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Trastornos del comportamiento alimentario




Enviado por Alejandra Goñi



    1. Introducción
      Teórica
    2. Factores que influyen en la
      formación de la imagen corporal
    3. Errores cognitivos en
      relación con la imagen corporal
    4. Los trastornos del comportamiento
      alimentario.
    5. Etiología de los
      trastornos del comportamiento alimentario
    6. Consecuencias de estos
      trastornos
    7. Peso ideal y peso
      biológico
    8. Dietas y medios de
      comunicación

    1. INTRODUCCIÓN
    TEÓRICA

    Los ideales de belleza establecidos por las distintas
    sociedades son
    un factor importante que marca ciertos
    patrones físicos y de imagen corporal.
    Estos ideales de belleza suponen una alta presión
    sobre todos los miembros de la población. Quienes poseen las
    características del modelo tienen
    razones para auto valorarse positivamente, mientras que los que
    se apartan de él, suelen tener una baja
    autoestima

    La imagen corporal es la representación mental
    que cada individuo
    tiene de su propio cuerpo, e incluye tres componentes:
    perceptual, cognitivo y conductual.

    El componente perceptual hace referencia a la
    precisión con que se percibe el tamaño corporal de
    diferentes partes corporales o del cuerpo en su totalidad. La
    alteración en este componente da lugar a la
    sobrestimación o a subestimación, bien si el cuerpo
    se percibe en unas dimensiones superiores o inferiores a las
    reales respectivamente. En los trastornos del comportamiento
    alimentario (TCA) frecuentemente se encuentra
    sobrestimación.

    El componente subjetivo o cognitivo incluye actitudes,
    sentimientos, cogniciones y valoraciones que provoca el cuerpo,
    principalmente el tamaño corporal, el peso, partes del
    cuerpo o cualquier otro aspecto de la apariencia física.

    El componente conductual se refiere a las conductas
    explicitadas por la percepción
    del cuerpo y los sentimientos asociados (por ejemplo, conductas
    de evitación de situaciones en las que se tenga que
    exponer el cuerpo, compararse continuamente con los demás,
    vestir ropa ancha para no marcar la silueta, pesarse
    compulsivamente, etc.)

    Integrando los tres componentes, se concluye que la
    imagen corporal hace referencia a la percepción que
    tenemos de todo el cuerpo y de cada una de sus partes, como del
    movimiento y
    límites
    de éste, a la experiencia subjetiva de actitudes,
    pensamientos, sentimientos y valoraciones que hacemos y sentimos,
    y al modo de comportarnos derivado de las cogniciones y los
    sentimientos que experimentamos. Por tanto, el tener una buena o
    mala imagen corporal influye en nuestros pensamientos,
    sentimientos y conductas, y además, también en la
    forma en cómo nos respondan los demás.

    En el caso de personas con un trastorno alimentario los
    distintos niveles de la imagen corporal se manifiestan de la
    siguiente forma:

    Nivel perceptual: sobrestiman la amplitud de sus
    medidas y se ven gruesas, incluso, teniendo un peso normal. Sin
    embargo, no se trata de una alteración de la
    percepción visual, ya que perciben con total exactitud los
    cuerpos y siluetas de las personas que les rodean. Es la imagen
    que tienen de su cuerpo la que deforman, distorsionan o exageran.
    Tienden percibir las dimensiones de su cuerpo con una
    sobrestimación del 30% de su volumen.

    Miriam, con 36 Kg. de peso, y
    esperando ser ingresada en

    la unidad de trastornos alimentarios
    de la provincia, se negaba a ir a

    depilarse porque no quería que
    la esteticien se burlara del tamaño de sus
    muslos
    .

    Nivel cognitivo: imaginan que la otra gente se
    fija en sus defectos y creen que éstos son una prueba
    fehaciente de la imposibilidad de ser queridos o apreciados.
    Tienen una preocupación exagerada, a veces obsesiva, por
    su cuerpo, que traslada a un segundo plano otros aspectos de sus
    vidas mucho más importantes, como la salud, la escuela o las
    amistades.

