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Nuevos enfoques en el estudio de la interacción rhizobium-leguminosa. El papel de la trehalosa




Enviado por syanez



    1. Resumen
    2. Trehalosa en la
      naturaleza
    3. Trehalosa en
      Microorganismos
    4. Trehalosa en las
      plantas
    5. Trehalosa en sistemas
      simbióticos
    6. Mecanismo de acción de la
      trehalosa
    7. La trehalosa en la tolerancia
      al estrés hídrico en las
      plantas
    8. Bibliografía

    Resumen.

    La relación de Rhizobium y las leguminosas
    normalmente se establece en función
    del nivel de nitrógeno disponible en suelo el cual
    dispara una serie de genes complementarios en ambos asociados
    para la fijación del nitrógeno molecular que
    satisface la demanda de
    este elemento en la planta, sin embargo investigación señala que esta
    interacción no solo es dependiente del nivel de
    nitrógeno disponible, también que la humedad en el
    suelo o ambiente
    disponible para la planta regula la producción de un amortiguador
    bioquímico que evita la muerte
    celular por desecación la trealosa acumulada en los
    nódulos y que previene en otros forma de vida la lisis por
    falta de agua.

    El objetivo de
    esta revisión es mostrar un nuevo enfoque de la
    interacción Rhizobium y las leguminosas para
    entender que la nódulación es más compleja
    de lo que se asume hasta hoy que se deriva de un solo modulador
    el nitrógeno, e involucrar al agua como otro factor
    determinante de la relación entre este género
    bacteriano y las leguminosas.

    Palabras clave. Fijación biológica de
    nitrógeno, agua, leguminosas, trealosa.
    Nódulos.

    1.
    INTRODUCCION

    Una de las principales características de la
    mayoría de las leguminosas estriba en su capacidad para
    asociarse con bacterias del
    género Rhizobium, lo cual resulta en la
    formación de nódulos en su sistema radical
    en cuyo interior se realiza la fijación biológica
    de nitrógeno -FBN- (Allen y Allen, 1981). Así las
    leguminosas en su asociación con Rhizobium tienen
    una gran importancia agrícola y ecológica debido a
    que son responsables de una parte sustancial. quizá de la
    mayoría, del f1ujo global de nitrógeno
    atmosférico a formas "fijadas", tales como el amonio,
    nitratos y compuestos
    orgánicos (Young y Hauka, 1996).

    Por este motivo. por muchos años los estudios de
    la simbiosis entre las leguminosas y Rhizobium han girado
    alrededor de la FBN (Bergensen et al., 1987; Bordeleau
    et al., 1994; Elkan, 1992; Greenland, 1977; Guerin et
    al
    ., 1990; Long, 1989; Postgate, 1982; Quispel, 1988; Sprent,
    1989). Diferentes factores condujeron a la revalorización
    de la FBN hacia 1970: la creciente demanda de nitrógeno en
    la agricultura.
    el incremento de los precios de los
    fertilizantes comerciales durante la crisis del
    petróleo y las especulaciones basadas en
    las posibilidades de la biología molecular
    (Quispel, 1998).

    En años recientes, se inició la
    investigación sobre otras actividades que ocurren durante
    la simbiosis y que pueden incidir en el desarrollo
    vegetal, como la disponibilidad de otros nutrientes (Guerinot
    et al., 1990), antagonismo contra patógenos
    (Fuhrmann y Wollum, 1989; Hynes et al., 2000), síntesis
    de reguladores de crecimiento (Azcón en
    Farías-Rodríguez, 1998) y la resistencia a
    condiciones adversas (Mellor, 1992).

    A través de diversos estudios se conoce que
    durante la simbiosis, después de la formación del
    nódulo, se sintetiza un disacárido conocido como
    trehalosa, el cual se acumula en el nódulo en altas
    concentraciones. La síntesis de la trehalosa se lleva a
    cabo por los bacteroides y la mayor proporción se almacena
    en el citoplasma vegetal (Mellor, 1992). La trehalosa no parece
    ser una fuente importante de energía para apoyar la FBN,
    ya que su concentración aumenta a medida que el
    nódulo envejece (Streeter. 1985).

    La trehalosa es producida además, por
    otros microorganismos fijadores de nitrógeno tales como
    cianobacterias y Frankia, pero el posible papel de este
    disacárido en los sistemas
    simbióticos no ha sido claramente entendido (Streeter,
    1999). La ubicua presencia de la trehalosa está
    acompañada por una diversidad de funciones: ha
    sido relacionada en osmoprotección (E. coli),
    tolerancia a la desecación (S. cerevisiae); plantas
    de la resurrección, nemátodos (Artemia),
    osmotolerancia, termotolerancia (levaduras) y reserva de carbono
    (hongos) (Araujo,
    1996; Breedveld et al., 1991; Burleigh et al.,
    1994; Crowe et al., 1984 a,b,c; Goddijn et al.,
    2000; Mellor, 1991; Potts, 1994; Welsh et al.,
    1991).

