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La política (página 2)




Enviado por alarconflores



Partes: 1, 2

LA ESCLAVITUD

 Los elementos de la economía
doméstica son los esclavos y los hombres libres, siendo
las partes primitivas, el señor y el esclavo, el hombre y
la mujer y por
último el padre y los hijos, siendo posible añadir
un cuarto elemento que es la llamada adquisición de la
propiedad, ya
que sin las cosas de primera necesidad, el hombre no
podría vivir.

La propiedad es un elemento de la naturaleza,
siendo dentro de ésta, el esclavo, la propiedad viva. Pero
el esclavo no es sólo un esclavo, sino que depende de su
señor absolutamente, convirtiéndose en propiedad
como instrumento de uso, pero absolutamente individual, al ser un
hombre de otro hombre. "…Si las lanzaderas tejiesen por
sí mismas; si el arco tocase por sí solo la
cítara, los empresarios prescindirían de los
operarios y los señores de los esclavos…"

Algunos esclavos lo son por naturaleza, ya que hay seres
que desde el momento en que nacen están destinados a
obedecer y otros lo están para mandar, porque ambos
elementos, la obediencia y la autoridad, se
encuentran en todo conjunto que aspire a un resultado
común, con razón se puede sostener que hay esclavos
y hombres libres que lo son por obra de la naturaleza. El hombre
esta formado por un alma que le
sirve para mandar, y un cuerpo que le sirve para obedecer, en los
hombres corruptos suele dominar el alma sobre el cuerpo, que es
lo contrario a la naturaleza. "…El alma manda al cuerpo como un
dueño a su esclavo, y la razón manda al instinto
como un magistrado, como un rey…"

El saber emplear a los esclavos constituye una ciencia, no
por poseerlos, sino porque se sirve de ellos, esta consiste en
saber mandar lo que los esclavos deben hacer, para poder ellos
dedicarse a la vida política o a la
filosofía. También se les podrían
enseñar ciertas artes como preparar las viandas, ya que
algunos servicios son
más necesarios que otros

LA
ADQUISICION DE BIENES

La adquisición de los bienes no se
debe confundir con la
administración doméstica, ya que una emplea lo
que la otra suministra.

Algunos hombres son nómades, éstos viven
en absoluta ociosidad, sin trabajo, y se
alimentan de la carne de los animales que
crían, otros viven del pillaje, otros de la pesca, otros
cazan las aves y los
animales bravíos, pero la mayoría vive del cultivo
de la tierra y de
sus frutos, siendo los modos de existencia del hombre:
nómada, agricultor, bandolero, cazador o pescador,
pudiendo combinar los diversos modos de vivir como por ejemplo,
siendo nómades y salteadores o cultivadores y cazadores.
La riqueza es la abundancia de los instrumentos sociales, que es
natural, y domésticos, que procede del arte y de la
experiencia, a este género se
lo llama adquisición de bienes.

El cambio es
aplicable a todas las propiedades, si bien en su origen no se
extendía mas allá de las cosas necesarias para la
vida, a medida que las relaciones se fueron transformando, se
introdujo el uso de la moneda y con ésta nació la
venta, que
reveló cómo la circulación de bienes
podía ser origen y fuente de ganancias
considerables.

Por ende, el dinero es
el que parece preocupar al comercio,
porque es el elemento y el fin de sus cambios, el interés es
dinero
producido por el dinero mismo, siendo de entre todas las
adquisiciones, la usura, la más contraria a la naturaleza,
que es un modo de adquisición nacido del dinero, al cual
no se le da el destino para el cual fue creado.

EL PODER DE LA FAMILIA

La administración de la familia
descansa en tres tipos de poder: el del señor, el del
padre y el del esposo, según sobre quién se
gobierne, si sobre el esclavo, los hijos o la mujer. Sobre los
dos últimos, se manda como a seres igualmente libres,
aunque sometidos a una autoridad diferente, que es republicana
(respecto a la mujer), o regia (respecto de los hijos), ya que
las afecciones y la edad dan a los padres el poder, lo mismo que
los reyes, quienes deben ser superior a sus súbditos por
sus facultades naturales, pero sin embargo, ser de la misma raza
que ellos.

Una de las cuestiones que se suscitan es la de saber si
al esclavo, aparte de actuar como instrumento y servidor, le son
correspondientes algunas virtudes.

Evidentemente, es necesario que posea algunas virtudes,
aunque muy diversas de las que le corresponden a la mujer o a los
hijos, por esto, el hombre libre manda sobre el esclavo de muy
distinta manera a la que lo hace con los otros, estando
éste absolutamente privado de voluntad alguna. El esclavo
participa de nuestra vida, y no debe poseer virtud alguna
más de la que le exige su esclavitud.

LA
REPUBLICA SEGÚN PLATON

El Estado es una
asociación y como tal para que su funcionamiento sea
eficiente, la comunidad
política debe necesariamente abrazarlo todo, o no abrazar
nada. El suelo, por lo
menos debe ser necesariamente común, porque la unidad del
lugar lleva consigo la unidad de la ciudad.

Platón sostiene que debe existir una comunidad de
hijos, mujeres y bienes, pero lo que es común al mayor
número, es de hecho, objeto de menor cuidado, ya que
siempre uno se ocupa más de las cosas propias, que de las
comunes. Dos son las cosas que mueven al hombre a hacer algo, el
sentirlo propio y el sentirlo único, si el hombre no
siente ninguna de éstas, no se ocupa de las cosas porque
piensa que otro puede hacerlas.

También sostiene Platón
que el ideal supremo de una ciudad, es su unidad absoluta, lo que
también es criticado por Aristóteles, quien alega que de ésa
manera, ya no habría mas ciudad "El bien para cada cosa es
lo que asegura su existencia".

No es posible que en una comunidad manden todos a la
vez, por lo que lo mejor sería la continuidad de oficios,
incluso en la comunidad política, seria conveniente que
siempre estuvieran los mismos en el mando. Para
Aristóteles, esto no puede ser, ya que los ciudadanos son
naturalmente todos iguales, por lo que todos deben tener
igualmente el poder; según esta idea, el régimen
que más se acomoda, es aquel en el que los gobernantes se
retiran del poder en el que han sido desiguales, por
turnos.

Otra cuestión, es si debe o no admitirse la
comunidad de bienes, y buscar la forma de organizar la propiedad,
de alguna de esas maneras. Para Aristóteles, el mejor
sistema es el que
regía en ese momento, donde la propiedad es común,
pero individual, estaba distribuida para que cada uno se ocupara
de la suya, obteniendo siempre así el mayor beneficio.
Ayudar es el mayor placer, pero no lo es sin propiedad privada,
por eso el mejor sistema, es el del la propiedad privada con uso
común, ya que nada se puede hacer si se unifica la ciudad;
sin duda debe haber ente la familia y la
ciudad una unidad, pero no absoluta, el modo de atraer a la
comunidad y a la unión del Estado, es mediante la educación.

LAS
LEYES DE UN
ESTADO SEGÚN PLATON

En toda
materia de
legislación, nunca deben perderse de vista los elementos
más importantes que lo conforman, que son: el hombre y la
tierra. En
cuanto al tema de propiedad, esta debe ser bastante abundante
como para poder satisfacer las necesidades de una vida sobria, es
un error el dividir los bienes en partes iguales y no establecer
nada sobre el número de ciudadanos, lo más prudente
es el limitar la población y no la propiedad, no dejarles
que procreen sin limitación.

