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La Lógica de la Privatización como Nueva Modalidad en la Educación Superior Salvadoreña




Enviado por jcgrande_ues



Partes: 1, 2

    1. ¿Qué es la
      privatización y su lógica?
    2. La problemática de las
      cuotas y aranceles
    3. Estrategias y discurso con
      relación a los aranceles
    4. El lento, sostenido y
      programado deterioro de la Universidad
      Nacional
    5. Transformaciones en la
      estructura productiva nacional y consecuencias sobre la
      Universidad
    6. Los intereses concretos
      detrás de la lógica de la
      privatización
    7. Crítica
      a los argumentos en favor del aumento de las cuotas y
      aranceles
    8. Críticas
      al diagnóstico de la" eterna" escasez
      presupuestaria
    9. Ineficiencia
      y falta de calidad académica
    10. Críticas
      generales a la propuesta de la lógica de la
      privatización en el ámbito
      nacional
    11. A
      manera de conclusión momentánea para continuar
      el debate responsable
    12. Referencias

    Aclaración
    necesaria

    Ante una problemática de trascendencia
    nacional se impone el diálogo
    franco, el análisis responsable y con criterios
    académicos. Esta es la intención de este documento
    y la idea es aportar al debate sobre
    las consecuencias, positivas o negativas, de la probable
    implementación del Proyecto UES-BID
    (2005) así como la firma de las cláusulas del
    convenio de préstamo anunciado. Sabemos de antemano que
    muchos estarán de acuerdo con lo aquí expuesto,
    pero también habrán quienes no, por una u otra
    razón. Esperamos que aquellos que no coincidan con este
    planteamiento, traten de rebatir las ideas con altura
    académica , datos confiables
    y serios, pues sólo así entraremos en la dinámica del debate de altura para que, a
    la larga, construyamos juntos un mejor país a
    través de la educación con
    equidad,
    libertad y
    justicia.

    1. ¿Qué
    es la privatización y su lógica?

    Nadie lo puede negar. La privatización de la
    educación
    superior forma parte de la agenda neoliberal a escala mundial
    desde hace más de 25 años, impulsada por los
    organismos financieros multilaterales, fundamentalmente el
    Banco Mundial
    (BM), Fondo Monetario
    Internacional (FMI) y el
    Banco
    Interamericano de Desarrollo
    (BID) en el caso de nuestra región.

    Para contextualizar, en torno al tema de
    la educación superior que nos interesa, uno de los
    documentos que
    expone la posición del BID sobre esta materia, lleva
    el título de "Estrategia de Educación
    Superior
    ", publicado a principios de
    1997. El documento describe el criterio con que el BID considera
    la educación superior en América
    Latina y el Caribe, y propone estrategias para
    la acción
    que el propio Banco podría realizar ( con apoyo financiero
    y técnico) frente a los resultados logrados hasta la fecha
    y en torno a las reformas que recomienda.

    En la última sección del documento
    referido, se abordan los aspectos de las reformas que
    podrían ser objeto de asistencia directa por parte del
    Banco; entre otras, impulso a la enseñanza superior tecnológica,
    proyectos de
    mejoramiento cualitativo; apoyo a las instituciones
    que desarrollan investigación fundamental e
    investigación aplicada y un claro e inequívoco
    apoyo al sector privado de educación superior.

    Sin embargo, aunque se matizan los términos del
    discurso en
    los distintos documentos, para no generar reacciones, lo cierto
    es que, como norma general, las políticas
    para la educación superior, desde la visión
    neoliberal de los organismos financieros multilaterales parten de
    esta argumentación:

    El Estado
    sólo debe proporcionar recursos
    globales, razonables, en función de
    indicadores de
    eficiencia y
    marcos generales de orientación, bajo el principio general
    de que el creador del gasto debe ser el financiador del
    mismo.

    Con lo anterior se pretende, en el caso de la
    educación universitaria y tecnológica superior,
    crear, como finalidad última, una estructura
    condicionada a las leyes de la
    oferta y la
    demanda, cuyas
    premisas fundamentales están asentadas en los criterios de
    rentabilidad,
    eficiencia y productividad.

    En el caso que nos ocupa aclaramos que, aunque en
    general el término privatización alude normalmente
    a la venta o
    concesión de la propiedad del
    Estado al sector privado, en el presente estudio concebimos la
    "nueva modalidad" de privatización que
    podría implementarse en la Universidad de El
    Salvador (UES), como un fenómeno de mayor amplitud y
    complejidad, que puede incluso hasta pasar desapercibido; es
    decir cuando se aplica lo que aquí denominaremos la
    "Lógica de la privatización"
    (Coraggio y Vispo ,2001), sin llegar a las modalidades que
    normalmente se consideran como privatización.

    Dicha lógica la entendemos como:

    El proceso
    mediante el cual se introduce en el campo de la educación
    pública universitaria y no universitaria la lógica
    del lucro, propia de un mercado poco
    regulado, no afectando con ello su forma legal de propiedad
    estatal (protegida por la Constitución en el articulo 61 en el caso
    de la UES), pero si su forma de provisión, servicios que
    presta o recibe, funcionamiento y las modalidades de financiamiento, prevaleciendo, entre otras, el
    autofinanciamiento (a través de aranceles y
    cuotas ), sin importar a quienes o a cuantos se afecte. Dicha
    lógica supone, asimismo, toda una mentalidad y un estilo
    de conducción y organización propia de una empresa
    privada, donde el rendimiento individual es medido
    productivamente a partir de estándares de calidad fijados
    por el mercado y al servicio del
    mercado.

    A partir de múltiples experiencias a escala
    mundial, actualmente las formas de avance subrepticio de la
    privatización de la educación pública
    superior son múltiples, involucrando, entre otras, la
    implantación de nuevos aranceles o aumentado su costo, ajustes
    presupuestarios, criterios de competencia y
    modernización, recepción de fondos privados ,
    cambios curriculares y formas diferentes de administración , que promueven una
    formación afín a las necesidades inmediatas del
    tipo de mercado que promueve el neoliberalismo
    ortodoxo implantado en el país desde hace unos 16
    años.

    En concreto,
    partimos de la idea central de que realmente no se pretende
    "vender la UES" como pregonan algunos en términos
    de propaganda o
    como creen otros que no han analizado críticamente la
    problemática. Se trata básicamente de implementar
    un "nuevo modelo" de conducción, una forma
    diferente de administración y, fundamentalmente de
    autogestión financiera. Con otras palabras, de acuerdo al
    discurso privatizador, de lo que se trata es de construir una
    institución supuestamente moderna, eficiente, de calidad,
    eso sí, orientada al mercado y al modelo
    económico neoliberal que claramente han impuesto en el
    país las instituciones financieras internacionales, entre
    ellas el BID.

