- La farsa y el peligro de la
clonación de seres humanos - ¿Qué
es? - ¿Para qué
serviría la clonación en
animales? - ¿Clonación en
humanos? - Experimentos.
Repercusión social - Medicina reparadora:
clonación y células madre - Conceptos básicos de
biología - Fuentes de células
madre - Conclusión
- Bibliografía
Los progresos del conocimiento y
los consiguientes avances de la técnica en el campo de la
biología
molecular, la genética y
la fecundación artificial han hecho posibles,
desde hace tiempo, la
experimentación y la realización de clonaciones en
el ámbito vegetal y animal.
Por lo que atañe al reino animal se ha tratado,
desde los años treinta, de experimentos de
producción de individuos idénticos,
obtenidos por escisión gemelas artificial, modalidad que
impropiamente se puede definir como clonación.
La práctica de la escisión gemelar en el
campo zootécnico se fue difundiendo en las granjas
experimentales para incentivar la producción
múltiple de ejemplares escogidos.
En el año 1993 Jerry Hall y Robert Stilmann, de
la universidad
George Washington, divulgaron datos relativos a
experimentos de escisión gemelar (splitting) de embriones
humanos de 2, 4 y 8 embrioblastos, realizados por ellos mismos.
Se trató de experimentos llevados a cabo sin el
consentimiento previo del Comité ético competente y
publicados -según los autores- para avivar la
discusión ética.
Sin embargo, la noticia dada por la revista Nature
-en su número del 27 de febrero de 1997- del nacimiento de
la oveja Dolly llevado a cabo por los científicos
escoceses Jan Vilmut y K.H.S. Campbell con sus colaboradores del
instituto Roslin de Edimburgo, ha sacudido la opinión
pública de modo excepcional y ha provocado
declaraciones de comités y de autoridades nacionales e
internacionales, por ser un hecho nuevo considerado
desconcertante.
La novedad del hecho es doble. En primer lugar, porque
no se trata de una escisión gemelar, sino de una novedad
radical definida como clonación, es decir, de una reproducción asexual y ágama
encacaminada a producir individuos biológicamente iguales
al individuo
adulto que proporciona el patrimonio
genético nuclear. En segundo lugar, porque, hasta ahora.,
la clonación propiamente dicha se consideraba imposible.
Se creía que el DNA de la células
somáticas de los animales
superiores, al haber sufrido ya el imprinting de la
diferenciación, no podían en adelante recuperar su
completa potencialidad original y, por consiguiente, la capacidad
de guiar el desarrollo de
un nuevo individuo.
Superada esta supuesta imposibilidad, parecía que
se abría el camino a la clonación humana, entendida
como réplica de uno o varios individuos
somáticamente idénticos al donante.
El hecho ha provocado, con razón,
agitación y alarma. Pero, después de un primer
momento de oposición general, algunas voces han querido
llamar la atención sobre la necesidad de garantizar
la libertad de
investigación y de no condenar el progreso;
incluso se ha llegado a hablar de una futura aceptación de
la clonacion
en el ámbito de la Iglesia
Católica.
Por eso, ahora que ha pasado cierto tiempo y que se esta
en un periodo mas tranquilo, conviene hacer un atento examen de
este hecho, estimado como un acontecimiento
desconcertante.
El hecho biológico
La clonación, considerada en su dimensión
biológica, en cuanto reproducción artificial, se
obtiene sin la aportación de los dos gametos; se trata,
por tanto, de una reproducción asexual y ágama. La
fecundación propiamente dicha es sustituida por la
fusión
bien de un núcleo tomado de una célula
somática del individuo que se quiere clonar o bien de
la
célula somática misma, con un ovocito
desnucleado, es decir, privado del genoma de origen materno. Dado
que el núcleo de la célula somática contiene
todo el patrimonio genético, el individuo que se obtiene
posee -salvo posibles alteraciones- la misma identidad
genética del donante del núcleo. Esta
correspondencia genética fundamental con el donante es la
que convierte al nuevo individuo en réplica
somática o copia del donante.
El hecho de Edimburgo tuvo lugar después de 277
fusiones
ovocito-núcleo donante. Solo 8 tuvieron éxito,
es decir, solo 8 de las 277 iniciaron el desarrollo embrional, y
de esos 8 embriones solo 1 llegó a nacer: la oveja que fue
llamada Dolly.
Quedan muchas dudas e incertidumbres sobre numerosos
aspectos de la experimentación. Por ejemplo, la
posibilidad de que entre las 277 células donantes usadas
hubiera algunas "estaminales", es decir, dotadas de un genoma no
totalmente diferenciado; el papel que puede haber tenido el DNA
mitocondrial eventualmente residuo en el óvulo materno; y
muchas otras aun, a las que, desgraciadamente, los investigadores
ni siquiera han hecho referencia. De todos modos, se trata de un
hecho que supera las formas de fecundación artificial
conocidas hasta ahora, las cuales se realizan siempre utilizando
don gametos.
Debe subrayarse que el desarrollo de los individuos
obtenidos por clonación -salvo eventuales mutaciones, que
podrían no ser pocas- debería producir una estructura
corpórea muy semejante a la del donante del DNA: este es
el resultado mas preocupante, especialmente en el caso de que el
experimento se aplicara también a la especie
humana.
Con todo conviene advertir que, en la hipótesis de que la clonación se
quisiera extender a la especie humana, de esta réplica de
la estructura corpórea no se derivaría
necesariamente una perfecta indentidad de la persona,
entendida tanto en su realidad ontológica como
psicológica. El alma
espiritual, constitutivo esencial de cada sujeto perteneciente a
la especie humana, es creada directamente por Dios y no puede ser
engendrada por los padres, ni producida por la fecundación
artificial, ni clonada. Además, el desarrollo
psicológico, la cultura y el
ambiente
conducen siempre a personalidades diversas; se trata de un hecho
bien conocido también entre los gemelos, cuya semejanza no
significa identidad. La imaginación popular y la aureola
de omnipotencia que acompaña a la clonación han de
ser, al menos, relativizadas.
A pesar de la imposibilidad de implicar al
espíritu, que es la fuente de la
personalidad, la proyección de la clonación al
hombre ha
llevado a imaginar ya hipótesis
inspiradas en el deseo de omnipotencia: réplica de
individuos dotados de ingenio y belleza excepcionales;
reproducción de la imagen de
familiares difuntos; selección
de individuos sanos e inmunes a enfermedades
genéticas; posibilidad de selección del sexo;
producción de embriones escogidos previamente y congelados
para ser transferidos posteriormente a un útero como
reserva de órganos, etc.
Aun considerando estas hipótesis como ciencia
ficción, pronto podrían aparecer propuestas de
clonación presentadas como "razonables" y "compasivas"
—la procreación de un hijo en una familia en la que
el padre sufre de aspermia o el reemplazo del hijo moribundo de
un viuda—, las cuales, se diría, no tienen nada que
ver con las fantasías de la ciencia
ficción.
Pero, ¿cuál sería el significado
antropológico de esta operación en la deplorable
perspectiva de su aplicación al hombre?
Problemas éticos relacionados con la
clonación humana
La clonación humana se incluye en el proyecto del
eugenismo y, por tanto, está expuesta a todas las
observaciones éticas y jurídicas que lo han
condenado ampliamente. Como ha escrito Hans Jonas, es "en el
método la
forma más despótica y, a la vez, en el fin, la
forma mas esclavizante de manipulación genética; su
objetivo no es
una modificación arbitraria de la sustancia hereditaria,
sino precisamente su arbitraria fijación en
oposición a la estrategia
dominante en la naturaleza"
(cf. Cloniano un uomo: dall´eugenetica all´ingegneria
genetica, en Tecnica, medicina de
etica, Einaudi, Turín 1997, pp. 122-154,136).
Es una manipulación radical de la relacionalidad
y complementariedad constitutivas, que están en la base de
la procreación humana, tanto en su aspecto
biológico como en el propiamente personal. En
efecto, tiende a considerar la bisexualidad como un mero residuo
funcional, puesto que se requiere un óvulo, privado de su
núcleo, para dar lugar al embrión-clon y, por
ahora, es necesario un útero femenino para que su
desarrollo pueda llegar hasta el final. De este modo se aplican
todas las técnicas
que se han experimentado en la zootecnia, reduciendo el
significado específico de la reproducción
humana.
En esta perspectiva se adopta la lógica
de la producción industrial: se deberá analizar y
favorecer la búsqueda de mercados,
perfeccionar la experimentación y producir siempre modelas
nuevos.
