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Los Partidos Políticos




Enviado por Flaviano Guisa



    Durante los últimos años, en nuestro
    país es muy común escuchar a la gente hablar de los
    partidos
    políticos: en la
    televisión, la radio o hasta
    en nuestras propias casas.

    Es un tema que ha surgido con mayor fuerza desde
    las pasadas elecciones, en las cuáles se comprobó
    que en México
    sí puede existir una democracia.

    Mucho se dice sobre estos "Partidos Políticos",
    pero en realidad casi todos desconocemos a fondo su función.

    Más aún, no sabemos de dónde
    provienen y por qué se crearon en primer lugar.

    Es cierto que desde el principio los partidos
    políticos surgen como una manera del ser humano de ejercer
    sus derechos y
    externar sus ideas dentro del gobierno de una
    sociedad pero
    no siempre ha sido este su resultado, muchas veces se han usado
    para manipular a la sociedad y lograr objetivos
    personales.

    Algunos mencionan que el concepto de
    partidos políticos se creó en los Parlamentos, ya
    que en ese entonces las personas sintieron la necesidad de
    agruparse con los demás, considerando sus ideas comunes,
    para así poder aumentar
    su poder de decisión.

    Después, surgieron las facciones
    francesas, que eran grupos de
    personas que se agrupaban para poder alcanzar sus objetivos
    comunes dentro del poder.

    Esta breve síntesis
    de la de los partidos nos dice algo: su existencia proviene de la
    libertad de
    asociación de las personas. No tienen naturaleza de
    poder público ni son órganos del Estado, y por
    lo tanto sólo puede ejercerse sobre quienes los asumen al
    integrarse voluntariamente en tales organizaciones.

    En un Estado de
    derecho, los partidos políticos expresan el pluralismo
    político, concurren a la formación y
    expresión de la voluntad del pueblo y son instrumento
    fundamental para la participación política.

    Respecto a los elementos de un partido político,
    Max Weber
    (1962, p.228-229) da una explicación muy clara: el partido
    está en manos de los dirigentes y de un estado mayor, al
    lado de los cuales aparecen los miembros activos, la mayor
    parte de las veces sólo como aclamantes y en ciertas
    circunstancias como instancias de control, de
    decisión o de discusión.

    Las masas que no son constantemente activas, sólo
    son solicitadas en épocas de elección o
    votación ("simpatizantes"); y la opinión de los
    mismos sólo interesa como medio de orientación para
    el trabajo de
    reclutamiento
    del cuadro dirigente en los casos de lucha efectiva por el
    poder.

    Un ejemplo de esto lo podemos lo podemos encontrar
    claramente en nuestro país en temporada de
    elecciones.

    Cuántas veces los candidatos en campaña de
    los diferentes partidos políticos no visitan
    muchísimas comunidades, incluso las más escondidas
    o alejadas para tratar de conseguir votos por parte de gente de
    la que no se vuelven a acordar una vez que ganan.

    Les prometen miles de cosas para ganarse su confianza,
    algunos incluso empiezan obras para mejorar sus pueblos o
    caminos, pero al final los únicos que se benefician con el
    puesto son los más allegados al candidato.

    La idea que obtenemos de esto es que los partidos,
    desafortunadamente, son una oficina con
    carácter de lucro o de beneficio
    político, casi desesperados en la obtención de
    cuadros administrativos. No es difícil entender que
    también ello llevará a que los funcionarios se
    sirvan de esos puestos burocráticos para poder
    enriquecerse a costa del Estado, pero a eso llegaremos más
    adelante.

    De acuerdo con la definición más completa
    que encontramos, los partidos políticos son organizaciones
    que se caracterizan por su singularidad, de base personal y
    relevancia constitucional, creadas con el fin de contribuir de
    una forma democrática a la determinación de la
    política
    nacional y a la formación y orientación de la
    voluntad de los ciudadanos, así como a promover su
    participación en las instituciones
    representativas mediante la formulación de programas, la
    presentación y apoyo de candidatos en las correspondientes
    elecciones, y la realización de cualquier otra actividad
    necesaria para el cumplimiento de sus fines.

    Su principal tendencia es durar y consolidarse, y su
    finalidad última y legítima es obtener el poder
    mediante el apoyo popular manifestado en las urnas.

    En nuestro país, los partidos políticos
    están aún lejos de esta definición
    perfecta.

    A pesar de que saben y reconocen claramente que tienen
    una impresionante crisis de
    credibilidad ciudadana, en la práctica no hacen otra cosa
    más que intentar salir de esa desconfianza.

    Tienen una idea equivocada de la
    "ciudadanización" de los partidos, en cuestiones internas,
    que los lleva incluso a abrir sus votaciones, aun cuando sean
    votos secretos y directos, llevando los procesos
    electivos a una cadena de manipulaciones que no contribuyen a que
    los partidos políticos recuperen la credibilidad y sean
    instituciones democráticas y representantes de la
    sociedad.

    La democracia, por definición, se basa en dos
    grandes condiciones: una competencia
    abierta a la participación y la posibilidad de cada
    grupo de
    promover sus intereses dentro del proceso
    democrático, en el cuál los partidos
    políticos aparecen como figuras indispensables, que asumen
    la responsabilidad de representar los diferentes
    intereses de la sociedad.

