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La Utopía Etica: Universidad y Sociedad



     

     

    Una lectura del
    mundo y América
    Latina de los sesenta

    1969. Estaba concluyendo una década febril,
    desafiante, contradictoria: la tensión de la Guerra
    Fría con la suicida carrera armamentista y su
    máxima expresión en Vietnam; China
    encolumnada detrás de Mao en los rugidos de la Revolución
    Cultural; la ilusión de la bondad capitalista a
    través de la Alianza para el Progreso desnudada en
    añicos por los proyectiles que mataron a Kennedy; la
    Iglesia
    pidiendo perdón al mundo en la renovación del
    Concilio Vaticano y optando por los pobres en Medellín; la
    consolidación popular de la dignidad en la
    Cuba
    revolucionaria; la juventud
    expresándose con vigor e identidad en
    el movimiento
    hippie, en el rock y en el Mayo
    Francés; la evidencia de lo efímero del existencialismo en tanto propuesta
    filosófica; la elaboración en América
    Latina de la Teoría
    de la Dependencia desentrañando las razones del apogeo de
    los países ricos, los países pobres conformando el
    Bloque de los No- Alineados.

    El contexto latinoamericano fue develado sin concesiones
    por Eduardo Galeano en "Las Venas Abiertas de América
    Latina" en 1970. Pero había sido antecedido por las agudas
    y dramáticas manifestaciones literarias que luego
    serían rotuladas como expresiones del "realismo
    mágico". Calificación académica ingenua o
    encubridora de una antigua tradición de denuncia social
    desde la ficción. Basta recordar a Alejo Carpentier,
    Manuel Scorza o Gabriel García
    Márquez para precisar, identificando un proceso donde
    antes se destacaron José M. Aguedas y Miguel A.
    Asturias.

    La década del sesenta está signada por el
    desarrollo
    económico como idea fuerza, con
    prioridad sobre otras dimensiones como lo político y lo
    social.

    En la dimensión socio-cultural en tanto, las
    mayorías asumen protagonismo en un compromiso ético
    con la utopía. Están presentes en las
    fábricas, en los barrios, en los gremios, en la Universidad. Es
    el eje convocante de la producción novelística, de la
    plástica, el teatro y el
    cine.

     

    Una construcción común, contradictoria,
    dinámica, fuerte.

    Eran rumores tumultuosos de olas encrespadas, derramando
    espuma en la luminosidad del amanecer y contagiando la
    energía del aire
    fresco.

    Mientras tanto en la educación
    sistemática se impulsaba con entusiasmo la planificación escolar y el tecnicismo, como
    estrategias
    reforzadoras del modelo
    desarrollista.

    En Argentina la praxis social
    de la larga resistencia
    peronista, la
    organización de los sindicatos
    clasistas, el trabajo social en
    la marginalidad, la
    educación
    de adultos, concluyen eclosionando en el Cordobazo como
    paradigmático episodio del protagonismo
    popular.

     

    El mundo de la
    Universidad

    La Universidad pública estatal argentina
    vivió también los desencuentros producto de
    las turbulencias políticas
    del país en el decenio anterior.

    El primer lustro de los sesenta, signado por una
    recuperación democrática limitada, dentro del
    espíritu de los principios
    reformistas de 1918. En algunas de las ocho grandes y antiguas
    universidades se iniciaron valiosos procesos de
    cambio en su
    organización académica, como la
    departamentalización por campo de conocimiento
    tratando de superar la estrechez de la cátedra, la
    constitución del área de
    extensión universitaria o el apogeo de publicaciones cuya
    referencia más significativa fue la Editorial
    Universitaria de Buenos
    Aires.

    El segundo lustro está marcado por la
    irrupción militar en el país con su símbolo
    de fuerza destructora en la llamada Noche de los Bastones Largos
    que abre un largo período de oscuridad en la sociedad y en
    la Universidad argentina.

