págs.
    61?84.

    5. Las limitaciones de la encuesta para captar valores,
    actitudes y opiniones están analizadas, para un caso
    práctico, en CARDÚS, S., y ESTRUCH, J., Les
    enquestes a la joventut de Catalunya
    , Generalitat de
    Catalunya, Barcelona, 1984. Una aproximación de mayor
    alcance teórico es la de IBÁÑEZ, J.,
    Más allá de la sociología, Siglo XXI,
    Madrid, 1979.

    6. COLECTIVO IOÉ,
    "Investigación?Acción Participativa.
    Introducción en España", en Documentación
    Social
    , Nº 92, 1993, págs. 59?69.

    7. GAULEJAC, V., BONETTI, M. Y FRAISE, J.,
    L?ingénierie sociale, Syros?Alternatives, Paris,
    1989, pág. 36.

    Ver también CASTEL, R., La gestion des
    risques
    , Minuit, Paris, 1981.

    8. Sergio Moscovici ha estudiado estas relaciones en
    Psychologie des minorités actives, PUF, Paris,
    1979.

    9. Concepto utilizado en O?CONNOR, J., Crisis de
    acumulación
    , Península, Barcelona,
    1987.

    10. Ver GARCÍA ROCA, J., "Metodología de la intervención
    social", en Documentación Social Nº 69,
    octubrediciembre 1987, pág. 51.

    11. DEMO, P., Investigación participante.
    Mito y
    realidad
    , Kapelusz, Buenos Aires,
    1985, págs. 51?71; PARK, Peter, "Qué es la
    investigación?acción participativa. Perspectivas
    teóricas y metodológicas", en SALAZAR, M.C., La
    Investigación Acción Participativa. Inicios y
    desarrollos
    , Ed. Popular, Madrid, 1992, págs. 135?174;
    y GABARRÓN, L.R. y HERNÁNDEZ, L.,
    Investigación participativa, CIS, Madrid, 1994,
    págs. 23?44.

    12. Desde mediados de los años setenta hemos
    colaborado en procesos de IAP promovidos en diversos barrios de
    Madrid (Puerta del Angel, 1974?80; Nuevas Palomeras, 1986-90;
    Sandi 1988; Prosperidad, 1993?94) y en el barrio del
    Gurugú (Badajoz, 1990?91). En el área del
    desarrollo comunitario con un enfoque de IAP, hemos asesorado al
    equipo de educación de adultos de la Mancomunidad del
    Cerrato (Venta de
    Baños, Dueñas, Villamuriel y Tariego, 1986?87), a
    la iglesia
    diocesana de Albacete (1986?87), al Colectivo GRANC (Gerona,
    1995) y al programa de inmigrantes de Cáritas
    Española.

    13. René Lourau solía decír que el
    socianálisis había cumplido su función
    cuando el grupo?cliente echaba a los sociólogos. Esta era
    la señal de que los "destinatarios" iniciales de la
    intervención eran capaces de autogestionar sus problemas.
    Ver LOURAU, R., L?analyse institutionnelle, Minuit, Paris,
    1970.

    14. Orlando Fals Borda abordó todos estos
    asuntos, por encargo de la O.I.T., a partir de cinco experiencias
    de IAP en el medio rural de México,
    Colombia y
    Nicaragua. Especialmente alude en su libro a las
    tensiones que se producen "entre bases y activistas" (concepto en
    el que incluye a los profesionales y voluntarios colaboradores) y
    a los problemas relacionados con los niveles del lenguaje, que
    hay que saber usar apropiadamente (desde el nivel
    "ágrafo", basado exclusivamente en imágenes y
    símbolos, hasta el conceptual y
    teórico para cuadros avanzados e intelectuales). FALS BORDA, O., Conocimiento y
    poder popular
    , Siglo XXI?Punta de Lanza, Bogotá,
    1985.

    15. Concepto central de Pablo Freire con el que
    quería expresar la íntima vinculación
    existente entre la toma de conciencia de las propias
    raíces y las posibilidades de transformación. Ver
    FREIRE, P., Pedagogía del oprimido, Siglo XXI,
    México, 1983.