    Arancha, con 42 Kg., lloriqueaba cada
    vez que contaba que sus amigas le habían

    dejado de lado porque " a la gente no
    le gusta ir con gordas", y cada vez

    que iba al instituto todos se fijaban
    en sus gruesos muslos y prominente abdomen

     

    Nivel conductual: organizan su estilo de vida
    alrededor de su preocupación corporal. Algunas evitan
    mirarse al espejo, mientras que otras lo hacen compulsivamente.
    Otras, esconden su cuerpo dentro de ropas de tallas enormes para
    su tamaño corporal. Se comparan constantemente con los
    demás, y su cuerpo siempre resulta ser menos delgado y
    más desagradable.

    A Asun, al no disponer de peso en
    casa, la conocían en todas las farmacias

    de su barrio, donde iba a pesarse
    todos los días, varias veces, para
    comprobar

    que su peso no había aumentado
    tras una ligera ingesta
    .

    Se puede concluir que se tendrá una imagen
    corporal negativa cuando;

    • Exista una percepción distorsionada de las
      formas corporales y se perciban partes del cuerpo como no son
      realmente.
    • Se esté convencido de que solamente otras
      personas son atractivas, y que el tamaño y forma del
      cuerpo son signo de fracaso personal.
    • Exista vergüenza y ansiedad por el
      cuerpo.
    • Se sienta incómodo y raro en el propio
      cuerpo.

    Por el contrario, existirá una imagen corporal
    positiva si,

    • Existe una percepción clara y verdadera del
      cuerpo.
    • Se está a gusto con el cuerpo y se entiende
      que el aspecto físico de una persona dice
      muy poco sobre su carácter y valor
      personal.
    • No se pierde el tiempo
      preocupándose en torno a la
      comida, el peso y las calorías.

    1.1. Factores que
    influyen en la formación de la imagen
    corporal

    La formación de la imagen corporal es un proceso
    dinámico, en el que el cambio de uno
    de los factores que la componen altera los demás. A lo
    largo de la vida esta imagen puede ir cambiando hacia una mayor
    aceptación, o al contrario, hacia un rechazo total. El
    resultado final dependerá de la interacción de los siguientes
    factores:

    a. El propio cuerpo: Se refiere a todos los
    datos
    objetivos posibles con los que se puede describir un
    cuerpo, así como al aspecto funcional de los mismos (que
    los órganos funcionen correctamente y que el cuerpo
    esté sano). Por ejemplo: 65 Kilos de peso, 1.75 cm de
    altura, pelo rubio, ojos negros, etc. Se excluyen las
    valoraciones subjetivas, como "caderas enormes", "pelo
    asqueroso", etc.

    b. La percepción del cuerpo: En la
    formación de la imagen corporal tiene especial relevancia
    los aspectos a los que se presta una especial atención y los que se omiten. De modo que
    seleccionando los aspectos positivos del cuerpo probablemente se
    creará una imagen positiva y, por el contrario, si tan
    sólo se perciben los aspectos negativos la imagen no
    será satisfactoria. Funciona como un círculo
    vicioso, las personas con una mala imagen de sí mismos
    percibirán más los aspectos negativos, y las que
    tienen una mejor imagen corporal percibirán más los
    positivos.

    También hay que señalar que muchas veces
    se producen distorsiones, y las dimensiones que se imaginan no
    corresponden con la realidad. La mayoría de personas
    tienden a verse más grandes de lo que son. Este error
    ocurre sobre todo en las mujeres, que tienden a sobrestimar
    muchas partes de su cuerpo, especialmente las caderas, cintura,
    muslos y abdomen.

    c. Pensamientos sobre el cuerpo: Hace referencia
    a las actitudes, creencias e ideas sobre el propio cuerpo. Se
    puede limitar a los datos objetivos
    ("Tengo estrías en los muslos"), o a juicios de valor
    ("Como no estoy delgado, nadie me va a querer"). Otros
    pensamientos hacen referencia a situaciones donde el cuerpo tiene
    un papel fundamental, por ejemplo, ir a comprar ropa, a la playa,
    al gimnasio, etc. Muchos de estos pensamientos pueden ser
    erróneos ("Como tengo tantos granos, nadie quiere ser mi
    amigo") y será necesario corregirlos para sentirse mejor
    con uno mismo.

