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Análisis e investigación del libro "Martín Fierro" de José Hernández



    1. José Hernández: Vida
      y Obra – Contexto histórico
    2. Argumento de las dos partes de la
      obra
    3. Estructura del
      poema
    4. La lengua
    5. Personajes
      secundarios
    6. Preguntas
      guía
    7. Conclusión
    8. Bibliografía

    Introducción:

    La siguiente monografía es un análisis del libro "Martín Fierro"
    escrito por el argentino José Hernández, el cual
    nos fue asignado como lectura para
    la clase de
    literatura. Para
    hacerlo se nos concedieron 2 meses de tiempo,
    así como también una serie de preguntas para
    utilizar como guía. Durante mi investigación,
    descubrí cierta información que, aunque no estaba
    comprendida en las mencionadas preguntas, me pareció que
    sería de provecho para el trabajo,
    por lo que decidí incluirla en él.

    Desarrollo:

    José Hernández: Vida y obra –
    Contexto histórico

    Nace nuestro poeta el 10 de noviembre de 1834, en la
    chacra (granja o alquería, derivado de una voz
    quechua) de Pedriel, a medio centenar de kilómetros de la
    capital
    argentina. Su padre se llamaba Pedro Pascual Rafael
    Hernández, procedente de una familia de rancio
    abolengo federal. Su abuelo paterno, José Gregorio
    Hernández Plata, había arribado al país en
    1779 y, junto con Alzaga, fueron los dos únicos miembros
    del Cabildo que se opusieron a que el Virreinato del Río
    de la Plata quedara al mando de Santiago de Liniers, el vencedor
    de los ingleses en 1806, por ser este de origen
    francés.

    La madre era doña Isabel de José Cipriano
    Pueyrredón y Dogán, perteneciente a una empecinada
    familia de "unitarios"; él y sus hermanos (excepto uno que
    era canónigo) lucharon como jabatos junto a Juan
    Martín Pueyrredón (tío abuelo de José
    Hernández), brigadier general y director supremo de las
    "Provincias Unidas" entre los años 1816 a 1819.

    El abuelo de nuestro escritor, hermano de Juan
    Martín, había ayudado a constituir el cuerpo de
    Húsares del rey o de Húsares de Pueyrredón,
    reclutando entre la mejor juventud de
    Buenos Aires
    hasta completar cien plazas y muy útil para frenar la
    codicia inglesa, que había puesto los ojos una y otra vez
    en las ricas Provincias del Plata.

    ¿Tendría éxito
    el casamiento de un "federal" con una "unitaria"? De nada
    sirvió que el abuelo paterno de José
    Hernández intentara oponerse al enlace. La boda
    siguió adelante y, como la novia era menor, fue necesario
    solicitar la venia judicial.

    José Hernández fue bautizado ocho meses y
    medio más tarde de su venida al mundo, concretamente el 27
    de julio de 1835 en la parroquia de la catedral del Norte, actual
    Iglesia de la
    Merced. Y al parecer tras imponerle los nombres de José y
    Rafael, las aguas bautismales fueron bálsamo para las
    tirantes relaciones entre ambas familias. Ese mismo año,
    Juan Manuel de Rosas
    (1793-1877), tras una sangrienta expedición al "desierto
    del sur", arrebatando a los indios 100.000 km2 de
    tierras, fue proclamado en Buenos Aires gobernador y
    capitán general. Por espacio de dieciséis
    años, la dictadura de
    Rosas se enseñoreó de Argentina gracias a su
    tristemente famosa policía: la "Mazorca". En su haber
    positivo se halla la abolición de la esclavitud mucho
    antes de que lo hicieran otros Estados americanos. Por eso
    llegó a ser casi venerado por los negros. Un año
    antes de haber conseguido las más altas magistraturas de
    la nación,
    los ingleses se habían apoderado del frío pero
    estratégico archipiélago de las Malvinas,
    auténticamente argentino por mucho que lo enmascararan
    argumentando su descubrimiento por los británicos y su
    transformación en las islas Falkland: de nada
    serviría la protesta rosista.

    Mientras los padres del pequeño José
    Rafael se encargaban de la
    administración de las estancias (auténticos
    maxi-latifundios de explotación industrial-ganadera a base
    de peonaje y en donde el absentismo de los dueños era
    proverbial), su tía doña Victoria Pueyrredón
    de Pueyrredón, "mamá Totó", le
    enseñaría las primeras letras antes de entrar en la
    escuela.

    Como los Pueyrredón se hallaban unidos a la causa
    unitaria, casi todos se vieron obligados a emigrar por miedo a la
    "Mazorca". En 1839-840 la furia de Rosas se hizo más
    patente, fracasada la conspiración de maza. Para evitar
    caer en manos de la "Mazorca", "Mamá" Totó y su
    marido, con el pequeño José Rafael, huyeron en su
    coche de caballos (llamado "volanta") y dejaron al futuro poeta
    en casa de su abuelo paterno en Barracas, no lejos del Riachuelo,
    en donde permaneció hasta los nueve
    años.

    José Hernández inició allí
    su vida escolar, llena de sobresaltos por las tensiones políticas.
    Cuando tenía once años cayo gravemente enfermo, al
    parecer por una infección pulmonar. Los especialistas
    prescribieron la interrupción de los estudios y su marcha
    inmediata al campo. Aprovechando las inspecciones realizadas por
    su padre como mayordomo de Rosas, marchó con él a
    las estancias del sur y pronto, como por encanto, recuperó
    la salud.

    En aquel viaje, en el que se infiltró hasta lo
    más recóndito de su espíritu todo cuanto
    encerraba la Pampa, le acompañó su hermano Rafael.
    En 1843 perdieron a su madre y nueve años más tarde
    ambos quedaron totalmente huérfanos al morir, alcanzado
    por un rayo, el padre. Entonces se alistaron en el
    ejército, pues su orgullo les impedía pedir ayuda a
    sus familiares. Así de la gran escuela del campo pasaban a
    la siempre contradictoria experiencia de la milicia.

    En 1852, el general Justo José de Urquiza
    (1801-1871) levantó la federación de las Provincias
    Argentinas y su famoso Ejercito Grande derrotó a Rosas en
    la batalla de Caseros. Poco después Urquiza era nombrado
    presidente de la Confederación Argentina para el
    período de 1854-1860, pero como Urquiza había
    promulgado una Constitución federal, algunas provincias,
    como Buenos Aires, donde gobernaba Mitre, continuaron la lucha y
    Urquiza tuvo que elegir por el momento como capital de su
    gobierno a
    Paraná.

    Hilario Lagos, lugarteniente de Urquiza, tras sitiar
    Buenos Aires, se enfrentó con una leva de milicianos,
    gauchos e indios
    dirigida por Faustino Velasco y el la que iba José
    Hernández. Los "rosistas" fueron descalabrados y Faustino
    Velasco perdió la vida.

    José Hernández no se desalentó y,
    bajo la bandera del general Hornos, partió poco
    después al encuentro de las tropas licenciadas del general
    Lagos, que fueron vencidas en la batalla de tala el 8 de
    noviembre de 1854.

    En 1858, en unas de las elecciones tenidas por
    fraudulentas, Valentín Alsina resultó elegido
    gobernador de Buenos Aires. Paralelamente surgió el
    partido federal reformista, que proyectaba la
    reconciliación porteña con Urquiza a través
    del periódico
    "La Reforma Pacífica", dirigido por Nicolás Antonio
    Calvo; fue entonces cuando José Hernández dijo
    adiós a las armas de fuego
    para luchar con unas armas menos comprometidas: la pluma y la
    prensa.

    Nuestro poeta pasó entonces a Paraná y
    publicó el folleto Las dos políticas,
    siguiendo la doctrina de Alberdi, que en mayor o menor grado
    Urquiza había hecho suyas. En Paraná, sede por
    entonces del Congreso Nacional, encontró un ejemplo de
    tenedor libre en la casa de Ramón
    Puig, que después sería yerno del general
    López Jordán. Al mismo tiempo pudo colaborar en
    El Nacional Argentino. Vagabundeará por la ciudad y
    en especial el mercado,
    recogiendo los chistes y
    dichos gauchescos de los carniceros, que entonces eran todos
    criollos. Allí sería podado "Matraca", por su
    potente voz y forma de hablar, hasta que en 1873 se le
    conocería como "Martín Fierro".

    El 23 de octubre de 1859 tuvo lugar la batalla de Cepeda
    entre las fuerzas de Urquiza, que tenía como ayudante a
    José Hernández, y las de Bartolomé Mitre,
    que representaba a Buenos Aires y al gobierno de la provincia
    "secesionista": éstos últimos fueron derrotados,
    Urquiza creyó que por fin la gran ciudad porteña
    era ya parte integrante de la Confederación Argentina tras
    ocho años de lucha.