    16. Stephen Kemmis y Robin McTaggart exponen el
    contenido de estos cuatro "momentos" de la IAP y proponen
    fórmulas concretas para aplicarlos. Ver KEMMIS, S. y
    McTAGGART, R., Cómo planificar la Investigación?
    Acción
    , Laertes, Barcelona, 1992.

    17. Manfred A. Max?Neef opina que el problema de la
    articulación micro-macro está aún por
    resolver a nivel teórico, si bien él se inclina por
    un tipo de relación dialéctica entre ambos planos:
    "una interacción dialéctica entre estados
    macro y comportamientos individuales (micro) puede ser la
    vía más acertada de tal suerte que, aún
    cuando se influyan recíprocamente, ni los unos ni los
    otros son predecibles mecánicamente a partir de la sola
    observación de su opuesto". MAX?NEEF, M.A., Desarrollo
    a escala humana.
    Conceptos, aplicaciones y algunas reflexiones
    , Nordan?Icaria,
    Montevideo y Barcelona, 1994, pág. 119.

    18. Nos referimos a la "tradición
    pragmática no crítica" de la
    investigación-acción, iniciada por Dewey y Lewin,
    donde la participación de los afectados es sólo un
    método para la resolución de problemas puntuales,
    segmentados del contexto social (ver más adelante, apdo.
    2.3).

    19. A diferencia de la "educación bancaria", que
    refuerza la dependencia disciplinada de los alumnos, "la
    concepción liberadora (…) desmitifica la realidad; de
    ahí que no tema el desvelamiento. En lugar del hombrecosa,
    adaptable, lucha por el hombre
    persona,
    transformador del mundo. Ama la vida en su devenir. Es
    biófila y no necrófila". FREIRE, P., "La
    concepción bancaria de la educación y la
    deshumanización", en FREIRE, P., FIORI, H. Y FIORI, J.L.,
    Educación liberadora, Zero?Zyx, Bilbao, 1973,
    pág. 59.

    20. FALS BORDA, O. y RODRÍGUEZ BRANDAO, C.,
    Investigación Participativa, Ed. de la Banda
    Oriental, Montevideo, 1987, pág. 126.

    21. El principal exponente es la "escuela moderna",
    teorizada por Francisco FERRER, cuyas ideas fueron aplicadas
    durante varias décadas por los anarquistas
    españoles (La escuela moderna, Tusquets, Barcelona,
    1976). Sobre las diferencias en este punto con la
    Institución Libre de Enseñanza, de orientación
    socialista, ver DE PUELLES, M. (Comp.) Historia de la
    educación en España, T.III
    , Ministerio de
    Educación y Ciencia,
    Madrid, 1989, págs. 32ss.

    22. ANDER-EGG, citando a Oscar Jara, señala que
    los emigrantes socialistas y anarquistas españoles
    fomentaron desde comienzos del siglo XX en América Latina
    la educación popular (escuelas sindicales, universidades
    populares, movimientos culturales, etc.). Ver ANDER-EGG, E.,
    "Animación sociocultural, educación permanente y
    educación popular", en AA.VV., Una educación
    para el desarrollo: la animación socialcultural
    ,
    Fundación Banco Exterior,
    Madrid, 1988, pág. 51.

    23. QUINTANA, J.M. (Cord.), Investigación
    participativa. Educación de adultos
    , Narcea, Madrid,
    1986.

    24. Al menos en las universidades de Santiago de
    Compostela, Murcia, Sevilla, Tenerife, Autónoma de
    Barcelona y Complutense de Madrid, existen departamentos que se
    han especializado en la teoría y la práctica de la
    IAP.

    25. SERRANO, M. I., Educación para la Salud y
    Participación comunitaria. Una perspectiva
    metodológica, Edcs. Díaz Santos, S.A., Madrid,
    1989.

