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Educación Estética y Educación Artística



    1. Resumen
    2. El problema de los nexos
      dialécticos de lo estético y lo
      artístico.
    3. ¿Qué es realmente
      la educación estética?

    Resumen:

    En el trabajo se
    aborda desde una perspectiva crítica
    los límites y
    las extensiones de categorías tan discursadas como
    educación estética y educación
    artística a partir de las lagunas de indefinición
    que aún persisten en torno al universo
    delimitado de cada una de ellas. Especial énfasis se le
    dedica a lo estético como metacategoría teniendo en
    cuenta de que el pensamiento
    estético filosófico mundial aún no se pone
    definitivamente de acuerdo en el sistema
    estructural y funcional de la misma así como en los
    "cosmos" donde actúa.

    Introducción:

    Teniendo en cuenta que para comprender los problemas
    tradicionales y actuales de la educación
    estética se hace necesario tener una delimitación
    lo más exacta posible de los principios,
    conceptos, categorías, leyes y
    regularidades de los postulados teóricos de la misma, y
    ante las dificultades que en el orden conceptual,
    facto-perceptual y práctico se ha venido presentando en
    torno a al alcance de las categorías de lo estético
    y lo artístico, que por supuesto devienen en una especie
    de núcleos duros para el despliegue de toda la
    estructuralidad y funcionalidad de la educación
    estética, sin la comprensión de las cuales no es
    posible una teorización y mucho menos una praxis, pues
    exponemos en un primer momento, los postulados referidos a la
    relación al lugar de las necesidades artísticas y
    estéticas de los individuos y delimitamos paulatinamente
    qué debe entenderse por lo estético y lo
    artístico.

    Encuadramos a su vez hasta donde puede hablarse de
    educación artística y cuando se versa sobre
    educación estética; a partir de lo que la literatura más
    avanzada ha logrado exponer y teniendo en cuenta, además,
    las tesis que hace
    algunos años sustentamos como resultado del ejercicio
    expositivo, de indagación y praxis sistemática que
    hemos experimentado en torno a esta ciencia y/o
    asignatura en la docencia
    universitaria de los últimos cuatro
    quinquenios.

    Vale la pena destacar que la inamovilidad experimentada
    – hace algunos años – en una buena parte de los
    preceptos que se plantean – simbolizan la estabilidad en el
    arribo a determinadas inferencias expuestas.

    Comencemos a dilucidar la temática que nos
    ocupa.

    El problema de los
    nexos dialécticos de lo estético y lo
    artístico.

    Nadie duda en nuestros días que la
    estética – en su doble condición de ciencia y
    discurso de la
    realidad social – ha logrado ir escalando peldaños de
    importancia tope, que la han ido convirtiendo en una especie de
    megateoría que opera en y con un socium complejo y
    multiforme, rico en aportaciones a la espiritualidad de los
    sujetos actuantes o receptores, y en cada uno de los contextos
    humanamente posibles.

    A pesar de todo lo planteado con anterioridad, y del
    carácter milenario que tiene esta ciencia,
    se ha venido produciendo – por lo menos en nuestro país es
    fácil observarlo, y en el sector educacional con mucha
    más vehemencia, aunque no es el único – una especie
    de "ingenua identidad" o
    de un "desconocimiento no concientizado" sobre los
    límites, extensión y comunicabilidad posible entre
    lo estético y lo artístico.

    Esto quizás ha venido sucediendo por una no
    acertada comprensión de las necesidades estéticas y
    artísticas de los humanos, ya sea porque no se han
    concebido, con la racionalidad que amerita, la dirección del proceso de
    enseñanzaaprendizaje en un
    momento determinado de sus vidas escolares y/o por limitaciones
    en la manera en que los principales subsistemas socializadores
    diseñados por nuestro proyecto social
    han operado con sus respectivos canales de comunicación para lograr tan loables
    propósitos.

    La historia del problema no es
    nueva, ni es atañable solo al caso cubano, ya los estetas
    en general, y en particular los de la tradición
    marxista-leninista, digamos específicamente, y de
    carácter más notable, rusos, alemanes y polacos, se
    han estado
    ocupando hace bastante tiempo de esta
    singular y delicada arista del conocimiento y
    la praxis científica.

    Ahora bien, no es posible operar ni teórica ni
    prácticamente con el aparato conceptual y categorial de la
    estética sin tener una delimitación fiable en torno
    al campo de acción
    de ambos (lo estético y lo artístico) y de una
    cabal comprensión del rol que han jugado las necesidades
    estéticas y artísticas en este sentido, y
    ésta ha sido una de las indeterminaciones que han aflorado
    a ojos-vistas en más de uno de los profesionales e
    instituciones
    culturales nuestras (incluidas, claro está, las
    educacionales a todos los niveles), tratando de ofrecer su
    propuesta estético-decodificada en algún que otro
    proyecto de indagación científica en su rama
    concreta del saber.