     

    La irrupción de la
    utopía ética

    1969. Se publica en Uruguay "La
    educación como práctica de la libertad".
    Paulo Freire
    desde su Nordeste natal, había extendido a través
    de los círculos culturales en todo el país esas
    experiencias de vida. La respuesta del poder fue para
    él primero la cárcel, luego el exilio.

    Es que Brasil primero,
    Argentina después sintieron el látigo de los golpes
    militares que en el campo educativo bloquearon las experiencias e
    impidieron continuar con las prácticas alfabetizadoras, es
    decir concientizadoras y por eso mismo liberadoras.

    Un año después se edita en castellano
    "Pedagogía del oprimido" y la clarividencia
    testimonial de ambos libros generan
    una huella indeleble. Nadie sabe todo, nadie ignora todo. De
    allí el diálogo,
    clima y medio
    para alfabetizar, para alfabetizarnos, aprendiendo con curiosidad
    a leer la realidad del contexto.

     

    Desde la esperanza al
    silencio

    Los años setenta fueron testigos primero de parte
    de América Latina estremecida por la fraternidad de
    Perú, Bolivia,
    Chile, Argentina, en sus embates por la liberación, por la
    utopía en marcha en la lucha común. Pero
    también de la escalada de presiones internas y externas,
    junto a la multiplicación de conflictos
    violentos.

    Después la imposición del terrorismo de
    Estado y su
    férrea política
    autoritaria-militar fue el marco necesario para la
    iniciación del proceso de destrucción del aparato
    productivo y la trasnacionalización económica
    acalladas las resistencias
    populares. Así se abatieron las tinieblas y la diáspora: crímenes, miedo, dolor,
    silencio, ausencias.

    En el campo educativo se impulsa una persepectiva de la
    llamada Pedagogía Personalista, visión
    ahistórica y esencialista, por eso apolítica,
    sustento ideológico adecuado para la desaparición
    de los gremios docentes, las
    organizaciones
    estudiantiles, la negación de toda expresión
    participativa. No tiene cabida la pregunta o la crítica.

    En este largo período se conoció la
    acción
    de Freire en el Consejo Mundial de Iglesias, su praxis
    superadora, plasmados en "Comunicación y Extensión", "Cartas de Guinea
    Biseau", "Educación. Autocrítica".

    Sin embargo, a pesar de todo lo ocurrido en este lapso,
    incluso la prohibición y quema de sus libros, en Argentina
    él fue el oculto, nunca el ausente.

     

    Hacia una democracia
    nueva

    Cuando en Argentina surgieron los verdes frescos sobre
    los verdes cansados en la primavera del 83, casi en
    simultáneo con buena parte de América Latina, la
    idea fuerza fue la reinstauración democrática. Las
    tensiones sociales emergían entre la memoria que
    clamaba y el futuro que incitaba, entre la justicia y la
    verdad, entre los expoliadores y el horizonte solidario. Se
    trataba de un desafío mayor: Demostrar que además
    de su valor
    ético la democracia podía asegurar mejores
    condiciones de vida a la sociedad y no sólo un marco
    formal para la vigencia institucional o partidocrática.
    Lamentablemente las expectativas se cumplieron en
    parte.

    Fue también la tensión y la tarea en la
    Universidad: apostar a la reconstrucción sin
    olvidar.

    Pero aquí la redefinición institucional
    tampoco se alcanzó. La reconstrucción debía
    asumir por una parte la realidad de una sociedad sufrida,
    temerosa y desconfiada de la Universidad, pidiendo respuestas a
    nuevas necesidades laborales y profesionales. Por otra, hacia
    adentro hacerse cargo del peso de tradiciones no siempre
    positivas de una maquinaria administrativa en general
    ineficiente, de reductos académico – científicos
    que pretendían mantener inalterable su porción de
    poder, del atraso en la producción, de las apuestas
    estudiantiles y docentes a una participación amplia y
    efectiva, de la reinstalación de los órganos
    colegiados de gobierno, con
    urgencias de decisión pero con necesidad de debate
    previo.

