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La degradación de los programas de crítica de espectáculo en los últimos años… "Intrusos en el espectáculo" (página 2)




Enviado por Bertolano Paula



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Partes: 1,

 

Descripción

El programa, objeto
de estudio del presente trabajo de
investigación, apareció por primera
vez en la pantalla de América
2 el primero de enero del año 2000 con la
conducción y producción de Jorge Rial, a quien le
pertenece la idea original, junto a un panel de periodistas de
espectáculos integrado por Marcela Coronel, Viviana
Canosa, Luis Ventura, un móvil a cargo de Camilo
García y Claudio Orellano en locución, en el
horario de las 13 hs. de lunes a viernes.

La propuesta esta basada en desarrollar un noticiero
acerca de la vida de la "farándula", siendo el objetivo
criticar, investigar, sorprender y enjuiciar al mundo del
espectáculo argentino. El ciclo tendría diferentes
secciones como parodias de programas,
mostraría trabajos que los actores y actrices
querrían olvidar, mostraría un juicio televisado a
famosos elegidos que se presten a participar en el banquillo de
los acusados y móviles en los lugares indicados donde se
encontrarían las primicias.

La idea era y es poner en evidencia la frivolidad de la
farándula, según palabras de Jorge Rial, "y para
esto vamos a tratar de estar en todos lados. La diferencia con
los demás programas sobre la farándula es que
nosotros no vamos a ser rosas porque todo
el mundo sabe que yo no soy rosa. Hoy vende más el
embarazo de
una actriz que Alfredo Alcón haciendo Hamlet",
confesó el conductor a Clarín en una entrevista
horas antes del comienzo del ciclo.

Intrusos tiene la intención de buscar nuevos
caminos en cuanto a programas de famosos se refiere pero tal vez,
esto sea una forma de ampliar un género que
el mismo Rial pone en tela de juicio. "La televisión
nuestra tiene que ver con el país, que haya tantos
programas de espectáculos tiene que ver con la frivolidad
y con la estupidez. De la Rua fue al programa de Tinelli no al de
Grondona y Menem
cerró su segunda campaña en ese mismo programa",
afirma Jorge Rial.

Intrusos ha sufrido cambios de horarios pero
osciló durante estos seis años entre las 13 y las
15:30 hs. Con los columnistas sucedió lo mismo, han pasado
por el programa Luis Piñeyro, Coni Ansaldi, y Beto Casella,
así como tambien fue víctima de escándalos
con la salida del programa de Viviana Canosa.

Hoy finalmente el panel está compuesto por Luis
Ventura, mano derecha de Jorge Rial, Jorge Rinaldi, Marcela
Tauro, Lola De Barbieri, y Marcelo Polino. El programa
continúa en América 2, de lunes a viernes a las
15:30 a 17 hs.

A continuación exponemos un detalle del rating
promedio del programa en los último meses, según
información oficial de IBOPE:

PERÌODO

RATING

Ene-05

7,5

Mar-05

8,4

Jun-05

8,4

Sep-05

9,8

Dic-05

6,8

Feb-06

8,5

May-06

7,9

Jun-06

6,3

PROMEDIO

7,95

Intrusos en el espectáculo es uno de los
programas que actualmente se dedica casi exclusivamente a la
farándula. Su actual referente, Jorge Rial, opina que el
show argentino es "papel picado", que su conocimiento
sobre el medio televisivo implica funcionar según lo que
indican los números, a veces a costa de lo que
sea.

Así es que notamos un gran cambio, una
transformación en los programas de espectáculos
actuales y aquellos primeros programas de crítica
del espectáculo de décadas anteriores.

Estos programas no sólo viven de rumores sino que
inventan "famosos" con vocación para el show
mediático. Se abocan a construir celebridades dudosas, que
saltan de un canal a otro, haciendo escándalos, al igual
que en las revistas del género.

El requisito en el caso de las mujeres es cuidar la
apariencia física de forma
impactante, y esto demanda
algún tipo de intervención quirúrgica. En
cambio los varones requieren de una alta dosis de audacia y
certeza en sus desplantes. En algunos casos inclusive, la
sensibilidad sirve para atraer la cámara.

La figura en cuestión debe estar dispuesta a ser
interpelada y responder sin recato, acerca de todo tipo de
asuntos íntimos propios y, mejor aún, si son
ajenos.

Los asuntos en cuestión suelen ser peleas
públicas con "ex", ya sean maridos/ esposas, parejas,
amigos/ as o colegas, discrepancias contractuales, confidenciales
y/ o habladurías de índole diversa.