    d. Emociones en relación con el cuerpo: Si
    la percepción y los pensamientos que se tienen sobre uno
    mismo son erróneos puede dar lugar a emociones
    perturbadoras. Así se pueden sentir síntomas de
    ansiedad al comprar ropa nueva, de depresión
    por no perder peso, enfado por no utilizar una talla inferior o
    culpable por haber comido un dulce. Es necesario identificar
    estas emociones para poder hacerles
    frente.

    e. Comportamientos con relación al cuerpo:
    si la percepción, los pensamientos y el estado de
    ánimo respecto al cuerpo son incorrectos, probablemente
    los comportamientos también lo serán. Las personas
    muy preocupadas por su figura evitan situaciones e intentan
    ocultar su cuerpo. Esta evitación refuerza la imagen
    negativa que se tiene de uno mismo.

    1.2 Errores
    cognitivos en relación con la imagen
    corporal

    Dentro del componente cognitivo destaca la
    aparición de una serie de errores cognitivos en
    relación a la apariencia, que Cash (1987) recoge en lo que
    él llama "Docena Sucia":

    La bella o la bestia: es un pensamiento
    dicotómico "o soy atractiva o soy fea" "o peso lo que
    quiero o soy gorda". En este pensamiento de blanco o negro no se
    presentan tonalidades en gris, no se aceptan aspectos parciales
    positivos y como ser perfecto es muy difícil, uno decide
    considerarse un desastre o imponerse unos regímenes
    terriblemente drásticos para intentar aproximarse al
    ideal.

    El ideal irreal: se refiere al uso del
    ideal social como un estándar de apariencia aceptable. Los
    sentimientos de fealdad aparecen al compararse con los ideales
    que la cultura y la
    sociedad
    imponen en este momento. Desde las revistas y la
    televisión se bombardea con imágenes
    en las que se destaca el peso, la altura, la figura, estructura
    corporal, muscularidad, tonalidad de la piel, color del pelo,
    textura, etc.

    La comparación
    injusta:
    :
    normalmente la gente se compara con aquellas personas con
    las que se encuentra en situaciones diarias. Usualmente la
    comparación está llena de prejuicios y se compara
    sólo con aquellas personas que tienen las
    características que le gustaría
    tener 

    La lupa: se refiere a que se
    observa únicamente y de manera muy detallada sólo
    las partes que se consideran más negativas de la propia
    apariencia. "Mis caderas son tan horriblemente anchas que
    destruyen todo mi aspecto".

    La mente ciega: es la otra
    cara de la moneda del pensamiento anterior. Es aquel pensamiento
    que minimiza o descuida cualquier otra parte del cuerpo que pueda
    considerarse mínimamente atractiva.

    La fealdad radiante: consiste
    en empezar a criticar una parte de la apariencia y continuar con
    otra y con otra hasta conseguir hacer una gran bola de nieve en
    la que uno ha conseguido destruir cualquier aspecto de su
    figura.

    El juego de la
    culpa:
    hace posible que la apariencia sea la culpable de
    cualquier fallo, insatisfacción o desengaño aunque
    en principio no esté relacionado en absoluto con
    ella.

    La mente que lee mal: es la
    distorsión que hace posible "leer" o interpretar la
    conducta de los
    demás en función de
    algún fallo en el aspecto corporal. "La gente no es
    simpática conmigo por mi peso" o "no tengo novio porque
    soy gorda".

    La desgracia reveladora: es la
    predicción calamitosa de desgracias futuras que
    sucederán por culpa de la apariencia: "Nunca me
    amarán debido a mi apariencia" o "siempre fracasaré
    porque no tengo una apariencia suficientemente
    bonita".