    José Hernández regresó a
    Paraná a su profesión como tenedor de libros.
    Extraordinario autodidacta, "auto aprendió" taquigrafía y se empleó como
    taquígrafo en las sesiones del Senado Nacional. Un nuevo
    horizonte se abrió para él. Desde su puesto de
    "observador de la vida nacional" asistió a la
    sustitución de Urquiza por Santiago Derqui, el general
    Pedernera como vicepresidente y Mitre como gobernador de Buenos
    Aires, que alcanzaba ya las veintidós mil almas. Mitre
    hizo su ingreso en el Partido Socialista Argentino, con
    Hernández de secretario, que continuaba colaborando en
    El Nacional Argentino.

    Dos años después ardió de nuevo la
    guerra civil,
    Urquiza, como comandante en jefe de las fuerzas leales a Derqui,
    vuelve a enfrentarse a Mitre en la batalla de Pavón
    (17-9-1861). José y Rafael lucharon como jabatos esta vez
    junto a Mitre. En la sangrienta acción
    de la Cañada de Gómez, Rafael Hernández
    cayó herido y a duras penas pudo llegar con su hermano a
    Paraná.

    Derqui renunció a la presidencia y Urquiza
    negoció con Mitre la paz, tras el efímero paso de
    Pedernera por la presidencia. La muerte de
    la Confederación Argentina era un hecho. Una a una las
    provincias caerán a favor de Mitre, Argentina pasaba del
    federalismo al
    unitarismo. Por fin Buenos Aires volvió a ser capital de
    la nación
    y Mitre alcanzo en 1862 la presidencia por sufragio,
    mandato que terminaría en 1868.

    Fue entonces cuando nuestro escritor se enamoró
    en Paraná de Carolina González del Solar (a la que
    quizá ya había conocido en Buenos Aires), que
    vivía con sus padres y era vecina del escritor, quien en
    la calle Industria
    compartía piso con Manuel Martínez Fontez. Carolina
    tenía una hermana: Teresa. Hernández se casó
    con Carolina y su amigo con Teresa. Carolina daría al
    poeta nueve hijos, de los que des murieron
    jóvenes.

    Aunque no le gustaba el hogar, José fue siempre
    muy admirado y estimado por Carolina, que cuidó
    amorosamente de sus hijos durante las largas ausencias de su
    esposo.

    En noviembre de 1863, José Hernández
    publicó en El Argentino, con épicos acentos,
    la crónica de la muerte del
    general Peñaloza a manos del mayor Irrizabal y el teniente
    Junt. Sin pretensiones literarias, el artículo es de
    singular belleza y acreditaba a su autor para la descripción de escenas de hondo dramatismo.
    José siente en sus propias entrañas el fin violento
    del "Chacho" y su lirismo pregona su sinceridad fuera de toda
    duda.

    En el escenario plateño las cosas seguían
    sin estar claras: Venancio Flores, apoyado por el gobierno
    Argentino y por Brasil, se
    levanta contra el presidente Bernardo Prudencio Berro y su
    sucesor Atanasio Aguirre; el sucesor de éste, Tomás
    Villalba traspasará los plenos poderes a Venancio Flores
    en marzo de 1865 y este prorrogará su dictadura hasta
    1868. Por otra parte, la tensión con el Paraguay
    desembocaría en una sangrienta guerra. Argentina
    cosecharía una serie de derrotas. Consecuencia de ellas
    fue el estallido de un profundo clamor pacifista, una
    enésima guerra civil y una profunda disidencia con su
    aliado Brasil. El 12 de octubre de 1868, Domingo Faustino
    Sarmiento sucedía a Mitre en la presidencia de
    Argentina.

    A comienzos de 1867 José Hernández
    había llegado a Corrientes, en donde poseyó su
    primera imprenta y
    editó su primer diario: El Eco de Corrientes.
    Colaboró con su hermano Rafael, con su cuñado
    Gómez de Solar y con el gobernador Evaristo López.
    Fue designado oficial interino del Estado y
    después Secretario de la Cámara, cargo al que
    renunció por su discrepancia con el gobierno. Sin embargo,
    la renuncia no fue aceptada y entonces desde su diario
    suscitó una dura polémica con el diario de la
    oposición, La Esperanza.

    El 27 de mayo de 1868 los revolucionarios sitiaron su
    casa y destruyeron su imprenta. Hernández se
    refugió en Rosario. Desde allí colaboró en
    La Capital, fundado por Ovidio Lagos, con las iniciales
    J.H. A fines pasó a Buenos Aires, en donde con ayuda de
    personalidades notables sacó a la luz el
    periódico El Río de la Plata, que pronto
    se situó a la cabeza de los periódicos de la
    capital. Desde sus páginas lanzó mensajes
    pacifistas para que el gobierno terminara cuanto antes una
    inútil guerra con Paraguay, así como a "derogar" la
    inconstitucional ley de fronteras,
    que obligaba a prestar servicio en
    estas y que traía consigo la inicua persecución y
    exterminio del gaucho. Gracias a sus artículos, la
    opinión
    pública se enteró de la terrible
    situación en que se hallaban las clases marginadas del
    país y prestó atención al agudo problema de los
    inmigrantes.

    Fue entonces cuando Hernández concibió su
    Martín Fierro, con la intención de escribir
    una obra de arte y gozar de
    tranquilidad precisa para ello. Sin embargo, el asesinato de
    Urquiza por predicar ahora un arreglo con Paraguay y ser acusado
    de agente de Buenos Aires (1870), se lo impide. Asesinato ya
    presentido y publicado por el poeta años antes como una
    especie de "crónica de una
    muerte anunciada", abrió antiguos rencores. Ricardo
    López Jordán fue elegido gobernador de Entre
    Ríos de forma constitucional y defendido por
    Hernández en sus artículos, pero la guerra civil
    ahogaba toda concordia.

    Acosado por el gobierno sarmientista, López
    Jordán reunió doce mil hombres gauchos y paisanos,
    pero fue derrotado en Ñaembé por la
    artillería de Viejobueno y las tropas del coronel Julio A.
    Roca. López Jordán marchó al exilio en
    Brasil, en donde se reunió con Hernández, refugiado
    en Santa Ana do Livramento. Allí, según algunos,
    empezó a escribir el Martín Fierro, aunque
    otros piensan que lo hizo en Buenos Aires.

    A comienzos de 1872 vuelve a Buenos Aires. Publica en
    Rosario y en La Pampa, de Buenos Aires, una memoria sobre
    El Camino Trasandino.

    El 28 de noviembre de 1872, el periódico La
    República
    daba por fin la noticia de que el
    Martín Fierro había salido a la luz. El
    éxito le acompañó desde su aparición,
    a pesar de la frialdad con que fue acogida por la clase
    intelectual.

    Como consecuencia de considerarlo todavía
    peligroso jordanista, se dicta una orden de reclusión
    contra él y Hernández se refugia en Montevideo, por
    haberse puesto precio a su
    cabeza, al igual que a la de López Jordán. Sin
    embargo, a los finales de 1874 pudo regresar a Argentina y seguir
    adelante, realizando negocios de
    campo utilizando a su hermano como agrimensor. Gracias a Rafael
    pudo adquirir una librería en la bonaerense calle de
    Tacuarí para instalar su despacho de negocios.

    En 1875, Rawson pronunciaba un notable discurso
    contra Sarmiento, que hacía un año había
    efectuado el relevo de la presidencia en la persona de
    Nicolás Silva de Avellaneda. En el discurso
    mencionó la Vida de Chacho, de Hernández, y
    el ex-presidente contestó con otro no menos relevante.
    Esta polémica animó a la reedición de la
    Vida del Chacho.

    La Tribuna se revolvió entonces contra
    nuestro escritor, acusándolo de jordanista y pro
    Avellaneda, y José se justificó valiéndose
    de La Libertad, diario bonaerense cuyo director era Manuel
    Bilbao.

    Y fue Rafael el que presentó a su hermano al
    presidente, pero Hernández, aunque pensaba hallarse de
    acuerdo con el político, no las tenía todas
    consigo. Por ese tiempo se hallaba instalado en su finca de
    Belgrano (entre las actuales calles de Luís Mª
    Campos, Cabildo, Olleros… y José
    Hernández).

    Animado por los gauchos, bien en su domicilio, bien en
    la librería, escribió La Vuelta del Gaucho
    Martín Fierro
    , segunda parte del famoso poema, que
    salió a la calle en 1879. Hernández había
    sido elegido diputado provincial y en 1880 fue reelegido.
    Creyó entonces que había llegado de nuevo el
    momento de reivindicar "su" causa federal…

    El 1ro de mayo d 1880 el gobernador Tejedor, que
    aspiraba a la presidencia de la República frente a la
    candidatura de Julio Argentino Roca, de talante "oficialista", se
    levantó en armas. Hernández invitó a los
    suyos a no combatir, pero no hubo más remedio y la causa
    federal fue decisivamente derrotada.

