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Paraguay vs Triple Alianza 1865–1870 (página 2)



Partes: 1, 2, 3

Partes: 1, , 3

Batalla de Mbutuy

Enterado Estigarribia de que el Mayor brasileño
Asunción, se encontraba con un contingente de 500
hombres en el paso de Los Garruchos para hacer pasar a la
población de la zona al otro margen del
río, ordenó al Capitán de
Caballería José del Rosario López que con
un destacamento de 400 hombres se dirija al encuentro de los
enemigos y los desbaratara, pues éstos
constituían un peligro para la retaguardia
nacional.

Así lo hizo el Cap. López, pero al
llegar al paso de Los Garruchos se enteró que el lugar
había sido ya abandonado. Dirigiéndose luego
hacia el reencuentro con Estigarribia, fue interceptado por
unos 3500 hombres de tropas enemigas, quienes quisieron sacar
provecho de la ventaja numerosa que sacaban ante los
paraguayos. Pero aún así, el contingente de
López resultó victorioso. Se contabilizaron 300
bajas en filas nacionales y unas 1000 en las
enemigas.

Ante esta situación, el Mariscal López
fue comunicado de lo ocurrido y en recompensa al
heroísmo demostrado por el Capitán López,
remitió a este último su despacho de Sargento
Mayor.

Combate de Yatay

Verificado el pasaje del Uruguay,
Estigarribia decidió fraccionar su ejército en
dos columnas, una de 7.500 hombres y otra de 2.500. De la
columna principal se encargó él mismo, y de la
inferior se hizo cargo el Sargento Mayor Duarte. Ambas columnas
debían avanzar paralelamente, el Comandante Estigarribia
por la margen izquierda, en el territorio de Río Grande
do Sul y Duarte por territorio correntino, siguiendo la margen
derecha. Debían encontrarse posteriormente frente a
Uruguayana, donde actuarían en forma
conjunta.

En marcha al objetivo,
Estigarribia acampó en Itaquy y Duarte en las
proximidades de una aldea llamada de la Cruz. Allí, el
Mayor Duarte, se informó de que los Coroneles Paiva y
Reguera se encontraban por dicha zona por lo cual
decidió enviar a su encuentro al Teniente José
Zorrilla con 200 hombres de infantería montada. Como
refuerzo de aquel destacamento, el mismo Duarte iría
detrás al mando de 400 hombres más.

El resultado fue excelente; en las primeras horas del
21 de julio del año 1865, en el paso Guaviramí,
cayeron en manos de Zorrilla, tres puestos de avanzada del
enemigo con uno 76 hombres y 17 carretas de civiles, quienes
fueron desarmados y puestos en libertad,
previo salvoconducto para no ser molestados. En la noche del
mismo día, las demás tropas correntinas
decidieron replegarse, retirándose unos y
entregándose otros.

El 28 del mismo mes, el General Venancio Flores parte
de Concordia con un contingente de 4.500 hombres de las tres
armas para
hacer frente a las tropas de Estigarribia y anular su
progresión. Ese mismo día, Estigarribia recibe
órdenes del Mariscal de manos del Teniente
Joaquín Guillén, cuyo texto
decía que una vez llegue a Uruguayana, se haga de
víveres y parte inmediatamente sin acampar en el pueblo
para no ser rodeado de tropas enemigas. Pero, contrariando
nuevamente las órdenes del alto mando castrense,
Estigarribia acampa en el pueblo en fecha 5 de agosto. En
tanto, el Mayor Duarte se informa de la proximidad de las
fuerzas del General Flores y comunica esta situación a
Estigarribia, quien al parecer rehúsa creer dicho
informe
sigue acampado en el pueblo.

Otro punto resaltante como prueba de la
inacción de Estigarribia es que desde que las tropas
paraguayas acamparon en aquel lugar, estaban siendo vigiladas
por un pequeño vapor artillado. Cuando Duarte propuso a
Estigarribia abordar dicho barco y tomarlo prisionero, este se
negó y en los días sucesivos ese vapor
consiguió mandar a pique a numerosas canoas
paraguayas.

El 13 de agosto, una división argentina de
4.000 hombres, al mando del General Paunero, refuerza en Santa
Ana a las tropas de Flores, quien en conjunto contaba ya con
10.000 hombres, los cuales atacaron a las fuerzas de Duarte el
17 del mismo mes con más de treinta piezas de
artillería de apoyo. Duarte, en cambio, no
contaba con ninguna pieza de artillería y apenas
tenía unos 2.500 hombres.

Flores, atacó el centro paraguayo; Paunero el
ala derecha y Goyo Suárez, con su caballería
riograndense, se encargó del ala izquierda. Ante tal
desproporción desfavorable para las tropas de Duarte, el
resultado fue inevitable: 1.600 paraguayos prisioneros y el
resto fallecido, sin siquiera ser sepultados por los
vencedores.

En cuanto a Estigarribia, quedó desconcertado
tras perder a su segundo, intentando desesperadamente una
retirada de Uruguayana, pero al rato de partir fue interceptado
por el General Canavarro y su contingente de 8.000 hombres.
Estigarribia, decidió entrar en combate, pero Canavarro
decidió retirarse. El jefe de las tropas paraguayas lo
siguió entonces, adentrándose nuevamente en
Uruguayana, situación aprovechada por los jefes aliados
para sitiar dicha plaza.

Así, un ejército de unos 20.000 hombres
rodeó la ciudad, apoyados éstos por una flota de
4 cañoneras, bajo el mando del Almirante Vizconde de
Tamandaré. Todo estaba listo y cuando se preparaba el
momento del ataque llega al campamento de Estigarribia el
Teniente José Zorrilla, quien le entregó tres
notas que lo intimaban a rendirse. Sin embargo, la
contestación de Estigarribia fue unánime a cada
una de las tres intimaciones, sosteniendo que él,
responde al Gobierno de la
República del Paraguay,
presidido por el Mariscal Francisco Solano López, que
defiende la causa de su patria y el equilibrio
de poderes del Plata.

Ante esta postura, los jefes aliados ordenaron que se
inicie el bombardeo del campamento paraguayo. Éste
duró varios días, y las tropas de Estigarribia no
tenían posibilidad alguna de defenderse de la moderna
artillería enemiga. Pronto se acabaron los
víveres y los soldados se alimentaron de caballos. Esto
obligó al comandante paraguayo a solicitar al
máximo jefe de las fuerzas aliadas, General
Bartolomé Mitre, la apertura de nuevas negociaciones,
sin embargo, el mismo respondió ordenando un bombardeo
más enérgico sobre los paraguayos.

El 18 de setiembre de 1865, el Barón de Porto
Alegre, remite una intimación a Estigarribia en la que
advierte que las operaciones de
asalto al campamento paraguayo se iniciarían en dos
horas más y que la única manera de evitarlo era
su rendición y la de sus hombres, sin condición
alguna. Estigarribia accedió al pedido, pero impuso tres
condiciones:

1.- El Comandante de la fuerza
paraguaya entregará su División y todos los
hombres de ella, guardando los ejércitos aliados todas
las reglas que las leyes de la
guerra
prescriben para con los prisioneros.

