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La categoría acción en algunas de las teorías del aprendizaje. Parte I



    1. La categoría
      acción en el conductismo
    2. La categoría
      acción en el neoconductismo de
      Tolman
    3. La categoría
      acción en el conductismo skinneriano
    4. Crítica a la
      aproximación conductista de la
      acción

    La categoría acción en el
    conductismo

    La acción en el conductismo
    watsoniano

    La primera variante del conductismo corresponde a los
    primeros años de la década de 1920-1930, periodo de
    rápido auge económico de los Estados Unidos,
    después de la primera guerra
    mundial. En esos años, las exigencias de la economía capitalista
    norteamericana en rápido desarrollo
    condicionó la orientación pragmática que
    tomaron las investigaciones
    de la actividad psíquica en una sociedad donde
    dominaba la visión pragmática, utilitaria del
    hombre.

    A esta primera variante del conductismo, algunos autores
    norteamericanos le llaman watsonismo por haber sido John B.
    Watson (1878-1958) el principal heraldo de esta corriente opuesta
    a toda la psicología precedente, en particular, a la
    psicología acerca del alma que
    ceñía la vida psíquica del hombre a los
    "hechos de la conciencia" y
    suponía que, más allá de tales hechos, se
    encuentra un mundo ajeno a la psicología. Watson
    dirigió constantemente sus ataques a la idea de la
    imagen como
    baluarte principal de la psicología subjetiva
    ("mentalista") y exigía poner fin a la idea de la
    conciencia como objeto de la psicología y a la idea de la
    introspección como su método.

    De la conducta como
    objeto de la psicología también se había
    hablado antes, pero Watson asignó al concepto un
    sentido unívoco. El objeto de la ciencia
    debe ser, sostenía Watson, en lugar de la conciencia, la
    conducta; y además, debe rechazarse decididamente el
    método subjetivo (introspectivo), afianzando en su lugar
    el método objetivo. Para
    este autor, la conducta sólo puede ser objeto de una
    ciencia exacta
    después de haber renunciado a la conciencia y otros
    aspectos "mentalistas". Dentro de estas nuevas ideas
    psicológicas, la categoría acción se
    arraigaba inevitablemente en el pensamiento
    psicológico como reflejo de factores objetivos
    inherentes a la conducta externa.

    Watson rechazaba la contraposición de las formas
    de actividad intelectual del hombre a las acciones
    reales tendientes a resolver las tareas prácticas que
    diariamente se presentan. lnterpretaba el intelecto como conducta
    dirigida a la resolución de un problema mediante la
    selección de acciones que por casualidad
    han resultado acertadas. Según él, las acciones
    reales tendientes a resolver problemas, se
    circunscribían a la experiencia motora del individuo y no
    podían ir más allá de los límites de
    esa experiencia. Además, para él, en la
    formación y transformación de la conducta, el
    estímulo externo pasa poco a poco al trabajo
    interno oculto (implícito) del aparato vocal y corporal,
    en tanto que en la composición de Io que se denomina
    pensamiento no hay nada más que reacciones
    motoras.

    El conductismo watsoniano afirmó un enfoque nuevo
    en principio, opuesto a la división tradicional del acto
    psíquico, al situar en el campo de la psiquis la
    acción del estímulo exterior y la respuesta motora
    a dicho estímulo. Esto, a su vez, presuponía tener
    una idea distinta acerca del eslabón inicial del acto
    psíquico donde aparecía la señal que
    distinguía las propiedades del objeto, y acerca de su
    eslabón final donde la reacción muscular se
    veía como la acción material que resuelve una tarea
    de adaptación del hombre al medio.

    Los conductistas se interesaron únicamente por
    los aspectos exteriores de la conducta sobre la base del
    principio de la omnipotencia de los estímulos exteriores.
    Para ellos, las reacciones corporates, en tanto determinadas por
    un sistema exterior
    de relaciones, son objeto del conocimiento
    psicológico. Defendían la idea de que manipulando
    los estímulos exteriores, es posible formar un hombre de
    cualquier temple con las constantes de conducta que se quiera.
    Watson, en su propia labor experimental, utilizaba el principio
    general de elaborar nuevas formas de conducta, actuando mediante
    los estímulos exteriores sobre la reserva de reacciones
    existente.