    Creemos entonces que la democracia en los partidos
    políticos consiste en contar con un orden legal, realizar
    procesos electorales claros y justos, respetar los valores y
    promover la participación política de la
    sociedad.

    Dichos resultados van a favorecer siempre a unos
    más y a otros menos, en un ambiente que
    en la actualidad está definido por muchos factores que
    pueden ir desde la eficiencia en el
    cumplimiento de sus responsabilidades hasta la simpatía,
    carisma y una buena campaña de publicidad y
    relaciones publicas.

    En este punto, lo importante es que las reglas del
    juego no se
    violen ni se rompan, pues el interés de
    todos es mantenerlas y conservar la democracia.
    Esto no quiere decir que la respuesta a los problemas
    entre los diversos personajes que buscan acceder al gobierno
    garantice que exista la justicia en el
    proceso; al contrario, la participación de muchas
    personas, en ocasiones se convierte en libertinaje y la
    diversidad en anarquía, por lo que es importante colocar a
    la democracia en la base de la política nacional, pues de
    ella surge el resto de la estructura de
    los estados.

    Weber (1962 p. 228-229) nos habla con
    mayor claridad de lo que son los partidos y sus formas de
    "socialización" bajo un reclutamiento libre
    destinado a proporcionar poder a sus dirigentes para otorgar a
    sus miembros determinadas probabilidades materiales,
    provisionales o con una cierta duración.

    Weber afirma que la orientación de los partidos
    puede inclinarse hacia intereses personales y a éste tipo
    los llama "partidos de patronaje".

    Ante el hecho de que los partidos se estén
    convirtiendo en "oficinas de clientelaje", como los describe
    Vladimir Arandia, nos estamos olvidando que un sistema de
    partidos es la mejor alternativa para eliminar las malas
    costumbres del país.

    El sistema de Partidos no es más que la suma de
    todos los partidos de una nación
    que compiten electoralmente y alguno de ellos llega al poder,
    pero no hemos entendido que este sistema es vital para el
    país, es un organismo pensante y vivo que va a medir el
    pensamiento
    nacional y tiene la capacidad de interpretar y sugerir mejoras en
    la política.

    Stefano Bartolini (1988 p.218-219) explica que lo que
    hace vivo a un sistema de partidos es la interacción competitiva que se genera en
    cada uno de ellos.

    Una interacción que no solamente se ve en tiempos
    de elecciones; sino sobre todo en la convivencia
    democrática del día a día.

    Es en este momento cuando un partido o el sistema de
    partidos debe jugar un papel protagónico, al acercar al
    gobierno o proponer planes alternativos de gobierno, como
    también la inspección de los actos
    públicos.

    Se dice que los partidos políticos surgieron con
    la necesidad de darle a las personas el poder de elegir a quienes
    los gobernarán para así poder tener una
    representación suya en el poder y hacer valer sus
    ideales.

    Pero el régimen actual de México es
    producto de
    los conflictos
    políticos y militares que trajo como consecuencia la
    revolución
    mexicana de 1910, la cual se inicio con el lema "sufragio
    efectivo, no reelección".

    Por lo tanto, podemos asegurar, y coincidir con Maurice
    Duverger (1980 p. 459), en que "el sistema mexicano tiene la
    marca de
    origen de la revolución
    mexicana, con todo lo que ella implica de integración nacional, aspiraciones
    sociales, cultura, a la
    vez que manifestación extrema de lucha por el poder, con
    su participación de masas, su recurso a la violencia y
    disposición a la lucha armada, así como la
    insuperable competencia personal por la jefatura
    nacional"(1).

    Esta forma de interpretar la existencia del Sistema
    Político Mexicano se encuentra en un proceso de
    redefinición, ya que el triunfo de Vicente Fox en las
    elecciones del 2 de julio de 2000, representó la llegada
    de un presidente ajeno al Partido Revolucionario Institucional, a
    la Revolución Mexicana y a todo lo que este movimiento
    represento, y a la clase
    política gobernante.

    Este hecho fue la uno de los cambios más
    significativos en la titularidad del poder
    ejecutivo federal en un largo tiempo.

    Las personas que creían tener un México
    asegurado sexenio tras sexenio tuvieron que
    reaccionar.

    Los mexicanos por primera vez demostraron que no estaban
    conformes con la situación actual y que iban a hacer lo
    necesario para ser escuchados, aunque esto significara
    "rebelarse" en contra del gobierno establecido o tratar de estar
    de acuerdo con algo que no creían simplemente porque esto
    representaría un cambio, una
    oportunidad para el país de tener alternativas.

    Ante esto no había ninguna otra opción
    más que "renovarse o morir".

    En estos momentos, lamentablemente sólo nos resta
    esperar.

    Esperar a lo que está por venir en las
    próximas elecciones para ver si la gente creyó en
    el aparente "cambio radical" de los partidos políticos,
    que ahora se juran reformados y totalmente rehabilitados; para
    ver si recuperaron la confianza que perdieron en las pasadas
    elecciones y que sugirieron una reorganización del
    país, y más que eso, para ver si estos
    podrán mantener lo que en estos momentos prometen y
    defienden a capa y espada.

     

    Flaviano Guisa

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