    Está demostrado científicamente que entre
    ambas categorías existe una especie de unidad, incluso a
    pesar de su independencia
    y de su indisolubilidad, su autonomía y sus mutuos
    condicionamientos.

    Recordemos que es bastante tradicional la tesis de que
    la estética es lícito verla trabajada, por lo menos
    en la literatura que ha circulado entre nosotros, como una
    filosofía de lo bello, una filosofía del arte y como
    ciencia de la actividad artística del hombre, sin
    embargo esta triada de acepciones en torno a la autoridad
    legítima del discurso estético dista de ser
    integradora y quizás este haya sido el punto de partida
    para las truncas interpretaciones que en pleno siglo XXI se oyen
    a cada paso sobe el tema que nos ocupa.

    El iluminado esteta leningradense Moisei Samoilovich
    Kagan en sus ya legendarias Lecciones de Estética
    Marxista-Leninista acotaba que sobre la correlación de lo
    estético y lo artístico "se han difundido tres
    puntos de vista: el primero se reduce a que no hay diferencia
    entre "lo estético" y "lo artístico", y que ambos
    conceptos se emplean como meros sinónimos; de
    acuerdo con el segundo punto de vista, "lo artístico" es
    un caso particular y la forma suprema de lo
    "estético", aunque la interpretación concreta y la
    argumentación de esta concepción por diferentes
    teóricos distan mucho de ser iguales; por último,
    el tercer punto de vista se expresa en que "lo estético" y
    "lo artístico" son declarados "sustancias" completamente
    diferentes, incluso se niega la legitimidad de su estudio por una
    misma ciencia y, por consiguiente, se propone separar de la
    estética la teoría
    general de las artes" (Samoilovich Kagan, M; 1984 p.
    185).

    Reforzando las ideas de M.S.Kagan, sigamos la tesis de
    Simón Marchán Fiz, el que decía que "el
    deslizamiento de la estética hacia la filosofía del
    arte estimula durante el siglo XX una búsqueda afanosa de
    la especificación de lo artístico en las propias
    obras. Por este motivo, el pensamiento estético dominante
    ha sido hasta fechas recientes marcadamente objetivista, es
    decir, volcado hacia los objetos". (Marchán Fiz, S; 1992
    p. 296).

    No cabe dudas que las palabras de ambos estetas nos
    revelan lo complicado que ha resultado y resulta para el
    pensamiento teórico desentrañar una
    aproximación al problema de lo estético y lo
    artístico.

    Desde nuestras humildes posibilidades,
    intentémoslo una vez más a partir de lo indagado,
    la experiencia acumulada y la autoctonía expositiva conque
    contamos.

    Cuando el hombre
    por naturaleza
    innata – establece su interrelación con el mundo
    circundante, utiliza toda una serie de analizadores que lo
    diferencian – de hecho – sustancialmente del resto de
    los animales y por
    tanto aprehende el macro y microcosmos con ellos, dirigidos por
    ese maravilloso órgano llamado cerebro que
    propicia que, lo racional sea lo que presida ese nivel de
    disfrute interior sensible, en este caso, del emisor o del
    receptor.

    Carlos Marx dejó
    claro el vínculo que existe entre las interrelaciones con
    la realidad objetiva y subjetiva del hombre, y lo que significa
    para la evaluación
    de la vivencialidad inmediata o a mediano y largo plazo, en este
    caso, de las emociones
    estéticas.

    En este orden planteaba que "nadie puede hacer algo, sin
    hacer esto al mismo tiempo en provecho de algunas de sus
    necesidades y para el órgano de esta necesidad". (Marx, C;
    1973 p. 245).

    A pesar de la claridad meridiana de la tesis anterior,
    lo que ha sucedido tradicionalmente (sin ser completamente
    absolutos) es que quienes evalúan el universo que
    nos rodea, bien por tradición, o por limitaciones
    cognoscitivas, se han acostumbrado a fijar más la atención en la explicación de ese
    universo (macro y microcosmos) desde las posibilidades que nos
    ofrece y/o aportan los resultados de nuestras valoraciones
    francamente pensadas, que por la expresión sustancial de
    sus necesidades, a pesar de que este proceso sea hartamente
    consciente y se infiera desde cualesquiera de las referencias
    acostumbradas a tenerse en cuenta en el nivel de cotidianidad del
    ser.

    Y es que la referencia a la necesidad artística
    del hombre ha estado desde tiempos de la comunidad
    primitiva hasta nuestros días (y lo seguirá
    estando), ligada (no puede desligarse) a determinado desarrollo de
    la sociedad y al
    nivel que ha logrado la conciencia humana
    en cada formación económico-social.