2.- Los jefes y empleados de distinción
saldrán con sus armas, pudiendo elegir el punto donde
quieran dirigirse, debiendo el ejército aliado
encargarse de su vestimenta y transporte,
salvo caso que estos desearen retornar al Paraguay.

3.- Los jefes y oficiales uruguayos que se encuentren
al servicio del
comando paraguayo, quedarán prisioneros del Imperio,
debiéndoseles tener las consideraciones propias del
caso.

Inmediatamente recibida la contestación de
Estigarribia, se reunieron los jefes aliados, aceptando sin
modificación los puntos 1y 3, y estableciendo una
aclaración para el punto dos: "todos deberán
entregar sus armas y podrán elegir el destino que
deseen, siempre y cuando sea distinto al territorio
paraguayo".

Campaña de Corrientes

Para el desarrollo
de esta campaña fue lanzada la gran unidad denominada
División del Sur, bajo el comando del General Wenceslao
Robles. Para este emprendimiento se concentraron más de
diez mil hombres en los campos de adiestramiento de Cerro León.

Para que la operación no sufriera trastornos en
su fase inicial, el Mariscal ordenó que una escuadrilla
de cinco vapores despeje el puerto de la ciudad a atacar. Es
así como se logró capturar al "25 de Mayo"
y al "Gualegay". Quedaron apresados unos 50 hombres y se
apoderaron de 800 machetes distribuidos posteriormente al
Batallón Nº 6. Estos barcos, luego de ser reparados
en Humaitá, fueron incorporados a la flota
nacional.

Al día siguiente de esta gran hazaña, el
General Robles desembarcó y ocupó Corrientes con
una fuerza de 3000 hombres. En esta acción, el General Bartolomé
Mitre, encontró la excusa perfecta para hacer
pública su alianza con el Imperio. Argumentaba pues una
agresión sin previa declaración de guerra, sin
embargo, esta declaración se produjo pero, la nota
oficial del Gobierno Paraguayo remitida a la Argentina fue
ocultada por Mitre.

El Presidente López, no deseaba considerar a
Corrientes como territorio conquistado, antes bien deseaba una
ciudad aliada a sus intereses, razón por la cual
comisionó al Canciller José Berges junto al
General Robles. Así, se convocó a los correntinos
el día 17 de abril para que eligiesen a su autoridad
provisoria. Sin embargo, el gobierno electo, no tenía
trayectoria política ni los
integrantes eran caudillos por lo cual apenas recibieron el
apoyo de un pequeño destacamento de poco más de
100 hombres.

Una vez obtenido el equilibrio en Corrientes, el Gral.
Robles partió rumbo al Sur con una fuerza de 20 a 25 mil
hombres debido a los constantes refuerzos que había
recibido. Berges quedó en la ciudad, con un contingente
de 1500 hombres al mando del Sargento Mayor José de la
Cruz Martínez, siendo el segundo al mando el
Capitán Benigno López.

Su nuevo campamento fue Riachuelo, sobre la margen
izquierda del Paraná. Luego avanzó hasta Goya,
ocupando dicho puerto sin mayores inconvenientes. Su comunicación con la capital era
constante y fluida. Al disponerse a ocupar la ciudad de Goya,
recibe orden del Mariscal de retroceder. Sin embargo, demora en
cumplir esta orden, favoreciendo de esta manera intereses
enemigos.

Entretanto, en Corrientes, los pobladores opuestos al
gobierno provisorio lograban formar un destacamento de 6000
hombres al mando del General Cáceres. La junta se entera
de esto e intima a Cáceres a disolver sus tropas, pero
este se niega.

Simultáneamente, el Gral. Paunero organizaba un
contingente de 4000 hombres para intervenir Corrientes. Para
esta acción se encontraba apoyado por una escuadra de 10
vapores al mando del Vicealmirante Francisco Manuel Barroso.
Ocho de los vapores abrieron fuego sobre la ciudad y de los
otros dos descendieron unos 2000 hombres con piezas de
artillería.

El fuego era incesante, sin que se divisase alguna
posibilidad de respuesta de parte de tropas paraguayas. El
Gral. Paunero logró acampar en la plaza 25 de Mayo, pero
decidió retirarse inmediatamente, temiendo un ataque
sorpresa de parte de las tropas paraguayas que se habían
refugiado en los suburbios.

Pero… ante tal situación de ventaja
sobre el enemigo, ¿por qué decidió
retirarse el Gral. Paunero? Para contestar esta pregunta es
necesario analizar cuál era el plan del
enemigo. Se cree que la expedición de Paunero
debía ser apoyada por tierra por
tropas de los Generales Horno y Cáceres, quienes
debían rodear la ciudad de forma a sitiar al enemigo.
Pero éstos, no actuaron acorde a lo pautado y Paunero,
conocedor de la habilidad estratégica de los paraguayos,
decidió retirarse antes que perder más
integrantes de su tropa.

El 23 de julio, el Mariscal despacha al Ministro de la
Guerra, General Vicente Barrios junto a Robles a fin de
proceder a su apresamiento y traslado inmediato al Cuartel
General de Humaitá. Esto obedeció a la
desobediencia de Robles a las órdenes impartidas por
López. Además, durante varios días el
citado general dirigió a su tropa sin destino conocido,
rondando los campamentos paraguayos.

Así pues, Robles fue arrestado junto a sus
colaboradores más cercanos: su secretario, el
Capitán Valiente; sus ayudantes, los Tenientes Mateo
Romero y Gaspar Estigarribia y los Subtenientes Manuel Gauna y
Esteban Ramos. Posteriormente, el General Barrios se hizo cargo
del Comando de la División del Sur, siendo reemplazado
al cabo de unos días por el General Francisco Isidoro
Resquín.

Como consecuencia de las faltas
cometidas en el cumplimiento del deber patrio, fue condenado a
muerte el
General Robles y algunos colaboradores suyos; otros fueron
amonestados seriamente y despachados a cargo de otros
oficiales.

En octubre de 1865, Berges recibió
órdenes del Mariscal de regresar a territorio nacional.
Este así lo hizo, ofreciendo la hospitalidad paraguaya a
aquellos correntinos que creyeran que su seguridad se
viera amenazada. Muchos de ellos, acompañaron a las
tropas paraguayas que partieron el 31 de Octubre. La
División del Sur, logró también hacer
cruzar unas 100.000 cabezas de ganado vacuno a territorio
nacional, que más adelante servirían para la
alimentación de las tropas nacionales.
Esta retirada se produjo sin mayores impedimentos y ante la
atenta vigilancia de buques aliados.

Batalla Naval de Riachuelo

El 9 de junio de 1865, llega a Humaitá el
Mariscal López y establece allí su primer Cuartel
General en campaña. Entre sus primeras acciones se
encontraba el haber ordenado que de todos los barcos
disponibles se hiciese una selección de los más aptos para
una expedición de combate.

De esta manera, fueron seleccionados: el
Tacuarí, bajo el mando del Capitán Cabral;
el Paraguari, comandado por el Capitán
González; el Ygurei, dirigido por el
Capitán Alonso; el Ypora, con el Capitán
Ortiz; el Marqués de Olinda, Teniente Robles; el
Jejuí, Teniente López; el Salto
Oriental
, Teniente Alcaraz; el
Pirabebé¸ Teniente Pereira y el
Yberá, bajo la tutela del
Teniente Gill.

