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Guía práctica para el logro de objetivos




Enviado por ALBERTO COSTA



    1. El punto de
      partida
    2. Memoria
    3. Imaginación
    4. Clasificación
    5. Intuición
    6. El cambio
    7. Los logros

    NO SIGAS LAS HUELLAS DE LOS ANTIGUOS,

    BUSCA LO QUE ELLOS BUSCARON.

    MATSUO BASHOO.

    Citado por Mario Benedetti en su libro

    "Rincón de haikus", de Editorial Seix
    Barral.

    0. EL PUNTO DE
    PARTIDA.

    El logro de objetivos
    puede ser una determinación o un simple enunciado. Si
    enmarcamos el tema que nos ocupa dentro de nuestras aspiraciones
    más amplias, el simple enunciado de un objetivo muy
    bien definido y delimitado se transformará en
    determinación. Por eso el punto de partida para el
    proceso de
    desarrollo de
    nuestra potencialidad creativa, debe ser el reconocimiento de
    nuestro único, verdaderamente nuestro, instrumento de
    precisión, nosotros mismos. Debemos conocernos
    mejor.

    Conocernos mejor, implica tomar conciencia del
    marco general y particular que constituye nuestra manera de
    pensar y, por lo tanto, de actuar. Esto es imprescindible cuando
    nos proponemos lograr cambios más creativos en nuestra
    propia personalidad y
    en nuestro entorno, por ejemplo.

    Conviene recordar que nuestra personalidad y la de cada
    uno de los que habitamos este planeta, es el centro, el punto de
    intersección, de dos líneas. Una línea
    vertical, que es la historia de toda nuestra
    familia, en
    sus dos ramas, y también la historia de toda la humanidad,
    desde que existe. Y una línea horizontal que la cruza y
    que es nuestra propia historia personal,
    completa, desde la primera infancia, con
    todos los acontecimientos que más influyeron en nuestra
    formación, incluidos los que, en principio, no recordamos.
    Esta es la situación de cada uno de nosotros, los seres
    humanos, en cada momento.

    Las dos explicaciones.

    La tradición cultural de occidente está
    profundamente marcada por la explicación bíblica
    del origen del
    universo y de su desarrollo. Permanece desde hace más
    de 50 siglos. Casi todas las estructuras
    sociales la mantienen, y está presente, en nosotros, como
    base, como sustento, de todo nuestro pensamiento,
    seamos religiosos o no.

    Como aparente contraposición conocemos, con
    mayores o menores datos
    técnicos, la teoría
    de la Gran Explosión, o Big
    Bang.

    Ésta se habría generado por una gran
    concentración de energía que al explosionar
    formó el universo y
    originó los movimientos de expansión y de
    rotación, que se ven en las galaxias, y se repiten en
    nuestro sistema solar, en
    nuestro planeta y en nosotros mismos, ya que cada átomo de
    nuestro organismo está compuesto por un núcleo con
    protones, neutrones y electrones que se mueven en órbitas.
    Como el mismo universo.

    Esta energía, la que originó la Gran
    Explosión, podría ser la misma que menciona la
    versión bíblica, con otra forma. Está
    intacta en nuestros días, y seguirá
    estándolo por mucho tiempo, ya que
    la energía no desaparece nunca. Puede transformarse, pero
    no desaparecer.

    Dicen los científicos que es más que
    improbable que el universo tenga fronteras. Y lo dicen por
    observaciones directas, hechas con telescopios ultra
    sofisticados, lo que les permite afirmar que aquella
    concentración de energía fue tan potente que sigue
    existiendo tal cual. Que permanece, en distintas formas, en todo
    el universo, que sigue evolucionando.

    En la explicación bíblica, Dios crea al
    universo y a todos los seres que en él habitan. Crea al
    hombre y a
    la mujer a su
    imagen y
    semejanza. Tenemos que entender y tener en cuenta, dentro de este
    contexto, que para hacer lo que hizo debía tener una gran
    energía concentrada en su hacer, o que Él mismo
    era, es y será, pura energía. Por eso su
    omnipotencia y su omnipresencia.

    Podría entenderse que estas dos explicaciones
    están hablando de lo mismo, desde distintos puntos de
    vista, de una gran concentración de energía en el
    origen de todo. Debemos tener en cuenta que si las dos
    líneas de pensamiento, predominantes en nuestra
    época, dentro de nuestra cultura
    occidental, concluyen en una gran concentración de
    energía, en el principio, en el origen de los tiempos, nos
    importa a todos, porque de esa energía formamos parte, de
    ella nos nutrimos y por ella vivimos.

    Dice el diccionario de
    la Real Academia Española que energía es la
    capacidad para realizar un trabajo. Hacer
    una tarea de cualquier índole es trabajo. Vivir,
    día a día, es un trabajo.

    Y aparecemos nosotros.

    Con la explicación del origen de la vida
    pasa algo similar a lo que sucede con la del origen del universo,
    hay dos versiones principales. Está la bíblica, en
    la que Dios creó al hombre y a la mujer en el sexto
    día: "Creó, pues, Dios al ser humano a imagen
    suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los
    creó." (Génesis 1-27.)

    Y también tenemos la teoría de la evolución de las especies, de la que
    sabemos que la vida se originó en nuestro planeta a partir
    de organismos unicelulares, acuáticos, y fue
    evolucionando, según las necesidades de adaptación
    al medio
    ambiente. Conviene destacar que cuando se dice que sobreviven
    los más fuertes, se sobreentiende que la fuerza de la
    que se habla es la habilidad para adaptarse al medio y a los
    cambios.

    Casi todos los procesos que
    se dan en la vida, en el sentido más amplio del concepto, se
    repiten en cada uno de nosotros. Hay una relación directa
    entre lo que sucede en las grandes dimensiones, la humanidad en
    su conjunto, por ejemplo, y lo que sucede en las pequeñas
    dimensiones, la vida particular de cualquier persona. Si lo
    pensamos con detenimiento, veremos que en la misma
    evolución normal de un ser humano, desde antes de nacer,
    se repite la historia de toda la existencia de la vida en este
    planeta.

    Todas las personas son generadas por la unión de
    dos células,
    una masculina y otra femenina, que, al unirse pierden su forma
    original y con la energía que liberan en ese proceso,
    constituyen una nueva y única célula,
    que se llama zigoto. Esta es la primera forma en la que
    existimos, con una sola célula, después, por
    división de ésta en dos, comienza el crecimiento,
    también por división, de otras células y va
    formándose, en un medio líquido, poco a poco, y con
    distintas formas, hasta lograr la que tendrá al nacer.
    Todo propiciado por la memoria
    biológica inconsciente. Puro impulso vital.

    Parece que todas las distintas líneas de
    pensamiento están de acuerdo en que la energía es
    primordial y dirigente. Nos quedemos con la teoría que nos
    quedemos, las personas actuales somos como el "último y
    más desarrollado modelo" de
    nuestra propia evolución.

    En la doctrina bíblica, que está
    totalmente integrada en nuestra cultura, como una
    explicación del origen y del desarrollo de nuestra propia
    vida, vemos que, Adán y Eva fueron echados del
    paraíso, por lo que conocemos como el pecado original.
    Este relato nos señala como descendientes de aquellos que
    se dejaron tentar.

    Por lo que, si la serpiente tentó a Eva con la
    manzana, convendría pensar en los efectos que
    producía esa manzana, que era el fruto del árbol
    del bien y del mal. O en el poder que
    tenía la serpiente, a la que en otras culturas, tanto y
    más antiguas que la bíblica, se le atribuye la
    fuerza de la vida.

    Porque luego de la expulsión y como consecuencia,
    se iniciaron como personas, ganándose el pan con el sudor
    de su frente, y el parto con
    dolor, pero con un elemento muy potente a su disposición,
    el mismo poder que parecía tener la manzana, o la
    serpiente, el deseo vital, que es la forma que toma la
    energía universal en los seres humanos. El deseo, con
    todos sus riesgos, como
    Adán y Eva.

    El deseo como instrumento.

    El deseo es la manifestación psíquica de
    una necesidad. Aquí vuelven a cruzarse las dos
    líneas que definen nuestra individualidad. La vertical,
    que indica la necesidad de supervivencia, reproducción y desarrollo de nuestra
    especie. Y la horizontal, más sutil, que señala las
    necesidades propias de cada uno de nosotros, que se manifiestan
    en una necesidad básica, que es la misma en todas las
    personas. Es la necesidad de amor. De
    querer y ser querido, atendido, cuidado y alimentado. Esto se ve
    claramente en los bebes. Después vamos creciendo y
    aprendiendo y la necesidad básica va tomando formas
    más específicas, el niño ya puede comer solo
    y, además, le apetece mostrar su habilidad.

    El deseo, entonces, se va abriendo en distintas ramas,
    como en un árbol, cada rama se subdivide en dos o en tres
    más. Siempre permanecen el tronco y las ramas principales,
    otras siguen brotando, y otras se caen. Así como en la
    necesidad pasa con el deseo, que es quien debe instrumentar los
    medios para
    satisfacer dichas necesidades. Tiene una línea principal y
    se subdivide, según lo marquen las nuevas necesidades.
    Éstas pueden originar nuevos deseos más y
    más sofisticados, según los gustos o las
    posibilidades, aunque siempre siguen siendo del mismo
    tronco.

    Lo que sucede con el universo y con la humanidad, que es
    el conjunto de todos, sucede también con cada uno de
    nosotros, estamos evolucionando, a los tropezones, pero
    evolucionamos. Nuestro deseo sigue siendo igual que el de
    nuestros antepasados, con una parte consciente y la otra
    inconsciente, la que se percibe en los sueños, por
    ejemplo. Las dos partes apuntan a lo mismo, a vivir más y
    mejor, a mejorar nuestra calidad de
    vida. Siguiendo los propios criterios sobre el significado de
    calidad de
    vida.

