Es frecuente que desde el "judaísmo
mesiánico" y "nazareno" se afirme que para aceptar a
Jesús/Yeshua "no hay que cambiar de religión", sino que
hay que sujetarse a los parámetros del antiguo
judaísmo. Se dice que el "cristianismo"
es un "cambio de
religión" inaceptable, que ofende a Elohim, y abogan con
celo por el mantenimiento
de los "mandamientos de la Torah" como una obligación que
deben cumplir también los que acepten la fe en el
Resucitado..
Esto es una falsedad ya que nuestro Señor
estableció un nuevo pacto, o un mejor Pacto
(en todo caso otro pacto, y no un pacto renovado en
los mismos términos que el antiguo, con algunas
añadidos de ultimo momento). Y este nuevo pacto
esta basado en una promesa mas fiable que el
antiguo.
"porque los otros ciertamente sin juramento fueron
hechos sacerdotes;
pero éste, con el juramento del que le
dijo:
Juró el Señor, y no se
arrepentirá:
Tú eres sacerdote para
siempre,
Según el orden de
Melquisedec.
Por tanto, Jesús es hecho fiador de un
mejor pacto".
Hebreos 7: 21-22
Tenemos entonces un mejor pacto basado en una
promesa mas fiable. Y este mejor y superior
pacto dejó obsoleto – o superado – el anterior pacto
(Hebreos 8:13). Y este nuevo pacto introduce por su sola
manifestación el sacerdocio según el orden de
Melquisedec lo que supone un cambio trascendental en la forma
de culto, lo que es, en alguna acepción, una nueva
religión si por esto se entiende una cierta forma de
culto.
El culto anterior ya no tiene ninguna validez en el
nuevo pacto. De modo que la obsesión por "guardar los
mandamientos del antiguo pacto" – guardar la Torah –
en el nuevo pacto, o nuevo culto (es decir, guardar
aquellos mandamientos de la Toráh que sean posibles de
guardar, porque no habiendo Templo, la mayoría de los
antiguos mandamientos son imposibles de guardar y están en
suspenso desde hace 2000 años) es un esfuerzo
estéril que va en contra de la revelación
progresiva de las Escrituras, lo distorsiona todo y confunde
al creyente que acepta esta extraña interpretación de la "doctrina de
Cristo"
En la fe en el Resucitado hay cosas que permanecen de la
antigua fe de Israel: por
ejemplo, Dios es el mismo – YaHVéH – y el pueblo con
quien Él hace el nuevo pacto también es el mismo
del pacto del Sinaí: ISRAEL Pero sucede que en el nuevo
pacto YaHVeH nos ha revelado a su Hijo: Jesús/Yeshua, lo
ha presentado al mundo y ha mandado que nos fijásemos
en Él. Esta es la primera gran diferencia. Y en cuanto
a la segunda parte del nuevo pacto: ISRAEL, vemos que el Israel
del nuevo pacto está dividido en dos colectivos muy
diferentes que hace a la sustancia y la dinámica del mismo: por un lado está
la "Casa de Israel" – descendiente del norteño
Reino de Israel fruto de la división en dos del
Israel único de David y Salmón en el 930 A,C, –
cuyos componentes están mezclados con las naciones y
tienen amnesia de su pasado nacional como castigo de
YaHVéH por su rebeldía e idolatría. (Oseas
2:11):
"Haré cesar todo su gozo, sus fiestas, sus
nuevas lunas y sus días de reposo (sábados), y
todas sus festividades".
Y por otro lado está "Casa de Judá" que
no perdió su identidad
nacional. aunque en tiempos del ministerio en la carne del
Verbo estaba también dividida territorialmente entre los
que habitaban las tierras bíblicas (menos Samaria) y los
que estaban dispersos por el Imperio en colonias bien definidas
que guardaban – mayoritariamente – sus antiguas
tradiciones
Y estas dos partes o colectivos en que fue dividido
Israel desde el año 930 A.C. – el norteño
Reino de Israel, y el sureño Reino de
Judá – eran, en tiempos del Mesías/Siervo
– y son – muy diferentes entre si, y diferenciadas
también en su trayectoria en el plan
profético.
Siguieron caminos diferentes y se enlazan en forma muy
peculiar – cada una de un modo diferente – en el devenir
la historia de la
humanidad. Ahora bien, estas dos diferencias básicas: la
presentación de su Hijo Amado y la división de
ISRAEL en "dos casas", igualmente legitimas ante YaHVéH,
se pasa por alto en el "judaísmo mesiánico" o
"nazareno" en que simplemente se ignora la existencia de la
desterrada "Casa de Israel" a la cual recordó
preferentemente Jesús y mando a sus apóstoles en su
busca de entre todas las naciones de la
tierra.
