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Reflexiones sobre la clonación. Notas históricas



    1. La farsa y el peligro de la
      clonación de seres humanos
    2. ¿Qué
      es?
    3. ¿Para qué
      serviría la clonación en
      animales?
    4. ¿Clonación en
      humanos?
    5. Experimentos.
      Repercusión social
    6. Medicina reparadora:
      clonación y células madre
    7. Conceptos básicos de
      biología
    8. Fuentes de células
      madre
    9. Conclusión
    10. Bibliografía

    Los progresos del conocimiento y
    los consiguientes avances de la técnica en el campo de la
    biología
    molecular, la genética y
    la fecundación artificial han hecho posibles,
    desde hace tiempo, la
    experimentación y la realización de clonaciones en
    el ámbito vegetal y animal.

    Por lo que atañe al reino animal se ha tratado,
    desde los años treinta, de experimentos de
    producción de individuos idénticos,
    obtenidos por escisión gemelas artificial, modalidad que
    impropiamente se puede definir como clonación.

    La práctica de la escisión gemelar en el
    campo zootécnico se fue difundiendo en las granjas
    experimentales para incentivar la producción
    múltiple de ejemplares escogidos.

    En el año 1993 Jerry Hall y Robert Stilmann, de
    la universidad
    George Washington, divulgaron datos relativos a
    experimentos de escisión gemelar (splitting) de embriones
    humanos de 2, 4 y 8 embrioblastos, realizados por ellos mismos.
    Se trató de experimentos llevados a cabo sin el
    consentimiento previo del Comité ético competente y
    publicados -según los autores- para avivar la
    discusión ética.

    Sin embargo, la noticia dada por la revista Nature
    -en su número del 27 de febrero de 1997- del nacimiento de
    la oveja Dolly llevado a cabo por los científicos
    escoceses Jan Vilmut y K.H.S. Campbell con sus colaboradores del
    instituto Roslin de Edimburgo, ha sacudido la opinión
    pública de modo excepcional y ha provocado
    declaraciones de comités y de autoridades nacionales e
    internacionales, por ser un hecho nuevo considerado
    desconcertante.

    La novedad del hecho es doble. En primer lugar, porque
    no se trata de una escisión gemelar, sino de una novedad
    radical definida como clonación, es decir, de una reproducción asexual y ágama
    encacaminada a producir individuos biológicamente iguales
    al individuo
    adulto que proporciona el patrimonio
    genético nuclear. En segundo lugar, porque, hasta ahora.,
    la clonación propiamente dicha se consideraba imposible.
    Se creía que el DNA de la células
    somáticas de los animales
    superiores, al haber sufrido ya el imprinting de la
    diferenciación, no podían en adelante recuperar su
    completa potencialidad original y, por consiguiente, la capacidad
    de guiar el desarrollo de
    un nuevo individuo.

    Superada esta supuesta imposibilidad, parecía que
    se abría el camino a la clonación humana, entendida
    como réplica de uno o varios individuos
    somáticamente idénticos al donante.

    El hecho ha provocado, con razón,
    agitación y alarma. Pero, después de un primer
    momento de oposición general, algunas voces han querido
    llamar la atención sobre la necesidad de garantizar
    la libertad de
    investigación y de no condenar el progreso;
    incluso se ha llegado a hablar de una futura aceptación de
    la clonacion
    en el ámbito de la Iglesia
    Católica.

    Por eso, ahora que ha pasado cierto tiempo y que se esta
    en un periodo mas tranquilo, conviene hacer un atento examen de
    este hecho, estimado como un acontecimiento
    desconcertante.

    El hecho biológico

    La clonación, considerada en su dimensión
    biológica, en cuanto reproducción artificial, se
    obtiene sin la aportación de los dos gametos; se trata,
    por tanto, de una reproducción asexual y ágama. La
    fecundación propiamente dicha es sustituida por la
    fusión
    bien de un núcleo tomado de una célula
    somática del individuo que se quiere clonar o bien de
    la
    célula somática misma, con un ovocito
    desnucleado, es decir, privado del genoma de origen materno. Dado
    que el núcleo de la célula somática contiene
    todo el patrimonio genético, el individuo que se obtiene
    posee -salvo posibles alteraciones- la misma identidad
    genética del donante del núcleo. Esta
    correspondencia genética fundamental con el donante es la
    que convierte al nuevo individuo en réplica
    somática o copia del donante.

    El hecho de Edimburgo tuvo lugar después de 277
    fusiones
    ovocito-núcleo donante. Solo 8 tuvieron éxito,
    es decir, solo 8 de las 277 iniciaron el desarrollo embrional, y
    de esos 8 embriones solo 1 llegó a nacer: la oveja que fue
    llamada Dolly.

    Quedan muchas dudas e incertidumbres sobre numerosos
    aspectos de la experimentación. Por ejemplo, la
    posibilidad de que entre las 277 células donantes usadas
    hubiera algunas "estaminales", es decir, dotadas de un genoma no
    totalmente diferenciado; el papel que puede haber tenido el DNA
    mitocondrial eventualmente residuo en el óvulo materno; y
    muchas otras aun, a las que, desgraciadamente, los investigadores
    ni siquiera han hecho referencia. De todos modos, se trata de un
    hecho que supera las formas de fecundación artificial
    conocidas hasta ahora, las cuales se realizan siempre utilizando
    don gametos.

    Debe subrayarse que el desarrollo de los individuos
    obtenidos por clonación -salvo eventuales mutaciones, que
    podrían no ser pocas- debería producir una estructura
    corpórea muy semejante a la del donante del DNA: este es
    el resultado mas preocupante, especialmente en el caso de que el
    experimento se aplicara también a la especie
    humana.

    Con todo conviene advertir que, en la hipótesis de que la clonación se
    quisiera extender a la especie humana, de esta réplica de
    la estructura corpórea no se derivaría
    necesariamente una perfecta indentidad de la persona,
    entendida tanto en su realidad ontológica como
    psicológica. El alma
    espiritual, constitutivo esencial de cada sujeto perteneciente a
    la especie humana, es creada directamente por Dios y no puede ser
    engendrada por los padres, ni producida por la fecundación
    artificial, ni clonada. Además, el desarrollo
    psicológico, la cultura y el
    ambiente
    conducen siempre a personalidades diversas; se trata de un hecho
    bien conocido también entre los gemelos, cuya semejanza no
    significa identidad. La imaginación popular y la aureola
    de omnipotencia que acompaña a la clonación han de
    ser, al menos, relativizadas.

    A pesar de la imposibilidad de implicar al
    espíritu, que es la fuente de la
    personalidad, la proyección de la clonación al
    hombre ha
    llevado a imaginar ya hipótesis
    inspiradas en el deseo de omnipotencia: réplica de
    individuos dotados de ingenio y belleza excepcionales;
    reproducción de la imagen de
    familiares difuntos; selección
    de individuos sanos e inmunes a enfermedades
    genéticas; posibilidad de selección del sexo;
    producción de embriones escogidos previamente y congelados
    para ser transferidos posteriormente a un útero como
    reserva de órganos, etc.

    Aun considerando estas hipótesis como ciencia
    ficción, pronto podrían aparecer propuestas de
    clonación presentadas como "razonables" y "compasivas"
    —la procreación de un hijo en una familia en la que
    el padre sufre de aspermia o el reemplazo del hijo moribundo de
    un viuda—, las cuales, se diría, no tienen nada que
    ver con las fantasías de la ciencia
    ficción.

    Pero, ¿cuál sería el significado
    antropológico de esta operación en la deplorable
    perspectiva de su aplicación al hombre?

    Problemas éticos relacionados con la
    clonación humana

    La clonación humana se incluye en el proyecto del
    eugenismo y, por tanto, está expuesta a todas las
    observaciones éticas y jurídicas que lo han
    condenado ampliamente. Como ha escrito Hans Jonas, es "en el
    método la
    forma más despótica y, a la vez, en el fin, la
    forma mas esclavizante de manipulación genética; su
    objetivo no es
    una modificación arbitraria de la sustancia hereditaria,
    sino precisamente su arbitraria fijación en
    oposición a la estrategia
    dominante en la naturaleza"
    (cf. Cloniano un uomo: dall´eugenetica all´ingegneria
    genetica, en Tecnica, medicina de
    etica, Einaudi, Turín 1997, pp. 122-154,136).

    Es una manipulación radical de la relacionalidad
    y complementariedad constitutivas, que están en la base de
    la procreación humana, tanto en su aspecto
    biológico como en el propiamente personal. En
    efecto, tiende a considerar la bisexualidad como un mero residuo
    funcional, puesto que se requiere un óvulo, privado de su
    núcleo, para dar lugar al embrión-clon y, por
    ahora, es necesario un útero femenino para que su
    desarrollo pueda llegar hasta el final. De este modo se aplican
    todas las técnicas
    que se han experimentado en la zootecnia, reduciendo el
    significado específico de la reproducción
    humana.

    En esta perspectiva se adopta la lógica
    de la producción industrial: se deberá analizar y
    favorecer la búsqueda de mercados,
    perfeccionar la experimentación y producir siempre modelas
    nuevos.