    Si tiene alguna sugerencia o duda sobre este
    capítulo no deje de comunicarse con el autor, en

    1.
    CONCENTRACIÓN

    Es lo más difícil de conseguir. Hay que
    seguir un proceso. Si nos hemos decidido a producir un cambio en
    nuestra calidad de vida, de acuerdo a nuestros propios criterios
    de calidad, veremos que es una propuesta tan abarcadora, tan
    amplia, que puede producir vértigo. Este es el primer
    hecho que nos sorprende, la confusión, el no saber por
    donde empezar. Esto es lo normal, cualquier intento de negarlo, u
    omitirlo, nos conduciría a una mayor confusión, o a
    dejarlo, a permanecer tal cual. Después de todo,
    confusión no es más que desorden.

    Cuando la propuesta es muy amplia salen todos los deseos
    en tropel, todos juntos, sin orden. Mejorar nuestra propia
    calidad de vida puede convocar imágenes
    de un coche nuevo, o una lavadora, unas vacaciones, cambiar de
    casa, de empleo, hacer
    un plan de estudios,
    o dejar de estudiar, buscar trabajo, jubilarse, en fin, todo esto
    y todas las variantes que abarcan el tópico de salud, amor y dinero.
    Entonces hay que poner orden. Y desde dónde, sino desde el
    entendimiento de la propia situación nueva.

    Nuestra propuesta de cambio nos coloca ante una
    situación distinta a todas las anteriores. Al proponernos
    un cambio, nos encontramos ante una situación
    nueva.

    Las situaciones nuevas pueden provocar un conflicto
    entre lo deseado y la intranquilidad por lo que podremos
    encontrarnos en el camino, además de una cierta
    sensación de pérdida por el abandono de la relativa
    comodidad actual que tendremos que dejar. Pero queremos producir
    un cambio para mejorar nuestra calidad de vida, así que
    habrá que pasar a la acción.
    Y, necesariamente, lo primero es analizar, a la situación
    que queremos crear y a nuestras posibilidades como instrumentos
    de producción creativa.

    Producir, significa engendrar o procrear, y es evidente
    que se procrea o engendra algo nuevo, por lo que nuestra actitud frente
    a este proceso tiene que ser casi virginal. La mayoría de
    nosotros hemos escuchado, o leído, aquello de "sólo
    sé que nada sé". Esta es la actitud más
    correcta frente a una nueva situación, de ella no sabemos
    nada. Es nueva. Debemos juntar información sobre ella. Para eso contamos
    con nuestros sentidos, nuestros sistemas de
    percepción.

    Revisemos algunos conceptos conocidos.

    Nuestra percepción funciona, en principio, con
    nuestros cinco sentidos más habituales. Estos sentidos nos
    nutren con información, pero esta información es
    traducida por nuestro pensamiento más frecuente, el que
    todavía no incorporó, porque está en pleno
    proceso de producción, la nueva tarea que hemos decidido
    emprender. Esto nos puede conducir a dejarnos llevar por la
    primera impresión, por la apariencia, por el primer plano
    de lo que vemos, oímos, tocamos, gustamos, u
    olemos.

    Los sentidos físicos pueden ajustarse, las gafas
    y los audífonos son un ejemplo. La interpretación de lo que nos informan
    nuestros sentidos, es lo que más nos debe importar en el
    momento en que decidimos emprender la tarea de mejorar nuestra
    calidad de vida. También puede y debe ajustarse. Lo
    fundamental es no dejarse aprisionar por lo que "parecen ser", la
    gente, los conflictos y
    las cosas. Según sean las necesidades, de acuerdo con
    nuestro objetivo, es más que conveniente, volver a mirar,
    oír, tocar, gustar, u oler. Más de dos veces
    mejor.

    Esta intencionalidad de verificar lo que se percibe de
    una situación determinada, de una persona, o de un objeto,
    nos servirá para todo, especialmente para definir con
    más precisión lo que nos hemos
    propuesto.

    Aunque todavía estamos dentro de la
    confusión inicial, ya la podemos situar en el tiempo y el
    espacio, desde nuestra seguridad en que
    el pasado ya pasó, y para el futuro falta mucho, decidimos
    que el espacio es "aquí" y el tiempo "ahora". Aquí
    y ahora, para elegir la dirección de nuestra próxima etapa.
    Esta ubicación es la que nos permitirá poner orden
    en la confusión, o caos, inicial.

    Dijimos que confusión es desorden y que este
    desorden, en la etapa inicial, está producido por la
    irrupción de muchísimos deseos
    simultáneamente, inducidos por asociaciones con el deseo
    principal, el de mejorar nuestra calidad de vida.

    Recordemos que el deseo principal nos lo representamos
    como un árbol. La forma más común que usamos
    es, tronco, una, dos, o varias ramas gruesas, otras ramas
    derivadas, y
    muchas más ramas menores. Como referencia imprescindible
    se debe tener en cuenta a las raíces. La parte que
    generalmente no está a la vista.

    Las raíces son una parte muy importante. Para
    nosotros son una reserva de energía con la que usualmente
    no contamos. Como personas, con nuestra propia historia y la de
    toda la humanidad, desde que existe, llevamos en nosotros una
    fuerza, un impulso evolutivo, que se mantiene idéntico en
    todas las generaciones, y que funciona, aparentemente, por su
    cuenta.

    Aunque no tengamos ganas, igual crecemos y llegamos a
    adultos y a viejos. A este impulso evolutivo lo conocemos, es lo
    que mucha gente dice, refiriéndose a los niños,
    que cada vez "vienen" más inteligentes. Es cierto,
    también son más altos. Y nosotros, seguramente,
    somos más inteligentes que nuestros padres y más
    altos.

    Nuestro granito de arena.

    Al impulso evolutivo lo conocemos, más de una vez
    nos hemos imaginado lo que pudo haber sido el camino de los seres
    humanos desde las cavernas hasta aquí. Una parte, la
    más cercana a nosotros, nos la pueden haber contado
    nuestros padres, o nuestros abuelos. Entonces, si la
    evolución, o el progreso, se va desarrollando, incluyendo
    nuestra participación, nuestro granito de arena, queda
    claro que el impulso evolutivo nos está señalando
    una línea, muy amplia, sobre la cual podemos ordenar los
    niveles de nuestra tarea.

    Esta es una línea en la que las condiciones
    generales son favorables, como cuando andamos con el viento a
    favor. Nosotros, siguiendo esa línea, podemos comprobar
    que el título amplio de nuestro propósito
    está, por derecho propio, adjudicado al tronco del
    árbol, porque así lo refrendan sus raíces,
    porque desde los orígenes, se busca mejorar nuestra
    calidad de vida.

    Y así sigue el trabajo
    individual e íntimo de cada persona con cada rama. A veces
    da buen resultado pensar en las hojas y en las flores o frutos de
    nuestro deseo, para organizar la estructura de
    las ramas principales, para darles nombre también a las
    secundarias y a todas las que las sigan.

    Si lo del tronco y el título principal
    funcionó bien, sigamos con el mismo método
    para las ramas, vayamos poniendo cada rama, a las que ya dimos
    nombre, en el sitio adecuado, poniendo en orden nuestras
    necesidades con nuestras posibilidades actuales.

    El árbol es un perfil nuestro, debemos
    organizarlo desde el tronco, donde cada rama principal es un
    sustento básico para los posibles frutos. Sin olvidar que
    estamos trabajando aquí y ahora, no en otro sitio, ni en
    otra época de nuestras vidas. Así que debemos
    pensar en qué es lo primero que podemos hacer para ir
    concretando nuestro objetivo principal. Aquí conviene que
    recordemos que todo lleva un proceso. Y que no conviene
    apresurarse.

    Las ramas principales suelen ser las que coinciden con
    las necesidades vitales, con la supervivencia, con los recursos
    básicos. Esto sucede en todas las ocupaciones, remuneradas
    o no. Si es una ama de casa, atenderá primero a lo
    básico, conseguido esto, empezará a ocuparse de
    otras cosas. Un médico hará igual y un carpintero,
    y así en todas las especialidades existentes. Todas las
    ocupaciones implican que primero hay que aprender el oficio, el
    que sea, haciéndolo, como aspirante o aprendiz,
    después ejercerlo con maestría, más tarde
    aún se perfeccionará más.

    De acuerdo con nuestro oficio o aficiones, si ya hemos
    cubierto nuestras necesidades básicas, elegiremos lo que
    consideramos que es el indudable próximo paso a dar, ese
    próximo paso se transforma, por ahora, en nuestro objetivo
    principal, en el que debemos resolver primero. Si sigue estando
    en la misma línea, en la de estar en consonancia con el
    impulso evolutivo, dirigiremos toda la fuerza que sostiene a todo
    el árbol estructurado por nuestro deseo y al propio
    impulso evolutivo a una sola tarea, a la que debemos hacer
    primero. Sin perder de vista el objetivo principal, del que ya
    nos hemos hecho una imagen muy detallada, que será la
    guía para todo nuestro trabajo.

    A veces conviene subdividir cada tarea, como un metro,
    que está subdividido en centímetros y en
    milímetros, sin dejar de ser un metro. Conviene prestarle
    atención a todos los detalles, si tenemos
    que salir de casa, nos habremos acicalado y vestido. Parece
    obvio, pero también hubo que pensarlo, decidirlo, y
    hacerlo.

