- Resumen
- Control de las
garrapatas - Control
químico - Control
biológico - Control
genético - Control físico o
natural - Manejo
integrado - Conclusiones
- Referencias
Bibliográficas
Las garrapatas son los parásitos externos que
más perjuicios causan en la producción ganadera. Entre los principales
daños que producen en los animales se
hallan: debilidad, irritación, merma en la
producción de leche, carne y
cuero;
además de constituir transmisores de importantes enfermedades como la
Babesiosis y la Anaplasmosis.
Las pérdidas económicas reportadas son
cuantiosas, se estima que el costo de
producción ganadera alcanza entre 100 – 150
millones de dólares por año, que incluyen gastos en
acaricidas químicos y medicamentos para el control de las
hemoparasitosis.
El control tradicional de garrapatas mediante compuestos
químicos, además de ser una estrategia
costosa, conlleva riesgos de
contaminación ambiental, genera residuos en
los productos de
origen animal, puede propiciar inestabilidad enzootica y favorece
el desarrollo de
quimiorresistencia. Resulta necesario establecer métodos
alternativos de lucha que combinen el empleo de
sustancias químicas, la correcta utilización de un
esquema de inmunización, empleando vacunas con
acción
reconocida, la explotación de razas o cruces más
resistentes a la parasitación por garrapatas, siendo
necesario además un correcto manejo de pastizales y
animales.
El empleo de una lucha integrada contra las garrapatas
brinda un control más efectivo y duradero, alarga el
intervalo entre baños, reduce el empleo de sustancias
acaricidas y por consiguiente disminuye el gasto invertido en
ellas, al tiempo que
prolonga la vida útil de los compuestos acaricidas;
además de restringir el volumen de
residuos químicos que se vierten al medio.
Palabras claves: Boophilus microplus,
garrapatas, ectoparásitos del bovino, acaricidas, vacunas,
control integrado.
Las garrapatas son ácaros cosmopolitas,
ectoparásitos temporales obligados de reptiles, aves o
mamíferos. Por su tamaño resultan
observables a simple vista. Las especies conocidas no alcanzan el
millar, se dividen en dos familias: Ixodidae (garrapatas
duras) y Argasidae (garrapatas blandas),(Quiroz,
1999).
Para completar su ciclo de vida,
estos ectoparásitos se alimentan de sangre,
absorbiendo de 1 a 3 ml durante su vida parasitaria. Sus
picaduras provocan irritación lo que determina molestias,
interfiriendo con la alimentación del
animal. Los daños provocados en la piel
constituyen puertas de entrada para enfermedades bacterianas o
fúngicas y otras parasitosis, que como miasis pueden
ocasionar grandes pérdidas en el vacuno (Cardozo y
Franchi, 1995).
El parásito causa irritación, debilidad y
pérdidas en la producción de cuero, carne y leche,
debido a infestaciones moderadas y severas (Redondo et al,
1999). Este
parásito transmite enfermedades como la Babesiosis,
Anaplasmosis, Theileriosis, rickettsiosis o toxicosis
transmitidas por distintos géneros de garrapatas en
diferentes regiones del mundo (Rodríguez et al,
1995; Quiroz, 1999).
Se considera que en el mundo las garrapatas son los
parásitos externos que más pérdidas
económicas ocasionan en la producción
ganadera.
Entre las principales consecuencias que sufre el ganado
está la merma en la producción de leche y carne,
por ejemplo durante el año 1982 en Brasil se produjo
una pérdida de 5 millones de cabezas de ganado, 75
millones de kilogramos de carne y 1,5 billones de litros de
leche; alrededor de 5 millones de dólares por daños
secundarios y 25 millones de dólares en acaricidas
químicos para el control de las infestaciones de
garrapatas (Hors, 1988). El costo de
producción ganadera se estima en un valor entre
100 – 150 millones de dólares por año
(Willadsen et al, 1988; Kemp, 2003).
El método de
control tradicional mediante el uso de acaricidas químicos
ha sido parcialmente exitoso, ya que el mismo trae aparejado
serios problemas de
contaminación de la carne y la leche,
así como del medio
ambiente.
Además, en los últimos años se ha
reportado la aparición de poblaciones de garrapatas
resistentes a estos productos, lo cual contribuye a elevar el
costo de aplicación del mismo (Nari, 2003 y Neri, 2003).
