- ¿Qué es el
discipulado? - La importancia
de la disciplina - Nuestra labor
como discipuladores - Acerca de los
materiales - Conclusiones
- Bibliografía
consultada
El presente trabajo tiene
como objetivo
reflexionar acerca de la importancia del discipulado en la vida
del cristiano, proporcionando ciertos elementos que vienen a
contribuir en la búsqueda de su
fortalecimiento.
En principio el discipulado responde al mandato de
discipular. Es decir, Jesucristo mismo encomendó esta
tarea en Mateo 28: 19, cuando dijo: "Toda autoridad me
es dada en el cielo y en la tierra. Por
tanto id y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu
Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas
que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos
los días, hasta el fin del mundo".
Por eso podemos decir que discipular consiste en la
obediencia al cumplimiento de este mandato bíblico
presentado en las palabras de Cristo, conocido como la Gran
Comisión.
Pero el hecho de que Jesús lo haya dicho no tiene
porqué incluirnos. Es decir, Jesús encomendó
la tarea de discipular a sus discípulos, no a los que lo
escuchaban, a los fariseos, o a los que quieran hacerlo. No es
una sugerencia, es un mandato y está dirigido
únicamente a los discípulos.
Ahora bien, ¿qué es ser un
discípulo? ¿Somos nosotros discípulos de
Jesús? Según el diccionario un
discípulo es una "persona que
aprende una doctrina del maestro a cuya enseñanza se entrega.". El término
castellano
proviene del latín discipûlus, que significa
aprendiz, el equivalente a la palabra griega mathetes.
Harrison en su Diccionario de Teología afirma: "En
resumen, discípulo puede significar: (1) un creyente, como
en Hch 11:26, (2) un aprendiz en la escuela de
Cristo, (3) uno que está dispuesto a sacrificar su vida
por sus creencias, como en Lc.14:26,27,33, (4) uno que
actúa para cumplir la máxima obligación del
discipulado, es decir, hacer otros discípulos (Mt.
28:19)."
A su vez el Diccionario Teológico de Fernando D.
Saraví reafirma su significado de la siguiente manera: "la
palabra proviene de la misma raíz que "disciplina" y
se refiere a un alumno o seguidor de una religión, persona o
movimiento.
Como cristianos, debemos ser discípulos de Jesús
(Luc. 14:26,27). En la Biblia, es la denominación
más frecuente de los cristianos. Seguidor en la
enseñanza que Jesucristo impartió y en el ejemplo
que dio. Un discípulo es un convertido, pero no todos los
convertidos son discípulos. Como discípulos, hemos
de cargar nuestra cruz cada día (Mat. 16:24). Esto
significa vivir por El y de ser necesario, morir por El (Mat.
16:25) y, desde luego, vivir vidas santas y sin mancha delante de
El y de nuestro prójimo."
El hecho de saber qué es un discípulo no
nos hace discípulos. Es más, podemos ir a la
iglesia,
diezmar, y un montón de cosas que son buenas, y no ser
discípulos. Ser discípulos no es sólo hacer
buenas obras, ni saber la Biblia de memoria, requiere
de una decisión que nace de una profunda convicción
de la obra de Dios a favor nuestro. Se trata de haber entendido
el sacrificio de Cristo y estar profundamente agradecidos al
punto de responder en obediencia, en entrega.
Esta comprensión de la obra de Dios nos llena de
pasión por su persona, llevándonos a un mayor
conocimiento
de su carácter en su Palabra. Como dice Pedro en
su primera epístola, es el deseo por "la leche
espiritual no adulterada" el que nos permite crecer en Dios para
salvación [1 Pe. 2:2]. El
conocimiento de Su Palabra trastoca nuestra propia
condición, instándonos a tomar decisiones que
agraden a Dios, que lo glorifiquen. Y es ahí donde
aprendemos a ser discípulos, sobre la base de una
relación con Dios que se desarrolla en la medida que
obedecemos su Palabra.
A este proceso en el
que conocemos a Dios y nos relacionamos con Él a
través de la Palabra, de la oración, de la
comunión con los hermanos, del servicio, etc.
es que llamamos discipulado. Es decir, el discipulado es un
proceso que se inicia cuando tomamos una decisión por
Cristo y nos acompaña durante toda nuestra vida, forjando
en nosotros un carácter "nuevo", conforme a aquel que nos
llamó.
Una vez que entendemos la amplitud del discipulado, no
podemos simplificarlo en lecciones. No podemos ponerle fin a un
proceso que apunta a la comprensión de la voluntad de Dios
en nuestra vida. En todo caso, podemos hablar de etapas en el
crecimiento, pero no reducir en lecciones cuestiones que
deberían acompañarnos en el transcurso de nuestra
vida. ¿Por qué aclaramos esto? Porque aunque
parezca una obviedad, la comprensión del discipulado como
un proceso amplio nos coloca en la condición de
discípulos por el resto de la vida.
No es que ahora que hicimos el curso ya somos
discípulos y estamos en condiciones de "discipular a
otros", en todo caso, podemos colaborar en la enseñanza
con los que recién comienzan en la vida cristiana, pero
tanto nosotros como aquellos somos discípulos. Y nosotros
como discípulos testificamos acerca de la obra de Dios en
nosotros.
En esto no podemos dejar de lado el hecho de que el
Maestro es Cristo mismo, a Él debemos seguir, sus
enseñanzas debemos enseñar, su obra debemos
anunciar. Colocarnos nosotros en la condición de
"maestros" contribuye a la reducción del concepto de
discipulado.
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