El sistema
político que propone Platón
para su comunidad, es un sistema intermedio entre democracia y
oligarquía, a éste modo de gobierno,
él lo llama República, por ser el correspondiente a
los ciudadanos que empuñan las armas.

La constitución que pretende, es una compuesta
por elementos de demagogia y tiranía. La crítica
a este sistema, es que necesariamente da lugar al predominio de
los que pagan más, ya que muchos de los pobres se
abstendrían de votar y de ninguna manera se los puede
obligar a ello.

EL ESTADO Y EL CIUDADANO

El Estado es una comunidad, formada por elementos
diferentes y el gobierno de ese estado, depende de la
organización impuesta por todos los miembros que lo
conforman.

El ser ciudadano no depende del domicilio, ya que
esclavos y extranjeros también poseen uno, tampoco
proviene del derecho de entablar una acción
jurídica, porque esto pueden hacerlo las personas que no
son ciudadanos, la característica distintiva del ciudadano
es que este goza de funciones
políticas y judiciales, tanto como juez o
magistrado, es decir que posee libertades políticas.
Dentro de la categoría de los ciudadanos, hay una
división entre Ciudadanos incompletos: que son
aquellos que aún no han llegado a la edad de
inscripción cívica; y Ciudadanos jubilados:
que son los ancianos que ya han sido borrados de la
inscripción cívica.

La definición de ciudadano es relativa del lugar
donde se la aplique, varía según la forma de
gobierno, el caso del que estamos hablando acá, es el
correspondiente a la forma democrática
principalmente.

La obra común de todos los ciudadanos es la
prosperidad de su estado, sin importar las diferencias de los
destinos de sus actos, así, la virtud del ciudadano se
refiere exclusivamente a la relativa al estado, pero como este se
encuentra revestido de diferentes formas (según el tipo de
gobierno que adopte), la virtud del ciudadano no puede ser nunca
una, al contrario de la virtud del hombre de bien, que es una y
absoluta , entonces, es lícito que la virtud del ciudadano
sea distinta que la del hombre privado.

Teniendo en cuenta la república perfecta, donde
cada ciudadano debe llenar las funciones que le han sido
confiadas, supone que cada uno debe tener una función
diferente según su función, con lo que no puede
existir identidad
entre la virtud cívica, que puede variar según la
función que cada uno desempeñe dentro de la
república perfecta, y la virtud privada, que tiene que ser
única y puede no encontrarse presente en todos los
hombres. El magistrado digno de ejercer el mando, debe de contar
con esta doble virtud, de buen ciudadano y de hombre de bien, por
lo que a los hombres destinados a ejercer el poder, es preciso
educarlos de manera especial.

El buen ciudadano debe poseer las virtudes, tanto de
mando (la prudencia), como de súbdito (la obediencia), y
contener así la ciencia, la
fuerza del
mando y la obediencia. Debe saber tanto obedecer, como mandar a
los que los obedecen para que realicen los trabajos, entre
éstos se hallan incluidos los artesanos.

En conclusión, el ciudadano es aquel hombre
político, que es o puede ser dueño de ocuparse,
tanto personal como
colectivamente de los intereses comunes y tiene
participación en los asuntos públicos. Las
condiciones del ciudadano van a variar según el tipo de
constitución sea aristocrático, en el que el honor
de desempeñar las cuestiones públicas esta
reservado a la virtud y a la consideración, los artesanos
y obreros no serían ciudadanos dentro de este sistema,
mientras que estarían considerados dentro de la clase
ciudadana en algún otro, pero no en la constitución
perfecta.

LAS
TEORIAS SOBRE LOS GOBIERNOS Y SOBERANIAS

La constitución
es la que determina en todas partes la organización del Estado en relación
con las magistraturas, principalmente la soberana, el soberano es
siempre el gobierno, por lo que es la constitución
misma.

Se pueden diferenciar dos tipos de constituciones,
según el interés que persigan, pueden
ser:

* Constituciones puras: son las hechas en vistas del
interés general, son puras porque practican rigurosamente
la justicia

* Constituciones impuras: sólo tienen en cuenta
el interés personal de los gobernantes, no son más
que una corrupción
de las buenas constituciones, están viciadas.

Aristóteles divide las formas de
gobierno en puras e impuras, que son las deformaciones de las
formas puras, según persigan el interés de uno o
muchos. Así, encuentra dentro de las formas puras de
gobierno:

* La Monarquía: que es el gobierno de uno
sólo.

* La Aristocracia: que es el gobierno de una
minoría conformada por hombres de bien.

* La República: que es el gobierno de la
mayoría

* Y dentro de las formas impuras,
están:

* La Tiranía: que es la que tiene como fin el
interés personal del monarca.

* La Oligarquía: que es la que tiene como fin el
bien personal de los ricos.

* La Demagogia: que tiene como fin el bien particular de
los pobres.

El fin del Estado debe ser siempre, no sólo la
existencia material de todos los asociados, sino también
su felicidad y su virtud, siendo ésta última la de
primer cuidado dentro del Estado, para que la asociación
política no se convierta en una alianza militar, ni la
ley en una
mera convención. La ciudad es la asociación del
bienestar y de la virtud, para el bien de las familias y las
diversas clases de habitantes, para alcanzar una existencia que
se baste a sí misma.

Si dentro de la ciudad hay algún ciudadano, o
muchos, que tengan tal superioridad de méritos que los
demás ciudadanos no puedan competir con el suyo, siendo la
influencia política de estos individuos, incomparablemente
más fuerte, no pueden ser confundidos en la masa de la
ciudad, porque reducirlos a iguales sería cometerles una
injuria, ya que podría decirse que son dioses ente los
hombres.

En todos los casos, es preferible que la soberanía resida en la ley positiva, que en
algún ciudadano, ya que el hombre se corrompe ante el
atractivo del instinto y las pasiones del corazón
cuando se encuentra en el poder. La ley, en cambio, "es la
inteligencia
sin ciegas pasiones".

EL ESTADO PERFECTO

El
gobierno perfecto es aquel que procura a todos los ciudadanos el
goce de la más perfecta felicidad, dividiendo a estos
goces en tres diferentes clases: los que están fuera de su
persona,
bienes del cuerpo y bienes del alma consistiendo así la
felicidad en la reunión de todos éstos, que pueden
ser adquiridos y conservados mediante la virtud. La felicidad es
patrimonio de
los corazones más puros y de las inteligencias más
distinguidas, siendo por lo tanto el estado
más perfecto, el más dichoso y más
próspero. La felicidad nunca puede estar acompañada
del vicio, porque tanto el Estado como el hombre no prosperan
sino a condición de ser virtuosos y prudentes,
transformándose en el fin esencial de la vida de ambos el
alcanzar este grado de virtud y hacer todo lo que ella
ordene.

Para Aristóteles el Estado más perfecto es
aquél en el cual cada ciudadano puede, gracias a las
leyes, practicar lo mejor posible la virtud y asegurar su
felicidad, adoptando el camino que le parezca mejor, así,
algunos se dedicará a la política y otros a la
filosofía. La felicidad sólo se encuentra en la
actividad, pues sólo en ella se realiza la virtud, por lo
cual es un error preferir la inacción al trabajo, siendo
por lo tanto la actividad el asunto capital de la
vida.