    Los conductistas incurrieron así en la misma
    unilateralidad de las escuelas
    psicológicas que separaban la imagen de la
    acción o del motivo (psicología de la Gestalt) o el
    motivo de la acción o de la imagen (psicoanálisis).

    Al igual que en ellas, la realidad psíquica
    única acarreaba la hipertrofia de una de sus facetas, y en
    consecuencia, la representación inadecuada de las
    demás.

    De esta manera, el conductismo negaba no sólo el
    significado de las variables
    mediadoras en la realidad psíquica del hombre, sino
    además, los factores innatos, las orientaciones y las
    relaciones del hombre en la multiplicidad de facetas de su vida
    interior.

    En la concepción conductista watsoniana, la
    psicología se convirtió en una psicología
    "sin psiquis'' en tanto que los fenómenos en que
    centró su atención el conductismo no pertenecen a la
    categoría de psíquicos y son objeto de alguna
    ciencia, pero no de la psicología. Tal objeción
    llevaba implícita la siguiente premisa: las reacciones
    corporales no pertenecen al campo de Io psíquico, sino que
    representan otro orden de fenómenos.

    La categoría acción en el
    neoconductismo de Tolman

    A finales de la década de 1920, el clima social en
    los Estados Unidos
    estaba matizado por el paro forzoso
    en masa, la ruina, la miseria, la lucha de clases, el crecimiento
    del espíritu revolucionario. Todo ello obligó a
    tomar en consideración, por una parte, el papel del medio
    social y por otra, la actitud del
    hombre ante el medio: no sólo su reacción interna,
    sino además, sus motivos, su estado de
    ánimo y sus orientaciones. Tal era el clima social y
    psicológico en que empezó a reblandecerse el
    conductismo "riguroso" watsoniano.

    El positivismo de
    Watson, como premisa filosófica del conductismo,
    había cortado el camino hacia el estudio de las
    principales zonas de la psicología. Sin embargo, el clima
    social a finales de los años veinte y principio de los
    treinta, levó a que se creara una nueva forma de
    positivismo representada por el operacionalismo de P. Bridgman y
    el positivismo
    lógico inglés
    El operacionalismo se convirtió así en la brújula
    filosófica para los reformuladores de la psicología
    conductista, entre los que se destacaban como más
    relevantes Edward Tolman (1886-1959) y Clark Hull (1884-1952),
    quienes encabezaron la corriente denominada
    neoconductismo.

    Las concepciones de Tolman pusieron en duda el principio
    watsoniano de la conexión directa y determinante entre el
    estímulo y la reacción. Las exigencias del laboratorio
    obligaban a suponer la existencia de determinantes internos de la
    conducta, un estrato completamente nuevo de fenómenos
    inaccesibles a la observación directa, situados en el
    "interior" del individuo, "entre" el estímulo exterior y
    la reacción motora. Así, surgió el concepto
    de orientación como factor interno especial que influye
    sobre el carácter de la reacción
    externa.

    Las tesis de
    Tolman dieron pie para que se denominara "cognoscitivas" a las
    concepciones elaboradas por él. Según Tolman, el
    nexo directo entre el estímulo y la respuesta quedaba
    interrumpido por los planos "cognoscitivos", donde el hombre pone
    de manifiesto una especie de inventiva y donde al resolver un
    problema, establece y comprueba hipótesis.

    En este sentido, acuñó el concepto de
    variables intermedias (intervening variables), entendidas como
    conjunto de incentivos y de
    factores cognoscitivos que actúan entre los
    estímulos inmediatos, es decir, como procesos
    internos que transcurren entre la acción, el
    estímulo y la reacción del hombre (variables que
    representan a la categoría de imagen).