Así, totalizaban un total de 9 barcos y 34
cañones en total. Pero de ellos, solo el
Tacuarí era barco de guerra, el resto eran barcos
mercantes artillados apresuradamente para la campaña. Y
solamente dos eran movidos a hélice (el Salto
Oriental
y el Ybera), el resto tenían ruedas,
lo cual los hacían muchos más lentos ante la
sofisticada escuadra de Guerra de los aliados.

El 10 de junio, mientras se cargaban municiones en los
barcos, el Mariscal se reunió con los comandantes de las
unidades, encabezados por el Capitán Meza. El plan
delineado por López consistía en que antes del
amanecer se pase por cerca de la escuadra imperial anclada al
sur de Corrientes, para de inmediato efectuar un cambio brusco
de dirección hacia los enemigos para
abordarlos y posesionarse de ellos. Para el cumplimiento de
esto, ordenó que se escogiesen 500 hombres para
participar de la operación.

En apoyo a la expedición naval, el General
Bruguez emplazó 22 cañones de calibres distintos
sobre la barranca del Riachuelo, a fin de abrir fuego desde la
costa sobre las embarcaciones enemigas.

Por lado brasilero, han de actuar en conjunto la
Segunda División Naval, comandada por el jefe de la
División Francisco Manuel Barroso, en la fragata
Amazonas y el Capitán de Mar y Guerra José
Secundino de Gomensorom, quien comandaba la Tercera
División Naval, a bordo del Jequitinhonha.
Éstos, apoyados a su vez por el Yguatemy,
Paranahyba, Araguaty, Marim, Yvahy,
Beberibe, Belmonte, Ipiranga y el
Ytajhy, totalizando de esta manera 11 barcos y un total
de 69 cañones. Todos ellos, a excepción del
Amazonas, movidos a hélice

Camino al lugar indicado, la escuadra paraguaya
sufrió un percance con el Yberá, y Meza
decidió detener la marcha para reparar la avería
sufrida por el citado barco. Esto, representó un error
fatal en el futuro inmediato, pues contrario a los planes de
López, la escuadra comandada por Meza alcanzó el
punto indicado recién en horas de la mañana y
cuando se dirigía hacia el Riachuelo para dar el giro de
improviso, la escuadra brasilera se había ya percatado
de la maniobra y se dispuso para el combate, abriendo fuegos
ambos barcos. De inmediato, resultó dañado el
Jejuí y en consecuencia ancló en
Riachuelo, siendo posteriormente hundido ante la insistencia
del fuego enemigo.

El Jequitinhonha, se lazó a toda
máquina para llegar primero a la zona de batalla, pero
esto le costó cuantiosos daños provocados por la
artillería comandada por Bruguez, razón por la
cual sus tripulantes se vieron obligados a anclar en la costa
chaqueña, pero aún así continuaron
abriendo fuego hasta el atardecer.

El Tacuarí¸ el Marqués
de Olinda
y el Salto, se dirigieron hacia el
Paranahiba para abordarlo y tomar posesión de
él, pero solo el primero de ellos logró acercarse
lo suficiente, pero no pudo abordarlo. Posteriormente, el
Salto logró acercarse lo suficiente para
posibilitar que 30 paraguayos abordaran el barco enemigo,
redujeran a los tripulantes y tomaran posesión de
él, bajando de inmediato la bandera del Imperio e izando
la insignia patria. Lastimosamente, el Amazonas y otros
barcos cañonearon el Paranahiba al percatarse que
fue tomado por las tropas paraguayos, quienes ante el incesante
bombardeo, se lanzaron al agua y se
internaron en territorio chaqueños.

Luego de recuperar el Paranahiba, el
Amazonas embistió duramente al Paraguari,
obligándolo a ir a orilla, desde donde sus tripulantes
siguieron abriendo fuego hasta ser totalmente reducidos por los
brasileros. También tuvo que anclar en la orilla el
Belmonte, de manera tal a evitar hundirse. El
Marqués de Olinda fue dañado severamente y
la corriente lo arrastró hasta la orilla.

El Tacuarí y el Ygurei, que
también recibieron impactos de cañones, se
retiraron lenta y penosamente sin ser molestados por barcos
enemigos.

Los paraguayos perdieron 200 hombres, entre muertos y
heridos, y los brasileros 300. López premió a la
artillería comandada por Bruguez que se hallaba situada
sobre el Riachuelo con una medalla de honor por el servicio
prestado.

Sin lugar a dudas, el grave error fue cometido por el
Capitán Meza, pues queriendo reparar del
Yberá, demoró su llegada a Riachuelo. De
esta manera, la maniobra realizada fue fácilmente
descubierta por la escuadra enemiga al haberse realizado a
plena luz del
día. Esto, era precisamente lo que el Mariscal deseaba
evitar puesto que sabía que si los barcos
brasileños reaccionaban, sería una gran
desventaja para el Paraguay debido a la moderna flota de guerra
del Imperio.

Paso de Patria e
Invasión Aliada

Traslado de López a Paso de
Patria

El 25 de noviembre de 1865, el Mariscal se traslada
desde Humaitá a Paso de Patria y asume el mando directo
del ejército. Ordena la fortificación en Paso de
la Patria e Itapirú, atento a la invasión
enemiga. Con este mismo objetivo, ya había dispuesto que
con miras a evitar cualquier intento de invasión naval
por parte de tropas aliadas, fueran instaladas en los montes
situados sobre la orilla del río Paraguay, cerca de 2
kilómetros de la confluencia con el Paraná, 6
piezas de artillería; otras seis en Itapirú y 60
de las traídas de Corrientes en Paso de Patria, cuya
defensa contaba ya con 100 cañones.

También en Curupayty fueron colocados un
cañón de 8 pulgadas, 2 d 32 y 14 piezas de
Campaña. En Humaitá, solo quedaron artilleros y
en la frontera
algunos escuadrones de caballería.

Asimismo, se encargó de la
reorganización del Ejército, consiguiendo para
tal efecto aglutinar a unos 25.000 hombres. También,
mandó requisar los caballos de propiedad
particular para uso de la caballería.

Los primeros días del mes de diciembre se dio a
conocer la sentencia al General Robles, ya esperada por muchos;
se trataba pues, de su fusilamiento junto al Mayor
Martínez. De esta forma, ambos pagaban por su
incompetencia al frente de la Campaña de
Corrientes.

Combate de Corrales

Una vez distribuidas las tropas nacionales de manera a
realizar una eficiente defensa de la patria, el Mariscal
López dispuso que se ejecutaran expediciones al otro
lado del río Paraná, de modo a obtener
informaciones sobre el enemigo.

La primera de éstas, que se componía de
cuatro canoas con 12 hombres cada una, logró desembarcar
y asaltar a los correntinos causándoles numerosas bajas
y retornando raudamente a la base. A esta, sucedieron muchas
otras expediciones de 100 a 200 hombres que siempre regresaba
con éxito
de la misión a
la cual habían sido asignados.