    2. La
    problemática de las cuotas y aranceles

    En El Salvador, desde que conocidas empresas
    públicas fueron privatizadas en la década de los
    noventa del Siglo XX, como fue el caso de ANTEL o las de energía
    eléctrica, entre otras, para ciertos sectores nunca ha
    habido "aumento" de tarifas por los servicios.
    Eufemísticamente, para disfrazar el discurso
    tecnocrático, se utilizan otras palabras más
    atractivas. Se prefieren expresiones como: "actualización
    de tarifas", "readecuación de tarifas" e incluso se habla
    de "revisión de tarifas para operar con los costos
    reales…" Coincidencia o no, en la UES se habla actualmente
    de "aplicar las cuotas diferenciadas ya establecidas al menos
    hasta el costo. "

    Para realizar este análisis partimos de lo
    planteado en los siete estudios técnicos del programa
    "Fortalecimiento de la Universidad de El Salvador"
    (ES-TO15) de la cooperación técnica no reembolsable
    del BID (ATN / SF-8858-ES). En el documento "Evaluación
    de las opciones jurídicas de la Universidad de El
    Salvador
    ", con fecha del 15 de abril de 2005, elaborado por
    el consultor Francisco Díaz, este recomienda, entre otros
    aspectos:

    • "Con relación a las tasas y aranceles que
      aplica actualmente la UES… se recomienda su
      elevación al menos hasta su valor de
      costo…"
    • "Puede autorizarse el cobro de aranceles para los
      servicios en beneficio de usuarios externos que presta la UES a
      través de Proyección Social con estudiantes en
      servicio social…"
    • "En cuanto a la matricula, puede sugerirse lo
      mismo que para los aranceles: elevarla al menos a su costo
      real."
    • Un porcentaje relevante de estudiantes tienen
      capacidad de pago mayor que el limite de diez salarios
      mínimos urbano… es necesario revisar ese limite
      en base a un criterio de equidad…"

    Ahora bien, para los fines de esta investigación
    y con base a una elaboración propia, entendemos por
    aranceles, en sentido general:

    "Como las tarifas oficiales (se pueden denominar
    cuotas) clasificadas de acuerdo a criterios y
    características técnicas
    de un servicio que se comercializa o vende según ciertas
    especificidades (carrera y grado profesional otorgado) y
    atendiendo los niveles de complejidad, oferta y demanda
    en el mercado profesional, bienes,
    locales, servicios e instrumental tecnológico requerido
    para alcanzar un titulo, con el fin de recaudar ingresos para la
    institución. Incluye, por lo mismo, las tarifas o cuotas
    que se cobran por los servicios que la institución presta
    o vende a entes externos"
    (J.C. Grande, 2006).

    Con otras palabras, a partir de los aranceles, es la
    realización de los estudios y el grado que se obtenga el
    que se grava, en gran medida, como un impuesto más,
    utilizando para ello una cuota que establece los límites
    cuantitativos diferenciados.

    Por lo tanto, el concepto de
    aranceles no lo tomamos como se conoce tradicionalmente en las
    ciencias
    económicas y administrativas, en el sentido de referirse a
    la tarifa de impuestos de
    importación y exportación que perciben las aduanas u otras
    dependencias gubernamentales. Es más, el Diccionario de
    la Real Academia Española (DRAE, 2004), define el
    término arancel como "la tarifa oficial que determina los
    derechos que se
    han de pagar en varios ramos…"

    Está demostrado. Todo arancel en la
    educación superior es un paso importante en cualquier
    proceso y modelo de privatización aquí y en
    cualquier parte del mundo, capaz de transformar de un golpe la
    naturaleza
    misma de la educación pública superior, ya que de
    esta forma se concreta la introducción de la lógica de la
    privatización dentro del mercado de la
    enseñanza.

    Como ya es conocido en otros países, para lograr
    la modificación o introducción de los nuevos
    aranceles los organismos internacionales (BM, BID, FMI, etc.)
    normalmente se encargan del financiamiento y de la
    provisión de toda una serie de documentos y publicaciones
    ( es el caso de los siete estudios técnicos)que hacen el
    papel de fundamento "teórico-técnico " de estas
    políticas.

    Comúnmente se conocen como Consultorías y
    tienden a ser tomadas como los documentos técnicos
    más confiables e importantes, a tal grado que se presentan
    como incuestionables, aún cuando tengan errores en el
    análisis e incluso en los datos que se aportan en las
    investigaciones de campo, testimoniales o
    documentales.

    Una aclaración es necesaria antes de entrar de
    lleno al análisis de este apartado:

    En principio no nos oponemos a un préstamo del
    BID para una auténtica inversión educativa que realmente aporte al
    desarrollo institucional; es más, dadas las condiciones
    actuales del país, en lo referente a los críticos
    recursos financieros del Estado, probablemente puede ser hasta
    necesario .En lo que no estamos de acuerdo es en las probables
    condiciones (¿recomendaciones?) ya que, para nadie es un
    secreto que los organismos financieros internacionales no son, ni
    por cerca, instituciones filantrópicas, de caridad o de
    beneficencia. Todo el mundo sabe que dichas instituciones siempre
    ponen condiciones para otorgar préstamos o para dar ayudas
    no reembolsables.

    Son, por esencia, las instituciones que defienden los
    grandes intereses de las potencias hegemónicas y para ello
    basta analizar la procedencia de los fondos, la estructura de su
    directorio y, desde luego, los resultados que se han obtenido en
    el ámbito social hasta el momento, en casi todos los
    países subdesarrollados.

    Es más, está demostrado que son
    altamente responsables del deterioro socioeconómico de los
    países debido a las fallidas "recomendaciones" para
    implementar el ajuste estructural y el neoliberalismo, a los
    altos costos que implica el pago del servicio de la deuda externa,
    que en el caso de nuestro país ascendía de acuerdo
    con datos del Banco Central de Reserva sólo hasta el
    año 2004, a 8,869.9 millones de dólares de saldo
    bruto, lo cual representaba el 47 % del PIB.

    Asimismo, lejos de ir encontrando una
    solución, la cuestión tiende a agravarse para el
    año 2006, ya que la deuda
    pública, en virtud de un presupuesto
    desfinanciado, se ha incrementado en 779 millones de
    dólares y el déficit provisional aumentará
    en un 2.1 del PIB. Eso implica que sólo en concepto de
    pago de deuda, el Estado
    salvadoreño destinará 1,180 millones de
    dólares, que bien pudieran ser utilizados en
    inversión social.

