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Fantasmas. Crónicas de un viaje al interior (página 2)




Enviado por onatoba



Partes: 1, 2

 

El sol comienza a esconderse tras los cerros, la
temperatura
baja y la niebla va cubriendo la escuela.
Maestros y alumnos se preparan para un momento muy importante
dentro del día. Todos se forman, el silencio comienza a
llenar los oídos, algún "reto" de último
momento mantiene la disciplina,
cuatro niños
se dirigen al mástil y uno a la campana. Solo las toses
de los enfermos se sienten en el lugar. Un toque de campana y
comienza a arriarse la bandera, lentamente como si fuera el
ritual más sagrado la celeste y blanca va
bajando.

Todos la contemplan. La niebla es tan densa que solo
se distinguen las formas, parecen fantasmas,
como dijo el autor "sombras errantes" en busca de
luz. Fantasmas
olvidados de los grandes poderes, buscando una salida digna de
la indiferencia de la sociedad.
Otro toque de campana marca el final
del momento, que se repite día a día, de
mañana y tarde. Las maestras despiden a sus alumnos
hasta el día siguiente, ellos responden respetuosamente.
Las aulas se encuentran a 50 mts. del comedor-hogar, es hora de
la merienda, los alumnos dejan de ser alumnos para
transformarse en niños, los maestros y profesores dejan
de ser tales, para ser madres y padres, que se preocupan por su
salud y que
hagan la tarea escolar.

Noto que algunos parten para estar con sus padres el
fin de semana, que los vienen a buscar a pie o a caballo,
haciendo el recorrido de dos, tres horas o más, para
llegar a su hogar. El comedor esta lleno, la disciplina debe
ser mantenida. Los más pequeños en edad son
cuidados por uno más grande, es el encargado de la mesa
por ese día. Nuevamente el mate cocido y el pan casero,
dan el alimento. La maestra Esmeralda, esta atenta a todo,
desde el pan hasta si alguno de los niños grandes vino
de "bermudas" a la mesa. Los gritos no se escuchan, los retos
son fuertes pero marcados por un tono de voz monocorde, que
implica seriedad.

Comienza la otra tarea, cada uno tiene la suya, los
alumnos más grandes son derivados a las tareas de ayuda
y limpieza. Los más pequeños a hacer los
"deberes". Cada uno tiene su función
y es realizada sin una sola queja. Un enano de medio metro,
Damián, esta en "penitencia" sentado solo en la mesa,
pero las ardillas que lleva dentro son más fuertes y
comienzan sus travesuras nuevamente. Alguno de los alumnos que
entran descuidadamente al comedor son atrapados por los
maestros para tomarle la evaluación debida, sin poder
escapar a ningún escondrijo, solo deben sentarse y
comenzar a darla. Todo es tan distinto, todo es tan
abismalmente distinto a la ciudad que los problemas
que nos agobian en la sociedad pasan a ser meros recuerdos
tontos y preocupaciones vanas de un submundo innecesario. En
estos lugares y los hay en todos lados, más grandes,
más chicos, más pobres o con menos alumnos, todo
pasa por dar algo al futuro, aunque sea esa palabra tan
desprestigiada como es "esperanza".

La hora de la oración ha pasado y debo partir.
Ya no me molesta recorrer los 38 km en dos horas y media,
sólo me molesta el no poder hacer algo más, toda
ayuda parece poca. Si el recibimiento es hermoso, el que todos
salgan a despedirte y en sus ojos veas la necesidad de que
vuelvas, aunque sea sólo a visitarlos, se hace duro. No
piden más, sólo que no los olvides. El simple
hecho de alejarse a 10 km por hora, se transforma en la
necesidad de pensar en volver, para así sentir todo ese
afecto que se nos brinda a los visitantes. Las luces de la
F-100 se humedecen, enfrentando la nube y la pampa se vuelve
fría, pero el corazón
esta lleno de la calidez y ternura encontrada, en un lugar
apartado, en un lugar en donde los fantasmas buscan luz.
Sólo pienso en como formar grupos de
ayuda, los amigos de distintas épocas son buscados para
ello, todos aportan su grano de arena.

Profesionales que quieren hacer algo, gente que
sólo quiere ir, tal vez para darse cuenta, tal vez para
entender que el shopping es sólo una parte, una
pequeñísima parte que no nos da más que la
ilusión del "primer mundo" descrito hace tiempo. Pero
la verdad se encuentra a la vuelta de la esquina, en los
hogares escuela de las ciudades o del campo, sea en la
montaña o en el llano. ¿Cuánto vale el
esfuerzo de atender el futuro? ¿De las largas horas en
"El Cóndor" esperando el ómnibus que los
traerá a casa?. Pensar en dejar a los niños para
continuar una vida "normal", puede ser angustiante. La vida de
esos maestros también es de esfuerzo, cobrando un magro
sueldo. Son como inmigrantes en su propio país, cuando
están en la ciudad extrañan la escuela y cuando
están en la escuela extrañan sus otros
afectos.

2

Nuevamente en las dos puertas, lugar por donde se
accede al, llamándolo de alguna forma, camino que une la
ruta con la escuela. Un sol a pleno, permite ver a la escuela
"Martín
Fierro", desde muy lejos, sus techos naranjas me permiten
determinar la dirección a seguir, para buscar e
intentar ver lo imposible, los rojos techos de las aulas nuevas
del "Ceferino Namuncurá", pero la distancia y los cerros
impiden la vista. Nuevamente la vieja F-100 comienza a recorrer
los metros, los miles de metros que nos separan del destino
final. Esta ves me acompañan hombres de montaña,
hombres que han subido al Lanin o al Aconcagua y hoy
sólo piensan en si se olvidaron el martillo o la pinza
para servir de carpinteros o electricistas. Entre risas y
directivas de por donde pasar, transcurren las dos horas y
media de marcha. Por fin la capilla y la escuela. Día
sábado los niños están en descanso, las
manitos comienzan a levantarse, un saludo cariñoso, nos
muestra que
llegamos al sitio en donde la sola presencia marca el afecto.
Pero aun estando en descanso, la actividad esta centrada en la
Navidad.
Esta se conmemora dos o tres días antes del tradicional
25 de diciembre, para permitir que todos estén con sus
familias ese día tan importante. Se planean pesebres
vivientes y cantos, todo debe salir bien, hasta el
último detalle se cuida, ya que en tres días mas
comienza el anhelado descanso de 7 días, luego de 21
días de ardua tarea escolar y hogareña, que se
notan en los rostros cansados de los maestros.

Los montañeses comienzan con su tarea, yo me
dirijo a la dirección. ¿Retado?, tal ves,
aquí no se salva nadie. Mi camioneta esta mal
estacionada. Pero no solo para eso se me llama, también
hay agradecimiento por parte de Esmeralda, lo poco que se
lleva, sirve para mucho. Libros
donados, ropa usada, alguna caja de leche. Los
que donaron algo, desearían ver por un segundo los
ojitos que ríen vergonzosamente detrás del
vidrio. La
noche llega y con ellas las nubes, el fresco aire del sur
sopla logrando que las camperas comiencen a salir de los bolsos
y mochilas. Las palabras de bienvenida, antes de la cena
vigorizan nuestro pobre esfuerzo. Un gobierno
inoperante dicta las últimas directivas desde un
televisor, al cual, todos los mayores estamos atentos. Nadie
entiende nada, pero los pequeños deben ir a lavarse los
dientes y a dormir, en la cocina los más grandes ayudan
con la higiene, la
cual es mantenida a rajatabla. Se nos ceden algunas camas y
todos a tomar el descanso, mañana domingo, otro
día de descanso, la actividad será
mucha.