    Se produce una instrumentalización radical de
    la mujer,
    reducida a algunas de sus funciones
    puramente biológicas (prestadora de óvulos y de
    útero), a la vez que se abre la perspectiva de una
    investigación sobre la posibilidad de crear úteros
    artificiales, último paso para la producción
    «en laboratorio» del ser humano.

    En el proceso de
    clonación se pervierten las relaciones fundamentales de la
    persona humana: la filiación, la consanguinidad, el
    parentesco y la paternidad o maternidad. Una mujer puede ser
    hermana gemela de su madre, carecer de padre biológico y
    ser hija de su abuelo. Ya con la FIVET se produjo una
    confusión en el parentesco, pero con la clonación
    se llega a la ruptura total de estos vínculos.

    Como en toda actividad artificial se «emula»
    e «imita» lo que acontece en la naturaleza, pero a
    costa de olvidar que el hombre no
    se reduce a su componente biológico, sobre todo cuando
    éste se limita a las modalidades reproductivas que han
    caracterizado solo a los organismos más simples y menos
    evolucionados desde el punto de vista
    biológico.

    Se alimenta la idea de que algunos hombres pueden tener
    un dominio total
    sobre la existencia de los demás, hasta el punto de
    programar su identidad biológica —seleccionada sobre
    la base de criterios arbitrarios o puramente
    instrumentales—, la cual, aunque no agota la identidad
    personal del hombre, caracterizada por el espíritu, es
    parte constitutiva de la misma. Esta concepción selectiva
    del hombre tendrá, entre otros efectos, un influjo
    negativo en la cultura, incluso fuera de la práctica
    —numéricamente reducida— de la
    clonación, puesto que favorecerá la
    convicción de que el valor del
    hombre y de la mujer no depende de su identidad personal, sino
    solo de las cualidades biológicas que pueden apreciarse y,
    por tanto, ser seleccionadas.

    La clonación humana merece un juicio negativo
    también en relación con la dignidad de la
    persona clonada, que vendrá al mundo como
    «copia» (aunque sea sólo copia
    biológica) de otro ser. En efecto, esta práctica
    propicia un íntimo malestar en el clonado, cuya identidad
    psíquica corre serio peligro por la presencia real o
    incluso sólo virtual de su "otro". Tampoco es imaginable
    que pueda valer un pacto de silencio, el cual —como ya
    notaba Jonas— sería imposible y también
    inmoral, dado que el clonado fue engendrado para que se asemejara
    a alguien que "valía la pena" clonar y, por tanto,
    recaerán sobre él atenciones y expectativas no
    menos nefastas, que constituirán un verdadero atentado
    contra su subjetividad personal.

    Si el proyecto de clonación humana pretende
    detenerse «antes» de la implantación en el
    útero, tratando de evitar al menos algunas de las
    consecuencias que acabamos de señalar, resulta
    también injusto desde un punto de vista moral.

    En efecto, limitar la prohibición de la
    clonación al hecho de impedir el nacimiento de un
    niño clonado permitiría de todos modos la
    clonación del embrión-feto,
    implicando así la experimentación sobre embriones y
    fetos, y exigiendo su supresión antes del nacimiento, lo
    cual manifiesta un proceso instrumental y cruel respecto al ser
    humano.

    En todo caso, dicha experimentación es inmoral
    por la arbitraria concepción del cuerpo humano
    (considerado definitivamente como una máquina compuesta de
    piezas), reducido a simple instrumento de investigación.
    El cuerpo humano es elemento integrante de la dignidad y de la
    identidad personal de cada uno, y no es lícito usar a la
    mujer para que proporcione óvulos con los cuales realizar
    experimentos de clonación.

    Es inmoral porque también el ser clonado es un
    «hombre», aunque sea en estado
    embrional.

    En contra de la clonación humana se pueden
    aducir, además, todas las razones morales que han llevado
    a la condena de la fecundación in vitro en cuanto tal o al
    rechazo radical de la fecundación in vitro destinada
    sólo a la experimentación.

    El proyecto de la "clonación humana" es una
    terrible consecuencia a la que lleva una ciencia sin valores y es
    signo del profundo malestar de nuestra civilización, que
    busca en la ciencia, en la técnica y en la "calidad de
    vida" sucedáneos al sentido de la vida y a la
    salvación de la existencia.

    A proclamación de la "muerte de
    Dios", con la vana esperanza de un "superhombre", conlleva un
    resultado claro: la "muerte del hombre". En efecto, no debe
    olvidarse que el hombre, negando su condición de criatura,
    más que exaltar su libertad, genera nuevas formas de
    esclavitud,
    nuevas discriminaciones, nuevos y profundos sufrimientos. La
    clonación puede llegar a ser la trágica parodia de
    la omnipotencia de Dios. El hombre, a quien Dios ha confiado todo
    lo creado dándole libertad e inteligencia,
    no encuentra en su acción
    solamente los límites
    impuestos por
    la imposibilidad práctica, sino que él mismo, en su
    discernimiento entre el bien y el mal, debe saber trazar sus
    propios confines. Una vez más, el hombre debe elegir:
    tiene que decidir entre transformar la tecnología en un
    instrumento de liberación o convertirse en su esclavo
    introduciendo nuevas formas de violencia y
    sufrimiento.

    Es preciso subrayar, una vez más, la diferencia
    que existe entre la concepción de la vida como don de
    amor y la
    visión del ser humano considerado como producto
    industrial.

    Frenar el proyecto de la clonación humana es un
    compromiso moral que debe traducirse también en
    términos culturales, sociales y legislativos. En efecto,
    el progreso de la investigación científica es muy
    diferente de la aparición del despotismo cientificista,
    que hoy parece ocupar el lugar de las antiguas
    deologías.

    En un régimen democrático y pluralista, la
    primera garantía con respecto a la libertad de cada uno se
    realiza en el respeto
    incondicional de la dignidad del hombre, en todas las fases de su
    vida y más allá de las dotes intelectuales
    o físicas de las que goza o de las que está
    privado. En la clonación humana no se da la
    condición que es necesaria para una verdadera convivencia:
    tratar al hombre siempre y en todos los casos como fin y como
    valor, y nunca como un medio o simple objeto.

    Ante los derechos del hombre y la
    libertad de investigación

    En el ámbito de los derechos humanos,
    la posible clonación humana significaría una
    violación de los dos principios
    fundamentales en los que se basan todos los derechos del hombre:
    el principio de igualdad entre
    los seres humanos y el principio de no discriminación.

    Contrariamente a cuanto pudiera parecer a primera vista,
    el principio de igualdad entre los seres humanos es vulnerado por
    esta posible forma de dominación del hombre sobre el
    hombre, al mismo tiempo que existe una discriminación en toda la perspectiva
    selectiva-eugenista inherente a la lógica de la
    clonación. La Resolución del Parlamento europeo del
    12 de marzo de 1997 reafirma con energía el valor de la
    dignidad de la persona humana y la prohibición de la
    clonación humana, declarando expresamente que viola estos
    dos principios. El Parlamento europeo, ya desde 1983, así
    como todas las leyes que han
    sido promulgadas para legalizar la procreación artificial,
    incluso las más permisivas, siempre han prohibido la
    clonación. Es preciso recordar que el Magisterio de la
    Iglesia, en la instrucción Donum vitae de 1987, ha
    condenado la hipótesis de la clonación humana, de
    la fisión gemelar y de la partenogénesis. La
    razones que fundamentan el carácter inhumano de la clonacion aplicada
    al hombre no se deben al hecho de ser una forma excesiva de
    procreación artificial, respecto a otras formas aprobadas
    por la ley como la FIVET
    y otras.

    Como hemos dicho, la razón del rechazo radica en
    la negación de la dignidad de la persona sujeta a
    clonación y en la negación misma de la dignidad de
    la procreación humana.

    Lo más urgente ahora es armonizar las exigencias
    de la investigación científica con los valores
    humanos imprescindibles. El científico no puede
    considerar el rechazo moral de la clonación humana como
    una ofensa; al contrario, esta prohibición devuelve la
    dignidad a la investigación, evitando su
    degeneración demiúrgica. La dignidad de la
    investigación científica consiste en ser uno de los
    recursos
    más ricos para el bien de la humanidad.

    Por lo demás, la investigación sobre la
    clonación tiene un espacio abierto en el reino vegetal y
    animal, siempre que sea necesaria o verdaderamente útil
    para el hombre o los demás seres vivos, observando las
    reglas de la conservación del animal mismo y la
    obligación de respetar la biodiversidad
    específica.

    La investigación científica en beneficio
    del hombre representa una esperanza para la humanidad,
    encomendada al genio y al trabajo de los
    científicos, cuando tiende a buscar remedio a las
    enfermedades, aliviar el sufrimiento, resolver los problemas
    debidos a la insuficiencia de alimentos y a la
    mejor utilización de los recursos de la tierra.
    Para hacer que la ciencia biomédica mantenga y refuerce su
    vínculo con el verdadero bien del hombre y de la sociedad, es
    necesario fomentar como recuerda el Santo Padre en la
    encíclica Evangelium vitae una mirada contemplativa sobre
    el hombre mismo y sobre el mundo, como realidades creadas por
    Dios, y en el contexto de la solidaridad entre
    la ciencia, el bien de la persona y de la sociedad.