    Vuelto a mundo civil, no sin sobresaltos, Dardo Rocha
    propuso a Hernández un estudio sobre la
    organización y trabajos que se llevan a cabo en las
    estancias; fruto de ello fue la Instrucción del
    Estanciero
    , editado por Caballé, y en el que figuraban
    magníficas recomendaciones para un mejor gobierno de las
    estancias.

    La Instrucción del Estanciero es el
    último libro editado por nuestro escritor. Toda la obra
    rezuma un espíritu optimista y nos presenta la tesis de que
    una civilización madura no tiene por que hallarse
    reñida con la economía de tipo
    agraria. Se trata pues de un manual de la
    estancia nueva, que surge tras la campaña contra el
    indio. Demanda de la
    formación de colonias agrícolas con elementos
    nacionales, y su obra es como una didáctica de la estancia, que se encamina
    al objetivo
    político de rescatar al gaucho mediante el trabajo.

    Desgraciadamente, y debido a su pasado, las autoridades
    no adquirieron ningún ejemplar y, en una comisión
    confidencial encomendada por dardo Rocha, José
    Hernández contrajo una enfermedad de la que ya no se
    repondría, falleciendo el 21 de septiembre de 1886;
    victima de tantos trabajos, discursos y
    sinsabores políticos, se hallaba a punto de cumplir 52
    años. "Ayer murió el senador Martín
    Fierro".

    Tres semanas después, concretamente el 12 de
    octubre, Miguel Juárez Celman empuñaba el
    bastón presidencial sucediendo a Roca.

    Dos años más tarde fallecía
    también Domingo Faustino Sarmiento en Asunción
    (Paraguay), enemigo acérrimo de Rosas y de su política y uno de los
    creadores de la Argentina moderna. Su figura ha suscitado
    pasiones en pro y en contra y daría motivos de
    inspiración negativos para Hernández y su
    Martín Fierro. Sea como fuere, supo liquidar la
    sangrienta guerra con el Paraguay (1870) y, en un momento de
    extrema madurez – tenía casi sesenta años
    cuando llegó a presidente, con una apreciable sordera y
    muchos desengaños a cuestas – , atacó a la
    oligarquía criolla que antes le había apoyado y se
    dedicó a cambiar por completo el sistema de
    instrucción pública, muy en especial la escuela
    primaria; fomentó la inmigración e intentó cambiar el
    sistema de producción y reparto de la
    tierra.

    Hombre de ideas unitarias, por ellas tuvo que emigrar
    dos veces a Chile, la segunda en 1841, teniéndose por
    discípulo de Andrés
    Bello, con quien intentó una reforma de la ortografía. Allí escribió
    Mi Defensa (1843) y su obra maestra, La antítesis del Martín Fierro:
    Facundo, Civilización y Barbarie. Se dice que
    escribió a Mitre en estos términos: "No ahorre
    sangre de
    gauchos. Es lo único humano que tienen y es necesario
    derramarla para abono de sus campos." Alberdi le reprochó
    siempre la terrible persecución de que hizo objeto al
    gaucho: "Los campesinos fueron siempre el baluarte de nuestra
    independencia,
    y el paisano, el gaucho su primer soldado." Sarmiento lo
    reconoció finalmente, aunque era demasiado
    tarde.

    Ya hemos visto como Avellaneda sucedió a
    sarmiento en la presidencia (1874-1880). Avellaneda, en su
    gestión, ocupó la Patagonia
    (1879), redactó la Ley Universitaria, federalizó el
    territorio del municipio de Buenos Aires, erigido desde entonces
    en auténtica capital de toda la nación – 20
    de septiembre de 1880 – y fomentó la
    instalación de nuevas industrias. Su
    sucesor, Julio A. Roca, que murió en el mismo año
    que Hernández, terminó la conquista del desierto y
    consiguió, ayudado por la ingerencia extranjera, la
    riqueza para Argentina y el prestigio nacional
    ¿Durará mucho tan súbita
    bonanza?…

    Argumento de las dos partes de la obra

    Primera parte: "La Ida"

    Martín Fierro, el gaucho, nos va a contar con
    sincera nostalgia la vida feliz que antaño llevaba en la
    pampa y la inicia no con el grandilocuente verso homérico
    de "Canta musa, la cólera
    de Aquiles"… sino con un auténtico rapsoda del
    pueblo al que van destinadas sus cuitas y lamentos: "Aquí
    me pongo a cantar / al compás de la vigüela…"
    en el canto II comienza el relato propiamente novelesco del
    poema, concretamente al llegar la cuarta estrofa: la leva lleva
    al gaucho del hogar a "la frontera", a
    la tierra de
    indios.

    En el canto III asistimos a la vida miserable que sufre
    nuestro protagonista en su nuevo destino. La guerra con el indio
    se halla erizada de peligros sin cuento, hasta
    el punto de que el gaucho decide huir (canto IV y V). La continua
    huída va a durar tres años, sembrado de penalidades
    sin cuento. Pobre y desnudo, regresa a su rancho, que ha sido
    destruido y ha de refugiarse en una cueva.

    Las penalidades no han terminado: en el canto VII Fierro
    sufre persecución al ser considerado un vago. Entonces se
    revela y se torna "malo", frecuenta las "pulperías", se
    emborracha y, pendenciero, en una pelea mata a un negro. En el
    canto VIII, la policía lo persigue. Exhausto, pero
    valiente, lucha hasta la extenuación, hasta conseguir la
    admiración del sargento de policía Cruz, en el
    canto IX lo escucha con atención y, compadecido de
    él, le cuenta a su vez, su historia; y así
    ambos, por ser dos almas gemelas, deciden marchar a tierra de
    indios. Así se llega al canto XIII, con el que finaliza la
    primera parte. Hernández, por boca de su protagonista,
    anuncia "romper la guitarra para no volverla a templar". En la
    última estrofa se encierra toda la protesta y denuncia
    socio-política: "…que referí ansí a
    mi modo / males que conocen todos / pero que naides
    contó".

    Segunda parte: "La Vuelta"

    La segunda parte abre también con una
    pequeña introducción. Se trata de una novela rimada con
    ecos de poema épico. José Hernández
    sabía que la fama de su personaje corría de boca en
    boca, a semejanza de lo que Sancho dice en relación a su
    amo en la segunda parte del Quijote (1 y 2). Narración de
    las aventuras de Cruz y Fierro en la tierra de indios, fiestas y
    bailes de los mismos, postura ante los prisioneros. En el canto 3
    aparece una poesía
    sentenciosa junto al treno y la lamentación continuada.
    Una resignación sin esperanza, un estoicismo ilustrado con
    metáforas encadenadas. Menos mal que el lamento es el
    mejor lenitivo para todos los males. Las lamentaciones se cortan
    y volvemos a enfrentarse con el indio y conocemos la vida de
    prisioneros de Cruz y Fierro. En los cantos 4 al 6 se nos
    describen las costumbres indias, muchas de ellas bárbaras
    y salvajes, singularmente las de los hombres que maltratan a sus
    mujeres cuales aparecen como sufridas y abnegadas.

    En el canto 6, Cruz muere de viruelas. Encomienda a
    Fierro a su hijo porque ya no tiene tampoco madre. Hasta ese
    momento no sabíamos que cruz tenía un hijo, y es
    quizá para un hombre que
    siempre se halla en escenarios bélicos, el pensar que
    podía tener una familia le quitaba toda la dureza de su
    carácter.

    En el canto 8, tras enterrar a Cruz y llorarle, Fierro
    se ve envuelto en un terrible duelo con un salvaje que maltrata a
    una prisionera blanca. Después logra huir con ella, no sin
    antes asistir a una de las escenas más tiernas y a la vez
    duras del poema: el indio golpea brutalmente a la mujer y le
    arranca a su hijo de los brazos, acto seguido lo
    degüella… ¡para amarrarle después las
    manos con las propias tripas de su hijo! En los cantos 9 y 10
    Fierro y su compañera sepultan al niño despedazado,
    tras matar al indio y enterrarlo en un "pajonal", a fin de que la
    tribu tarde en encontrarlo; después marchan a "tierra de
    cristianos".

    Cuando llegan, Fierro se despide de la mujer y cada cual
    parte por su lado. Tres años han pasado en duro
    peregrinaje y cinco con los indios cautivo. Las autoridades ya no
    se acuerdan de sus delitos.
    Entonces aparecen los hijos de nuestro protagonista, a los que
    les cuesta identificarle, porque "venía muy aindiado y muy
    viejo". En el canto 12, el hijo mayor cuenta su estancia en la
    cárcel; en el 13 el hijo segundo narra asimismo su
    historia. Se nos da a conocer un nuevo personaje: el viejo
    Viscacha, a quien se le encomendó el hijo más
    pequeño hasta que tuviera edad para gozar de la herencia. El
    carácter y las acciones de
    Viscacha se nos narran en los cantos 14 y 15. En el canto 16
    fallece Viscacha y es enterrado (canto 17 y 18). La
    obsesión por el viejo Viscacha, que tanto hiciera sufrir
    al hijo segundo, se nos explica con detalle. En el canto 20
    aparece Picardía, que explica su azarosa vida picaresca
    (cantos 21 a 28). ¡Finalmente descubrimos que
    Picardía as el hijo de Cruz!