CAPÍTULO II

ANTECEDENTES DEL OBJETO DE
ESTUDIO

El formato del periodismo de
espectáculos televisivo ha sufrido, desde su
creación hasta nuestros días, un cambio radical. La
imagen de sus
conductores y la producción sobre la que se asientan sus
propuestas ha variado, en general, de manera escandalosa hacia
horizontes que poco tienen que ver con el enriquecimiento del
género.

El chisme

El chisme es tan antiguo como el hombre
mismo, porque para qué negarlo, difundir o escuchar
rumores forma parte de su naturaleza,
tanto como enamorarse, enojarse o tener miedo. El más
antiguo del cual haya registros data de
dos mil años atrás. Existen tambien los chismes
míticos que refieren a los amores clandestinos de nuestro
primer padre, Adán, con Lilith, la segunda mujer, que
había sido creada por Satán.

Pero a los efectos de este informe nos
interesan los chismes del siglo XXI. Esos que se difunden en las
revistas llamadas "del corazón" o
por radio o por TV es
los programas llamados "de espectáculos" que a veces
provocan hasta procesos
judiciales por calumnias e injurias, y que otras veces se
resuelven poniendo el ojo en compota del difusor. Jorge Rial,
Carlos Mont. ó Lucho Avilés, el inventor de este
tipo de periodismo en Argentina, lo saben por experiencia
propia.

Pero, ¿qué es un chisme? El diccionario lo
define como "noticia verdadera o falsa con la que se pretende
indisponer a unas personas contra otras o se murmura de algunas"
Esta definición discrepa de la concepción del
término que tiene Jorge Blanc, reconocidísimo
periodista de espectáculos y ex director de la revista
Radiolandia, hoy hombre de
televisión y radio que dice que "si es
verdadero no es chisme, es noticia. El chisme es algo no
comprobado y tal vez, no comprobable, una murmuración que
casi siempre es maliciosa, no siempre".

Coinciden con él los mencionados Avilés y
Rial: "Nosotros damos noticias que
generalmente se refieren a avatares amorosos, tanto sea de amores
triunfantes como claudicantes o derrotados, pero no siempre es
así. A nuestro público también le interesa
saber que una figura determinada escribió una carta a la
cigüeña a Paris o que se compró una casa en
Punta del Este"

En definitiva, un chisme jamás es un elogio para
las víctimas, en este caso los "famosos", calificativo que
incluye actrices, actores, millonarios, políticos,
artistas, periodistas. Un presidente de la Nación,
un actor o una actriz de moda despiertan
el interés
de todo el mundo, y el chisme revela que son tan vulnerables y
falibles como cualquier hijo de vecino, por lo cual tiene un
efecto socialmente compensador al fin de cuenta todos somos
iguales, es la deducción final.

Ahora bien, los "victimarios" conocidos como periodistas
de espectáculos son quienes difunden estos chismes, pero
¿hay en ellos mala intención o sólo hacen su
trabajo a veces muy bien pago? Ambas circunstancias son posibles,
pero digamos E su favor que cuentan con la astucia de llegar
sólo a ciertos límites,
protegidos por una figura jurídica que se llama animus
iocandi, es decir, ganas de bromear, y evitan el animus
injurandi, penado por la ley.
Añaden además la complicidad de quienes lees
cuentan a ellos los chismes y de queines los consumen y los
aceptan como verdades reveladas.

Sin embargo, se cumple una función,
como ya dijimos, socialmente igualadora, que demuestra que los
nobles y los millonarios viven, sufren, disfrutan de los mismos
pesares y alegrías que la gente común o no famosa..
Los chimenteros cuentan con muy buenas fuentes de
información, siendo algunas de ellas muy interesadas,
como s el caso de dueños de boliches o restaurantes que
quieren que se sepa que entre sus clientes figuran
famosos, de modo que se ponen en contacto con las redacciones
para pasar esta información tan valiosa.

Otras veces son actores o actrices poco conocidos
quienes, a cambio de una nota cuentan lo que les ocurre a sus
colegas célebres. Hay, por fin, paparazzi (término
que deriva de un célebre fotógrafo romano de
apellido Paparazzo que se especializaba en sorprender en falta a
los famosos) que todas las noches patrullan boliches
cámara en mano, en todas las ciudades.

El chisme es el arma y los famosos son el blanco
preferido por el último boom de la TV. Se trata de poner
en duda las cualidades morales de alguien conocido y reemplazar
el caso por rumores frescos cuando las reglas de la primicia lo
determinan.