En ese Estado perfecto debe haber equilibrio
entre la cantidad de ciudadanos y la extensión del suelo
(causa material del estado). No debe haber demasiados habitantes
ya que no es posible el orden en la multitud, su cantidad debe
ser reducida de modo que sea posible que se conozcan entre
sí, para que de esta manera las elecciones y sentencias
jurídicas no sean necesariamente malas pero a la vez debe
alcanzarse un mínimo necesario para la
subsistencia.

En cuanto al territorio sobre el cual se asienta el
Estado, debe ser fértil y ni demasiado pequeño –
que impediría satisfacer las necesidades de sus habitantes
– ni demasiado grande – que lo tornaría
ingobernable.

Los elementos indispensables para la existencia de la
ciudad son: la subsistencia, las artes, las armas, cierta
abundancia de riquezas, culto divino y decisión sobre los
asuntos de interés general y procesos
individuales; para todos y cada uno de estos elementos debe haber
en el Estado ciudadanos dedicados a procurarlos, ya que la falta
de cualquiera de ellos resultaría en la imposibilidad del
autoabastecimiento de esa sociedad.

Siendo los ciudadanos los únicos que componen el
cuerpo político, se abstendrán de realizar trabajos
contrarios a la virtud o relacionados a la agricultura,
puesto que para ocuparse de la cosa pública se necesita
tiempo
ocioso.

Un Estado es virtuoso sólo cuando todos los
ciudadanos que lo componen lo son. Tres son las cosas que pueden
hacer al hombre bueno y virtuoso: la naturaleza, en cuanto nos
concede virtudes espirituales y corporales, el hábito, que
pervierte o mejora las cualidades naturales y la razón a
cuyo imperio el hombre está sometido.

LA AUTORIDAD Y OBEDIENCIA ANTE UN
ESTADO

Siempre es
preferible que aquellos cuya superioridad de jefes fuese
incontestable manden sobre los súbditos, pero siendo tales
diferencias muy difíciles de encontrar, la alternativa
entre mando y obediencia debe ser común a todos los
ciudadanos, porque el Estado no podría vivir sin la
igualdad.

La naturaleza creó dentro de la misma especie
unos destinados a obedecer y otros capaces de mandar; una
autoridad que es conferida a causa de la edad, no provoca celos
ni fomenta la vanidad de nadie cuando cada cual está
seguro que con
el devenir de los años obtendrá la misma
prerrogativa, por esto, la autoridad y obediencia deben ser a la
vez perpetuas y alternativas y, por consiguiente, la educación debe ser
igual y diversa.

El alma se compone de dos partes: una que posee en
sí misma la razón y que encierra el fin mismo al
que debe aspirarse, la otra que obedece a la razón y a la
que pertenecen las virtudes que constituyen al hombre de bien. La
razón, a su vez, se divide en especulativa y
práctica, siendo preferible escoger las actos que
pertenecen a la parte naturalmente superior.

A su vez, la vida comprende trabajo y reposo, guerra y paz.
Los actos humanos hacen relación sea a lo necesario, sea a
lo bello, no buscándose lo necesario y útil sino en
vista de lo bello; por esto, el hombre de Estado debe ajustar las
leyes en orden a las partes del alma y a los actos, teniendo en
cuenta el fin más elevado al cual ambas pueden
aspirar.

A este fin conviene dirigir a los ciudadanos desde la
infancia y
durante todo el tiempo que permanezcan sometidos a jefes. Vale
más y es más conforme a la virtud dirigir hombres
libres que esclavos, no debiéndose tener por dichoso a un
Estado ni por muy hábil a un legislador cuando sólo
se ha fijado en los peligrosos trabajos de la conquista, puesto
que con tan deplorables principios cada
ciudadano pensará sólo en usurpar el poder absoluto
en su propia patria lo más pronto posible.

El legislador no debe sino más que despertar en
el corazón de los hombres buenos sentimientos y el Estado,
para gozar de paz, debe ser prudente, valeroso y firme; sus
ciudadanos deben tener valor y
paciencia en el trabajo,
filosofía en el descanso y prudencia y templanza en ambas
situaciones.

No se puede exigir a los niños,
sino hasta los cinco años, la aplicación
intelectual o fatigas violentas que impidan su crecimiento, pero
sí la actividad necesaria para evitar la pereza total del
cuerpo. Los magistrados encargados de su educación, deben
vigilar tanto las palabras como los cuentos que
escuchan e incitarles al movimiento,
sobre todo en los juegos;
prevendrán que se comuniquen con esclavos y que
permanezcan alejados de espectáculos o palabras indignos
de un hombre libre; resguardarán a los jóvenes de
los peligros de reuniones, de representaciones de piezas
satíricas y comedias, sino hasta que tengan la edad en que
puedan asistir a comidas comunes y beber vino oscuro. Se los debe
alejar principalmente de todo aquello que esté relacionado
con el vicio o la malevolencia.

LA EDUCACION DENTRO DE UN ESTADO
MODERNO

El legislador debe
poner mayor empeño en la educación de los
jóvenes, ya que en las ciudades donde no ocurre
así, el resultado es el detrimento de la estructura
política, porque la educación debe adaptarse a las
diversas constituciones en las cuales el carácter peculiar de cada una es lo que
suele preservarla.

Puesto que en todas las ciudades es uno el fin, es
manifiesto que la educación debe ser una y la misma para
todos los ciudadanos, y que el cuidado debe de ella debe ser
asunto de la comunidad y no de la iniciativa privada, ya que el
entrenamiento
para lo que es común debe ser también común.
Sería erróneo pensar que el ciudadano se pertenece
a sí mismo, cuando por el contrario, todos pertenecen a la
ciudad desde el momento en que cada uno es parte de la ciudad, y
es natural entonces que el cuidado de cada parte, deba orientarse
al cuidado del todo.

Deben ensañarse aquellos conocimientos
útiles que son de primera necesidad, aunque no todos;
porque es manifiesto que el ciudadano debe asumir aquellas
disciplinas que no envilecen al que se ocupa de ellas,
considerándose envilecedoras aquellas disciplinas,
trabajos y oficios que tornan al hombre incapaces, en su alma, en
su cuerpo o su inteligencia para la práctica y actos de
virtud, todos los oficios que deforman el cuerpo, así como
los trabajos asalariados, porque privan del ocio a la muerte y la
degradan.

Cuatro son las materias que se acostumbra a
enseñar: lectura y
escritura,
gimnasia
música, y
a veces, en cuarto lugar dibujo. Las
primeras, escritura y dibujo, se enseñan por ser
útiles en la vida y tener muchas aplicaciones; la gimnasia
porque estimula el valor; en cuanto a la música, en la
actualidad se lo hace sólo por placer, pero en un
principio, quienes la incluyeron en la educación lo
hicieron porque la naturaleza misma procura no sólo el
trabajo adecuado, sino también el ocio decoroso, el cual,
es el principio de todas las cosas.

El ocio es preferible al trabajo y tiene razón
por fin, sobre cómo debemos emplearlo, seguramente no en
jugar, porque sino, el juego
sería necesariamente el fin de la vida. Los juegos deben
practicarse más bien en conexión con los trabajos,
hay que introducirlos pero vigilando la oportunidad de su
empleo. La
actividad del juego es un relajamiento del alma, y de este placer
resulta el descanso. El placer lo determina cada uno de acuerdo
con su propia constitución moral, por lo
que del mejor hombre será el mejor placer y el que procede
de fuentes
más nobles.