    «Es la mirada de quien ve la vida en su
    profundidad percibiendo sus dimensiones de gratuidad, belleza,
    invitación a la libertad y a la responsabilidad. Es la mirada de quien no pretende
    apoderarse de la realidad, sino que la acoge como un don
    descubriendo en cada cosa el reflejo del Creador y en cada
    persona su imagen viviente» (Evangelium vitae,
    83).

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    LA FARSA Y EL PELIGRO
    DE LA CLONACIÓN DE SERES HUMANOS

    Por el Dr. Luis E. Raez

    La última semana de diciembre del 2002 escuchamos
    sin sorpresa el anuncio del pseudogrupo científico llamado
    "Clonaid", que pertenece a la secta "Raelian" de Canadá,
    de que habían clonado el primer ser humano fuera de
    Estados Unidos
    y que el bebé estaría llegando con su madre en
    estos días para probar el hecho. Este anuncio, viniendo de
    una organización de dudoso proceder
    científico, no fue tomado seriamente por nadie en la
    comunidad
    médica americana o extranjera. Incluso los partidarios de
    la clonación, como los controversiales doctores Antinori
    de Italia y Zavos de
    Estados Unidos, expresaron sus dudas. Como era de esperarse,
    ahora en los primeros días de enero del 2003, el fundador
    de la secta llamado Rael (que es un ex-periodista francés)
    dijo luego que no revelarían la identidad del bebé
    o la familia, y
    que no permitirían que se hagan los estudios necesarios
    para probar que la clonación fue verdadera. Además
    de ello anunciaron el nacimiento del segundo bebé
    presuntamente clonado en Holanda.

    Para los que no están familiarizados con la
    clonación podemos decir brevemente que consiste en tomar
    un núcleo de una célula de cualquier parte del
    cuerpo de un adulto (que tiene todo el patrimonio genético
    de un ser humano) y ponerla dentro de un óvulo materno al
    que se le ha sacado el núcleo. Es así que el
    núcleo de la célula madura "ordenará" a la
    célula primitiva la formación de un embrión,
    y éste será depositado en el útero de la
    madre. Esto se logró ya con la noticia dada en la revista
    Nature del nacimiento de la oveja "Dolly", llevado a cabo por
    científicos escoceses en 1997.

    La clonación tiene muchos partidarios que en
    forma irresponsable la apoyan sin medir las consecuencias. Estos
    partidarios van desde los frívolos que quieren "ver" a
    gente famosa vivir de nuevo, hasta los que creen que clonando
    embriones humanos podemos sacarles células estaminales u
    órganos para salvar a otros seres humanos (con la
    inevitable muerte del embrión). Pero los partidarios de la
    clonación no acaban de entender que aún con la
    tecnología necesaria (que no existe todavía), si
    clonásemos seres humanos, éstos tendrían
    todos los derechos como los demás seres humanos, por lo
    que deberían tener total independencia
    de sus promotores, cosa que contradice el sentido de su
    creación, pues fueron hechos para un fin.

    El problema con los Raelianos va mas allá de que
    sean mentirosos o no (ya que probablemente lo son), y que
    manipulen la verdad sobre la clonación, ya que ellos no
    pasan de ser una pseudosecta desconocida que busca llamar la
    atención (entre otras cosas dicen que la vida a la
    tierra
    llegó por extraterrestres que se entrevistaron ya con el
    fundador y están interesados en promover la
    clonación como parte de su culto). El peligro está
    en que con estas noticias y
    sensacionalismo, reviven el debate en
    favor de la clonación. Una de las principales razones
    científicas por las que no se debe clonar un ser humano,
    como lo ha certificado la Academia de Ciencias de
    Estados Unidos el año pasado, es que con la
    tecnología actual se necesitarían cientos de
    intentos antes de tener éxito, con la consecuente muerte
    de todos los embriones humanos usados. Por poner un ejemplo, para
    clonar a la oveja "Dolly" se necesitaron mas de 270 intentos. En
    el caso de los seres humanos, se trata del número de vidas
    inocentes que se perderían experimentando contra la
    dignidad y la vida de los mismos. El presidente de Estados Unidos
    George Bush ya se ha pronunciado en contra de este tipo de
    investigaciones por ser inmorales y motivadas por
    intereses de la empresa
    privada. El congreso estadounidense por mayoría
    aprobó, en agosto del 2002, un proyecto de ley por el cual
    se prohíbe la clonación humana de cualquier tipo,
    pero no ha sido ratificado aun por el senado. La mayoría
    de los países europeos ya se pronunció en contra de
    la clonación hace tiempo. Afortunadamente el 78% de los
    americanos hoy en día se opone a la clonación,
    según una encuesta de la
    cadena CNN. Pero todo estos anuncios de "progreso" en la
    clonación son mentiras y la propaganda a
    favor de ella podría hacer fácilmente cambiar de
    opinión a la gente.

    Lo más importante, sin embargo, para los
    cristianos es el problema moral. La experimentación con
    embriones humanos, así sea en el estadio de
    ‘algunas" o "muchas" células, es siempre inmoral y
    es un atentado contra la vida de esos seres humanos indefensos.
    Asimismo, uno de los puntos que debe quedar muy claro,
    especialmente para los que tienen esperanzas en la cura de
    enfermedades con la producción de clones, es el hecho de
    que no existe actualmente forma de conseguir células
    estaminales u órganos para transplantes provenientes de un
    embrión humano clonado sin matarlo.

    El Papa Juan Pablo II dijo al respecto del anuncio del
    primer bebé clonado que esto era evidencia de "una
    mentalidad brutal y de falta total de humanidad y ética".
    La Santa Sede ya se ha pronunciado condenando la clonación
    en otras ocasiones por las graves consecuencias contra la
    dignidad del ser humano, ya que no solamente se está
    manipulando al embrión, sino que se está matando a
    embriones con estos experimentos. La Iglesia Católica, en
    la "Instrucción Donum Vitae sobre el respeto de la vida
    humana naciente y la dignidad de la procreación",
    publicada en 1987, así como en otros documentos,
    establece claramente que la investigación médica
    debe renunciar a intervenir sobre embriones humanos vivos, a no
    ser que exista la certeza de que no se les causará
    daño y
    también menciona que la experimentación en
    embriones humanos es un claro atentado contra la vida y dignidad
    del ser humano.

    El Dr. Luis E. Raez es Profesor
    Auxiliar de Medicina Clínica en la Sección de
    Hematología Clínica y Oncología
    Médica, Departamento de Medicina del Sylvester
    Comprehensive Cancer Center, en
    la Facultad de Medicina de la Universidad de Miami

    QUE ES

    El 27 de febrero de 1997 la revista científica
    Nature publicaba el informe sobre la
    primera clonación de un mamífero a partir del
    núcleo de una célula adulta de otro individuo. La
    "presentación en sociedad" de la oveja Dolly es uno de
    esos momentos en los que la ciencia espolea una plétora de
    reacciones emocionales de todo tipo, despertando sueños (o
    pesadillas) y reavivando mitos y viejos
    fantasmas.

    ¿Qué es la
    clonación?

    Si nos referimos al ámbito de la Ingeniería
    Genética, clonar es aislar y multiplicar en tubo de
    ensayo un
    determinado gen o, en general, un trozo de ADN. Sin embargo,
    Dolly no es producto de Ingeniería Genética. En el contexto
    a que nos referimos, clonar significa obtener un individuo a
    partir de una célula o de un núcleo de otro
    individuo.

    En los animales superiores, la única forma de
    reproducción es la sexual, por la que dos células
    germinales (óvulo y espermatozoide) se unen, formando un
    zigoto (o huevo), que se desarrollará hasta dar el
    individuo adulto. La reproducción sexual fue un invento
    evolutivo (del que quedaron excluidas las bacterias y
    muchos organismos unicelulares), que garantiza que en cada
    generación de una especie van a aparecer nuevas
    combinaciones de genes en la descendencia, que posteriormente
    será sometida a la dura prueba de la selección y
    otros mecanismos evolutivos.

    Las células de un animal proceden en
    última instancia de la división repetida y
    diferenciación del zigoto. Las células
    somáticas, que constituyen los tejidos del
    animal adulto, han recorrido un largo camino "sin retorno", de
    modo que, a diferencia de las células de las primeras
    fases del embrión, han perdido la capacidad de generar
    nuevos individuos y cada tipo se ha especializado en una función
    distinta (a pesar de que, salvo excepciones, contienen el mismo
    material genético).