    En cuanto a su función en la simbiosis,
    recientemente se demostró que la acumulación de
    este disacárido en nódulos de frijol está
    correlacionada con la tolerancia a la
    sequía (Farías-Rodríguez, 1998). Sin embargo
    este conocimiento
    proviene de plantas y
    microorganismos cultivados bajo condiciones de laboratorio, a
    través de los cuales han comenzado diversos proyectos
    encaminados a generar cultivos resistentes a la sequía
    mediante ingeniería
    genética.

    No obstante, es de vital importancia conocer los
    factores que en la naturaleza
    determinan la dinámica de acumulación de
    trehalosa, para en un futuro esclarecer el papel de la trehalosa
    en la simbiosis y su significado ecológico y su posterior
    aprovechamiento.

    TREHALOSA EN LA
    NATURALEZA:

    La trehalosa es un azúcar
    no reductor con una estructura
    única:
    α-D-glucopiranosil-( 1-1
    )-α
    –D-glucopiranósido, el cual se
    encuentra ampliamente distribuido en la naturaleza. Se ha
    encontrado en todos los hongos y en muchos animales y
    bacterias, pero no se ha reportado en plantas. Sin embargo, se
    encuentra en los nódulos de las leguminosas, por lo
    general como el carbohidrato principal (Streeter,
    1999).

    11.2. Trehalosa en
    Microorganismos

    La trehalosa se ha detectado en todos los grupos
    microbianos analizados (Elbein, 1974). En los microorganismos el
    papel de la trehalosa se ha relacionado con la resistencia a la
    sequía y proviene de una serie de estudios en los
    que se ha demostrado que organismos tales como hongos, levaduras,
    bacterias y semillas de plantas son capaces de vivir por
    largos períodos en condiciones de deshidratación
    casi completa (Crowe et al., 1984)

    Leslie et al. (1995) demostró que células de
    Escherichia coli y Bacillus thuringiensis deshidratadas en
    presencia de trehalosa y sacarosa, tienen un alto
    porcentaje de sobrevivencia en comparación a aquellas
    deshidratadas sin estos azúcares.

    La sobrevivencia de E. coli deshidratada en
    presencia de trehalosa fue del 70 % y con sacarosa, de 56 %,
    mientras que el control la
    sobrevivencia fue solo de 8 %. De manera similar, en B.
    thuringiensis
    la sobrevivencia en presencia de trehalosa fue
    de 57% y con sacarosa de 44% concluyendo que la
    adición de trehalosa o sacarosa incrementa de manera
    significativa la sobrevivencia, teniendo la trehalosa un mejor
    rendimiento, y esto puede deberse a la capacidad de estos
    azúcares para disminuir la fase de transición en
    membranas deshidratadas y mantener la estructura de las proteínas
    durante la deshidratación.

    En S. cerevisiae se demostró que la
    sobrevivencia a condiciones de deshidratación se
    correlaciona con las concentraciones de trehalosa sintetizadas
    por las células (Eleutherio, et al., 1993). Por
    ejemplo, las cepas 1412-4 D Y 311 tienen diferente
    capacidad de síntesis y acumulación de
    trehalosa. siendo de 40 mg.g-1 de
    células y 75 mg.g-1 de
    células, respectivamente.

    La sobrevivencia después de la
    deshidratación fue de un 40% para la cepa 1412-4D y
    90% para la cepa 311.

    Las cepas incapaces de sintetizar trehalosa no
    sobrevivieron a la deshidratación, sin embargo al
    adicionarles 10% de trehalosa en el medio, la sobrevivencia se
    incrementó a un 40%. Las cepas de S. uvarllm var
    carlsbergensis acumulan poca trehalosa y son
    sensibles a la deshidratación. Sin embargo sometiendo a
    éstas a un ligero tratamiento osmótico (20%
    sorbitol o dextrina) se favorece la acumulación de
    trehalosa. Después del tratamiento osmótico se pudo
    reproducir la resistencia a la deshidratación, con una
    sobrevivencia de hasta 60% (Eleutherio et al., 1997), es
    decir, la presencia de trehalosa se requirió en todos los
    casos para poder tolerar
    la deshidratación.

    Mediante la sobreexpresión del gen tps 1 (el cual
    codifica para la trehalosa-6-fosfato sintasa) en S. pombe,
    se observaron resultados similares a los de Eleuterio, et
    al
    (1993, 1997; Soto et al., 1999). Las cepas de S.
    pombe
    responden a diferentes tipos de estrés
    acumulando trehalosa. Las cepas recombinantes que sobreexpresan
    tps 1 acumularon más trehalosa, mostrando una mayor
    sobrevivencia (con diferencias de 2 á 3 unidades
    logarítmicas). Se demostró que la síntesis
    de trehalosa, y no la síntesis de la enzima
    trehalosa-6-fosfato sintasa, es el principal mecanismo de
    resistencia a diversos tipos de estrés, como el
    osmótico, la temperatura
    y la deshidratación.