    Aparece a continuación el Moreno, nada menos que
    el hermano menor del negro que injustamente mató
    Martín Fierro (canto 29 a 31). Por último,
    Martín Fierro (transposición del autor) da una
    serie de consejos a sus dos hijos. Estos, junto con
    Picardía, se despiden, no sin antes decidir cambiar de
    nombre. En la penúltima estrofa se nos devela el mensaje
    del autor al proponerse escribir la segunda parte de la obra: "es
    el tiempo de olvidar antiguas rencillas, tiempo es de trabajar
    por un futuro". El propio José Hernández se dirige
    a los lectores con el convencimiento de que su poema a de pasar a
    la posteridad y de que todo él encierra una enseñanza.

    Estructura del poema

    Cada estrofa del Martín Fierro es un
    pequeño poema independiente que posee valor por
    sí mismo, sin que sea necesario el sentido de las estrofas
    anteriores o posteriores. Por otro lado, cada estrofa se articula
    con las otras, constituyendo un tono armónico. Sin
    embargo, resulta fácil descomponer el poema en sus
    diferentes unidades fundamentales y montarlo de nuevo,
    confiriendo diferente orden a las estrofas que se suceden en cada
    uno de los cantos. Por lo tanto, cada una de las unidades
    métricas es un pequeño poema cerrado que tiene
    todos los elementos suficientes para transferir a los lectores, o
    a quien lo oyere, toda la emoción que el escritor se
    propuso comunicar.

    Las estrofas se pueden colocar donde sea necesario por
    su significado o donde convenga. Además pueden cantarse
    sueltas, acompañadas de acordes de una guitarra. Cosa que
    cualquier cantante argentino de la actualidad puede hacer. De
    aquí las variantes en las numerosas ediciones respecto a
    su orden, al ser poemas
    minúsculos separados del contexto. Por lo general
    José Hernández utiliza la sexteta, estrofa
    creada por el mismo que rima: a-b-b-c-c-b con ocho sílabas
    en cada verso. Se trata de una variante de la sextilla y
    que algún tratadista bautizó con toda justicia
    hernandiana.

    Pero también hay cuartetos especiales
    (consonancia en los versos pares), como por ejemplo en la Ida,
    cato VII y en la Vuelta, cantos 27 y 28 en cuartetos propiamente
    dichos. En los dos últimos cantos de la Vuelta alternan
    sin orden alguno la cuarteta y la redondilla.
    Así mismo, hallamos formas de romance asonantado en la
    palabra llana en la Vuelta, cantos 11, 20, 29 y 31; formas
    romanceadas en algunas sextetas, cuartetas dobles y una singular
    estrofa de diez versos.

    Desde el punto de vista del contenido, en la
    composición de las estrofas el autor sigue el siguiente
    esquema: el tema es planteado en los versos iniciales; los
    centrales preparan para la conclusión que se nos ofrece en
    los dos versos finales, muy acertados, en general, para la
    composición, y para la recopilación de sentencias y
    refranes. Se ha dicho con razón que cada estrofa es una
    auténtica síntesis
    de lo filosófico, lo ingenioso, lo poético y lo
    vernáculo.

    Como cada estrofa es independiente y posee sentido
    propio, su autor no necesitó componer la obra de una
    tirada en el orden en que podemos leerla en la actualidad.
    Hernández pudo muy bien ir recopilando estrofas y
    moldeando el poema con toda libertad, de
    forma doble, como un verdadero miniaturista. Sin que nuestro
    poeta fuera un autor culto que tendiera a un exagerado purismo,
    pudo de esta manera ir construyendo las estrofas por separado, a
    la vez que cincelaba sus versos, para luego hacer lo propio en el
    conjunto.

    Martínez Estrada, uno de los grandes tratadistas
    del Martín Fierro, ha señalado una serie de
    anomalías a la disposición métrica general.
    Anomalías que no solo no desentonan sino que dan mayor
    belleza al poema; incluso a veces descuida el ajuste de las rimas
    para ofrecernos versos de contenido superior al que pudieran
    tener otros en los que la rima fuera exacta, conseguida a base de
    suprimir palabras que el autor cree intocables, por otras.
    Hernández sólo utilizaba el romance para acercarse
    al valor narrativo de la prosa, excepto en este caso, en que
    prefiere su sexteta, que por ser de su creación cree,
    tener todo el derecho en enmendarla por la necesidad
    poética del propio poema.

    La
    lengua

    José Hernández utiliza para sus obras como
    lenguaje un
    remedo muy logrado del dialecto rústico rioplatense, tal
    como se hablaba en la primera mitad del s. XIX. El autor
    creía cumplir así el objetivo sociopolítico
    que se había propuesto. Por eso el pueblo supo reconocerse
    a si mismo hablando en su propio estilo intransferible, pero
    elevado al mismo tiempo a la máxima tensión de su
    eficacia
    expresiva.

    Para transcribir con exactitud el sistema
    lingüístico del pueblo había que respetar las
    frecuentes sinalefas, tal como este las pronunciaba, y ser fiel a
    la ley de acentuación del pueblo discordante con la
    impuesta en el Diccionario y
    la Gramática de la Real Academia
    Española. El lector deberá respetar la
    acentuación de José Hernández, si quiere
    gustar plenamente del poema.

    Sin embargo, nuestro autor se atreve a modificar las
    grafías más que las fonéticas. Así
    tiende a cambiar las s por las c equivalente al sonido de la z
    española, y aunque conserva el castellano
    llevado por los conquistadores en el s. XVI, resulta comprensible
    en su conjunto para un lector español de
    la actualidad, si bien se le escapan expresiones y palabras
    concretas que resultan esenciales para la mejor interpretación del verso y la estrofa,
    así como paladear mejor su arte. Por otra parte, nuestro
    autor intercaló muchas expresiones y formas de
    expresión suyas, pero no de los gauchos, lo que dificulta
    más la comprensión.

    A lo largo de la obra los americanismos son evidentes,
    así como la tendencia a reducir grupos
    consonánticos: doctor – dotor; indigno –
    indino; instrumento – estrumento, etc., y la
    confusión de los prefijos en formas nominales y verbales:
    desertor – desertor; derramar – redamar,
    etc.

    Resultan normales las formas arcaicas, cosa que recuerda
    a la lengua do los
    conquistadores. El canto sigue idéntico proceso al de
    las hablas rústicas: caer – cair; reír
    – reir; démelo – demeló; casos de
    debilitación vocálica: teatro
    tiatro; poeta – pueta; casos de h aspirada: huir –
    juir; horcón – jorcón; trascripción de
    j por f inicial: fuerte – juerte; fogón –
    jogón; etc.

    Hernández no era un poeta cuidadoso
    ortográficamente, pero gran cantidad de fallos hay que
    señalarlos no por su ineptitud, sino por el deseo de
    acercarse más al hombre de campo, deseo que plantea en
    todo el poema. Esta circunstancia casi no se da en cuanto a la
    sintaxis. Las construcciones se ofrecen en forma directa, a
    semejanza de lo que hacen las gentes sencillas, y las diferencias
    son más por fonética sintáctica
    (supresión de la a: "lo empecé [a] aventajar") o
    introducción del complemento de objeto indirecto: "Y
    dejábamos las vacas / que las llevara el
    infiel".

    Por último, el voseo propio de Sudamérica
    en el Martín Fierro posee intención
    ofensiva. Así pues el Martín Fierro es tan
    comprensible como cualquier obra que tienda al castellano castizo
    del s. XVI.

    Personajes secundarios

    Cruz

    Es también gaucho como Fierro, pero ha ingresado
    en la policía gracias a un amigo que le debía una
    "deuda de sangre"; aparece como una especie de "doble" de aquel,
    pero no le anula. Su nombre ya es un símbolo: sufrimiento,
    muerte, castigo, purga en la vida de acciones pasadas… y
    por "la forma de firmar"… ¡con una cruz! como
    analfabeto. Actúa como complemento y desdoblamiento de
    nuestro héroe, que clama incluso con mayor fuerza que
    este contra la injusticia de los que mandan.

    En la segunda parte lucha fieramente a lado de Fierro
    contra los indios: cree que va a morir, pero no es así
    hasta que le sobreviene el final, no en la lucha, sino tras
    cuidar a un indígena. Más humano que nunca, cae
    también él gravemente enfermo y encomienda con la
    mayor ternura un hijito a Fierro, desapareciendo para
    siempre.

    El hijo mayor de Martín Fierro. Se nos
    presenta como un ex presidiario que ha ido a la cárcel
    injustamente, a la manera de El Proceso, de Kafka. El hijo
    mayor acusa y de él se vale José Hernández
    para lanzar un último ataque contra la justicia y el
    sistema penitenciario. En él están simbolizados no
    sólo todos los perseguidos injustamente, sino todos los
    que se hallen encerrados en la cárcel de su propia
    existencia (angustia existencial).