    Tolman es el iniciador de la investigación de los "mediadores".
    lntrodujo el concepto de aprendizaje
    latente como un aprendizaje oculto, no observable, que en
    determinadas ocasiones se revelaba en la acción y que se
    daba incluso en situaciones donde falte el refuerzo, en tanto el
    individuo explora la situación y forma las estructuras
    cognoscitivas con las cuales puede operar en Io adelante.
    Creía que para los "mediadores" debían existir
    índices tan objetivos como los que se utilizaban al
    estudiar los estímulos y reacciones accesibles a la
    observación exterior.

    Los "mediadores" no son ficciones, decía Tolman,
    sino factores reales de la conducta; por consiguiente, tienen un
    alto valor para
    explicar la reacción motora existente como los
    estímulos exteriores. Tolman estaba convencido de que el
    análisis determinista de la conducta puede
    extenderse a los fenómenos con los que, a juicio de
    Watson, la psicología no tenía nada que
    ver.

    Tolman intentó elaborar el "conductismo
    operacional" cuyos conceptos se definían de modo que
    pudieran establecerse y comprobarse en términos de
    operaciones
    concretas que representaban la categoría imagen. Sin
    embargo, ¿cómo explicar, sin abandonar el terreno
    científico, la facultad de la imagen para dirigir la
    acción muscular real?

    Esta pregunta quedó sin respuesta y el intento de
    Tolman resultó irrealizable. Cuando el sistema de Tolman,
    falto de base, perdió su autoridad e
    influencia, y el desengaño sucedió a la fé
    en las variables intermedias, se convirtió en figura
    central de la escena conductista Burrhus Frederic Skinner
    (1904-1990).

    La categoría acción en el
    conductismo skinneriano

    El neoconductismo quiso salvar a la psicología de
    la desintegración definitiva en escuelas, para ello
    constituyó una "gran teoría". Hacia las síntesis
    teóricas iban encaminadas las tentativas de Tolman de
    sintetizar resultados de tres direcciones: el conductismo, el
    gestalismo y la psicología dinámica. La "gran teoría"
    duró de mediados de los años treinta hasta mediados
    de los años cuarenta cuando comenzó un
    período de rechazo a la "tercera variable" de Tolman que
    continuó con la renuncia de los postulados y las
    esperanzas del neoconductismo.

    Skinner, quien se convirtió en el conductista
    más relevante después de Watson y Tolman,
    rechazó la idea de la tercera variable, eje del
    neoconductismo. A la idea del "hombre interior" cuyos caprichos
    dirigen la conducta externa contrapuso la idea de que a cada uno
    de los estímulos exteriores le corresponde un tipo propio
    de condicionamiento (es decir, de elaboración de reflejos
    condicionados) que él llamó operante (o
    instrumental). La limitación de dicha idea, a juicio de
    Skinner, consiste en no tener en cuenta el influjo de los
    resultados de la reacción sobre la conducta posterior. La
    reacción se consideraba como algo derivado del
    estímulo, sólo como un efecto, y no como una
    determinante que modifica la conducta posterior del
    individuo.

    Ya antes de Skinner hubo intentos en el conductismo
    watsoniano por pasar del esquema "lineal" de la conducta al
    esquema "circular'' o sea, para comprender no sólo el nexo
    director sino además, el nexo inverso en las relaciones
    entre el estímulo y la reacción. Skinner
    suponía que permanecía fiel al canon positivista al
    mantenerse dentro de los límites de Io directamente
    observable, utilizando el reforzamiento en calidad de
    "tercera variable" (junto con el estímulo y la respuesta),
    como el factor principal en la regulación de la conducta y
    en la elaboración de nuevas formas de respuesta en el
    hombre.

    De esta manera, Skinner introducía
    interrelaciones incomparablemente más complejas que las
    relaciones entre el estímulo y la reacción, dentro
    de un esquema "circular".

    Aunque excluyó del lenguaje
    psicológico todos los conceptos "psíquicos"
    (imagen, deseo, estado emocional) y aunque hizo caso omiso de las
    raíces reales de la
    motivación, en sus investigaciones concretas de la
    conducta parte de la categoría motivo.

