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Hugo Chavez y la guerra de resistencia (página 7)



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Imperialismo y resistencia en
Latinoamérica

James
Petras

Rebelión

Traducido para Rebelión por Marina
Trillo

Es totalmente pertinente que la
Cumbre de Presidentes Ibero Americanos (IAPS) se celebre este
año en Bolivia.
Porque apenas unas semanas antes, Bolivia fue el sitio de una
confrontación histórica, que quizás marque
época, entre una élite neoliberal corrupta apoyada
por la Embajada de EEUU y las Fuerzas Armadas y los campesinos,
trabajadores, estudiantes y pobres urbanos decididos a recobrar
el control soberano
de sus fuentes
energéticas y mercados
interiores. No es accidental que la IAPS tenga lugar en Santa
Cruz, la única ciudad de toda Bolivia donde el presidente
en su huída procuró provocar un infortunado
golpe de
estado apoyado por empresarios. El levantamiento popular de
octubre 2003 tiene dimensiones verdaderamente heroicas, pero es
sólo la ola de apertura de una lucha de amplitud
continental que está emergiendo en toda Latinoamérica. Para entender esta naciente
confrontación es importante examinar brevemente los
protagonistas del cambio, la
naturaleza de
la polarización entre los constructores del imperio y sus
regímenes vasallos por un lado, y los movimientos
socio-políticos de masas por otro lado, colocando esto
dentro del contexto de los cambios de poder
históricos de las últimas
décadas.

Este contexto político es importante
para delinear el campo de batalla fundamental – y los asuntos
sobre los que se producirán las luchas presentes y
futuras. Estos incluyen la batalla por el gas, el
petróleo y otras fuentes de energía; la
cuestión agraria en todas sus manifestaciones, desde la
distribución de la tierra, a
la autodeterminación del cultivo de cosechas (incluida la
coca), la protección de los mercados interiores y la
promoción de la seguridad
alimentaria doméstica; el tema del enorme ejército
de trabajadores urbanos parados permanentes; el punto fundamental
de los derechos humanos
sostenibles y el asunto de la justicia
social y la impunidad de
la élite.
En la sección final demostraremos por qué el
imperialismo
es el tema principal de nuestro tiempo. En
todos y cada uno de los más importantes problemas
sociales, políticos y económicos de nuestro
tiempo, una resolución progresista exige la derrota del
proyecto
imperial.
Cambio de Marea
Hay indicadores
empíricos significativos de que la marea se está
volviendo en contra de los regímenes cliente
estadounidenses de Latinoamérica, aunque a un coste muy
alto y sangriento. En Bolivia una alianza de clase de
varios millones de Bolivianos derribó el régimen de
Sánchez de Losada en octubre de 2003 e impuso al
Presidente entrante, Meza, un límite de 90 días
para renacionalizar el gas y las fuentes energéticas,
revocar el programa de
erradicación de coca e implementar otras demandas
populares. El coste fue alto: 81 Bolivianos fueron matados y 400
gravemente heridos. En la vecina Colombia, el
Presidente Uribe, EEUU y el FMI promovieron
un referéndum que no logró obtener el mínimo
25% del electorado y fue sonoramente derrotado – bloqueando
así los planes neoliberales de austeridad y privatización de Uribe. Un candidato de
"centro-izquierda" derrotó también al elegido de
Uribe para la alcaldía de Bogotá, la segunda
posición política más
importante del país. El programa de contra-insurgencia de
Uribe no ha conseguido hacer ningún progreso significativo
contra la guerrilla, a pesar de que las fuerzas paramilitares
continúan asesinando y desahuciando por la fuerza a
millares de campesinos en las áreas conflictivas.
En Venezuela, los
intentos apoyados por EEUU para derrocar violentamente por medio
de sicarios locales al régimen democráticamente
elegido del Presidente Hugo
Chávez fueron derrotados dos veces por una alianza de
pobres urbanos y sectores del ejército constitucionalista.
Como resultado Chávez ha "renacionalizado" la
compañía estatal del petróleo, reasignando sus ganancias desde
las inversiones
exteriores a proyectos
sociales locales para sanidad, educación, viviendas
económicas para los pobres y reforma
agraria para los campesinos sin tierra
100.000 beneficiarios en 2003.
En Argentina un levantamiento de masas populares en diciembre de
2001 y la movilización urbana a lo largo de 2002-2003 han
llevado a la acusada reducción de los pagos de deuda, una
bajada del precio de la
electricidad,
gas y otras utilidades y el principio de la reforma del corrupto
y represivo Estado dejado
por la dictadura
militar y los venales regímenes civiles neoliberales de
Menem, De La Rua
y Duhalde.

En Perú, Ecuador y
Brasil, los
movimientos de masas se reagrupan para relanzar sus proyectos de
transformaciones sociales, después del giro a la derecha
hacia el neoliberalismo
ortodoxo de los presidentes pseudo populistas, Lucio
Gutiérrez en Ecuador, Da Silva en Brasil y Toledo en
Perú. El apoyo a Toledo ha caído a plomo a cifras
de un sólo dígito; Gutiérrez ha perdido el
apoyo de los grandes sindicatos y
organizaciones
indias- campesinas y se ha aliado con el ultraderechista Partido
Cristiano Social Febres Cordero. En Brasil para gran
desilusión de la mayor parte de sus 50 millones de
votantes, Da Silva ha abrazado una versión extrema del
"programa de ajuste" neoliberal del FMI, cortando los programas
sociales, reprimiendo a los activistas rurales, cortando las
pensiones de los funcionarios y distribuyendo tierras a menos del
5% de los 60.000 trabajadores rurales sin tierra a los que
prometió asentar en el primer año de su mandato. El
MST, los funcionarios públicos, los trabajadores
autónomos y muchos otros sectores populares están
ya en huelga,
preparando ocupaciones masivas de tierras y organizando un nuevo
partido político.
El resurgimiento popular del año 2003 representa la cuarta
oleada de lucha popular durante el último medio siglo. La
primera oleada abarcó el período entre 1959 y
principios de
los 1970 – empezando con el éxito
de la revolución
cubana y terminando con la derrota de socialistas y
populistas y la imposición de dictaduras militares en el
Cono Sur. La segunda oleada se centró en América
Central y empezó con la Revolución
Sandinista de 1979 y terminó con su derrota en las
elecciones de 1990 y la consolidación de regímenes
cliente de EEUU en Nicaragua, Guatemala y El
Salvador. La tercera oleada, empezó a finales de los
años 1990 y terminó en 2002, una mezcla de
movimientos populares de masas y coaliciones con personalidades y
partidos electorales pseudo populistas. La cuarta oleada, que
gana ímpetu rápidamente, está cada vez
más ligada a los movimientos sociopolíticos de toda
Latinoamérica. La integran coaliciones de
indios-campesinos-clase obrera urbana parada, dedicadas a
actividades extra parlamentarias.
El asunto que unifica esta cuarta oleada de insurgencia popular
es su oposición a la recolonización de
Latinoamérica por medio del ALCA promovido
por los EEUU. La singularidad de estos movimientos es su independencia
del control de partidos electorales, su alcance de amplitud
continental, su poderosa red internacional de
solidaridad a
través de varios foros sociales y organizaciones. Lo
más importante son su profundo enraizamiento en
movimientos locales y su participación en luchas
concretas, basados en un análisis derivado de las especificidades de
la historia,
cultura,
estructura de
clase, características étnicas y de género de
cada país.
Contexto histórico para la Re-colonización de
Latino América (ALCA)
Los avances y retrocesos
de los regímenes cliente apoyados por EEUU y los intereses
económicos imperiales han estado en relación
inversa a la fuerza de los movimientos populares y los
regímenes socialmente progresistas del último medio
siglo. La primera oleada de regímenes cliente apoyados por
el imperio estaba formada por dictaduras militares anti
comunistas enormemente represivas durante los años 1950:
Batista en Cuba, Somoza
en Nicaragua, Trujillo en la República Dominicana, Odria
en Perú, Pérez Jiménez en Venezuela,
Armas en
Guatemala.