Situación esta que conllevó a la búsqueda de
alternativas tales como el desarrollo de vacunas recombinantes.
En la actualidad las vacunas que han demostrado mayor efectividad
en el control de estos parásitos son: Gavac TM (Vargas
et al, 2005a) y más recientemente la TicKvac MK
(Betancourt et al, 2004).
Los beneficios económicos que reporta su control
están en dependencia de una efectiva estrategia de control
integral, donde se combine el uso racional y comprobado de los
productos garrapaticidas, los efectos de la vacunación
(Redondo et al, 1999), y adecuado manejo de los pastizales (Parra
et al, 1999).
II – Desarrollo.
2 – Control de las
garrapatas.
Múltiples han sido los métodos que se han
empleado para el control de las garrapatas, clasificándose
en métodos químicos, biológicos,
genéticos y naturales.
El uso de productos acaricidas que matan a la garrapata
en la etapa de vida parasitaria es el medio de lucha más
difundido en el mundo. Está basado en el
conocimiento del ciclo biológico del parásito y
tratar de evitar que las formas parasitarias lleguen al estado de
teleógina, previniendo su caída al suelo, y de esa
manera evitar que haya reinfectación de la pastura por
larvas.
El ciclo biológico en el vacuno se completa en un
periodo promedio de 22 a 23 días. Teóricamente,
utilizando una acaricida eficaz (99%) cada 21 días,
evitaríamos la presencia del B.microplus con
capacidad reproductiva, logrando un control adecuado con
tratamientos de rutina (Cardozo y Franchi, 1995).
Sin embargo la aplicación de estos baños
busca controlar directamente sobre el animal la población de ectoparásitos, teniendo
en cuenta que la erradicación del ácaro no es el
objetivo
primordial de esta actividad, sino el mantenimiento
de la estabilidad enzoótica para hemoparásitos. Por
esta razón no se debe pretender que los bovinos
permanezcan completamente libres de garrapatas sino más
bien tratar de mantener en niveles bajos su presentación
(Rivera, 1996).
La escogencia del producto a
utilizar debe tener en cuenta el principio activo, tanto del
baño que se empleó anteriormente como del nuevo;
esto es necesario para realizar una adecuada rotación de
compuestos, en forma tal que no se incurra en la
sobreutilización o subutilización de un producto.
Se recomienda cambiar de principio activo cada cierto
período de tiempo (de 4 a 6 meses).
El aumento del número de baños conlleva a
un aumento de la presión de
selección, sobreviviendo los individuos
más resistentes, obligando a utilizar concentraciones cada
vez más altas. Mientras que si la concentración es
inferior a la dosis efectiva, permite que el ectoparásito
desarrolle mecanismos de quimiorresistencia hacia dicha sustancia
(Parra et al, 1999).
Los productos más empleados son líquidos
concentrados que contienen un principio activo contra el
parásito pero que además tienen en su
fórmula sustancias emulsionantes, solventes y humectantes
que juegan un rol muy importante en la calidad del
producto. Los principios
activos
más usados en la lucha contra las garrapatas han sido:
organoclorados, organofosforados, carbamatos, amidinas y
piretroides sintéticos (Rivera, 1996; Alfonso Guerra et
al, 2005).
Compuestos clorinados: son estimulantes del SNC,
produciendo manisfestaciones neuromusculares. Las sustancias
activas son Aldrín, Hexacloruro de benceno, Clordano,
Dieldrín, Endrín, Heptaclor, Metoxiclor, Toxafeno,
DDT y HCH/lindano (Encinas et al, 1999).
Organofosforados: se caracterizan por inhibir la
actividad de la colinesterasa, produciendo exceso de
estímulo colinérgico de tipo muscarínico,
nicotínico y central (Parra et al, 1999). Los
organofosforados son lipofílicos se absorben a
través de la piel y se acumulan en tejido adiposo donde
son liberados lentamente a la sangre y otros líquidos
fisiológicos (leche), por acumulación pueden dar
origen a un estado de envenenamiento crónico, motivo por
lo que su uso es restringido.