    26. FERNÁNDEZ SIERRA, J. y SANTOS GUERRA, M.
    Á., Evaluación cualitativa de programas de
    educación para la salud. Una experiencia hospitalaria,
    Edcs. Aljibe, Archidona, 1992.

    27. AGUILAR, M. J. y ANDER-EGG E., Evaluación
    de servicios y programas sociales
    , Siglo XXI de España
    Edts., Madrid, 1992.

    28. LORENZANA, C. (Ed.), Tomamos la palabra.
    Experiencias de ciudadanía participativa
    , Icaria,
    Barcelona, 2002. Entre otras experiencias, se recoge la
    aplicación de "presupuestos participativos" en
    Córdoba y Cabezas de San Juan (Sevilla).

    29. PEREDA, C. Y VILLAGRÁ, A., "Consulta social
    europea. Una propuesta para trabajar en red en los próximos
    años", en Documentación Social, Nº 129, 2002,
    págs. 129?142.

    30. Ver GOYETTE, G. Y LESSARD?HEBERT, M., La
    investigación?acción. Funciones, fundamentos e
    instrumentación
    , Laertes, Barcelona, 1988,
    págs. 17ss.

    31. Citado por GOYETTE, G. y LESSARD?HEBERT, M.,
    o.c., pág. 18.

    32. Ver BATTEN, T.R., Las comunidades y su
    desarrollo,
    F.C.E., México, 1964.

    33. Los sucesivos Programas Europeos de Lucha contra la
    Pobreza han financiado muchos programas locales y regionales bajo
    el sugerente rótulo de
    "investigación?acción" y algunos de sus criterios
    de intervención son característicos de la IAP:
    multidimensionalidad, cooperación ("partenariat") y
    participación. Sin embargo, el desarrollo de los programas
    se enmarcaba en el objetivo final de integrar a los colectivos
    desfavorecidos en las instituciones económicas y sociales
    preexistentes, sin plantearse en ningún momento incidir en
    una transformación de las mismas. Ver COLECTIVO
    IOÉ, "Consideraciones críticas en torno al II
    Programa Europeo de Lucha contra la Pobreza", en AA.VV., La
    pobreza en la España de los años 80
    , Acebo,
    Madrid, 1989, págs. 178?85; y ABOU SADA, G., Luttes
    contre la pauvrété
    , GEIE, Lille,
    1991.

    34. Los programas de desarrollo comunitario puestos en
    marcha en América Latina durante los años 60 con
    apoyo financiero de Estados Unidos (Alianza para el progreso)
    fueron desbordados en la práctica y con frecuencia
    reorientaron su estrategia en una línea crítica.
    Ver SANGUINETTI, Y., "La investigación participativa en
    los procesos de desarrollo de América Latina", en
    Revista de la Asociación Latinoamericana de
    Psicología Social
    , México, 1981.

    35. El Simposio Mundial
    sobre IAP, celebrado en Cartagena de Indias (Colombia) en 1977
    representa el momento cuminante de esta tradición
    crítica en América Latina. Ver MOLANO, A. (comp.),
    Crítica y política en Ciencias Sociales,
    Simposio Mundial de Cartagena sobre Investigación Activa y
    Análisis Científico, Punta de Lanza, Bogotá,
    1978 (2 tomos).

    36. Ver LAPASSADE, G., LOURAU, R. y otros, El
    análisis institucional
    , Campo abierto Ed., Madrid,
    1977; SEGUIER, M., Crítica Institucional y creatividad
    colectiva
    , Marsiega, Madrid, 1978; MENDEL, G., "La
    sociopsychanalyse institutionnelle, une pratique et une
    théorie locales du pouvoir colllectif", en AA.VV.,
    Sociopychanalyse 7: La misère politique
    actuelle
    , Payot, Paris, 1978; y TOURAINE, A., La voix et
    le régard
    , Seuil, Paris, 1978.