    Lo siguiente también debe quedar claro, nuestra
    discrepancia con la propuesta de implementar la lógica de
    la privatización y el aumento de los aranceles y cuotas no
    implica una defensa acrítica de la UES, de un importante
    porcentaje de su personal
    (docente, administrativo, de servicios y autoridades) y de su
    forma de financiamiento y, para lo cual, ciertamente es necesario
    y urgente realizar una evaluación
    objetiva, que sea de consenso, integral y, ante todo profesional
    y no coercitiva, de cara a subsanar las deficiencias de forma y
    fondo del proceso formativo, educativo y de la ética.

    Al contrario, entendemos que la Universidad de El
    Salvador se encuentra sumergida en una evidente crisis
    académica, administrativa, política y financiera
    producto de
    décadas de agravios externos y saqueos como resultado de
    las conocidas intervenciones militares y el precario e
    insuficiente presupuesto que viene asignando el Estado año
    tras año y el cual apenas llega al 1.17 %, hasta el 2005,
    con respecto al presupuesto total del país.

    Sin embargo, y esto hay que decirlo sin
    ambigüedades, si evidentemente hay una crisis, el principal
    responsable es el Estado salvadoreño, no sólo por
    no cumplir el claro mandato constitucional, sino por actuar
    deliberadamente para llevar a una crisis a la institución,
    para justificar precisamente con ello la implantación de
    la lógica de la privatización.

    Entonces, para hacer frente a las amenazas externas e
    internas, desde nuestra perspectiva, la Universidad merece y
    exige ser transformada y, ante todo, reconstruida
    académicamente, para volver a encarnar plenamente su
    necesaria función social y la creación y
    difusión de conocimiento
    crítico al servicio de la sociedad. Esta
    reconstrucción debe surgir, ante todo, de la
    edificación de la democracia
    participativa y del debate pluralista, serio, académico y
    crítico al interior de la Alma Mater.
    Más sin embargo, es precisamente el avance de la
    lógica de la privatización, y en particular de los
    probables nuevos aranceles y cuotas, lo que no favorece, sino que
    directamente atentan contra este proceso de
    reconstrucción.

    3. Estrategias y
    discurso con relación a los aranceles

    La estrategia
    discursiva adoptada por los sectores que pretenden introducir la
    lógica de la privatización en la Universidad
    Nacional tiene una estructura sencilla, encaminada tanto a
    conquistar la opinión
    pública como a brindar argumentos a los
    políticos e intelectuales
    dentro y fuera de la universidad, cuya virtud pasa más por
    ser atractivo para el sentido común que por su rigurosidad
    y carácter académico.

    La trama estructural de esta estrategia discursiva puede
    sintetizarse así:

    • En primer lugar, valiéndose del discurso en
      apariencia y científicamente neutro, apolítico,
      en fin "técnico", que distingue a la corriente
      económica neoclásica, se postulan ciertos
      principios abstractos que deberían determinar tanto el
      contenido como la forma de la educación superior
      salvadoreña, particularmente la impartida en la
      UES.
    • En segundo lugar, se efectúa un diagnóstico de la situación
      institucional y nacional en que actualmente se encuentra el
      sistema,
      señalando cómo todo y cada uno de esos deseables
      principios se ven vulnerados.
    • En tercer lugar, se genera un listado de
      recomendaciones ineludibles de reformas inmediatas, con el
      objeto de que la universidad actual se dirija hacia un nuevo
      sistema de educación superior acorde con esos
      principios, presentándolos como fundamentales para
      "adaptarse a los nuevos tiempos
      y a la
      globalización
      "(Mollis, 2001).

    3.1 Los principios neoclásicos
    (¿neoliberales?)

    Los sectores internos y externos alentados y apoyados
    por los organismos financieros multilaterales, en nuestro caso el
    BID, que buscan avanzar hacia la nueva lógica sostienen
    que el sistema de educación superior debe estar regido
    ante todo por los principios de equidad y eficiencia, tal como
    claramente también lo sostiene el Banco Mundial (2001).
    Las definiciones de estos principios están tomadas del
    cuerpo doctrinario de la economía
    neoclásica y basta remitirse a los textos de Milton y Rose
    Friedman, planteadas en el libro
    "Libertad de Elegir. Hacia un Nuevo Liberalismo
    Económico"
    , desde 1980, entre otro
    documentos.

    Es bien conocido que la metodología del análisis
    neoclásico consiste en tomar al individuo que
    decide acerca de su propia educación como unidad inicial
    del razonamiento. Este punto de partida se sustenta sobre la
    tesis de que
    los beneficios de la educación superior son apropiados
    individualmente a través de la denominada "renta
    educativa
    ", es decir, los mayores ingresos que trae consigo
    la educación superior en el futuro debido a la mayor
    calificación y productividad de la fuerza de
    trabajo con
    formación universitaria. Esta teoría
    sostiene que los beneficios sociales que pudieran existir son
    menos relevantes que los individuales y que van en el mismo
    sentido que los beneficios privados, con lo cual puede hacerse
    abstracción de ellos para simplificar el
    estudio.

    De acuerdo con lo anterior, el individuo queda entonces
    en el centro del análisis. Este individuo, como todos, se
    comporta de tal manera que busca maximizar su satisfacción
    (utilidad) a
    través del tiempo, y con
    este objetivo en
    mente toma la decisión acerca de iniciar, o no, una
    carrera universitaria. El móvil que lo lleva a estudiar
    son los ingresos adicionales que espera obtener una vez
    terminados sus estudios, los que compara con los gastos en los
    cuales debe incurrir durante ellos, incluido el costo de
    oportunidad de no generar ingresos por ese lapso (Bour,
    1993).

    Por lo tanto, el estudiante es entendido como un agente
    económico que se relaciona con la universidad como
    clienteconsumidor. La
    universidad, por su parte, es concebida como una empresa
    productiva (cuya función es vender servicios) dedicada a
    producir un insumo de uso difundido: los graduados o
    profesionales.

    Según la teoría neoclásica, la
    interacción mediante el libre juego de la
    oferta y la demanda en el mercado de unos (estudiantes = clientes) y otros
    (universidad), es la única forma de alcanzar
    simultáneamente los tres principios neoclásicos.
    Este mecanismo asegura que se producirán cantidad y
    calidad de profesionales adecuadas, en función de la
    demanda que de este insumo realicen el resto de las unidades
    productivas de la sociedad; lo que garantiza una
    asignación eficiente de los recursos. A la vez, debido a
    que quienes se apropian de la "renta educativa" pagan un
    arancel o cuota a cambio de los
    servicios educativos que reciben, la equidad está
    asegurada.