Se produce una instrumentalización radical de
la mujer,
reducida a algunas de sus funciones
puramente biológicas (prestadora de óvulos y de
útero), a la vez que se abre la perspectiva de una
investigación sobre la posibilidad de crear úteros
artificiales, último paso para la producción
«en laboratorio» del ser humano.
En el proceso de
clonación se pervierten las relaciones fundamentales de la
persona humana: la filiación, la consanguinidad, el
parentesco y la paternidad o maternidad. Una mujer puede ser
hermana gemela de su madre, carecer de padre biológico y
ser hija de su abuelo. Ya con la FIVET se produjo una
confusión en el parentesco, pero con la clonación
se llega a la ruptura total de estos vínculos.
Como en toda actividad artificial se «emula»
e «imita» lo que acontece en la naturaleza, pero a
costa de olvidar que el hombre no
se reduce a su componente biológico, sobre todo cuando
éste se limita a las modalidades reproductivas que han
caracterizado solo a los organismos más simples y menos
evolucionados desde el punto de vista
biológico.
Se alimenta la idea de que algunos hombres pueden tener
un dominio total
sobre la existencia de los demás, hasta el punto de
programar su identidad biológica —seleccionada sobre
la base de criterios arbitrarios o puramente
instrumentales—, la cual, aunque no agota la identidad
personal del hombre, caracterizada por el espíritu, es
parte constitutiva de la misma. Esta concepción selectiva
del hombre tendrá, entre otros efectos, un influjo
negativo en la cultura, incluso fuera de la práctica
—numéricamente reducida— de la
clonación, puesto que favorecerá la
convicción de que el valor del
hombre y de la mujer no depende de su identidad personal, sino
solo de las cualidades biológicas que pueden apreciarse y,
por tanto, ser seleccionadas.
La clonación humana merece un juicio negativo
también en relación con la dignidad de la
persona clonada, que vendrá al mundo como
«copia» (aunque sea sólo copia
biológica) de otro ser. En efecto, esta práctica
propicia un íntimo malestar en el clonado, cuya identidad
psíquica corre serio peligro por la presencia real o
incluso sólo virtual de su "otro". Tampoco es imaginable
que pueda valer un pacto de silencio, el cual —como ya
notaba Jonas— sería imposible y también
inmoral, dado que el clonado fue engendrado para que se asemejara
a alguien que "valía la pena" clonar y, por tanto,
recaerán sobre él atenciones y expectativas no
menos nefastas, que constituirán un verdadero atentado
contra su subjetividad personal.
Si el proyecto de clonación humana pretende
detenerse «antes» de la implantación en el
útero, tratando de evitar al menos algunas de las
consecuencias que acabamos de señalar, resulta
también injusto desde un punto de vista moral.
En efecto, limitar la prohibición de la
clonación al hecho de impedir el nacimiento de un
niño clonado permitiría de todos modos la
clonación del embrión-feto,
implicando así la experimentación sobre embriones y
fetos, y exigiendo su supresión antes del nacimiento, lo
cual manifiesta un proceso instrumental y cruel respecto al ser
humano.
En todo caso, dicha experimentación es inmoral
por la arbitraria concepción del cuerpo humano
(considerado definitivamente como una máquina compuesta de
piezas), reducido a simple instrumento de investigación.
El cuerpo humano es elemento integrante de la dignidad y de la
identidad personal de cada uno, y no es lícito usar a la
mujer para que proporcione óvulos con los cuales realizar
experimentos de clonación.
Es inmoral porque también el ser clonado es un
«hombre», aunque sea en estado
embrional.
En contra de la clonación humana se pueden
aducir, además, todas las razones morales que han llevado
a la condena de la fecundación in vitro en cuanto tal o al
rechazo radical de la fecundación in vitro destinada
sólo a la experimentación.
El proyecto de la "clonación humana" es una
terrible consecuencia a la que lleva una ciencia sin valores y es
signo del profundo malestar de nuestra civilización, que
busca en la ciencia, en la técnica y en la "calidad de
vida" sucedáneos al sentido de la vida y a la
salvación de la existencia.
A proclamación de la "muerte de
Dios", con la vana esperanza de un "superhombre", conlleva un
resultado claro: la "muerte del hombre". En efecto, no debe
olvidarse que el hombre, negando su condición de criatura,
más que exaltar su libertad, genera nuevas formas de
esclavitud,
nuevas discriminaciones, nuevos y profundos sufrimientos. La
clonación puede llegar a ser la trágica parodia de
la omnipotencia de Dios. El hombre, a quien Dios ha confiado todo
lo creado dándole libertad e inteligencia,
no encuentra en su acción
solamente los límites
impuestos por
la imposibilidad práctica, sino que él mismo, en su
discernimiento entre el bien y el mal, debe saber trazar sus
propios confines. Una vez más, el hombre debe elegir:
tiene que decidir entre transformar la tecnología en un
instrumento de liberación o convertirse en su esclavo
introduciendo nuevas formas de violencia y
sufrimiento.
Es preciso subrayar, una vez más, la diferencia
que existe entre la concepción de la vida como don de
amor y la
visión del ser humano considerado como producto
industrial.
Frenar el proyecto de la clonación humana es un
compromiso moral que debe traducirse también en
términos culturales, sociales y legislativos. En efecto,
el progreso de la investigación científica es muy
diferente de la aparición del despotismo cientificista,
que hoy parece ocupar el lugar de las antiguas
deologías.
En un régimen democrático y pluralista, la
primera garantía con respecto a la libertad de cada uno se
realiza en el respeto
incondicional de la dignidad del hombre, en todas las fases de su
vida y más allá de las dotes intelectuales
o físicas de las que goza o de las que está
privado. En la clonación humana no se da la
condición que es necesaria para una verdadera convivencia:
tratar al hombre siempre y en todos los casos como fin y como
valor, y nunca como un medio o simple objeto.
Ante los derechos del hombre y la
libertad de investigación
En el ámbito de los derechos humanos,
la posible clonación humana significaría una
violación de los dos principios
fundamentales en los que se basan todos los derechos del hombre:
el principio de igualdad entre
los seres humanos y el principio de no discriminación.
Contrariamente a cuanto pudiera parecer a primera vista,
el principio de igualdad entre los seres humanos es vulnerado por
esta posible forma de dominación del hombre sobre el
hombre, al mismo tiempo que existe una discriminación en toda la perspectiva
selectiva-eugenista inherente a la lógica de la
clonación. La Resolución del Parlamento europeo del
12 de marzo de 1997 reafirma con energía el valor de la
dignidad de la persona humana y la prohibición de la
clonación humana, declarando expresamente que viola estos
dos principios. El Parlamento europeo, ya desde 1983, así
como todas las leyes que han
sido promulgadas para legalizar la procreación artificial,
incluso las más permisivas, siempre han prohibido la
clonación. Es preciso recordar que el Magisterio de la
Iglesia, en la instrucción Donum vitae de 1987, ha
condenado la hipótesis de la clonación humana, de
la fisión gemelar y de la partenogénesis. La
razones que fundamentan el carácter inhumano de la clonacion aplicada
al hombre no se deben al hecho de ser una forma excesiva de
procreación artificial, respecto a otras formas aprobadas
por la ley como la FIVET
y otras.
Como hemos dicho, la razón del rechazo radica en
la negación de la dignidad de la persona sujeta a
clonación y en la negación misma de la dignidad de
la procreación humana.
Lo más urgente ahora es armonizar las exigencias
de la investigación científica con los valores
humanos imprescindibles. El científico no puede
considerar el rechazo moral de la clonación humana como
una ofensa; al contrario, esta prohibición devuelve la
dignidad a la investigación, evitando su
degeneración demiúrgica. La dignidad de la
investigación científica consiste en ser uno de los
recursos
más ricos para el bien de la humanidad.
Por lo demás, la investigación sobre la
clonación tiene un espacio abierto en el reino vegetal y
animal, siempre que sea necesaria o verdaderamente útil
para el hombre o los demás seres vivos, observando las
reglas de la conservación del animal mismo y la
obligación de respetar la biodiversidad
específica.
La investigación científica en beneficio
del hombre representa una esperanza para la humanidad,
encomendada al genio y al trabajo de los
científicos, cuando tiende a buscar remedio a las
enfermedades, aliviar el sufrimiento, resolver los problemas
debidos a la insuficiencia de alimentos y a la
mejor utilización de los recursos de la tierra.