Estos fueron los predecesores de los
gobernantes neoliberales militares y civiles de la última
parte del siglo. Sirvieron esencialmente para abrir las puertas a
una temprana invasión del capital
estadounidense y para proporcionar apoyo incondicional a los EEUU
durante la Guerra
Fría. Los constructores del imperio estadounidense
apuntaron contra los emergentes regímenes
nacional-populares y socialistas – Perón en
Argentina, Vargas en Brasil, Allende en Chile, J. J. Torres en
Bolivia – que promovían la propiedad
nacional de las fuentes de energía y la empresa
pública en industrias
básicas.
Los EEUU intervinieron y derrocaron a los regímenes
nacionalistas populistas por medio de golpes de estado de las
élites cliente militares y civiles, e invasión
directa (República dominicana 1965). El resultado fue la
implantación del modelo
"neoliberal" o el modelo de acumulación de capital
centrado en el imperio (ICMCA), con el que se privatizaron las
empresas
públicas y fueron vendidas a corporaciones multinacionales
estadounidenses y europeas. Además invadieron los mercados
locales con exportaciones
subvencionadas y las deudas extranjeras contraídas por
gobernantes corruptos fueron utilizadas para socavar cualquier
estrategia
nacional de desarrollo
equitativo.
Los años 1980 presenciaron la transición de
dictaduras militares a electoralistas civiles autoritarios e
intensificación del "modelo neoliberal" y transferencia
masiva de ganancias, intereses, royalties y fondos
ilícitamente ganados a EEUU y la Unión
Europea. La consolidación de los regímenes
neoliberales llevó al desmantelamiento de los sistemas de
bienestar social, al desempleo urbano
masivo, enormes aumentos de migración
rural huyendo de la miseria absoluta en el campo, aumento de los
niveles de pobreza a
más del 50% y al creciente descontento generalizado con el
modelo de acumulación centrado en el imperio.
El período entre 1990-2001 presenció el
derrocamiento popular de dos presidentes neoliberales en Ecuador,
otro en Brasil (Collor), un cuarto en Venezuela (Carlos
Pérez), preludios del derrocamiento de los corruptos
políticos electorales autoritarios de Perú
(Fujimori), De La Rua (Argentina), Sánchez de Losada
(Bolivia) en los primeros años del nuevo milenio.
Aunque el neoliberalismo proporcionó ganancias
extraordinarias a las corporaciones multinacionales europeas y
estadounidenses y a las élites locales multimillonarias no
es ni políticamente ni socialmente sostenible. El descenso
y deterioro del neoliberalismo quedan patentes en las tasas de
crecimiento per capita negativas, la descapitalización de
las economías, el descenso del consumo
doméstico, la profundización de la crisis de la
agricultura
(excepto en los enclaves de exportación), y los pagos exorbitantes de
deuda que socavan cualquier inversión pública en economía y programas
sociales.
Neoliberalismo en Crisis: Re-Nacionalización o
Re-Colonización

El ALCA es la respuesta propuesta por EEUU a las declinantes
fortunas del neoliberalismo y a los estados fallidos asociados
con su implementación. El ALCA implica la transferencia
de soberanía a una comisión ALCA dominada por
los EEUU. Esta comisión establecerá el
armazón legal, económico y político para la
implementación a largo plazo y gran escala de los
intereses imperiales estadounidenses. El ALCA conducirá a
la cesión de todas las funciones
legislativas y ejecutivas Latinoamericanas y su
subordinación total a un ALCA controlado por EEUU.
La meta
económica inmediata del ALCA será privatizar las
restantes áreas lucrativas de propiedad nacional: el
petróleo y
las telecomunicaciones Venezolanas, Mexicanas y
Ecuatorianas y la privatización de la sanidad
pública, la educación y los
servicios
sociales. El ALCA también significará la
protección continuada de los sectores agrícolas e
industriales estadounidenses no competitivos, la
subvención continuada a los exportadores estadounidenses –
y la monopolización del comercio
para privilegiar a los exportadores estadounidenses por encima de
los productores asiáticos y europeos.
Para defender el ALCA como un proyecto de
re-colonización, los constructores del imperio
estadounidense están militarizando la región por
medio del Plan Colombia,
construyendo extensas redes de bases militares y
aumentando los contactos político-personales que suman a
funcionarios militares por la vía de 'maniobras militares
conjuntas'. El aumento del conflicto
social y de la insurgencia generalizada de las masas populares no
es sólo una respuesta a las pasadas y presentes
depredaciones sinó al futuro proyecto de
re-colonización, que implica el control de los recursos
energéticos (como el gas Boliviano), la expulsión y
desarraigo del campesinado rural y la "solución final" a
la autodeterminación nacional y la soberanía popular.
La crisis del neoliberalismo y la transición a la
re-colonización sucede, sin embargo, en terrenos de gran
contestación política y social: la emergencia de la
"cuarta oleada de movimientos sociopolíticos" y la
relativa debilidad y aislamiento de los regímenes vasallos
pro-ALCA. Bolivia ha ido por delante, primero al derrocar al
corrupto régimen de Sánchez de Losada y al
señalar una dirección alternativa: la
re-nacionalización de las fuentes de energía y la
protección y autodeterminación de sus productores
agrícolas domésticos. Los métodos
Bolivianos de demandas de cambio y programáticas tienen
profunda resonancia entre el pueblo de Latinoamérica, cada
vez más desengañado de los líderes
políticos elegidos cuyas campañas y promesas
electorales se oponen diametralmente a lo que hacen una vez
alcanzan el poder.

Plan de la Cuarta Oleada de Movimientos
Sociopolíticos

El eje de las luchas sociopolíticas emergentes gira
alrededor de cinco grupos de
asuntos, implicando cada uno de ellos choques frontales entre las
élites locales y los constructores del imperio
estadounidense de un lado y los indios-campesinos, trabajadores,
parados y juventud del
otro lado.

1. El filo de la confrontación del
imperio contra el pueblo es la batalla por el gas, el
petróleo y otras fuentes de energía. Una victoria
de los poderes imperiales – a saber, privatización o
continuación de la privatización – abrirá
la puerta a la toma completa de la economía y
proporcionará enormes recursos para financiar la
dominación imperial y sus élites vasallas. Una
victoria del pueblo – la derrota del imperialismo – en la toma
del control de la energía tendría como resultado
el proporcionar recursos para financiar la inversión
pública en infraestructura que ligue los mercados
interiores y proporcione empleo,
financiación de la reforma agraria y programas sociales
y modernización de los servicios sanitarios, educativos
y sociales. Igualmente importante, la re-nacionalización
podría proporcionar el ímpetu para revertir otras
privatizaciones ilegales y de alto coste y
desnacionalizaciones, aumentando el alcance y profundidad del
control público y popular sobre la economía. El
gas y el petróleo no son sólo una fuente de
riqueza sinó que son también emblemas de la lucha
por el desarrollo autónomo y la defensa de la identidad
nacional.
2. La fuerza impulsora de la actual insurrección
popular, los movimientos sociales mejor organizados y
más conscientes se encuentran en las áreas
rurales de Latinoamérica. El tema esencial es la
cuestión agraria en formas múltiples y
complejas, que van desde las demandas por la reforma agraria en
Brasil a las demandas de los cultivadores de coca en Bolivia,
Perú y Colombia por el derecho a cultivar y
comercializar la hoja de coca. La lucha fundamental se da entre
pequeños campesinos, trabajadores rurales sin tierra y
campesinos de tipo medio que producen alimentos para
los mercados locales contra los agro-exportadores, los
importadores comerciales y los grandes exportadores
subvencionados de Europa y
EEUU. Los asuntos son múltiples – unas tres cuartas
partes del crédito, asistencia técnica,
subvenciones de derechos del agua son
asignadas por los regímenes neoliberales a los sectores
agro- exportadores, mientras que los campesinos y
pequeños granjeros locales son forzados a pedir prestado
a tasas usurarias a prestamistas locales, grandes hacendados y
comerciantes. En Brasil, Paraguay y
Colombia propiedades inmensas en su mayor parte de tierra sin
cultivar coexisten con millones de trabajadores sin tierra y
campesinos de subsistencia. En Colombia y Brasil cientos de
miles de campesinos son desahuciados y cientos asesinados cada
año por los ejércitos privados de los grandes
terratenientes protegidos por el corrupto sistema
judicial. La misma "justicia de clase" encarcela a millares de
activistas campesinos que intentan remediar las quejas de sus
partidarios. El problema de la pobreza
rural sólo puede arreglarse confrontando el asunto de la
concentración de riqueza, tierras y crédito. El
problema agrario es el tema más explosivo que
probablemente sea detonante de una guerra
social a largo plazo y a gran escala.