    37. Aparecen traducciones, números
    monográficos de revistas y algunos libros propios
    que responden a estas orientaciones, se celebran simposios de
    investigación?acción aplicada a la educación
    o el trabajo
    social, etc. A partir de 1993 tiene lugar anualmente en Madrid un
    curso sobre IAP inicialmente promovido por los equipos CIMS, EDE
    y Colectivo IOÉ y actualmente adscrito a la facultad de
    Sociología de la Universidad Complutense (curso de
    postgrado sobre "Investigación participativa y
    gestión local").

    38. IBÁÑEZ, J., Más allá
    de la sociología
    , Siglo XXI, Madrid, 1979; Del
    algoritmo al
    sujeto
    , Siglo XXI, Madrid, 1985; y "La guerra incruenta entre
    cuantitativistas y cualitativistas", en REYES, R. (ed.), Las
    ciencias
    sociales en España
    , Ed. Complutense, Madrid, 1992,
    págs. 140?54.

    39. El despegue de los Servicios Sociales que tuvo lugar
    en la última fase del franquismo se orientaba más a
    afianzar el orden público que a erradicar la pobreza. De
    hecho la Dirección General de Asistencia Social
    dependió hasta 1974 del ministerio de Gobernación
    (actual ministerio de Interior). Ver, en este sentido, RODRIGUEZ
    CABRERO, G., El gasto
    público en servicios sociales en España
    ,
    Ministerio de Asuntos Sociales, Madrid, 1990, págs. 18ss.
    y 41..

    40. Para Stanley COHEN estas tendencias, que se
    presentaban inicialmente como alternativas al modelo anterior de
    control centralizado de los marginados, han tenido un efecto
    más retórico que efectivo: se critican las
    cárceles, pero los presos aumentan; se defiende el
    tratamiento desde la propia comunidad, pero las redes
    profesionales y de tutela externa se fortalecen y extienden; se
    proclama el "Estado
    mínimo" pero las diversas adminstraciones mantienen un
    fuerte control directo e indirecto sobre los sectores excluidos.
    Ver COHEN, S., Visiones de control social, PPU, Barcelona,
    1988.

    41. IBÁÑEZ, J., Más allá
    de la sociología
    , o.c., págs. 358?9.

    42. Ante la crítica planteada por Alfonso
    Ortí en este punto, Ibáñez replicó:
    "tiene toda la razón. No he construído la llamada
    'perspectiva dialéctica', pero aquí aporto
    materiales para construirla. A ver quién se anima".
    IBÁÑEZ, J., Nuevos avances en la
    investigación social. La investigación social de
    segundo orden
    , Suplementos de Anthropos, Nº 22,
    Barcelona, 1990, pág. 22.

    43. VILLASANTE, T. R., "De los movimientos sociales a
    las metodologías participativas", en DELGADO, J. M. y
    GUTIÉRREZ, J., Métodos y técnicas
    cualitativas de investigación en ciencias sociales
    ,
    Síntesis, Madrid, 1994, págs.
    415?16.

    44. Hemos hecho una presentación abreviada de
    todas las fases de la IAP para una eventual aplicación de
    este tipo de intervención en el sector de los inmigrantes.
    Ver COLECTIVO IOÉ, Pistas de
    Investigación?Acción
    , Rev. Entre
    Culturas
    , Madrid, NN. 1?10, 1992?94.

    45. Ver apartado 1.

    46. En el barrio de Los Geranios (Madrid) el GP, surgido
    de la Parroquia de San Ambrosio, decidió
    rápidamente los colectivos a los que quería invitar
    (grupos parroquiales, asociaciones de vecinos, de jubilados y de
    enseñantes, un colegio público y una
    guardería; un Centro de Apoyo al Menor y un equipo
    especializado de lucha contra la droga),
    así como el equipo técnico (Colectivo IOÉ) y
    los organismos financiadores del proyecto (Cáritas y la
    Parroquia). Se optó por incluir sólo colectivos e
    instituciones con sede en los límites geográficos
    del barrio y no contar con ayuda financiera de instancias
    públicas (ambos planteamientos, discutibles, fueron
    asumidos deliberadamente por el GP).