A pesar de su estabilidad sobre el pelo, lana y piel,
solo tienen una permanencia de 4 a 8 días al ser
absorbidos por la piel o por otras causas. Los medicamentos de
mayor uso en este grupo son:
Azinfosmetilo, Carbofenatión, Clorfenvinfós,
Clorpirifós, Coumafós, Diazinón,
Diclorvós, Dioxatión, Feniltrotion, Fentión,
Fosmet, Foxim, Malatión, Paratión, Tiofós y
Triclorfón (Encinas et al, 1999).
Carbamatos: actúan similar a los organofosforados
inhibiendo la colinesterasa. Los principios activos más
conocidos son: Carbaril, Carbofurán, Metonilo y Propoxur
(Encinas et al, 1999).
Piretroides: provocan un bloqueo de la actividad motriz
o bien por la producción de excitabilidad,
incoordinación de movimientos, irritabilidad,
parálisis, letargo y muerte.
Entre los fármacos más frecuentes en este
grupo se hallan: Alletrina, Cihalotrina, Cipermetrina,
Deltametrina, Fenvalerato, Fenotrín, Flucitrinato,
Flumetrina, Permetrina y Resmetrina. Estos compuestos tienen
efectos residuales importantes (Encinas et al,
1999).
Formamidinas: ocasionan la muerte del
ectoparásito por inhibición de la monoaminooxidasa,
sus dianas más importantes son los receptores de la
optopamina. El producto de mayor uso es el Amitraz
(Parra et al, 1999).
Según Encinas et al, (1999) los
componentes anteriores son neurotóxicos. Sus dianas
más importantes son los canales axonales del sodio (DDT y
piretrinas), la acetilcolinesterasa (organofosforados y
carbamatos), los receptores de la optopamina (formamidinas), y
los receptores del GABA (HCH).
Otros compuestos químicos utilizados han sido los
benzolifenilúreas: la mayor parte de los representantes de
este grupo son altamente eficaces contra los insectos pero no
contra las garrapatas (Parra et al, 1999). Las sustancias
con acción sobre estos ectoparásitos como el
Fluazurón, se caracterizan por interferir principalmente
en la formación de la quitina, impidiendo la
formación de la cutícula del parásito,
considerándose inhibidores de las mudas y del crecimiento
(Ortiz y Franco, 2005). Por otro lado estas sustancias
intervienen en el funcionamiento de las glándulas
salivales, afectando la nutrición de los
diversos estadios. Las células
excretoras también se ven afectadas, ocasionando
desequilibrios en la hemolinfa (Parra et al,
1999).
La reducción progresiva del volumen de acaricida
utilizado es posible mediante la utilización de acaricidas
de acción sistémica administrados por vía
oral o subcutánea (Ortiz y Franco, 2005). Entre los
garrapaticidas sistémicos encontramos los derivados de las
lactonas macrocíclicas, los cuales han demostrado tener
acción sobre garrapatas de uno y tres
hospederos.
La Ivermectina es uno de estos compuestos que aplicado a
200 microgramos/Kg en inyección SC controla las garrapatas
(Ortiz y Franco, 2005). Otros derivados de la Ivermectina, como
moxidectin y doramectina, están siendo desarrollados con
buenas perspectivas para su uso como garrapaticida
(Rodríguez, 2002).
El Closantel (5 mg/Kg) también se ha empleado
como garrapaticida y demostró eficaz protección
sobre formas inmaduras de B.microplus y reducción
en la eclosión de los huevos de hembras tratadas. Ofrece
además, buena protección vía SC (6 semanas
para Amblyomma) y por vía oral a igual dosis a los
parásitos presentes en el animal el día tratamiento
(Encinas et al, 1999).
El principal problema del uso de las sustancias
qu{imicas contra las garrapatas es la aparición de
resistencia a
los acaricidas y la reaparición del parásito en
zonas ya limpias, situación que dificulta las
campañas de lucha (Cardozo y Franchi, 1995).
La resistencia desarrollada por garrapatas se ha
manifestado frente a casi todos los grupos
químicos utilizados en su control; esto ha ocurrido
preferentemente en áreas donde la utilización de
acaricidas ha sido más sistemática (Betancourt
et al, 2004). Este fenómeno crea la necesidad de
realizar investigaciones
epidemiológicas determinando la dinámica de la población del
parásito a través de conteos de garrapatas y
estudios ecológicos; así como la búsqueda de
nuevas alternativas de control (Parra et al,
1999).