    En un estudio realizado en las arqueobacterias
    Natronococcus y Natronobacterium (las cuales crecen
    en condiciones de alta salinidad y elevado pH), se
    encontraron resultados muy interesantes (Desmarais et al.,
    1997), Se creía originalmente que este tipo de
    arqueobacterias usaban iones inorgánicos, por ejemplo: el
    potasio, como solutos para balancear la presión
    osmótica externa, pero al estudiar la estrategia de
    estas arqueobacterias para sobrevivir al este estrés
    osmótico, se encontró que el principal soluto era
    un compuesto orgánico, el cual resultó ser la
    2-sulfotrehalosa, cuyas concentraciones se incrementan al
    aumentar las concentraciones de NaCl externas.

    La sultotrehalosa es el primer (quizás el
    único) osmolito orgánico detectado en
    arqueobacterias halofílicas
    alcalifílicas.

    La biosíntesis de trehalosaha sido estudiada
    en detalle en S. cerevisiae y E. coli.
    Comprende la formación de la trehalosa-6-fosfato a partir
    de UDP-glucosa y
    glucosa-6-fosfato, reacción catalizada por la enzima
    trehalosa-6-fosfato sintasa (TPS), posteriormente este metabolito
    es desfosforilado por la enzima trehalosa-6-fosfato fosfatasa
    (TPP) para generar trehalosa libre (Figura 1 a) (Elbein, 1974).
    Adicionalmente se ha reportado los genes dt, una nueva ruta en
    Rhizobium. La cual consiste en la utilización de
    maltoheptosa como sustrato (Figura 1 b). La reacción es
    catalizada por la maltoologosil y la trehalosa sintasa (MTS) y la
    maltoologosil trehalosa hidrolasa (MTH). La MTS cataliza por una
    transglucosilación intramolecular la formación de
    uniones glicosídicas α-α (
    1-1). La MTH hidroliza el producto de la
    reacción de la MTSasa en la unión
    α(1-4)entre el grupo
    maltoologosil y la trehalosa, liberarando así el
    disacárido (De Smet et al.,2000; Maruta et
    al
    ., 1996).

    La hidrólisis de la trehalosa puede ocurrir en
    diferentes formas, en Euglena gracilis y Pichia
    fermentans
    es realizada por la enzima trehalosa fosforilasa,
    en Escherichia coli por una fosforilación y seguida
    de la hidrólisis por acción
    de la enzima trehalosa-6-fosfato hidrolasa. En plantas, hongos,
    animales y bacterias la hidrólisis se realiza por la
    enzima trehalasa
    (αα-trehalosa 1-
    D-glucohidrolasa) (Figura 1 a).

    II.3. TREHALOSA EN LAS
    PLANTAS

    En plantas la trehalosa fue aislada por primera vez en
    Selaginella lepidophylla y subsecuentemente ha sido
    encontrada en otras pteridofitas investigadas. S.
    lepidophylla entra en dormancia durante períodos de
    sequía y revive cuando el agua es
    nuevamente disponible. Durante la sequía extrema, los
    niveles de trehalosa alcanzan el 20% del peso seco en las hojas,
    posiblemente protegiendo las estructuras
    celulares y sus componentes de la desnaturalización
    (Goddijn y Smeekens, 1998).

    Se ha demostrado claramente que el papel de la trehalosa
    en estas plantas cryptobióticas es la tolerancia al
    estrés, en particular a la sequía (Goddijn et
    al.,
    1999) La ausencia general de trehalosa en las semillas y
    polen resistentes a la desecación, ha sugerido que las
    plantas superiores han perdido la capacidad para producir
    trehalosa (Crowe et al., 1992).

    La presencia de trehalosa en angiospermas ha sido
    cuestionada, ya que sólo se ha detectado en hojas de
    plantas tolerantes a la desecación tales como
    Myrothamus flabellifolius y Sporobolus stapjianus.
    llamadas plantas de la resurrección (Müller et
    al
    ., 1995; Goddijn et al., 1998), en donde, en las
    hojas de M. flabellifolius se ha encontrado que
    representa hasta el 19% de los azúcares después de
    4 días de deshidratación (Bianchi et al.,
    1993).

    En las espermatofitas la presencia de trehalosa no ha
    sido comprobada, pues ha sido atribuida a contaminación de las muestras por
    microorganismos (Elbein, 1974). Para excluir la posibilidad de
    contaminación, se ha utilizado la biología
    molecular para detectarla en las plantas. Recientemente la
    presencia de los genes para la síntesis de trehalosa ha
    sido reportada en Arabidopsis thaliana (Blázquez
    et al., 1988; Goddijn et al., 1998; Vogel et
    al
    ., 1998).

    El gen para la trehalosa-6-fosfato sintasa fue detectado
    por complementación en una cepa mutante de S.
    cereviciae TPS l' con una librería de cDNA de
    Arabidopsis, sin embargo, en las transformantes, la
    síntesis de trehalosa no alcanzó los valores
    del tipo silvestre durante la fase estacionaria. El análisis de secuencia del inserto,
    reveló que el marco de lectura
    abierto más grande codifica para una proteína de
    942 aminoácidos, la cual es 45% mayor que cualquier
    trehalosa-6- fosfato sintasa de otros organismos. Los primeros
    500 aa muestran una similitud entre e1 35% y el 70% con otras
    TPS. La posición C terminal de la proteína no tiene
    similitud con otra secuencia conocida.

    Posteriormente se detectaron en la planta
    únicamente poly (A) RNAm de TPS 1 en todos los tejidos de la
    planta, siendo baja su expresión, sin embargo no se
    observó la acumulación de trehalosa
    (Blázquez et al., 1988). El gen de la
    trehalosa-6-fosfato fosfatasa en Arabidopsis fue detectado
    usando la técnica anterior en una cepa de levadura TPS2',
    observándose dos transcritos que complementaron dichas
    mutantes, y que a través del análisis de secuencia
    se obtuvo una alta homología con otras reportadas para la
    TPP en microorganismos. Los polipéptidos codificados por
    estos dos cDNA de Arabidopsis tiene en la parte N terminal
    una extensión de 100 aa que se asemejan al péptido
    señal requerido para la importación al cloroplasto. La
    región N terminal en levadura es de 500 aa, la cual tiene
    homología con la TPS, pero carece de actividad (Vogel
    et al., 1998).

    En vista de la presencia de los genes que codifican para
    las enzimas de la
    biosíntesis de trehalosa en plantas, es probable que esta
    se produzca. Sin embargo, aún queda por demostrar si estas
    enzimas son funcionalmente activas en la planta. Sobre todo,
    donde y cuando las enzimas, así como su producto
    están presentes en los tejidos de la planta (Vogel et
    al.,
    1998).

    II.4. TREHALOSA EN
    SISTEMAS SIMBIOTICOS:

    En un dramático contraste, la trehalosa es muy
    común en plantas en simbiosis con microorganismos, aunque
    la acción de la trehalosa en plantas superiores no ha sido
    bien entendida (Mellor, 1992).

    II.4.1. Actinorrizas.

    Frankia, es un actinomyceto que puede formar
    nódulos con 22 géneros de plantas entre las que se
    encuentran: Casuarinaceae, Alloeasuarina, Casuarina;
    Coriariaceae, Coriartia; Betulaceae, Alnus;
    Dastiscaceae, Dastiea; Myricaceae, Myriea,
    Comptonia;
    Rosaceae, Rubus, Dryas, Purshia,
    Cereoearpus,
    etc. Económica y ecológicamente
    las especies más importantes son Alnus y
    Casuarina (Mellor, 1994). Frankia almacena carbohidratos
    en forma de glucógeno y trehalosa. La cantidad de
    trehalosa se relaciona inversamente con la fijación de
    nitrógeno. Se cree que esto se debe principalmente a una
    disminución en la síntesis de trehalosa más
    que a su hidrólisis. Los nódulos
    actinorrícicos contiene grandes cantidades de sacarosa,
    que junto con la fructosa son capaces de mantener la
    fijación de nitrógeno.

    El conocimiento de la trehalosa y la trehalasa en los
    nódulos es escaso (Mellor, 1992). En otros estudios, se
    demostró que la concentración intracelular de
    trehalosa en Frankia se incrementó de O
    ng.μg-1
    proteína hasta 612
    ng.μg-1
    proteína cuando se sometió a esta a
    diferentes condiciones osmóticas. Además la
    concentración de trehalosa interna se relacionó de
    manera directa con la habilidad de sobrevivir a la
    desecación, asumiendo que esta puede ser un agente
    osmoprotector (Burleigh y Dawson, 1994)

    II. 4.2. Micorrizas.

    Las micorrizas son las simbiosis más comunes que
    se establecen con plantas vasculares. Se ha observado en cortes
    de ectomicorrizas que la glucosa y la fructosa pueden ser
    convertidas en trehalosa y manitol. La trehalosa puede ser
    transportada al citoplasma de la célula
    vegetal. Se ha propuesto que la concentración de
    trehalosa en raíces es proporcional al grado de
    micorrización (Niederer, 1989 en Mellor, 1992). En las
    raíces de soya infectadas con Glomus mosseae, una
    micorriza vesículo-arbuscular, se incrementaron
    significativamente los niveles de trehalosa, así como la
    actividad de trehalasa. En estos casos, la trehalosa de origen
    fungal puede entrar a los tejidos de la planta debido a la
    íntima relación de la endosimbiosis, en donde el
    contacto célula-célula es más estrecho
    que en las ectomicorrizas, por lo cual las micorrizas
    vesículoarbusculares son comparadas regularmente con la
    simbiosis de Rhizobium (Mellor, 1992).

    En plantas inoculadas (Glycine max cv Maple
    arrowy Tagetes tenuigolia) el contenido de trehalosa en
    raíces incrementó a partir del día 10,
    alcanzando 32 mg g-1 de peso fresco al final del
    experimento. Se propuso que la trehalosa fue sintetizada por el
    hongo a partir del carbono proveniente de la planta. Por otra
    parte, en raíces sin inocular no se detectó
    trehalosa (Schubert et al., 1992).

    En las micorrizas, el metabolismo de
    carbohidratos y su flujo entre el huésped y el hongo han
    recibido considerable atención. Aunque el movimiento de
    carbono ha sido demostrado, se conoce poco de la naturaleza de
    las moléculas que son intercambiadas. El concepto
    más simple de transporte
    bidireccional involucra Pi y carbohidratos solubles, con la
    adición de nitrógeno orgánico del hongo a la
    planta. Las moléculas transferidas tienen implicaciones
    importantes en el mecanismo de transporte que puede operar y en
    el movimiento simultáneo de otros iones.

    La distribución de ATPasas en las membranas
    plasmáticas de las células de la raíz y los
    arbúsculos, apoyan el concepto de un transporte controlado
    en ambas direcciones (Schubert et al., 1992). En
    esporocarpos la trehalosa fue el principal carbohidrato soluble
    que se detectó y su concentración fue de 1.42
    mg.g-1 de peso fresco, lo que
    representó el 94% del total de los carbohidratos.
    Asimismo, en raíces de otras plantas micorrizadas, el
    porcentaje de trehalosa fue de 4.4% del total de carbohidratos
    (Mellor, 1992).

    II .4.3 Rhizobium /Leguminosa.

    En los primeros estudios realizados en Bradyrhizobium
    japonicum
    se demostró que la trehalosa es uno de los
    principales carbohidratos (Streeter, 1985). Posteriormente se
    encontró que todas las especies de Rhizobium
    examinadas hasta ahora, acumulan este azúcar (Salminen
    et al., 1986; Müller et al., 1994).

    La composición del medio de cultivo (diferentes
    fuentes de
    carbono y nitrógeno, como manitol, arabinosa y urea,
    glutamato respectivamente), el estado de
    crecimiento de la bacteria y la cepa, tiene influencia en la
    concentración de trehalosa en las células,
    alcanzando concentraciones mayores al 90% del total de mono y
    disacáridos presentes, entre los cuales detectaron
    arabitol, arabinosa, manitol, fructosa y glucosa. R.
    japonicum
    no creció en medios que
    contenían trehalosa, sin embargo, la marcada
    acumulación de este azúcar por la bacteria en otros
    medios sugiere que es utilizada para otros fines diferentes a la
    reserva de carbono (Streeter, 1985).

    En R. leguminosarum sometido al 2% se
    observó un incremento significativo en las concentraciones
    de trehalosa (Hoelsle et al., 1990). El mecanismo
    bioquímico involucrado en la acumulación de
    trehalosa bajo condiciones limitantes de 2% no es aún
    claro, sin embargo se cree que la acumulación puede ser
    atribuida a un incremento en la síntesis o bien a una
    disminución en la degradación de
    trehalosa.

    La trehalosa ha sido detectada en la simbiosis entre
    Rhizobium y leguminosas, y su síntesis la realizan
    exclusivamente los bacteroides. Sin embargo, la mayor parte de la
    trehalosa sintetizada es liberada al espacio peribacteroidal, de
    tal forma que puede ser encontrada en el citoplasma de las
    células huésped (Streeter, 1985). La
    concentración de trehalosa en los nódulos es 10
    veces mayor que en cualquier otro órgano.

    Se han encontrado cantidades de 2 á 14 mg de
    trehalosa . g-1 nódulo fresco
    (Streeter, 1980, 1984). Lo mismo sucede en el caso de los
    nódulos de Phaseollls vulgaris, Pisum sativum, Arachis
    hipogea, Medicago sativa, Trifolium repens, Lotus
    corniculatus
    y Sesbania rostrata (Streeter, 1985). A
    través de la familia
    Leguminosae, los nódulos de los miembros de Papilionaceae
    y Caeslpinaceae tienen trehalosa, no se han analizado miembros de
    Mimosoideae (Farías- Rodríguez, 1998a). Trazas de
    trehalosa (0.1 mg.g-1 peso seco) fueron
    encontrados en tallos y pecíolos (Streeter,
    1980).

    La velocidad de
    crecimiento de leguminosas en cultivo de tejidos a los que se les
    agregó trehalosa es pobre, si se compara con el
    crecimiento en sacarosa. Lo anterior indicaría que la
    trehalosa no es simplemente una reserva de carbono para
    cualquiera de los organismos involucrados en la simbiosis
    Leguminosa –Rhizobium (Mellor, 1992).

    En los nódulos la trehalosa parece no ser una
    fuente de energía importante para la fijación de
    nitrógeno, ya que hasta el 80% de la trehalosa se recupera
    en la fracción citosólica vegetal Además, la
    gran variación en la acumulación de trehalosa por
    las diferentes cepas parece argumentar en contra del uso de este
    disacárido en el metabolismo energético del
    nódulo.