La tercera área de la lucha de masas
se da entre la creciente masa de parados urbanos concentrados en
todas las capitales y principales ciudades provinciales. Entre el
cuarenta y el ochenta por ciento de la mano de obra
Latinoamericana está en paro o
empleada en actividad económica precaria que no
proporciona unos ingresos
suficientes para vivir. Movimientos de ocupación de
tierras a gran escala en la periferia de ciudades por los sin
hogar de Brasil, bloqueos de carreteras masivos por los
trabajadores en paro organizados de Argentina, y la insurgencia
urbana en El Alto, Bolivia, son sintomáticas de la
explosividad de los urbanos pobres. El punto clave que afecta al
empleo y desempleo es la descapitalización de
Latinoamérica por medio de onerosos pagos de deuda a
bancos
extranjeros, repatriación de ganancias por parte de las
corporaciones multinacionales y colusión de los bancos
estadounidenses y europeos al transferir miles de millones de
fondos ganados ilegalmente por los bancos locales,
políticos y élites locales de negocios. La
segunda fuente de desempleo es la bajada de aranceles y la
inundación de los mercados locales con productos
subvencionados de EEUU y la UE así como de corporaciones
multinacionales que exportan desde plataformas de trabajo barato
en China.
Los subempleados y parados incluyen a trabajadores fabriles que
han perdido sus trabajos y a jóvenes que entran al
mercado de
trabajo y nunca han estado empleados. Los recientes
levantamientos en Bolivia y Argentina, que lograron derrocar
regímenes vasallos de EEUU, y la movilización
popular que restauró al Presidente Chávez en el
poder estaban integrados en gran parte por subempleados y parados
urbanos más que por sindicatos industriales de base
fabril.
La cuarta área de la lucha de masas está en la
esfera de los derechos humanos entendida ampliamente. Los
movimientos de masas contra la impunidad de los funcionarios del
gobierno
implicados en masacres, genocidio, tortura y encarcelamiento
están en marcha, especialmente en Argentina, Bolivia,
Perú, Paraguay y Colombia. Campañas a gran escala
para liberar a activistas políticos y sociales
encarcelados, están teniendo lugar en Brasil, Colombia y
otras partes. La lucha contra la impunidad de antiguos asesinos
políticos se dirige hacia prevenir la reincidencia – la
repetición de crímenes por los mismos funcionarios
en el presente y el futuro. El número más grande de
extorturadores, exdictadores, exmilitaristas de
Latinoamérica se encuentra en confortable exilio en los
EEUU, especialmente en Miami que tiene la concentración
per capita más alta del mundo de terroristas
Latinoamericanos.
Puesto que la mayoría de los crímenes contra los
derechos humanos son el resultado de los gobernantes que protegen
los privilegios, enormes tenencias de propiedad y pillaje de
recursos nacionales por parte de élites minoritarias, la
defensa más efectiva de las obligaciones
de derechos humanos sostenibles requiere la transformación
de las estructuras
del estado y la redistribución de la riqueza, y la
propiedad hacia el control mayoritario – por los trabajadores,
campesinos y profesionales. La continuación de violaciones
de los derechos humanos, la persistencia de la
criminalización de los movimientos sociales y la impunidad
de las élites bajo los recientemente elegidos
regímenes de Da Silva, Gutiérrez y Toledo sugieren
que los derechos humanos no serán respetados por un cambio
de Presidentes, si no va acompañado de cambio
estructural.
Imperialismo Estadounidense: En el Ojo de la
Tormenta

Desde la caída de los regímenes comunistas,
Washington ha expandido su influencia sobre la mayor parte de los
antiguos países comunistas – desde el Báltico por
Europa Oriental a los Balcanes y más allá al
Asia Central y
Meridional, mediante guerras,
invasiones y operaciones
encubiertas. El imperio estadounidense abarca casi el cincuenta
por ciento de las 500 corporaciones multinacionales y bancos
más grandes, 120 bases militares alrededor del mundo y
centenares de misiones militares. El ALCA forma parte integral de
la Doctrina de Bush de dominación del mundo. Pero este
imperio no es omnipotente, el poder mundial no es "unipolar", ni
el imperio está omnipresente. En Irak, el
régimen colaborador-colonial se encuentra con resistencia
popular masiva con más de tres docenas de enfrentamientos
armados diarios y numerosos soldados estadounidenses y
colaboradores civiles heridos y muertos cada semana. La
resistencia aumenta también en el Afganistán
colonial. En Latinoamérica, los proyectos de poder
estadounidenses fueron derrotados en Venezuela, Colombia y
Bolivia. La resistencia popular derrotó dos golpes de
estado orquestados por EEUU en Venezuela, el "Plan Colombia" en
Colombia y la venta del gas de
Bolivia por Sánchez de Losada.
El coste de la construcción imperial de Washington
está socavando la economía doméstica y el
apoyo político de los regímenes, a medida que la
cantidad de soldados muertos sube junto con el déficit del
presupuesto
mientras el gasto social y los trabajos industriales descienden.
El "imperio crece pero la república declina" – es la mayor
contradicción, junto con la contradicción entre la
ocupación colonial y la resistencia anti-colonial en Irak
y Latinoamérica.
La Centralidad de Latinoamérica para el Imperio
estadounidense y la Centralidad del Imperio estadounidense en la
Regresión Latinoamericana

Las políticas
y las prácticas de las principales instituciones
políticas y económicas estadounidenses están
en el centro de los mayores problemas a
los que se enfrenta Latinoamérica. La noción de la
"centralidad" del imperio no niega el papel negativo de los
especuladores locales, políticos corruptos, terratenientes
y gente de negocios explotadores y oficiales militares
autoritarios. Pero deja en claro que los funcionarios de EEUU han
elaborado el modelo de acumulación centrado en el imperio
que ha estado en el centro de la regresión de la sociedad
Latinoamericana y el estancamiento de su economía.
La importancia de Latinoamérica para la
construcción imperial estadounidense se encuentra en tres
áreas generales: comercio, márgenes de beneficio y
control de la energía y otros recursos
estratégicos. EEUU tiene un creciente e insostenible
déficit comercial con Asia y Europa; la única
región en la que EEUU mantiene una cuenta excedente neta
es Latinoamérica. Si no fuera por los superávit de
comercio y servicios en Latinoamérica, la balanza
comercial negativa estadounidense pondría en riesgo el
dólar y quizás contribuiría a acelerar una
crisis financiera. El ALCA es visto por EEUU como un mecanismo
para sostener y ensanchar este superávit en vista de las
deprimentes perspectivas competitivas de otros sitios. En segundo
lugar, los márgenes de beneficio estadounidenses,
especialmente en finanzas y
banca pero
también en talleres de maquilas, energía y comercio
están por encima de la tasa media de retorno en los EEUU.
Entre 1990-2000 más de 900 mil millones de dólares
($900.000.000.000) fueron transferidos a EEUU en concepto de pagos
de interés, royalties, ganancias y
transferencias ilícitas de dinero de las
corruptas élites locales. Latinoamérica,
especialmente México,
Venezuela, Ecuador, es la principal fuente de importación de la energía necesaria
para sostener la economía estadounidense – especialmente
en tiempos de guerra y resistencia popular en Oriente Medio y
Asia Meridional.
Dados estos estratégicos asuntos – todos ellos componentes
básicos de la construcción del imperio
estadounidense – las presiones de EEUU hacia el ALCA llegan a ser
totalmente entendibles: Le proporciona a EEUU el control directo,
colonial, sobre los superávits Latinoamericanos al
conformar las políticas comerciales en su propio
beneficio, asegurándose la extracción continua de
pagos de interés y la toma de las fuentes de
energía por medio de privatizaciones.
Las instituciones imperiales estadounidenses y los
políticos están en el centro de la lucha de clases
en Latinoamérica en tres áreas de gran significado
histórico.
Los EEUU y sus auxiliares en las Instituciones Financieras
Internacionales (IFI) como el FMI, BM, BID son los arquitectos y
principales promotores y beneficiarios de la ideología y prácticas neoliberales.
La lucha contra el neoliberalismo implica la confrontación
directa con los regímenes locales que aplican esas
políticas e indirectamente pero de modo aún
más significativo el ataque a las IFI y sus patrocinadores
en Washington y Europa.
EEUU es la fuerza primaria que presiona para la rápida
imposición del ALCA y el más prominente
beneficiario de la re-colonización de
Latinoamérica. La creciente oposición generalizada
al ALCA es 'lenguaje
cifrado' para la oposición a la reconquista imperial
estadounidense de Latinoamérica, y el efecto
último, la des-emancipación de los ciudadanos
latinoamericanos y la muerte de
la soberanía nacional.
La principal fuente de conflictos hoy
y en el pasado ha estado relacionada con la toma o con el intento
de apropiación por parte de los EEUU de las fuentes
energéticas Latinoamericanas. Los mayores y más
sangrientos enfrentamientos recientes entre los movimientos
populares Latinoamericanos y los clientes
estadounidenses se produjeron en Bolivia y Venezuela – sobre el
control del petróleo y el gas. El comportamiento
violento de los clientes apoyados por EEUU, un golpe en Venezuela
y masacres en Bolivia, nos dice mucho acerca de la base
política profundamente autoritaria de la
recolonización estilo ALCA.
En 'análisis sectoriales' más específicos
encontramos todo el penetrante impacto negativo del imperialismo
– especialmente en aquellas áreas problemáticas
anteriormente aludidas, la cuestión agraria, el desempleo,
los derechos humanos y los recursos energéticos.
El imperialismo y la Cuestión Agraria
Hay cinco áreas donde los intereses imperiales han tenido
un impacto negativo sobre los granjeros Latinoamericanos, los
campesinos y los trabajadores sin
tierra:

1. Los pequeños granjeros y los
campesinos han sido empobrecidos y desahuciados por las
exportaciones estadounidenses de alimentos subvencionados y en
general por el apoyo de EEUU para eliminar las barreras
arancelarias que protegen a los productores locales.
2. Agencias policiales estadounidenses como la DEA ha impuesto la
carga del tráfico de drogas a los
campesinos productores de coca, que no producen drogas
adictivas, ni las consumen, ni reciben más de un 5% del
precio final de las calles de las ciudades estadounidenses. El
programa estadounidense de erradicación de droga ha
puesto en peligro el sustento de cientos de miles de casas
campesinas y socavó las economías de cinco veces
ese número de establecimientos comerciales y de
servicios que dependen del gasto de los productores de coca,
por no mencionar las pérdidas de rentas públicas
que podrían financiar el desarrollo y el empleo.
3. El desarraigo y desplazamiento masivos, la
'urbanización forzada' de millones de campesinos en
Colombia, América Central y otras partes es el resultado
de los mil millones de dólares en programas de
contra-insurgencia que han aterrorizado el campo, destruido las
casas productivas y socavado la confianza inversora en
cualquier tipo de inversiones que hubieran creado puestos de
trabajo.
4. La sistemática militarización del
Pentágono de la política Latinoamericana
especialmente en las áreas rurales y la alianza entre
terratenientes, barones de la madera y
jefes políticos derechistas han llevado al crecimiento
de un 'déficit alimentario' porque la mayoría de
los productores de alimentos básicos para consumo local
son pequeños granjeros adversamente afectados por la
militarización estadounidense del campo.
5. Finalmente la insistencia de EEUU y las IFI en el pago
inmediato e íntegro de la deuda ha agotado los cofres de
las administraciones municipales – fondos que podrían
haber sito usados para proporcionar crédito, compra de
tierra para la reforma agraria o producción subvencionada de
alimentos.

Desde luego no sorprende, dada la completa,
profunda y adversa participación del imperialismo
estadounidense en todos los aspectos de la agricultura, que los
campesinos, los indios y los trabajadores sin tierra hayan estado
en la vanguardia de
los movimientos sociales opuestos al imperialismo estadounidense
en sus varias reencarnaciones, como 'neoliberalismo', "ALCA" y
"pagos de deuda".
El gas y el petróleo son de importancia
estratégica para el imperio y también para las
empobrecidas gentes de Latinoamérica. El asunto es claro:
las enormes ganancias y rentas del gas y del petróleo, el
uso y procesado de energía tienen implicaciones
enormemente importantes para sostener el imperio o, desde la
perspectiva popular, para la financiación de la actividad
productiva, sanidad, educación, empleo y actividad
relacionada agrícola e industrial. La pregunta fundamental
es la propiedad, dirección y asignación. El imperio
estadounidense quiere que sus corporaciones multinacionales
posean, dirijan y se beneficien del petróleo al servicio de la
economía de EEUU. Los movimientos populares quieren la
propiedad pública nacional bajo control democrático
para reinvertir las ganancias del petróleo en multiplicar
el crecimiento
económico y social dentro de sus países y para
suministrar energía y electricidad baratas a sus hogares,
granjas y fábricas.
Desempleo e Imperialismo
El modelo de acumulación centrado en el imperio (ICMA),
mejor conocido como "neoliberalismo", está implicado en
profundizar y extender el desempleo tanto en las áreas
urbanas como en las rurales. Las exportaciones agrícolas
subsidiadas por Washington y la protección de cultivadores
y fabricantes no competitivos locales han llevado a la quiebra a
granjeros y cerraron los mercados a los productores locales,
aumentando el número de parados en millones. El ICMA ha
eliminado la protección de los fabricantes locales
llevando al enorme despido de trabajadores porque los
industriales pasan a realizar actividades comerciales tales como
la venta productos baratos importados. Del mismo modo el proceso de
privatización ha llevado a despidos masivos y crecientes
cargas sobre la energía provocando que los usuarios
locales no sean competitivos en los mercados locales y
extranjeros. Finalmente las demandas de los banqueros y las IFI
de pagos completos e inmediatos de la deuda privan al estado de
recursos para financiar los servicios
públicos e inversiones de capital que a su vez llevan
a despidos masivos de empleados del sector
público y socavan la capacidad del estado para crear
nuevos puestos de trabajo y financiar reformas agrarias que
podrían absorber a la población rural excedente.
Aunque la corrupción
y la incompetencia de los funcionarios locales y la fuga de
capitales de los inversores locales son importantes factores
contribuyentes, el sobre- curvado armazón
político-económico generador de desempleo ha sido
diseñado y reforzado por las agencias imperiales de EEUU y
sus auxiliares en las IFI.
Imperialismo y Derechos Humanos
El vínculo más flagrante y obvio entre el
imperialismo y los profundos problemas estructurales existentes
en Latinoamérica está en el área de los
derechos humanos. Todas las principales instituciones estatales y
para-estatales – ejército, policía, inteligencia y
sus auxiliares en las fuerzas paramilitares – implicadas en
violaciones de los derechos humanos reciben armas, entrenamiento,
adoctrinamiento, financiación y poderoso apoyo
político de sus agencias equivalentes en el estado
imperial estadounidense. Si es el Plan Colombia, las bases
militares de EEUU por toda Latinoamérica, o la
intervención directa y flagrante del Embajador de EEUU
para promover golpes de estado y represión, el estado
imperial estadounidense es profundamente cómplice de
crímenes contra la humanidad, ya sea en la
promoción del asesinato de 300.000 civiles en
América Central durante los años 1980, la matanza
de 30.000 campesinos en Colombia en los años 1990, o la
masacre y centenares de heridos en Bolivia en 2003.
Como indica el caso de la residencia actual en Miami del
expresidente Sánchez de Losada, EEUU proporciona refugio y
santuario a fugitivos y criminales que huyen de procesos
judiciales sobre violación de derechos humanos y pillaje
del tesoro público lo que convierte a EEUU en
cómplice de sus crímenes.
Conclusión
Es totalmente pertinente que haya dos conferencias en Santa Cruz,
Bolivia. Una, la Cumbre Iberoamericana de Presidentes, representa
los intereses de los constructores imperiales estadounidenses y
europeos y sus estados vasallos, mientras que la conferencia
alternativa reúne a la resistencia popular contra el
imperio – las fuerzas que luchan por una transformación
social profunda. Está claro que la correlación de
fuerzas en Latinoamérica y en el mundo está
cambiando lenta e inexorablemente en contra del imperialismo:
después de los discursos
triunfales que acompañaron la invasión y
ocupación de Irak ahora oímos la creciente
resistencia popular anti-colonial, las crecientes bajas
estadounidenses y el descontento en el corazón
del imperio.

En Ibero América el ascenso y
caída de "presidentes" vasallos imperiales se acelera: en
asunto de meses los recién elegidos, aclamados por
los medios de
comunicación como "nuevos salvadores", sucumben
rápidamente a las demandas de sus patronos imperiales y
confrontan a los cada vez más movilizados campesinos,
trabajadores parados, mujeres, jóvenes y pueblos
indígenas. Sus aceptaciones populares se hunden a cifras
de un sólo dígito. Bolivia es emblemática en
este acelerado proceso de cambio: Sánchez de Losada fue
expulsado en menos de 2 años, Carlos Meza, el Presidente
provisional, siguiendo órdenes del Embajador
estadounidense Greelee, ha declarado la guerra contra los
cocaleros y puede no durar más allá de los 90
días de mandato dados por el plebiscito popular.
Mientras los movimiento
populares avanzan, con retiradas, bajas y conquistas, así
también el imperio prepara golpes militares, masacres y
corrupción de los líderes populares.
Quedan por delante grandes batallas. Presenciamos un
período de luchas masivas, represión violenta,
intervención patente y distorsiones monstruosas en los
medios de
comunicación, convirtiendo a las víctimas en
verdugos, y a los verdugos en víctimas. Pero los
movimientos avanzan, dolorosamente, pero con seguridad,
enterrando a sus camaradas, atendiendo a sus heridos, nutriendo a
sus supervivientes y aumentando su solidaridad. Finalmente, con
organización, consciencia y audacia
ganaremos, no sólo porque la causa de la libertad y la
igualdad es
justa, sinó porque nos atrevemos luchar.

6 de Noviembre de 2003

Venezuela podría convertirse en un
objetivo
militar prioritario de EE.UU."

Darío
Pignotti

Página/12

En medio de roces verbales entre
Washington y Caracas, William Izarra, suerte de ideólogo
del proceso venezolano, dijo a Página/12 que su
país forma parte de la táctica desestabilizadora de
Bush.

La semana pasada, en Washington, Condoleezza
Rice definió a Venezuela y a Irán como amenazas a
la estabilidad regional y mundial, respectivamente. En Caracas,
esa misma semana, el líder
del Parlamento iraní defendía el plan nuclear de su
país mientras discutía con las autoridades
venezolanas la posible visita del presidente Mahmud Ahmadinejah,
a quien la secretaria de Estado considera financista del terrorismo. El
teniente coronel William Izarra, uno de los arquitectos de la
diplomacia activa con Teherán, afirmó en entrevista con
Página/12 que "la relación con Irán
constituye un objetivo importante dentro de la política
exterior de la revolución bolivariana y entiendo que el
presidente Chávez no la dejará de lado por las
presiones norteamericanas. Existe una amplia agenda con
países asiáticos en la que se contempla la
cooperación nuclear con Irán con fines
pacíficos". Considerado como uno de los ideólogos
del proceso venezolano, Izarra sostiene que la escalada de roces
con Washington tiende a ganar voltaje.