López, confiado por el éxito de las
expediciones, dispuso que el 30 de enero de 1866, el Teniente
Prieto con 250 hombres desembarcara en Puerto Corrales en donde
se hallaban instaladas las avanzadas de la caballería
Correntina. Éstas fueron atacadas y perseguidas hasta
unos 500 m. de la orilla izquierda del río
Paraná. Luego de esta hazaña, Prieto
retrocedió y se refugió en un monte cercano para
pasar la noche.

Mitre, una vez informado de lo acaecido, ordenó
al Coronel Emilio Conessa para que con el 2º, 3º,
4º y 5º batallones de la Guardia Nacional de Buenos Aires,
más dos piezas de artillería (unos 1.800 hombres
en total), reforzase la caballería del General Hornos,
que contaba con una fuerza de 2.500 jinetes.

El 31, después de vadear el arroyo San Juan,
hubo un encuentro de fuerzas nacionales dirigidas por Prieto
contra un grupo del
ejército argentino. La misión de este grupo no
era más que atraer a los paraguayos hacia una emboscada,
razón por la cual retrocedían cada vez más
obligando a los otros a perseguirlos. Luego de 300 m. de
persecución, Prieto observó que en la orilla del
bosque se hallaban muchas tropas enemigas y ante el riesgo que
significaba aquella situación, saco provecho del terreno
y ordenó la inmediata retirada siendo perfectamente
camuflado por los bosques y pantanos.

Para cruzar por Pehuajó, Prieto dispuso que un
grupo de 30 hombres protegiera la retirada ofreciendo inclusive
sus vidas hasta que las tropas se hallaren totalmente fuera de
peligro. Éstos, cumplieron el deber encomendado con
valor y
heroísmo siendo muertos por el enemigo.

Una vez al otro lado, Prieto y sus hombres se
refugiaron y fortificaron en un monte cercano donde resistieron
contra una fuerza enemiga que los superaba ampliamente en
número. Luego de unas horas de combate, Prieto recibe un
refuerzo de 200 hombres bajo el mando del Teniente Saturnino
Viveros, quien inmediatamente ordena el despliegue de sus
hombres de manera a extender el frente de lucha para evitar ser
flanqueados por el enemigo.

Los aliados por su parte prosiguieron abriendo fuego
sobre los paraguayos, en desconocimiento del refuerzo por
éste recibido, a fin de quebrar su defensa.

Pero el monte, denominado Picada de Corrales,
seguía en poder de
Prieto y luego de largas horas de lucha, los argentinos deciden
retirarse pues ya había perdido a 4 coroneles, 46
oficiales y 900 hombres de tropa, ante las poco más de
200 bajas sufridas por los paraguayos.

Sin lugar a dudas, esta batalla simboliza el grito de
"Abnegación y Valor" proclamado desde siempre por
el Ejército paraguayo y el Teniente Prieto es el hito de
heroísmo a ser imitado por todos los combatientes, luego
de salir victorioso de una lucha con una desproporción
numérica de 1 contra 10 (420 paraguayos – 4300
argentinos).

Constitución de las Fuerzas Aliadas para
la Invasión al Paraguay

Ejército Argentino: lo coronen la
1º y 2º División de Ejército, de armas
combinadas, cada una con 4 brigadas de infantería y 1
Brigada de Artillería; el Cuerpo de Caballería de
Vanguardia,
constituído por dos Divisionesy el Cuerpo de Observación de Alto Paraná, que
comprende también dos Divisiones de 200 hombres cada
una. Totalizaban así 25.000 hombres con un apoyo de 33
cañones.

Ejército Brasileño: el 1º
Cuerpo de Ejército cuneta con las Divisiones 1º,
2º, 3º, 4º y 6º; 2 Brigadas sueltas de
infantería, 2º y 5º División de
Caballería y 1 Brigada de Artillería y Servicios.
Así, un efectivo total de 33.100 hombres y 48 piezas de
artillería. En tanto, el Ejército de Reserva,
constituido en Río Grande do Sul, pasó a ser el
2º Cuerpo de Ejército al mando del barón de
Porto Alegre. Contaba con más de 26 cañones y
unos 14.900 hombres aproximadamente.

Ejército Oriental: contaba con 1
División de Infantería de 2 brigadas de 2
batallones; 1 división de caballería de 3
regimientos; 1 escuadrón de artillería y
demás, totalizando 2.850 hombres entre infantes y
jinetes.

De esta manera, el ejército aliado
disponía de unos 55.000 hombres para la invasión,
apoyados con 87 piezas de artillería, 4 acorazados y 25
barcos de madera. A
esto, se le debe sumar el Ejército de Reserva, con lo
cual totalizaban cerca de 70.000 hombres.

El Paraguay, en contraste a los aliados,
disponía de poco más de 25.000 hombres para le
defensa, organizados en 17 Batallones y Regimientes de
Caballería, apostados todos en Paso de Patria. Para
apoyo, contaban con 100 cañones en el mismo lugar, otros
6 en Itapirú y 6 más sobre orillas del río
Paraguay. Y para combate naval, no contaba con ningún
barco capaz de hacer frente a la moderna flota naval
aliada.

Preparación Aliada previa al
desembarco

A la vuelta del Almirante Tamandaré, de Buenos
aires, la escuadra fondeada en el puerto de Corrientes levanto
anclas y navegó hasta situarse en formación de
combate desde Puerto Corrales hasta la embocadura del
río Paraguay.

El 20 de marzo de 1866 el Cisne, barco de poco calado,
fue despachado para remontar el Paraná y ejecutar
reconocimientos hasta la altura de Ytatí. Este barco,
fue escoltado por los acorazados Tamandaré y
Bahía, en los cuales se encontraban Mitre,
Tamandaré y otros. Al pasar frente a Itapirú
fueron cañoneados sin éxito. Posteriormente, el
enemigo decidió efectuar el desembarco en la confluencia
del río Paraná con el Paraguay, frente a la isla
Cerrito.

Combate de la Escuadra Brasilera contra las
Chatas y la Batería de Itapirú

En las proximidades de Itapirú, se encuentra la
isla Carayá, en donde se hallaba fondeado el
"Gualeguay" con dos chatas, armada cada una de ellas con
un cañón de 8 pulgadas.

Con miras a hostilizar a la escuadra enemiga, el 22 de
marzo, un barco de nuestra escuadrilla abrió fuego
contra ella y de inmediato dos acorazados se aproximaron a
ella, viéndose los tripulantes obligados a saltar y
refugiarse en el monte próximo a la orilla. El enemigo,
trató de apoderarse de la chata abandonada, pero al
aproximarse dos canoas para cumplir aquel cometido, fueron
exterminados por la fulminante acción de la
artillería paraguaya situada en la orilla del
río.

El 27 de marzo, otra chata volvió a abrir fuego
sobre la escuadra siendo rápidamente rodeada por 3
acorazados. Sus balas de cañón eran de poco
calibre y nada podían hacer contra la estructura
de aquellos barcos, pero al abrir el Tamandaré una
portezuela, recibió el impacto de una bala que le
causó numerosas bajas y cuantiosos daños,
razón por la cual se retiró de combate. El resto
continuó la batalla hasta muy entrada la noche,
retirándose después.

Al día siguiente, la chata reinició el
fuego y esta vez cuatro acorazados se dirigieron en su
dirección para hundirla, pues a pesar de lo
frágil de la embarcación, sus fuegos de
cañón ya habían causados destrozos
significativos a numerosos barcos.