    Estos resultados se obtienen sólo bajo los
    supuestos de que existe libre competencia entre universidades que
    funcionan con una misma lógica, atomización de
    oferta y demanda, libre movilidad de recursos e información completa y perfecta; es decir,
    en un contexto en el cual hay plena libertad de elección.
    De esta forma, esta teoría trata de demostrar, mediante
    análisis matemáticos, que el mercado competitivo
    descrito es lo mejor para cualquier país y, por lo mismo,
    bueno para El Salvador (Bour, 1993).

    3.2 El diagnóstico del sistema
    público salvadoreño

    Partiendo de la anterior perspectiva teórica, el
    discurso de la nueva lógica privatizadora realiza luego un
    diagnóstico de la situación actual del sistema
    universitario público, evaluando en particular el grado en
    que se vulneran o respetan los tres principios
    neoclásicos.

    En primer lugar, basándose en la tesis de que los
    beneficios de la educación superior son apropiados
    individualmente a través de la "renta educativa", y
    teniendo en cuenta que en su mayoría los que acceden a la
    universidad son individuos provenientes de los estratos medios o altos
    de la sociedad, al menos en otros países, se concluye que
    estos sectores se ven individualmente beneficiados por la
    gratuidad de la enseñanza
    universitaria.

    La injusticia desde el punto de vista de la equidad es
    palpable: mientras que los pobres aportan mediante sus impuestos
    al sostenimiento de toda la estructura del Estado, éste
    utiliza esos recursos para beneficiar a los estratos medios y
    altos. Por ello, desde la perspectiva de este análisis la
    educación pública universitaria se convierte en una
    forma de transferencia de ingresos desde los sectores más
    pobres hacia los estratos medios y altos.

    En tal sentido, la educación superior gratuita es
    regresiva.

    Pero la única universidad pública del
    país no sólo es inequitativa, sino que
    además es ineficiente, según quienes desean
    implantar una lógica de la privatización. En cierta
    forma se realiza un paralelismo entre las empresas
    públicas y la educación pública, sosteniendo
    que ambas son por naturaleza ineficientes. La eficiencia de las
    instituciones educativas se mide a través de la
    relación entre cantidad de insumo utilizado y cantidad de
    producto obtenido, es decir por el costo unitario del producto.
    Entonces, el insumo de la universidad son sus estudiantes y el
    producto sus graduados (Winkler, 1990).

    El indicador predilecto para evaluar la eficiencia es
    justamente el cociente entre la cantidad de graduados y la
    matrícula total. A escala latinoamericana, este indicador
    presenta en general valores
    relativamente bajos en las universidades públicas y
    considerablemente más altos en las universidades privadas.
    Sin embargo, como contraste, en lo que respecta a la UES,
    más de la mitad de estudiantes de nuevo ingreso se
    gradúa eventualmente, ya que en otros países se
    estima que el porcentaje de graduación es del orden del
    20% (BID-UES, 2005).

    En segundo lugar,otro indicador que se utiliza
    frecuentemente es el de gasto por graduado. El hecho de
    que sus valores sean para algunas universidades públicas
    mayores que los coeficientes obtenidos en las universidades
    privadas, se interpreta una vez más como evidencia de la
    ineficiencia del Estado. En el caso de la UES, el costo por
    graduado sería en promedio de 9,028.00 dólares, lo
    cual ciertamente no resulta elevado, si se toma en cuenta la
    deserción equivalente en costos por la prolongación
    de 1.22 años , de acuerdo con la consultoría de Miguel Ernesto Vijil Icaza
    (BID-UES, 2005).

    El tercer argumento del discurso de los adeptos a la
    lógica privatizadora consiste en postular la escasez,
    según ellos comprensivamente, del presupuesto para
    destinar a la educación superior. Simplemente no hay
    más dinero, pues
    el gobierno con
    "sentido humano" "hace lo que puede". Algunas versiones plantean
    una especie de opción dicotómica: destinar el
    escaso presupuesto del Estado a financiar la UES implica
    necesariamente descuidar gastos sociales más urgentes y
    prioritarios entre los que se encuentran la salud, la seguridad
    pública y, particularmente, la educación
    básica. De la educación básica se argumenta
    que es socialmente más rentable y esto se ha tomado como
    un dogma que, sin embargo, podría ser objeto de
    análisis en otra investigación.

    Este axioma casi incuestionable de la eterna escasez de
    presupuesto se basa sobre una máxima del pensamiento
    neoliberal: la eliminación del déficit fiscal por
    medio de la reducción del gasto del Estado. Este
    último argumento fue y es impulsado claramente en el caso
    de la UES, ante todo en los tres anteriores gobiernos de ARENA,
    pues el actual obviamente juega con más inteligencia
    y, por lo mismo, los propósitos "sanos" parecen ser lo
    más conveniente socialmente y, además,
    electoralmente.

    A través de las ideas anteriores se concluye que
    el sistema de educación superior salvadoreño, a no
    ser que implemente la lógica de la privatización,
    violaría los tres principios neoclásicos. Esta
    vulneración obviamente es atribuida al carácter
    público, gratuito y masivo de la universidad, aunque se
    diga lo contrario. Más aún, este carácter
    también se identifica como el responsable de la crisis de
    calidad por la que atraviesa.

    Se cataloga a este modelo de universidad como
    necesariamente ineficiente en términos económicos,
    socialmente inequitativo y de mala calidad académica,
    por naturaleza
    . Es por eso que, para asegurar los principios
    expuestos y, si lo que se pretende es contribuir al bienestar
    general y al progreso económico nacional, la UES debe
    funcionar con una lógica de empresa privada. Supuestamente
    así será eficaz, de calidad, equitativa y
    productiva.

    Pareciera que no importara que en el informe de
    "Análisis económico de ingresos y costos de la
    UES"
    elaborado por el consultor Miguel Ernesto Vijil Icaza,
    en el marco del proyecto BID-UES (2005), este determinara en sus
    hallazgos y conclusiones que, en lo referido al nivel
    socioeconómico de los estudiantes, un 30 % se ubican en la
    clase media
    baja, el 55 % son pobres y muy pobres y sólo un 15 %
    pertenecen al sector acomodado, sin especificar que puede
    entenderse por este último término.

    Aún así, en el mismo informe el Consultor
    recomienda claramente aplicar lo que establece la Ley
    Orgánica de la UES con relación a la cuota
    diferenciada, es decir, habrá que aumentarlas para
    contribuir así a incrementar los ingresos en vista de la
    insuficiencia de las transferencias del Gobierno central que ha
    enfocado su accionar, fundamentalmente con criterios
    políticos, a aliviar a los sectores sociales más
    desprotegidos del sistema neoliberal, sin explicar, desde luego,
    que ellos son el resultado del modelo implementado por exigencia,
    entre otras , de las instituciones financieras multilaterales
    como el BID.