La resistencia en la garrapata común del ganado
bovino, B. microplus, ha sido reportada por primera vez en
Australia en el año 1937, en Sudáfrica en el
año 1938, en 1947 en Argentina y en Brasil en 1950. Una
cepa de garrapata aumenta su resistencia cuando por presiones de
baño sobreviven los individuos portadores de los alelos
resistentes.
Esta selección estará determinada por: la
frecuencia de los baños y la concentración de los
acaricidas. La resistencia se establece en una población
debido a una mutación y puede ocurrir aún antes de
que exista presión por el acaricida. Luego se desarrolla
por la presión de los baños, para hacer emergencia
cuando la frecuencia de homocigotos resistentes es importante,
haciéndose visible a campo cuando supera el 10 % (Cardozo
y Franchi, 1995).
La frecuencia con que ha aparecido la resistencia de
B. microplus a muchos grupos de acaricidas, ha hecho
pensar que se ha llegado a un momento crítico, en donde
hay que prever la resistencia de las garrapatas a los 5 o 10
años de la primera aplicación de cualquier nuevo
tipo de acaricida (Parra et al, 1999).
Esta realidad y el hecho de que el desarrollo de nuevos
acaricidas es cada vez más complicado y costoso, resulta
imperioso contar con estudios que permitan alargar al
máximo su vida útil. El buen uso de los productos
para baños acaricidas es importante pues en el lapso que
va entre su aparición en el mercado y el
desarrollo de resistencia del parásito es cada vez menor
con los nuevos productos (Betancourt et al,
2004).
Una vía para reducir el número de
baños consiste en aplicar el concepto de
baño estratégico, que consiste en bañar
según el criterio de Intensidad de Invasión (I.I);
para lo cual se determina la I.I al 30 % de la masa y se halla la
I.I promedio, si este valor resulta igual o mayor que 10,
entonces se decide bañar (Polanco, 2001).
La disponibilidad de productos químicos para el
control de garrapatas es cada vez menor debido a los altos
costos de
desarrollo y a la aparición de problemas de resistencia
que los deja fuera del mercado. Se hace necesario el correcto uso
de los acaricidas disponibles para prolongar su vida útil
(Rivera, 1996). Dicha situación, sumado al impacto ambiental
que conlleva la eliminación de estos productos al medio,
resultó necesario el desarrollo de nuevos métodos
de control, destacándose el empleo de vacunas
recombinantes contra las garrapatas.
El desarrollo de vacunas contra la garrapata B.
microplus fue reportado por primera vez en Australia donde la
proteína BM86, aislada del intestino del a garrapata, fue
recombinada en Escherichia coli y llevada a escala mundial
bajo los nombres de Tick Gard ® (Rand et al,
1989).
Este antígeno permanece en forma natural
"oculto" al sistema
inmunológico del animal, o sea, no juegan ningún
papel en la interacción hospedero-parásito para
inducir de forma artificial la inmunidad del hospedero (Willansed
y Kemp, 1988).
Según Rodríguez (2000), la ventaja de usar
antígenos ocultos está en evitar los principales
mecanismos de evasión parasitaria de la respuesta inmune.
La falta de contacto entre los antígenos ocultos y el
sistema inmunológico permite que los parásitos no
desarrollen estrategias para
escapar a la acción de una repuesta contra ellos, esto los
hace especialmente atractivos para el diseño
de vacunas contra ectoparásitos (Rodríguez,
2000).
Posteriormente, investigadores cubanos, empleando
básicamente la misma tecnología, pero
recombinando la proteína en la levadura Pichia
pastoris, produjeron una vacuna denominada Gavac ® (CIGB,
Cuba), la cual
tiene registro para su
aplicación en varios países de Latinoamérica como Colombia,
Bolivia,
Brasil, México,
además de encontrarse en fase de registro en otros
países de la región (Valdés et al,
2005).
Los anticuerpos específicos contra éste
antígeno que se obtienen en los animales vacunados, junto
con otros componentes como el complemento, son ingeridos por las
garrapatas junto con la sangre; esto favorece que los anticuerpos
se unan al antígeno provocando el daño
intestinal y el paso de las sustancias a la hemolinfa del
parásito. Ello resulta finalmente en la
reducción del número de garrapatas que completan el
ciclo biológico y se afecta la fertilidad de los
parásitos resultantes.