Dios/Elohim prometió que un remanente de la "Casa
de Israel" retornaría al final de los tiempos a la
tierra de la
promesa convertidos en "hijos del Dios Viviente". Amos
1:10.
"Con todo, será el número de los
hijos de Israel como la arena del mar, que no se puede medir ni
contar. Y en el lugar en donde les fue dicho: Vosotros no sois
pueblo mío, les será dicho: Sois hijos del Dios
viviente".
***
Jesús mando explícitamente a sus
apóstoles que fueran en busca de las
"ovejas perdidas de la Casa de
Israel" porque sin ellas no podría fundar
su Reino mesiánico. . El Hijo de David restaurará
en su venida como Rey de reyes, y Señor de señores,
el reino unificado David, porque no puede hacer menos que eso ni
formar Su Reino con menos de la mitad de su pueblo. Y a esta
restauración de ambas casas de ISRAEL se
refería la pregunta de sus discípulos un poco antes
de que su Maestro fuera levantado al cielo según se lee en
Hechos 1:6:
"Entonces los que se habían reunido le
preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás
el reino a Israel en este tiempo?".
Esto quería decir: ¿reunirás de
nuevo la "Casa de Israel" y la "Casa de Judá" en estos
días? ¿Volveremos a ser un reino unificado?. Porque
esta tarea (aparentemente imposible) era la marca del
Mesías esperado y ellos estaban seguros que el
Resucitado a quien le hacían la pregunta lo
era.
***
Siglos antes, con el rapto del norteño Reino
de Israel muy fresco en la memoria, el
profeta Jeremías hizo una afirmación muy fuerte, de
la que se deduce que junto con la restauración de ISRAEL
en el fin de los tiempos debería de instaurarse un
nuevo pacto
"Se han vuelto a las maldades de sus
primeros padres, los cuales no quisieron escuchar mis palabras,
y se fueron tras dioses ajenos para servirles;
la casa de Israel y la casa de Judá
invalidaron mi pacto,
el cual había yo concertado con sus
padres".
(Jeremías 11:10)
El profeta aquí hace un afirmación muy
fuerte: las dos partes en que se había dividido ISRAEL en
el año 930 A,C habían invalidado con su comportamiento
el antiguo pacto..: Esto quiere decir que estaba
pendiente, naturalmente, un nuevo pacto en el futuro, ya
que Dios/Elohim es un Dios de pactos. Este es el nuevo
pacto, o su anticipo glorioso – porque en su plenitud lo
viviremos en el Reino – que vino a traer
Jesús/Yeshua,. Este nuevo pacto esta
sellándolo con su sangre Lucas
22:20:
"De igual manera, después que hubo cenado,
tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto
en mi sangre, que por vosotros se derrama".
Y la sangre del Hijo de Dios es superior a la sangre de
becerros con que se sello el antiguo pacto (Exodo 24:8) Por eso
la revelación del Hijo es la parte fundamental del
nuevo Pacto, es su ingrediente principal que hace el
antiguo algo superado.
***
Observemos además que con el nuevo pacto
viene también un nuevo sacerdocio según
el orden de Melquisedec que supera al sacerdocio
araónico. En el nuevo pacto el Sumo
Sacerdote no es descendiente de Araon, sino que –
legalmente – es descendiente de Judá. Además
es Hijo del Dios Viviente., y sacrificio expiatorio
perfecto y único para toda la eternidad por
nuestros pecados (los pecados de su pueblo).
Estos santos carismas y virtudes solo Jesucristo/Yeshua
Hamashiaj, las posee. Nada de estas cosas tienen que ver con el
antiguo pacto: es imposible entonces igualar ambos pactos
(o mezclar el nuevo con el antiguo).
Para aceptar al Mesías de Israel hay que hacerlo
dentro de Sus términos y por lo tanto superar los
limites del judaísmo que Él vino a traspasar para
siempre.
Él dijo: "no se
puede poner vino nuevo en odres viejos" y
también: "nadie quita un
retazo de un vestido nuevo para remendar un vestido
viejo" (Lucas 5:36-37). Los tejidos
doctrinario llenos de remiendos entre lo nuevo y lo
viejo del "judaísmo mesiánico" y "nazareno"
no hacen un cuerpo de doctrinas mas verdadero, sino
falso.