    El objetivo elegido puede ser, todavía, un poco
    amplio, puede abarcar dos o tres tareas previas, las podemos
    subdividir, cada mínima tarea resultante será
    nuestro objetivo principal. El orden se organiza desde la primera
    tarea necesaria para ponerse en movimiento y,
    de paso, aprender con la práctica, para las siguientes.
    Terminada la primera, inmediatamente vendrá la segunda,
    sin pausa y sin prisa.

    Al iniciar la práctica, lo primero es atender y
    observar lo más acertadamente posible, al gráfico,
    o imagen, que nos hacemos de esta primera situación de
    producir un cambio. Atención al interpretar lo que
    percibimos, la nuestra es una situación concreta, si se
    trata de una entrevista de
    trabajo, o un negocio, o un examen, lo que está en
    juego es
    sólo un examen, o una entrevista, o un negocio, no toda
    nuestra personalidad.

    Ahora sí, la
    concentración.

    Por este camino dejamos a la confusión
    atrás. Ahora tenemos un objetivo muy concreto,
    debemos reunir información sobre él utilizando
    todos los sistemas de percepción y atendiendo a nuestras
    sensaciones. Al elegir un campo de acción lo delimitamos,
    lo acotamos. Lo que significa que toda nuestra capacidad de
    atención se concentrará sobre esa parcela, toda la
    fuerza que emana de nuestro deseo de conseguir un cambio
    más productivo en nuestra calidad de vida la concentramos
    sobre esta única zona.

    Concentrar, es reunir en un centro o punto lo que estaba
    separado. La fuerza, la energía que disponemos, suele
    dispersarse en imágenes demasiado amplias, o en la simple
    sumatoria de deseos parciales. Si la concentramos sobre un solo
    punto, que será el centro de nuestra actividad, nos
    permitirá hacer un reconocimiento acertado y objetivado de
    la situación que tenemos que resolver.

    Esto nos permitirá evaluar las
    características generales y particulares de la actividad
    que debemos desarrollar, y con esta evaluación
    podremos trazarnos planes adecuados, ponerlos en práctica
    y cumplirlos.

    Contamos con una fuerza doble, la nuestra de siempre,
    más la que hemos reconocido como el impulso evolutivo, que
    viene de muy lejos, pasa por nosotros y seguirá
    después de nosotros. Esto es nuevo, no estaba en nuestra
    conciencia cotidiana. Nos entusiasma, pero nos crea
    incertidumbre, incluso inquietud.

    Si tiene alguna sugerencia o duda sobre este
    capítulo, no deje de comunicarse con el autor, en

    2. MEMORIA.

    Saber que nuestra usual definición de nosotros
    mismos es parcial, que no abarca todo lo que somos, porque somos
    algo más. Bastante más. Es algo que conmociona
    profundamente. No es una novedad, estamos enterados, lo sabemos,
    nos lo contaron, lo leímos, o lo escuchamos, pero no
    siempre lo tuvimos en cuenta. Resulta más fácil
    pensarse como una unidad dependiente exclusivamente de nuestra
    voluntad. Pero no es así.

    Lo nuestro es una permanente y repetida dualidad. Entre
    nuestra conciencia, que es como la parte visible de un iceberg y
    todo nuestro sistema
    inconsciente, del cual no podemos dar cuenta. Ni de su amplitud,
    ni de su calidad, ni de su cantidad. A veces podemos deducir su
    enorme importancia por pequeñas muestras accesibles a
    nuestro entendimiento usual.

    Nuestro organismo, por ejemplo, comenzó a
    formarse y se completó, sin que nuestra voluntad tuviera
    ningún papel. Cuando movemos un brazo, o una pierna, en
    una situación normal, desarrollamos una acción
    voluntaria, pero pestañamos, por ejemplo, según las
    necesidades de nuestros ojos, sin pensarlo premeditadamente. La
    realidad es que primero existimos, mucho más tarde
    pensamos, y sentimos y nos emocionamos.

    Conocemos la constitución de nuestro organismo por
    haberlo estudiado, pero la mayoría de las veces nos
    enteramos de la existencia de algún órgano o
    glándula cuando no funciona bien, cuando nos duele, o
    cuando nos enfermamos. Lo más normal es que los pulmones,
    el corazón,
    el hígado, y todos los demás órganos,
    glándulas, músculos, huesos,
    células y sistemas más complejos, funcionen sin que
    nuestro pensamiento los determine.

    Esto nos indica que el impulso evolutivo funciona en
    cada uno de nosotros, con particularidades propias, más
    allá de nuestro pensamiento habitual, muchísimo
    más allá todavía de lo que comúnmente
    llamamos nuestra voluntad.

    Ya lo vimos anteriormente, nuestra identidad es
    el centro, el punto de cruce, de una línea que representa
    la particularidad de nuestra propia historia, con otra
    línea, que es la historia del impulso evolutivo, del
    desarrollo de la energía vital que comenzó con el
    inicio del universo, con la formación de nuestro planeta,
    con la aparición de los primeros micro-organismos, hasta
    llegar a nosotros. Y se nos manifiesta como la necesidad
    básica de nuestra especie que bien puede ser representada
    por el precepto bíblico que dice "Creced y
    multiplicaos",
    que es nuestro instinto erótico,
    dirigido, en principio, hacia la reproducción de la
    especie.

    Incorporar esto a nuestra conciencia no es fácil.
    Pero es fundamental. Porque al manifestar nuestro deseo de
    evolución personal, de mejorar nuestra calidad de vida,
    estamos en consonancia con las necesidades de todos nuestros
    congéneres. Lo que significa que no estamos solos en
    nuestra tarea. A pesar de que la primera apariencia indique lo
    contrario, la soledad es una ilusión.

    Los opuestos complementarios.

    Conviene pensar sobre esto, porque al proponernos un
    objetivo muy concreto descubrimos que tenemos más
    instrumentos que los que suponíamos. La dualidad que se
    forma entre los dos conceptos, ilusoriamente separados, que son:
    nosotros como personas, y nosotros como una unidad más del
    conjunto de la especie humana, tenemos que unirla en nuestra
    conciencia. Somos las dos cosas simultáneamente, por lo
    que nuestra fuerza se multiplica.

    Y cuando hablamos de nuestra fuerza lo hacemos siempre
    refiriéndonos a la nuestra en relación con nuestra
    tarea. Tenemos un objetivo amplio y hemos determinado cuál
    será nuestro primer paso, después lo encadenaremos
    con otros que nos llevarán a conseguir lo que nos hemos
    propuesto. Porque el éxito
    se va viviendo durante el proceso, con la sucesión natural
    de cada una de las tareas que se van logrando.

    Nuestra fuerza se multiplica en el momento en que
    tomamos conciencia de ella. Porque las personas, al vivir en
    sociedad,
    transformamos instintos parciales, que pertenecen a etapas muy
    primitivas del desarrollo
    humano, en impulsos culturales más creativos,
    individual y socialmente, y estos mantienen toda su gran
    capacidad energética, la misma que tiene el propio
    instinto de reproducción. El arte y la ciencia nos
    lo señalan en cada una de sus manifestaciones.

    Entender esto nos permite tener una idea de toda nuestra
    potencialidad, aunque todavía nos falte un poco de
    práctica, por eso debemos volver, una y otra vez, a
    concentrarnos en el objetivo elegido y seguir juntando
    información clara, precisa y real sobre nuestra tarea,
    sobre nosotros mismos y sobre la interacción que se da entre nuestra tarea y
    nosotros.

    Porque el trabajo que estamos haciendo nos va cambiando,
    éramos de una manera determinada antes de tomar la
    decisión de mejorar nuestra calidad de vida, cambiamos al
    tomar la decisión y seguimos cambiando mientras avanzamos
    en el camino que elegimos. Ante nosotros, y ante los
    demás, si fuera necesario, nos definimos por lo que somos
    y por lo que estamos haciendo hoy, aquí y
    ahora.

    Posiblemente lo más importante que vemos, en este
    momento, es la necesidad de incorporar el concepto de dualidad a
    nuestra definición de nosotros mismos y de los
    demás. Es una cuestión básica, fundamental.
    Debemos ampliar nuestro campo de conciencia. Lo que normalmente
    conocemos como inconsciente, no consciente, o subconsciente, no
    es un simple enunciado teórico, es una realidad, y como
    tal debemos incorporarla al definirnos. Por una simple
    cuestión práctica, somos así, así
    estamos hechos. Y es muy útil, para todo. Especialmente
    para la resolución de la tarea que nos hemos
    propuesto.

    Porque ya hemos visto que debemos volver, una y otra
    vez, a la concentración sobre esta tarea y que debemos
    juntar el máximo de información posible,
    revisándola frecuentemente para asegurarnos que entendemos
    bien lo que tenemos que hacer. Y ¿dónde depositamos
    los datos que percibimos? En la memoria.

    El protagonismo de la memoria.

    Nuestra memoria, necesariamente, abarca dos planos.
    Nosotros no podemos mantener en el primer plano de la conciencia
    todo lo que percibimos. Debemos, inevitablemente, utilizar otros
    planos, no conscientes. Ese es el papel de nuestra memoria, que
    funciona como un gran archivo. Almacena
    todo lo que hemos vivido, pensado o sentido. Todo lo que nuestros
    sentidos han percibido. Incluso datos de la realidad que no hemos
    pensado conscientemente. Es más, acaudala datos que han
    incorporado todos los seres humanos desde el inicio de su vida
    como tales. Los nuevos y asombrosos descubrimientos de la
    genética lo confirman.