    47. En el Proyecto +60 del barrio de Prosperidad se
    hicieron varias campañas sistemáticas para invitar
    a todo tipo de colectivos que pudieran implicarse en el proyecto,
    llegando a más de 40 grupos del barrio y de fuera del
    GP mismo. En el diagnóstico de necesidades
    realizado en Albacete (1986?87), el GP inicial, surgido de
    Cáritas Diocesana, logró vincular, a través
    del obispado, a toda la red de parroquias y centros de
    enseñanza dependientes de religiosos; así mismo, se
    incorporó a diversos movimientos rurales y urbanos de
    índole laboral y educativa.

    La constitución última del GP se
    fraguó a varios niveles en torno a un núcleo
    central donde estaban representados todos los grupos e
    instituciones implicados (incluyendo aquí el apoyo
    técnico de Colectivo Ioé).

    48. La primera medida que se tomó en el proyecto
    de IAP de Santibáñez de Béjar, promovido por
    profesores de la Universidad de Salamanca, fue detectar sobre el
    terreno mediante una red de entrevistas
    cuáles eran las principales vías de
    comunicación e influencia entre los vecinos del pueblo.
    Así se pudo descubrir que los miembros de la
    corporación municipal (incluido el cartero), los maestros,
    el médico, la asistente social, los profesores de
    educación de adultos y los participantes en una tertulia
    de padres eran los cauces más adecuados para poner el
    marcha el proyecto.

    49. Una exposición
    práctica de esta técnica se puede encontrar en
    MAX?NEEF, M.A., Desarrollo a escala humana, o.c.,
    págs. 68?82; y ELIZALDE, A., "La IAP y el
    diagnóstico de las necesidades comunitarias", en
    Documentación Social, Nº 92, Madrid,
    págs. 121?39.

    50. KEMMIS, S. y Mc TAGGART, R., Cómo
    planificar la Investigación?Acción
    , Laertes,
    Barcelona, 1992, págs. 121?31. Para una
    contextualización de esta técnica en el
    ámbito educativo, ver ELLIOT, J., La
    investigaciónacción en educación
    ,
    Morata, Madrid, 1990, págs. 56?81.

    51. LÓPEZ DE CEBALLOS, P., Un método
    para la Investigación?Acción Participativa
    , Ed.
    Popular, Madrid, 1987, págs. 54?63; y SEGUIER, M.,
    Crítica institucional y creatividad colectiva,
    Marsiega, Madrid, 1978.

    52. En una IAP desarrollada en la comunidad campesina de
    Pucará (Ecuador) el
    análisis de la estructura de
    poder local se basó en el trabajo de la asamblea
    participativa
    que era la práctica habitual utilizada
    desde antiguo por los campesinos para resolver sus problemas. Ver
    MONTES DEL CASTILLO, A., Simbolismo y poder, Anthropos,
    Barcelona, 1989, págs. 45?47.

    53. En el Proyecto +60 (barrio de Prosperidad, Madrid)
    el GP funcionaba con carácter asambleario si bien
    informalmente actuaban varios líderes que aglutinaban, a
    la vez que inhibían, al resto de participantes. En la IAP
    del barrio de Los Geranios (Madrid) el protagonismo se
    concentraba en los líderes institucionales de la entidad
    promotora (los curas y la trabajadora social), si bien se
    realizaron varias asambleas de amplia convocatoria en momentos
    claves del proyecto (discusión del Plan inicial;
    devolución de resultados de cada fase).

    54. DE LA RIVA, F. (EQUIPO CLAVES),
    "Investigación participativa y autoformación
    grupal", en Documentación Social, Nº 92,
    Madrid, 1993, págs. 141?52.