    La cuestión central, sin embargo, era re –
    conocer la ausencia de personas en su mayoría
    pertenecientes a la misma generación, a los resabios de
    miedos y desconfianza, a la parálisis instalada en la
    actitud de
    problematizarse e indagar, básicos requisitos para
    enseñar, conocer, investigar; a la ausencia casi
    generalizada de debate y producción científica,
    más notable en algunos campos como las Ciencias
    Sociales, que evidenciaba una brecha frente a la
    vorágine de conocimientos generados en otras
    latitudes.

    No se tuvo en cuenta la advertencia de Freire, "las
    instituciones
    escolares a veces se convierten en casas para la distribución de conocimientos y no para el
    acto de conocer" (1975, 88).

    La Universidad demostró escasa racionalidad
    autocrítica, lentitud para responder a las demandas
    sociales, cierto despilfarro de inteligencia,
    incoherencia entre discurso y
    práctica social. No fueron suficientes el entusiasmo y la
    alegría para superar actitudes
    corporativas y enfrentamientos sectoriales que desnudaban los
    escasos aprendizajes democráticos anteriores. Comienzan a
    diseminarse los nuevos discursos de
    la calidad, la
    eficiencia, el
    pragmatismo y
    la competencia
    preanunciadores de la etapa que vendría.

    En esta misma década Freire ya había
    regresado a Brasil y a poco asume la responsabilidad de las Escuelas de San Pablo. Es
    más que un desafío un nuevo lugar de diálogo
    y de lucha para continuar elaborando teoría desde la
    interpelación de la práctica, para mantener su
    condición de "peregrino de lo obvio" como él mismo
    se autodefiniera.

    Agregará en este período otros eslabones:
    "Hacia una pedagogía de la pregunta", "La dimensión
    política de la educación".
    "Alfabetización".

     

    Capitalismo en el fin de
    siglo

    1989. La caida del Muro de
    Berlín marca el fin del
    "siglo corto" en la expresión de Hosbawm.

    La última década del siglo XX sobrecoge en
    una rápida mirada: globalización económica asegurando
    voracidad en la concentración de capital y
    haciendo cada día más frágiles las
    condiciones laborales, más de la mitad de la población mundial viviendo en la pobreza que,
    sobre la base de carencias sobre las necesidades materiales
    básicas, abarca las dimensiones interrelacionadas de la
    pobreza
    política, histórica, de identidad, de
    participación, cultural, (Sirvent, M. 1989).

    Es la soberbia de los poderosos expresada en la
    exhibición obcena de su voluntad hecha ley y de su
    riqueza corruptora. Es una de las dimensiones de la violencia
    desde el poder.

    Las guerras
    interétnicas, alimentadas por el negocio armamentista, la
    indiferencia o el desigual tratamiento de los conflictos por las
    Naciones Unidas,
    la búsqueda de libertad y justicia a veces a través
    de movimientos guerrilleros, son otras de las dimensiones de los
    conflictos actuales.

    La sola mención de Albania, Argelia,
    Afganistán, Nigeria, Irak, Ruanda,
    Palestina, incompleta enumeración de espacios de
    destrucción y muerte, avivan
    sentimientos de impotencia y horror.

    La confrontación entre identidad socio – cultural
    y globalización es desigual y perversa porque
    pretende mostrar al modelo hegemónico de
    concentración a escala mundial
    (modelo neoconservador) como natural y por ello ausente de toda
    otra opción o posibilidad.

    En esta época ya no es el recurso literario sino
    el impacto de la imagen
    fílmica la que testimonia el desgarramiento de las
    relaciones sociales aunque sean, como las novelas a las que
    se aludiera en la década del sesenta, obras de
    ficción. Allí están "Antes de la Lluvia",
    "Mi mundo privado", "En el nombre del padre", "Fiebre de
    amor y locura"
    o las películas de directores latinoamericanos: Alejandro
    Agresti, Lita Stantic, Sergio Cabrera, Héctor Babenco,
    Tomás Gutierrez Alea.