Para hacer que la ciencia biomédica mantenga y refuerce su
vínculo con el verdadero bien del hombre y de la sociedad, es
necesario fomentar como recuerda el Santo Padre en la
encíclica Evangelium vitae una mirada contemplativa sobre
el hombre mismo y sobre el mundo, como realidades creadas por
Dios, y en el contexto de la solidaridad entre
la ciencia, el bien de la persona y de la sociedad.
«Es la mirada de quien ve la vida en su
profundidad percibiendo sus dimensiones de gratuidad, belleza,
invitación a la libertad y a la responsabilidad. Es la mirada de quien no pretende
apoderarse de la realidad, sino que la acoge como un don
descubriendo en cada cosa el reflejo del Creador y en cada
persona su imagen viviente» (Evangelium vitae,
83).
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LA FARSA Y EL PELIGRO
DE LA CLONACIÓN DE SERES HUMANOS
Por el Dr. Luis E. Raez
La última semana de diciembre del 2002 escuchamos
sin sorpresa el anuncio del pseudogrupo científico llamado
"Clonaid", que pertenece a la secta "Raelian" de Canadá,
de que habían clonado el primer ser humano fuera de
Estados Unidos
y que el bebé estaría llegando con su madre en
estos días para probar el hecho. Este anuncio, viniendo de
una organización de dudoso proceder
científico, no fue tomado seriamente por nadie en la
comunidad
médica americana o extranjera. Incluso los partidarios de
la clonación, como los controversiales doctores Antinori
de Italia y Zavos de
Estados Unidos, expresaron sus dudas. Como era de esperarse,
ahora en los primeros días de enero del 2003, el fundador
de la secta llamado Rael (que es un ex-periodista francés)
dijo luego que no revelarían la identidad del bebé
o la familia, y
que no permitirían que se hagan los estudios necesarios
para probar que la clonación fue verdadera. Además
de ello anunciaron el nacimiento del segundo bebé
presuntamente clonado en Holanda.
Para los que no están familiarizados con la
clonación podemos decir brevemente que consiste en tomar
un núcleo de una célula de cualquier parte del
cuerpo de un adulto (que tiene todo el patrimonio genético
de un ser humano) y ponerla dentro de un óvulo materno al
que se le ha sacado el núcleo. Es así que el
núcleo de la célula madura "ordenará" a la
célula primitiva la formación de un embrión,
y éste será depositado en el útero de la
madre. Esto se logró ya con la noticia dada en la revista
Nature del nacimiento de la oveja "Dolly", llevado a cabo por
científicos escoceses en 1997.
La clonación tiene muchos partidarios que en
forma irresponsable la apoyan sin medir las consecuencias. Estos
partidarios van desde los frívolos que quieren "ver" a
gente famosa vivir de nuevo, hasta los que creen que clonando
embriones humanos podemos sacarles células estaminales u
órganos para salvar a otros seres humanos (con la
inevitable muerte del embrión). Pero los partidarios de la
clonación no acaban de entender que aún con la
tecnología necesaria (que no existe todavía), si
clonásemos seres humanos, éstos tendrían
todos los derechos como los demás seres humanos, por lo
que deberían tener total independencia
de sus promotores, cosa que contradice el sentido de su
creación, pues fueron hechos para un fin.
El problema con los Raelianos va mas allá de que
sean mentirosos o no (ya que probablemente lo son), y que
manipulen la verdad sobre la clonación, ya que ellos no
pasan de ser una pseudosecta desconocida que busca llamar la
atención (entre otras cosas dicen que la vida a la
tierra
llegó por extraterrestres que se entrevistaron ya con el
fundador y están interesados en promover la
clonación como parte de su culto). El peligro está
en que con estas noticias y
sensacionalismo, reviven el debate en
favor de la clonación. Una de las principales razones
científicas por las que no se debe clonar un ser humano,
como lo ha certificado la Academia de Ciencias de
Estados Unidos el año pasado, es que con la
tecnología actual se necesitarían cientos de
intentos antes de tener éxito, con la consecuente muerte
de todos los embriones humanos usados. Por poner un ejemplo, para
clonar a la oveja "Dolly" se necesitaron mas de 270 intentos. En
el caso de los seres humanos, se trata del número de vidas
inocentes que se perderían experimentando contra la
dignidad y la vida de los mismos. El presidente de Estados Unidos
George Bush ya se ha pronunciado en contra de este tipo de
investigaciones por ser inmorales y motivadas por
intereses de la empresa
privada. El congreso estadounidense por mayoría
aprobó, en agosto del 2002, un proyecto de ley por el cual
se prohíbe la clonación humana de cualquier tipo,
pero no ha sido ratificado aun por el senado. La mayoría
de los países europeos ya se pronunció en contra de
la clonación hace tiempo. Afortunadamente el 78% de los
americanos hoy en día se opone a la clonación,
según una encuesta de la
cadena CNN. Pero todo estos anuncios de "progreso" en la
clonación son mentiras y la propaganda a
favor de ella podría hacer fácilmente cambiar de
opinión a la gente.
Lo más importante, sin embargo, para los
cristianos es el problema moral. La experimentación con
embriones humanos, así sea en el estadio de
‘algunas" o "muchas" células, es siempre inmoral y
es un atentado contra la vida de esos seres humanos indefensos.
Asimismo, uno de los puntos que debe quedar muy claro,
especialmente para los que tienen esperanzas en la cura de
enfermedades con la producción de clones, es el hecho de
que no existe actualmente forma de conseguir células
estaminales u órganos para transplantes provenientes de un
embrión humano clonado sin matarlo.
El Papa Juan Pablo II dijo al respecto del anuncio del
primer bebé clonado que esto era evidencia de "una
mentalidad brutal y de falta total de humanidad y ética".
La Santa Sede ya se ha pronunciado condenando la clonación
en otras ocasiones por las graves consecuencias contra la
dignidad del ser humano, ya que no solamente se está
manipulando al embrión, sino que se está matando a
embriones con estos experimentos. La Iglesia Católica, en
la "Instrucción Donum Vitae sobre el respeto de la vida
humana naciente y la dignidad de la procreación",
publicada en 1987, así como en otros documentos,
establece claramente que la investigación médica
debe renunciar a intervenir sobre embriones humanos vivos, a no
ser que exista la certeza de que no se les causará
daño y
también menciona que la experimentación en
embriones humanos es un claro atentado contra la vida y dignidad
del ser humano.
El Dr. Luis E. Raez es Profesor
Auxiliar de Medicina Clínica en la Sección de
Hematología Clínica y Oncología
Médica, Departamento de Medicina del Sylvester
Comprehensive Cancer Center, en
la Facultad de Medicina de la Universidad de Miami
El 27 de febrero de 1997 la revista científica
Nature publicaba el informe sobre la
primera clonación de un mamífero a partir del
núcleo de una célula adulta de otro individuo. La
"presentación en sociedad" de la oveja Dolly es uno de
esos momentos en los que la ciencia espolea una plétora de
reacciones emocionales de todo tipo, despertando sueños (o
pesadillas) y reavivando mitos y viejos
fantasmas.
¿Qué es la
clonación?
Si nos referimos al ámbito de la Ingeniería
Genética, clonar es aislar y multiplicar en tubo de
ensayo un
determinado gen o, en general, un trozo de ADN. Sin embargo,
Dolly no es producto de Ingeniería Genética. En el contexto
a que nos referimos, clonar significa obtener un individuo a
partir de una célula o de un núcleo de otro
individuo.
En los animales superiores, la única forma de
reproducción es la sexual, por la que dos células
germinales (óvulo y espermatozoide) se unen, formando un
zigoto (o huevo), que se desarrollará hasta dar el
individuo adulto. La reproducción sexual fue un invento
evolutivo (del que quedaron excluidas las bacterias y
muchos organismos unicelulares), que garantiza que en cada
generación de una especie van a aparecer nuevas
combinaciones de genes en la descendencia, que posteriormente
será sometida a la dura prueba de la selección y
otros mecanismos evolutivos.
Las células de un animal proceden en
última instancia de la división repetida y
diferenciación del zigoto. Las células
somáticas, que constituyen los tejidos del
animal adulto, han recorrido un largo camino "sin retorno", de
modo que, a diferencia de las células de las primeras
fases del embrión, han perdido la capacidad de generar
nuevos individuos y cada tipo se ha especializado en una función
distinta (a pesar de que, salvo excepciones, contienen el mismo
material genético).