LA
GIMNASTICA DENTRO DE LA EDUCACION

Ha quedado en evidencia la necesidad de enseñarle
a los niños algunas disciplinas útiles, como el
estudio de la lectura y
la escritura, no sólo por su utilidad sino
porque, mediante ellas, pueden adquirirse muchos otros
conocimientos. Deben aprender a dibujar, porque el dibujo afina
la contemplación de la hermosura corporal.

La educación ha de enseñarse más
por los hábitos que por la razón, y en el cuerpo
antes que en la inteligencia. Los niños deben entregarse
al maestro de gimnasia y al entrenador deportivo, de los cuales,
el primero le dará la debida composición corporal y
el segundo hará otro tanto en lo que concierne a sus
actos.

Los espartanos, embrutecen a sus niños a fuerza
de fatigas, en la creencia de que esto es lo que más
contribuye a la fortaleza viril, pero la función
educativa, no debe atender a esta sola virtud, y ni siquiera ella
como principal. Permitir a los jóvenes practicar este tipo
de actividades en exceso y dejarlos sin instrucción en las
disciplinas necesarias, es en realidad degradarlos y tornarlos
inútiles para la función de ciudadanos.

LA
MUSICA DENTRO DE LA EDUCACION

Acerca de la música, ésta confiere al
carácter ciertas cualidades, acostumbrándonos a
recrearnos rectamente, contribuye en algo al entretenimiento
intelectual y a la cultura moral.
La educación de los jóvenes no debe tener por fin
el juego, ya que no se aprende jugando sino que el aprendizaje va
con dolor. Finalmente, se considera al a los músicos
profesionales como hombres de menor condición, y su
actividad como no propia de un varón, a no ser que este
embriagado o jugando.

La música implica un placer natural, y por esto
es amable, su uso en todas las edades y a todos los caracteres,
la música es una de las cosas que dan placer, y la virtud
por su parte consiste en gozar, amar y odiar rectamente, se
impone con evidencia la necesidad de aprender y habituarse sobre
todo a juzgar con rectitud y a complacerse en los caracteres
virtuosos y en las bellas acciones.

En las obras musicales, hay directamente imitaciones de
los estados morales, la prueba esta en la diferencia que desde
luego se ofrece en la naturaleza de las melodías, de
suerte que los oyentes son afectados de modo distinto y tienen
diferente reacción con respecto a cada una de ellas, unas
hay que los ponen más tristes, otras que relajan la mente,
otras que producen un estado de moderación y compostura y
otras que inspiran el entusiasmo. En cuanto a los ritmos, unos
tienen un carácter más reposado, que inducen a
emociones
más propias del hombre libre y otro más movido, que
conllevan emociones más vulgares.

La enseñanza de la música conviene
además a la naturaleza juvenil, ya que en razón de
su edad, los jóvenes no toleran nada que no este endulzado
por el placer, y la música es por naturaleza dulce, hay
además algo en nosotros que esta emparentado con la
armonía y el ritmo, y por esto dicen muchos sabios que el
alma es una armonía.

En la educación musical no deberían
introducirse instrumentos profesionales como la cítara o
la flauta, quien tiene el inconveniente de impedir el uso de la
palabra durante su utilización, sino aquellos instrumentos
que formen buenos estudiantes, ya sea en el campo de la
música o en cualquier otro campo de la
educación.

Acepta la división de las melodías
establecidas por algunos filósofos, que las clasifican en expresivas
del carácter, de la acción y de la emoción,
por su parte, afirma que la música no debe practicarse por
un provecho único, sino por muchos, uno es la
educación, otro la purificación y el tercero, es el
divertimento, como relajamiento y cesación del esfuerzo.
Por lo tanto, debemos utilizar todas las melodías aunque
no de la misma manera, sino que para la educación hay que
recurrir a las que son más expresivas del carácter;
y para la audición las que son expresivas de la
acción y la emoción.

EL LEGISLADOR Y SUS FUNCIONES

En el momento de
redactar la Constitución para cada lugar es preciso tener
en cuenta, tanto la que es ideal para ese lugar, como así
también la que es posible que se adapte según las
condiciones que el mismo presenta; esto constituye una ciencia
que para muchos quizás será imposible de alcanzar,
pero no para el verdadero legislador y el político, que no
ignoran en absoluto ninguna de las circunstancias. También
debe de considerar cuál es la que durará durante la
mayor cantidad de tiempo posible, cuál es régimen
que derivará del supuesto dado, luego de haber examinado
detalladamente la constitución y sobre todo, tendrá
que considerar cual es la mejor constitución que se ajusta
a todas las diferentes ciudades. En resumen, "no habrá de
considerar sólo la mejor constitución, sino
sólo la que es posible, la más fácil y la
que comúnmente pueda implantársele a todas las
ciudades".

Otra opción, no por eso menos importante,
sería reformar las constituciones que ya tienen las
respectivas ciudades, de manera que los habitantes las puedan
acatar y compartir fácilmente, restableciendo un orden
político. Pero todo será imposible para el que
piense que sólo hay una forma constitucional, es decir,
para aquel que crea que sólo una forma de democracia y una
de oligarquía son posibles, ignorando de cuantos modos
pueden combinarse.

Esto también ocurre con las leyes,
teniéndose en cuenta cuáles son las mejores que
pueden adaptarse al sistema constitucional, porque éstas
se establecen en vista de las constituciones y no de manera
inversa, porque es imposible que todas las leyes se adapten a
todas las democracias y a todas las oligarquías, si es que
realmente hay diversidad de ellas.

LOS SISTEMAS DE
GOBIERNOS

En todo régimen,
la primera desviación de la forma original de
organización será la peor. Por ejemplo: en la
monarquía, la desviación que más se aleja al
gobierno constitucional es la tiranía, en segundo lugar
viene la oligarquía que es la que se aleja de la forma
aristocrática y por último, como la
desviación más moderada, se encuentra la
democracia. Aunque todas estas formas son erradas, ya que no hay
una mejor, sino una menos mala.

La causa de que se encuentren distintas formas de
gobierno es que todas las ciudades están conformadas por
familias ricas, que poseen armas, pobres, que no las poseen y
otras de clase media, también hay campesinos, comerciantes
y obreros. Es decir que hay distinciones por las riquezas, por
las propiedades y por nacimiento o virtud, que son las que
constituyen los elementos de la ciudad, con lo que necesariamente
habrá pluralidad de gobiernos, en referencia a los
arreglos que se hagan entre las partes superiores e inferiores
dentro de la comunidad, siendo oligárquicas o
despóticas las más tensas, y democráticas
las más relajadas y suaves, existentes sólo cuando
son los hombres libres los que ejercen la soberanía, que
sólo por casualidad resultan de ser la
mayoría.

Las ciudades no están compuestas de una, sino de
muchas partes: los labradores, los obreros, los comerciantes, los
jornaleros y la clase militar, cuya existencia es no menos
indispensable, pero debe haber aún alguien que administre
el derecho, que desempeñe la justicia judicial y una clase
deliberativa (que corresponde a la prudencia política),
pero no es al caso que estas funciones se encuentren en la misma
persona o en personas separadas. Se encuentran otras clases como
la de los funcionarios públicos, quienes administran las
magistraturas en la ciudad, ya sea de manera continua o por
turnos, la clase que delibera y la que juzga sobre los derechos de los litigantes,
que deben ser desempeñadas por hombres dotados de virtud
en manera política.