    El hijo segundo. Se relaciona con
    Picardía, hijo de Cruz, y es un digno continuador de la
    gloria picaresca española. Trasciende de él un
    sentido humano de inocencia gracias a él se introduce en
    la obra un personaje de la riqueza argumental del viejo Viscacha.
    Una mujer (la tía) le recoge y le mima, y le deja una
    herencia gracias a la cual este hijo segundo entra en contacto
    con gente más refinada que los gauchos. La semejanza con
    los pícaros se halla muy lograda, ya que el muchacho
    vagabundo va de mano en mano y pasa "hambre viva" en casa del
    avaro Viscacha. Como en el caso de Picardía, su forma de
    vivir se halla determinada por las circunstancias.

    Picardía. Hijo de Cruz, su nombre lo dice
    todo, narra sus aventuras sus detalles de humor que suavizan la
    tragedia del hijo mayor.

    Vizcacha. Viejo astuto y avaro que ha vivido
    siempre en el campo. Viscacha recuerda con su nombre al de una
    clase de roedor que vive en las madrigueras (una "vizcacha"). Es
    viudo por haber matado a su mujer de un golpe por haberle dado un
    "mate frío", pero el remordimiento no lo dejará ya
    en paz. Avaro, celoso o maniático, el hijo de Fierro
    deberá dormir fuera de su covacha, a la serena, con el
    cuerpo medio desnudo. Viscacha da al muchacho unos consejos,
    auténtica norma de vida para el pícaro que ha de
    desplegar la astucia, el engaño, el disimulo y la
    misoginia para sobrevivir en un mundo donde el hombre es
    lobo para el hombre.

    El Moreno o "Negro de la Payada". Contrasta con
    los otros personajes sobre todo por el color. Se trata
    de un vengador de ofensa legal (venganza de la sangre) por ser
    pariente del muerto, pero no consuma la venganza, porque en la
    segunda parte ha llegado la hora del perdón y el olvido
    para las viejas ofensas. Su figura es interesante desde el punto
    de vista técnico y estilístico por introducir la
    payada, y con ella el poema incorpora uno de los elementos
    corrientes en la poesía gauchesca. El enfrentamiento entre
    negro y blanco es explicado por algunos como intención de
    tipo racial. El gaucho siente con orgullo la indiferencia hacia
    el color y si este orgullo lo separa del "pueblero" (aquí
    con mucho de defensa), también lo hace del indio y el
    negro.

    Las mujeres

    Se ha dicho que el Martín Fierro es un
    poema de hombres, lo cual no obsta para que la mujer se halle
    presente en él, tanto de forma individual como colectiva,
    en los distintos cantos de las dos partes.

    La primera que nos presenta el poema es la esposa de
    Fierro
    . No posee nombre concreto y
    sale en él de forma episódica sin que sepamos nada
    ni de su rostro ni de sus formas… "una de tantas". Al
    marchar Martín Fierro, ella también marcha "con no
    se qué gavilán", y Fierro la disculpa e incluso le
    desea suerte.

    La segunda es la del negro a quien un día,
    estando Fierro borracho, la insulta y se mete con ella hasta que
    la pelea inevitable termina con la muerte del negro. Fierro
    pretende entonces continuar su atropello, pero reflexiona y, por
    respeto,
    desaparece con gran remordimiento.

    Cuando Cruz acaba de unir su vida a la del gaucho
    aventurero, aparece de nuevo la mujer, que si es buena puede ser
    de gran alivio para el compañero. Sin embargo, la de
    Cruz
    , a la que primero se pondera, termina, como la de
    Fierro
    , abandonándole por el comandante de la milicia.
    La misoginia de ambos hombres es pues justificable. Misoginia que
    se repite en el baile del gaucho (canto XI), en donde,
    además de una que le provoca, otras se burlan de
    él
    .

    Llegamos con ello a la Vuelta. Las primeras
    mujeres que se nos presentan son las indias. Martín
    no tiene más que elogios para ellas. Son también
    mujeres sin rostro: piadosas, diligentes y sufridas en los
    trabajos. Sufren pacientes bajo el duro yugo del marido que es su
    tirano y su señor, y que "ni sabe lo que es amar". Con las
    indias contrasta el retrato de la "china vieja"
    que culpa a un "gringuito" cautivo de ser el causante de la
    viruela negra. Es una mujer maléfica y
    supersticiosa.

    El episodio de la mujer cautiva produce el
    retrato más tierno de mujer del Martín
    Fierro
    , así como las trágicas escenas de las
    que es protagonista: mujer buena con su hijito contrapuesto al de
    la "china mala" que desencadena el drama. Gracias a la entereza
    de la cautiva, que pierde a su hijo degollado, Fierro recupera el
    instinto de pelea. Mujer valiente, Posee toda la cautela propia
    de la feminidad y sabe sobreponerse al dolor y ayudar a Fierro
    cuando es atacado por el indio y cae debajo de él sin
    poder
    volverse. Hernández hace que Fierro bendiga a Dios por
    haber puesto en aquella mujer la "juerza que en un varón /
    tal vez no pudiera haber".

    Muerto el indio, se produce la huída de Fierro y
    la mujer. Nada se nos dice en cuanto si ha habido relaciones
    más íntimas entre el protagonista y la cautiva. El
    autor es todo discreción y hace que Fierro, convertido en
    auténtico paladín, no necesite descender a
    situaciones más prosaicas…

    Por último se hallan: la tía que,
    recoge al segundo hijo de Fierro, lo mima y lo hace su heredero.
    Es una mujer con auténtico buen corazón y
    carácter maternal; y en contraste con la amable figura de
    la tía, está la curandera, auténtica
    parca, que visita a Viscacha viejo y enfermo. La viuda de
    la que se enamora el segundo hijo de Fierro. De la viuda su
    conducta, nada
    sabemos, mujer esquiva de la cual anda locamente enamorado el
    muchacho, no puede consumar su unión porque aquella es
    fiel a la memoria de su marido.

    Unas tías que recogen al hijo de Cruz para
    que no ande suelto y desamparado, buenas mujeres, aunque unas
    beatorras de cuidado y, contrastando, la mulata que se
    "pega" al lado de Picardía, primero como ángel de
    la guarda, después como pícara tentadora del
    muchacho. Apodada "la parda, tenía los ojos como
    refocilo"… Finalmente, la alusión que hace el
    Moreno a su sufrida madre que tuvo diez hijos…

    Las masas

    Se hallan representadas por la caterva de jueces,
    comandantes, comisarios, asistentes, vigilantes, pulperos,
    indios, indias, unos más próximos al lector, otros
    en segundo plano; pero todos imprescindibles para que las figuras
    de los protagonistas aparezcan recortadas con mayor
    fuerza.

    Preguntas guía

    1. Martín Fierro, además de ser el
      más completo retrato del gaucho, es también el
      "hombre olvidado", allí donde de verdad la soledad
      crece e inunda el espíritu del que ha de resignarse a
      vivir solo consigo mismo y con sus recuerdos, cuando la
      fatalidad le ha obligado a huir sin saber hasta cuando, ni
      donde…

      "¡Cuantas veces al
      cruzar
      en esa inmensa llanura,
      al verse en tal desventura
      y tan lejos de los suyos,
      se tira uno entre los yuyos
      a llorar con amargura!"


      "Allí pasaba las horas
      sin haber naides conmigo
      teniendo a Dios por testigo,
      y mis pensamientos fijos
      en mi mujer y mis hijos,
      en mi pago y en mi amigo."

      Un gaucho pesimista y fatalista

      "Tal vez los verán
      sufrir
      sin tenerles compasión;
      puede que alguna ocasión,
      aunque los vean tiritando,
      los echen de algún jogón
      pa que no estén estorbando."


      "Y al verse ansina espantaos
      como se espanta a los perros,
      irán los hijos de Fierro,
      con la cola entre las piernas,
      a buscar almas más tiernas
      o esconderse en algún cerro."

      "Si uno aguanta, es gaucho
      bruto;
      si no aguanta es gaucho malo.
      ¡Dele azote, dele palo,
      porque es lo que él necesita!
      De todo el que nació gaucho
      ésta es la suerte maldita"

      en el que la religiosidad que le inculcaron los
      conquistadores continúa en pie.

      "Pido a los Santos del Cielo
      Que ayuden mi pensamiento;…"

      "Vengan Santos milagrosos,
      Vengan todos en mi ayuda,…"


      " ¡Bendito, Dios poderoso,
      quien te puede comprender!…"

      "Yo junté las
      osamentas,
      me hinqué y les recé un bendito,
      hice una cruz de un palito
      y pedí a mi Dios clemente
      me perdonara el delito
      de haber muerto tanta gente."