    En los años 70, Gurdon logró colecciones
    de ranas idénticas a base de insertar núcleos de
    células de fases larvarias tempranas en ovocitos
    (óvulos) a los que se había despojado de sus
    correspondientes núcleos. Pero el experimento fracasa si
    se usan como donadoras células de ranas adultas. Desde
    hace unos años se vienen obteniendo mamíferos clónicos, pero sólo
    a partir de células embrionarias muy tempranas, debido a
    que aún no han entrado en diferenciación (a esta
    propiedad se
    la suele llamar totipotencia). No es extraño pues el
    revuelo científico cuando el equipo de Ian Wilmut, del
    Instituto Roslin de Edimburgo comunicó que habían
    logrado una oveja por clonación a partir de una
    célula diferenciada de un adulto.

    Esencialmente el método (que aún presenta
    una alta tasa de fracasos) consiste en obtener un óvulo de
    oveja, eliminarle su núcleo, sustituirlo por un
    núcleo de célula de oveja adulta (en este caso, de
    las mamas), e implantarlo en una tercera oveja que sirve como
    "madre de alquiler" para llevar el embarazo.
    Así pues, Dolly carece de padre y es el producto de tres
    "madres": la donadora del óvulo contribuye con el
    citoplasma (que contiene, además mitocondrias que llevan
    un poco de material genético), la donadora del
    núcleo (que es la que aporta la inmensa mayoría del
    ADN), y la que parió, que genéticamente no aporta
    nada.

    Científicamente se trata de un logro muy
    interesante, ya que demuestra que, al menos bajo determinadas
    circunstancias es posible "reprogramar" el material
    genético nuclear de una célula diferenciada (algo
    así como volver a poner a cero su reloj, de modo que se
    comporta como el de un zigoto). De este modo, este núcleo
    comienza a "dialogar" adecuadamente con el citoplasma del
    óvulo y desencadena todo el complejo proceso del
    desarrollo intrauterino.

    Dolly no es una copia idéntica de la "madre" que
    donó el núcleo (no se olvide que el óvulo
    contiene ese pequeño ADN de la mitocondria). Aunque ambas
    comparten el mismo ADN nuclear, las instrucciones
    genéticas de Dolly no experimentaron exactamente el mismo
    tipo y combinación de estímulos que los de su
    "madre nuclear". Esto se debe a los fenómenos de
    epigénesis, complejas series de interacciones entre los
    genes y el entorno, y aquí entendemos por entorno desde
    los factores presentes en el citoplasma del óvulo, pasando
    por los procesos de
    formación del embrión/feto, a su vez sometidos al
    peculiar ambiente uterino, y alcanzando a la vida extrauterina
    (estímulos al nacer, periodo de lactancia,
    relaciones con la madre, interacciones "sociales" con otros
    individuos de la especie, etc).

    En resumidas cuentas, el ADN
    no contiene un programa
    unívoco de instrucciones, sino que es flexible, y la
    expresión genética en cada individuo queda matizada
    por multitud de factores, quedando "abierta" con una finalidad
    adaptativa clara

    ¿Para
    qué serviría la clonación en
    animales?

    Como suele ocurrir con muchos avances científicos
    de vanguardia,
    aquí puede que también se hayan exagerado las
    posibles derivaciones prácticas inmediatas, aunque no cabe
    duda que a medio y largo plazo, cuando la técnica se vaya
    perfeccionando, podría encontrar numerosos campos de
    aplicación. (Dejamos aparte el ámbito de la
    biología fundamental, que tendrá que "hincar el
    diente" en los fascinantes interrogantes básicos abiertos,
    sobre todo relativos al ciclo celular y al control de la
    diferenciación).

    Como suele ocurrir con muchos avances científicos
    de vanguardia, aquí puede que también se hayan
    exagerado las posibles derivaciones prácticas inmediatas,
    aunque no cabe duda que a medio y largo plazo, cuando la
    técnica se vaya perfeccionando, podría encontrar
    numerosos campos de aplicación. (Dejamos aparte el
    ámbito de la biología fundamental, que
    tendrá que "hincar el diente" en los fascinantes
    interrogantes básicos abiertos, sobre todo relativos al
    ciclo celular y al control de la
    diferenciación).

    Uno de los objetivos
    buscados por el grupo de
    Wilmut (en alianza con una empresa) es
    unir la técnica de la clonación con la de
    Ingeniería genética de mamíferos con objeto
    de producir medicamentos o sustancias útiles
    comercialmente. La idea es que una vez que se haya obtenido un
    animal transgénico interesante (por ejemplo, ovejas o
    vacas que en su leche secretan
    sustancias terapéuticas determinadas por un gen
    introducido previamente), ese individuo serviría de
    "molde" para generar varios ejemplares
    clónicos.

    Otra aplicación (más en la línea de
    la ganadería
    tradicional) sería asegurar copias de un ejemplar que haya
    mostrado buenos rendimientos (en carne, en leche, etc.). La
    clonación evitaría que su buena combinación
    de genes (su genotipo) se "diluyera" al cruzarlo sexualmente con
    otro. Sin embargo, mientras el coste de la técnica sea
    elevado, no estará al alcance de las explotaciones
    ganaderas convencionales. Pero además habría que
    tener mucha precaución con la amenaza de pérdida de
    diversidad genética de la cabaña ganadera, ya que
    si se impusiera este método, se tendería a la
    uniformidad (una tendencia ya presente en la agricultura y
    ganadería actuales). Recordemos que la biodiversidad es un
    recurso valioso también en los "ecosistemas
    agropecuarios", ya que supone una reserva de recursos
    genéticos adaptados a diversas condiciones ambientales y a
    diversos contextos socioeconómicos.

    Se ha hablado igualmente de que la clonación
    podría representar la salvación "in extremis" de
    ciertas especies silvestres amenazadas de extinción y
    difíciles de criar en cautividad. Pero si se llega a este
    caso, sería el triste reconocimiento de nuestro fracaso de
    conservarlas por medios
    más simples y naturales. Además, lo más
    probable es que, debido a que la clonación no aporta
    diversidad genética, la especie estuviera abocada de todas
    formas a la "muerte genética", condenada quizás a
    vivir en zoológicos o en condiciones altamente
    artificiales, casi como piezas de un museo viviente.


    ¿Clonación en humanos?

    Como es sabido, cuando una técnica se pone a
    punto en un animal doméstico o de laboratorio, sólo
    es cuestión de tiempo y dinero el que
    pueda ser aplicada a humanos. Esta perspectiva es la que,
    obviamente, ha despertado esa mezcla de fascinación,
    ansiedad y temor en la opinión pública. El
    ciudadano actual percibe los adelantos científicos con
    cierta ambivalencia: si bien reconoce como positivos el avance
    del conocimiento y del bienestar, es igualmente consciente de que
    pueden acarrear problemas
    ambientales, y amenazar valores y creencias importantes para
    la cohesión social. El mito de
    Frankestein no es más que la plasmación
    simbólica del temor a que nuestras creaciones
    tecnológicas nos sobrepasen y nos dominen, una idea
    sistematizada por las recientes aportaciones de la
    filosofía y sociología de la ciencia y la
    tecnología.

    Desgraciadamente, la mayoría de los medios de
    comunicación han perdido una nueva oportunidad de
    demostrar que pueden estar al servicio del
    debate social y del diálogo
    sobre bases racionales, primando la difusión de
    estereotipos trasnochados e ideas peregrinas. Pero por otro lado,
    algunas revistas científicas siguen empeñadas en
    querer demostrarnos que la racionalidad tecnocientífica es
    la forma más excelsa (¿quizá única?)
    de conocimiento auténtico, y que los otros criterios
    deberían rendirse a ella.

    Lo que se juega en el debate sobre la clonación
    no es obtener copias de Einstein o de Hitler, (algo
    imposible, porque en cada individuo influye poderosamente el
    ambiente y la educación).
    Olvidémonos de anti-utopías de tipo Un mundo
    feliz.

    Tampoco me parece pertinente la postura de los
    comentaristas de la revista Nature, cuando despachan lo que ellos
    llaman "vagas aseveraciones sobre la dignidad humana", imputando
    a sus defensores el caer en ideas sobre determinismo
    genético. Efectivamente, nuestros genes no determinan
    nuestra individualidad ni nuestra dignidad como personas. Pero la
    auténtica oposición a la clonación en
    humanos no va por esos derroteros.

    Evidentemente, un individuo clónico (aparte de no
    ser totalmente idéntico al original, por las razones ya
    apuntadas) tendría su propia individualidad, y es absurdo
    hablar en este sentido de "fotocopias humanas" (sobre todo en lo
    referente al carácter y conducta). Esto,
    insisto, no es lo esencial. Según mi opinión, el
    cogollo de la cuestión ya quedó brillantemente
    apuntado hace casi 20 años por Hans Jonas, cuando
    analizó lo que significaría existencialmente ser un
    clónico para el propio individuo afectado.
    Independientemente de la influencia real que tengan los genes en
    la conducta humana
    (desde luego, no superior a la ambiental y cultural), el
    clónico se sentiría como individuo diseñado
    ex-profeso por terceras personas, y su situación, a
    diferencia de lo que se ha dicho, no es en absoluto equivalente a
    la de los gemelos idénticos. Mientras los gemelos
    comparten simultáneamente en el tiempo un mismo genotipo
    aleatorio totalmente nuevo, del que nadie sabe nada a priori, al
    clónico se le impone un genotipo ya experimentado
    anteriormente por otra persona.