Posteriormente, otra chata fue remolcada por el
"Gualeguay", volviendo esta a abrir fuego sobre la
imponente escuadra aliada. Ésta, por su parte,
contestó la agresión de manera inmediata con el
fuego de sus potentes cañones, uno de los cuales
atravesó la chimenea del "Gualeguay".

Esta batalla de la escuadra aliada con la
batería de Itapirú duró así tres
semanas, en las cuales las tropas de Paso de Patria y el mismo
Mariscal observaron con asombro el hecho de que una
insignificante chata, desde la orilla, logre hacer frente a tan
impresionante escuadra naval.

Los aliados, al percatarse que los cañones de
flota eran insuficientes, instalaron batería de
cañones en la orilla cercana a Corrales, intensificando
desde allí sus bombardeos posiblemente con el objetivo
de distraer la atención de López del verdadero
punto de entrada de la invasión.

Plan del Enemigo

El lugar elegido para el ingreso de las tropas
invasoras fue frente a la isla Cerrito, tal y cual se menciona
más arriba.

Para tal operación fue designado el General
Osorio, quien con una columna de 14.000 hombres debía
avanzar en dirección a Itaipirú, atacarla y
ocuparla para seguidamente realizar reconocimiento hasta una
distancia prudencial y asegurar de esta manera el desembarco
principal.

La columna de Osorio, tenía distribuidos sus
materiales
de la siguiente manera:

Brasileros: 12 barcos a vapor, 5 chatas, 6
piraguas, 6 pontones y 90 canoas; eran unos 10.700
brasileros.

Argentinos y orientales: 8 barcos a vapor, 3
chatas y 10 canoas para el transporte de 4.500
hombres.

Para la ejecución del plan se establecieron
tres divisiones navales con misiones específicas cada
una:

Primera División Naval: tuvo por
objetivo bombardear la zona comprendida entre Itapirú y
la zona de desembocadura del río Paraguay, de manera a
obligar a los paraguayos a mantener posiciones evitando
así ataques sorpresivos de estos
últimos.

Segunda División Naval: debía
bombardear las fortificaciones de Paso de Patria.

Tercera División Naval: su misión
era guiar y escoltar a los barcos de transportes.

Invasión Aliada

Combate en el Banco
Purutue

Por la noche del 5 de abril un destacamento
brasileño comandado por el Teniente Coronel Cabrita,
ocupa una isla situada a 1.500 m. de la costa paraguaya y de
inmediato apostó en el lugar dos cañones de
calibre 68. La isla fue ocupada por alrededor de 2.000 hombres
y protegida por la poderosa escuadra aliada.

Ante la mencionada acción enemiga, López
ordenó al Teniente Coronel José Díaz para
que con 1.260 hombres efectuara un asalto a la isla y
desalojara de allí a los brasileros. Para tal cometido,
Díaz organizó sus tropas en tres grupos de 420
hombres cada uno.

El 10 de abril, partió el 1º y 2º
grupo con destino a la isla, cuya guarnición
debía ser sorprendida, atacada y exterminada, en tanto
que el 3º grupo quedó en Itapirú como
reserva. La primera fracción, era comandada por los
tenientes Leonardo Riveros y Pablo Cabrera. La segunda, iba al
mando de los Subtenientes José de Luis Martínez y
Matía Vargas. La tercera y última quedó
bajo el mando de Díaz.

Unas 29 canoas transportaron a los integrantes de las
dos primeras fracciones a la isla, favorecidas las tropas por
la oscuridad de la noche. Pero el desembarco fue avistado por
la guardia brasileña, quienes dieron la voz de alerta a
las tropas enemigas.

El enemigo entonces abrió fuego contra las
tropas nacionales, pero la caballería paraguaya,
mediante un despliegue rápido atacó las
trincheras brasileñas y estos se vieron obligados a
retroceder. Posteriormente, con apoyo del fuego de la
fusilería de los infantes, los paraguayos se apoderaron
de las trincheras aliadas.

Cuando el avance paraguayo era cada vez mayor y la
lucha entre ambos bando se tornaba más violento, tres
acorazados y cinco cañoneras rodearon la isla y abrieron
fuego sobre ambos grupos (paraguayos y brasileros).

Díaz, quien observaba todo, envió de
refuerzo a 4 compañías al mando de los Tenientes
Mateo Moral y
Ciriaco Vera. Al mismo tiempo
dispuso la instalación de dos baterías de
artillería ligera al mando del Mayor Alvarenga y del
Capitán Hermosa. Esto último con el objeto de
cubrir la retirada de sus hombres ante la inminente
persecución por parte de acorazados.

También apoyaba la misión la
batería de Itapirú, siempre a las órdenes
del Coronel Bruguez. En pocas horas hundió el vapor
"Fidelis", matando a Cabrita quien se encontraba a
bordo. También quedó inutilizado el "Enrique
Martins"
tras recibir una certera bala de
cañón.

La infantería y caballería
también habían desempeñado un rol
impresionante, pero ante el acoso del bombardeo enemigo
decidieron retirarse. Se calculan 900 bajas en las tropas de
Díaz y unas 1.000 en filas enemigas.

La Vanguardia Aliada cruza el río
Paraná

El 16 de abril, la escuadra aliada desencadena un
cruento bombardeo sobre Itapirú, apoyados también
por las baterías del Banco Purutue. Luego de una hora de
intenso bombardeo, el General Osorio avanza junto con su
columna en dirección a Itapirú.

Pero luego de un kilómetro de viaje cambia de
dirección y desembarca en territorio paraguayo con
10.000 hombres, en tanto que la 3º División Naval
que había sido su escolta durante la travesía
prosigue dos kilómetros más agua arriba de manera
a proteger el desembarco del ataque de cualquier barco que
pudiera llegar procedente de Humaitá. Las tropas
comandadas por el General Flores alcanzan a la columna de
Osorio recién por la noche, debido a un fuerte temporal
que se produjo en la zona.

Mientras se efectuaba el desembarco, los Capitanes
Hermosa y Benegas recibieron orden de colocarse a corta
distancia de la 2º División Naval anclada en las
cercanías de Tres Bocas a fin de observar el movimiento
de los aliados y atacarlos. Apenas llegaron al lugar indicado
se iniciaron los tiroteos con las tropas que desembarcaban y
siguiendo siempre las indicaciones del Mariscal se retiraron
paulatinamente.

El General Osorio, por haber sido el primero en
atravesar el río, fue nombrado barón de
Hervald.

Combate del 17 de abril

Al amanecer del 17, la escuadra prosiguió con
su intenso bombardeo sobre Itapirú y Paso de
Patria.

Osorio, avanza hacia Itapirú con sus 10.000
hombres bajo una defensa espectacular, pues su franco derecho
era protegido por el río Paraná y el izquierdo
por carrizales y pantano, mientras que hacia el Sur se
encontraba la laguna Piris. Bajo estas condiciones, fue atacado
por tropas bajo el mando del Teniente Coronel Benítez y
4 piezas de artillería al mando del Capitán
Alvarenga, totalizando unos 4.000 hombres.