    Por lo tanto, la aparición permanente de una
    nueva necesidad ha venido estimulando al hombre desde siempre a
    lo que suele concebirse como la creación del producto, a
    que se emparente con el nivel de satisfacción de las
    necesidades práctico-espirituales
    contextualizadas.

    El destacado esteta e investigador ruso Marat Nurbievich
    Afasizhev ha apuntado que el hombre como ser social tiene
    necesidades que son primarias para la producción y reproducción de su vida y que
    "esquemáticamente, con cierta rusticidad se les puede
    dividir en tres tipos: materiales,
    (necesidad de vivienda, ropa, comida, aire, y las
    funciones
    específicamente biológicas), espirituales,
    (necesidad del conocimiento y la valoración del mundo
    circundante, del autoconocimiento y la
    comunicación) y funcionales (necesidad de la
    actividad, indispensable para el desarrollo y mantenimiento
    del tono o nivel de vitalidad del organismo). Sobre la base de
    estas necesidades se forman las secundarias, incluidas las
    estéticas y artísticas". (Nurbievich Afasizhev, M;
    1986 pp. 28-29).

    O sea estas necesidades se vinculan con todo el nivel de
    relaciones que el hombre establece con el mundo y que son el
    resultado de un afianzamiento paulatino que se ha venido
    suscitando a través de las diferentes formaciones
    socioeconómicas: relaciones práctico-utilitarias
    con las cosas; relaciones de corte teórico; relaciones
    estéticas; etc. Pero cada una de ellas va cambiando la
    actitud del
    sujeto hacia la realidad que le circunda por cuanto va cambiando
    también la necesidad que la condiciona y por supuesto, se
    transforma también el objeto, fenómeno o proceso
    que la satisface.

    El fundador del socialismo
    científico advertía que "el animal construye
    solamente conforme con la medida y las necesidades de la especie
    a la cual pertenece, mientras que el hombre sabe producir
    según la medida de cualquier especie y en todas partes
    sabe aplicar al objeto la medida inherente; en virtud de esto el
    hombre construye también con arreglo a las leyes de la
    belleza". (Marx, C; 1973 pp. 93-94).

    Junto a esto se sucede en el hombre un proceso que
    intima en su yo interior: es la capacidad que él tiene
    para adoptar determinados estadíos emocionales, que
    guiados por su voluntad, le facilitan desarrollar las
    múltiples actividades que le son inherentes a su realidad
    inmediata, que tiene en la creación de una "segunda
    naturaleza" y la recepción de ella misma y de lo que le
    circunda un elemento que "decide" su participación en el
    cosmos social.

    El arte deviene en un tipo muy especial de actividad
    práctico-espiritual, que tiene niveles de expresión
    que significan una ruptura en relación a toda
    clasificación posible de los tipos de actividad humana que
    la convención e indagación científica han
    establecido, por cuanto la propia actividad artística no
    tiene precedentes en las otras formas de actividad humana y es
    privativa de un tipo de sujeto social muy singular: el
    artista.

    O sea el arte tiene la peculiaridad de propender a ser
    un discurso que crea una "segunda naturaleza" o lo que es lo
    mismo, recrea la realidad a partir de los propios códigos
    que porta intrínsecamente, que como acota el
    culturólogo búlgaro Krestio Goránov " el
    arte es una compleja relación social (el subrayado
    es nuestro – J.M.U.A.) entre tres componentes principales: la
    fuente (la realidad específicamente interpretada, en cuyo
    centro se encuentra la integridad vital directa del hombre), el
    productor (el artista, provisto de determinadas dotes y
    tendencias sociales), y el destinatario (que varía bajo la
    influencia de las relaciones sociales generales y las ideas
    artísticas, el "consumidor" de
    los valores
    artísticos, colectivo o individual)". (Goránov, K;
    1986 p.161).

    Es decir el arte es expresión de un una
    complicada formación que tiene como premisa su
    direccionalidad en el ámbito de un conocimiento dual: por
    un lado, expresa el grado nexos del objeto con el sujeto,
    en lo que pudiera traducirse como el reconocimiento de la
    existencialidad axiológica, al tener una fuerte carga de
    valoración permanente.

    Por otro lado, es capaz de mostrar el tránsito
    de estructura
    presente en la relación del sujeto con el objeto, por
    lo que de esta forma hay un reconocimiento del propio sistema de
    valoraciones de la citada existencialidad, que como se supone, se
    va conformando en el
    conocimiento no solo de la sociedad, sino también en
    los sujetos que asisten a su estructuralidad y divisibilidad
    social más cercana.