La primera forma de democracia, es la que hace que los
ricos no tengan preeminencia sobre los pobres, o viceversa,
haciendo consistir la igualdad de manera que ambas estén
al mismo nivel, participando todas en el gobierno de la misma
forma. Otra forma de democracia, es aquella donde las
magistraturas se dividen de acuerdo con los censos tributarios;
donde todos los ciudadanos gobiernan pero siempre bajo la
preeminencia de la ley, o al revés donde la ley esta por
encima de los ciudadanos, generalmente por obra de los demagogos.
Pero en todo caso, para que el gobierno e considere efectivamente
democrático, la ley debe de ser en todo suprema y los
magistrados podrán decidir sólo en los casos
particulares.

Dentro de las oligarquías, hay una en la que la
clase más pobre no tiene acceso por su elevada
calificación tributaria, otra donde las magistraturas se
llenan por elección de los grandes propietarios,
también hay una forma en la que los hijos suceden a los
padres en las funciones gubernamentales, recibiendo en nombre de
dinastía y es la que corresponde entre todas las formas de
oligarquía, a la tiranía entre éstas. Aunque
en estas formas la constitución no sea legalmente
democrática, lo es realmente por el carácter
democrático del pueblo y de los hábitos, pero por
costumbre puede inclinarse hacia una forma aristocrática,
principalmente luego de un cambio de constitucional.

LA
CONSTITUCION DE UN ESTADO

La constitución es
como la vida de la ciudad, por lo que la debe reflejar de la
manera mejor posible.

En toda ciudad hay una clase que no sabe obedecer a
ninguna autoridad, sino sólo mandar despóticamente
y otra que no sabe mandar, sino obedecer con mando servil, lo
cual es lo más distante de la amistad, pero la
comunidad no se funda entre enemigos, puesto que ellos no quieren
ir juntos ni por el mismo camino. Por todo esto, la ciudad aspira
a componerse de ciertos elementos iguales en la manera en que sea
posible. La clase media es la que contiene esta
composición por lo que la ciudad deberá fundarse en
esta más que en ninguna otra clase, esta clase es la que
tiene mayor estabilidad, porque no codician ni son codiciados y
en aquellas ciudades donde la clase media es numerosa es
difícil que se produzcan facciones entre los ciudadanos,
preservando de esa manera el orden dentro de la
ciudad.

La constitución acomodada a cada pueblo la que
conviene a cada cual, ante todo debe haber una parte dentro de la
ciudad que quiera la permanencia de la constitución, que
sea más fuerte que los que no lo quieren. Donde la
mayoría de la población es pobre, se
inclinarán hacia la democracia, mientras que en donde la
mayoría de la población es rica, estarán a
favor de la oligarquía; pero el legislador debe siempre
hacer entrar a la clase media y si ésta sobrepasa a las
otras dos clases se podrá instaurar un gobierno
constitucional.

De los tres
poderes:

En todas las constituciones hay tres elementos que el
legislador debe tener en cuenta y que si están bien
concertados, lo estará así también la
república.

El primero de estos elementos es el que delibera sobre
los asuntos comunes. El poder deliberativo es soberano en lo que
tiene que ver en cuanto a la guerra y la paz; las alianzas y su
disolución; las leyes; las imposiciones de la pena
capital; destierro; confiscación y para tomarles cuenta a
los ciudadanos. En cuanto a los miembros, sería provechoso
que fuesen designados, por elección o por sorteo de entre
las diferentes clases
sociales y en número proporcionalmente igual,
también pude ser provechoso elegir algunas personas de la
clase popular. En cuanto al poder judicial,
en tres factores estriba la variedad que hay entre los
tribunales:

* Por quiénes están constituidos: si son
jueces elegidos de entre todos los ciudadanos o sólo ente
algunos. Aquellos donde los jueces son elegidos entre todos los
ciudadanos y para todos los asuntos, son democráticos y
aquellos en donde los jueces se eligen sólo entre algunos
y para todos los asuntos, son oligárquicos.

* De qué asuntos se ocupan: las ocho clases de
tribunales que hay: el tribunal de cuentas, el de
delitos
ordinarios contra el orden público, uno para los delitos
contra la constitución, un cuarto para los litigios entre
los magistrados y particulares por la imposición de penas,
otro que conoce contratos de
cierta importancia, un sexto para casos de homicidio, un
séptimo para los extranjeros y un último para los
casos de menor importancia.

* Y en cuanto al cómo de su designación:
si es por sorteo o por voto.

ESTRUCTURAS DEL PODER

Dos son las causas
que determinan la variedad de las democracias, siendo la primera
el hecho de que los pueblos son diferentes y la segunda causa, es
la que hace que ser diferentes a las democracias por el hecho de
combinarse entre sí las diversas características y
propiedades aparentes de dicho régimen; y así una
democracia va acompañada de menos otra de más, y
otra de todos esos caracteres. Así los fundadores tratan
de combinar todos los elementos propios de cada régimen y
de acuerdo con su principio fundamental.

La libertad es el
principio fundamental de la constitución
democrática, implicando ello que sólo en este
régimen político pueden los hombres participar de
la libertad, y a este fin apunta. Uno de los caracteres de la
libertad, es la alternancia en la obediencia y el mando, y en
efecto, la justicia democrática consiste en la igualdad
por el número y no por el mérito, y siendo esto lo
justo, de necesidad tiene que ser soberana la masa popular y
estimarse como final y justa la decisión de la
mayoría, el otro carácter es que cada cual viva
como le agrade, por el simple hecho de que el esclavo no vive
como quiere. De este segundo elemento surge la pretensión
de no ser gobernado por nadie, lo que contribuye a la libertad
igualitaria.

Pueden considerarse como instituciones
democráticas las siguientes:

* La elección de los magistrados por todos y
entre todos.

* El gobierno alternado.

* La elección por sorteo de las magistraturas,
donde las no sea necesaria la posesión de ninguna
propiedad, y donde una persona no pueda poseer un cargo dos
veces.

* Que toda magistratura sea de corta
duración.

* Que la función judicial la ejerzan todos los
ciudadanos

* Que la asamblea sea soberana en todos los asuntos,
pero que ningún magistrado lo sea en ninguno.

* El pago por los servicios
públicos.

* La falta de linaje, la pobreza y la
vulgaridad.

* Que ninguna magistratura sea vitalicia, y si alguna
sobrevive como reliquia de una antigua revolución, hay que despojarla de su poder
y hacerla sorteable en lugar de electiva.

La democracia y el gobierno popular son el resultado de
aplicar el principio de justicia, que es el de la igualdad de
todos en razón del número, consistiendo en que no
gobiernen más los pobres que los ricos, ni que sólo
ellos sean señores, sino todos por igual. Justo es lo que
parece a la mayoría, en tanto que la oligarquía es
lo que parece tal a la mayor riqueza, si la minoría ha de
prevalecer en todo caso, el resultado ha de ser la
tiranía, pero si ha de prevalecer la mayoría
numérica, éstos cometerán injusticia al
confiscar los bienes de los ricos que son en número menor.
Dicen todos ellos que lo que apruebe la mayoría
tendrá fuerza de ley y que deberá prevalecer el
voto de aquel grupo cuya
propiedad sea mayor después de sumadas las propiedades de
ambas clases, porque así como los débiles
están siempre buscando la igualdad y la justicia, los
fuertes, por su parte, no se ocupan de estas cosas.