En los años 70, Gurdon logró colecciones
de ranas idénticas a base de insertar núcleos de
células de fases larvarias tempranas en ovocitos
(óvulos) a los que se había despojado de sus
correspondientes núcleos. Pero el experimento fracasa si
se usan como donadoras células de ranas adultas. Desde
hace unos años se vienen obteniendo mamíferos clónicos, pero sólo
a partir de células embrionarias muy tempranas, debido a
que aún no han entrado en diferenciación (a esta
propiedad se
la suele llamar totipotencia). No es extraño pues el
revuelo científico cuando el equipo de Ian Wilmut, del
Instituto Roslin de Edimburgo comunicó que habían
logrado una oveja por clonación a partir de una
célula diferenciada de un adulto.
Esencialmente el método (que aún presenta
una alta tasa de fracasos) consiste en obtener un óvulo de
oveja, eliminarle su núcleo, sustituirlo por un
núcleo de célula de oveja adulta (en este caso, de
las mamas), e implantarlo en una tercera oveja que sirve como
"madre de alquiler" para llevar el embarazo.
Así pues, Dolly carece de padre y es el producto de tres
"madres": la donadora del óvulo contribuye con el
citoplasma (que contiene, además mitocondrias que llevan
un poco de material genético), la donadora del
núcleo (que es la que aporta la inmensa mayoría del
ADN), y la que parió, que genéticamente no aporta
nada.
Científicamente se trata de un logro muy
interesante, ya que demuestra que, al menos bajo determinadas
circunstancias es posible "reprogramar" el material
genético nuclear de una célula diferenciada (algo
así como volver a poner a cero su reloj, de modo que se
comporta como el de un zigoto). De este modo, este núcleo
comienza a "dialogar" adecuadamente con el citoplasma del
óvulo y desencadena todo el complejo proceso del
desarrollo intrauterino.
Dolly no es una copia idéntica de la "madre" que
donó el núcleo (no se olvide que el óvulo
contiene ese pequeño ADN de la mitocondria). Aunque ambas
comparten el mismo ADN nuclear, las instrucciones
genéticas de Dolly no experimentaron exactamente el mismo
tipo y combinación de estímulos que los de su
"madre nuclear". Esto se debe a los fenómenos de
epigénesis, complejas series de interacciones entre los
genes y el entorno, y aquí entendemos por entorno desde
los factores presentes en el citoplasma del óvulo, pasando
por los procesos de
formación del embrión/feto, a su vez sometidos al
peculiar ambiente uterino, y alcanzando a la vida extrauterina
(estímulos al nacer, periodo de lactancia,
relaciones con la madre, interacciones "sociales" con otros
individuos de la especie, etc).
En resumidas cuentas, el ADN
no contiene un programa
unívoco de instrucciones, sino que es flexible, y la
expresión genética en cada individuo queda matizada
por multitud de factores, quedando "abierta" con una finalidad
adaptativa clara
¿Para
qué serviría la clonación en
animales?
Como suele ocurrir con muchos avances científicos
de vanguardia,
aquí puede que también se hayan exagerado las
posibles derivaciones prácticas inmediatas, aunque no cabe
duda que a medio y largo plazo, cuando la técnica se vaya
perfeccionando, podría encontrar numerosos campos de
aplicación. (Dejamos aparte el ámbito de la
biología fundamental, que tendrá que "hincar el
diente" en los fascinantes interrogantes básicos abiertos,
sobre todo relativos al ciclo celular y al control de la
diferenciación).
Como suele ocurrir con muchos avances científicos
de vanguardia, aquí puede que también se hayan
exagerado las posibles derivaciones prácticas inmediatas,
aunque no cabe duda que a medio y largo plazo, cuando la
técnica se vaya perfeccionando, podría encontrar
numerosos campos de aplicación. (Dejamos aparte el
ámbito de la biología fundamental, que
tendrá que "hincar el diente" en los fascinantes
interrogantes básicos abiertos, sobre todo relativos al
ciclo celular y al control de la
diferenciación).
Uno de los objetivos
buscados por el grupo de
Wilmut (en alianza con una empresa) es
unir la técnica de la clonación con la de
Ingeniería genética de mamíferos con objeto
de producir medicamentos o sustancias útiles
comercialmente. La idea es que una vez que se haya obtenido un
animal transgénico interesante (por ejemplo, ovejas o
vacas que en su leche secretan
sustancias terapéuticas determinadas por un gen
introducido previamente), ese individuo serviría de
"molde" para generar varios ejemplares
clónicos.
Otra aplicación (más en la línea de
la ganadería
tradicional) sería asegurar copias de un ejemplar que haya
mostrado buenos rendimientos (en carne, en leche, etc.). La
clonación evitaría que su buena combinación
de genes (su genotipo) se "diluyera" al cruzarlo sexualmente con
otro. Sin embargo, mientras el coste de la técnica sea
elevado, no estará al alcance de las explotaciones
ganaderas convencionales. Pero además habría que
tener mucha precaución con la amenaza de pérdida de
diversidad genética de la cabaña ganadera, ya que
si se impusiera este método, se tendería a la
uniformidad (una tendencia ya presente en la agricultura y
ganadería actuales). Recordemos que la biodiversidad es un
recurso valioso también en los "ecosistemas
agropecuarios", ya que supone una reserva de recursos
genéticos adaptados a diversas condiciones ambientales y a
diversos contextos socioeconómicos.
Se ha hablado igualmente de que la clonación
podría representar la salvación "in extremis" de
ciertas especies silvestres amenazadas de extinción y
difíciles de criar en cautividad. Pero si se llega a este
caso, sería el triste reconocimiento de nuestro fracaso de
conservarlas por medios
más simples y naturales. Además, lo más
probable es que, debido a que la clonación no aporta
diversidad genética, la especie estuviera abocada de todas
formas a la "muerte genética", condenada quizás a
vivir en zoológicos o en condiciones altamente
artificiales, casi como piezas de un museo viviente.
Como es sabido, cuando una técnica se pone a
punto en un animal doméstico o de laboratorio, sólo
es cuestión de tiempo y dinero el que
pueda ser aplicada a humanos. Esta perspectiva es la que,
obviamente, ha despertado esa mezcla de fascinación,
ansiedad y temor en la opinión pública. El
ciudadano actual percibe los adelantos científicos con
cierta ambivalencia: si bien reconoce como positivos el avance
del conocimiento y del bienestar, es igualmente consciente de que
pueden acarrear problemas
ambientales, y amenazar valores y creencias importantes para
la cohesión social. El mito de
Frankestein no es más que la plasmación
simbólica del temor a que nuestras creaciones
tecnológicas nos sobrepasen y nos dominen, una idea
sistematizada por las recientes aportaciones de la
filosofía y sociología de la ciencia y la
tecnología.
Desgraciadamente, la mayoría de los medios de
comunicación han perdido una nueva oportunidad de
demostrar que pueden estar al servicio del
debate social y del diálogo
sobre bases racionales, primando la difusión de
estereotipos trasnochados e ideas peregrinas. Pero por otro lado,
algunas revistas científicas siguen empeñadas en
querer demostrarnos que la racionalidad tecnocientífica es
la forma más excelsa (¿quizá única?)
de conocimiento auténtico, y que los otros criterios
deberían rendirse a ella.
Lo que se juega en el debate sobre la clonación
no es obtener copias de Einstein o de Hitler, (algo
imposible, porque en cada individuo influye poderosamente el
ambiente y la educación).
Olvidémonos de anti-utopías de tipo Un mundo
feliz.
Tampoco me parece pertinente la postura de los
comentaristas de la revista Nature, cuando despachan lo que ellos
llaman "vagas aseveraciones sobre la dignidad humana", imputando
a sus defensores el caer en ideas sobre determinismo
genético. Efectivamente, nuestros genes no determinan
nuestra individualidad ni nuestra dignidad como personas. Pero la
auténtica oposición a la clonación en
humanos no va por esos derroteros.
Evidentemente, un individuo clónico (aparte de no
ser totalmente idéntico al original, por las razones ya
apuntadas) tendría su propia individualidad, y es absurdo
hablar en este sentido de "fotocopias humanas" (sobre todo en lo
referente al carácter y conducta). Esto,
insisto, no es lo esencial. Según mi opinión, el
cogollo de la cuestión ya quedó brillantemente
apuntado hace casi 20 años por Hans Jonas, cuando
analizó lo que significaría existencialmente ser un
clónico para el propio individuo afectado.
Independientemente de la influencia real que tengan los genes en
la conducta humana
(desde luego, no superior a la ambiental y cultural), el
clónico se sentiría como individuo diseñado
ex-profeso por terceras personas, y su situación, a
diferencia de lo que se ha dicho, no es en absoluto equivalente a
la de los gemelos idénticos. Mientras los gemelos
comparten simultáneamente en el tiempo un mismo genotipo
aleatorio totalmente nuevo, del que nadie sabe nada a priori, al
clónico se le impone un genotipo ya experimentado
anteriormente por otra persona.