Debido a las circunstancias anteriormente descriptas,
Benítez tuvo que realizar un ataque frontal, lo cual
significó numerosas bajas entre sus hombres debido a la
superioridad numérica del enemigo. Aún
así, siguieron frenando el avance aliado hasta ser
sorpresivamente atacados en su flanco izquierdo por el Mayor
Deodoro da Fronseca, bajo cuyo mando se encontraban los
batallones 11 y 12.

Ante este inesperado ataque, Benítez
debió abrir otro frente para defenderse de las tropas
del Mayor da Fronseca. Esta situación fue
hábilmente aprovechada por Osorio para intensificar sus
ataques ante la ya mermada fuerza paraguaya, razón por
la cual estos últimos debieron replegarse huyendo hacia
Itapirú.

El Mariscal, ante la inminente llegada de los aliados
ordenó la evacuación de Itapirú y para
protegerla designó al Teniente Coronel José
Días al mando de los batallones 20, 37, 39 y 40 y el
regimiento 21 de caballería.

Conquista de Itapirú

Las tropas de Osorio y Flores ocuparon Itapirú
el 18 de abril. Esta ocupación era fundamental para las
fuerzas invasoras atendiendo que con esto garantizaban el
desembarco de las demás fuerzas aliadas. Ese día,
la escuadra aliada se aproximó a la costa del
Paraná desde donde bombardearon sin parar el Cuartel
General del Mariscal López ubicado en Paso de Patria.
Ese mismo día, Mitre y Tamandaré instalaron en
Itapirú su Cuartel General.

Ante tal situación y en conocimiento
del grave error que sería intentar siquiera expulsar a
los aliados de Itapirú, el 19 de abril López
abandona Paso de Patria y designa al Coronel Bruguez para
defender dicho sitio y cubrir la retirada. Al día
siguiente, López instala su nuevo Cuartel General en
Nduré.

Luego de un reconocimiento, el Mariscal se percata de
que el terreno más favorable para una defensa eficaz es
Bellaco Norte. Así, decidió ocupar la
línea que se extiende desde la orilla del monte del
Sauce y pasa por Paso Gómez, hasta alcanzar Estero
Rojas. Además, contaba con buenos caminos hacia
Humaitá que era la base central de sus
operaciones.

El Plan del Barón de Porto
Alegre

De acuerdo al plan aliado, mientras las fuerzas
comandadas por Mitre atacaban por el frente, el Barón de
Porto Alegre, que se había desplazado de Río
Grande do Sul con 14.000 hombres, 50 piezas de
artillería y 14.000 caballos, debía cruzar el
Paraná, frente a Encarnación de modo a atacar el
flanco izquierdo del ejército paraguayo.

Al tomar el Mariscal conocimiento de esta maniobra,
ordenó al Mayor Núñez para que con 3.000
hombres y 12 cañones se disponga a enfrentar al
barón.

Pero Porto Alegre, al llegar a Santo Tomás, y
luego de permanecer allí por 45 días,
recibió una nueva orden, la cual era seguir por la costa
del Paraná hasta alcanzar Itapirú, en donde
desembarcó en julio, para reunirse con los aliados que
se hallaban en Tuyutí.

Campaña del
Cuadrilátero

Combate de Estero Bellaco

El 26 de abril, queriendo sondear las posiciones
paraguayas, el General Flores efectúa un reconocimiento
con un fuerte contingente compuesto de cuatro batallones y dos
escuadrones de caballería, siendo rechazado por las
tropas del Capitán Pérez, quien ocupaba uno de
los puestos de nuestra avanzada.

Tres días más tarde Flores vuelve a
intentar lo mismo con 7.000 hombres, pero luego de intenso
combate con la avanzada paraguaya no logra quebrar la resistencia y
decide replegarse.

El Mariscal, deseoso por saber con exactitud el
territorio ocupado por los aliados despacha al Teniente Coronel
José Eduvigis Díaz para que con 5.500 hombres y
seis piezas de artillería, sorprendiera a la vanguardia
aliada con ataques simultáneos.

Con miras a cumplir la misión que se le
había encomendado, Díaz decide avanzar por los
tres pasos posibles: por Paso Piris, se desplazó el
regimiento 4 comandado por el Teniente José de
Jesús Martínez flanqueando el ala izquierda del
enemigo hasta reunirse con el Regimiento 21; por el Paso Sidra,
irá el Regimiento 21, comandado por el Capitán de
Jesús Páez, y luego de cruzar el estero se
reunirá con el Regimiento 4, formando la fuerza de
vaguardia comandada por el Teniente Coronel Fidel Valiente; y
finalmente, por Paso Carreta, avanzarán 2 regimientos de
Caballería que atravesarán este paso y
caerán sobre el enemigo. En calidad de
reserva, se apostarían en las proximidades del Paso
Sidra 3 batallones y 1 regimiento de Caballería, que
contarían con baterías de artillería para
apoyar el ataque.

El 2 de mayo, Díaz cruza el Estero Bellaco Sur
sin ser visto por los aliados

Una batería de artillería y el 7º
Batallón de infantería brasileña,
sorprendidos por la columna de Valiente, abandonan sus puestos
dejando 4 cañones que posteriormente son dirigidos al
Cuartel General por los paraguayos.

Mientras se producía este encuentro entre la
vanguardia nacional y la avanzada enemiga, la batería
del Coronel Bruguez bombardeaba las posiciones adversarias, en
apoyo a la infantería paraguaya.

La columna de Martínez y Páez, se
unieron luego del cruce el Estero para el ataque al enemigo,
mientras la Caballería cae implacable sobre las
posiciones del Regimiento 1 argentino. Este regimiento quiso
replegarse para obligar a las tropas paraguayas a adentrarse
más hacia la avanzada aliada, pero la rapidez de la
acción de las fuerzas de la nación logró cortar el objetivo
del enemigo, mediante un encarnizado combate cuerpo a cuerpo.
El comandante Segovia, jefe del regimiento argentino,
ordenó la retirada al percatarse de la venida del
regimiento 7, paraguayo, bajo el mando del Capitán
Ovando, quien venía en apoyo a sus
compatriotas.

La misión de Díaz era desbaratar la
avanzada del adversario, pero emocionado por los éxitos
obtenidos prosiguió marchando hacia donde se encontraba
el ejército aliado. Lo más hábil en
aquellos momentos era retornar a la base con la victoria
obtenida y con el armamento del cual tomaron posesión,
pero Díaz recién detuvo la marcha al alcanzar a
las tropas aliadas y Mitre ordenó el contraataque, con
la intervención de unidades que pretendieron cercar a
los paraguayos, pero el comandante de las fuerzas nacionales
ordena una rápida retirada en dirección a Estero
Bellaco Sur.

Pero sin lugar a dudas, la estirpe guaraní una
vez más demostraría el valor para salir de tan
delicada situación. El Batallón Nº 1 al
mando del Capitán Orihuela, quien se encontraba en la
boca del Paso Sidra, abrió fuego sobre la columna que
perseguía a Díaz y sus hombres posibilitando
así la retirada de éstos.

Al mismo tiempo, en paso Carreta, el Teniente Genaro
Escato, con 200 infantes, se batía con 4 batallones
argentinos apoyados por 4 piezas de artillería. La
misión de esta columna argentina era justamente
posicionarse de este paso, pero ante las numerosas bajas
causadas por los paraguayos se detuvieron.