Un poco de historia

En los inicios del periodismo de espectáculos de
la TV nadie podía presuponer la fisonomía
qué estos adoptarían es estos tiempos. Ciclos como
"Cita con les estrellas" (1957) conducido por Blackie o "Pantalla
Gigante" (del mismo año) al mando de Jaime Jacobson
tuvieron como premisa postular la crítica, los reportajes
suculentos y las notas periodísticas que dieran cuenta de
las novedades del actor. Pero llegó "Sábados
Circulares" y la TV sufrió un cambio extraordinario y
esencial. Lo que solo parecía un pasatiempo de verano
terminó convirtiéndose en un símbolo
emblemático del medio con trece años de
duración. Por primera vez los argentinos supimos de
cámaras sorpresas, de sensiblería, programas por
vía satélite y emisión de casamientos entre
estrellas ya que Mancera transmitió la boda de Palito
Ortega con Evangelina Salazar y, con todo esto se inauguró
un festín de recursos
televisivos del cual hoy comen y viven los actuales
chimenteros.

En 1971 brotó la primera semilla de este
sembradío. Fue con Radiolandia en TV, un programa de
noticias de espectáculo que se emitía por Canal 11
y conducido nada más y nada menos que por el
autodeterminado pionero Lucho Avilés. Con este ciclo, por
primera vez el chisme y las noticias del corazón fueron
carne de la pantalla nacional ya que antes de Radiolandia el
periodismo de espectáculos con estos tintes estaba
restringido sólo a los medios
gráficos. Avilés estaba
acompañado por otra precursora del género (a quien
entrevistamos personalmente) la señora Susana Fontana, el
muñeco Mateyco, Pedro Marban, Leo Vanés y Jorge
Jacobson.

Y así, por la tardes la TV chismosa llega a su
apogeo, con programas como Indiscreciones, Rumores, Telepasillo,
Zap (con el tan efusivo Marcelo Polino), Contalo Contalo y por
supuesto llegamos llegamos con el paso de os años a
Intrusos que lleva ya seis años en pantalla. Su premisa es
"estar allí" cuando las actrices de segunda línea
se revelan golpeadas o las vedettes afilan sus garras para atacar
a una colega, "la guerra de…"
es el recurso por excelencia.

Han descubierto estos célebres profesionales que
la información del espectáculo acrecienta el rating
y todos la incluyen, hasta Mariano Grondona en "Hora Clave" tuvo
su sección de espectáculos o Telenoche que tiene a
Catalina Dlugi con su segmento de espectáculos que deja
entrever algunas noticias de la vida íntima de los
famosos. El argumento de mucho defensores es invocar la "voz del
público" para legitimarse.

Pero veamos, en este "pacto comunicacional" entre
teleplatea y programa de chimentos, el público entrega
rating (producto de la
curiosidad, la sorpresa y el morbo) a cambio del puro
sensacionalismo bien calibrado para generar la ansiada
adicción televisiva.

Los victimarios

Los periodistas, conocido como "chimenteros" montados
sobre la premisa: "no dejes que la verdad te empañe una
nota" (frase atribuida a Chiche Gelblung), escarban, inventan,
pagan, revuelven, y agigantan las intimidades y detalles
laborales de las estrellas del espectáculo y de otros
personajes creados por ellos mismo para matizar. La
técnica que utilizan, precisa y bien aplicada, se basa en
el manoseo de la emotividad irracional de un público que,
aún así, no está exento de
responsabilidades: sin juicio crítico, sin exigencias de
contenido y entregado a este juego
manipulatorio sin ningun retaceo. Domina la consigna de fomentar
la mencionada manipulación, disfrazada de tarea
periodística seria y responsable.

Jorge Rial, uno de los popes actuales de género y
protagonistas de este trabajo de investigación, labra su
perfil como el de un pícaro juguetón que no hace
esfuerzos por disimular su dedo hurgador de bajezas sino que lo
postula como "natural" ante el universo
temático que aborda. Rial se construye a sí mismo
como el simpático bravo y sanar periodista al que no se le
escapa una y que tampoco la deja pasar.

Carlos Monti. y Susana Roccasalvo, en cambio, se paraban
en la era de Rumores como comunicadores comprometidos y
responsables que analizan de modo incisivo un aspecto de la
"actualidad". Partiendo de esta falacia (considerar al
chusmerío como realidad informativa) se construyen como
profesionales de ética
intachable

Chiche Gelblung y Lucho Avilés son, sin lugar a
dudas, maestros en el oficio. Chiche es un hábil promotor
de falsos presupuestos
bien enmascarados: deja picando un tema que luego no será
ni la sombra de lo anunciado, entre otras tantas tretas por el
estilo.