La clave de la crítica
estriba en que esto crearía una situación
asimétrica del clónico respecto del original: el
clónico tendrá encima la "losa" de saberse fruto de
diseño
de otras personas, y su autopercepción se
resentiría por ello. Todo el proceso de su
autodescubrimiento y sus relaciones con los demás
quedarán marcados indeleblemente. Una vez más: no
se trata de determinismo genético, sino de la
intromisión de un conocimiento perturbador en lo
más central de lo que constituye la búsqueda que
cada individuo hace de su propia personalidad.
Cada uno de nosotros responde a la pregunta "¿Quién
soy yo?" partiendo de un genotipo nuevo (con sus potencialidades
desconocidas para todos) y del secreto. Pero el clónico
tiene un genotipo ya vivido (no original), y tenderá a
creer que sabe demasiado de sus propios límites y
posibilidades: este mero conocimiento puede ser profundamente
condicionador de su personalidad. ¿Dónde
quedaría la aventura de sentirse único e irse
descubriendo a sí mismo?
Por estas razones, y al igual a lo que se ha propuesto
para los avances en las técnicas de sondeo de propensiones
genéticas, la bioética y
el bioderecho están articulando y reclamando la
proclamación de un "derecho a ser fruto del azar" y de un
"derecho a la ignorancia", a no saber (o creer saber) demasiado
de uno mismo por adelantado.
Y, por supuesto, paralelamente a estos argumentos, no
deja de resonar un viejo principio ético básico de
nuestra cultura: los seres humanos son fines en sí mismos,
y no pueden ser medios para otros fines, por muy loables que
éstos sean (incluyendo el avance científico).
¿Con qué autoridad y
con qué sabiduría podríamos imponer a otros
seres humanos nuestro diseño en su misma entraña
biológica, a carecer de la referencia a un padre y una
madre, a ser fruto de una unión sexual?
¿Seríamos capaces de experimentar ("a ver lo que
sale") con otros seres humanos so pretexto de eliminar el azar
biológico? ¿Quiénes somos nosotros para
abrogar este mecanismo de lotería genética que
lleva miles de millones de años funcionando, qué
criterios usaríamos en su lugar, y quién
decidiría?
El debate de la clonación (junto con otros
avances derivados de la biotecnología) va a ser un buen campo para
poner a prueba la capacidad de nuestras sociedades
para discutir racional y democráticamente sobre la
posibilidad de encauzar la tecnología. ¿Tendremos
en nuestras manos la oportunidad de ponerla al servicio de las
profundas necesidades de la humanidad, o seguiremos
deslizándonos por la pendiente del sonambulismo
tecnológico?
Sobre la utilidad y fines
de la clonación, ver la interesante reflexión de
Daniel Soutullo
QUE ES
REPERCUSIÓN SOCIAL Francia
prohíbe todo tipo de clonación
La reforma de las leyes de bioética quiere
evitar
la cosificación del embrión
humano.
Servicio 20/03 ACEPRENSA 5/02/2003
Prohibido y penado La reforma de las leyes de
bioética en Francia establece la prohibición de la
clonación reproductiva y de la terapéutica,
descarta la creación de embriones con fines de
investigación, pero admite que los embriones
"supernumerarios" sirvan para investigaciones sobre células
madre. La reforma, aprobada hace un año en la Asamblea
con mayoría socialista, ha sido ahora aprobada con
modificaciones en el Senado.
El proyecto es categórico en la
prohibición de la clonación reproductiva,
considerada como "crimen contra la especie humana", castigado con
30 años de prisión y multa de 7, 5 millones de
euros. Esta disposición, aprobada por unanimidad,
prevé que la ley penal francesa será aplicable
también al francés que cometa este crimen en el
extranjero.
Que el embrión no sea una cosa Ha habido
más divergencias en torno a la
clonación llamada terapéutica, por la que se crea
un embrión por transferencia de un núcleo de
célula adulta en un óvulo desnucleado a fin de
obtener células embrionarias de potencialidades
múltiples. La oposición de izquierda era partidaria
de autorizar esta técnica para investigar sus
posibilidades terapéuticas. En el ámbito
científico, la Academia de Ciencias se había
manifestado también a favor, aunque algunos investigadores
–como el genetista Axel Kahn y el biólogo Jacques
Testart– estaban en contra. También el presidente
Chirac había manifestado su oposición. Finalmente,
la mayoría gubernamental aprobó la
prohibición de este tipo de clonación.
El proyecto del gobierno trata de
evitar que el embrión humano sea tratado como una cosa,
aunque sea con fines de investigación. Por eso establece
que "la concepción in vitro de embriones o la constitución por clonación de
embriones humanos con fines de investigación queda
prohibida". Sin embargo, permite la excepción de
investigar con células madre de embriones humanos
sobrantes de los tratamientos de FIVET, por derogación de
la ley, durante un periodo de cinco años. Según el
ministro de Sanidad, Jean-François Mattei, hay que dar
prioridad a la investigación con células madre
adultas, aunque no se podrá hacer una elección
definitiva hasta que los dos modelos sean
comparados.
"Ensañamiento procreativo" En cuanto a la
posibilidad de recurrir a la procreación asistida, el
texto ha
suprimido la autorización de que una viuda pudiera
utilizar, después de la muerte del
padre, un embrión concebido in vitro. El ministro de
Sanidad ha justificado esta postura por "los interrogantes
éticos y psicológicos que puede suscitar el traer
conscientemente al mundo a un huérfano, así como
por los problemas jurídicos sobre la filiación y la
situación patrimonial del niño". Las parejas de
hecho deberán demostrar al menos dos años de vida
en común para acceder a la procreación asistida. En
Francia no se permite que una mujer sola utilice estas
técnicas para tener un hijo.
En los días anteriores al debate parlamentario,
Mattei había advertido en unas declaraciones contra el
"ensañamiento procreativo" por un recurso poco sensato a
las técnicas de reproducción asistida. Entre otros
riesgos,
señalaba el aumento de las tasas de prematuros, de
embarazos múltiples, la incertidumbre sobre el empleo
repetido de las estimulaciones de ovulación, la falta de
experimentos en animales en una técnica como la ICSI. El
ministro podía contar en esto con el apoyo del presidente
del Comité Consultivo Nacional de Ética, quien ha
escrito que "hoy día se sacraliza el deseo de los adultos,
cuando algunas técnicas de la reproducción asistida
hacen correr riesgos al niño que va a nacer". En Francia
nacen actualmente 9.000 niños
al año gracias a la FIVET, con una tasa de éxitos
en torno al 20% por ciclo.
Medicina reparadora:
clonación y células madre
En los últimos años la medicina y la
biología han experimentado varias revoluciones que han ido
cambiando de una modo espectacular e inimaginable tanto aspectos
conceptuales básicos como el enfoque de las enfermedades y
sus distintas opciones terapéuticas.
Uno de los recientes campos que está despertando
mayor interés y
que más rápidamente está avanzando, es la
denominada Medicina Reparadora, basada principalmente en la
manipulación de células madre (cuya
obtención plantea ineludibles dilemas éticos) con
la intención de regenerar tejidos y, de este modo, curar o
tratar enfermos.
En un breve pero esclarecedor texto se sintetizan y
definen los principales conceptos
1-Introducción: medicina
reparadora
Algunos procesos patológicos (como el infarto de
miocardio, la enfermedad de Parkinson, el
Alzheimer, la
diabetes tipo
1,…) son ocasionados por la degeneración,
disfunción o muerte (aguda o crónica) de
determinados tipos de células (miocardiocitos en el caso
del infarto de corazón;
neuronas dopaminérgicas en el caso de la enfermedad de
Parkinson, células Beta del páncreas productoras de
insulina en el caso de la diabetes mellitus tipo
1,…).
La medicina reparadora tiene por objetivo regenerar
estas células, de modo que se recupere la función
del tejido u órgano pertinente. Para lograrlo, es preciso
practicar microtransplantes de células que, de un modo
similar al transplante de un órgano entero (hígado,
corazón, riñón,…) podrían suplantar
la función de las células alteradas.
La mayor dificultad técnica de la medicina
reparadora viene dada por la obtención de los tipos
celulares deseados. Éste es también el punto que
plantea mayores dilemas y discusiones éticas, tanto en la
comunidad científica como entre la población en general.