Para tener comunión con el Mesías de
Israel hay que pasarse al nuevo pacto cuyo fiador es
Él mismo – Jesús – y hacerlo con "armas y
bagagajes".. Afirmar que el nuevo Pacto es una
especie de "actualización" del antiguo, como si
hubiéramos chocado y lo recibiéramos de nuevo el
coche luego de mandarlo el taller, es no conocer el carácter Eterno. El no obra así,
Él no es tomado por sorpresa, Él no
remienda.
Después de la visita del Hijo de Dios al mundo,
venido en carne, nada quedo igual: el tiempo se dividió en
antes y después de Él, y por su
glorioso advenimiento en carne para sufrir por nuestros pecados,
todo cambio para siempre.
Todas las cosas anteriores a este advenimiento son ahora
sombras de la Luz que
amaneció sobre todo el pueblo de Israel – las dos
casas – con la encarnación del Verbo divino. Este
advenimiento del sacrificio expiatorio eterno,
único y perfecto por nuestros pecados fue un
hecho de tal forma impresionante que conmovió el universo y
quien así no lo entienda solo percibe una caricatura del
Mesías.
Cuando nuestro Señor y Rey, nuestro Sumo
Sacerdote, se siente en Su trono en el Nuevo Templo de Jerusalem
– por Él mismo construido – algo muy diferente va a
suceder que ahora solo podemos entrever a partir de la verdadera
"doctrina de Cristo".. En Zacarías 6:13 se relata una
visión gloriosa del Sacerdocio Real según el
orden de Melquisedec:
"El edificará el templo de Jehová, y
él llevará gloria, y se sentará y
dominará en su trono, y habrá sacerdote a su
lado; y consejo de paz habrá entre
ambos."
YaHVéH desfenestró a Saúl y
cubrió de lepra al buen rey Uzias por querer ministrar
como sacerdotes, siendo reyes. Eso era el antiguo pacto en
que el sacerdocio y la realeza estaban rígidamente
separados en sus funciones y en su
forma de acceder a ellos.
Pero cuando el Mesías de Israel rompa los cielos
como León de Judá y – ya derrotados sus
enemigos – presida desde el Santísimo y nuevo Templo de
Jerusalem el mundo restaurado, será Rey y Sacerdote al
mismo tiempo y habrá acuerdo perpetuo con los sacerdotes
que estén a su alrededor.
***
Observemos también en cuanto al sacerdocio en el
nuevo pacto que en Apocalipsis 5:10, así como en 1
Pedro 1:9:
"y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre;
a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos.
Amén".
¿Dónde se afirma cosa similar en el
antiguo pacto?. ¿en donde se afirma que se puede
llegar a ser sacerdotes y reyes – las dos cosas juntas –
tan solo por fe?. En ningún lado lo dice, y esto es
un concepto
herético según el antiguo pacto en que solo
se podía llegar al sacerdocio y a la realeza por
sangre. (No obstante esta particularidad del nuevo
pacto esta anunciado en misterio en el AT para el fin de los
tiempos, porque la palabra del Eterno es integra y su
revelación progresiva).
Por todo esto indigna la cantidad de palabras, escritos
y tiempo y aun la manipulación "judaico mesiánica"
y "nazarena" sobre los creyentes que les prestan oídos
para cambiar y confundir las cosas a partir de en un supuesto y
mas excelente conocimiento
bíblico y lingüístico que los "cristianos" no
tenemos.
El nuevo pacto sellado con la preciosísima sangre del Mesías de
Israel en la cruz del calvario no es una continuidad del
antiguo, no es casi lo mismo, ni un
pequeño accidente que obligo a algunas reformas y
ajustes superficiales en la doctrina del antiguo. No lo
es:, el pacto que vino a ofrecer Jesús – el Hijo
de Dios – es un mejor Pacto, un superior Pacto y
un nuevo Pacto al que solo podemos acceder aceptando
Sus términos no cambiándolos y
cambiándo las hojas al guión del
Todopoderoso.
***
Un elemento más – casi central – de esta
posición ambigua del "judaísmo mesiánico"
con respecto al Mesías de Israel – al que aceptan
pero no honran como Dios – es la crítica
encendida al Concilio de Nicea (325 D.C.), que convierten en el
inicio de una especie de trampa mortal o de traición
universal contra lo que ellos entienden como fe
bíblica autentica. Digamos al inicio del desbrozamiento
del conjunto de falsedades que sobre este concilio se afirman que
la palabra Trinidad. no aparece en el Credo de Nicea.