De las cuatro clases de democracia, la mejor es la que
ocupa el primer lugar, siendo además la más antigua
de todas, donde el mejor pueblo es el agricultor, ya que estos
hombres están ocupados, y así, no pueden reunirse
frecuentemente en asambleas, ya que pasan la vida en lo cotidiano
sin codiciar lo ajeno, mayor placer encuentran en trabajar que en
hacer política y desempeñar cargos de que no pueden
retirar gran provecho, porque aspiran más al lucro que al
honor.

Es cosa provechosa depender de otro y no poder hacer uno
cuanto le parezca, porque con la licencia de hacer uno cuanto
quiere nada hay que pueda contener el mal inherente en cada
hombre, de este modo, vendrá como consecuencias el
gobierno de los mejores.

Después del pueblo de los agricultores, el mejor
es aquel cuyos miembros son pastores, quienes están
especialmente ejercitados para pasar la vida a la intemperie y a
causa de estar vagando por el mercado y la
ciudad, acuden fácilmente a las asambleas.

La última forma de democracia, por ser aquella en
que todos participan, no puede llevarla cualquier ciudad, ni es
fácil que perdure a menos de concurrir a la influencia de
leyes y costumbres. Para establecer esta democracia, sus
dirigentes tienen por costumbre hacer de su partido a todos
cuantos pueden, y otorgar la ciudadanía no sólo a hijos
legítimos, sino a bastardos y a los que tiene un solo
progenitor ciudadano. De este modo, suelen proceder los
demagogos, cuando lo debido sería no incrementar la
ciudadanía sino hasta el punto en que la masa popular
sobrepase a las clases superior y media, y no ir más
allá de ese límite, porque cuando en esto hay un
exceso, en las clases superiores viene un sentimiento de
irritación que les lleva a soportar difícilmente
esta democracia.

LAS
OLIGARQUIAS DENTRO DEL PODER

La primera y
más templada forma de oligarquía guarda afinidad
con la llamada república, discriminándose unas
menores, dónde los titulares han de participar en las
magistraturas necesarias, y mayores para los titulares de las
más importantes. En cuanto a la forma opuesta a la
democracia extrema , o sea la más democrática y
tiránica de las oligarquías, justo por ser la peor
es la que requiere mayor vigilancia, así las peores entre
las repúblicas son las que necesitan mayor cuidado, la
oligarquía no puede manifiestamente alcanzar su seguridad sino
por el buen orden.

Son cuatro las partes del pueblo: campesinos, artesanos,
comerciantes y jornaleros; y son cuatro también los
elementos necesarios en la guerra: caballería,
infantería pesada, infantería ligera y fuerza
naval. Donde el territorio del país sea apropiado para
cabalgar, estas condiciones favorecen al establecimiento de una
oligarquía fuerte, donde el terreno es apto para una
infantería pesada, esta indicada la siguiente forma de
oligarquía, la infantería ligera y la fuerza naval
son por el contrario elementos del todo
democráticos.

La participación que la oligarquía debe
dar al pueblo en el gobierno, no puede ser a favor de quienes
adquieran la propiedad fijada, a los que cierto tiempo se han
abstenido de los trabajos manuales o donde
se hace una selección
ente los hombres de mérito, tanto de la clase gobernante
como de los extraños a ella. A las más altas
magistraturas debe serles inherentes la prestación de
costosos servicios públicos, a fin de que el pueblo se
abstenga voluntariamente de participar en ellas y no tenga
resentimientos hacia la clase gobernante, por esto, al tomar
posesión de su cargo ofrezcan sacrificios
magníficos o construyan algún edificio
público, para que el pueblo vea con agrado la permanencia
del régimen. Pero no es esto lo que hacen los oligarcas,
ya que buscan no menos el lujo que el honor, de aquí que
puedan llamarse democracias en miniatura.

LAS MAGISTRATURAS DE UN ESTADO

No hay ninguna ciudad
que pueda existir sin las magistraturas necesarias y ninguna que
pueda administrarse bien sin aquellas que atiendan al buen orden
y a la armonía. En las ciudades pequeñas debe haber
menos magistraturas y en las grandes más.

El primero entre los servicios públicos es la
vigilancia del mercado, donde debe haber un magistrado que
atienda a los contratos
y al buen orden. Otro es la vigilancia de los servicios
públicos y privados a fin de que guarden buen aspecto y se
conserven o se reparen los edificios que amenazan con la ruina,
así como los caminos y se cuide que no surjan litigios por
los linderos entre unos y otros. A esta magistratura se la llama
comúnmente, magistratura urbana, pero tiene varios
departamentos, cada uno de los cuales esta a cargo de diferentes
personas en las ciudades más populosas, como los
constructores de muros, los inspectores de fuentes y los
vigilantes de puertas
, sólo en el campo y fuera de la
ciudad se les llama a éstos vigilantes agrónomos
o inspectores forestales
.

La percepción
de los ingresos
públicos, que los magistrados guardan y distribuyen entre
los diversos departamentos administrativos recibe el nombre de
tesoreros. Otro oficio es aquel que esta a cargo de las
sentencias de los tribunales y el registro de los
contratos privados. La magistratura quizás más
difícil de todas es la que tiene que ver con la
aplicación de las penas a los condenados y la custodia de
los presos, de aquí que no convendría nombrar para
este oficio a sólo una persona sino, a varias nombradas
por diversos tribunales, asimismo, sería conveniente que
no fueran los mismos magistrados quienes ejecutaran algunas de
estas sentencias, como los magistrados entrantes con los respecto
a los salientes, y cuando se trate de magistrados en funciones,
que sea uno el tribunal que condene y otro el que ejecute la
sentencia. Mientras menor sea el odio que se tenga por los
ejecutores, tanto mejor se ejecutarán las sentencias;
ahora bien, el odio es doble cuando los que dictan las sentencias
y los que las ejecutan son los mismos, entonces ocurre que los
ciudadanos más responsables huyan de este oficio
más que algún otro, y tampoco se lo puede confiar a
gente irresponsable y vil, por todo esto los jóvenes deben
desempeñar este oficio alternadamente.

Otra especie de cargos públicos son los que se
refieren al culto divino, como los sacerdotes, los encargados de
la conservación de los templos y la reparación de
los que amenazan en ruinas y de todo lo demás que se
ordena al servicio de
los dioses

Tres son las magistraturas que en algunas ciudades
supervisan la elección de los magistrados supremos, a
saber: la de los Guardianes de la Ley, que son una
institución aristocrática, las Comisiones
Consultivas
, que son una institución
aristocrática y el Consejo, una institución
democrática.

CONCEPTO SOBRE REVOLUCIONES

Aunque todos los hombres reconocen la justicia y la
igualdad, se equivocan en el modo de alcanzarlas.

La democracia viene de suponer que por ser iguales en un
aspecto deben ser iguales en todo, ya que se piensa que por ser
todos igualmente libres, han de ser absolutamente iguales. La
oligarquía, por su parte, viene de suponer que por ser
desiguales en un aspecto, han de ser desiguales en absoluto, que
por su diferencia en cuanto a la propiedad deben ser
absolutamente distintos, procurando tener más que los
otros, y ambos, cuando no obtienen en la república la
parte que estiman corresponder a las ideas que sustentan,
promueven la revolución. Pero de todos los hombres,
sólo podrían sublevarse con más justicia
aquellos que sobresalen por su virtud, aunque son los que menos
suelen hacerlo.

Las mudanzas políticas se pueden realizar de
diferentes maneras:

* Sustituyendo la constitución vigente por otra
nueva.

* Gobernando personalmente, observando la
constitución establecida.