Se han propuesto distintas vías de
obtención de estas preciadas células; para
simplificar el asunto desde el punto de vista ético,
distinguiremos entre las células procedentes de embriones
(cuya obtención supone la destrucción del
embrión donante) y las células no procedentes de
embriones (cuya extracción no supone, en principio, la
destrucción de una vida humana ni la violación de
sus derechos fundamentales).
2- Conceptos
básicos de biología
Antes de continuar reflexionando sobre los aspectos
éticos de las distintas vías de obtención de
células madre, me parece conveniente aclarar algunos
conceptos a fin de poder
comprender mejor las posibles aplicaciones de las células
madre y las diferencias entre las distintas fuentes de
obtención de las mismas: en este apartado intentaré
explicar brevemente el significado de totipotencialidad,
pluripotencialidad, multipotencialidad, célula madre,
célula indiferenciada, célula diferenciada y
estirpe celular.
– Por totipotencia entendemos la capacidad de una
célula de dar lugar a un organismo adulto entero: el
paradigma de
célula totipotente es el cigoto (óvulo
recién fecundado) que, de un modo natural, da lugar al
organismo adulto en su totalidad; también son
células totipotentes las células del embrión
en sus primeras divisiones (de modo que, si estas células
se separan, cada una de ellas dará lugar a un
embrión, obteniéndose, así, dos, tres cuatro
o más individuos distintos (aunque todos ellos
genéticamente idénticos); el mecanismo natural de
gemelación ocurre de esta manera: por disyunción
espontánea de las células del embrión en un
estadio temprano; también se puede provocar
artificialmente esta separación in vitro: en este caso
hablamos de "paraclonación").
– La pluripotencia es la capacidad por parte de una
célula de transformarse en cualquier tipo celular del
organismo al que pertenece; estas células ya no son
capaces de generar un organismo entero adecuadamente organizado y
estructurado, pero sí pueden dar lugar a cualquiera de las
células que lo integran. Naturalmente, toda célula
totipotente es también pluripotente: es decir, una
célula capaz de generar un organismo completo, puede
también dar lugar a cualquiera de sus células por
separado.
– El tercer tipo de célula es aquella que goza de
multipotencia, es decir, de la capacidad de dar lugar a distintos
tipos celulares, pero no a todos.
Por ejemplo: algunas de las células que nosotros
tenemos en la médula ósea se dividen continuamente
y su descendencia da lugar a los distintos tipos celulares que
circulan por la sangre
(glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas);
estas células reciben el nombre de células madre
hematopoyéticas. Parece ser (por lo menos así se ha
creído hasta ahora) que, en el organismo, estas
células no se transforman ni en neuronas, ni en
células musculares, ni óseas ni de cualquier otro
tipo que no sea las células sanguíneas antes
mencionadas: son, por tanto, células madre multipotentes
pero no pluripotentes.
– Las células madre son aquellas que están
especializadas en generar otras células: por sucesivas
divisiones van dando lugar a células y más
células que iniciarán el camino de la
diferenciación. Casi por definición, las
células madre son células indiferenciadas, aunque
están altamente especializadas en realizar su
función: generar células. También son
células multi o pluripotentes: en principio una
célula es tanto más pluripotente como más
indiferenciada está y viceversa; del mismo modo, las
células van perdiendo la capacidad de transformarse en
distintos tipos celulares a medida que se diferencian (se van
condenando a permanecer diferenciadas en un único y
concreto tipo
de célula).
– Las células diferenciadas son aquellas que
están especializadas en llevar a cabo una determinada
función y no pueden (ni su descendencia, en caso que
puedan dividirse, tampoco puede) transformarse en otro tipo
celular de diferente estirpe.
La mayoría de las células diferenciadas
tienen mermada en mayor o menor grado la capacidad de dividirse;
estas células no se regeneran a partir de ellas mismas
sino a partir de células madre indiferenciadas. La mayor
parte de las células del organismo son células
diferenciadas, por ejemplo: miocitos en los músculos y el
corazón, linfocitos, conos y bastones de la retina,
enterocitos del intestino, eritrocitos en la sangre,… El
proceso de diferenciación es inducido y regulado por
factores externos a la célula: el microambiente en que la
célula vive le proporciona un conjunto de señales
que inducen la transformación de una célula
indiferenciada sin ninguna función especial en un
determinado y concreto tipo de célula con una
función específica.
– En algunas situaciones patológicas, las
células se desdiferencian (también es posible
inducir esta desdiferenciación en condiciones
experimentales): muchas células tumorales malignas
presentan esta característica: la
desdiferenciación. Así, por ejemplo, entre las
células de un tumor originado en el hígado, podemos
encontrar algunas células tumorales que ya no es posible
identificar como hepatocitos (células del hígado):
han adquirido características de células más
inmaduras, indiferenciadas que, precisamente y como ya hemos
comentado, están especializadas en dividirse sin parar (no
es una casualidad, por tanto, que estos cambios sean signos de
malignidad, pues un tumor es tanto más maligno como
más descontroladamente se dividen sus células, es
decir, como más desdiferenciado está).
– Cuando hablamos de estirpes celulares nos referimos a
los distintos tipos de células que integran el organismo:
así, las células nerviosas, musculares,
epidérmicas, óseas, cartilaginosas,… pertenecen
cada una de ellas a estirpes celulares distintas. Dentro de cada
estirpe, también hay distintos tipos de células;
habitualmente, esta diversidad dentro de la misma estirpe se debe
a los distintos estadios madurativos por los que una misma
célula debe ir pasando o bien a los distintos grados de
actividad o activación en que se puede encontrar una
célula.
Todas las células somáticas del organismo
tienen, en principio, el mismo contenido genético (el
mismo genoma, que es la totalidad de genes de un organismo): lo
que distingue las células de una estirpe de las
células de otra estirpe no es, por tanto, la información genética de que
disponen, sino la expresión diferencial de unos u otros
genes (la expresión de los genes se traduce en la síntesis
de proteínas;
así, las células que expresan unos determinados
genes, producen unas determinadas proteínas).
Nuestras células contienen muchísimos
genes que codifican para otras tantas proteínas: algunas
de ellas son necesarias para el funcionamiento básico de
la célula y son producidas por todas las células
del organismo; otras proteínas son necesarias para
realizar funciones específicas que sólo deben darse
en determinados tejidos; por ejemplo: las células de la
capa más superficial de la piel
(epidermis), producen queratina; esta proteína sólo
se "fabrica" en este tipo de células y sólo debe
hallarse en la piel; los genes que codifican para las distintas
queratinas, sólo deben expresarse en las células
epidérmicas.
De igual modo, la actina y la miosina son
proteínas implicadas en la contracción muscular:
por lo tanto, sólo deben expresarse en grandes cantidades
en aquellas células con capacidad contráctil.
Paralelamente, las enzimas que se
encargan de la producción de lactosa (el principal
azúcar
de la leche) sólo deben producirse en las células
de la glándula mamaria durante la lactancia. Pero todas
las células del organismo adulto (a excepción de
algunas células de la línea germinal y otros casos
especiales como los linfocitos) contienen toda la
información genética necesaria para producir estas
proteínas específicas.
Lo que determina qué genes expresa una
célula y qué genes no expresa, no es el contenido
genético de la célula sino factores externos al
genoma: el microambiente en que vive la célula contiene
gran cantidad y diversidad de señales que le indican y le
ordenan cuál debe ser su patrón de comportamiento. Estas señales se denominan
globalmente factores epigenéticos (que pueden ser factores
externos a la célula o bien factores
intracelulares).
El estudio de estos factores es crucial en el campo de
la medicina reparadora, ya que si conocemos cuáles son las
señales que inducen la transformación de una
determinada célula en miocardiocito o en neurona,
podemos obtener de una forma controlada los tipos celulares que
podamos necesitar a partir de otras células.
En este mismo orden de cosas, es interesante recordar
cómo la famosa oveja Dolly se desarrolló a partir
del núcleo de una célula de la glándula
mamaria de una oveja adulta; es decir: esa célula de ubre
fue sometida a un entorno muy especial (el proporcionado por el
citoplasma de un óvulo) y fue capaz de transformarse, no
en cualquier tipo de célula, sino en toda una oveja
entera. Es de suponer que si una célula adulta es capaz de
dar lugar a un organismo entero, no hay ninguna limitación
biológica para poder obtener un determinado tipo celular
(cualquiera que sea) a partir de esa misma célula.
Sólo es preciso conocer con detalle los factores que
determinan esta diferenciación y poderlos reproducir en el
laboratorio.