    La clave de la crítica
    estriba en que esto crearía una situación
    asimétrica del clónico respecto del original: el
    clónico tendrá encima la "losa" de saberse fruto de
    diseño
    de otras personas, y su autopercepción se
    resentiría por ello. Todo el proceso de su
    autodescubrimiento y sus relaciones con los demás
    quedarán marcados indeleblemente. Una vez más: no
    se trata de determinismo genético, sino de la
    intromisión de un conocimiento perturbador en lo
    más central de lo que constituye la búsqueda que
    cada individuo hace de su propia personalidad.
    Cada uno de nosotros responde a la pregunta "¿Quién
    soy yo?" partiendo de un genotipo nuevo (con sus potencialidades
    desconocidas para todos) y del secreto. Pero el clónico
    tiene un genotipo ya vivido (no original), y tenderá a
    creer que sabe demasiado de sus propios límites y
    posibilidades: este mero conocimiento puede ser profundamente
    condicionador de su personalidad. ¿Dónde
    quedaría la aventura de sentirse único e irse
    descubriendo a sí mismo?

    Por estas razones, y al igual a lo que se ha propuesto
    para los avances en las técnicas de sondeo de propensiones
    genéticas, la bioética y
    el bioderecho están articulando y reclamando la
    proclamación de un "derecho a ser fruto del azar" y de un
    "derecho a la ignorancia", a no saber (o creer saber) demasiado
    de uno mismo por adelantado.

    Y, por supuesto, paralelamente a estos argumentos, no
    deja de resonar un viejo principio ético básico de
    nuestra cultura: los seres humanos son fines en sí mismos,
    y no pueden ser medios para otros fines, por muy loables que
    éstos sean (incluyendo el avance científico).
    ¿Con qué autoridad y
    con qué sabiduría podríamos imponer a otros
    seres humanos nuestro diseño en su misma entraña
    biológica, a carecer de la referencia a un padre y una
    madre, a ser fruto de una unión sexual?
    ¿Seríamos capaces de experimentar ("a ver lo que
    sale") con otros seres humanos so pretexto de eliminar el azar
    biológico? ¿Quiénes somos nosotros para
    abrogar este mecanismo de lotería genética que
    lleva miles de millones de años funcionando, qué
    criterios usaríamos en su lugar, y quién
    decidiría?

    El debate de la clonación (junto con otros
    avances derivados de la biotecnología) va a ser un buen campo para
    poner a prueba la capacidad de nuestras sociedades
    para discutir racional y democráticamente sobre la
    posibilidad de encauzar la tecnología. ¿Tendremos
    en nuestras manos la oportunidad de ponerla al servicio de las
    profundas necesidades de la humanidad, o seguiremos
    deslizándonos por la pendiente del sonambulismo
    tecnológico?

    Sobre la utilidad y fines
    de la clonación, ver la interesante reflexión de
    Daniel Soutullo

    QUE ES

    EXPERIMENTOS

    REPERCUSIÓN SOCIAL Francia
    prohíbe todo tipo de clonación

    La reforma de las leyes de bioética quiere
    evitar

    la cosificación del embrión
    humano.

    Servicio 20/03 ACEPRENSA 5/02/2003

    Prohibido y penado La reforma de las leyes de
    bioética en Francia establece la prohibición de la
    clonación reproductiva y de la terapéutica,
    descarta la creación de embriones con fines de
    investigación, pero admite que los embriones
    "supernumerarios" sirvan para investigaciones sobre células
    madre. La reforma, aprobada hace un año en la Asamblea
    con mayoría socialista, ha sido ahora aprobada con
    modificaciones en el Senado.

    El proyecto es categórico en la
    prohibición de la clonación reproductiva,
    considerada como "crimen contra la especie humana", castigado con
    30 años de prisión y multa de 7, 5 millones de
    euros. Esta disposición, aprobada por unanimidad,
    prevé que la ley penal francesa será aplicable
    también al francés que cometa este crimen en el
    extranjero.

    Que el embrión no sea una cosa Ha habido
    más divergencias en torno a la
    clonación llamada terapéutica, por la que se crea
    un embrión por transferencia de un núcleo de
    célula adulta en un óvulo desnucleado a fin de
    obtener células embrionarias de potencialidades
    múltiples. La oposición de izquierda era partidaria
    de autorizar esta técnica para investigar sus
    posibilidades terapéuticas. En el ámbito
    científico, la Academia de Ciencias se había
    manifestado también a favor, aunque algunos investigadores
    –como el genetista Axel Kahn y el biólogo Jacques
    Testart– estaban en contra. También el presidente
    Chirac había manifestado su oposición. Finalmente,
    la mayoría gubernamental aprobó la
    prohibición de este tipo de clonación.

    El proyecto del gobierno trata de
    evitar que el embrión humano sea tratado como una cosa,
    aunque sea con fines de investigación. Por eso establece
    que "la concepción in vitro de embriones o la constitución por clonación de
    embriones humanos con fines de investigación queda
    prohibida". Sin embargo, permite la excepción de
    investigar con células madre de embriones humanos
    sobrantes de los tratamientos de FIVET, por derogación de
    la ley, durante un periodo de cinco años. Según el
    ministro de Sanidad, Jean-François Mattei, hay que dar
    prioridad a la investigación con células madre
    adultas, aunque no se podrá hacer una elección
    definitiva hasta que los dos modelos sean
    comparados.

    "Ensañamiento procreativo" En cuanto a la
    posibilidad de recurrir a la procreación asistida, el
    texto ha
    suprimido la autorización de que una viuda pudiera
    utilizar, después de la muerte del
    padre, un embrión concebido in vitro. El ministro de
    Sanidad ha justificado esta postura por "los interrogantes
    éticos y psicológicos que puede suscitar el traer
    conscientemente al mundo a un huérfano, así como
    por los problemas jurídicos sobre la filiación y la
    situación patrimonial del niño". Las parejas de
    hecho deberán demostrar al menos dos años de vida
    en común para acceder a la procreación asistida. En
    Francia no se permite que una mujer sola utilice estas
    técnicas para tener un hijo.

    En los días anteriores al debate parlamentario,
    Mattei había advertido en unas declaraciones contra el
    "ensañamiento procreativo" por un recurso poco sensato a
    las técnicas de reproducción asistida. Entre otros
    riesgos,
    señalaba el aumento de las tasas de prematuros, de
    embarazos múltiples, la incertidumbre sobre el empleo
    repetido de las estimulaciones de ovulación, la falta de
    experimentos en animales en una técnica como la ICSI. El
    ministro podía contar en esto con el apoyo del presidente
    del Comité Consultivo Nacional de Ética, quien ha
    escrito que "hoy día se sacraliza el deseo de los adultos,
    cuando algunas técnicas de la reproducción asistida
    hacen correr riesgos al niño que va a nacer". En Francia
    nacen actualmente 9.000 niños
    al año gracias a la FIVET, con una tasa de éxitos
    en torno al 20% por ciclo.

    Medicina reparadora:
    clonación y células madre

    En los últimos años la medicina y la
    biología han experimentado varias revoluciones que han ido
    cambiando de una modo espectacular e inimaginable tanto aspectos
    conceptuales básicos como el enfoque de las enfermedades y
    sus distintas opciones terapéuticas.

    Uno de los recientes campos que está despertando
    mayor interés y
    que más rápidamente está avanzando, es la
    denominada Medicina Reparadora, basada principalmente en la
    manipulación de células madre (cuya
    obtención plantea ineludibles dilemas éticos) con
    la intención de regenerar tejidos y, de este modo, curar o
    tratar enfermos.

    En un breve pero esclarecedor texto se sintetizan y
    definen los principales conceptos

    1-Introducción: medicina
    reparadora

    Algunos procesos patológicos (como el infarto de
    miocardio, la enfermedad de Parkinson, el
    Alzheimer, la
    diabetes tipo
    1,…) son ocasionados por la degeneración,
    disfunción o muerte (aguda o crónica) de
    determinados tipos de células (miocardiocitos en el caso
    del infarto de corazón;
    neuronas dopaminérgicas en el caso de la enfermedad de
    Parkinson, células Beta del páncreas productoras de
    insulina en el caso de la diabetes mellitus tipo
    1,…).

    La medicina reparadora tiene por objetivo regenerar
    estas células, de modo que se recupere la función
    del tejido u órgano pertinente. Para lograrlo, es preciso
    practicar microtransplantes de células que, de un modo
    similar al transplante de un órgano entero (hígado,
    corazón, riñón,…) podrían suplantar
    la función de las células alteradas.

    La mayor dificultad técnica de la medicina
    reparadora viene dada por la obtención de los tipos
    celulares deseados. Éste es también el punto que
    plantea mayores dilemas y discusiones éticas, tanto en la
    comunidad científica como entre la población en general.