    Esto significa que tenemos a nuestra disposición
    una infinita cantidad de conocimientos acumulados en nuestra
    memoria. Datos precisos, propios y ajenos, aunque, para ser
    más exactos, nada de lo que haya pensado, sentido, o
    hecho, cualquier ser humano, nos es ajeno. Todos, con distintas
    especializaciones, estamos en la misma historia, todos buscamos
    adaptación y mejoría. Puede ser que no recordemos,
    automáticamente, quién inventó el teléfono, pero lo usamos y lo reconocemos
    como un gran avance para el intercambio de información. Y
    así, con todo.

    De la memoria no desaparece nada, más de uno se
    habrá asombrado al recordar nítidamente
    algún suceso de su infancia, o algún relato que
    pudo hacerle su abuelo, o una escena de una película, o de
    una novela. La
    información disponible es tan amplia que permanece por
    detrás del primer plano de nuestra mente. Pero, al primer
    estímulo, surgen los datos que necesitamos.

    De esta manera, cuando nos concentramos en nuestra tarea
    actual surgen de nuestra memoria todo lo que sabemos que
    necesitamos, más una cantidad considerable de situaciones
    similares que nos pueden ser muy útiles. O no. Depende de
    la interpretación que hayamos hecho de los sucesos o
    sensaciones allegadas. Y no sólo de nuestras
    interpretaciones, también de las que hayan hecho nuestros
    antecesores. Sabemos que algunos tabúes aparentemente
    inamovibles dejan de serlo en algún momento. Por eso es
    tan importante la verificación de lo que observamos y la
    corroboración de todo lo que percibimos.

    Para cualquier pregunta, o sugerencia, sobre este
    capítulo comuníquese con el autor en

    3.
    IMAGINACIÓN.

    Verificar lo que observamos y corroborar lo que
    percibimos. Parece difícil. Solemos tener la mente ocupada
    por mil cosas al mismo tiempo. Por lo que necesitamos un espacio
    tranquilo y un mínimo de tiempo sólo para nosotros,
    para reflexionar. Para volver a pensar en la tarea que nos hemos
    fijado, ahora con más elementos a nuestra
    disposición.

    Ya sabemos que nuestro protagonismo es doble, individual
    y colectivo. Sabemos también que nuestro propósito
    y la fuerza que lo hará posible, nuestro deseo, se
    entroncan con el impulso evolutivo de toda nuestra especie. Ahora
    debemos encontrar la utilidad
    práctica de este conocimiento.

    Esto requiere reflexión, o meditación,
    pero no en forma abstracta, amplia, o general, lo que nos ocupa
    es nuestra tarea, la que hemos elegido, sobre ella debemos volver
    a pensar. En imágenes. Intentando visualizar nuestro
    objetivo, el más inmediato. Es la mejor forma.

    Conviene tener en cuenta que cualquier otra tarea que
    hayamos comenzado en toda nuestra historia nos pareció
    difícil en el principio. Siempre se aprenden con mayor
    dificultad los primeros pasos, después, cuando ya se tiene
    alguna práctica, todo se hace más
    fácil.

    En este caso, se trata de hacerse una imagen de la tarea
    que queremos concretar para revisarla, para ver si le hace falta
    algún ajuste. Comenzaremos haciendo un boceto, un esquema
    sencillo, después le iremos agregando los
    detalles.

    Con ese primer boceto en la mente, dejamos que nuestra
    memoria comience a buscar imágenes similares, situaciones
    que ya hemos vivido, o leído, o visto en alguna
    película. Todo está archivado en nuestra memoria, y
    se activa cuando la estimulamos con un objetivo
    preciso.

    Esto es algo que sucede siempre, así funciona
    nuestra memoria cuando limitamos nuestra concentración a
    un solo propósito, es como buscar en un fichero, en un
    sólo apartado, en el que está definido por nuestro
    propósito más inmediato. De todas las
    imágenes que nos vengan a la mente seleccionaremos los
    detalles que nos sirvan, que enriquezcan y amplíen nuestra
    imagen inicial.

    Es muy posible que nuestro primer objetivo sea resolver
    una situación que ya intentamos solucionar anteriormente y
    no pudimos hacerlo, por ejemplo una entrevista de trabajo. Si
    hacemos un esquema simple de esa situación y delimitamos
    voluntariamente nuestro campo de observación sólo a ese esquema y
    reflexionamos sobre él, seguramente veremos a la persona
    con la que tenemos que entrevistarnos como alguien muy similar a
    nosotros mismos. Está haciendo su trabajo dentro de unas
    condiciones prefijadas por su objetivo, como persona y como
    funcionario o empresario,
    por lo tanto, no es un adversario.

    La intranquilidad que suele estar presente en ese tipo
    de circunstancias, puede reducirse, si entendemos que hay un
    punto común entre su necesidad y la nuestra. Ese punto en
    común es el que más interesa y se descubre y se
    amplía, en la previa reflexión sobre esa
    situación que nos sirve de ejemplo, o sobre cualquier otra
    situación particular.

    Ese punto en común está a la vista, es un
    encuentro entre alguien que necesita unos determinados servicios y
    alguien que puede suministrárselos. Sin embargo, al hacer
    un gráfico mínimo de la situación, una mesa
    y dos personas frente a frente, tenemos la impresión de
    que se trata de un enfrentamiento.

    Si volvemos a mirar, si observamos, veremos sólo
    un par de opuestos, como en todas las cosas, como el día y
    la noche, como nuestro sistema consciente y nuestro sistema
    inconsciente, en realidad son opuestos pero complementarios. En
    lo más evidente, en lo que los define, en lo que
    están haciendo esas dos personas en esa
    entrevista.

    Están trabajando y sabemos que cada uno lo hace
    lo mejor que puede, con la sana intención de evitar
    cualquier alteración negativa de su estado de
    ánimo. Saber eso, tenerlo en cuenta y respetarlo, facilita
    la tarea de cada uno, crea buen clima y ya
    sabemos que uno cosecha de acuerdo a lo que siembra. Como
    también sabemos que hay un tiempo para la siembra y otro
    para la cosecha.

    De lo particular a lo general.

    Eso que sabemos, debemos incorporarlo a nuestro sistema
    de pensamiento, especialmente cuando lo tenemos concentrado en un
    propósito concreto que al realizarse nos acercará
    más a nuestro objetivo principal que, en nuestro caso, es
    el de mejorar nuestra calidad de vida. Este propósito que
    genera una tarea que se convierte en nuestro primer objetivo, es
    lo que fortalece nuestra voluntad, que se hace más y
    más efectiva cuanto más ampliamos nuestra
    comprensión de los sucesos que nos ocupan.

    Todo aquello que intentemos repetidas veces será
    un aprendizaje,
    es posible que alguna vez nos parezca estar situados en el mismo
    sitio en el que estábamos antes de empezar. Basta una
    mirada hacia atrás para ver que no es cierto. Todo
    evoluciona y nosotros somos parte del todo. Nuestra
    evolución es en espiral, en la escuela hemos
    visto que año tras año se estudiaban matemáticas o lenguaje,
    además de otros temas, y no nos parecía lo mismo,
    sin embargo partíamos de lo conocido y cada tanto se
    agregaba un concepto nuevo, o un proceso distinto.

    Eso nos sucede con la experiencia que vamos acumulando,
    en cuanto la hacemos consciente nos damos cuenta que tenemos
    mayor efectividad, que el supuesto punto igual al del inicio,
    está, en realidad, un poco más arriba, en esa
    espiral evolutiva, a la que también vemos, con
    características casi idénticas, en el universo, que
    es nuestra referencia de lo más grande, y en nuestra
    organización genética, en la doble
    hélice del ADN, que es
    nuestra referencia de lo más pequeño.

    Este movimiento común de nuestra propia historia
    y de toda la historia que hayamos estudiado, que es igual al de
    nuestras macros y micros
    referencias, nos puede ayudar a pensar en que, posiblemente, la
    llave para lograr nuevas formas más creativas y
    productivas de pensar y planificar nuestra acción, sea la
    de utilizar nuestra capacidad de formar imágenes mentales.
    Éstas son representaciones visuales de lo que estamos
    planificando, nos conviene incorporarlas como instrumento de
    trabajo. La imaginación se traduce en la capacidad de
    formar nuevas imágenes, de modificar las anteriores, y ver
    nuevos y antiguos proyectos, en
    movimiento, y perfectamente definidos.

    Busquemos evidencias no
    pensadas anteriormente.

    De esta manera se nos hará posible buscar
    vínculos entre lo más evidente, entre lo que nos es
    tan conocido que casi no miramos, o no tenemos en cuenta, el
    universo, nuestro planeta, el medio en el que vivimos, nuestro
    propio organismo, y nuestro funcionamiento frente a nuestra
    tarea. La imaginación, la posibilidad de visualizar,
    aplicada a nuestra tarea, es el resultado de una permanente
    interrelación entre nuestro deseo y nuestra experiencia,
    toda, la propia y la colectiva, la que está en nuestra
    memoria. Se alimentan mutuamente. Y crecen.

    Esta es la complementación de opuestos que
    más nos interesa, la que podemos hacer en nosotros.
    Empezamos con la de cuerpo y psiquis, que es el sistema
    psíquico y el diccionario la traduce por el alma humana. Y
    llegamos a la complementación de lo consciente y lo que
    estaba archivado inconscientemente. Entonces comienza a funcionar
    la imaginación, en un proceso individual, pero con
    características promediables con el conjunto. Entonces
    vemos que nos conviene buscar vínculos entre lo más
    evidente y nuestro funcionamiento en nuestra tarea.