Creo que después de estas aclaraciones, el lector
habrá intuido que el fundamento de la medicina reparadora
es obtener células diferenciadas concretas (del tipo
celular deseado en cada caso) a partir de células madre
multi o pluripotentes. La mayor dificultad técnica
estriba, por un lado, en la diferenciación de las
células madre hacia el tipo celular deseado, y, por otro
lado, en la obtención de células madre.
El primer punto (la diferenciación de las
células madre) se resolverá a medida que se vaya
profundizando en el
conocimiento de los factores que inducen la
diferenciación de los distintos tejidos. Es tan
sólo un problema "técnico" pendiente de
perfeccionamiento.
El segundo punto (obtención de células
madre) es más delicado: a las dificultades técnicas
se le añaden grandes dilemas éticos que merece la
pena considerar antes de iniciar o proseguir en determinadas
líneas de investigación. Como he esbozado al
principio, básicamente podemos distinguir entre las
células madre procedentes de embriones (y cuya
obtención implica necesariamente la manipulación,
utilización y destrucción del embrión) y las
células madre procedentes de adulto (que no suponen un
atentado contra la vida o los derechos fundamentales de un ser
humano). Vamos a analizar ahora las diferencias entre las
distintas fuentes de células madre:
3.1- Células madre no procedentes de
embriones
Básicamente las podemos obtener de dos fuentes:
de la sangre del cordón umbilical o bien de tejidos de
personas adultas que contengan células madre. Nos
referiremos únicamente al último caso, aunque las
consideraciones éticas son las mismas para
ambos.
Células madre de adulto:
Se obtienen a partir de células madre
multipotentes, que se hallan en distintos tejidos (probablemente
en casi todos), como piel, médula ósea, tejido
adiposo, tejido conjuntivo, bulbo olfatorio, etc.
En un principio se creía que las células
madre de los organismos adultos sólo eran capaces de
generar un número limitado y reducido de estirpes
celulares, ya que, en condiciones fisiológicas, son
células multipotentes que generan unos pocos tipos
celulares. Pero más tarde se comprobó que era
posible obtener tipos celulares distintos de los habituales,
sometiendo estas células a determinadas condiciones de
cultivo.
Lo que hace que una célula madre de médula
ósea genere únicamente células
sanguíneas, no es su incapacidad intrínseca para
generar otros tipos celulares, sino que el microambiente
particular de la médula ósea sólo da
indicaciones para que las células procedentes de estas
células madre, se diferencien hacia eritrocitos,
leucocitos o plaquetas.
Por lo tanto, es cierto que, en condiciones
fisiológicas, las células madre de los organismos
adultos son sólo multipotentes; pero también es
cierto que, sometidas a determinadas condiciones experimentales
in vitro, se las puede desdiferenciar todavía más y
transformarlas en células pluripotentes. Se está
trabajando mucho en este campo y los resultados obtenidos hasta
el momento son más que alentadores.
Las ventajas del uso de células madre procedentes
de adulto en los tratamientos de medicina reparadora son las
siguientes:
– No producirían rechazo inmunológico en
el receptor: puesto que estas células son
genéticamente idénticas a las del donante (que es,
a la vez, el paciente a tratar con estas
células).
– Su obtención es relativamente sencilla: basta
una punción esternal para obtener médula
ósea, una biopsia de piel o la extracción de tejido
adiposo subcutáneo.
– No se malignizan: es decir, no dan lugar a tumores. Se
trata de células más apaciguadas, con menos
actividad replicativa, de modo que es más fácil
controlar su proliferación que en el caso de las
células procedentes de embriones (clonados o
no).
– No plantea problemas éticos, pues no se
manipula ni se destruye ninguna vida: éste es el punto
más decisivo para decantarse por el uso de células
madre procedentes de adulto. Las otras ventajas son relativas,
porque, es cuestión de tiempo e inversión el poder controlar la
mayoría de los inconvenientes o dificultades
técnicas que hoy por hoy presentan tanto la
utilización de embriones (clonados o no) como de
células madre procedentes de adulto.
3.2- Células madre procedentes de
embriones
En este apartado podemos distinguir dos fuentes, en
función de si los embriones son el resultado de una
fecundación in vitro o de una clonación:
Células madre procedentes de embriones obtenidos
por fecundación in vitro (FIV):
Para obtenerlas es necesario disgregar las
células que componen el embrión generado por FIV y
someterlas a las condiciones de cultivo adecuadas para lograr que
las células se dividan eficazmente y se transformen en el
tipo celular deseado: estaríamos transformando un ser
humano en un montón de células (por ejemplo,
células pancreáticas productoras de
insulina).
Esta técnica supone manipular y destruir un
embrión humano (es decir, un ser humano que se encuentra
en una etapa muy inicial de su desarrollo biológico).
Permitiría obtener células para transplantarlas en
personas enfermas (por ejemplo: transformarlas en neuronas
productoras de dopamina e implantarlas en el encéfalo de
un enfermo de Parkinson); en este caso, al ser estas
células extrañas al organismo receptor, presentan
el inconveniente de un posible rechazo (igual que un transplante
de órganos cualquiera).
Además, presentan otro inconveniente: al ser
células destinadas a generar de modo natural todos los
tipos celulares y un organismo entero adulto, tienen una enorme
capacidad de dividirse; tanta, que son de muy difícil
manejo y, con cierta frecuencia, causan tumores en los pacientes
en que se implantan (o en los animales de experimentación
utilizados): proliferan descontroladamente.
En la actualidad, se utilizan para este fin embriones
congelados "sobrantes" producto de las técnicas de
reproducción asistida; sin embargo, en algunos
países ya es legal la producción de embriones in
vitro no con la finalidad de implantarlos en el útero de
una mujer, sino con la única intención de
experimentar con ellos (lo cual supone, naturalmente, un
agravante ético añadido).
Células madre procedentes de embriones
clonados:
Su aplicación sería equivalente al caso
anterior, pero presentarían la ventaja de evitar el
problema del rechazo, puesto que el organismo receptor es
genéticamente casi idéntico a las células
procedentes del embrión clonado.
En un sentido amplio, por clonación entendemos la
generación de una entidad biológica idéntica
a otra entidad: en el caso que nos ocupa nos referimos a la
clonación de seres vivos y, más concretamente, de
seres humanos: es decir, a la obtención de seres humanos
genéticamente idénticos a un ser humano ya
existente. Esto se puede lograr básicamente de dos
modos:
– Clonación por gemelación
("paraclonación"): la forma más simple de clonar un
ser vivo consiste en disgregar las células de la masa
interna del blastocisto (es decir, del embrión en un
estadio inicial de desarrollo) de modo que cada una de las
células dé lugar a un embrión distinto (como
ya hemos comentado antes, este es el proceso por el que tiene
lugar la gemelación natural).
– Clonación por transferencia de núcleo:
el otro modo de clonar seres humanos consiste en tomar el
núcleo de una célula de un organismo y transferirlo
al interior de un óvulo al que previamente se le ha
extraído el núcleo; a continuación se
estimula el óvulo para que empiece a dividirse como si
hubiera sido fecundado, de modo que se organiza y se desarrolla
como cualquier otro embrión.
Hoy por hoy, la clonación humana no es
técnicamente posible (o no lo es de un modo
suficientemente eficaz como para poderla plantear como
alternativa terapéutica aplicable en la práctica);
en cualquier caso, vuelvo a insistir en que, las barreras
técnicas, se superan con tiempo e inversión
económica; lo que nunca se podrá eliminar es la
barrera ética: la clonación supone, igual que la
utilización de embriones humanos producidos por
fecundación in vitro, la destrucción de un ser
humano; además, en este caso, el embrión humano es
generado con la finalidad de ser utilizado y para ser destruido;
por último, cabe añadir que la clonación
presenta algún agravante ético "extra" en
comparación a la destrucción y manipulación
de embriones producidos in vitro: en el caso de la
clonación se está utilizando un tipo de
reproducción que no es el propio de la especie humana: la
clonación no implica la fusión de dos gametos
procedentes de dos organismos distintos (reproducción
sexual) sino la generación de un nuevo ser humano a partir
de células adultas de una única persona: se trata
de un tipo de reproducción asexual, propia de las
bacterias, los protozoos y
otros muchos organismos filogenéticamente más
primitivos y mucho menos evolucionados (aunque no por ello menos
adaptados a su entorno) que los seres humanos.
En este sentido, la clonación no sólo es
reprobable desde el punto de vista de la defensa de la dignidad
de la persona humana, sino también desde la perspectiva
ecologista de defender y respetar la naturaleza y el orden
natural preestablecido.