    El modelo social impuesto
    quizá permite comprender, en una paradoja trágica,
    la materialidad del no – lugar al que alude Marc Auge (1993). La
    fugacidad del tiempo y la
    ausencia de espacios de identidad hace que seamos ciudadanos de
    calles o shopping, de estaciones de transporte, de
    viviendas transitorias. Avanza la privatización sobre lo público en
    todos sus aspectos.

    Parece la presencia de Garabombo, Invisible, el
    mítico personaje de Scorza. Para la lógica
    del poder imperante somos in – visibles, habitando un no – lugar,
    estableciendo "relaciones solitarias con el mundo" (Augé,
    M. 1997; 349). De allí que se supriman derechos, se precarice
    el trabajo, se
    olvide la salud, se
    niegue acceso a la tierra, se
    reniegue de niños y
    viejos, obstinados testimonios del tiempo y el espacio
    propio.

    Es que la
    globalización, eufemismo del capitalismo
    tardío, en la expresión de Eduardo Rosenzvaig
    (1997) en su intento destructivo de las interacciones sociales
    que alimentan la sociedad, pretende la integración sólo a través de
    la virtualidad mediática: muchos miran desde fuera la
    fiesta de unos pocos.

    Lejos esta interpretación de no – lugar del sentido
    etimológico de utopía, en tanto referencia a un
    lugar inexistente. El mismo remite a útero, fuente de
    vida, y también a utensillo, medio favorecedor de
    materialidad.

    Desde esta perspectiva la utopía se asocia por
    sentido y por sinonimia con lo maravilloso, lo soñado: el
    ideal.

    Hoy, son las vivencias, las espectativas y la
    necesidades las que replantean qué es, qué hace y
    cómo se realiza la política, el trabajo, el
    sexo, la
    participación. Son los nuevos movimientos sociales con las
    mujeres, los campesinos, los pobres, quienes con sus luchas
    inclaudicables de notable coraje cívico,
    reivindican y legitiman espacios sociales alternativos. Son
    también los jóvenes a través de sus
    expresiones musicales, los desocupados con su tenacidad, los
    intelectuales
    con sus búsquedas y denuncias, el periodismo de
    investigación, muestras significativas de
    la resistencia.

    En la Argentina actual las rondas de los jueves de las
    Madres de Plaza de Mayo exigiendo desde hace veinte años
    "aparición con vida y castigo a los culpables", los
    jubilados los miércoles frente al Congreso demandando una
    remuneración que les permita subsistir y la carpa blanca
    de los Docentes reclamando con firme humildad desde el ayuno el
    financiamiento
    del sistema
    educativo, son entre, otras muestras de la dignidad popular y
    las manifestaciones – símbolos de la vigencia y validez de Freire
    en su praxis.

     

    Una Universidad funcional a
    la deriva

    En la Universidad de esta década, en Argentina y
    en casi toda América Latina, se han impuesto
    políticas, discursos y prácticas funcionales al
    modelo hegemónico intentando legitimar la lógica
    del mercado.
    Atrás ha quedado la defensa de la autonomía
    universitaria, supeditada a las políticas establecidas
    desde los Ministerios de
    Educación que a la vez reflejan los condicionamientos de
    los organismos financieros internacionales.

    Un vertiginoso ritmo de exigencias respectos a
    acreditaciones académicas de posgrado y posdoctorado, a
    investigaciones, publicaciones, gestión
    y evaluaciones establecidas bajo el denominador común de
    requerimientos para acceder a la excelencia académica,
    exhiben a la vez el deterioro de condiciones laborales,
    profesionales y salariales de los docentes
    universitarios.