    La naturaleza se
    nos ofrece como modelo a seguir, y que mejor ejemplo de la
    naturaleza que nosotros mismos. En nuestro organismo tenemos
    flora, fauna y minerales. Somos
    una complementación de los cuatro reinos.
    Además tenemos agua, aire, tierra y
    fuego, los cuatro elementos. Si a esto le sumamos el movimiento
    constante de todos los elementos que nos constituyen, podemos
    vernos y sentirnos como un polo de la relación entre lo
    grande y lo pequeño, podemos sentirnos verdaderamente,
    "Hechos a imagen y semejanza de Dios".

    La creación está hecha, o, más
    correctamente, está haciéndose. Y nos sirve como
    modelo. Nos conviene tener en cuenta que todo lo que vemos en el
    universo, se repite en nuestro organismo y viceversa. Es,
    también, el modelo que seguimos en nuestro funcionamiento
    profesional y social. Todos sabemos que los planetas se
    concentran en sistemas, como el nuestro, el solar, y que las
    estrellas lo hacen en constelaciones, y después, o antes,
    las galaxias.

    También sabemos que en nuestro cuerpo, distintos
    órganos confluyen y constituyen distintos aparatos
    funcionales, como el circulatorio, el respiratorio, el digestivo,
    y todos los demás. Incluso ahora sabemos, por los
    adelantos en las investigaciones
    de la biología genética, que hasta las
    células se especializan en tareas definidas confluyendo y
    constituyendo a los distintos órganos.

    Es curioso, pero evidente, que nosotros, como personas,
    seguimos el mismo modelo. De acuerdo con nuestros gustos,
    afinidades y posibilidades, nos vamos especializando en algo.
    Alguna gente hace un camino directo hacia su
    especialización, otra hace distintas variables.
    Algunas cambian sobre la marcha, otras se mantienen, y otras
    tienen más de una especialidad. Esa especialización
    requiere información, aprendizaje, práctica y
    más información.

    Entonces se confluye con otros especialistas y se
    constituyen asociaciones, se publican periódicos, se hacen
    jornadas de trabajo, congresos, etc. El tema interesa a todos y
    los aportes de los más avanzados ayudan al conjunto y se
    avanza más. O no, pero todo es perfeccionable.
    Generación tras generación. Hay momentos de
    involución, pero se superan, el impulso vital, el fuego,
    lo instintivo y sus sublimaciones, es evolutivo. Desde el
    Diluvio, desde el Arca de Noé, hasta acá, seguimos
    luchando por comprender, y por poder aplicar, lo mejor posible,
    lo que comprendemos.

    Entonces miraremos nuestro propio modelo de trabajo una
    vez más. Nos concentramos sobre nuestra tarea, la situamos
    tal como está ahora con relación a su medio
    natural, verificamos esa situación con toda la
    información que disponemos. Buscamos más
    información, le agregamos el factor dinámico, el
    movimiento que vimos en nuestras referencias, cotejamos la imagen
    de la situación deseada con la situación actual y
    examinamos, en el gráfico que sintetiza las dos
    imágenes, posibles nuevos caminos que posibiliten la
    confluencia total, o la más similar posible, entre lo
    deseado y lo conseguido. Adecuamos, o modificamos nuestros planes
    y seguimos.

    Si tiene alguna sugerencia o pregunta para hacer sobre
    éste capítulo, no deje de comunicarse con el autor,
    en:

    4.
    CLASIFICACIÓN.

    Para adecuar o modificar nuestros planes, si es que
    resulta necesario, debemos tener en cuenta que nuestra propia
    evolución mental, emocional y sentimental, se ha dado
    dentro de un progreso natural, como organismos vivos muy
    complejos, incluidos dentro de un contexto
    familiar y social. La interrelación entre nosotros y
    nuestro medio ambiente es
    total, aunque no siempre la tengamos presente en la superficie de
    nuestra conciencia.

    Lo que nos interesa en este momento está
    condicionado por nuestro sistema de ideas y de valores, pero
    este sistema se ha ido formando en nosotros desde nuestra primera
    infancia. Lo hemos modificado. Le hemos agregado, o quitado, o
    reinterpretado, algunos valores y algunas ideas. Esto se fue
    dando en algunas etapas cruciales de nuestro propio
    desarrollo.

    Es deseable y muy conveniente que lo sigamos haciendo
    con cierta periodicidad. Pero no siempre se hace
    así.

    Un problema que suele surgir, es que algunas personas
    llegan a un momento en el que se dicen que ya están
    totalmente desarrollados, y no vuelven a revisar sus sistemas de
    ideas y valores. Esto significa que es muy probable que algunos
    modelos
    referenciales que utilizan con toda naturalidad pueden haber
    perdido vigencia.

    La propia dinámica que llevamos, marcada por
    urgencias inmediatistas, nos dificulta, en la mayoría de
    las situaciones, la verificación de los datos que
    utilizamos como base para el análisis de nosotros mismos frente a
    nuestro propósito y a nuestras posibilidades.

    Es prácticamente imposible ser iguales a nosotros
    mismos a través de toda nuestra historia. Sin embargo,
    algunos de los valores,
    conceptos y significados, que utilizamos, los hemos incorporado
    en etapas anteriores, cargadas de emociones que
    tuvieron que ver con el momento en que las fijamos en nuestro
    sistema psíquico. El encuentro con una persona con
    autoridad, por
    ejemplo, puede estar ligado con una sensación
    íntima de pequeñez y de desprotección que se
    corresponde con una vivencia particular del pasado.

    Es indudable que necesitamos observar, contrastar y
    diferenciar, lo que nos sucede hoy, en nuestro funcionamiento
    cotidiano, en nuestra decisión de cumplir con nuestro
    objetivo, con aquella sensación que, aunque nos haya
    marcado profundamente, ya no tiene porque afectarnos de la misma
    manera, porque estamos en otro momento y en otra
    situación, así que ya no se corresponde con nuestra
    realidad actual. Simple y sencillamente no nos es útil
    para nada.

    Organicémonos conscientemente.

    La experiencia de vida que hemos ido acumulando
    está desorganizada. Nuestros sentimientos, condicionados
    por nuestras emociones, han dado significados particulares a cada
    una de las experiencias vividas y esto es lo natural, así
    sucede casi siempre en todas las personas. Pero lo natural puede
    y debe ser modificado. Lo hace así la ciencia, la
    técnica y el arte.

    Nuestra tarea es la que nos indica la dirección.
    Hemos decidido vivir cada situación que se nos presente
    como una situación nueva, no importa que sea muy similar a
    alguna otra anterior, nuestro grado de atención consciente
    es el que nos indica las modificaciones que hay en la realidad
    misma y en nosotros, aunque a primera vista parezcan
    imperceptibles. Como consecuencia podremos darle significados
    nuevos a situaciones aparentemente muy conocidas.

    El desarrollo es en espiral ascendente. El entendimiento
    de las circunstancias se da en distintos planos, es posible y
    necesario traspasar los planos más evidentes para
    encontrar una nueva forma de entendimiento de nuestro accionar en
    el camino hacia el objetivo deseado. Esto requiere equilibrio y
    atrevimiento. Nuestra experiencia, más la experiencia de
    nuestros iguales, nos señalan los campos limitados de las
    acciones
    posibles, pero sabemos que hay más. Cada nuevo
    descubrimiento científico, tecnológico o
    artístico, nos indica que nuestras posibilidades son tan
    amplias como las del propio universo.

    Somos, no nos olvidemos, un micro universo. Y de este
    concepto, y de la interrelación y semejanza entre lo
    más grande y lo más pequeño, proviene el
    equilibrio necesario para cumplir con nuestro objetivo. Porque
    nuestro objetivo es el centro de toda nuestro accionar.
    Observamos, reconocemos, meditamos y trabajamos en función
    del logro del objetivo prefijado, que es, a su vez, el que nos da
    la pauta de nuestros avances o retrocesos relativos.

    Es muy importante tener en cuenta que cada uno de
    nosotros, cuando está en plena actividad, trabajando
    objetivo tras objetivo para lograr una mejor calidad de vida, es
    el instrumento, que debemos perfeccionar, y el campo de
    acción en el que opera este instrumento. Lo que es decir
    que somos, simultáneamente, los productores y el producto del
    proceso en el que estamos. Y somos nosotros los que dirigimos
    este proceso y los que lo debemos controlar y organizar. Por lo
    que nuestra acción debe mantener un equilibrio permanente
    entre nuestro entusiasmo y nuestra prudencia.

    Porque a medida que avanzamos descubrimos nuevos
    sectores de nosotros mismos que nos son prácticamente
    desconocidos, como la capacidad de vernos en acción,
    relacionándonos con otras personas, en distintas
    situaciones, y, al mismo tiempo, vernos con relación a
    nuestro deseo, que se concretó en un propósito y la
    coincidencia o desvío de nuestro accionar con
    relación a nuestro más actualizado sistema de
    valores e ideas.

    Esta capacidad nos permite organizar y clasificar
    nuestra experiencia de vida, que es toda la información
    interna y externa que hemos acumulado y actualizado, para
    concentrarla sobre la tarea más inmediata que tenemos que
    hacer para continuar el proceso de producción de una mejor
    calidad de vida para nosotros y los nuestros.

    Utilicemos todos nuestros recursos.

    Ya hemos visto como. Disponemos de la energía
    vital que se expresa a través del impulso evolutivo y del
    instinto reproductivo, con todas sus sublimaciones. Nosotros
    percibimos esta energía como una serie de necesidades y
    sentimos el deseo de satisfacerlas.