Se dice que alguna vez uno una división entre
programas "serios" y "de chismes". Hoy la ideología según la cual la vida
privada de los famosos debe ser pública se ha instalado en
lugares antes impensados. Los cierto es que los chimenteros viven
la expansión de género como una
reivindicación, "somos tan periodistas como los que antes
nos criticaban" afirma Carlos Monti.

Los protagonistas

El aviso de convocatoria podría ser, más o
menos, así: "Se busca vedette, actriz o modelo (puede
ser pariente cercano o político, amigo o enemigo,
también deportista y allegados, cualquier género),
con aptitud verborrágica y anhelo de figuración.
Inútil presentarse sin experiencia". El problema es que,
por lo general, los interesados cumplen mejor la segunda que la
primera parte de la solicitud.

Así es como se abocan a construir celebridades
dudosas, que saltan de un canal a otro con su equipaje de pueril
alboroto que, en el mejor de los casos, replica en las revistas
del género, diseñando currículums tan
ominosos como festivos y olvidables
Un requisito primordial, es pegarla con el physique du
role
. En el caso de las mujeres es sencillo aunque costoso.
Por lo pronto se requiere una apariencia física impactante
y eso, eventualmente, demanda algún tipo de
manipulación quirúrgica lo que puede significar,
según el caso, una inversión económica
considerable.
Se sabe, por imposición cultural, los varones no
están obligados a franquear este requisito y, en cambio,
se requiere de ellos una alta dosis de audacia y certeza en sus
desplantes. Llegado el punto, también la sensibilidad
necesaria para moquear en cámara.
Por otro lado, la "figura" en cuestión debe estar
dispuesta a ser interpelada (y responder) sin recato alguno,
acerca de todo tipo de asuntos íntimos propios y, mejor
aún, ajenos. En este sentido, el menú suele
ventilar (y acicatear) peleas públicas con "ex"
(maridos/esposas, parejas, amigos/as, colegas), discrepancias
contractuales y confidencias.

Puesto a rodar, el rumor desarrolla su lógica
de reciprocidad (¿quién no estuvo tentado de espiar
por el ojo de la cerradura o de husmear un intercambio de
fragores del otro lado de la pared?) y se autolegitima. "Si
salió en la tele, será verdad", sostiene la
sabiduría popular. Mientras tanto, los arquitectos de
celebridades televisivas anudan sus cifras de rating
(módicas pero sostenidas) y formatean una pantalla similar
a una papelera de reciclaje que
nunca se termina de vaciar

LA CRÍTICA COMO
GÉNERO PERIODÍSTICO

Los géneros periodísticos generalmente,
aparecen vinculados a la prensa escrita.
Existen diferentes formas literarias que se emplean para contar
cosas de actualidad, que luego aparecen en algún medio de
comunicación.

Los géneros son "formas paradigmáticas
reconocidas en las que se clasifica el producto total de un
determinado medio (cine,
televisión, escritura)".
Es decir, los géneros son una convención de acuerdo
a la cual se reconoce un determinado tipo de discurso, y
ese reconocimiento se hace a través de las
características que tiene el producto. El periodista, a la
hora de producir la información, se ajusta a determinados
cánones para que su información sea decodificada de
acuerdo a determinado género. Como se trata de
codificaciones semánticas, los géneros cambian a lo
largo del tiempo, por
eso resulta muy difícil establecer categorías
exhaustivas para enmarcar y diferenciar a los distintos
géneros periodísticos.

De acuerdo a la clásica división sajona,
existen dos tipos de géneros: noticias, y comentarios, lo
que nosotros llamamos géneros informativos y
géneros de opinión. Pero surge un tercero al que no
se lo puede enmarcar en ninguno de los dos anteriores. Entonces
de acuerdo al objetivo que persiguen, los géneros
periodísticos pueden agrupar en géneros
informativos, géneros interpretativos y géneros de
opinión.

De acuerdo al tema seleccionado para este trabajo hemos
considerado que el género bajo el que se encuadran los
programas de espectáculos es el de opinión,
específicamente la crítica.

En este género el periodista "plantea, polemiza,
aprueba o disiente, en función de ideas generales
sociales, políticas
y culturales". Está compuesto, a su vez, por el editorial,
la columna de opinión, la crítica y el
comentario.