    55. Existen diversos equipos en España que pueden
    facilitar esta formación grupal, así como diversas
    publicaciones. Ver, además de los ya citados, DE CASTRO,
    A, La animación cultural, Diputación
    provincial, Valladolid, 1987; LÓPEZ DE CEBALLOS, P. y
    SALAS, M., Formación de animadores y dinámicas
    de la animación
    , Ed. Popular, Madrid, 1987; ASTORGA,
    A. y VAN DER BIJL, B., Manual de diagnóstico
    participativo
    , Humánitas?Cedepo, Buenos Aires, 1991;
    PRIETO, D., El autodiagnóstico comunitario e
    institucional
    , Humanitas, Buenos Aires, 1988; y CODEDAH,
    Educación de adultos y acción participativa,
    Ministerio de Educación y Ciencia y Editorial Popular,
    Madrid, 1988.

    56. En el Proyecto +60 la mayoría de las tareas
    relacionadas con el diseño, aplicación y
    tabulación de una encuesta corrieron a cargo de vecinos
    voluntarios, dejando en manos de técnicos externos la
    redacción final de las preguntas (de
    acuerto a los temas decididos por el GP, tras consultar a varios
    grupos de ancianos), el diseño de la muestra y una primera
    interpretación de los resultados. Cuando se
    planteó reelaborar el cuestionario para hacerlo más
    breve fueron vecinos voluntarios que habían participado en
    todo el proceso los que se encargaron de transformarlo sin
    necesidad de ayuda externa. En el proyecto de Albacete toda
    la
    organización quedó en manos del GP y de la
    asamblea de representantes, dejando a los técnicos la
    búsqueda de información muy especializada y la
    aplicación de algunas técnicas sociológicas
    más complejas (grupos de discusión).

    57. En el barrio de Los Geranios (Madrid) los resultados
    de las exploraciones (hechas por los vecinos) y de los grupos de
    discusión (a cargo de los técnicos) se difundieron
    en folletos impresos a todos los hogares del barrio.

    Cuando en una fase posterior de la IAP se
    comprobó que el 67% de los adultos del barrio eran
    analfabetos funcionales (estudios primarios incompletos), se
    pensó en transmitir los resultados mediante
    representaciones teatrales y cintas de video en lugar de
    utilizar folletos (pese al bajo estatus de las familias, el 47%
    de los vecinos disponía en su casa de aparato de
    video).

    58. Una reflexión sobre los diversos niveles de
    la realidad social y sobre las prácticas de
    investigación pertinentes en cada caso puede encontrarse
    en ORTÍ, A., "La confrontación de modelos y
    niveles epistemológicos en la génesis e historia de
    la investigación social", en DELGADO, J.M. y
    GUTIÉRREZ, J., Métodos y técnicas
    cualitativas de investigación en ciencias sociales
    ,
    Ed. Síntesis, Madrid, 1994, págs. 85?95.

    59. En el barrio de Los Geranios se crearon siete
    comisiones de vecinos encargadas de recoger toda la
    información disponible sobre la historia del barrio
    (entrevistas a ancianos en el parque), las viviendas de realojo
    (visita a OREVASA), los transportes (previsiones de Metro en el
    barrio), los comercios (visitas a comerciantes), etc. Los
    resultados de estas búsquedas fueron publicadas en un
    folleto que se difundió a las 1.500 familias del
    barrio.

    60. En las primeras fases del proyecto +60 se
    visitó a representantes de varias instituciones (administración, Cáritas
    Española, centros de salud y de tercera edad presentes en
    el barrio, etc.) y a personas particulares (trabajadores sociales
    con experiencias similares, profesores de trabajo social,
    sociólogos, etc.) con el fin de perfilar mejor las
    características de la IAP que se quería
    desarrollar.

    61. Ver VILLASANTE, T.R., "Redes comunitarias y nuevas
    cosmologías", en Alfoz, Nº 29, Madrid, 1986,
    págs.

    21?28; y "Clientelas y emancipaciones: una
    introducción metodológica", en VILLASANTE, T.R.
    (coord.), Las ciudades hablan. Identidades y movimientos
    sociales en seis metrópolis latinoamericanas
    , Ed.
    Nueva Sociedad, Caracas, 1994, págs. 26?47.