    Seleccionamos un objetivo general y trazamos planes
    adecuados para marcarnos un camino en varias etapas. Concentramos
    toda nuestra energía en cada una de esas etapas, sin
    perder de vista el proyecto u
    objetivo general. Buscamos en nuestra memoria, consciente e
    inconsciente, por asociaciones, toda la información que
    necesitamos sobre ese tema específico.

    (Lo que no significa que tengamos todos los datos
    concretos en el primer plano de nuestra memoria, pero podemos
    tener títulos de libros que
    podríamos consultar, o direcciones, o nombres de
    profesionales con intereses similares a los nuestros. Los datos
    siempre tendrán que ser ampliados.)

    Luego utilizamos toda la libertad que
    da la imaginación, creadora de nuevas asociaciones de
    ideas, e inmediatamente nos ponemos a clasificar todo ese
    material. Nuestra tarea no será distinta a la que se
    realiza en cualquier oficio o profesión, es un proceso de
    especialización, de desarrollo de habilidad.

    Y la habilidad se desarrolla con la práctica. Y
    el modelo de trabajo se perfecciona, porque la teoría se
    enriquece con el ejercicio de la práctica que, a su vez,
    enriquece a la teoría. Y con este intercambio de
    información, corroboración, posibles modificaciones
    y ajustes, crece nuestra habilidad. En un campo, en el que
    estamos, que es el que hemos elegido.

    Las habilidades siempre son parciales, no abarcan a
    todas las actividades que hacemos, algunos somos hábiles
    en unas cosas y otros en otras, Por eso se van organizando
    nuestras especializaciones. Vamos eligiendo sectores de la
    realidad, campos de actividad, en los cuales nos sentimos
    más cómodos y más creativos.

    Esto en el mejor de los casos, porque a veces sucede que
    hay personas que no están conformes con lo que hacen. Y
    otras que no consiguen hacer nada. Y se sienten aprisionados por
    sus circunstancias. Las propias circunstancias pueden
    cambiarse.

    Hasta ahora hemos visto la estructura básica,
    mínima, y generalizada, de un modelo de producción
    de cambios. Cambios en nosotros, en nuestras circunstancias y en
    nuestra forma de producir, de procrear al producto privilegiado
    por nuestro deseo.

    Si lo organizamos bien, para lo cual es recomendable
    observar el conjunto de esta estructura básica y ver su
    funcionamiento, su interrelación y su efectividad, tomando
    una cierta distancia de nosotros mismos para poder vernos en
    acción, trabajando por un objetivo, como si nos
    viéramos en un video. Entonces
    podremos revisar al modelo creativo con una nueva mirada, y verlo
    como un conjunto complementario e instrumental, que nos es propio
    y que nos incluye.

    Al principio nos hemos visto confusos, luego hemos
    logrado entender que eso es lo normal frente a cualquier
    situación nueva, porque la primera mirada ve, pero el
    registro de lo
    visto, en nuestra mente, es, al principio, confuso. Esto nos
    sucede también con las caras, o con los nombres, de
    personas que acabamos de conocer, recién fijaremos sus
    nombres o sus caras después de verlos dos o tres veces
    más. Esto es cotidiano. Con los conceptos y con las
    imágenes pasa algo similar.

    No nos conformemos con las
    apariencias.

    La confusión inicial se origina por eso, porque
    todo y todos "parecen ser", "se parecen a", son, en principio,
    sólo la apariencia más superficial. Hemos
    comprobado que tenemos la habilidad suficiente como para ver la
    auténtica naturaleza de las situaciones que vivimos,
    detrás, o adentro, de las apariencias. Investigando y
    verificando. Pudimos ver que contamos con una doble alimentación a
    nuestra carga y reserva de energía, sabemos que esas son
    las columnas fundamentales de nuestra organización como
    personas.

    Esto nos permitió definir un objetivo general y,
    como consecuencia, delimitamos nuestro campo de atención a
    un sector de nuestra realidad. Desde el momento que tomamos
    conciencia de toda la disponibilidad de la memoria inconsciente,
    propia y genérica, comenzamos a ver de otra manera, con la
    mente. Haciendo imágenes. Con la imaginación
    podemos crear múltiples combinaciones distintas para
    situaciones conocidas y por conocer.

    Estamos en el verdadero principio de todo proceso de
    producción, clasificamos todo lo visto hasta ahora y
    prestamos mucha atención a los movimientos de
    acomodamiento, que tendrán que hacer todos los elementos
    anteriores, los que teníamos archivados de
    antes.

    Nuestro razonamiento habitual hará cambios, a su
    tiempo, pero mientras tanto, mantendrá los lineamientos
    lógicos a los que estamos acostumbrados. Ese razonamiento
    habitual, que seguramente estará conmocionado y
    expectante, será el que haga las verificaciones de la
    dirección de nuestra acción actual, en pos de un
    objetivo definido.

    Si efectivamente estamos en una dirección
    evolutiva propia, que coincide con la dirección y el
    momento del impulso evolutivo de toda nuestra especie, podemos
    empezar a reconocer que la llegada a nuestra meta es tan
    importante, como el camino que hacemos, el modelo integrativo de
    todas nuestras facetas, las conocidas ahora y las que
    conoceremos. Trabajando con nosotros mismos, adquiriendo
    más habilidad con la práctica, aplicando el mismo
    método a las situaciones pequeñas y a las grandes,
    nuestra calidad de vida va mejorando. Y van llegando los
    logros.

    Si quiere hacer alguna sugerencia o pregunta sobre este
    capítulo, no deje de comunicarse con el autor, en
    alberto.costa[arroba]tiscali.es

    5.
    INTUICIÓN.

    Después de ejercitarnos en la observación
    detallada de los hechos, de clasificarlos y de encontrar todos
    los vínculos posibles entre todo lo observado y lo
    rememorado, comienza a configurarse una nueva manera de afrontar
    las tareas pendientes.

    Es muy posible que ya hayamos descubierto que tenemos
    120 combinaciones posibles para el uso de nuestros cinco
    sentidos. Nuestra mente las capta y las registra a todas, aunque
    no siempre somos conscientes de dichas percepciones combinadas,
    pero en eso estamos, en un ejercicio permanente para ampliar
    nuestro campo de conciencia.

    Si estamos concentrados en una tarea que estructura a
    nuestro objetivo central, que es la diana de todos nuestros
    esfuerzos, la conciencia alerta es nuestro mejor instrumento y
    puede desarrollarse más todavía, pero
    exclusivamente con la práctica.

    Al principio de cualquier tarea hay muchas más
    dificultades que después de algún tiempo. El
    desarrollo de la percepción también es gradual,
    parecido a cuando aprendimos a leer, las letras, las
    sílabas, las palabras, las frases y los
    párrafos.

    Nuestro lenguaje, el que usamos cotidianamente,
    también irá ajustándose con pericia y
    precisión, día a día, ya que es el reflejo
    de nuestro actual grado de conciencia. Y ésta nos indica
    que percibimos más cosas que las que nos llegan por
    nuestros sentidos físicos y todas sus
    combinaciones.

    Nuestra mente incorpora, asocia y clasifica, la
    información de la realidad externa, asociándola con
    la que ya tenemos acumulada en nuestra memoria. De esta mezcla
    surgirán varias nuevas formas de
    percepción.

    Como la intuición, que "es una percepción
    interna y fugaz de una idea o una verdad que aparece como
    indudable a quien la tiene". Y es así porque al incorporar
    el resultado de la observación precisa de hechos
    particulares comenzamos a ver la posibilidad de generalizar
    conceptos.

    Porque la intuición también nos hace
    conscientes de los principios
    generales, los marcos, que nuestra propia naturaleza nos indica.
    Como dar por supuesto que todas las demás personas hacen
    similares intentos al nuestro por mejorar y
    evolucionar.

    Lo que también podemos llegar a ver con claridad
    es que cuando tomamos como modelo a la propia naturaleza, a
    nosotros mismos, como modelo más idóneo para
    seguir, vemos que es nuestra mente la que metaboliza nuestros
    sentimientos, nuestros procesos físicos, nuestro instinto
    evolutivo, los productos de
    nuestras percepciones, los mensajes que nos llegan de nuestro
    inconsciente y la que canaliza toda la energía que estos
    movimientos producen para concentrarla en nuestra tarea
    actual.

    Conviene recordar la cantidad de veces que hemos
    escuchado o leído que utilizamos sólo el 10 por
    ciento de nuestro cerebro. Que no
    sea por propia voluntad. Más bien hagamos esfuerzos por
    utilizar todo lo que podamos. Ampliando nuestra conciencia,
    día a día. Con el sudor de nuestra frente.
    Modificando actitudes,
    suprimiendo modos de pensamiento cerrados, no
    productivos.

    El control de
    nuestra mente.

    La mente, el cerebro, el sistema psíquico,
    están en la cabeza. Estar en la cabeza es dirigir el
    proceso, y ya sabemos que la única manera de dirigirnos es
    aceptarnos como parte de un proceso mucho más amplio, la
    vida, y procurar mantenernos en consonancia con
    él.

    Con expectación, descubriendo las interconexiones
    entre nuestro impulso evolutivo y nuestra individualidad, entre
    nuestro sistema inconsciente y nuestra conciencia, entre nuestra
    parte receptiva, protectora, generosa, y nuestra parte impulsiva,
    aguerrida y voluntariosa, entre nuestra individualidad y nuestro
    ser social.

    En la mente debe estar la intención de conjugar
    la permanente presencia de los aparentes opuestos. En equilibrio
    exacto. O lo más exacto que nos resulte posible en el
    momento actual. Con la práctica llegará la
    maestría.