Las nubes cubren las cimas, el domingo se transforma
en un encierro dentro del edificio, afuera la lluvia y el
frío dan un marco distinto al paisaje. Por momentos se
ve a kilómetros y por momentos 10 metros en derredor, es
todo lo que abarca nuestra vista. La Dire Esmeralda ordena que
se corten las verduras que los mismos niños sembraron en
el invernadero, verduras frescas que se transformaran en el
almuerzo, orgulloso agasajo para los visitantes, que nos vemos
conmovidos a cada momento por las muestras de amor de los
chicos, sean grandes o pequeños. Risitas culpables
suenan detrás de las cortinas, la travesura inocente,
las provoca.

Juegos en la galería, lectura, una
guitarra suena y un pequeño grupo
observa sorprendido al compañero de 14 años que
hace salir sonidos armoniosos del trozo de madera.

Marcos, uno de los más chicos me llama,
mañana tiene prueba de lenguaje,
verbos, sustantivos y adjetivos, suenan en su boca, pero lo
importante es mostrarme sus últimas notas, 8, 9 son
mostrados con orgullosa inocencia, el corazón comienza a
rebotar dentro de un pecho que siente el orgullo de poder
compartir ese momento en el que un niño de unos 10
años, me entrega toda su ternura. Damián, que tal
ves tenga 4 o 5, me muestra su frente, su gordo dedito marca un
chichón, hermosa medalla del "no lloré, cuando me
caí de la cama". ¿Dormido?, le pregunto. Su
cabecita se mueve en afirmación. Guadalupe (6), me
muestra sus dientitos de arroz, en una sonrisa impagable; la
dulzura de sus ojos derrite los hielos eternos del alma. Ubaldo
(13 o 14), me da su aprobación con el pulgar levantado.
Dan ganas de "comérselos" a todos.

Luego del almuerzo, se deben realizar las tareas o
"deberes" escolares, para de esa forma tener la tarde libre. La
Dire dio ordenes de ver una película de aventuras en la
tele. Mientras algunos se bañan por turnos, otros miran
boquiabiertos como un bebe oso polar, tiene aventuras con dos
niños canadienses, por paisajes que los de la
"Ceferino", no verán jamás. Miedo, sorpresa,
risas, brotan de todos los presentes. La aventura es demasiada,
como para perder un segundo de concentración. La
tensión solo se relaja al llegar la tanda publicitaria.
Hace 20 segundos el silencio reinaba en la Pampa de Achala,
ahora los maestros tratan de bajar los decibeles de los
comentarios que provocaron los 15 minutos
anteriores.

Afuera el cielo no se ha despejado, la niebla o las
nubes bajas siguen instalando al frío como amo y
señor de la montaña. Mirando por la ventana, me
parece ver una sombra. ¿Fantasma con sotana y sombrero
de ala!!?. Mi imaginación vuela mostrándome a un
curita que aún deambula por los valles y quebradas.
Pienso que aún él intercede, para que estas
escuelas subsistan, para que esta zona no sea olvidada del
poder central. Me parece ver a Brochero entre la niebla,
con su "malacara" preferida, seguido por su ayudante y sus
mulitas, cargadas con una ollita "la negra de tres patas", un
tarrito con grasa de vaca, que junto a algunas cebollitas de
verdeo donadas por algún feligrés, algún
ají "putapario" juntado en el camino, un puñado
de harina y la carne "charqueada", daban forma el
"charquicán" o "sanco", comida que ayudaba a continuar
su peregrinaje, llevando alivio espiritual o del que fuera a
los mas alejados. O dirigiéndose a la capital,
para pedir ayuda para todo el oeste cordobés, desde su
parroquia del Transito, Toralta, para los comechingones, (la
tierra de
Toral
), hoy V. Cura Brochero. Un curita gaucho que no
tenía pelos en la lengua para
pelear por lo justo, pero tampoco le faltaban caricias para los
niños. Pienso que aún hoy este curita gaucho,
apoya su mano en la cabeza de todos estos niños y en las
maestras o maestros de las escuelas de la Pampa de
Achala.

Llega el momento culminante, en la tele todos
están por morir, en el salón todos quieren y
hacen fuerza para
ayudar a la familia
que pende del barranco, el nudo de la soga esta por
desprenderse, el filo de la piedra esta más y más
peligroso, pero aparece el bebe oso y los salva, todos exclaman
todos se alegran. Detrás de mí, uno de los
niños, escondido tras la cortina, demorando su
baño 5 minutos para ver el final, como ratoncito corre
toalla en mano, para no ser descubierto. La actividad vuelve
poco a poco a la escuela, todo vuelve a la normalidad, es hora
de comenzar a preparar la cena.

La mañana nos recibe con niebla, pero tenemos
que volver a la "civilización"
(¿civilización?). Las dos horas hasta la ruta se
transforman en tres, dos de los montañeses van adelante
de la Ford, mostrando por donde seguir. Gracias a Dios los
arroyos no han crecido. Cruzándome con Raúl, que
se dirige a la escuela, siento envidia de su dirección.
Mi mente solo piensa en el regreso al mundo de los
niños. Cuanto me están enseñado,
mostrándome la simpleza de la vida, la dignidad de
ser humildemente, seres humanos. El paisaje es irreal, esta
semioculto por el manto intangible y sólo nos permite
ver en nuestro interior.

Ya en el bajo, como en cada viaje que he realizado a
las alturas, un cóndor saluda, trazando un circulo
perfecto con su vuelo, luciendo orgulloso su collar
blanco.

Recuerdo que en las culturas aborígenes era
tenido como la unión entre el hombre y
lo espiritual. Pero no sólo esos recuerdos me invaden.
También se agolpan las gentes de San Antonio
de los Cobres, las de Purmamarca en Jujuy o los niños de
Cuzco en Perú.

Pobres, humildes, con sus necesidades básicas
no cubiertas, pero dignos en su forma, orgullosos aún
sin saberlo, que por sus venas corre la sangre de las
tribus que habitaron las distintas regiones. Comechingones,
Sanavirones, Aymaras, Quechuas, fantasmas olvidados, culturas
enterradas, son representados en estos niños,
enseñándonos a estar en armonía con la
naturaleza y
al fin y al cabo, en armonía con nosotros mismos. El
nombre de la escuelita rememora a un Mapuche, hijo de un
cacique Manuel Namuncurá y de una cautiva
Rosario Burgos, heredero de Calfulcurá.
Nacido en la localidad de Chimpay (Valle Medio del Río
Negro) el 26 de Agosto de 1886, que llego a Roma y fue
recibido por Pío X. Este indio santo muere antes de
cumplir los 19 años (11/05/1905), luchando desde sus
estudios para sacerdote por la igualdad
aborigen. Ceferino Namuncurá un patrono digno de
tanto esfuerzo, de creer en el futuro de los niños de la
Pampa de Achala.

Al llegar a la ciudad, todo comienza a ser
insólito, la presencia de tantos vehículos, la
gran cantidad de gente. Las preocupaciones, están a la
orden del día, nuestros buenos gobernantes han tomado
por asalto nuevamente, a la buena voluntad de millones de
argentinos que sólo quieren vivir una vida sosegada,
merito del esfuerzo personal. Como
siempre, los poderosos salen airosos del mencionado ataque.
Alto, a 2400 metros de altura, los poderosos llegan sólo
a pedir, llegan sólo a mendigar su soberbia. Los
humildes entregan su corazón.