    No perdamos de vista que el arte y su consiguiente
    percepción, es un sistema abierto que
    reelabora y objetiva los resultados de esa percepción, ya
    que la obra de arte –nudo central del discurso
    artístico y como hecho intencional que es – posee lagunas
    de indefinición, que son "completadas" permanentemente en
    el acto de la recepción.

    S. J. Rappoport abundaba sobre esto al decir que "la
    obra de arte guía imperceptible, pero firmemente este
    proceso; los sentimientos e ideas que ella inspira son resultado
    de la intelección artística y generalización
    de muchísimas observaciones vitales, de la experiencia de
    multitud de hombres e incluso generaciones, condensadas en las
    obras maestras del mismo modo que se haya la materia en las
    estrellas superdensas. Gracias a ello, el arte influye
    eficientemente no sólo, y no tanto, en una actitud
    determinada, sino más bien en su base, en el núcleo
    de la
    personalidad humana, y esa influencia se deja sentir no
    directamente, sino en forma mediada, en las situaciones variadas
    y etapas diferentes de la vida. (Rappoport, S; 1980
    pp.149-150).

    De ahí que la creación de un modelo
    figurativo que acompaña a este discurrir social se vea muy
    claramente cuando valoramos la posibilidad que tiene el arte de
    trasmitir a otros hombres, y cómo esa personalidad
    peculiar que se nombra el artista asimila, percibe
    y valora críticamente la realidad, a la que se incorpora
    muchas veces como un catalizador que puede acelerar procesos o
    facilitar que su lectura de la
    realidad vaya trabajando en amortiguar las desavenencias que de
    forma real o potencial se produzcan en algún contexto, no
    por casualidad consideramos que el artista es nada más y
    nada menos que la autoconciencia crítica de la
    sociedad.

    A su vez, una de las peculiaridades fundamentales del
    arte – para comprender lo que estamos tratando de demostrar
    – es que los propios receptores (espectadores, lectores u
    oyentes) asisten a lo que se denomina la
    cocreación, diríamos, interna, por cuanto cada
    acto (o proceso) en que se recepciona arte convierte al receptor
    activo o creador (especialmente, cuando no se trata de un
    receptor ingenuo o "no preparado artísticamente") en una
    especie de ejecutante, actor, director de escena, ilustrador o
    simplemente intérprete de la obra que acaba de
    decodificarse de alguna manera.

    Eso da la medida de que no basta conque existan
    creadores de un alto, mediano o talento promedio, sino que la
    propia recepción multidirecciona hasta donde es necesario
    contar también con receptores talentosos y/o preparados
    artísticamente.

    Y es que en todo esto influye mucho la
    preparación que se tenga para la recepción, el
    nivel en que han calado las instituciones oficiales o no
    oficiales, encargadas de ir "creando" un determinado nivel de
    educación en y por el arte.

    Creemos prudente destacar – para el logro de una
    mayor comprensión de lo que estamos intentando fundamentar
    – que las incomprensiones o falta de formulación
    teórica sustentable y constatable, del lugar que ocupa el
    arte dentro del discurso estético, que por demás ha
    propiciado que se haya estado diluyendo el accionar de uno en el
    otro, sin ver los límites de cada uno, ha sido –
    también – como apunta el afamado esteta y profesor
    universitario cubano Jorge De la Fuente Escalona producto a que
    "el lugar dominante del arte como componente del objeto de
    estudio de la estética, se explica porque la
    producción artística es la forma de actividad
    estética que primero, y con más fuerza, se
    independiza de otros modos sociales de asimilación
    práctico-espiritual del mundo". (De la Fuente, J; 1987 p.
    8).

    Por ello a la hora que debamos desentrañar,
    realmente que es lo artístico, actúa como presupuesto, que
    acelera con creces, el umbral de posibilidades que le hayan
    facilitado todos los subsistemas o canales de socialización que ha ido creando la
    sociedad para el logro de estos fines, a lo largo de una
    época determinada, a los sujetos
    interactuantes.

    ¿ Qué es realmente lo artístico,
    como podríamos definirlo?.

    Antes de definirlo, consideremos que el arte "asume la
    función
    cultural de compensar la alineación que provocan las
    esferas no creativas, en su inmediatez, de la actividad humana".
    (Suárez Martín, L.J; 2000 p. 76).

    Ahora bien, a la hora de definir esta categoría
    lo primero que sucede es que es bastante difícil delimitar
    su radio de
    acción ya que los elementos estructurales que lo conforman
    se disuelven unos en otros y son traslaticios, no obstante lo
    anterior:

    • Lo artístico es la categoría con
      la que se designa aquella esfera en la que los universos
      naturales, sociales y lógicos son trabajados desde una
      perspectiva selectiva y sensible-emocional , lo
      que dentro de la institución arte opera con una
      actividad concreta en el plano figurativo.