    Buscando la forma de aceptar y desarrollar la
    intuición como una nueva herramienta de trabajo que
    integra todos los elementos que hemos visto hasta ahora, nos
    encontramos frente a la evidencia que nos muestra al
    sistema psíquico inconsciente como un sistema más
    de los que tenemos como personas, tal como el organismo
    físico, el sistema emocional, el afectivo y el
    espiritual.

    De esto se puede deducir que el esquema básico de
    su funcionamiento no puede ser muy distinto a cualquiera de los
    otros sistemas. Incorpora todo lo que percibe, lo que siente, lo
    que piensa, y muchas más cosas, las interpreta, las asocia
    y las clasifica. Y a lo que no sirve, lo elimina. Cuando todo
    funciona bien, como en los demás sistemas.

    Con todo lo que hemos observado, recordado, imaginado y
    razonado, podemos afirmar que esto, necesariamente, es
    así, que de la misma forma que intercambiamos
    información entre nuestro sistema
    digestivo, por ejemplo, y nuestro consciente, para evaluar
    una posible comida, o un postre, podemos intercambiar
    información con nuestro sistema psíquico
    inconsciente para inducir una devolución analizada de una
    pregunta concreta que nos hayamos hecho. Seguramente es desde
    este concepto que se dice y se usa, aquello de "consultarlo con
    la almohada".

    Porque hasta hace muy poco tiempo pensábamos que
    nuestras circunstancias nos tenían cercados, que nuestras
    posibilidades no podían superar esas barreras. Ahora
    podemos clasificar a estas circunstancias como un aspecto de la
    realidad, y sabemos que la realidad tiene muchos aspectos, y
    también sabemos que la definición de la realidad no
    es la realidad misma. Lo más similar a la realidad es lo
    más básico, la esencia. Conviene que nos demos
    cuenta que detrás de todos los modelos y marcas de zapatos
    está la necesidad de proteger los pies, y algo similar
    sucede con cualquier otro producto. Así es con todo,
    incluso con los sentimientos. Pueden manifestarse de mil formas
    distintas y, en el fondo, estaremos hablando de la presencia, o
    ausencia, de amor.

    Las interpretaciones prematuras.

    Nuestra necesidad de mejorar nuestra calidad de vida
    está íntimamente ligada con la necesidad evolutiva
    de toda nuestra especie de encontrar una forma de desarrollo que
    no repita los actuales disparates que suceden en nuestro
    mundo..

    Otro aspecto de la realidad en la que estamos trabajando
    es la interpretación que hicimos de nuestras
    circunstancias, en otro momento, y los conceptos apresurados que
    pudimos haber incorporado. Es imprescindible revisarlos y,
    posiblemente, cambiarlos, ahora podemos confirmar que somos
    exactamente lo que pensamos e interpretamos sobre nosotros mismos
    durante toda nuestra vida, antes de tomar la decisión
    actual. La de ser el instrumento básico para la
    producción de todas las líneas de nuestro detallado
    plan para mejorar nuestra calidad de vida.

    En este momento nos conviene incorporar la auto
    consulta, que se deriva del intercambio reflexivo entre la
    limitación de un campo de atención, la
    concentración en él, la incorporación de los
    recuerdos ilustrativos, la imaginación creativa buscando
    vínculos no evidentes y la clasificación correcta
    de todo este material. Agregando la posibilidad de acceder a una
    comunicación directa con nuestra parte
    genérica, inconsciente, que es la que sigue la
    dirección del impulso evolutivo, lo que nos la
    señala como la dirección más
    conveniente.

    Este nuevo canal de comunicación es la
    intuición. Como a todas nuestras potencialidades, la
    iremos incorporando poco a poco y se desarrollará con la
    práctica y con la reflexión sobre la
    práctica, para posibles ajustes. La intuición
    está definida como la facultad de comprender las cosas
    instantáneamente, sin razonamiento. Las cosas son las que
    nos mantienen ocupados, las que están dentro de nuestro
    campo de atención. Las que han sido registradas en nuestra
    memoria siguiendo los pasos previos de observar, recordar,
    imaginar y clasificar.

    Es importante volver a pensar en que nosotros, como
    personas, funcionamos como las partes más infinitesimales
    de nuestro organismo físico, siguiendo siempre las
    características generales del fenómeno vital, tal
    como lo han llamado otras personas como nosotros, que se han
    especializado en genética y se han destacado.

    Este fenómeno vital se caracteriza por su
    energía, la que consume y la que genera. Por su
    replicación, que es un proceso de conservación y
    transmisión de la información a través de
    las moléculas hereditarias, el ADN. Por su estabilidad,
    lograda porque todos sus componentes y niveles de
    organización se encuentran fuertemente integrados. Y por
    su autoorganización, que le permite construirse a
    sí mismo desde moléculas hasta construir
    células, tejidos y
    órganos.

    Todo esto que sucede en nuestro organismo, a niveles
    totalmente inconscientes, dibuja un modelo organizativo y
    funcional que se repite en nosotros, individualmente, y en lo
    social, por ejemplo en los gobiernos, que así como
    nosotros tenemos distintos órganos y glándulas, los
    gobiernos tienen ministerios y
    subsecretarías. En las instituciones,
    en las empresas, en las
    asociaciones de cualquier tipo, se repite un modelo
    similar.

    Según la información histórica que
    disponemos estos modelos van cambiando, con distintas
    velocidades, según una correlación directa entre
    los grandes avances científicos, filosóficos y
    artísticos que alteran la forma convencional de pensar
    sobre nosotros mismos. Ampliando nuestra información
    alteramos modelos de pensamiento que deberán ser
    reconocidos, comprendidos e incorporados.

    Entonces entendemos las cosas "instantáneamente",
    porque vivimos 24 horas por día, estemos durmiendo,
    comiendo, o trabajando. Todos los distintos sectores nuestros
    funcionan comunicados entre sí, pero autónomamente.
    Y todos los procesos iniciados están en marcha,
    ocupándose de su energía, de su auto
    organización, de su replicación y de su
    estabilidad.

    Nuestra experiencia real.

    Nuestra actividad actual es idéntica al
    fenómeno vital, que no se diferencia demasiado del impulso
    evolutivo. Así lo viene haciendo desde hace cientos de
    millones de años, acumulando experiencia. Casi 8 millones
    de años en nuestra propia especie. No es poca experiencia
    y está toda en nosotros mismos, cuando conseguimos
    oír la voz de la experiencia, intuimos. Esa es la
    intuición. La nuestra. La voz de toda nuestra
    experiencia.

    Con esta posibilidad de incorporar otras formas de
    percepción de la realidad tal como es y no sólo
    como nos aparece a primera vista, podemos volver a reflexionar
    sobre nuestro objetivo general y sobre cada una de las etapas que
    nos faltan por hacer, incorporando la experiencia acumulada por
    todos nuestros antecesores en nosotros mismos.

    Es difícil suponer que no tengamos suficiente
    información sobre las distintas variables que podemos
    emprender, y si no la tuviéramos sería simplemente
    por la existencia de una zona obscura, ininteligible, lo que no
    debería producir otro efecto que el de incorporar, como
    tarea inmediata, la iluminación de esa zona. Por el mismo
    método, concentración, rememoración,
    imaginación, clasificación, e
    intuición.

    Para cualquier consulta o sugerencia que quiera hacer
    sobre este capítulo, comuníquese con el autor
    en alberto.costa@tiscali.e

    6. EL
    CAMBIO.

    El análisis consciente del producto de la
    intuición nos ha permitido el acceso a la enseñanza interior, a la del centro, a la
    experiencia acumulada en el punto de intersección de la
    historia de toda la humanidad con nuestra propia historia. Nos ha
    dado la certeza de la presencia de todo el impulso vital en
    nuestra propia memoria. A nuestra disposición.

    Cuando aprendemos algo de nosotros mismos ya no podemos
    volver atrás. No podemos hacer de cuenta que no sabemos
    nada de lo que hemos incorporado conscientemente. Inevitablemente
    nos encontramos en una situación distinta a la que
    estábamos antes. Hemos cambiado, somos distintos, en lo
    que más nos interesa actualmente, en la forma de
    percibirnos con relación a nuestro objetivo. Y al propio
    objetivo también.

    Se nos aclara el concepto de ser,
    simultáneamente, instrumentos para la producción de
    nuestro objetivo y productos de nuestro camino de aprendizaje
    para el logro de ese objetivo. Nosotros, desde nuestro
    crecimiento como personas creativas, somos el principal objetivo
    de todos, el generador de todo proceso, desde su
    concepción, su delimitación y su
    visualización, hasta su concreción y el gozo
    consecuente.

    Al conectarnos con nuestras fuerzas inconscientes hemos
    logrado percibir una fuente energética inconmensurable. El
    inconsciente, en términos generales, seguirá siendo
    difícil de entender, pero en situaciones particulares, en
    áreas delimitadas por nuestras necesidades actuales, hemos
    utilizado una forma de cooperación induciendo a nuestro
    inconsciente a que elabore respuestas para preguntas concretas y
    hemos verificado su acertada solución.

    El verbo inducir significa "instigar, persuadir, mover a
    alguien", y también, "extraer, a partir de determinadas
    observaciones o experiencias particulares, el principio general
    que en ellas está implícito". Sabemos, por lo que
    nos han contado, que varios principios, o leyes generales,
    de la física,
    como la de la gravedad, por ejemplo, fueron confirmadas de la
    misma forma que Newton, que lo
    hizo al observar la caída de una manzana. Un hecho
    particular que, dentro de un contexto y de un sistema de ideas en
    actividad, induce un principio general o ley.