    Se han propuesto distintas vías de
    obtención de estas preciadas células; para
    simplificar el asunto desde el punto de vista ético,
    distinguiremos entre las células procedentes de embriones
    (cuya obtención supone la destrucción del
    embrión donante) y las células no procedentes de
    embriones (cuya extracción no supone, en principio, la
    destrucción de una vida humana ni la violación de
    sus derechos fundamentales).

    2- Conceptos
    básicos de biología

    Antes de continuar reflexionando sobre los aspectos
    éticos de las distintas vías de obtención de
    células madre, me parece conveniente aclarar algunos
    conceptos a fin de poder
    comprender mejor las posibles aplicaciones de las células
    madre y las diferencias entre las distintas fuentes de
    obtención de las mismas: en este apartado intentaré
    explicar brevemente el significado de totipotencialidad,
    pluripotencialidad, multipotencialidad, célula madre,
    célula indiferenciada, célula diferenciada y
    estirpe celular.

    – Por totipotencia entendemos la capacidad de una
    célula de dar lugar a un organismo adulto entero: el
    paradigma de
    célula totipotente es el cigoto (óvulo
    recién fecundado) que, de un modo natural, da lugar al
    organismo adulto en su totalidad; también son
    células totipotentes las células del embrión
    en sus primeras divisiones (de modo que, si estas células
    se separan, cada una de ellas dará lugar a un
    embrión, obteniéndose, así, dos, tres cuatro
    o más individuos distintos (aunque todos ellos
    genéticamente idénticos); el mecanismo natural de
    gemelación ocurre de esta manera: por disyunción
    espontánea de las células del embrión en un
    estadio temprano; también se puede provocar
    artificialmente esta separación in vitro: en este caso
    hablamos de "paraclonación").

    – La pluripotencia es la capacidad por parte de una
    célula de transformarse en cualquier tipo celular del
    organismo al que pertenece; estas células ya no son
    capaces de generar un organismo entero adecuadamente organizado y
    estructurado, pero sí pueden dar lugar a cualquiera de las
    células que lo integran. Naturalmente, toda célula
    totipotente es también pluripotente: es decir, una
    célula capaz de generar un organismo completo, puede
    también dar lugar a cualquiera de sus células por
    separado.

    – El tercer tipo de célula es aquella que goza de
    multipotencia, es decir, de la capacidad de dar lugar a distintos
    tipos celulares, pero no a todos.

    Por ejemplo: algunas de las células que nosotros
    tenemos en la médula ósea se dividen continuamente
    y su descendencia da lugar a los distintos tipos celulares que
    circulan por la sangre
    (glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas);
    estas células reciben el nombre de células madre
    hematopoyéticas. Parece ser (por lo menos así se ha
    creído hasta ahora) que, en el organismo, estas
    células no se transforman ni en neuronas, ni en
    células musculares, ni óseas ni de cualquier otro
    tipo que no sea las células sanguíneas antes
    mencionadas: son, por tanto, células madre multipotentes
    pero no pluripotentes.

    – Las células madre son aquellas que están
    especializadas en generar otras células: por sucesivas
    divisiones van dando lugar a células y más
    células que iniciarán el camino de la
    diferenciación. Casi por definición, las
    células madre son células indiferenciadas, aunque
    están altamente especializadas en realizar su
    función: generar células. También son
    células multi o pluripotentes: en principio una
    célula es tanto más pluripotente como más
    indiferenciada está y viceversa; del mismo modo, las
    células van perdiendo la capacidad de transformarse en
    distintos tipos celulares a medida que se diferencian (se van
    condenando a permanecer diferenciadas en un único y
    concreto tipo
    de célula).

    – Las células diferenciadas son aquellas que
    están especializadas en llevar a cabo una determinada
    función y no pueden (ni su descendencia, en caso que
    puedan dividirse, tampoco puede) transformarse en otro tipo
    celular de diferente estirpe.

    La mayoría de las células diferenciadas
    tienen mermada en mayor o menor grado la capacidad de dividirse;
    estas células no se regeneran a partir de ellas mismas
    sino a partir de células madre indiferenciadas. La mayor
    parte de las células del organismo son células
    diferenciadas, por ejemplo: miocitos en los músculos y el
    corazón, linfocitos, conos y bastones de la retina,
    enterocitos del intestino, eritrocitos en la sangre,… El
    proceso de diferenciación es inducido y regulado por
    factores externos a la célula: el microambiente en que la
    célula vive le proporciona un conjunto de señales
    que inducen la transformación de una célula
    indiferenciada sin ninguna función especial en un
    determinado y concreto tipo de célula con una
    función específica.

    – En algunas situaciones patológicas, las
    células se desdiferencian (también es posible
    inducir esta desdiferenciación en condiciones
    experimentales): muchas células tumorales malignas
    presentan esta característica: la
    desdiferenciación. Así, por ejemplo, entre las
    células de un tumor originado en el hígado, podemos
    encontrar algunas células tumorales que ya no es posible
    identificar como hepatocitos (células del hígado):
    han adquirido características de células más
    inmaduras, indiferenciadas que, precisamente y como ya hemos
    comentado, están especializadas en dividirse sin parar (no
    es una casualidad, por tanto, que estos cambios sean signos de
    malignidad, pues un tumor es tanto más maligno como
    más descontroladamente se dividen sus células, es
    decir, como más desdiferenciado está).

    – Cuando hablamos de estirpes celulares nos referimos a
    los distintos tipos de células que integran el organismo:
    así, las células nerviosas, musculares,
    epidérmicas, óseas, cartilaginosas,… pertenecen
    cada una de ellas a estirpes celulares distintas. Dentro de cada
    estirpe, también hay distintos tipos de células;
    habitualmente, esta diversidad dentro de la misma estirpe se debe
    a los distintos estadios madurativos por los que una misma
    célula debe ir pasando o bien a los distintos grados de
    actividad o activación en que se puede encontrar una
    célula.

    Todas las células somáticas del organismo
    tienen, en principio, el mismo contenido genético (el
    mismo genoma, que es la totalidad de genes de un organismo): lo
    que distingue las células de una estirpe de las
    células de otra estirpe no es, por tanto, la información genética de que
    disponen, sino la expresión diferencial de unos u otros
    genes (la expresión de los genes se traduce en la síntesis
    de proteínas;
    así, las células que expresan unos determinados
    genes, producen unas determinadas proteínas).

    Nuestras células contienen muchísimos
    genes que codifican para otras tantas proteínas: algunas
    de ellas son necesarias para el funcionamiento básico de
    la célula y son producidas por todas las células
    del organismo; otras proteínas son necesarias para
    realizar funciones específicas que sólo deben darse
    en determinados tejidos; por ejemplo: las células de la
    capa más superficial de la piel
    (epidermis), producen queratina; esta proteína sólo
    se "fabrica" en este tipo de células y sólo debe
    hallarse en la piel; los genes que codifican para las distintas
    queratinas, sólo deben expresarse en las células
    epidérmicas.

    De igual modo, la actina y la miosina son
    proteínas implicadas en la contracción muscular:
    por lo tanto, sólo deben expresarse en grandes cantidades
    en aquellas células con capacidad contráctil.
    Paralelamente, las enzimas que se
    encargan de la producción de lactosa (el principal
    azúcar
    de la leche) sólo deben producirse en las células
    de la glándula mamaria durante la lactancia. Pero todas
    las células del organismo adulto (a excepción de
    algunas células de la línea germinal y otros casos
    especiales como los linfocitos) contienen toda la
    información genética necesaria para producir estas
    proteínas específicas.

    Lo que determina qué genes expresa una
    célula y qué genes no expresa, no es el contenido
    genético de la célula sino factores externos al
    genoma: el microambiente en que vive la célula contiene
    gran cantidad y diversidad de señales que le indican y le
    ordenan cuál debe ser su patrón de comportamiento. Estas señales se denominan
    globalmente factores epigenéticos (que pueden ser factores
    externos a la célula o bien factores
    intracelulares).

    El estudio de estos factores es crucial en el campo de
    la medicina reparadora, ya que si conocemos cuáles son las
    señales que inducen la transformación de una
    determinada célula en miocardiocito o en neurona,
    podemos obtener de una forma controlada los tipos celulares que
    podamos necesitar a partir de otras células.

    En este mismo orden de cosas, es interesante recordar
    cómo la famosa oveja Dolly se desarrolló a partir
    del núcleo de una célula de la glándula
    mamaria de una oveja adulta; es decir: esa célula de ubre
    fue sometida a un entorno muy especial (el proporcionado por el
    citoplasma de un óvulo) y fue capaz de transformarse, no
    en cualquier tipo de célula, sino en toda una oveja
    entera. Es de suponer que si una célula adulta es capaz de
    dar lugar a un organismo entero, no hay ninguna limitación
    biológica para poder obtener un determinado tipo celular
    (cualquiera que sea) a partir de esa misma célula.
    Sólo es preciso conocer con detalle los factores que
    determinan esta diferenciación y poderlos reproducir en el
    laboratorio.