    La belleza limitadora: es
    similar al anterior. Consiste en poner condiciones a las cosas a
    realizar que en realidad las hacen imposibles: "No pienso ir al
    gimnasio a perder peso hasta que no pierda peso" o "no puedo ir a
    esa fiesta a no ser que pierda 10 Kilos".

    Sentirse fea: consiste en
    convertir un sentimiento personal en una verdad universal. El que
    una persona se sienta fea no quiere decir que lo sea, ni que los
    demás lo piensen, ni que en otras ocasiones ella misma
    pueda sentirse bien consigo misma.

    Reflejo del malhumor: sería el traspaso del
    malhumor o preocupación causada por cualquier
    acontecimiento al propio cuerpo. Un día estresante, un
    examen difícil, un disgusto con una amiga pueden ser en
    realidad la causa del malhumor, pero acaba achacándose a
    algún aspecto de la apariencia.

    En los trastornos del comportamiento alimentario,
    también es muy frecuente encontrar distorsiones cognitivas
    en relación a la comida:

    Pensamiento dicotómico: pensamiento
    todo o nada, ver las cosas en términos absolutos,
    categorías blanco o negro. No existen los términos
    intermedios, "Si me como una galleta, ya no podré parar y
    terminaré con la caja entera".

    Abstracción selectiva: llegar a
    conclusiones generales a partir de aspectos parciales, "Toda la
    comida engorda".

    Catastrofismo: pensamientos desmedidos que
    exageran el carácter negativo de las cosas, "Si me como un
    dulce, me pondré horrorosamente gorda".

    Inferencia arbitraria: concluir que las
    cosas van a ir mal sin tener evidencia, "Si no como de pie, no
    quemaré calorías, y la comida me
    engordará".

    Sin embargo, como se ha dicho anteriormente, no
    sólo las personas con un trastorno alimentario presentan
    alteraciones en su imagen corporal, sino que se ha verificado que
    sujetos sin un trastorno también manifiestan
    insatisfacción corporal (con todo el cuerpo en general o
    con aspectos de éste) e imprecisión perceptual (en
    particular sobrestimación). Por ello, la evaluación
    de la insatisfacción corporal, así como una
    adecuada intervención sobre ésta y los
    comportamientos asociados, es indispensable para valorar no
    sólo los trastornos alimentarios, sino los sentimientos,
    pensamientos y acciones que
    pueden terminar en ellos.

    De este modo, mejorando la satisfacción corporal
    no sólo vamos a influir sobre la incidencia de los
    trastornos del comportamiento alimentario sino también
    sobre otros problemas
    frecuentes en la población adolescente: baja autoestima,
    consumo de
    tóxicos y fracaso académico y social.

    1.3. Los trastornos
    del comportamiento alimentario.

    En las sociedades actuales se vive una presión
    cultural hacia la delgadez. Así, el ser delgado se asocia
    con la belleza, la salud y la riqueza, mientras que el apelativo
    "gordo" tiene un significado peyorativo, al relacionarlo con
    debilidad, dejadez y falta de salud. De este modo, no es
    extraño encontrar cómo adelgazar se ha convertido
    en metáfora del éxito y
    engordar del fracaso. Entendiéndose la delgadez extrema
    como algo esencial para que una mujer triunfe,
    sea aceptable y exitosa en nuestra sociedad. Sin embargo, este
    interés
    por tener un peso bajo no es exclusivo de las mujeres, sino que
    también se manifiesta en los hombres. Aunque a ellos no se
    les exige una delgadez enfermiza como a las mujeres, sino cierto
    volumen torácico y amplitud de espalda y
    hombros.

    A través de los medios de
    comunicación el culto al cuerpo y el canon
    estético de la delgadez esquelética se imponen a la
    sociedad, aun cuando resulta imposible para la mayoría de
    las personas, obliga a inhumanos sacrificios y contribuye a la
    expansión de un conjunto de trastornos relacionados con la
    alimentación.