* Aspirando sólo a un cambio de grado, para hacer
menos o más oligárquica la existente, o para
hacerla menos o más democrática

* Suprimiendo alguna magistratura

* Alterando algún elemento de la
misma.

La revolución tiene por causa la desigualdad,
buscando los que se sublevan la igualdad, ya sea por
número o por mérito. De todas las formas de
gobierno, la democracia es la más segura y menos expuesta
a la revolución que la oligarquía, donde hay doble
peligro de revolución: de los oligarcas entre sí y
por parte del pueblo.

Las causas principales de las revoluciones son la
búsqueda de la igualdad o desigualdad, que se puede dar
por distintos factores: el lucro, el honor, la soberbia, el
miedo, el afán de superioridad, el desprecio, el
incremento desproporcionado de poder, la negligencia, la
mediocridad y la disparidad. Aunque no debe pasarse por alto la
circunstancia de que quienes han tenido el mayor poder en la
ciudad, tiendan a producir sediciones, porque promueven la
rebelión los envidiosos de esos hombres, o ellos mismos no
se atreven a guarda una posición de igualdad. Asimismo,
las revoluciones políticas se producen por la fuerza,
cuando los revolucionarios ejercen presión
desde el principio mismo de la rebelión o posteriormente;
o por engaño, que se pude dar al principio para que con el
consentimiento de los ciudadanos se lleve a efecto el cambio de
gobierno y posteriormente sean sometidos por la fuerza contra su
voluntad.

LAS REVOLUCIONES EN LAS
DEMOCRACIAS

Las revoluciones en las
democracias, se producen algunas veces, porque los demagogos
agravian a las clases superiores con la mira de halagar al pueblo
y promueven su unión, bien repartiendo las propiedades o
reduciendo sus ingresos por la imposición de servicios
públicos: otras veces los difaman ante los tribunales con
el fin de poder confiscar los bienes de los ricos.

LAS REVOLUCIONES EN LAS
OLIGARQUIAS

Una de las causas de las revoluciones en la
oligarquía se puede dar cuando los oligarcas agravian al
pueblo y sobre todo cuando de la oligarquía misma surge el
jefe de la revolución; una veces, cuando los honores
públicos son compartidos por muy pocos, la
oligarquía es minada por los ricos mismos, a
condición de que no sean ellos los que estén en el
poder.

Por otra parte, las oligarquías se alteran por
causas internas, como por rivalidad, lo que lleva a los oligarcas
a convertirse en demagogos, o cuando sus miembros disipan su
propia fortuna en una vida disoluta, procurando alguna innovación, ya sea procurando ellos mismos
a la tiranía o instalando a otro en ella.

Las revoluciones oligárquicas ocurren así
tanto en la guerra como en la paz. En la guerra, porque a causa
de su desconfianza en el pueblo, los oligarcas se ven obligados a
utilizar tropas mercenarias, o para prevenir esto, dan a la masa
popular una participación en el gobierno. En tiempos de
paz, por otra parte, los oligarcas ponen la defensa en manos del
ejército y de un magistrado neutral, que acaba por
adueñarse de ambos elementos. También se producen
sediciones por excluirse mutuamente los miembros de la
oligarquía, hasta formar partidos hostiles por causa de
bodas o litigios.

Por accidentes
también puede haber revoluciones. En los sistemas, algunas
de las magistraturas dependen de una renta personal que se fija
en principio, de acuerdo con las circunstancias del momento, de
modo que puedan participar pocos del poder; pero al venir una
época buena, las mismas propiedades producen una renta de
valor muchas veces mayor, con lo cual todo el mundo participa en
los cargos.

LAS REVOLUCIONES EN LA ARISTOCRACIA Y
EN LA REPUBLICA

En las aristocracias se producen las revoluciones, en
unos casos por ser pocos los que participan de los honores, o
bien cuando ciertos grandes hombres, y en nada inferiores a otros
por su virtud, son enfrentados por otros que se hallan en alta
posición. Asimismo, cuando unos están en gran
pobreza y
otros en gran abundancia, cuando algún varón
esforzado no tiene parte de los honores, o cuando algún
hombre grande es capaz de ser más grande aún y
aspira a la monarquía.

Pero las repúblicas y democracias se destruyen
sobre todo por la desviación de la justicia en la forma
misma del gobierno, es decir, el no estar bien mezcladas
democracia y oligarquía. En lo que difieren la
república y la aristocracia, es en el modo de
combinación, siendo las que se inclinan más hacia
el lado de las oligarquías, aristocracias, y las que se
inclinan a favor del pueblo, repúblicas, siendo
éstas más seguras, porque donde está el
mayor número es la más fuerte, y donde hay igualdad
hay mayor satisfacción.

En los regímenes bien combinados, de nada hay que
cuidar con tanta dedicación como de que no se contravenga
en nada la ley, porque esta se desliza insensiblemente, pero
acaba por consumir todo el patrimonio.

La igualdad que los partidos de la democracia pretenden
establecer en la multitud, no es justa sino cuando se da entre
iguales. Así en todo régimen en que no son
numerosos los miembros de la clase gobernante, serán de
utilidad buen número de instituciones democráticas
a fin de que todos los ciudadanos puedan participar en ellas, con
esto será más difícil que las
oligarquías y las aristocracias degeneren en
dinastía, porque no es tan fácil causar daño
cuando uno esta poco tiempo en el poder.

Las constituciones pueden preservarse de dos maneras,
tanto estando lejos de sus destructores, como estando cerca,
porque el temor hace que los gobernantes tengan más en sus
manos la dirección del gobierno, por lo cual es
necesario que quienes tienen en sus manos el poder inventen
causas de temor y representen como cerca lo que realmente esta
lejos. Pero sobre todo, debe orientarse la constitución de
manera que nadie pueda sobresalir del poder, sea bien por fortuna
o por amistades, para esto debería crearse una
magistratura para quienes viven en desacuerdo con la
constitución.

Toda república debe ordenarse por la
legislación y otras medidas administrativas, de modo tal
que las magistraturas no sean una fuente de lucro. Tres son las
cualidades que deben tener quienes hayan de asumir las más
altas magistraturas: lealtad a la constitución
establecida, la mayor competencia en el
desempeño del cargo y la virtud y la
justicia adecuadas en cada régimen a la respectiva forma
de gobierno. Tanto la oligarquía como la democracia pueden
ser ambas aceptables, por más que se aparten de la
estructura ideal de la constitución, pero si se extreman
una u otra, ésta empezará por deteriorarse y
acabará por no ser siquiera una
constitución.

LA
MONARQUIA Y
TIRANIA

La realeza tiene su origen la defensa de los ciudadanos
eminentes contra el pueblo, eligiéndose el rey de entre
los ciudadanos que se distinguen por la naturaleza de su virtud,
esta forma es la que más se aproxima a la aristocracia. Al
tirano, por el contrario lo eligen entre el pueblo y la multitud
para oponerlo a los notables, con el fin de que el pueblo no
resienta ninguna injusticia por parte de ellos, ésta forma
es un compuesto de oligarquía y democracia en sus formas
extremas y por esta razón es el régimen más
pernicioso para los súbditos.