Por lo tanto el resultado fundamental de este
inmunógeno no será la muerte directa de la
garrapata en una sola generación, sino el control
progresivo del número de garrapatas en generaciones
sucesivas mediante la reducción de la capacidad
reproductiva de éstos parásitos
(Valdés et al, 2005).
El inmunógeno Gavac es utilizado en Cuba para el
control de la garrapata B.microplus en el ganado bovino.
El esquema de aplicación involucra una prima
inmunización en las semanas 0, 4 y 7, con revacunaciones
cada 6 meses. En los rebaños que pierden el esquema de
inmunización por diversas razones se requiere, por
recomendación de los fabricantes, el reinicio de la
inmunización con una prima inmunización de tres
dosis. Cada dosis vacunal lo constituye 2 ml de Gavac, que
contiene 100 microgramos del antígeno (Vargas et
al, 2005b). Recientemente se ha ensayado una nueva
formulación denominada Gavac Plus, la cual se
elaboró a partir de la misma fórmula inicial de
Gavac pero obtenida mediante un proceso de
purificación más perfeccionado. Su eficacia es
superior al Gavac, produciendo mayores títulos de
anticuerpos (Valdés et al, 2005).
Otra formulación que se ha venido desarrollando
es la TickVac MK, la cual emplea un antígeno crudo
obtenido de la totalidad de la proteína natural de larvas
de B. microplus (Betancourt et al,
2004).
Este método se basa en la utilización de
razas que muestran más resistencia a las garrapatas. En
términos generales se puede definir como la aptitud del
huésped para imponer limitaciones sobre el parásito
en cualquier etapa de su relación (Parras et al,
1999). De igual forma Cardozo y Franchi (1995) la definen como la
capacidad del huésped para limitar el número de
garrapatas que alcanzan el estadio adulto. La resistencia es
adquirida como respuesta al ataque de garrapatas y dura toda la
vida. Aumenta con la densidad de
garrapatas y es hereditaria. Los terneros que nacen de madres
resistentes están protegidos hasta el destete.
Es posible desarrollar rebaños resistentes del
Bos taurus a partir de individuos excepcionalmente
resistentes, pero se necesita muchos años para lograrse.
La resistencia puede conseguirse más rápidamente a
partir de entrecruzamientos con bovinos Bos indicus. En
general se considera que se reqiere de un 50 % de sangre de
Bos indicus para lograr una resistencia adecuada (Rivera,
1996).
La alta mortalidad de garrapatas que se da durante el
ciclo parasitario oscila entre el 30% y 40% en vacunos Bos
taurus altamente susceptibles al
B.microplus.
La muerte de las garrapatas está determinada por
la resistencia del huésped en que se alimente. Los
porcentajes de sobrevivencia van de 0, en animales que no son
huéspedes habituales o que han desarrollado fuerte
resistencia, a 40% en vacunos susceptibles.
La mortalidad ocurre, aparentemente en las primeras 24
horas de fijadas al hospedador y en menor medida en el
establecimiento de estadios evolutivos posteriores. Estos
porcentajes de sobrevida fueron medidos en B.microplus en
las distintas razas de vacunos y en varias condiciones (Cardozo y
Franchi, 1995):
Razas | Primavera | Otoño |
Cebú | 1 a 2% | 4 al 6 % |
Cruza (Cebú/europeo) | 2 al 6% | 5 al 11% |
Europeo | 10 a 20% | 25 al 40% |
Las razas Bos indicus desarrollan gran
resistencia contra el parásito y se constituyen como una
alternativa de gran importancia para su control en áreas
tropicales donde serán más de cuatro generaciones
al año.
2.4 – Control
físico o natural.
Se ha comprobado que B. Microplus en su etapa de
vida libre depende en gran manera de las condiciones externas de
humedad y temperatura,
por lo que pastoreos intensivos, reducen la cobertura vegetal y
pueden limitar la sobrevivencia de huevos y larvas. Las
teleoginas que caen al suelo procuran un lugar protegido de los
rayos solares para iniciar su postura. Tiene influencia la
composición del tapiz vegetal donde cae la hembra repleta
para encontrar esa protección; es así que campos
sucios con arbustos y malezas proporcionan condiciones favorables
para que B. Microplus complete su ciclo biológico.