    Entre los trastornos de la conducta alimentaria (TCA)
    conocidos, existe en la actualidad una especial
    preocupación por la anorexia y la
    bulimia, dado
    que comportan graves anormalidades en la ingesta y sus
    índices de prevalencia se han incrementado notablemente en
    las últimas décadas. Con relación a la
    anorexia
    nerviosa, los estudios epidemiológicos realizados
    señalan que el trastorno aparece en un 0.5–1% de la
    población, donde aproximadamente el 90% de los casos son
    mujeres. A pesar de que actualmente está aumentando el
    número de varones que desarrollan anorexia nerviosa la
    proporción que se estima es de 9:1 (de cada 10 personas
    que padecen el trastorno 9 son mujeres y 1 es hombre). Por
    su parte, la bulimia nerviosa, siendo más frecuente que la
    anorexia, presenta una prevalencia que en países
    occidentales oscila entre un 2-3%. Con relación a la edad,
    la anorexia nerviosa aparece de forma prioritaria en la adolescencia,
    siendo las edades más afectadas las comprendidas entre los
    12 y los 25 años, considerándose de máximo
    riesgo el
    grupo de edad
    entre los 14 y 19 años. Respecto a la bulimia, ésta
    suele comenzar más tardíamente, en torno a los
    16-18 años, apareciendo rara vez antes de la pubertad,
    afectando a chicas mayores, con frecuencia de 25 años o
    más. Desafortunadamente, en la actualidad se observa un
    descenso en la edad de comienzo de ambos trastornos.

    Tanto la anorexia como la bulimia nerviosa están
    asociadas a una idea sobrevalorada de la delgadez, a una excesiva
    preocupación por el peso y a un miedo desproporcionado a
    engordar. Además, en ambos trastornos, está
    presente cierta distorsión de la imagen corporal y una
    autoestima que depende en exclusiva del peso y la figura. A pesar
    de que comparten estos rasgos comunes, se les conceptualiza como
    cuadros diferentes.

    Así, en la anorexia nerviosa existe una
    pérdida significativa del peso, fruto de la
    decisión voluntaria de adelgazar, que se consigue con una
    restricción drástica de la dieta. Como
    alteración física, aparece amenorrea en las mujeres
    y pérdida del interés sexual en los
    hombres.

    Por otro lado, la bulimia nerviosa se caracteriza por la
    presencia de atracones, en los que la persona ingiere grandes
    cantidades de alimentos en un
    corto periodo de tiempo, durante los que el individuo tiene la
    sensación de no poder controlar su conducta, de no poder
    parar. Tras el atracón le invaden intensos sentimientos de
    culpa y autorrepulsa que originan conductas compensatorias, como
    mitos, abuso
    de purgantes, restricción alimentaria o ayuno
    autoimpuesto.

    1.3.1.
    Etiología de los trastornos del comportamiento
    alimentario

    La anorexia y la bulimia nerviosa son trastornos
    complejos en los que no existe una sola causa que los explique.
    La opinión más aceptada es que se han de dar una
    conjunción de factores para que se puedan presentar. Entre
    ellos distinguimos tres clases: factores predisponentes o de
    vulnerabilidad, precipitantes y mantenedores

    Factores predisponentes:
    Hacen referencia a las características individuales, las
    situaciones familiares y sociales que vivimos que hacen a la
    persona más vulnerable a padecer un trastorno
    alimentario.

    Variables personales:

    • Ser mujer, debido a la mayor importancia que el
      ideal estético tiene en la valoración que la
      sociedad hace de ella.
    • Ser adolescente, ya que durante esta época
      se es más vulnerable a las críticas y
      valoraciones que los demás hacen de uno, y
      además también se producen muchos cambios
      (escuela, amigos, formas corporales, etc.).
    • Tener o haber tenido en algún momento
      sobrepeso, lo que facilita una mayor preocupación por
      la imagen y el seguimiento de dietas, así como
      comentarios y burlas por parte de la gente que le
      rodea.
    • Creencias irracionales sobre la apariencia
      física y la aceptación social, del tipo "para
      que la gente te quiera y te valore tienes que estar
      delgado".
    • Baja autoestima y tendencia al
      perfeccionismo.
    • Miedo a madurar, a crecer y a manejar la independencia que esto implica.