Aparece en un texto
posterior – el "Credo
Quicumque" – generado en el sur de
Francia en el
siglo V y que tiene autores mas o menos desconocidos. El
Concilio de Nicea solo se dedico a reafirmar para toda la
"cristiandad" – es decir la iglesia
católica en el sentido de universal, no de iglesia
de Roma – el
dogma apostólico de que Jesús/Yeshua es eterno como
su Padre y no creado en el tiempo como pretendía la
insidia arriana.
Esa fue su declaración básica
(transcribimos el Credo de Nicea al final de este articulo
para que el lector pueda comprobarlo) y fue para resolver ese
punto teológico sobre la naturaleza
divina y eterna de Jesús el Cristo para lo que fue
convocado el Concilio de Nicea.
Constantino simpatizaba al principio con el
arrianismo y el papa de Roma de entonces ni
siquiera concurrió a Nicea, mandando a algunos
presbíteros en su representación. El
arrianismo era un tema de la iglesia de oriente del
Imperio – originario de Alejandría – así como
el donatismo fue una herejía de la iglesia de
occidente también resuelto por un concilio: el Concilio de
Arlés y un anterior sínodo de Roma .
Estos concilios que resolvieron la controversia
donatista tiene menor visibilidad en la historia que el de
Nice pero que muestra al
emperador Constantino en la misma preocupación: que las
herejías cristianas no prosperen en su Imperio y dividan
el pueblo y que haya una sola doctrina cristiana aceptada
por todos. Y nada tenemos que objetar al respecto: esta
también fue la preocupación permanente de los
apóstoles.
Es cierto que Constantino viabilizó con todo el
peso de su autoridad
estos concilios para que se establezca una sola posición
doctrinaria que sea respetada por todos. Y reunió – en el
caso del Concilio de Nicea – a las cabezas visibles de la iglesia
– especialmente, en este caso, de la iglesia de oriente de su
imperio – para establecer el dogma ortodoxo universal –
"católico" – con respecto a la naturaleza de
Jesús.
Pero el hecho destacable es que muchos de los obispos
convocados a Nicea – Atanasio era solo diácono de
Alejandría y fue una excepción – eran
sobrevivientes de persecuciones anteriores, fortalecidos y
consolidados en su fe, y en consecuencia no eran dóciles
peones del poder terrenal
por omnimodo que este fuera.
El tema de la convocatoria de Nicea, por otra parte, era
demasiado urticante para la "cristiandad". Lo suficiente como
para apurar los pasos de los obispos hacia ese encuentro ya que
negar la divinidad de Jesucristo era algo insoportable para la
ortodoxia: la "fe que una vez le fue
dada a los santos". No fue entonces, ni el
emperador Constantino, por mucha que fuera su autoridad (ya que
su predisposición hacia el arrianismo fue derrotada
en Nicea), ni el papa de Roma que allí no estaba porque
era muy anciano, los que supuestamente manipularon la
decisión del concilio y "torcieron" para siempre la fe
bíblica . Y es que no hubo manipulación alguna,
como no sea la del Espíritu Santo. Afirmar que todo
fue intriga y malicia en Nicea es violentar el sentido de la
historia. Atanasio sintetizó mas tarde la esencia de ese
evento en una sola frase:
"siendo los dos uno, y única su divinidad,
se dice del Hijo lo mismo que se dice del Padre, excepto el ser
Padre".
Aquí no se habla de Tres personas divinas –
aunque mas tarde si lo haría
"Credo Quicumque" – sino
de dos, pero lo importante de esta magnifica síntesis
es que afirma que el Hijo es eterno como el Padre aunque
subordinado (o procedente) del Padre, por ser su Hijo.
Nunca Atanasio igualó al Padre y al Hijo en
jerarquía, aunque si en esencia – por lo menos no lo
hace el Credo de Nicea – sino que afirmó, como lo
hace toda la doctrina apostólica, que son uno en sustancia
– "Dios de Dios, Luz de
Luz" – eternos los dos, pero diferentes en
jerarquía. Uno es Dios/Padre al que ningún hombre puede
ver y otro es Señor – Siervo, Rey, Sumo Sacerdote e
Hijo – a quien "todo ojo
verá"..
El alef representa muy bien estas dos posiciones
del Padre y del Hijo (el iud superior representa a Dios
Padre y el iud inferior que toca el renglón
representa al Siervo, Hijo y Mesías). Nos ayuda la
afirmación de que el Hijo "es
la imagen del
Dios invisible" (Colosenses 1:15) y
también esta poderosa afirmación:
"A Dios nadie le vio jamás; el
unigénito Hijo, que está en el seno del Padre,
él le ha dado a conocer". (Juan 1:18)
Y no solo el Hijo dio a conocer al Padre, sino que Dios
depositó en Él toda su gloria y
autoridad:
" Porque el Padre a nadie juzga, sino
que todo el juicio dio al Hijo,
para que todos honren al Hijo como honran al Padre.