Investigaciones realizadas en Colombia determinan que la
supervivencia larvaria de la garrapata fluctúa entre 30 y
60 d promedio, resultados que permiten recomendar un manejo
rotacional de potreros con periodos de descanso no menos de 30 d,
siendo el ideal de 45 d. (Parras et al, 1999).
Es importante tener en cuenta que la mejora del pasto
tiene un efecto indirecto, ya que al mejorar el estado
nutricional de los animales, éstos pueden desarrollar la
capacidad de soportar mayores cargas parasitarias sin
pérdidas de producción (Rivera, 1996).
En la actualidad se ha corroborado que ninguno de los
métodos explicados anteriormente, aplicados de forma
aislada, resultan totalmente eficaz en el control de los
ixódidos (de Moura Souza et al, 2005; Ortiz y
Franco, 2005). Sin embargo Polanco (2001) refiere que sólo
un manejo integrado donde se combinen armónicamente los
diferentes métodos, resulta verdaderamente efectivo en el
control de estos ectoparásitos.
Ortiz y Franco (2005) exponen que un programa de
control, con base en la aplicación de baños
convencionales con acaricidas y la aplicación de
Inhibidores del crecimiento más endectocidas, es una
táctica que abate las poblaciones de garrapatas y alarga
la vida útil del recurso baño.
de Moura Souza et al, (2005) en un estudio
realizado en Brasil; refieren que antes del empleo de la lucha
integrada (baños acaricidas y vacunación)
ascendían a 20 baños ixodicidas como promedio
anual, sin embargo después del primer año de
combinar el método químico y el biológico,
el número de baños se redujo a 12, para realizar
solamente 3 baños al cabo de los tres años de
emplear la combinación de los métodos de lucha.
Polanco (2001), comprobó que con la utilización de
un manejo integrado contra las garrapatas no solo obtuvo un
control superior de los ixódidos, sino que logra espaciar
el intervalo entre baños acaricidas de 49,9 d (en el grupo
donde sólo aplica el método químico) a 170,4
d (en el grupo donde aplica la combinación del
método químico y el control inmunológico
mediante Gavac); al tiempo que reportó reducciones
considerables de la morbilidad y mortalidad por babesiosis. El
mismo autor explica que la aplicación de la lucha
integrada arrojó una ganancia general de 34 558.46 pesos,
una reduccíon de pérdidas del 25,17 % y una tasa de
beneficio costo de 1.36 pesos.
Para cualquier enfoque integrado de control de
garrapatas ha de tenerse en cuenta: el empleo de sustancias
químicas, realizando los baños cuando la intensidad
de invasión sea superior a 10 garrapatas por animal,
teniendo como base que el objetivo no es eliminarlas sino el
mantenimiento de la estabilidad enzoótica para
hemoparásitos; la correcta utilización de un
esquema de inmunización, empleando vacunas con
acción reconocida; también resulta provechoso la
explotación de razas o cruces más resistentes a la
parasitación por garrapatas, siendo necesario
además un conocimiento
sobre la biología del
parásito y su dinámica poblacional, de forma tal
que se garantice un correcto manejo de los pastizales y de los
animales.
El empleo de una lucha integrada contra las garrapatas
brinda un control más efectivo y duradero, alarga el
intervalo entre baños, reduce el empleo de sustancias
acaricidas y por consiguiente disminuye el gasto invertido en
ellas, al tiempo que prolonga la vida útil de los
compuestos acaricidas; además de restringir el volumen de
residuos químicos que se vierten al medio.
IV – Referencias
Bibliográficas.
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Datos del autor
Dra. Daisy Rodríguez
García
graduada de Medicina Veterinaria con Título de
oro en el
año 2002, La Habana, Cuba. Me desempeño como Profesora Instructora en la
Facultad de Medicina Veterinaria en la Universidad Agraria de la
Habana (UNAH), Cuba. Imparto la asignatura de Enfermedades
Parasitarias. He tomado curso de postgrado en Computación, Estadística, Didáctica, Metodología de la Investigación Científica, entre
otros. Recientemente (2005) culminé la Maestría en
Parasitología en el Instituto de Medicina Tropical "Pedro
Kourí".