La crítica manifiesta el punto de vista de un
especialista sobre una obra literaria, cinematográfica,
musical, teatral, etc. Si bien existen distintas escuelas sobre
la crítica, básicamente se trata de evaluar la obra
siguiendo determinados parámetros convencionales que deben
ser explicitados para el receptor. 

En el diccionario de la Real Academia Española
define la crítica como "el arte de juzgar de
la bondad, verdad y belleza de las cosas", y en la Enciclopedia
Británica como "la técnica de juzgar las cualidades
y valores de un
objeto artístico, tanto en materia de
literatura como
de bellas artes".
Ambas se encuentran en la misma línea donde se encuadra el
periodismo.

Su característica principal es el criterio
subjetivo que refleja su texto. La
crítica es valorativa, y por lo tanto pertenece al
género de opinión.

Existe discrepancia en cuanto a si en la
crítica debe incluirse un juicio de valor, o,
simplemente, deben reflejarse de forma objetiva los datos más
significativos del acontecimiento. El crítico tiene el
deber de arriesgarse y dar a conocer su particular
valoración, por lo que su formación cultural es
requisito imprescindible. El crítico tiene como misión
valorar la obra, pero no exclusivamente basado en el gusto
personal,
porque la buena crítica no puede estar sustentada
únicamente en las preferencias individuales. Lo que
identifica a este género es que se trata de un texto donde
el crítico argumenta los aspectos positivos o negativos de
forma consistente, y con criterios de más altura que los
estrictamente personales. Criticar no es censurar, pero sí
valorar algo a la luz de la
razón.

Si la parte fundamental de la crítica es la
valoración de un acontecimiento, obra, etc., es
imprescindible la honestidad de
quien la realice. El profesional del periodismo que quiera
trabajar en este género tiene que cumplir las siguientes
condiciones: una gran afición y sensibilidad por el arte
que elija para hacer la crítica, un profundo conocimiento
del mismo, y sólidos criterios propios, y un elevado
concepto de la
honestidad. El crítico debe estar alejado de presiones
personales o empresariales para ejercer su función con
absoluta independencia.
Debe ser un profesional con un incuestionable sentido de la
ética periodística. Su valoración honesta es
su sello de identidad.

Además, las opiniones deberán estar
basadas en el análisis riguroso de la situación
sin que se perciban puntos de vista extremos. Para emitir un
veredicto fiable es necesario evitar los prejuicios, por lo que
el crítico no puede valorar con criterios de compromiso en
un determinado estilo o tendencia.

Es considerado como un género
argumentativo que educa y entretiene
, es por eso que
utiliza un lenguaje
persuasivo. Pretende encauzar culturalmente al lector como
objetivo principal, aunque también debe servirle como
fuente de conocimiento de la obra juzgada.

La argumentación es el núcleo principal de
este género periodístico, que debe dar soporte de
forma razonada a los juicios de valor que se defienden, y es la
base de una buena crítica. Se establecen cinco partes
fundamentales de toda argumentación: Los hechos,
que son el eje de la argumentación y se consideran
inmutables aunque puedan ser discutidos; las verdades,
como sistema de
asociación de diferentes hechos mediante uniones que
pueden ser seguras, posibles o probables; las
presunciones, resultantes de la lógica formal
para llegar a una conclusión cuando los hechos y las
verdades se analizan; los valores, que pueden ser
considerados como universales, o, al menos, aceptados por la
mayoría; y la recogida y selección
de datos,
que es la fase final de la interpretación.

Además, es un género de autor, por lo que
la
personalidad del crítico es un factor determinante de
cara a su credibilidad por parte del público. La identidad
del autor es una parte fundamental. Por ello, en el caso de la
prensa escrita por ejemplo, para que se identifique de forma
directa al autor con su crítica es recomendable que
esté redactada en primera persona.

La crítica de arte tiene una triple
función: informar, orientar y educar, aunque además
se le puede añadir la función del
entretenimiento.

La crítica no debe contener elementos de
destrucción, sino, por el contrario, afán de
comprensión hacia el objeto analizado. Y, por encima de
todo, el crítico debe respetar el principio ético
de la insobornabilidad, sin presiones ni servidumbres de
ningún tipo.

La crítica exige un profundo rigor intelectual,
que es el único camino que conduce a la objetividad. Por
encima de cualquier gusto personal, se impone una actitud
ética ante la valoración de una obra de arte. Y
debe ser sincera. El crítico expresa su parecer de forma
honesta, con absoluta independencia.