    Para definir además esta categoría, ella
    debe estar en condiciones de cumplir con los siguientes
    exigencias:

    1. Participar de la creación de una "nueva
      realidad y un nuevo lenguaje",
      cuando el lenguaje
      común se paraliza
    2. Dar a conocer a través de las posibilidades
      que ofrece la llamada imagen artística un
      determinado nivel de conocimiento, comunicación e
      información interactiva para los
      hombres.
    3. Lograr espacios de catarsis, en el sentido de
      la capacidad que tiene para "oxigenarnos" de determinados
      efectos negativos mediante semejantes vivencias ficticias y
      recreadas armónica y proporcionalmente.
    4. Lograr efectos compensatorios, al lograr
      mediante los códigos conque opera "purificar nuestras
      almas" de los embates convulsos de la vida
      cotidiana.
    5. De coadyuvar a determinado nivel de educación
      a través de juegos y entretenimiento en los
      hombres.
    6. Influir en el subconsciente del hombre, de
      formación de un determinado espíritu creador y de
      perfeccionamiento del gusto estético de los
      mismos.

    O sea que, en realidad lo artístico se constituye
    en una especie de vaso comunicante con lo estético por
    cuanto "la estética estudia el fenómeno
    artístico desde el punto de vista de su surgimiento y sus
    regularidades fundamentales (el subrayado es nuestro –
    J.M.U.A.). A escala de la
    teoría, el análisis estético diseña un
    modelo de la práctica artística que recoge y
    generaliza los modos de estructuración y funcionamiento
    del proceso de producción, distribución y consumo de los
    valores
    estéticos del arte como tipo diferenciado de actividad
    social.

    En esta dirección la estética se orienta
    no solo hacia la práctica artística que le es
    contemporánea, sino también hacia los valores
    artísticos del pasado que funcionan activamente en la
    cultura del
    presente". (De la Fuente, J; 1987 Idem)

    Precisamente los postulados y concepciones más
    avanzadas de la estética contemporánea, han dejado
    claro, que para desentrañar este complejo problema es
    necesario, además, que se valoren siempre las relaciones
    de lo artístico con lo estético a partir de una
    tríada posible y algorítmica: la conciencia
    estética, la actividad práctico-estética y
    la educación estética
    .

    Partamos de considerar entonces que lo artístico
    es una definición esencial de una actividad concreta en el
    plano sensible-emocional (como acotábamos con
    anterioridad) y que – como apunta J. De la Fuente – "el
    criterio de que el arte constituye un momento decisivo de las
    investigaciones estéticas, se ha
    generalizado sobre todo en la medida en que se comprende el
    proceso artístico como promotor y cualificador de otros
    modos de apropiación estética de lo real". (De la
    Fuente, J; 1987 Idem)

    Desde otra referencia contextual el competente esteta
    polaco Stefan Morawski decía que "… el arte no solo
    puede encarnar la naturaleza e inspirarse en ella, sino que en
    realidad es el principal modelo para la sensibilidad mediante la
    cual, en conjunto, proyectamos las evaluaciones estéticas
    sobre la naturaleza. También tomamos del arte el modelo a
    cuya luz, y dados
    ciertos contextos, calificamos de estéticos algunos
    acontecimientos de la vida cotidiana". (Morawski, S; 1991 p.
    20)

    Pensemos en que en el proceso de conocimiento que
    históricamente ha venido acompañando al sujeto,
    está cargado de un permanente tratamiento al lugar de la
    valoración de esa realidad que cotidianamente le circunda;
    esto ha provocado que el tema de la relación
    estética que guarda el hombre con el mundo, la belleza
    como aspiración ininterrumpida del sujeto haya "integrado"
    la esfera de lo valorativo y junto a ella todo el resto de los
    fenómenos y procesos estéticos, al ser consideradas
    la cadena de significantes que tienen las propiedades de los
    objetos, fenómenos y procesos de la realidad para el
    sujeto.

    O sea siempre se ha venido centrando la atención
    en las propiedades que se han venido revelando en el proceso de
    interrelación del objeto con el sujeto, no por casualidad
    en más de una de las obras en las que se ha versado sobre
    esta problemática se define la belleza como una
    relación (de concurrencia) valorativa existente entre el
    objeto y el sujeto.

    Para la comprensión de las ideas que estamos
    esbozando se precisa contar con un total deslinde entre la
    categoría de valor como aquella que designa el
    nivel de relación, caracterización y significancia
    del objeto en relación con el sujeto. Este se "engendra"
    en la propia "instauración" del objeto con las necesidades
    del sujeto.