    3.3 La propuesta de reforma (en el caso de la UES
    se denomina fortalecimiento)

    Esta historia se ha repetido en
    todo el mundo. Una vez presentado el diagnóstico elaborado
    por los consultores (los siete estudios técnicos), se
    procede a proponer un nuevo modelo y reestructuración de
    la universidad acorde con los principios sostenidos y los datos
    que brindan las investigaciones patrocinadas por el BID. No es
    fácil aquí sintetizar las distintas propuestas y
    recomendaciones, ante todo por espacio. Sin embargo pueden
    identificarse ciertos rasgos comunes.

    Como ya hemos esbozado, la teoría
    neoclásica demuestra en sus términos que la
    solución óptima es la privatización total o
    la concesión en caso de no haber resistencia
    estudiantil fundamentalmente. Esto fue lo que se hizo con los
    nueve institutos tecnológicos superiores del país,
    los cuales fueron concesionados a FEPADE o ÁGAPE, en
    años recientes.

    La idea básica es crear un mercado en que los
    oferentes (universidades, institutos especializados o
    tecnológicos) compitan libremente para atraer a los
    demandantes (estudiantes). En cuanto a la elección de los
    estudiantes, la mejor manera de asignar sus fondos es
    descentralizadamente, por medio de sus decisiones individuales e
    independientes de cualquier injerencia distorcionadora del
    Estado.

    Para ello es indispensable que el producto ofrecido
    tenga precio. Este
    último, cuando se trata de los estudios universitarios,
    recibe el nombre de arancel como ya lo hemos explicado. Por
    tanto, es recomendable renunciar a la gratuidad de la
    enseñanza para sostener la equidad: es decir, deben pagar
    un arancel todos aquellos que asisten a la universidad, que son
    quienes consiguen acceder mediante los estudios a un nivel de
    vida futuro más elevado (Winkler, 1990) o para ser
    exitosos, tal como lo pregona publicitariamente una Universidad
    privada de San Salvador, a través de los medios de
    comunicación.

    En el caso de la UES, el mercado creado
    aseguraría la eficiencia, la calidad y la libertad de
    elección, así como el crecimiento de los recursos
    disponibles paral la educación superior. Una vez
    establecido el nuevo arancel o cuota, y para garantizar la
    igualdad de
    oportunidades entre los estudiantes, se propone establecer o
    ampliar un sistema de becas remuneradas para los menos
    favorecidos, pero con la condición de que estos
    "… muestren buen rendimiento académico y que
    observen una conducta
    correcta…"
    (BID-UES, 2005). Obviamente los fondos para
    aumentar el número de becarios pasa por incrementar los
    ingresos y ello sólo es posible si se aplica el Reglamento
    Especial del Sistema de Cuotas Diferenciadas de Escolaridad. Esa
    es, con otras palabras, la recomendación
    (¿exigencia?) del BID, entre otras.

    Sin embargo, en el caso del diagnostico sobre el sistema
    de becas estudiantiles de la UES elaborado por el consultor Vigil
    Icaza del proyecto BID-UES (2005), se recomienda "estudiar la
    conveniencia de entregar las ayudas en forma de bonos de alimentación,
    atención medica, etc. en ves de efectivo,
    con el objeto de contribuir a que se destinen exclusivamente a
    las finalidades académicas para las que se
    otorgan".

    A manera de ilustración, hemos de aclarar que en
    algunas versiones ya practicadas en otros países, las
    becas son reemplazadas por créditos a bajas tasas de
    interés que deben ser reintegrados por los estudiantes
    una vez graduados. De hecho en la década de los 70 del
    Siglo XX en El Salvador funcionó un sistema similar
    denominado "EDUCREDITO".

    Por otro lado, está claro que la
    intervención del Estado no desaparece en la propuesta
    neoclásica, sino que se reduce a la aplicación de
    instrumentos no distorsionantes; es decir, que no incidan en el
    mecanismo de asignación automático del mercado. El
    papel que se reserva para el Estado es el de aportar fondos para
    las becas o subsidiar la tasa de
    interés de los créditos que en todo caso
    involucraría a la banca comercial,
    tal como se hace en el Instituto Tecnológico Americano de
    Educación Superior (ITAE)

    Según otras formulaciones el Estado contribuye
    directamente al financiamiento de las universidades
    (complementando los ingresos por aranceles), sobre la base de
    indicadores de eficiencia, incentivando aún más una
    "sana competencia" que se traducirá en mayor
    calidad en la prestación del servicio
    educativo.

    El punto central, en todo caso, es jugar con el concepto
    de calidad, para premiar y castigar financieramente, ignorando
    que dicho término es construido históricamente, que
    responde a intereses concretos y que, por lo mismo, para mostrar
    la supuesta calidad que exige el sistema precisamente hay que
    hacer y enseñar lo que al sistema le conviene y le
    gusta.

    4. El lento, sostenido
    y programado deterioro de la Universidad Nacional

    En el plano argumentativo, o sea el del discurso, el
    elemento fundamental de la estrategia para implementar la
    lógica privatizadora ha sido acentuar la crisis de la UES
    para crear las condiciones para su privatización total y
    como fin último, al igual que se hizo antes con ANTEL, las
    distribuidoras de energía eléctrica y otras
    instituciones públicas, incluyendo la concesión a
    FEPADE o ÁGAPE de los institutos tecnológicos como
    el ITCA que a manera de ejemplo, cobra desde que se dio en
    concesión, $ 5.71 en concepto de mora por cuota mensual
    pagada extemporáneamente.

    La falta de presupuesto para hacer frente al aumento de
    la matrícula, para la incorporación de innovaciones
    pedagógicas y tecnológicas, para mantener salarios
    docentes
    adecuados , administrativos y de servicios, realizar mejoras de
    infraestructura, etc. acabó por conformar un sistema en
    progresivo y franco deterioro institucional.

    Esta situación genera un gran problema en el
    desarrollo institucional porque al contar con un techo
    presupuestario tan bajo se imposibilita la inversión en
    equipo, docentes a tiempo completos, infraestructura,
    laboratorios, etc. y esto limita la calidad
    académica.

    A su vez esto redunda en una abundante y mediocre oferta
    de servicios, lo que hace más vulnerable a la cultura
    profesional del país (Samayoa, 1994).