Comienzo a entender el porque los que dedican su vida
en los lugares apartados a intentar dar luz a los niños,
se transforman ellos también en fantasmas, que
encuentran sólo allí, su lugar en este mundo.
Allí, con fuertes vientos, lluvias o nevadas que cortan
los caminos, montes impenetrables, desiertos abrasadores,
tierras increíblemente áridas, se nos entrega
algo que ya no encontramos, la inocencia de la ternura. La
profundidad de esas pequeñas-enormes almas, llenan de
calor
nuestro espíritu, un calorcito tan diáfano que
provoca el extrañarlos al recorrer sólo pocos
metros de ellos. Comienzo a entender, el porque produce tanta
alegría el verlos y tanta tristeza el volver al
submundo. Pienso en mi nuevo encuentro con la vida. Si el
cóndor en las culturas indias fue una unión entre
dos mundos, una pregunta nace en mi mente. ¿Cómo
unir estas circunstancias que Dios o la vida ponen en mi
camino?

Hace tiempo en una charla de un gran pensador, Deepak
Chopra, le escuche decir que los recuerdos no se guardan en el
cerebro, sino
en el alma. Y estos niños están dentro de mi
alma.

3

Se acerca la Navidad, mis expectativas están
creciendo, pidiendo que al llegar el día fijado, el
camino este en buen estado, para
poder llegar sano y salvo con los obsequios que la gente de la
ciudad envía. Pero lo importante es que siempre, al
volver a Córdoba, la pregunta es directa, ¿
cómo están los niños?,
¿están cuidados?, ¿cuánto tiempo se
quedan en la escuela?, ¿qué hace falta?. De una u
otra forma, el clima que
genera la posibilidad de ayudar es constante. Mucho, poco, no
importa. Prácticamente nadie escapa a por lo menos
preguntar sobre las condiciones en que se desarrolla la
actividad, en los lugares apartados. También es bueno
que reconozca, el apoyo recibido por mi familia,
ninguno de ellos negaron el apoyo, sólo entregaron lo
que pudieron entregar, sin esperar nada a cambio,
sólo por servir. El apoyo de ellos sumado a la sonrisa
de los niños, me da el ánimo necesario para
seguir adelante.

El día 20 de diciembre vuelvo al mundo, un
mundo de una hectárea, en donde la paz interna llega sin
llamarla. Me parece increíble que uno de los
sueños, una de las ideas tenida hace tiempo, este
tomando forma, este realizándose. La idea de ayudar a
los niños, las ganas de generar algo positivo, entre
tanta desolación humana. Nadie, nadie ha dejado de
preocuparse cuando cuento lo
que he visto. Niños abandonados, otros con familias
destruidas o simplemente familias que no pueden atenderlos
debidamente, por la humildad en que viven.

Está claro que esta situación, no se da
solamente en los lugares apartados, también en las
ciudades, en los pueblos, pero el verlo de frente y poder hacer
algo es la diferencia, aunque mas no sea ir y demostrarles que
no son olvidados por todos los paseantes que transitan el
lugar. Que aun hay gente, que aunque sin poder ir a verlos, los
tienen en su recuerdo, a los fantasmas del mundo. Pero justo
ahora me doy cuenta que entre tantos fantasmas vistos y
oídos, en mi mente o e la vida real, los verdaderos
fantasmas, mejor dicho espectros, son los que se golpean el
pecho pidiendo perdón por lo que nunca se animaron a
hacer. Verse en el espejo y dar gracias por poder guardar en un
rinconcito del alma la sonrisa de unos ojos, que sólo
nos dan las gracias. Esto lo he visto a cada paso y en todo
lugar. El traerles a los que si pueden, un pequeño
mensaje de los niños y ver como sus rostros se iluminan,
también es buen pago por cumplir los propios
sueños. Como siempre las cosas más lindas, son
gratis.

Gracias a Dios, en los pocos viajes
realizados, he aprendido o mejor dicho, me están
enseñando los niños de todas partes, su
inocencia, sus ganas de entregar todo un universo de
ternura, me están enseñando a "crecer y no a
sentar cabeza"
como dijo el autor, dando todo lo que pueden
ofrecer, sólo a cambio de una cosa, tan simple y tan
grande como es el recordarlos, en guardar sus sonrisas y
llantos en un lugar de nuestro corazón. No nos piden
más, sólo que no nos olvidemos de ellos. Las
preguntas salen solas. ¿Cómo olvidarse?.
¿Cómo no recordar al niño que me
vendió una piedrita en San Antonio de los Cobres?.
¿Cómo olvidar al que en Qosqo, me pidio un
caramelito de miel, con sus piecitos descalzos y su carita
sucia?. ¿Cómo hacerlo con el niño que en
Purmamarca me vendió una velita, al entrar a la iglesia?.
¿Cómo olvidar al que en Córdoba quiere
limpiar mi parabrisas, aunque no lo alcance?.
¿Cómo puedo agradecer, el privilegio de darme
cuenta?. El niño que hay dentro de mí, desea no
crecer, desea mantener la inocencia y creer en el Niño
Dios y en los Reyes Magos.

4

Gabriel anuncia a Maria, que en su interior estaba
gestándose un ser diferente. Ella, confía a su
futuro esposo José, tan increíble secreto. Maria
es llevada a Belén a lomo de burro y en un humilde
pesebre, nace el niño. Los pastores comienzan a bajar de
la montaña, de todas partes llegan a confirmar lo que en
su interior sienten. El dulce nacimiento se ha producido. La
buena estrella guía a los Reyes con sus ofrendas,
"arrope, miel y un poncho blanco", para agasajar al
niño. El ensayo es
perfecto, no se descuida ningún detalle, mientras
algunos acomodan las luces otros cosen las ropas y disfraces.
Los niños, los 81 niños de la Ceferino tienen su
Navidad, con su pesebre viviente, con sus caritas llenas de
amor escenifican lo ocurrido hace más de dos milenios.
El nacimiento que dividió los tiempos del mundo. El
nacimiento del hombre que
murió por ser bueno. La escuela esta conmocionada, todos
tienen participación, hasta los 2400 metros de altura
dan un marco único.

Los recuerdos de las primeras navidades comienzan a
llegar. Como no recordar la excitación que tenia al
saber que llegaba la fecha, con toda su magia, con un
Niño Dios que traía un regalito, con todos los
grandes ocupados en los preparativos y las actuaciones que
siempre se realizaron en casa, en donde la fecha era y es
demasiado importante como para pensar en tristezas. Sólo
se pensaba en que hacer o que número actuar, ya que es
la fiesta de la familia. En donde eran invitados todos los que
querían ir, de distintas religiones y clases, donde
todo se compartía y aun se hace. Ya no con la cantidad
de gente de otros tiempos, la vida nos separa, cada uno toma su
rumbo. Mi imaginación estaba totalmente despierta,
intentando entender el misterio de tan importante día en
el mundo. Claro que era muy difícil a los 6 o 7
años, lograr ese entendimiento. Sólo así
logro entender algo de lo que puede ocurrir en la mente de los
mas chicos, que es lo que pasa dentro de cada uno de ellos al
representar un momento tan importante, tan mágico y
espiritual.

Los profesores preparan los obsequios, también
los adornos se realizan en la escuela, todos colaboran
incluidos los visitantes y ex_alumnos. Todos quieren y queremos
devolver algo de lo que se nos entrega, nada es exigido pero se
da de buena gana. El nerviosismo va creciendo, los turnos de
merienda y baño son estrictamente marcados. La "dire"
Esmeralda va como un vendaval de uno a otro lado, dando
ordenes, reto acá y beso allá, saludando a los
que llegan, estando en diez lugares a la vez. Aniceto
preparate, Damián quedate quieto, Daniela te queda
hermoso el vestido de Virgen. Impresionante su energia.
Todos nos contagiamos. La "seño" Gaby junto a la
"seño" Hilda cosen los disfraces; la "seño" Vivi
corre por todos lados con los papeles; el "maestro" Claudio,
anda colgado de los techos, colocando y probando luces y
cables; el "maestro" Luis lee atentamente el relato, para no
olvidar nada; el "tío" Juan (yo) corre termo y mate en
mano dando un respirito al trabajo. La
cocina bulle en preparativos, la "tía" Teresa llama a
Roquecito, para que la ayude, que automáticamente deja
la gran olla con verduras, para socorrerla. Don Inocencio,
prepara el asado. Marcelo corre desde el deposito a la cocina,
llevando lo necesario. Patricia limpia aquí y
allá. Raúl conecta el sonido. La
fiesta es inminente, pero la lluvia se enseñorea en el
patio y tal vez todo se tenga que realizar en el comedor, lo
que trae preocupación por lo reducido del espacio. Los
padres de los alumnos, como en cualquier escuela, quieren ver a
sus hijos actuar. Alguien llega corriendo, "la lluvia a
pasado". Todo comienza nuevamente a gestarse afuera, el marco
ideal para ver lo que se nos va a mostrar, por más que
el frío nos obligue a abrigarnos, como en pleno
invierno.