El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le
envió". Juan 5:22-23
A Él – el Padre – le pareció oportuno y
necesario de que Su honra y la del Hijo fueran
equivalentes: "El que no honra al
Hijo, no honra al Padre que le envió".
Esta es una declaración que no se puede quitar de
foco, sino que es central en la "doctrina de
Cristo".
Y Dios Padre también decidió no juzgar
Él, sino que Su juicio sea el del Hijo, así
como su trono será compartido por el Padre y el Hijo por
toda la eternidad (Apocalipsis 22:1). ¿Porque lo
decidió así? ¿Por qué Dios
decidió compartir todo con el Hijo?, no lo
sabemos.
Pero no aceptar estas cosas básicas es rebelarse
contra la voluntad del Padre. que quiso en su Santísima
Voluntad que lo conociéramos a Él a través
del Hijo por medio del cual "hizo todas las
cosas".
No cambiemos entonces Su voluntad soberana y hagamos las
cosas como Dios lo manda.
***
Finalmente, hay un versículo que es útil
para meditar en nuestra relación con el Eterno, con Cristo
y con la eternidad de nuestra salvación. Es 2 Timoteo
1:9:
"quien nos ha salvado y nos ha llamado con un
llamamiento santo, no
según nuestras obras, sino según su
propósito y según la gracia
que nos fue dada en Cristo Jesús desde la
eternidad",
Esto aclara muchas dogmas importantes de nuestra fe,
nutre nuestra meditación, y aventa falsedades que
disminuyen y sacan de sus marcos eternales a la "doctrina de
Cristo". Cierto es que la "cristiandad" será conmovida en
poco tiempo por la revelación de que pertenece – en su
inmensa mayoría – a los "hijos de Israel", es decir a
"Efraín". Que los "escogidos y fieles" de ella – que
serán probados en la venidera tribulación y que
siempre fueron probados por la tribulación (Tesalonicenses
3:3) – son el remanente santo de la "Casa de Israel" que
fue mezclada entre las naciones. Y que el retorno a la tierra de
la promesa de este remanente de Israel/Jacob estuvo
sellado desde el momento que entregamos nuestro corazón al
Mesías de Israel – Jesús/Yeshua –
aunque no lo supiéramos claramente porque esta era una
revelación sellada para los últimos
días.
El León de Judá, luego de pasada la
terrible ira del Cordero, restaurara el Reino de ISRAEL
con un remanente santo de las doce tribus, escogido de
toda la historia de la "cristiandad" y de la nación
de Israel. Y en ese día el Mesías/Rey dará
respuesta a la acuciaste pregunta que le hicieron sus
discípulos un poco antes de ser levantado a los cielos:
¿restaurarás el reino a Israel en este
tiempo?. Ese tiempo glorioso llegará pronto –
¡Aleluya.! – pero entretanto llega conservemos la fe
verdadera, démosle honra juntamente al Padre y al
Hijo (como ordenó el Padre), y asimismo démosle
honra al Espíritu
Santo que procede de ambos y da testimonio de
ellos.
Así lo afirmó el apóstol Juan con
palabras que no tienen vuelta atrás:
" Cualquiera que se extravía, y
no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que
persevera en la doctrina de Cristo, ése sí
tiene al Padre y al
Hijo".
2 Juan 1:9
Credo de Nicea
Creemos en un Dios Padre Todopoderoso, hacedor de
todas las cosas visibles e invisibles.
Y en un Señor Jesucristo, el Hijo de Dios;
engendrado como el Unigénito del Padre, es decir, de la
substancia del Padre, Dios de Dios; luz de luz; Dios verdadero
de Dios verdadero; engendrado, no hecho; consubstancial al
Padre; mediante el cual todas las cosas fueron hechas, tanto
las que están en los cielos como las que están en
la tierra; quien para nosotros los humanos y para nuestra
salvación descendió y se hizo carne, se hizo
humano, y sufrió, y resucitó al tercer
día, y vendrá a juzgar a los vivos y los
muertos.
Y en el Espíritu Santo.
A quienes digan, pues, que hubo cuando el Hijo de
Dios no existía, y que antes de ser engendrado no
existía, y que fue hecho de las cosas que no son, o que
fue formado de otra substancia o esencia, o que es una
criatura, o que es mutable o variable, a éstos
anatematiza la iglesia católica
Carlos Canosa
(enero de 2006)