    Variables familiares:

    • Presencia de una madre obesa o muy preocupada por
      el cuerpo y la imagen corporal.
    • Familias que conceden una gran importancia al
      cuidado de la imagen externa y que tienen expectativas
      demasiado altas para sus hijos.
    • Presencia de malos tratos, abuso
      sexual o abandono.

    Variables sociales:

    • La presión social hacia la delgadez
      existente en la sociedad actual fomenta la pérdida de
      peso para buscar el atractivo físico.

    Factores precipitantes: Hacen
    referencia a aquellas circunstancias estresantes que provocan el
    miedo a engordar y como consecuencia el sujeto empieza a realizar
    una dieta estricta. Estas circunstancias demandan al adolescente
    una capacidad de respuesta de la que muchas veces carece,
    creándose un nivel de tensión, que puede conducir
    al inicio del trastorno.

    • Primeras relaciones con el sexo
      opuesto, problemas amorosos, ruptura de amistades, conflictos
      entre los padres (separaciones o divorcios), nacimiento de un
      hermano, etc.
    • Inicio de una dieta adelgazante
      estricta.
    • Las transformaciones propias de la pubertad,
      aparición de nuevas formas corporales (pecho, caderas,
      etc.).
    • Incremento rápido de peso seguido de
      comentarios críticos por parte de la familia
      y amigos.
    • Acontecimientos vitales como un cambio de escuela,
      casa, una enfermedad importante o la muerte
      de un miembro de la familia.

    Factores mantenedores: Una vez el
    trastorno se ha instaurado, existen una serie de factores que
    intervienen positivamente manteniéndolo:

    • La restricción dietética produce a
      largo plazo la disminución del ritmo metabólico
      basal, lo que facilita la probabilidad
      de ganar peso y ayuda a cronificar el cuadro, ya que la
      paciente piensa que si comiendo tan poco no adelgaza,
      qué pasaría si comiera normalmente.
    • La propia purga: el
      conocimiento de que tras el episodio de sobreingesta
      podrán deshacerse de sus efectos engordantes les
      proporciona la seguridad
      de que con ello se evitará engordar lo ingerido tras
      un atracón.
    • Actitudes de familiares y amigos; padres muy
      preocupados que autorizan muchos comportamientos inadecuados
      (caprichos alimentarios, discusiones en torno a la comida,
      culpabilizaciones entre los padres y la atención que
      les prestan). Los amigos pueden ser reforzadores del
      adelgazamiento al comentar qué avances están
      consiguiendo con su régimen.
    • La reducción progresiva de las relaciones
      sociales que facilita pensar solamente en la comida, el peso
      y la belleza.
    1. Consecuencias
      de estos trastornos

    Tanto en la anorexia como en la bulimia nerviosa se
    presentan una serie de cogniciones, percepciones, emociones,
    conductas y consecuencias físicas que se describen a
    continuación:

    A nivel cognitivo

    • Intenso deseo de bajar peso y miedo terrible a
      volverse obeso. Evitan la comida por un miedo intenso a subir
      de peso y no poder parar. Se presenta el pensamiento de que
      tienen una gran facilidad para coger peso aunque coman muy
      poco.
    • Distorsión de la imagen corporal:
      sobreestiman su silueta. Distorsionan su cuerpo o partes de
      éste como las caderas, los muslos o las
      nalgas.
    • No existe conciencia
      de enfermedad o la niegan, creen que sólo están
      a dieta y que pueden controlarla.
    • Pensamientos obsesivos y repetitivos en torno al
      peso, la comida y la figura.
    • Tendencia al perfeccionismo: aparece la necesidad
      extrema de controlarlo todo. Se rigen por esquemas de todo o
      nada.
    • Labilidad emocional: cambios frecuentes en el
      estado de
      ánimo y también intensas respuestas
      emocionales, como ansiedad y tristeza.
    • Sentimientos de culpa: el sentimiento de culpa
      puede girar en torno a cualquier tema (comer, estar enfermas,
      engañar a los padres, etc.), pero es bastante
      frecuente por haber comido algo indebido o no haber hecho el
      ejercicio necesario.