La tiranía puede ser destruida desde fuera, por
una república más poderosa y de constitución
opuesta. Siempre estas formas de gobierno son objeto de odio,
pero muchas han sido destruidas también por el desprecio
que inspiran, la prueba de esto está en que la
mayoría de los que han conquistado el poder han podido
conservarlo, pero todos cuantos lo heredaron lo han perdido casi
inmediatamente, pues entregados a una vida de goces han sido
fácilmente despreciables y ofrecen muchas oportunidades a
sus atacantes. Asimismo, debe tenerse la cólera
como elemento de odio, pues en cierto modo es la causa de los
mismos efectos, a menudo incluso, es la cólera más
activa que el odio y por ella se ataca con más
ímpetu, porque a causa de su pasión no se pueden
hacer cálculos

La realeza por su parte se destruye muy raramente por
causas externas, y por esto es un régimen duradero, su
destrucción procede de sí misma en la
mayoría de los casos: cuando viene la discordia de entre
quienes participan de la realeza, o cuando los reyes pretenden
gobernar a la manera de los tiranos, es decir cuando aspiran a
extender su autoridad a otras esferas de la ley. El gobierno real
es el que se ejerce con el consentimiento de los súbditos
y con soberanía en asuntos de gran importancia.

La tiranía, por su parte, se conserva de dos
modos en extremo contrarios. Uno de éstos es el método
tradicional y al que se ajustaban la mayor parte de los tiranos
en el ejercicio del poder, despuntar a los que descuellan y
suprimir a los de ánimo indómito; no
permitir las comidas en común, ni las asociaciones, ni la
educación ni nada semejante, antes bien precaver todo
aquello de que suelen engendrarse estas dos cosas que son la
grandeza del espíritu y la confianza del individuo en
sí mismo; ni tampoco permitir la formación de
escuelas ni otras agrupaciones intelectuales,
sino emplear todos los medios con el
fin de que todos los ciudadanos se desconozcan unos a otros lo
más posible. Deberá también obligar a todos
los ciudadanos a mostrarse siempre en público, con el fin
de que no le pase inadvertido nada de lo que los súbitos
puedan hacer o decir, procurando que los ciudadanos se calumnien
unos a otros, los amigos choquen entre ellos, el pueblo lo haga
con las clases superiores y los ricos entre sí. Es
además el tirano amigo de hacer la guerra con el objeto de
tener ocupados a los súbditos y que tengan siempre la
necesidad de un caudillo.

Todo esto podría resumirse en tres
capítulos, que conforman los fines de la
tiranía:

* El mantener el ánimo apocado de los
súbditos

* El hacerlos desconfiados ente sí

* mantener en los demás la impotencia para la
acción política.

Hay otra manera de conservar el poder, totalmente
adversa a la forma descripta anteriormente, donde el tirano debe
actuar o semejar que actúa como un verdadero rey, para lo
cual cuidará de los fondos públicos,
absteniéndose de gastar el dinero en regalos que resiente
el pueblo; rendirá asimismo cuentas sobre los ingresos y
egresos; aparentará que recauda los impuestos,
sirviéndose de estos solo en casos de emergencia militar y
se conducirá en general como guardián e intendente
de aquellos dineros como si fuesen públicos y no privados
de su persona. La conducta de esta
tirano, en suma, deberá contraria a todo lo que suelen
aconsejar las viejas máximas sobre la
tiranía.

CONCLUSIONES GENERALES

La política es el arte de lo posible. Es todo lo
que hacemos, toda acción del hombre dentro de una sociedad
o cualquier ámbito o institución. El hombre es un
ser/animal político.

Maquiavelo dice que el hombre busca llegar al poder para
no dejarlo.

Montesquieu, politólogo francés, dice que
el hombre para ser libre debe ser esclavo de la ley, y que basta
que haya una persona que no cumple con esa ley para que
ésta condicione la libertad de los
demás.

La política es una ciencia, deriva de la palabra
"polis" (ciudad-estado).

Hay 2 formas de ver la política:

Política agonal: Es lo que prometen los
políticos (por ejemplo en las campañas
políticas)

Política arquitectónica: Cuando llega la
etapa de las realizaciones de lo prometido.

Política vulgar: Todo lo que hace el hombre es
cultura.
El político utiliza la política para llegar al
poder dentro de una sociedad jurídicamente organizada como
lo es el Estado.

Concepto de Política:

Es la actividad destinada a ordenar jurídicamente
la vida social humana. De ella deriva el gobierno de los hombres
y consiste en ejecutar acciones con el fin de obtener, conservar
o modificar el Poder.

Acepción o sentido genérico: La
política está vinculada a todo tipo de poder, no
solamente el estatal. Las acciones o actividad está
destinada a ordenar, conservar o modificar los puestos de mando y
dirección dentro de entidades, asociaciones o formaciones
sociales en general.

Acepción específica: La política
está vinculada con el poder de dominación de la
comunidad, con el poder estatal, que se constituye como
irresistible y que tiene la capacidad para imponer sus decisiones
contando con la fuerza material suficiente para su dominio.

Acepción etimológica: Se vincula con la
expresión "polis" que era la cuidad-estado de Grecia.
Aristóteles la definía como una asociación o
formación de aldeas o poblados que poseía todos los
medios para sí misma, alcanzando el fin para la que fue
formada.

Acepción vulgar: Se vincula con lo útil y
lo hábil.

Acepción científica: La política
como ciencia estudia la organización y gobierno de las
comunidades humanas. Procura el
conocimiento sistemático del Poder y su
institucionalización en el Estado. Tiene como ciencias
auxiliares la Historia, Economía y
el Derecho entre otras.

La política como acción: Es la
política práctica o el arte del
Gobierno.

La política como idea: es la política
teórica o ciencia política.

La política y la función social del
Estado: La sociedad contemporánea esta
politizada.

Los factores económicos, sociales y culturales
operan determinando las técnicas
políticas, las formas, las creencias, los símbolos y las instituciones que
están surgiendo.

Vivimos una época de transición. Los
mecanismos políticos que fueron creados para el gobierno
de una sociedad de cuadros ya no sirven para la sociedad de
masas. Deben ajustarse las estructuras a
los contenidos conformando un orden jurídico, social,
económico y político democrático.

Los problemas
políticos fundamentales:

La libertad, como el dominio del hombre sobre sí
mismo, y la propiedad como el dominio del hombre sobre las cosas,
son los 2 problemas fundamentales.

El primer problema: la relación entre libertad y
autoridad (individuos y comunidad), la acción del uno
sobre el otro y los límites de
la acción recíproca.

El segundo problema: suprimir la pobreza en medio de la
abundancia y suprimir la explotación por el hombre y las
desigualdades sociales artificiales.

Ciencia y Técnica: su objeto:

Como ciencia política: Estudia el Poder y las
relaciones políticas estableciendo sus causas y
consecuencias, sus principios y sus regularidades.

Describe, interpreta y critica los fenómenos
políticos y las relaciones para formular leyes que lleven
al perfeccionamiento de la comunidad.

Como técnica política: Se trata de la
acción del gobierno, el arte del gobierno.

Ética y Política: La política como
ciencia es independiente de la ética y
como técnica está determinada por la ética.
La política como acción humana debe tener un
contenido ético.

Relación entre política y economía:
La economía no puede desenvolverse sin una seguridad
jurídica; esto es lo que la relaciona con la
política.

Doctrinas y realizaciones políticas:

Las ideas gobiernan al mundo. Las doctrinas no tienen
fuerza por sí mismas, necesitan encarnarse en la voluntad
humana y realizarse a través del obrar humano. Las
realizaciones políticas materializan las
doctrinas.

 

Luis Alfredo Alarcón Flores

Partes: 1, 2
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