Hoy por hoy, la clonación humana se intenta
llevar a cabo en plan
experimental; el caso es que para lograr una clonación, es
necesario disponer y utilizar gran cantidad de óvulos (por
una cuestión de imperfección de la técnica)
y no es factible disponer del número de óvulos
humanos necesario (procedentes de donantes voluntarias que deben
someterse a serios procedimientos no
exentos de riesgos e incomodidades y que, además, no son
recompensados).
Para solventar este problema, se intenta clonar
núcleos humanos sobre óvulos murinos (de
ratón), de vaca, de cerdo y otros animales. Con estas
aberrantes prácticas, no sólo se atenta contra la
dignidad del ser humano clonado (es decir, con el nuevo
embrión producto de la clonación) sino contra toda
la humanidad, al manipular el patrimonio genético de la
especie humana; esos productos de
la clonación… ¿son humanos? ¿son ratones?
¿son híbridos humano-ratón?
Amparándose en esta ambigüedad, los
científicos que realizan o defienden estas
prácticas alegan que no se puede considerar el producto de
esta manipulación como algo propiamente humano, de modo
que su destrucción no supone un atentado contra la
dignidad de la persona. Otra alternativa para intentar solventar
el problema de la escasez de
óvulos propone extraer los óvulos de los ovarios de
las niñas que han sido abortadas: espero que, al imaginar
esta inaceptable, irreverente y atroz manipulación, el
lector se haya estremecido tanto o más que yo;
personalmente, este tipo de cosas causan en mí una enorme
repugnancia y una profunda tristeza.
Por todos estos motivos (éticos,
prácticos, técnicos, médicos,…) es
infinitamente más recomendable el uso de células
madre de adulto como fuente de células pluripotenciales
que la manipulación de embriones.
Quizás el lector se pregunte cuales son las
ventajas de las células madre procedentes de embriones.
Bien: estas células están programadas para dar
lugar a organismos completos: por lo tanto, presentan una
"inercia" a dividirse y diferenciarse en todos los tipos
celulares mucho mayor que las células madre procedentes de
adulto. En este sentido, parece ser que resulta más
sencillo reprogramar células embrionarias que
células madre de adulto. Esta ventaja es relativa, puesto
que el reprogramar las células madre de adulto no es
imposible ni tampoco mucho más difícil que el
lograr la diferenciación de las células
embrionarias en el tipo celular deseado. A la par, esta discreta
ventaja se salda con un grave inconveniente, fruto de esa misma
elevada capacidad para dividirse: se trata de la tendencia a
acabar generando tumores malignos.
Otra ventaja (que, más que conocer con certeza,
intuyo) es de índole económica: imagino que el
poder disponer de los embriones congelados o poder generar
embriones por fecundación in vitro para este fin
proporciona una inagotable y casi gratuita fuente de
células madre humanas toti, pluri y multipotenciales con
las que investigar sin límite; además, estas
células no pertenecen a nadie en particular, ya que el
donante fue destruido precisamente al obtenerlas y los padres
biológicos de ese embrión, muy probablemente ni
siquiera estén al corriente del uso que se está
haciendo de sus gametos y de unos hijos que ni tan sólo
saben que han procreado. Es obvio que el poder disponer de estas
células sin restricciones supone grandes ventajas desde le
punto de vista económico.
En resumen: si obviamos los posibles beneficios
económicos, el uso de embriones y la práctica de la
clonación, no suponen ventajas (respecto las
células madre procedentes de adulto) que justifiquen su
aplicación en medicina reparadora, ni si quiera desde una
perspectiva meramente práctica o utilitarista.
Es innegable que, desde un punto de vista exclusivamente
práctico o técnico, tanto el uso de células
madre procedentes de embriones como las procedentes de adulto,
presentan ventajas e inconvenientes.
Es arriesgado e imprudente hacer predicciones sobre las
futuras conquistas de la ciencia, pero a pesar de ello, me atrevo
a manifestar mi previsión: creo que tanto las dificultades
o inconvenientes que presentan el uso de embriones como la
aplicación de células madre de adulto, pueden ser
superadas y controladas a medida que avancen los conocimientos
científicos y la tecnología.
Vuelvo a repetir que sólo es cuestión de
tiempo y dinero el que tanto una vía de obtención
de células madre como la otra se perfeccionen lo
suficiente como para ser, ambas, una alternativa
técnicamente factible y médicamente eficaz y fiable
(aunque, por supuesto, nunca exenta de riesgos, efectos
secundarios y fracasos) para tratar enfermedades
degenerativas.
Lo que debe hacernos decantar por la utilización
de uno u otro tipo de células no son cuestiones
prácticas sino éticas: es lícito utilizar
células madre procedentes de adulto; pero, por muy noble
que sea el fin perseguido, es inaceptable la producción,
manipulación y destrucción de seres
humanos.
Pero por ahora, incluso las ventajas médicas y
técnicas hablan a favor de las células madre
procedentes de adulto. De todos modos, no quiero darle demasiada
importancia a este hecho, porque lo que hace preferible el uso de
estas células no es su superior eficacia, sino la
total ilicitud ética que supone la utilización de
los embriones humanos.
Si el único modo de obtener células madre
aplicables al campo de la medicina reparadora fuera a partir de
embriones, tampoco en ese caso sería lícita su
utilización, a pesar de ser muchísimos los enfermos
que se podrían beneficiar de estas estrategias
terapéuticas.
En el fondo de estos dilemas subyacen dos cuestiones
importantes: la primera es de carácter
antropológico: ¿qué se entiende por persona
humana?, ¿cuáles son los principios éticos
fundamentales que nos permiten establecer los derechos humanos
universales?; la segunda, es una cuestión más bien
práctica: ¿qué se debe hacer con los miles
(o millones) de embriones congelados almacenados en las
clínicas de fecundación asistida?
Para poder justificar la utilización de embriones
y la producción de los mismos para fines distintos de la
reproducción, sería necesario o bien negar que el
embrión sea realmente un ser humano (cosa que resulta
bastante difícil de justificar a la luz de los
conocimientos biológicos actuales), o bien admitir la
licitud de someter determinadas personas a la voluntad de otros o
ponerlas al servicio de las necesidades de terceros, con las
consecuencias que ello conlleva.
Pero discutir todas estas cuestiones llevaría
varios artículos y no es el objetivo del presente, de modo
que dejo estos planteamientos en el aire para que el
lector reflexione por sí mismo (si es que no lo ha hecho
ya) acerca de ellos, a la luz de los cuatro conceptos de
biología que he pretendido aclarar y de la escueta
información sobre el estado
actual de los conocimientos sobre células madre (espero
que, a pesar de no haber aportado muchos detalles, lo expuesto
sea suficiente como para guiar o incentivar esta
reflexión).
Antes de concluir, plantearé una última
cuestión: en el caso de que, dentro de unos años,
la medicina reparadora basada en el uso de células madre
procedentes de embriones (clonados o no) sea una realidad
clínicamente aplicable,… ¿cómo oponerse a
que el propio hijo, padre, madre, hermano, esposo, esposa o
cualquier otro ser querido sea tratado con estos procedimientos
de una enfermedad de otro modo incurable e incluso mortal?
¿No estaríamos ante una situación de
chantaje emocional? ¿Sería lícito ofrecer a
los pacientes semejantes opciones terapéuticas?
Este interrogante no es nuevo: basta pensar en el caso
de las donaciones de órganos: por muy necesitada que
esté una persona, bajo riesgo de muerte
inminente, de un transplante de corazón, no sería
aceptable que ese corazón procediera de un pobre padre de
familia de la India que,
como única vía para salvar a su familia de morir de
inanición, no sólo habría renunciado a un
puñado de células suyas, sino que habría
sacrificado su propia vida a cambio de una
mísera suma de dinero.
Supongo que habrá personas capaces de aceptar un
órgano de semejante procedencia aún
sabiéndolo; pero ni la Medicina ni la Ley pueden permitir
que semejantes situaciones lleguen a ser posibles. En el caso de
la utilización de embriones con fines terapéuticos,
nos encontramos ante una situación equivalente y el modo
de enfocar el tema desde la ética
médica y la jurisprudencia, debería ser el
mismo.
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Recomiendo muy especialmente consultar la página web
: http://www.bioeticaweb.com
RODRIGO ALFONSO POLONI OYARZÚN
Profesor
Licenciado en Educación, e
Ingles.
Magíster en Educación. (Est.)
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