Los chicos suben el cerro ocupando sus respectivos
lugares, parecen cabritos, la agilidad demostrada seria la
envidia de cualquier andinista, pero en ellos es totalmente
natural. Todos están estratégicamente escondidos
esperando la palabra o la música
que manda su ingreso al gran escenario. Esta vez ningún
maestro actúa, solo los alumnos.

Comienza la música, las escenas se suceden ante
la mirada atenta de los presentes, de cerca las caritas de los
niños muestran su nerviosismo, quieren que todo salga
bien, las luces siguen a los actores de turno, la música
hace eco en las piedras, la narración nos explica lo que
ocurre, aunque ya todos sepamos la historia. Esmeralda se me
acerca, un nudo en la garganta me impide comentar lo que veo,
no debo ser el único.

En la oscuridad, los maestros dan las ultimas
indicaciones, pero realmente no hacen falta, los niños
saben perfectamente que hacer. Llega Maria con José a
lomo de burro al pesebre, bajan los pastores, los Reyes a
caballo se aproximan al lugar en donde Jesús
nació. El coro comienza a entonar sus villancicos. Todo
ha salido perfecto, me doy cuenta que no sólo yo no
puedo hablar, varios de los profesores sólo gesticulan,
Esmeralda tiene sus ojos en un charco de lágrimas. Todos
aplauden, todos están contentos, la Ceferino es un solo
festejo, luego vendrá la cena, pero por ahora
sólo importa festejar, sólo importa agradecer a
los chicos lo que nos dieron, un enorme océano de
ternura.

Que extraño, algo llama a mi mente. ¿Tal
vez otro fantasma ronda en el aire?. Los niños, hasta
los que no la conocieron la tienen muy en cuenta, parece verla
entre los niños vestidos de pastores que bajan la
montaña, trayéndolos de la mano,
cuidándolos. Su rostro cobrizo me permite reconocer su
ascendencia, su bondad aun inunda el aire frío. Una
fotografía vista de la abuela Ignacia; me
hace recordar a mi bisabuela, rostros similares, ojos
profundos, siento que mi mamita Juana también
está presente. Están observando, nos están
acompañando en este día tan especial que gracias
a Dios me tocó vivir y sentir. Cada vez es más
difícil el agradecer estar en el lugar justo, en el
momento oportuno.

La abuela Ignacia, esposa de Abel Merlo uno de
los matrimonios precursores de este emprendimiento, que en 1967
nombra a su primera directora Juana Benedicta del Angel
García. Ella tras seis horas de viaje a lomo de mula
sube desde Las Calles, en caravana acompañada por los
vecinos de Los Cerros a tomar posesión del cargo, en un
aula de 3×4 facilitada por la familia Merlo y que era la cocina
de su casa. Quince niños entre cajones y tablas tuvieron
su primera educación. En 1970 Don Abel Merlo dona el
terreno en donde se construye un aula de 4×5 que servirá
exclusivamente de escuela. 1985 muere Don Abel. En l973 asume
como directora Esmeralda Rodríguez, la "seño
Esmeralda" y se bautiza a la escuelita como "Ceferino
Namuncurá". Una epopeya, que se amasó como el
pan, en una cocina a 2400 mts de altura. Tal ves en una
fría y húmeda tarde, de invierno, frente a un
fogón, achicando los ojos para ver más lejos.
Mate dulce en mano. Un mate cebado por la Abuela Ignacia en
plena Pampa de Achala.

5

Por enésima vez vuelvo al mundo, dejo
apresuradamente el submundo. La ciudad se convierte en un
cúmulo de fantasmas golpeados por la desesperanza. El
caos gana esta batalla, los `poderosos ríen mientras los
ciudadanos claman justicia.
Observo al planeta que se debate en
una guerra entre
el bien y el mal. La búsqueda del poder, que genera esta
guerra, solo provoca daño
en los pobres hasta el punto que los enfrenta, pobres contra
pobres. Lamentablemente el signo pesos domina. Intento llegar a
otra dimensión, a la dimensión de la libertad.

Llegar a la paz, se torna cada vez más
difícil, el camino ya no existe, fue destruido por las
tormentas. Un refrán modificado, por un amigo de Villa
Dolores, me muestra la realidad "el que persevera, insiste".
¿Gracioso?, hasta cierto punto. Llego a la escuela, el
ex_camino es solo un recuerdo, una foto amarilla. En este lugar
tan alejado, los poderosos también cortaron las
esperanzas, pero no pueden con la imaginación, todo lo
imaginable se pone en marcha para continuar. Ante todo, lo
único importante es la
educación de los chicos en todo sentido.

El comedor me recibe con un coro de dulces voces, que
con sus ojitos llenos de alegría, gritan un
¡HOLAAAAAAAAAA!!!, el sacrificio de llegar pasa a ser, la
alegría de llegar. Una llamada en el pizarron, "La
educación, un camino hacia los pueblos libres"
, cuan
cierto, lamentablemente los poderosos saben mucho de esto y lo
entienden perfectamente. A lo lejos veo la tormenta que se
avecina, el viento frío la trae, sólo pido que
esta vez no provoque tanto daño.

Los niños siguen su rutina, para ellos el mal
no existe. Un juego tras
otro lleva al aprendizaje.
Una sola sonrisa sin dientes basta y sobra para descubrir que
seguiré intentando ayudar de cualquier forma, para que
esa sonrisa no se corte. Sea donde sea.

El trueno ruge, en la montaña los animales buscan
refugio, ni el cóndor ni el águila mora vuelan,
el zorro colorado que caminaba displicentemente esta en su
madriguera, todo se detiene en la naturaleza. Pero no en la
escuela. Un grupo de misioneras piden a Dios que la tormenta se
detenga, para poder realizar el fogón prometido a los
alumnos, el que debe ser realizado en el comedor. Estos juegan
y estudian esperando las dos horas de clase que
tendrán a la tarde, nada los incomoda, su inocencia no
lo permite. Voces de "evaluación" suenan en el aire,
lenguas, tecnología; estudié, pero no me
acuerdo
, me dice una alumna. Solo los maestros entiende lo
grave, hace 15 días están sin teléfono, una emergencia ya se
produjo.

Gracias a Dios, Darío es evacuado por
helicóptero a un hospital de Córdoba, salvando
así su vida. ¿Hasta que punto llega el olvido?.
La comida es donada por gentes de buena voluntad que llegan aun
en las peores condiciones, aunque los chicos no sepan, aunque
ellos sólo sepan que sus cuatro comidas son importantes
y que a las 18 hrs esta sin falta en la mesa, "la leche
caliente y el pan casero". No sólo la "Cefe" es ayudada,
también la "Martín Fierro", la "Padre
Liqueño", la "Florentino Ameguino" y estas en la Pampa
de Achala. ¿Cuantas hay?. ¿Cuantas escuelas y
hogares existen?. En mi mente aun suena lo escuchado hace pocos
días lo dicho por un hombre común en un reportaje
al amor no lo podrán acorralar, al amor
sólo lo cercan pero él salta cualquier barrera
por alta que sea, para llegar a los niños, únicos
destinatarios de todo el esfuerzo.