    De su teoría se infiere que el reforzamiento
    (como factor principal en la regulación de la conducta)
    correlaciona con la categoría motivo, en tanto que el
    reforzamiento es el aspecto motivacional de la actividad vital.
    En el reforzamiento, que en todos los procedimientos
    utilizados por la escuela
    skinneriana, era principalmente el alimento, la motivación
    está determinada por un proceso que
    aunque inobservable, sirve de principal fundamento motivador en
    la formación de nuevas formas de respuesta por parte el
    hombre.

    Crítica a la aproximación conductista
    de la acción

    El conductismo ha contribuido hasta cierto punto a
    destruir las concepciones basadas en el método subjetivo y
    ha intentado demostrar que la esfera de Io psíquico se
    extiende más aIIá del "campo interior" de la
    conciencia, y ha fortalecido la reputación de la
    psicología como disciplina
    experimental y exacta. Mas, sólo ha podido cumplir su
    programa, como
    se ha expuesto, en muy limitadas proporciones.

    Desde Watson hasta Skinner, el conductismo ha visto en
    la categoría imagen el peligro número uno para el
    pensamiento causal. Y en su lucha por desarraigarla de la
    realidad psíquica ha deformado inevitablemente todo el
    cuadro de esta realidad, y también, por consiguiente, el
    fragmento del cuadro de esta realidad representado por la
    categoría acción.

    Para los conductistas, recurrir a la categoría
    imagen significa entrar en el terreno de Io inaprehendible, de Io
    místico; pero ni la imagen, ni el motivo, ni la
    acción constituyen engendros del pensamiento
    mitológico, sino que son realidades a las que ha de darse
    explicación causal. Las huellas de estas categorías
    se descubren ya en la teoría conductista donde el
    "estímulo discriminatorio" se ha convertido en
    sucedáneo de la imagen; el reforzamiento Io ha pasado a
    ser del motivo y el estímulo-respuesta Io es de la
    acción.

    Sólo es posible investigar con éxito
    las leyes de la
    conducta psicológicas de la acción y demás
    estructuras, correlacionando (no separando), los componentes
    psicosomáticos y los puramente somáticos de la
    actividad, en lugar de contraponer Io psíquico a Io
    fisiológico como hizo el conductismo.

    El aspecto psicosomático de la conducta debe
    investigarse en la unidad de Io psicognoseológico ya que
    Io psicofisiológico puede acarrear convertir a la
    psicología en una ciencia al margen de la realidad o en
    una ciencia natural sobre la conducta del hombre.

    Tras las variantes del conductismo se descubre la
    influencia de principios
    metodológicos generales: la interpretación positivista del conocimiento
    científico y la concepción mecanicista del
    hombre, según la cual las determinantes de la conducta de
    la rata son idénticas a las determinantes de la conducta
    del hombre en el "laberinto de la vida". Pero ambas orientaciones
    metodológicas, como muestran los resultados a los que ha
    llegado el conductismo, han resultado inconsistentes.

    Bibliografía

    • Colectivo de autores: Tendencias pedagógicas
      contemporáneas. La Habana: Editora EMPES,
      1991.
    • Dave, R. y otros. Fundamentos de la
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    • Delval, J.: El desarrollo
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      Editores. 1era. edición. Madrid.
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      Traducción castellana del original: A
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      Editorial Ariel. 3era. edición. Pág. 19.
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      Psicología. Lecturas escogidas. Editorial Pueblo y
      Educación. Guantánamo.
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    • Yaroschevski, M. G.: Historia de la
      Psicología. II Parte. Editorial Pueblo y
      Educación. La Habana. 1987.

     

    Por

    Dr. Santiago Jorge Rivera Pérez

    Licenciado en Educación. Master en Psicología
    Educativa. Doctor en Ciencias
    Pedagógicas.

    Dra. Maritza Forteza Cáceres

    Lic. Isabel Cristina Rivera
    Pérez

    Universidad de Pinar del Río "Hermanos
    Saíz Montes de Oca" Cuba.

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