    Por su parte la categoría de
    valoración debe verse como la que permite el nivel
    de comprensión del lugar que guarda, en la citada
    relación, el sujeto con el objeto. Esta aflora en la
    constante percepción que el sujeto hace del valor que se
    ha formado con una objetividad meridiana.

    Sin las anteriores distinciones no es posible continuar
    trabajando el lugar que ocupa lo estético en su
    vínculo con lo artístico, por cuanto puede producir
    incongruencias teóricas.

    Ahora bien, obsérvese que el hombre como sujeto
    social que es, y partir de su relación práctica con
    el mundo que le rodea, establece una serie de acciones que
    van configurando su accionar en el mismo. Todo el mundo
    estará concordará con este autor en que la
    conciencia que el hombre fue tomando sobre el carácter
    útil de lo que le rodeaba prefiguró lo que
    tempranamente se presentó como lo valor
    utilitario, de la significación que poseían
    para satisfacer las necesidades trascendentales inmediatas de
    él.

    En otro orden se fue logrando un paulatino nivel de
    comprensión para el significado de las conductas, lo que
    derivó en que se realizasen valoraciones sobre el accionar
    habitual de los hombres y se incorporaran a la esfera de lo
    bueno, lo malo, lo humanitario, lo razonable, lo noble, etc., que
    sentó la presencia de los valores
    éticos.

    Su incomprensión en torno a determinados
    fenómenos de la realidad, derivado – en un determinado
    momento – de un escaso nivel de desarrollo de la fuerzas
    productivas y de las relaciones de producción creó
    el caldo de cultivo para la aparición del valor
    religioso . La aparición de las sociedades
    clasistas abrazaron el valor político como
    cualificador de las relaciones que a partir de entonces se
    establecieron.

    Todo es te esbozo ha sido con el propósito de
    mostrar que cada valor se fue conformando y autodeterminando en
    la propia medida en que se fueron insertando en la multivariedad
    de esferas de actuación de la actividad humana.

    Un momento aparte se refiere cuando hablamos del
    valor estético por cuanto "la
    experiencia estética puede constituir la norma que nos
    permita desarrollar nuestros criterios axiológicos, por
    cuanto una de las orientaciones principales para establecer el
    valor estético basa su legitimidad en el aserto de que la
    experiencia del arte autoriza a definir qué objetos
    merecen la consideración de obra de arte". (Morawski, S;
    1991 Idem)

    No dudemos que estamos ante un proceso enigmático
    y que a diferencia del resto de los valores que tienen su
    micromundo de actuación, los valores estéticos
    "desandan" por doquier actuando en 4 macromundos : la
    naturaleza, la sociedad, el hombre y el arte
    .

    Ya aquí se va vislumbrando con claridad lo
    diferente que se va tornando lo estético con respecto a lo
    artístico, ya que realmente:

    • Lo estético es la categoría con
      la que se designa la relación
      sujeto-sujeto en un contexto sociocultural
      determinado, que es capaz de exponer:
    1. El carácter totalitario de los entornos
      posibles – humanamente hablando – al poder
      recepcionar su congregación con el todo y contener los
      gérmenes potenciales de lo que luego se conciben como
      los principios, conceptos, categorías, leyes y
      regularidades del dominio
      estético de la realidad.
    2. La síntesis
      del espíritu humano, que percibe sensorialmente su
      estado trascendental constitutivo.
    3. Un nivel de relación valorativa que
      permite que los universos (la naturaleza, la sociedad, el
      hombre y el arte) con los que trabaja se vean sustancial e
      integralmente reflejados en cada una de las concretitudes de lo
      real.

    De manera que la propia definición de lo
    estético sienta las bases para comprender la necesidad de
    un tratamiento cuidadoso a cada uno de los contextos de
    actuación del mismo, a tenor con la trama de conexiones
    que de manera singular porta y que tiene en el plano valorativo
    su elemento cualificador.

    Se infiere que todo lo que hemos planteado hasta
    aquí permite el que se pueda considerar que la base
    objetiva de lo estético existe por pura naturaleza, no
    obstante lo anterior, es necesario que sea buscada esta base en
    aquellos objetos, fenómenos y procesos del mundo de la
    realidad inmediata del ser que se tornan universales y en
    esa propia medida "cercanos" a la percepción y
    vivencialidad del sujeto, de lo contrario no es posible que
    éste entable la necesaria valoración
    estética que permanentemente está llamado a darle
    curso.

    En momentos anteriores cuando tratando de ver los nexos
    dialécticos entre lo estético y lo artístico
    advertíamos que era imprescindible verlo en tríada
    posible y algorítmica: la conciencia estética, la
    actividad práctico-estética y la educación
    estética, lo hacíamos por la obligada organicidad
    que tiene todo este proceso.