      Compagina su natural sentido de independencia con el
      recuerdo, la nostalgia de la vida familiar en la que era
      feliz antes de la leva (aparece así como un
      héroe romántico), con "sentido
      hogareño".

      "Irse a cruzar el desierto
      lo mesmo que un forajido,
      dejando aquí en el olvido,
      como dejamos nosotros,
      su mujer en brazos de otro
      y sus hijitos perdidos."

      Su carácter es una mezcla de psicología
      áspera y hostil con otra mansa y servicial.

      Martín Fierro es un hombre bravo que huye de
      peleas inútiles (en general)

      "Y sepan cuantos escuchan
      de mis penas el relato,
      que nunca peleo ni mato
      sino por necesidá,…"

      y que desde pequeño ha de ganar la vida con
      el sudor de su frente sin que sepa jamás "lo que es
      subir en el escalafón ni social ni
      cultural".

      "Dende chiquito gané
      la vida con mi trabajo,
      y aunque siempre estuve abajo
      y no sé lo que es subir
      también el mucho sufrir
      suele cansarnos, ¡barajo!"

      Es un hombre de nobles sentimientos que constituye
      una familia, pero que la fatalidad lo obliga a huir, sin
      dejarle disfrutar de ella.

      "tuve en mi pago en un tiempo
      hijos, hacienda y mujer,
      pero empecé a padecer,
      me echaron a la frontera,
      ¡y qué iba a hallar al volver!
      Tan sólo hallé la tapera."

      En su persona se mezclan también el miedo y
      el coraje, miedo al peligro como todo mortal, pero
      valentía e infinidad de recursos
      para enfrentarse a él;

      "Peligro era atropellar
      y era peligro el juir,
      y más peligro seguir
      esperando de ese modo,
      pues otros podían venir
      y carniarme allí entre todos."

      "Para vencer un peligro,
      salvar de cualquier abismo
      -por esperencia lo afirmo-,
      más que el sable y que la lanza
      suele servir la confianza
      que el hombre tiene en si mismo."

      y cuando mata al negro, lo desprecia.
      Aversión al hombre de color que se da también
      en otros pasajes y que los expertos han interpretado como la
      típica conciencia
      de la superioridad del hombre blanco propia de la
      época…

      "a los blancos hizo Dios,
      a los mulatos san pedro,
      a los negros hizo el diablo
      para tizón del infierno."

      Hombre contradictorio, nuestro gaucho pasa de la
      crueldad

      "En esto la negra vino
      con los ojos como ají
      y empezó la pobre allí
      a bramar como una loba.
      Yo quise darle una soba
      a ver si la hacía callar,
      mas pude reflesionar
      que era malo en aquel punto,
      y por respeto al dijunto
      no la quise castigar."

      a la ternura,

      "El recuerdo me atormenta;
      se renueva mi pesar;
      me dan ganas de llorar;
      nada a mis penas igualo;
      Cruz también cayó muy malo
      ya para no levantar"


      "Y yo, con mis propias manos,
      yo mesmo lo sepulté;
      a Dios por su alma
      rogué
      de dolor el pecho lleno,
      y humedeció aquel terreno
      el llanto que redamé."


      "Se alzó con pausa de leona
      cuando acabó de implorar,
      y, sin dejar de llorar,
      envolvió en uno trapitos
      los pedazos de su hijito,
      que yo le ayudé a juntar"

      de la bravura

      "…vean si me pueden llevar,
      que yo no me he de entregar,
      aunque vengan todos juntos."

      al cinismo,

      "Como nunca, en la
      ocasión
      por peliar me dio la tranca.
      Y la emprendí con un negro
      que trujo una negra en ancas."

      "…y me alargó un
      medio frasco
      diciendo: beba cuñao.
      Por su hermana, contesté.
      Que por la mía no hay cuidao"

      cualidades positivas y negativas que le hacen
      aceptar ciegamente "su destino" a la manera de la tragedia
      clásica.

      "…yo ruedo sobre la
      tierra
      arrastrao por mi destino;
      y si erramos el camino-
      no es el primero que lo erra."

      "Si hemos de salvar o no,
      de esto naides nos responde;
      derecho ande el sol se
      esconde
      tierra adentro hay que tirar;
      algún día hemos de llegar-
      después sabremos a dónde."

      Como características "individuales", a Fierro
      le gusta beber con los amigos, apostar a los caballos, y
      sólo trabaja ocasionalmente la tierra o se dedica a la
      caza.

      "Déjenmé tomar un
      trago:
      estas son otras cuarenta
      mi garganta esta sedienta,
      y de esto no me abochorno,
      pues el viejo, como el horno,
      por la boca se calienta"

      "¡Y qué jugadas se
      armaban
      cuando estábamos riunidos!…"

      Se consuela de la pérdida de su mujer con la
      compañía de otras y no se esfuerza por
      recuperar a la propia mujer y a sus hijos, sino que se lanza
      a la vida libre como una liberación que siente en lo
      más íntimo de su ser.

      Sin embargo, este es el Fierro de la Ida, el de la
      Vuelta es muy distinto, como también lo era su autor y
      las circunstancias políticas de la época. Tras
      ocupar la presidenta en 1874, Avellaneda predicó la
      renovación por doquier. Respaldado por Sarmiento, se
      convirtió en ídolo de la juventud, teniendo en
      su haber su extracción no militar. Predicó la
      conciliación entre federales y unitarios, porque eran
      conceptos ya superados.

      El propio hermano de nuestro escritor, Rafael, se
      convirtió a la política avellanedista y
      defendió los ideales de la concordia y de deseo de
      terminar con un trasnochado localismo porteño que no
      conducía ya a nada y cuando ya nadie podía
      disputar a la bella ciudad bonaerense su categoría de
      auténtica capital del Estado.

      José Hernández, combatiente rosista y
      militante después de Urquiza, lo defendió en
      los periódicos fieles al jefe entrerriano. Sin
      embargo, al publicar La Vuelta de Martín
      Fierro
      , envió un ejemplar dedicado a Mitre, que
      representaba la reconciliación, a causa de la
      coyuntura, de las dos tendencias.

      Nuestro poeta, como su protagonista, había
      realizado la "Vuelta" a la ciudad, a Buenos Aires, y se
      había integrado en ella. Martín Fierro
      regresará a su tierra, allí encontrará a
      sus hijos y todos cambiarán de nombre y
      perdonarán: de esta forma, "borra su culpa" ¡si
      es que la tuvo alguna vez!…

    2. Caracteriza a Marín Fierro con ejemplos
      extraídos del texto
      (costumbres, trabajos, vicios y virtudes).

      En la primera parte de la obra Martín Fierro
      trata al Moreno como retobado, malo y lo discrimina por ser
      negro, y les dice que a los negros los hizo el diablo para
      tizón del infierno.

      "A los blancos hizo
      Dios,

      a los mulatos San
      Pedro,

      a los negros hizo el
      diablo

      para tizón del
      infierno."

      En cambio en
      la segunda parte, Fierro ya no lo discrimina, dice que ante
      Dios somos todos iguales y trata al negro como una persona
      sabia, buena y que posee muchos conocimientos. También
      habla del negro y del blanco en igualdad
      de condiciones.

      "Dios hizo al blanco y al
      negro

      sin declarar los
      mejores;

      les mandó iguales
      dolores

      bajo de una mesma
      cruz;

      mas también hizo la
      luz

      pa distinguir los colores."

      "Ansi, ninguno se
      agravie;

      no se trata de
      ofender,

      a todo se ha de
      poner

      el nombre con que se
      llama,

      y a naides le quita
      fama

      lo que recibio al
      nacer."

      "Y ansí me gusta un
      cantor

      que no se turba ni
      yerra;

      y si en tu saber se
      encierra

      el de los sabios
      projundos;

      decíme cual en el
      mundo

      es el canto de la
      tierra."

      "Y aura te voy a
      decir;

      porque en mi deber
      está

      (y hace honor a la
      verdá

      quien a la verdá se
      duebla)

      que sos por juera
      tinieblas

      y por dentro
      claridá."

      En el poema, se presenta la visión del indio
      a través de la voz de Fierro y de sus propias
      experiencias:

      Considera que la indiada en general es salvaje y no
      incorpora los elementos de la primitiva
      civilización.

      "En los caballos en
      pelo

      se vienen medio
      desnudos"

      Que se caracteriza por sus hábitos grupales
      violentos.

      "El indio – por donde
      dentra

      roba y mata cuanto
      encuentra"

      "La indiada todita
      entera

      dando alaridos
      cargó"

      Que su conducta es irracional e
      impetuosa.

      "Que el indio lo arregla
      todo

      con la lanza y con los
      gritos"

      Es habitual el ejercicio de la crueldad para con los
      más desvalidos.

      "Le descarnaban los
      pieces

      a las pobrecitas
      vivas"

      "Es guerra cruel la del
      indio

      porque viene como
      fiera"

      Por último manifiesta un profundo rechazo y
      desagrado al recordar un estilo de
      vida diferente y los padecimientos que sufrió por
      esta gente.

      "Estos indios
      vagabundos

      con repunancia me
      acuerdo"

      El indio para Martín Fierro, era
      ladrón, indomable, implacable y traidor para la
      guerra.

    3. ¿Cómo aparecen caracterizados los
      indios y los negros? ¿Qué relación tiene
      con el gaucho, tanto en la primera como en la segunda
      parte?

      En 1820 durante el gobierno de Sarratea se
      dictó una ley que establecía la obligatoriedad
      del uso de un documento donde se asentaba que el dueño
      poseía trabajo fijo. Todos aquellos hombres que no lo
      tuvieran estaban obligados a engrosar las filas del
      ejército como castigo por su "vagancia". Los gauchos
      fueron los más afectados por esta ley pues realizaban
      trabajos por poco tiempo y en distintos lugares. Si
      además se los encontraba jugando a las cartas los
      días hábiles se los denominaba "mal
      entretenidos" y eran castigados.

      Esta ley provocó la deserción de
      muchos gauchos del ejército y su ocultamiento en las
      tolderías indígenas donde los militares no
      podían entrar. Se los llamó "gauchos
      renegados".

      En el canto 27, Picardía cuenta como es la
      vida en la frontera, donde los gauchos son obligados a
      trabajar y sacrificarse constantemente, cubiertos de harapos
      o desnudos y sin ninguna clase de paga; donde deben obedecer
      ciegamente a sus superiores, ya que el que se rebela es
      cruelmente castigado; donde son ignorados y tratados
      con negligencia mientras se encuentren allí, pero
      perseguidos tenazmente si intentan huir; donde las
      únicas opciones disponibles son soportar con la cabeza
      gacha la horrible situación en la que se encuentran,
      huir y ser un renegado, o ser asesinados.

      Existen también, los gauchos que son
      liberados y a los que se les permite regresar a su hogar,
      pero aún esa opción, aunque suene prometedora,
      solo significa penurias, ya que deben emprender el viaje sin
      ropa, dinero o
      caballo y, al llegar a sus casas, lo más probable es
      que las encuentren vacías, ya que nadie se ocupa de
      cuidar de las familias que dejan atrás. Una vez
      allí, no tienen otra opción que volverse
      matreros, puesto que nadie está dispuesto a
      ayudarlos.

      Aunque Picardía culpe en sus versos a la
      Providencia, son las autoridades (ley, justicia y gobierno)
      las responsables de esta situación, ya que no
      sólo no velan por el bienestar de los gauchos, sino
      que se aprovechan de ellos lo más posible y, para
      lograrlo, son excesivamente estrictos y severos.

    4. Explica brevemente la relación entre en
      gaucho, la ley, la justicia y el gobierno, a partir sobre
      todo, del canto 27.

      1. Achurar: matar

        Atorarse: atragantarse

        Barullo: desorden,
        alboroto

        Bolazo: disparate

        Chacota: alegría y
        diversión con carcajadas y bromas, celebrando
        alguna cosa

        Chucho: miedo

        Chumbo: balazo, disparo de arma de
        fuego

        Chupado: borracho

        De arriba: sin pagar

        Desembuchar: expresarse con
        franqueza

        Despachar: matar

        Disparar: huir

        Emperrado: empecinado

        Engatuzar: burlar,
        engañar

        Mala entraña: malas
        intenciones

        Facha: aspecto

        Fierro: cuchillo

        Fundir: dejar sin nada

        Gavilán:
        galanteador

        Guapo: valiente

        Mamado: borracho

        Manotear: robar

        Mañas: en personas o
        animales, vicios o malos
        hábitos

        Milico: agente de policía,
        gendarme, soldado, etc.

        Morisquetas: muecas

        Pago: distrito, lugar conocido al
        que se refiere alguien

        Patalear: mover las piernas con
        ligereza

        Pedo: borrachera

        Pellejo: la vida

        Picaflor: persona enamoradiza y
        galanteadora

        Pico: boca

        Pijotear: mezquinar

        Pilcha: prendas de
        vestir

        Pitar: fumar

        Pollera: falda; por
        extensión, mujer

        Prenderse: realizar algo sin
        interrupción

        Remolón: desocupado,
        lento

        Retobado: enojado, de mal
        humor

        Vago: toda persona sin
        ocupación ni domicilio fijo

        Yapa: propina, algo que se da de
        más

        "Va cayendo gente al baile."

        "Muchas manos en un plato."

        "El Diablo sabe por Diablo, pero más sabe
        por viejo."

        "Todo bicho que camina va a parar al
        asador."

        "Un padre que da consejos, más que padre
        es un amigo."

        "En hombre no debe creer en lágrimas de
        mujer ni en la renguera del perro."

        "Los hermanos sean unidos, porque esa es la ley
        primera."

      2. Extrae ejemplos del texto (palabras, frases,
        sentencias) que se usan actualmente en nuestra
        lengua.
      3. Extrae ejemplos de metáforas,
        comparaciones y personificaciones.

      Metáforas:

      La tierra no da fruto si no la riega el
      sudor.

      Yo soy toro en mi rodeo y torazo en rodeo
      ajeno.

      Sangra mucho el corazón del que tiene que
      pedir.

      Tiene en la desgracia mía un espejo en que
      mirarse.

      Siempre es bueno tener palenque ende ir a
      rascarse.

      Si la vergüenza se pierde jamás se
      vuelve a encontrar.

      Comparaciones:

      El hombre que lo desvela una pena estrordinaria,
      como el ave solitaria, con el cantar se consuela.

      Cuando puntiao me encuentro, me salen coplas de
      adentro como agua de la
      vertiente

      Mi gloria es vivir tan libre como pájaro del
      cielo.

      La ocasión es como el fierro, se ha de
      machacar caliente.

      Estaba el ñato presente, sentado como de
      adorno.

      A poco andar dispararon, lo mesmo que
      sabandija.

      Personificaciones:

      La miseria en su afán de perseguir de mil
      modos llama en la puerta de todos y entra en la del
      haragán.

      En donde viven bramando los volcanes
      que echan fuego.

      Son los secretos que las tinieblas
      esconden.

      Son los ecos que responden a la voz del que da un
      grito

      Es siempre, en toda ocasión, el trago el pior
      enemigo.

      Los cielos lloran y cantan hasta en el mayor
      silencio.

    5. Se dice que Hernández supo imitar el habla
      del gaucho.

      Tengan cuidado, porque nunca se sabe donde se oculta
      un enemigo. Tengan en cuenta que debe saber muy poco aquel
      que no aprendió nada. Es mejor que aprender mucho,
      aprender cosas buenas. No aprovechan los trabajos si no han
      de enseñarnos nada. Siempre deben conocer al momento
      cuando a alguien enfadan. En el mayor infortunio pongan su
      confianza en Dios; de los hombres, sólo en uno; con
      gran precaución en dos. Las faltas no
      tiene límites; aquel que defectos tenga,
      disimule los ajenos. Nunca abandonen a un amigo, pero no
      pretendan nada de él. Siempre el amigo más fiel
      es una conducta honrada. Ni el miedo ni la codicia es bueno
      que a uno le asalten. No se sobresalten por los bienes que
      pierdan. Al rico nunca le ofrezcan y al pobre jamás le
      falten. Bien lo pasa el que respeta a la gente. Sean
      prudentes para librarse de enojos: cautelosos entre los
      flojos, moderados entre valientes. El trabajar es la ley,
      porque hay que adquirir; es una triste situación el
      tener que pedir. Trabajen siempre para ganarse el pan, pues
      la miseria siempre alcanza al haragán. A ningún
      hombre amenacen, porque nadie se acobarda. Para salir de
      cualquier peligro, más vale la confianza en uno mismo
      que las armas. Nunca dejen pasar una oportunidad cuando esta
      se presente. Si la vergüenza se pierde, jamás se
      vuelve a encontrar. Manténganse unidos, pues si se
      pelean son vulnerables. Respeten a los ancianos. Tengan
      cuidado porque serán juzgados de acuerdo a la gente de
      la que se acompañen. Procuren cuidar de sus padres en
      su edad madura. No se fíen de quien los ofenda, aunque
      perdonen la ofensa. Si tienen que obedecer, obedezcan y el
      que manda será más bueno. Procuren no perder ni
      el tiempo ni la vergüenza. Sepan que ningún vicio
      acaba donde comienza. No es vergüenza ser pobre, pero
      sí ser ladrón. No maten a otra persona ni
      peleen sin motivo. Es siempre, en toda ocasión, el
      trago el peor enemigo. Si se arma lío no se muestren
      altaneros aunque tengan razón. Si se enamoran, nunca
      ofendan a la mujer. Si son cantores no templen el instrumento
      si no tienen fundamento.