El análisis responsable es necesario ante un
texto que va dirigido al público en general para
orientarle, por lo que debe contener pautas adecuadas para que el
público forme su opinión personal. Aunque,
además, es un género con función
informativa; por lo tanto, debe ser un texto que explique
fielmente el contenido de la obra enjuiciada.

El crítico debe fundamentar lo que afirma sin
dogmatismo, y su opinión debe ser considerada como una
aportación personal a la propia obra.

En la crítica se pueden distinguir tres
componentes: En el primero, el crítico hace mención
de los antecedentes de la obra objeto de su valoración con
datos sobre el autor y su producción anterior; en el
segundo se resume el argumento, si lo tiene, de forma breve, con
el fin de ilustrar al lector; y por último, como
consecuencia de lo anteriormente expuesto, se refleja el
veredicto del crítico, de forma que el lector quede
convencido de que la valoración está
suficientemente argumentada y que está realizada por un
experto.
En cuanto a su clasificación, la mejor
forma es teniendo en cuenta el asunto del que tratan. Así,
podríamos hablar de críticas literarias,
cinematográficas, teatrales, musicales? Sin embargo, es un
texto que puede ser muy creativo, por lo que es posible
distinguirlas teniendo en cuenta otros criterios.

Por ejemplo existe una propuesta de cuatro tipos de
críticas de arte basándose en el objetivo principal
que persigue su autor, lo que da lugar a una clasificación
que puede ser eficaz para explicar las posibilidades de este
género periodístico:

El modelo estético, que es el texto
donde el crítico tiene una gran libertad para
analizar la obra desde el punto de vista de la belleza de la
misma, sin preocuparse por el estudio analítico de su
estructura o
las relaciones históricas; el modelo formalista,
cuya principal preocupación es la actitud
científica frente a la estética y donde el crítico no tiene
valor creador y se limita a explorar la obra en su estructura
formal; el modelo culturalista, que estudia la obra en
relación con los condicionamientos históricos y el
medio en el que la desarrolló su autor; y el modelo
sociológico
, que es el texto donde el crítico
hace un análisis muy comprometido del momento
político y social en el que se desenvuelve la obra en
cuestión.

Pero en la práctica no se presentan en toda su
pureza. Evidentemente, toda crítica sobre una obra de arte
se preocupa de la estética, pero, si pretende ser rigurosa
no puede dejar de analizar su estructura formal, sus
condicionantes históricos y su relación con la
sociedad que
representa, por lo que es posible que todas tengan algo de cada
uno de los modelos
propuestos.

Por último, hay críticas que buscan casi
exclusivamente la belleza estética del texto. Con estos
criterios diferenciamos la crítica analítica, la
laudatoria, la descriptiva, la expositiva y la
estética.

  1. La crítica analítica. Es la
    crítica de arte propiamente dicha. En ella se analizan
    con rigor cada una de las partes de la obra que se enjuicia,
    con valoraciones concretas sobre su realización,
    dirección o interpretación.
    Normalmente utiliza un estilo informativo alejado de los
    recursos literarios, aunque al ser un género de autor
    depende de quien la firma.
  2. La crítica laudatoria. En ocasiones
    encontramos en los periódicos alguna crítica de
    arte en la que su autor prodiga excesivamente elogios hacia
    todas y cada una de las partes de la obra enjuiciada. Son
    textos en los que el crítico se recrea en la belleza
    extraordinaria del objeto artístico analizado, y no
    siempre aporta datos concretos. Es una apología del
    autor y de su obra, por lo que la denominamos crítica
    laudatoria.
  3. La crítica descriptiva. Es aquella donde no se
    analiza el contenido de la obra, y el crítico se centra
    en exponer los detalles que la componen. En la
    argumentación, lo importante es la descripción de las partes, y la
    valoración, si la tiene, se convierte en algo
    secundario. Es un relato sobre todo lo visto -en el caso de una
    crítica sobre pintura-, o
    lo ocurrido durante el concierto o representación
    teatral. El lector recibe una información bastante
    completa de la obra artística.
  4. La crítica expositiva. Es la crítica
    que ni siquiera describe la obra artística. Habla de su
    autor, o de su repercusión social, pero no entra en
    detalles de las partes que la componen o el trabajo
    de dirección, realización o
    interpretación. Se asemeja a un artículo firmado,
    ya que muchas veces se ocupa de analizar las últimas
    novedades producidas en la modalidad artística de la que
    habla. Incluso se aproxima al contenido de una reseña,
    ya que no entra en un análisis profundo.
  5. La crítica estética. Es aquella que se
    asemeja a un artículo firmado, en la que, con belleza
    expresiva, se hace un recorrido por la historia de la obra o de
    su autor, pero no describe, ni analiza, ni expone ninguna parte
    de la obra. El fin que persigue es el placer de su lectura,
    más que un juicio de la obra de arte. Se trata de un
    texto culto donde la estética del escrito es
    particularmente importante.

CAPÍTULO III

Análisis del proceso de
cambio

Los
años ´90… el auge de la tv basura y la
aparición de los "mediáticos"

En un marco político y social crítico
aparecieron en la pantalla de la TV argentina personajes
denominados mediáticos que fueron (y son) el eje de los
programas de chimentos. Estos personajes aparecen repentinamente
en la
televisión y se instalan durante un período de
tiempo que ronda en los 2 meses como máximo con un tema
determinado, presumiendo que tienen "la novedad", un caso
interesante, amarillo en lo posible y que, obviamente, involucra
a uno o más famosos.

Podría definirse a un mediático como
aquella persona que quiere estar en los medios sin importarle lo
que tengan que hacer para conseguir pantalla. Tienen la necesidad
de expresar algo, no importa si tiene contenido
periodístico o no. El mediático necesita "estar" a
cualquier precio.

Es la persona que desde la improvisación o desde
el lugar desde el cual quiere promocionarse llega a decir las
cosas más insólitas.

A cambio reciben un pago de parte de la
producción y "figuran" en los programas hasta que el
rating comienza a bajar.

Existen diferentes
clasificaciones de estos personajes llamados
mediáticos
de acuerdo al programa y a su
función en él. El caso más común es
el de los conocidos como "opinólogos" que son temporarios
y que pueden debatir sobre un tema específico y hablan
acerca de política, economía y temas de
relevancia, sin conocer acerca de los mismos.

Otro tipo es el mediático propiamente dicho. El
escandaloso, el que necesita estar todo el tiempo, no necesita
que ocurra algo en particular sino que aparecerá de
cualquier manera.

Hay mediáticos inteligentes, como por ejemplo
Moria Casan, que utiliza su reconocimiento para beneficiarse
saliendo en tapas de revistas, diarios, etc., ya que sobre lo que
opine generará polémica. Por último se
conocen los mediáticos conventilleros y/o
problemáticos, que se aseguran lugares en los programas
por medio de amistades con productores y directores.

La realidad es que todos ellos surgieron en un contexto
de escándalo o "denigración" televisiva.

Los programas de espectáculos y chimentos, que
incluían e incluyen a los mediáticos como principal
herramienta, surgieron en parte, gracias a la marcada
división social y económica que se dió como
consecuencia de la crisis vivida
durante los años ´90 y que continúa hasta
hoy.. Uno de las clases
sociales más desarrolladas del país es la media
y la baja, quienes consumen dichos programas ya que pueden llegar
a identificarse con algunas situaciones y/o personajes, mientras
que la clase alta
probablemente lo vea para observar los denigrantes conflictos
entre los mediáticos.

La TV
educativa

En sus primeros tiempos, la función de la
televisión era en su mayoría informativa, educativa
y en cierta parte de entretenimiento. En los comienzos de la
década de los 90, la televisión comenzó a
cambiar. El factor que provocó este cambio se dió a
raíz de que la audiencia empezó a seleccionar el
medio y los contenidos según sus necesidades. Algunos
prefieren informarse y otros miran programas de
espectáculos, chimentos, etc.

Asimismo, por periodismo se entiende la función
social de de recopilar, procesar y difundir por cualquier medio
de comunicación una noticia de interés
público, con la finalidad de informar y FORMAR, así
como también la de persuadir y entretener. El mensaje
periodístico, además de ser un hecho comunicable,
cumple la función formativa debido a los juicios de valor
que se emiten con él. Por lo general el público
busca despejarse de la rutina y encontrar en la televisión
una forma de entretenerse. Por esto, los programas de
géneros distintos a los informativos ?como los de
chimentos y espectáculos- son los elegidos a la hora de
distenderse.

No obstante, el desarrollo
producido en la sociedad ha provocado que la televisión
ocupe la mayor parte del tiempo dedicado al ocio. Prevalece su
función de entretener más que la de educar. Esto
trae aparejado un daño en
la televisión formativa y erosiona la informativa. El rol
de la televisión parece ser solamente el de atraer al
público y que este permanezca frente a ella el mayor
tiempo posible.

La televisión es el medio elegido por excelencia.
Ocupa un lugar privilegiado en los hogares. A tal punto que
momentos cotidianos de la vida giran en torno a
ella.