–¿Por qué
Chávez no evita la guerra retórica con
EE.UU.?

–Porque no es retórica. Usted
se engaña si supone que estamos ante una guerra de papel.
Actualmente Venezuela representa un objetivo político para
la estrategia desestabilizadora de los EE.UU., que codician
nuestras reservas de petróleo y necesitan acabar de una
vez con la Revolución Bolivariana para impedir que su
ejemplo cunda en la región. Pero si fracasa esa
táctica de inviabilizar nuestro proyecto político,
Venezuela se convertirá en objetivo militar prioritario,
como parte del Plan Colombia.

–Los objetivos de
ese plan son el combate al narcotráfico y la guerrilla
colombianos.

–El Plan Colombia no se ciñe
sólo a las fronteras de ese país, es un plan
militar subregional, que en una fase futura puede incluir
acciones
violentas contra el territorio venezolano y ocupación de
zonas vitales. A mi entender, un anticipo de esa probable
"intervención directa" de EE.UU. quedó desbaratada
cuando una centena de paramilitares colombianos son detenidos en
una finca venezolana preparándose para acciones de
sabotaje, que equivalen a "acciones de intervención
indirecta" de EE.UU. Es altamente probable que detrás de
esa incursión paramilitar estuviera la
CIA.

–La "exportación" del Plan
Colombia podría incluir al ejército
colombiano?

–En el medio o largo plazo es posible
que haya confrontación militar entre Colombia y Venezuela.
Entre los escenarios que se analizan sobre los planes para acabar
con la revolución bolivariana no se descarta la guerra
regional como una forma indirecta de penetración del
imperio. Yo diría que ése es el plan de algunos
generales colombianos, hay generales que por su formación
ideológica no toleran a Chávez ni a su influencia
en la izquierda colombiana. Pero en el corto plazo, lo real es
que en la frontera hay
paramilitares esperando la orden de actuar de la CIA y sabemos
que ya hay paramilitares dentro de
Venezuela.

–¿Eso demuestra la
vulnerabilidad venezolana?

–En cierta medida sí, nuestra
principal fuerza no es militar sino política, está
en el extraordinario apoyo del pueblo a la revolución
bolivariana.

–¿Ese argumento es
suficiente ante un enemigo como
EE.UU.?

–La fuerza militar de EE.UU. es
poderosa para invadir territorios y aniquilar gobiernos, pero no
para doblegar la voluntad de un pueblo. No estoy hablando en
teoría,
allí tiene usted el ejemplo actual de la resistencia del
pueblo iraquí o la victoria de Vietnam, liderado por Ho
Chi Min, frente a franceses y norteamericanos (décadas del
’50 al ’70). Ho Chi Min y otros teóricos de la
guerra popular como Mao Tse Tung nos enseñan cómo
organizar una estrategia de resistencia frente a una amenaza
asimétrica que pudiera estar siendo elaborada en
Washington. Es pensando en ese escenario que en mayo de 2004 el
presidente lanzó el Plan de Defensa Integral de la
Nación,
en el cual estamos trabajando actualmente para que la sociedad
tome conciencia de que
no sólo a los militares les corresponde la defensa del
territorio, de la independencia y la democracia de
nuestra nación.

–Los venezolanos parecen apoyar
más a Chávez que a la
revolución

–Hay muchos venezolanos que apoyan la
revolución porque la sienten, pero no porque sean
conscientes, no hay una consistencia ideológica. Debemos
crear una red
ideológica que difunda y profundice las ideas de la
revolución para que rompamos por fin con la herencia de la IV
República y la ideología de la democracia
representativa y se hagan carne los cambios radicales de la V
República, la democracia directa, el poder popular que
acaba con el Estado clientelista actual y pasa a definir el rumbo
a través de cabildos abiertos, gobiernos comunitarios y
contraloría social del Estado.

–¿Hay corrupción en
el actual gobierno?

–No diría en el gobierno,
diría en sectores del Estado que aún cargan los
vicios del antiguo régimen. También hay organismos
de seguridad que no cumplen con la ley, hay
denuncias formales sobre torturas de los servicios de
inteligencia venezolanos contra disidentes políticos. Son
denuncias del año pasado. Claro que el presidente no
autorizó ni sabía nada de lo que estaba ocurriendo
sin su autorización.

–¿Qué rentabilidad
estratégica puede traer el gasoducto sudamericano, con un
costo estimado en
20.000 millones de dólares?

–En los próximos 20 años
el petróleo seguirá siendo una fuente de
energía insustituible, por eso los estudios de factibilidad del
gasoducto no deben tomar sólo en cuenta lo
económico. Debe ser analizado su significado
geopolítico. Entiendo que además de fortalecer
nuestra integración energética sería
una contribución para impedir que la Amazonia se convierta
en un protectorado internacional, digitado por el imperio bajo
pretextos ecológicos y de
seguridad.

—¿Es cierto que los
militares bolivarianos han iniciado contactos informales con sus
colegas de la región?

–No puedo responderle
categóricamente, no tengo información al respecto. De todas formas
supongo que es natural que haya un acercamiento con los camaradas
de armas de los países hermanos. Creo que debemos trabajar
para lograr una integración de Defensa sin la injerencia
de los Estados Unidos. Debe ponerse manos a la obra para que haya
una especie de Tratado Interamericano de Asistencia
Recíproca de los años ‘50 pero ahora con otra
orientación, donde la premisa de la guerra fría sea
superada por la de la soberanía regional ante el imperio;
donde se parta de una alianza de los seis gobiernos progresistas
de la actualidad: Cuba, Venezuela, Brasil, Bolivia, Argentina y
Uruguay,
formando un eje que debería contrabalancear al eje del
Pacifico, donde están Colombia, Ecuador, Perú y
Chile, que se inclinan hacia los Estados Unidos y
el ALCA.

La guerra de guerrillas es una
táctica militar de guerra consistente en hostigar al
enemigo en su propio terreno con destacamentos de irregulares y
mediante ataques rápidos y sorpresivos, voladuras de
instalaciones, puentes y caminos o secuestros de armas y
provisiones. Es frecuentemente utilizada en situaciones de

guerra
asimétrica.

En los ejércitos modernos, estos
ataques son llamados "operaciones de comandos" si los
realizan tropas regulares. El comando es un soldado o un grupo de
soldados entrenados y armados en el ejército. Los
guerrilleros pueden actuar en relación con el
ejército regular pero son milicias formadas por los
paisanos.

Origen del
término

El término guerrilla y el
término guerrillero comenzaron a usarse en España
durante la invasión de Napoleón
Bonaparte, en el siglo XIX. El sufijo -illa, acepta la
desigual lucha entre civiles y un ejercito organizado por un
estado. Sin ese nombre, esta forma de lucha se dio a lo largo de
toda la historia. Los judíos
conquistaron el Canaán, según el relato
bíblico, mediante ataques sopresivos; Alejandro
Magno debió enfrentar las guerrillas de tribus
montañesas durante su primera incursión contra los
persas; y Aníbal perdió varios guerreros a manos de
las tribus salasias cuando cruzaba los Alpes. En la propia
Península Ibérica se encuentran ejemplos de
guerrillas ya durante la invasión romana (Viriato,
Corocota) y los primeros siglos de la Edad Media
(Don Pelayo y sus seguidores contra los musulmanes en Asturias o
los vascones contra Carlomagno en
Roncesvalles).

Pero fue durante las campañas
napoleónicas en España cuando el termino
alcanzó su consagración; ensalzado, si se quiere,
por el propio Napoleón que llegó a considerar la
resistencia española la causa principal de su derrota; por
encima incluso, según su opinión, de las
catastrofes en Rusia que,
según los historiadores, fueron mucho más
sangrantes que las españolas.

Resumen
histórico

En general, la lucha de guerrillas es de
resistencia a un invasor y está aureolada por motivos
patrióticos, revolucionarios o religiosos. Los galeses se
opusieron a la invasión de los normandos mediante
guerrillas de arqueros certeros en el siglo XII. La leyenda de
Robin Hood se basa probablemente en la resistencia de campesinos
armados al reinado de Juan sin Tierra. Durante todo el siglo XIX,
los movimientos nacionalistas, como el de Garibaldi en Italia o la
guerra de independencia de los griegos durante la
dominación turca, se basaron en luchas de grupos civiles
armados. La lucha independentista en Estados Unidos fue
acompañada por guerrillas que emboscaban a las tropas
inglesas. Simón Bolívar y
José de San Martín, así como los patriotas
de Chile, utilizaron la táctica de guerra de guerrillas en
América del Sur en su guerra contra la corona de
España. Martín Güemes mantuvo a raya a los
españoles en el norte de la Argentina mediante ataques
sorpresivos de gauchos montados
y armados con lanzas.