    Como lo hemos afirmado, a través de la
    degradación de la UES (vía presupuesto
    insuficiente, además de los ataques viscerales de algunos
    medios de
    comunicación como El Diario de Hoy) se crea el espacio
    para que se propaguen y legitimen, tanto desde fuera como desde
    dentro de la universidad, supuestas soluciones
    como la implantación de la lógica de la
    privatización en general y el arancel en particular, que
    en palabras de algunas autoridades no será un aumento de
    cuota, sino una "readecuación" como ya lo manda el Sistema
    de Cuotas Diferenciadas, aprobadas por el organismo legalmente
    constituido como es la AGU ,en el caso de las de
    aplicación general o los específicos de cada
    Facultad de acuerdo con el art. 6 del Reglamento General de la
    Ley Orgánica.

    Por otro lado, quienes defienden la genuina
    autonomía (docentes, trabajadores y estudiantes)
    ciertamente han estado a la defensiva y en otros casos
    simplemente inmovilizados. Se han limitado a atribuir el
    deterioro universitario al ahogo presupuestario gubernamental,
    negando con ello, la complicidad en el deterioro institucional,
    ya sea por conveniencia de grupos,
    incapacidad para analizar la situación e incluso para
    defender o apoyar instituciones políticas extra
    universitarias.

    Sin embargo, y es justo reconocerlo, muchos de los
    problemas que
    actualmente tiene la universidad están relacionados con la
    calidad de la enseñanza, la orientación de los
    contenidos, la formación y forma de selección
    de los docentes, el desarrollo de la investigación
    humanística o aplicada y de programas de
    extensión, etc., que evidentemente trascienden la falta de
    presupuesto adecuado y oportuno.

    Asimismo, dicho deterioro académico y
    administrativo, y en gran medida el de servicios, son creados y
    alentados por una política educativa inadecuada llevada
    adelante por algunas autoridades universitarias desde principios
    de los años 90, cuyas acciones, en
    mayor o menor medida fueron clientelistas, nepotistas,
    autoritarias e incluso corruptas que ciertamente no se apartan
    demasiado de lo observado en el ámbito nacional. Los
    gremios de trabajadores, docentes y las asociaciones
    estudiantiles (no todas) obviamente tienen también mucha
    responsabilidad, ya sea por omisión,
    incompetencia, acomodamiento, falta de criterios
    político-gremiales y hasta por complicidad.

    Estos problemas, con mucha razón, son utilizados
    como argumento por aquellos que pretenden imponer la
    lógica de la privatización como solución
    mágica. El hecho de que los estudiantes tengan que recibir
    clases en condiciones inadecuadas , sucias y hasta
    inhóspitas, con un nivel académico en permanente
    deterioro, con pocos o nulos recursos pedagógicos y
    tecnológicos a la vez que, inocentemente, temerosos de que
    el título de las universidades privadas sea más
    valioso, hace aparecer a la búsqueda de mayores ingresos a
    través de otras formas de financiamiento -vinculadas
    claramente con expresiones de privatización- como la
    única opción para frenar el deterioro que atraviesa
    la universidad.

    En suma, en momentos en que muchos estudiantes, docentes
    y buena parte de la sociedad han experimentado cierta
    preocupación, se difunde masivamente que la única
    solución consiste en aceptar ciertas formas veladas de
    privatización, principalmente en el arancel, las cuotas
    altas y la venta de servicios. Desde nuestra perspectiva, el
    deterioro de la UES tiene la marcada intencionalidad de imponer
    las condiciones para que la lógica de la
    privatización aparezca como la panacea. De hecho,
    así se ha entendido por parte de muchos docentes y
    estudiantes, aunque en el caso de los trabajadores
    administrativos y de servicios más parece obedecer a otras
    razones e intereses puramente gremiales, políticos y hasta
    personales.

    En concreto, a través del deterioro inducido e
    implementado desde adentro tanto como desde afuera de la
    universidad, se puede cerrar una estrategia cuyo propósito
    es conducir inevitablemente a largo plazo a la
    privatización de la educación superior
    pública salvadoreña en su totalidad. Por eso, hoy
    la discusión crítica
    de los intereses y argumentos que se encierran tras el discurso
    privatizador se torna imprescindible, tal como lo aclaramos al
    principio, y esa es la única intención de este
    documento.

    5. Transformaciones
    en la estructura productiva nacional y consecuencias sobre la
    Universidad

    El proyecto BID-UES que apunta a transformar de plano la
    única universidad pública del país, expresa
    un movimiento
    más profundo que remite a las transformaciones recientes
    en la dinámica del desarrollo
    económico salvadoreño. Esto es así,
    porque las políticas implementadas y su
    profundización en la década de los '90, han
    modificado sustancialmente la estructura productiva,
    económica, cultural y social en la que se inserta la
    universidad actualmente.

    Sintéticamente puede caracterízaselas
    como: reforma y achicamiento del Estado (incluidas las privatizaciones), apertura externa a través
    de los TLC,
    liberalización financiera, flexibilización laboral, dolarización, etc. Estas transformaciones
    trajeron consigo dos importantes consecuencias en lo que hace a
    las condiciones de vida de la sociedad, que se manifiestan en la
    creciente pauperización de grandes masas de la población:

    • Por un lado, se registró un crecimiento en
      las tasas de desempleo y
      subempleo, afectando a una proporción cada vez mayor de
      la población. El creciente sector informal de la
      economía es la prueba más palpable, pues
      sólo hasta el año 2003 ya ascendía al

      36. 4 % de la PEA (o sea 1,272.524 personas) según la
      DIGESTYC (2005).
    • Por otra parte, tuvo lugar una progresiva
      fragmentación y diferenciación entre los
      trabajadores efectivamente ocupados.

    Mientras una pequeña porción,
    fundamentalmente de las capas medias, aún conserva empleos
    de alta o mediana calificación y remuneración, la
    mayoría debió dedicarse a tareas que por su
    naturaleza requieren una formación cada vez menor (en las
    maquilas por ejemplo). Las condiciones de trabajo se
    deterioraron, la jornada laboral se alargó en la
    práctica (muchas veces sin pago extra) y el salario real
    descendió en picada con la dolarización, en
    especial para los últimos, al menos en un 30.5 % con la
    conversión de 8.75 de colón por dólar
    USA.

    Este esquema no reserva prácticamente
    ningún lugar para la educación superior
    pública y de acceso masivo. La educación superior
    masiva, sólo pensada como reflejo o respuesta a las
    demandas inmediatas del mercado, se transforma en un gasto
    improductivo y oneroso desde la perspectiva del sistema. Los
    trabajadores flexibilizados y degradados no requieren una
    formación que vaya más allá de la
    básica necesaria para realizar tareas sencillas, en las
    maquilas o ciertos servicios, por ejemplo.