"Cinco siglos igual" escribió León
Gieco, cinco siglos de promesas no cumplidas. La de Pizarro a
Atahualpa ¿sería la primera?. Cinco siglos de
mentiras y miserias humanas. Cinco siglos en los cuales se
llega a estos lugares a prometer promesas de
mentiras. Cinco siglos en los que por uno u otro motivo,
se estafa la buena fe.

¿Cómo dicen los versos?

Viviana, Aniceto, Diego, Guadalupe, Darío,
Alan, Carolina, Melisa, Daniela, Jesús, German, Dardo,
Julio, Marta, Sebastián, Damián, Gabi, Natalia,
Ubaldo y así nombrar a los hoy 81 alumnos de la
escuelita que comenzó con 15. Los inocentes 81 que con
luz propia alegran y movilizan a los fantasmas que llegamos a
los distintos lugares donde ellos intentan tener un
futuro.

Antonio, en una pequeña charla, me cuenta
intimidades de su vida en casa. Vive a 4 horas de la escuela,
los cuales transita a pie varias veces al mes, a 2600 mts de
altura en una pequeña casa mitad con techo de cemento
mitad de paja. Sus pisos son de cemento, sin luz
eléctrica, el agua
llega desde un arroyo cercano.

En tiempos de invierno, donde la temperatura llega a
16 grados bajo cero. Cuando el ciclo lectivo esta en receso,
él vive con su familia, padre, madre, hermano y hermana.
La actividad de la cría de cabras y ovejas les permite
una vida humilde, ya que con la venta de los
subproductos (leche, lana, cuero,
etc.), logran la compra de otros productos
indispensables para solamente subsistir. Estos productos son
transportados a lomo de mula o caballo hasta los centros
poblados cercanos, que distan a 5 o 6 horas de su hogar.
Así se "rebuscan" para conseguir el combustible para sus
lámparas, sal, aceite,
harina, etc.

La poca leña que se extrae con la poda de los
mimbres que sus abuelos sembraron, sirve para cocinar y hornear
el pan que cada día amasa su madre. Tan humilde es que
siente vergüenza de una vida, que muchos quisieran tener.
Su sueño es ser mecánico de autos, para
así progresar en la vida. ¡Dios, que orgulloso
estoy de él!. Al escuchar las distintas historias, la
garganta se cierra y una sensación de
orgullo-vergüenza sube desde el estomago. Y esto se repite
en todo el territorio nacional, una y otra vez. Con distintos
actores, pero la historia es la misma. Es como destapar una
gaseosa y leer "siga participando".

La tormenta se aleja, cuatro días en los que no
pude bajar a la ruta. El sol, Inti
Tayta pega a pleno en la Pacha Mama, permitiendo el transito
por lo que queda del camino. Me despido de los maestros
rurales, solo me despido de unos pocos alumnos. Natalia, Ubaldo
son los que reciben el saludo en nombre de todos, realmente no
podría hacerlo de todos, no tengo tanta fuerza interior
como para soportar este alejamiento. Mientras más tiempo
paso con ellos, más difícil es dejarlos. Termino
de entender la lágrima interna de los maestros al
alejarse. Por esas cosas de la vida, mi vieja F100 quedo
"colgada" de una zanja a unos 3 km de la escuela y me alejo
mochila al hombro, igual que la primera vez, a su encuentro. La
grandiosidad que admiro, sólo la siento en la
montaña. No hay otro lugar que me haga sentir libre en
cuerpo y alma. La pampa se llena de pájaros que me
despiden con su canto, nuevamente me cruzo con el zorro
colorado visto al subir, un cóndor pasa a mi lado
despidiéndome con los dedos de sus alas. Él va en
dirección a la "Cefe", tal ves a llevar un mensaje
divino a la inocencia, llevando un hálito de esperanza
al futuro.

Me doy cuenta de que vuelvo a la guerra, una guerra
declarada, con golpe de estado
incluida, en donde un pueblo cacerola en mano, lucha para no
llegar a una cruel guerra civil, producto de
las mentiras. Gracias a Dios la "Cefe" queda en otra
dimensión.

Al cruzar el arroyo "Paso de las Piedras", un grupo de
trabajadores del parque nacional, entre risas, me dicen que
tenga cuidado con el león, con el puma. Cuan cierto,
vuelvo a la civilización y un león de dos patas
esta agazapado para dar su zarpazo. El de cuatro patas es
honesto, solo mata lo que va a comer.

Siento que me advierten, !Cuidado, abajo
está el español!!.

6

No caben dudas, el mensaje es totalmente cierto. El
invasor ha provocado nuevos desmanes en la creencia de libertad
de los nativos. Lo malo es que la invasión esta siendo
ordenada por otros "nativos", pero estos sin los sentimientos
propios de la castigada Sudamérica. Estos "nativos"
sólo tienen un dios, tal como los antiguos invasores,
sólo buscan el oro. En la
escuela reina la armonía, la que los aborígenes
tenían en un principio. ¿Guerreros?, por
supuesto, atacaban y se defendían. ¿Cazadores?,
obviamente, pero respetaban al animal que cazaban y le
pedían perdón por matarlo para comer.
Conocían perfectamente el lugar en donde se asentaban y
disfrutaban de su entorno, buscaban la armonía y al
alcanzarla la cuidaban. Grandes conocedores del cielo de la
actual Córdoba, ya que hicieron mapas de las
distintas constelaciones. Los Comechingones (palabra
sanavirona que proviene de camichingon que significa
"hombre o habitante de las cuevas") habitaban estas
alturas eran llamados Comechingones Serranos o Barbados
Serranos. Ellos se llamaban a sí mismos
Indamá. Hablaban el Camaire o comechingon
propiamente dicho, lástima que en 1780, la corona
española prohíbe todos los idiomas y dialectos,
imponiendo el castellano.
Grandes religiosos y magos. Amantes de su familia y de los que
formaban su Ayllu (palabra quechua, utilizada por los
comechingones que significa tribu o grupo familiar). Son los
fantasmas de la Sierra de Charava, como ellos les
decían a Las Sierras Grandes. Es extraño estar
relacionándolos. Me los imagino recorriendo la pampa en
sus cacerías o cuidando sus rebaños.

Haciendo sus pictografías, que mostraban la
naturaleza, mostrando su hábitat. Haciendo sus ceremonias. La
imaginación vuela y pienso en su "nave" (cacique
en camaire) dirigiendo a su ayllu. Me los imagino
guiando a estos niños en su aprendizaje natural, en
reconocer su zona, en saber del peligro antes de que se
transforme en tal. En reconocer a los animales y a los
elementos. Los niños de todos lados buscan en su mundo
una armonía, y en las escuelitas rurales, esa
armonía llega del entorno. Llega de lo inmenso del
paisaje, de la calma del ambiente,
del aprendizaje que día a día les llega a
través de sus sentidos. Vista, tacto, oído,
olfato, gusto son usados constantemente. Cada uno de ellos van
aprendiendo poco a poco lo necesario para
sobrevivir.

Los elementos son, por momentos, inmisericordes pero
ellos no se desaniman siguen en su lucha individual, aunque no
se den cuenta de lo importante que es esa lucha. Ni siquiera se
dan cuenta que están en lucha. Para ellos sólo es
un juego. Allí están Damián y Gabi
persiguiendo una lagartija que busca esconderse. O Jesús
y Antonio llevando la chancha, que reniega de ser encerrada en
el corral. O Diego que a lomo de caballo y montando en "pelo",
recorre la pampita que esta al lado de la escuela. Aniceto
mostrándome la tormenta.