      Si echamos un vistazo a la vida de Fierro es
      fácil darse cuenta que este no rigió su
      existencia en base a estas máximas. Llevó una
      vida muy dura, repleta de sufrimientos y, evidentemente,
      arrepentimientos. Cometió muchos errores, pero tuvo
      mucho tiempo para meditar respecto a ellos, y darse cuenta
      que tan distinta podría haber sido su vida de haberse
      comportado más sabiamente. Los consejos que él
      da, son conclusiones sacadas por él mismo al analizar
      su propia vida y, al transmitírselos a sus hijos y a
      Picardía, pretende ahorrarles los sinsabores que el
      padeció, por no haber tenido a nadie que lo guiara en
      su momento. Al analizarlos por separado es curioso como
      algunos son extremadamente pesimistas, mientras otros son muy
      optimistas. Es claro que no tiene mucha confianza en el
      género
      humano, ya que insta a sus hijos a no fiarse y a ser
      precavidos; pero, por otro lado, demuestra la seguridad
      sorprendente de que las buenas actitudes
      serán correspondidas. Son consejos muy sabios, que
      recomiendan, a la vez, paranoia, desconfianza, lealtad,
      disimulo, honradez, humildad, solidaridad, precaución, responsabilidad, esfuerzo, amabilidad,
      ternura, bondad, respeto, prudencia, moderación,
      audacia, conciencia y valor, entre otras cosas.

    6. Resume los consejos de Martín Fierro a sus
      hijos. Opina al respecto.

      Después de separarse de sus hijos y
      Picardía, Martín Fierro cabalgo en busca de un
      lugar donde rehacer su vida. Con poco dinero y no más
      pertenencias que el caballo y las pilchas, se valió
      para sobrevivir de sus habilidades como cazador y de alguno
      que otro trabajo en una estancia. Y así pasaron los
      años, sin demasiados altibajos, y Fierro seguía
      envejeciendo y su salud empeoraba día a día.
      Quiso la Providencia que lo agarrara un día, llegando
      a una pulpería una tremenda tormenta y, aunque
      llegó a guarecerse, el frío que había
      tomado lo hizo desvanecerse. El local pertenecía a una
      viuda y a sus siete hijas que, al ver al pobre Fierro, viejo
      y enfermo, se apiadaron de él y llamaron a un
      médico. El médico que lo vio dijo que, por el
      momento, solo necesitaba descanso abrigo y alimento, pero
      que, aun cuando se repusiera, su salud ya no
      soportaría la vida de gaucho errante que obviamente
      venía llevando. La viuda, que tenía buen
      corazón le preparó un cuarto y ahí lo
      llevaron. Al poco tiempo, el gaucho volvió en
      sí y, agradeciendo de corazón, dijo que no
      quería abusar y que cuanto antes se mandaría a
      mudar. Pero se encontraba muy débil y las mujeres no
      quisieron ni hablar de dejarlo ir. En las semanas que
      siguieron, mientras Fierro se recuperaba, se fue haciendo
      cada vez más cercano a las amables habitantes de la
      casa. La más joven (y más curiosa)
      inquirió un día respecto a la historia del
      gaucho, y este, que se sentía extremadamente
      agradecido, pensó que referirles sus aventuras era lo
      menos que podía hacer para pagarles tan tremenda
      atención que habían tenido para con él.
      Todos los días la viuda y sus hijas iban al cuarto del
      gaucho a escuchar su relato, y el día en que el
      finalmente se sintió fuerte como para irse, ellas le
      rogaron que no lo hiciera, pues habían quedado
      prendadas de él y sufrirían mucho por su
      ausencia. Y así fue como finalmente, después de
      tantos años Martín Fierro sentó cabeza y
      se quedó definitivamente en la pulpería. Se
      celebro, al poco tiempo, el matrimonio de
      Fierro con la viuda cuyo nombre, Irene, significaba "paz", lo
      cual fue muy apropiado ya que fue eso lo que ella trajo por
      primera vez a la vida de nuestro gaucho.

      Martín Fierro pasó los últimos
      años de su vida atendiendo la pulpería, en la
      que se divirtió de lo lindo, cuidando bien de sus
      hijastras con las que mantuvo una relación de mutua
      adoración, y amando muchísimo a su esposa, la
      única mujer en el mundo que supo entender a nuestro
      héroe y amarlo con todos sus vicios y
      virtudes.

      Pero, no nos olvidemos de Picardía y los
      hijos de Fierro, que, al encontrarlo nuevamente, lo visitaban
      periódicamente y, ¡Oh, casualidad!, terminaron
      desposando a tres de sus hijastras y quedándose
      también a vivir con ellos.

      Al morir Martín Fierro, muchos años
      después, de viejito en su cama, se le dio sepultura
      cristiana y muchos hubo que lo lloraron.

    7. Martín Fierro relata la historia de las penas
      de un gaucho. El final del poema cierra este relato pero no
      su propia vida. A partir de la elección de un punto de
      vista coherente con el que ofrece el poema, escribe un final
      para la vida de Fierro.

      1. Una de las clases
        sociales que puede semejarse a la de Martín
        Fierro es la clase pobre, los habitantes de las villas
        miseria, por el hecho de que son excluidos, nacidos con
        oportunidades casi nulas y por las cuales el Gobierno no
        se preocupa, excepto cuando se acercan las elecciones. El
        chico que nace en una villa tiene un mundo de contras a
        los cuales enfrentarse si quiere, de alguna manera,
        progresar en la vida. Como los gauchos, los villeros, son
        despreciados y discriminados por el resto de la sociedad por lo cual se aíslan de
        ella y desarrollan su propia manera de pensar y de verlas
        cosas. La ayuda que obtienen del Estado es, en la
        mayoría de los casos, insuficiente, lo que los
        obliga a recurrir a actividades ilegales y/o
        ilegítimas para sobrevivir y cuidar de sus
        familias; y las autoridades, en vez de hacer todo lo
        posible para prevenir esta situación por medio de
        la
        educación y el trabajo, solo tildan a los
        pobres de criminales indeseables y los excluyen aun
        más. De esta manera se produce un círculo
        vicioso, del cual les es casi imposible salir.

        Otra clase social que podría compararse a
        la de los gauchos son las pocas comunidades
        indígenas que quedan en la Argentina.
        Civilizaciones que han estado en estas tierras por mucho
        tiempo. Los legítimos dueños de este
        territorio y que ahora están siendo desplazados y
        ya no tienen a donde ir. Un ejemplo de esto es la
        comunidad mapuche en el sur de la
        Argentina, cuyas tierras están siendo compradas y
        ellos desalojados. Estas comunidades poseen sus propias
        culturas con su música, historias, leyendas, mitos,
        arte, hábitos, costumbres, tradiciones, miedos,
        creencias, principios, ideas, valores y, por sobre todo, derechos,
        Tan válidos como los de cualquier otro ser humano,
        pero que nadie garantiza. Como los gauchos, ellos
        también son excluidos.

      2. ¿Quiénes pueden pensar como
        Fierro en la actualidad?
      3. Expresa alguna de las ideas anteriores en un
        texto (sextina) en que tome la voz alguno de estos sectores
        y exponga sus penas. No se trata de que reproduzca el habla
        gaucha, sino de que expresen las resonancias del
        martín Fierro en la sociedad actual.
    8. Escribe un texto de opinión teniendo en
      cuenta estos aspectos:

    Clase pobre: Necesitamos dinero

    y laburar no nos dejan.

    En cuanto nos ven se alejan

    por miedo a ser asaltados.

    No seríamos renegados

    si un buen trabajo nos dieran.

    Nuestros hijitos no tienen

    comida, casa o escuela.

    No sen jóvenes siquiera

    cuando empiezan a trabajar.

    Ni queriéndolo intentar

    oportunidad les queda.

    Comunidades indígenas: Estas
    tierras fueron nuestras

    antes que ustedes llegaran

    y ahora nos acorralan

    queriéndonos desplazar.

    Con tal de plata sumar

    los indios no importan nada.

    No tienen derecho alguno

    de venirnos a pisotear

    y, aunque les pueda molestar,

    tenemos nuestra cultura,

    tan buena como la suya,

    y nos deben respetar.

    Conclusión:

    Este fue un libro muy grato de leer. Posee una belleza
    poética impresionante así como un valor
    socio-cultural altísimo. Aun así, y aunque me halla
    quejado, la realización de este trabajo de análisis
    e investigación fue de gran provecho para mí, ya
    que me permitió, no solo una mejor comprensión del
    poema (desde el punto de vista artístico y
    lingüístico), sino también de la
    intención de su autor al escribirlo (teniendo en cuenta el
    contexto histórico en el cual fue escrito). También
    me permitió familiarizarme con una de las figuras
    más representativas de nuestra República Argentina,
    el gaucho, con sus usos y costumbres, vicios y
    virtudes.

    Bibliografía:

    • "Martín Fierro" – José
      Hernández. Colección "Grandes autores –
      Literatura universal", dirigida por el Catedrático Don
      F. L. Cardona. Edicomunicación S. A.
    • Internet.

     

     

     

     

    Autor:

    Eva Ruth Kirilovsky

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