    Resulta más barato entonces que los trabajadores
    que necesariamente requieren una sofisticada capacitación, solventen sus estudios
    superiores de manera individual a través del salario (en
    la práctica mediante los ingresos de sus padres). El resto
    queda privado de toda formación de orden superior, que
    resulta superflua en relación con el papel que se les
    reserva en el sistema productivo.

    Esta claro que, sobre el acceso al sistema de
    educación superior salvadoreño, la variable
    pertinente es la socio-económica; en tal sentido,
    prácticamente no hay dificultades académicas para
    entrar a una de las 26 universidades privadas o a cualquiera de
    los cinco institutos especializados mientras el estudiante tenga
    para pagar los aranceles, las cuotas respectivas y hasta los
    libros y
    fotocopias que habrá de comprar en la misma.

    Para el caso, de acuerdo con la investigación de
    Joaquín Samayoa (1994), el 27% de las universidades cobran
    cuotas diferenciadas por nivel de ingreso, el 65% de las
    universidades admiten al 90% o más de los estudiantes que
    solicitan ingreso y el 25% de las universidades ni siquiera
    realizan pruebas de
    admisión.

    Las cifras que relacionan a los niveles de media y
    superior son relativamente satisfactorios en el país, pues
    más de un 90% de los bachilleres ingresa a la universidad
    según la publicación del MINED "Educación de
    El Salvador en cifras (1994)"; sin embargo, sobre la marcha se ha
    detectado que un alto porcentaje de los estudiantes tienen que
    trabajar.

    En la actualidad se puede reafirmar esta tesis con
    más radicalidad en tanto que se han detectado más
    bien "trabajadores que estudian" y que buscan los fines de
    semana para estudiar. Estos factores generan problemas en la vida
    del estudiante y redundan en muchos casos en fracasos o en
    mediocridad. Los factores de inequidad económica son
    evidentes en la pirámide de escolaridad a escala
    nacional.

    A manera de ejemplo, para 1992 un número
    porcentual muy bajo de los estudiantes de educación
    superior, o sea el 7%, provienen de un 40% hogares de bajos
    ingresos, mientras que un 57% provenía del 20% de hogares
    con ingresos más altos; estos datos pernean a todo el
    espectro de la educación superior y se agudizan en la fase
    de egreso y de graduación (Samayoa, 1994).

    Entonces, en este marco, que probablemente ha variado
    poco hasta el presente año, lo ideal es un sistema
    universitario adecuado a la creciente separación de los
    grupos
    sociales mediante la distinción entre universidades de
    primera clase o de elite (UCA, Matías Delgado, ESEN,
    Mónica Herrera) y universidades supuestamente de segunda
    clase (Pedagógica, UMA, Luterana, etc.) ambas
    privadas.

    El período de transición hacia la
    diferenciación en su forma definitiva está signado
    por la progresiva transformación en los procesos de
    trabajo, que en algunos casos implica la desaparición de
    ciertas ocupaciones, y en otros una simplificación
    creciente. Profesiones liberales ,anteriormente bien remuneradas,
    como el médico o el odontólogo con clínica
    establecida, o el abogado con buffet propio, por mencionar
    algunos ejemplos, se han transformado mayoritariamente en puestos
    de mediana y baja remuneración dentro de grandes empresas
    (hospitales privados , por ejemplo) o cadenas especializadas de
    servicio.

    "Estas empresas tienen acceso a tecnologías
    costosas, inaccesibles para un profesional autónomo. No se
    trata simplemente de un cambio en la forma, sino en el contenido
    mismo de las actividades, que se hacen más sencillas,
    monótonas y requieren cada vez menos de una
    formación universal. Este movimiento se reflejó en
    un deterioro en la formación universitaria, en el
    acortamiento de las carreras de grado y en reclamos generalizados
    en lo que respecta a la adecuación entre la
    formación y las necesidades del mercado" (Gómez, M.
    2001).

    En pocas palabras, este es el proceso oculto que se
    manifiesta en las prácticas y el discurso de la
    lógica de la privatización y que encarna en los
    diversos intereses inmediatos de múltiples
    sectores.

    6. Los intereses concretos detrás de la
    lógica de la privatización

    La obtención de un beneficio directo es el motivo
    inmediato de la constante presión a
    favor de cierta modalidad de privatización y es en la
    búsqueda de esos beneficios donde precisamente se batalla
    por un sistema universitario adecuado a la creciente segmentación registrada en el proceso de
    trabajo. Es en ese marco que salen a relucir los intereses de los
    sectores hegemónicos, pero también el de los
    populares, ante todo cuando surge la eterna problemática
    del presupuesto de la nación,
    año tras año, y no se equiparan salarios con
    relación al costo de la vida real.

    En tal sentido, reducir hasta donde se pueda el
    financiamiento estatal de la universidad nacional
    contribuiría a reducir el gasto fiscal, liberando recursos
    que pueden encauzarse hacia otros usos que beneficien en forma
    directa a ciertos sectores hegemónicos. Estas ventajas
    abarcan, entre otras, el pago de la deuda pública,
    fundamentalmente la externa.

    A la vez, estos sectores son también partidarios
    de la reducción del gasto fiscal en función del
    impacto que tal reducción generaría sobre su carga
    impositiva.

    En ese rubro podríamos incluir a los proveedores y
    contratistas del Estado (habitualmente empresas pertenecientes a
    los grupos económicos locales), al vasto conjunto de
    acreedores del mismo (incluyendo a bancos, AFPs,
    organismos internacionales) a las empresas privatizadas y
    sectores exportadores.

    Asimismo, los grupos empresariales vinculados con la
    enseñanza superior sueñan con una
    privatización completa que dé lugar a un
    sustancioso negocio que practica la elusión fiscal
    utilizando la figura de ser "empresas sin fines de lucro".
    Este mercado no sólo sería atractivo para las
    universidades privadas locales, sino también para
    universidades extranjeras que se encuentran en proceso de
    internacionalización de sus servicios donde de hecho,
    instituciones de México,
    España
    y Chile ya se han instalado en el país para explotar el
    floreciente mercado de los postgrados.