Corren libremente por lugares que los habitantes de la
ciudad verían como zonas de gran riesgo. Conocen
senderos y arroyos como la palma de su mano. Tal vez
Voltán, uno de los más antiguos y
más reverenciados caciques comechingones, los dirige o
será Achala, nombre del cacique que da nombre a
estas sierras. Se están preparando para luchar, se
están preparando para el trabajo
duro de la gente de las sierras.

Muchos de ellos se quedaran en la zona, trabajaran en
los campos existentes, tal vez alguno en el parque nacional,
pocos iran al bajo a buscar su futuro y muchos menos
lograrán continuar con sus estudios. La gran
mayoría aun no pueden darse cuenta del peligro que se
cierne sobre estas escuelas, el que es aplacado por el trabajo
sin descanso de los maestros y de sus ayudantes. Sólo
aplacado, pues el esfuerzo es cada ves mayor; pero no porque
las necesidades sean mayores, sino porque los recursos que
llegan son menores pues son utilizados para cubrir algún
"privilegio" inentendible en estas épocas.
Educación en todo sentido y amor en todo
momento.

Aquí están Esmeralda, Hilda, Viviana,
Virginia, Claudio brindando su esfuerzo, como así
también Marcelo, Inocencio, Teresa, Roque, Patricia y
alguno mas que sin estar, ayudan a que la cultura no
se corte, algunos suben a caballo, como lo hizo la primer
maestra; inclusive aprenden a montar "in situ", para llegar a
la "Cefe". Ahí está también Raúl,
que llega con su viejo "unimog", trayendo los alimentos,
tocando una vieja guitarra, en torno de la
cual se juntan los niños. Cuanto esfuerzo digno de
medallas y bustos. Pero para ellos la sonrisa de un
niño, es más que cualquier bronce.

La historia de la humanidad me muestra que siempre fue
más fácil gobernar a un pueblo que tuviera poca
educación, embrutecerlos para así poder ser ellos
los poderosos, manteniendo un poder tan abstracto que
sólo les sirve para recaudar oro. Pero esa actitud solo
los lleva al olvido para con sus gobernados.

En una película vista hace ya tiempo vi como en
un monasterio se encerraba el
conocimiento de los libros bajo escondrijos secretos, para
guardar la sabiduría. Eso le daba poder al que tenia las
llaves. Debían resguardar el miedo que provoca la
ignorancia, como el miedo a un dios maligno. Hoy se nos miente
y esconde la verdad, tratándonos como bebés
desprotegidos, tratándonos de sonsos. Cuan distinto es
en la naturaleza, en donde todo está a la vista y el
conocimiento
llega sobre la base de la prueba y error.

Los niños de la "Cefe" prueban y cometen
errores todos los días, pero eso no les aplaca su
necesidad de aprender. Buscan conectarse con el mundo, buscan
información de todo tipo y forma. Para
ellos, que un pequeño grupo de maestros pongan un
esfuerzo superlativo, es necesario. Así como los
aborígenes iniciaban a sus hijos en los distintos
conocimientos de la cosmovisión de sus tiempos,
así los niños de las escuelas rurales buscan ser
iniciados en el moderno conocimiento.

7

La entrada en las "Dos Puertas", me recibe con un sol
a pleno, hace calor en la Pampa de Achala, con una temperatura
inusual para esta época del año. El otoño
a vestido el verde de los pastizales, con tono amarillento,
aunque aún se ven verdes intensos, demostrándome
que el verano quiere quedarse un ratito más. Como en
cada viaje y siguiendo una costumbre india, pido
permiso a la montaña, para poder subir en
paz.

Los arroyos bajos, permiten que el Jeep Lada, los
vadee todavía sin rezongar, lo que hará unos
kilómetros más adelante, pues según
sé, el camino prácticamente a dejado de existir.
Parece que murió de una enfermedad muy conocida en la
zona, "olvidititis aguda". A los pocos kilómetros,
comienzan a hacerse realidad mis informes, la
huella se vuelve casi intransitable. Por momentos bajo del
jeep, para elegir o mejor dicho discernir, por donde continuar.
Zanjas profundas, piedras sueltas, desmoronamientos, etc, etc,
van complicando el transito.

Poco a poco, en una doble tracción exigida, me
acerco a la "Cefe". La oración va llegando y distintos
tonos de naranja tiñen un cielo totalmente
límpido, hasta donde la vista alcanza o por lo menos
hasta donde los cerros me dejan ver. Un águila mora,
está como suspendida en el aire y compagina una imagen
totalmente bella. Es tan mágico el momento, que me
detengo a observarlo, a admirarlo.

Al estar el camino en tan mal estado, debo atravesar
la cancha de fútbol, para bajar a los edificios, desde
lo alto veo a los niños jugar en el patio. Es
sábado a la tarde y la escuela está en descanso.
Al ver el nuevo vehículo, observan cautelosamente. Al
reconocerme Guadalupe salta a mis brazos, al igual que Gaby y
Daniela. Impagable.

Me llena de emoción el recibimiento, teniendo
en cuenta que hace dos meses que no llego al mundo de los
niños y hace dos meses que pienso en ellos. Los
más grandes se van arrimando tímidamente, pero
los abrazo con tanto gusto que sólo me devuelven sus
honestas risas. El edificio me recibe en penumbras, hay poco
combustible para el generador y hay que ahorrar. Me dirijo a la
dirección, allí están reunidos los
maestros. Causa sorpresa mi llegada y entre abrazos y besos, me
siento acogido nuevamente en un privilegiado mundo alejado de
la civilización. ¿Estoy entendiendo al
revés el título de un libro de D.
Sarmiento, "Civilización y Barbarie"?.
¿Cuál es la barbarie ahora?. Y
¿cuál la civilización?. No tengo dudas al
respecto, ni siquiera un gramo de duda.

Cortas charlas con los maestros y con Esmeralda, me
ponen al tanto de todo lo ocurrido durante este tiempo.
Darío, el niño internado en Córdoba y
retirado de la escuela en helicóptero, ya está en
su casa, recuperándose. Hilda, Viviana y Gabriela siguen
firmes en sus puestos. Luis, uno de los maestros, está
enfermo, Julieta es su reemplazante y extraña
terriblemente su hogar. Pero me muestra inconscientemente, con
el brillo de sus negros ojos, la ternura que guarda para los
más pequeños al verlos hacer sus diabluras,
intentando ponerse seria.

Faltan dos meses para que terminen las clases, el 25
de Mayo es el día "D" y allí esta el vendaval,
Esmeralda surge de entre las sombras dando sus acostumbradas
ordenes "vamos, vamos, movilizarse, a estudiar para
mañana, vamos, vamos, activen". Ella misma me dice "cada
día estoy más loca".

Previo a la cena, como siempre antes de cada una de
las comidas del día, se agradece el alimento que se va a
recibir y luego todos a dormir. Salgo al patio para ver las
estrellas, un manto impresionante de ellas cubren la Pampa.
Dirijo mi vista hacia el lugar desde donde sopla el viento y en
el sur veo los relámpagos de la tormenta que
posiblemente, golpee a la "Ceferino".

8,30 horas, del domingo, todo el mundo arriba,
aún faltan dos meses para las vacaciones y hay mucha
tarea que realizar. Por mi parte, luego del desayuno, comienzo
a reparar algunas cosas que por el uso se han deteriorado, pero
tengo un ayudante de campo, Damián (6) que mira
incrédulo como se desarma una simple canilla.

Mi plan es salir a
la hora de la siesta, pero ya la tormenta está sobre
nosotros. Fuerte, muy fuerte, agua,
viento, granizo. El cerro que se encuentra detrás de la
escuela, se transforma en una catarata y el granizo va
cubriendo el patio como una nevada. Cuarenta y cinco minutos de
aguacero y luego una pequeña llovizna, significan que el
viaje debe ser postergado al menos un día, las bromas
hacia mi persona surgen
instantáneamente, "el Juanca no se va, el Juanca no se
va", entre mate y mate. Pero me preocupa que Virginia, la
"profe" de lenguas, viene trepando la sierra a caballo,
acompañada de un baqueano. Espero que estén bien.
Está comenzando a oscurecer y junto a Leandro, uno de
los alumnos más grandes, intentamos encender el
generador, ya que los paneles solares no dieron carga al no
estar Inti Tayta brillando. Imposible, las baterías
están totalmente agotadas. Trato de ayudarlas con la
batería del jeep, pero el motor insiste
en no arrancar y la llovizna continúa cayendo. Por las
ventanas veo como comienzan a encenderse las velas, dando una
tenue y cálida luz al comedor de piedras. Mi
imaginación corre rápidamente hacia el pasado,
llegando a los primeros días de la escuela, cuando todo
era a farol o pura vela, cuando la señorita Juana
corregía las pruebas de
sus alumnos en la cocina de la abuela Ignacia.

Durante la cena, llega Virginia, totalmente empapada y
aterida de frío. Con una sonrisa en el rostro,
agradeciendo estar bajo techo, donde le esperaba una cena
caliente y la calidez de los niños. En una
pequeña charla con los maestros me entero que faltan
alumnos en la escuela. Tendrán que comenzar a preguntar
los motivos, pero les extraña la situación,
realmente sería una pena que perdieran el año,
faltando tan poco. Son las 23 horas y comienzo a introducirme
en mi bolsa de dormir.

La mañana del lunes nos recibe, nuevamente con
fuertes lluvias. Tras el desayuno, los niños se dirigen
a la escuela, la bandera hoy se izará más tarde,
cuando el clima lo permita, pero la actividad escolar no debe
ser detenida.

En mi loca cabeza algo comienza a formarse o a faltar,
aparte de la cantidad de tuercas y tornillos inexistentes hace
tiempo. Existe un fantasma al que no he prestado atención o por lo menos hasta ahora, tal
ves porque no dejo de verlo constantemente. Al que hasta le
pido permiso y luego olvido, me rodea en todo momento y lugar
en el que estoy. Me contiene, me da ánimo y soy parte de
él. Me informa a cada paso, dándome
pequeños mensajes, a los que hay que prestarle
atención. Me reta fuerte si no le hago caso.

Los quechuas llaman a los señores de la
montaña "Apus", yo no sé si su nombre será
ese o "El Señor Paisaje" o simplemente "paisaje", o
"vista", o "panorama". Lo que si sé es que el
sólo verlo me retrae a un interior tan cálido,
que sólo yo mismo puedo entenderlo. Un rayo de sol
comienza a pelear fuertemente por romper el cerco de nubes
bajas que nos rodea y el paisaje, ese fantasma sin
dueño, comienza a cambiar instantáneamente. A lo
lejos, escucho el rugir del pequeño arroyo, hoy crecido,
acompañado del canto de los pájaros.

Las oscuras nubes dan paso a los enormes copos de
merengue que se encuentran sobre y bajo nuestro. Nubes blancas
se esconden en las quebradas y otras más grandes surcan
el cielo, movidas por una tenue brisa. Cada tanto alguna
neblina oscura cubre los cerros aledaños, como si estos
quisieran jugar a las escondidas. El oxígeno está tan limpio, que al
llegar a los pulmones, embriaga como el mejor y más
añejo de los vinos.

En las piedras, el agua acumulada en sus rajas, brilla
al ser tocadas por un rayo de sol, asemejándose a
listones de plata. Los pastos toman un color
más fuerte y alguna penca suelta una flor amarilla, como
agradeciendo el placer del baño, que le ha quitado el
polvo que sobre ella depositaron los vientos. A lo lejos un
criollo de a caballo, llevando sus tres o cuatro vacas, aparece
"redepente" de entre las piedras, para perderse 20 metros
más allá y descubro que hasta donde la vista
llega, todo es inmensidad, todo es "paisaje".

Algunos sectores con sol, otros con sombra, la calma
es total, es como si el universo se
hubiera detenido un instante y sin hacer tanta "alharaca" de su
poder, me da ese momento de absoluta armonía. Siento que
mi cuerpo no existe y que soy una partícula en la
inmensidad de la creación. La mente, la "loca de la
casa", como le decía una señora muy importante,
la Madre Teresa de
Calcuta, se transforma en algo totalmente pasivo. La vista
se relaja y el horizonte se acerca.

Los niños están en clase, los maestros y
el personal en sus labores. Se inicia la semana y faltan ocho
para que la "Cefe" deje de recibir las risas y juegos, las
diabluras y retos, las alegrías y angustias, el esfuerzo
de los habitantes de esta escuela orgullosa de su nombre
"Ceferino Namuncurá".

El almuerzo está listo, se procede a izar la
bandera antes de entrar al comedor.

Son las 15 horas, ya con mi mochila lista y cargada en
el jeep, comienzo a despedirme, se me entrega una carta de los
niños a mi madre, que ha enviado víveres a los
fantasmas de Las Sierras de Achala. Todos me despiden,
Esmeralda me da un fuerte abrazo sin palabras, son los mejores.
Comienzo a alejarme despacito como no queriendo irme.
Nuevamente pido permiso para bajar en paz la montaña,
pedidos que siempre han sido otorgados con
benevolencia.

8

Llega el final de clases, soy invitado a presenciar el
acto de fin de curso. El día 30 de mayo a las 8 horas,
comienzo a transitar los kilómetros que separan la ruta
de la escuela. Un viento helado cruza la pampa. El hielo se a
instalado en los pastos y alambradas, solo queda demarcada la
senda por la que transito, lo demás es hielo. Muchos
vehículos se dirigen a la "Cefe", autos oficiales,
helicópteros, van a politiquear un poco. Si lo viera con
sus ojos diría "que fácil es trabajar en
semejante belleza".
Pero sé, sin ninguna duda, que
el esfuerzo en estos lugares es de 24 horas al
día.

Los alumnos están formados en el patio
principal, cada sección tiene su uniforme. A la cabeza
del desfile van los pequeñitos, llevando un paso marcial
que es marcado por alguna marcha. Veo a los maestros nerviosos
y a Esmeralda que quiere salirse de su cuerpo y dividirse, para
estar en todos lados. La emoción comienza a tomar cuerpo
en una garganta seca que quiere tragar, aunque sea, un poco de
aire. La bandera flamea más orgullosa que nunca, sus
hijos más humildes, le están rindiendo tributo.
El viento frío, que hasta recién calaba los
huesos, es
olvidado al ver tanto corazón puesto en la
ceremonia.

La escuelita rural a quedado vacía. Los
colchones se apilan y las colchas se guardan hasta septiembre.
Las aulas se cierran. Es como si el edificio entrara en
letargo, como los osos del norte. En el comedor aún
resuenan las risas y gritos de los chicos. Las vacaciones
llegaron y estoy seguro que los
fantasmas de la pampa, esperarán ansiosos, que dentro de
tres meses los inocentes 81, vuelvan.

A medida que trascurrían mis llegadas a este
apartado mundo, fui descubriendo cualidades y defectos, de cada
uno de estas personas. Pero quien soy yo como para ver
defectos. Sólo puedo hasta envidiarles la tarea en donde
han sido colocados. Según sé, Dios nos instala en
los lugares en donde tenemos que estar y donde cumpliremos la
mejor función.