    A nivel conductual

    • Restricción voluntaria de la dieta, bien
      eliminando alimentos de alto contenido calórico,
      realizando ayunos o comiendo cantidades inferiores de
      alimentos que los demás.
    • Incremento del gasto calórico:
      hiperactividad física.
    • Rituales en torno a la comida y el peso: cortar la
      comida en trocitos muy pequeños, comer de pie, contar
      las calorías, emplear mucho tiempo en comer
      pequeñas cantidades, pesarse compulsivamente, preparar
      comidas para otros, esconder la comida en cajones o
      bolsillos.
    • Evitar comer en público y todas aquellas
      reuniones que implican comer.
    • Vestirse con ropa muy holgada, ya que piensan que
      están muy gordas y tienen que ocultar su
      figura.
    • Conductas de evitación social y
      aislamiento.
    • Conductas autolesivas e intentos de suicidio
      (más comunes en la bulimia).
    • Dedicación obsesiva al estudio (sobretodo en
      la anorexia nerviosa). Suelen ser estudiantes brillantes que
      sólo se contentan con el sobresaliente.
    • Relaciones familiares conflictivas y hostiles. Se
      irritan con aquellas personas que le dicen que coma
      más y controlan su alimentación.
    • Consumo de alcohol,
      drogas,
      hurtos y compras
      compulsivas (en la anorexia nerviosa purgativa y la
      bulimia).

    A nivel físico

    • Pérdida de grasa y de masa
      muscular.
    • Hipotermia: Intolerancia al frío y
      dificultad para mantener la temperatura corporal.
    • Alteraciones cardiacas: arritmias, bradicardias y
      taquicardia.
    • Dolor abdominal, estreñimiento y diarreas.
    • Alteraciones hormonales: pérdida de la
      menstruación en mujeres y desinterés sexual en
      los hombres.
    • Caída del cabello.
    • Piel seca.
    • Aparición de vello en las mejillas, espalda,
      muslos, brazos (lanugo).
    • Predominio de sentimientos negativos, siendo la
      apatía y la ansiedad frecuentes en estas
      pacientes.
    • Complicaciones óseas: osteoporosis.
    • Complicaciones relacionadas con los vómitos
      y laxantes: anormalidades electrolíticas, inflamación de las glándulas
      salivares, erosión del esmalte dental y caries,
      fatiga y ataques.

    1.4. Nutrición.

    La adolescencia es una etapa en la que existe un gran
    gasto energético. Por lo tanto, es muy importante una
    correcta y equilibrada alimentación que aporte todos los
    nutrientes necesarios. Estos nutrientes pueden tener una
    función estructural, que mantiene las funciones
    vitales, como la respiración o el movimiento, una
    función energética, que ayuda a construir,
    renovar y mantener los tejidos
    corporales o bien, reguladora, que interviene en el
    desarrollo
    correcto de los proceso metabólicos.

    Los nutrientes se clasifican en: hidratos de carbono o
    glúcidos, proteínas,
    lípidos o
    grasas,
    vitaminas y
    minerales.

    Los hidratos de carbono, cumplen una función
    energética y estructural y están compuestos por
    hidrógeno, carbono y oxígeno. Se encuentran en las pastas, pan,
    patatas, etc. Las proteínas, con función
    estructural, están formadas por aminoácidos. Se
    ingieren con la carne, legumbres, huevos, etc. Los
    lípidos, tienen una función energética y
    estructural, y se componen, al igual que los hidratos de carbono,
    por hidrógeno, oxígeno y carbono. Se encuentran en
    los aceites, pescado, carne, etc. Las vitaminas y los minerales
    desarrollan una función reguladora. Las vitaminas
    están constituidas por un grupo amino, y están en
    la fruta y la verdura. Mientras que los minerales los componen
    sustancias inorgánicas y se pueden tomar en la leche, yogur,
    pescado, sal, etc.