 Guerrillas en el Siglo
XX

En el siglo XX, durante la Guerra de los
bóers, en la actual Sudáfrica, los colonos
holandeses utilizaron esa táctica. También los
irlandeses crearon un ejército de irregulares para
oponerse a los británicos: el IRA, siglas en inglés
de Ejército Republicano Irlandés. Lograda la
independencia, la guerrilla siguió realizando ataques
terroristas en la zona que quedó bajo control
británico, el Ulster. En las primeras décadas del
siglo XX, Francisco Villa y
Emiliano
Zapata formaron ejércitos de campesinos en
México e iniciaron una revolución con
métodos de guerrilla, finalmente frustrada. Por la misma
época, los Estados Unidos sufrieron lo que probablemente
es su primera gran derrota militar cuando se enfrentaron a la
guerra de guerrillas liderada por el patriota nicaragüense
Augusto César Sandino contra la ocupación
militar.

El británico Lawrence de Arabia
utilizó la guerra de guerrillas, con los árabes y
contra los turcos, con devastadores
efectos.

En el Rif, en los 20 del siglo XX, Mohammed
Abdelkrim al-Jattabi puso en marcha una guerra de guerrillas
contra las tropas coloniales españolas, la llamada harka,
basada en gran medida en el desgaste producido por
francotiradores invisibles a ojos del enemigo (llamados pacos por
los soldados españoles). Los fundamentos teóricos
de esta guerrilla serían estudiados años más
tarde por Ho Chi Minh y Vo Nguyen Giap en
Vietnam.

La Segunda Guerra
Mundial

Durante la Segunda Guerra
Mundial, las guerrillas acosaron a los invasores nazis en
varios países de Europa: en Francia, se la
llamó maquí; en Italia y Yugoslavia, los
guerrilleros eran llamados partisanos. En la Unión
Soviética, las guerrillas hostilizaron al ejército
alemán durante su avance hacia Moscú. Terminada la
contienda, los métodos guerrilleros reaparecieron en
Vietnam, contra la dominación de Francia. Ho Chi Minh fue
el líder de esa lucha, y su gran estratega el general Vo
Nguyen Giap. El Vietcong (la guerrilla vietnamita)
continuó luchando en el sur del país contra los
Estados Unidos, a los que finalmente logró expulsar
infligiéndoles una traumática derrota. En Argelia,
los métodos de guerrilla se aplicaron contra los
dominadores franceses.

Los "movimientos de liberación
nacional"

Las guerrillas se propagaron por Africa y América
Latina en las décadas de 1950 y 1960. La guerrilla de
Fidel Castro
logró tomar el poder en Cuba en 1959. Uno de sus
líderes, el argentino Ernesto "Che" Guevara, se
convirtió en figura central de los movimientos
guerrilleros de izquierda, que intentaron revoluciones
socialistas en el llamado Tercer Mundo. Asesinado en 1967 en
Bolivia donde intentaba establecer un foco guerrillero, Guevara
teorizó acerca de la guerrilla revolucionaria,
definiéndola como vanguardia del pueblo en lucha. Sus
escritos y métodos dieron lugar a que se hablara del
"foquismo" revolucionario, criticado por otras organizaciones de
la izquierda.

En la Argentina, los movimientos subversivos
jugaron un papel relevante a comienzos de la década de
1970. Finalmente, fueron diezmados durante la llamada "guerra
sucia" emprendida por los militares en el poder desde 1976 hasta
1983.

En la década de 1980, la guerrilla
sandinista (por el general Augusto César Sandino)
tomó el poder en Nicaragua. En la década de 1990,
surgió el Ejército Zapatista de Liberación
Nacional en Chiapas, uno
de los estados más pobres de México. En Colombia,
persiste desde la década de 1960, la guerrilla de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que
domina algunos territorios
selváticos.

Durante una guerra convencional, la
guerrilla es auxiliar del ejército y funcional a sus
objetivos. Las guerrillas que se plantearon como de
liberación nacional en la década de 1960 se
proponían en cambio crear ejércitos populares a
partir de la lucha de grupos guerrilleros. De acuerdo con la
concepción militar tradicional (por ejemplo, la del
teórico militar prusiano Carl von Clausewitz), la
guerrilla no es posible si no se despliega en un territorio
natural de difícil acceso. La guerrilla de la segunda
mitad del siglo XX se ocultó y actuó en las
ciudades y realizó ataques con bombas no solo
contra objetivos policiales y militares, sino también
contra bancos y otras empresas. También recurrió al
secuestro como
forma de "propaganda
armada".

La llamada "guerrilla urbana", marxista o
nacionalista, tuvo manifestaciones en Europa, con las Brigadas
Rojas de Italia, la ETA en España y la Fracción del
Ejército Rojo en Alemania.
También en América Latina, principalmente en la
Argentina y Uruguay, la guerrilla actuaba en las ciudades, como
de hecho había ocurrido en Argelia y en Irlanda,
principalmente realizando atentados con bombas y en algunos casos
contra civiles, de carácter terrorista. Una historia de los
movimientos guerrilleros argentinos del siglo XX puede hallarse
en el libro La
Politica Armada: desde los Uturuncos y el FRIP hasta el ERP y los
Montoneros.

La victoria armada del pueblo cubano sobre
la dictadura batistiana ha sido, además del triunfo
épico recogido por los noticieros del mundo entero, un
modificador de viejos dogmas sobre la conducta de las
masas populares de la América Latina, demostrando
palpablemente la capacidad del pueblo para liberarse de un
gobierno que lo atenaza. a través de la lucha
guerrillera.

 Consideramos que tres aportaciones
fundamentales hizo la Revolución cubana a la mecánica de los movimientos revolucionarios
en América, son ellas:

1.  Las fuenas populares pueden
ganar una guerra contra el
ejército.

2.  No siempre hay que esperar a
que se den todas las condiciones para la   
revolución; el foco insurreccional puede
crearlas.

3.  En la América
subdesarrollada el terreno de la lucha armada debe ser
fundamentalmente el campo.

De estas tres aportaciones, las dos primeras
luchan contra la actitud
quietista de revolucionarios o seudorrevolucionarios que se
refugian, y refugian su inactividad, en el pretexto de que contra
el ejército profesional nada se puede hacer, y algunos
otros que se sientan a esperar a que, en una forma mecánica, se den todas las condiciones
objetivas
y subjetivas necesarias, sin preocuparse de acelerarlas. Claro
como resulta hoy para todo el mundo, estas dos verdades
indubitables fueron antes discutidas en Cuba y probablemente sean
discutidas en América
también.

Naturalmente, cuando se habla de las
condiciones para la revolución no se puede pensar que
todas ellas se vayan a crear por el impulso dado a las mismas por
el foco guerrillero. Hay que considerar siempre que existe un
mínimo de necesidades que hagan factible el
establecimiento y consolidación del primer foco. Es decir,
es necesario demostrar claramente ante el pueblo la imposibilidad
de mantener la lucha por las reivindicaciones sociales dentro del
plano de la contienda cívica. Precisamente, la paz es rota
por las fuerzas opresoras que se mantienen en el poder contra el
derecho establecido.

En estas condiciones, el descontento popular
va tomando formas y proyecciones cada vez más afirmativas
y un estado de resistencia que cristaliza en un momento dado en
el brote de lucha provocado inicialmente por la actitud de las
autoridades.

Donde un gobierno haya subido al poder por
alguna forma de consulta popular, fraudulenta o no, y se mantenga
al menos una apariencia de legalidad
constitucional, el brote guerrillero es imposible de producir por
no haberse agotado las posibilidades de la lucha
cívica.

El tercer aporte es fundamentalmente de
índole estratégica y debe ser una llamada de
atención a quienes pretenden con criterios
dogmáticos centrar la lucha de las masas en los
movimientos de las ciudades, olvidando totalmente la inmensa
participación de la gente del campo en la vida de todos
los países subdesarrollados de América. No es que
se desprecie las luchas de masas obreras organizadas, simplemente
se analiza con criterio realista las posibilidades, en las
condiciones difíciles de la lucha armada, donde las
garantias que suelen adornar nuestra constituciones están
suspendidas o ignoradas. En estas condiciones los movimientos
obreros deben hacerse clandestinos, sin armas, en la ilegalidad y
arrostrando peligros enormes ; no es tan difícil la
situación en campo abierto, apoyados los habitantes por la
guerrilla armada y en lugares donde las fuerzas represivas no
pueden llegar.

Independientemente de que después
hagamos un cuidadoso análisis, estas tres conclusiones que
se desprenden de la experiencia revolucionaria cubana las
apuntamos hoy a la cabeza de este trabajo por considerarlas
nuestro aporte fundamental.