    62. Ver GUTIÉRREZ, J. y DELGADO, J.M.,
    "Teoría de la observación", en DELGADO, J.M., y
    GUTIÉRREZ, J., Métodos y técnicas
    cualitativas de investigación en Ciencias Sociales
    ,
    o.c., págs. 141?173.

    63. Ver PUJADAS, J.J., El método
    biográfico. El uso de las historias de vida en Ciencias
    Sociales, CIS, Madrid, 1992.

    64. Ver NAVARRO, P. y DÍAZ, C., "Análisis
    de contenido", en DELGADO, J.M., y GUTIÉRREZ, J.,
    Métodos y técnicas cualitativas de
    investigación en Ciencias Sociales
    , o.c., págs.
    177?224.

    65. En el barrio de Los Geranios (Madrid) se
    encargó a Colectivo Ioé aplicar tres grupos de
    discusión a otros tantos sectores significativos del
    barrio (padres, madres y jóvenes); los resultados se
    publicaron y difundieron entre los vecinos del barrio siendo
    después objeto de reflexión y debate grupal. Sobre
    la técnica del grupo de discusión, Ver
    IBÁÑEZ, J., Más allá de la
    sociología. El grupo de discusión
    , Siglo XXI,
    Madrid, 1979; y ORTÍ, A., "La apertura y el enfoque
    cualitativo o estructural: la entrevista abierta semidirectiva y
    la discusión de grupo", en GARCÍA FERRANDO, M.,
    IBÁÑEZ, J. y ALVIRA, F., El análisis de
    la realidad social. Métodos y técnicas de
    investigación
    , Alianza, Madrid, 1986, págs.
    153?185.

    66. En el Proyecto +60 se encargo a Colectivo IOÉ
    aplicar cuatro grupos focalizados con varios sectores de ancianos
    a fin de extraer los temas que más les preocupaban y no
    relegarlos en el cuestionario. Sobre la técnica del grupo
    focalizado, Ver KRUEGUER, R.A., El grupo de
    discusión
    (título original: The focus
    group
    ), Pirámide, Madrid, 1991.

    67. Sobre los grupos nominales y la técnica
    Delphi, Ver GARCÍA, R., y AMEZCUA, C., "Técnicas
    cualitativas de investigación", en Documentación
    Social
    , Nº 92, Madrid, 1993, págs.
    257?74.

    68. La práctica del grupo triangular,
    diseñada por Fernando Conde, ha sido validada
    recientemente por varias investigaciones
    empíricas.

    69. Una presentación sintética de la
    historia y características de las encuestas convencionales
    puede encontrarse en GARCÍA FERRANDO, M., "La encuesta",
    en GARCÍA FERRANDO, M., IBÁÑEZ, J. y ALVIRA,
    F., o.c., págs. 123?52.

    70. Ver ALVIRA, F., Metodología de la
    evaluación de programas
    , CIS, Madrid, 1991; y
    STUFFLEBEAN, D.L. y SHINKFIELD, A.J., Evaluación
    sistemática. Guía teórica y
    práctica
    , Paidós y Ministerio de
    Educación y Ciencia, Barcelona y Madrid, 1989.

    71. Ver, en este sentido, CARIDE, J.A., "La
    evaluación de lo social: tema y proceso de la IAP", en
    Documentación Social, Nº 92, Madrid, 1993,
    págs. 110?19; y VENTOSA, V.J., Evaluación de la
    animación sociocultural,
    Ed. Popular, Madrid,
    1992.

    72. En el Proyecto +60, gracias a una
    financiación del INSERSO, Colectivo Ioé se
    encargó de coordinar un proceso evaluativo que
    permitió sistematizar toda la información relevante
    a tal efecto y devolvérsela a los participantes en varios
    momentos del proceso (ver próximos
    capítulos).

     

    ** Colectivo Ioé (Miguel Ángel de
    Prada, Walter Actis y Carlos Pereda)

    URL: http://www.nodo50.org/ioe/

    El contenido del presente trabajo esta gobernado por
    la siguiente Licencia de Creative Commons:
    ver
    http://creativecommons.org/licenses/by?nc?nd/2.0

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter