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Las virtudes y el acto voluntario




Enviado por jaimemontoya



Partes: 1, 2

    1. Objetivos
    2. Justificación
    3. Las virtudes
    4. El acto voluntario
    5. Conclusión sobre el
      pensamiento aristotélico
    6. Conclusión
    7. Bibliografía

    INTRODUCCIÓN

    Es preciso determinar que la virtud propiamente humana es
    sólo aquella en la que interviene la razón.

    Según Aristóteles hay dos tipos de virtudes
    humanas, unas éticas o morales, y otras llamadas
    dianoéticas o intelectuales.
    Las virtudes éticas son, pues, hábitos adquiridos
    voluntariamente, por la repetición de actos, y consisten
    en un justo medio tal como lo determinarían la recta
    razón de un varón prudente. Existen diversas
    virtudes propias de la parte racional del alma humana.
    Las virtud propia de la razón práctica es la
    prudencia, mientras que aquella de la razón teórica
    es la sabiduría.

    La ética del
    acto voluntario debe entenderse como un intento consciente de
    superar el intelectualismo de sus predecesores, y aunque no
    llegara a expresar con toda precisión una teoría
    de la voluntad, tal doctrina no está sin embargo
    ausente.

    Finalmente podemos agregar que el influjo de la
    doctrina aristotélica ha tenido un alcance
    histórico único. La historia del pensamiento
    occidental dice que la filosofía de Aristóteles nunca ha
    dejado de estar presente en él.

    OBJETIVO
    GENERAL

    – Comprender el significado de las virtudes éticas e
    intelectuales, el acto voluntario y las conclusiones finales que
    podemos tomar del pensamiento Aristotélico.

    OBJETIVOS ESPECÍFICOS

    1. Definir las virtudes éticas para comprender nuestras
      tendencias e impulsos irracionales.
    2. Definir las virtudes intelectuales de modo que comprendamos
      la parte racional del alma humana.
    3. Diferenciar las virtudes éticas de las intelectuales
      con el fin de darnos cuenta de la manera en que se complementan
      hasta llegar a una actitud
      virtuosa.
    4. Comprender qué es el acto voluntario para saber la
      manera en la que influye en las decisiones del ser humano.
    5. Ser capaces de interpretar el pensamiento
      aristotélico para descubrir en qué sentido se
      incluye la voluntad dentro de ese pensamiento.

    JUSTIFICACIÓN

    Sabiendo que las virtudes son parte del ser humano, realizamos
    este trabajo dada
    la necesidad de comprender de la mejor manera el significado
    filosófico de las virtudes a la luz del
    pensamiento aristotélico, de modo que sepamos el verdadero
    significado y valor que
    tiene para nuestras vidas el ser personas llenas de virtudes.

    LAS
    VIRTUDES

    Ya que la felicidad ha sido definida como la actividad del
    alma según las virtudes, es preciso determinar ahora
    qué debe entenderse por virtud. Y como en el alma se
    distinguen tres «partes» vegetativa, sensitiva e
    intelectiva, cada una de ellas tendrá también su
    peculiar virtud o excelencia.

    Sin embargo, la virtud propiamente humana es sólo
    aquella en la que interviene la razón. El alma
    vegetativa
    es común a todos los vivientes y no es
    específicamente humana. No ocurre lo mismo con el alma
    sensitiva, la cual, siendo de por sí irracional, participa
    de algún modo de la razón, en cuanto puede
    someterse a ella. Pero además, en los hombres, a
    diferencia de los animales, hay una
    parte del alma racional independiente del cuerpo.

    Por lo tanto, para Aristóteles hay dos tipos de
    virtudes humanas
    , unas éticas o morales, que
    consisten en dominar las tendencias e impulsos irracionales,
    propios del alma sensitiva. Otras que corresponden a la parte
    racional, y que el Estagirita llama dianoéticas o
    intelectuales.

    Las virtudes éticas

    Aristóteles distingue dentro del alma sensitiva las
    pasiones, que son movimientos transitorios de la efectividad, las
    potencias, raíz activa de los actos humanos, y las
    disposiciones adquiridas o hábitos, cualidades estables
    que otorgan al sujeto una facilidad para realizar ciertos actos.
    Los hábitos buenos son las virtudes, y los malos los
    vicios; no son pasiones porque éstas, como vienen dadas
    por la naturaleza, no
    son ni buenas ni malas; en cambio, los
    hábitos pueden ser buenos o malos, pues son perfecciones o
    imperfecciones de las potencias, que se adquieren libremente con
    el ejercicio.

    Según Aristóteles, las virtudes morales no son
    ni un efecto innato de la naturaleza, ni algo contrario a ella:
    el hombre
    está predispuesto a adquirirlas, al repetir muchas veces
    un mismo acto. La naturaleza nos da más bien inclinaciones
    y potencias que luego nosotros debemos actualizar:
    «practicando la justicia nos
    hacemos justos, practicando la templanza,
    templados»’’.

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