    Muchas apariencias, exigencias y controles, poco espacio
    para la construcción común, la reflexión, el
    asombro, la creatividad.

    Esto ocurre simultaneamente junto a la depreciada tarea
    áulica de grado lo que ha aumentado, también a
    ritmo vertiginoso, las parcelas de competencia personal y
    grupal, un individualismo creciente; es decir la
    fragmentación de la institución universitaria. No
    se olvide por otra parte el limitado apoyo financiero estatal a
    las universidades públicas, empleado como mecanismo de
    presión.

    Los innegables avances científico –
    tecnológicos ocurridos en algunos campos de conocimiento,
    entre los que resaltan la posibilidad de transitar las pistas
    informáticas de internet, en muchos casos no
    demuestran orientarse al servicio de
    las urgentes e imperiosas necesidades humanas de las
    mayorías populares. Al menos no es esa la direccionalidad
    de políticas universitarias a las que se aludió
    más arriba.

     

    La utopía ética:
    Universidad y Sociedad

    La situación socio – cultural – educativa que se
    viene analizando se ubica en las antípodas de la praxis freiriana: en ella
    son los sujetos indagando su historia, identificando
    raíces, reivindicando luchas, y aún reconociendo
    sumisiones, los únicos que pueden tener conciencia y por
    eso liberarse. Una liberación comprometida, relacional, de
    construcción permanente, no la caricatura del
    individualismo competitivo o el egoismo defensivo elevadas a
    categoría de valor en este fin de siglo.

    No es casual que los últimos libros de Freire,
    entre ellos "Política y Educación" y
    "Pedagogía de la autonomía", al volver a los
    elementos constitutivos de la utopía ética
    implicada en la concientización liberadora, enfaticen la
    dimensión política de la educación, valoren
    el acto de conocer y el
    conocimiento en un marco de diálogo, apuesten a la
    construcción común de la paz sin abandonar la
    lucha.

    Afirmar que Freire en la Universidad es hoy un
    testimonio y un compromiso no es una lisonja fácil. Se
    trata nada más ni nada menos que la apuesta para conciliar
    palabras y prácticas, razón y sentimiento, denuncia
    y reconstrucción.

    La Universidad es también ámbito propicio
    para la vigencia de Freire en tanto lugar específico del
    trabajo político de docencia, de
    investigación, de extensión y de gobierno. Pero
    sabiendo que no habrá transformación educativa y
    científica posible si no se transforma junto a la sociedad
    en lo económico, en lo político, en lo
    cultural.

    Porque la primera y fundamental premisa – lección
    del Maestro Freire es la lectura
    política de la realidad. Esa es la auténtica
    conquista de la afabetización. Lectura política, es
    decir interpretación con anclaje histórico, con
    sentido en el posicionamiento
    de la mirada, con claridad en la meta. Siempre
    atendiendo a las preguntas fundamentales:¿qué, por
    qué, para qué, con quiénes, a favor de
    quiénes?.

    A la vez que simultaneamente se opera la relación
    dialéctica entre los sujetos – personas, entre los sujetos
    y las estructuras,
    entre los sujetos y el tiempo.

    La educación entonces no es sólo acceso a
    la información y a los conocimientos, sino la
    respuesta a la autoconciencia humana de ser inacabado. De
    allí que la educación liberadora siempre sea
    apuesta a la ética y a la estética.

    ¿Puede haber algo más bello que
    transformar una sociedad en un espacio social justo y
    solidario?

     

    Referencias
    Bibliográficas

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      anonimato. Gedisa. Barcelona. España.
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      México.
    • Freire, Paulo 1985. La naturaleza
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      España.
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    • Freire, Paulo 1997. Pedagogía de la
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      ¨ll Semanas de Estudios sobre globalización:
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    • Scorza, Manuel. 1972. Historia de Garabombo el
      invisible. Planeta. Barcelona. España.

     

    Publicado originalmente en Revista
    Contextos

     

    Miguel Ángel Boitier

     

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