Yo sólo quiero agradecer, el haber estado
minúsculamente ayudando y también agradecer la
forma en que fui recibido y aceptado, llegar a la "Cefe" me da
paz, es como llegar a mi hogar. Ellos me aceptaron como uno
más, como al "tío Juan".

Esmeralda, Viviana, Hilda, Gaby, Virginia, Claudio,
Luis, Julieta, Marcelo, Inocencio, Teresa, Patricia,
Raúl, Roque, personas tan especiales que merecen ser
recordados. Los sentimientos se van mezclando. Se comienza a
sentir verdadero amor por este grupo de personas que luchan
fuertemente en una labor, que por momentos parece de otro
tiempo. Todo se mezcla, desde el primer día que
pisé la escuela hasta hoy. Si al principio solo
quería ayudar hoy entiendo que eso no basta, no basta
sólo el llevar cosas materiales.

Creo que también es importante el llevarles la
seguridad de
que mucha gente los apoya, aunque eso se demuestre con un
paquete de azúcar. Pero también es importante
hacer ver a la gente de la ciudad, que existen lugares, en
donde el amor, la
ternura y el agradecimiento se demuestran con algo tan simple
como un abrazo y una sonrisa. Con un nudo en la garganta o una
lágrima que no quiere salir del todo. Con un abrazo sin
palabras y un… hasta luego.-

9

"Caminante no hay camino, se hace camino al
andar",
escribió el poeta. Es tan increíble
esta frase que me lleva a analizar, a analizarme a mí
mismo, tratando de comprender, de que forma ayudaron a mi pobre
evolución espiritual. Todos los caminos
llevan hacia algún lugar. Esos caminos me llevan hacia
un interior, tan ávido de aprendizaje, tan necesitado de
información sobre él mismo, que hasta parece una
esponja que absorbe todo, para luego eliminar lo malo, al menos
para mi propio ser.

El "Camino Inca" hacia Machu Pichu, mochila al hombro,
sintiendo el camino a cada paso, con senderos interminables,
descubriendo que la lenta perseverancia da más resultado
que el arrebatamiento de querer ganarle a la montaña.
Descubriendo que los caminos siempre me dirigen hacia donde
decidí ir, aun cuando no sepa el motivo. Con una senda
bien marcada, pero realizando un viaje en donde para ver el
paisaje hay que detenerse, para no caer en los barrancos,
ver donde estoy, observar y observarme en ese lugar,
luego sí continuar, para llegar a Aguas Calientes, y sus
benévolas aguas termales y reposar, para continuar en la
búsqueda.

Las sendas de Jujuy, mostrándome que existen
lugares a los cuales se llega por un solo camino, el cual es
destruido por crecientes y aludes, pero aún así
se insiste en llegar. Otros a los que solo se llega a pie o en
mula. Pueblitos en donde el ritmo de las grandes ciudades, no
llega. En donde la paz interna comienza a mostrarse en su
verdadera extensión y su real riqueza.
Mostrándome que aun en el desierto todo puede florecer.
Diciéndome que al encontrar mi lugar, interno y por lo
tanto externo, ya no puedo dejarlo, ya que si lo hago
comprometo mi ser, mi "ser humano". Perder mi identidad,
como ser único, como cada uno de nosotros lo
es.

Los cerros de Ongamira (tierra del cacique Onga), que
me mostraron que no podemos olvidar la historia, ya que ella se
repetirá constantemente si lo hacemos. Lugar en donde se
me mostró el salvajismo del invasor, contra la buena fe
de los nativos. Extraño pues eso ocurrió hace
algunos cientos de años y aun persiste. Lugar en donde
la magia convoca, sólo si estamos dispuestos a
oír nuestro interior, para conocer los secretos
ancestrales.

La Pampa de Achala, con sus escuelas y más
precisamente la "Ceferino", dándome a entender que para
encontrar el lugar al que pertenecemos, debemos transitar por
una senda llena de obstáculos, a los cuales debemos
sortear con perseverancia y sin olvidarnos de quienes somos,
intentando no destruir nuestros medios, pero
si enfrentarlos. Teniendo bien en claro, que los sueños
verdaderos perduran aún con las mayores dificultades,
aún con las mayores piedras que encontremos en el
camino. "Resistir", como escuche una canción en esta
Navidad, ante las ganas de renunciar, los deseos de abandonar
ante la lucha que realmente es "cruel y mucha".

Tal vez y sólo tal vez me lleven a cumplir con
lo que me propuse hace ya tiempo. De todos modos, lo que es
totalmente cierto es que, lo importante no es llegar a
destino, sino como transitamos el camino para llegar a
él.
Y como siempre al llegar comienza lo nuevo,
comienza la nueva senda, será en tren, será en
vehículo, a mula o caballo, o tal ves a pie, pero seguir
adelante es el sino de todo hombre o mujer que se
atreva a buscar su destino. Que acepte el desafió de
exponerse a los elementos. Como aquel que sube la
montaña, cruza ríos y mares, desiertos o selvas,
sólo porque están allí. Cambiando un sitio
de relativa seguridad para enfrascarse en una nueva lucha, por
el simple echo de que sus fantasmas internos sean tenidos en
cuenta, no sean olvidados y así colaboren con la nueva
idea, con el nuevo pensamiento.

¿Qué tan peligroso es pensar?.
¿Por qué los poderosos de todo el mundo, en todo
ámbito, intentan que el hombre común, no piense?.
Todos sabemos que un pensamiento da lugar a una idea, y esta
idea crea la revolución interna que provoca la
revolución de vida, de una nueva vida. Dios me dé
la fuerza necesaria para resistir, sin olvidar mis afectos y lo
que soy. Pero siempre teniendo en cuenta que los niños
son los que producirán el verdadero cambio, sólo
deseo tener la claridad mental de ayudarlos a que piensen. A
que sepan que cada uno de nosotros es importante y que ellos
tienen la fuerza que hará germinar la semilla del
futuro. Como ya dije, la historia marca que la
información siempre fue ocultada, sea la que fuere, para
que de esa forma el pensamiento no divague. Y por lo tanto no
se pierda el temor al poder. Es el momento en cual debemos
buscar esa información y darla a otros, que no quede
oculta, que no se pierda y solo sea usada por los poderosos de
siempre. Hace algún tiempo, escuche algo que me
conmocionó: "La falta de información lleva al
miedo, el miedo a la ira, la ira al odio y el odio al
sufrimiento".

Todo es información, el fabuloso vuelo del
cóndor que hace silbar el aire al cortarlo con sus alas;
el andar cansino de una llama que con sus almohadillas
resguarda a la Pacha Mama que le da su alimento; el canto del
arroyo al cruzar las piedras brindando la frescura necesaria a
la seca tierra; el sonido del viento dispersando la semilla de
los verdes pastos de primavera; el golpeteo de la lluvia al
caer que penetrando en la Pacha Mama lleva el alimento
necesario a la semilla; los distintos animales que con su ir y
venir y hasta con su muerte
sirven al nuevo ciclo de la vida; y la sonrisa de los
niños, agradeciendo de esa forma que solo los tengamos
en cuenta, que no los olvidemos. Ofreciéndoles lo mejor
de nosotros, ya los maestros todos ellos, les entregan su vida.
Ofreciéndoles información y no mera junta de
datos.-

Todos los días que te lleve

saber como esto fue

te servirán para ser en

otro tiempo algo más libre.

Son las únicas palabras

que te pido escuchar

si no me muero de

vergüenza hoy acá.

A todos por igual

alguien nos espera

y de cualquier manera

llorarás.

Que dignidad tan grande

la de creer siempre en la

vida con solo ver una flor

brotando entre las ruinas.

(Mensajes del Alma – León

Gieco)

Juan Carlos Kufner

27/04/02

Partes: 1, 2
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