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La verdad y la reconciliación en el Perú



    La Comisión de la Verdad y la
    Reconciliación fue creada en 1991, durante el gobierno de
    transición de Valentín Paniagua, con la tarea de
    investigar los hechos de violación de derechos humanos
    ocurridos en el período 1980 – 2000 durante la
    guerra armada
    interna en el Perú.

    La "guerra interna" en nuestro país,
    enfrentó a las fuerza armadas
    y policiales con los grupos
    subversivos de Sendero Luminoso y el Movimiento
    Túpac Amaru (MRTA), y desencadenó los años
    más violentos de la época republicana. Más
    de 69,000 muertos y/o desaparecidos son el saldo de veinte
    años de terror.

    El informe final de
    la Comisión de la verdad identifica a los responsables
    directos e indirectos de los hechos sucedidos en este
    período, así como las violaciones de los derechos humanos y la
    responsabilidad de los gobiernos de turno en el
    conflicto.

    Por otro lado, este informe intenta aliviar a los deudos
    y familias enteras que vivieron en carne propia la
    devastación que produjo esta guerra armada en nuestro
    país.

    Los protagonistas del conflicto fueron Sendero Luminoso,
    el MRTA, las Fuerzas Armadas y los departamentos más
    pobres y alejados del Perú.

    Estos departamentos con poco o ningún acceso a
    la
    educación, protección y en su mayoría
    quechua-hablantes sirvieron de base a los grupos subversivos y
    fueron sometidos mediante amenazas o actos violentos, tales como
    coches-bomba y los llamados "ajusticiamientos".

    La CVR reportó que más del 40% de total de
    víctimas y desaparecidos se concentró en el
    departamento de Ayacucho, mientras que el 85% de victimas
    corresponden en total a los departamentos de Junín,
    Huanuco, Huancavelica, Apurímac y San
    Martín.

    Frases como "pagar la cuota de sangre" o "el
    triunfo de la revolución
    costará un millón de muertos" eran pilares
    ideológicos para Sendero Luminoso, grupo
    militarista terrorista fundado y liderado por Abimael
    Guzmán, el camarada "Gonzalo".

    Esta organización subversiva, reconoce la
    Comisión de la Verdad, es responsable del 54% de
    víctimas fatales durante el conflicto.

    Lima y otras ciudad del país fueron
    también atacadas por este grupo terrorista. Asesinatos
    colectivos, sabotajes, paros armados, entre otros actos
    delictivos conmocionaron la capital y
    pusieron en alerta al gobierno que no estaba al tanto de la
    magnitud de la amenaza.

    Por otro lado el MRTA, organización armada al
    mando de Víctor Polay Campos, fue responsable del 1.5% de
    las víctimas fatales en la guerra interna.

    El modo operacional de este grupo subversivo eran
    distinto al de Sendero Luminoso, pues utilizaba las
    tácticas del secuestro y la
    toma de rehenes.

    Esta organización fue responsable directa del
    asesinato del general Enrique López Albújar y la
    toma de la casa del embajador japonés en diciembre de
    1996.

    La discriminación y exclusión
    social de amplios sectores de la población fueron un factor fundamental para
    el apogeo de los grupos subversivos en nuestro
    país.

    Los gobiernos del presidente Fernando Belaunde Terry,
    Alan García Pérez y Alberto Fujimori Fujimori,
    explica la CVR, no aplicaron estrategias
    integrales en
    el campo social, político y militar para frenar de modo
    eficaz a la subversión armada y al terrorismo.

    La Comisión de la Verdad hace hincapié en
    la falta de apoyo del gobierno a la fuerzas policiales, que no
    contaban con condiciones logísticas apropiadas, ni el
    entrenamiento
    para enfrentar a los grupos subversivos.

    La lucha contra la subversión en departamentos
    como Ayacucho reforzó en miembros de las fuerzas
    policiales prácticas autoritarias y represivas como
    torturas y detenciones indebidas que iban en contra de los
    derechos humanos, por este motivo la Comisión de la Verdad
    encuentra responsabilidad en agentes de la policía
    nacional por ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzosas
    y tratos crueles contra campesinos y supuestos
    terroristas.

    A partir del año 1982, mediante decreto supremo,
    las Fuerzas Armadas tenían el deber de enfrentar a los
    grupos subversivos. La estrategia que
    las Fuerzas Armadas aplicaron en un premier período fue de
    represión indiscriminada contra campesinos acusados de
    supuestos terroristas, en un segundo período la estrategia
    se hizo más selectiva, pero, informa la Comisión de
    la Verdad, incurrió en casos de violación de los
    derechos humanos en ambos períodos.

    La intervención de las Fuerzas Armadas
    desestabilizó en cierta forma a los grupos subversivos,
    pero la respuesta fue una sistemática violación a
    los derechos humanos. Entre los años 1983 y 1984 se
    produjeron los actos más violentos del período de
    conflicto, genocidios, desapariciones masivas y violaciones
    sexuales.

    La reacción de la población, sobre todo en
    Ayacucho, fue en contra de los grupos subversivos,
    creándose "comités de autodefensa", los cuales
    fueron un instrumento esencial de los campesinos para enfrentarse
    y defenderse de la represión terrorista.