    3- Fuentes de
    células madre

    Creo que después de estas aclaraciones, el lector
    habrá intuido que el fundamento de la medicina reparadora
    es obtener células diferenciadas concretas (del tipo
    celular deseado en cada caso) a partir de células madre
    multi o pluripotentes. La mayor dificultad técnica
    estriba, por un lado, en la diferenciación de las
    células madre hacia el tipo celular deseado, y, por otro
    lado, en la obtención de células madre.

    El primer punto (la diferenciación de las
    células madre) se resolverá a medida que se vaya
    profundizando en el
    conocimiento de los factores que inducen la
    diferenciación de los distintos tejidos. Es tan
    sólo un problema "técnico" pendiente de
    perfeccionamiento.

    El segundo punto (obtención de células
    madre) es más delicado: a las dificultades técnicas
    se le añaden grandes dilemas éticos que merece la
    pena considerar antes de iniciar o proseguir en determinadas
    líneas de investigación. Como he esbozado al
    principio, básicamente podemos distinguir entre las
    células madre procedentes de embriones (y cuya
    obtención implica necesariamente la manipulación,
    utilización y destrucción del embrión) y las
    células madre procedentes de adulto (que no suponen un
    atentado contra la vida o los derechos fundamentales de un ser
    humano). Vamos a analizar ahora las diferencias entre las
    distintas fuentes de células madre:

    3.1- Células madre no procedentes de
    embriones

    Básicamente las podemos obtener de dos fuentes:
    de la sangre del cordón umbilical o bien de tejidos de
    personas adultas que contengan células madre. Nos
    referiremos únicamente al último caso, aunque las
    consideraciones éticas son las mismas para
    ambos.

    Células madre de adulto:

    Se obtienen a partir de células madre
    multipotentes, que se hallan en distintos tejidos (probablemente
    en casi todos), como piel, médula ósea, tejido
    adiposo, tejido conjuntivo, bulbo olfatorio, etc.

    En un principio se creía que las células
    madre de los organismos adultos sólo eran capaces de
    generar un número limitado y reducido de estirpes
    celulares, ya que, en condiciones fisiológicas, son
    células multipotentes que generan unos pocos tipos
    celulares. Pero más tarde se comprobó que era
    posible obtener tipos celulares distintos de los habituales,
    sometiendo estas células a determinadas condiciones de
    cultivo.

    Lo que hace que una célula madre de médula
    ósea genere únicamente células
    sanguíneas, no es su incapacidad intrínseca para
    generar otros tipos celulares, sino que el microambiente
    particular de la médula ósea sólo da
    indicaciones para que las células procedentes de estas
    células madre, se diferencien hacia eritrocitos,
    leucocitos o plaquetas.

    Por lo tanto, es cierto que, en condiciones
    fisiológicas, las células madre de los organismos
    adultos son sólo multipotentes; pero también es
    cierto que, sometidas a determinadas condiciones experimentales
    in vitro, se las puede desdiferenciar todavía más y
    transformarlas en células pluripotentes. Se está
    trabajando mucho en este campo y los resultados obtenidos hasta
    el momento son más que alentadores.

    Las ventajas del uso de células madre procedentes
    de adulto en los tratamientos de medicina reparadora son las
    siguientes:

    – No producirían rechazo inmunológico en
    el receptor: puesto que estas células son
    genéticamente idénticas a las del donante (que es,
    a la vez, el paciente a tratar con estas
    células).

    – Su obtención es relativamente sencilla: basta
    una punción esternal para obtener médula
    ósea, una biopsia de piel o la extracción de tejido
    adiposo subcutáneo.

    – No se malignizan: es decir, no dan lugar a tumores. Se
    trata de células más apaciguadas, con menos
    actividad replicativa, de modo que es más fácil
    controlar su proliferación que en el caso de las
    células procedentes de embriones (clonados o
    no).

    – No plantea problemas éticos, pues no se
    manipula ni se destruye ninguna vida: éste es el punto
    más decisivo para decantarse por el uso de células
    madre procedentes de adulto. Las otras ventajas son relativas,
    porque, es cuestión de tiempo e inversión el poder controlar la
    mayoría de los inconvenientes o dificultades
    técnicas que hoy por hoy presentan tanto la
    utilización de embriones (clonados o no) como de
    células madre procedentes de adulto.

    3.2- Células madre procedentes de
    embriones

    En este apartado podemos distinguir dos fuentes, en
    función de si los embriones son el resultado de una
    fecundación in vitro o de una clonación:

    Células madre procedentes de embriones obtenidos
    por fecundación in vitro (FIV):

    Para obtenerlas es necesario disgregar las
    células que componen el embrión generado por FIV y
    someterlas a las condiciones de cultivo adecuadas para lograr que
    las células se dividan eficazmente y se transformen en el
    tipo celular deseado: estaríamos transformando un ser
    humano en un montón de células (por ejemplo,
    células pancreáticas productoras de
    insulina).

    Esta técnica supone manipular y destruir un
    embrión humano (es decir, un ser humano que se encuentra
    en una etapa muy inicial de su desarrollo biológico).
    Permitiría obtener células para transplantarlas en
    personas enfermas (por ejemplo: transformarlas en neuronas
    productoras de dopamina e implantarlas en el encéfalo de
    un enfermo de Parkinson); en este caso, al ser estas
    células extrañas al organismo receptor, presentan
    el inconveniente de un posible rechazo (igual que un transplante
    de órganos cualquiera).

    Además, presentan otro inconveniente: al ser
    células destinadas a generar de modo natural todos los
    tipos celulares y un organismo entero adulto, tienen una enorme
    capacidad de dividirse; tanta, que son de muy difícil
    manejo y, con cierta frecuencia, causan tumores en los pacientes
    en que se implantan (o en los animales de experimentación
    utilizados): proliferan descontroladamente.

    En la actualidad, se utilizan para este fin embriones
    congelados "sobrantes" producto de las técnicas de
    reproducción asistida; sin embargo, en algunos
    países ya es legal la producción de embriones in
    vitro no con la finalidad de implantarlos en el útero de
    una mujer, sino con la única intención de
    experimentar con ellos (lo cual supone, naturalmente, un
    agravante ético añadido).

    Células madre procedentes de embriones
    clonados:

    Su aplicación sería equivalente al caso
    anterior, pero presentarían la ventaja de evitar el
    problema del rechazo, puesto que el organismo receptor es
    genéticamente casi idéntico a las células
    procedentes del embrión clonado.

    4-
    Clonación

    En un sentido amplio, por clonación entendemos la
    generación de una entidad biológica idéntica
    a otra entidad: en el caso que nos ocupa nos referimos a la
    clonación de seres vivos y, más concretamente, de
    seres humanos: es decir, a la obtención de seres humanos
    genéticamente idénticos a un ser humano ya
    existente. Esto se puede lograr básicamente de dos
    modos:

    – Clonación por gemelación
    ("paraclonación"): la forma más simple de clonar un
    ser vivo consiste en disgregar las células de la masa
    interna del blastocisto (es decir, del embrión en un
    estadio inicial de desarrollo) de modo que cada una de las
    células dé lugar a un embrión distinto (como
    ya hemos comentado antes, este es el proceso por el que tiene
    lugar la gemelación natural).

    – Clonación por transferencia de núcleo:
    el otro modo de clonar seres humanos consiste en tomar el
    núcleo de una célula de un organismo y transferirlo
    al interior de un óvulo al que previamente se le ha
    extraído el núcleo; a continuación se
    estimula el óvulo para que empiece a dividirse como si
    hubiera sido fecundado, de modo que se organiza y se desarrolla
    como cualquier otro embrión.

    Hoy por hoy, la clonación humana no es
    técnicamente posible (o no lo es de un modo
    suficientemente eficaz como para poderla plantear como
    alternativa terapéutica aplicable en la práctica);
    en cualquier caso, vuelvo a insistir en que, las barreras
    técnicas, se superan con tiempo e inversión
    económica; lo que nunca se podrá eliminar es la
    barrera ética: la clonación supone, igual que la
    utilización de embriones humanos producidos por
    fecundación in vitro, la destrucción de un ser
    humano; además, en este caso, el embrión humano es
    generado con la finalidad de ser utilizado y para ser destruido;
    por último, cabe añadir que la clonación
    presenta algún agravante ético "extra" en
    comparación a la destrucción y manipulación
    de embriones producidos in vitro: en el caso de la
    clonación se está utilizando un tipo de
    reproducción que no es el propio de la especie humana: la
    clonación no implica la fusión de dos gametos
    procedentes de dos organismos distintos (reproducción
    sexual) sino la generación de un nuevo ser humano a partir
    de células adultas de una única persona: se trata
    de un tipo de reproducción asexual, propia de las
    bacterias, los protozoos y
    otros muchos organismos filogenéticamente más
    primitivos y mucho menos evolucionados (aunque no por ello menos
    adaptados a su entorno) que los seres humanos.

    En este sentido, la clonación no sólo es
    reprobable desde el punto de vista de la defensa de la dignidad
    de la persona humana, sino también desde la perspectiva
    ecologista de defender y respetar la naturaleza y el orden
    natural preestablecido.