    En plantas de alfalfa sometidas a estrés salino
    se encontró en las condiciones iniciales (0.0 M NaCl) que
    la concentración de trehalosa en el citosol de las
    células vegetales es de 101 nmol.g-1
    peso fresco de nódulo; en el bacteroide de 8
    nmol.g-1 peso fresco de nódulo e
    interesantemente, también en raíz se detectó
    trehalosa en una concentración de 83
    nmol.g-1peso fresco.

    Mientras que a mayores concentraciones de NaCl (0.15 M)
    se observó un incremento en las concentraciones de
    trehalosa, alcanzando en el citosol de las células
    vegetales 196 nmol.g-1peso fresco de
    nódulo; en el bacteroide 35 nmol.
    g-1 peso fresco de nódulo y en la raíz
    288 nmol.g-1 peso fresco (Fougére
    et al., 1991). Es importante señalar que en
    condiciones de estrés la mayor acumulación de
    trehalosa se registró en la raíz. Así la
    trehalosa puede desempeñar un papel insospechado en la
    simbiosis.

    Aunque el papel de la trehalosa en la simbiosis
    Rhizobium/leguminosa aún no es muy claro,
    basándose en las evidencias
    existentes es posible proponer un papel general de la trehalosa:
    como reserva o almacenamiento en
    forma de carbono reducido (Elbein, 1974; Inoue y Shimoda, 1981 ),
    tolerancia a condiciones adversa como el estrés
    hídrico (Burleigh y Dawson, 1994;
    Farías-Rodríguez et al., 1998b), la
    osmoregulación (Breedveld et al., 1991),
    recientemente se ha propuesto que la trehalosa puede estar
    involucrada en el proceso de
    infección de Rhizobium y el mantenimiento
    la integridad de la membrana peribacteroidal (Streeter, comunicación personal).

    II.5 MECANISMO DE
    ACCION DE LA TREHALOSA
    .

    Entre los diferentes tipos de estrés que pueden
    afrontar los organismos, la deshidratación es el
    más común y el mejor entendido. Los principios
    físicos del mecanismo del daño
    por una extrema deshidratación son los mismos, sin
    importar que el organismo sea un animal, microbio o planta. Por
    lo tanto, los mecanismos por los cuales los organismos sobreviven
    en anhidrobiosis (vida sin agua) tienen características
    comunes. Una de estas características es la
    acumulación de azúcares sobresaliendo la trehalosa
    (Araujo, 1996).

    La trehalosa en un disacárido encontrado en altas
    concentraciones (>20 % del peso seco) en muchos organismos que
    naturalmente sobreviven a la deshidratación,
    fenómeno conocido como anhidrobiosis. Tales organismos
    incluyen, por ejemplo, levaduras, plantas de la
    resurrección, quistes de algunos crustáceos, muchas
    bacterias, y algunos animales microscópicos (Crowe y
    Crowe, 2000). La acumulación de grandes cantidades de
    trehalosa por las células anhidrobióticas se ha
    relacionado directamente con esta tolerancia.

    El mecanismo por el cual la trehalosa media la
    tolerancia a la desecación no ha sido completamente
    determinado, pero parece involucrar efectos sobre
    proteínas y membranas (Guo et al., 2000). La "Hipótesis del reemplazo del agua", es la
    más aceptada para explicar el mecanismo de acción
    de la trehalosa (Crowe y Crowe, 2000). En general, se cree que la
    trehalosa reemplaza la cubierta de agua alrededor de las
    macromoléculas, previniendo el daño causado durante
    la deshidratación. En las membranas, la trehalosa
    reemplaza a las moléculas de agua alrededor de las cabezas
    polares de los fosfolípidos en el estado de
    desecación.

    Los ocho grupos hidroxilo de la trehalosa son capaces de
    formar puentes de hidrógeno con los grupos carbonil o fosfato
    de los lípidos,
    de tal manera, se cree que este azúcar ocupa un espacio
    entre las moléculas de lípidos (Crowey y Crowe,
    1984a, b; Crowe et al., 1992; Mazzobre et al 1997; Potts, 1994).
    La trehalosa puede disminuir la temperatura de la fase de
    transición de la membrana, de tal manera que permanece en
    un estado cristalino líquido.

    Se supone que esto previene el rompimiento de la
    membrana durante la rehidratación, por lo tanto
    preservando la viabilidad de las células. Adicionalmente,
    la trehalosa tiene una alta temperatura de transición
    vítrea, lo que provoca al. 2000), el cual se define cuando
    la viscosidad del
    citosol alcanza un punto en el cual se evita la difusión
    del agua, y la solución asume las propiedades
    mecánicas de un plástico
    sólido.

    Los beneficios de la formación de este estado
    para un organismo que enfrenta condiciones de
    deshidratación son muchos. Dicho estado excluye las
    reacciones
    químicas que requieren difusión. Lo anterior
    asegura la estabilidad de la célula
    durante el período de latencia, previene el colapso de las
    células, permiten la continuidad de los puentes de
    hidrógeno en la interfase entre el citosol vítreo y
    la membrana hidrofilica de las células (Koster, 1991
    ;Mazzobre et al., 1997; Williams y Leopold,
    1989).

    La sequía incide directamente en la fusión y
    en la fase de transición lipídica. Se ha demostrado
    que la trehalosa inhibe la fusión entre vesículas,
    pero que dicha inhibición aparentemente no es suficiente
    para preservarlas. Por esta razón, se ha propuesto que la
    estabilización observada puede ser explicada si se
    analizan las fases de transición. Cuando las membranas
    fosfolipídicas están hidratadas, las
    moléculas de agua se intercalan entre los grupos
    fosfato.

    Posteriormente, cuando el agua es removida se incrementa
    el contacto entre las cabezas polares, lo cual ocasiona que
    aumenten las interacciones de Van Der Waals, conduciendo a un
    incremento de la temperatura de la fase de transición (T
    m)'. Bajo estas condiciones, los lípidos se encuentran en
    una fase de gel, permitiendo que las membranas se dañen al
    momento de la rehidratación, ya que ocurre
    separación de ciertos constituyentes de éstas. Se
    ha demostrado que la trehalosa previene este rompimiento al
    evitar que se incremente la temperatura de la fase de
    transición, permitiendo así que los lípidos
    se mantengan en un estado cristalino en ausencia de agua (Crowe
    et al., 1992; Leslie et al., 1995; Potts,
    1994).

    Con respecto a las proteínas, se ha demostrado
    que la trehalosa inhibe su desnaturalización mediante la
    exclusión del agua de la superficie de la proteína
    cuando las células están deshidratadas,
    probablemente reemplazando las moléculas de agua que
    contribuyen al mantenimiento de un plegado adecuado en la
    estructura de la proteína, interactuando mediante puentes
    de hidrógeno de sus grupos OH y los residuos polares en
    las proteínas manteniendo la estructura terciaria de estas
    y evitando por lo tanto su desnaturalización.

    Así, la trehalosa preserva las membranas y
    proteínas en un estado físico similar alas
    condiciones cuando están completamente hidratadas,
    sugiriendo que los grupos hidroxilos de la trehalosa pueden
    interactuar físicamente con los residuos polares de estos
    componentes celulares (Crowe y Crowe, 2000)

    II. 5 LA
    TREHALOSA EN LA TOLERANCIA AL ESTRÉS HIDRICO EN LAS
    PLANTAS.

    Muchas plantas, durante su desarrollo se enfrentan a
    diversos tipos de estrés, dentro de los cuales destaca la
    sequía. El tipo de estrés hídrico puede
    variar desde pequeñas fluctuaciones en la humedad
    atmosférica hasta un déficit extremo de agua en el
    suelo. Con excepción de las plantas que toleran una
    extrema deshidratación celular, la adaptación al
    estrés hídrico involucra la reducción de la
    deshidratación celular mediante mecanismos de
    prevención o tolerancia.

    El estrés hídrico en la planta es el
    resultado de la reducción en el potencial hídrico
    del suelo, el cual usualmente ocurre progresivamente y la
    fluctuación en la velocidad de evaporación, la cual
    ocurre con cambios diarios en radiación
    neta y humedad. El mantenimiento de la turgencia ha sido
    observado como una respuesta a cambios en el potencial
    hídrico.

    Existe una acumulación de solutos durante la
    reducción del potencial hídrico, cuyas
    concentraciones varían de acuerdo a la especie y el tejido
    de la planta y tienen un papel importante en la
    osmoregulación. Los principales constituyentes son los
    azúcares y los aminoácidos (Morgan, 1984). Se ha
    demostrado que ciertos azúcares tienen un papel central
    .en la protección contra las sequías. La
    importancia de azúcares solubles en la tolerancia a este
    tipo de estrés en las plantas, ha sido sugerida por
    estudios en los cuales la presencia de azúcares
    particulares se correlacionan con el incremento de la tolerancia
    a la desecación (Ingram y Bartels, 1996).

    In vitro, la trehalosa es un protector efectivo
    contra el estrés y reduce el daño por congelamiento
    de células de plantas criopreservadas (Bhandal, 1985 en
    MüIler et al., 1995). En vista del bien documentado
    potencial de la trehalosa para proteger las proteínas y
    membranas (Crowe et al., 1992; Mazzobre et al.,
    1996), y el hecho que muchos grupos de organismos incapaces de
    mantener un medio interno constante acumulen trehalosa bajo
    condiciones de estrés (Breedveld et al., 1991;
    Welsh et al., 1991; Potts, 1994), es intrigante que muchas
    plantas vasculares carezcan de trehalosa, aún cuando son
    sujetas a cambios severos de las condiciones externas o a una
    completa desecación (MüIler et al., 1995). La
    sacarosa, que se cree reemplaza a la trehalosa en las plantas
    superiores, se requiere en cantidades mucho más grandes
    para tener un efecto similar. Por lo tanto, probablemente las
    plantas con la capacidad de acumular trehalosa puedan tener una
    mayor resistencia bajo condiciones de estrés (MüIler
    et al., 1995). Por ejemplo, Mirothamus
    flabellifolia,
    una angiosperma tolerante a la sequía
    que acumula trehalosa.

    En plantas transgénicas de tabaco, a las
    cuales se les insertó el gen de la trehalosa-6-fosfato
    sintasa, se observó una acumulación de trehalosa
    (0.17 mg . g-1) en las hojas, dicha
    acumulación se vio relacionada con un cambio
    dramático en la resistencia de las plantas a la
    sequía. Las bajas concentraciones del azúcar
    condujeron a postular que esta actúa dentro de un
    mecanismo de transducción de señales
    hasta ahora no identificado, pero que interviene con el
    metabolismo de los carbohidratos en la planta (Romero et
    al
    ., 1997).

    Por otra parte, la producción de fríjol en
    México se
    da principalmente bajo condiciones de temporal, donde se tienen
    altas posibilidades de que el cultivo se encuentre bajo
    sequía. Adicionalmente, el frijol es una planta C- 3 lo
    cual la ubica como altamente sensible a la sequía. Sin
    embargo, diferentes estudios en México sugieren que esta
    planta posee un mecanismo de tolerancia a la sequía
    (Farías-Rodríguez, 1998a). El frijol en
    México se cultiva desde hace 6000 á 7000
    años y la evolución de esta especie probablemente ha
    sido paralela a la de su correspondiente microsimbionte, por lo
    cual existe gran diversidad de cepas nativas de Rhizobium.
    Además, el fríjol se cultiva prácticamente
    en todo el país y la población de cepas nativas es alta en casi
    todos los suelos de
    México, especialmente en las regiones productoras de
    frijol, donde las poblaciones de rizobios nativos ascienden hasta
    lOs células por gramo de suelo, con predominio de
    cepas inefectivas (Castellanos et al., 1995a).

    Adicionalmente, estudios en donde se propuso la selección
    de cepas de alta competitividad, indican que solamente en cuatro de
    cada diez experimentos la
    inoculación tiene éxito,
    ya que al introducir al campo cepas de excelente comportamiento
    en condiciones controladas, no reproducen su alta competitividad
    y muestran un pobre comportamiento (Castellanos et
    al
    ., 1995a). Una explicación a lo anterior es que la
    cooperación metabólica entre los simbiontes pueda
    ir más allá de la fijación biológica
    de nitrógeno (Quispel, 1988; Long, 1989).

    Así, la indicación de que la
    nodulación y la acumulación de trehalosa en
    las leguminosas puede tener un papel en la tolerancia a la
    sequía, proviene de las observaciones de plantas sin
    inocular de varios cultivares de frijol, las cuales exhiben en
    comportamiento similar: una pobre tolerancia a la sequía.
    Sin embargo, los cultivares Canario y F38, al ser
    nodulados con cepas nativas, mostraron altas concentraciones de
    trehalosa (0.5 y 3.1 mg.g-1
    nódulo respectivamente). Las concentraciones de trehalosa
    en los nódulos se incrementaron bajo condiciones de
    sequía (3.4 y 10.4 mg.g-1
    nódulo) y estos cultivares mostraron una excelente
    resistencia a la sequía. Contrariamente, en los
    nódulos del cultivar Flor de Mayo Bajío la
    acumulación de trehalosa bajo riego fue de 0.9
    mg.g-1 nódulo, estos niveles no
    aumentaron significativamente en la sequía (1.6
    mg.g-1 nódulo) mostrando una alta
    sensibilidad al estrés. Esta es la mejor prueba hasta
    ahora, que producción simbiótica de trehalosa puede
    beneficiar a la planta hospedera incrementando su tolerancia al
    estrés (Farías-Rodríguez, 1998
    a).

    Agradecimientos. A la coordinación de la investigación científica de la UMSNH
    por el apoyo con el proyecto 2.7
    (2005-2006) por las facilidades para su
    publicación.

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    Williams, RJ and A. Carl Leopold. (1989). The glass
    state in com embryos. Plant. Physiol. 89: 977-981

     

    Altamirano-Hernández
    J1.,

    Peña-Cabriales J. J.,

    Sánchez- Yáñez,
    J.M3*.,

    Jaramillo-Luque, V2 ., F.

    R.
    Farías-Rodríguez3

    1Microbiologia ambiental Centro de Investigaciones y
    Estudios Avanzados. IPN, Unidad Irapuato, Irapuato, Guanajuato,
    México.

    2Instituto de Ecología, Universidad
    Nacional Autónoma de México. México,
    D.F.

    3Ecología microbiana

    *autor correspondiente

    Instituto de Investigaciones Químico
    Biológicas. Universidad Michoacana de San Nicolás
    de Hidalgo, Morelia, Michoacán, México

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