    A propósito de lo anterior, es bueno traer a
    cuenta que, en la investigación realizada por Oscar
    Picardo (2003)
    , titulada "Informe Nacional sobre
    Educación Superior de El Salvador
    " (I E S A L C) este
    afirma que:

    "en lo que se refiere a las finanzas de
    las universidades privadas no hay mayores detalles, y a pesar de
    ser sin fines de lucro, existe una percepción
    de que "algunos propietarios" asumen cargos dirigenciales en las
    instituciones asignándose salarios y viáticos muy
    onerosos; no obstante, cruzando los datos de matrícula y
    colegiaturas, versus los paupérrimos salarios de docentes,
    se deducen ingresos significativos que permiten el crecimiento
    del patrimonio,
    además de otros ingresos por servicios asociados
    (fotocopias, libros, parqueos, catálogos, carné,
    derechos de exámenes, trámites académicos,
    etc
    ."

    En el marco esbozado, también hay espacio para
    ganancias asociadas con el sector financiero, pues la banca
    comercial local normalmente suelen incluir algún sistema
    de crédito
    a los estudiantes -con subvención estatal- que
    posiblemente se canalice a través del Banco Multisectorial
    de Inversiones
    (BMI) para afrontar el costo de los estudios, lo que abre un
    nuevo segmento en el mercado de capitales. De hecho, el
    Banco Salvadoreño ya publicita un crédito para
    financiar estudios universitarios sea a nivel de grado o
    postgrado, a través del Programa de Garantía para
    pequeños empresarios (PROGAPE).

    En cuanto a las grandes empresas, su interés
    por la privatización está asociado con la
    búsqueda de una universidad más afín con sus
    necesidades y la lógica privada. Por un lado, estas
    empresas reclutan la mayor parte de sus plantillas
    técnicas entre los graduados universitarios y aspiran a
    disponer de profesionales formados según sus
    requerimientos, sin afrontar el costo de capacitación
    directa e indirecta que ello implica. Además, desde su
    punto de vista, las empresas financian parcialmente e
    indirectamente la universidad al destinarse una parte de sus
    impuestos a ésta.

    Más aun, su interés por la
    privatización reside en que el perfil de graduados de una
    universidad privada -e igual nivel de preparación, que por
    otra parte no es lo que hoy sucede- tiende a ser más
    conveniente para este tipo de empresas: los graduados carecen de
    una formación orientada sobre la base de principios
    sociales y por tanto desarrollan una actitud de
    mayor valoración hacia la actividad privada (Lindenboim,
    2001).

    Por su parte, los partidos
    políticos de izquierda y de centro, y en ocasiones
    incluso los intelectuales afines, ven a la universidad como una
    potencial fuente de pensamiento autónomo y crítico
    capaz de cuestionar el sistema vigente tanto desde su aspecto
    ideológico como desde la acción política
    directa, lo cual podría quitarles el protagonismo
    mediático y de movilización tan necesario para un
    político que vive de la política
    partidista.

    Los partidos políticos tradicionales
    también han impulsado abierta o solapadamente las posturas
    privatizadoras. De hecho, el FMLN, en una declaración al
    parecer bastante precipitada a fines de 2005, hasta cierto punto
    avala la implantación de la lógica de la
    privatización de la UES, al apoyar una iniciativa
    legislativa tendiente a firmar, sin mayor discusión entre
    los sectores, en su momento, el mencionado préstamo con el
    BID.

    En algunos casos esta posición responde de manera
    inmediata a sus vínculos directos con los intereses antes
    mencionados. En otros, a un simple intento de control social
    destinado a desactivar el histórico papel combativo de la
    comunidad
    universitaria. Pero no hay que olvidar también que la UES
    se fue convirtiendo históricamente en una fuente de
    financiamiento partidario, de captación y "fogueo" de la
    futura dirigencia política nacional (casi todos los ex
    comandantes del FMLN fueron en su momento lideres estudiantiles)
    y de rédito político a través de la
    propaganda y la
    organización.

    Es más, dentro de la propia universidad nacional
    hay quienes no ven con mala cara el proyecto privatizador. La
    conjunción de la necesidad de mayor presupuesto, con la
    premisa de que es imposible conseguirlo, lleva a algunos sectores
    del cuerpo docente a sostener que la única solución
    es aplicar las recomendaciones del BID, particularmente el
    referido a los aranceles. Aunque estas posiciones no suelen ser
    mayoritarias es menester reconocer su presencia, fruto
    también de la influencia neoliberal en los círculos
    académicos.

    En particular se destaca un sector entre los docentes e
    investigadores vinculados al Consejo de Investigaciones
    Científicas (CIC) que se ha visto especialmente
    favorecido, con cierta razón, por la penetración
    del financiamiento directo. Esta "aristocracia
    científica
    " o "elite académica" (que por
    cierto ya era tiempo que surgiera), generalmente vinculada de
    manera estrecha con algunas autoridades de la universidad, o por
    méritos realmente ganados en su práctica, apuesta a
    encontrar en la implementación de la lógica de la
    privatización una fuente de beneficios adicionales e
    ingresos económicos, así como una
    disminución de sus obligaciones
    docentes. Lo mismo puede decirse de quienes hoy administran
    exiguos recursos financieros y se sienten atraídos por la
    posibilidad de manejar mayores fondos y acrecentar así su
    influencia burocrática, como de hecho sucede en las
    oficinas centrales de la UES y en algunos decanatos.

    En síntesis,
    de hecho, no sería correcto minimizar los avances que han
    logrado en las últimos meses en dirección a la "nueva modalidad de
    privatización"
    de la UES, especialmente a
    través de la imposición sistemática del
    ajuste presupuestario y la introducción de criterios
    mercantiles en la enseñanza, donde incluso los docentes de
    la institución pagan para cualificarse cuando realizan
    estudios de postgrado, en abierta violación al
    "Reglamento general del sistema de escalafón del
    personal de la UES"
    , en su numeral 19 ,literal f. Es, en
    estos casos concretos, donde ya puede verse el avance de la
    lógica de la privatización como la nueva mentalidad
    con que se quiere manejar la institución.

    Sin embargo, y en esto hemos de ser claros, los caminos
    de la lógica de la privatización no se limitan a la
    aplicación de aranceles directos ni sólo al aumento
    de cuotas (disfrazado, claro está, de
    actualización). En varias facultades de la UES los
    criterios mercantiles se impusieron principalmente en los
    estudios de postgrado, donde se encontró terreno
    fértil para cobrar los cursos. Así, la Universidad
    Nacional ya se dedica a la conquista de este jugoso
    mercado.

    En detrimento de los estudios doctorales (aún
    inexistentes en la UES y las privadas) se ha registrado una
    verdadera invasión comercial de diversos cursos de
    postgrado y maestrías, en numerosos casos de pobre nivel
    académico, orientados principalmente a otorgar nuevas
    credenciales que en teoría contribuirán a facilitar
    la inserción de los egresados en un mercado laboral cada
    vez más estrecho y competitivo.

    Partes: 1, 2

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