Tiene un atractivo particular: su fuerza
expresiva, porque se basa en la imagen y esto es muy eficaz a la
hora de interiorizar los mensajes ya que se meten directamente en
el subconsciente. A diferencia de los demás medios de
comunicación, por ejemplo, en el caso de los diarios,
solo se limitan a mostrar fotografías, y la radio a
contarlas. La televisión presenta imágenes
con color, música, y la realidad
con movimiento,
está "viva".

De este modo, el rol de la televisión parece ser
únicamente el de la custodia y la permanencia de la
audiencia ?en esto se asemeja a la nueva escuela?. En
ambos casos se trata de asegurar la custodia y la permanencia de
quienes como alumnos entran en la escuela o de quienes como
espectadores se acomodan delante de la TV.

Mucho de lo que diariamente aprendemos proviene de la
televisión. Si tomamos noción de las cosas que
vemos en solamente una hora de televisión nos daremos
cuenta que estamos expuestos a demasiada
información.

Desafortunadamente, los espectadores más
recurrentes a ella son los niños.
Ellos son los que tienden a imitar lo que ven en ella y adoptar
esos modelos como propios y es en el horario en que les
está permitido ver televisión (antes de las 22
horas) no hay una adecuada protección y control. Podemos
ver, por ejemplo, escenas de violencia y
sexo a las 15
horas.

Por otro lado, la gente puede mirar programas que les
muestren lo que sucede en otra parte del mundo o educarse en
cierto tema. Por el otro, gran parte de los espectadores ha
dejado de hacer sus actividades por mirar televisión, un
gran ejemplo es la lectura de
diarios que ha caducado y son los programas de
espectáculos, novelas y de sexo
los que aumentan dando nacimiento a la TV BASURA llamada
así por su bajo contenido en cuestiones culturales y
educativas. Ha cambiando en gran escala su
misión educativa e informativa, inclinándose hacia
el entretenimiento soez, vulgar, ficticio, amoral y
promiscuo.

El circo que muestra en su
pantalla se refuerza con la afirmación de que forma parte
de la realidad que vivimos diariamente. Si la televisión
de hoy representa el drama de la vida cotidiana estamos en
condiciones de afirmar que nos encontramos en una decadencia
cultural.

Lo grave de esta situación reside, en realidad,
en que no solo los intereses corporativos, políticos y
comerciales sostienen a la televisión en su
posición privilegiada de ineficaz educador de masas sino
que también la sostiene el pueblo, sin diferencias de
clases.

Hay otro factor bastante peligroso hoy en la
televisión; la idea que nos supone que cada uno puede
emitir y expresar una determinada opinión sobre cualquier
asunto que conforme el menú de la actualidad diaria.
Transmitir una visión propia, sin necesidad de seriedad y
conocimientos.

En la mayoría de los casos hay un constante
intercambio de opiniones y discusiones entre personas que tienen
la formación cultural para hacerlo (por ejemplo los
periodistas) y aquellas que opinan solamente para poder de esta
manera estar en los medios y cumplir con los objetivos que
se proponen.

Si bien es difícil definir cuál es el
impacto real que tuvieron los mediáticos en nuestra
televisión, podemos analizarlo en relación con su
repercusión en la audiencia.

La época y el contexto en el que surgen se dan en
los años ?90. Esto influye en su impacto porque debemos
recordar que fue la década menemista. Se buscaba ocupar la
mente de los televidentes con contenidos chabacanos y poco
culturales que los llevaba a distraerse y no pensar para evadir
lo que realmente estaba sucediendo. A pesar de esto, eran
atractivos por la forma en la que estaban hechos. La audiencia
los utilizaba como forma de distracción y relax luego de
la rutina diaria.

Los personajes que aparecen en estos programas tienen
tal atractivo que los espectadores están pendientes de sus
acciones y de
su variedad de problemas. Un
día se los puede ver peleando a muerte y al
día siguiente ser amigos inseparables.

La gente los seguía porque les resultaban
divertidas las cosas que hacían y sobre todo
increíbles. Era común escuchar en charlas de
oficina o
simplemente de barrio los comentarios acerca de la emisión
del día anterior de este tipo de programas.

Dentro del impacto de los medios, se los puede observar
en distintas revistas (hasta las más importantes),
escucharlos en entrevistas en
programas de radio, verlos en televisión (llegando a tener
su propio programa) y en Internet.

No eran aceptados en todos los medios. Algunos
realizaban constantes críticas hacia estos personajes y su
papel en los medios, argumentando que no era un aporte cultural y
vacío de contenido.

 

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