    El Estado peruano
    por su parte, seguía como espectador de los hechos y no se
    involucraba en la erradicación del terrorismo.

    Las fallas fundamentales que encontró la CVR en
    el Estado fueron, la falta de preparación para enfrentar
    conflictos de
    esta naturaleza, la
    incapacidad de someterse a marcos constitucionales y legales y
    sobre todo la desconfianza que le provocaban sectores de sus
    propios ciudadanos, por este motivo, la CVR encuentra al Estado
    responsable indirecto del conflicto, al no involucrarse y
    defender a la población.

    El período de conflicto armado fluctuó
    entre 1980 y el año 2000, en ese lapso tres partidos
    políticos tomaron el poder del
    país y se enfrentaron ante este problema social y
    político.

    El presidente Fernando Belaunde Terry, presidente del
    Perú por el partido acción
    popular, tomó el mando del país luego de la
    dictadura
    militar y restableció la política
    democrática en nuestro país.

    El problema de la subversión fue enfocado como un
    problema marginal y se le encargó a las Fuerzas Policiales
    erradicarlo, no tomando las precauciones necesarias y haciendo
    diagnósticos errados que costaron la vida de miles de
    pobladores.

    La CVR afirmó también que el gobierno de
    Acción Popular toleró violaciones a los derechos
    humanos y no nombró comisiones investigadoras en los casos
    denunciados de las matanzas de Putis, Pucayacu y Cabitos. Por
    este motivo la CVR encontró responsabilidad
    política del gobierno de Acción Popular por su
    tolerancia a
    las violaciones de los derechos humanos y por la intención
    de acabar con la subversión en corto plazo , sin
    considerar su costo en vidas
    humanas.

    El partido Aprista Peruano (APRA) vivió
    también la amenaza terrorista, durante el gobierno de Alan
    García Pérez, a partir de julio de 1985.

    Este gobierno intentó, explica la CVR, derrotar a
    la subversión mediante políticas
    de desarrollo
    dirigidas a los campesinos y a las regiones más
    pobres.

    Se aplicaron sanciones a los jefes militares
    responsables de violaciones a los derechos humanos. Se
    creó una comisión de Paz y el Ministerio de Defensa
    como medidas para contrarrestar el terrorismo.

    Sin embargo, la "matanza en los penales", producida
    durante el gobierno aprista en los penales de Lurigancho, El
    Frontón fueron el inicio de la actuación más
    autónoma de la Fuerzas Armadas contra el terrorismo y de
    una guerra sin ley. La CVR
    encontró responsabilidad en el gobierno del PAP en estos
    crímenes y despreció la colaboración del
    gobierno en el encubrimiento de la matanza de Cayara, acto
    realizado por las Fuerzas Armadas.

    La crisis
    económica que vivó el País y la hiperinflación durante el gobierno aprista,
    favoreció el desarrollo de las agrupaciones terroristas y
    creó una inestabilidad política, que dio pié
    al avance de la subversión en la capital.

    Alberto Fujimori Fujimori, candidato independiente por
    el partido Cambio 90,
    tomó el mandó del país en 1990 bajo
    elecciones democráticas.

    La estrategia antiterrorista del nuevo presidente fue
    dar carta libre a las
    Fuerzas Armadas para combatir la subversión.
    Convocó a Vladimiro Montesinos, operador de inteligencia
    militar para crear estrategias que derrumbaran las organizaciones
    subversivas.

    El golpe de Estado
    que dio Alberto Fujimori en el año 1992 fue el inicio a
    una nueva estrategia contra la subversión, la
    eliminación masiva de los grupos terroristas. La
    conformación del escuadrón de la muerte ,
    denominado "Colina",inició asesinatos, desapariciones
    forzadas y masacres.

    Por estas razones la CVR encuentra responsabilidad
    directa del gobierno la violación de derechos humanos,
    así como en crímenes de lesa humanidad.

    Los casos de violación de derechos humanos en
    estos veinte años de terror en nuestro país son
    innumerables.

    La matanza de más de cien estudiantes y un
    profesor en la
    universidad La
    Cantuta, el asesinato de ocho periodistas en Ucchuracay, los
    coches-bomba en todo el pías, entre otros episodios
    sangrientos de la historia de nuestro
    país.

    El Dr. Salomón Lerner, quien presidió la
    Comisión de la Verdad y la Reconciliación,
    manifestó que "la historia del Perú registra
    más de un trance difícil", "Las dos décadas
    finales del siglo XX son un marco de horror y de deshonra para
    el estado y la
    sociedad
    peruana"

    El Informe Final de la Comisión de la Verdad y
    Reconciliación (IFCVR) plantea que en el Perú
    sólo será posible alcanzar la reconciliación
    y la paz mediante el ejercicio de una justicia que
    juzgue y sancione a los responsables de los hechos de violencia, si
    se atiende y repara a las víctimas por los enormes
    daños ocasionados, y si se emprenden reformas del Estado
    destinadas a garantizar que tales sucesos no vuelvan a
    ocurrir.

     

    Esta revolución subversiva nació dentro de
    un marco político democrático

     

    SOTO QUEIROLO, Giovanna

     

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