    Lo que está claro es que esas propiedades de
    corte estético existen en el mundo donde nos
    desenvolvemos, que la propia conciencia del hombre ha venido
    ofreciendo una aproximación ininterrumpida a estos temas,
    se ha venido perfeccionando la actividad práctica de la
    sociedad y la educación en este orden ha ido ganando
    espacios cualificados por las improntas epocales.

    1.2. Educación estética y
    educación artística: un diálogo
    recombinante.

    Sin el amplio análisis que hicimos en el
    epígrafe anterior no podemos comprender la naturaleza de
    la distinciones y similitudes de la educación
    artística y la educación estética, y de
    hecho no es posible el que podamos fundamentar y proponer los
    aportes de la investigación. Veamos cuáles son sus
    interioridades más predominantes:

    La educación estética y la
    educación artística se van formando en el mismo
    proceso de desarrollo de la vida social y por tanto tienen un
    nivel de dependencia que se comprende a partir de lo que le
    aportan el ser social y la conciencia social.

    Ambas tienen un condicionamiento clasista y de hecho o
    hacen notar macrosocialmente. El propio Marx hacía notar
    que en las sociedades clasistas y particularmente en
    regímenes antagónicos "el hombre abrumado de
    inquietudes, necesitado, no tiene sentidos para el más
    bello espectáculo" ((Marx, C; 1965 p. 103).

    La educación artística contribuye a formar
    una actitud del hombre hacia el arte, es por ello que los
    subsistemas socializadores que actúan, en este caso:
    familia,
    escuela,
    comunidad y medios de
    comunicación social, lo que hacen es potenciar esa
    especie de "necesidad interna" que tienen los individuos de
    entrar en interacción con este discurso
    sensible-figurativo; sin embargo, como sujetos sociales que son,
    ameritan un nivel de orientación que les permita salir
    adelante en las coordenadas de aprehensión que necesitan
    de la realidad inmediata a su esfera de actuación, para de
    hecho, estar en condiciones más plenas de desarrollar su
    "alianza" al sentido real que tiene el arte.

    Como inscribe Adolfo Sánchez Vázquez "el
    hombre es ya creador desde que produce objetos que satisfacen
    necesidades humanas, es decir, desde que emerge de su trabajo un
    producto nuevo, humano o humanizado, que sólo existe por y
    para él" (Sánchez Vázquez, A; 1987 p. 50);
    pero ese acto de creación natural, por antonomasia precisa
    un nivel de conducción que fortalece la aprehensión
    y consiguiente recreación
    de la realidad: la creación de esa "segunda naturaleza"
    con arreglo a las leyes de la belleza.

    Lo anterior refuerza (realmente tributa) la tesis de que
    la educación estética se caracteriza por la
    formación de una actitud estética del sujeto social
    hacia todo lo que posea valor estético en el universo:
    hacia la naturaleza, hacia los demás hombres, hacia su
    propio yo interno, hacia lo multiforme de las actividades que
    integran la vida de los humanos, hacia esa "segunda naturaleza" o
    mundo de las cosas y hacia el propio arte.

    Se supone que la mixtura de elementos que integran la
    educación estética requieren de una serie de
    enseres para la realización de la misma. Por tanto, estos
    enseres lo integran no solo el arte, sino también todas
    las series de derivaciones de la actividad práctica del
    hombre.

    Pensar que la actitud estética del hombre ante
    determinado elemento de la vida social o natural parte solo de lo
    innato y se subestima lo adquirido, puede conducir a una especie
    de argucia representativa y a su vez hecha por la borda el
    condicionamiento sociopsicológico de la necesidad,
    la
    motivación y el gusto estéticos.

    Por otro lado la propia educación estética
    del individuo y de
    las grandes colectividades es el resultado interactivo de la
    formación que él ha estado teniendo y en donde las
    otras formas de actividad humana y de la conciencia social han
    jugado un rol no desdeñable.

    No pensemos que la educación estética
    sintetiza los tipos de educación posible y realizable,
    sino que ella, por su carácter totalizador y valorativo
    cuenta con todo un arsenal de presupuestos
    inmanentes, que presididos por el arte logran resultados que
    desde otra referencia es harto difícil.