La guerra de guerrillas, base de la lucha de
un pueblo por redimirse, tiene diversas características,
facetas distintas, aun cuando exista siempre la misma voluntad
esencial

de liberación. Es obvio -y los
tratadistas sobre el tema lo han dicho sobradamente- que la
guerra responde a una determinada serie de leyes
cientificas, y quien quiera que vaya contra ellas, irá a
la derrota. La guerra de guerrillas, como fase de la misma, debe
regirse por todas ellas; pero por su aspecto especial, tiene,
además, una serie de leyes accesorias que es preciso
seguir para llevarla hacia adelante. Es natural que las
condiciones geográficas y sociales de cada país
determinen el modo y las formas peculiares que adoptará la
guerra de guerrillas, pero sus leyes esenciales tienen vigencia
para cualquier lucha de este tipo.

Encontrar las bases en que se apoya este
tipo de lucha, las reglas a seguir por los pueblos que buscan su
liberación; teorizar lo hecho, estructurar y generalizar
esta experiencia para el aprovechamiento de otros, es nuestra
tarea del momento.

Lo primero que hay que establecer es
quiénes son los combatientes en una guerra de guerrillas.
De un lado tenemos el núcleo opresor y su agente, el
ejército profesional, bien armado y disciplinado, que, en
muchos casos, puede contar con el apoyo extranjero y el de
pequeños núcleos burocráticos, paniaguados
al servicio de ese núcleo opresor. Del otro, la
población de la nación o región de que se
trate. Es importante destacar que la lucha guerrillera es una
lucha de masas, es una lucha de pueblo: la guerrilla, como
núcleo armado, es la vanguardia combatiente del mismo, su
gran fuerza radica en la masa de la población. No debe
considerarse a la guerrilla numéricamente inferior al
ejército contra el cual combate, aunque sea inferior su
potencia de
fuego. Por esto es preciso acudir a la guerra de guerrillas
cuando se tiene junto a sí un núcleo mayoritario y
para defenderse de la opresión un número
infinitamente menor de armas.

El guerrillero cuenta, entonces con todo el
apoyo de la población del lugar. Es una cualidad sine qua
non. Y se ve muy claro, tomando como ejemplo gavillas de
bandoleros que operan en una región; tienen todas las
características del ejército guerrillero:
homogeneidad, respeto al jefe,
valentia, conocimiento
del terreno, y, muchas veces, hasta cabal apreciación de
la táctica a emplear. Falta sólo el apoyo del
pueblo; e inevitablemente estas gavillas son detenidas o
exterminadas por la fuerza
pública..

Analizado el modo operacional de la
guerrilla, su forma de lucha y comprendiendo su base de masas
sólo nos resta preguntar: ¿Por qué lucha el
guerrillero? Tenemos que llegar a la conclusión inevitable
de que el guerrillero es un reformador social, que empuña
las armas respondiendo a la protesta airada del pueblo contra sus
opresores y que lucha por cambiar el régimen social que
mantiene a todos sus hermanos desarmados en el oprobio y la
miseria. Se lanza contra las condiciones especiales de la
institucionalidad de un momento dado y se dedica a romper, con
todo el vigor que las circunstancias permitan, los moldes de esa
institucionalidad. Cuando analicemos más a fondo la
táctica de guerra de guerrillas, veremos que el
guerrillero debe tener un conocimiento cabal del terreno que
pisa, sus trillos de acceso y escape, posibilidades de maniobrar
con rapidez, apoyo del pueblo, naturalmente, y lugares donde
esconderse. Todo esto indica que el guerrillero ejercerá
su acción
en lugares agrestes y poco poblados, y en estos parajes, la lucha
del pueblo por sus reivindicaciones se sitúa
preferentemente y, hasta casi exclusivamente, en el plano del
cambio de la composición social de la tenencia de la
tierra, es decir, el guerrillero es, ante todo un revolucionario
agrario. Interpreta los deseos de la gran masa campesina de ser
dueña de la tierra, dueña de sus medios de
producción, de sus animales, de todo
aquello que ha anhelado durante años, de lo que constituye
su vida y constituirá también su
cementerio.

Para la corriente interpretación de la guerra de guerrillas
debe establecerse que hay dos tipos diferentes, uno de los
cuales, el de ser una forma de lucha complementaria a la de los
grandes ejércitos regulares tal como el caso de las
guerrillas ukranianas en la Unión Soviética, no
interesa para este análisis. Nos interesa el caso de un
grupo armado que va progresando en la lucha contra el poder
constituido, sea colonial o no, que se establece como base
única y que va progresando en los medios rurales. En todos
estos casos, cualquiera que sea la estructura ideológica
que anime la lucha, la base económica está dada por
la aspiración a la tenencia de la
tierra.

La China de Mao se inicia como un brote de
los núcleos obreros del Sur que es derrotado y casi
aniquilado. Solamente se estabiliza e inicia su marcha ascendente
cuando después de la gran marcha del Yenán se
asienta en territorios rurales y coloca como base de
reivindicaciones la reforma agraria. La lucha de Ho Chi Minh en
Indochina se basa en los campesinos arroceros oprimidos por el
yugo colonial francés y con esa fuerza va progresando
hasta derrotar a los colonialistas. En ambos casos hay un
paréntesis de guerra patriótica contra el invasor
japonés, pero no se desvanece la base económica de
lucha por la tierra.

En el caso de Argelia, la gran idea del
nacionalismo
árabe tiene su réplica económica en el
usufructo de la casi totalidad de las tierras laborables de
Argelia por un millón de colonos franceses, y en algunos
países como Puerto Rico,
donde las condiciones particulares de la Isla no han permitido un
brote guerrillero, el espíritu nacionalista herido en lo
más profundo por la discriminación que se comete a diario
contra ellos tiene como base la aspiración del campesino
(aunque ya muchas veces esté proletarizado) por la tierra
que le arrebatara el invasor yanqui y esta misma idea central fue
la que animaba, aunque en diferentes proyecciones, a los
hacendados pequeños, campesinos y esclavos de las
haciendas orientales de Cuba que cerraron filas para defender
juntos el derecho a la posesión de la tierra, durante la
guerra de liberación de los 30
años.

Pese a características especiales que
la convierten en un tipo de guerra, y teniendo en cuenta las
posibilidades de desarrollo de la guerra de guerrillas, que se
transforma, con el aumento de la potencialidad del núcleo
operante en una guerra de posiciones, debe considerarse que este
tipo de lucha es un embrión de la misma, un proyecto; las
posibilidades de crecimiento de la guerrilla y de cambiar el tipo
de pelea hasta llegar a una guerra convencional son tantas como
las posibilidades de derrotar al enemigo en cada una de las
distintas batallas, combates o escaramuzas que se libren. Por
eso, un principio fundamental es que no se debe dar, de ninguna
manera, batalla que no se gane, combate o escaramuza que no se
ganen. Hay una definición antipática que expresa:
"el guerrillero es el jesuita de la guerra". Indica con esto una
cualidad de alevosía, de sorpresa, de nocturnidad, que son
evidentemente elementos esenciales de la lucha guerrillera. Es
naturalmente, un jesuitismo especial impulsado por las
circunstancias que obligan a tomar en algunos momentos una
determinación diferente de las concepciones
románticas y deportivas con que se nos pretende hacer
creer que se hace la guerra.

La guerra es siempre una lucha donde ambos
contendientes tratan de aniquilar uno al otro. Recurrirán
entonces a todas las triquiñuelas, a todos los trucos
posibles, para conseguir este resultado, además de la
fuerza. Las estrategias y las
tácticas militares son la representación de las
aspiraciones del grupo que analiza y del modo de llevar a cabo
estas aspiraciones y este modo contempla el aprovechamiento de
todos los puntos débiles del enemigo. Desmenuzando, en una
guerra de posiciones, la acción de cada pelotón de
un gran núcleo de ejército, se observan las mismas
características, en cuanto a la lucha individual, que las
que se presentarán en la guerrilla. Hay alevosía,
hay nocturnidad, hay sorpresa, y cuando no se producen, es porque
es imposible tomar desprevenidos a quienes están enfrente
vigilando. Pero como la guerrilla es una división de por
sí, y como hay grandes zonas de terreno no vigiladas por
el enemigo, siempre se puede realizar estas tareas de manera de
asegurar la sorpresa, y es deber del guerrillero
hacerlo.

"Muerde y huye" le llaman algunos
despectivamente, y es exacto. Muerde y huye, espera, acecha,
vuelve a morder y a huir y así sucesivamente, sin dar
descanso al enemigo. Hay en todo esto, al parecer, una actitud
negativa.; esa actitud de retirada, de no dar combates frontales,
sin embargo, todo es consecuente con la estrategia general de la
guerra de guerrillas, que es igual en su fin último a la
de una guerra cualquiera: lograr el triunfo, aniquilar al
enemigo.