    La necesidad de energía diaria (calorías)
    en la adolescencia varía en función de la edad,
    sexo y las actividades que se realicen. Estas calorías se
    deben distribuir correctamente a lo largo del día. Una
    distribución adecuada sería tomar el
    25% de las calorías diarias en el desayuno, el 30% en la
    comida, entre el 15-20% en la merienda y entre el 25-30% en la
    cena.

    1.4.1 Peso ideal y peso
    biológico

    La moda o la lucha
    feroz para evitar la obesidad lleva
    a millones de personas a restringir su alimentación e
    iniciar dietas que en muy poco tiempo pretenden conseguir
    objetivos difícilmente alcanzables para el organismo. Sin
    embargo, con frecuencia, se ignora que el peso está en
    gran medida predeterminado y depende de factores hereditarios. La
    diferencia entre estar delgado o grueso no depende tanto de los
    hábitos alimentarios de una persona como de la capacidad
    que tienen sus células
    para gastar más o menos energía y almacenar grasa.
    Y esa capacidad es en gran parte innata.

    La mayor parte de las dietas no suelen ser eficaces. La
    reducción de peso conseguida casi siempre lo es a corto
    plazo. Quienes siguen una dieta se mantienen por debajo de su
    peso natural mientras la están practicando, pero en el
    momento que la suspenden recuperan su peso anterior.

    Ocurre algo parecido al funcionamiento de un
    péndulo. Si no se ejerce ninguna fuerza sobre
    la esfera, ésta permanece siempre en el mismo punto. Si se
    le da un pequeño empujón se desplaza hacia donde la
    hemos empujado, pero después espontáneamente,
    vuelve a recuperar su punto de
    equilibrio. Para que la esfera permaneciera separada de este
    punto se tendría que sujetar permanentemente. Así,
    para mantener el peso por debajo del peso biológico hay
    que estar permanentemente haciendo dieta.

    Además, a la hora de hacer dieta, también
    se debe tener presente la Teoría
    del Set Point o del Punto Fijo. Según ésta, cada
    ser vivo tiende a mantener un peso estable una vez alcanzado el
    desarrollo que fluctúa dentro de un intervalo de
    aproximadamente ± 2 Kilos. Este nivel de peso fijo se
    mantiene por procesos
    reguladores que actúan para mantenerlo constante ajustando
    la ingesta y el gasto energético. Cuando se adelgaza se
    puede estar en el punto más bajo del intervalo y cuando se
    engorda en el extremo superior. Es decir, si apenas nos
    alimentamos nuestro metabolismo
    gastará muy poco, y si por el contrario comemos en exceso,
    nuestro metabolismo consumirá más. Todo esto para
    mantenerse siempre en este punto fijo.

    1.4.2 Dietas y
    medios de
    comunicación

    Entre los factores de riesgo para desarrollar un TCA se
    encuentran el ser mujer y adolescente. Estudios realizados en
    nuestro país ponen de manifiesto que el mayor impacto de
    la publicidad pro
    adelgazamiento se produce en la población femenina entre
    14 y 24 años. Más de la mitad de esta
    población se confiesa interesada por publicaciones
    relativas al peso y al adelgazamiento.

    En este tipo de publicidad asocian el producto
    adelgazante con el cuerpo deseable, es decir, al estereotipo
    delgado actualmente vigente. El producto se acompaña de
    imágenes visuales o palabras que describen del modo
    más encantador posible el cuerpo delgado. El prestigio de
    tal cuerpo ya está enraizado en el medio social, pero tal
    permanente reiteración contribuye a incrementar su
    interiorización individual y colectiva.

    Al llegar el buen tiempo y el momento de colocarse el
    bañador no hay una sola revista
    femenina que no anuncie varias dietas mágicas aberrantes,
    técnicas quirúrgicas sofisticadas o
    maravillosos productos
    adelgazantes. Los beneficios que los consumidores obtienen de
    esta publicidad según las investigaciones
    de mercado
    serían: la delgadez (y por lo tanto, atractivo), salud
    (sintiéndose orgullosos de su elección racional) y
    sobre todo, liberación de la culpabilidad.

     

    Alejandra Goñi

     

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