    Nosotros también estamos trabajando de esta
    forma, con la seguridad que nos provee nuestra observación
    detallada de los hechos, que el logro de nuestro objetivo
    será una experiencia particular que confirmará que
    el impulso vital es evolutivo y abarcativo de todos aquellos
    intentos por mejorar la calidad de vida de todos y de cada uno de
    los seres humanos.

    Esto, aunque no es la primera vez que lo vemos, requiere
    mucha reflexión. Porque ahora lo estamos asegurando desde
    nuestra propia experiencia. Llegamos a esta conclusión
    después de haber ejercitado la concentración en un
    tema muy particular, la rememoración, la
    imaginación, el razonamiento, la clasificación
    pertinente de todo lo descubierto y, fundamentalmente, gracias a
    un trabajo constante de reflexión y escucha, hemos
    conseguido dirigir la búsqueda de nuestra intuición
    en una dirección determinada, que nos responde como la voz
    de la experiencia total de toda nuestra especie.

    Dijo el científico Albert
    Einstein, que "la mente intuitiva es un regalo sagrado y la
    mente racional una sirviente fiel." Y que, a veces, "honramos a
    los sirvientes y olvidamos los regalos".

    Nosotros ahora sabemos que si alimentamos correctamente
    a nuestro razonamiento con percepciones bien definidas y
    verificadas, haciendo uso de toda la memoria colectiva y de la
    más libre imaginación creativa, nos beneficiaremos
    con la enseñanza interna de la intuición. Y
    ésta nos indica el cambio más importante que se da
    en nuestros modelos de pensamiento. Para conseguir algo no
    tenemos que estar en contra de nada que no sea nuestra propia
    ignorancia de algunos aspectos vitales del tema que nos
    ocupa.

    El cambio entonces es interno y, sin embargo determina
    nuestra percepción de lo externo. Es una
    constatación de que los obstáculos que podemos
    encontrar para el desarrollo de nuestras tareas parciales,
    incluso las cotidianas, o para el logro de nuestro objetivo
    principal, no son más que eso, obstáculos, que son
    "impedimentos, dificultades, o inconvenientes", que los
    removeremos y fragmentaremos acercándonos a ellos con el
    mismo espíritu que nos acercamos a cualquier otra
    tarea.

    Con la seguridad en que nuestro conocimiento comienza
    por muy poco y se va ampliando en la medida que utilicemos,
    atenta y conscientemente alertas, a los cinco principios activos de este
    modelo de producción que estamos comenzando a
    utilizar.

    La energía renovable.

    Esta utilización hace necesario que eliminemos
    otros modelos que se nos quedan antiguos, y si observamos el
    proceso, veremos en la práctica como se desarrolla el
    más básico de toda producción.

    Un modelo funciona con un determinado monto de
    energía y al perder su funcionalidad libera esa
    energía que producía y la deja libre, pero como ese
    modelo formaba parte de un sistema de ideas más amplio,
    que es el que está dirigido hacia nuestro objetivo, la
    energía se mantiene dentro de ese sistema para fortalecer
    al nuevo modelo que, en este caso, estamos comenzando a
    utilizar.

    Podemos reflexionar sobre la semejanza que tiene este
    proceso en el campo de las ideas y las percepciones, con la
    unión de las dos células que se funden en una sola
    en el momento de la concepción de un nuevo ser, o de la
    semilla que se rompe para germinar, crecer y volver a dar
    semillas.

    Desde este punto en el que estamos podemos ver que la
    mayoría de los obstáculos que suponíamos
    entre nosotros y nuestro objetivo, no eran tan grandes como
    nuestro desconocimiento sobre ellos.

    Ahora sabemos que no hay nada, por enorme que parezca,
    que no esté compuesto por pequeñas unidades y
    conocer la estructura y el funcionamiento de éstas nos
    permite entender el conjunto.

    Si pensamos en el lenguaje,
    por ejemplo, no podemos dejar de asombrarnos de que La Biblia
    esté escrita, en castellano, con
    la combinación de 27 letras, como El Quijote, y que esas
    combinaciones hacen sílabas y palabras y frases.
    Así se forman los textos, combinando, con talento, los 27
    elementos básicos, en castellano.

    Cualquier situación tiene una textura
    determinada. Si la estudiamos detenidamente, paso por paso,
    buscando siempre su estructura más elemental, la
    entenderemos, y en ese momento nuestros planes serán los
    más ajustados y productivos para esa situación en
    particular. Y para la siguiente se harán nuevos
    planes.

    Éstos requerirán adecuados modelos de
    pensamiento, lo que no será nada más que una
    reactualización de todos los modelos disponibles, su
    puesta a punto y, lo más importante, la liberación
    de energía disponible en modelos no productivos que no
    utilizamos.

    Romperlos es imperativo para liberar esa energía
    y utilizarla en nuevos modelos. Es lo que hacemos con los
    alimentos, los
    masticamos hasta romper sus formas originales para, por diversos
    procesos, incorporar sus nutrientes y dirigirlos hacia donde son
    necesarios.

    Nuestra estructura elemental nos indica que la
    convivencia con nuestras partes inconscientes existió
    siempre y en buena armonía, en la mayoría de los
    casos.

    Lo que incorporamos ahora es la voluntad de conectarnos
    más con toda esa riqueza acumulada en cada uno de nuestros
    genes y en nuestra memoria colectiva, de co-elaborar nuestros
    objetivos, nuestros planes y nuestros logros. Ese es el cambio
    fundamental.

    Hemos logrado dar forma a un modelo de creatividad
    propia que incorpora, como refuerzo energético, a un canal
    de comunicación fluida entre nuestros conocimientos y
    experiencias y la experiencia de todos los que nos han precedido.
    Y de todo lo que conocemos como naturaleza.

    Para cualquier consulta o sugerencia, comuníquese
    con el autor en alberto.costa[arroba]tiscali.es

    7. LOS
    LOGROS

    Este capítulo, el verdadero, tendría que
    escribirlo cada uno de los que hayan llegado hasta aquí.
    El
    conocimiento de los logros es individual, existe una ley de
    crecimientos desparejos o distintos, que ratifica la
    particularidad de cada uno. Como en todo proceso debemos poner en
    primer término a nuestro objetivo y, desde él,
    podremos evaluarnos y analizar los logros.

    Queda muy claro que no hemos buscado, ni encontrado,
    ningún elemento extraño a la naturaleza de las
    personas. Más bien nos detuvimos en los elementos que
    conforman esta naturaleza y descubrimos que el lenguaje cotidiano
    y el pensamiento usual que lo acompaña, tienden a restarle
    importancia a casi todos los instrumentos y sistemas que las
    personas traemos desde nuestro nacimiento y que son el producto
    de más de 8 millones de años de evolución de
    nuestra especie, en Europa.

    Esta tendencia tan negativa y poco enriquecedora
    está motivada por la inercia, la propiedad de
    los cuerpos, en este caso de los cerebros, de no modificar su
    estado de reposo o de movimiento si no es por la acción de
    una fuerza.

    La fuerza que puede romper la inercia, lo no creativo,
    la inmovilidad, o el movimiento sin dirección
    predeterminada, es nuestro deseo, dirigido hacia un área
    muy bien medida y delimitada, en acción, transformado en
    voluntad. Ese es el poder definidor.

    Es evidente que nuestra capacidad perceptiva,
    memorizante, imaginativa, razonadora e intuitiva, dirigida hacia
    un objetivo delimitado correctamente, nos da la pauta de nuestro
    verdadero poder. De poder hacer lo que de verdad deseamos
    hacer.

    Rota la inercia, en cada logro de un objetivo aprendemos
    más de nosotros mismos y de nuestras posibilidades, lo que
    nos permitirá afrontar el próximo acontecimiento
    con mayor eficacia y
    más aprendizaje. Un punto de llegada es, al mismo tiempo,
    el inicio de un nuevo ciclo de espiral. Indefinidamente. Como la
    vida misma.

    De nuestra propia experiencia de vida hemos conseguido
    los elementos necesarios para recuperar un concepto de nosotros
    mismos más amplio y abierto. Un concepto que integra los
    dos aspectos principales de todas las personas, lo consciente y
    lo inconsciente.

    Del inconsciente sabemos que seguirá siendo como
    un iceberg, mostrará sólo una pequeña parte.
    Pero también sabemos que, con un objetivo limitado,
    podemos buscar y encontrar mucho más. Y la mezcla de los
    elementos nuevos con todos los ya existentes es la que origina
    mejores y más poderosos modelos creativos.

    Y esto, que suena tan sencillo, nos coloca en una
    situación arquetípica. De pronto, en una imagen,
    como en una foto, estamos en la misma posición que
    están los diversos símbolos del triunfador, en textos, en
    cuadros, en estatuas. Con ese conocimiento de nuestras verdaderas
    posibilidades y con el Modelo de Creatividad Personal que ese
    conocimiento origina estamos de pie, sobre un carruaje ligero,
    tirado por dos caballos briosos.

    El carruaje representa al cuerpo, la mente lleva las
    riendas que dominan a los caballos, que son los instintos
    vitales. Es el símbolo de la victoria. Se da en el momento
    en que entendemos que para el éxito solo necesitamos
    saber, poder, animarnos y hacer. —

    Para cualquier consulta o sugerencia sobre este
    capítulo, o sobre todo el ensayo,
    comuníquese con el autor, en alberto.costa[arroba]tiscali.es

    A Patricia.

    A todos los miembros de La
    Tribu.

    TEXTOS:

    ALBERTO COSTA

    Info[arroba]albertocosta.net

    ILUSTRACIONES:

    PATRICIA FRIDMAN

    Ó 2003 / 2006
    – Alberto Costa

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