Queda bien establecido que la guerra de
guerrillas es una fase de la guerra que no tiene de por sí
oportunidades de lograr el triunfo, es además una de las
fases primarias de la guerra y se irá desenvolviendo y
desarrollando hasta que el Ejército Guerrillero, en su
crecimiento constante, adquiera las caracteristicas de un
Ejército Regular. En ese momento estará listo para
aplicar golpes definitivos al enemigo y acreditarse la victoria.
El triunfo será siempre el producto de un
Ejército Regular, aunque sus orígenes sean el de un
Ejército Guerrillero.

Ahora bien, así como el general de
una división no tiene que morir en una guerra moderna al
frente de sus soldados, el guerrillero, que es general de si
mismo, no debe morir en cada batalla; está dispuesto a dar
su vida, pero precisamente, la cualidad positiva de esta guerra
de guerrillas es que cada uno de los guerrilleros está
dispuesto a morir, no por defender un ideal sino por convertirlo
en realidad. Esa es la base, la esencia de la lucha de
guerrillas. El milagro por el cual un pequeño
núcleo de hombres, vanguardia armada del gran
núcleo popular que los apoya, viendo más
allá del objetivo táctico inmediato, va
decididamente a lograr un ideal, a establecer una sociedad nueva,
a romper los viejos moldes de la antigua, a lograr, en
definitiva, la justicia social por la que
lucha.

Consideradas así, todas las palabras
despectivas adquieren su verdadera grandeza, la grandeza del fin
a que están destinadas, y conste que no se habla de medios
retorcidos para llegar al fin; la actitud de lucha, esa actitud
que no debe desmayar en ningún momento, esa inflexibilidad
frente a los grandes problemas del objetivo final, es
también la grandeza del
guerrillero.

En la terminología guerrera, se
entiende por estrategia el análisis de los objetivos a
lograr, considerando una situación militar total y las
formas globales de lograr estos
objetivos.

Para una correcta apreciación
estratégíca, desde el punto de vista de la
guerrilla, es necesario analizar fundamentalmente cuál
será el modo de actuar del enemigo. Si en algún
momento es válida la apreciación de que el objetivo
final es destruir completamente a la fuerza opositora, en el caso
de una guerra civil de este tipo se encuentra el ejemplo
clásico : el enemigo tendrá que procurar la
destrucción total de cada uno de los componentes de la
guerrilla; y el guerrillero, a la inversa, debe analizar los
recursos con que cuenta el contrario para tratar de llegar a esa
solución; los medios con que cuenta en hombres, en
movilidad, en apoyo popular, en armamento y en capacidad de
dirección. Debemos adecuar nuestra estrategia a estos
estudios, considerando siempre el objetivo final de derrotar al
ejército enemigo.

Hay aspectos fundamentales a estudiar: el
armamento, por ejemplo, la forma de utilizar ese armamento;
analizar exactamente cuál es el valor de un
tanque en una lucha de este tipo, cuál el de un
avión, analizar cuáles son las armas del enemigo,
su parque, sus costumbres; porque el aprovisionamiento más
importante de la fuerza guerrillera, está precisamente en
el armamento enemigo. Si hay posibilidad de elección debe
preferir el mismo tipo que el usado por éste, pues el
más grande enemigo de la guerrilla es la falta de parque,
que debe proveer el contrincante.

Una vez hecho esto, graduados y analizados
los objetivos a lograr, hay que ir estudiando el ordenamiento de
los pasos para la consecución del objetivo final,
ordenamiento que se preverá, pero que se irá
modificando en el transcurso de la lucha y adecuando a la serie
de circunstancias no previstas que puedan surgir durante la
misma.

En el primer momento, lo esencial para el
guerrillero será no dejarse destruir. Paso a paso,
será más fácil para los integrantes de la
guerrilla o de las diferentes guerrillas, adaptarse al medio de
vida y convertir en una aeción cotidiana y, como tal,
fácil, el huir, despistar a las fuerzas que están
lanzadas en su persecución. Logrado este objetivo, tomando
posiciones cuya inaccesibilidad impida al enemigo llegar hasta
ellos, o consiguiendo fuerzas que disuadan a éste de
atacar, debe procederse al debilitamiento gradual del mismo,
debilitamiento que se provocará en el primer momento en
los lugares más cercanos a los puntos de lucha activa
contra la guerrilla, y, posteriormente, se irá
profundizando en territorio enemigo, atacando sus comunicaciones, atacando luego, o molestando, las
bases de operaciones y las bases centrales, hostigándolo
en forma total en la medida de las posibilidades de las fuerzas
guerrilleras.

El golpeteo debe ser constante. Al soldado
enemigo que esté en un lugar de operaciones no se le debe
dejar dormir, las postas deben ser atacadas y liquidadas
sistemáticamente. Debe darse en todo momento la
impresión de que un cerco completo rodea al adversario; en
las zonas boscosas y quebradas, durante todo el dia, en las zonas
llanas o fácilmente permeables por patrullas adversarias,
durante la noche. Para hacer todo esto, es necesario la
cooperación absoluta del pueblo y el
conocimiento perfecto del terreno. Dos condiciones cuya
necesidad apunta en cada minuto de la vida del guerrillero. Por
eso hay que establecer, al mismo tiempo que centros de estudio de
las zonas de operaciones y centros de estudios de las zonas de
operaciones futuras, trabajo popular intensivo, explicando los
motivos de la revolución, los fines de esta misma
revolución y diseminando la verdad incontrovertible de que
en definitiva contra el pueblo no se puede vencer. Quien no
sienta esta verdad indubitable no puede ser
guerrillero.

Este trabajo popular debe centralizarse en
el primer momento sobre la discreción, es decir, debe
pedirse a cada campesino, a cada miembro de la sociedad donde se
actúa, que no comenten lo que vean u oigan; después
buscará la ayuda de habitantes cuya lealtad a la
revolución ofrezca mayores garantías,
posteriormente se utilizará a esas personas en tareas de
contacto, de transporte de
mercancías o de armas, de prácticos en las zonas
que él conozca, y, más tarde, se puede llegar a la
acción de masas ya organizadas en los centros de trabajo,
cuyo resultado final será la huelga
general.

La huelga es un factor importantísimo
en la guerra civil, pero para llegar a ella es necesario una
serie de complementos que no se dan siempre y que,
espontáneamente, sedan muy pocas veces, hay que ir a crear
los factores necesarios y esta creación se basa en la
explicación de los motivos de la revolución, en la
demostración de las fuerzas del pueblo y de sus
posibilidades.

Se puede también recurrir a
determinados grupos muy homogéneos y que tienen que
demostrar eficacia previa
en labores menos peligrosas para hacer sabotaje, que es otra de
las terribles armas de la guerrilla; se puede paralizar
ejércitos enteros, se puede detener la vida industrial de
una zona, quedando los habitantes de una ciudad sin industria, sin
luz, sin agua,
sin comunicaciones de ninguna clase, sin poder arriesgarse a
salir sino a determinadas horas, por una carretera. Si se logra
todo esto, la moral de
los enemigas va decayendo, va decayendo la moral de sus
unidades combatientes y se torna madura la fruta para arrancarla
en el momento preciso.

Todo esto presupone un aumento del
territorio abarcado por la acción guerrillera, pero nunca
se debe ir a un aumento exagerado de ese territorio. Hay que
conservar siempre una base de operaciones fuerte y continuar
fortaleciéndola durante el curso de la guerra. Hay que
utilizar medidas de adoctrinamiento de los habitantes de la zona,
medidas de saneamiento contra los enemigos irreconciliables de la
revolución y perfeccionar todos los sistemas puramente
defensivos, como trincheras, minas y comunicaciones dentro de ese
territorio.

Cuando la guerrilla ha alcanzado un
poderío respetable en armas y en número de
combatientes, debe irse a la formación de nuevas columnas.
Es un hecho parecido al de la colmena que, en determínado
momento, suelta una nueva reina que se va a otra región
con parte del enjambre. La colmena madre, con el jefe guerrillero
más notable, quedará en lugares menos riesgosos,
míentras las nuevas lumnas perforarán otros
territorios enemigos, síguíendo el ciclo ya
qescrito.

Llega un momento en que el territorio
ocupado por las columnas es pequeño para contenerlas y en
su avance hacia las regiones sólidamente defendidas por el
enemigo, deben enfrentarse con fuerzas poderosas. En este
instante, las columnas se reúnen, se ofrece un frente de
lucha compacto, se llega a una guerra de posiciones, una guerra
desarrollada por ejércitos regulares. Sin embargo, no
puede desligarse el antiguo ejército guerrillero de su
base, y se deben formar nuevas guerrillas detrás del
enemigo, que actúen en la misma forma en que actuaban las
primarias en el otro territorio y vayan penetrándolo hasta
dominarlo.

Asi se llega al ataque, al cerco de las
plazas, a la derrota de los refuerzos, a la acción cada
vez más enardecida de las masas en todo el territorio
nacional y al objetivo final de la guerra: la
victoria.

 

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