    Esto puede demostrarse a partir de que:

    1. Contribuye a que los sujetos lleguen a percibir
      (sentir) y a comprender de una manera meramente estética
      aquellos ingredientes naturales y sociales que por determinadas
      limitaciones de la experiencia cotidiana no todas las personas
      "pueden vivir en esa realidad", por ejemplo, si usted quiere
      "vivir" en las generalidades del siglo XIX cubano, basta con
      hacer una lectura inteligente de la novela
      Cecilia Valdés de Cirilo Villaverde y por lo menos los
      rasgos generales inherentes a la sociedad de entonces son
      revelados.
    2. La visión de esteticidad de la realidad, que
      permanentemente le circunda, sea más clarividente y con
      una mayor carga de emotividad y sensibilidad, a partir de que
      una educación conscientemente dirigida en este orden,
      desarrolla las nociones en torno a la belleza y la fealdad, la
      tragicidad y comicidad, la sublimidad o la bajeza, y a su vez
      permite que lo que ha descubierto el sujeto, sea un artista o
      no, sea "leído" por todo el resto de los integrantes de
      la sociedad, ya que es posible que una buena parte de la
      sociedad no haya podido leer (descubrir, ver o sentir) lo que
      determinado sujeto, por ejemplo, como el artista que –
      como acotábamos en la página 11 – es la
      autoconciencia crítica de la sociedad.
    3. Facilita un determinado nivel de organización de la realidad a partir de
      que las cualidades estéticas que potencial o realmente
      están en los 4 universos donde actúa lo
      estético, pues estamos en condiciones de leerlos y
      evaluarlos. El propio arte ayuda en su calidad de
      forma superior de lo estético a organizar la manera en
      que los individuos dialogan con la sociedad.
    4. A través de los resortes conque cuenta la
      educación estética es posible que se pueda
      influir activa y consecuentemente sobre la conciencia
      estética de cada individuo en el sentido que le es
      útil, sin que esto se convierta en una especie de
      pragmatismo
      estéril.

    ¿Qué
    es realmente la educación
    estética?

    La respuesta no es nada fácil, sin embargo lo
    códigos que presiden una aproximación a su
    definición están localizadamente definidos. Estamos
    de acuerdo con la profesora universitaria M.Sc. Graciela Montero
    Cepero cuando observaba que a propósito de la
    educación estética, a los educadores se le ofrece
    "la posibilidad de construir en un plano teórico, en forma
    de modelo, el proceso de educación estética" y que
    "tres ejes estructuran esta modelación conceptual, de la
    cual, según el ámbito en que se aplique, se
    derivarán los principios metodológicos que
    guiarán un proyecto de educación estética".
    Estos tres ejes formulados como interrogantes, son:

    1. ¿ Qué debemos educar mediante la
      educación estética?
    2. ¿ Cómo debe realizarse la
      educación estética?
    3. ¿ Para qué debemos educar
      estéticamente?

    (Montero Cepero, G; 1999 p. 4)

    Nos parece bastante precisa la formulación que
    hace la investigadora al sintetizar una serie de preceptos de
    corte didáctico que necesaria y objetivamente emplearemos
    en lo que resta de la investigación.

    Consideramos prudente consignar que el qué, el
    cómo y el para qué debe educarse
    estéticamente, subyace en cada una de las tesis que todo
    proceso de educación en este orden trae aparejado, al
    concebirse la:

    • Educación Estética como
      el proceso conscientemente dirigido mediante el cual se
      contextualizan los elementos estructurales de la conciencia
      estética, de la relación estética del
      hombre, la trama de concreciones que nacen de esa
      relación y su estilo y modo de
      realización.

    Se infiere que lo que recibe la influjo directo de este
    tipo de educación es la conciencia estética, al
    actuarse sobre los eslabones preconscientes, los sentimientos,
    los gustos, los valores e ideales que integran a la misma, o sea
    que la conciencia no va a venir a reflejar algún
    núcleo singular de la relación estética del
    hombre con y sobre el mundo, sino lo que opera en la propia
    intríngulis de la relación y el o los
    fenómenos estéticos que surgen (que le da germen)
    como resultado natural de esa relación.

    De lo anterior puede inferirse que el objeto de la
    educación estética resultará ser el
    qué educar, lo que ipso facto le imprime un
    alto grado de singularidad al examen que estamos haciendo, al
    tener que trabajarse independientemente de los procederes, el
    proceso de subjetivación del objeto y de
    objetivación del sujeto.

    Ahora bien, el cómo educar
    se logra a través de la propia conciencia de la existencia
    del aparato conceptual y categorial de la estética,
    expresado en términos de sistema de conocimientos y
    expresión además de la relación
    estética, cuya actividad estética es permanente al
    ser un …"tipo de actividad práctico-espiritual
    dirigida a crear y a desempeñar en la conciencia, en la
    acción o en la forma semiótico-material, el
    prototipo del objetivo ideal
    deseado y asequible según la posibilidad y la necesidad"
    que guarda el hombre con el mundo
    sistemáticamente.

     

     

     

    Autor:

    Lic. José Manuel Ubals
    Álvarez,

    Profesor Auxiliar.

    Asesor Técnico Docente de la Vicerrectoria de
    Investigaciones Postgrados y Relaciones
    Internacionales.

    Universidad Pedagógica "Raúl
    Gómez García"

    Guantánamo, Cuba

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