    Hoy por hoy, la clonación humana se intenta
    llevar a cabo en plan
    experimental; el caso es que para lograr una clonación, es
    necesario disponer y utilizar gran cantidad de óvulos (por
    una cuestión de imperfección de la técnica)
    y no es factible disponer del número de óvulos
    humanos necesario (procedentes de donantes voluntarias que deben
    someterse a serios procedimientos no
    exentos de riesgos e incomodidades y que, además, no son
    recompensados).

    Para solventar este problema, se intenta clonar
    núcleos humanos sobre óvulos murinos (de
    ratón), de vaca, de cerdo y otros animales. Con estas
    aberrantes prácticas, no sólo se atenta contra la
    dignidad del ser humano clonado (es decir, con el nuevo
    embrión producto de la clonación) sino contra toda
    la humanidad, al manipular el patrimonio genético de la
    especie humana; esos productos de
    la clonación… ¿son humanos? ¿son ratones?
    ¿son híbridos humano-ratón?
    Amparándose en esta ambigüedad, los
    científicos que realizan o defienden estas
    prácticas alegan que no se puede considerar el producto de
    esta manipulación como algo propiamente humano, de modo
    que su destrucción no supone un atentado contra la
    dignidad de la persona. Otra alternativa para intentar solventar
    el problema de la escasez de
    óvulos propone extraer los óvulos de los ovarios de
    las niñas que han sido abortadas: espero que, al imaginar
    esta inaceptable, irreverente y atroz manipulación, el
    lector se haya estremecido tanto o más que yo;
    personalmente, este tipo de cosas causan en mí una enorme
    repugnancia y una profunda tristeza.

    5-
    Conclusión

    Por todos estos motivos (éticos,
    prácticos, técnicos, médicos,…) es
    infinitamente más recomendable el uso de células
    madre de adulto como fuente de células pluripotenciales
    que la manipulación de embriones.

    Quizás el lector se pregunte cuales son las
    ventajas de las células madre procedentes de embriones.
    Bien: estas células están programadas para dar
    lugar a organismos completos: por lo tanto, presentan una
    "inercia" a dividirse y diferenciarse en todos los tipos
    celulares mucho mayor que las células madre procedentes de
    adulto. En este sentido, parece ser que resulta más
    sencillo reprogramar células embrionarias que
    células madre de adulto. Esta ventaja es relativa, puesto
    que el reprogramar las células madre de adulto no es
    imposible ni tampoco mucho más difícil que el
    lograr la diferenciación de las células
    embrionarias en el tipo celular deseado. A la par, esta discreta
    ventaja se salda con un grave inconveniente, fruto de esa misma
    elevada capacidad para dividirse: se trata de la tendencia a
    acabar generando tumores malignos.

    Otra ventaja (que, más que conocer con certeza,
    intuyo) es de índole económica: imagino que el
    poder disponer de los embriones congelados o poder generar
    embriones por fecundación in vitro para este fin
    proporciona una inagotable y casi gratuita fuente de
    células madre humanas toti, pluri y multipotenciales con
    las que investigar sin límite; además, estas
    células no pertenecen a nadie en particular, ya que el
    donante fue destruido precisamente al obtenerlas y los padres
    biológicos de ese embrión, muy probablemente ni
    siquiera estén al corriente del uso que se está
    haciendo de sus gametos y de unos hijos que ni tan sólo
    saben que han procreado. Es obvio que el poder disponer de estas
    células sin restricciones supone grandes ventajas desde le
    punto de vista económico.

    En resumen: si obviamos los posibles beneficios
    económicos, el uso de embriones y la práctica de la
    clonación, no suponen ventajas (respecto las
    células madre procedentes de adulto) que justifiquen su
    aplicación en medicina reparadora, ni si quiera desde una
    perspectiva meramente práctica o utilitarista.

    Es innegable que, desde un punto de vista exclusivamente
    práctico o técnico, tanto el uso de células
    madre procedentes de embriones como las procedentes de adulto,
    presentan ventajas e inconvenientes.

    Es arriesgado e imprudente hacer predicciones sobre las
    futuras conquistas de la ciencia, pero a pesar de ello, me atrevo
    a manifestar mi previsión: creo que tanto las dificultades
    o inconvenientes que presentan el uso de embriones como la
    aplicación de células madre de adulto, pueden ser
    superadas y controladas a medida que avancen los conocimientos
    científicos y la tecnología.

    Vuelvo a repetir que sólo es cuestión de
    tiempo y dinero el que tanto una vía de obtención
    de células madre como la otra se perfeccionen lo
    suficiente como para ser, ambas, una alternativa
    técnicamente factible y médicamente eficaz y fiable
    (aunque, por supuesto, nunca exenta de riesgos, efectos
    secundarios y fracasos) para tratar enfermedades
    degenerativas.

    Lo que debe hacernos decantar por la utilización
    de uno u otro tipo de células no son cuestiones
    prácticas sino éticas: es lícito utilizar
    células madre procedentes de adulto; pero, por muy noble
    que sea el fin perseguido, es inaceptable la producción,
    manipulación y destrucción de seres
    humanos.

    Pero por ahora, incluso las ventajas médicas y
    técnicas hablan a favor de las células madre
    procedentes de adulto. De todos modos, no quiero darle demasiada
    importancia a este hecho, porque lo que hace preferible el uso de
    estas células no es su superior eficacia, sino la
    total ilicitud ética que supone la utilización de
    los embriones humanos.

    Si el único modo de obtener células madre
    aplicables al campo de la medicina reparadora fuera a partir de
    embriones, tampoco en ese caso sería lícita su
    utilización, a pesar de ser muchísimos los enfermos
    que se podrían beneficiar de estas estrategias
    terapéuticas.

    En el fondo de estos dilemas subyacen dos cuestiones
    importantes: la primera es de carácter
    antropológico: ¿qué se entiende por persona
    humana?, ¿cuáles son los principios éticos
    fundamentales que nos permiten establecer los derechos humanos
    universales?; la segunda, es una cuestión más bien
    práctica: ¿qué se debe hacer con los miles
    (o millones) de embriones congelados almacenados en las
    clínicas de fecundación asistida?

    Para poder justificar la utilización de embriones
    y la producción de los mismos para fines distintos de la
    reproducción, sería necesario o bien negar que el
    embrión sea realmente un ser humano (cosa que resulta
    bastante difícil de justificar a la luz de los
    conocimientos biológicos actuales), o bien admitir la
    licitud de someter determinadas personas a la voluntad de otros o
    ponerlas al servicio de las necesidades de terceros, con las
    consecuencias que ello conlleva.

    Pero discutir todas estas cuestiones llevaría
    varios artículos y no es el objetivo del presente, de modo
    que dejo estos planteamientos en el aire para que el
    lector reflexione por sí mismo (si es que no lo ha hecho
    ya) acerca de ellos, a la luz de los cuatro conceptos de
    biología que he pretendido aclarar y de la escueta
    información sobre el estado
    actual de los conocimientos sobre células madre (espero
    que, a pesar de no haber aportado muchos detalles, lo expuesto
    sea suficiente como para guiar o incentivar esta
    reflexión).

    Antes de concluir, plantearé una última
    cuestión: en el caso de que, dentro de unos años,
    la medicina reparadora basada en el uso de células madre
    procedentes de embriones (clonados o no) sea una realidad
    clínicamente aplicable,… ¿cómo oponerse a
    que el propio hijo, padre, madre, hermano, esposo, esposa o
    cualquier otro ser querido sea tratado con estos procedimientos
    de una enfermedad de otro modo incurable e incluso mortal?
    ¿No estaríamos ante una situación de
    chantaje emocional? ¿Sería lícito ofrecer a
    los pacientes semejantes opciones terapéuticas?

    Este interrogante no es nuevo: basta pensar en el caso
    de las donaciones de órganos: por muy necesitada que
    esté una persona, bajo riesgo de muerte
    inminente, de un transplante de corazón, no sería
    aceptable que ese corazón procediera de un pobre padre de
    familia de la India que,
    como única vía para salvar a su familia de morir de
    inanición, no sólo habría renunciado a un
    puñado de células suyas, sino que habría
    sacrificado su propia vida a cambio de una
    mísera suma de dinero.

    Supongo que habrá personas capaces de aceptar un
    órgano de semejante procedencia aún
    sabiéndolo; pero ni la Medicina ni la Ley pueden permitir
    que semejantes situaciones lleguen a ser posibles. En el caso de
    la utilización de embriones con fines terapéuticos,
    nos encontramos ante una situación equivalente y el modo
    de enfocar el tema desde la ética
    médica y la jurisprudencia, debería ser el
    mismo.

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    Recomiendo muy especialmente consultar la página web
    : http://www.bioeticaweb.com

     

    RODRIGO ALFONSO POLONI OYARZÚN

    Profesor

    Licenciado en Educación, e
    Ingles.

    Magíster en Educación. (Est.)

    Más información en:

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