Pero, las tropas aliadas, lejos de rendirse en la
búsqueda de su objetivo, insistieron en su afán
de cortar la retirada paraguaya. El Coronel Bruguez, quien
observaba lo acaecido, instala su artillería en una
altura propicia para la defensa y ordena un intenso fuego sobre
el enemigo. En tanto, Díaz se lanza al ataque de los 4
batallones que habían pasado por el paso Sidra,
consiguiendo dividirlos en grupos de dos. Esto, creo un caos en
la
organización aliada y emprendieron la retirada,
dejando hombres muertos, heridos y numerosos
armamentos.

Posteriormente, dado el desempeño excelente demostrado por el
Teniente Coronel Díaz, el Mariscal Francisco Solano
López lo asciende al grado inmediato de
Coronel.

Batalla de Tuyutí

Luego del combate de Estero Bellaco, los paraguayos se
instalaron definitivamente en Bellaco Norte.

Los puestos avanzados, constituidos por destacamentos
y comandados por el Comandante Avelino Cabral y Mayor Luis
González, fueron instalados sobre los pasos del Estero
Bellaco Sur y su misión era más de
observación que de ataque.

López había trasladado el Cuartel
General a Paso Pucú para evitar ser alcanzado por la
artillería de la escuadra brasileña que amenazaba
atacar Curupayty.

El ejército aliado, alcanzó
Tuyutí el 20 de mayo y lo ocuparon en escalones. El
derecho fue ocupado por el ejército argentino comandado
por el General Bartolomé Mitre; en el centro se
estableció el General Flores y en el escalón
izquierdo se ubicó el ejército brasileño
bajo el mando del General Osorio. En el centro de las
posiciones fue construido un gran reducto rectangular y otro de
menor proporción en sus cercanías hacia
Piris.

Así, ambos ejércitos se quedaron
apostados frente a frente; López con 25.000 hombres
defendiendo el Estero Bellaco Norte y los aliados, ubicados en
las lomas de Tuyutí, con 45.000 hombres. La distancia
que separaba a los ejércitos era de unos 4.100
m.

El Plan del Mariscal

En la noche del 23 de mayo de 1866, López
mantuvo una reunión con sus jefes militares a fin de
indicarles el curso de las acciones a seguir. Planeaba pues
tomar la iniciativa de la ofensiva, penetrar en Tuyutí y
atacar simultáneamente los flancos del enemigo,
bordeándolos para atacar la retaguardia y cortar las
comunicaciones.

Concentra para el logro de su cometido todo su
ejército hacia Tuyutí para atacar el frente
enemigo y envolverlo en dos fuertes columnas que debían
unirse en la retaguardia del adversario, ocupando los pasos
principales del Bellaco Sur para apoyarse mutuamente y
sostenerse allí hasta la obtención del
éxito. Este movimiento debía ser ejecutado de
manera sincronizada, pues ante la supremacía
numérica del enemigo la mejor ventaja consistía
en el elemento sorpresa.

Siguiendo con la misión, López
encomendó al General Francisco Isidoro Resquín
una columna de 8 regimientos de caballería, con los
cuales podía bordear al enemigo para sorprenderlos por
detrás. El Teniente Coronel Hilario Marcó, con
una columna de 4 batallones de infantería y 4
regimientos de caballería, debía caer sobre el
centro del enemigo.

Por otro lado, la columna bajo el mando del Coronel
José Eduvigis Díaz, compuesta de 5 batallones, 2
regimientos de caballería y una batería de
artillería, debía ser organizada en el Monte
Sauce y atacar el ala izquierda de los aliados.

Otra columna, a las órdenes del General Vicente
Barrios y compuesta de 6 batallones, 2 regimientos de
caballería y una batería de artillería,
debía cruzar el Monte Sauce y desembocar en el Potrero
Piris, avanzar por el Boquerón del Sur, caer sobre la
espalda enemiga y allí unirse a la columna de
Resquín.

En la mañana del 24, Resquín se hallaba
en posición en espera de la señal convenida, al
igual que Díaz, quien se encontraba atento al aviso del
General Barrios. Pero por problemas
durante su travesía, Barrios llegó al punto
indicado recién a las 11:30 con un retraso de alrededor
de dos horas y media, siendo este el motivo del retraso en el
inicio de las hostilidades.

Inicio de la Ofensiva

En el centro, los batallones de Marcó
irrumpieron sable en mano sobre los puestos de avanzada
aliados, atacaron dos batallones orientales y sus ocupantes se
retiraron rápidamente.

Al producirse esta acción la artillería
enemiga ubicada en el centro abrió fuego sobre las
tropas paraguayas, pero éstas a pesar de todo con
sucesivos ataques lograron apoderarse de las trincheras
enemigas. Los defensores argentinos huyeron, dejando sus
cañones abandonados y cuando los paraguayos se
disponían a utilizarlos, un sorpresivo ataque de la
reserva argentina embistió a las fuerzas nacionales
recuperando así su armamento.

El Coronel Díaz atacó la izquierda
enemiga, pero el terreno no le era favorable, pues,
además de soportar el bombardeo enemigo se vio obligado
a cruzar un estero. Como tenía también la
misión de proteger la retirada de la columna de Barrios,
amenazada ya por los brasileños, Díaz se
retiró con el resto de sus tropas para ocupar su nueva
posición, momento en el cual se percató del
inminente ataque de un batallón imperial.

A Díaz entonces, se le ocurre que la banda
ejecute una música
nativa, acompañada de vivas y hurras entusiastas y
así lo ordena. Su plan surgió efecto, pues el
enemigo se detuvo pensando que se enfrentaría con una
fuerza numerosa. Esto, dio tiempo suficiente a Barrios para
salvarse él y sus tropas.

Barrios debía aparecer en la retaguardia del
enemigo al salir al Potrero Piris y para tal efecto
organizó rápidamente sus tropas lanzándose
luego al ataque de un regimiento de caballería y un
batallón brasilero. Los brasileños, son
exterminados y unos pocos sobrevivientes quedan desbandados.
Pero, los aliados refuerzan su presencia logrando hacer
retroceder a las tropas paraguayas, que luego de reorganizarse
emprenden de nuevo una embestida contra el adversario,
consiguiendo desorganizarlo.

Así se mantuvo la situación, hasta que
por la cada vez mayor cantidad de aliados en comparación
a las fuerzas paraguayas y dado también que el General
Resquín no aparece para apoyar a Barrios, este decide
ordenar la retirada.

Resquín por su parte, cumplió dignamente
su deber al arrasar con las fuerzas enemigas que
encontró en su avance, pero al no seguir la orden dada
por el Mariscal, dejó sin cobertura a la columna de
Barrios, posibilitando el ataque aliado.

Resquín, entusiasmado por la victoria obtenida
en su avance, ingresa hacia el territorio enemigo y se mete en
una cruenta lucha con tropas aliadas quedando expuesto al
bombardeo de la artillería enemiga. Luego de
éstas acciones, Resquín se retira y decide
cumplir la orden inicial, pero sus tropas ya habían
mermado bastante y en la travesía vuelven a enfrentarse
a fuerzas nuevamente superior en número, viéndose
en estas situaciones a ordenar la retirada.

Sólo el intrépido Mayor Olavarnieta,
consigue con un puñado de valientes hombres alcanzar la
retaguardia enemiga, pero al no encontrarse con la columna de
Barrios que ya había emprendido la retirada, decide
retornar a la base y en el trayecto se enfrenta al adversario y
mueren la mayoría de sus hombres.

La Batalla de Tuyutí duró unas cinco
horas y media aproximadamente. Fue la lucha de mayor magnitud,
no solo por las numerosas bajas (5.000 paraguayos y unos 3.900
aliados), sino también por la cantidad de armamentos
empleados.

Es posible que la importancia histórica de esta
batalla sea trascendental, pues de haber resultado en victoria
para el ejército por López dirigido, hubiese
posiblemente significado el éxito paraguayo en la
guerra. Lastimosamente, el plan ideado por el Mariscal no fue
ejecutado con la precisión que requería el caso.
El retraso de las tropas de Barrios hizo que se pierda el
elemento sorpresa. A esto, debe sumarse la desobediencia del
General Resquín a seguir el plan original.

Consecuencias de
Tuyutí

En mérito a su buena actuación,
López ascendió a muchos jefes y oficiales. Entre
ellos, figuran los Coroneles Díaz y Bruguez, quienes
alcanzaron el grado de General.

Posteriormente, el Mariscal organizó equipos de
búsqueda de sobrevivientes de la catástrofe. Se
encontraron numerosos heridos hasta 6 días
después de concluida la batalla. El hambre y el dolor
les carcomían hasta el alma. Todos
ellos fueron trasladados a la Sanidad.

López, aprovechando la inactividad del enemigo
luego de la batalla, reorganizó su ejército,
formando nuevas unidades de los hombres que restaban
después de la lucha. De esta manera logró formar
8 batallones de infantería y 4 regimientos de
caballería.

En ese estado, el
14 de junio ordenó el desencadenamiento de un fuerte
bombardeo sobre las posiciones enemigas. Pero, el alcance de
nuestra artillería solo pudo alcanzar la vanguardia
aliada comandada por el General Flores, cuyo puesto de comando
fue destechado por una par de granadas cuando se encontraba de
reunión con Mitre, salvándose ambos por milagro.
Durante este primer día de bombardeo, los aliados
perdieron a unos 80 hombres.

Los aliados contestaron la hostilidad con otro
bombardeo igualmente intenso pero ineficaz debido a defecto en
las espoletas de las granadas.

Para fines de junio del año 66, el
ejército de López se hallaba compuesto por
alrededor de 20.000 hombres.

Combate de Yataity
Corá

Una vez reorganizado su ejército, el Mariscal
se colocó en posición estratégica ante la
pasividad del enemigo. Entonces, el 10 de julio toma la
iniciativa y dispone que dos batallones se dirijan al paso
Leguizamón que estaba ocupado por un batallón de
infantería argentino. Éstos, al ser atacados,
recibieron apoyo de otros tres batallones y ante la
supremacía numérica del adversario decidieron
replegarse hacia la base queriendo obligar al enemigo a
perseguirlos hasta donde se encontraba el resto del
ejército pero ellos hábilmente detuvieron la
marcha a una distancia prudencial de las fuerzas
paraguayas.

El 11 de julio, el Mariscal dispuso que 2.500 hombres
al mando del Coronel Elizardo Aquino ataquen y conquisten el
norte del mencionado paso Leguizamón. El enemigo,
mediante sus observadores se percató del movimiento
paraguayo y se preparó para repeler el
ataque.

El batallón 13, junto con dos pelotones de
caballería ocuparon una isleta situada al norte del paso
y ese mismo día, el Batallón Corrientes,
había destacado una compañía para realizar
la ocupación del mismo punto.

Las fuerzas paraguayas logran repeler al enemigo con
apoyo de los batallones 13 y 20, mientras que los aliados
también reciben apoyo de la División Arredondo.
La lucha es intensa y el pastizal intermedio entre ambos bandos
es incendiado posibilitando la retirada aliada.

El regimiento 10 de caballería, paraguayo,
entró en combate ocupando la zona oeste del paso
Leguizamón y para evitar su avance el batallón de
1º línea opuso resistencia siendo lentamente
aniquilados por el fuego de la infantería paraguaya. La
situación del adversario era crítica y el Coronel Rivas ordenó
al jefe del Batallón de 1º línea, Coronel
Rossetti, que emprenda la retirada. Aún en retirada,
fueron perseguidos por los paraguayos hasta cerca del grueso
del ejército aliado donde la artillería enemiga
lograba ya alcanzar a nuestras tropas.

Posteriormente, Mitre ordenó la
reocupación de Yatayty Corá, que una vez
efectuada provocó la reacción inmediata de las
fuerzas paraguayas que se lanzaron al ataque. Los ocupantes
fueron socorridos de inmediato por otros varios batallones al
mando del Coronel Rivas, razón por la cual el
ejército paraguayo se retiró de la
lucha.

Combate de Boquerón

Ante la continuidad de la pasividad de los aliados, el
Mariscal dispuso de nuevo una operación de combate para
obligarlos a salir de sus posiciones. Consistía este
nuevo plan en amenazar el ala izquierda del enemigo para
después atacar su retaguardia; éstos,
deberían moverse y allí serían atacados
por separado.

Para la ejecución del plan se construyeron
trincheras en las cuales se colocaron piezas de
artillería dispuesta para atacar a los aliados, quienes
al percatarse del movimiento paraguayo realizaron un intenso
bombardeo sobre la zona.

Osorio, comunicó a Mitre lo acontecido y
éste ordeno la pronta ocupación de las trincheras
paraguayas, pero Osorio quien se encontraba enfermo
decidió esperar por el General Polydoro, quien lo
relevaría en sus funciones. Pero
Polydoro, lejos de iniciar rápidamente el ataque, se
interiorizó primeramente de la situación de su
ejército lo cual dio tiempo para la fortificación
de la defensa paraguaya. Sin embargo, ante la insistencia de
Mitre, Polidoro cambia de decisión e inicia la ofensiva
de inmediato.

Para ejecutar la misión, el General Souza se
desplazó con su división hacia el monte sauce muy
cerca de las trincheras paraguayas a la espera de la
señal de inicio. Esta señal se dio a las 05:30
del 16 de julio con un vigoroso asalto brasileño. Las
constantes embestidas obligan a los paraguayos retroceder hacia
el monte y continuar desde allí la lucha. Logran luego
recuperar su posición con la ayuda de un refuerzo
recibido por el Coronel Elizardo Aquino.

Ante la tenaz resistencia paraguaya, los aliados
siguieron sumando refuerzos y a las 09:30, ante las bajas
sufridas la división de Souza fue reemplazada por otra
al mando del General Argollo.

Argollo, quedó sorprendido del ímpetu de
los paraguayos y solicitó más refuerzos,
acudiendo en su ayuda una división a cargo de Coronel
Conessa. Ya muy entrada la noche, los combatientes se dieron
una tregua, aprovechada por los brasileros para el relevo de
Argollo por una división a cargo el General Victorino.
Hacia prosiguió el combate que en total duró 17
horas.

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